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ARTÍCULOS

DE

INVESTIGACIÓN

HUMANIDADES
LA EMERGENTE SOCIEDAD
NACIONAL PERUANA
JOSÉ MATOS MAR

Resumen

El artículo bosqueja y analiza el dinámico proceso de cambios iniciado en la


década de 1940 al comenzar la migración de casi ocho millones de provincianos
del Otro Perú olvidado y discriminado, pobre y en mucho rural, a las ciudades
costeñas, especialmente la gran Lima, a fin de abatir su precariedad y pobreza
milenaria, lograr bienestar y modernización, participación y ciudadanía,
ocasionando, por su masiva presencia un desborde popular a escala nacional,
demostrando con ello la incapacidad y crisis del Estado para resolver sus
necesidades y problemas. Al rebasarlo y tener éxito en setenta años, 1940-2010,
logró en la primera década del presente siglo contribuir fundamentalmente a
forjar, por vez primera en el proceso peruano una auténtica sociedad nacional
plural y andina integrada por 30 millones de ciudadanos peruanos. Un nuevo
Perú emergente que plantea un reajuste y reforma total del Estado y de la nación.

Palabras clave:

Sociedad nacional, emergentes del Perú, modernización, ciudadanía.

Abstract

This article draws and analyses the dynamic process of changes in the early
decade of 1940 right at the beginning of the migration of almost eight million
people from the provinces representing that Other Peru, forgotten, discrimina-
ted, poor and rather rural; to the cities of the coast, especially Lima, in order to
overcome their precariousness and millenary poverty, achieve wellness and
modernization, participation and citizenship. This, because of their massive
presence, led to a popular breakthrough of national scale, showing in its way the
State crisis and incapacity to resolve their problems and needs. Having overw-
helmed it and succeed over the past seventy years, 1940 – 2010, in the first decade
of the current century it got to fundamentally contribute to shape, for the first time
in the peruvian process, an authentic national society , plural and andean,
conformed by 30 million peruvian citizens. A new emerging Peru that brings up
an adjustment and total reform of the State and the nation.

Key words:

National society, emerging Perú, modernization, citizenship.

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El drama histórico del Perú fue no lograr constituir una sociedad nacional. Hecho
evidenciado cuando, tras pocos siglos de dominación, el Tawantinsuyu o Estado Inca
empezó a ser traicionado por los grupos étnicos regionales desde el primer día de la
llegada de Francisco Pizarro. Al régimen colonial no le interesó forjar una sociedad
nacional porque, precisamente, la base de su poder fue la desintegración étnica de las
poblaciones conquistadas. Durante la república, en cambio, ni el mercantilismo
oligárquico ni el capitalismo dependiente, lograron construir un sistema social y político
incluyente y, por el contrario, consagraron la fractura entre Estado y nación.

Esta contradicción estructural, lejos de constituir un panorama estático, engendró un


indetenible juego de fuerzas sociales que he interpretado como desborde popular
cuando, ante la incapacidad del Estado para resolver las demandas sociales, económicas
y políticas de la población a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, masas de
emigrantes del Otro Perú, olvidado y discriminado, acabaron rebasándolo y
acorralándolo.

Este dinámico proceso de cambios, al iniciarse el siglo XXI se ha acelerado y acentuado.


El propósito de este artículo es bosquejar y analizar este hecho, proponiendo que la otra
cara del desborde del Estado, que ya se ha convertido en permanente, en estas dos
últimas décadas, es la formación por vez primera en el proceso histórico peruano de una
emergente sociedad nacional. Sociedad de rostro plural, multiétnico y multilingüe,
predominantemente urbano, emprendedor, de costeños, serranos y amazónicos
identificados como peruanos y que ha sido posible solamente por la presencia masiva
del Perú discriminado y olvidado en el mundo urbano..

Fenómeno que ha sido perceptible a lo largo de las últimas siete décadas, etapa que
defino como la Historia corta del Perú y que resulta fundamental para analizar el
derrotero futuro de la nueva sociedad peruana.

Un proceso original

A partir de la década de 1940, especialmente después del fin de la Segunda Guerra


Mundial, los países de América Latina y El Caribe, al igual que los otros en desarrollo,
fueron afectados por el acelerado cambio que ocurría en el universo: el fin del
predominante mundo rural y la expansión del mundo urbano como la mejor manera de
vivir en el planeta Tierra, el acelerado cambio demográfico y el notable avance de la
ciencia y la tecnología. Este proceso de urbanización dio origen a una activada
modernización en todas las sociedades nacionales en consonancia con sus
características geográficas, evolución histórica y crecimiento poblacional.

