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APOLOGIA

DE SOCRATES
Traducci6n directa, ensayo preliminar y notas de

. CON~UD ~
EccERS LAN

COLECCIdN LOS FUNDAMENTALES


EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES

1981
-- - -
1. PROEMIO 17a-19a7)

El discurso apologbtico de Sócrates ha sido precedido por


la lectura de la acusaci6n -incluyendo el pedido de pena de
muerte- y una argumentaci6n en apoyo de la misma, pronun-
ciada por uno de los acusadores. al pareter, Anito. En ella,
ademiis, se ha prevenido a los jueces acerca del poder de con-
viccibn que tiene Sócrates. Sócrates, pues, inicia su alegato ex-
plicando que tal poder de conviccibn no consiste en otra cosa
que en decir la verdad, ya que carece de recursos oratorios y no
ordenará su discurso de la manera acostumbrada en los jnicios,
sino que hablará con los jueces de la misma forma que lo hace
cotidianamente en el ágora. Por eso solicita a estos que no se
atengan a su estilo sino al contenido de lo que dice. Inmedia-
tamente hace notar que la presente acusacibn -formulada por
escrito y reformulada por sus acusadores- tiene un antiguo
origen, que conviene examinar, ya que precisamente los que la
han acuñado han educado a muchos de los jueces actuales, y por
lo tanto han influido en Ia presente acusacibn.

17a No sé, señores atenienses, cómo han siclo impresio-


nados ustedes 1 por mis acusadores. En cuanto a
mí, por poco me olvido de [cómo soy] yo mismo,
por causa de ellos, tan convincentemente han ha-
blado. Y sin embargo poco o nada de lo que han
dicho es cierto. Pero entre las muchas cosas sobre
las que han mentido una de ellas me ha sorpren-
dido en extremo: la de decir que debían ustedes
precaverse de no ser engañados por mí, dada mi
b habilidad al hablar. Pero lo que me ha parecido
,
más desvergonzado de su parte es que no les im-
porta ser refutados in~nediatamentepor mi con los
hechos, puesto que mostraré que de ningún modo
[soy] hábil al hablar; a no ser que llamen "hábil
al hablar" a quien dice la verdad. Si fuera esto lo
que quieren decir, convendría en que soy orador,
1

1 El anuncio de que Sócratea no usara el sofisticado lenguaje de loa


oradores nos lleva a traducir "ustedes" p. no el más retórico "vosotros".
aunque no a la manera que lo entienden ellos. me parece, justo: que se me permita hablar en ese
En efecto, como acabo de decir, poco o nada de estilo, sea para bien o para mal, y que sólo se exa-
cierto han dicho; de mí, en cambio, van ustedes a mine y preste atención si digo cosas justas o no.
escuchar toda la verdad. Porque tal es la perfección 6 [propia] del-iuez; Ya
Ciertamente, por Zeus, señores atenienses, no oirán del orador, decir la verdad.
c discursos engalanados con frases y vocablos como En primer lugar debo defenderme, señores atenien-
los que [usan] ellos, ni [adecuadamente] ordena. ses, de las primeras acusaciones falsas que me lian
dos; más bien escucharin expresiones improvisadas hecho los primeros acusafiores; y desputs de las
con las palabras que primero me vienen a la boca. [acusaciones] posteriores [hechas por acusadores]
Creo, en efecto, que las cosas que diré son justas: b pobteriores. En efecto, muchos acusadores ha habi-
no aguarden de mí otra cosa. Porque sin duda n o d o antes de ustedes, hace ya muchos años, aunque
sería correcto, señores, que a mi edad me dirigiera tampoco hayan dicho nada cierto. Y a ellos les te-
a ustedes moclelando discursos como un muchacho. mo más que a h i t o y los suyos, aunque estos sean
Y algo más importante,hseñores atenienses, les tainbiéln de temer. Pero aquéllos [son] más teiiii-
pido que me permitan: si escuchan en mi defensa Mes, señores; los que lian educado a mudios de
palabras como las que estoy acostumbrado a decir ustedes desde la infancia, aciis~índonielalsameiite y
en el ágora, sobre las mesas [de los negociantes], convenciéndolos de que hay un tal Sdcrates, lioin-
d donde muchos de ustedes me han oído, no se asom- bre sabio, preocupado por las cosas del cielo así
bren ni interrumpan 3 por eso. Porque el caso es como dado a investigar cuanto [hay] bajo tieii:~,
que ahora por primera vez comparezco,ante un y convirtieiiclo a l argumento in;ís dCbil eii el inLs
tribunal, tras haber llegado a los setenta años; 1iierte.c
simplemente vengo a ser como un extranjero res-
pecto del lenguaje {que se eniplea] aquí, Ahora c Estos que han esparcido semejante fama, sciiores
bien, si fuera realmente un extranjero, sin dpda atenienses, son los :icusadores temibles para mí.
ustedes me excusarían si hablara en el dialecto y Porque los que [los] esmclian piensan que los qiie
18a con el estilo 4 en los cuales Iie sido educado. Aná: indagan tales cosas no creen en los dioses. Adeinis
logarnente, solicito ahora de ustedes algo que es, estos acusadores son numerosos y hace ya niitilio
tiempo que me acusan; y encima de eso, les I u i i
2 Para traduclr kai 1iiCntoi kai pdny por "y algo m5a importante:', he* hablado a ustedes en aquella edad en 1'1 que niLs
mos tenido en cuenta el carácter piogresivo~introdunivo que confiere J. b. probablemente les creerían, por ser algunos de iis-
Benniston a las tres primeras palabras ( I h r Grerl( Paniclcs! 2 ed., Ox-
ford. 1954).
' 8 ~ e r r i o sseguido a Burr.et (nora ad I O C U ~p., 72, & la obra mencionada 6 Traduzco por "perlecci6n" la palabra arcti, que suele verterse "virtud",
en nota 37 del "Estudio prclminar",, y a la cual nos referiremos con la slgla lirmino empero que el tiempo ha dotado de un contenido puramente moral.
BAP: asimismo nos referircmm a dicho Estudio con las aiglas EP) en la Uno podría, en efecto, decir en el caso presente, "tal w la virtud Jcl juez",
traducción dc thonbein por "in:crriimpir". aunque la palabra ~ b n e o t r a pero iquC quiere significar con w o ai no es la acepci6n moral? AictC, v o c a l h
matices, como el de "murmurar", "aplaudir", "escandal~zarsc", "haciendo cmparciitado con Oristor, "el mejor", básicamente indica el cumplimiento de
ruido", ctc., que a veces dcbcremos adoptar. Ir funci6n propia. Por eso, cuando e n República 1 PlatSn pone -con el
4 Es decir, contra l o que se ha afirmado,S¿cntes pone énfasis cn advertir significado de "funciónm- irgon. lo asocia a arcti: "c'rgoii es lo que mejur
que n o hará una pieza oratoria como re catllaba en los procesos jub'cialei: (arista) -o l o que ijnicamente- hace alguien", y para cada Crgoti hay
lo cual no impide que conozca tales modalidades, ya que varias ve& la6 un arcti: et irgon de los ojos es mirar, y su areti la vista (Rep. I 352e*353c::
señala -como en este caso, m63 general, ya que alude al lenguaje d e todo 6 Alusión a la comedia Nubes, de Aristjfancs -que será explicitada
cl discurso- para advertir que no obrará así (claro que estas acotauones más adelante-, donde se describe a Súcratcs como cosmi>lugo y sofista (vi.dse
pueden tambiin provenir de Platón, que observa la forma en que se defiende EP, apartado V, pp. 79 y SS.).
su maestro, opuesta a la acostumbrada). Viase ApCndice 1.
tedes nifios y muchachos, y acusaba~i realidad
sin posibilidad de réplica, ya que nadie podía asu- para ustedes como para mi. Pero creo que esto es
mir la defensa. difícil, y de ningún modo se me oculta c u h t o [lo]
Pero lo más absurdo de todo es que no se pueda es. De cualquier modo; que las cosas salgan del
d saber ni decir su nombre, como no sea el de a l e n modo que sea grato al dios; en cuanto [a mi], de-
comediógrafo. Mas todos aquellos que por envidia bo obedecer a la ley y defenderme.
y forjando una falsa imagen 7 de mí, los han per-
suadido a ustedes, asi como los que persuadían a
otros estando ellos mismos convencidos,B son los
más dificiles [de enfrentar]. En efecto, no se pue-
de hace^ comparecer aqui ni refutar a ninguno de
ellos, sino que debo defenderme combatiendo co-
mo con sombras, inquiriendo sin que nadie con-
teste. Por lo tanto ustedes deben tener en cuenta,
como digo, que mis acusadores han sido de dos
clases: unos, los que acaban de acusarme; otros,
aquellos a los que he aludido, [me acusan] hace
e tiempo. Y piensen que primeramente es necesario
que me defienda de aquéllos, ya que es a sus acu-
saciones a las que ustedes han escuchado en primer
lugar, y más tarde a las que [se han hecho] poe
teriorniente.
Bien. Ahora, señores atenierises, tengo que dehn-
derme y tratar de apartar de ustedes, en tan poco
19a tiempo, la falsa imagen que de mí han adquirido a
travks de tanto tiempo. Y desearia tener éxito en
mi defensa, suponiendo que [sea] lo mejor, tanto
7 Diaboli suele ser traducida por "'calumnia" --que ui el matiz que
resalta más a primera vista-, aunque Burnet prefiere la acepción de "pre*
juicio", y con tal significado se cita (en el diccionario Liddell&ott) la u*
presión d e . A P (sobre la sigla .AP, vease nota 15 del EP), aun cuando la
primera acepción que da es "acusación falsa". Quien quiera mantener alguna
de estas tres posibilidades -que en realidad pueden complementarse entre si-
en todos los casos en que aparexca el término griego, tropezará con seriaa
diticuitades. El verbo correspondiente -que luego aparecerá en el texto de
AP-, diabdllo, ofrece .en el L.& la traducción posible mirreprcscnt ( y
acorde con esto, Hackíortb, Tiie Composition of Apology, p. 50, trdduce
diabolé como 7nisrcprcscncatios). Para ello no disponemos en espaüol de una
palabra única, y por eso he preferido verter "falsa imagen" (o "idea"), el
sustantivo que mantiene asi IGS distintos matices aludidos.
8 La suposición de que los mismcs forjadores de la "faba imagen pueden
haher procedido de buena fe pone claramente de relieve qce l a b o t é no
podría traducirse aqui por "calumnia".
11. LAS ANTIGUAS ACUSACIONES
(19a8-24b4)

a) La confiaión con fisicos y con sofistas (ll9a8-


30~3)

El primer punto que S6crates quicre aclarar es la imagen


falsa que desde tiempo atrfis se ha Iieciio iiiii(1iii gente de C1
(inclusive artistas como Aristbfanes) : en ella se lo confunde con
los fil6sofos de la naturaleza, que Iioy son 11a1112d0$ "prcsocr:'<ti-
cos", y cuya ciencia Sócrates manifiesta dcscoiioccr. Pelo por
otrb lado se lo confunde con los tlcnominaclos "sofistas", que
hacen pagar sus lecciones. En este punto Sóciatcs pircce apí.l.ir
al nacionalismo (le los atcnienses, al 1i:itcr Iiiiicapii. en el c,ii.i.c-
ter extranjero de los sofistas. Pelo sol>ic iodo iroiiira a pio-
pósito de aquellos ricos que ciecn que, c~i.iiiio iii.i.; pag.iri, me-
jor ediicación obteii~lr~íiipala sus hijos.

Retomemos entonccs dcsde el principio qiic aciisn-


ciGn es la que, ha originado la imageii de mí, con-
19b fiando en la cual, al parecer, Meleto me ha cleiiiaii-
dado con semejante cargo. Bien. Pero, ;que decínii
los que forjaron esa imagen falsa? Corno si [se tra-
tara] de acusadores [judiciales] hay que leer su
testimonio: "S6crates es culpable de indagar im-
pertinentemente las [cosas] subterráneas y celestia-
les, y de hacer pasar por más fuerte el argumento
c más débil, y enseñar a otros estas mismas cosa\".
T a l es, aproximadamente [su testimonio]; y, eii
eEecto, ustedes mismos han visto estas cosas en 13
comedia de Aristófanes: allí un tal Sócrales da vuel-
tas diciendo que anda por los aires 9declarando
muchas otras tonterías, d e las cuales yo no se nada.
ni m:icho ni poco. Y no hablo despreciando seme-
. 0 Aristófanes, Xubcs 22T: cuando Estreptiades ve a Sócraies suspendido
en el aire, en una especie de tabla colgante, le pregunta qué hace, y la
respuesta es: "Ando por el aire y picnso cn torno al sol" (\Easc Ei', p. 81
y nota 132).
jante ciencia;PO si es que hay algún sabio en seme- A propósito de eso, vive aquí un sabio vardn de
jantes cosas. El caso es que de ningún modo cabe Paros, que me he enterado que estA residiendo [en-
que Meleto me haga procesar por tales causas, sino tre nosotros]. Sucedió que di con un hombre que
que, en lo que a mí [toca], señores atenienses, no ha gastado más dinero en sofistas que todos los
tengo parte alguna en ellas. Y como testigos ofrez- demás juntos, Calias, hijo de Hipónico. Pues bien,
i
d co una vez más a muchos de ustedes mismos, y les ,
yo lo interrogué; ustedes saben que tiene dos hijos.
pido que intercambien informacíones entre ustedes "Calias, le dije, si en lugar de dos hijos tuvieras
y declaren aquellos que alguna vez me han oido que criar 40s potros o dos cabras, tendríamos que
dialogar: son muchos de ,ustedes los que [me han tomar un experto en ellos y-pagarle salario a aquel
,oído].ll' Revelen, pues, urios a otros, si alguna vez b que pudiera hacerlos más váliosos en cuanto a la
alguno de ustedes me ha escuchado conversar poco perfección que les es propia: &te sería tal gez un
o mucho de tales temas. Y de\ello concluirán que . entrenador de caballos o un gránjero. .Ahora bien. i
d e la misma indole son todas las demás [cosas) que puesto que se trata de hombres, 2 qué experto pien-
la mayoría dice de mí. sas tomar para ellos? {Quien es experto en cuanto
Nada hay [de cierto], en efecto, en todo eso [que a tal perfección, como es la humana y chica? 13
se dice]. Creo que-[eso] ha de haber sido examinado por ti.
Ni tampoco si han oido decir a alguien que yo in- ya que posees hijos. ¿Hay alguien o no?", pre-
gunté. "Sin duda", contestci.";Quién cs, de cicinde
tento educar a los hombres haciendo fortuna con
[viene] y por cuánto enseña?', dije."Eveno de Pa-
e ello; 1 2 nada de esto es verdad. Claro que a mi me ' ros; cinco minas"," contestó. Y yo alabé a Eveno,
parece hermoso que alguien sea capaz dc educar c si verdaderamente poseía semejante técnica y es-
hombres, como Gorgias Leontino, Prbrlico de Ceos taba tan capacitado de enseñarla. En cuanto a mi,
e Hippias de Elis. Pues cada uno de ellos, cuando me enorgullecería y me jactaria si fuera experto
va a cada una de las ciudades donde los ióvenes ' en tales cosas; pero no lo soy, señores atenienses.
pueden recibir lecciones gratuitamente de sus con-
ciudadanos, los convencen de que abandonen las
20a lecciones de éstos y reciban las suyas, pagándoles b) El orciculo de Delfos y la sabiduria de Sócrates
dinero y quedándoles, además, reconocidos. (20~4-23~ 1)
1 0 Esta frase estd aparentemente dirigida a explicar que no quiere pasar
el fardo a otros; porque, por lo demás, la ironía con que Sócrates se refiere S6crates reconoce que, aunque no sea f i l h f o naturalista
a la cosmologia presocrática explícita, si no denprecio, un rechazo burlón. ni sofista, se ha hecho cierta fama de sabio. Remonta esto a
11 Si tenemao en cuenta que el número de jueua.era de aproximada. una consulta de su amigo Querefonte, quien acudió a Delfoa
mente 700, el hecho de que "muchos" de ellos lo han oido dialogar implica
que, aunque pudiera contar con un círculo más intimo (Lques 187e) o al
menos m6s constante, ha tenido numerosos interlocutores u oyentes (para
no decir "discípulos").
12 Tal imputación la hace jocosamente Aristófanea ( N u k 98-99): 18 C o m p i n w tato con d ejemplo & inducción que da Ari8tÓtclr.n
"Estos enserian si les das dinero. haciendo vencer al hablar. etc. A l llevar (Tdptcor I.I2.IOTa), c~tadoen EP, V, p. 96; cf. VI. p. 107.
Estreptiades a su hijo ante ~óciates, éste le insinúa que "por un talento" M VLw nota 12. Bu-, p a n h a c u notar el pequeño monto q w
(palabra que luego, cuando se generalice la expresión "esa persona vale como implica esta remr.rnci¿n, cita a Di¿genu Laercio X.I2, ccgún el cual
un talento" o "tiene un talento" ha pasado a designar otro tipo de apitudcs Pmtigoraa cobraba 100 minan ( o n 1,66 talento). Q u i r i la nima cobrada
humanas) podrá aprender lo necesario (896; Dover, en su edición de Nubes. por Eveno parezca a Sócracea grande, en cuanto él declara pcuer e610 una
p. 207, hace notar que más adelante en AP se narra que Eveno de Paroa mina ( v k m i # idelantc 38b). De todw modor, n d t c a que un labrador
cobra 7 minar por un curso completo, una suma equivalente a 1/12 de un percibía comUnwnte 30 dracmar por m u (Dodd., Plato's Gorgiar, p. 347).
talento). o sea, menor & 1/3 & una mina (1 bina P. 100 dracmw).

