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La actividad de los intelectuales se desarrolla en co-

nexión con ciertas tramas o contextos. Algunos de estos


son de orden general, como los que establecen el Estado
y el mercado, que no son contextos distintivos de la vida
cultural como tal, aunque operan sobre ella y la afectan
de manera específica. Otros, en cambio, son espacios ins-
titucionales propios de la intelligentsia, como la universi-
dad, cuyo nacimiento suele asociarse con el surgimiento
mismo de los intelectuales. Hay redes de naturaleza más
informal en cuanto a sus reglas, cuya existencia es más
intermitente y sus límites más imprecisos: comunidades
(o coaliciones, como las llama Randa11 Collins [20001)
creadas por los intelectuales y que funcionan como su
ambiente. La historia de la intelligentsia es en gran me-
dida una historia de estos grupos, organizados en forma
de movimientos, sociedades de ideas, capillas literarias
o filosóficas, revistas. Están, por último, los contextos
que forman las tradiciones intelectuales. Éstas surgen
históricamente y no permanecen fijas -se reinterpretan
y se renuevan, a veces a través de las mezclas, pero ellas
no se inventan cada vez-.
La dinámica de la vida intelectual, que nunca es sólo
una dinámica de obras y de ideas, se arraiga en estos
115
i1ifc.icntcs contextos y esta marcada por ellos Algunos
son K ~ Apoderosos
S en sus efectos, otros son poco más
ciue "climas" social e historicamente localizados, pero
riinguno puede ser descartado u pnon si se busca des-
cribir y analizar en terminos concretos el universo de

Estado, nacion, mercado


I I
I El Estado moderno y las elites culturales no han es-
tado siempre frente a frente, como contrincantes La
imagen epica de los intelectuales, en lucha permanente
contra los dueños del poder, a quienes perturban con
verdades heréticas, no carece de fundamento, pero es
parcial Si bien las relaciones entre los representantes del
I
poder espiritual y los del poder temporal, para hablar
l con el lenguaje de Comte, han sido siempre complejas y
I poco estables, la historia de esas relaciones no tiene una,
1
1,
sino varias facetas En efecto, el Estado ha desempeñado
'1
,I papeles diferentes ante los intelectuales, para quienes
'1 fue, segun los momentos y los paises, alternativamente
un adversario o un aliado, un mecenas o un aparato
de persecucion, una agencia de vigilancia ideologica o
una fuente de alternativas culturales ante lo puramente
I "comercial" -el mercado-
La historia del saber puede ofrecernos alguna ilustra-
cion Como lo muestra Peter Burke (2002 153-192),ella
/ 1
1
tiene uno de sus capiiulos en la historia del control y la
censura de la produccion y la difusion de conocimien-
I tos La lucha contra las instituciones y los reglamentos
( de censura -el mas celebre de estos, aunque no seria el
1 unico, fue el Indice de libros prohzbidos, publicado por la
Iglesia Católica en 1564- fue a la vez una lucha contra la
autoridad religiosa y contra la autoridad estatal. "Como
las Iglesias, y siguiendo el modelo de éstas, los Estados
de comienzos de la edad moderna organizaron un sis-
tema de censura de la palabra impresa porque temían la
'sedición' tanto como las Iglesias la herejía" (ibid.: 185).
Uno de los libros que suscitará tanto el miedo a la he-
rejía como el miedo a la libertad política será el Tratado
teológico-político de Spinoza, publicado en 1670. Escrita
para criticar los "prejuicios de los teólogos", refutar la
opinión que lo acusaba de ateísmo y defender la "liber-
tad de pensar y de decir lo que pensamos" (Spinoza,
1988: 108), la obra puso las bases de la investigación
histórico-crítica de los textos bíblicos (Gebhartd, 1940:
82). Editado por cautela en forma anónima y con el pie
de imprenta falso, el libro se publicó en Holanda, la
más tolerante de las naciones europeas del siglo xvi~.El
país se hallaba dividido en dos grandes partidos, el de
los republicanos, que era el partido aristocrático, y el
partido los calvinistas, que tenían a su cabeza la casa de
Orange y el apoyo popular. El Tratado provocó toda clase
se réplicas y Spinoza fue rápidamente identificado como
su autor. Pero los esfuerzos del calvinismo para que el
poder político obrara contra ese "libro nocivo, malo y
blasfemo" no tuvieron resultado mientras el control del
gobierno estuvo en manos del partido republicano, cuyo
jefe, Jan de Witt, era un protector de Spinoza. Cuando el
partido de los orangistas vuelve al poder en 1674, llega a

