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BIBLIOGRAFÍA

las estructuras normativas en el diálogo ecumé- primado de jurisdicción y de las estructuras


nico (Elementos institucionales en el CIC de comunión con referencia a las Iglesias
abiertos a un diálogo ecuménico) (pp. 147- de diversas condiciones jurídicas, y eso
178). Se detiene primero en un largo reco- siempre en plena comunión con la Iglesia
rrido histórico acerca de la legitimación de de Roma». Se detiene por último en algu-
las normas canónicas, destacando el papel nas cuestiones: a) la posibilidad del reco-
de los criterios teológicos en la aplicación nocimiento del ejercicio de la potestad de
del derecho canónico codificado y la flexi- gobierno en las Iglesias ortodoxas, en base
bilidad del ordenamiento canónico, y las al can. 1127 § 1 CIC; el valor y el signifi-
formas institucionales de dicha flexibili- cado práctico del principio territorial res-
dad. Examina a continuación los puntos de pecto de las Iglesias particulares. Concluye
contacto con el derecho canónico ortodo- afirmando la convicción de que la Iglesia
xo, destacando el principio de la economía católica puede reconocer muchas relacio-
y el principio eclesiológico del sobornost, y nes jurídico-canónicas internas de las Igle-
subrayando que el nombramiento de obis- sias ortodoxas.
pos, el cambio de circunscripciones ecle- Cierra el volumen un índice de autores
siales o de las Iglesias particulares obedece y un índice de cánones citados.
a reglas distintas según se trate de la Igle- Se puede añadir que las modificaciones
sia latina o de una Iglesia católica oriental que se han introducido a finales de 2009 en
patriarcal, diversamente también si ésta úl- algunos cánones del Código son sin duda
tima es metropolitana o no, o también si un primer fruto de este Congreso. Es de
una Iglesia sui iuris tiene un solo obispo esperar que esta dinámica no se detenga,
con autoridad propia. Dicha diversidad po- sino que vaya proponiendo los necesarios
dría encontrar su sitio en una «Ley Funda- ajustes para que la ley tutele cada vez más
mental de la Iglesia» entendida como un los derechos de los fieles y asegure a estos
«breve instrumento que sólo indique las la salus animarum.
principales modalidades del ejercicio del Dominique LE TOURNEAU

Carl SCHMITT, Teología política, Trotta, Madrid 2009, 180 pp.

Carl Schmitt es un personaje que suele do lejos. Mi objetivo es más modesto; pre-
suscitar polémica para quien tenga un mí- tende limitarse a dar noticia en estas pági-
nimo conocimiento de su pensamiento. nas de Ius Canonicum de la aparición de es-
Algunos le pueden considerar un autor lú- ta obra, para que los interesados en la obra
cido y genial, valiente y comprometido con de Schmitt y en la problemática que pre-
sus ideas; y otros, en cambio, pueden pen- senta puedan acceder a ella en la lengua de
sar de él que sus ideas son equivocadas y Cervantes.
peligrosas, y no le perdonarán, por ejem- Nacido en 1888 en Plettemberg (West-
plo, que diese su apoyo a Hitler y al régi- falia), se trata de una figura polifacética,
men nazi, comprometiéndose con el na- auque fue sobre todo un jurista y un pen-
cional-socialismo en 1933. sador político. Cursó estudios de Derecho
No es mi intención entrar ahora en es- en Berlín, Munich y Estrasburgo, docto-
ta polémica, que nos podría llevar demasia- rándose en 1910. Empezó a destacar ya