124
para preguntar a la pitonisa. de Apolo si Iiabia alguien mis errónea. Por favor, no me interrumpan l5 aun-
sabio que S&riica y la respuesta fue que Sócntes era el mis que les parezca que hablo con pedantería; pues
sabio. .%trates relata su aaoinbro, y su decisicin de poner a no hablaré por mi mismo, sino que remitiré lo
prueba la veracidad dcl oriiculo. Fue asi a1 encuentro dc dis-
tintas personalidades que tenlan rcputacii>n de sabias, y las le- que digo a alguien digno de fe. Como testigo de
futaba en sus aprcciacioncs, demostriindoles que no eran en mi sabiduría -si es que es sabiduria- y de cómo
realidad sabias. Llegt5 entonces a la ru>nclusiáii de qtie la sen- es ella, pongo al dios de Delfos.16 Seguramente
tencia del oriculo cra cierta, y qitc lo que quciia decir era qiic,
ptieato que sólo Dios es sabio y no el hombre, Sócrates era cl han conocido ustedes a Querefonte; 17 éste fue
' mAs sabio de los tionibres, por ciianio se daba cuenta de que desde joven amigo mio y también amigo de la ma-
-en relacibi ron el ribcr divino- sabía poco o nada, niicii- yoría de ustedes; marchó' al destierro junto con
' tras que los demds no se percataban de ello. A partir de esto,
ciicnia, piwiguib la niimna tarea tle refutar a quienes se ustedes, )) coh ustedes regresó. Ustedes saben, en-
. creian sabios, para niostrarbs que no lo cran, p r o no ya pat.1 tonces, cómo era Querefonte, cuánta pasión ponía
verifihr el oriiculo, sino para ciiinplir la n~isibiiq\ie se le Iiabia cn lo que emprendía. Pues bien, en cierta oca-
revelado por si1 h m n e d i o . sidn qtie ,fue a Delfos, se atrevió a preguntar al
,
oráculo. . . pero rebito; señores, no me vayan a
i

Algunos deoustedes podría tal vez reg1ici-p: "Pero interrumpir; preguntó si había alguien mAs sa-
' Scicrates, ~cuiíles tu ocupaci6n7 ¿Cómo se han ori- bio que yo. La pitonisa le respondió que no ha-
ginado estas ideas falsas acerca de ti? Pues, sin - bia na'die más sabio. Y acerca de estas ,cosas pue-
duda, si no te hubieras ocupado en algo más Hama- de testimoniar si1 Iiermano, aqui presente, ya que
tivo que lo que hacen los demás, tio se habría ge- Querefonte ha m u e i t o . ~ ~Dense cuenta ustedes
nerado tal fama ni se dirían tales cosas si no obrn- b por qué digo estas cosas: les voy a mostrar, en
ses'de manera distinta que la mayoria. Dinos,
efecto, de dónclc se ha originado la falsa imagen
pues, de qué se trata, para que no opinenlos de ti,
de mi. En efecto, al enterarme de aquello rc-
d con ligereza".
Me parece que el que dijera tales cosas hablaría
' flcxionaba a'si: "¿Qué qoiere qlecir el dios y qiiC
con justicia, y precisamente intentaré explicarles 15 Véasc nota 3.
q u t es lo que me ha creado tal reputación y tal 16 Apolo. El oriailo dflfico exbtia antcriormentc a la Ilcgada de los
falsa imagen. Escilichenme entonces. Quizá pa- doriw, Y wrece haber catado consagrado a una diola. la madre4erra (H. \V.
Rrte. a c c kO~acla, Londrca 1967, pp. 33 y u.), cuyo poder profCrico
rezca a algunos de ustedes que bromeo; sepan, sin aaumi6 Apolo al inatalanc allf. conitruyindorck un templo (don& presu.
miblemente había antes una caverna). El h c c b de que h profecia cdtuviera
embargo, que les diré toda la verdad. En efecto, a camo de una mujer ahlo se explica (Parte, p, 41) r panir del pasado
señores atenienses, por ninguna otra cosa que por-- matrbrcal del oriculo. Al renacer lar religionu popularu. el culto a Dionido
parece habcru enfrentado con el a n t m délfico. No obatinte, un acuerdo
una cierta sabidurla es que he adquirido esta re- mlomónicc - d e l cual tenemm tcstimnnia. litenria. del dglo XII a. C.. pero
que ha & remontame al riglo v- dio lugar a Dionirio en el templo. Pero
putacibii. Pero, ¿qué clase de ,sabiduría es ésta? la pitonisa no era al parear mis que un inwmmenm de l a u c e r d ~ e aapo.
Precisamente la que es de alguna manera sabi- Iincu, ya que e n lcncralmcnte una campuinr común, adiutrada de&
pan entrar en tnnce, cai un cierto mnocimicnca & Ia ritcucióa & que w
joven
duría humgtt. En ella si me atrevo a decir que trataba. y gencralmencc con una ambipUc&d quc mquerla r au ver u é ~ r t .y~ ,
soy realmente sabio; probablemente, en cambio, ri el caiujo rerultaba errhco. podia atribuir= a un error dc la cxégeaia
(lBaiLc. p. 72 y u.).
e aquellos que acabo de mencionar serían sabios I T L menciunado cn lar Yubei & Ariudfaner como codirector de la
cleucla dc Skrates, o tambiin como un aaiuente o discipulo. En lar Memo.
en alguna sabiduria sobrehumana, o no sé qué rabilia Jcnofonte lo nombra en ure Último caricter (alia&mos aoe este
decir [de ella]; yo, en efecto, no la poseo, y el cpiaodio ea paralelo a la breve referencia quc en au Apologia -que dcdgnamoa
AJ- Jenofonte hice en d cap. 14).
que lo afirme miente y habla de mi con una idea 18 Véae EP, VI. pp. 112,113.
enigma hace?la Porque lo que es yo. no tengo ner al dios por eiicinia de todo. Debia dirigirme
ni mucha ni poca conciencia de ser sabio. & L I ~ entonces, para darme cuenta de qué quería decir
quiere decir, entonces, al afirmar que soy el más el oráculo, a todos aquellos que pasaban por sa-
sabio? No es posible, sin embargo, que mienta, ber algo. Y por el perro, varones atenienses -pues
puesto que no le está permitido". Y durante mu- es necesario qne l a diga a ustedes la verdad-,
cho tiempo dudé acerca de lo que quería decir, esto es lo que experipenté: al indagar de acuer-
hasta que con grandes escrúpulos me. volque a do con el dios, me pareció que los de mayor re-
su investigación, de la manera siguiente. Fui al piitacihn eran los m;ís deficientes o poco menos,
, _ .
encuentro de los que eran considerados sabios, en miciitrns que otros, que eran tenidos por inferio-
el pensamiento de que allí -si era posible en 'al- res, eran hombres mis próximos a la posesión de
c gúnl lado- refutada la sentencia del oráculo, de- la inteligencia. Ustedes v.en que es necesario que
mostrándQle que "éste es más sabio que yo, aun- inuest-re las weltas que di en mi penoso traba-io,
que h4s dicho que lo era,yoU. Ahora bien, al p r a que la sentencia del orriculo se me tornara
examinar .a aquel con quien tuve tal ,experiencia irrefiitable. En efecto, ciespiiés de los políticos
b-no necesito dar el nombre: era un politico-, se- aciidí a los poetas, tanto a los autores de tra-
ñores atenienses, y al dialogar con él, experimenté gedias como a los de ditirambos, y a todos (10s
lo siguiente: me parecib que muchos otros creían dcmás,, en la idea de que -allí me sorprendería
que este hombre era sabio, y sobre todo Jo creia in frngnnti, por ser más ignorante que aquéllos.
61 misma, pero que en realidad no lo era. En se- Llevé así conmigo los poemas de ellos que me
guida intenté demostrarle que aunque t l creia parecieron más elaborados, y les pregunté que
ser sabio, no lo era. La consepencia fue que me querían decir, a fin de que al mismo tiempo me
d atrzje el odio de él y de muchos de los presentes. ' instruyeran. Pues bien, me da vergüenza decir-
En cuanto a mi, al alejarme hice esta reflexión: les la verdad, seiíores; no obstante, debo decirla.
"yo soy más sabio que este hombre; en efecto, pro- Prácticamente t d o s o casi todos los presentes ha-
bablemente ninguno de los dos sabe nada valio- blarian mejor acerca de aquellos poemas que los
so, pero éste cree saber algo, aunque no sabe, que los habían compuesto. En poco tiempo me
mientras que yo no st ni creo saber. Me parece, di cuenta, con respecto a los poetas, que no ha-
entonces, que soy un poco más sabio que él: por-
que no se ni creo saber". Despues fui hasta otro cían lo que hacian por sabiduría, sino por algún
de los que pasaban por ser sabios. y me pasb lo don natural o por estar inspirados,20 tal como los
e mismo: también allí me atraje el odio de aquel profetas y adivinos; estos también, en efecto, di-
y de muchos otros. cen muchas cosas hermosas, pero no entienden
nada de lo que dicen. Algo análogo me pareció
De este modo fui a uno tras otro, bien que sin-
que acontecía a los poetas; y a la vez advertí que,
tiendo - c o n pena y con temor- que me atraia por el hecho de ser poetas, también en las demás
odios; no obstante, juzgué que era necesario po-
20 lis la conclusión a que se llega en el diálogo Ion 5423, con la antaa
19 Compáruc con el fragmento 92 de Hericlito: "El Señor. cuvo vantc de que Ion no es siquiera poeta sino rapsoda: está en el medio dc
oráculo esti en Dclfol, no dice ( l i g e i ) , no Multa, *¡no eignifica (rcmninci)", una cadena cuyo iiltimo eslabón cs el espectador y el primero el poeta. a
o wr no habla directamente lino por medio dc signo# quc hrr quc intcr. travCs de la ya1 el dics atrae a los hombru (736a). Pero en definitiva,
pretar. lop rewnoce no saber nada" (F42a.b).
cosas creían ser los más sabios de los hombres, entre ustedes, seres humanos, es aquel que, como
pero que no lo eran. Me alejé, entonccs, pensan- Sócrates, se ha dado cuenta de que en punto a
do que allí tenía la misma ventaja qiie sobre los sabiduria no vale en verdad nada". Todavia hoy
políticos. sigo buscando e indagando, de'acuerdo con el
dios, a los conciudadanos y extranjeros que pien-
Para terminar, acudi a los trabajadores maniia- so que son sabios, y cuando juzgo que no lo san,
d les. Yo estaba consciente cle que no sabía prlc- es para servir al'dios que les demuestro que no
ticamente nada, y que me encontraría con que san sabios.23 Y por causa de esta tarea no me ha
estos sabían muchas cosqs hermosas. Y en eso no quedado tiempo libie para ocuparme d e politica
me engañé: ya que sabían cosas que yo no sabía, en forma digna de mención, ni tampoco de mis
y en ese sentido eran más sabios que yo. Pero, propias cosas. Antes bien, vivo en extrema pobre-
señores atenienses, me pareció que nuestros bue- c za *' a causa de estar al servicio del dios.
p ~ s[amigos] los artesanos tenían el mismo de-
feceo que los poetas: a causa de ejecu~arbien r) El origen de I& odios contra Sócrates (23~2-
su oficio, cada uno se creia que, tambi6ii cra el ' 24b4)
, más sabio en las demás cosas, incluso en las más
dificiles; y esta confusión oscurecía aquella sa- Naturalmente, la refutaci6n por Sócrates de quienes pasa-
ban por sabios irritaba a t!stosl considerablemente, mixime
e biduria.21 De este modo me pregunte, ,sobre la teniendo en cuenta que tales conversaciones eran presenciadas
base del oráculo, si no era mejor ser como sdy: por jóvenes seguidores de Sócrates que disfrutaban al ver refu-
no siendo sabio en cuanto a la sabiduria de ellos tados a los presuntos sabios. Mis aiin, al parecer, algunos de
ni ignorante en cuanto a su ignorancia, en lugar aquellos j6venes imitaban el procedimiento, y dejaban en ridi-
culo a hombres mayores. Esto ha ido promoviendo la idea de
de poseer ambas cosas, cpmo aquéllos. Respondí que Sócrates corrompía a la juventud. Esta acusacibn de co-
tanto al oráculo como a mi mismo que es mejor rromper a la juventud es precisamente la que consta en primer
ser como soy. lugar en el cargo presentado por escrito. de modo que es de-
De esa encuesta, señores atenienses, se generaron
'
tectaMe su origen en las mencionadas sentencias.
23a muchos odios hacia mi, algunos muy acres y muy Además de estas cosas [sucedía que] los jbvenes
violentos, de los cuales surgieron muchos juicios que me seguían espontáneament6, que disponían
incorrectos acerca de mi.22 En efecto, en cada de mayor tiempo libre [por ser de] mayor fortu-
ocasión los presentes creen que yo soy sabio en na, disfrutaban escuchándo[me] examinar a los
aquellas cosas en que refuto a otro; pero en ,reali- hombres, y ellos mismos con frecuencia me imi-
dad el dios es el sabio, y con aquella sentencia taban, y en consecuencia, intentaban examinar a
quiere decir esto: que la sabiduria humana vale otros; inmediatamente, pienso, encuentran gran
poco y nada. Y cuando dice "Sócrates" parece cantidad de hombres que creen saber algo, pero
b servirse de mi nombre como para poner un ejem- que saben poco o nada. Y de aquí que los exa-
plo. Algo así como [si] dijera: "El más sabio minados por ellos se encolerizan conmigo, en lu-
21 De e8to re queja SOcrates en e1 diilogo P ~ o t d g o r u 319 bdd, a pro. 23 Sohre este cambio de actitud, vtarc El'. VI. p . I ( N
pddto'de la asamblea en que todot creen entender de politica. 24 Burnet (BAP, p. 98) hace notar que Sócraics no ha de hahfr .ido
22 B el m i m o vocablo diaboli que hemoa comentado en nota 7, a610 muy pobre cn la vida real, ya que, sirvió como hoplita desde el 432 harta
que en plural y con el adjetivo "mucha", lo que me hace c ~ r n b i xaqul el 4 2 4 a.c., lo cual implicaba un cierto stiitw.
la traducdbn propuma,
gar de consigo mismos, y hablan de un tal Sócra- Sobre esa base me atac6 Meleto, así como tam-
d tes, abominable al máximo, que corrompe a los bien Anito y Licbn. Meleto en nombre del odio
jóvenes. Y cuando se les pregunta lo que hace de los poetas, Anito en el de los artesanos y poli-
y lo que enseña, n a pueden decir nada: lo igno- 24a ticos, y Licbn en el de los oradores. De modo
ran. Pero para no aparecer en dificultades, re- que, como dije al comienzo, me asombrarfa si fue-
curren a aauellas cosas a aue mds se echa mano
I I se yo capaz de apartar de ustedes en tan poco
, contra todos los que filosofan: que investiga "las - tiempo esta falsa idea que ha llegado a ser asi tan
cosas del cielo y las que hay bajo tierra", "no grande. '
cree en dioses" y "hace prevalecer la razón más Ésta 'es, senores atenienses, la verdad, y al hablar
&"b!li m Lo cierto es, creo, aunque no lo quie- no les oculto nada ni grande ni pequeño, ni hago
ran decir, que ha quedado al descubierto que reserva alguna. Sin embargo, sé que por esto mis-
pretendian saber, pero no sabían nacia. mo me hago enemigos. Lo cual [es] también una
Pero en la medida en que son ambiciosos, y son prueba de que digo verdad, y aquella es una ima-
'
e muchos e impetuosos, hablando de mí enérgica- gen falsa de mi, y las causas son las [que he se-
mente y con persuasión, les han llenado a ustedes b ñalado]. Y sea ahora o en otra oportunidad que
los oidos y desde hace tiempo hasta ahora han for- las busquen, encontrarán que son así.
jado una falsa idea [de mí].
25 Tal era la situación dc Ariatófanea, t n cuanto d des.mtrimiento
de lo que en realidad deaía Y hacía Sócratea y lo que r le a t r i b u s en la
comedia. Sólo que, en dicho uao, no por tntarae de un aeudosabio puuto al
descubieno, sino un comediógrafo que buscaba clemcntw que r prertaran a
hacer reir, Burnet supone --a partir de lo que se dice ui 18& t
reputación de Sócntea como cosmólogo dcbia de ser muy anterior ' a A r k ó .
faner, y que la mayoría de los jueces -que para rer ralea tenían que tener
30 años como mínim- ya habian dejado de ser "niños" bastante a n w
del 423, mientras que la aversiún de los atenienses hacia los cosmólogoa dcbia
datar por lo menos desde el 4 5 0 a.c. (BAP, pp. 7.145). Lo de que la nia.
yoria de los jueces no eran ya niños cuando se catrenó las Nubcr es. iin
supuesto de Burnet que puede admitirse, porque Sócrates no dice que cl único
que forjó t u falsa imagen hubiera sido Aristófanes. sino cl único del cual
pu.?de decir el nombre (y cuenta con un testimonio concreto: la obra escrita).
Pero no se entiende por qué, si ya desde el 450 a.c. se comenzó a profesar
antipatia a los cosmúlogos y hasta a perseguirlos (como el caao dc AMI&
gorrs, con que Burnet ejemplifica) y si ya desde antes del 423 (Bumet dice
desde el 435) M tenía a Sócratea por cosmólogo, se estuvo esperando hasta el
399 para procesarlo. Sócrates no dice que lo juzguen por culpa de lo que
dilo Arist6lanes en el 423, y si menciona una comedia & 24 añor atrás n o
puede ser porque la gente esperara tanto tiempo para dedcarpr SU rucnti.
miento, sino porque seguramente la comedia ha d o reactualizada por s w
acuaadores, que aprovechan estas confusioncs para asimilar su caso a de Ana.
xágoras (como pone al deíwbierto Sócrates t n 26d-c), pero por motivos
diferenta a loa que aon mencionados aquí. Por lo demás, la sugerencia &
Sócrates de que la acusación ha iido promovida por h irritación de [usan.
w interrogados sólo puede valer como un ejemplo más de la animoridad de
la gente contra ü, pero ea dificil pensar que Sócrates se haya pasado iRoi y
añoa haciendo enfurecer a otros creyendo servir con eso al dios. Y d . mu-
chw de los jueces lo habían oído hablar, debían saber qué aentido rcnia, Y
no estarían en la condición de irritados.interrogados, sino a lo sumo de
cointerrogadores. M á s bien habrá sido la temirica de dichas conversaciones lo
que ha exasperado o ha hecho temer a los partidarios de la democracia en
decadencia. Viase cap. 6 del EP.
111. L A PlZESESTLi: .-lCUSACI6,1':
DIALOGO CON MELETO (24b4-28;i1)

