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Apuntes Segunda Interrogación

Orden

DESARROLLO HISTÓRICO

1. Iglesia Antigua

1.1. Didajé

En la Didajé X,7 dice lo siguiente:

10,7: A los profetas permítanles que den … τοῖς δὲ προφήταις επιτρέπετε


gracias como deseen1. εὑχαριστεῖν ὅσα θέλουσιν
El primer punto es que aparecen el ministerio de los profetas del N.T. como continuación del A.T.
Una cuestion importante es el “dar gracias”, donde es una gracia litúrgica, como función litúrgica del profeta.
La dificultad del texto es en las dos palabras (hosa =que puede ser temporal [la traducción que siguen de
Kuastel como “todo el tiempo que quiera”, es decir, en la liturgia hay un espacio de tiempo para los ministros]
o de modo “como quieran” [en ese caso, el significado sería que ya había formularios litúrgicos establecidos,
que rigen para todos, menos para el profeta. Además, si se ven las traducciones, unas traducen por temporal y
otro de modo. En Lyffod tradujo en 1880 en la Coussant se tiene una traducción que se sigue en el curso]). El
segundo punto es que “apostoles y profetas” son dos ministerios encontrados en el NT, pero no en parejas. El
hecho de que no nombre a otros no prueba nada, pero no es facil decir que estos fueran solo los dos
ministerios de la comunidad. Lo importante está es que si esa pareja es una lista de dos, como se encontró en
Hch 13,1, pero también no necesariamente sea una lista porque un apóstol es un enviado y un profeta alguien
que habla inspirado. El tercer punto se debe notar que el apóstol se llama “profeta”, tratando de determinar
quien es verdadero y falso, donde apostol y profeta son la misma persona (cf. Lc 13,30?). Se plantea la
problemática entre apostol y profeta, y discernir por qué es falso. ¿Por qué desaparecieron los profetas? Una
pista puede venir de la didajé sobre esta problemática. El primer criterio para saber la verdad es que no se
quede más de dos días en cada comunidad (tal vez con uno basta, pero no más de dos), entendiendose que los
profetas son itinerantes y otro criterio es el dinero, donde el pan es para el camino hasta que lo acogan de
nuevo, y no darle nada de dinero. El cuarto punto es que remeda Lc 12,10 sobre el pecado contra el Espíritu;
no se debe tentar al profeta y no lo juzguen, aunque hay pistas para saber quien es verdadero o falso.
En XI, 8 dice:

11,8 … no todo el que habla en espíritu οὐ πᾶς ὁ λαλῶν ἐν πνεύματι προφήτης


es profeta sino el que tiene las ἐστίν, ἀλλ'ἐὰν ἔχῃ τοὺς κυρίου. ἀπὸ οὖν
costumbres del Señor. Así, pues, por sus τῶν τρόποων γνωσθήσεται ὁ
costumbres se discernirá al verdadero y al ψευδοπροφήτης καὶ ὁ προφήτης.
falso profeta.
Hay una posibilidad de ser un falso profeta hablando en Espíritu, porque el tipo éticamente no se
comporta como Jesús, lo cual los tipos afinan el criterio porque uno puede decir que quien habla en Espíritu
se le perdona todo, pero no es así. ¿Cuáles son las cosas? No se dice.
En XIII,1 dice:

13,1 Todo profeta verdadero, que quiera 1 Πᾶς δὲ προφήτες ἁληθινός, θέλων
establecerse entre uds., es merecedor de su καθῆσθαι πρὸς ὑμᾶς,ἅξιός ἑστιν τροφῆς
alimento. 2 De igual modo, el doctor αὑτοῦ. 2 ὡσαύτως διδάσκαλος ἁληθινός
1
Quasten, I, 42: "todo el tiempo que quieran".

1
verdadero, así como el obrero2, es también ἑστιν ἅξιος καὶ αὑτὸς ὡσπερ ὁ ἑργάτης τῆς
merecedor de su alimento. τροφῆς αὑτοῦ.

Por supuesto es que un remedo de 1Tim 15,18. Hay un paralelismo entre el profeta y el doctor:
¿quién es el que alimentará al profeta y al doctor? El profeta parece que se puede establecer y no ser
itinerante, porque el que quiera establecerse no dice, pero es que sea estable en los ministerios de la
comunidad, no un itinerante. Lo mismo el doctor, del cual que se entiende que es estable, quien lo alimenta la
comunidad, fundamentandolo con el parafraseo del Nuevo Testamento.
En XIII, 3 dice:

13,3: Así pues, tomarás todas las primicias 3 πᾶσαν οὐν ἀπαρχὴν γεννεμάτων ληνοῦ
de los productos del lagar y de la era, de καὶ ἄλωνος, βοῶν τε καὶ προβάτων λαβὼν
los bueyes y las ovejas y lo ofrecerás δώσεις τὴν ἀπαρξὴν τοῖς προφήταις· αὐτοὶ
como primicia a los profetas, pues éstos γὰρ εἰσιν οἱ ἀρχιερεῖς ὑμῶν.
son los sumo sacerdotes de uds.
A los profetas no le faltarán productos del lagar y de la era. Pueden ser textos intencionales sobre los
profetas. Al final dice que los profetas son los sumos sacerdotes; cuidado con mal interpretar, puesto que no se
confunden, sino que es por el tema de la alimentación al profeta.
En XV, 1 dice:

15,1 Así pues, elegíos obispos y diáconos, Χειροτονήσατε οὖ ἑαυτοῖς ἐπισκόπους καὶ
dignos del Señor, hombres mansos, διακόνους ἀξίους τοῦ κυρίου, ἄδρας
desinteresados, vereaces y probados, pues πραεῖς καὶ ἀφιλαργούς καὶ ἀληθεῖς καὶ
ellos también desempeñan el ministerio de δεδοκιμασμένους· ὑμῖν γὰρ λειτουργοῦσι
los profetas y de los doctores. 2 Así pues, καὶ αὐτοὶ τὴν λειτουργίαν τῶν προφητῶν
no los despreciéis, pues ellos ocupan entre καὶ τῶν διδασκάλων. 2 μὴ οὗν ὑπερίδητε
vosotros un puesto de honor con los αὐτούς· αὐτοί γὰρ εἰσιν οἱ τετιμημένοι
profetas y los doctores. ὑμῶν μετὰ τῶν πορφητῶν καὶ
διδασκάλων.
Primero, hay nombres de ministerios (obispos, diáconos =Flp 1,1) y parejas de profetas y doctores.
Pero hay una problemática sobre la palabra “eliganse”. La fórmula hebrea, tomada del AT para ordenar, era la
imposición de manos, pero en el mundo civil existía en el helenísmo un modo de nombrar a mano alzada o a
dedo (votar). ¿Por qué la Iglesia se metió en eso? Hay dos problemas: elegir al candidato y ordenarlo. Ya
hemos visto que el profeta, con la mano o palabra, quien era candidato, donde en el uso eclesial también se
terminó cubriendo la imposición de mano. También se desempeñan un ministerio de profetas y doctores,
pareciendo que son anteriores, donde no se reemplaza (por el metá) sino que están en la misma altura, la
misma categoría. No se mencionan los presbíteros, como tampoco están en Flp 1,1. Hay una palabra
importante en Pablo que es δεδοκιμασμένους que significa que es “probar” en el sentido de aguartar el peso;
en este caso, aprobar con las condiciones que están aquí.
Características gnerales de la Didajé: se parecen muchos a los textos del NT. Se acepta que es un
texto sirio del siglo II. ¿Por qué es tan distinto que Ignacio? Porque no se mezclaban las ciudades, que eran
helenísticas (como Alejandría), y los campos son fuera de tales cultura, es decir, eran semitas. Son paises
culturalmente mezclados.

1.2. Clemente Romano

En 1,3 dice:

2
1 Tim 5,18

2
1,3: "Pues todo lo hacíais sin acepción de
personas y caminábais en las leyes de ἀπροσωπολήμπτως γὰρ πάντα ἐποιεῖτε καὶ ἐν τοῖς
νομίμοις τοῦ θεοῦ ἐπορεύεσθε, ὑποτασσοόμενοι
Dios, obedeciendo a vuestros jefes y τοῖς ἡγουμένοις ὑμῶν καὶ τιμὴν τὴν καθήκουσαν
dando a vuestros presbíteros el honor ἀπονέμοντες τοῖς παρ'ὑμῖν πρεσβυτέροις·
que correspondía."
El contexto es lo que hacían antes, reprendiendolos por lo que hacían antes. Los jefes son egumenos,
que aun se encuentran aquí, término tomado del uso civil. Aquí aparecen nombrados los egumenos y los
presbíteros; ¿podría ser una helíade? Normalemnte no van juntas sino separadas. Ojo: son autoridads
jerárquica que se notan en dos cosas, la obediencia y el honor. Lo importante de esto es que aparecen los
presbíteros, distinto de los egúmenos.
En 44,3-5 dice:

44,3-5. "Así pues, no consideramos justo


que sean arrojados de su ministerio 44, 3. τοὺς οὗν κατασταθέντας ὑπ'
[leitourgía] los que fueron establecidos ἐκείνων ἢ μεταξὺ ὑφ' ἑτέρων ἐλλογίμων
por aquellos [los apóstoles de los que ἀνδρῶν συνευδοκησάσας τῆς ἐκκλησίας
habló en el n.2] o, después, por otros πάσης, καὶ λειτουγήσαντας ἀμεμπτως τῷ
insignes hombres [los obispos] con la ποιμνίω τοῦ Χριστοῦ μετὰ
conformidad de toda la iglesia y que τεπεινοφροσύνης, ἡσύχως καὶ
sirven irreprochablemente al pequeño ἀβαναύσως, μεμαρτυρημέμους τε
rebaño de Cristo, con humildad, callada y πωλλοῖς χρόνοις ὑπὸ τάντων, τούτους οὐ
distinguidamente, alabados durante δικαίως νομίζομεν ἀποβάλλεσθαι τῆς
mucho tiempo por todos. 4. Pues λειτουργίας. 4. ἁμαρτία γὰρ οὐ μικρὰ
tendremos un pecado no pequeño si a los ἔσται, ἐὰν τοὺς ἀμέμπτως καὶ ὁσίως
que han ofrecido los dones irreprochable προσενεγκόντας τὰ δῶρα τῆς ἐπισκοπῆς
y santamente los arrojamos del ἀποβάλωμεν. 5 μακάριοι οἱ
episcopado. 5 Dichosos los presbíteros προοδοιπορήσαντες πρεσβύτεροι, μή τισ
que nos precedieron, los cuales tuvieron αὐτοὺς μεταστήσῃ ἁπὸ τοῦ ἱδρυμένου
una muerte fructuosa y perfecta pues no αὐτοις τόπου.
se preocuparon de que alguno los
destituyera del puesto que les fue fijado."
La crisis está claramente expresada en la primera linea: la expulsión del ministerio. En el mundo
antiguo, la religión política estaba mezclada en procesos civiles. Entonces, la mezcla entre lo civil y religioso
es una mezcla que no existe. ¿Quiénes establecieron a esos ministros locales, lo cuales algunos han echado a
los apóstoles? Unos hombres insignes, entendiendose que eran los epíscopos, con aprobación de la Iglesia. Se
debía sondear quien era aceptado. En el nº4, “los que han ofrecido los dones” es una alusión sacerdotal-
litúrgica. Aquí está claro quien preside la Eucaristía. La cuestión de que ejercen el episcopado son los
presbíteros, donde la distinción no es clara.

1.3. Justino

Justino, venido de Oriente, martir del siglo II. Hay tres textos importantes de la Apología, donde se le
escribe al Emperador para explicar cuestiones:
En Apol I, 65, 3 dice:

3. Luego, al que preside a los y gloria al Padre del universo


hermanos, se le ofrece pan y un por el nombre de su hijo y por el
vaso de agua y vino, y ES, y pronuncia una larga acción
tomándolos él tributa alabanzas de gracias, y por habernos

3
concedido esos dones que de El
nos vienen. Y cuando el
presidente3 ha terminado las
oraciones y la acción de gracias,
todo el pueblo presente aclama
diciendo: Amén.

Ἔπειτα προσφέρεται τῷ προεστῶτι τῶν


ἀδελφῶν ἄρτος καὶ ποτήριον ὕδατος καὶ
κράματος, καὶ οὗτος λαβὼν αἶνον καὶ
δόξαν τῷ πατρὶ τῶν ὅλων διὰ τοῦ
ὀνόματος τοῦ υἱοῦ καὶ τοῦ πνεὺματος
τοῦ ἁγίου ἀναπέμπει καὶ εὐχαριστίαν
ὑπερ τοῦ κατεξιῶσθαι τούτων
παρ'αὐτοῦ ἐπὶ πολὺ ποιεῖται. οὗ
συντελέσαντος τὰσ εὐχὰς καὶ τὴν
εὐχαριστίαν πᾶς ὁ παρὼν λαὸς
ἐπευφημεῖ λέγων· Ἀμήν.

3
El presidente [to proestwti] También en Apol.
I,67,5. 1 Tes 5,12 "los que los presiden
[proistaménous] en el Señor y los aconsejan
[nouthetountas]". Los que los presiden ¿son los
mismos que los que los aconsejan? 1 Tim 5,17:
"Los presbíteros que los presiden bien merecen
doble honor", es claro que los proestotes son
presbíteros que ejercen la función de presidir.

4
Primero, el que preside a los hermanos es el presidente. Al interior de la comunidad posiblemente se
usaba ese nombre, pero para afuera tenía que ser un nombre común entendido por todas la gente. El
presidente aquí preside la eucaristía (presidencia litúrgica, aunque no necesariamente eso). ¿Quien era el
presidente? Normalmente el presbitero, porque las comnidades son disperas y lejanas, donde el obispo no
podía estar en todos los lugares. Aquí es el obispo, aunque se puede asociar al presbitero.

En Apol I, 65, 4:

4. Luego, cuando el lector termina, el Εἶτα παυσαμένου τοῦ ἀναγινώνκοντος ὁ


presidente, de palabra, hace una προεστὼς διὰ λὸγου τὴν νουθεσίαν καὶ
exhortación e invitación a que imitemos πρόκλησιν ψῆς τῶν καλῶν τούτων
estos bellos ejemplos. μιμήσεως ποιεῖται.

El lector es un ministerio claramente. Es una invitación a imitar los bellos ejemplos, donde se
presenta una exhortación realizada por el presidente.
En Apol I, 65,5 dice:

Y una vez que el presidente ha dado Εὐχαριστήσαντος δὲ τοῦ προεστῶτος καὶ


gracias y aclamado todo el pueblo, los ἐπευφημήσαντος παντὸς τοῦ λαοῦ οἱ
que entre nosotros se llaman diáconos, καλούμενοι παρ'ἡμιν διάκονοι διδόσαν
dan a cada uno de los asistentes parte del ἑκαστῳ τῶν παρόντων μεταλαβεῖν ἀπὸ
pan y del vino y del agua sobre que se τοῦ εὐχαριστηθέντος ἄρτου καὶ οἴνου καὶ
dijo la acción de gracias y lo llevan a los ὕδατος καὶ τοῖς οὐ παροῦσιν ἀποφέρουσι.
ausentes.
La función de los diáconos es la siguiente: es un término de uso civil, donde se entiende que le diga
“diácono” al Emperador. Pero aquellos son ministros de comunión, donde se encentran los panes
eucaristizados. El presidente tiene función litúrgica.

1.4. Pastor de Hermas

Es un texto apocalíptico, donde hay un vidente. En todo texto hay un vidente quien recibe la visión y
comunicarla a otros quienes no la conoce, y varios símbolos.
En Vis. 2, 4, 2-3 dice:

"Después de esto tuve una visión en mi μετέπειτα δὲ ὅπασιν εἶδον ἐν τῷ οἴκῳ


casa. Vino la anciana y me preguntó si μου. ῏ελθεν ἠ πρεσβυτέρα καὶ ἠρώτρσέν
había ya entregado el librito a los με εἰ ἤδη τὸ βιβλίον δέδωκα τοῖς
presbíteros [tois presbitérois]. Contesté πρεσβυτέροις. ἠρνησά τῶν μεν
que no. … 3. Tú lo leerás en esta ciudad δεδωκέναι. … σύ δὲ ἀναγνώσῃ εἰς ταύτην
en presencia de los presbíteros [twn πόλιν μετὰ τῶν πρεσβυτέρων τῶν
presbytéron] que presiden a la iglesia προισταμένων τῆς ἐκκλησίας.
[proistaménwn tes ekklesías].
Primero, hay visión. La visión es un modo de informarse de algo, donde le vidente sabrá cosas que
uno no sabe y este vidente es llamado a enviar este mensaje. Es un clásico de la literatura apocalíptica. Vino
una anciana, donde es una figura de la Iglesia, porque la intención de Dios en hacer la Iglesia existió desde

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siempre, y mujer es porque coincide con el femenino. Pero una cosa más: no extrañaría que la iglesia, de un
modo femenino de proceder, entrandolos dentro de ella como una gallina, no importando que el pollo no
quiera. Puede que sea mujer por eso. Lo que hace la anciana es revelar al vidente lo que tiene que hacer,
entregando el libro a los presbíteros, y no hay obispos. En ello hay que anunciar a los jefes de la Iglesia lo que
tienen que hacer.
En Vis. 3, 1, 9 dice:

"Queriendo yo sentarme a la derecha, no θέλοντος οὖν μου καθίσαι εἰς τὰ δειξιὰ


me lo consintió, sino que me hizo señas μέρη οὐκ εἴασεν με, ἀλλ'ἐννεύει μοι τῇ
con la mano que me sentara a la χειρὶ ἵνα εἰς τὰ ἀριστερὰ μέρη καθίσω.
izquierda. Estando yo pensativo y triste διαλογιζομένου μου οὔν καὶ λυπουμένου
por no haberme dejado sentar a su ὅτι οὐκ εἴασέν με εἰς τὰ δεξιὰ μέρη
derecha, ella me dijo: '¿Te pones triste καθίσαι, λὲγει μοι· Λυπῇ Ἑρμᾶ; ὁ εἰς τὰ
Hermas? El lugar de la derecha está δεξιὰ μέρη τόπος ἄλλων ἐστἰν, τῶν ἤδη
reservado para otros, a aquellos que ya εὐαρεστηκότων τῷ θεῷ καὶ παθόντων
han agradado a Dios y han sufrido por su εἵνεκα τοῦ ὀνόματος· σοὶ δὲ πολλὰ λείπει
nombre…'". ἵνα μρτ'αὑτῶν καθίσῃς· ἀλλὰ ὡς ἐμμένεις
τῇ ἁπολότητί σου, μεῖνον, καὶ καθιῇ
μετ'αὑτῶν, καὶ ὅσοι ἐὰν ἐργάσωνται τὰ
ἐκείνων ἔργα καὶ ὑπενέγκωσιν ἅ καὶ
ἑνεῖνοι ὑπήνεγκαν.

La anciana le dice al vidente que se siente aquí; entonces ella lo pone a sentarse a la izquierda. El va
a pedirle que los presbiteros se sienten a la derecha, pero le niega la petición porque los puestos importantes
son para los sufrientes y martires. Hay otra jerarquía: los santos, que es por sobre las demás jerarquías. Aquí
hay un aviso temprano de otra jerarquía.
En Vis. 3, 5, 1 dice:

Las piedras blancas que se ajustaban por οἱ μὲν οὖν λίθοι οἱ τετράγωνοι καὶ λευκοὶ
sus junturas son los apóstoles, obispos, καὶ συμφωνοῦντες ταῖς ἁρμογαῖς αὐτῶν,
maestros y diáconos que han caminado οὗτοὶ εἰσιν οἱ ἀπόστολοι καὶ ἐπὶσκοποι
según la santidad de Dios, han ejercido el καὶ διδὰσκαλοι καὶ διάκονοι οἱ
episcopado [episkopésantes] y han πορευθέντες κατὰ τῆν σεμνότητα τοῦ
servido [diakonésantes] pura y θεοῦ καὶ ἐπισκοπήσαντες καὶ
santamente a los elegidos de Dios… διακονήσαντες ἁγνῶς καὶ σεμνῶς τοῖς
ἐκλετοῖς τοῦ θεοῦ,…
Una de las cosas que hay en la constitución de Hermas es la torre de la Iglesia. Las piedras de abajo
son más importantes que las piedras de arriba. ¿por qué hay piedras de diferente color y piedras que no se
ajustaron? Las piedras blancas son las bonitas sirven para construir, quienes sons apostoles, episcopos,
diáconos. Todo ministerio que hemos encontrado en el NT pero no en ese orden, donde se aprecia al maestro
entre obispos y diáconos. No necesariamente sea una lista, sino una mención de diferentes ministerios.
En Sim. 9, 15, 4 dice:

"Le digo: 'Señor, ¿quienes son las piedras hombres justos. Las treinta y cinco son
del abismo que se ajustaban a la los profetas de Dios y sus (de Dios,
construcción?'. Me dice: 'Las primeras, autou) servidores (diakónoi). Las
las diez que fueron puestas como los cuarenta son los apóstoles y los maestros
cimientos, son la primera generación. Las (didáskaloi) de la predicación (del
veinticinco son la segunda generación de kerigma) del Hijo de Dios.'"

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πρώτη γενεὰ· οἱ δὲ κε' δευτέρα γενεὰ
Οἱ λίθοι δὲ, φημί, κύριε, οἱ ἐκ τοῦ βυθοῦ ἀνδρῶν δικαίων· οἱ δὲ λε´
ἡρμομένοι εἰς τὴν προφῆται τοῦ θεοῦ καὶ διάκονοι αὐτοῦ· οἱ
οἰκοδομὴν δὲ μ´ ἀπόστολοι καὶ
τίνες εἰσίν; Οἱ μὲν πρῶτοι, φησίν, οἱ ι´οἱ διδάκαλοι
εἰς τὰ θεμέλια τεθειμένοι, τοῦ κηρύγματος τοῦ υἱοῦ τοῦ θεοῦ.
Noten que se habla de la torre, donde se construye de abajo para arriba. Las piedras de más abajos
son las primeras generaciones. Hay piedras más numerosas que son la segunda generación, los hombres
justos. El pronombre posesivo es muy vago y por ende se podría pensar que los servidores son de los profetas;
pero no es así, sino que se refiere a profetas y diáconos de Dios. Los apóstoles aparecen de menor
importancia, ¿por qué? No se sabe.

