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CONCEPTO DEL DAÑO

La idea de que el daño es el menoscabo a un bien implica dar un concepto demasiado


amplio y general que le resta trascendencia. Entonces se debe

relacionar este menoscabo con el derecho para así lograr precisarlo.

De esto resulta que a la idea del menoscabo a un bien se le agregue que

sea producido en violación a una norma jurídica (antijuridicidad) y la de

hacer nacer la responsabilidad de la persona.

Esta idea de la lesión a un bien, aunque ampliada y mejorada, sigue

siendo errónea, pues produce un efecto multiplicador en relación a la cantidad de bienes


lesionados (físico-patrimonial, espiritual, psíquico, estético,

lucro cesante emergente, privación de uso en sí mismo, etc.).

Decir que daño es la lesión a un bien o derecho subjetivo también es

erróneo, porque es algo muy difuso. Hay derechos subjetivos que no dan al

resarcimiento, pues son solo interés de hecho.

Descartando la idea del daño como la lesión a un bien, nos quedan dos

posturas a analizar.

Una, es la que sostiene que daño es toda lesión a un interés jurídico,

siendo el interés, según Bueres, el núcleo sobre el que gira el derecho subjetivo, donde
interés es la facultad para lograr satisfacer cierta necesidad.

La otra es la que apunta al efecto o secuela del daño, sin definir a éste

con precisión, fundándose sobre los resultados o consecuencias de la acción

antijurídica, cualquiera fuera la naturaleza patrimonial o no del derecho

lesionado. De ahí que, si lo que se quiere clasificar es el daño resarcible, no

hay que atender a la naturaleza de los derechos lesionados, sino al daño en

sí mismo, esto es, a los efectos y consecuencias de la lesión. Dice Bueres sobre
esto que no se puede definir algo por sus consecuencias, y las secuelas o

efectos que pueden ser tanto patrimoniales como espirituales, no son el daño

mismo, son parte del daño.

En definitiva, para Bueres (con quien comparto la opinión), el DAÑO

sería “toda lesión a un interés legítimo”.

Cabe en este punto hacer una distinción en cuanto a la lesión a un

interés lícito o un interés serio (que implica algo más que una mera relación

circunstancial). La importancia de tal distinción es que aquí va a surgir la

calidad de damnificado, y con ella el derecho a ser indemnizado, de acuerdo

a la naturaleza del daño. (pp. 23-24)

Agravio moral

En opinión de Galli, ha sido definido de diversas

maneras, aun cuando ellas no impliquen

opiniones encontradas de los autores. Así, si se

tiene en cuenta la naturaleza de los derechos lesionados,

el agravio moral consiste en el desmedro

sufrido en los bienes extrapatrimoniales,

que cuentan con protección jurídica, y si se

atiende a los efectos de la acción antijurídica. el

agravio moral es el daño no patrimonial que se

inflige a la persona en sus intereses morales tutelados

por la ley. El agravio moral tanto puede

proceder de un acto ilícito civil como de uno

criminal, y, en cualquier supuesto, la responsabilidad


de la indemnización del daño causado

corresponde al agraviante.

Claro es que la tasación del daño moral resulta

más dificultosa que la del daño material,

aun cuando en ambos casos su determinación

queda atribuida al arbitrio judicial.

Capitant lo define no bajo la expresión de

agravio, sino de su equivalente daño, como el

que incide sobre la consideración, el honor o

los afectos de una persona; así la difamación, la

ruptura injustificada de una promesa de matrimonio,

la muerte del cónyuge o de un pariente próximo, etc. Esta enunciación es simplemente

orientadora y no coincidente en todas las legislaciones,

como en el caso de la ruptura de la

promesa matrimonial. (Citado por Ossorio, 2002, pp. 58-59)

Según Pizarro (1999):

… la reparación del daño moral tendría carácter más excepcional en materia contractual,
donde su procedencia, valoración y cuantificación quedaría librada al prudente criterio
judicial (art. 522); en cambio, sería más imperativa en materia aquiliana (art.l078). Se
trata de una concepción superada por la realidad, carente de sustento normativo en el
derecho argentino. La reparación del daño moral asume similar entidad en uno y otro
ámbito. (p. 474)

Según el Centro Internacional de Estudios Judiciales (CIEJ) (2008) expresa que el Daño
moral, este daño se erigió como el único rubro constitutivo de
los perjuicios inmateriales, ya que con anterioridad a su reconocimiento
se pregonaba una serie de frases tales como que “las lágrimas no se monedean”,
o “el daño moral no es indemnizable porque el dolor no se tarifa
ni se paga”, para significar que no era posible realizar un cálculo económico
de la congoja sufrida con ocasión del daño percibido. Se puede definir
como el dolor, la congoja, la aflicción, el sufrimiento que produce el
fallecimiento de una persona a sus parientes, o el que sufre la propia
víctima como consecuencia de las lesiones sufridas. Sin embargo, la mayoría
de las legislaciones modernas, en concordancia con el criterio sustentado
por ilustres tratadistas, establecieron la procedencia de su reparación civil.
En tal sentido, han sido determinadas las características del daño moral a
través de diferentes apuntes jurisprudenciales, las cuales pueden resumirse
en que el daño moral: a) incide en la aptitud de pensar, de querer o de sentir;
b) el sufrimiento no es un requisito indispensable para que exista daño moral,
aunque sí una de sus manifestaciones más frecuentes; c) constituye
angustias y afecciones padecidas por la víctima; d) supone la privación o la
disminución de los bienes que tienen un valor fundamental en la vida del ser
humano y que son la tranquilidad del espíritu, la libertad individual y, entre
otros, los más sagrados afectos; e) puede consistir en un injusto ataque a la
integridad física como derecho a la personalidad. Consecuentemente, se puede
sintetizar la finalidad de la reparación del daño moral de la siguiente manera:
1) apunta a indemnizar la lesión de bienes extrapatrimoniales, como es
el derecho al bienestar o a vivir con plenitud en todos los ámbitos (familiar,
amistoso, afectivo), y supone la privación o disminución de bienes tales como
la paz, la tranquilidad del espíritu y la integridad física; 2) se ha dicho que
es aquel que se manifiesta a través de los padecimientos y molestias que
lesionan las afecciones legítimas de los damnificados, concepto que demuestra
el intento de resarcir aspectos propios de la órbita extrapatrimonial. Con
respecto a los síntomas, el dolor, la angustia, la tristeza, la pérdida del deseo
de vivir, son posibles manifestaciones o algunas de las maneras en que el daño moral
puede exteriorizarse. Sin embargo, cabe la posibilidad de que,
aun sin lágrimas o sin percepción sensitiva del menoscabo padecido, exista
daño moral. En todo caso, se trata de una lesión que debe ser resarcible o
reparable. (pp. 30-31)

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