a) Ln corrrii>citjn rlc la jirvcntiirl (24b436b2)


S h n t c s Icc VI tc\io (Ic 1.1 ;iciisdciOii crclita pi.exiiiada
por blclcto. En ella se lo acusa dc coirompci a la jirvcntud y
iio accpidi los dro~csdcl c~ilto.El ccniio dcl cargo prcce ser
cl clc la co~iupciói~, y a 61 apunta Sócrates. Para ello. Iia-
ticwlo uso de f.iciiliadcs lcgales, intcrioga a Melcto, primcia-
nicnte con Id intcncidn de Iiaccr patcntc una idca que reaparccc
cii divcisos diíilogos socriiticos de Platón: asi como cada arte-
sano cs cspccialista cn sil oficio, en cada hmbito hay una
miiioria de expcrtos en 61. En el diiklogo w n Meleto se va
llegando al absuido opuesto, cn lo atinente a 1.1 ccliicación d r
.a juventud: todos los jueces, todo el pdblico prcscnte, todos
los atenienses, son capaces de educar a la juventiid; el Único
qiie la corrompe es Sócrates. Por lo dcmíis, quien hace daiío no
ignora que el perjudicado tratad, a su ver, de dafiarlo. Por
consiguiente, supone Shcrates. si 4 ha hccho algún daAo ha sido
involiintaiiümente, y para talcs casos la ley prescribe instruir
al ignorante, no castigarlo.

Respecto de las cosas qiie me Iiaii imputado mis


primeros acusadores, esto ha cle ser.siificiente de-
fensa para ustedes. Ahora voy a intentar clefeii-
derme de Meleto, este [hombre] honesto y pa-
triota, según dice, y de los [otros acusadores]
recientes. Puesto que se trata de aciisadores clis-
tintos, tomemos ahora la deposición de 410s. He
aquí ésta: "Sócrates, dice, es culpable de corrom-
per a los jóvenés y de no creer en los dioses en
que la ciudad cree sino en otras [cosas] demo-
c nfacas nuevas".*e De esta inclole es el cargo. Exü-
minemos cada punto de este cargo.
Dice que soy culpable de corromper a Ios j6veiies.
Pues bien, señores atenienses, digo que Meleto es
20 Sobre la textualidad y carácter de esta acusación vÉase EP. cap. 2.
Sobre h traducción de nomho por "crecr" y knind dn~iiia;n~npor "nuevas"
[coaas] demoniacaa, véanse nota 169 del EP y tcxto correapondicntc.
culpable, porque bromea en cuestiones muy se- -También ellos.
rias al hacer comparecer hombres ante el tribufial -<Y en lo que toca a los consejeros?
con ligereza, pretendiendo poner celo y cuidar -Tambié.n los consejeros.
d e asuntos de los cuales nunca jamás se ha preo- -Pero acaso, Meleto, los [que están] en la asam-
cupado. Que esto es así, intentaré mostrárselo a blea, los asambleistas ¿no corrompen a los más
ustedes. júvenes? { O bien tambiéii todos aqiieilos los ha-
-Ven aqui, Meleto, y dime; lo que más te preo- cen mejores?
d cupa, (esque los jóvenes lleguen a ser lo mejor -También aquellos.
posible?. -Entonces, según parece, toclos los atenienses, ex-
-~iértamente. cepto yo, los hacen honorables; sólo yo, en cam-
-Blen, di entonces, a estos [señores] ¿quién los bio, los corrompo. {Esto es lo que quieres de-
hace mejores? Evidentemente lo sabes, pues a cir? 29
tu preocupación. En efecto, has descubierto al -Precisamente eso es lo que quiero decir.
que los corrompe, según dices: soy yo, y me has -En ve~dad, jmucha mala suerte me ha tocado
traído ante ellos acusándome [de ello]. Di en- en tu opinión1 Ahora contéstame: ~tambidn te
tonces al que los hace mejores, y revélales quién parece que pasa lo mismo con los caballos? O
es.= b sea, (todos los hacen mejores y uno 'solo los echa
-¿Qué pasa, Meleto, que callas y no dices nada? a perder? { O no pasa más bien todo lo contrario,
{No te parece vergonzoso y prueba suficiente de que uno solo es capaz de hacerlos mejores, o a
lo que te digo, o sea, que no te has preocupado lo sumo unos pocos, los entrenadores de caballos,
nada? Mas dime, amigo, ¿quién los hace mejores? mientras que la mayoría, cuando trata con caba-
-Las leyes.?^ llos y los usa, los arruina? (No sucede así, Me-
e -Pero no es eso lo que pregunto, mi querido ami- leto, tanto a propósito de caballos como de todos
,go, sino qué hombre, el cual tambien conoce an. los demh animales? Con toda seguridad, sea que
tes que nadie las leyes. tú y Anito callen o lo afirmen. Pues gran feli-
-Éstos, Sócrates, los jueces. cidad habría en lo que a los jóvenes concierne,
-(Qué dices, Meleto? ¿Ellos son, capaces de edu- si sólo uno los corrompiera mientras los demás
car a los jóvenes y de hacerlos mejores? c los beneficiaran. P a o ya has mostrado suficien-
-Si, al máximo posibk. temente, Melieto, que jamás te has preocupado
-Pero, ¿todos ellos o unos si y otros no? por los jóvenes, y revelas daramente tu indife-
-Todos ellos. rencia, y que en nada has cuidado de las cosas
-Bueno es esto que dices, por Hera: gran abun- por las que me haces comparecer.
dancia de benefactores. Pero veamos, los oyentes Pero dinos además, Meleto, por Zeus, que es me-
25a que están aqui, (los hacen mejores o no? jor: ¿vivir entre ciudadanos honestos o deshones-
27 Sócrates quiere hacer jugar cl argumenw del experto en cada u w 29 Por Ir via de una paulatina ampliad6n del circulo de quknu no
(20b.cY nota 13). pero Meleto no u presta al juego y apela a hlaciu.
incurren en fa falta uiialada, ae logra una reducción al absurdo: uno 1410
?8 En el Critón TOd aparecen efectivarnuite las leyes como autoras de la
paidria de cada ciudadano. Pero, como hemos explicado en 9 EP, ap. IV, no es experto en educación c incurre tn la falta & cor~pción. Juridia*
p. V., y nota 91, alli Ils leyes representan a la comunidad atenienae (cf Toa);
mente, adem&a redunda ui el supuesto & una prucripción decretada ad honit
non, rechazad; por la juriipnidenda atcnienu (d. Andócidcr, De mis.
mientras aquí Mcleto aludc sin duda a I u prescripciones formales que mn tcriir 87).
parte del cuerpo kgal a que deben ajustarse los ciudadanos.
tos? Estimado señor, respóndeme, ya que no es z ensefíe y reprenda en privado.8l Pues es evidente
ilada dificil lo que te pregunto. Los malvados, que, si aprendo, cesar6 de hacer lo que hago in-
¿no hacen siempre algún mal a los que más cerca vpluntariamente. Pero tfi has evitarla tratar con-
*/ migo y enseñarme, y no lo has intentada; en cam:
de ellos viven, mientras los buenos [liarán] algo
bueno? bio, nie lias h e ~ comparecer
~ o aquí, donde la ley
=Claro que si. dice que csmparezcaq los que, necesita~~asfiqo,
no ensefianzas.
d -Ahora bien, lliay alguien que quiere ser per- Pero esto, sefiores atenienses, hace patente lo que
judicado por aquellos que conviven 'con el, antes '

que ser beneficiado? 80 Respóndeme, amigo: pues b les acabo de +ecir, que Meleto jamás se ha preo-
cupado de esas cosas, ni mucho ni poco.
la ley también manda que se responda. ¿Hay al-
guien que quiera ser perjudicado?
-No, sin duda.
-Pues bien::me haces comparecer pensando que Ahora bieir. si cl centro de la acusacibn de Meleto es el
corrompo a los más jóvenes y que -los perviuto; de corromper a la juvent~id,la ~ g u n d aparte de el18 especilicq
<voluntaria o involuntariamen te? cl rnoclo cn que Sdcrates corrompe 3 lo$ j6venes: eqsetihndoles
-Pienso que voluntariamente.
-¿Y entonces, Meleto? ¿Hasta tal punto eres miis
sabio que yo, siendo tu edad menor que la mía,
que sabes que los malos hacen algún mal a los
e mas prbximos a ellos y los buenos [algún] bien?
¡Y yo, en cambio, llego a tal punto de ignoran-
cia, que desconozco que, si hago algún dafio a los
que conviven conmigo, me arriesgo a recibir al-
go malo de su parte1 @e modo que todo eso lo
hago voluntariamente, según dices1 Mas a mí no
me convencerds de eso, Meleto,-y creo que a nin-
gún otro hombre. O bien yo no corrompo, o bien
si corrompo, [lo hago] involuntariaiiiente.. Por 81 Dende los tienpon de Qfacón r distinguii enug pn dclitg \;olwario
y uno invduntario (qde reido& Pjatbn en Leyq IX. 8 9 y MI., donde 4
26n consiguiente, en cualquiera de los dos casos, mien- deliro involuntarip merece una '*ni ipuior), pero o br, podido L r coii -f
alguna que mencione una ley e g 6 n la cpil d c % . h ' c n ~ ~ i ryy reprende?
tes. Ahora bien, si corrompo iiivoluntariamente, en privado al criminal involuntafio, a n t a qk procesarlo. &tí claro quC a88
para tales faltas involuntai-ias [la] ley no dice ponc en juego una de lar 'ceqir morales q& K w d e n d j q c ) S+#ui
$ de qce nadic ha* mal voluptariamcptc. Pew, como dice (Incrw

da7
que se me haga comparecer aqui, sino que se me lucción a Lcr Loir,' Bris, tor1, p. C L ~ X X C ~ ~ ~ . C L X X 'oX ~kqcdc
I ~ fun,

