Está en la página 1de 16

l

UÉESUN LQ

SISTE1MA JUSTO DE SERVICIOS DE SALUD?


PRINCIPIOS PARA LA ASIGNACIÓN DE
RECURSOS ESCASOS

En el ultimo siglo, la salud ha de- iCuándo debe considerarse justo


jado de ser una cuestión privada para con- o injusto un servicio de salud? iQué recursos
vertirse en problema público, polftico. Por eso es preciso asignarle para cumplir con el deber
los términos sanidad y política, en principio de justicia? iCómo proceder cuando los
ajenos entre sí, han llegado a unirse indiso- recursos disponibles son menores que los teó-
lublemente en la expresión “política sanita- ricamente necesarios? iCómo distribuir jus-
ria”. Hoy, es difícil encontrar algún aspecto tamente los recursos insuficientes? He aquí
de la salud pública completamente desligado algunas de las preguntas que se hacen a diario
del ínmenso aparato burocrático de la polftica los políticos, los admínistiadores sanitarios y
sanitaria. Muchos consideran excesiva esta in- el público en general. Quizá sea pretencioso
jerencia de la política en la sanidad, en tanto todo intento de darles una respuesta defini-
que para otros resulta todavía insuficiente. tiva, pero esto no debe hacemos creer que
Pero unos y otros justifican sus puntos de tales preguntas son inútiles 0 carecen por
vista apelando al concepto de justicia distri- completo de respuesta. La tienen, aunque
butiva. No puede extrañar, por ello, que uno ciertamente no es fácil.
0 de los capítulos más vivos y polémicos de la A mi modo de ver, toda res-
E
p-i bioética actual sea el de la justicia sanitaria. puesta que tenga en cuenta la enorme com-
plejidad del tema habrá de desarrollarse por