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con algunos de sus primeros libros como rentes y muchos tipos diferentes de políti-
Romanticismo político (1919), La Dictadura ca. En un campo tan bipolar, una discusión
(1921) y Teología política (1922). Más tarde objetiva sólo es posible si las afirmaciones
publicó una de sus obras más conocidas, la son unívocas y las preguntas y las respues-
Teoría de la Constitución (1928). En esta tas son precisas» (p. 87).
época destaca por sus críticas al parla- Después de leer su libro la impresión
mentarismo político y a la Constitución de que nos queda es que, en el caso de Sch-
Weimar y publica también El Guardián de mitt, la Teología política es más teoría po-
la Constitución (1931), El concepto de lo políti- lítica que teología. De hecho, Schmitt no
co (1932) y Legalidad y legitimidad (1932). es un teólogo, ni se le puede considerar co-
Como antes decíamos, en 1933 se in- mo tal. Como decía al principio de esta re-
corporó al partido Nacional-Socialista. censión, se lo puede considerar más bien
Fue Catedrático de Derecho en la Univer- un pensador político, además de un jurista.
sidad de Berlín entre 1933 y 1945. Sin em- Por eso, pienso que lo que llama «Teología
bargo, a partir de 1937 fue alejándose pau- política» tiene mucho más de pensamiento
latinamente del Tercer Reich. Al acabar la IIª político que de razón teológica.
Guerra Mundial, en 1945 fue apartado de Como el propio Schmitt afirma en su
la Universidad y detenido e interrogado en primera obra de 1922, la teología política a
Nüremberg. Desde 1950 hasta su muerte, la que él se refiere se basa en la analogía de
que tuvo lugar en 1985, vivió retirado de la conceptos y de estructuras entre la Teolo-
vida pública, pero siguió publicando nue- gía y la Teoría política. Es consecuencia de
vas obras como Teoría del partisano; Teología un trasvase y de una aplicación de determi-
política II; o Tierra y mar. Una reflexión sobre nados conceptos teológicos al campo de la
la historia universal. política; en particular, traslada la noción de
En esta edición de cuya recensión nos potentia Dei absoluta, cuyo sujeto sería Dios,
ocupamos ahora se nos ofrecen los dos es- al poder soberano del Estado, que estaría
critos consagrados por Carl Schmitt a la representado por la persona de un monar-
cuestión de la Teología política: el primero ca o de otro soberano personal.
fue publicado en 1922 bajo el título de Teo- En este sentido, para Schmitt, un gran
logía política. Cuatro capítulos sobre la doctri- representante de la «Teología política» se-
na de la soberanía; el segundo lo publicó en ría el filósofo y pensador político Thomas
1969 y lleva por título Teología política II. La Hobbes («representante clásico del tipo
leyenda de la liquidación de toda teología polí- decisionista», lo llama en la p. 33 de su
tica. Se trata, por tanto, de dos trabajos pu- libro). Como es sabido, para Hobbes, el
blicados en muy distintos momentos histó- concepto del Soberano y del Estado esta-
ricos, pero que están unidos por la misma rían representados por la figura del «Levia-
temática, eso que Schmitt llama «Teología tán», ese monstruo marino citado en la Bi-
política». blia, convertido por él en un mito, y que da
Respecto a lo que entienda nuestro au- nombre a una de sus obras más conocidas.
tor por «Teología política», él mismo nos Es un soberano con un poder absoluto.
confiesa en este libro que «la teología po- Carl Schmitt conecta a Hobbes con su
lítica es un ámbito polimórfico; además, «teoría decisionista» de la soberanía, según
tiene dos lados diferentes, uno teológico y la cual el soberano personal es el único ca-
otro político; cada uno posee sus conceptos paz de decidir sobre el estado de excepción
específicos. Esto lo indica la propia estruc- con vistas a garantizar el orden del Estado.
tura del término. Hay muchas teologías Una de las consecuencias de esta tesis
políticas, pues hay muchas religiones dife- –y, por tanto, uno de los motivos no me-