Hasta ese momento el Perú era un país escindido entre la longitudinal y pequeña zona
costeña y las macro regiones serrana y amazónica. La costa desde 1535 era la zona
moderna y desarrollada, el Perú Oficial. Las otras dos regiones eran el Otro Perú. Dos
conjuntos contrastados desde el siglo XVI por la gran diferencia física, social, cultural,
económica y política existente entre ambos. Debido fundamentalmente a la conquista y
colonización española, el único cambio estructural ocurrido en el proceso peruano, fue
el extraordinario centralismo limeño, el Perú era Lima y la costa urbana era el nuevo
espacio lineal de poder que sustituyó al Cusco y su región serrana sede del milenario
proceso de desarrollo indígena, alterando el ordenamiento territorial transversal del

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Perú Antiguo por un ordenamiento longitudinal, con lo cual el resto del espacio físico
peruano se constituyó en la provincia discriminada y olvidada.

Debido a esta situación y a la severa crisis que afectaba a la provincia, sus pobladores
decidieron espontáneamente en la década de 1940 migrar e integrar el mundo urbano
moderno, convertirse en ciudadanos y ser peruanos como los otros integrados en el Perú
Oficial. Es así cómo millones de pobladores, serranos preponderantemente, rurales y
habitantes de comunidades indígenas, aldeas, pequeños pueblos y ciudades medias
tradicionales, en consonancia con el proceso de urbanización mundial, pacíficamente y
por decisión propia, optaron por esta alternativa volcándose a la gran Lima y las
principales ciudades costeñas porque vivir en ellas era la gran solución para abatir su
precariedad y pobreza milenaria, lograr la modernización y el bienestar, la participación
y ciudadanía.

Esta masiva y creciente población migrante dio fin al predominio del mundo rural y
alteró el rostro de las ciudades en las cuales el Perú Oficial representante del poder
nacional, tradicional y criollo, mantenía la ilusión de ser depositario de la identidad y ser
actor de una reducida sociedad elitista, tradicional y criolla, cuya capital, la gran ciudad
limeña era sede de una república milenariamente centralista.

Migrar a las ciudades en la mayoría de los países latinoamericanos fue únicamente una
meta y sólo para el Perú tuvo connotaciones mucho más trascendentes, porque no fue
solamente un fenómeno de trasvase poblacional de la provincia serrana y amazónica a
las ciudades de la región moderna de la costa sino un desborde del Otro Perú, un gran
conglomerado pluricultural, provinciano, multiétnico, mayoritario y discriminado que
como una revolución cultural trastocaba las pautas institucionales y organizativas de un
Estado precario en crisis permanente. La provincia, el Otro Perú, al hacerse presente de
esta manera en las ciudades alteró y cambió los patrones culturales y sociales que
encauzaban a la reducida sociedad nacional transformándola y dando origen a cambios
estructurales que, cuestionando la autoridad del Estado y el orden imperante derrumbó
el rostro tradicional y criollo del mundo urbano del Perú Oficial.

Un cambio contemporáneo trascendental

La masa migrante de sectores populares y medios que provenía del Otro Perú,
provinciano, indígena, comunitario, segregado y olvidado por la geografía y la historia,
al abandonar su tradicional lugar de origen y optar por vivir en las principales ciudades
costeñas, especialmente Lima sede del poder nacional, inició una transformación
profunda y sustantiva de la precaria y limitada sociedad nacional, ocasionando el
desmoronamiento del orden tradicional, la reivindicación regional, el despegue
económico, la reconversión cultural y el comienzo, por vez primera, de una real
sociedad nacional al iniciar la integración de un país contrastado y pluriétnico, dando
inicio al proceso de surgimiento de una identidad común y a la participación ciudadana
de casi el íntegro de sus pobladores, 30 millones de habitantes en la vida nacional,
superando la histórica escisión entre sociedad, estado y nación y abatiendo la pobreza
milenaria de millones de habitantes.

Esta singularidad y especificidad del proceso peruano tuvo su concreción en la barriada


que creó el poblador migrante en su acomodo urbano. Esta comunidad popular urbana
fue el reflejo de una Patria antigua y además símbolo de su gesta, como no lo fueron las

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favelas en Río de Janeiro, las callampas en Santiago de Chile, las villas miseria en
Buenos Aires, los ranchos en Caracas, etc., porque su destino y propósito fue muy
diferente a lo sucedido con los emigrantes de los otros países latinoamericanos, donde si
existían sociedades nacionales. Las masas migrantes peruanas contestatariamente
dieron origen en nuestro país a una nueva comunidad urbana que en pocas décadas fue
pluricultural, preponderante y estimulante, y, en mucho, en concordancia con sus
comunidades de indígenas recreadas a lo urbano, originando un proceso de unificación
nacional y de modernización de la vasta población que no participaba en el quehacer
nacional. Toda una revolución cultural orientada a saldar una tremenda deuda histórica y
crear una real y auténtica sociedad nacional peruana como no ocurrió el 28 de julio de
1821.

La migración de millones de pobladores de la provincia, rural y apenas urbana, a la


moderna región costeña dio inicio también a otro proceso estructural fundamental: la
urbanización acelerada originando un crecimiento inorgánico y caótico de la gran Lima
y de otras ciudades, constituyéndolas en un nuevo escenario y estímulo para
reconfigurar social y culturalmente el Perú moderno.