< fuerza en dos niveles distintos que llamaré,


respectivamente, deontológico o de los prin-
s ’ Unwerstdad Complutense, Departamento de Salud Pública
e Hrkona de la Cienaa. Dirección postal: Facultad de Me-
diana, pabellón 50., 4a. planta, Ciudad Universitaria, 28040
cipios y teleológico o de las consecuencias.
Una teoría coherente de la justicia es impo-
Madnd, España.
1 sible sin cualquiera de ellos. Por tanto, la ex-
!z
posición que sigue se divide en dos partes:
qué es un sistema justo de servicios de salud
y cómo asignar justamente los recursos es-
casos. En la conclusión integraré las reflexio-
nes principales de cada una de estas partes,
en uu intento por ofrecer una respuesta global
al difícil y grave problema de la justicia sa-
nitaria.
El momento deontológico: mente ordenada, y por tanto ajustada o justa,
¿Qué es un sistema justo de “habrá hombres inferiores, artesanos; habrá
servicios de salud? también guardianes; y, en fin, habrá gober-
nantes”.
El sentido primario y elemental Además de esta justicia general,
del término justicia es el de corrección o ade- la filosoffa griega distingue otros sentidos más
cuación de algo con su modelo. Justo signi- concretos o parciales del término justicia;
fica, en este primer sentido, lo que se ajusta Aristóteles diferencia cuando menos dos. Se
al modelo. Así, decimos de un acto que es llaman parciales porque no afectan a toda la
justo cuando resulta acorde con la ley, y de naturaleza, ni al cuerpo político como un
esta, que es justa si es expresión de los prin- todo, sino solo a las relaciones entre los di-
cipios morales. Injusto es, por el contrario, 10 ferentes miembros de la sociedad. Una es la
no ajustado a un principio general, norma o justicia distributiva, que rige las relaciones del
criterio. gobernante con sus súbditos. La otra regula
EJ principio general de la justicia las relaciones de las personas privadas entre
al que deben adecuarse todos los demás cri- sí, y recibe el nombre de justicia conmutativa.
terios y actos de los hombres fue definido por Difieren una de otra como la proporción de
los jurisconsultos romanos como Suum nriqw la igualdad. En el mundo de la salud, las dos
trhere (Dar a cada uno lo suyo). Se actúa son importantes pero sobre todo la primera.
justamente cuando se da a cada uno lo suyo, La expresión “justicia sanitaria” siempre se
e injustamente en caso contrario. El problema entiende en el sentido de justicia distributiva.
está en detinir qué significa esto. A lo largo La justicia distributiva reguJa,
de la historia de Occidente ha habido no según Aristóteles, la repartición “de honores,
menos de cuatro interpretaciones distintas y 0 dinero 0 cualquier otra cosa” entre los
en alguna medida contrapuestas que han in- miembros de la sociedad (1). Si por naturaleza
terpretado la justicia, respectivamente, como todos fuéramos exactamente iguales, no hay
proporcionalidad natural, libertad contrac- duda de que esa distribución no podría con-
tual, igualdad social y bienestar colectivo. In- siderarse justa en caso de ser desigual. Pero
tentaré caracterizarlas del modo más conciso dado el carácter “natural” de la desigualdad
posible, para luego ver en cada caso su re- y la jerarquía dentro de la sociedad, para los
percusión en el ámbito de la salud pública. griegos la distribución de honores, riquezas
y otras cosas no puede ni debe hacerse de
La justicia como proporcionalidad na- modo idéntico sino proporcionado a las ca-
tural. La teoría de la justicia que ha gozado pacidades naturales. %
de mayor vigencia en la cukura occidental es, Aristóteles aplica la justicia dis- 2
sin duda, aquella que la entiende como pro- tributiva a la repartición de honores y rique- 3
porcionalidad natural. Iniciada por los pen- zas. El tema de la riqueza es sobradamente
sadores griegos hacia el siglo VI a. de C., no Ei
obvio, pero el de los honores requiere mayor
conoció rival hasta bien entrado el siglo XVII. aclaración. Para todos los pensadores ante- 2
Según ella, la justicia es una propiedad na- ‘ru
riores al siglo XVII, la perfección moral que
tural de las cosas que el hombre no tiene mas cada uno alcanza en la comunidad depende 6
que conocer y respetar. Este es el sentido que de su lugar en ella. En el soberano el bien
los filósofos griegos dieron al término di- individual se identifica con el bien común de
khsyrze. Eh tanto que naturales, las cosas son i
todos. En los súbditos, por el contrario, sus -8
justas, y cualquier tipo de desajuste consti-
2
tuye una desnaturalización. Todo tiene su
lugar natural y es justo que permanezca en
él. Esto es aplicable no solo al orden cósmico,
sino también al polftico. En la República, Pla-
tón nos dice que en una sociedad natural- 571
bienes individuales no deberán considerarse efecto, la sociedad medieval intentó asumir
morales o buenos más que cuando se orien- lo más posible las consignas platónicas, y la
ten al logro del bien común del soberano; es asistencia médica se acomodó en lo sustancial
decir, a aquello que el soberano tiene por tal. a esas normas.
De ahí que el máximo bien individual del Así fue y así funcionó en medi-
súbdito sea la obediencia. Este es el sentido cina la teoría de la justicia como ajustamiento
en que Aristóteles entiende la distribución al orden proporcional de la naturaleza. El con-
justa o proporcional de honores (2). Al go- cepto de justicia distributiva hizo que a todo
bernante se le debe obediencia y piedad, lo lo largo de la Antigüedad y la Edad Media
mismo que a los padres. Tal es el fundamento existieran tres grandes tipos de asistencia mé-
del paternalismo, una constante en toda la dica: la de los estratos más pobres de la so-
tradición sociopolítica de corte naturalista. ciedad (siervos, esclavos, etc.); la de los ar-
La repercusión que estos concep- tesanos libres, y la de los ciudadanos libres y
tos han tenido en la medicina ha sido extraor- ricos. Nadie mas que estos últimos partici-
dinaria. En ella el médico es quien encarna el paba por entero de los bienes de la ciudad,
bien común, en tanto que el enfermo busca y solo ellos podían y debí ser plenamente
un bien particular, la salud. Pero el enfermo justos y virtuosos. Quizá por eso eran los
no podrá lograr este bien más que en el orden únicos que recibían asistencia sanitaria com-
general representado por el médico. Por eso, pleta.
la m-ricavirtud que debe exigirse al enfermo
es la obediencia. La justicia como libertad contrac-
Entre el enfermo y el médico, tual. La politología moderna introdujo no-
como entre el feligrés y el sacerdote o entre vedades fundamentales en el tema al insistir
el súbdito y el soberano, no cabe la justicia cada vez más en la importancia del contrato
conmutativa. Los servicios de médicos, sacer- social como base de todos los deberes de jus-
dotes y soberanos se consideran tan supe- ticia. De este modo, de ser concebida como
riores a los que prestan los demás miembros mero ajuste natural, la justicia pasó a con-
de la comunidad, que nunca podrá darse la vertirse en una estricta decisión moral. La re-
igualdad en el intercambio. Por eso, a nin- lación del súbdito con el soberano ya no se
guno de ellos se le paga conforme al principio basa en la sumisión sino en la decisión libre.
de la justicia conmutativa, sino en concepto de El hombre está por encima de la naturaleza,
honor. Incluso, la retribución que reciben se y es la única y exclusiva fuente de derechos.
denomina “honorarios”. En 1690,John Locke describió los
La concepción de la justicia como derechos primarios que todo ser humano
0 proporcionalidad natural tiene otra conse- tiene por el mero hecho de serlo (3). Se trata
0: cuencia de la máxima importancia en el te- de los llamados derechos humanos civiles y
N
i r-reno de la salud. Se trata del carácter pro- políticos: el derecho a la vida, a la salud o
” porcional que debe guardar la asistencia integridad física, a la libertad y a la propiedad,
5 médica, de acuerdo con el rango social de la además del derecho a defenderlos cuando los
3 persona. De hecho, esto se advierte ya en considere amenazados. Estos derechos son el
la Reptiblica,donde Platón intenta describir el bien individual e irrenunciable de cada ser
ii orden de la ciudad justa. Allí se ve cómo la
e asistencia médica tiene un carácter diferencial,
.z
s precisamente en virtud del principio de jus-
ticia distributiva. Al esclavo le atenderá un
s médico esclavo; el artesano no podrá recibir
õ tratamientos prolongados o caros, y solo el
Qa
rico tendrá completo acceso a la salud. Todo
esto, escrito en el siglo IV a. de C., siguió
572 teniendo validez hasta la Edad Media. En
humano. Pero para que puedan convertirse derechos naturales a la vida, la salud, la Ji-
en bien común es preciso efectuar un pacto bertad y la propiedad. Cuando las leyes no
o contrato, el llamado contrato social. El ob respetan los límites naturales o el Estado se
jetivo de este es el logro de la justicia social exkalimita en sus funciones y va más allá de
que se identifica con el bien común, enten- los poderes que se le otorgaron en el contrato
diendo por tal “una ley establecida, aceptada, social, entonces hay injusticia. He aquí, pues,
conocida y firme que sirva por común con- lo que según el pensamiento liberal debe en-
