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DESARROLLO

REGIMEN DE MAXIMILIANO HERNANDEZ MARTINEZ (1932-1944)

Maximiliano Hernández Martínez (San Matías, El Salvador, 21 de octubre de


1882 Hacienda Jamastrán, Danlí, Honduras, 15 de mayo de 1966) fue un militar,
dictador y Presidente de El Salvador (1931-1944), cargo al que accedió tras un
golpe de Estado.
Tras realizar sus estudios militares en Guatemala, ascendió en rangos militares
hasta ser general de brigada.En 1931, el partido Pro Patria lo postuló a la
vicepresidencia, la cual ganó. Nueve meses después, participó en el golpe de
Estado contra el presidente Arturo Araujo tras el que se autonombró presidente,
siendo ratificado al año siguiente por la Asamblea Legislativa. Prolongó su
mandato durante trece años por medio de elecciones en las cuales era el único
candidato, y también a través de decretos legislativos.
En su mandato (conocido coloquialmente como martinato) destacaron la matanza de
25 000 indígenas que contradijeron su gobierno en 1932, sus políticas apegadas
a sus creencias teosóficas, los movimientos diplomáticos durante la Segunda
Guerra Mundial, la disminución significativa de la delincuencia mediante el uso de la
fuerza, el saneamiento de las finanzas públicas, la creación de un banco estatal
emisor de moneda, la venta de viviendas a bajo costo para campesinos, la reducción
significativa de la deuda para personas al borde de la quiebra,
la construcción de la Carretera Panamericana y la cancelación de la deuda externa.
En 1944, un grupo de militares se alzaron contra el presi-
dente, los cuales fueron sofocados mediante la fuerza en un par de días. Un mes
después se suscitó una huelga general de la sociedad civil, la cual obligó al general a
deponer el cargo de la primera magistratura. Hernández Martínez fue asesinado 22
años después en Honduras, a manos de su motorista.

1. Familia
Sus padres fueron Raymundo Hernández y Petronila Martínez. Contrajo nupcias
con Concepción Monteagudo, con quien tuvo ocho hijos: Alberto, Carmen,
Esperanza, Marina, Eduardo, Rosa, Gloria y Maximiliano. Su relación familiar
siempre estuvo supeditada a sus creencias teosóficas y a su cargo como
mandatario; ejemplo de
eso fue la muerte de su hijo Maximiliano. El niño enfermó de apendicitis y
Hernández Martínez se negó a que fuese tratado por médicos, puesto que él
mismo lo trataría con “aguas azules” (agua que había pasado mucho

tiempo bajo el sol dentro de botellas de color azul); el resultado fue fatal, el niño
falleció y la respuesta del militar fue que sólo quedaba la resignación porque los
“médicos invisibles” no habían querido salvar al infante.
A sus costumbres teosóficas se agregaban su vegetarianismo, la
obsesión por las ciencias ocultas y su afición por el estudio de la
reencarnación. Era absolutamente abstemio, hábito que inculcó estrictamente a
sus hijos.

2. Estudios y carrera militar


Realizó sus estudios en el Instituto Nacional de El Salvador. Tras acabar sus
estudios de educación media, ingresó en la Escuela Politécnica de Guatemala, en
donde obtuvo el grado de Subteniente. Regresó a El Salvador durante la
presidencia del general Tomás Regalado. A su vuelta, estudió en la Facultad de
Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la Universidad de El Salvador, dejando la
carrera en el segundo año de estudios.
Fue ascendido a teniente efectivo el 17 de noviembre de 1903; a capitán, el 23 de
agosto de 1906; a capitán mayor, el mismo año (durante la guerra con
Guatemala, donde peleó el general Martínez a las órdenes del general Tomás
Regalado); a teniente coronel, el 6 de mayo de 1909; a coronel, el 15 de junio
de 1914, y a general de brigada, el 27 de junio de 1919. En 1921 fue instituido
como ministro de Guerra y Marina.

3 Incursión en la política
En 1931, el partido Pro Patria lo incluyó como candidato a la vicepresidencia. Tras
ganar las elecciones, ocupó el cargo de vicepresidente, a la vez que el de
Ministro de Guerra, a los servicios del presidente Arturo Araujo. El 2 de
diciembre del año de su elección participó en un golpe de Estado, siendo elegido
como presidente de la República, tras el designio del Directorio cívico instaurado
provisionalmente. Su presidencia fue ratificada por el poder legislativo en 1932.
En el golpe de Estado fue acompañado por una minoría civil y por un buen
número de militares con rangos bajos y medios, los cuales eran conocidos como
“Juventud Militar”. Los militares fueron incitados principalmente por
incumplimiento salarial del ejecutivo y por las condiciones poco favorables para el
ejercicio de su labor. Tras un día de deliberación, Hernández fue nombrado
presiden-
te interino por haber abandonado al presidente saliente antes de comenzar el
alzamiento.
En 1935, año en el cual debían celebrarse las elecciones regulares, Hernández
Martínez renunció a la presidencia, dejando el cargo por seis meses en manos
del general Andrés Ignacio Menéndez, fungiendo durante ese tiempo únicamente
como ministro de Guerra. Se inscribió como candidato único a la presidencia, por
lo cual obviamente prolongó su mandato por un periodo más. En 1939 fue
ratificado por el poder legislativo en el cargo. En 1944, fue el poder legislativo quien
prolongó, de nuevo, el mandato de Hernández Martínez.
4. GOBIERNO DE MAXIMILIANO HERNÁNDEZ MARTÍNEZ

4.1 Levantamiento campesino de 1932

En rojo, la zona afectada por el levantamiento.