i su fin la libertad del Tratado, que resulta prohibido junto


con otros libros heterodoxos (ibid.: 85-86). El cambio de

l situación llevaría a Spinoza a desistir de la publicación


de lo que la historia de la filosofia moderna considera su
obra maestra, la Etica demostrada segun el orden geome-
trico, que se editara solo tras su muerte
1
l
Las tribulaciones de Spinoza con la censura no son
1
por supuesto unicas ni las mas dramaticas Eii el siglo
1 siguiente los escritos en favor de la tolerancia religiosa y
l la libertad de opinion se multiplicaron y la coexistencia
entre credos cristianos rivales acabo por establecerse
La censura no desaparecio, sin embargo, aunque su
ejercicio se hizo menos severo que en el pasado Bajo
el imperio de Napoleon la censura previa de libros y
periodicoc se restablecio y tras su calda, en los anos de
la Restauracion. se reforzo el poder del clero sobre la
cultura En realidad, los controles solo comenzaron a
ceder en los paises occidentales poco a poco y de manera
I desigual en el ultimo slglo y medio La marcha no ha
I sido continua ni irreversible, como lo probo en el siglo
I xx el establecimiento de estados socialistas despoticos y
i
11
de regimenes de tipo fascista Estas experiencias no solo
mostraron que la libertad de investigacion y expresion

1
4
1
podían desaparecer, sino que toda la producc~oiicultu-
ral, aun la cientifica, podia colocarse bajo la vigilancia
de organos de censura ideologica Lo paradojico es que
1
1l
el retorno a metodos inquisitonales no ocumna con el
control de clerigos religiosos, sino bajo el imperio de
autoridades laicas que proclamaban el valor de la ciencia
y de la creacion artistica
Pero el Estado moderno no fue ni es para el conoci-
miento y sus productores solo esta maquina de control,
represion e interdicciones Ha sido, tambien, sobre todo
a partir del siglo m111 y a medida que se edificaba como
Estado nacional, un polo de atraccion para los hombres
Intelectuales. Notas de investigación

de cultura. No hubiera podido consolidar su dominio


en el territorio que reclamaba como propio con el solo
recurso de la coerción, es decir, sin la cooperación de
competentes que pudieran producir y ofrecer conoci-
mientos, sean administrativos, geográficos, técnicos,
estadísticos o sociológicos. Tampoco sin quienes pu-
dieran suministrar discursos de legitimación destinados
a engendrar la alianza incondicional de los ciudadanos
con "su" Estado -narrativas de la patria, de la identi-
dad nacional, del pueblo en lucha por la nación en los
campos de batalla, o por la democracia en las calles y
las barricadas-. En otras palabras, el Estado nacional
moderno no hubiera podido construirse sin la alianza
con diferentes categorías intelectuales. La producción y
la reproducción misma del pueblo de los ciudadanos ha
requerido, y requiere, de una organización de agentes
intelectuales que sólo puede ser costeada por el Estado:
el sistema educativo nacional moderno, una pirámide
"en cuya base haya escuelas de primera enseñanza con
maestros adiestrados en las de segunda enseñanza, que
a su vez hayan tenido maestros preparados en la univer-
sidad y guiados por los productos de escuela graduadas
avanzadas" (Gellner, 1988: 52).
En suma, si la lucha por la autonomía de la creación
cultural, sea científica, artística o literaria, aparece como
un hecho cierto de la historia intelectual moderna, ese
proceso de autonomización no pueden describirse ni
interpretarse de acuerdo con un modelo general y único.
Tanto en los tiempos como en la modalidad de la auto-
nomía del campo intelectual hay que registrar también
la gravitación que tienen las diferencias entre las áreas
geográfico-culturales. Por ejemplo: mientras en Europa
CARLOS
ALTAMIRANO