El crisol urbano

La nueva comunidad urbana, verdadero barrio popular, que a lo largo de su


desenvolvimiento recibió diversas denominaciones, fue la respuesta adecuada y
racional para lograr su inserción en el mundo urbano, convirtiéndose en el estilo
preponderante de crecimiento y vida en las ciudades grandes y medianas del país. El
surgimiento de cientos de barriadas, cada una con su propia historia, pertenencia e
identidad microurbana, congregó en pocas décadas a vastos sectores populares y
numerosos medios de las principales ciudades del país en nuevos distritos populares
ganando con ello un estatus importante, porque incorporó su acomodo urbano al sistema
oficial del gobierno nacional.

En la gran Lima en cada uno de estos nuevos distritos, antecediéndose y en muchos


casos conjugándose con la proeza de las barriadas, hubo urbanizaciones privadas
diversas, múltiples cooperativas, asociaciones de vivienda, entre otras, que
incorporaron a miles de familias acomodadas, sectores medios limeños especialmente y
también sectores provincianos acomodados, quienes no invadieron sino que compraron
terrenos o lotes y viviendas a empresarios y negociantes, matizando y potenciando la
composición social, cultural y económica de lo que serían en el futuro al lado de las
barriadas. Así como también concentró a pobladores tradicionales y criollos limeños
que requerían vivienda. Muchas de estas limitadas urbanizaciones fueron propiciadas
por el Perú Oficial y sobre todo por los propietarios de haciendas y fundos que
antecediéndose a cambios futuros hicieron gran negocio al urbanizar sus propiedades.

Entre 1940 y 1990, cinco décadas, al incrementarse y crecer en población estas


barriadas, los nuevos barrios populares, dieron origen a nuevos distritos limeños,
comenzando con San Martín de Porres en 1950, ampliando la ciudad tradicional al
urbanizar espacios físicos jamás imaginados, iniciando con ello unidades de base,
sociales y culturales conocidos como los conos, origen de un crecimiento urbano que
derivó en la formación de tres nuevas Lima en las que se consolidó una integración de los
dos Perú, lo cual fue fundamental para el proceso posterior de abatimiento de prejuicios
y discriminaciones, de alteración o desmoronamiento del orden social, cultural y

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económico existente y de la plena incorporación y preponderancia del conjunto


migratorio a la gran urbe capital y sede del poder nacional.

Los distritos fueron favorecidos en corto tiempo al realizarse por primera vez en ellos
elecciones democráticas en 1964 y en el 2002 al integrarse a la categoría de gobiernos
locales, la tercera instancia de gobierno del nuevo Perú descentralizado.

Los emergentes sectores populares y medios radicados en estos nuevos distritos de las
ciudades, como sucedió en la gran Lima, lograron, en este proceso, contar con la mayor
población urbana del Perú, participar, casi en su totalidad, como ciudadanos plenos en la
vida nacional, gozar de los beneficios de un bienestar creciente y convertirse, por su
dinamismo económico emprendedor, en el conjunto social más importante del Perú.

Si la masiva migración y la ulterior urbanización dieron lugar a un verdadero desborde


popular, a partir de la década de 1990 provocaron una etapa inédita en nuestro proceso
histórico: la actual gesta del emergente Perú moderno. Primero la población migrante se
modernizó, luego estimuló y propició el despertar, la modernización y presencia de toda
la provincia de donde procedían y, después, contribuyó sustantivamente al surgimiento
de una auténtica sociedad nacional. Al final ambos, los preponderantes sectores
populares y medios de la gran Lima y los provincianos formaron un conjunto de más de
25 millones de peruanos modernos y participativos de los destinos del país. Todavía
menos de dos millones de olvidados del Otro Perú están incorporándose paulatinamente
y, solamente más de tres millones corresponden al Perú Oficial tradicional y criollo,
limeño de preferencia. En total 30 millones de peruanos integran actualmente una real
sociedad nacional. Un hecho histórico que sucede por vez primera desde el 28 de julio de
1821 al constituirse la república peruana, hace 190 años, debido fundamentalmente a la
presencia del Otro Perú en la capital del país y sus principales ciudades de la costa.
Igualándose recién con ello a lo que sucedió en la mayoría de las nuevas repúblicas
latino americanas al descolonizarse e independizarse a principios del siglo XIX.

Es así como los migrantes, junto con otros estamentos populares y medios de la limitada
sociedad peruana existente, alteraron estilos, valores, comportamientos al compás,
como siempre sucedió en la historia de los países en desarrollo, de lo que sucedía en el
mundo desarrollado. El Perú criollo y tradicional de 1940 fue alterado y cambiado en
siete décadas por la presencia de cerca de ocho millones de migrantes que en ese lapso se
hicieron presentes en el ámbito físico de las ciudades del Perú Oficial, especialmente en
Lima, la sede del poder, estimulados, favorecidos y apoyados primero por el proceso de
urbanización y después por el actual proceso de globalización.