i"
d a r e mbre tai princi6io un w t m pepat. IU~CIO L o
Gernct, pea u r e u de 'contenido jurídico. Perronalmcnu, Y U, coino
80 Este argumento puede u r un sofirma -ya que ri debiera ruponerw bien di* Gemet, esta t e w & m e coda ,la abra platóniu, h u t a u
que toda vez que alguien hace mal a otro scri despu6s perjudicado por éste, conniderp que e8 platónica y no rocritica. En cuiiquier Caw, d f f c i ldi- pra~
no habria delitos de ningún tipo-, pero tambiin cabe la posibilidad de estar p u d e h a k r dicho esto Sócnter en el juicio,' p qus & h i k r un8 h; tal
frenu a un pensamiento aocritico,platónico que exige una compensacih, y como la que alude, previamcnw ?l juicio debh b a b m d t j d l d o a S h a w
que primeramente adopta formar ingenuas como la presente, p a n adoptar luego conompia a 10s jóvenel voiuntariapentc o F. peya ver 68 b b + lwr 1
lomas ercatológica~en Platón. proceso.
No obstante, explícanos uít'a cosa, Meleto: ¿de qui. que son incspertos en lecturas, como para que no
modo dices que corrompo a los más jdvenes? ¿No sepan que los libros de Anaságoras de Clazome-
es manifiesto, según d texto de la acusación que ne estríii llenos de afirmaciones como ésas? Y tan
- has presentado por escrito, que es enseñando -a luego los- jóvenes vendrían a aprender de mí lo
no creer en los dioses que la ciudad reconoce,
sino en otras cosas demoníacas nuevas? (No di-
! que en cualquier momento pueden adquirir en
la orquesta 33 por iin tlr;iciiia, como mucho, y
ces que corrompo al enseñar? e reírse de Sócrates, si pretendiera hacer pasar por
-Claro que lo digo, y rotundamente. " suyas tales cosas, por lo demás tan insólitas como
-Pues entonces, ~ e l e t o por
, los mismos dioses de son. Pero, por Zeus, ¿así te parece que e 9 (No
los cuales se trata, habla-más claramente. a mi y creo que exista dios alguno?
c a estos sefiores. En efecto, yo no akanzo a coin- -Ciertamente que no, por Zeus, y de ningún
prender si lo que quieres decir es que enseño a modo.
creer en otros dioses., v en tal caso no sov en ab-
I
-Lo que dices, Meleto, es increíble; incluso, me
soluto ateo,32 ni soy culpable en ese sentido, sino parece, [increíble] para ti mismo. Esto a mí me
que [enseño a creer en dioses] que no son los parece, señores atenienses, por completo insolen-
de la ciudad sino otros, y de lo que me acusas te y licencioso, y simplemente esta acusación ha
es de que sean otros. (0lo que dices es que en sido escrita con insolencia y licenciosidad juve-
absoluto yo mismo no creo en dioses y enseño a nil. Parece, en efecto, como si se me pusiera a
los demás esas cosas? 27a prueba componiendo un enigma [como éste] : "A
-Em es lo que digo, que no crees en absoluto en ver si ahora Sócrates, sabio, se percata'de que es-
dioses. toy bromeando y contradicitndome a mi mismo,
d +Admirable, Meleto! (Qué es lo que quieres de- o bien, si hago caer en la trampa a él y a los de-
cir? {Que no creo que el sol ni la luna sean dioses, más que están escuchando". Me resulta manifies-
como los demás hombres? to, en efecto, que en la acusación escrita se con-
-Por Zeus, señores jueces, precisamente él dice tradice a si mismo; es como si dijese: "Sócrates es
que el sol es una piedra, y la luna, tierra. culpable de no creer en dioes, pero creyendo en
-1Pero querido Meletol (es a Anaxágoras a quien dioses". Y ciertamente esto es propio de un jue-
crees acusar? ¿Y subestimas a estos señores y crees go infantil. Pero examinen conmigo, señores, por
qué me resulta manifiesto que se [contra] dice.
82 Cabe haeer notar que el vocablo griego dtheoa no p o d a la conno. , Tii me responderás, Meleto. Y ustedes recuerden
t d 6 n puntaente intelectual, de incredulidad subjetiva que solemol darle
hoy en día. Así, aunque Ciccr6n dice que a Diágoras lo llamaban dthcos b lo que les pedí al comienzo, de no interrumpirme
(De tldturs deoí~~rn, 1, 63) y Plutarco (Pmicles, 32) scRalara que estaba
incurso en "no creer en la8 divlni&&s y enacfiar teoríai acerca de los ciclos".
si argumento del modo que me es habitual.
loa textol en general muestran que ec trata de una falte objctfvs de respeto -¿Hay algún hombre, Meleto, que cree que hay
y .m i610 en cuanta a lor dioses: %quilo (Eumhidcs. 151) lo d i e r c a la asuntos humanos, pero no crea en los hombres?
m&. Pindam (Pitfar, 4.162) a la madnrtn. En el p m t e p m j e queda
clam que el delito dc 86cn<u no u el de no cner mentdmcnte cn lori lQue me conteste, señores, y no interrumpan una
di*, uno el de "wsefiar" o t r a crcuiciu n-. Sin duda, había en Ate.
n u una libertad de culto1 camo para acreditar nligiosldad en el culto da
otroi di-, pcro aquf oc pone énfuii cn una iuertc & '"cipaylsmo" da 88 La orl;h¿rtra era el lugar rewrvado en el teatro p a n que el coro
S¿cntu, a r g o ttimfduncnte refutado por Jcnofmtc, pero no 4. A todas danzara. Pero el uso que le da aquí P l d n es un hápax (o sea. la Única
lunr. Mclcto quiere ponu de rctieve el cariacr aubvcnivo del clrculo wcri. menciin que tenemol de tal palabra en ew uso), por lo que se ha supuesto
tieo, & u n a c r h t i c u aparcntcmcnte politicorreligiow. que ari K llamaba tambiin a un lugar del Bgora donde se vendían libros.
/ nos a prueba, a meiios que estds en dificultades
y otra vez! ,¿Hay alguien que no crea en caballos para imputarme una verdadera culpabilidad. Pe-
pero si en asuntos equinos? 2 0 que no crea que SO por ningún artificio has de persuadir a hom-
haya flautistas, pero sí asuntos relativos a flau- bres que tengan incluso poca inteligencia, de que
tas? No, honorable señor: si no quieres respon- 'no es propio de la misma [persona] creer tanto
der, yo te lo digo a ti y a estos otros. Pero al en [cosas] demoniacas como en [cosas] divinas,
menos responde a esto: (hay quien crea que haya y a la vez, es propio de la misma [persona] no
c asuntos demoníacos, pero no crea en demonios? s4 28a [creer] en demonios ni en dioses ni en hkroes.
-NO. 1 Señores atenienses: que yo no soy culpable de lo
-Cuánto me alegra que contestes, aunque sea a que me acusa Meleto no creo que requiera de
regañadient,es y obligado por estos [señores]. mucha defensa, sino que las cosas [dichas son]
Ahora bien, tú dices que creo en '[cosas] demo- suficientes.
niacas y [las] enseño, sean nuevas o antiguas; pe-
ro, en fin, creo en [cosas] demoníacas, según tu
afirmación, y está atestiguado en la deposición
escrita.
Ahora bien, si creo en [cosas] demoniacas, sin
dudq es forzoso que crea también en divinidades.
<No es así? ¡Claro que 10 es! Supongo que estás
de acuerdo, puesto que no respondes. En cuanto
d 8 los demonios. ¿no los consideramos dioses o
hijos de dioses? {Dices si o no?
S í , por supuesto.
-Pues entonces, si creo en demonios, como dices,
y si los demonios son cierta [clase] de dioses, es '
como digo, que haces enigmas y bromeas al de-
cir que yo no creo en dioses, pero en seguida nue-
vamepte que cr. en dioses, ya que creo en de-
monios. Si, por-otro lado, los demonios son cier-
tos hijos bastardos de dioses y de ninfas o de
otras [madres], como a veces se dice, {qué hom-
bre Creería que hay hijos de dioses pero no dio-
ses?
e Anilogamente sería insólito si alguien creyera
que hay mulas [nacidas] de caballos y asnos, pe-
ro no creyera que hay caballos ni asnos. No, Me-
Ieto; no es posible que hayas presentado esta acu-
sación por escrito si no hubieses pensado poner-
% & 4 juega & plabru que r ha advertido en el EP, ap. 6, p. 101.

142
IV. E L PUESTO ASIGNADO
POR LA DZ171NZDAD (28a4-3lcY)

S6crates hace frente aliora al posible reproche de smpren-


dcr tareas que lo llevan a situaciones de peligro de muerte. A
este reproclie del sentido común, S6crates opone el sentido hc-
ioico que debe asumir un griego que cumpla con las mis ün-
tiguas tradiciones, qric son a la vez exigencias sagradas. Por
eso cjemplifica con Aqiiiles, quien prefiere asumir su puesto, o
SKI, combatir paia vengar a su amigo Patroclo, aun sabiendo
que '1 destino ticiic dispiicsta xii muerte para ese caso. Compara
su situacibn con 13 (Ic un soldado -61 mismo en batallas en que
lia combati<lo- que no abandona el puesto que le ha asignado
su superior, aunque le cueste la vida. Ahora el, en sus inda-
pciones de sus conciudadanos, cumple unia misi6n que siente
le ha cncomcndado Apolo: estií en un pucsto que le ha asignado
el dios, y no lia de abandonarlo por temor a 1a muerte. Por eso,
aun en la Iiipdtesis de que lo absolvieran con la condici6n -e
dcjar de filosofar e investigar, escogería hacerlo aunque 10
condcnaran. Pero con esa condena los atenienses perderian
nils qiie S6crates: pues el puesto qiie Dios le ha asignado es
el de mantener a los atenienses en estado de alerta, preocupados
por el perfeccionamiento personal y no por su fortuna u otras
cosas.

Ahora bien, anteriormente he dicho que me atra-


je enemistad de parte de muchos, [cosa] que us-
tedes bien saben que es cierta. Y esto es lo que
me ha de condenar, si se me condena, no Meleto
ni Anito, sino esta imagen falsa y [la] envidia
de muchos; por lo demás, es lo que ha condenado
a muchos otros nobles varones y seguirá conde-
b nando, pues no es de temer 35 que la cosa se de-
tenga conmigo.
Quizrí alguno diga: "¿Pero no te avergiienzas,
Sócrates, de ocuparte de asuntos que te lleven a
correr aliora el riesgo de morir?" Yo, por mi par-
te, le. replicaría con palabras justas: "no hablas
86 Ver en la gramática Kühner,Gepli, 11, p. 392: uso irónico de dcinón
con la negacibn mi: "no hay peligro", "no ,e debe eapcrar".
I
rectamente, hombre, si crees que un vardn, por naron estar en Potldea,S8 en Anffpolis y en De-
poco que sea de pro,vecIio para alguien, deba cal-i , li6n,40 permanecí' allí donde ellos me ordenaron,
cular el riesgo de vida y muerte, en vez de exa- como cualquier otro, corriendo el riesgo de mo-
minar s d o si, cuando obra, obra justa o injusta- rir: mientras que ahora que el dios, segiín he
mente, y si sus obras son de homb~ebueno o d a - creído y he admitido, es quien me ordena vivir
c lo. tu argumento, pobres criaturas serían d filosofando, examinándome tanto a mi mismo co-
los sernidioses que murieron en Troya; y entre mo a los demás, aquí, por miedo a la muerte o
ellos también el hijo de Tetis,:<Gqbie,n subestimó 2% por cualquier otro asunto, abandonara el puesto
el riesgo hasta tal punto lrente al deshonor, que,
cuando, ansioso por matar a Hector, su madre, 88 Entre los motivos que sirvieron de pretexto para desatar la guerra
del Peloponeso, Tucidides (1.56 y ss.) narra friccionc~ entre Atrnas y Co,
que era diosa, le dijo algo asi como: 87 'Hijo, si rinto, que culminaron con un ultimátum de Atenas a Potidea -colonia de
vengas el asesinato de tu amigo Patroclo y matas Corinto en Calcidice-, en el 433/2, para que derribaran las murallas que
los defendían de ataques por mar, no recibir mis magistrados de Corinco y
a Héctor, moriras tíl también; pues en seguida entregar los rehenes que obraran en su poder. Potidea u sublcvó, y aquello
a ti, dijo, después de Héctor [estara] dispuesto dio lugar a un prolongado sitio que desembocó en una batalla y en la posterior
ocupación por Atenas en el 429, que convirtió a la ciudad cn hasc de ore,
el destino'. Pero él, tras escucliar estas cosas, tu- raciones. El bloqueo costó a Atenas 2.000 talentos, y a P ~ t i d e a una ham,
hruna que degencró en canibalismo (Hammond, A History of Crcccc to 322.
vo en poco la muerte y el peligro, porque temía p. 3 5 2 ) . En la sorpresiva irrupm3n de Alcibíades al fin del Bdnqiictc (219e.
cl muclio inás vivir como cobarde, sin vengar a los 220a). elogia la conducta de Sócratcs, compañero de él en la cmcrgcncia, que
ioponó el hambre y los rigorcs de la lucha. Y en momentos cn que cayo
amigos. 'En seguida, dijo, muera tras haber he- herido Alcibiadcs, Sócrates le salvó la vida (ver nota de Riirnet PAP.
p. 118). En su edición ?he Syinporium of Plato (28 ed. ~amhridg; 1932)
cho justicia al culpable, y iio que permanezca Bury remite, p a n otras referencias a la participación de 66cratei en esta
aquí, ridículo, junto a naves curvas, carga para . batalla, al comienzo del Ciriiiidrs (1$3a,d), donde la convcrsacii>n tiene lugar,
según u dice, tras el regreso de Sócrates de Pocidca, y Cate da a rw r m w s
la tierra'. ¿Crees que se preociip0 de la muerte y noticias de la batalla. En el Adv. Colotcs $e Plutarco (Moralia, 1117e) rc
panen como testimonios de la conducta scmplar de S ~ C ~ ~ la I Cquc
Z , 606ti1\'0 cn
del riesgo?" Delión, Potidea y durante la tirania de los Trpnta.
He aq& en efecto, seliores atenienses, la verdad. 30 Anfipolis era una colonia atcniensr en una región de Tracia rica en
oro, y además proveía a Atenas dc madera para las construcciones navales
En el puesto que alguien se coloca, ya sea porque . (Tucididcr, 1. 102.108), que fue ocupada por $1 espartano Braridaa en el
él niis~nohaya considerado que sea el mejor o 424. pero, al proseguir su campafia, Cleón moviiizó a los a t e n i e n ~ s para
obtener dinero y hombrea (1200 hoplitas y 300 caballeros, según Tuc., V. 21
porque un jefe se lo haya ordenado, allí, me pa- y fue a1 encuentro de Brasidas, en el año 422, al expirar un dificil armisticio.
Bnsidas fingió retirarse de Anfipolis y luego rcalrzó una maniobra e n ~ o b
rece, debe permanecer arriesgándose y sin preven- , vente que batió a los atenienses en toda la línea, aunque murieron los p n c -
ciúii contra la muerte ni ninguna otra cosa más rales de ambos bandos (Tuc., V. 9.10; ver Hammond, ob. cit.: .pp 372.375).
Bumet (BAP, p. 120) duda de la veracidad d e la participacion de SÓwatei
que contra el deshoiior. -mencionada sólo en AP-: si Cleón tenia sólo 1200 hoplitas, cra impro-
Yo estaria actuando de manera extraña, señores bable que llaman a combatir a un lugar tan lejano a p n t e de la edad da
Sócrates, que andaba entoncu por lo& 47 aiios. Para un reciente trata.
atenienses, teniendo en cuenta que, cuando los miento de la cueatión puede verse el articulo de Calder "Socrateo at Amphi,
poiis" (revista Phroncsis, 1961, pp. 83-85),
e jefes que ustedes eligieron para mandar me orde- 40 Delión estaba al sudiste de Bcocia, próxima a la peninsula de Atica.
Los aliados de Espana, al mando del general tehano Pagondas, la atacaron
en el verano del 424. El ejercito ateniense, conducido por el general Hipó-
80 Aluribn a Ilíada, XVIII. 94 y as., donde Tetu x aparece a Aquiler craus, contaba - a l igual que el enemigo- con 7.000 hoplitas y 1.000
tras la muerte de Patrodo. caballeros, pero fue derrotado, y sólo la n a d e evitó el desastre total, aunque
37 Plarón esti citando de memoria: XVIII. 95 ea prafraxado libre. de todoa modw perdieron más de 1.000 hoplitn y su general (Tuc.. 1V.
mente, mientras el verso 96 esti rcproduado casi uactemente (falta a610 76.101; Hammond, pp. 370,372). Como u ve, e a a batalla fue anterior a la
el ipcita: "después"). La reapuesta de Aquilw es reproducida tal cual en de Anfipolin, aunque aquí P h t ó n la8 cite en orden invcrro. Er mencionada
lar d w primeras palabras del verso 98; el resto es una parlfrasio libre. La tambih por Alcibíadcr (Banquete. 2 2 1 a 4 , donde u explicitr que Sóaatea
idea de orden aiianada Dor el destino -al menos en lo referente P la muerte u a hoplita y Alcibíadea caballero, y &e elogia la calma y vigor de Sócram en
humana- es & r ~ a d a - ~ o r Sbcntes, que atribuye el orden a Apolo, o mas medio del desbande de la8 tropas ateniuisca. También Pluorco cita la batalla
sccularurentc (en el Critón) a la comunidad organizada. (final de nota 38).