1.5. Ignacio de Antioquía

Ignacio murió en el siglo II. Fue llevado preso, pasando por Asia Menor. La estructura ministerial de
Ignacio es muy distintahasta ahora: es un obispo único, con un cuerpo de diácono. ¿Por qué Ignacio, siendo
sirio, es tan distinto que la Didajé? Una posibilidad es que Antioquía es helenística. Ahora, en Ignacio se
acepta su uso en Antioquía y las iglesias que pasa. Solo desentona Moresquini, quien explica lo siguiente:
“[…]”. Es decir, lo que hace es pensar que lo que hace Ignacio hace es producir la unidad de la Iglesia,
viendose que hay división, pero también fijar un solo obispo y varios presbíteros y cuerpos de diáconos. Sobre
Ignacio veremos cuatro textos:
Trall 3,1 dice:

"De la misma manera, reverencien todos Ὁμοίως πάντες ἐντρεπέσθωσαν τοὺς


a los diáconos como a JC, así como al διακόνους ὡς Ἰησοῦν Χριστόν, ὡς καὶ
obispo que es figura [Typos] del Padre y τὸν ἐπίκοπον ὄντα τύπον τοῦ πατρός,
a los presbíteros como al senado τοῦς δὲ πρεσβυτέρους ὡς συνέδριον Θεοῦ
[sunédrion] de Dios y como a la alianza καὶ ὡς σύνδεσμον ἀποστόλων. χωρίς
(unidad) de los apóstoles. Sin éstos no τούτων ἐκκλεσία οὐ καλεῖται.
hay iglesia."
El cuerpo son diáconos, presbiteros y obispo. Al obispo lo relaciona con el Padre Dios, como tipos, y
a los presbiteros con los ancianos sabios que deciden cosas dificiles. El orden en que tiene Ignacio es que el
obispo es el primero de la jerarquía, siempre en singular. Eso se ha llamado en teología “episcopado
monarquico” pero no es seguro que sea el monarquico posterior, donde perfectamente puede ser un camino de
evolución. Es claro que es solamente uno.
Mag 3, 1 dice:

"No conviene que os aprovechéis de la


edad [hlikía =estatura, edad] del obispo, Καὶ ὑμῖν δὲ πρέπει μὴ συγχρᾶσαι τῇ
sino que le tributéis toda consideración ἡλικίᾳ τοῦ ἐπισκόπου, ἀλλὰ κατὰ δύναμιν
conforme al poder de Dios Padre, tal θεοῦ πατρὸς πᾶσαν ἐντοπὴν αὐτῷ
como también he sabido que vuestros ἀπονέμειν, καθὼς ἔγνων καὶ τοῦς ἁγίους
santos presbíteros no se han πρεσβυτέρους οὐ προσειληφότας τὴν
aprovechado de la juventud [newterikh= φαινομένην νεωτερικὴν τάξιν, ἀλλ'ὡς
juventud] que manifiesta, sino que, como φρονίμους ἐν θεῷ συγχωποῦντας αὐτῷ,
prudentes [frónimous] en Dios, se le han οὐκ αὐτῷ δὲ, ἀλλὰ τῷ πατρὶ Ἰησοῦ
sometido, no a él sino al Padre de JC, el Χριστοῦ, τῷ πάντων ἐπισκόποῷ.
obispo de todos."

7
Aquí está el problema si el obispo es viejo o no. Es claro que este obispo es más joven que otros
presbiteros porque la juventud del obispo, que está en tercera linea del castellano, es claramente referencia a
la edad. Es verdad que el primer termino podría ser tambien prestancia, figura, porte, pero es claro que en el
segundo uso es la edad, lo cual no es imposible en el primer uso. Se ve que en este caso los obispos no eran
más viejos por edad en Magnesio, pero no significa que se deba pasar por sobre el obispo por la edad por
parte de los presbíteros. Va hacia que el presbiterado y episcopado son funciones institucionalizadas.
Mag 6,1 dice:

"… presidiendo [prokatheménou] el de JC que estaba junto al Padre antes de


obispo en el lugar [topos] de Dios, los los siglos y se manifestó finalmente".
presbíteros en el lugar de la asamblea … προκαθημένου τοῦ ἐπισκοπου εἰς τόπον θεοῦ
[sunédrion] de los apóstoles y los καὶ τῶν πρεσβυτέρων εἰς τόπον συνεδρίου τῶν
ἀποστόλων, καὶ τῶν διακόνων τῶν ἐμοὶ
diáconos -para mí, dulcísimos- a los que γλυκυτάτων πεπιστευμένων διακονίαν Ἰησοῦ
se les ha confiado el servicio [diakonía] Χρισττοῦ, ὅς πρὸ αἰώνων παρὰ πατρὶ ἦν καὶ ἐν τ
´λει ἐφάνη.

Lo unico que aporta este teto al primero es que el obispo tiene una función probablemente liturgica
porque el “sentado adelante” de la asamblea. No es totalmente imposible es que sean los de la primera fila que
le da la espalda a los otros. Esto responde un poco a la pregunta del NT sobre quien preside la eucaristía.
Fil 7,1 dice:

Aunque algunos quisieron engañarme 154 porque Ruiz-Bueno no me


según la carne, pero el espíritu no es convence).
engañable porque viene de Dios porque él
sabe de dónde viene y a dónde va (cf. Jn Εἰ γὰρ καὶ κατὰ σὰρκα μέ τινες ἠθέλησαν
3,8) y sondea las cosas ocultas (o, arguye πλνῆσαι, ἀλλὰ τὸ πνεῦμα οὐ πλνᾶται ἀπὸ
de las cosas ocultas) (1 Cor 2,10). Yo θεοῦ ὄν. οἶδεν γὰρ, πόθεν ἔρχεται καὶ ποῦ
grité cuando estaba entre uds., hablé en ὑπάγει, καὶ τὰ κρυπτὰ ἐλέγχει.
voz alta, con la voz del mismo Dios: ἐκραύσγασμα μεταξὺ ὤν, ἐλαλουν
'Escúchen al obispo y al presbiterio y a μεγάλῃ φωνῇ, θεοῦ φωνῇ· Τῷ ἐπισκόπῳ
los díaconos'. (retraduzco desde Lightfoot προσέχετε καὶ τῷ πρεσβυτερίῳ καὶ
διακόνοις.
Los profetas en Ignacio ni habían aparecido. ¿Quién habla? Ignacio. Dice que habló profeticamente.
En 7,2 dice:

Había quienes sospechaban que yo decía οἱ δὲ ὑποπτεύσαντες με ὡς προειδότα τὸν


eso por haber sabido de antes de la μερισμόν τινων λέγει ταῦτα· μάρτυς δὲ
escisión de algunos. Pero testigo me es μοι, ἐν ᾧ δέδεμαι, ὅτι ἀπὸ σαρκὸς
Aquel, en quien estoy atado, que por ἀνθρωπίνης οὐκ ἔγνων. τὸ δὲ πνεῦμα
carne humana no lo he sabido. Mas el ἐκήρυσσεν λέγον τάδε· Χωρὶς τοῦ
Espíritu me lo anunció, hablando así: ἐπισκόπου μηδὲν ποιεῖτε, …
¡Fuera [de la autoridad] del obispo no
hagáis nada! (según S. Huber 213).
Entonces, se ve que había división. La cuestión de Ignacio es la unidad de la Iglesia. Aquí el Espíritu
se lo avisó a él. ¿quién profetiza? Ignacio. Ojo, no se habla de un ministerio profético, pero no es que haya
profecía. El obispo prisionero que va camino a Roma es quien profetiza. Aunque evita el término “profecía”,
pero lo que dice es por el Espíritu, no por la carne (por otra persona).

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1.6. La Traditio Apostolica de Hipólito de Roma

Siendo escrito en los fines del siglo II y la primera mitad del siglo III, hay cierta certeza de una
jerarquía en tal época. El autor posiblemente fue Hipolito Romano, aunque en materia de dogma no tiene
ninguna importancia. Lo que interesa dogmáticamente es cuál es la teología que hay y cuál fue su influencia.
Sobre el ambiente pueden ser dos versiones: una era sobre lo que pasaba en Roma, aunque Hipolito venía del
oriente, pero fue obispo de Roma, y la otra, según san Beto, llegó a Roma tarde, quien venía de Egipto,
habiendo razones del por qué hay constituciones egipciacas. El género literario es una constitución eclesial, es
decir, contiene disciplinas y rituales. La estructura de la primera parte de la obra, que trata de las
ordenaciones, donde del nº 2 hasta el nº 14 habla sobre las ordenaciones de los obispos, la eucaristía, la
ordenación de presbíteros y diáconos, una cuestión sobre los confesores, sobre las viudas, lectores, vírgenes y,
por último, son los carismáticos. Se revisará principalmente sobre la ordenación episcopal. Estos textos
muestran ya una jerarquía en dos sentidos: por una parte, respecto de la comunidad en general (pueblo), donde
habrán gente con ministerios que a veces llevan nombre y funciones, y por otra parte, hay una jerarquía
interna, dado recientemente. Por otro lugar, hay una categoría más amplia: unas son instituciones, otras
ordenaciones y otras nombramientos, indicando una jerarquía. Son ordenados el obispo, el presbítero y el
diácono; el caso de los confesores es muy poco claro, por el hecho de ser confesor hace que no necesiten la
imposición de manos para tener categoría de presbíteros, pero, ¿en cuánto a qué? No hay una opinión
unívoca. Son instituidos las viudas, las vírgenes, los lectores, y son nombrados el sanador y posiblemente el
carismático.
En La Tradición Apostólica de San Hipólito 2 dice:
“Será ordenado obispo aquél que, siendo irreprochable, haya sido elegido por todo el
pueblo. Una vez dado su nombre y aceptado, todo el pueblo se reúne, en domingo, con los
presbíteros y diáconos, junto a los obispos presentes. Con el consentimiento de todos, éstos
le impondrán las manos. Los presbíteros están presentes, sin hacer nada. Todos guardan
silencio, orando en su corazón para que descienda el Espíritu. Después de esto, uno de los
obispos presentes, a petición de todos, imponiendo la mano al que es ordenado obispo, orará
diciendo:…”
Lo que se ha contado ahí es el escenario de la cuestión. Es lo que se vería si uno estuviese presente:
se reúnen en domingo, los obispos, los presbíteros de esa Iglesia, oran pidiendo el descenso del Espíritu
(epíclesis), uno de los obispos presentes, a petición de otros, le impone la mano (en singular) a quien va a ser
ordenado. La ordenación tiene que ser con la imposición de mano de ese obispo, con la nota de la aceptación
de la comunidad y las cualidades del candidato. Si se mira el texto griego –un texto reconstituido del etíope,
copto, latín y árabe, permitiendo ver por comparación la fuente común– cuando dice “el que va a ser
ordenado” es herotomene. Si se ve heirotomía, explica la procedencia del uso civil de mano alzada o de
designar a dedo y, por lo tanto, tiene que ver con las elecciones y decisiones. A la vida eclesial entró por la
elección, por vía carismática o por cualidades morales. Eso se termina fundiendo con el significado que viene
con el ámbito hebreo, porque a la larga las elecciones pagan la ordenación y esas dos se terminan juntando. El
término sería heirotomía.

La oración (nº3) dice:


Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo,
Que habitas en lo más alto
Y fijas tus ojos en la pequeñez,
Que lo conoces todo antes que exista,
Tú, que has dado las normas de tu Iglesia
Por la palabra de tu gracia,
Que has predestinado desde el principio
El linaje de los justos (descendientes) de Abraham,
Que has establecido dirigentes y sacerdotes
Y no has dejado tu santuario sin que haya quien lo sirva;
Tú, que desde el principio del mundo
Has querido ser glorificado
En los que has escogido,

9
Primero, hay algunas aluciones a la Escritura, como Padre de la misericordia (comienzo de 2Co), una
alusión al salmo 112,5-6 (que habitas arriba y miras hacia abajo), una evocación a Daniel (tu que conoces
todo antes que nada). En definitiva, elabora una oración con evocaciones a la Escritura.

Derrama también ahora


El poder que procede de ti,
El Espíritu soberano,
El que diste a tu amado Hijo Jesucristo,
El que él donó a sus santos apóstoles,
Que establecieron tu Iglesia en todo lugar
Como santuario tuyo,

Lo que hay aquí es una oración que pide el Espíritu (epíclesis). En el texto griego dice dynamis:
¿cómo se llama en la patrística al Espíritu Santo? Dynamis theou. Después aparece el Espíritu principal, que
es Theou pneumatos, que es el Espíritu Santo. Después viene la mención a los Apóstoles, quienes reciben este
Espíritu de Jesús, y fundan las Iglesias locales.

Para gloria y alabanza incesante de tu nombre.


Padre, que conoces todos los corazones,
Concede a este siervo tuyo,
Que elegiste para el episcopado,
Que apaciente tu santa grey
Y ejerza ante ti el supremo sacerdocio
De manera irreprochable
Sirviéndote día y noche,

Entonces, la primera cosa es que Dios lo conoce y, entonces, sabe que es el siervo, y es a quien
eligió, acción quien la realiza Dios. No hace ninguna mención al Urim Tumim. El episcopado ya es un
termino universalizado, una abstracción; lo que hace ese oficio es pastorear (cf. Jn 10), que en la Iglesia tuvo
mucho éxito. El primado del sacerdocio, arge hierateuma, es el sacerdocio primero. Estamos en la idea de que
el sacerdocio tiene grados en la jerarquía, aunque no hay mucha consciencia. Unos harán de cabeza, y otros
van a participar, primero los fieles, pero después participarán los presbíteros.

Que sea siempre agradable en tu presencia


Y ofreza los dones de tu santa Iglesia,

Eso es una cuestión claramente sacerdotal: ofrecer los dones.

Que tenga, en virtud del espíritu del supremo sacerdocio,


El poder de perdonar los pecados
Según tu mandato,

Eso es otro ministerio, aludiendo claramente al final de Jn 20, donde se da el poder de perdonan los
pecados.

Que distribuya los cargos, según tu precepto,

Aquí hay una alusión clarísima al Urim Tumim porque clero es la suerte, es lo que es por herencia,
por suerte. Él va a dar o decidir ministros secundarios, se va a decidir quien va a recibir otros ministerios.

Y que desate toda atadura


Por el poder que diste a los apóstoles,

Alusión a Mt 18 sobre las llagas.

Que te complazca por su mansedumbre

10
Y la pureza de su corazón, ofreciéndote un perfume agradable,
Por tu Hijo Jesucristo,
Por quien te sea dado
La gloria, el poder y el honor,
Con el Espíritu Santo,
Ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Ahí termina, donde se saca más la teología del ministerio. ¿Qué se entendía por ecos por sobre el
obispo? Por eso se copió el ritual al ritual vigente. No hay una entrega de instrumentos, que será una cuestión
medieval. En la teología medieval, donde había imposición de manos, se extendió poco a poco la entrega de
los instrumentos en signo de la función que deben cumplir. Eso era porque era parte de una teología anterior o
porque fue impulsado, pero en definitiva trajo que la teología medieval se pusiera la eucaristía en el centro,
implicando que en la formación tenga énfasis a la Eucaristía más que a la Iglesia, habiendo una
sobreconcentración. Pero, ojo, no hay ninguna palabra sobre el ministerio de la Palabra; aunque hay cosas de
gobierno.
Después de eso viene la misa, que es el nº4. El hecho de que la eucaristía venga puesta después de la
ordenación del obispo no es casual, por la razón de que no se habla en mención litúrgica, sino que habla de
razones de sabiduría.

“Después de haber sido ordenado obispo, todos le ofrecerán el beso de paz, por ser ya digno
de que le saluden como tal”.

Un comentario: el óculo de la paz en la liturgia antigua era con la mano, que desapareció en la
liturgia medieval, reemplazándolo por el saludo de beso. Viene de los orientales, donde son bastante buenos
en andarse besándose por una gran expresión cultural.

“Los diáconos le presentarán la oblación y él, imponiendo las manos sobre ella, junto con
todo el presbiterio, dirá, dando gracias: -El Señor esté con vosotros. Todos dirán: - Y con tu
espíritu. – Elevad vuestros corazones. –Los tenemos en el Señor. –Demos gracias al Señor. –
Es digno y justo. Y continuará de la manera siguiente: Te damos gracias, oh Dios, por tu
amado Hijo Jesucristo, que en estos últimos tiempos nos enviaste como salvador y redentor
y ángel de tu voluntad, que es tu Palabra inseparable, por quien todo lo creaste y que según
tu beneplácito hiciste descender del cielo al seno de la Virgen y, una vez concebido, se
encarnó y se manifestó como Hijo tuyo, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen. Él, en
cumplimiento de tu voluntad y para adquirir para ti un pueblo santo, extendió sus manos en
el momento de sufrir para liberar del sufrimiento a cuantos creen en ti. Él, cuando se entregó
a su pasión voluntaria para destruir la muerte y romper las cadenas el diablo, para aplastar al
infierno e iluminar a los justos, para cumplir toda ley y manifestar la resurrección, tomando
pan, dándote gracias dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo partido por vosotros. De igual
manera tomó el cáliz, diciendo: Esta es mi sangre derramada por vosotros. Cuando hagáis
esto, lo haréis en mi memoria. Al hacer memoria, pues, de su muerte y resurrección, te
ofrecemos este pan y este cáliz dandote gracias porque nos hiciste dignos de estar en su
presencia y servirte. Y te pedimos que envíes tu Espíritu Santo sobre la oblación de tu santa
Iglesia. Congregándolos en la unidad, llena con el Espíritu Santo a cuantos participan de las
cosas santas, para confirmar su fe en la verdad, a fin de que te alabemos y glorifiquemos por
tu Hijo Jesucristo, por quien te sea dada la gloria y el honor, con el Espíritu Santo, en tu
santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén”.

Eso ha perseverado durante los siglos este “saludo”. Se debe notar que había un ritual pulido, con un
cierto parecido con elementos del canon I, el cual era el canon que había antes de la reforma del Concilio.
Ahora bien, está muy fijado el canon. En Justino pasamos por un texto que se podía entender y estaba fijado,
aunque los profetas no, porque podían rezar como ellos quieran. Ahora, lo único importante es que está
ubicado después de la ordenación episcopal.
Veamos sobre los presbíteros en el nº 7:

11
“Cuando se ordena a un presbítero, el obispo le impondrá la mano sobre la cabeza –lo
tocarán también todos los presbíteros”.

Le impondrán las manos el obispo y los presbíteros, donde aun queda en el ritual actual. Según la
versión SAE, también hay imposiciones herotomein, que se logró tomar la imposición de manos completa.

“Y se expresará, de la manera como se ha dicho para el obispo, orando y diciendo: Dios y


Padre de nuestro Señor Jesucristo, así como te fijaste en tu pueblo elegido y mandaste a
Moisés que eligiera ancianos, que llenaste del Espíritu que diste a tu siervo, dirige tu mirada
sobre este siervo tuyo”.

Hay que fijarse que hay mención a los setenta ancianos para Dios le dio a Moisés que ayudasen al
gobierno de Israel, cuando Moisés se queja con Dios porque no da a vastos, dandole setenta ancianos y les da
el Espíritu también a Moisés. La idea es que son colaboradores del obispo, así como los setenta ancianos son
colaboradores de Moisés.

“y concédele el Espíritu de gracia y el de consejo que es propio del presbítero, para que con
corazón puro sostenga y gobierne a tu pueblo santo”.

Lo propio del presbítero del Consejo arrastra la cuestión hebrea de los ancianos que son sabios, sobre
que se le consulta las cuestiones dificiles para no errar.

“Concede, pues, ahora, a este siervo tuyo, el Espíritu de tu gracia, y consérvalo también
íntegro en nosotros. Haznos dignos, así, al llenarnos de él, de servirte con sinceridad de
corazón, alabándote por medio de tu Hijo Jesucristo, por quien te sea dada la gloria y el
poder, con el Espíritu Santo, en tu santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén”.

No hay mención litúrgica. El sacrificio y la ofrenda está dicha por el obispo, pero los presbiteros aún
tienen la cuestión heredadas sobre el cuerpo de sabios, y donde son los colaboradores del obispo desde el
punto de vista de aconsejan por la sabiduría.
Con respecto a diáconos, en el nº 8 dice:

“Cuando se ordena a un diácono, se le elegirá de manera parecida a lo dicho anteriormente y


le impondrá las manos sólo el obispo de la forma indicada. Al ordenar a un diácono, sólo el
obispo impondrá la mano, porque no es ordenado para el sacerdocio sino para que sirva al
obispo, a fin de que haga lo que él le ordene”.

En primer lugar, la cuestión de ordenar hay una versión que dice instituir (gapitastai = establecer),
pero hay otro que es “ordenar” (heirotomia). Sólo impone la mano el obispo, igual que ahora. El diacono es
ordenado sólo por el obispo, porque está para hacer lo que él les diga. El diácono se le entiende como un
colaborador del obispo, a diferencia de entenderse como un servidor de la comunidad. ¿Qué paso? Los
diáconos, en el siglo VI, tenían que ser solo siete (Hch 6) y, por ende, solo podían haber subdiácono, quienes
en Roma administraban cada uno los suministros. No pocas veces en esos signos el papa siguiente fue el
proto-diácono del papa anterior, y lo ordenaron per saltum sin pasar por el presbiterado fue ordenado. En ese
tiempo, en la Iglesia de Roma, los diáconos estaban alrededor de los obispos, los subdiáconos generalmente
eran los amanuenses, los administradores, etc. ¿Y los presbíteros qué hacían? No se sabe con exactitud.
Posiblemente se les consultaban. Los presbíteros gradualmente fueron siendo participes de las actividades
cuando se necesitaban realizar actividades fuera posteriormente al siglo IV.