tn~entosartisticos y literarios de vanguardia,


104 II 1 0 ~ 1

clcsclc cl posromanticismo en adelante, se destacan como


iin fenomeno internacional -o paranacional- de base
metropolitana (Williams, 1981 77), en una región pe-
riferica como America Latina, las vanguardias reelabo-
ian y mezclan la leccion europea del modernismo con
programas que buscan dar expresión a una identidad
nacional En este caso, la reivindicacion de autonomia
se afirma contra la influencia de determinadas metro-
polis culturales, antes que contra el poder político Más
l
todavía en estos paises los intelectuales frecuentemente
1
1
han visto, y aun ven, la autonomia de la cultura en con-
comitancia con la autonomía politica de la nacion y no
1
I
1 con la autonomía respecto de la politica
1 El mercado, el otro pnncipio organizador de la socie-
dad moderna, ha obrado también de modo vanado sobre
111 la produccibn intelectual En un comienzo, la apanción
de un mercado de bienes simbólicos y de agentes, como
4
/ los libreros-editores de los siglos m i 1 y XIX, que acostum-
bran a pagar por los manuscritos que publican y ven-
den, creo para autores de textos literarios o filosoficos,
aunque no para todos, una alternativa frente al sistema
tradicional de mecenas y protectores Desde entonces, la
'1l
I relacion entre productores culturales y mercado atravesó
I por varias fases Con el desarrollo de estas fases se liga
lo que se conoce como profesionalizacion del escritor,
noción con la que se indica su pasaje a la condicion de
profesional del mercado, cuya contraparte es el editor
moderno "En las anstocracias los lectores son difíciles y
poco numerosos, en las democracias, es menos penoso
complacerles, y su numero es prodigioso", escribia en
1 1840 Tocqueville "La multitud siempre creciente de
Intelectuales Notas de investigacion

lectores, y la necesidad continua de novedades, aseguran


la renta de un libro que apenas estimen" (Tocquemlle,
1969 252). Escribir atendiendo a las demandas de esa
multitud siempre creciente de lectores -el mercado- o
bien ignorarlas (o resistirlas) se convertirid desde el siglo
xix en un tema de debate y distincion dentro del campo
de los escritores frente a una literatura juzgada como
puramente "comercial" o "industrial", se reivindicarian
los derechos de la literatura como tal, valiosa en sí mis-
ma El modernismo artistico y literario haria de esta
oposicion -la literatura como creacion exigente frente
a la literatura como pasatiempo de masas- uno de sus
fundamentos A la historia de las relaciones entre pro-
ducción intelectual y mercado pertenece tambien la larga
lucha por la propiedad sobre lo escrito, el copyrzght, y el
derecho a cobrar por él, el derecho de autor (Williams,
198l. 44-45)

Univeus~dad
La universidad está en el corazón del contexto insti-
tucional que produce las elites intelectuales en la sacie-
dad contemporánea No hay que entender por esto que
todo intelectual sea, por definición, un universitario ni
que todo aquel que ostente un grado universitano sea un
intelectual Significa unicamente que en nuestra época la
universidad, entendida como nucleo del sistema de ense- i
#
ñanza superior, es el centro productor de las profesiones
de donde se recluta la enorme mayoría de aquellos que
desempeñan en el espacio publico el papel de intelectua-
les, sean médicos o enseñantes, sociólogos o abogados,
biólogos o linguistas, críticos literarios o historiadores,
arquitectos o filosofos Por cierto, la universidad como

123.
-.