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nores por los que se la puede considerar Condorcet, por ejemplo... hay que tener
errónea y peligrosa, en la teoría y en la por cierto que el ideal de la vida política
práctica– es que, en la situación contempo- consistiría en que discutiese no sólo el
ránea, la «forma política del catolicismo» cuerpo legislativo, sino toda la población,
–de la que habla Schmitt– implicaría la su- que la sociedad humana se transformase en
bordinación del orden religioso al nuevo un gigantesco club y la verdad naciese es-
Leviatán. Se trata de una idea completa- pontáneamente de la votación... Así como
mente inaceptable desde el punto de vista el liberalismo discute sobre cualquier ba-
de la doctrina católica y que pone en en- gatela política, quisiera también disolver la
tredicho al pensamiento de Schmitt desde verdad metafísica en una discusión. Su
este punto de vista, cosa que ha de ser te- esencia consiste en negociar, en las medias
nida en cuenta también para aquellos que tintas, con la esperanza de que el encuen-
lo consideran un «pensador católico». Por tro definitivo, la cruenta y decisiva batalla
otra parte, no cabe olvidar la opción que pueda quizá transformarse en un debate
hizo Schmitt en favor de Hitler y del Na- parlamentario y suspenderse eternamente
cional-Socialismo, aunque luego se fuese gracias a una discusión eterna» (p. 55).
distanciando de él. Si esa opción fue toma- Lo que ya no parece admisible, sin em-
da como consecuencia de su pensamiento bargo, es el remedio que se propugna para
político y en coherencia con sus ideas, nos hacer frente a esa ideología. Schmittt sigue
hemos de poner en guardia enseguida y diciendo: «La dictadura es la antítesis de la
preguntarnos acerca de qué fundamento discusión. El decisionismo típico del espí-
pueden tener unas ideas que conducen a ritu de Donoso le lleva a considerar siem-
tomar tales decisiones. pre el caso extremo, a esperar el Juicio
Una vez dicho todo esto, que me pare- Universal. Por eso desprecia a los liberales
ce esencial para valorar el pensamiento y respeta, en cambio, al socialismo ateo
schmitiano, pienso que no habría inconve- anarquista como a un enemigo mortal al
niente en reconocer también la agudeza que atribuye grandeza diabólica». Y más
crítica de Schmitt, que unida a su erudi- adelante añade: «Cuando Donoso Cortés
ción histórica, le llevó a un juicio despiada- vio que la monarquía tocaba su fin, porque
do sobre el liberalismo y la democracia ni reyes había ya, ni nadie con valor para
burguesa. Como botón de muestra, se pue- serlo sin contar con la voluntad del pueblo,
de citar lo que dice sobre el polígrafo es- sacó la consecuencia última de su decisio-
pañol Donoso Cortés, a quien considera nismo, es decir, reclamó la dictadura polí-
también un representante de la «teología tica... Donoso estaba convencido de que
política» y con el que tiene una gran afini- había llegado el momento de la lucha su-
dad. Hablando de Donoso, Schmitt se re- prema; frente al mal radical sólo cabe la
fiere a «su asombrosa intuición en las cosas dictadura, y en trance tal, el principio legi-
del espíritu»; después añade: «Buenos timista de la sucesión hereditaria es huero
ejemplos de ella, la definición de la bur- artilugio jurídico» (pp. 56-57).
guesía como “clase discutidora” y el cono- Los citados comentarios de Schmitt so-
cimiento de que su religión es la libertad bre la doctrina de Donoso Cortés, de la
de manifestación del pensamiento». que no parece estar muy alejado, nos dan
A continuación, Schmitt, que parece también algunas claves de su propio pensa-
identificarse con esa opinión de Donoso, miento político (o «teológico político», se-
afirma: «Es, a mi juicio, si no la última pa- gún su terminología), y quizá nos permiten
labra, la visión sintética más admirable del comprender también las consecuencias y
liberalismo continental. En el sistema de opciones a las que le llevó.

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El volumen que recensionamos repro- quidación definitiva de todo tipo de teología


duce también un segundo escrito de Carl política. Pero no sólo esto, sino que hay una
Schmitt que fue publicado en 1969, y que nota final en la última página de las notas,
se denomina Teología política II. La leyenda en la que Peterson remite al libro de
de la liquidación de toda teología política. Este Schmitt Teología política, y entonces conclu-
escrito lo dedicó al canonista Hans Barion, ye su libro diciendo: «Hemos intentado
con ocasión de su septuagésimo aniversa- aquí mostrar mediante un ejemplo concreto
rio. Por eso va precedido de una nota pre- la imposibilidad teológica de la “teología
via en la que Schmitt trata de justificar esa política”». Así es que esta tesis final del libro
dedicatoria, considerando, quizá exagera- de Peterson fue considerada por Schmitt
damente, que «Barion es un jurista del ran- como un ataque personal –un «ataque par-
go de Rudolf Sohm, uno de los grandes to», lo llama– a su «teología política». Por
estudiosos y maestros universales de la eso, cuando se produjo la oportunidad (cosa
ciencia del derecho». En el fondo, Schmitt que ocurrió bastantes años después), no qui-
parece estar agradecido a Barion por el in- so dejarla sin responder. Fue así como nació
terés que este mostró, a su vez, por los tra- su Teología política II, publicada en 1969.
bajos jurídicos de Schmitt, con quien esta- Así pues, Carl Schmitt trata de mostrar
ba unido también por una gran amistad y en su Teología política II que Peterson se ha
afinidad de pensamiento. extralimitado y que, a partir de un solo
Sin embargo, lo que motivó realmente ejemplo histórico, ha querido generalizar
este segundo escrito de Carl Schmitt fue la tesis de la imposibilidad de una teología
un libro publicado en 1935 y cuyo autor política. Por otra parte, Schmitt reconoce
era el teólogo Erik Peterson. Este libro se que la tesis del libro de Peterson ha sido
titulaba El monoteismo como problema políti- aceptada por muchos y que se ha dado ori-
co. Una aportación a la historia de la teología gen así a una leyenda: la leyenda de la li-
política en el Imperio romano. Por tanto, tal quidación de todo tipo de teología política.
como indican el título y el subtítulo del li- A pesar de ello, Schmitt sigue defendiendo
bro, se trataba de un estudio limitado al la posibilidad de una teología política tal
monoteismo y al Imperio romano, y sólo como él la entiende; a esa defensa es a la
referido a los primeros siglos del Cristia- que dedica este nuevo escrito de 1969,
nismo. Peterson estudiaba en él lo que cuando ya habían pasado bastantes años
consideraba un ejemplo de «teología polí- desde la publicación del libro de Peterson
tica», en concreto, la del Obispo arriano en 1935, y sobre todo cuando ya habían
Eusebio de Cesarea, que fue teólogo de la cambiado también mucho las circunstan-
corte de Constantino, y que parece que fue cias socio-políticas de esa época y habían
quién bautizó a este Emperador poco antes sido sustituidas por otras bien distintas a
de su muerte. «Mediante un ejemplo his- partir de la II Guerra Mundial. A pesar de
tórico vamos a mostrar la problemática in- todo, como se puede comprobar al leer es-
terior de una teología política que se basa te nuevo escrito de réplica, Schmitt no ha-
en el monoteismo», decía Peterson al prin- bía abdicado en todo de sus ideas. Así lo
cipio de la nota previa a su libro. muestra, por ejemplo, esta frase tomada de
Por eso, lo que no gustó a Schmitt y su libro:
motivó su escrito de réplica fue la conclu- «Peterson estaba en su derecho de lan-
sión de carácter general que sacaba Peter- zar un ataque en 1935. Pero el gran pro-
son de su estudio. A pesar de que sólo estu- blema de la teología política y del concep-
diaba un ejemplo histórico, Peterson to de lo político no se podía eliminar así.
proclama como tesis final de su libro la li- La consecuencia del tratado de Peterson