senso de norma de lo justo y de lo injusto”. tenderse por justicia: libertad contractual o
Para Locke, la justicia social 0 contrato que asegure y proteja la libertad in-
legal no tiene otro objeto que el de proteger dividual. Algo completamente distinto del
los derechos que ya tienen los hombres desde viejo ajuste natural.
el principio, de tal forma que nunca se puede Este modo de enfocar el pro-
traspasar esos límites 0 ir en contra suya. El blema de la justicia distributiva ha tenido una
pacto social tiene por ímico objeto proteger enorme repercusión en todo el pensamiento
los derechos naturales (es decir, civiles y po- liberal y en particular en el de los economistas
líticos) de los individuos. El poder político, clásicos, tales como Adam Smith, David Ri-
como delegado que es de ese pacto, no tiene cardo y Thomas Robert Malthus. Aunque la
más ámbito que el concedido en la delega- economía liberal fue paulatinamente susti-
ción, que a su vez no puede tener otro objeto tuida por la llamada economía social de mer-
que proteger los derechos y libertades natu- cado, a partir de los anos setenta el viejo li-
rales. Todo lo que exceda de eso es abuso beralismo ha cobrado nueva vigencia, no solo
injustificado e injusto por parte del Estado. en el campo económico (por ej., los trabajos
Se trata, como es obvio, de un nuevo con- de F. Hayek, M. Friedmann y otros) sino tam-
cepto de la justicia distributiva: la justicia bién en el de la ética. Así, en 1974 el Elósofo
como libertad contractual. Robert Nozick hizo una defensa vigorosa de
Según este concepto, la distri- la justicia distributiva como libertad contrac-
bución de honores y riquezas se rige por va- tual (4). Si bien la justicia afirma que no es-
nos principios. Uno de ellos es el de la justa tamos abligudos a contribuir al bienestar de
adquisición; este postula que el trabajo es el otros, la caridad nos manda ayudar a aquellos
titulo primario de propiedad, ya que el tra- que no tienen derecho a nuestra ayuda. 0
bajador pone en las cosas algo propio e in- Todo esto ha tenido y sigue te-
transferible. Por tanto, lo que puede decirnos niendo una enorme importancia en el mundo
si las riquezas se han distribuido justamente de la salud pública. Para el pensamiento li-
es el modo de adquinrlas. La adquisición sera beral el mercado sanitario debe regirse, como 3
justa si es el resultado del propio trabajo. los demás, por las leyes del libre comercio, 2Z
Junto a este primer principio hay otro, el de sin intervención de terceros. Este ha sido el
la justa transferencia de las propiedades, ya principio básico de la medicina liberal, según
z
sea por regalo, por compra o por herencia. la cual la relación médico-paciente ha de aco-
De acuerdo con él, los hijos tienen derecho a modarse a los principios del libre mercado y 2
heredar las propiedades justamente adquiri- ‘U
no debe estar medrada por el Estado. CuaI-
das por sus padres. quier intervención de este se considera arti- 8
Esto lleva a Locke a tener una ficiosa y perjudicial. Durante el siglo XlX la ;”
idea minimalista del Estado, pues el único deontología médica condena que el médico $
objeto de este es permitir el ejercicio de los se convierta en un asalariado. Aún hoy, -8
cuando en muchos países los seguros de en- 2
fermedad se han hecho con la práctica tota- 3
lidad de la asistencia sanitaria, hay casos 2
como el de Francia en que el paciente paga
dimctamente los servicios médicos, y no la
segundad social o el Estado (5). 573
De acuerdo con este modelo de gelhardt, de que “no existe un derecho hu-
ejercicio médico liberal, en la sociedad euro- mano fundamental a proporcionar asistencia
pea del siglo XLX se distinguían tres tipos de sanitaria, ni siquiera un míkmo decoroso”.
asistencia médica. El primero era el de las La razón, añade, es que este derecho no es
familias ricas, con recursos suficientes para negativo sino positivo, y por tanto no se re-
pagar los honorarios médicos o quirúrgicos. conoce más que en aquellos lugares en que
Luego había otro sector, mucho más amplio, ha sido concebido o legislado como tal (7).
el de las clases medias, que debían cubrir los En la actual discusión en tomo a
gastos extraordinarios de una intervención la justicia sanitaria, el punto de vista liberal
quirkgica o una estancia hospitalaria me- tiene importantes defensores, aunque siem-
diante seguros privados. Y finalmente esta- pre con matizaciones. Para Dan Beauchamp,
ban los pobres, sin acceso posible al sistema por ejemplo, el hecho de que la salud sea un
sanitario liberal. Para corregir esta situación derecho negativo claro puede obligar al Es-
se crearon las instituciones de beneficencia, tado a ciertas prestaciones sanitarias, ya que
cuya obligación moral no estaba basada en el contra mi integridad física no solo atenta la
principio de justicia sino en el de caridad; de persona que me agrede físicamente, sino tam-
ahí que fuera mucho más laxa. En la práctica, bién todos aquellos factores nocivos de ca-
esto se traducía en una financiación exigua, rácter colectivo y social. Puesto que estas
rayana siempre en la miseria. Los testimonios enfermedades las causa la sociedad, el Estado
literarios de la época son buena muestra del tiene la obligación de atenderlas mediante un
carácter miserable de las instituciones sani- amplio programa de asistencia sanitaria (8).
tarias de este tipo (6). Otro modo de enfocar el tema de
En los últimos anos, la teoría li- la justicia distributiva desde la teoría Liberal
beral de la justicia ha encontrado nuevas apli- es el propuesto por Baruch Brody. Este autor
caciones en el campo de la salud pública. comienza aceptando el criterio de Locke del
Ante los posibles excesos del Estado bene- trabajo como principio de apropiación, pero
factor, los nuevos liberales han vuelto a la lo entiende como criterio de adquisición, no
tesis de que la salud es un derecho individual de propiedad. Este cambio es necesario in-
que debe ser protegido por el Estado, pero troducirlo, dice, porque el valor de algo -por
solo negativamente, no de modo positivo. Es ejemplo, un campo- esta determinado a la
decir, el Estado tiene la obligación de impedir vez por el valor de sus recursos naturales y
que alguien atente contra la integridad cor- por el valor añadido por el trabajo. EI
poral de las personas, pero no de procurar trabajo, por tanto, otorgapropiedadsobreel valor
asistencia sanitaria a todos los ciudadanos. añadido, pero no sobre los recursos naturales, que
Esta es la diferencia entre el derecho negativo son de todos. Probablemente no es posible dis-
a la salud y el derecho positivo a la asistencia tribuir estos recursos entre todos, así que
sanitaria. quienes los explotan deben compensar a los
Los seguros obligatorios de en- demás por la utilización, en provecho propio,
fermedad no son exigibles en virtud del prin- de algo que no es suyo. Por tanto, el contrato
cipio de justicia distributiva, una vez que esta social tiene que estipularse siempre en los
se ha definido en el sentido de Locke y No- siguientes términos: los recursos naturales de
zick. De ahí la conclusión de H. Tristram En- la tierra pertenecen a quienes los explotan,
pero en compensación estos deben dar a los
demás una renta proporcional a los recursos
utilizados. Esta renta puede cobrarse en
forma de impuestos y utilizarse en un fondo
de segundad social que se distribuya iguali-
tariamente entre todos (9). En esto consistiría
la justicia distributiva. La asistencia sanitaria
574 debe contemplarse como una parte de esta,
pero no como un derecho separado y autó- Si volvemos a la clásica definición
nomo. En otras palabras, no existe un dere- de justicia dada por Justiniano I: lu~titia est
cho particular y especítko a la asistencia mfans et perpetua volum!as ius suum cuique tri-
sanitaria, sino un derecho genérico a la re- tnmz.5(Justicia es la perpetua y constante vo-
distribución de una cierta riqueza luntad de dar a cada uno lo suyo), vemos que
el cambio esta en el modo de definir ‘lo
La justicia como igualdad social. La suyo”. Para el pensamiento liberal era ‘lo pro-
tercera de las grandes teorías de la justicia, la pio”, en tanto que para Marx es ‘lo que se
de la igualdad social, ha tomado vanas di- necesita”. La justicia distributiva no es ade-
recciones, unas más utópicas y otras más cuada si no da a cada uno según sus nece-
científicas. Entre todas destaca por su impor- sidades; solo así pueden coincidir la justicia
tancia el marxismo. con la igualdad.
Para Karl Marx y Friedrich Engels Así definida la justicia comunista,
el Estado liberal no ha tenido otra ventaja que veamos ahora cómo se ha aplicado a la sa-
la de acabar con el Estado despótico y abso- nidad. La salud es una capacidad (por ej.,
lutista. Todo lo demás, incluido el intento de para trabajar) y la enfermedad una necesidad
convertir el liberalismo en una doctrina per- (de cuidado y asistencia). Este es un hecho
manente basada en la teoría de los derechos curioso que hace de la salud un bien de pro-
civiles y políticos, carece de sentido. Es ab- ducción y de la asistencia sanitaria un bien
surdo, afirman, intentar la hipóstasis de los de consumo. El Estado debe dar a cada cual
derechos en la forma que lo hace el pensa- según sus necesidades, y por tanto tiene obli-