Manifiesto de Maximiliano Hernández Martínez del 23 de enero de 1932, publicado


en el Diario Oficial de El Salvador.
En enero de 1932, Alfonso Luna, Mario Zapata y Agustín Farabundo Martí (líderes
de grupos estudiantiles y políticos de izquierda) fueron fusilados por haberles sido
encontrados panfletos de apoyo al Partido Comunista Salvadoreño. La situación
política se volvía tirante para el presidente Hernández y, días después, estalló el
levantamiento campesino.
El levantamiento campesino de 1932 fue una insurrección que acabó en la muerte
de aproximadamente 25.000 indígenas. Las causas fueron diversas, entre ellas el
fuerte descontento de los campesinos ante las políticas del gobierno del General
Hernández Martínez. En poco tiempo, bajo las órdenes presidenciales, el ejército
salvadoreño sofocó la revuelta y se instauró un estado de sitio. El líder indígena
Feliciano Ama fue linchado y ahorcado por fuerzas militares, fomentando la
participación de los paisanos de Ama en el levantamiento. Tras la matanza, los
cadáveres enterrados a poca profundidad sirvieron como foco de contaminación,
lo cual propagó focos de enfermedades entre los residuos de los insurrectos.
Además, los cerdos y otros animales desenterraron los cuerpos y se alimentaron
de los mismos, lo cual trajo una reacción gubernamental inmediata, puesto que
repercutía en la economía al contaminar a los animales de corral.
Una vez sofocada la insurrección, el presidente se negó a recibir ayuda militar
extranjera, refiriendo un telegrama al almirante de los buques de guerra que
Estados Unidos y Gran Bretaña habían enviado. El telegrama apuntaba que:

El jefe de Operación de la Zona Occidental de la República, general de división


José Tomás Calderón, saluda atentamente, en nombre del gobierno del general
Martínez y en el suyo propio, al almirante Smith y comandante Brandeur, de los
barcos de guerra Rochester, Skeena y Wancouver, y se complace comunicarles
que declaramos situación absolutamente dominada fuerzas gobierno El Salvador.
Garantizadas vidas propiedades ciudadanos extranjeros acogidos y respetuosos
leyes de la República. La paz está establecida en El Salvador. Ofensiva
comunista desechada sus formidables núcleos dispersos. Hasta hoy cuarto día de
operaciones están liquidados cuatro mil ochocientos bolcheviques.
General José Tomás Calederó
4.2 Políticas de gobierno

Tras la matanza, Hernández Martínez se ocupó de llevar a todo el país diversas


obras teatrales, tales como Pero también los indios tienen corazón y Pájaros sin
nido, cuyo contenido pretendía matizar los hechos para aplacar los rumores y los
reclamos de algunos sectores. Mandó destruir todos los periódicos, artículos o
panfletos que le fueran contrarios con respecto al tema; el objetivo
fundamental fue el de convencer a la opinión pública de que los indígenas fueron
confundidos por los comunistas y de que la insurrección había sido financiada por
la Unión Soviética, lo cual obligó a la matanza. Además, tras los acontecimientos,
Alfredo Schlesinger, simpatizante del gobierno de Hernández Martínez, escribió
un libro titulado La verdad sobre el comunismo, en el cual contaba la historia según
la versión oficial. Más tarde, el mismo Schlesinger escribió otro libro, titulado
Revolución comunista, y que fue publicado en 1946, donde reafirmaba lo que
decía en el primero. Algunas partes de los libros han sido fuertemente criticadas
por encubrir los hechos, aunque también hay críticas por exagerar los
acontecimientos. En general, las acusaciones apuntan a que las cifras de fallecidos
son mucho menores de las reales y que se describen actos vandálicos de parte de
los alzados que en realidad no sucedieron. En cuanto a medios de comunicación, el
presidente limitó las emisiones radiales, prensa escrita e incluso el cine,
intentando
dar un giro a la historia mediante el manejo de la opinión pública.
Sus políticas de gobierno tuvieron diversos efectos sobre la vida cultural, política y
económica del país. Sin establecer un gobierno centralizado, participaba casi en
todas las decisiones que tenían que tomarse, dirigiendo casi personalmente cada
una de las actividades de su gobierno. Alejó a los militares (con excepción de sí
mismo, por supuesto) de la administración civil, y fue por ello su gabinete
minoritariamente castrense. Los sueldos para los funcionarios de gobierno y para
los militares fueron sumamente bajos, en comparación con épocas anteriores, lo
cual ahuyentó significativamente a los militares interesados en participar del
gobierno. Sin embargo, siempre prefirió estar cercano a la protección militar, por
lo
cual trasladó el despacho presidencial y su residencia familiar a la entonces
Escuela Normal de Varones, junto al Cuartel El Zapote.
El 23 de febrero de 1932 el Estado salvadoreño fue declarado en mora,
especificando a los acreedores de la deuda externa que no pagaría los empréstitos
si no se le ablandaban los intereses y se le alargaba el plazo. La deuda neta, es
decir sin intereses, quedó cancelada en su totalidad en 1938, aunque los intereses
se acabaron pagando hasta 1960.Una vez pagada la deuda propuso, mediante una
placa conmemorativa colocada en la Asamblea Legislativa, la política de no
adquisición de empréstitos internacionales en el futuro.
Pese a dicha iniciativa, igualmente adquirió préstamos para la construcción de la
Carretera Panamericana Por otro lado, el 12 de marzo de 1932 decretó la Ley
Moratoria, mediante la cual redujo los intereses de los deudores que estaban a
punto de caer en bancarrota. Además, con el objetivo de estabilizar el valor del
colón, creó el Banco Central de Reserva de El Salvador en 1934, indemnizando a
los bancos privados para que dejasen de emitir dinero.

Billetes de cinco colones emitidos por el Banco Central de Reserva institución


creada por el general Hernández Martínez.

En cuanto a políticas referentes directamente a la población, siempre


predominaron sus costumbres teosóficas. Por ejemplo, cuando se desató una
peste de viruela, ésta fue tratada por el presidente forrando con papel
azul las lámparas de las plazas, esperando que los médicos invisibles salvasen
a los que estaban destinados a vivir. Entre otras cosas, estableció que todo
aquel
que pidiese educación debía ser considerado comunista, negando especialmente
el acceso a la educación a los obreros y asalariados porque, en sus palabras,
pronto dejaría de haber personas dispuestas a trabajar en tareas de
limpieza. Estableció en julio de 1932 el Fondo de Mejoramiento Social, y en
octubre, la Junta Nacional de Mejoramiento Social, cuya actividad principal era
la de adquirir viviendas y facilitar créditos blandos a los campesinos
para comprarlas; sin embargo, dicha actividad no trajo los resultados esperados
por la población, ya que los beneficiados fueron muchos menos que lo que se
había proyectado. Pese a que se le calificó como una reforma agraria, ésta no lo
fue, puesto que las tierras no fueron expropiadas, sino compradas a precio de
mercado y vendidas a uno inferior, utilizando fondos nacionales que jamás serían
reintegrados y que pasarían a manos de los terratenientes de la época. También
se construyeron viviendas para ser vendidas en las mismas condiciones,
aunque esto se dio en menor escala.
Modificó la ley de policía, prohibiendo a civiles el porte de armas de fuego,
cuchillos, machetes u hondillas, elevando a calidad de delito la evasión de dicha
ordenanza. centroamericano), tuvo que olvidarse de sus simpatías.