Por ello, desde hace muy pocos años el Perú es otro, el estilo de vida ha cambiado
radicalmente, revalorado, replanteado, recreado, reinterpretado, con nuevos estilos de
vida, valores y comportamientos, demostrando que las categorías sociales tradicionales
no funcionan frente a la nueva realidad globalizada y bullente. Hemos pasado de vivir
en un espacio regional pequeño Lima y algunas ciudades de la costa y sierra, a vivir en
una sociedad nacional de 30 millones que comprende a todos sus pobladores ciudadanos
de sus dos Macro Regiones: Andina y Amazónica. Y, además hay más de tres millones
de peruanos viviendo en el extranjero.

La globalización con la revolución de la informática y del comercio y el impresionante


avance de la ciencia y la tecnología acompaña estos cambios, los tangibiliza de manera

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precisa, descubriendo hechos y sucesos desconocidos, convirtiendo al conocimiento en


un vigoroso poder y lo que ofrece altera completamente la vida tradicional y obliga a
replantear lo que creíamos saber. Enfrentándonos al reto de redescribir la verdadera
historia del proceso peruano, conocer mejor su geografía, el espacio en toda su
dimensión, su potencial de recursos y riquezas para utilizarlo, defenderlo y desarrollar
valores espaciales. El estar en el trance de vivir en una pequeña nación a vivir en una
gran sociedad nacional obliga también a una readecuación total de la organización social
y cultural, económica y política con la realidad del nuevo Perú del siglo XXI. Ha surgido
un nuevo Estado nacional que requiere una reforma sustantiva de concordancias y
cambios estructurales para hacer posible la consolidación de la nueva sociedad nacional
y aprovechar con soberanía y justicia social la coyuntura extraordinaria existente: el
sostenido y sorprendente crecimiento económico desde la década de 1990, revalorar el
largo periodo de más de tres décadas de gobiernos civiles aferrados a sostener y
mantener el cuestionado Perú Oficial, el creciente turismo nacional y el despertar y la
participación del Otro Perú discriminado desde 1532. Una coyuntura excepcional
favorable para consolidar el nuevo Perú moderno del siglo XXI.

Importante también es constatar que al final de estas siete décadas el Otro Perú es el gran
conjunto nacional que empuja el cambio. A su estilo, ritmo, propósito, juicio y plan de
acción, afianza y potencia su inserción urbana, orientando actualmente su destino a
conjugar propósitos y esfuerzos con el Perú Oficial y los otros sectores y estamentos de
la sociedad nacional, demandando trabajo formal, educación acorde con la realidad
nacional y mundial, servicios de salud para todos, agua potable y alcantarillado,
titulación y, sobre todo, un buen gobierno con idea y plan de Perú, dispuesto a crear y
ejecutar los cambios estructurales requeridos y necesarios, para lo cual se preparan
afirmando y robusteciendo su economía contestataria y formal, capacitándose,
educándose y recreando lo positivo de ese Otro Perú lejano de donde proceden,
homogeneizándose, peruanizándose y modernizándose. Un conjunto de afanosos
emprendedores lejos y cerca del Perú Oficial, con perspectivas propias, acordes con su
situación y realidad, cauteloso y valiente, pero con idea de Perú. Esperando contribuir
con nuevos líderes y profesionales a la construcción de una nueva política nacional, con
ideología y partidos políticos verdaderamente representativos de un país plural, a fin de
afirmar la democracia, el buen gobierno y la necesaria gobernabilidad para poner en
orden el funcionamiento de las instituciones, organizaciones y poderes de un Estado en
crisis.

Los caminos del desarrollo

Los emigrantes, el Otro Perú, no solo han transformado a Lima sino en una hazaña
impresionante han iniciado la integración física, social y cultural de sus regiones,
tendiendo las conexiones necesarias para que un gran capital humano de hombres y
mujeres participen plenamente como ciudadanos en igualdad de derechos y
obligaciones en la nueva sociedad nacional andina. Recreando en concordancia con los
requerimientos de un mundo globalizado los caminos necesarios para el desarrollo.
Demandando la construcción de modernas y tecnificadas vías de comunicación
longitudinales y transversales en red con los grandes ríos de la Amazonía, carreteras y
ferrocarriles con la mejor tecnología, aeropuertos grandes y medianos, puertos
igualmente grandes, medianos y pequeños y un litoral moderno con alto nivel de
confort, a fin de que el mar costeño y lejano y la amazonía no sólo sean uno de los lugares

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más importantes de turismo de la costa occidental de América del Sur sino también
elemento de enlace con la Amazonía y el vecino país brasileño, uniendo las cuencas del
pacífico con las del Océano Atlántico, futuro escenario prometedor de nuestras
relaciones con Asia. Así como fuentes de abastecimiento de la extraordinaria riqueza
ictiológica del mar peruano y de los productos de la Amazonía.