“Efectivamente, no participa del consejo del clero, sino que es aquél que es solícito e indica
al obispo cuanto conviene”.

No participa del clero porque no se le ordena al sacerdocio sino para el ministerio. Eso queda en el
ritual actual. Entonces, el diácono no está en la linea sacerdotal que ofrece el sacrificio, sino diaconal no
amplia, sino más precisa que tiene que ver con la administración de bienes, con el amanuense, el archivero,
etc.

12
“No recibe el espíritu común del presbiterio, del cual participan los que son presbíteros, sino
que le es dado bajo la potestad del obispo. De ahí que sólo el obispo ordena al diácono. Pero
sobreel presbítero, también los presbíteros imponen las manos, a causa del espíritu común y
semejante de su oficio”.

Hay una explicación extensa entre diácono y presbítero. Es sospechoso, pudiendo ser conflictual en
esa época.

“Aunque el presbítero por sí solo, no tiene sino el poder de recibirlo, pero no de darlo. Por
eso no instituye a los clérigos. Sin embargo, en la ordenación del presbítero, se asocia al
gesto, mientras que sólo el obispo ordena. Sobre el diácono dirá así: Oh Dios, que creaste
todas las cosas y las has ordenado con tu Palabra, Padre de nuestro Señor Jesucristo, a quien
enviaste para servir, según tu voluntad, y nos reveló tus designios; concede el Espíritu de
gracia y de solicitud a este siervo tuyo, que elegiste para servir en tu Iglesia y para presentar
en tu santuario aquello que será ofrecido por medio del que goza del sumo sacerdocio, de
manera que sirviéndote irreprochablemente y con pureza de costumbres, alcance el grado de
un orden superior;”.

Varias cosas: primero, ministrare ecclesiae es diaconein, entonces el diácono tiene que ver con el
nombre y oficio. Presenta las ofrendas que el sacerdote (obispo) va a entregar, ofrecer a Dios como
colaborador del altar. Por eso es que el diácoono y el acólito termina acercandose un poco a la función
litúrgica; y también el subdiácono que queda entremedio. En la última parte, hay un indicio de escalera
ministerial, porque dice “por medio del que goza del sumo sacerdocio, de manera que sirviéndote
irreprochablemente y con pureza de costumbres, alcance el grado de un orden superior”, es decir, a qué se va
si lo hace bien. Todos han pasado por los grados anteriores y aquellos del peldaño anterior pasan al peldaño
siguiente. Entonces, el diácono es servidor del obispo; tiene una función litúrgica que es llevar los dones que
el sacerdote va a ofrecer y hay una presencia de escalera jerárquica.
Los confesores, las viudas, los acolitos, los subdiáconos, etc., son los que siguen ahora: las
instituciones. Los confesores de la Iglesia antigua son aquellos que no habían muerto en la persecución, pero
si habían sufrido tal persecución, con secuelas físicas. Tenían un aura de santidad notable y un peso por lo que
había sufrido, aun cuando nadie lo había ordenado confesor. En el texto de Cipriano se buscaba a algun
candidato, pero un tipo era elegido por lo vivido. En el nº9 dice:

“Si un confesor ha sido encarcelado por el nombre del Señor, no se le impondrá las manos
para el diaconado o para el presbiterado. Por su confesión, tiene el honor del presbiterado.
Pero si se le instituye obispo, se le impondrá la mano”.

Confesor es comulgetés; comulgar es confesar. Claro que el confesor es equivoco, no es simplemente


el que confesa los pecados, sino que es un confesor de la fe, que dio testimonio del credo. En caso de que se
escoga para ser diácono u presbítero, no se impondría las manos; pero si para ser obispo. Hay una cuestión
sobre si el hecho de la confesión suplia de la confesión o no, no siendo claro porque dice que por haber sido
confesor, tiene el honor del presbiterado: algunos interpretan que son considerados por respeto igual que los
presbiteros, no por función; entonces se le ponía una silla más por el respeto del confesor. Y otros sostienen
que suplian la ordenación. Dos opiniones solidas: una es de un historiador francés que dice que los confesores
consittuyen una categoría aparte, son encarcelados a la fe y gozan del derecho al alto clero, pero no se
especifica la cuestión claramente, porque no dice si son parte del alto clero o no; en cambio, la otra es que
tienen un lugar de honor equivalente al sacerdocio, que puede ser la interpretación que explica el texto en la
circunstancia correspondiente, porque se inclina a no suplir.

“Pero si se da el caso de un confesor que no ha sido conducido en presencia de la autoridad,


ni ha sufrido arresto, ni encerrado en la cárcel, ni condenado a cualquier otra pena, sino que
sólo ocasionalmente ha recibido despecho por el nombre del Señor y castigado a una pena
doméstica –pero si, con todo, ha dado confesión– se impondrá las manos sobre él para
cualquier oficio para el que sea digno. El obispo dará gracias como se ha dicho más arriba.
En modo alguno es necesario que pronuncie las mismas palabras que antes mencionamos,

13
preocupado por decirlas de memoria, dando gracias a Dios, sino que cada uno elevará las
preces según su capacidad. Si uno tiene capacidad para orar con determinada suficiencia y
con una oración solemne, bueno será. Pero si uno, al orar, profiere con moderación la
súplica, no se pondrán obstáculos a que lo haga así, mientras ore de acuerdo con la sana
ortodoxia”.

Ese pedazo del nº 9 no tiene que ver con los confesores. ¿Por qué está ahí, debajo del obispo? Hace
dudar. Hay un texto litúrgico, pero no tiene que ver con confesores. Los confesores se instituyen y si se
ordenan, le imponen las manos los obispos. Lo demás no se sabe. Sobre las viudas, el numero 10 dice:

“Cuando se instituye a una viuda, no recibirá la ordenación, sino que se la designará con
este nombre. Si su marido hubiera muerto desde hace mucho tiempo, se la instituirá. Pero si
no hciera mucho tiempo que su marido hubiera muerto, no será aún digna de crédito. Si es
anciana, se la tendrá a prueba durante un tiempo. A menudo las pasiones envejecen a la par
que la persona que les ha dado cobijo. La viuda será instituida por la palabra sola y se unirá
a las demás”.

Hay una alusión a 1 Tim 5, 9, donde esas viudas no son cualquier señora que enviudó simplemente,
sino que son probadas y están en un catálogo. Tienen cierta función de maestras. Nótese que dice que se las
instituye, no se ordenan, porque solo se ordena los que ofrecen al sacrificio, trayendo un problema que a los
presbíteros no se les habla de ofrecer un sacrificio y el diácono ayuda en el altar.

“No se impondrá la mano sobre ella, porque no ofrece la oblación ni es cosa suya el servicio
litúrgico. La ordenación se lleva a cabo para con el clero, a causa de su servicio litúrgico. La
viuda es constituida con vistas a la oración y ésta es común a todos”.

Entonces, el texto dice que las viudas son instituidas y son para la oración a la comunidad. Sobre los
lectores, el nº 11 dice:

“El lector es instituido cuando el obispo le entrega el libro, puesto que no se le imponen las
manos”.

El lector se llama anagnótes, que es lectura en voz alta ante un auditorio, no una lectura privada. A
ese se lo instituye y aparece la entrega del instrumento, antes del mundo germánico, que todavía permanece a
los lectores del ritual actual. Y no se impone las manos porque no ofician el sacrificio. En el nº 12, sobre las
virgenes dice:

“A una virgen no se le impondrá la mano. Lo que hace de ella una virgen es su propósito”.

Ella, la virgen, decide servir. Después el subdiácono en el nº13:

“Al subdiácono no se le impondrá la mano. Se le designará para que acompañe (ayudando)


al diácono”.

Primero, se le nombra (onomátsei), correspondiendo a la tercera categoría de nombramientos. Lo


notable de esto es que es muy temprano porque se explica que el subdiacono se desarrolló muy tarde porque
los diáconos no daban a vastos. Lo raro es que en el orden se encuentra más abajo, separado jerárquicamente
del diácono. En el supuesto del orden de los que vienen después del diácono tenga un significado especial,
pero no se sabe.
Por último, los carismaticos curadores en el nº 14:

“Si alguien dice ‘he recibido la gracia de curación en una revelación’ no se le impondrá la
mano. Su mismo obrar manifestará si hubiera dicho la verdad”.

14
Hay que esperar que cure a alguien y se quedará probado. Cuando dice revelación de Dios, es un
término técnico probablemente del Nuevo Testamento: es una revelación de Dios que aquella persona sabe
que es sanador.

Eso queda de la reconstrucción del texto de Tradición Apostólica. Si uno mira la lista completa, dede
el obispo y sanador, se pregunta ¿qué consciencia tienen de los ministerios en este tiempo? Parece que todos
son ministros de la Iglesia. Lo que pasó después en la práctica es que quedaron los primeros tres (obispo,
presbítero, diácono), y luego quedaron los lectores y acólitos, y los subdiáconos entremedio, donde en el
temprano medioevo se catalogó como ordenes mayores y menores. Todo lo que tiene que ver con ascesis y
vida religiosa salve. Las diaconisas quedaron atestiguadas hasta el siglo VI, en una situación intermedia,
porque por una parte donde quedaron entre viudas y virgenes, por otra parte cumplían sobre sus funciones
litúrgicas.

1.7. Cipriano

Cipriano no es un teólogo en sentido creativo, pero si es un testigo excelente y ejemplar de los usos y
las cuestiones de África. En el epistolario de él aparecen respuestas a obispos. Es pura cuestión práctica,
donde muestra el uso que había. Más aún, el interés no es que las cosas sean así, sino que intenta arreglar las
cosas prácticas. ¿Qué está aclarado? Que hay tres grados en obispos (singular) y presbíteros y diáconos
(plural), que hay jerarquía de ministerios, que hay grados de ministerios eclesiásticos e institucionalizados,
que el clero forma un cuerpo, especialmente el cuerpo que forman los obispos, que hay una relación entre
obispos-apóstoles (cf. que se ve con la sucesión), sobre la cuestión de la consulta de las cualidades que debe
tener el candidato para ser ordenado, ya sea por mérito o por cumplir ciertas pruebas, y sobre el insterticio de
órdenes como cuestión temporal. Lo importante es que es un testigo de los usos que había, ya en la primera
mitad del siglo III.

1.8. Siglo IV

1.8.1. Constitución Apostólica: Diaconisas

Las constituciones apostólicas serían una compilación siriaca hacia el año 380. Sobre las diaconisas
dicen dos cosas:
Sobre el Libro III, 16, 1-2, dice:

“Elige también [el obispo] (exhortación) una diaconisa (diákonos, que puede ser masculino
y femenino, derivando el artículo) fiel y santa (adj. En fem) para atender a las mujeres. Hay
casa a las que, por causa de los infieles, no puedes enviar un varón diácono para las mujeres.
Así pues, enviarás una mujer diácono, dada la manera de pensar de los malvados. Para otras
necesidades nos valemos también de la mujer diácono. Sobre todo, en la iluminación de las
mujeres, el diácono sólo ungirá con óleo sagrado la frente de aquéllas y, después, la
diaconisa (con artículo femenino) las ungirá (por entero), pues no hay necesidad de que las
mujeres sean observadas por los hombres”.

El bautismo antiguo era por inmersión; bajaban en una escalera a la pileta, donde el obispo esperaba
abajo, se sumergía tres veces a la persona. Por ejemplo, Cirilo de Jerusalén explica un renacimiento. Por otra
escalera, salía la persona mojada y, por ende, había que secarla, sacarle las ropas y revestirlas (eso era de las
diaconisas).
Sobre el Libro VIII, 28, 6-8, dice:

“La diaconisa no bendice, ni realiza nada de lo que hacen los presbíteros o los diáconos (art.
Masculino), sino que guarda las puertas y ayuda a los presbíteros en el bautismo de ls
mujeres por causa de la decencia. El diácono excluye al subdiácono, al lector, al cantor y a
la diaconisa, si lo requiere el caso, siempre que no esté presente el presbítero. El subdiácono
no tiene poder para excluir al lector ni al cantor ni a la diaconisa ni a ningún clérigo ni a
ningún laico, pues son servidores de los diáconos”.

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No se sabe si hay ostiarios. Es un texto bastante antiguo hasta el siglo VI donde desaparecen su
mención. En el oriente desaparece su ministerio en el siglo VIII.

1.8.2. Integración Iglesia-Imperio

En lo que toca a los ministeros son tres cuestiones, siendo bastante rápido:
Sobre el Ordo (ho tasis, este término existia en el Imperio, donde los cristianos no tenían problemas
en adoptarlo porque el Ordo era civil, en parte de clase social y de clase laboral. Todos los senadores romanos
formaban un ordo; el ordo de los militares, que era por oficio y clase social. Después, cuando se produce esta
relación entre Iglesia-Imperio en el s. IV, la religión cristiana pasa a ser religión lícita, y un siglo después, la
única religión. Se llegó a cosas como que el derecho, también había un derecho eclesiástico por ser un gurpo
social y de clase; la distinción entre los ministros y el resto de la comunidad era clarisimo en el siglo III, solo
que ahora pasa a tener un refrendamiento público en el Imperio (ej.: Tertuliano aborda un vocabulario
específico, como sacramentum). Dice que Tertuliano, cuando nombra a los laicos individualmente, los llama
laicus, y el conjunto los llama plebs, donde Ordo se reserva solamente para los clérigos. Ahora bien, ordo
implica jerarquía porque implica separación de aquello que no tienen el ministerio (externa) e, internamente,
no todos los ministerios están en igual jerarquía (interna). Hay que tener presente que hay una determinantes
antropológicas básicas que juegan en la sociedad, donde también suceden en la Iglesia, pero también hay
dterminantes históricas que fueron integradas en el Ordo imperial. Ahora, con respecto a la jerarquía interna,
la distinción entre presbíteros y obispos se demoro muchísimo en hacerse. Por ejemplo, Jerónimo piensa que
el presbítero y obispo son iguales; hay un grupo minoritario que son distintos. El ordo forma un cuerpo, una
base común de que son iguales; cuestión antropológica. Dentro de cada ordo hay una especie de solidaridad,
como también son distintos con el otro; eso explica que se hable del ordo de los diáconos, de los presbíteros,
de los obispos. Aquí va la idea de colegio que toca a los ministerios. Después una vez que se ha establecido
estos grados, está el problema de pasar de uno a otro, trayendo la cuestión de la escalera, donde en ese tiempo
habían ordenaciones per saltum, es decir, saltaban ordenes intermedios (ej.: un diácono es ordenado obispo),
aunque no era la mayoría de los casos. La tendencia es establecer escaleras. Para dar ejemplos, Cipriano en la
carta 38 dice que se debe empezar por el ejercicio del lector; Agustín en Sermo 155 dice que fue ordenado
presbíteros y por ahí fue ordenado obispo. ¿Qué fue pasando en los siglos siguientes? Hacia el siglo X-XI se
termina por prohibir el per saltum, haciendose hacer forzosa la escalera, quedando suspendido ipso facto a
quien ordena, reconociendo la ordenación válida, pero ilícito. El ordo tiene que ver con la relación de la
sociedad imperial, aunque ya había tendencia a grados. También tiene que ver con las cuestiones de relación
interna, teniendo que ver mucho con eso el imperio.
Sobre la influencia del imperio y del monacato, en el evangelio, hay muy pocas indicaciones sobre lo
que debe ser la vida de los ministros (cómo debe vestirse, presentarse, formación, etc). ¿Qué es lo que pasó
una vez que se integró con el Imperio? Hubo dos influencias en el modo de vida y formación del ministerio:
el imperio mismo y el monacato, que eran independientes entre sí. Para la influencia del imperio, la religión
romana era compleja porque estaba la religión política, pero también la religión familiar, que tenía muy poco
que ver con la vida pública, donde tenían dioses tutelares. El problema de los cristianos es que empezaron a
salirse de la religión pública, significando que se salían de las leyes (un delito). Además, se vinieron las
religiones de oriente, donde el cristianismo empezó a coincidir (parecerse) con las religiones mistéricas: no
era público, era secreto. ¿Qué paso en la medida que el imperio y la Iglesia empezarona integrarse?
Empezaron a tomarse nombres y funciones de aquellos funcionarios religiosos y públicos del Imperio. Por
ejemplo, Simonetti dice que “bajo el reinado de un monarca, que era el Imperio, que había puesto los asuntos
eclesiásticos al centro de sus intereses –pensando en el siglo IV–, había puesto de facto el emperador a los
obispos y al clero como funcionarios de administración imperial”. Entonces, el título pontífice viene de
pontifex, un sacerdote romano y funcionario público, que tenía que ver con el puente que cruzaba a una isla.
Fijaba el calendario sobre trabajo, reunión pública (comissio), etc.; la curia era el conjunto de funcionarios
que a la larga quedó en la Iglesia como los presbíteros, funcionarios del obispo. El imperio pasó y la Iglesia
quedó con estas herencias. También se pueden tomar las estolas, las insignias, del uso civil romano, copia del
uso griego. ¿Qué elementos tomó del monacato, que se empezaba a hacer fuerte? Por ejemplo, el celibato: es
evidente que hay una influencia en la castidad de los monjes, aunque no es la única fuente. Cuando empiezan
a ordenar monjes, son más prácticos porque se gasta menos dinero, y son enviados. La tonzura es tarde, es
una cuestión del medioevo, donde se cortaba el pelo a quienes tenían pelo, con finalidad de ser feos por ser
rechazados el mundo. La cuestión de las Horas viene de los monjes, que se reúnen a rezar. También la
vestidura un poco distinta a la gente, donde los monjes rechazaban el mundo. La cosa de vivir en común, ya

16
en tiempos de Agustín, habían ministros que vivían en común, claramente copia del monacato, con horas de
apostolado. El cabildo de los canónicos es una copia del capítulo de los religiosos. Lo que no estaba
determinado en las primeras generaciones, se fue determinando en las generaciones siguientes,
institucionalizandose en órdenes mayores y menores.
Sobre las órdenes mayores y menores, los primeros en el siglo VIII y IX, con influencia de Pseudo
Dionisio, era claro: sacerdote, diácono, sub-diácono; y los segundos eran los acólitos, los lectores, los ostiario
y los exorcistas. Esta forma duró hasta después del Concilio Vaticano II. Tenían que ser siete (3+4), para ser
un número completo, porque en el mundo de Pseudo dionisio debe ser perfecto. ¿Por qué se pensaba que
sacerdote se entiende genericamente? El sacerdote se entiende genéricamente porque se debe centrar los
ministerios en la eucaristía; ahora bien, se puede preguntar por qué no en la penitencia, en la unción, en la
palabra, en el gobierno, respondiendo que es el sacramento más importante. Segundo, se encuentra el diácono
y tercero el subdiácono. Con las ordenes menores, no es claro que hubiera una jerarquía interna porque no
había un cierto orden, pero con Pseudo-Dionisio se establece una jerarquía, donde los ostiarios son los últimos
(junto a los exorcistas), aquellos que cuidan la puerta para no dejar entrar a los que no pueden a la liturgia; el
acólito siempre está arriba en el altar sirviendo; el lector porque instruye posibilitando que se acerquen al
altar, considerandose la palabra como segundo orden; y el exorcita era el que cuidaba de los energúmenos
(cualquier exaltado o no), donde sele imponían las manos, se rezaban por el. Y el ostiario controlaba la
entrada de los que debian y los que no.
¿En qué quedo? Las órdenes menores dejaron de serlo; el ostiario desapareció, el exorcista es un
presbítero instituido, y los acólitos y lectores son ministerios laicales. En cuanto a las ordenes mayores,
desaparece el subdiácono en el occidente porque es claro históricamente un desdoblamiento del diácono como
solución por falta de números de diáconos por ser siete, quienes no daban para vastos.

1.9. Siglo VI-VIII: Influencia del Pseudo-Dionisio, tomada por Santo Tomás (Suppl. Q. 37 a.2 c.)

Pseudo-Dionisio no se sabe quien es. Se hizo pasar por el Dionisio del Areópago. Pablo, en el
Areópago, se rién de él por hablar de la resurrección, pero unos pocos creen y se acercan a él; uno de ellos es
el Dionisio. Ahora bien, es imposible que haya sido Dionisio, porque hay una teología posterior al siglo I, con
citas de autores del siglo V. Posiblemente sea un sirio. ¿Qué es esta obra de Pseudo-Dionisio? Tiene cuatro
obras, donde la importante habla de la jerarquía celeste y terrestre. Siempre habla de que lo perfecto está fuera
de nuestras posibilidades, y para acercarnos a lo perfecto, se necesitan de bastantes mediadores. Para hablar
del Uno, para eso están las categorías de ángeles, es decir, toda esa angelología que los judíos elaboraron
después del exilio de Babilonia. Todo el bien desciende por medio de los mediadores (jerarquía celeste) y el
mundo terrenal es un reflejo del mundo celestial; por ende, tienen que haber escaleras, en este caso, las
órdenes. Entonces, las siete órdenes le viene bien porque es un número perfecto bíblicamente, colocando los
ministerios en una escalera.
En el Supplementum Q. 37, art. 2, sobre Utrum sint septem ordines, Santo Tomás pregunta si las
órdenes son siete (si deben serlas), pareciendo que las órdenes no son siete (dificultades). Revisa razones de
por qué son siete (opiniones a favor), hasta que en un momento dado dice que el sacramento del orden se
deriva de la Eucaristía, como argumento de conveniencia:

“Hemos, pues, de decir que el sacramnto del patena con el pan, símbolo de la potestad de
orden se ordena a la Eucaristía, que es, como dice consagrar el cuerpo y la sangre de Cristo”.
Dionisio, ‘el sacramento de los sacramentos’
(magister dixit). Por eso, así como necesitan “Sicut enim templum et altare, et vasa et vestes,
consagración el templo, el altar, los vasos y las ita et ministeria quae ad Eucharistiam ordinantur,
vestiduras, del mismo modo la necesitan también consecratione indigent: et haec consecratio est
los ministros de la Eucaristía; esta consagración es ordinis sacramentum. Et ideo distinctio ordinis est
el sacramento del orden. Por eso, la distinción del accipienda secundum relationem ad Eucharistiam.
orden hay que tomarla según su relación a la Quia potestas ordinis aut est ad consecrationem
Eucaristía. En efecto, la potestad de orden o se Eucharistiae ipsius, aut aliquod ministerium
ordena a la consagración de la Eucaristía misma o ordinandum ad hoc. Si primo modo, sic est ordo
a otro ministerio en relación con ella. En el primer “sacerdotum”. Et ideo, cum ordinantur, accipiunt
caso tenemos la orden de los ‘sacerdotes’; por eso, calicem cum vino et patenam cum pane,
al ordenarse, reciben el cáliz con el vino y la potestatem accipientes consecrandi corpus et
sanguinem Christi”.