Por otro lado, estableció que serían perseguidos y castigados como vagos los
que no tuviesen oficios lícitos o modo de vivir honesto. La pena por hurto era la
amputación de una mano y, ante la reincidencia, la condena era
el paredón de fusilamiento.

Estableció fuertes alianzas con la Iglesia Católica, obteniendo el beneficio de los dos
monseñores de la época, Monseñor Belloso y Monseñor Chávez y Gonzáles,
quienes siempre estaban presentes en las ejecuciones políticas y quienes, tras el
levantamiento de 1932, ofrecieron misas en agradecimiento por la victoria militar.
En materia militar, fortaleció la profesionalización de oficiales mediante becas de
estudio militar, especialmente a Italia. Financió la construcción de un tanque de
guerra, armado con seis ametralladoras pesadas.
En 1939 convocó a la Asamblea Constituyente para que elaborase una nueva
constitución, cuya principal novedad era la inclusión del voto femenino bajo algunas
condiciones de origen social y nivel de instrucción.
En 1943, Hernández Martínez trató de aumentar las tasas tributarias a las
exportaciones para obtener mayores ingresos para el Estado, y eso rompió la
relación que mantenía con los grupos oligarcas.

4.3 Sus políticas frente a la Segunda Guerra Mundial

Mapa de los países participantes en la Segunda Guerra Mundial. Aliados tras el


ataque a Pearl Harbor Potencias del Eje Países neutrales (Nótese cómo, El
Salvador se muestra a favor de los aliados, después del ataque a Pearl Harbor)
El advenimiento de la Segunda Guerra Mundial significó un aumento en las
exportaciones a los Estados Unidos y el mejoramiento de la economía salvadoreña.
Eso le permitió a Hernández Martínez realizar algunas reformas sociales y una
ligera redistribución de la tierra mediante un programa agrario.
El general se sentía muy atraído por los éxitos de los gobiernos fascistas
europeos, en especial por Hitler y Mussolini. De hecho, en 1938 nombró director
de la Escuela Militar a Eberhardt Bohnstedt, general de la Wehrmacht del
ejército alemán.
Además, abrió relaciones diplomáticas con el dictador español Francisco
Franco; sin embargo, estando bajo la presión de los Estados Unidos (principal
comprador de café al país y aceptó alinearse al lado de los Aliados. Además,
dio el reconocimiento diplomático al Estado títere de Manchukuo, y removió del
cargo a sus funcionarios que tenían ascendencia alemana e italiana. Asimismo,
a los residentes alemanes e italianos en El Salvador les expropió sus tierras y
los mandó a campos de concentración , lo que valió para obtener el
reconocimiento diplomático de Estados Unidos.
Ese cambio en su política exterior, al igual que la represión contra los comunistas
y opositores a su gobierno, le permitió obtener mayor apoyo de Washington. Sin
embargo, la situación cambió ante la negativa de Hernández Martínez de recibir a
3000 soldados estadounidenses para dar protección al Canal de Panamá.
Estados Unidos colocó tropas en los países cercanos al Canal, excepto en
El Salvador, dada la negativa presidencial. El motivo que Hernández Martínez
adujo para rechazar el pedido de los norteamericanos fue que, dado que las
tropas que arribarían tendrían un porcentaje de soldados de raza negra, se corría
el inminente riesgo de que se reprodujesen en El Salvador y que llenasen de
niños de color al país.

4.4 Principales logros

Durante su mandato obtuvo aciertos tales como la organización de la banca,


mediante la creación del Banco central de Reserva de El Salvador y el Banco
Hipotecario de El Salvador entre 1934 y 1939, la eliminación momentánea de la
deuda externa, la creación de instituciones de crédito para el campesinado
(Federación de Cajas de Crédito Rural), la ejecución de proyectos de construcción
de vivienda asequible para obreros, el saneamiento de la tesorería nacional, el
respaldo a los productores de café, de azúcar y de algodón mediante medidas
económicas favorables para dichos rubros; la construcción de 300 kilómetros de
la Carretera Panamericana y la reducción de las deudas de pequeños y
medianos propietarios de tierras que estaban en proceso de embargo. Además,
su logro más recordado fue la reducción significativa de la delincuencia, mediante
el cumplimiento implacable de la ley.
4.5 Principales críticas

El gobierno de Hernández ha sido ampliamente critica-do por diversos sectores,


enfocándose principalmente en sus prácticas teosóficas y las repercusiones de
las mismas en sus acciones como gobernante. En primer lugar, la creencia del
general de que el ser superior (el Estado, para el caso) debe tener el poder
absoluto sobre los individuos lo llevó a convertir al Estado como un controlador
individual, dotándolo de poder extra constitucional sobre la vida nacional,
entregándole el control a las fuerzas armadas.

Tuvo un estricto control de los medios masivos de comunicación, alineándolos a


favor de su régimen o simplemente cerrándolos ante la resistencia ocasional.
Además, se le critica el exilio de los más importantes pensadores y artistas de la
época que no comulgaban con su gobierno. La dureza de sus medidas y
principalmente su desprecio hacia la calidad del ser humano lo orillaron a cometer
actos que marcarían un precedente de violencia, antesala de lo que se vendría
décadas después durante la dictadura militar. El manejo mediático se extendió
hacia el campo político, creando condiciones para que aun en el extranjero se le
considerase un presidente democrático; por ejemplo, colocó el puesto de
elecciones del Partido Comunista justo frente al Hotel Nuevo Mundo, el cual
albergaba a gran cantidad de extranjeros, especialmente estadounidenses. La
intención era clara: crear una imagen de democracia para ser reconocido por el
resto de los Estados como un presidente legítimo. En el campo de las ideas, se
apoyó públicamente en las teorías de Alberto Masferrer, aunque en la
práctica se oponía a las mismas.
Sin embargo, la principal crítica que se le hace a su gobierno es el uso excesivo de
la fuerza. Se valió de métodos represivos poco ortodoxos y caracterizados por la
violencia y el irrespeto a la integridad del individuo.