146
asignado. Seria extraño, y entonces en v'erdad enseña, con lo cual todos se corromperian por
sería justo que alguien me hiciera comparecer completo. [Supongamos] que, en vista de eso,
ante el tribunal por no creer que existan dio- me dijeran: "Sócrates, Anito no nos persuadirá
ses,'l ya que ne desobedecido al oráculo y he te- ahora, sino que te absolvemos, sobre esta [base] :
mido a la muerte: creyendo ser sabio sin serlo. nunca más pasarás el tiempo en esta investigación
En efecto, señores, temer a laJmuerte no es otra ni en filosofar; pero si eres sorprendido hacien-
cosa que creer ser sabio sin serld; pues es creer d dolo, morirás".
saber lo que no se sabe. .Nadie conoce la muerte, Supuesto tal caso, como he hecho, de que se me
ni sabe si no llega a ser acaso para d hombre el absolviera sobre tales [base], les contestaría:
más grande de los bienes. Pero [se la] teme co- "Yo los respeto, señores atenienses, y los estimo,
mo si se supiera bien que es el mayor de los pero he de obedecer al dios antes que a ustedes?$
b males. ¿Yno es ésta, de algún modo, la ignorancia y mientras tenga un hálito de vida y [sea] capaz
más censurable, la de creer saber lo que no se de dlo, no cesaré de filosofar, y de exhortarlos a
sabe? ustedes; y de explicarle a aquel de ustedes que
En esto, señores, tal vez es que me diferencio 'de, encontrase, diciéndole cosas como las que acos-
la mayoria de los hombres, y, si debiera decir qiíe tumbro: 'Querido amigo, que eres ateniense [es-
soy más sabio en algo, sería en esto: en que, no to es], de la ciudad más poderosa y de mayor fa-
sabiendo suficientemente acerca de lo que [hay] ma en cuanto a sabiduría y fuerza, {no te aver-
en el Hades, tampoco creo saber.4-6, en cam- güenza~de preocuparte por tu fortuna, de modo
bio, que es malo y vergonzoso obrar injustamente de acrecentarla al máximo posible, así como a la
y desobedecer al mejor, tanto a un dios como a reputación y a la honra, mientras no te p r e u -
un hombre. Y por los males que yo sé que son e pas ni reflexionas acerca de la sabiduría, de la
males, jamás temer6 o evitar4 Iás cosas que no Verdad y del alma,& de modo que sea mejor?' ".
sé si sin buenas. Supongamos, pues, que ahora Y si alguno de ustedes me disputara y afirmara
ustedes me absolvieran y no prestaran oídos a que 61 se ocupa [de estas cosas], yo no lo solta-
c Anito cuando dice que, o bien no debía yo com- ré enseguida y me marcharé, sino que lo interro-
parecer aqui, o bien, puesto que he compareci- garé, lo examinar& l o refutaré. Y si me parece
do, no es posible que no se me condene a muer- ' no estar en posesión de lo que hace a su perfec-
te, alegando que, si me liberaran, los hijos de c i ó n t se [lo] dir4, y le refiocharé que cónfiera
ustedes pondrían en prdctica lo que Sócrates les 3Oa mucho valor a lo que es inferior, y poco [valor]
a lo que es superior.
41 Sobre esta posibilidad de acusación por irreligiosidad, véase cap. 3
del EP. p i 0 y sa. Y haré esto con quien sea que encuentre, sea mis
42 Comparese este pasaje con el del Fedón 63b,c, donde manifiesta lo joven o más anciano, extranjero o conciudadano,
que espera de la muerte: "Deben saber ustedes que mi esperanza de ir a1
encuentro de hombres buenos no la he de sostener con mucha fuerza, pero m
cuanto a marchar junto a dioses, amos absolutamente buenos, s i hay cosa que 48 Compiresc con la respuesta que, en Hechor dp lo8 Apdrtolcs, 4.19,
pueda sostener con fuerza, es ¿u".De la comparación surge una clan dife* Pedro y Juan dan a lw j& del Sanhcdrin: "Condduai ri u justo ante
rencia frente a la muerte (Jenofonte hace su actitud mas prosaica: a csa Dios escuchar a uaedea anta que a Dios".
edad, en que sc comienza a perder la vista y a padecer las molestias de la 44 VLasc EP, VI, pp. 111,112, sobre el concepto horn4rir.o del
vejez, es preferible morir: AJ, 7.7, y Mcm., 1V. 8.8) con Platón. O, a lo como domfnus (h interioridad u atribuida fourrr ate-) 7 el
sumo, entre lo que pensaba Platbn al escribir AP y lo que pensaba aprori. concepto & "yo" como "alma" d n rus domini- ucerno8.
madamente diez años más tarde, al escribir el Fcdón. 46 El vocablo griego sigue siendo areti.
aunque mrls con mis conciudadanos, desde que me muerte, o desterrarme, o despojarme de derechos
tienen más próximo en la sociedad. Porque esto cívicos. Pero si bien este [señor] o cualquier otro
[m lo] manda el dios, sépanlo bien. Y por mi sin duda cree que esas cosas son grandes males, yo
parte pienso que nada mejor puede acontecerles no lo creo, sino que [me parece] mucho peor ha-
en la ciudad que este servicio qiie presto al dios. cer lo que él liaee ahora: tratar de condenar a
En efecto, no hago otra cosa ir de un lado al muerte injustamente a un hombre. Pues bien, se-
otro bersuadibndolos a ustedes, sean jóvenes o an- fiores atenienses. mucho más necesario que defen-
cianós, de no preocuparse por [sus] c;erpos ni por derme a mí hismo ahora, como cualquiera podría
b [sus] fortunas sin antes atender intensamente a creer [lo es defenderlos] a ustedes, para que no
su alma, de modo que llegue a ser perfecta;46 di- e queden en falta, al condenarme, respecto del don
cibndoles que no es de la fortuna que nace la que el dios [les ha hecho] a ustedes.
perfección, sino de la perfección que [nace] la for- En efecto: si me condenan a muerte, no hallarán
tuna y todos los demás bienes para los hombres, con facilidad otro [hombre] como yo -por ridiculo
que parezca decirlo-, asignado a la ciudad por
en forma privada o pública. Si corrompo a los jó-
venes cuando digo esas cosas [nos encontraríamos el dios, como a un grande y noble caballo, pere-
zoso a causa de su tamaño y necesitado de ser
con la sorpresa de que], esas cosas serian perjudi-
despertado por una especie de tábano. Asf me pa-
ciales. Ahora, si alguien afirma que no digo esas
cosas sino otras, habla por hablar. En este punto, rece qiie el dios me ha aplicado a la ciudad de un
modo análogo, para que los despierte, persuada y
señores atenienses, yo diría que, convenci$os por
reproche a cada uno en particular, sin cesar el día
Anito o no, me absuelvan o no me absuelvan, en
31a entero, siguidndolos por todas partes. Otro [hom-
cuanto a mí no habrb de hacer otra cosa, ni aun-
bre] semejante no se les aparecerá Mcilmente, se-
c que esté mil veces a punto de morir.
ñores; pero si me hacen caso, me conservarán. Pero
No se alboroten,47 señores atenienses, sino que
tal vez ustedes estCn molestos, como quienes son
continfien de acuerdo con lo que les he pedido:
despertados cuando están medio dormidos, me ti-
que no me interrumpan a pesar de lo que diga,
sino que [me] escuchen. Y, en efecto, creo yo, ren un golpe y, persuadidos por Anito, con lige-
reza me condenen a muerte. Después, pasarían el
ganarán escuchando. Voy a añadir algo que los
resto del tiempo durmiendo, a menos que el dios
inducirá a poner el grito en el cielo, pero de nin-
les enviara algún otro, para cuidar de uStedes.48
gún modo hagan eso. Porque de esto tienen que percatarse: que yo ven-
Sepan bien que, si me condenan a muerte, siendo
go a ser alguien que ha sido donado a la ciudad
yo [un hombre] tal como digo, más que a mi se
perjudicarán ustedes mismos. Porque en cuanto a b por el dios. No parece humano, en efecto, el que
mi, en nada me perjudicarian Meleto ni Anito, yo me haya despreocupado de todas mis cosas, y
pues no podrian. Creo, en efecto que no es posi- me haya mantenido descuidando mis propiedades
durante muchos años, y ocupándome en cambio
d ble que un hombre superior sea perjudicado por
siempre de las cosas de ustedes, acudiendo a cada
uno inferior. Creo que se me puede condenar a
4S Se destaca asi el privilegiado pucsto que Sdcrates siente que le ha
46 En griego u drí~te:due nota f. idgnado Apolo (o, como en el Critdn, podrian ser "las Leyes y Ir Comunidad
47 Aquf el matiz predominante m thorybcb (véase not. 3) u "albo. ateniense").
rotar" o "escindalinm".
uno particularmente, como un pa¿hre o un herma-
no mayor, para' persuadirlo de que'te ocupe de
p ] perfección. Si por lo menos disfrutara de
estas cosas y recibiera algún salario al exhortarlos, V . EL ALEJAMIENTO DE SdCRATES
[lo que Iiago] tendria algún seniido [para los DE EA POLfTICA (3lc4-33a5)
hombres]. Pero ustedes lo ven ahora; los mismos
acusadores que me han imputado todas esas cosas El hecho de que *ates se preocupe tanto por los atenien-
desvergoiizadamente, no han sido capaces de Ile- ses sugiere el interrogante de su apartamiento de la vida politic+
Aquí Sócrates hace mención de una voz demoniaca que desde
c gar al descaro de ofrecer testigos de que alguna nifio se le ha hecho oir cada vez que estaba a punto de hacer
vez yo haya recibido o pedido salario. Suficiente algo indebido. Esta voz o signo divino ea lo que x: le ha
testigo, en efecto, creo es el que yo ofreico de que opuesto a que actuara en politica. Como el hecho aparece
digo verdad: mi pobreza.49 demasiado subjetivo, Sócrates argumenta 'para demostrar que
tampoco en este caso la voz demoniaca se equivocaba. Narra
asi dos ankcdotas en que incursion6 o se vio envuelto en politica.
una durante el régimen democríitico y otra durante la tirania
de los Treinta. En ambos casos, por proceder justamente. ea-
tuvo a punto de morir. Por eso la voz demoniaca lo h a b h
disuadido de actuar en politica: su puesto estaba en otro
lado, y no habria podido cumplirlo si la hubiese desobedecido.
ya que difícilmente habrfa logrado vivir tantos afios si se hu-
biese dedicado honestamente a la politica.

Ahora bien, quizás parezca insólito el que yo ande


por aquí y alla y me mezcle en muchas cosas dan-
do consejos en privado, mientras en público no me
atrevo a hacer frente a la multitud de ustedes,
dando consejos a la ciudad. La causa' de esto es
la que muchas veces ustedes me han oído decir en
muchas partes, a saber, que una cierta [voz] di-
d vina y demoniaca viene a mi, a propósito de la
cual Meleto en su escrito me ha acusado, ridiculi-
, zándola.50 Es para mi algo que comenz6 desde
niño: una voz que surge, y, cada vez que surge,
me disuade de algo que estoy a punto de hacer,
jamás me impulsa a algo. Esto es lo que se ha
opuesto a que yo actuara en politica. Y a mi me
parece que se ha opuesto muy felizmente; pues
deben saber, señores atenienses, que si yo hace
40 Sobre Ir pobreza de Sócntu, ver noea 24. 60 Para el sentido de eaa "ridiculización" vCase EP, VI. p. 104.

152
9 3 . ,
tiempo hubiera intentado actuar en &untos poli- - otros cuatro, a la Rotunda, ordenindonos condu-
ticos, hace rato que habría perecido, y no habria cir desde Salamina a Le6n el Salamino, para darle
sido útil a ustedes ni a mf mismo. tnuerte. Cosas tales ordenaban a menudo a mu-
e Y no se fastidien conmigo porque digo la verdad. chos otras, queriendo tomar como cómplices a la
Porque no existe hombre que sobreviva si,se opo- mayor cantidad posible de gente. Sin embargo, en
ne sinceramente sea a ustedes, sea a cualquier otra esa ocasión yo manifesté, no con discursos sino
muchedumbre, y trata de impedijr que llegue 'a d con hechos, que no me preocupaba la muerte -si
haber en la ciudad mucha injusticia e ilegalidad, se me permite liahlar sin eufemismos- ni nadie,
32a sino que, para quien Iia cle combatir realmente sino que no realizarfa nada injusto ni impío, y
por 10 justo, es necesario, si quiere sobrevivir un que sólo de esto nie ciiitlo. Porque aquel poder,
breve tiempo, actuar privadamente, pero no en aun siendo fuerte como era, no me atemorizó co-
público. Y ciertamente presentaré pruebas con- ino para que llevara a cabo algo injusto; así, des-
tundentes de esto: no discursos, sino lo que uste- pu6s de que salimos de la Rotunda, los otros cua-
des estiman: hechos. Escuchen, pues, lo que suce- tro marcliaron a Salamina y trajeron a León, mien-
dih, para que sepan que no sólo no hay nadie ante tras que yo me apai.té y niarcli&3 casa, y tal vez
quien retrocediera contra lo justo por temor a la eso me Iiubierü cost;iclo la vida, si el poder [de los
muerte. sino que no retrocederia aun cuando de- Treinta tiranos] no hubiera sido derribado tan
biera morir. Les hablar6 con los lugares coqunes e pronto. De todo esto ustedes tienen nutnerosos
propios de los pleiteadores, pero con verdad En testigos." 'Acaso piensan ustedes que habria lo-
ningún momento, señores atenienses, desempeñé grado vivir tantos afios si hubiera actuado públi-
b ningUii otro cargo en la ciudad que el de conse- camente y, obrando dignamente como un hombre
jero. Y sucedió que nuestra tribu, la de Antioqui-
honesto, hubiera defendido a los justos, y, de ser
das, ejercía la pritania cuando ustedes resolvieron necesario, poner eso por encima de todo? Lejos de
cl juzgar en conjunto a los diez estrategas que no ello, señores atenienses: ni ningún otro hombre lo
recogieron [los muertos] para las exequias tras el [habría logrado].
combate naval, de modo ilegal, como en tiempos
posteriores todos ustedes lo reconocieron. En esa 33ri En cualquier caso, durante toda la vida, me he
ocasión yo, el único entre los pritaneos, me opuse mostrado de ese modo, tanto públicamente, en las
a hacer nada contra las leyes. y emiti un voto en o~asionesen que me ha tocado actuar, como pri-
contrario. Y cuando los oradores estaban dispues- vadamente, no consintiendo a nadie en n i n g b
tos a denunciarme para hacerme arrestar, y uste- momento algo contra la justicia, y menos a611 a
des daban órdenes y gritos, estimé que era nece- - alguno de aquellos que los que distorsionan mi
c sario correr los riesgos del lado de la ley y de la figura dicen que son mis discipiilos.
justicia, antes que ponerme del lado de ustedes
queriendo cosas injustas, por temor a la prisión o
a la muerte. 61 En rigor, si la vos demonlau e le ha hecho olr desde chico no
Y estas cosas pasaban cuando en la ciudad regía que& claro por que no 4c le ha opuesto r aaividadu politia dudc la
primen oportunidad; l u que narra en seguida -pritaneo, o m i c i d n a lw
la democracia. Después sobrevino la oligarquia y, Treinta- datan de 7 a 7 aKoa ante8 del jUic10, dudc IOI 63 aKoi en Idc.
lante; el signo ae oputo a i u actividad política entonces. pero, al parecer, no
a su turno, los Treinta me mandaron llamar, con nor dice que antes.
VI. LAS "LECCIONES' DE S 6 C R A T E S
(33a5-34b2)
S6crates niega terminantemente haber sido maestro de al-
guien, tener discipulos, en el sentido de darles "lecciones".
Por un lado le importa dejar en claro que, si bien muchos
hombres lo rodeaban, era en forma espontíínea y gratuita: él
no preguntaba a nadie si era pobre o rico, joven o viejo, y
jamPs exigia dinero por "lecciones". En segundo lugar, no im-
partía algo que se pudiera llamar "lecciones", mcithema, una
ensefianza organizada en f6rmulas, aprendidas las cuales uno
puede creerse que sabe algo. E1 ha dialogado -y nunca ha
dicho en privado a alguien algo que no pudiese decir delante
de todos- mostrando precisamente las limitaciones del saber
formular y la necesidad de una actitud de apertura humilde a
la verdad. Algunos que lo han seguido han entendido mal. y
lo han imitado por pura diversibn, cuando en su caso la tarea
responde a un designio divino. De todos modos, si hubiera
"discipulos" ,perjudicados por sus "lecciones", estarian presen-
tes para apoyar la acusacibn: en cambio, se hallan presentes
amigos que estdn dispuestos a declarar en su favor (entre ellos
Platón) , lo que muestra que no ha impartido "lecciones" co-
rruptoras, sino que ha impulsado a buscar la verdad.