ALTAMIRANO
CARLOS

sede del saber docto no es una invencion moderna -sur-


ge en la Europa medieval en los siglos XII y XIII- Pero la
universidad contemporanea no desciende directamente
de aquella universidad medieval, sino de las transfor-
('
1
maciones que experimento la enseñanza superior entre
los siglos XIX y xx,transformaciones que siguieron dife-
rentes rutas y modelos El pnmero y el que resultaría a
la postre el mas prestigioso de esos modelos fue el que
forjo la reforma universitaria que tuvo su foco en la Ale-
mania de las primeras decadas del siglo XIX La filosofia
, idealista "fue la contraparte intelectual de la revolución
academica, de la creacion de la universidad moderna
centrada en facultades de profesores investigadores que
otorgan grados, y esa base material se ha extendido hasta
dominar desde entonces la vida intelectual" (Collins,
1 2000 618) Kant todavia vivio a horcajadas entre dos
mundos "las redes de patronazgo del período anterior,
y la moderna universidad de investigación, que cobró
plena existencia en la generacion de sus sucesores, en
parte por obra de la propia agitacion kantiana El tiempo
de los romanticos y los idealistas fue una transicion a
nuestra situación contemporanea" (ibid )
1 El ejemplo universitario aleman inspiraría reformas
en otros países europeos y, sobre todo, en los Estados
Unidos La enseñanza superior en Francia tuvo mas al-
tibalos y solo a fines del siglo
- XIX comienza a hacerse
más equilibrada la relacion entre enseñanza e investi-
gación en el ámbito universitario También se registra
un cambio en la proporción de estudiantes consagrados
,i disc~plinashumanisticas y de investigación frente al
contingente de alumnos de las carreras profesionalistas,
tlctcc ho y medicina sobre todo Al lado de las profesio-

122
Intelectuales Notas de iiivc\i I}:,I~ i i iii

nes liberales, se opera as1 "un asccn50 ( I ( 1 1 1 i 1 1 1 1 11

intelectuales, para las cuales se requierc ~ i i i 101


~ i iii,ii ii!ii

critica y u n espíritu científico" (Bodin, J CIO I I i I i


relacion entre este cambio de la poblacion uiiivt I ~ ~ I I ,IIII
y la movilizacion dreyfusista en 1898 ha siclo clc.1 )it 1.1
mente subrayada "Los dreyfusistas se reclutdroii 111I I I
cipalmente en el seno de esta nueva elite [ ] A i i i i c ~ i i c
se cita siempre a escritores a la cabeza de los batalloiic i
dreyfusistas, son los universitarios, 'diplomados' y 111-
turos 'diplomados', enseñantes y estudiantes, los y tic
predominan" (ibid )
Para Alvin Gouldner (1980), lo que distingue a IJS
elites intelectuales de quienes controlan el poder politico
o el poder economico es un conjunto de costumbres
que denomina "cultura del discurso critico" (CDC) Lo
que comparten las diferentes categorias intelectuales,
se trate de practicantes de las disciplinas humanísticas
o de miembros de la intelligentsia cientifico-tecnologica,
sostiene Gouldner, reside en esta pertenencia a una co-
I munidad de discurso En la cultura del discurso critico
"no hay nada que, en principio, los hablantes se niegucri
1 permanentemente a discutir o a hacer problematico, eri
verdad, hasta se hallan dispuestos a hablar sobre el valor
del habla misma y su posible inferioridad con respecto
al silencio o la práctica" (ibid 48) Dentro de esa comu-
4
nidad de discurso vale la fuerza del mejor argumento,
no la referencia a la posicion social o la autoridad dcl
hablante

Lo mas importante de todo es que la cultura del


lenguaje crítico prohibe basarse en la persona, la
autoridad o el status social del hablante parajus-

123

--
I I 1 I C . I I 511s afirmaciones
Como consecuencia de
csto, Id < L)L desautoriza todo lenguaje fundado en
la autoridad tradicional de la sociedad, mientras
sc autoriza a sí misma, a la variante linguística
I
l elaborada de la cultura del discurso critico, como
I
1 patron de todo lenguaje "serio" (ibid 49)
l