5 Fin de su mandato
Dado que Hernández Martínez tenía pretensiones de ex-tender su mandato más
allá de 1944, los militares, inconformes por los fusilamientos de oficiales
opositores, se alzaron contra el gobernante, y lo obligaron a capitular en tres días.
Fue entonces cuando la sociedad civil, manifestándose en contra de los
fusilamientos masivos de oficiales alzados, se rebeló mediante una huelga de
brazos caídos que desembocó en la renuncia del dictador.
5.1 Rebelión militar
La tarde del 2 de abril de 1944, mediante el uso de fuerza aérea y de infantería,
militares alzados bajo el mando de Alfonso Marroquín y Tito Tomás Calvo
tomaron el control de los Cuarteles de Infantería, Sexto Regimiento de
Ametralladoras, y Quinto de Infantería de Santa Ana. Todo sucedía mientras
Hernández Martínez viajaba de La Libertad hacia San Salvador en una camioneta
de alquiler.
Los combates se prolongaron hasta el 4 de abril, cuando las fuerzas leales a
Hernández Martínez aniquilaron a los alzados en una emboscada camino a Santa
Ana. Marroquín presentó la rendición y fue arrestado junto a Calvo, a quien le fue
negado el asilo político en la embajada estadounidense. Ambos fueron fusilados sin
juicio al siguiente día.

5.2 Rebelión civil

La sociedad civil, liderada por el intelectual Joaquin Castro Canizales, quien había
colaborado con Hernández Martínez en 1931, se declaró en huelga
paulatinamente. Desde el 26 de abril, los estudiantes universitarios impusieron
una huelga parcial, seguidos por los estudiantes de educación media, los
maestros, los empleados de teatro, las vendedoras de los mercados, los
profesionales, y
exactamente un mes después del alzamiento militar, el 2 de mayo de 1944,
rebeldes civiles impidieron que los ferrocarriles de la capital operasen, dando
inicio oficial a lo que se conoce como “la huelga de brazos caídos”,
en la cual participaron algunos actores que con el tiempo se convertirían en
políticos relevantes: tal es el caso de Schafik Handal, quien aspiraría a la
presidencia de la república varias décadas después. Durante la huelga no
hubo producción alguna, por lo cual la presión nacional e internacional creció hasta
el punto de obligar al presidente a deponer su cargo, depositándolo en Andrés
Ignacio Menéndez. Su renuncia fue anunciada por el mismo mediante un
comunicado radial el 9 de mayo de 1944 a las 21:00 horas; acabó su discurso
con la frase:

No creo en la historia porque la historia la hacen los hombres y cada hombre


tiene su pasión favorable o desfavorable. Yo no creo más que en una cosa: en mi
conciencia, y esa conciencia me dice que he cumplido con mi deber.
Maximiliano Hernández Martínez al renunciar a la presidencia.
6. Muerte y legado militar
Tras su renuncia a la primera magistratura, huyó vía terrestre a Guatemala,
donde fue recibido por su hermano Guadalupe, luego se movió hacia Estados
Unidos,
para finalmente trasladarse a Honduras. Ahí fue asesinado por Cipriano Morales,
su motorista, quien le asestó 17 puñaladas. El asesinato se perpetró en el
comedor de su residencia en Honduras, el 15 de mayo de 1966.
Tras la muerte del dictador, se le dio su nombre a una brigada de exterminio
anticomunista, que funcionó como escuadrón de la muerte.
7. VENTAJAS DEL REGIMEN MILITAR
 Se decretó la Ley Moratoria, mediante la cual redujo los intereses de los deudores
que estaban a punto de caer en bancarrota.
 Se eliminó la deuda nacional momentáneamente producto del auge del café y la
administración gubernamental.
 Se establecieron normas que representaban
 se construyeron importantes obras de infraestructura que impulsaron aún más el
desarrollo del sector industrial.
 creó las bases de sustentación de la modernización del capitalismo, que se
consolidó en la década de los sesenta con el auge del proceso de integración
centroamericana.
 la reforma agraria, cuyo requisito para obtener tierra era ser pobre. La reforma
agraria consistía en comprar propiedades privadas para distribuirlas a pequeños
propietarios.

8. DESVENTAJAS DEL REGIMEN MILITAR


 Gobierno autoritario y paternalista en el aspecto social, permitiendo a la clase
dominante evolucionar hacia formas más dinámicas y expansivas de producción
y explotación.
 La campaña electoral se caracterizó por la falta de garantías democráticas.
 Recrudecieron la represión, la cual fue desencadenada mediante la organización
de grupos paramilitares (Escuadrones de la muerte) con conexiones directas con
los militares como la Unión Guerrera.
 Se “echó por la borda” el proceso de democratización
 fueron violentadas las libertades constitucionales de los salvadoreños,
especialmente los que se oponían al régimen.
9. LA CRISIS MUNDIAL EN EL SALVADOR Y EL LEVANTAMIENTO
CAMPESINO DE 1932.

9.1 LA CRISIS MUNDIAL

La Gran Depresión, fue una crisis económica mundial que se prolongó durante la
década de 1929, en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Su
duración depende de los países que se analicen, pero en la mayoría comenzó
alrededor de 1929 y se extendió hasta finales de la década de los años treinta o
principios de los cuarenta. Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor
profundidad y la que afectó a mayor número de países en el siglo XX. En el siglo
XXI ha sido utilizada como paradigma de hasta qué punto se puede producir un
grave deterioro de la economía a escala mundial.
La llamada Gran Depresión se originó en los Estados Unidos, a partir de la caída
de la bolsa del 29 de octubre de 1929(conocido como crac del 29 o Martes
Negro, aunque cinco días antes, el 24 de octubre, ya se había producido el
Jueves Negro), y rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo.

La depresión tuvo efectos devastadores en casi todos los países, ricos y pobres,
donde la inseguridad y la miseria se transmitieron como una epidemia, de modo
que cayeron la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios y los precios.
El comercio internacional descendió entre un 50 y un 66 por ciento. El
desempleo en los Estados Unidos aumentó al 25 por ciento, y en algunos países
alcanzó el 33 por ciento. Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente
afectadas, especialmente las que dependían de la industria pesada, y la
industria de la construcción se detuvo prácticamente en muchas áreas. La
agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas,
que alcanzó aproximadamente un 60 por ciento. Ante la caída de la demanda,
las zonas dependientes de las industrias del sector primario, con pocas fuentes
alternativas de empleo, fueron las más perjudicadas.

Los países comenzaron a recuperarse progresivamente a mediados de la


década de 1930, pero sus efectos negativos en muchos países duraron hasta el
comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La elección de Franklin Delano
Roosevelt como presidente y el establecimiento del New Deal en 1932 marcó el
inicio del final de la Gran Depresión en Estados Unidos. Sin embargo, en
Alemania, la desaparición de la financiación exterior, a principios de la década
de 1930, y el aumento de las dificultades económicas, propiciaron la aparición
del nacional-socialismo y la llegada de Adolf Hitler al poder.