Yo, en rigor, no he llegado a ser maestro de na-


die.52 Si al realizar mi tarea alguien quería escu-
char lo que yo decia, fuera joven o anciano, nadie
jamás se lo impedía. Yo no dialogo cuando recibo
b dinero y me niego cuando no lo recibo, sino que
de manera similar me ofrezco al rico y al pobres8
para que interroguen y para escuchar, si quieren,
lo que yo digo al responder. Siendo asi las cosas,
- si alguno luego es honesto o no, no se me puede
imputar la culpa, como no se me pueden imputar
52 Parece parndóiico que Sócrates, el maestro por antonomasia, declare
no ser maeatro de nadie. Es que en esa relaci6n conceptualmente ae enten*
dian, por lo menos d$e el 423 -fecha de Nubes- dos características de
loa sofistas: 1) dar lecciones" repitiendo las cuales el "discipulo" cree
saber; 2) recibir jugoras sumas de dinero por tales "emeiianzas". Ambas
caracteristicpr producen a Sócrates alergia.
53 El único curo testimoniado .de "didpulo pobre" w el de Hermó.
genes; Mcm., 11, 10; +nquccc (de Jenofonte), IV, 59; Platbn, Cn~tilo,
384b.c. etc.
lecciones que jamh he dado." Y si lguien dice mano de Teodoreto (Teodoreto ha muerto, de
.
que en algún momento ha aprendido e mi o es-
cuchado privadamente algo qiie no han [oído]
t modo que no ha podido hacerle la m h mínima
presión para que viniese) -, tambien Paralo, hijo
todos los demls, sepan que no dice la verdad. de Dembdoco y hermano de Teages. Éste es Adi-
Pero entonces, (por q u t algunos se complacen en 34a manto, hijo de Aristón, cuyo hermano Plíitón estíí
c pasar miiclio tiempo conmigo? Ustedes lo han es- presente, y Ayantodoro, cuyo hermano Apolodoro
cuchado, seiiores atenienses; les he dicho toda la ,también está aquí. Y muchos otros puedo nom-
verdad: sucede que los que me escuchan se rego- brar, alguno de los cuales, como mfnimo, Meleto
cijan cuando examino a los que creen ser sabios habría debido ofrecer como testigos en su discurso.
sin serlo, pues no carece de amenidad. Pero en Si lo ha olvidado en ese momento, que los ofrezca
cuanto a mi, tal como lo he referido, se trata de ahora, yo le cedo mi lugar, que diga si cuenta con
algo que me ha ordenado hacer el dios, se5 a tra- alguno de esa íridoIe.66
ves de oráculos, o de sueños, o bien de cualquier Pero todo lo contrario de eso es lo que cscuclia-
otro modo por el cual algún designio divino or- r h , señores: todos están dispuestos a socorrerme,
dena a un hombre hacer alg0.65 &Sta es la verdad, a mi, que los corrompo, que hago mal a sus pa-
señores atenienses, y fácil de probar. En efecto, rientes, según dicen Meleto y Aiiito. Claro que
si yo ahora corrompo a unos j6venes, y ya he co- b respecto de los que ya están corrompidos puede
rrompido a otros, es necesario que algunos de ellos, explicarse taI vez que acudan en mi ayuda. Pero
d que han llegado a viejos, hayan conocido a aque- los que no están corrompidos, hombres de mayor
llos que, cuando eran jóvenes, yo les haya aconse- edad que son parientes de ellos, (por qué motivo
jado mal alguna vez, y ahora comparecerían para puede explicarse que acudan en mi ayuda como
acusarme y pedir mi castigo. Y si ellos mismos no no sea lo recto y lo juslto, porque advierten que
hubieran querido [hacerlo], algunos familiares de Meleto miente y yo digo la verdad?
ellos, padres, hermanos y otros parientes, puesto
que los de su familia habrian sufrido?algún mal
de mi parte, se acordarían ahora y me acusarían.
De cualquier modo, aquí están presentes muchos
de ellos, que yo estoy viendo: en primer lugar
Gritón, que es de mi misma edad y distrito, padre
e de Critdbulo, que está aquf; luego Lisanias de
Esfeto, padre de Esquines, también presente. Ade-
mis, Antifonte de Quefiso, padre de Epfgenes. Y
estos otros cuyos hermanos han pasado el tiempo
[conmigo]; Nicdstrato -hijo de Teozótides y her-
54 Alusidn tal ver a1 u w de Aldbiadu (v& EP, 8p. 11, 9p. 144S). 66 Primera nicnción de H d n en el texto. El argumento u fucrte:
66 h t a frase podrla borrar l u diferencias que e uiclen hacer sobra d
papel singular del daimrhon socritico (en AP) y su comparación con l a acuiadoru deben prcuntar tatigor de Ir corrupción de jdvenu por 96.
rugurior de las aves, profecira, etc., quc experimentan otni pcrwnu (wgJn critei. Pero ii la acusacidn apunta por elevaci6n a Alcibiadcs, la relacib
Jenofontc, AJO 12,13: Mrm., 1.1.3,Q). Pero véase EP, VI. p. 100 y u., prwuntamente nociva L Sbcrates con Alcibiadu u interior al 403 y cae
y p. 1 1 3 . bajo el acuerdo de amnirtla.

159
VII. LA CONDUCTA DE S ó C R A T E S
EN EL T R I B U N A L (34b5-35d8)

~ócratestoma en cuenta otro-posible motivo. de irritacidn


en sus jueces: 41,110 ha r'ecwrido a ninguna de las artimañas
usuales en este tipo de juicios, como- la de lamentarse, traer
a los hijos como futuras víctimas de la condena, y otros recur-
sos para tocar -la sensibilidad de los jueces. Sin duda, añade,
mis de uno de los presentes Iia echado mano de tales recursos e n
casos parecidos, y puede sentirse menoscabado al ver la ente-
reza de S6crates. Pero S6crates tiene conciencia de haber ga-
nado alguna reputación respecto de su entereza, y aun piensa
que ella puede servir de modelo a las nuevas generaciones, lo
cual echaría a. perder si incurriera e n esas bajezas acostum-
bradas. Además, el juez tiene que hacer justicia y n o hacer
favores; su juramento lo obliga a ser objetivo en sus sentencias.
Y esto es importante para la sociedad. Por respeto a la so-
ciedad, pues, Sócrates .no incurrirá en las habituales artimañas
a que se apela para salvarse de un castigo.

Bien, señores, con esto ya tendría para defenderme


o, a lo sumo, añadiendó algunas cosas semejantes.
Pero quizás alguno de ustedes podría irritarse al
c recordar que 61 mismo, al litigar en un pleito me-
nor que éste, ha rogado y suplicado a los jueces
con abundantes ljgrimas, incluso trayendo consi-
go a los hijos a fin de ser compadecido lo más
posible, y otros parientes y muchos amigos," y

67 Esta costumbre es también criticada por Lisias, en su defensa de


Polistrato: "Vemos, señores jueces, que cuando alguien trae consigo a sua
niños con sollozos y lamentaciones, ustedes se compadecen de la privación
que padecerían los niños por él, y dejan pasar las faltas de sus padres por
causa de los niños, que aún no saben ustedes si al crecer ~ r i hbuena o
.
malos.. Así, mientras otros ganan con sus hijos la absolución de ustedes,
nosotros queremos ganarla con el padre". (XV, 54.37). Se ve que era un
lugar común de las defensas comenzar y terminar los alegatos con intentos
de atraerse la simpatía o la compasión de los juecea (ver casi todas las par.
tes apologéticas de las Tetralogias de Antifonte, p.e.). Andócides, luego de su
crudita y juridicamente fundamentada argumentación, en De Misteriis. wmi.
na por lamentarse de no poder traer consigo, para ~ e d i rpor él, a su padre.
que ha muerto, o a los hermanos que no ticne, o a los hijos que no han
nacido; por lo cual solicita a los jueccs que se pongan en el lugar de su
padre, sus hermanos y sus hijos (148.149).
ahora se encuentran cop que yo no hago nada se los elige para magistrados y otius cargos liono-
de eso, aunque estoy corriendo, según ha de pare- U-íficos- en nada se dilerenciaii (le las mujeres.
cerles, el mayor de los peligros. Estas cosas, señores ateiiieiises, es necesario que no
Quizás tras pensar esas cosas, se endurecerán'con- las hagamos los que tenemos reputación del modo
migo, y encolel-izados por ellas, depositen su voto qu,e sea. Y-si las hacemos [es necesario entonces]
d con cólera. Si llegara a darse ese caso entre ustedes que ustedes no lo permita.n, sino que pongan de
-yo ciertamente espero que no- creo que habla- manifiesto que condeiiarán con mucho más [ri-
ría con derecho si les dijese: "Sin duda, excelente gor] al que comparece [re~resentanclo] dramas
amigo, también yo tengo paricntes; en efecto, para qile muevan a compasión, y poiiienc!~ a la ciudad
decirlo como Homcro, no he nacido 'de troncos ni en ridículo, que a aquel qiie [se] mantiene [en]
de piedras' sino de hombres, de modo que tengo calma.
parientes, inclii~oliijd, señores atenienses, tres
[hijos], uno de ellos ya mucliacho, los otros dos Pelo apaite de lo coiiceiniente al lioilor, seíioies,
niños". No obstante no he traído aquí a ninguno c no me parece jiis~oimploi,ii '11 juel ni ser absuel-
de ellos para pedir a iistcdcs que voten contra mi to iniploi ando, sino infoi mar y persuaclir. En
conrlcna. ¿Por qué no he de hacer ninguna de esas efecto, el juez no estii sentado allí para hacer jus-
cosas? No por obstinado, señores atenienses, ni tici'i a modo de favor, sino para decidir lo justo:
por subestimarlos; y si yo me comporto frente a la ha jurado iio favoiecer a quien le pla~ca, sino
e muerte tenierariainente, &a cs otra cuestióii; más dictar sentencia acorde con las leyes. Por consi-
bien es en reI.ación a mi honor, el de ustedes y el guiente, es necesario que no nos acostumbremos a
d e la ciudad entera que no me parece bien quc [hacer que] ustedes violen el juramento, ni uste-
yo haga alguna de tales cosas a una edad como des tampoco deben acostumbrailos a ello; pues ni
la mía y con el nombrc con que cuento; ya que, unos ni otios obraiíamos religi0samente.5~
sea cierto o falso, el caso es que existe la opiiiióii
35a de que Sócrates se distingue en algo de la mayoría No esperen entonces de mí, señores atenienses, que
de los hombres. Pues bien, si los qiie de ustedes haga frente a ustedes cosas que no considero hono-
parecen distinguirse por su sabiduría, por su valor (1 rables, ni justas, ni religiosas, máxime que preci-
o por cualquier otro modo de perfección, obra- samente, por Zeus, estoy acusado por Meleto, aquí
ran de la manera mencionada, sería vergonzoso. presente, d e irreligiosidad. En efecto, si a ustedes,
Precisamente más de una vez he visto a hlgunos que han hecho aquel juramento, los coiivencierri
que tienen reputación, y que cuando son procesa- liaciéndoles violeiicia con niis ruegos, estaría eiise-
dos hacen cosas insólitas, convencidos de que mo- fiiiicloles a no tener en cuenta a los dioses; y e n
rir es algo terrible, como si fuesen inmortales en realidad, al defenderme [así] me estaría acusando
caso d e que ustedes n o los condenaran a muerte.
a mí mismo de no creer en dioses. Pero estoy muy
A mí me parece que llenan de vergüenza a la ciu-
lejos d e ello: yo creo, seliores atenienses, como
dad, al punto que los extranjeros podrían suponer ninguno de mis acusadores, y dejo en manos de
que aquellos atenienses que son distinguidos eii
b relación con su [tipo de] perfección -y a los que r.8 Confrbntese con Mcm. IV.4.4.
ustedes y del dios decidir, a propósito de mi, de
qué modo está dispuesto lo mejor 69 tanto para
VIII. EXAMEN DE O T R A S CONTRAPRO-
mí como para ustedes.
PUESTAS DE PENAS POSIBLES
(35el-38b9)

Tras el alegato de Sócrates, los jueces votan y, de acuerdo


con las palabras de Sócrates, la diferencia de votos a favor
y en contra de su condena ha de haber sido de sesenta, ya
que Sócrates, asombrado, acota que, de haber cambiado de
parecer treinta de los votantes, habría sido absuelto. (En caso
de empate, al parecer, se resolvía la absolucidn; en caso con-
.
trario, hay que calcular un voto mis a favor) Si el tribunal
constaba de quinientos miembros, la votación ha sido, pues, de
' 280 a 220. Hay cifras de tribunales, en el siglo IV. de 201, 401
y 1.002, pero no hay seguridad de qué cifra es la que tiene
vigencia aquí. En todo caso, la abundante cantidad de votos
a favor sorprende a Sócrates, que esperaba una condenar casi
unánime. Ahora bien, al parecer, frente a la pena propuesta por
los acusadores (muerte), el acusado tiene derecho a contrapro-
.
poner otro castigo (esto es lo que se denomina antitímesis) En
principio, Sócrates no parece tomar muy en serio esta posibili-
dad; y su actitud, aunque pueda estar respaldada por una sólida
creencia, es puramente irbnica y alejada de toda maniobra po-
lítica. Si debe proponer algo que se merezca, dice, lo que se
merece por toda su actuación en la vida es ser sostenido por el
Estado, tal como se suele hacer con los vencedores de las
olimpíadas, que necesitan menos de sustento que 61. Esta pro-
posición parece destinada a irritar a los jueces. Pero esta cons-
ciente de que ellos prefieren que elija el exilio, y abiertamente
rechaza tal posibilidad. Queda la de pagar una multa, para lo
cual, también irónicamente, ofrece su magra fortuna: una mina
de plata. A Último momento, taldiamente, ofrece sumas mayo-
les, que le garantizan sus amigos, entre ellos Platbn.