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Entonces, empieza por arriba, el sacerdote, porque consagra. Hay una cuestión que está mala, donde
dice que es la entrega del símbolo porque nunca dice símbolo en latín, sino que es una potestad, o sea la
capacidad de hacerlo. Explica que, como tiene esta capacidad,e s que se le entrega en la rotulación el cáliz y la
patena con el vino y el pan. A esa altura, se consideraba que el signo esencial era ese y no la imposición de
manos. Continúa:

“La cooperación de los ministros tiene por objeto “Cooperatio autem ministrorum est vel in ordine
o el sacramento mismo o a quienes lo reciben. En ad ipsum sacramentum, vel in ordine ad
el primer caso es triple. El primer ministerio es el suscipientes. Si primo modo, sic tripliciter. Primo
de cooperar con el sacerdote en la distribución del enim est ministerium quo minister cooperatur
sacramento, aunque no en la consagración, que sacerdoti in ipso sacramento, quantum ad
realiza sólo el sacerdote; es el oficio del dispensationem, sed non quantum ad
“diácono”. Por eso se dice en las “sentencias” que consecrationem, quam solus sacerdos facit. Et hoc
“es propio del diácono ayudar a los sacerdotes en pertinet ad “diaconum”. Unde in littera d.24 c.10
todas las cosas que se realizan en los sacramentos dicitur quod “ad diaconum pertinet ministrare
de Cristo”; y esta es la razón de que también los sacerdotibus in omnibus quae aguntur in
diáconos distribuyan la Sangre”. sacramentis Christi”. Unde et ipsi sanguinem
dispensant”.

Entonces, segundo, es el diácono, pero que ayuda en lo que toca a la gente que comulga (fieles), no a
la consagración misma.

“En segundo lugar está el ministerio, cuyo fin es “Secundo est ministerium ordinatum ad materiam
preparar la materia del sacramento en los vasos sacramenti ordinandam in sacris vasis ipsius
sagrados: es el oficio del “subdiácono”; por eso se sacramenti. Et hoc pertinet ad “subdiaconum”.
dice en las “Sentencias” que llevan los vasos del Unde dicitur in literra (ib. C.9) quod corporis et
cuerpo y la sangre del Señor y depositan las sanguinis Domini vasa portant, et oblatioes in
oblaciones en el altar. En señal de ello, ciuando se altari ponunt. Et ideo accipiunt calicem de manu
ordenan, reciben el cáliz vacío de manos del episcopi, sed vacuum, cum ordinantur”.
obispo”.

Entonces, el subdiácono es ayudante del diácono, alejándose del servicio del altar, porque ellos
aportan las cosas para el altar.

“En tercer lugar se encuentra el ministerio “Tertio est ministerium ordinatum ad


ordenado a presentar la materia del sacraento: es praesentandum materiam sacramenti. Et hoc
el oficio del “acólito”, que, como se dice en las competit “acolytho”. Ipse enim, ut in literra (ib.
“Sentencias”, prepara las vinajeras con vino y C.8) dicitur, urceolum cum vino et aqua praeparat.
agua. Por eso recibe las vinajeras vacías”. Unde accipiunt urceolum vacuum”.

Pasamos a las órdenes menores, pero que el acólito (del acolytheo que significa seguir) sigue al
subdiácono.

“El ministerio ordenado a la preparación de los “Sed ministerium ad praeparationem recipientium


que reciben la Eucaristía sólo puede ejercerse ordinatum non potest esse nisi super immundos:
sobre los inmundo, pues los limpios ya están quia qui mundi sunt, iam sunt ad sacramenta
preparados para recibir los sacramentos. Según percipienda idonei. Triplex autem est genus
Dionisio, hay tres ciasca de impuros. Unos son immundorum, secundum Dionysium. Quidam
totalmente infieles, que rehusan creer; éstos deben enim sunt omnino infideles, credere nolentes. Et
ser rechazados totalmente de la asistencia a los hi totaliter etiam a visione divinorum et a coetu
divinos misterios y de la comunidad de los fieles; fidelium arcendi sunt. Et hoc pertinet ad
es el oficio propio de los ‘ostiarios’”. “ostiarios””.

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Los ostiaros (ostia en latín es puerta) son los porteros. Estos, primitivamente, habían sido los que, en
la práctica, cuidaban el lugar donde se reunían (tenía las llaves, a qué hora abrir y cerrar, cuidaba las cosas,
etc.), siendo una función necesaria; ahora, el ostiario pasa a ser explicado, al modo de ser de Dionisio, como
aquel que cuide quien entre los que deben.

“Otros, queriendo creer, aún no están instruidos; “Quidam autem sunt volentes credere, sed non
son los catecúmenos, para cuya instrucción están instructi, scilicet catechumeni. Et ad horum
los “lectores”; por eso se les encomienda leer los instructionem ordinatur ordo “lectorum”. Et ideo
primeros rudimentos de la doctrina de la fe, prima rudimenta doctrinae fidei, scilicet vetus
contenidos en el Antiguo Testamento”. Testamentum, eis legendum committitur”.

El lector es más que el lector nuestro; es más bien un catequista, porque él leía –a diferencia de otros
que eran analfabetas– para explicar. El lector de hoy, a diferencia de aquel tiempo, lo hace quien realiza la
homilía.

“Finalmente, hay otros, fieles e instruidos, pero “Quidam vero sunt fideles et instructi, sed
impedidos por el poder de los demonios; son los impedimentum habentes ex daemonis potestate,
energúmenos, sobre quienes ejercen su potestad scilicet energumeni. Et ad hoc habet ministerium
los “exorcistas””. ordo “exorcistarum””.

Así aparece explicado por qué son siete, donde son argumentos de conveniencia, porque causal e
históricamente no es tan así. Es solo por la influencia de Pseudo-Dionisio que fue enorme, teniendo influencia
grande durante siglos.

1.10. Cambio del signo sacramental

Pio XII, en 1947, volvió a estos signos antiguos, que es la imposición de manos. En alguno
momento, en estos siglos, se cambió el signo sacramental, en el sentido de que la entrega de los instrumentos
había existido antiguamente: en la Tradición Apostólica, se dice que al lector se entrega el libro. Pero, en
alguno momento, se metió la entrega de la patena y del caliz con pan y vino, como signo que está perfecto,
aunque en un momento se pensó que era mejor el gesto y palabra, siendo éste el gesto que expresaba la
función o instrucción, más que la imposición de manos. Pio XII volvió sobre el uso antiguo, explicando por
qué podía cambiar. Por eso, hoy día se ve en las ordenaciones de los presbíteros se imponen las manos y se
entregan los instrumentos, es decir, se entregan las dos cosas, pero la consciencia es que el signo principal es
la imposición de manos con la plegaria, sin importar que falte los instrumentos, donde sin eso no hay
ordenación.

1.11. Relación presbítero-obispo

Lo de Pseudo Dionisio empujó fuertemente en la indistinción, en material sacramental, entre


presbíteros y obispos. La teología común del medioevo explicó que los presbíteros y obispos eran iguales, lo
que pasaba es que el primero quedaba con restricciones en funciones no sacramentalmente, sino por
cuestiones de ley, quedando atadas ciertas funciones legalmente. ¿Qué era lo que se llamaba Ordenación
episcopal? Se concebía que la ordenación episcopal es una consagración (lo que el Vaticano II lo corrige),
siendo un sacramental, no un sacramento, en donde la cuestión era desatar esos impedimentos: por ende,
puede gobernar y ordenar cierta parte de la grey. La idea era que un presbítero y obispo eran
sacramentalmente iguales, donde su diferencia era legal. Eso lo tiene, por ejemplo, en el Suppl. q. 40, art. 4,
donde el obispo es superior al sacerdote en la jurisdicción, no en el sacramento:

“El sacerdote tiene dos ministerios: uno principal, a no ser de la divina; en cambio, en cuanto al
consagrar el cuerpo de Cristo; otro secundario, secundario, depende de una potestad superior y
preparar al pueblo para recibir este sacramento. humana; porque la potestad que no puede actuar
En cuanto al ministerio principal, la actividad del sin que preceda delegación depende de aquella
sacerdote no depende de potestad alguna superior, potestad que delega. Ahora bien, el sacerdote no

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puede absolver o ligar sin previa jurisdicción que aliqua supoeriori potestate nisi divina. Sed
le somete los penitentes. En cambio, puede quantum ad secundum, dependet ab aliqua
consagrar cualquier materia determinada por superiori potestate et humana. Omnis enim
Cristo sin que se exija nada más por la naturaleza potestas quae non potest exire in actum nisi
del sacramento, aunque el honor debido al mismo praesuppositis quibusdam ordinationibus,
sacramento presuponga la intervención del obispo dependet ab illa potestate quae illas ordinations
en la consagración del altar, de las vestiduras y facit. Sacerdos autem non potest absolvere et
otras cosas semejantes. Según esto, es manifiesto ligare nisi praesupposita praelationis iurisdictione,
que se requiere una potestad episcopal sobre la qua sibi subdantur illi quos absolvit. Potest autem
sacerdotal en cuanto al ministerio secundario del consecrare quamlibet materiam a Christo
sacerdote, más no en cuanto al principal”. determinatam, nec aliud requiritur, qyuantum est
de necessitate sacramenti: quamvis ex quadam
“Respondeo dicendum quod sacerdos habet duos congruitate praesupponatur actus episcopalis in
actus: principalem, scilicet consecrare verum consecration altaris vel vestium et huiusmodi. Et
corpus Christi; et secundarium, scilicet praparare ita patet quod oportet esse supra sacerdotalem
populum ad susceptionem huius sacramenti, ut potestatem episcopalem quantum ad actum
prius dictum est (q.37 a.2.4). Quantum autem ad secundarium sacerdotis, non quantum ad
primum actum, actus sacerdotis non dependet ab primum”.

En cambio, Inocencio I –un papa del siglo V, en el año 416– dice, en DH 215, dice:

“Porque a los presbíteros que bautizan, ora en “Nam prebyteris, sive extra episcopum, sive
ausencia, oran en presencia del obispo, les es praesente episcopo cum baptizant, chrismate
lícito ungir a los bautizados con el crisma, pero baptizatos ungere licet, sed quod ab episcopo
sólo si éste ha sido consagrado por el obispo; sin fuerit consecratum; non tamen frontem ex eodem
embargo, no les es lícito signoar a la frente con el oleo signare, quod solis debetur episcopis, cum
mismo óleo, lo cual corresponde exclusivamente a tradunt Spiritum Paracletum”.
los obispos, cuando comunican el Espíritu
Paráclito”.

1.12. Ordenaciones por parte de presbíteros

Hay al menos tres casos de ordenaciones donde los ordenantes son presbíteros y no obispos. Son
cosas infrecuentes que pasaron en el medioevo, en el siglo XV. Lo que hay que intentar de explicar es qué
pasó en tales casos y cuál sería la razón sobre eso. La primera, que es del año 1404 y a los tres años fue
revocada, es la realizada por Bonifacio IX, donde se debe saber a quién y para qué se le dio el permiso el
Papa. Se le dio el permiso al Abad de un monasterio agustino en Inglaterra, para que él y sus sucesores
puedan conferir las ordenaciones menores y el subdiácono, diácono, presbíteros a monjes, que estaban bajo su
gobierno religioso:

“La reputación de la santa religiosidad con que los amados hijos, el abad y la comunidad del monasterio de
los apóstoles Pedro y Pablo y de santa Osyth virgen y mártir, en Essex, de la orden de san Agustín, en la
diócesis de Londres, prctican un devoto y diligente servicio al Altísimo, merece que a sus deseos…, Nos, en
cuanto que podamos con Dios, prestemos un favorable asentimiento. De ahí que Nos, bien dispuestos en esta
circunstancia a las súplicas del abad y de la comunidad, al mismo abad y a sus sucesores y a sus canónigos, en
virtud de la autoridad apostólica, según la disposición de las presentes, concedemos que el mismo abad y sus
sucesores para siempre, por todo el iempo en que son abades del mismo monasterio, tengan el poder de
conferir de un modo libre y lícito, a todos y a cada uno de los canónigos presentes y futuros, profesos del
mismo monasterio, todas las órdenes menores y el subdiáconado, el diaconado y el presbiterado” (DH 1145).

Primero, es a petición del Abad, es decir, lo que se dice no es por iniciativa del Papa Bonifacio IX,
pero él concede eso; y después reconoce que es un privilegio, puesto que no es lo comunmente que se hace,
sino que es excepcional: “La presente concesión no sea por nada revocada, restringuida o disminuida de
ningún modo” (per hoc praesens indulgentia nullatenus revocetur, restringatur aut in aliquo quomodolibet
minuatur). Es claro que el Abad no es un obispo –no importa que use signos episcopales porque habían abad y
abadesas amitrados–, pero se sabe que no lo son porque en el documento siguiente dice:

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“En primer lugar, que el mismo abado y sus “Ut ipse abbas et successores […] benedictionem
sucesores […] puedan impartir la solemne sollemnem post Missarum, Vesperorum et
bendición después de la celebración solemne de Matutinorum sollemnia, dummodo in
las Misas, las Vísperas y los Maitines, mientras benedictione huiusmodi aliquis antistes vel Sedis
que una tal bendición no esté presente ningún Apostolicae legatus praesens non esset, elargiri
obispo o legado de la Sede Apostólica” (DH possent per quasdam primo” (DH 1146).
1146).

Es decir, no debe pasar por la jerarquía de la Iglesia. ¿Qué pasó? A tres años de eso, revocan ese
permiso y la razón es la siguiente:

“Y puesto que se reconoce que tales cartas y


concesiones se traducen en grave perjuicio del “fundatum exstiterit ac Litterae et indulta
mismo obispo y de su jurisdicción ordinaria y de huiusmodi in gravem ipsius episcopi et
la Iglesia de Londres, por parte del mismo obispo iuridisctionis suae ordinariae ac Ecclesiae
y de su jurisdicción ordinaria y de la Iglesia de Londoniensis laesionem verger dignoscantur, pro
Londres, por parte del mismo obispo nos ha sido parte eiusdem episcopi Nobis fuit humiliter
humildemente dirigida la súplica de que nos supplicatum, ut suae et eiusdem Ecclesiae
dignáramos, en nuestra benevolencia apostólica, a indemnitati consulere in praemissis de benignitate
procurar que no haya perjuicio para él y para esta Apostolica dignaremur. Nos super his… providere
Iglesia en lo que precede. Queriendo proveer… en volentes, huiusmodi supplicationibus inclinati
orden a estas cosas, y cediendo a dichas súplicas, Litteras et indulta huiusmodi auctoritate
en virtud de nuestra autoridad y por conocimiento Apostolica ex certa scientia tenore praesentium
cierto, con el presente escrito revocamos, revocamus, cassamus et irritamus ac nullius esse
derogamos y anulamos aquella carta y aquellas volumus roboris vel momenti” (DH 1146).
concesiones, y queremos que no tengan fuerza ni
valor alguno” (DH 1146).

La revocación no es porque haya habido alguna duda sobre la validez, sino que es, en definitiva, por
razón jurídica, porque oponía a ese Abad por las decisiones del obispo local; no necesitaba pedirle que él
fuese a ordenar, sino que dentro del monasterio elegían y ordenaban a quien elegían. Entonces, el obispo
reclama frente a eso, reconociéndo este reclamo por el Papa y, por ende, revoca el permiso. Es una razón legal
y no hace una mención sobre alguna duda con respecto la validez, puesto que si la confesaran, tendrían que
ordenar a los candidatos, pero no se hace.
La segunda, en 1247, es del Papa Martín V da un permiso a otro monasterio de cirtencienses en
Sajonia, Alemania, dandole entre otross privilegios, también conferir las órdenes sagradas a los monjes del
mismo monasterio y a las personas sometidas al mismo Abad, sin la necesidad de la licencia del obispo
diocesano:

“[…] concedemos el permiso y también el derecho de reconciliar cada iglesia que, en


conjunto o en parte, cae bajo el derecho de colación, de provisión, de presentación y de todo
otro derecho que es tuyo y de la comunidad de los tuyos, como también las partes del
mencionado monasterio que se encuentran en el territorio de la diócesis de Meissen, y sus
cementerios que han sido profanados por la sangre o el semen, e igualmente de conferior
todas las órdenes sagradas a todos los monjes del mismo monasterio y a las personas que te
están sometidas por ser abad, sin que sea mínimamente requerida para esto la licencia del
obispo diocesano del lugar” (DH 1290).

Entonces, conceder todas las órdenes (en especial el prebiterado) a los monjes y a estas personas del
mismo gobierno, que en ese tiempo los monasterios tenian una curia pastoral de territorios alrededor, teniendo
el abad el dominio de esos territorios. De esto no se sabe que hubiera habido revocación.
Por último, el tercer caso de Inocencio VIII (1489), al fin del mismo siglo, dice:

“Y, a fin de que los monjes de la mencionada Orden no estén obligados a correr de una parte
a otra fuera del monasterio para poder recibir las órdenes del subdiaconado y del diaconado,

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conferir seg´n el ritual las demás órdenes del subdiaconado y del diaconado a aquellos que
hayáis encontrado aptos” (DH 1435).

Es para dar ordenes menores y hasta diaconados. Este documento se sabe que estuvo vigente hasta el
siglo XVIII. También fue pedido en el monasterio, siendo un privilegio.
¿Cón qué teología hicieron eso de dar permiso? La posible solución es que ha habido dos modos de
entender la relación obispo-presbítero: una razón mayoritaria (usada por Tomás de Aquino) es que un
presbítero y obispo eran lo mismo sacramentalmente; la diferencia estaba en ciertas cuestiones jurídicas, es
decir, al presbitero cuando lo ordenaban era exactamente igual sacramentalmente al obispo, pero tenía algunas
restricciones como gobernar diócesis (aunque no significa que no tenga la capacidad de hacerlo). No se
concebia la ordenación como un sacramento, sino como una consagración, es decir, como un sacramental, que
tenía un efecto legal de desatar esta restricción legal.

2. Cuadro de los ministros maduros

El cuadro de las órdenes maduros es una especie de resumen sobre cómo llegó a recibir cierta
madurez. Todos esos documentos están de testigos de cuánto es el uso del que había la división de las
órdenes.

Órdenes Mayores Órdenes Menores


S. XII-XX: Sacerdote, Diácono, Sub-diácono. Cleirici inferiores – Inocencio I
S. XX: Obispo, presbítero, diácono.
Sacerdote Acólito
Presbíteros y obispos ofrecen el sacrificio. Atestiguado: en Roma y Cartago, ya antes
Presbíteros: atestiguados en Hch y pastorales. de Nicea.
También los episkopoi, con menos frecuencia.
Ignacio de Antioquia: ministerio eclesial, 2º en la
Función (en Or. las cumple el sub-
triada. diácono): Muy al comienzo, correo
TA 7 le impone las manos sobre la cabeza un obispo (Cipriano Ep 29), llevaba el fermentum. En
presente, mientras los presbíteros lo tocan. Recibe lo que toca al altar, asisten al diácono.
el spiritus gratie el consilli praesbyteris ut adiuvet Llevan cirio (ST Suppl 37,2c)
et gubernet plebem tuam. Signo sacr.la entrega de la bolsa de lino para la
S. II – III preside eucaristía en nombre del obispo fracción eucarística. Desde el s X, el cirio y
ausente, con fermentum. vinajeras vacías (Suppl 27,2c).
S. IV: περιοδεύται, κωρεπίσκοποι, παροικίαι.
Q. discutida, si obispo y presbítero iguales o no en
sacramento.
Iguales: Jerónimo.
Distintos: TA e Inocencio I.
Vat II: Episcopado sacram LG 21; presbiterado es
sacerdocio de 2º grado (LG 28).
Diácono Lector (ἀναγνώστα)
Atestiguado desde el N.T. como diaconía; Hch 6;
Felipe y Esteban. Atestiguado: en sII Justino (Apol I,67). En
Funciones: las mesas y ¿?. En Ignacio de Antioquía, Tertuliano(De Prae. XLI) son ministros.
es un ministro eclesial, 3º triada.
TA 8 al servicio del obispo.
Función: leen en público la SE e instruyen
Ordenado para el ministerio. a los catecumenos.
Signo: TA 11 entrega del libro

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Insignia: estola desde el hombro izquierdo (Tomás Ostiario (θυρωρός de θύρα = puerta)
de Aquino, Suppl. 40, 7c).
Signo sacramental es la imposición de manos solo Atestiguado: Eusebio HE VI, 43,11.
del obispo. Función: custodiar las cosas del templo y
Funciones: TA 8 ministrare episcopi. Distribuir la
comunión con la sangre (Tomás, Suppl. 37, 2c).
controlar quienes entran (ST Suppl 37,2c).
Desde Ministeria Quaedam inicio de la clericatura. Signo sacr.: el obispo le entrega las llaves de la Igl.