¿CÓMO AFECTO LA CRISIS MUNDIAL A EL SALVADOR?

En los principios del siglo XX aparece el dominio del capitalismo en El Salvador,


primeramente, como exportador de cultivo rentable de un solo tipo, para después
tratar muy débilmente de industrializar al país, intento que fracasara por la
marcada herencia de la economía colonial. Ésta peculiaridad (que además se
reproducirá en casi todas las economías centroamericanas) hace que el
capitalismo salvadoreño, posea sus propias características, que se centran en el
desarrollo del sector cafetalero, dirigiendo la inversión y la infraestructura hacia
éste sector. Lo que derivó en el sometimiento de los cafetales salvadoreños a las
leyes del mercado mundial y que la renta nacional (ingresos nacionales durante
un año) dependiera de la cotización (alzas y bajas) de los precios del café en el
mercado mundial, lo que hace que la economía salvadoreña entre al ciclo
económico capitalista.

Este desigual desarrollo del sector cafetalero hizo que se gestara una oligarquía,
que entró rápidamente en la dinámica del capitalismo, compitiendo con otros
sectores (que querían industrializar al país) para obtener el predominio en la
sociedad. El cambio en la estructura económica, afectó y transformó la
estructura social. El Salvador contaba con un pobre desarrollo urbano, el muy
débil proceso de industrialización se desarrollaba paralelamente al trabajo
artesanal. Lo que significaba que para los años veinte, El Salvador contará con
una población mayoritariamente agrícola o campesina, que limitaba la
organización y la movilización sindical, que nació entre 1920 y 1921, con huelgas
obreras en gremios como los zapateros, los sastres, etc. Proceso que se corona
con la formación en 1924 de la Federación de Trabajadores de El Salvador
(FRTS), como parte de la Confederación Obrera Centroamericana (COCA). Lo
que significó que de ahí empezara el movimiento sindical salvadoreño y el
nacimiento de la primera prensa obrera, El Martillo.

La lucha de la Regional de Trabajadores fundó la Universidad Popular, que elevo


el nivel político y cultural de los trabajadores más avanzados. Así como la
obtención de algunas reivindicaciones por medio de la presión ejercida por la
Regional, como la Ley de Protección a los Empleados del Comercio del 31 de
marzo de 1927 y la jornada de ocho horas el 13 de junio de 1928.

Para 1929, la economía salvadoreña era atrasada y aunque se inicia el año


como la continuación de un período de auge económico, debido al elevado
índice de la producción de café y a sus extraordinarios precios, para el segundo
semestre la situación cambia bruscamente; los precios del café bajan en un 45%
y el crack de Nueva York repercute de inmediato en la economía del país,
evidenciando su dependencia y vulnerabilidad. La caída acelerada de los precios
incide duramente en todos los sectores de la economía nacional, afectando de
manera aguda a la sociedad salvadoreña.
La crisis golpea tanto a los sectores del campo como a los de la ciudad. La baja
en los precios de los cereales arrastra al hambre y a la desesperación a los
pequeños campesinos (poquiteros) y a los aparceros. A los empleados estatales,
y aún a los militares, no se les paga, porque la economía se encuentra destruida.
Los efectos de la crisis en El Salvador se prolongaron más allá de 1931, pero en
éste año la situación empeoro, golpeando de una manera más salvaje a loa
campesinos pobres. Pues al no haber cosechas ese año, no había como obtener
recursos y la angustia cubría a grandes capas de jornaleros agrícolas, que se
encontraban ante una inminente muerte por falta de alimento.

10. LEVANTAMIENTO CAMPESINO DE 1932

El levantamiento campesino de 1932 en El Salvador fue una mezcla entre


protesta e insurrección que acabó en etnocidio. Tras la llegada de los españoles
a territorio salvadoreño, la situación económica y social de los nativos se
caracterizó por la constante decadencia de las condiciones de vida, la cual se
incrementó en los años próximos a la independencia. Tras la independencia de
El Salvador, los gobiernos fueron propiciando la creación de un sistema
desigual, el cual dejaba alejadas del progreso a las poblaciones nativas de los
territorios del Señorío de Cuscatlán.

El Salvador, sumido en una profunda crisis económica por la caída de los


precios del café y la crisis de 1929. El malestar social en El Salvador había
crecido durante toda la década de 1920 a causa de los abusos por parte de la
clase política y la amplia desigualdad entre los terratenientes y el campesinado,
producto de las políticas aplicadas sobre latifundios. Dicho malestar se vio
agudizado por la tremenda baja de los precios del café y el creciente desempleo;
debe tenerse en cuenta que durante las dos últimas décadas del siglo XIX y las
primeras tres décadas del siglo XX, la economía salvadoreña se sostuvo gracias
al cultivo del café, de tal forma que dicha época se conoce como la "república
cafetalera". En tal sentido, la caída de los precios del café significó el despido
masivo de campesinos y el cierre de varias haciendas, lo cual llevaría a una
crisis económica muy profunda.

El sector cafetalero nacional había surgido por la acumulación de riquezas por


parte de un pequeño grupo de hacendados y comerciantes, los cuales,
aprovechando el negocio cafetalero, habían acaparado una gran cantidad de
terrenos, dando empleo a campesinos, buena parte de ellos indígenas. Sin
embargo, debe tenerse en cuenta que el empleo brindado por los hacendados
fue deformándose hasta convertirse en explotación, ya que la paga era muy
poca y el trato hacia los campesinos era despótico. Para finales de 1930, la paga
en las haciendas consistía en dos tortillas y dos cucharadas de frijoles
sancochados al inicio y al final de la jornada. Como agravante, las fichas
(monedas locales) con que se Pagaba en las haciendas, solo podían ser
cambiadas por productos en la tienda que pertenecía al mismo dueño que el
cafetal, por lo cual existían monopolios locales que encarecían el alimento. Se
calcula que la alimentación en la época para un jornalero no sobrepasaba el
costo de $0.01 al día, por lo cual los beneficios de los hacendados eran bastante
considerables. De hecho, para 1924, la producción total de café variaba entre 32
y 53 millones de kilogramos. El precio por cada quintal (46 kilogramos), oscilaba
entre 42.55 colones; el cálculo de costos de producción para un quintal era de 13
colones, de los cuales dos iban a las manos del trabajador, uno a las arcas del
Estado, uno a los vendedores de insumos y nueve a los grandes hacendados.