miento liberal. Ni esos derechos ni el Estado gación de cubrir de modo gratuito y total la
que se funda en ellos son la estructura básica asistencia sanitaria de todos sus ciudadanos.
de la vida humana, sino una simple supe- Así se hizo en Rusia inmediatamente después
restructura que se fundamenta en un nivel de la revolución de 1917, aprovechando para
previo, el infraestructural, compuesto por las ello el sistema de seguro médico que desde
condiciones materiales de vida, cn particular 1867 existía en la Rusia zarista con el nombre
In propidad phuia de los medios de producnón. de zemfsuo.El Estado soviético potenció aun
Para Marx, el Estado constitucional moderno, más su cobertura y eficacia, convirtiéndolo en
basado en el respeto de los derechos huma- pieza fundamental del nuevo orden socialista.
nos civiles y políticos, fomenta la desigualdad Este sistema ha sido el modelo de todos 10s
y la injusticia porque perpetúa dich propiedad. que después se han ido estableciendo en
Al negar la propiedad privada de los bienes los países de la zona de influencia política de
de producción, el marxismo permite una la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. 2
nueva definición de la justicia distributiva: lo 2
que debe distribuirse equitativamente no son La justicia como bienestar colec- 3
los medios de producción sino los de con- tivo. El pensamiento socialista de mayor 3
sumo. El problema esta en definir qué intluencia en los países occidentales no ha
significa aquí “equitativamente”. Marx lo re- sido el marxista ortodoxo, sino el llamado so- 2
‘U
suelve haciendo suya una idea de Louis tialismo demoa&ico. Como su nombre in-
Blanc, según la cual, “a cada uno debe exi- dica, se trata de un sistema mixto, mezcla de 5
gírsele según su capacidad, y debe dársele democracia liberal y Estado social. Esto ha ;”
según sus necesidades” (10). dado lugar al surgimiento del llamado Estado 9
social de derecho y, sobre todo, al Estado de %
bienestar. En este la justicia no se define como 2
mera libertad contractual ni tampoco
como igualdad social, sino como bienestar co- 4
lectivo.
La novedad cualitativa del nuevo
sistema esta en el concepto de bienestar. En 575
el último siglo hemos asistido al nacimiento mero es una especificación del principio de
de una economía, un Estado y, naturalmente, libertad, en tanto que el segundo se deduce
una ideología del bienestar. Esta tiene su pro- del principio de igualdad. Ahora bien, como
pia concepción de la justicia, que posible- para el socialismo la igualdad es la condición
mente es hoy la que goza de mayor vigencia de toda auténtica libertad, resulta que ambos
en los países occidentales. De ahí la necesidad derechos proceden, bien que por caminos dis-
de analimrla, aunque sea someramente. tintos, de la libertad.
El objetivo del socialismo demo- Es preciso distinguir dos tipos de
crático fue corregir la teoría liberal mediante libertad, la “libertad de” y la ‘libertad para”.
la introducción de un principio de igualdad Por más que uno esté Libre de coacciones ex-
redistributiva. No pretendió, por tanto, anu- temas, no podrá vivir en sociedad de modo
lar el primer código de los derechos humanos, adecuado si no tiene la libertad para trabajar,
sino completarlo con otro, el de los derechos formar una familia, educar a los hijos, etc.,
económicos, sociales y culturales. A aquellos que le conceden los derechos económicos, so-
se les denomina derechos humanos negati- ciales y culturales. De ahí que el socialismo
vos, ya que son previos a la constitución del empiece a considerar a los del primer tipo
Estado y exigibles antes de que exista ninguna como derechos humanos puramente forma-
ley positiva. Los segundos son derechos hu- les, frente a los del segundo tipo o derechos
manos positivos porque solo pueden ser reales.
puestos en práctica por el Estado, y por tanto Esta última actitud ha llevado a
no tienen otro valor que el que este les con- concebir la asistencia sanitaria como un de-
cede en su derecho positivo. De ahí la ne- recho exigible en justicia. A su vez, esto ha
cesidad de reivindicarlos en la lucha política, significado para los Estados un cambio radical
social y laboral, cosa que hicieron las orga- en su manera de enfrentar los problemas sa-
nizaciones sindicales de izquierda en la Eu- nitarios. La salud ya no puede seguir siendo
ropa de la segunda mitad del siglo XIX. un mero problema privado, sino que pasa a
Así pues, frente al liberalismo de- ser cuestión pública, política. Es el comienzo
mocrático surge el socialismo democrático. Si de la política sanitaria como un capítulo de
aquel propugnaba el Estado minirnalisfa, este las políticas sociales y de bienestar. El Estado
intentará por todos los medios instaurar el de justicia social, que en los países occiden-
Estado maximalista, es decir, aquel que pro- tales ha llegado a identificarse con el Estado
mueve y protege no solo los derechos ne- de bienestar (o benefactor), ha de tener entre
gativos, sino también los positivos. Para ello sus máximas prioridades la protección del de-
establece jornadas de trabajo dignas, prohíí recho a la asistencia sanitaria. Sm esto sería
la explotación de niños y mujeres, exige un incomprensible el desarrollo de todo el sis-
377 salario mínimo, protege a desempleados, en- tema occidental de seguros obligatorios de
ferraos, jubilados, viudas, etc. Surge así la enfermedad.
4
” conciencia del derecho de todo ser humano Como los derechos económicos,
9 a la educación, la vivienda digna, el trabajo sociales y culturales nacieron ante la presión
2 bien remunerado, el subsidio de desempleo, del movimiento obrero, los primeros seguros
la jubilación, la asistencia sanitaria. obligatorios de enfermedad no cubrieron más
ii A nadie se le escapa la importan- que a los trabajadores. El pionero en esta lfnea
e cia sanitaria de todo este movimiento. Si el fue Otto Bismarck, quien en los primeros
u,
8 liberalismo descubrió el derecho a la salud, el anos de la década de los ochenta del pasado
socialismo revela el derecho a la asistencia siglo creó en Prusia un extenso sistema de
s sanitaria. El primero es negativo, ya que es segundad social para proteger al trabajador
3 previo al contrato social y el Estado no puede
cq
hacer otra cosa que protegerlo: por el contra-
rio, el segundo es un derecho positivo y el
576 Estado tiene que Llenarlo de contenido. El pri-
frente a los accidentes, la enfermedad y la social y servicios conexos”, en el que pro-
vejez. Concretamente, el sistema de seguro poma, entre otras cosas, la creación de un
medico, conocido con el nombre de cajas de servicio que cubriera por completo las nece-
enfermos (Kmnkznbsm), fue el primer logro sidades sanitarias de todos los ciudadanos. El
de un seguro obligatorio de enfermedad, y tema no era analizado con detalles en el in-
su creador, uno de los fundadores, por ello forme, ya que el objetivo de este era la se-
mismo, del moderno Estado de bienestar. gundad social. Aun así, se recomendaba crear
El ejemplo fue seguido poco des- LUXIcomisión que se encargara de organizar
pués por Gran Bretaña, cpe en 1908 aprobó eI Servicio Nacional de Salud, cuyo objetivo
una ley de pensionistas, seguida en 1911por sena coronar el proceso iniciado en 1911 con
la famosa ley del seguro nacional; en el te- la creación del Seguro Nacional de Salud.
rreno de la sanidad, esta dio origen a un sis- Como este economista era liberal, pensaba
tema similar al prusiano. En 1915 comenzó que debía contarse con la participación de la
en Suecia un proceso parecido con La ley de iniciativa privada. Así, proponía establecer un
pensiones y jubilados, que con los anos ha- sistema mixto que cubriera de modo obliga-
bría de conducir a un modelo de sociedad torio las necesidades sanitarias básicas de la
que Marqms Childs bautizó, en 1936, como población y que tuviera también otros niveles
‘la Suecia del justo medio”. optativos que estarían en manos de compa-
Pero el despegue definitivo de los ñías privadas. Este punto no fue aceptado por
sistemas de segundad social y de seguro mé- el gobierno laborista, que en 1945y 1946 pro-
dico se produjo como consecuencia de la gran mulgó vanas leyes sociales muy avanzadas,
crisis económica de 1929 a 1931. Como reac- basadas en gran medida en el informe de
ción más o menos tardía a ella, casi todos los Beveridge. Entre estas se encontraba la Ley
Estados europeos imitaron el modelo alemán del Servicio Nacional de Salud, que entró en
de seguro médico e iniciaron la protección vigor en 1948. Fue así como surgió el primer
sanitaria de la clase trabajadora. servicio nacional de salud del mundo occi-
En los Estados Unidos de Arné- dental, protector de toda la población en cual-
rica también comenzó un proceso similar quier circunstancia (23).
entre 1932 y 1943, pero no llegó a resultados A partir de ese momento, puede
concretos; es lo que Hirschfield ha llamado la decirse que los sistemas nacionales de salud
reforma perdida (11). Fue en 1946 cuando se de los países occidentales hubieron de elegir
aprobó una ley general de empleo que re- entre los tres modelos existentes: el liberal
conocía la responsabilidad del Estado en el (norteamericano), el socializado (británico) y
mantenimiento de ‘las &as de empleo, la el intermedio (alemán), o bien idear una com-