Más aun: al no poder fundar la validez de un enun-


ciado en la autoridad del hablante, la cultura del dis-
curso crítico obliga a formular las normas sobre lo que
constituye un enunciado correcto en cualquier contexto,
es decir, independientemente de la situación en que se
habla. Ella provee así de un código cuyas reglas atra-
viesan los límites disciplinarios e instaura así un medio
común para todas las disciplinas, sean humanísticas o
científico-tecnológicas. La "conversión lingüística" que
supone esa cultura remite al sistema escolar, prosigue
Gouldner, a la enseñanza secundaria y, sobre todo, a la
educación universitaria, donde culmina el aprendizaje
de las actitudes crítico-reflexivas así como la adquisición
de los lenguajes técnicos de las diferentes disciplinas.
Que la universidad moderna sea el ámbito en que se
inculca ese conjunto de costumbres intelectuales descri-
tas por Gouldner como cultura del discurso crítico no
implica que ella sea una fábrica de pensadores rebeldes.
Institución compleja, la universidad encierra inclina-
ciones diferentes, desde la que mueve a quienes tienen
afición por la ciencia y la erudición a la de aquellos que
sienten mayor atracción por el debate y la reflexión en el
cspacio público Los mismos recursos intelectuales (por
ejemplo, los de la cultura del discurso crítico) pueden
ser empleados para sostener posiciones diferentes, como
ocurre en el campo de las disciplinas, donde la disputa
predomina sobre el consenso formal de las reglas. En la
arena del debate público, que es un ámbito de tomas de
posición ética o política, el lenguaje no se halla some-
tido a las reglas y a los controles de esas comunidades
restringidas que son las comunidades de iniciados, sean
académicas o no. Para quien interviene en él, el lenguaje
está obligado a ser exotérico, no esolérico, y el punto de
vista que se quiere justificar, así como el que se busca
corregir o refutar, involucra valores y creencias no siem-
pre pasibles de concertar discursivamente. Para emplear
la terminología de Wittgenstein: en la arena pública el
juego de lenguaje es otro y la orientación de las posicio-
nes, incluidas las de los diplomados, depende de factores
que no pueden ser reducidos a los del modelo, útil pero
limitado, de la cultura del discurso crítico.

Mtcrosocredades
Por importante que sea el papel desempeñado por
la universidad en la producción de conocimientos y en
I
la generación de élites culturales, ella no abarca todas ,
las esferas de la vida intelectual Hay contextos de socia-
bilidad que no poseen estructura y reglas instituciona-
les como la universidad o las academias, pero que son
ámbitos característicos de la actividad de los hombres
de ideas, escritores y artistas En esos espacios, com-
puestos por quienes considera sus iguales, sean amigos,
compañeros de discusion o miembros de su misma fe
ideologica o estética, el intelectual intercambia ideas y
somete a prueba las propias
Para dar cuenta de estos ámbitos el historiador
Chnstophe Prochasson (1992) ha retornado la noción
tlibc*iincin6nica de medio [milieul . "El medio no es sola-
iiivntc, un marco en el que se inscriben individuos. Es
iiiiii,lio 1115sy recubre una noción dinámica. Un medio
iiiiclcclual define un conjunto de relaciones intelec-
tuales, afectivas y, a ciertos respectos, jerárquicas entre
muchos actores considerados aquí como intelectuales"
(ibid.:444).El ejemplo más claro de estas estructuras
de sociabilidad intelectual es para Prochasson el de las
revistas: "Ellas no son sino excepcionalmente simples
recopiladoras de artículos; son lugares de vida. Las amis-
tades que se tejen, las solidaridades que se refuerzan,
las exclusiones que allí se manifiestan, los odios que se
anudan son elementos igualmente útiles para la com-
prensión del funcionamiento de una sociedad intelec-
tual y para el análisis de la circulación de las ideas, de
los modos de recepción, para decirlo de otra manera"
(ibid.). Las revistas culturales son, pues, un modo de
organización de la intelligentsiay engendran microclimas
propios. A través de ellas pueden seguirse las batallas
de los intelectuales (libradas por lo general dentro la
propia comunidad intelectual) y hacer el mapa de la
sensibilidad intelectual en un momento dado.
Para estas formas de microsociedad intelectual, de
estructura informal -donde pueden englobarse también
los círculos literarios, ordenados alrededor de una figura
o de un manifiesto, y las sociedades de ideas- Raymond
Williams reserva el nombre de "formaciones". Williams
incluye entre las formaciones modernas los movimientos
artísticos y literarios, que a veces pero no siempre se
reúnen en torno de una declaración o una publicación
periódica. Desde el romanticismo a las vanguardias de
Intelectuales Notas de investigación

