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Hace más de dos mil años una mujer de la ciudad de Nazaret llamada María fue visitada por un ángel

llamado
Gabriel quien le dijo a esta mujer judía que daría a luz a un hijo y que le pondría de nombre Jesús pues sería
el hijo de Dios. María era virgen y estaba por contraer matrimonio con un hombre llamado José. Al ver que
María estaba embarazada José confundido y algo dolido quiso dejarla en secreto para que nadie fuera a
lastimarla, pero el ángel Gabriel vino a José y le contó exactamente lo que María ya le había dicho a José,
que este bebé es hijo de Dios que será llamado Jesús y que salvara a su gente de todo pecado.
 
Por causa de un edicto del rey para hacer un censo, María y José viajaron a la tierra de Belén para cumplir
con el edicto. Maria ya tenía muy avanzado su embarazo y aun asi viajaron por varios días en un burro hasta
llegar a su destino, pero no pudieron encontrar ni un solo lugar para poder pasar la noche, pues todo estaba
ya ocupado. Viendo que María estaba por dar a luz en cualquier momento el dueño de una posada les ofreció
quedarse en el establo.
 
María y José entraron en aquel establo en donde había animales y juntando paja hicieron un pesebre para
descansar al recién nacido niño Jesús.
 
Durante este tiempo un ángel se apareció a un grupo de pastores que apacentaban sus ovejas en los campos
cerca de Belén y les dijo que traía buenas nuevas pues el Mesias, el salvador del mundo había nacido. Los
pastores lo dejaron todo para ir en busca del bebé ya que el ángel les dijo que lo encotrarían durmiendo en un
pesebre.
 
Poco tiempo después los tres hombres sabios (también conocidos como los reyes magos) vieron la brillante
estrella en el cielo que se postraba justo arriba del establo en donde se encontraba el recién nacido Jesús.
Estos hombres venían del lejano oriente y durante su travesía el rey Herodes de Judea les dijo que después
de encontrar al bebé le dieran noticias en donde estaba. All arribar al establo los hombres sabios adoraron al
Dios viviente y le dieron regalos de incienso, oro y mirra. Después regresaron a su tierra por otro camino pues
sabían que el rey Herodes quería asesinar al bebé que sería el futuro rey.
La nueva realidad, la causa, que Jesús predica y para la que vive, es el reino de Dios, que hace posible una
sociedad nueva, basada en la justicia y en el amor, digna del hombre. Es su Buena Noticia. En él, la comunicación
definitiva entre lo humano y lo divino.

En el momento del Bautismo, se oye una voz del cielo que dice: “En ti me complazco”. Sincronía perfecta entre
Dios y Jesús, en Él se establece la comunicación definitiva entre lo humano y lo divino, en él encuentra su lugar
natural el Espíritu de Dios, el amor de Dios por la humanidad. Con razón es su hijo, no sólo por nacer de El sino por
su modo de comportarse igual a Dios. Para conocer de verdad a Dios no hay sino decir y hacer lo que Jesús. Nadie
más que Él puede contarnos quién es y cómo es Dios.

El resto debiéramos saberlo todos y no olvidarlo nunca: Jesús anuncia su Buena Nueva en su sociedad, en medio
de la situación política existente y dentro de las instituciones judías: Sanedrín, templo, sacerdocio, sinagoga, ley,
letrados, sábado, ideologías… Y en un tiempo en que era enorme la expectativa de la llegada del reino de Dios,
que sería inaugurado por el Mesías. Todos esperaban ese reinado desde diversas visiones y actitudes.

Los milagros de Jesús son los hechos sobrenaturales que se atribuyen a Jesucristo en el curso de su vida terrenal


y que han sido recogidos en los Evangelios canónicos. Estos milagros se pueden clasificar en cuatro grupos: las
curaciones, exorcismos, la resurrección de los muertos y el control sobre la naturaleza.
El número exacto de los milagros depende de cómo se cuentan los milagros, por ejemplo, en el milagro de la hija
de Jairo, donde una mujer se cura y una niña es resucitada, pero los dos acontecimientos son narrados en los
mismos párrafos de los Evangelios, y por lo general de forma conjunta. Hechos simbólicos, como el que la niña
tuviera 12 años y que la mujer hubiera estado enferma durante 12 años, han sido objeto de diversas
interpretaciones.
1. Jesús convierte el agua en vino (Juan 2:1-11)
2. La curación del hombre con un espíritu inmundo (Marcos 1:23-28; Lucas 4:33-37)
3. Jesús sana a la suegra de Pedro (Mateo 8:14-17; Marcos 1:29-31; Lucas 4:38-39)
4. Muchos sanados por la tarde (Mateo 8:16-17; Marcos 1:32-34; Lucas 4:40-41)
5. Milagro de los peces (Lucas 5:1-11)
6. La curación de un leproso (Mateo 8:1-4; Marcos 1:40-45; Lucas 5:12-16)
7. La curación de un paralítico (Mateo 9:1-8; Marcos 2:1-12; Lucas 5:17-26)
8. Las curaciones junto al mar (1) (Mateo 4:24-25,12:15-16; Marcos 3:7-12; Lucas 6:17-19)
9. Jesús sana al criado del centurión (Mateo 8:5-13; Lucas 7:1-10)
10. Curación del hijo de un oficial del rey (Juan 4:46-53)
11. Jesús resucita al hijo de la viuda de naín (Lucas 7:11-17)
12. Jesús calma la tempestad (Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41; Lucas 8:22-25)

”YO soy la luz del mundo.


El que me siga no anduviera en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”
¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus
cosas y todo te irá mejor.
Cuando te entregues a Mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis designios. No te
desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus
deseos. Cierra los ojos del alma y dime con calma:
¡JESÚS YO CONFÍO EN TI!
Evita las preocupaciones angustiosas y los pensamientos sobre lo que puede suceder
después.No estropees mis planes queriéndome imponer tus ideas.
Déjame ser DIOS y actuar con libertad. Entrégate confiadamente a Mí. Reposa en Mí y deja en
mis manos tu futuro. Dime frecuentemente:
¡JESÚS YO CONFÍO EN TI!
Lo que más daño te hace es tu razonamiento y tus propias ideas y querer resolver las cosas a tu
manera.
Cuando me dices, ¡JESÚS YO CONFÍO EN TI!, no seas como el paciente que le dice al médico que
lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo. 
Déjate llevar con mis brazos divinos , no tengas miedo, yo te amo. Si crees que las cosas
empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando, cierra los ojos del alma y
confía. 
Continúa diciéndome a toda hora:
¡JESÚS YO CONFÍO EN TI!
Necesito las manos libres para poder obrar. No me ates con tus preocupaciones inútiles.
Satanás quiere eso: agitarte, angustiarte y quitarte la paz.
Confía sólo en Mí. Reposa en Mí. Entrégate a Mí.
Yo hago los milagros en la proporción de la entrega y confianza que tienes en Mí.
Así que no te preocupes, echa en mi todas tus angustias y duerme tranquilo. Dime siempre:
¡ JESÚS YO CONFÍO EN TI!...
Y verás grandes milagros.
TE LO PROMETO POR MI AMOR.

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