capacidad de producción y el poder de com- binación más o menos ingeniosa de ellos. En
pra máximos”. Anos después, en 1953, se cualquier caso, la protección de la salud como
creó el Departamento de Salud, Educación y un derecho social se generalizó, al ser con-
Bienestar, que el presidente Lyndon B. John- siderada como un elemento básico de toda
son utilizó más tarde para su plan de guerra política social de bienestar. El Estado bene-
a la pobreza. Como parte de1 Departamento factor o de bienestar había de tener entre una
se crearon los programas Medicare (seguro de sus prioridades la asistencia sanitaria.
obligatorio de enfermedad para personas ma- Fue a partir de los anos setenta
yores de 65 anos) y Medicaid (pago de los cuando, coincidiendo con la nueva etapa de
gastos de asistencia sanitaria a las personas recesión económica, empezó a ponerse en
consideradas como necesitadas por las auto-
ridades locales) (12).
En Europa las cosas iban por
otros derroteros. En 1942, el economista bri-
tánico William Beveridge elaboró para el Go-
bierno británico un informe, titulado “Seguro
tela de juicio la necesidad y racionalidad de prirnarios son los siguientes: las libertades bá-
todas estas políticas de bienestar que tanto sicas; la igualdad de oportunidades, derechos
había impulsado el Estado benefactor. $ra la y prerrogativas; los ingresos y riquezas; y las
asistencia sanitaria, como se había pretendido condiciones sociales para el respeto de sí
durante decenios, un derecho exigible en vir- mismo y la dignidad. La tesis de Rawls es
tud del principio de justicia? La polémica se que una sociedad no puede considerarse justa
desató en los Estados Unidos, país que nunca a menos que cumpla con el siguiente prin-
había aceptado la necesidad, en virtud del cipio: “Todos los valores sociales -libertad y
principio de justicia distributiva, de los lla- oportunidad, ingresos y riquezas, así como
mados sistemas nacionales de salud. Hubo las bases sociales y el respeto de sí mismo-
un momento, durante las presidencias de habrán de ser distribuidos igualitariamente, a
Kennedy y de Johnson, en que pareció que menos que una distribución desigual de al-
también allí iba a sociakame la medicina guno o de todos estos valores redunde en
hasta los límites usuales en Europa. Pero no una ventaja para todos, en especial para los
fue así, y a partir de entonces se inició una más necesitados”.
vivísirna y muy creativa polémica sobre la jus- Según este autor, los bienes so-
ticia. ciales p rimarios están constituidos por los de-
Así las cosas, en 1971John Rawls rechos civiles y políticos, así como por los
publica su célebre Teoria de la justicia, donde derechos económicos, sociales y culturales.
define esta no como proporcionalidad natu- Su teoría de la justicia es, por ello, una inte-
ral, libertad contractual ni igualdad social, ligente reformulación del pensamiento so-
sino como equidad (14). Por tal entiende algo cialdemocrático. Entre el liberalismo puro y
por igual alejado de Aristóteles, Locke o el igualitarismo puro, surge una teoría inter-
Marx, y muy cercano a algunas ideas fun- media que entiende la justicia como equidad.
damentales de la ética kantiana. En esta, el Su éxito ha sido enorme: ningún otro estudio
ser humano, naturalmente moral, puede con- teórico sobre la justicia ha tenido un eco tan
cebir la idea de una sociedad bien ordenada, grande en lo que va del siglo. También ha
la cual se caracteriza por lo siguiente: 1) está sido grande su repercusión en medicina;
regulada de forma eficaz por una concepción desde hace 15 años no hay trabajo o estudio
pública de la justicia; o sea, es una sociedad sobre temas de justicia sanitaria que no parta
en la que todos aceptan, y saben que los de él, aunque solo sea para criticarlo.
demás también aceptan, los mismos princi- Uno de los autores que ha inten-
pios de rectitud y de justicia, y 2) sus miem- tado aplicar la teoría rawlsiana de la justicia
bros son personas morales libres e iguales, y al tema de la sanidad ha sido Norman Da-
como tales se consideran a sí mismas y unas niels. En su opinión, el derecho a la asistencia
a otras en sus relaciones políticas y sociales. sanitaria sería un bien primario subsidiario del
Por tanto, sobre la base de la persona moral principio de igualdad de oportunidades pro-
es posible concebir una sociedad bien orde- puesto por Rawls. Esta es la única manera en
nada, regida por los principios de libertad e que puede construirse una teoría adecuada
igualdad. sobre el derecho a la asistencia sanitaria, cuyo
Es preciso, por otra parte, con- único sentido correcto posible es el de justicia
siderar como objetos básicos del principio de de la asistencia médica, o asistencia médica
justicia ciertos bienes, sin los cuales la justicia justa. Pero esto exige definir con precisión qué
pura sería inalcanzable. Estos bienes sociales son las necesidades de asistencia médica. Da-
niels intenta responder a esta cuestión utili-
zando como criterio el funcionamiento típico
de la especie. Este criterio permite considerar
como enfermedades que exigen asistencia
conforme al principio de justicia distributiva
578 todas aquellas “desviaciones de la organiza-
ción funcional natural de un miembro de la distributiva. Unos, como Rawls, colocan ese
especie” fl5), pero no las demás. Según esto, mínimo en la lista de bienes sociales prima-
la apendicitis es una enfermedad y debe caer rios; otros, como Amartya Sen, en el índice
dentro del principio de justa igualdad de ac- de capacidades básicas (191. Pero todos com-
ceso a los cuidados médicos, pero no lo es ciden en dos puntos fundamentales: primero,
una nariz aguileña que puede necesitar ci- que esos mínimos morales son exigibles en
rugía estética. virtud del principio de justicia; segundo, que
La consideración de la salud tales mínimos cubren total o parcialmente la
como un bien social primario que debería ana- asistencia sanitaria.
dirse a la lista original de Rawls ha permitido
a otro bioeticista, Ronald M. Green, hacer im- El momento teleólogico:
portantes contribuciones al tema de la justicia La asignación de recursos escasos
sanitaria, en relación sobre todo con nuestro
deber de preservar la calidad de vida de las El tema de la justicia sanitaria
generaciones futuras (16). Este es un aspecto tiene otra dimensión, tan importante al
hasta ahora poco analizado y que cada vez menos como la anterior. Ello se debe a que
adquiere mayor gravedad, hasta el punto que el término justicia tiene dos caras: una mira
en los próximos anos puede convertirse en el hacia los principios y otra hacia las conse-
tema fundamental de las discusiones en tomo cuencias de los actos. En el primer caso, de-
a los temas de justicia bioética. cimos de algo que no es justo cuando viola
Junto a las teorías de Daniels y un principio deontológico, como el de Ia ve-
Green habría que citar otras, como la de racidad. En el segundo, aplicamos el concepto
Charles Fried, según la cual no es posible de justicia en contextos claramente teleoló-
justificar la asistencia sanitaria como un de- gicos, de modo que nos parece injusto todo
recho a la justicia distributiva, sino solo como lo que no consigue el máximo beneficio al
un deber de beneficencia. Ahora bien, este mínimo costo. Si el director de un hospital
autor piensa que este deber genera un de- dispone de cierta cantidad de dinero, tiene
recho correlativo de los demás al auxilio y, que pensar cómo puede gastarla de modo que
por tanto, un derecho secundario de justicia redunde en el máxho beneficio sanitario
distributiva. Esto otorga al Estado el derecho para la comunidad a la que sirve. Solo en-
y la obligación de socorrer a los más necesi- tonces podemos decir que ha actuado de
tados de asistencia sanitaria. iHasta qué modo justo. La justicia no consiste tan solo
punto? Fried responde que hasta cubrir el en el respeto de los principios morales, sino
nivel del mínimo decoroso, que no coincide con también en la maximkación de las conse-
el Estado minimalista de Nozick (27). cuencias buenas de los actos.
Aun podrían añadirse otros mo- Este segundo aspecto de la ética
delos concretos. Pero más importante que de la justicia es de suma importancia y tiene
esto puede ser la reflexión sobre ciertas ca- la ventaja de resultar mucho más operativo
racterísticas comunes a todos ellos. Una, que el anterior, ya que el tema de las con-
quizá la más significativa, es la apelación con- secuencias es fácilmente cuantificable me-
tinua por parte de estos autores a los fun- diante procedimientos matemáticos como los
damentos de la ética kantiana. Sobre esa base que utilizan, por ejemplo, los economistas.
no parece difícil justificar que toda sociedad No en vano la ciencia económica se rige por
está obligada a cumplir con unos mínimos los principios del rendimiento y la utilidad.
morales, por debajo de los cuales debe con-
siderarse simple y llanamente como inmoral.
Estos que Adorno denominó “minima mo-
ralia” (18) coinciden con el concepto de jus-
ticia, es decir, con lo que el Estado debe a sus
ciudadanos en virtud del principio de justicia 579
Ello explica también que este aspecto de la menzó la recesión económica mundial y el
doctrina ética lo hayan elaborado fundamen- producto nacional bruto (PNB) se estancó o