Subdiácono Exorcista (ἐξορκιστής / ἐπορκιστής)


Atestiguado s. III, DH 109; Eusebio HE
VI,43; TA 13; Cipriano Ep VIII,1; Atestiguado: s III como ministerio.
Didascalia IX,34,3 Eusebio HE VI,43,14; VIII, 6,9.
En Or. incluye las funciones del acólito. En Función: ejercían sobre los catecúmenos y
Roma, para ayudar a los diáconos que eran sobre los energúmenos. ST Suppl 37,2c;
7. Son nombrados ὀνομάζειν nominantur. ST III, 71,4 1
S.V célibes (Jedin II,383)
Signo sacram.: desde el s X recibe del Enterradores (κοπιᾶται fossores)
obispo cáliz vacío (Suppl 37,2c). La orza Atestiguado: en doc del 303 (Fliche-Martin
con agua, aguamanil y el manutergio (ST II, 521)
Suppl 38,1,1)
Desde s.XII orden mayor (ST Suppl 37,3c).
Insignia: el manípulo (ST Suppl 40,7c).
Servicio: aporta la materia del sacram.
(Ibid.)
Fin en Occ: Paulo VI M.P. Ministeria
Quaedam 4.

En la primera columna a la izquierda están las órdenes que comienza más o menos en el siglo X son
las llamadas “mayores”, que en algun momento en el siglo XII eran sacerdote-diácono y subdiácono, en orden
descendente, siendo los sacerdotes todos aquellos que ofrecían el sacrificio (obispo y presbíteros). Una de las
razones para esa teología medieval de la igualdad era que en Pseudo-Dionisio hay una sobreconcentración en
torno a la Eucaristía. En el siglo XX se afirma esto que viene desarrollándose: que los mayores son los
obispos, presbíteros y diáconos, y el subdiácono desaparece, pero a su vez se piensa que el obispo y presbítero
son diferentes.
Con respecto a los presbíteros, aparecen atestiguados desde muy temprano en la comunidad cristiana;
en cambio, los epíscopos con muy poca frecuencia. En Ignacio de Antioquia, el presbítero es el segundo de la
triada, donde el presbitero en el siglo II no es el sabio de la comunidad, sino que tiene una función eclesial. La
diferencia es perfectamente clara en la Tradición Apostólica, que es distinta al obispo en cuanto que se recibe
la capacidad de consejo y gobierno. En el siglo III empieza a aparecer que el presbítero preside la Eucaristía.
El cristianismo es, desde el punto de vista sociológico, urbano, no rural (cf. Jerusalén, Antioquía,
Siria, Roma, las ciudades de Asia Menor, etc.). Además, el término pagano viene de pagus que es campo,
poco habitados; distinto de urs, que son lugares llenos. Los paganos, los que entraron tarde, era justo lo de los
campos, pero que posteriormente terminó como un término que designa a los no-cristianos. Para la iglesia
urbana, el obispo estaba fisicamente presente y al frente y, entonces, la unidad de fe, de la comunidad, era la
misma cosa. ¿Qué pasa cuando empieza a haber en ciudades grandes otras comunidades grandes, donde el
obispo no podría presidir por la distancia, por la cantidad o fuera de la ciudad? ¿cómo salvar esa unidad de fe
y comunidad? Una primera solución fue el fermentum, que era un acólito a la celebración que presidía el
obispo, y en un saco de lino (o género fino) traía una parte del pan consagrado del obispo, trayendolo a la otra
celebración y mezclándolo con el pan consagrado del presbítero presidido en la bolsa. ¿Cómo podía saber uno
si el pan era traído de la celebración del obispo o consagrado por el presbítero? Era imposible. La idea es que

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el hay una unidad por mezcla, porque no se distingue la parte consagrada por el obispo y por el presbítero. La
segunda solución fue los periodeutai, donde este periodeutai, que viene de período es el movimiento, era un
ministro, posiblemente presbítero, que visitaba a las comunidades y servía de enlace en las comunidades
llevando algunas cosas o noticias. Por ende, la unidad sería por la persona presente, no por lo consagrado
(fermentum). La tercera solución es por los korepiscopoi, que viene de koras que significa zona, que es una
zona alejada del centro, sería un vicario, un presbiterio probablemente con categoría, pero dependientes del
obispo principal. Por último, las paroikia, que es la casa lejana, es decir, termina un presbitero que vive en esa
casa lejos y, ahí viene, remotamente la parroquía, donde ejerce el ministerio en esa casa lejos. Todo el
problema era cómo mantener la idea de la Iglesia, cuando ya físicamente no era posible físicamente. ¿Qué es
lo que nos queda a nosotros eso? El canon y las fórmulas litúrgicas, que sean las mismas en el mismo día en
todas partes, sin importar el idioma.
¿Quiénes pensaban que eran iguales los presbíteros y obispos? Jerónimo, no solo porque era
presbítero, sino porque era conflictivo. ¿Quiénes pensaban que eran distintos? La Tradición Apostólica e
Inocencio I, y el Vaticano II está en LG 21-28 donde se compara el obispo con el presbítero.
Con respecto al diácono, se atestigua como diakonía. En el Nuevo Testamento, las funciones son el
servicio a las mesas (Hch 6), pero también hay ciertas cuestiones raras con los siete varones, que tienen
nombres helenístico, sin embargo en Hch 7 aparece Esteban, quien ejerce el ministerio de la Palabra,
precisamente porque esos sietes son instituidos para ejercer el servicio de las mesas. Más tarde, aparece Felipe
donde dice que es evangelista, que puede ser el mismo. Ya el ministerio de la Palabra comenzó muy
temprano. En Ignacio ya claramente es un ministro, tercero de la triada. En la Tradición Apostólica está al
servicio del obispo, ordenado para el ministerio. En Tomás de Aquino, enfatiza la insignia propia, que es el
uso de la estola desde el hombro, y la imposición de las manos como signo sacramental, y además está la
cuestión de la Tradición Apostólica que es sobre la administración del obispo (el secretario, el amanuense, el
ecónomo, etc., era el diácono; además de elegir al próximo Papa de entre esos diáconos por per saltum). En
Tomás, aparece la distribución de la comunión con la sangre a los fieles. En Ministeria Quaedam de Paulo VI
es el inicio de la clericatura, es decir, se hace coincidir lo sacramental con lo legal, porque en el medioevo la
clericatura empezaba con la tonzura y eso era con las órdenes menores. Al eliminarse la tonzura, la clericatura
comenzaba junto con las órdenes mayores.
El subdiácono es atestiguado desde el siglo III. En el DH 109 donde viene una lista de clérigos que
habían en Roma, aparecen siete subdiáconos. En Oriente, hay una relación entre el subdiácono y el acólito,
puesto que el subdiácono hace las cosas que realiza el acólito en Occidente. En la Tradición Apostólica
quedan nombrados, donde no son ordenados. En el Jedin, eran célibes hasta el siglo V. El signo sacramental,
hasta el siglo X, tiene que ver con la credencia y todos sus instrumentos. Desde el siglo XII es una orden
mayor; por ende, podría considerarse como orden menor, superior al acólito. Se suprime en el Concilio
Vaticano II porque es un desdoblamiento de las funciones del diácono; aunque en el Oriente puede
mantenerse.
Las órdenes menores (que estuvieron vigentes hasta 1972), según Inocencio I, habla de las clerici
menores. No se discute que dentro de esos cuatro hay una jerarquía interna, donde el acólito y el lector están
primero porque se encuentran más cerca de la Eucaristía. Pero si es discutible la claridad de la jerarquía entre
el ostiario y los exorcistas, porque si se concibe al exorcista que tiene que tratar con los energúmenos y los
no-cristianos, sería el primero en encontrarse con lo no-eclesial, pero también el ostiario tiene la función de
dejar pasar a quienes corresponden y a quienes no. Una curiosidad: el acólito era al principio un mensajero
(quien llevaba mensajes), donde se tiene como ejemplo a Tarcisio, quien enviaba el fermentum, no la
comunión a los enfermos (puesto que lo hacía un diácono). Además, al acólito en la ordenación, le entregaban
la bolsa de lino; más tarde el cirio con la luz, mezclándose con la Palabra. El lector es una orden que resulta
equívoco para la actualidad: el lector antiguo, en contexto de gente analfabeta, tenía que leer para explicar;
por ende, leía con otra finalidad, siendo un catequista finalmente, donde tenía que leer y explicar; hoy en día,
no. El ostiario, según la Historia Ecclesiastica de Eusebio (L. VI, 43, 11), está hablando de las persecusiones,
dando la lista de los que entraban a la cárcel. El exorcita también se llama ἐπορκιστής (no solamente
ἐξορκιστής), que se encuentra atestiguado como ministerio en la Historia Ecclesiastica de Eusebio. La
función del exorcista antiguo era la mano eclesial que cuidaba de aquellos que habitaban en el mal (los no-
bautizado) o de los energúmenos (posesión = locura, cf. Jn 10,20, donde la idea es que se nombra la posesión
primero, y el efecto después). El bautismo tiene una función exorcistica, en relación pasiva (el bautizado está
puesto bajo el poder/dominio de Dios) y activa (al bautizado lo opone del poder/dominio del mal). En algun
momento, el exorcisto comenzó a ser un ministerio eclesial el siglo III, porque antes lo hacía cualquier
cristiano por estar bautizado. Por último, los enterradores (quienes hacían las fosas para enterrar a la gente)

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son atestiguados como ministro eclesial en un documento del 303 d.C.; ahora, si tenía traducción latina,
quiere decir que no era tan poco extendido, puesto que se le coloca nombre a las cosas que existen y no a las
que no existen.

3. Del Concilio de Trento al siglo XX

¿Qué pasó entre medio? Hay cuatro hechos que tienen cierta importancia. El tema apareció en
Trento, pero de forma secundaria (1764-1767). En el Vaticano I (3073-3074; Asunción 3903) hubo una
cuestión sobre el ministerio de la palabra, que es la infalibilidad del Papa cuando habla ex–catedra, y que
desde esa época solo es utilizado una vez; o sea, toca al ministerio de la Palabra y se realiza en condiciones
especiales. También una cuestión a fines del siglo XIX con la sucesión anglicana, donde León XIII da un
documento en 1896, que dice que entre los anglicanos se perdió la sucesión apostólica, porque cambiaron el
ritual y no dice suficientemente claro para qué es la ordenación. Según la teología escolástica, no habiendo
forma, la materia se informa y, por ende, es necesario informarse para qué y no solamente mencionar el
“Reciban el Espíritu Santo”. Un siglo después pusieron detrás de tal formula “para el episcopado” o “para el
presbiterado”, pero ya después de perder la sucesión. Y antes del Concilio, con Pio XII (DH 3859), se volvió
al signo sacramental de imposición de manos (cf. Hipólito) como signo sacramental del orden.
En el Concilio de Trento salió no de forma directa, sino indirecta, donde el tema es que si el orden es
sacramento o no sacramento. Se tenía claro que el sacerdote ofrecía el sacramento; por ende, si es sacrificio,
se necesita un sacerdote. Los teólogos de Lutero acentuaron el sacerdocio común y no el ministerial, y otros
lo consideraron en una ficción humana porque varias veces, en Hb, se dice que Jesús hizo el sacrificio unico e
irrepetible y, por tanto, no habría otro (tal vez un memorial). Por ende, no se necesitan sacerdotes para hacer
otro sacrificio. Recién en la sección 23 se trata, siguiendo la anterior (22), como un apéndice de la cuestión
anterior sobre el sacerdocio en la Iglesia, en cuatro cánones (DH 1771-1778), donde el 1774 establece que el
sacerdocio está en todas las épocas y culturas, relacionándolo con ofrendas de sacrificio, relacionándolo el
sacerdocio con la ofrenda del sacrificio, y por ende primaría la teología sacrificial de la eucaristía. De ahí, por
lo tanto, hay un sacerdocio visible y externo, porque no se discute el invisible e interno (el bautismal). El
canon 1 dice:

“Can. 1. Si alguno dijere que en el Nuevo Testamento no existe un sacerdocio visible y


externo, o que no se da potestad alguna de consagrar y de ofrecer el verdadero cuerpo y
sangre del Señor y de perdonar los pecados, sino sólo el deber y mero ministerio de predicar
el Evangelio, y que aquéllos que no lo predican no son en manera alguna sacerdotes: sea
anatema” (DH 1771).

Entonces, hay una afirmación de que hay un sacerdocio visible y externo, consistente en consagrar y
perdonar pecados, además de una aclaración de que el sacerdocio no es solo el ministerio de la Palabra (como
afirmaba el luteranismo). En el capítulo II trata de las siete órdenes, porque lo que los teólogos luteranos
tratan de proponer es que si no hay sacerdocio externo, no hay otras órdenes porque no serían necesarios.
Ahora, si el de arriba no existe, ni se necesita, entonces los peldaños anteriores menos. Lo que se realizará es
simplemente repetir la doctrina común que había sobre la cuestión de las órdenes como ayuda al sacrificio,
colaboraciones para que se dé el culto y, además, que en la jerarquía se asciende por peldaños. El canon 2:

“Can. 2. Si alguno dijere que, fuera del sacerdocio, no hay qne la Iglesia católica otros
órdenes, mayores y menores, por los que, como por grados, se tiende al sacerdocio: sea
anatema” (DH 1772).

Entonces, afirma que hay órdenes, pensando en Pseudo-Dionisio, y confiesa que concibe por vía
escalera, no hay per saltum. El capítulo tercero trata sobre el asunto de la sacramentalidad del orden, que
sigue la misma discusión: si no hay sacrificio, no se necesita sacerdote y, por ende, la ordenación no es
sacramento. ¿Cómo se justifica que es sacramento? Porque da una gracia especial. Entonces, no se explica
sino por vía sacramental. El canon 3:

“Can. 3. Si alguno dijere que el orden, o sea, la sagrada ordenación no es verdadera y


propiamente sacramento, instituido por Cristo Señor, o que es una invención humana,

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excogitada por hombres ignorantes de las cosas eclesiásticas, o que es sólo un rito para
elegir a los ministros de la palabra de Dios y de los sacramentos: sea anatema” (DH 1773).

Eso del figmenta humana se encuentra en la fórmula luterana, es decir, cuestiones excogitadas por los
hombres y no pertenecen a la revelación recibida. El capítulo cuarto es sobre jerarquía y orden (tomado en el
sentido de diversos órdenes relacionados jerárquicamente). El canon 4 dice:

“Can. 4. Si alguno dijere que por la sagrada ordenación no se da el Espíritu Santo, y que por
lo tanto en vano dicen los obispos: “Recibe el Espíritu Santo”; o que por ella no se imprime
carácter; o que aquél que una vez fue sacerdote puede nuevamente convertirse en laico: sea
anatema” (DH 1774).

Esa última parte la sacan de que si el sacerdocio común después se expresa en un sacerdocio de la
Palabra como en el luteranismo, hace que es sacerdocio de la palabra el que está ejerciendo, pero si después
deja de ejercerlo, ya no lo es. Esto se quiere negar por orden del carácter, es decir, el que pertenece en un
grado, pertenece definitivamente, aunque no lo ejerza después. ¿Qué importancia tiene todo esto? Es la de
confirmar cuál era la consciencia teológica sobre estas cosas en ese tiempo.
En la constitución Pastor Aeternus, dos cosas importantes se deben considerar: en primer lugar, la
infalibilidad se refiere a la infalibilidad de la Iglesia en ciertas cosas esenciales, puesto que si fuese falible, la
salvación entera falló; por eso, tiene que ser infalible en ciertas cosas esenciales y cuando tiene consciencia de
que algo pertenece a la revelación recibida, es infalible. El que ejerce la infalibilidad la tiene solo el Papa, con
previo aviso, y no es una cuestión que se dice cualquier día. En segundo lugar, la infalibilidad sólo una vez se
ha usado en el Concilio Vaticano I (1869-1870).
La sucesión anglicana (DH 3316) dice lo siguiente:

“Ahora bien, las palabras que hasta época reciente han sido corrientemente tenidas por los
anglicanos como forma propia de la ordenación presbiteral, a saber: “Recibe el Espíritu
Santo”, en manera alguna significan definidamente el orden del sacerdocio o su gracia o
potestad, que principalmente es la potestad “de consagrar y ofrecer el verdadero cuerpo y
sangre del Señor” [1771] en aquel sacrificio, que no es “mera conmemoración del sacrificio
cumplido en la cruz” [1753]. Semejante forma se aumentó después con las palabras: para el
oficio y obra de presbítero; pero esto más bien convence que los anglicanos mismos vieron
que aquella primera forma era defectuosa e impropia. Mas esa misma añadidura, si acaso
hubiera podido dar a la forma su legítima significación, fue introducida demasiado tarde,
pasado ya un siglo después de aceptarse el Ordinale Eduardianum: cuando,
consiguientemente, extinguida la jerarquía, no había ya potestad alguna de ordenar… Lo
mismo hay que decir de la ordenación episcopal. Porque a la fórmula “Recibe el Espíritu
Santo”, no sólo se añadieron más tarde las palabras “para el oficio y obra del obispo”, sino
que de ellas hay que juzgar, como en seguida diremos, de modo distinto que en el rito
católico. Ni vale para nada invocar la oración del prefacio Dios omnipotente, como quiera
que también en ella se han cercenado las palabras que declaran el sumo sacerdocio. A la
verdad, nada tiene que ver aquí averiguar si el episcopado es complemento del sacerdocio o
un orden distinto de éste; o si conferido, como dicen por salto, es decir, a un hombre que no
es sacerdote, produce su efecto o no. Pero de lo que no cabe duda es que él, por institución
de Cristo, pertenece con absoluta verdad al sacramento del orden y es el sacramento de más
alto grado, el que efectivamente tanto por voz de los santos Padres, como por nuestra
costumbre ritual, es llamado sumo sacerdocio, suma del sagrado ministerio. De ahí resulta
que, al ser totalmente arrojado del rito anglicano el sacramento del orden y el verdadero
sacerdocio de Cristo, y, por tanto, en la consagración episcopal del mismo rito, no conferirse
en modo alguno el sacerdocio, en modo alguno, igualmente, puede de verdad y de derecho
conferirse el episcopado; tant más cuanto que entre los primeros oficos del episcopado está
el de ordenar ministros para la santa Eucaristía y el sacrificio. En realidad, para la recta y
plena comprensión del Ordinale anglicano, además de lo que se ha señalado en algunas
partes suyas, nada seguramente vale tanto como considerar atentamente en qué condiciones
fue compuesto y públicamente constituido. Es largo enumerarlas todas, y tampoco es
necesario; en efecto, la historia de aquel tiempo dice con bastante claridad cuáles fueron los

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sentimientos hacia la Iglesia católica de los autores del Ordinale, los apoyos que buscaron
entre sectas heterodoxas y la finalidad que perseguían. Sabiendo muy bien el vínculo
necesario que hay entre la fe y el culto, entre la regla de la fe y la regla de la oración,
deformaron de muchas maneras el ordenamiento de la liturgia en el sentido de los errores de
los innovadores, y eso con el pretexto de reintegrar su forma primitiva. Por lo cual, en todo
el Ordinale, no sólo no hay ninguna clara mención del sacrificio, de la consagración y de la
potestad del sacerdote de consagrar y de ofrecer el sacrificio; sino que los pocos vestigios de
tales realidades que todavía subsistían en las oraciones del rito católico que no fueron
totalmente rechazadas, fueron suprimidos y borrados con el esmero que hemos mencionado
más arriba. Así se manifiest apor sí mismo el carácter original y el espíritu, como dicen, del
Ordinale. Pero dado que contenía tal defecto desde el principio y que no podía de ningún
modo ser válido para la ordenación, si no pudo tener de ningún modo validez en la práctica
de las ordenaciones, ni tan sólo en el futuro, con el paso del tiempo, puesto que seguía
siendo el mismo, podrá tener valor. Y obraron inútilmente aquéllos que, desde los tiempos
de Carlos I intentaron introducir algo del sacrificio y del sacerdocio, habiendo hecho algún
añadido al Ordinale, e igualmente actúan inútilmente aquella parte no muy grande de
anglicanos constituida en tiempos recientes, que considera que el mismo Ordinale puede ser
entendido y reconducido a un significado sano y recto. Inútiles, decimos, han sido y son
tales intentos: y también por este motivo, si algunas palabras en el Ordinale anglicano, tal
como se encuentra ahora, se presentan de un modo ambiguo, éstas sin embargo no pueden
asumir el mismo sentido que tienen en el rito católico. En efecto, como hemos visto, una vez
cambiado el rito con que es negado o corrompido el sacramento del orden, y del cual se ha
rechazado algún concepto de consagración y de sacrificio, ya no tiene ninguna consistencia
el “Recibe el Espíritu Santo”, Espíritu que sin duda está en el alma con la gracia del
sacramento; y no tienen niguna consistencia las palabras “para el oficio y obra del
presbítero” o “de obispo”, y otras semejantes, que siguen siendo nombres sin la realidad que
Cristo instituyó… Con este íntimo defecto de forma está unida la falta de intención, que se
requiere igualmente de necesidad para que haya sacramento. Sobre el propósito o intención,
siendo por sí mismo algo interior, la Iglesia no juzga; pero desde el momento en que se
manifiesta al exterior, debe juzgarlo. Ahora bien, cuando alguien para administrar y conferir
un sacramento ha empleado seriamente y debidamente la materia y la forma requeridas,
precisamente por esto se considera que ha intentado ciertamente hacer lo que hace la Iglesia.
Sobre tal principio se apoa la doctrina que mantiene que es verdaderamente sacramento
también el que se da por ministerio de un hombre hereje o no bautizado, mientras sea con el
rito católico. Al contrario, si el rito es cambiado para introducir otro no aprobado por la
Iglesia, y para rechazar lo que hace la Iglesia y que pertenece a la naturaleza del sacramento
según la intención de Cristo, entonces es claro que falta no sólo la intención necesaria al
sacramento, sino que hay incluso una intención contraria y opuesta al sacramento” (DH
3316-3318)

Entonces, la misma cosa va a decir respecto al obispo. Hubo un ritual en que cambiaron, y en el
cambio, en algún momento, en el ritual no se especifica el recibir del Espíritu santo. Dice que eso como forma
no basta, sino que se debe precisar la materia como forma. Entonces, el argumento va a ser igual para el
obispo y presbítero, y el agregado posterior es que ya no sirve el agregado porque ya se perdió la sucesión.
Ahora, ¿por qué interesó eso? Los anglicanos no se consideran protestantes. Newman, antes de hacerse
católico, defendió la vida media, donde trataba la forma extrema de Alemania protestante, la otra extrema de
Roma católica y la vida media que es el anglicanismo. Para eso, Newman empezó a estudiar la patrología del
siglo I y los arrianos del siglo IV, porque quería ver la cuestión entre ser ortosoxo y no ser, concluyendo que la
vida media no era el anglicanismo, sino el catolicismo. A la Iglesia le importó esta cuestión sobre la sucesión
y es porque tiene consciencia de que la Iglesia está más cerca del anglicanismo, y viceversa. Por eso es que
todas estas cuestiones que ha habido últimamente sobre recibirlos con un ministerio propio es por eso. De
aquí vino que el Papa León XIII saca este documento, pero con un buen fundamento, porque si se equivocase
provocaría grandes problemas.
Por último, en 1947, años antes del Concilio Vaticano II, Pío XII, con la constitución Sacramentum
Ordinis, cambia el signo sacramental que se había entendido en la teología por siglos, la entrega de los
instrumentos, que sigue existiendo, pero no con el mismo significado, a la imposición de manos, volviendo a

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la Iglesia antigua. ¿Qué cuestión hay detrás de eso? Hay señales de que el asunto de volver a las fuentes, que
tiene que ver con las teologías históricas del siglo XX, empiezan a dar una luz de la variedad y riqueza de la
tradición anterior, que antes se encontraba olvidada. Entonces, sale a la luz esta cuestión y la Iglesia se
empieza a mirar a sí misma desde sus propias fuentes, como lo es la imposición de manos, que se encontraba
ahí, pero más en silencio. Estos avances tendrán suma relevancia en el Concilio Vaticano II. En DH 3857
dice:

“La Iglesia ni tampoco en el decurso de los siglos sustituyó o pudo sustituir con otros
sacramentos los instituidos por Cristo nuestro Señor, como quiera que, según la doctrina del
Concilio de Trento [cf. 1601, 1728], los siete sacramentos de la nueva Ley han sido todos
instituidos por Jesucristo nuestro Señor y ningún poder compete a la Iglesia sobre “la
sustancia de los sacramentos”, es decir, sobre aquellas cosas que, conforme al testimonio de
las fuentes de la revelación, Cristo Señor estatuyó debían ser observadas en el signo
sacramental”.