Plantearon la integración física como condición inicial fundamental para lograr el


desarrollo y la existencia de una sociedad nacional, recordando lo que hizo Wari-
Tiahuanaco al intentar crear un estado panandino en el siglo VI y después el
Tahuantinsuyo en el siglo XII, el mayor intento de integración panandina que construyó
más 4 500 kilómetros de caminos, el famoso capac ñan, muestra asombrosa de una
tecnología propia de una civilización. En 1532 el estado Inca tenía una red de caminos de
diversa magnitud que ascendía a más de 23 000 kilómetros.

Además, tras rebasar al Estado y dar fin a la estructura social y cultural tradicional y
criolla del Perú Oficial y lograr ser ciudadanos peruanos, los migrantes potenciaron la
participación democrática y el emprendimiento individual y colectivo como
mecanismos de cohesión y emergencia, así como sus identidades regionales. Al final de
la primera década del siglo XXI han contribuido a consolidar al emergente Perú
moderno y finalmente lograron ser un país donde la totalidad de su población, costeños,
seranos y amazónicos, están integrados en igualdad de condiciones en una sociedad
nacional con más justicia social, derechos humanos, bienestar y soberanía que en el siglo
XX.

Lo sobresaliente e importante es que para ello utilizaron solamente su presencia y


pertenencia a una patria antigua, el poder de su cultura milenaria, y no la fuerza
económica o bélica, integrando y potenciando sus identidades regionales multiétnicas.
Pudieron lograr un cambio estructural y cultural exitoso a diferencia de otros que
surgieron en el proceso peruano y que fracasaron.

El impacto en la sede del poder

La nueva conurbación litorizada de la gran Lima que se extiende desde la frontera con el
valle de Chancay por el norte hasta el valle de Cañete por el sur, es una muestra de este
acontecer económico y político en este corto período. Ahora hay cuatro Limas, la Lima
tradicional y criolla, ahora Lima Centro, y las tres nuevas: Lima de los distritos de
provincianos emigrantes. La nueva Área Metropolitana de Lima está integrada por dos
provincias Lima y Callao que son las más pobladas del país y en ellas cuatro de sus 49
distritos tienen la mayor población de las ciudades del país: San Juan de Lurigancho, San
Martín de Porres, Comas y Ate, surgidas en espacios vacíos y fruto de la evolución
principalmente de las barriadas o sea del desborde popular iniciado en la década de
1940.

Diez grandes barriadas, de las más de tres mil existentes en la gran urbe fueron la base
del surgimiento de 29 distritos de sectores populares y medios en tres lugares jamás
imaginados en la capital del país denominados hoy Lima Norte, Lima Este y Lima Sur.
Cinco en Lima Norte: San Martín de Porres, Comas, Independencia, Los Olivos y
Ventanilla. Dos en Lima Este El Agustino y San Juan de Lurigancho (cuya población
bordea el millón de habitantes) y tres en Lima Sur: San Juan de Miraflores, Villa María

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del Triunfo y Villa El Salvador. Tres nuevas Lima con más de seis millones y medio de
habitantes del total de la población del Área Metropolitana de Lima que sobrepasa los
diez millones de habitantes.

Más del 30% del total de la población peruana concentrada en la tercera gran urbe
sudamericana después de Sao Paulo y Buenos Aires, reclamando por su situación y
problemas descentralización y desconcentración. Como la capital del Perú requiere de
cambios estructurales, las nuevas tres Lima, por ahora plantean su litorización, sobre
todo Lima Sur hasta el valle de Cañete. Mientras Lima Norte se vincula cada vez más
con la dinámica costa y región norte, los dos más dinámicos desarrollos económicos: la
costa norte y Lima Norte, avizorando un floreciente y emergente Perú moderno.

El Perú emergente contrastado por la opulencia, pobreza y precariedad

Lamentablemente este nuevo Perú emergente, preponderante y moderno sigue aún


contrastado: con una seria pobreza y una fuerte precariedad de siglos en gran mayoría de
su población frente a un reducido conjunto de opulentos y ricos asociados al poder de las
multinacionales de los países desarrollados. A pesar de la creciente economía
contestataria y formal, millones de peruanos urbanos y rurales todavía siguen siendo
pobres lo cual es mucho, problema grave porque no aumenta el empleo ni mejora la
distribución de los ingresos reflejando el tradicional mal gobierno que sigue imperando
y que los sectores populares y los nuevos medianos y prósperos empresarios nacionales
no están en condiciones de abatirlo totalmente por obstáculos, carencias y debilidades
propias de un país en desarrollo, dependiente. De manera que el crecimiento y la
modernidad, que han cambiado el rostro de la gran Lima y de la provincia como
totalidad, solamente benefician a un segmento reducido de su población. Segmento en
el cual un pequeño conjunto de familias tradicionales y políticos representa al
cuestionado Perú Oficial dominando la economía, las empresas, los bancos, los medios
de comunicación, la política y el poder nacional.