talmente economistas, como Adam Smith, empezó a decrecer, pudo verse que la con-
David Ricardo o John Stuart Mill. En tal sen- tención de los gastos sanitarios era muy
tido, puede decirse que la racionalidad eco- difícil, si no imposible. Esta fue la gran opor-
nómica es indispensable para la racionalidad tunidad que habían esperado los economistas
ética. La idea de justicia no es por completo para acusar a los médicos y políticos de ges-
ajena al criterio de la máxima utilidad que la tión irracional de los recursos sanitarios. Se
economía comenzó a entender cuando fue había creído sufkiente el momento deonto-
capaz de establecer leyes como la de los ren- lógico para establecer políticas sanitarias, y
dimientos decrecientes formulada por Ri- ahora podían verse las consecuencias. Era ne-
cardo, o la del llamado óptimo de Pareto, el cesario cambiar radicalmente de política, con-
punto en que todos los sujetos resultan be- cediendo la prioridad, según los economistas,
neficiados y ninguno perjudicado. Por des- al momento teleológico. El gasto sanitario,
dicha, las situaciones en que este último como cualquier otro, debía efectuarse de
puede aplicarse no son muy frecuentes. Por acuerdo con las leyes de la racionalidad eco-
otra parte, en su formulación original el óp- nómica. Todo lo demás era puro despilfarro
timo de Pareto terúa un valor retrospectivo, que no podía conducir más que al desastre.
de modo que solo permitía emitir juicios sobre Este desastre empezaba a perci-
situaciones pasadas. Fue K. J. Arrow quien birse como más cercano de lo deseable. Tal
dio una versión prospectiva, que Allan Gib- fue la triste experiencia de los anos setenta.
bard ha aplicado a los problemas de justicia En 1978, el economista J. M. Simon, basán-
sanitaria (20). dose en las informaciones publicadas por el
Otra vía es la que abrieron dos Departamento de Investigación del Instituto
economistas afincados en Inglaterra, John MacKinsey, calculó que el crecimiento dece-
Hicks y Nicholas Kaldor, al elaborar un nal de los gastos sanitarios en los países ricos
criterio más amplio que el de Pareto que per- había sido de 1 punto suplementario del PNB
mitía aceptar una acción como eficiente 0 efi- de cada país entre 1950y 1960; de 1,5 puntos
caz no solo si era buena para cada uno, sino suplementarios entre 1960y 1970;y de 2 pun-
también si podía mejorar la situación de cada tos suplementarios entre 1970 y 1980. Estos
uno, aunque de hecho pudiera no hacerlo. datos muestran bien el crecimiento acelerado
Hoy, esta idea sobrevive bajo la forma de los de la parte destinada a sanidad del conjunto
análisis de costos-beneficios y de eficacia en del producto interno.
función de los costos (21). De ellos derivan Este ritmo de crecimiento no
otros índices, el más conocido de los cuales tiene nada de sorprendente, dado que en
es probablemente el QALY (qualify adjusfed nuestro siglo la salud ha dejado de compor-
life years), que en castellano empieza a cono- tarse como un bien de producción para con-
cerse con las siglas AVAC (anos de vida ajus- vertirse en un bien de consumo. En 1857, el
tados según la calidad) (22). estadístico alemán Emst Engel formuló tres
La importancia de todos estos leyes sobre la evolución del consumo (23), a
métodos no se reconoció hasta hace muy saber:
poco tiempo. Fue a comienzos de los anos
cl Primera: La parte del presupuesto
setenta cuando los economistas comenzaron
familiar destinada a los gastos alimentarios
a hablar del fenómeno de la explosión de los
costos sanitarios. Hasta entonces, los gastos
habían venido subiendo ininterrumpida-
mente, pero a un ritmo hasta cierto punto
similar al del crecimiento de la riqueza de los
países desarrollados, de modo que el au-
580 mento era tenido por normal. Cuando co-
disminuye según aumentan los ingresos. Así, Estas preguntas se han hecho pe-
en Francia, estos gastos representaron 64,2% rentorias a partir de la crisis económica ini-
del presupuesto familiar en 1950; 27,9% en ciada en 1973y han traído como consecuencia
1970; 25,9% en 1976; y se esperaba que en la injerencia masiva de los economistas y, con
1985 fueran de 16,7%. ellos, de los criterios teleológicos en la sani-
El Segunda: El porcentaje del pre- dad. Esto parecía tanto mas necesario cuanto
supuesto familiar reservado para la adquisi- que desde el decenio anterior los avances tec-
ción de bienes de confort (ropas, muebles, nológicos habían disparado los gastos, por
alquileres, etc.) tiende a permanecer estable. ejemplo, al mantener con vida durante largos
Estos gastos evolucionan proporcional- períodos a personas que en cualquier otra
mente a los ingresos. Así, en Francia constitu- época habrían muerto sin remedio. (La joven
yeron 27,1% del presupuesto familiar en 1950; Karen Ann Quinlan permaneció en estado
29,4% en 1960; 31% en 1970 y 1975; y se vegetativo durante diez anos.) #xiste obli-
esperaba que estuvieran en tomo a 30% gación, en virtud del principio de justicia, de
en 1985. procurarle todo tipo de asistencia médica?
0 Terceru: La fracción del presu- Este hecho, por otra parte, no es más que un
puesto familiar utilizada para pagar los ser- caso particular de algo que se ha convertido
vicios, los bienes culturales y el ocio (higiene en norma: si la naturaleza, según Darwin,
y salud, cultura, enseñanza, vacaciones, selecciona a los mas aptos y condena a la
transportes, comunicaciones y telecomuni- muerte a los débiles e inadaptados, la me-
caciones, seguros, etc.) tiende a crecer a me- dicina actúa exactamente en sentido contra-
dida que aumentan los ingresos. En Francia, rio. Esto hace que el número de enfermos
estos gastos se estimaron en 26,7% en 1950; crónicos irrecuperables sea cada vez mayor,
34,5% en 1960;41,1% en 1970;43,2% en 1975; lo que ha contribuido sustancialmente a la
y se esperaba que en 1985 llegaran a 52,8%. explosión de los costos. Vuelve de nuevo
la pregunta: iHay obligación de atender con
El hecho de que la salud sea un todos los recursos a todos esos enfermos?
bien de consumo que obedece a la tercera ley iHasta dónde deben ser tratados? iA partir
de Engel explica perfectamente por qué no de qué punto la obligación deja de ser perfecta
hay impedimentos teóricos para que los gas- o de justicia para convertirse en imperfecta o
tos en salud crezcan más de prisa que la ri- 0
de caridad? k
queza total de un país. En los Estados Unidos, Para los economistas y admink- J,
los gastos per cápita en salud se han triplicado tradores sanitarios estaspreguntas tienen una
desde 1950. contestación refativamente clara. La explosión
Ante tales cifras, surgen inme 2
de costos solo puede pararse mediante la con- &
diatamente ciertas preguntas: ,$‘uede per- tención de costos y esta ha de hacerse de ci
mitirse que otros servicios sociales y públicos acuerdo con los criterios de la racionalidad
queden infradotados por atender a las de- 3
económica. Lo cual significa que la justicia
mandas sanitarias? iTodo gasto en salud esta distributiva debe regirse siempre por la rela- 2
,~
éticamente justificado y es exigible en justicia? ción costo-beneficio, de tal modo que nunca
El derecho a la salud y el derecho a la asis- haya obligación de hacer en justicia algo 5
tencia sanitaria ihan de ser cubiertos en toda irracional (en el sentido de racionalidad eco-
su inagotable extensión o hay límites de exi- nómica). Lo justo se identifica con lo econó-
gencia, traspasados los cuales ya nada puede micamente óptimo. i-,
exigirse en justicia? iGales son esos límites? -8
Esto signikr vanas cosas. Pri- 2
mero, por más que los recurso s sanitarios
sean limitados (siempre lo serán, toda vez que 4
el consumo sanitario es ilimitado), no es justo
desviar fondos de otras partidas del presu-
puesto a la sanidad, si la relación costo- 581
beneficio es mejor en esos otros campos que plantarla, de modo que quede como criterio
en el sanitario. Así, por ejemplo, la educación único el de utilidad. Cuando sucede esto ríl-
o la política de vivienda pueden presentar una timo, es decir, cuando al momento de las
relación costo-beneficio superior, en cuyo consecuencias se le otorga un valor absoluto
caso lo justo es invertir el dinero en esos cam- hasta convertirlo en el único capaz de definir
pos. Segundo, dentro del ámbito sanitario los una acción como justa 0 injusta, entonces te-
limitados recursos con que se cuenta deben nemos una nueva teoría de la justicia, la uti-
destinarse a las actividades que con un menor litarista, tan usual en nuestra cultura desde
costo produzcan un mayor beneficio en los tiempos de Jeremy Bentham. Este autor
salud. Por ejemplo, si hay que elegir entre estableció que el objetivo de cualquier gober-
una campaña de vacunación o realizar un nante no puede ser otro que el logro de la
trasplante cardíaco, no hay duda de que la máxima felicidad de sus súbditos, y para ello
relación costo-beneficio exige conceder prio- no tiene más remedio que regirse por el prin-
ridad al primer programa, por más que ello cipio: ‘Za mayor felicidad del mayor numero
traiga como consecuencia el perjuicio y hasta es la medida de lo justo y de lo injusto” (27).
la muerte de algunas personas. Tercero, hay No puede haber otro criterio de justicia dk-
