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UNIVERSIDAD MEXICANA DE

EDUCACIÓN A DISTANCIA

ACTIVIDAD DEL ASESOR

ASESORA: PSIC. GABRIELA BENITES F.


ALUMNA: BETSAIDA BETUEL CASTREJON
MANJARREZ

CUERNAVACA, MORELOS, NOVIEMBRE DE 2019.


"EL SUSURRO DEL LENGUAJE: MÁS ALLÁ DEL LENGUAJE Y LA ESCRITURA"

CAP.II DE LA OBRA AL TEXTO


La muerte del autor

Desde hace algunos años es un hecho que se ha operado o se está operando un cierto
cambio en la idea que nos hacemos del lenguaje y en consecuencia, de la obra literaria
que debe a este su existencia como fenómeno. Este texto que tiene como fin expresar lo
que se ha plasmado en el segundo capitulo de la obra citada en referencia a que nos
hemos interesado excesivamente por el autor y en absoluto por el lector , el autor está
considerado como eterno propietario de la obra, y nosotros, los lectores, como simples
receptores: esto implica evidentemente un tema de autoridad: el autor, según se piensa,
tiene derechos sobre el lector, lo obliga a captar un determinado sentido de la obra, y ese
sentido, naturalmente, es el bueno, el verdadero, lo que se trata de establecer es siempre
lo que el autor ha querido decir, y en ningún caso lo que el lector entiende.

La lectura como fragmento que escribimos en nuestro interior cuando leemos separa o
asocia al texto material, es decir a cada una de sus frases da otras ideas, otras imágenes
y otras significaciones.

Abrir el texto y exponer su lectura, no solamente es pedir que se interprete libremente lo


leído, de manera mucho más radical, es conducir al reconocimiento de que no hay verdad
objetiva o subjetiva de la lectura, leer es hacer trabajar a nuestro cuerpo siguiendo la
llamada de los signos del texto, de todos esos lenguajes que lo atraviesan y que forman
una especie de matizada profundidad en cada frase.

Barthes discute el método de lectura y critica que se basa en aspectos de la identidad del
autor sus opiniones políticas, contexto histórico, religión, etnia, psicología u otros atributos
biográficos o personales para extraer el significado del trabajo del autor. En este tipo de
crítica, las experiencias y los prejuicios del autor sirven como una "explicación" definitiva
del texto. Para Barthes, este método de lectura puede ser aparentemente ordenado y
conveniente, pero en realidad es descuidado y defectuoso: Dar un texto a un autor y
asignarle una interpretación única y correspondiente es imponer un límite a ese texto, por
esto expresa que metodológicamente es importante la muerte del autor, puesto que lo
que interesa al lector es el estudio de la realidad no como referente, el autor es pues una
construcción que se produce sobre el texto, es sobre esta situación que relaciono el
contenido de la unidad I de la guía de autoestudio con el capítulo mencionado, pues
Barthes da mayor validez al método semiológico, que representa la instancia donde "algo
significa algo para alguien" y es por lo tanto portador de sentido, por tanto desde la
semiología estudia la creación, el rol del autor en el texto.

"La semiología distingue entre la denotación y la connotación; entre claves o códigos y los
mensajes que transmiten, así como entre lo paradigmático y lo sintagmático" 1.

Enfocándonos ahora al ejercicio de la escritura, esta necesita obligatoriamente de un


autor que se despoje de estereotipos, que se diluya, que pueda transformarse, ya que al
desempeñar su papel vuelve al texto subjetivo, es decir, sujeto a una consciencia.

Aunque todavía sea muy poderoso el imperio del autor, es obvio que algunos escritores
hace ya algún tiempo que se han sentido tentados por su derrumbamiento. Aún así
impera el autor en los manuales de historia literaria, las biografías de escritores, las
entrevistas de revista, y hasta en la misma conciencia de aquellos que leen, que tienen
buen cuidado de reunir su persona con su obra gracias a la imagen de la literatura que es
posible encontrar en la cultura común y que tiene su centro, en el autor, su persona, su
historia, sus gustos, así como sus pasiones.

Hoy sabemos que un texto no está constituido por una fila de palabras, de las que se
desprende un único sentido, teológico, en cierto modo sino por un espacio de múltiples
dimensiones en el que se concuerdan y se contrastan diversas escrituras, ninguna de las
cuales es la original: el texto es un tejido de citas provenientes de los mil focos de la
cultura.
1
Eagleton, 1994
En resumen Barthes propone que la muerte del autor es ubicarse en el momento en que
lo que un autor escribió llega al destinatario es decir el sujeto y este resignifica lo que a él
llega, partiendo desde varias entradas entre las que está el lenguaje, entendiendo que el
sujeto es efecto del "lenguaje", es desde el lenguaje que hablamos, escribimos y desde
ahí leemos y escuchamos. Ahora bien, la posición de quien escribe como autor, nos
ayuda a entender el contexto del enunciado e implica Autor-autoridad (agotar el discurso
con la realidad plena) y por lo tanto el poder, estos elementos están instalados en nuestra
mente, y forman parte de la cotidianidad, están completamente naturalizados, no los
cuestionamos en lo más mínimo, lo cual, desde mi punto de vista, es problemático.

Barthes toma dos grandes aristas de análisis para descubrir la esencia del texto: la
muerte y el tiempo. La muerte del autor significa el corte e irrupción que se da a partir de
la escritura, es decir en el momento en que el autor escribe una obra ésta se establece
dentro de un tiempo que deja de ser en si mismo para pasar a ser el tiempo del lector, de
tal modo provoca una doble muerte de lo “real”, entendido lo real en términos lacanianos
como aquello que sale de la representación, la representación del autor deja de ser y se
convierte en el proceso de significación del lector. Dentro de la línea de Lacan, podríamos
decir que el texto es lo real, es lo que escapa de la representación lingüística pero que
permite entender que existe una referencia de “original”, nunca visible siempre móvil pero
existente. Las condiciones de posibilidad pueden actuar sobre la escritura pero dejan de
existir en el momento en el que se alejan del autor y pasan al lector, pues éste no
entiende al texto como único, determinado, sino como un grupo de símbolos y signos que
dentro de la subjetividad del lector vuelven a ser resignificados.

No considero que existan relatos que puedan actuar sobre lo real pues esto no existe en
sí. Lo “real” es invisible pues el momento en que se vuelve visible es representación y de
tal modo deja de ser “real”. Entonces todo relato significa la muerte del autor pues todo
relato pasa de lo real a la significación a la representación y al símbolo, y vuelve, cuando
es leído del símbolo a la representación y a la significación para el lector. Vuelvo sobre la
misma idea, el tiempo del autor muere el momento en que el relato se manifiesta como
representación para ser significada por el lector pues entra dentro del tiempo de éste
matando el espacio del autor. Para mi, todo relato es doble muerte del autor, de su
concepto de lo “real” y de su condición como sujeto en el tiempo. La obra es la nostalgia
de lo inexistente, de lo real irrepresentable.
BIBLIOGRAFIA

"El susurro del lenguaje: Más allá del lenguaje y la escritura." Barthes Roland,
Sevil, Paris, 1984.

Eagleton, 1994

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