Por otro lado, la situación económica mundial causada por la crisis de 1929
fomentaba la falta de oportunidades en países como El Salvador, al grado de
marcar los años de menor progreso en el país en la primera mitad del siglo XX.
Pese a que la crisis afectaba a la población entera del país (y de casi toda
Latinoamérica), en el occidente de El Salvador la crisis era más aguda puesto
que las políticas de los presidentes Pío Romero Bosque y Arturo Araujo habían
llevado al casi total despojo de las tierras a los campesinos locales, generando
gran malestar, lo cual se unía a las acciones militares que de manera tácita
amedrentaban a los campesinos para que se abstuviesen de protestar. Dicha
zona estaba altamente poblada por indígenas de origen pipil. Los indígenas,
sistemáticamente separados del escaso progreso económico, intentaron obtener
ayuda de las autoridades reconocidas por su centenaria tradición
jerárquica. Pese a que las leyes no concedían ninguna prebenda o
reconocimiento oficial a los caciques, los indígenas respetaban y obedecían a su
autoridad. Por otro lado, la clase política había buscado el acercamiento a los
caciques para obtener el apoyo de sus gobernados en elecciones y consultas
populares, por lo que tenían alguna posibilidad de ser escuchados por las
autoridades gubernamentales.

Para paliar la crisis económica, los indígenas se habían organizado en


asociaciones de cooperación, mediante las cuales se brindaba empleo a los
indígenas que no lo poseían, a cambio de que estos colaborasen con las
festividades católicas. Los encargados de dirigir dichas asociaciones eran los
caciques, quienes representaban a los desempleados ante las autoridades y
supervisaban el trabajo realizado. Feliciano Ama, por ejemplo, era uno de los
caciques más activos y estimados por la población indígena; había hecho
gestiones de ayuda económica con el presidente Romero a cambio de la
colaboración en su candidatura. Por otro lado, la crisis se agudizaba por el
conflicto permanente entre las poblaciones indígenas y los habitantes de la zona
que no pertenecían a su etnia. Evidentemente, las poblaciones de "no indígenas"
estaban mejor relacionadas con las urbes gubernamentales, por lo cual, cuando
ocurrían revueltas o combates, el ejército arrestaba a los líderes indígenas y se
le condenaba a muerte.
Otro elemento que antecedió a la rebelión campesina fue la inestabilidad política
del país. Durante las elecciones de 1931, fue elegido Arturo Araujo, quien redujo
los salarios en más de un 54%. Tras diversas acciones de rebelión militar, el
presidente Arturo Araujo fue derrocado y sustituido por un Directorio cívico;
luego se dio la llegada al poder del General Maximiliano Hernández Martínez en
diciembre de 1931, la cual marcó el inicio de lo que se conoce como "dictadura
militar". La gestión de Hernández Martínez se caracterizó por la severidad de
sus leyes y de sus juicios. La pena por robar era la amputación de una mano,
por ejemplo. Martínez fortaleció los cuerpos de seguridad y se mostró
especialmente agresivo en materia de rebeliones, decretando la muerte para
cualquiera que se levantase contra el régimen.

Gozaba de una popularidad muy alta, tanto que hasta la fecha, algunas
personas añoran sus medidas en materia de seguridad; muy poco se escribe de
tal sentimiento popular, pero es fácilmente verificable al conversar con ancianos
que vivieron su gestión. Sus más fieles defensores fueron sus empleados
directos, tal es el caso del empresario Luis Escalante Arce, quien se desempeñó
como ayudante en una de las secretarías de Estado durante la gestión de
Hernández Martínez Dadas las circunstancias de pobreza y desigualdad,
algunos de los campesinos despojados de sus tierras y sometidos a trabajo mal
remunerado empezaron a rebelarse contra los terratenientes y contra las
autoridades. Al inicio fue de manera individual, lo cual facilitaba que las
autoridades detuviesen o amenazasen a los rebeldes. Los grandes
terratenientes estaban fuertemente ligados a las autoridades militares, por lo
cual la defensa de las haciendas era realizada por cuerpos oficiales de
seguridad.
Después de varios arrestos, los campesinos iniciaron un proceso de
organización de bajo perfil, es decir, con un objetivo común pero sin ningún
modelo jerárquico; en tal sentido, los esfuerzos seguían siendo aislados y
dispersos, fácilmente sofocados por los cuerpos de seguridad, que arrestaban a
los rebeldes y los ponían a disposición de las autoridades, quienes los
condenaban posteriormente al paredón de fusilamiento o a la horca. No existen
datos acerca de la cantidad de ejecuciones perpetradas en las semanas previas
al levantamiento general; sin embargo, se sabe que fueron condenados muchos
de los líderes campesinos, así como los funcionarios públicos que colaboraban
de alguna forma con ellos.

10.1 CRÓNICA DEL LEVANTAMIENTO CAMPESINO


En las últimas horas del 22 de enero de 1932, miles de campesinos en la zona
occidental del país se alzaron en rebelión contra el régimen. Armados
principalmente de machetes, atacaron las haciendas de los grandes
terratenientes y varios cuarteles, obteniendo el control de algunas poblaciones
como Juayúa, Nahuizalco, Izalco y Tacuba. Por otro lado, cuarteles como los de
Ahuachapán, Santa Tecla y Sonsonate resistieron el ataque y se mantuvieron al
servicio del gobierno nacional. Los asesinatos realizados por los rebeldes
campesinos fueron veinte civiles y treinta militares.

Según el testigo Alberto Shul, habitante de Nahuizalco, "habían saqueado todo


el pueblo". El líder sublevado Francisco "Chico" Sánchez ordenó que le
entregaran todos los títulos de propiedad de la ciudad.
La primera ciudad en ser tomada fue Juayúa, donde fue asesinado el
terrateniente Emilio Radaelli; además, su esposa fue violada y posteriormente
asesinada. También fue ejecutado el coronel Mateo Vaquero, comandante local.

En Izalco, el saldo del levantamiento incluyó la ejecución del alcalde, Miguel Call,
y del alcalde electo, Rafael Castro. En la población de Colón, fueron ejecutados
Efraín Alvarenga, secretario municipal, Damasio Cruz, agente de la policía y al
comandante local, coronel Domingo Carlos Campos.