e El hecho de que no me indigne, señores atenien-


ses, ante este posible resultado, a saber, que me
Y6a hayan condenadó, contribuyen muchas cosas, en-
tre otras la de que lo acontecido no era inespe-
rado para mí; sino que estoy mucho más sorpren-
dido de cómo se ha repartido el número total de
60 "De quC modo eata dispuesto lo mejor". Esta expmión es carac. votas. En efecto, yo no creía que la diferencia
terística de Plat6n. Cf. Fcddn, 97a99c, Rcp., VII, S3Oa; limco, 30a y 53b; fuera tan pequeña sino mucho mayor. En cambio,
Lcycs. X, 903c. Claro que en el pnsente pasaje eeti la f r p ~referida uclu.
sivamente a loa hombres, a distinción de los otros, que aluden al fosmoa, y ahora parece que, si sólo treinta votos hubieran
sólo como parte de U a loa hombres.
I

cambiado, habría sido absuelto. Por consiguiente, buen trato, señores atenienses, si en realidad se
creo yo, en lo concerniente a Meleto, heme aquí debe compensar de acuerdo con d merecimiento.
absuelto, y no sólo absuelto, sino que es patente a Y, claro está, algo de tal índole que me sea apro-
cualquiera que, si no hubiera venido Anito con piado. Ahora bien, ¿qué es apropiado para un
Licón para acusarme, [Meleto] tendría que pagar hombre pobre, benefactor necesitado de disponer
b una multa de mil dracmas, por no recibir la quin- de tiempo libre para exhortarlos a ustedes? NO
ta parte de los votos.60 Pues bien, este señor pro- hay otra cosa que sea apropiada a u n hombre se-
pone para mí la pena de muerte. Bien. En cuanto mejante, señores atenienses, que ser alimentado
a mí, ¿qué debo contraponerles, señores atenien- en el Pritaneo: mucho más [apropiado] que a
ses? (No es evidente que lo que merezco? {Qué cualquiera de ustedes que haya vencido en las
cosa entonces? ¿Qué trato o compensación me me- Olimpíadas en un caballo de carrera, en un coche
r a c o simplemente porque no he guardado reposo de dos o cuatro caballos. Pues éste les hace creer
a lo largo de la vida, descuidando en cambio las que son felices, mientras yo [los hago] ser [feli- '
cosas que [inquietan] a la mayoría, como- nego- ' e ces de verdad]. Además, aquCl no necesita de ali-
cios, administración de la casa, cargos de estra- mento, yo sí. Por consiguiente, si se debe compen- '
tegas o lfderes políticos, magistraturas en. gene- sarme según mi justo merecimiento, yo propongo
ral, etc., así como las ligas, partidos que surgen
,37a esto: alimento en el Pritane~.~'
en la ciudad, por considerarme en verdad dema- '
Tal-vez a ustedes les parezca que al hablar de este
c siado justo para mantenerme a salvo al ir en busca modo, como cuando hablaba acerca de las lamen-
de tales cosas? Por ese camino no marché porque taciones y ruegos, me expreso jactanciosamente.
al hacerlo no habría sido útil en nada ni a ustedes Pero no es de esa manera, señores atenienses, sino
ni a mí mismo. sino que fui en busca de cada
más bien de esta otra: yo estoy persuadido de que
uno particularmente, prestándoles así el mayor de no cometo voluntariamente injusticia contra hom-
los servicios, a mi modo de ver: por este camino
bre alguno, pero que no los persuado a ustedes de
marché, intentando persuadir a cada uno de uste-
esto. Porque poco tiempo hemos tenido para dia-
des de que no atendieran a ninguna de las cosas
logar entre nosotros. Si existiera entre ustedes,
de ustedes antes que a ustedes mismos. Y que, como entre otros hombres, una ley tal que no per-
quedaran atendidos de modo tal que llegaran a
ser lo mejor y más sabios posible; [análogamente], mitiera decidir acerca de [la pena de] muerte eii
noatender a las cosas de la ciudad antes que a la b un solo día sino en muchos, creo que los persua-
ciudad misma, y del mismo modo en todo lo de- 61 Esta desafiante actitud de Sócrates (Tovar, ob. cit., p 374, sos.
d más. (Qué trato merezco, pues, por ser así? Un tiene que la propuesta de ser alimentado en el Pritaneo es inverosímil, y
que ha de deberse más bien a'uno de esos toques geniales con que Platón
aderezó el discurso apologético) es lo que sin duda ha sido recogido por
60 Dado que -aun cuando haya podido ser Anito el autor ' d e la argu, Jenofonte como un diálogo de. Sócrates y Hermógenes (previo al juicio) e n
rl que el primero se niega a preparar su defensa, considerando que toda su
mentación acusadora- Meleto aparecía como principal acusador y A n i m p vida sirve d e defensa (AJ 2.4; Mon., IV.8.4-6). T a l vez es sobre esta
Licón como coacusadores, Sócrates hace un sofisma: si el total 'de voms que
han reunido sus acusadores en favor de la condena ha sido de 280, em quiere testimonio que, a su vez, Máximo de Tiro (siglo i r d . c . ) ha llegado a la
decir que cada uno ha logrado 93.33.Eso dice bien a las claras, según Só* conclusión de que Sjcrates no se defendió sino que guardó silencio durante
crates, que si Meleto se hubiera presentado como único acusador, n o habría cl juicio (Oratio, 3, ed. Holbein). Pero el hecho de que no preparara un
discurso de defensa sino que lo improvisara - c o m o ha dicho en AP, I7b.c-
obtenido 1/7 del total de votos posibles (que seria 100, si los jueces son no significa por supuesto que no se defendiera, aunque con esa mcgalcgori6
7001, por lo cual debería pagar una multa estipulada por alguna reglamenta.
ción que sólo por estas palabras deducimoa. que Jenofonte entendió de una manera y Platón y von Arnim de otra (véase
El', pp. 56-60].
diría.82 Pero ahora, en tan poco tiempo, no es fá- Tal vez alguno diga: "Pero Sócrates, ¿no eres ca-
cil disipar tan grandes calumnias. paz de vivir desterrado' por nosotros; callando y
Persuadido como estoy de que.no hago injusticia quedándote quieto?" Justamente esto es, entre to-
a nadie, lejos estoy de hacerme injusticia a mi das las cosas, la más dificil de que los convenza
mismo, y decir respecto de mí mismo que soy me- a alguno d e ustedes. En efecto, si digo que me es
recedor de algún mal, y proponer algo de esa ín- imposible quieto porque esto es desobe-
dole sobre mí (QuC puedo temer? ¿Que me pase 38a decer al dios, no los convenceré, como si estuviera
lo que Meleto propone para mí, 10 cual -he di- fingiendo. Ahora, si digo que el supremo bien
cho- no sé si es bueno o malo? ¿O bien, en lugar para un hombre viene a ser hablar a diario acerca
de eso, elegir como compensación cosas que bien de [los modos de] perfección, y las demás cosas
i
sé que son malas, tales coino la prisión? ¿Y por ar-erca de las cuales ustedes me oyen dialogar cuan-
c qué debo vivir en prisión, esclavo de los magis- do me examino a mí mismo y a otros; y si [añado]
trados que guardan turno permanentemente, los que una vida caiente de examen no es vida digna
Once? 20 bien [proponer] dinero, y estar preso para un hombre, mucho menos los convenceré al
hasta pagar la multa? Pero sobre esto precisa- decir tales cosas. Sin embargo, las cosas son del
mente acabo de hablar; no tengo fortuna con la
cual pagar multa. {Acaso he de proponer el des-
modo que afirmo, seíiores, aunque no [sea] difícil
pez-suadirlos de [ellas]. .
tierro? Quizá con esto me verían compensado.
No obstante, mucho amor a la vida tendría si fue- Y yo, por lo demás, no estoy acostumbrado a con-
se tan irreflexivo como para no poder reflexionar / siderarme a mí mismo merecedor de pena alguna.
que si ustedes, que son conciudadanos míos, no b Por eso, si tuviera fortuna, propondría una can-
son capaces de llegar a soportar mis discursos y $1 tidad de dinero que estuviera e0 condiciones de
d arqumentaciones, sino que les resultan pesados y
, l
pagar; pues eso en nada me perjudicaría. Ahora
odiosos hasta el punto de que buscan ahora de- bien, no tengo [fortuna]; salvo que ustedes de-
sembarazarse de ellos, ¿acaso otros lo soportarán seen, como compensación, que pague en la medi-
fácilmente? Haría falta mucho para eso, seño- da que puedo. Quizá podría pagarles una mina de
res atenienses. , plata: eso es, pues, cuanto propongo.G3
linda vida sería para un hombre ;e ciudad exi- Pero he aquí, señores atenienses, que Platón, Cri-
liarse, cambiando una ciudad por otra y vivir ex-
pdsado! Porque han de saber que, vaya adonde tón, Critóbulo y Apolodoro me exhortan a propo-
vaya, los jóvenes estarán dispuestos a oírme cuan-
63 Véanse notas 12, 14 y 24. Ya hemos dicho que 1 mina = 100 drac*
do hablo, como aquí. Y si yo los alejara, ellos mis- mas, y que un labrador podia ganar normalmente 1 d r a m a por dia. A su
mos me expulsarían, persuadiendo a sus mayores; vez, 1 dracma = 6 óbolos, y por 2 óbolos Platón dice que se podia vialar
a la isla de Egina, y por 2 dracmas a Egipto y el Ponto, incluyendo "niños,
e pero si no los alejara, [me expulsarían] sus padres bienes y mujer" (Gorgias, 511d*e; cf. nota de Dodds ad loc). En el Econó*
mico de Jcnofontr, a una pregunta de Critóbulo, Sócrates responde que si
y parientes por sí mismos. vendiera su casa con todo lo que hay en ella podría obtener 5 minas, aun,
que seguramente Critóbulo por la suya sacaría 100 veces más (11, 3). Pero aparte
de la bruma que envuelve a toda esta obra, pienso que no es incompatible
62 Tucidides (1, 132) menciona el hecho de que los espartanos acosa fener bienes por 5 minas y lb posibilidad de disponer de 1 mina en efectivo
tumbraban a no apurarse a castigar a alguien hasta tener pruebas suficien* (lo que uno no sabe es si la tenia en efectivo, bajo el colchón o haciéndola
tes; en lo cual, sin duda, alude por contraste a la ligereza con que lo8 trabajar, o era el precio de bienes que podia vender).
atenienses despachaban sus sentencias.

169
ner treinta minas y ellos mismas salen como ga-
rantes. Entonces propongo esa cantidad; los que
salen garantes de dinero'serán para ustedes sol- IX. @.OCUCIdh. A LOS, QUE H A N VOTADO
ventes.61

Los jueccs votan, y eI' resultado es la sentencia de muerte


para Sócratcs. Duras palabras dirige Sócrates a los que han
votado por su condena. Anciano como es, no tendrian que
haber esperado inucho para qiie Ic llegase la muerte por una
vía que no comprometiera la reputación de Atenas, ya que la
fama de Sócratcs trasciende los muros de la ciudad, y su in-
justa condena dar5 una pobre imagen de la Atenas demacra-
tica. Ademis &os que lo han condenado se haixian avenido
a conductas vergonzosas como las de suplicar, llorar, etc. Han
querido que hiciera lo que un soldado que, para evitar l a
muerte, huyera o suplicara al enemigo que no lo mate. En
otras palabras, han procedido con bajeza, y esto .es un mal
pear que la muerte. Ademds, a modo d e máldición gitana, pro-
nostica a estos condenadores que su muerte multiplicará l a
~ a n t i d a dde preguntones molestos, de j6venes filósofos que los
acosen con el mismo procedimiento que él h a usado.

c En verdad, por [no aguardar] u n breve tiempo,


señores atenienses, adquirirán la fama y la acusa-
ción, por parte de quienes quieren reprochar a la
ciudad, de q u e hayan matado al sabio varón Só-
crates. En efecto, dirán incluso que soy sabio,
aunque no lo sea, aquellos que desean censurar-
los.65 Si hubieran aguardado u n breve tiempo,
esto habría sucedido por sí sdo, por mi edad pue-
den ver que estoy ya avanzado en la vida, más bien
próximo a la muerte. Esto lo digo
" no a todos uste-
d des, sino a aquellos que han votado por mi conde-
na a muerte. Y también esto les digo a aquéllos.
6 4 Segunda mención de Platón en el texto. Treinta minas era ya una Quizás, señores, piensen ustedes que he sido con-
suma considerable. Esta actptación de una contrapropuesta de pena parece
inconsistente con la actitud desafiante que ha exhibido Sócrates, Y sobre t& 65 Ya en 20d y en 23b Sócrates se había declarado posccdor de una
con la indicación de que proponer una pena para si equivaldría a aceptar "sabiduria humana", consistente en tener conciencia de que no sabe de
la culpa. Por eso en este punto se suele preferir el testimonio de Jenofonte, todas las maravillas de que hablan los cosmólogos, ni dc cómo ensefiar a
q~ dice que se negó a contraproponer Y se OPUSO a que sus am"P
lo hicieran (AJ, 23). Por mi parte pienso que la cosa no tiene por qué rer politico, etc. En 3403Ta ha aludido a la fama que se ha ganado de ser
ser tan redonda Corno para que, cuaAdo no nos parezca lo suficiente, acuda* distinto ¿le los demás hombres, aunque para algunos esta diferencia sea algo
al que antes subvaloramos. Además, cuesta creer que Platón negativo y para otros positivo. En el presente pasaje nos dice que su fama
jugara su prestigio y el de amigos suyos haciendo ostentación de un gesto de sabio -al parecer, en sentido positivo- trasciende los limites de su pa-
que era muy fácil entonces saber si era cierto 0 no. tria, aunque él vuelva a insistir en que no es sabio.
denado por carencia de discursos como los que los condenados por la verdad por depravación e injus-
habrían persuadido a ustedes, si yo hubiese juzga- t i d i . Yo me atengo a mi pena, ellos [a la suya].
do que debía hacer y decir todo lo que me permi- Sin duda ha sido necesario aue las cosas fueran
tiera eludir la sentencia. Lejos de eso. Si se me ha as1 y estimo que se dan segúnLsu medida.
condenado no ha sido ciertamente por carencia de c En fin, además de esto deseo predecirles algo a us-
discursos, sino de temeridad, desvergüenza y de dis- tedes, que me han condenado. Porque estoy ahora
posición a decirles cosas como las que a ustedes les en el momento en que los hombres profetizan me-
agradaría escuchar de mí, al tiempo que llorara,- jor: cuando. están a punto de morir. .Pues bien,
me lamentara 6 hiciese y dijese muchas cosas in- señores que me hancondenado a muerte, les diré
e dignas de mí, según preciso yo: cosas tales como que inmediatamente después de mi muerte, recibi-
las que ustedes están acostumbrados a escuchar de rán un castigo mucho más duro, por Zeus, que el
los demás.60 pero en su momento he juzgado que que me han infligido al condenarme a miierte.60
no se debe hacer nada servil frente al peligro, y En efecto. al hacer esto creen ahora desembarazar-
ahora no me arrepiento de haberpe defendidó así, se del tener que someter a prueba su modo de vi-
sino que con mucho prefiero la muerte tras de- , da. Pero es muy al contrario lo que resultará de
esto, según afirmo. Muchos más serán los que los
fenderme de este modo, que vivir [habiéndome
defendido] con aquellos [otros recursos] .67 d sometan a prueba, a los cuales yo he contenido sin
En efecto, sea en los tribunales o en la guerra, ni que ustedes se percataran de ello, y serán más du-
ros cuanto más jóvenes ,es. y ustedes se irritarán
39a yo ni ningún otro debe procurar eludir la muerte mucho más. Porque si ustedes creen que conde-
a cualauier precio. Pues en ,las batallas con fre- nando a muerte a los hombres impedirán- que algu-
cuencia se pone de manifiesto que cualquiera p$- no les reproche que no vivan correctamente, no
de evitar la muerte arrojando [sus] armas y vol- reflexionan bien.70 En efecto, Cse no es un [mo-
viéndose suplicante hacia los perseguidores. Y do] de desembarazarse, ni eficaz en absoluto, ni
hay muchos otros artificios para eludir la muerte h/onorable; el único [modo] realmente honorable
en cualquier caso de peligro, con tal que uno se y fácil, no es el de impedir a los demás, sino el de
atreva a hacer y decir todo [lo necesario]. Pero prepararse a si mismó de modo de llegar a ser el
señores: lo difícil no es evitar la muerte, sino que mejor. Estas son, por lo tanto, las cosas que pro-
mucho más difícil es [evitar] 12 bajeza. En efec- nostico a los que, entrg ustedes, me han condena-
b to, [ésta] corre más rápido que la muerte. Por eso do, al despedirme..
ahora yo, que soy lento y viejo, soy apresado por
68 Expresión semejante a las que formulamos cuando nos remitimos "al
el más lento; mis acusadores, en cambio, por ser juicio de la historia", ya que aquí no está en juego ninguna compensad6n
escatológica.
vigorosos, y veloces [son apresados] por el más rá- 69 Eata buerte de maldición gitana es paralela a la que le echa a Anlto
pido, la corrupcióil. Y a b r a yo me marcho, con- en AJ 30, donde profetiza (tanto en A P como en AJ afirma que la posibi*
lidad de profetizar se acrecienta al aveanarae la muerte) que el hijo de Anito
denado a muerte por ustedes, pero ellos han sido wrá borracho, cona que Jenofonte dice que resultó cierta ( 3 1 ) .
70 Del cumplimiento de esta profecía no tenemos testimonios objetivos.
Lo que sí puede afirmarse es que, como lo acredita Libanio, por lo menos
66 Véase nota Vi. hasta el siglo iv d.C. se elogió a Sócratce contra Anito, Policrates y demáa
67 En el AJ 9 tenemos el paralelo conceptualmente exacto de ente paa acusadores. En particular, respecto de Anito. en el siglo I d.C. Plutarco testi,
saje, aunque dirigido a Hermógcnes antes de hacer su discurso apologético. monia la antipatía que había cosechado durante siglos, debido a au cornpor.
tamiento con Sócrates (Mordio 762d).
A los que han votado por su absoluci6n Sócrates los con-
sidera verdaderamente jueces, y usa por primera vez este titulo
(en vez de "atenienses") para dirigirse a ellos.
Amistosamente, .como si estuvieran en la intimidad, les
hace una confidencia: en ningún momento, desde que salió
de su casa hacia el tribunal, hasta las últimas palabras que en
él ha pronunciado, se le ha opuesm el signo demoniaco. Esto
significa que obraba bien, y que sin duda el desenlace, la
muerte, es para él un bien. Razona en torno a dos alternativas:
o bien tras la muerte no hay nada, o bien hay otra vida. Si
el caso es el primero, se asemeja a la paz de que disfruta u n
hombre que ha dormido profundamente una noche, sin sueños
ni visiones: seria como un sueño plácido, y por ende un bien.
En el segundo caso, estima que en el Hades -reino de los
muertos, bajo tierra- ha de encontrarse con los mis célebres
jueces legendarios y con famosos poetas y hkiocs. Alli el in-
curable S6crates podrá practicar su inagotable tarea de esciutar
a los hombres para ver si son sabios de verdad o simplemente
lo parecen, con el beneficio de que, puesto que allí se es in-
inoital, no se ha de correr el peligro de ser condenado a muerte
por tal proceder.
El pasaje es tan teñido de iionía y picardia'que inspiia
serias dudas de que Sócrates lo eligiera como alternativa. Pero
la otra tampoco aparece definida: queda, pues, flotando la
duda. Mas en ambos casos el resultado es un bien. De todos
modos, la divinidad dirá quienes tendrán mejor futuro: si S6-
crates, que va a morir, o los jueces, que continuarin viviendo.