El proceso en marcha sufre también las consecuencias de la débil y frágil carencia de


políticas sociales y económicas de sus gobiernos, la persistencia de un avance desigual y
lento en el proceso de modernización de las diferentes regiones del país y sus sectores
sociales y culturales, aunado a una crisis institucional y administrativa permanente y al
deterioro de la educación y el conocimiento. Por ello el proceso de modernización es
lento, desigual y desarticulado. Los sectores populares y medios limeños son los que
más han avanzado en este proceso de modernización y son los que han estimulado y
favorecido el despertar de toda la provincia peruana, pero todavía a una escala de
pequeño país y de pequeña y limitada economía. Lentamente se avizoran grandes
empresarios modernos y el surgimiento de una fuerte elite nacionalista. Millones de
pequeños y medianos empresarios, los emprendedores del boom en una amplia
dimensión asombran día a día por su dinamismo y creatividad, y por haber logrado el
crecimiento y la bonanza de los sectores medios en una escala inimaginable, pero en
mucho precarios. Está generándose sobre todo una economía de consumo compleja,
alambicada e intensa en la gran metrópoli, basta recorrer de día y de noche las tres
nuevas Lima y los nuevos supermercados. Han desplegado su estímulo en una
dimensión que cubre el contrastado espacio nacional hasta en recónditos lugares,
fomentando y creando cadenas productivas competitivas, productivas e integradoras, de
comercio y servicios que los enlaza con la provincia. Lima Norte es el gran ejemplo de lo

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que está sucediendo. Cada día su relación con la costa norte y la provincia norteña
serrana y amazónica es creciente. Contribuyendo al dinamismo de lo más desarrollado
del Perú en estos momentos: la costa norte y Lima Norte. Pero lejos del Perú Oficial que
se aferra a mantener una regionalización departamentalizada.

En unos años más el conjunto de grandes empresarios emergentes del Otro Perú tendrán
poder económico; hoy después de setenta años tienen casa propia en la sede del poder
nacional y en las principales ciudades, millones son pequeños y medianos empresarios,
millones de primera a quinta generación son peruanos educándose y afianzando su
pertenencia peruana, conociendo su verdadera historia de malos gobernantes y dando a
conocer la riqueza y potencialidad de sus recursos y lo que fue realmente el Perú
indígena: una civilización a nivel mundial.

Fundaron Lima en 1535 en el centro del valle del Rímac y hoy al ser una sociedad
nacional, han vuelto a sus orígenes, a lo que fue en el antiguo Perú indígena un desarrollo
regional mediano de la costa central integrado por tres valles: Chillón, Rímac y Lurín.
Una unidad donde existían dos grupos étnicos poderosos, el de Ishma y el de Collique o
Colec. Este extendido en las márgenes del río Chillón y desde el mar hasta Quives. Sus
ayllus o parcialidades fueron reducidos o concentrados por el virrey Toledo en 1580 en
el pueblo de Carabaillo. El grupo étnico mayor era el de Ishma que abarcaba los valles de
Rímac y Lurín. El valle del Rímac era el Anan Ishma donde estableció Francisco Pizarro
la sede del virreinato ocupando la hermosa construcción indígena que era su sede y sus
excelentes canales de riego que los abastecía de agua, sobresaliendo el canal de Sulco
desde Ate hasta Chorrillos, la famosa huaca oráculo del Rímac ubicada en lo que es hoy
el templo de Santa Ana en la plaza Italia y sus pobladores indígenas rurales dispersos
reducidos en los pueblos de Lurigancho, Late o Ate, la Magdalena, Surco, conformando
las nuevas comunidades de indígenas. El segundo era el grupo Ishma de Lurín donde
estaba el famoso templo oráculo de Pachacámac, más importante que el del Rímac por
ser muy antiguo y de culto panandino. Como el río Lurín era irregular y de menor caudal
que los de Chillón y Rímac no tenía una gran riqueza de tierras de cultivo, por ello sus
habitantes fueron reducidos en el pueblo de Pachacámac. Los importantes grupos
étnicos de la parte serrana Huarochirí, Yauyo y Asto tuvieron su propio desarrollo étnico
y se mantuvieron diferenciados y respetados de los costeños Collique e Ishma, tanto por
los Incas en su expansión, como por los españoles durante la colonia y la república. Este
es un ejemplo que interesa mencionar para conocer el derrotero de la expansión de la
gran Lima y para que el lector tenga información precisa de nuestro proceso histórico
que hoy es cada vez mejor conocido por el avance de las investigaciones de un pequeño
conjunto sobresaliente de historiadores y antropólogos beneficiados por el proceso de
globalización que está demostrando que la nueva Lima conurbana ha vuelto a sus raíces
milenarias al surgir las tres nuevas Lima uniendo los tres milenarios valles tradicionales
que siempre constituyeron un mediano desarrollo étnico de la costa central.