Existen diversas versiones de los hechos; sin embargo, es bastante difícil


asegurar que una es la correcta puesto que muy pocos fueron los sobrevivientes
de dicha rebelión. Se dice que los indígenas atacaron propiedades privadas y
realizaron delitos y acciones vandálicas sobre poblaciones enteras; ciertamente,
existen testimonios que respaldan dicha tesis, pero existe la posibilidad de que
oportunistas se uniesen al levantamiento campesino para realizar actos
delictivos. No puede ni confirmarse ni desmentirse de manera concluyente la
participación de indígenas y campesinos en el saqueo; lo único que puede
asegurarse es que el motivo fundamental de los eventos fue el levantamiento
contra el régimen, por tanto, cualquier acto de ataque a propiedad privada, fue
un apéndice del movimiento en general, convirtiéndose en hechos aislados al
objetivo de los campesinos.

Otra polémica acerca de aquel levantamiento se vincula a la relación entre los


campesinos y el PCS. La coincidencia temporal de ambos levantamientos y la
similitud de las causas de cada uno hacen pensar que estaban vinculados e
incluso, coordinados. Algunas teorías afirman que el PCS utilizó la situación de
pobreza de los campesinos para convencerlos de actuar en conjunto y alzarse
contra el régimen; Poco o nada se conoce acerca de la relación entre ambos
grupos y mucho menos acerca de negociaciones u homólogos. Autores como
Eric Ching, especialista en el tema, afirman que el levantamiento campesino no
pudo ser coordinado por el PCS puesto que el partido tenía demasiados
problemas como para dirigir una insurrección a varios kilómetros de distancia. Se
agrega, además, que pudo haber una tercera fuerza alzándose, la cual se trató
de sindicatos inconformes con la política salaria en el sector formal.
El gobierno no tardó en reaccionar, recuperando el control del territorio
salvadoreño en un par de días, por medio de un despliegue militar con el objetivo
de someter a todos los rebeldes. El general José Tomás Calderón gozó de
armamento y efectivos en abundancia:

El empleo del armamento superior fue el elemento decisivo en la confrontación y


los relatos hablan de "oleadas de indígenas, barridos por las ametralladoras". En
seguida vino una severísima represión, ejecutada tanto por unidades del ejército,
la policía y la Guardia Nacional, como por voluntarios organizados en "guardias
cívicas".

Historia de El Salvador, Tomo II, pág. 133, Convenio Cultural México-El


Salvador, Ministerio de Educación, 1994
Las guardias civiles eran personas voluntarias que se ponían al servicio de los
cuerpos de seguridad para colaborar en las labores de patrullaje y en caso de
necesidad, combatían junto a los militares.

Los cadáveres apilados en la calle fueron un cuadro común en aquellos días;


pese a los esfuerzos por aproximarse a una cifra fidedigna de fallecidos en las
setenta y dos horas posteriores al levantamiento, no puede asegurarse un
número en concreto, aunque varios historiadores coinciden en que fueron
alrededor de veinticinco mil personas fallecidas. Aquellos que sobrevivieron
pero fueron capturados, se sometieron a juicio y acabaron inevitablemente
condenados a muerte.

Después de la rebelión, fue ahorcado el líder campesino Francisco Sánchez,


mientras que su homólogo, Feliciano Ama, fue linchado y colgado luego su
cadáver en presencia de los niños de una escuela.

11. OTROS OJOS EN EL LEVANTAMIENTO CAMPESINO DEL 32

Thomas P. Anderson comienza su libro Matanza con un sombrío recuerdo: “Fue


como si la naturaleza hubiese enloquecido. Toda la porción norte de
Centroamérica había convulsionado cuando los volcanes de Fuego, de Agua y
Acatenango en Guatemala hicieron erupción simultáneamente la noche del 22
de enero de 1932. Para no quedarse atrás, ‘el Faro del Pacífico’, el más famoso
de los volcanes de El Salvador, se les unió”.
Ese día, a media noche, atendiendo órdenes de Agustín Farabundo Martí (cuya
memoria es perpetuada en el partido que lleva su nombre, el FMLN), los
contingentes comunistas se movilizaron para atacar los cuarteles de las
principales ciudades del occidente del país, principalmente de los departamentos
de Sonsonate y Ahuachapán, pero incluyendo también a la Policía y a la Guardia
Nacional en San Salvador.

Las órdenes eran: “Utilicen ustedes en su contra (de las fuerzas del Gobierno)
todo lo que esté a su alcance, es decir, disparen inmediatamente o mátenlos de
cualquier forma, sin tardanza. Dispongan de ellos, respetando únicamente la
vida de los niños”.

El partido comunista también había estado muy activo en Colón y sus


alrededores. Para las elecciones municipales, había propuesto candidatos de
sus filas. Pero las elecciones fueron canceladas y, como consecuencia, la
población se vio amenazada por la violencia comunista.
Federico Portillo, vecino prominente de Colón, decidió tomar medidas contra un
posible levantamiento. El 22 de enero visitó a su amigo, un señor Dalton, quien
le prestó una carabina y alguna munición. De regreso en Colón, Portillo y sus
seguidores, notaron cómo la puerta de la alcaldía había sido violentada y estaba
abierta. Al entrar tropezaron en la oscuridad con muebles, gavetas y archivos
habían sido dispersados por el suelo. Más adentro tropezaron con el cuerpo sin
vida del secretario municipal, Efraín Alvarenga, que había muerto macheteado.
Otro, el policía municipal Damasio Cruz, estaba aún vivo pero herido por bala, de
gravedad.
Las masas rebeldes habían llegado a la ciudad poco antes de las dos de la
mañana y habían permanecido allí algo más de una hora, asaltando la alcaldía,
la comandancia y el telégrafo. El telegrafista, Félix Rivas, quien sobrevivió el
asalto, relató la historia al Diario Latino que la publicó el 1 de febrero de 1932.
Rivas contó cómo había despertado alarmado por los ruidos de pedradas
lanzadas contra su casa cuya puerta era violentada con machetes y almáganas.
Los rebeldes irrumpieron la casa gritando “Viva el Socorro Rojo”, y “Viva la
República Soviética”. Félix trató de resistirse, pero lo inmovilizaron hiriéndolo a
machetazos por todo el cuerpo, amputándole las manos y sacándole un ojo.

El comandante local no tuvo tanta suerte. Fue muerto a machetazos por un tal
Antonio Avelar Sosa, uno de los dirigentes de los rebeldes; este, Simeón
Cerbellón, Brigido Monzón y Andrés Torres fueron los responsables del asalto a
la ciudad.