prestaciones y servicios sanitarios que no pue- tributiva más que este.
den ser exigidos en justicia, dada su baja re- En cuanto gestor de la cosa pú-
lación costo-beneficio. Tal sucedía hasta hace blica, al político se le exige lograr el máximo
muy poco con los trasplantes de corazón, pul- beneficio con el mínimo costo; es decir, op-
món e hígado, y tal parece ser el caso de las timar la utilidad. Esto es hoy de suma im-
muertes cerebrales, los estados vegetativos portancia en medicina, dado que la sanidad
permanentes, etc. se ha convertido en una cuestión pública, po-
Estos ejemplos pueden ser sufi- lítica. Ahora bien, la política sanitaria idebe
cientes para demostrar la importancia de la regirse única y exclusivamente por criterios
racionalidad económica en sanidad y cómo de utilidad económica? ¿No es tan injusto re-
esta aporta una perspectiva nueva e indis- chazar la dimensión uti&aria de la sanidad
pensable al tema de la justicia sanitaria. Hoy como otorgarle un valor absoluto? La justicia
sabemos que con solo principios deontoló- sanitaria idebe basarse únicamente en las
gicos no se construye una teoría coherente de consecuencias o estas deben complementar a
la justicia. Hace falta el complemento teleo- los principios? Estos son los últimos puntos
lógico que evalúe y pondere las consecuen- que hemos de abordar.
cias. Esto permite explicar la importancia que
hoy tienen los estudios bioéticos sobre lo que Conclusión: Los dos momentos
ha dado en llarnarse contención de costos y de la justicia sauitaria
LS distribución de recursos escasos. Como
w muestra valgan dos ejemplos. Uno son los Este sucinto repaso del actual de-
4 bate en tomo a la justicia sanitaria demuestra
” interesantes estudios que desde hace anos
s viene realizando Haavi Morreim a propósito bien la complejidad del problema y cómo toda
del problema de la justicia en la sanidad nor- teoría que quiera dar razón de los hechos ha
H
teamericana (24, 25); otro, más impresio- de articular obligatoriamente los dos momen-
E nante, la viva discusión de estos últimos anos tos citados, el deontológico o de los principios
e en tomo a los límites del deber de justicia de y el teleológico o utilitarista. En el mundo
.z occidental parece haberse llegado a cierta con-
8 las jóvenes generaciones para con los ancia-
m nos (26). vergencia de opiniones sobre ambos puntos.
B Pero con esto no se resuelven
õ todos los problemas. Queda por decidir, en
Q
efecto, si la racionalidad económica tiene que
armonizarse con la propia de los principios
582 de la justicia o si, por el contrario, debe su-
De las varias teorías deontológi- tuaciones? Por lo pronto, conviene reducir
cas que han venido contendiendo entre sí ambas categorías a una sola, ya que propia-
para explicar la justicia distributiva, la que mente hablando no existen confictos de
entiende esta como bienestar colectivo principios y consecuencias, sino solo de
aparece, sin duda, como la mas aceptada y los principios entre sí.
aceptable. El hecho de que casi todas las De- Las consecuencias las utilizamos
claraciones de Derechos Humanos y las solo como a-iterio de jerarquía y, por tanto,
Constituciones de muchos de los países oc- de resolución del conflicto; es decir, nos sir-
cidentales coloquen junto a los derechos ci- ven como criterio de ordenación jerárquica de
viles y polfticos los derechos económicos, so- los principios. Generalizando este modo de
ciales y culturales es buena prueba de que la proceder, se lIega a conclusiones muy pare-
teorfa deontológica de la justicia no puede cidas a las propuestas hechas hace ya medio
entenderse hoy como proporcionalidad na- siglo por David Ross. Según ellas, los prin-
tural ni como libertad contractual. Tampoco, cipios deontológicos (por ej., todos y cada
al menos en la generalidad de dichos países, LUTOde los derechos humanos, tanto los ci-
como igualdad social, sino como bienestar viles y polfticos como los económicos, sociales
colectivo. y culturales) pueden considerarse como
En cuanto al otro momento, el deberes prima fti. Cuando estos deberes pri-
teleológico, el acuerdo es aun más claro. Los marios no entran en conflicto entre sí, enton-
administradores y los políticos tienen obli- ces obligan moralrnente y, por tanto, tienen
gación de optimar la utilidad pública de los también el carácter de deberes reales y efec-
recursos disponibles, para lo cual han de tivos. Pero cuando dos o más de ellos resultan
actuar conforme a los principios y criterios incompatibles en una situación concreta, de
propios de la economía. Aunque la ciencia modo que el respeto de uno obligue a la lesión
económica no es ajena a los principios deon- de otro, entonces es preciso ordenarlos jerár-
tológicos ni separable de ellos, sí ha puesto a quicamente. Esto puede hacerse de varias
punto un amplio abanico de técnicas y pro- maneras. Hay veces que cabe establecer el
cedimientos de carácter estrictamente teleo- orden entre ellos por criterios meramente
lógico que pueden resultarle de mayor utili- deontológicos; así, los derechos civiles se sue-
dad al hombre público en su gestión. Negar len considerar de rango superior al de los 0
el momento de las consecuencias de la justicia sociales. Pero estos casos son los menos. Por k
sanitaria sería tan peligroso como otorgarle lo general, para establecer un orden jerár- 2
un valor absoluto. quico correcto es preciso tener en cuenta las
Una vez aceptada la dualidad de razones llamadas teleológicas, es decir, las 2
momentos, es preciso establecer el modo de consecuencias de los distintos actos posibles. 2
su articulación. iCómo se relacionan entre sí? Este es el lugar preciso del segundo momento
En unos casos actúan como complementa- de la teorfa de la justicia, la jerarquización de ;
rios, y entonces no hay duda de que el deber los principios deontológicos, que permite re- v,
moral es respetar todos y cada uno de los solver los conflictos entre principios y con- w
‘W
principios, a la vez que optimar todas y cada vertir los deberes prima facie
o primarios en
una de las consecuencias. Desdichadamente, deberes reales y efectivos. 8
estos casos no abundan y bien pueden con- Pienso que cualquiera de los mé-
siderarse excepcionales. Lo más frecuente en todos de resolver los conflictos entre los dis-
i
ética no es la complementaridad sino los con- tintos elementos constitutivos de la justicia -8
flictos de principios y consecuencias, y de los que acabamos de proponer es teóricamente
principios entre sí. iCómo solucionar tales si- correcto. Lo cual no quiere decir que sean
los seguidos en la práctica cotidiana. Es proba-
ble que el mkkno problema de justicia sani-
taria que hoy enfrentan nuestros países sea
la inadecuación de la práctica con los princi- 583
pios teóricos antes expuestos. Las políticas 5 Cf. Hartzfeld, H. La crisis de la medicina Iiberul,
sanitarias se diseñan las más de las veces con trad. de Pablo Bordonava. Barcelona, Ariel,
1965.
criterios casi exclusivamente utilitarios que
atienden menos de lo debido a los principios 6 Cf. Laín EntraIgo, P. La relación médico-enfermo:
de equidad. Cabría decir, de modo gráfico, Historia u teoría. Madrid, Revista de Occidente,
1964, pp”. 198-314.
que la economía y la política han acabado con
la ética. Engelhardt, H. T., Jr. The Foundations oj Bio-
En este sentido, considero gene- ethics. Nueva York, Oxford University Press,
ralizable lo que el Centro Hastings dijo en un 1986.
Cf. Engelhardt, H. T., Jr. Health care alloca-
estudio sobre la ética del análisis de costos- tions: Responses to the unjust, the unfortu-
beneficios: “El abordaje tradicional del análisis nate, and the undesirable. Zn: Shelp, E. E., ed.
de costos-beneficios excluye consideraciones lusfice and Heulfh Cure. Dordrecht, Reidel, 1981,
formales de efecto distributivo, del tipo de la pp. 121-137.
equidad y la justicia. Aunque los economistas Cj. Beauchamp, D. Alcoholism as blaming the
discrepan sobre cómo resolver este problema, alcoholic. Int J Addict ll:4152, 1976.
es probable que las consideraciones de equi- Beauchamp, D. Public health and social justice.
Inquiry 13%14, 1976. Para una crítica de esta
dad continúen siendo subestimadas en la pÓsi&n, cf. Beauchamp, T. L. y Faden, R. R.
práctica” (28). Esta es, quizá, la conclusión The right to health and the right to health care.
última del presente análisis: en la diaIéctica j Med Philos 4:125-126, 1979.
obligada entre principios y consecuencias,
9 Cf. Brody, B. Health care for the haves and the
estas son poco atendidas en la teoría y aque- have-nots: Toward a just basis of distribution.
llos continúan siendo subestimados en la In: Shelp, E. E., ed. Op. cit., pp. 151-159.
práctica. Dicho de otra manera, en los temas
10 Marx, K. Kritik der Gothaer Progrumms. Berlín,
relacionados con la justicia distributiva sani- Dietz, 1976. Marx-Engels Werke, Vol. 19,
taria, la ética parece haber desatendido a la No. 21.
economía y la política, y estas, por su parte, Cf. Tucker, R. C. Marx and distributive iustice.
han decidido prescindir de aquella, cuando ln: The Marxian Revolufionay Idea. Nuevá York,
W. W. Norton, 1970, D. 48.
no suplantarla. Lo cual es ya, en mi opinión, Cf. Brenkert, G. G. karx’s Efhics oj Freedom.
una grave forma de injusticia. Londres, Routledge and Kegan Paul, 1983,
p. 246.