Volviendo al presente lo sucedido en nuestro proceso histórico explica la precariedad y


pobreza de la nación peruana, el ritmo con que se desenvuelve el proceso de emergencia
de millones de nuevos peruanos y los tremendos escollos que enfrenta para igualar
desigualdades y carencias seculares. A pesar de ello el avance es veloz e inimaginable,
es una lucha contra el tiempo y las circunstancias en un contexto nacional de
participación exitosa, donde los peruanos trabajan incesantemente en sus regiones y
microrregiones, y se educan y capacitan en un esfuerzo denodado para salir

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definitivamente de la precariedad y pobreza y llegar a ser miembros y actores modernos


y dinámicos de una auténtica sociedad nacional.

La muestra de esta interpretación es que apenas consolidada su presencia como actores


fundamentales del Perú, cada vez más numerosos sectores populares y medios
comienzan a pensar en la política, mientras numerosos grupos de la segunda, tercera,
cuarta y quinta generación incursionan a escala mundial en el deporte y en la
participación de múltiples actividades como la gastronomía, el arte popular, el turismo y
otras que ofrece el mundo globalizado.

La viabilidad de ser un estado nación

En este avance turbulento y lleno de sorpresas buenas y malas la posibilidad de que el


nuevo ordenamiento territorial del país sea descentralizado, poniendo fin al tremendo
centralismo limeño que discurre desde la colonia, se ha convertido actualmente en un
prerrequisito de viabilidad a fin de ser un país con un nuevo Estado-Nación en corto
lapso, demostrando concordancia con el nuevo sistema mundial de relaciones
económicas y comerciales, con el despertar de las potencialidades y posibilidades de la
provincia peruana, con el desarrollo integral y la integración nacional física y social de
todos los peruanos. Lograr que la ciudadanía alcanzada funcione sin taxativa alguna, sin
la cual no habrá plena participación, condiciones de gobernabilidad, afianzamiento de la
precaria democracia y posibilidad de consolidar la real sociedad nacional emergente
necesaria para afianzar la identidad nacional, abatir la pobreza y construir el nuevo Perú
en proceso de desarrollo.

Desgraciadamente seguimos agobiados por una serie de problemas del pasado aún no
resueltos y que han adquirido rasgos singulares con el transcurso del tiempo y la marcha
del avance científico y tecnológico mundial. La corrupción se incrementa, el
narcotráfico cunde peligrosamente dominando el escenario nacional, lo ilícito, lo alegal
afecta la vida institucional, la norma, lo ético y la moral, la deuda externa e interna
constriñe el bienestar y afecta la soberanía nacional, la pobreza continúa agravando el
desarrollo armónico de la sociedad nacional, la crisis del conocimiento y el saber, la
educación y la capacitación del capital humano y social, fundamentales para la
competitividad y el desarrollo es seria y no está entre las prioridades de los gobernantes
como también la crisis de lo político, partidos e ideologías; entre los hechos negativos
sobresalientes que afectan la gobernabilidad, el buen gobierno, y la marcha de la
auténtica sociedad nacional.

El Perú Oficial a pesar de ser ahora el otro Perú minoritario mantiene el poder
económico y controla con diversos mecanismos la economía y la política nacional,
manteniendo el sistema capitalista nada favorable para las mayorías.

En el nuevo escenario nacional y mundial de condiciones favorables e insospechadas, es


necesario tener presente lo que es actualmente la verdadera realidad nacional y enfrentar
sus problemas a fin de revertirlos y aprovechar la extraordinaria oportunidad que un
mundo globalizado nos brinda. Problemas como la precariedad de la sociedad nacional
peruana y su débil democracia desde su constitución como República en 1821 que han
configurado nuestra condición de ser un país en desarrollo que es la preocupación de los
nuevos peruanos.

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Así como su especificidad como nación. Ser una sociedad nacional andina pluricultural,
pluriétnica y multilingüe, por su ubicación geográfica, la Cordillera de los Andes y su
verticalidad, y haber sido sede de una civilización autónoma y sin contactos con otras
regiones a lo largo de un proceso de más de 10 000 años de domesticación creativa de
múltiples espacios muy contrastados, donde inventaron, cultivaron y trabajaron
incesantemente millones de pobladores autóctonos que nos legaron una riqueza
múltiple y variada en recursos, creatividades y estilos de vida que superviven y esperan
su recreación y valoración en toda su dimensión, no solo turística o simbólicamente.

El futuro prometedor

A partir de estas consideraciones, expuestas sumariamente, conjugando y coordinando


la participación de los mejores especialistas y técnicos del país en múltiples campos,
aunando esfuerzos, dialogando, enfrentando racionalmente la emergencia espontánea y
contestataria de la provincia y la de los sectores populares y medios urbanos limeños,
teniendo presente la heterogeneidad de la realidad nacional y tomando en cuenta los
grandes problemas estructurales existentes y los recientes que enfrenta el país, es
posible en torno a un proyecto nacional de desarrollo, aprovechar la coyuntura
extraordinaria que significa vivir en un mundo globalizado donde es viable consolidar
una Sociedad Nacional Emergente a fin de forjar el nuevo Perú del siglo XXI.