Los habitantes de Colón, agradecidos porque los asaltantes no hubiesen


permanecido más tiempo en la ciudad, se prepararon para hacerle frente a
posibles nuevos asaltos. A eso de las ocho de la mañana del 23 de enero, un
grupo de cerca de cuatrocientos hombres avanzaba hacia la ciudad. Al
enfrentarse a ellos, los rebeldes abrieron fuego y los colonenses respondieron
de igual modo haciéndolos huir en desbandada.

La razón probable de lo fácil que resultó hacer huir a los levantados fue el hecho
que, poco antes, ellos mismos habían formado parte de un grupo de varios
millares que partieron hacia Santa Tecla y encontraron fuerte resistencia a la
altura de la finca San Luis, de propiedad de don Ernesto Guirola, por parte de
una patrulla encabezada por el capitán Salvador Iraheta, destacado en el
regimiento de la ciudad. Para dispersarlos, el capitán Iraheta ordenó a sus tropas
que dispararan al aire, pero como resultado obtuvo una reacción violenta de los
rebeldes quienes se abalanzaron contra los soldados, e Iraheta no tuvo más
recurso que abrir fuego, resistiendo hasta cuando refuerzos bajo el mando del
coronel Salvador Ochoa de la Guardia Nacional se hicieron presentes,
desarticulando así el asalto contra Santa Tecla que había avanzado hasta la
altura de la pila de La Favorita.

Diez días después del levantamiento, anclaron en el Puerto de Acajutla los


barcos de guerra Skeena y Wancouver (británicos) y Róchester
(estadounidense), los cuales habían sido enviados con la misión de proteger los
intereses de sus connacionales residentes o inversores en El Salvador El jefe de
operaciones de El Salvador, el General José Tomás Calderón les respondió
diciendo que “la paz en El Salvador está restablecida, que la ofensiva comunista
ha sido totalmente abatida y dispersa y que se llegará a la completa
exterminación. Que están liquidados cuatro mil ochocientos Bolcheviques”.
Ha desaparecido el peligro de que los comunistas se levanten en armas, pero el
Secretario General del Partido Comunista Salvadoreño se perfila como el
candidato por el FMLN para las elecciones presidenciales del próximo año. Él
estaba en pañales en 1932, pero los motivos que indujeron el levantamiento ese
año son la base fundamental de su doctrina y generan sus acciones y
tendencias, aun hoy, años después.
12. CONCLUSIÓN DE UNA MUERTE ANUNCIADA

Es evidente que una consecución de eventos nefasto como creados por el


mismo diablo generaron las condiciones propias y apropiadas para un
levantamiento campesino eventos que nos lleva a concluir que en el seno de la
mentes y corazones de cada uno de ellos existía una razón valedera para
levantarse en armas y terminar con los abusos continuos de la oligarquía
naciente y el Estado.
La adversa situación económica a consecuencia de la crisis mundial en 1929. La
crisis dio inicio en los Estados Unidos de Norte América, en la bolsa de valores
Wall Street la cual era la encargada de comprar y vender las acciones de las
empresas. En octubre de 1929 las acciones bajan de precio afectando de
inmediato al sistema financiero de los Estados unidos, y a las empresas
Norteamérica y europeas que hacían sus préstamos a estas entidades.

Las empresas al no tener acceso a crédito para financiar sus operaciones se ven
en la obligación de despedir de forma masiva a sus empleados. En un periodo
corto se vieron afectadas la productividad y las exportaciones afectando en
mayor medida a los países pobres.

Durante este periodo la economía de El Salvador estaba basada en un 95%


sobre el café, al bajar las exportaciones la economía del país se ponía en una
difícil situación. Incluso el historiador Thomas Anderson en su libro El Salvador
1932 se menciona que en los primeros meses de 1930 los cafetaleros dejaron
perder toda su cosecha de café, debido a los bajos precios ofrecidos en el
mercado mundial. Obviamente a estas alturas la subsistencia se volvía cada día
más difícil lo que conllevo a ciertos sectores populares a organizarse y comenzar
a velar por sus derechos que tanto habían sido pisoteados.

Desigualdad y despojo de las tierras (“el Malestar Agrario”). Posteriormente a la


independencia de El Salvador, se comenzó al despojo de las tierras (ejidos) que
les pertenecían a los indígenas y paso a manos de los hacendados y
terratenientes quedando en manos de una sola persona las tierras comunales
que les pertenecían a los indígenas, esto como era de esperarse causo
descontento a lo largo de varias décadas. Los campesinos que en su mayoría
eran indígenas eran explotados al momento de trabajar la tierra por parte de los
hacendados ó terratenientes incluso eran violados todos los derechos como
seres humanos.

Los “sucesos de 1932” como algunos historiadores se han tomado la tarea en


llamar, es una concurrencia de varios factores que incidieron para que el pueblo,
en su mayoría campesinos-indígenas, se sublevaran en contra de la dictadura
militar del General Maximiliano Hernández Martínez, apoyado por la oligarquía
cafetalera. Para algunos este suceso fue un levantamiento campesino, para
otros una insurrección propiamente dicha, y no falta quien opine que fue un
movimiento comunista para la toma del poder. Todos tienen relativamente la
razón, porque las variables de esos acontecimientos del 32 reúnen las
características de las denominaciones que anteriormente señalamos; pero fue
también, a mi juicio, un etnocidio; porque la mayoría de asesinados fueron
campesinos y nativos que representaban la mayoría de la población salvadoreña
en la zona donde se generaron estos hechos; en una palabra, integradora, fue
un hecho abominable en la historia no sólo de El Salvador, sino de la
humanidad.

Es oportuno señalar la importancia de recobrar la verdadera memoria histórica


de nuestro pueblo, la cual los anteriores regímenes han ocultado durante tanto
tiempo. Es de mencionar que la rebelión de 1932 finaliza con el fusilamiento de
uno de sus líderes, como fue Farabundo Martí, y por supuesto tiene que resaltar
el nombre de otros líderes que sobrevivieron a la masacre como Miguel Mármol,
fundador del Partido Comunista Salvadoreño y dirigente sindical. Así finaliza el
levantamiento del 32 pero se recrudece la represión contra el pueblo
salvadoreño mediante la imposición de un estado de excepción que se promulgó
y prolongó durante la dictadura de Martínez hasta las posteriores dictaduras
militares.

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