Introduce la cuestión que se debe responder, porque tiene que justificar por qué tiene el derecho de
cambiarlo. Si no quedó determinado al comienzo por Jesús, la Iglesia puede cambiar y determinar. En el DH
3858 dice:

“Ahora bien, es sentido constante de todos que los sacramentos de la nueva Ley, como
signos que son sensibles y eficientes de la gracia invisible, no sólo deben significar la gracia
que producen, sino producir la que significan”.

Eso es la teología sacramental más acertada y establecida por siglos. Lo único que hace es repetir una
teología sacramental reconocida.

“Además, los efectos que deben producirse y, por ende, significarse, por la sagrada
ordenacióndel diaconado, del presbiterado y del episcopado, que son la potestad y la gracia,
en todos los ritos de la Iglesia universal de todos los tiempos y regiones se ve que están
suficientemente significados por la imposición de manos y las palabras que la determinan”.
(DH 3858).

Dos cuestiones: la primera es que no entra en el punto, pero el modo de mencionarlo muestra la
teología que está pensando: la cuestión de la potestad y de la gracia. En la teología primante y mayoritaria del
medioevo sobre dónde venía la potestad y la gracia es una cuestión que costó afinar. La gracia venía del
sacramento y se entendía que era para ofrecer el sacrificio en el caso del presbiterado, que era en este caso
igual al epìscopado; y lo potestativo venía por la determinación del Papa a designar a alguien en una diócesis
para predicar y gobernar. La cuestión de la relación de la gracia y de la potestad se entendía como algo
complementario. Lo más importante es que el sacramento sería significación –porque si no, no lo sería–
mediante la imposición de mano y las palabras que la definen (=explican), es decir, el gesto explicado con
estructura y palabras. La fuerza está en el “suficientemente significado”. Si eso está claro, es suficiente. Por
ende, está pensando en la Iglesia antigua. Si hay otros signos complementarios, está bien porque contribuyen
a significar, pero lo que está detrás es la cuestión jurídica, donde no tiene que faltar lo esencial.

“Y además, nadie hay que ignre que la Iglesia romana tuvo siempre por válidas las órdenes
conferidas por el rito griego sin la entrega de los instrumentos, de suerte que en el mismo
Concilio de Florencia en que se hizo la unión de los griegos con la Iglesia romana, en modo
alguno se impuso a los griegos que cambiaran el rito de la ordenación o le añadieran la
entrega de los instrumentos; es más, la Iglesia quiso que en la misma Urbe los griegos se
ordenaran según su propio rito”.

La Urbe es en Roma por antonomasia. El argumento es el siguiente: como necesita probar que esto es
así, donde ni siquiera en la conciencia anterior se obligó a los griegos cambiar su el uso que han tenido
siempre, sino que la Iglesia de Occidente le dio un valor a la entrega de instrumentos, resultó algo nuevo. La
Iglesia reconoce el valor de la imposición de manos como suficiente y la prueba, entonces, es que a los
griegos se les aceptó el rito.

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“De donde se colige que ni siquiera, según la mente del Concilio de Florencia [cf. 1326], se
requiere por voluntad del mismo Señor nuestro Jesucristo la entrega de los instrumentos
para la validez y sustancia de este sacramento”.

Entonces, en el nº 4 viene una forma, que del punto de vista jurídico es importante. ¿Qué tipo de
determinación va a tomar según el aspecto formal, no el material ya detallado anteriormente? En el DH 3859
dice:

“Siendo esto así, después de invocar la lumbre divina, con nuestra suprema potestad
apostólica y a ciencia cierta, declaramos y, en cuanto preciso sea, decretamos y disponemos:
que la materia única de las sagradas órdenes del diaconado, del presbiterado y del
episcopado es la imposición de las manos, y la forma, igualmente única, son las palaras que
determinan la aplicación de esta materia, por las que unívocamente se significan los efectos
sacramentales –es decir, la potestad de orden y la gracia del Espíritu Santo–, y que por la
Iglesia son recibidas y usadas como tales”.

Entonces, abajo repite las formulas. La intención docente es decir que esto se hace con toda
autoridad. Hay que tomar en cuenta que las generaciones anteriores no tienen una visión histórica sobre la
Iglesia antigua, sino que la formación era sustancialmente sobre la Escolástica que quedó después de la gran
Escolástica, que es la Escolástica reducida, que tenía poca visión histórica. Este “es así” era desde siempre,
hasta que vienen las investigaciones históricas.

4. Concilio Vaticano II

4.1. Introducción sobre Vaticano II

4.1.1. El Sacerdocio Bautismal, ministerio de toda la Iglesia

¿Cuál es el planteamiento del concilio? El planteamiento típico del concilio es una Iglesia como
sacramento de comunión, aunque no siempre es tan explicitado. Una eclesiología de comunión es una que se
apoya primariamente en cuestiones comunes a todos; no es que no haya cuestiones comunes, sino que esas no
son primarias. Por ende, una eclesiología de comunión se apoya en el credo, fe, bautismo común. La teología
de los ministerios del Vaticano II no está solo en orden cronológico, sino también cualitativo, basada en el
bautismo (sacerdocio bautismal) y secundariamente, apoyado en eso, hay ministerios especiales para algunos
bautizados (sacerdocio ordenado). La cuestión de acentuar lo común tiene que ver con el tamaño, es decir, la
identidad está dada por el número. En esta visión, el sacerdocio bautismal es un ministerio de la Iglesia
entera; ahora bien, si se practica o no, no se sabe.
En LG 33,2 dice:

“El apostolado de los laicos es una participación


en la misión salvadora misma de la Iglesia”.
“Apostolatus autem laicorum est participatio
ipsius salvificae missionis Ecclesiae”.

El genitivo de salvificae missionis Ecclesiae es objetivo, siendo la Iglesia el poseedor de la misión


salvífica. La Iglesia posee una misión que es suya y mientras no se detalle otra cosa, la abarca entera.
Entonces, está explicando que los laicos participan en lo común. Se entiende que el sacerdocio de la Iglesia,
respecto al mundo, es la prolongación del sacerdocio de Jesús, en cuanto que la Iglesia entera hereda eso. Eso
después se realizará en concreto de dos maneras: en el ministerio general que viene en el bautismo, el cual
tiene una división interna, una litúrgica y una respecto al mundo, y en el ministerio específico; en definitiva,
es el ministerio sacerdotal, heredera del sacerdocio de Jesús que se concreta y se especifica en estos
ministerios.
¿Cuál es el sacerdocio bautismal de la Iglesia respecto al mundo? Es continuar la obra de Jesús y
conducir a todo el mundo a Dios; es la cuestión paulina de “Que Dios sea todo en todos” (1Co 15,12). Un

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anexo desde el punto de vista práctico: esta cuestión por desconocida priva del gozo de saberlo y practicarlo,
puesto que, en definitiva, toda la Iglesia es un pueblo sacerdotal, no solamente el sacerdocio ordenado.

4.1.2. El lugar del Sacerdocio Bautismal en el Concilio Vaticano II

Hay dos textos importantes para este punto: LG 10-11 y LG III. En LG ocupan un lugar y están
dichas las cosas esenciales y generales. Para que quede la estructura clara, realizan documentos que son partes
de ahí (ej.: LG IV, que trata sobre los laicos de manera general y esencial, las cuestiones específicas se tratan
en Apostolicam Actuositatem), para que no haya un documento con muchas cuestiones. Por ejemplo, cuando
toca en el capítulo III sobre la jerarquía, se dicen las cosas esenciales y luego remite al documento Christus
Dominus, para referirse a cuestiones específicas, tales como las canónicas. Si uno mira LG aparece, primero,
cronológicamente el sacerdocio bautismal que está en el capítulo II, y, segundo, el ordenado que está en el
capítulo III. No es casual, sino que la estructura de la constitución parte de lo esencial.
En los capítulos de LG I-II en el fondo son las mismas cosas, pero al revés. El capítulo primero y
segundo son lo mismo, pero al reverso del otro, en el sentido de ser explicado abstractamente como Iglesia
como misterio, sacramento, en el capítulo primero, y en el segundo trata la Iglesia en concreto, como Pueblo
de Dios, jerarquía incluida. Para estos efectos se puede tomar como una unidad, donde ya no habría unidad
con el capítulo III y IV, los cuales se tratan de solo algunos, excluyendo a otros.

4.1.3. Detalles del Sacerdocio Bautismal

Veamos con detalle algunos pasajes de LG 31,1.2.; AA 4.7-9:


“Cristo el Señor, Pontífice tomado de entre los hombres (cf. Heb 5,1-5), ha hecho del nuevo
pueblo un reino de sacerdotes para Dios, su Padre (Ap 1,6; cf. 5,9-10). Los bautizados, en
efecto, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados
como casa espiritual y sacerdocio santo para que ofrezcan, a través de las obras propias del
cristiano, sacrificios espirituales y anuncien las maravillas del que los llamó de las tinieblas
a su luz admirable (1 Pe 2,4-10). Por tanto, todos los discípulos de Cristo, en oración
continua y en alabanza a Dios (cf. Hch 2,42-47), han de ofrecerse a sí mismos como
sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (cf. Rom 12,1). Deben dar testimonio de Cristo en
todas partes y a quienes se la piden han de dar razón de la esperanza de vida eterna que en
ellos habita (cf. 1 Pe 3,15)” (LG 10,1).
Noten que la cuestión empieza con el sacerdocio de Jesús e, inmediatamente, junto con parafrasear
algunos textos, de ese aviso general empieza lo común: los fieles. De ahí empieza a parafrasear textos de la
Escritura: pueblo sacerdotal, ofrecerse a sí mismo, etc. Es decir, sigue la estructura general.

“El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico están ordenados
el uno al otro; ambos, en efecto, participan, cada uno a su manera, del único sacerdocio de
Cristo” (LG 10,2).

Es decir, participan a su manera del único sacerdocio de Cristo, presentándose en una subdivisión
según el ejercicio.

“Su diferencia, sin embargo, es esencial y no sólo de grado. En efecto, el sacerdocio


ministerial, por el poder sagrado de que goza, configura y dirige al pueblo sacerdotal, realiza
en la persona de Cristo el sacrificio eucarístico y lo ofrece a Dios en nombre de todo el
pueblo” (LG 10,2).

Esta diferencia se tratará más adelante. Continúa diciendo:

“Los fieles, en cambio, participan en la celebración de la Eucaristía en virtud de su


sacerdocio real, y lo ejercen al recibir los sacramentos, en la oración y en la acción de
gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en
obras” (LG 10,2).

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Ahí está el primer ejercicio del sacerdocio común, primero en el orden de la celebración, y, luego,
viene un segundo ejercicio que es anunciar el Evangelio. Sobre este punto, vuelve a decir en el nº 11 dice:

“La comunidad sacerdotal actualiza su carácter sagrado y su estructuración orgánica por


medio de los sacramentos y de las virtudes. El bautismo incorpora a los creyentes a la
Iglesia y por el carácter sacramental al culto de la religión cristiana” (LG 11,1).

Es decir, eso es exactamente paralelo a la ordenación y, además, están destinado por el carácter al
culto. En LG 31 dice:

“Por laicos se entiende aquí a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado
y del estado religioso reconocido en la Iglesia. Son, pues, los cristianos que están
incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y que participan de las
funciones de Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos realizan, según su condición, la misión
de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo” (LG 31,1).

El punto está en el mundo. Ahora, la misión común es la que le corresponde a todo el pueblo
cristiano ejercida en el mundo; entonces, el sacerdocio bautismal tiene la función de ejercer su misión en
aquellas cosas seculares. Continúa:

“El carácter secular es lo propio y peculiar de los laicos. Los miembros del orden sagrado,
aun cuando pueden algunas veces ocuparse de realidades profanas e incluso ejercer una
profesión civil, sin embargo, en razón de su vocación particular, se ordenan principalmente
al sagrado misterio como a profesión propia” (LG 31,2).

Aquí viene la distinción: el mundo, no en el sentido joanino ni en el sentido inocente de lo óptico,


sino en el sentido humano, refiriéndose a gestionar las cosas como cuestiones de salud, investigación, la
educación, etc. Todo eso es lo que toca a los laicos y esa gestión se relaciona con el sacerdocio bautismal.
Continúa:

“Los religiosos, por su estado, dan un testimonio magnífico y extraordinario de que sin el
espíritu de las bienaventuranzas no se puede transformar este mundo y ofrecerlo a Dios. Los
laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades
temporales y ordenándolas según Dios” (LG 31,2).

Gestionando los asuntos temporales y ejerciéndolos en orden a Dios es la frase importante. Ese va a
ser el ejercicio “secular” del sacerdocio bautismal. Ahora, eso está ampliamente desarrollado en AA 2-4.7-9
¿A qué se refiere a cosas temporales? Se resume en dos cuestiones: familia y trabajo (que a veces figura como
profesión). Un laico gasta su 90% entre familia y trabajo. El objeto de su consagración de lo que él va a llevar
a Dios para que Dios sea todo en todos es, sustancialmente por tiempo y dedicación, la familia y el trabajo.
Hay que poner una cuestión vista en GS 36 (LG 36) sobre la cuestión de la autonomía de lo temporal,
explicada con motivo de que se puede malentender en el sentido ateo, sino que se explica en el sentido de que
los fieles laicos, para ejercer el sacerdocio bautismal en el mundo secular, tiene que saber de la cuestión
donde, por ejemplo, va trabajar y, por ende, necesita estar preparado en las leyes internas de la creación donde
va a trabajar; entonces, la autonomía de lo temporal es que el mundo tiene leyes internas, que no salen en la
Escritura, sino que hay que estudiarla en la misma realidad, para que las cuestiones funcionen bien. Es por eso
que hay que bajar a lo concreto: si su vida es un trabajo específico, va a conducir las cosas hacia Dios, pero de
manera que funcionen bien. Lo mismo está en GS 43,3.

4.1.4. Diferencia y relación

En LG 10,2 dice que el sacerdocio ordenado es un sacerdocio diferencial por lo esencial y no por el
grado, es decir, que no es por continuidad, sino que hay una diferencia mayor. No queda resuelta la cuestión
sobre cómo se da la relación, puesto que no importa por cambio de grado o esencial común, pero por esencia
no está aclarado. ¿En qué queda el sacerdocio bautismal del ordenado?

31
“El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico están ordenados
el uno al otro” (LG 10,2).

Es claro que el sacerdocio ministerial se ordena en el común por el bautismo, pero no queda claro si
el común es para el ministerial.

4.2. El Sacerdocio Bautismal: su ejercicio y una segunda teología del laicado

Hay una segunda teología del laicado. La teología explicada hasta hoy es la mayoritaria, es decir, es
lo más contundente y central de los documentos magisteriales, pero no es la única que hay. Hay una teología
de tono menor, que primó en la Acción Católica entre los años 50-60, que aparece en LG 33:

“Además de este apostolado, que es tarea de todos los fieles, los laicos pueden también ser
llamados de diversas maneras a cooperar más directamente con el apostolado de la
Jerarquía”.

Ese asunto se encuentra de nuevo en LG 35,3. ¿Cuál era esa teología? Se entendia que el apostolado
es cuestión jerárquica: entonces, eran los obispos y presbíteros (no habían diáconos permanentes), y los laicos
podían ser colaboradores con ellos, dándoles funciones posibles para aquellos que no eran ordenados. Esa,
que está mirando a lo común y no lo distinto, todavía está ahí en tono menor. Tal vez el problema fue que la
teología del laicado de la Acción Católica, que tenía cierta fuerza y es una teología usada en muchos países,
era necesario mencionarla en alguna parte, pero era difícil integrarla por no basarse en lo distinto, sino en lo
común. De este tema, vuelve esta teología en AA 20, no integrándose al tronco, sino a una de sus ramas, que
dice:

“Entre estas y otras instituciones similares más antiguas hay que recordar todas aquellas
que, aun siguiendo diferentes modos de obrar, produjeron abundantes frutos para el Reino
de Cristo y que, con toda razón, fueron recomendadas y promovidas por los Sumos
Pontífices y por muchos obispos, de quienes recibieron el nombre de Acción Católica,
siendo con gran frecuencia descritas como la cooperación de los laicos en el apostolado
jerárquico”.

Esta visión de que la vida cristiana, por razón del bautismo, es sacerdotal, y el objeto de esa acción
sobre el mundo para llevarla a Dios, es la misma realidad del mundo, siendo rica y estimulante. Pero tiene un
punto débil, que no es culpa de la teología: la gran mayoría de los laicos hacen trabajos en los que ellos no
deerminan cómo se organiza el mundo y, por ende, es difícil determinarse hacia Dios, porque tienen que
cumplir trabajos bastante mecánicos (ej.: el constructor de ladrillos no puede influir en qué se usarán los
ladrillos). Entonces, como propuesta teológica al laicado es preciosa, pero el problema está en que algunos
oficios no pueden realizarlo claramente.
Por último, el sacerdocio bautismal, después del Concilio de Trento, debido a la polémica, quedó
silenciado porque los Reformadores, para negar el ministerial, acentuaron el común. Lo que pasa siempre en
las polémicas es que el del frente hace justo lo contrario: silencia al otro y afirma lo que negó el del frente. Lo
que pasó fue que en Trento se acentuó en lo ministerial, el que estaba siendo negado. En la sesión 23, los nº
1667ss, hay una clara enfatización ministerial, pero provocó un silencio. La verdad es que las dos formas de
sacerdocio se enriquecen mutuamente, en cuanto que forman la totalidad del ejercicio de la Iglesia.

4.3. El Sacerdocio Ministerial

Lo que el Vaticano II recibió fue la estructura de los siete escalones de Pseudo-Dionisio: los tres
mayores y cuatro menores. Lo que va a hacer es volver a la Iglesia antigua en ciertas cosas (porque también
hay exorcistas, ostiarios, etc.), quedando en los tres mayores con la diferencia en que el sacerdocio se separa
entre episcopado y presbiterado. En LG lo más importante es tratar el tema del episcopado; lo menos
importante es el presbiterado y en medio se encuentra el diaconado.
Con respecto al episcopado, un primer elemento es la sacramentalidad del episcopado: lo más
importante por lejos es el episcopado en LG, porque sobre el episcopado se debe aclarar su sacramentalidad
(LG 21), puesto que es distinto sacramentalmente el episcopado del presbiterado; segundo, la cuestión de

32
colegialidad –que es lo que está en juego en la Reforma de la Curia, es decir, que el Colegio que tenga un
papel, una potestad en el gobierno universal, pero eso solo puede funcionar si asumen ciertas funciones, que
se le quitan a los funcionarios que están en medio de la Curia– que trae las siguientes cuestiones: una
participación de la Infalibilidad del Colegio que el Vaticano I le reconoce al Papa en ciertas condiciones (LG
25,3), donde se debe explicar el origen del Colegio, su pertenencia por la ordenación misma y no por una
cuestión paralela, la pertenencia material y formal al Colegio, porque alguien pudo haber sido ordenado válida
e lícitamente, por ejemplo Lefevbre, donde materialmente es parte del Colegio, pero formalmente no;
también, la potestad sobre toda la Iglesia y las formas de ejercicio. Este tema del episcopado se ve en LG 18-
27 y en Christus Dominus. En LG 21,2:

“Este sagrado Sínodo enseña que por la consagración episcopal se recibe la plenitud del
sacramento del orden. De hecho se le llama, tanto en la liturgia de la Iglsia como en los
Santos Padres, ‘sumo sacerdocio’ o ‘cumbre del ministerio sagrado’”.