La descentralización constituye en este escenario la gran oportunidad para lograr un


Perú regionalizado, todo un cambio estructural como aporte al desarrollo. El proceso de
globalización es otra extraordinaria oportunidad que debemos saber utilizar y
aprovechar. Para esto es necesario un buen gobierno con liderazgo nacional, decisión y
toma de conciencia generalizada para que esto sea posible. En torno a una idea, plan y
modelo, programando una serie de actividades sectoriales que en los próximos años
planificadamente puedan desenvolverse simultánea, activa y coordinadamente, e
incidiendo en la resolución de una serie de problemas básicos y necesarios que
desencadenen procesos de cambios estructurales, es posible forjar una emergente
sociedad nacional desarrollada como cada día más y más países en desarrollo están
logrando.

Es decir continuar el desborde popular y convertirlo en un desborde y despertar


nacional. El Perú Oficial, el poder nacional, los empresarios, los partidos políticos, los
universitarios, los profesionales, las múltiples organizaciones limeñas y provincianas,
la nueva sociedad civil deberán continuar el camino iniciado en la década de 1940
comenzando con una transformación estructural del Perú tomando en cuenta la gesta y
los logros que el gran conjunto de sectores populares y medios en desborde ha creado a
lo largo de nuestra historia corta de setenta años.

En el libro que acabo de finalizar ofrezco al detalle un aporte antropológico al


conocimiento e interpretación de esta hazaña de millones de hombres y mujeres del Otro
Perú que, en las últimas siete décadas han logrado que el Perú, la capital centralista
limeña y las ciudades principales tengan otro rostro acorde con la realidad pluricultural y
multilingüe integrada en una nueva sociedad nacional que ellos han contribuido
fundamentalmente a crearla. Saber cómo ellos, los migrantes en la sede del poder, los
nuevos limeños han contribuido, junto a los sectores populares y medios provincianos, a
potenciar el crecimiento nacional y como nuevos ciudadanos nacionales constituir el
más importante conjunto que apoya y estimula el desarrollo nacional y la posibilidad de

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SCIENTIA VOL XII, N° 12

convertir al Perú en uno de los primeros países emergentes de América del Sur. Todo
ello al margen de ideologías y de partidos políticos, solamente enfrentados
contestatariamente al Perú Oficial con su sola presencia, su pertenencia a un espacio
milenario, su propio estilo de vida social y cultural y un rechazo a la cultura institucional
como una contracultura, constituyendo un gran conjunto nacional de éxito como no
sucedió con los gobiernos, las fuerzas armadas, la iglesia y los partidos e ideologías
políticas durante todo el proceso republicano.

Una historia jamás imaginada, lejos de la mente del Perú Oficial y de sus gobernantes.
Los otros, los de abajo, rurales, pobres y discriminados desde el siglo XVI, presentes por
su propia decisión en el escenario nacional contribuyendo al surgimiento, nuevamente
como en el pasado, de un espacio desarrollado, recreando sus potencialidades,
conocimientos y supervivencias tradicionales, aportando un extraordinario capital
humano cultural y social de hombres y mujeres, para participar en un mundo
globalizado en conjunción con los empresarios nacionales y extranjeros, el poder
económico nacional, la pujanza cada vez más creciente de la gran metrópoli limeña, el
desarrollo alcanzado en el área costeña y el despertar y presencia de la provincia peruana
como un todo. Demandando al Perú Oficial, acorde con su estilo cultural y social propio
de haber sido integrantes de una patria antigua, una reorganización y cambios
estructurales, apoyo, integración, conjunción de ideales y objetivos, y una visión e idea
de cómo aprovechar el momento favorable para ser una sociedad nacional andina con un
crecimiento económico sorprendente y sostenido durante más de una década para
cambiar el actual sistema y rumbo del Perú Oficial, adecuándolo al mundo globalizado y
a la realidad latinoamericana, congregando a la sociedad civil en un esfuerzo común, en
un gran pacto o frente nacional por el desarrollo y la democracia y la eficaz gobernanza.

Finalmente, cabe resaltar que este estudio se ve enriquecido porque el marco temporal
coincide con mi historia de vida. Es decir, que he sido testigo y protagonista directo de
las transformaciones ocurridas desde mi llegada a Lima como migrante provinciano a
fines de la década de 1920 y protagonista, después, a partir de 1942 como estudiante y
luego como científico social dedicado al estudio del mundo andino, rural, las
migraciones y el proceso de cambios ocurridos en el país. Desde la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos y el Instituto de Estudios Peruanos (1946-1984) y ahora
el Instituto de Gobierno en la universidad San Martín de Porres y el Centro de
Investigación en la universidad Ricardo Palma, sigo empeñado en interpretar la realidad
nacional y contribuir a investigarla interdisciplinariamente a fin de que las nuevas
generaciones de la universidad peruana participen y acompañen los extraordinarios
cambios en marcha con su conocimiento y saber.

En este sentido constituye no solo el aporte del antropólogo a la comprensión de la nueva


sociedad que hoy surge sino también la ratificación de un compromiso de vida con el
Perú.

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