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no fue la liquidación de ese gran problema, que tiene en sus manos un documento cen-
sino la utilización eficaz de un mito políti- tral de la vida intelectual de la sociedad eu-
co. El mito del cesaropapismo y del bizan- ropea» (p. 135).
tinismo...» (p. 107). El nuevo escrito de Tal vez estas apreciaciones de Villaca-
Schmitt está dedicado a refutar la argu- ñas pudieran resultar exageradas para
mentación de Peterson, y considera que no quien no conozca bien o para quien pueda
se puede extrapolar al siglo XX y al régi- tener una valoración negativa de la obra de
men de Hitler lo que pasó en el siglo IV Schmitt, pero en todo caso al editor pare-
con Constantino el Grande. Como se ve, la cen haberle servido para justificar esta edi-
derrota del régimen nazi en 1945 no supu- ción en castellano.
so una marcha atrás en todas las ideas de A continuación, el autor de este Epílo-
Carl Schmitt; en concreto, no lo supuso en go nos dice que, a través de él, pretende
lo que consideraba «teología política». dar a conocer al lector no especializado los
Además de recoger los dos escritos principales personajes que figuran en el li-
mencionados de Carl Schmitt, habría que bro, algunos de los cuales quizá no son
añadir que el volumen objeto de esta re- muy conocidos. En concreto, va tratando
censión se cierra con un Epílogo que se ti- sucesivamente, y por este orden, de Ba-
tula La leyenda de la liquidación de la teología rion, Peterson, Schmitt, Max Weber, San
política. Su autor es el Prof. José Luis Villa- Agustín y Blumenberg. En algo más de
cañas Berlanga, Catedrático de Historia de cincuenta páginas (desde la 123 hasta la
la Filosofía Española de la Universidad 180), Villacañas traza un perfil de cada uno
Complutense. En este Epílogo, el Prof. de estos personajes, glosando aquellos as-
Villacañas nos dice cuáles son las razones pectos que ayudan a situar mejor los dos
que han llevado a traducir y editar ahora en escritos que lo preceden. Pienso que con
castellano esta obra de Schmitt: ello ha conseguido también dar a conocer
«Quizá se pueda hacer la historia del mejor el contexto y algunas claves de esta
siglo XX alrededor del complejo asunto obra, cosa nada desdeñable cuando se trata
sobre el que este libro trata. Así que el lec- de la obra de un autor tan complejo y po-
tor me disculpará si no puedo ser exhausti- lémico como Schmitt.
vo aquí. Sólo me propongo convencerlo de Eduardo MOLANO

UFFICIO NAZIONALE PER I PROBLEMI GUIRIDICI DELLA CONFERENZA EPISCOPALE


ITALIANA (a cura di), Delibere e Decreti della Conferenza Episcopale Italiana,
Giuffrè, Milano 2006, 330 pp.

El volumen que presentamos recoge las del Concordato Lateranense que tuvo lu-
disposiciones de rango legislativo de la gar en 1984 entre la República Italiana y la
Conferencia Episcopal italiana (CEI en Santa Sede. Es llamativa la amplia produc-
adelante) actualizadas hasta el día 1 de oc- ción legislativa de dicha Conferencia epis-
tubre de 2005 desde la entrada en vigor del copal. Ha seguido dócilmente las indica-
Código de Derecho Canónico de 1983 y ciones del Código de Derecho Canónico
teniendo en cuenta el Acuerdo de revisión en las materias de su competencia y ha

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