las primeras décadas del siglo xx,los movimientos se su-


cedieron en ondas de tiempo cortas, casi generacionales.
Como las revistas o los círculos, los movimientos (sus
comienzos, sus mecanismos internos, sus rivales, sus di-
visiones, sus crisis) también permiten ver y comprender
el funcionamiento del mundo de la intelligentsia.

Tradiciones
"Ningún poeta, ningún artista, de cualquier clase que
sea, tiene, por sí solo, su sentido completo -escribió T.
S. Eliot-. Su significado, su apreciación es la apreciación
de su relación con los poetas y los artistas muertos. No
podemos valorarlo por sí solo; debemos colocarlo, para
contraste y comparación, entre los muertos" (1947, t .
1: 13).Se puede extender esta observación de Eliot más
allá de la literatura. iPor qué una idea o un texto son
valiosos? No hay una sola respuesta para preguntas como
estas, pero cualquiera que sea tendrá como referencia
una tradición y un juicio, al menos implícito, de la re-
lación de lo nuevo con lo viejo. En realidad, no sólo la
apreciación de un significado cultural, sino el trabajo
intelectual mismo opera siempre en el contexto de una
tradición. Aun la creación de vanguardia, que se defi-
ne por su espíritu de ruptura respecto de la tradición,
participa de alguna. En principio, de la tradición que
hace de la transgresión de un "estado" del pensamiento
filosófico, artístico o científico, el requisito, si no el fin,
de una verdadera creación intelectual. Poner en cuestión
una tradición puede ser así un modo de cultivar otra.
Hay tradiciones en todos los campos de la produc-
ción cultural. Ahora bien, se las identifique en términos
CARLOS
ALTAM~RANO

cliL I I I canon, de un grupo de autores y temas, de formas


o dc estilos, las tradiciones no recogen, sin embargo,
mas que una selección de los elementos presentes en
cada campo ellas son construcciones selectivas Como
I aclara Robert Nisbet (1969) al introducir lo que a sus
'I 1 010s constituye la tradicion sociologica Su proposito,
escribe, es al mismo tiempo mas estrecho y mas amplio
que una historia del pensamiento sociologico, porque
,
!
"no son pocos los nombres aquí excluidos, que no debe-
rian faltar en una historia formal de la sociología, y mas
1 amplio porque no ha vacilado en destacar la importancia
de personas que no fueron sonologos -ni en lo nominal
! ni en lo sustancial-, pero cuya relación con la tradicion
/ sociológica me parece mtal" (ibid , t 1 9) Se piensa, se
investiga y se escribe dentro de una tradición que, como
{
' lo indican las palabras de Nisbet, no solo es selectiva,
sino que raramente es hornogenea Por lo general, las
1 tradiciones se transmiten y se reciben a través de insti-
tuciones, sobre todo las que transfieren las costumbres
11 intelectuales de la investigacidn cientifica y erudita Pero
esos espacios mas informales e institucionalmente in-
1 dependientes, como los mowmientos y los grupos, que
suelen ser particularmente intensos como ambientes de
indentificación y de compromiso, suelen ser excelentes
medios de transmision de tradiciones asociadas con la
obra de figuras carismaticas
Digamos, por ult~mo,que si b ~ e nla idea de tradi-
1
cion evoca permanencia y continuidad, ninguna perdura
como construcción inerte Cada obra nueva altera y re-
ajusta la tradición, al mismo tiempo que resulta orien-
tada por ella Por lo demas, la revision, el abandono de
Intelectuales Notas de investigaclon

las ramas que se han secado y el injerto de otras nuevas,


es decir, la mezcla y la redefinición, a veces proclama-
das como un retorno a las fuentes, son parte de la vida
histórica de las tradiciones intelectuales.

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