Hay que retomar una tradición minoritaria desde el comienzo, que distinguía sacramentalmente a un
presbítero y un obispo, retomando esa línea. En la teología medieval, habla de episcopal porque lo que se
hacia antes era igual y solamente era quitar limitaciones en cuanto jurídicamente a los presbíteros. Eso
explicaría esas ordenaciones por presbíteros. ¿Cuál es el peso? Cuando dice al comienzo “enseña este Santo
Sínodo” (Docet autem Sancta Synodus) esa fórmula es muy pesada, donde lo que se dice es una enseñanza
formal. En el siglo XX se aclara una cuestión abierta, habiendo una opinión mayoritaria que venía
esencialmente de la Eucaristía (episcopo y obispo son iguales por consagrar la eucaristía) y una opinión
minoritaria que veía distinción, obligando a interpretar las cosas que vienen por la consagración: gobierno de
una diócesis, validación para ordenar, etc. Esa cuestión reaparece con motivo de presbiterado, cuando habla
de que el presbiterado es ministro en segundo grado cualitativamente (sacramentalmente). En LG 28 (PO) y
Chr.D 15 está repetido.
La cuestión del Colegio está en LG 22-23 estrictamente:

“Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás Apóstoles forman un único
Colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor
de Pedro, y los obispos, sucesores de los Apóstoles. Ya la disciplina más antigua, según la
cual los obispos de todo el mundo estaban relacionados entre sí y con el Obispo de Roma
con lazos de unidad, de caridad y de paz, e igualmente los concilios reunidos para fijar de
común acuerdo las cuestiones importantes después de considerar el parecer de muchos,
señalan el carácter y la naturaleza colegial del orden episcopal” (LG 22).

“Naturaleza y forma” tiene un peso en la cuestión. Naturaleza habla de esencia misma y nada
accidental, donde el latín es indolem et rationem. Esta cuestión remite a lo que se ha dicho antes sobre el
colegio apostólico (LG 19-20). El episcopado no se entiende sino colegialmente. ¿Qué pasó antes? En el
Vaticano I se alcanzó a tratar solo del Papa y, cuando empieza Vaticano II se dice que, en continuación del
primero, decidieron continuar complementariamente con los obispos, presbíteros y diáconos sobre el Papa.
También se realiza una analogía entre los los Doce como forma de la colegialidad, siendo Pedro identificado
con el Papa y ha traído dos argumentos históricos para presentar que el ejercicio episcopal no era en el sentido
de que uno gobernara una diócesis, sino que era una consulta al otro.

“Los concilios ecuménicos, celebrados a lo largo de los siglos, demuestran esto mismo con
claridad. También lo afirma la práctica introducida desde antiguo de invitar a varios obispos
a participar en la elevación del nuevo elegido al ministerio del sumo sacerdocio. Uno es
constituido miembro del Colegio episcopal en virtud de la consagración sacramental y por la
comunión jerárquica con la Cabeza y con los miembros del Colegio” (LG 22,1).

Sigue dando razones de que hay una consciencia de que esto es algo colectivo en cuanto que son
muchos, pero también que forman una unidad. Hay hartas razones de que son un cuerpo, donde tienen algo en
común bajo algún aspecto.
En LG 23 dice:

33
“La unidad del Colegio aparece también en las relaciones mutuas de cada obispo con las
Iglesias particulares y con la Iglesia universal. El Romano Pontífice, como sucesor de
Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como
de la muchedumbre de los fieles. Cada uno de los obispos, por su parte, es el principio y
fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares, formadas a imagen de la Iglesia
universal. En ellas y a partir de ellas existe la Iglesia católica, una y única. Por eso cada
obispo representa a su Iglesia, y todos sólo a una con el Papa representan a toda la Iglesia en
los lazos de paz, de amor y de unidad”.

Lo que hay aquí es una cuestión entre la cabeza y el cuerpo, porque el problema está en que la cabeza
es parte del cuerpo, siendo igual, pero con una función que lo distingue de los otros. Por ende, habría que
explicar en qué sentido es parte del cuerpo y es distinto del cuerpo. Lo que se ha dicho hasta ahora es que el
Papa es Cabeza del Cuerpo, pero también es parte del Cuerpo, no diferente del cuerpo, aunque es especial.
Hay una relación entre cabeza y cuerpo, porque en un sentido la cabeza es igual que cualquiera de los
miembros del cuerpo (es obispo ordenado igual que otro), pero el obispo de Roma tiene la función de ser
Cabeza del cuerpo. Por ende, hay una organicidad que es importante reconocer.
La nota explicativa previa, que está al final de LG, tiene una explicación: esto se discutió en la
segunda sección del Concilio, en el año 1964, que venía del Vaticano I, donde se había aclarado una cosa
sobre el ministerio de la Palabra, que era la infalibilidad del Papa, dejando al Papa super reforzado. La
situación política que intervenía era que se estaba cuajando la Unión Italiana, desapareciendo los Estados
Pontificios, donde el Papa pierde fuerza en cuanto Rey, no teniendo estados que el Papa gobierne, sino que
vivía en un terreno ajeno (vivía en un Estado de otro). No se pudo tratar otros temas porque los garibaldinos
que venían del Norte interrumpieron Roma y, por ende, interrumpiéndose el Concilio Vaticano I. Había esa
consideración y afirmamiento del Papado en el siglo XIX por todo el anticlericarismo, sonando para algunos
obispos una especie de episcopalismo metido dentro de la Iglesia católica. Es como que los obispos son como
un Colegio en el sentido político, que rigue a uno como portavoz a otro, pero su voto es válido como de
cualquier otro. En ese contexto, entonces, se produce un grupo que no aprueba esto de echar atrás al Vaticano
I. Para ello, la nota explicativa previa, pedida por Pablo VI, está para aclarar a todos idealmente que lo que
hay aquí no es un episcopalismo dentro de la Iglesia Católica, donde se explica en qué sentido es el Colegio,
logrando su objetivo plenamente. Pablo VI quiso que los documentos del Concilio fuesen aprobados por la
totalidad, siendo una cuestión imposible, donde no hay cuerpo en el mundo con una unimidad de tan gran
número; para ello, se pidió una unanimidad moral al menos. ¿Cuál es el sentido de Colegio? El punto primero,
sobre el sentido de Colegio, dice:

“El término Colegio no se entiende aquí en un sentido estrictamente jurídico, es decir, como
un grupo de iguales que confieran su poder a su presidente, sino como un grupo estable cuya
estructura y autoridad deben deducirse de la Revelación” (nº1).

No tiene sentido jurídico al hablar de Colegio, donde el Papa no es el portavoz, como lo afirma
Vaticano I, sino que está complementando con un cuerpo donde son iguales a la Cabeza en un sentido. El
sentido del Colegio va a estar tomado con la analogía de los Doce, con Pedro a la Cabeza de ellos y parte de
ellos. Continúa:

“Por eso, en la respuesta al Modo 12 se dice explícitamente, acerca de los Doce Apóstoles,
que el Señor los estableció “como una especie de colegio o grupo estable”. Cf. también el
Modo 53,c.” (nº1).

Cuando habla de los modos, son las variantes que se van poniendo al esquema, o sea, el esquema es
lo que presentan a las comisiones; de las comisiones pasan al aula, donde se evalúa con aprobación cerrada o
por modo, el cual después se afina el modo (yuxta modum).

“Por la misma razón, se usan frecuentemente también los términos Orden o Cuerpo
referidos al Colegio de los Obispos. El paralelismo entre Pedro y los demás Apóstoles, por
una parte, y el Sumo Pontífice y los Obispos por otra, no implica la transmisión de la
potestad extraordinaria de los Apóstoles a sus sucesores, ni, como está claro, la igualdad

34
entre la Cabeza y los miembros del Colegio, sino tan sólo una proporcionalidad entre la
primera relación (Pedro-Apóstoles) y la segunda (Papa-Obispos)” (nº1).

La analogía se entiende como proporción. Uno de los elementos que hay en ese concepto es la
proporción, donde hay una semejanza entre los dos, porque hay algunas cosas que el Colegio Episcopal no
tiene y el Apostólico si tenía como, por ejemplo, la condición de haber sido testigo de Jesucristo desde Galilea
hasta la Resurrección, siendo un elemento insucedible.

“Alguien se convierte en miembro del Colegio en virtud de la consagración episcopal y de la


comunión jerárquica con la Cabeza y miembros del Colegio. Cf. n.22, 1 al final” (nº2).

¿Cómo se entra al colegio? Por la ordenación. Lo que quieren aclarar es que es algo intrínseco al
episcopado y no es por ningún agregado posterior a la ordenación, porque sino estaría quitándole toda
dependencia jurídica. No es que para entrar al colegio de obispos tenga que hacer jurídicamente nada, sino
que la ordenación lleva todo.

“En la consagración se da una participación ontológica de las funciones sagradas, como


consta, sin lugar a dudas, por la Tradición, incluida la litúrgica” (nº2).

Lo que hay aquí es la cuestión de la relación ontológico y sacramental en la ordenación, que se había
separado mucho en los siglos IV en adelante, porque el oficio de santificar (venía por la ordenación), gobernar
y proclamar (viene por la ordenación legalmente). Lo que cambia es la relación entre lo sacramental y lo
jurídico, en cuanto que lo sacramental gana espacio y lo jurídico pierde espacio, con lo cual se fortalece la
sacramentalidad del episcopado.

“Se utiliza intencionadamente el término funciones y no potestades, pues este último


término podía entenderse de la potestad expedita para el ejercicio” (nº2).

¿Por qué se cambia ese término? Porque potestad tiene mucho que ver con lo jurídico, pero el
término función tiene que ver con lo ontológico, que tiene que ver con el carácter sacramental.

“Pero, para que se tenga tal potestad expedita, hay que añadir la determinación canónica o
jurídica por la autoridad jerárquica. Esta determinació de la potestad puede consistir en la
concesión de un cargo particular o en asignarle unos súbditos y se da de acuerdo con las
normas aprobadas por la autoridad suprema” (nº2).

Por tanto, este es el espacio de lo jurídico. Ahora, viene la relación del Cuerpo y la Cabeza. En el nº
3:

“Del Colegio, que no existe sin su Cabeza, se dice “que es sujeto también de la potestad
suprema y plena sobre la Iglesia universal””.

El Colegio no puede existir sin su Cabeza, donde no hay un colegio de puros iguales, porque este
igual es en un sentido, pero en otro sentido permite que haya cuerpo. Por eso, salva Vaticano I, pero
complementa con una investigación histórica del siglo XX, llegando a un equilibrio explicitado.

“Es necesario admitir esto para no poner en peligro la plenitud de potestad del Romano
Pontífice” (nº3).

Ese es el punto que se quería tranquilizar, con el tema del episcopalismo. Aclara la potestad del
Romano Pontífice dentro del Colegio episcopal.

“El Colegio, en efecto, implica sempre y necesariamente su Cabeza, “la cual conserva en el
Colegio su función de Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal”. Con otras palabras:
la distinción no es entre el Romano Pontífice y los obispos tomados como grupo, sino entre
el Romano Pontífice solo y el Romano Pontífice junto con los obispos” (nº3).

35
O sea, no se trata de cuánta fuerza tiene el grupo con la cabeza, sino que la cuestión es que si el
Romano Pontífice está solo o en cuanto Cabeza con el Cuerpo. Es una cuestión ontológica. Una cosa por
agregar es que la cuestión llamada Conciliarismo, cuestión muy álgida para la Iglesia de los siglos XIV-XV,
porque hubo dos papas e, incluso, hasta tres, donde perfectamente hubo una confusión y desorden. También
había una conciencia de Reforma que venía del siglo XVI, que fue decadente para el Papa. La pregunta era si
la Reforma la haría el Papa o el Concilio (Cuerpo episcopal). España se salvó del asunto, aunque no de forma
adecuada, donde se cerraron los monasterios por Cisneros mediado por el Rey, funcionando Iglesia y Estado
de forma plena. En ese ambiente, hubo algunos que pensaron que el concilio tenía más poder en la Iglesia que
el Papa. Había un conciliarismo más fuerte y otro más atenuado, donde el más fuerte es lo ya dicho, y la otra
que dice que el concilio tiene que tener un poder sobre el Papa en el sentido de que si el Papa yerra en la fe.
Hay un momento de maduración, donde surge la brillantez está recién realizándose 50 años después.
Con respecto a la cuestión del ejercicio individual es algo claro, salvo que son pastores propios,
plenos sacerdotes, no están ahí por razón jurídica, es lo que se quiere subrayar, pero esta parte es
relativamente menos novedosa, a diferencia de las dos anteriores.

5. Los oficios (numera) de los ministros ordenados (Cuadro)

En lo que toca al ejercicio, que vale para todos los ministros, es importante considerar que los
ministros tienen tres oficios importantes: la Palabra, los sacramentos y el gobierno. Es importante esto porque
el modo de plantear los ministerios, donde hay tres oficios, no es el planteamiento de la teología anterior. No
se trata que hubiese ortodoxia y heterodoxia, sino que el punto es cómo se mira la teología. ¿Cuál es el oficio
más importante? El oficio más importante era el de santificar en la Eucaristía; el ministerio de la Palabra
(donde tenía que catequizar, proclamar, etc.) era de segundo nivel, entendiéndose que en la Cristiandad todos
son cristianos y la tarea era la catequización; y el gobierno era evidente tal cuestión jurídica, que viene de su
facultad. Los tres ministerios no solo son tres y no prácticamente uno, o uno que tenía que ver con otro, sino
que tienen un orden jerárquico: Palabra es primero porque se entiende que sacramentos es una densificación
de la Palabra. La Palabra es lo primero porque la catequización es primero. Después de los catequizados,
reciben el sacramento, más allá de la Palabra. Y, por último, se debe gobernar a los sacramentalizados. Todos
los sacramentos han ganado lugar ahí, a diferencia de la teología de Pseudo-Dionisio que solo consideraba la
Eucaristía.
Sobre la parte del Colegio, ¿cuáles son los modos de ejercicio de la colegialidad? El primero es el
concilio ecuménico, que es forma solemne y rarísima, puesto que tiene una calidad de ejercicio estupendo,
pero con una frecuencia bajísima; el segundo es de la Consulta mutua entre obispos; y después está una
institución estable y permanente, adherente a los concilios, que son las Conferencias episcopales, donde
tienen reuniones establecidas frecuentes, teniendo una periodicidad fija, la cual se necesitan temario, una carta
de convocatoria, etc. Todas son formas de ejercicio de la colegialidad, más el Sínodo, que empezó con Pablo
VI, siendo un flujo de la sinodalidad como flujo que viene de atrás, pero que ahora se acentúa. Esta institución
del Sínodo lo que hace es que no tiene periodicidad fija, sino que es cuando el Papa cita, pero también es un
ejercicio de colegialidad, viniendo obispos de diversas conferencias episcopales, reflejando los problemas y
situaciones de donde vienen. Por ende, habría cuatro formas de ejercicios.
El cuadro es el siguiente:

La Palabra Los Sacramentos El Gobierno


Obispos LG 24 su enseñanza es LG 26 administrador de la LG 20 presiden la grey en
LG 21,2 verdadera diaconía LG 25 gracia (Eucaristía). Preside nombre de Dios
plenitud del entre los ppales. oficios: la Eucar. Ofrece el culto
orden, sumo pred. Ev. Min. originario LG 26 regulan la
sacerdocio (id. confirmación. Dispensa el administración de los
CD 15) CD 12,1 el enseñar descuella orden. sacramentos
entre sus ministerios
LG 41 C.D.15 ppales. LG 27 tienen plenitud
plenitud del CD 13,2 establece administradores de los del oficio pastoral, cuidan
sacerdocio. principalmente diálogo con misterios de Dios sus ovejas, con potestad
los hombres propia.

36
CD 15 aseguran la catequesis CD 14 aseguran la
catequesis.

CD 15 moderadores,
promotores y custodios
de la vida litúrgica

CD 16 oficio de padre y
pastor

CD 17 cuida el
apostolado laico
Presbíteros LG 28 se dedican a la palabra LG 28 Celebran en culto LG 28 rigen una porción
LG 28 no y a la enseñanza. divino (Eu-caristía). de la grey. Representan al
tienen la Santifican una porción de la obispo en asambleas
cumbre del PO.2 su min. comienza con grey. locales.
pontif. Son la pred.del Ev.
sacerdotes. PO5 sirven en la obra de la PO 4 hacen pte. al obispo
Un presbiterio. PO.4 congrega por la palabra santificación. Reconcilian en asambleas de fieles.
del Dios vivo. pecadores y ungen
PO 5.7. enfermos. PO 6 tienen parte en el
Dependen del oficio de Cristo cabeza y
obispo PO9 Enseñan a los fieles a pastor.
ofrecer su SCF. AA7 AG15
LG21 GS36 LG36
Cooperadores
y consejeros
del obispo.
Diáconos LG 29 Lee la SE, instruye y LG 29 ministro de la AG 16,4 los que dirigen
LG 20 son exhorta liturgia: bautismo solem. en nombre del obispo las
colaboradores distr. eucaristía, bend. cdades cristianas sean
del obispo DV 25 leen y estudian la SE matrimonios. ordenados diáconos.

LG 28 son SC 35 dirige cel. de la SDO V,9 caridad y


orden del palabra SDO V, 2 Bautismo asistencia en nombre de
ministerio solemne la jerarquía
ecco SDO V,6 leer la SE, instruir 3 Distribuye la Eucaristía
y animar 4 Bendice Matrimonios SDO V,10 guían cdades
LG 29 5 Sacramentales (bendic.) lejanas en nombre del
restáurese el d. SDO V,8 cel. la palabra. 7 Preside oraciones párroco y del obispo
perm. OE 17

CD 15 ord.
para el
ministerio. En
comun. con
pbros y ob.

6. Presbíteros (LG 28)

El Concilio tenía que hablar sobre ellos; si se hablaban de los obispos, tenían que decirse algo sobre
los presbíteros, donde se venía diciendo que los presbíteros y obispos eran iguales sacramentalmente, pero
con la diferencia jurídica. La gran cuestión es el de las relaciones es que el presbítero queda en segundo lugar,
no siendo un pleno sacerdote. Lo que hay que especificar es su relación con los obispos, los presbíteros (co-
hermanos) y con el pueblo cristiano. Con el obispo, se dice que el presbítero es un colaborador, donde PO 7
(cf. LG 28) dice:

37
“Todos los presbíteros, junto con los obispos, participan del único y mismo sacerdocio y
ministerio de Cristo, de manera que la unidad misma de consagración y misión exige su
comunión jerárquica con el orden de los obispos que manifiestan perfectamente algunas
veces en la concelebración litúrgica, y cuando profesan celebrar unidos a ellos la synaxis
eucarística. Por tanto, por el don del Espíritu Santo que recibieron los presbíteros en la
sagrada ordenación, los obispos los tienen como colaboradores y consejeros necesarios en el
ministerio y función de enseñar, santificar y apacentar el Pueblo de Dios”.

Está pensando en el cuerpo de presbíteros como en el siglo II, siendo muy idealizado, al estilo de lo
que hay en Ignacio, porque en Roma el presbítero está bastante lejanos del obispo, a diferencia de los
diáconos. Se entiende que hay una relación de padre-hijo.
Respecto a los co-presbiteros (PO 8) está pensando –siempre en sacerdote diocesano como modelo–
en un cuerpo de iguales, bajo la misma cabeza que es el obispo diocesano, que está a la vista de ellos
directamente, y entre ellos se subraya la fraternidad, no solamente en cuestiones laborales como reemplazos,
sino también en ayuda espiritual y hasta material. La idea es que se entienda como Cuerpo.
Quizás lo más novedoso es la cuestión con los laicos (PO 9). ¿Cuáles la relación con los laicos?
Como se ha antepuesta la importancia de la eclesiología de comunión de bienes comunes, los bienes son
comunes entre todos y fundamentales como la fe, el bautismo, pero ahora la relación del presbítero con el
laico es organizar el mundo según el evangelio, donde el presbítero tiene que ser impulsor de ese sacerdocio
bautismal, donde el presbítero no lo hace directamente, haciéndoles ver cuál es su misión y sacerdocio. Para
impulsarlos, necesita que tegan los sacramentos, la fe, la ayuda de la Palabra, pero también necesitan la ayuda
de impulsarlos de conocer su oficio en cuanto ser expertos del mundo que van a realizar según el Evangelio
(cf. GS 36), saliendo aquí el tema de la autonomía temporal, donde la realidad temporal tiene sus leyes
intrínsecas que se deben conocer. El presbítero tiene que impulsarlos a conocer esto, a prepararse para estas
cosas temporales para que sean expertos de eso. La relación que podría ser potencialmente más difícil de
realizar, cuyo ministerio en el mundo no le corresponde al presbítero por consagración ni por experticia, salvo
en ciertos casos. Esto está pensado en la eclesiología de comunión, donde todo el mundo es objeto de la
sacerdotalidad de la Iglesia, pero de modos diferentes.

7. Diácono (LG 29; SO)

Lo novedoso fue restaurar el diaconado como un ministerio que se llamó “permanente”. Es un poco
malo el nombre, porque nadie le ha desordenado al sacerdote presbítero el orden del diácono. El número
donde están las cosas es LG 29, habiendo dos párrafos, uno doctrinal y otro disciplinar. La primera parte dice:

“En el grado inferior de la jerarquía están los diáconos, a los que se les impone las manos
‘no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio’” (LG 29).

La última frase es un plagio que viene de la Tradición Apostólica (Didascalía). Continúa:

“Fortalecidos, en efecto, con la gracia del sacramento, en comunión con el obispo y sus
presbíteros, están al servicio del Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra
y de la caridad” (LG 29).