En cuanto a' los que han votado por mi absolu-


ción, con mucho gusto dialogaría acerca d e lo que
ha acontecido, mientras los magistrados pasan el
tiempo y yo aún no marcho al lugar al que debo ir
para morir. Permanezcan conmigo, sefiores, ese ra-
to, ya que nada nos impide conversar relatándonos
entre nosotros hasta tanto sea licito. Y a ustedes,
como a amigos, quisiera mostrarles de qué modo
interpreto lo que me ha sucedido ahora. Me ha
sucedido, señores jueces -pues a ustedes los puedo
llamar jueces de verdad-, algo maravilloso. Se
trata de aquella profecía demoniaca habitual en hubiese dormido tan proiundamente como para no
mí, que en tiempos pasados con frecuencia se me ver sueííos, y tras comparar'con aquella noche las
hacía presente y se oponía en asuntos completa- demás noches v días de su vida. debiera examinar-
mente sin importancia cuando estaba a punto d e las y decir ,cuántos días y noches niejores y más
hacer algo no correcto.71 Pues bien, ahora me han agradables que aquélla ha vivido en su propia vi-
sucedido cosas que ustedes mismos ven, y que cual- da, pienso que no s6lo un particular cualquiera
quiera podría juzgar y considerar que es el peor ;
sino el mismo Gran Rey 74 encontraría pocas para
de los males. Pero he aquí que ni cuando salí de '"e contar en relación con las otras noches y días. Por
casa a la mañana temprano, ni cuando concurrí consiguiente, si la muerte es algo de esta índole,
b aquí ante el tribunal, ni en ningún momento e n significa para mí ganancia, p e i e l tiempo integro
que estaba a punto de decir algo en la argumen- no parecería ser hás-largo que una sola noche.7"
tación, se me ha opuesto el signo del dios. Y sin Si, en cambio, la muerte es algo así como un partir
embargo, en medio de otros discursos, me ha im- de aquí a otro lugar y es cieito lo que se cuenta,
pedido hablar. Ahora, en cambio, frente a este en el sentido de que allí están todos los que han
asunto, en nada se me ha opuesto, ni al obrar ni muerto, {qué mayor bien habrá que éste, señores
al hablar. {Cuál debo suponer que es la causa? 41a jueces? En efecto, si uno llegara al 1-Iades,76 des-
Les diré: es probable que lo que me ha acontecido embarazado de estos que se dicen jueces y hallase
resulte un bien, y no sea correcta la suposición a los verdaderos jueces,,aquellos de los que se dice
l que hacemos cuando peirsamos que morir es un que juzgan allj: Minos, Radamanto, Eac0,77 Srip-
c mal." Una gran prueba de esto es lo que me ha
74 Se alude a la vida lujosa dc loa reyes persas.
sucedido a mí; pues no-podría ser que el signo ha-- 73 Burnet (B.%?, p. 166) dice: "Esta era la concepción con que la mas
bitual no se me hubiese opuesto, si lo que yo esta- yoría de la gente se bahía familiarizado a través de Homero" (subr. mío).
Es incorrecto aiiibuir a Homero la idea de la muerte como un descanso etere
ba por hacer no fuera bueno. Reflexionemos un no. como un gran bien. Especialmente en el canto XI de la Odisea se ve lo
tenebroso de la muerte, que hace preferir a Aquiles (dotado por un momento .
momento: grande es la esperanza de que esto sea de habla, por un artificio mágico, pero inexistente como todos los muertos del
un bien. En efecto, el morir es una de dos cosas: 78 Hades) ser un p e h que trabaja para un labriego miserable, pero vivo, que
rey de los muertos y lleno de gloria cn el .Hades (481.491). La idea de 56,
o bien no se existe ni se posee ninguna sensación crates se parece más bien a una especie de Nirvana, si bien no me arriesgo
de nada, o bien, como algunos dicen, se produce a buscar conexiones con el pensamiento oriental, y más seguramente me quedo
con una simple. opción lógica entre dos posibilidades buenas: un buen "no*
una transformación del alma, y un cambio de mo- ser" (no un mal no-ser", como en Hornero) o un bien sobrevivir. Pero
además, la mayoría de las clases populares, como se vio desde Pisístrato, creían
rada desde este lugar hacia otro lugar. siempre en ilna suerte de supervivencia.
76 Hades (en latín infernus) es la región inferior, o sea, bajo la tierra
Ahora bien, si no hay ninguna sensación, sino que (aún no existía la idea de que esto fuera algo malo, ni de que el cielo o
d es como un sueño al modo de cuando el que dum- región superior -al menos más alto que el Olimpo- fuera bueno). Es natural,
si se piensa que a los muertos -incinerados o n o - se los enterraba.
me no sueña ni ve nada, jmaravillosa gmancia 7 7 Con Eaco, Burnet cierra la lista que, según él "parece definitiva.
mente órfica" (BAP, p. 168), aunque no nos diga sobre qué basa tal opi.
sería la muerte1 Porque a mí me parece que si al- nión, salvo una referencia al pasaje del Gorgids, 723e424a, donde se mend
guien tuviera que elegir aquella noche en la cual ciona a estos tres dioses como jueces de los muertos: Radamanto juzga a los
de Asia, Eaco a los de Europa, Minos hace de árbitro para los casos en que
los otros dos jueces dudan. Pero, aparte de que en ningún momento se los co,
71 Véanse pasaje 31c.d y cap. 6 del EP. necta con el orfismo, en el Gorgias se trata de un mito escatológico, donde
se hace mención a un final en que se decide la suerte de los buenos y malos,
72 Jenofonte dice lo mismo, pero antes del discurso de Sócrates, como la compensación que en vida no han podtdo tener (véase la explicación de
motivo que le ha impedido hacer su defensa, de lo cual Sócrates ha concluido
que era m ~ j o rpara él morir que vivir. Dodds, pp. 372.376 de su edición de tal obra). Pero en el presente pasaje
no se noJ está narrando ninguna escatologia, sino hablando de posibilidades de
73 Véase EP, VI. pp. 108~109.
tolemo, y además aquellos sernidioses que han sido
justos en sus propia's vidas, ¿seiia acaso u n viaje
de poco valor? Por convivir, adeinás, con Orfeo y'
Museo, liesíodo y Homero,78 icuánto no daría,
cualquiera de ustedes? En cuaqto a mí, estoy dis-
puesto a morir niuchas veces si esto es verdad, ya
que para mí particularinenie sería una manera
b maravillosa de pasar el tiempo, ya que entonces
podría conversar con Palamedes,7fJcon Ayax Tela-
m o n i a n ~y. cualquiera
~~ de los antiguos que hayan
muerto merced a una sentencia injusta: cohtrastar
mi padecimiento con los de ellos, nie parece, no ? (o111111 in LLII-L w l (~W A como \erdaclei;~:( I I I ( 1 1 6 1
sería desagradable. Y lo más grande de todo: 'ocu- d c x i - t c i ~ i . i .i:giiri<.
i I ~ ; el
I lioinbre de bieii, v . I
i \ o
parme, como CoIi los de aquí, de examinar eainqui- o la m u c i te, v que sus obias no soii t l ( v i t i ( I.1
rir allí quién d e ellos es sabio y quién parece [ser-
deis por lcls &eses. Lo qiie me tia s i i t c t l i t l o t
I I ~ J
lo], pero n o [lo es]. &hriiito no daría cualquiera,
(lebe al x a r , sino qiie me iesiilta paceiltc. ~ I H I \ 1
sefiores jueces, por escrutar al que Iia conducido
era niejoi pard mi morir y descansar de mis ( . t i ( .
hacia Troya al numeroso ejército, o bien a Ulises o
C a S í s i f ~o ~ otros miles de hombres y miije-
, ~bien Por ese'rnoti-io eii i-iingíin momento el \igiao 1 1 1 1 .
ha disiiac1iclo y poi lo mismo no me irrito t l t ~ i l i . i s i . 1
lo qiie piicde esperarnos tras la muerte según una lógica popular! y estos tlo contra los que nie han condenado ni toiiii i i i i CI

jueces no deciden, como en el Gorgias, que linos sufran y otros reciban re,
compeiisas. Y no hay motivo para excluir de la lista a Triptolemo porque la acusntloies. Claro qiie no es con este l ~ c ~ i \ ~ ~ i i i i c ~ ~
misma le parezca a ~ u r n e i"definitivamente órfica". Sócrates menciona cua, . que me han coridriiado y me han aciisntlo, s i 1 1 1 ~
tro jueces miticos, que asi como Ulises y Ayax siguen siendo guerreros en
este imaginario Hades, ellos siguen siendo jueces. crcvendo pei judicaime, en lo cual merecen wi ( cii
78 La pareja Orfeo~Miiseohace ver neto orfismo a Burnet 701 el hecho
de ser mencionados en P r o f . , 316d y Rep., 364e. Pero Orfeo y Museo están e siii ailor. No ob,taiite, les pido srílo esto: < i i ~ r i i t l o
en el prescntc p:isaje acoplados con Homero y Hesíodo, análogamente a los
otros dos pasajes de Platón citados, de modo que en todo caso habría que inia hijos crezcan, castíguenlos, sefioies, alligiciitlli
hablar de una doctrina órfico~musaico~homérico~hesiódica. Sólo parte del pa, los con las mismas cosas con que yo los Iie alligitlo
sale de la Kep. da pie para hablar de orfismo, pero bastante poco y con malevo,
lencia. En el presente pasaje se menciona a los poetas y cantores legendarios, a ii\tedcs, si les parece que se preocupan por 1.1 101
como a los jueces y hí.roes miticos, y en ningún momento se alude a alguna tuiia o poi cualquier otia cosa antes qiie ] ) o i "11
doctrina ligeramente coherente que los haga jugar un papil escatológico, P.e.,
frcnte a un muerto recitn llegado (lejos de eso, el bromista Sjcrates piensa perfección. Y qi apaientan ser algo qiir n o \ o r i ,
I:istidi:~rlos demostr8ndoles que no son sabios) n i se deja entrever posibilidad
de crceiicias de alguna secta. ieprócherisrlo, romo yo [lo he hecho) coi1 1 1 \ 1 ( ~ 1 t ' \ ,
79 Palamedes, según la yadicibn recogida iragmentariamente (los tres por no pi-eociiparse de las cosas que debcn, y ( I <-.I 11
grnndcs dramaturgos han escrito una tragedia con au nombre, y el sofista
(;<irgias compuso una Apologia de Palamedes) fue acusado de traición por merece1 3lgo que no nlereceil. Si ustctlcs 1i,1( t.11
Ulises y apedreado. 'Vcase la nota d e Burnet, ÉAP, p. 169.
8 0 Ayax, hijo de Telamón, uno de los héroes de la Ilíada fue vencido 42 esto, ) o inismo habré sido objeto de accioiics j i i \
por Ulises en ardua lucha (al estilo "juicio de Dios") por la p0sesión de las
armas del difunto Aquiles (cf. Odisea, XI, 5 4 5 y SS.). Enloquecido de furia,
tas por parte de ustedes, y también mis lii jo\.
se suicidó (Sófocles inmortalizó su tragedia en su Ayax).
81 En el canto XI de la Odisea, Sísifo aparece sufriendo el castigo ci, 62 La ironia del incurable Sócrates da por tierra absoliit.iiiii.i~~ruiii 1'-1.1
clico (del sin sentido existencial, como lo veía Camus) de empujar una enor* aeria intención de adjudicarle, e n un momento culminante ci,in<i <hit., iiii,*
me roca hasta Id cumbre de una montaña, poco antes de llegar a la m a l la creencia en una vida post mortcm.
piedra rodaha hacia la ilanura, y debía recomenzar su tarea (F93-600)
Pero es ya hora de marcharnos, yo para morir, us-
tedes para seguir viviendo. Quiénes [ustedes o
yo] avanzan hacia una realidad mejor, no es ma-
nifiesto a nadie excepto al dios.A"
u ,*J
LA TRADUCCI~N DEL TEXTO Y LA TRANSCRIPCIÓN DE VOCABLOS
GRIEGOS EN EL ESTPDIO PRELIMINAR Y NOTAS

Hemos efeckado la traducción sobre la edición del


texto griego hecho por J. Burnet (Plato's Euthyphro,
ApoloLgy of Socrates and Crito, Oxford, 1924; reimpre-
sión 1054). Comq no presenta mayores dificultades de
lectura, ngs hemos]atenido casi exclusivamente a dicha
edición, con dos Q a lo sumo tres variantes de poca
monta, ya que no hemos tenido acceso directo a 10s
manuscritos (ni nos consideramos autorizados para
tomar decisiones en el terreno de la crítica textual),
por lo cqal hemos debido restringirnos a las posibles
variantes que son ofrecidas en el aparato crítico que
figura al pie de las notas correspondientes.
Las dificultades de traducción se han presentado
más bien con palabras griegas sin adecuado equivalen-
te en nuestra lengua, o cuyo uso en griego mismo es
equívoco (y en la época en que fue escrita la Apologia
era muy frecuente el juego con dicha equivocidad) ,
como diabolé y diabdllo, daimon y daimónion, nomi-
zo, t h q b e i n , etc., donde hemos señalado el problema
en las notas correspondientes.
Existe otra dificultad en la traducción: aunque
desde el comienzo Sócrates anuncia que no empleará el
estilo de los oradores sino su lenguaje cotidiano, uno
se encuentra con que, fuera por la importancia que
para Platón tenía este'escrito o por cualquier otra ra-
z6n, afloran en 61 un cierto brillo y elegancia estilística
(uso de las partículas, ordenamiento de las palabras y
las frases, frecuentes figuras literarias) que superan ne-
88 Aqui c m que se halla hermoaainente expresada la duda de Sócrates tamente diálogos sin duda anteriores, como d Ion, Pro-
acerca de lo que acontezca tras de la muerte, y a la vez la profunda fe de tágmas e Hippias Menor, por ejemplo. No, llega a al-
que, dada la justicia que ha cultivado durante su vida, en cualquier caso el dios
dispondrá lo mejor. canzar el pathos de ciertos momentos del Fedbn (salvo

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