11 Cf. Hirschfield, D. The Lost Reform. Cambridge,

N OTAS Harvard University Press, 1970.

12 Cf. Elling, R. H., ed. National Healfh Care: ksues


and Problems in Socialized Medicine. Chicago y
1 Aristóteles. Ética a Nicómacu, libro V, cap. 2: Nueva York. Aldine-Atherton. 1971.
1130b31s. Marmor, T. .R. The Polifics of Medicare. Nueva
York, Aldine, 1973.
2 Ibid., cap. 3: 1131b17-18. Stevens, R. y Stevens, R. Welfare Medicine in
America. A Case Study of Medicatd. Nueva York,
3 Locke, J. Dos ensayos sobre el gobierno civil, trad. The Free Press, 1974.
de Amando Lázaro Ros. Madrid, Aguilar, 1969, Feder, J. M. Medicare: The Politics of the Federal
pp. 94-103. Hospital lnsurance. Lexington, MA, Lexington
Books, 1977.
4 Nozick, R. Anarchy, Sfute, and Utopia. Nueva Stan, P. The Social Transformafion of Ameritan
York, Basic Books, 1974, p. 149. Medicine. Washington, DC, The Brookings Ins-
titution, 1982.
David, S. 1. With Dignity: The Seurchfor Medicare
and Medicaid. Westport, CT, Greenwood Press,
1985.

13 Cf. Gracia, D. Medicina social. In: Avances del


saber. Barcelona, Labor, 1984, pp. 190-191.
14 Rawls, J. Teoría de la justicia, trad. de Marfa 23 Cf. Gracia, D. OP. cif., p. 200.
Dolores González. Madrid, Fondo de Cultura
Económica, 1979, p. 84. 24 Cf. Morreim, E. H. Cost containment: Issues
of moral conflict and justice for physicians.
15 Daniels, N. Just Healfh Care. Cambridge, Cam- Tkeor Med 6(3):257, 1985.
bridge University l’ress, 1985, p. 28.
25 Cf. Morreim, E. H. Stratified scarcity and unfair
16 Cf. Green, R. M. Health care and iustice in liability. Case Wesfern Reserve Luw Review
contract theory perspective. In: Vea& R. M. 36(4):10331057, 1986.
v Branson. R.. eds. Efhics and Healfh Polinl. Morreim, E. H. Cost containment and the stan-
Cambridge, Ballinger, 1976, pp. 111-126. * dard of medical care. California Law Review
Green, R. M. Justice and the claims of future 75(5):1719-1763, 1987.
generations. In: Shelp, E. E., ed. Op cif., p. 196. - Clinicians or committees-Who should
- Intergenerational distributive justice cut costs? Hasfings Cenf Rep 17(2):45, 1987.
and environmental responsibility. BioScience - Cost constraints as a malpractice de-
27~260-265, 1977. fense. Hasfings Cenf Rep 18(1):5-10, 1988.
- Population Growfh and justice. Missoula, - Cost containment: Challenging fidelity
MT, Scholars Press, 1975. and justice. Hastings Cent Rep 18(6):2&25,1988.

17 Cf. Fried, C. Rights and health care: Beyond 26 Cf. Olson, L. et al. The Elderly and tke Fufure
equity and efficiency. N Engl ] Med 293:241- Économy. Lexington, MA, D. C. Heath, 1981.
245, 1975. Pifer, A. y Bronte, L. Our Aging Sociefy, Nueva
Fried, C. Equity and rights in medical care. York, W. W. Norton, 1986.
Hasfings Cenf Rep 6:29-34, 1976. Callahan. D. Setfinq Limifs: Medical Goals in an
iEs posible la libertad? In: McMurrin, Aging Sociefy. NueGa York, Simon and Schus-
S. M., ed. Libertad, igualdad y derecho. Las con- ter, 1987.
ferencras Tanner sobre filosofía moral, trad. de Gui- Daniels, N. Am 1 My Parenfs’ Keeper? An Essay
llermo Valverde. Barcelona, Ariel, 1988, pp. on ]usfice Befween tke Young and tke Oid. Nueva
91-132. York, Oxford University Press, 1988.
ed. Justice between generations and
18 Cf. Adorno, T. W. Minima moralia. Reflexiones healthare for the elderly. ] Med Philos 13(1):5-
sobre la vida dañada, trad. de Joaquín Chamorro. 116, 1988.
Madrid, Taurus, 1987. (La bibliografía sobre este tema es muy abun-
dante.)
19 Cf. Sen, A. iIgualdad de qué? In: McMurrin,
S. M., ed. Op. cit., pp. 134-156 (especialmente, 27 Bentham, J. Fragmentos sobre el ,qobierno, trad.
pp. 152-154). de Julián Larios-Ramos. Madrid: Sarpe, 1985,
p. 26. 0
20 Cf. Gibbard, A. The prospective Pareto prin-
tiple and eqmty of access to health care. In: 28 The Hastings Center. Appendix D: Values, eth-
President’s Commission for the Study of Ethi- ics, and CBA in health care. In: Office of Tech-
cal Problems in Medicine and Biomedical and nology Assessment. Tke Implications of Cosf-
Behavioral Research. Securing Access to Health Effectiveness Analysis of Medical Technology.
Care: The Ethical lmplications of Drfferences in the Washington, DC, U. S. Govemment Printing
Availabilify of Healtk Services. Washington, DC, Office, 1980, p. 175.
U.S. Govemment Printing Office, 1983. Vol. 2,
pp. 153-178 y 138-140. (Excelente trabajo.)

21 Cf. Wenz, P. S. CBA, utihtarianism, and re-


liance upon intuitions. In: Agich, G. J. y Begley,
C. E., eds. Tke Price of Health. Dordrecht,
Reidel, 1986, pp. 71-89.
Audi, R. Cost-benefit analysis, monetary
value, and medical decision. In: Agich, G. J. y
Begley, C. E., eds. Op. cit., pp. 113-131.
(La bibliografía sobre este tema es abundanti-
sima.)

22 Cf. ArtelJs, J., ed. La medición del nivel de


salud. Jano (712):511-576, 11-16 de febrero
de 1986.

585

También podría gustarte