Una de las cuestiones discutidas es si el diaconado es sacramento o no, aunque el asunto en el


documento está inclinado que sí, porque utiliza el término gracia del sacramento, siendo el adjetivo
“sacramental”, integrándolo ya en la categoría de los sacramentos. Además, se ha dicho anteriormente que son
jerarcas, aunque en las órdenes menores también eran jerarcas o se puede considerar jurídicamente. De
pasada, avisa sin querer dejar la cosa zanjada, pero se tiende a que es sacramento, sabiéndose porque se habla
de forma contundente. También, liturgia se entiende también como sacramento, no solamente en el sentido
celebrativo.

“Son propias del diácono, en la medida en que la autoridad competente se lo haya


encomendado, las siguientes tareas: administrar solemnemente el bautismo, reservar y
distribuir la eucaristía, asistir en nombre de la Iglesia a la celebración del matrimonio y darle

38
la bendición, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles,
enseñar y animar al pueblo, presidir el culto y la oración de los fieles, administrar los
sacramentales, presidir los funerales y los entierros” (LG 29).

¿Por qué dice administrar solemnemente el bautismo? Porque se debe aclarar cuál es el bautismo de
un diácono (bautismo regular) y el bautismo que se realiza por cualquier persona (ej.: una enfermera que debe
bautizar a un bebe a punto de morir). Respecto al matrimonio, ¿por qué no dice “casar”? El término asistir es
ser testigo oficial, puesto que los que se casan son los cónyuges. Además, se mencionan el enseñar y animar
al Pueblo son ministerios de la Palabra, donde el enseñar es más catequético y el animar puede ser de orden
litúrgico-moral, siendo una enumeración desordenada.
En definitiva, le está dando el ministerio al diácono. Esto está precisado en el documento en una
cuestión que dirá a continuación que eso se va a administrar como ministerio que quedará ahí, es decir, no
seguirá subiendo la escalera para ser presbítero; entonces, se precisará la edad y otras condiciones. Dice:

“Hoy día, en numerosas regiones resulta muy difícil, con la actual disciplina de la Iglesia
latina, realizar estas funciones tan necesarias para la vida de la Iglesia. Por eso en el futuro
se podrá restablecer el diaconado permanente como un grado particular dentro de la
jerarquía. Es competencia de las distintas Conferencias Episcopales territoriales, con la
aprobación del Sumo Pontífice, decidir si la institución de los diáconos permanentes es
oportuna para la pastoral y en dónde” (LG 29,2).

Primero, un punto disciplinar: las cosas disciplinares, ¿cómo es mejor hacerlo? Es escoger lo más
práctico. Dice que hay un restablecimiento, habiendo consciencia de que existió, pero hubo un desuso porque
se estableció la escalera de tal manera que no se necesitó el diaconado por hacerse más común el presbiterado.
En el sistema jerárquico de las órdenes, el obispo pasó del primer peldaño hacia arriba, teniendo todos los
ministerios. Entonces, cuando se dice que es un restablecimiento de la consciencia anterior, se refiere al
diaconado que es propio y permanente están en el mismo sentido: propio en el sentido de que no es tránsito
para otro y permanente en el sentido de lo que queda ahí. Lo que no se ha perdido del sistema medieval es
que, para llegar al diaconado, aun quedándose ahí, hay que llegar por vía de los ministerios anteriores y no
por una ordenación per saltum: lector, acólito, etc. Más bien lo que pasó fue que la carrera se les detuvo ahí
(ejerciendo el diaconado) y otros siguen para arriba, mirando el peldaño a saltar. Se reconoce que son jerarcas,
diciendo que es parte del sistema de las órdenes ascendentes, donde contiene todos los peldaños descendentes.
Esto vino de la necesidad pastoral y de la tradición anterior: una de las cosas que se hace mucho es frente a
una cosa nueva es estudiarla y mirar hacia atrás, habiendo cosas nuevas o no tan nuevas, dependiendo de las
cosas anteriores.
En los documentos conciliares que no son LG 29, se ven matices del diaconado según contexto. Por
ejemplo, en Ad Gentes Divinitus están pensando en las misiones a Iglesias lejanas, donde el elemento
instauracional de la Iglesia tiene mucho peso, en que el nº 16 dice:

“Restáurese el orden del diaconado como estado permanente de vida, de acuerdo con la
constitución De Ecclesia, allí donde parezca oportuno a las Conferencias Episcopales. Pues
es justo que los hombres que desempeñan un ministerio verdaderamente diaconal, ya sea
predicando la palabra de Dios como catequistas, ya sea dirigiendo las comunidades
cristianas distantes, en nombre del párroco o del obispo, ya sea ejerciendo la caridad en
obras sociales o caritativas, se fortalezcan por la imposición de manos transmitida desde los
Apóstoles y se unan más estrechamente al altar, para que cumplan con mayor eficacia su
ministerio por la gracia sacramental del diaconado”.

Es decir, hay una parte del diaconado que se ejerce de hecho, porque los catequistas cumplen
funciones diaconales. Después, los otros textos tienen que ver con distintas funciones diaconales como la
Palabra, otros más litúrgicos, más sacramentales, etc. Por eso, en el LG 29, hay una división no tan precisa
que es Sacramento, Palabra y liturgia, no siendo una división precisa porque sacramento y liturgia se topan.
Una última cosa sobre esto. Los ministerios diaconales son muchos y esto se está acentando aún. ¿A
qué se dedican principalmente? Bautizar, casar, responsos, etc. Todavía eso está muy amplio por la falta de
precisión de la diaconía; ahora bien, con el tiempo se ha desligado de la función estrictamente sacerdotal, que
es ofrecer el sacrificio, siendo una función tan primaria y necesaria, que le pertenece a todos los ministros.

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Hay un punto en que la Iglesia no ha decidido determinar magisterialmente, que es la
sacramentalidad del diaconado (análogo de la sacramentalidad del episcopado). El magisterio no se ha visto
forzado en intervenir y no interviene con novedades más que cuando está forzado a hacerlo por cuestiones
urgentes que hacen daño por poca claridad, donde puede ser negativa o positiva. Pero si no es forzado, el
magisterio recuerda la doctrina común. En tres textos empujan en el sentido de que el Concilio piensa, sin ser
un punto que se vaya a determinar, pero los teólogos que escribieron ahí y los Padres del concilio piensan que
es sacramento, pero no se define. En AG 16 dice “per gratiam sacramentalem diaconatus”, o sea, van a ser
reforzados por la gracia sacramental del diaconado, donde el adjetivo es sacramental. En LG 21 se encuentra
lo mismo. Y en Diaconatus Ordinem dice que “No debe considerarse como un mero paso hacia el sacerdocio,
pero es tan adornada con su propio carácter indeleble y su propia gracia especial para que auqellos que son
llamados a él “de forma permanente puedan servir a los misterios de Cristo y la Iglesia”” (Proemio). Si da
carácter y gracia propia, estaría clara la tendencia que se afirma la sacramentalidad.
Como es una cuestión disciplinar y discutible, y por ende de conveniencia, ¿cómo fue la discusión y
las razones a favor y en contra para establecer el diaconado permanente? G. Philips trae estos elementos para
definir hacerlo o no. Los motivos positivos y negativos son: a favor, en primer lugar, es la falta de presbíteros
por cuestiones de guerra, donde una posibilidad de que para Europa era más necesario el diaconado
permanente por la falta de presbíteros; en segundo lugar, teológicamente hablando, mirando el modelo de la
Iglesia antigua dijeron algunos que por qué no tener ahora lo que antes, una cuestión enriquecedora como el
diaconado permanente, si se había dado, considerándolo beneficioso; en tercer lugar, tendría una ventaja
ecuménica porque en algunos reformados existe el diaconado –aunque el tema de teología del diaconado que
tengan es otro punto–; en cuarto lugar, incorpora a la jerarquía a hombres que quieran dedicarse al apostolado,
donde los que estaba de acuerdo decían que el diaconado permanente, si se ordenaba diaconos a hombres
casados permite recalcar el celibato como carismático; en quinto lugar, como ellos trabajan en el mundo, los
diáconos permanentes harán el nexo y presencia clara en el mundo. Las razones en contra, en primer lugar, es
mirar que no es una solución de la falta de presbíteros, donde esa mirada es negativa, es mirar lo que no es; en
segundo lugar, pensaron que ponía en peligro el celibato del presbítero, en el sentido de ponerlo en duda,
siendo un argumento bastante pobre por no ser un aspecto dogmático; en tercer lugar, crearía una categoría de
clérigos inferiores que no tendría ascensión, donde la concepción detrás es la escalera; en cuarto lugar,
propone como soluciones es que los miembros de laicos tomen cuestiones pastorales. Aquellas cosas que son
disciplinares se discuten según conveniencia, que tiene que ver mucho con el contexto.
Con respecto a la desaparición del diaconado permanente en el siglo VIII, ocurrió por crecer el
número de presbíteros, es decir, ese proceso que empezó en la división de la comunidad físicamente del siglo
III, comienza estas soluciones ya mencionadas anteriormente. En la medida que se afianzó ese tema, y de
acuerdo a la presencia de un presbítero en el lugar, provocando que en algún momento los presbíteros tomaran
funciones que realizaban los diáconos, incluso administrativos, fue determinante. Hay que recordar que en la
comunidad de Roma se encontraban los siete diáconos que administraban bajo el cargo del obispo, surgiendo
los subdiáconos por no dar a vastos, teniendo diversas funciones administrativas. Todo este proceso llevó que,
en algún momento, sencillamente los presbíteros tomarán tales funciones de los diáconos, incluso funciones
administrativas.

8. Sobre las órdenes menores

El concilio no dice directamente nada sobre las órdenes menores, pero se ve que es una cuestión que,
debido a lo que ya se había aclarado sobre el episcopado, el prebiterado y el diaconado, algo había que decir
sobre las órdenes menores. Entonces, como el concilio mismo no dice nada, en el año 1967, Pablo VI publicó
Ministeria Quaedam dice que no hay más una tonzura, que era un acto de valor legal (como capilar), es decir,
con la tonzura se iniciaba la clericatura desde el punto de vista canónico. En el derecho canónico antiguo era
solamente la división de clérigo-laico, puesto que los religiosos, si no eran clérigos, eran laicos. Esa tonzura
se recibía al inicio de las órdenes menores; por ende, lo tonsuraban para ordenarlo de acólito, lector, exorcista,
etc. Lo que implica que no haya tonsura es que ya no hay esa división por esto, sino ahora por el diácono,
haciendo coincidir la materia sacramental con la materia canónica: el derecho se juntó con la teología,
adaptándose a ella. En este documento, el orden que nombra los ministerios que quedaron, que son para
laicos, es por esta razón: El orden que los nombra todavía hereda el nombre antiguo, pero abre la posibilidad
de que reciban uno y no otro, rompiendo el camino, pero les queda la idea de ascenso hacia el altar, que viene
de Pseudo-Dionisio y, por eso, es lector y acólito, y no al revés. No hay escalera, salvo que lo reciba la
persona. Por ende, también mantiene el intersticio, es decir, que no sea el día anterior, habiendo un tiempo de

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ejercer el ministerio dado. Había algunas congregaciones religiosas con privilegios, de que se ordenaban
personas en menos de 24 horas, no habiendo intersticio. El lector lee e instruye, o sea, todavía queda esa cosa
de que el lector era un catequista. En LG 29, dice que el lector lee, instruye y exhorta (otro ministerio de la
palabra). Lo que hay detrás es una cierta consciencia de que todos los ministerios que están por debajo del
diaconado fueron desglosamientos del diácono, quien lo contenía todo, permitiendo los desgajados del
diaconado. El acólito, en ese documento, es “del diácono”, pero no de cosas de la lectura, sino del altar.
Entonces, el ayudante del diácono es para traer las cosas referidas al altar. Y es un ministro extraordinario de
la comunión, porque el diácono es ordinario. De nuevo, hay una dependencia del diácono. En definitiva,
siguen las cosas esenciales, con la dependiencia del diaconado. Es lo vigente ahora.

CUESTIONES SISTEMÁTICAS

1. Lo icónico y lo funcional en el ministro

Los ministerios tienen una cuestión sociológica. Tienen dos aspectos: uno es funcional y otro es
icónico, en cuanto que representa por contaminación la cosa que hace. Eso uno puede explicar de cualquier
manera porque funciona de cualquier manera. Por ejemplo, se le pide a los ministros eclesiasticos que sean
personas más éticas que los fieles, siendo un aviso que uno es lo que hace; eso no pasa con otros funcionarios
(ej.: taxista que puede ser ladrón). Es lo que suele pasar a los hijos de diáconos, donde se asocia incluso a su
familia que los diáconos, por ser diáconos, tienen que tener un comportamiento moral destacable. Desde el
punto de vista de lo funcionario, se espera del ministro que realice bien su función –catequizar bien, estar
disponible, etc.–, donde la gente es exigente. Las cosas que hace no son cualquier cosa, sino que es
contaminado por la cuestión de lo santo. Lo complicado de lo icónico es que lo supera por todos lados: lo
icónico opera de todas maneras. Los obispos eméritos, por edad, que puede ser por salud, apenas ejercen, pero
desde el punto de vista icónico no han perdido nada. Claramente hay que distinguir estas cuestiones. Otro
ejemplo: cuando matan a un tipo por ser ministro, lo matan por la razón icónica, no por lo ministerial; incluso
por no hacer nada, el ministro no hace nada. Si el ministro, en cuanto funcionario, trabaja mal, la gente
empieza a pedirle cosas a otro y empiezan a hablar mal de él. Estas dos cuestiones se mezclan y superan
absolutamente a la persona, porque no importa que sea simpático o no, más preparado o no, más trabajador o
no, ya que nada cambia que existan estas dos cuestiones.
En el Antiguo Testamento, antes de la época del sacerdocio específico, con ritual complejo, lo que
hay es solamente lo funcional y eso cumple una función necesaria: ofrecer el sacrificio. Esa persona es como
que hace algo no mundano dentro del mundo, pero pertenece mucho al mundo, a la tribu en calidad de jefe.
Eso cambió bastante en el Israel con tierra y templo, donde el sacerdote solo se dedicaba al culto por su ritual
complejo. Hay un proceso de incorporación al oficio, fundiéndose a su oficio, quedando socialmente
identificado a eso. Todo eso desapareció con la destrucción del templo, pero la iconicidad queda,
presentándose como ministros dedicados a la Palabra. En la cristiandad medieval, como caso extremo, los
ministros de la Iglesia no solo tenían una funcion eclesiástico litúrgico que cumploir, sino que eran civilmente
funcionarios del Estado confesional. En algún momento, en Europa medieval, el juicio del obispo sobre algo
tenía valor civil. El único registro era el eclesiástico, el registro de nacimiento por razón del del bautismo,
antes del civil. Valia la inscripción del bautismo para tener un registro civil. ¿Qué se quiso hacer en la
revolución francesa? Se quiso un estado sin la función eclesial, haciendo un Estado en paralelo con la función
eclesial. Eso confiesa que la funcionalidad existe y que la iconicidad es incómoda. Entonces, si el tipo no
tuviese nada icónico, que realice sus labores, pero como es funcional e icónico, se debe de dar un
reconocimiento por el Estado.
En la Iglesia, están los dos elementos y, para mayor complicación, existen unos que son solamente
íconos, los monjes, en cuanto que no son ministros. Y para qué decir los santos. En la Iglesia está el ministro
que es miministro e inevitablemente ícono, el ícono solo que es el monje y el ícono que es ministro. La
influencia de los monjes, en la figura de vestirse y actuar, está incorporado a la clericatura. El modelo general
es el monástico, los que viven solos. Esta cuestión es así por razones socio-culturales: esto funciona solo. Hay
ciertas cosas de que la gente intente tratar de que piense de otro modo, aunque puede encontrarse con una
pared, porque es una cuestión sociológica.
Esto admite retrasos: la sucesión apostólica se la ha atendido en la teología, a tratar como sinónimo
de la sucesión episcopal. No es sinónimo. Cuando se estudia en la Iglesia antigua, patrología, en el Vaticano
II, etc., se está refiriendo la sucesión apostólica a la sucesión episcopal. En ese contexto, es una teología

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antignóstica. La confusión está en que la sucesión apostólica es más amplia que eso; la sucesión apostólica es
de la Iglesia entera, elemento de la apostolicidad de la Iglesia. Consiste en que la Iglesia objetivamente tiene
la fe (en relación con los apóstoles). La sucesión es primero en la misma fe, porque todos confiesan el mismo
credo. Eso es previo a la sucesión episcopal; lo incluye, porque se debe precisar muchas cosas, pero hay una
primera sucesión en la fe objetiva (fides quae). O sea, el hecho de que se pueda decir que uno confiesa la
misma fe que Pedro, Juan, o alguien de la primera generación, reconociéndose en esa fe. Eso sería una
sucesión apostólica. Si se mira la diferencia que hay entre el Credo niceno y Credo niceno-
constantinopolitano es el desarrollo de la parte del Espíritu Santo por necesidad con los problemas con los
pneumatólogos. Esa es la primera sucesión más importante de los apóstoles y, después se encuentra la de los
obispos por la necesidad de los gnósticos. Entonces, la formalidad común de la sucesión apostólica es el
credo; no solamente se debe ver desde lo material de ella, la sucesión episcopal.
Una última cosa: la sucesión, ahora tomada desde el sentido de los obispos, no es total, sino parcial.
Porque algunas cuestiones de las primeras generaciones son intransferibles: estar con Jesús y testigo de la
resurrección. Lo que más adelante se hace es testimoniar lo que esos dijeron, pero ninguno de la segunda,
tercera y cuarta no puede decir que estuvo en la Cena, por ejemplo.

2. El diaconado

2.1. Grado del ministerio

Hay que transitar del diaconado de los testamentos al diaconado eclesial, que se ha definido. Todos
los ministerios podían ser incluidos en la diaconía del Nuevo Testamento (Mc 8,45), hasta la función de
ofrecer el sacrificio. Un segundo punto, el diaconado eclesial que fue paulatinamente madurando, no tiene por
qué estar cerrado. En el texto de la Comisión teológica internacional, donde realiza un recorrido doctrinal
sobre la diaconía de Jesús en adelante, al final en la encuesta que han hehco, el diáconado permanente ha
tenido matices diferentes en Iglesias diferentes, siendo válido y lícitos. El diaconado eclesial quedó en el
tercer puesto, ya desde Ignacio de Antioquia, extendiéndose y universalizandose. Como grado de ministerio,
está claro y, al final, quedó claro como ministerio de grado mayor.

2.2. Si es sacramento o no

La primera cuestión es que si el diaconado es sacramento o no. Los textos conciliares no definen que
es un sacramento, pero, según la forma en que hablan del diaconado, se refieren que es sacramento (AG 16:
“gracia sacramental del diaconado”, elementos básicos que debe tener un sacramento). Ese documento AG,
que piensa en misiones lejanas, dice que aquellas personas que cumplen funciones diaconales reciban el
sacramento del diaconado. Obviamente, eso no deja definitivamente aclarado el punto, pero indica el sentido
o lo que piensa el Concilio. En LG 29, en el primer párrafo 1, dice “Robustecidos por la gracia sacramental”,
con el mismo sentido, pero en contexto distinto. En DO están los dos elementos característicos una vez que
eso maduró: el carácter indeleble y la gracia peculiar o propia. Sobre esto, que es un tema abierto, aunque la
mayoría se carga al si, aunque la mayoría se cargaba para el si la igualdad sacramental entre el epíscopo y
presbítero. J. Ratzinger realiza una corrección en el Código del 1983 a los canones 1008-1009, donde la
pregunta es: ¿qué implica la corrección que se debe hacer? En el canon 1008, hace borrar lo que estaba:

“Mediante el sacramento del orden, por institución divina, algunos de entre los fieles quedan
constituidos ministros sagrados, al ser marcados con un carácter indeleble, y así son
consagrados y destinados a apacentar el Pueblo de Dios, según el grado de cada uno,
desempeñando en la persona de Cristo Cabeza las funciones de enseñar, santificar y regir”.

En el canon 1009 agrega un número más:

“3. Aquellos que han sido constituidos en el orden del episcopado y del presbiterado reciben
la misión y la facultad de actuar en la persona de Cristo Cabeza; los diáconos, en cambio,
son habilitados para servir al pueblo de Dios en la diaconía de la liturgia, de la palabra y de
la caridad”.

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¿Qué es lo que evoca? A la Tradición Apostólica, que tiene la formula sobre lo que están ordenados
no para el sacerdocio, sino para el servicio. Entonces, ha sacado a los diáconos de la capitalidad; por eso,
borró lo del canon 1008 y agrega el tercer número del 1009. Ahora, se puede inferir que es lo seguro la
capitalidad, que tiene que ver con la capacidad de dirigir comunidades. Sin embargo, ¿infiere sobre la
sacramentalidad? Es discutible, porque en el canon 1008 no borra sobre el carácter indeleble.

3. El celibato y la ordenación presbiterial de hombres casados

Tecnicamente es “soltería”, porque célibe es técnicamente no casado. Es una cuestión de orden


disciplinar, es decir, qué conviene más puesto que no tiene que ver con la ordenación por necesidad intrínseca
(Cf. Pedro era casado). La práctica de los orientales ha sido, hasta hoy, que los que se ordenan de diáconos
tienen que escoger en qué condición de vida van a vivir: si se casan o no, pero tiene que ser decidido antes de
ser ordenado; además, no hay un segundo matrimonio en caso de violencia. En el occidente se empezó a
extenderse tempranamente a tal punto que la extensión fue paulatina, con la influencia del monacato. Una vez
que se empezó a ordenar a los monjes, tales seguían siendo célibes. El monacato le daba a la clericatura un
modo de vida, una forma que ya tenía antes, sumamente cómoda. Era más barato para la comunidad tener un
monje presbítero que un presbítero casado; además, era más práctico que se movieran a otras tierras, sin
familia detrás. ¿Cómo se llegó a eso? Siempre las razones prácticas pesaron mucho, por ejemplo, las razones
económicas. El primer documento donde se prescrite el tema de la abstención del mantrimonio (no el celibato
directamente) es en el Sínodo de Elvira (302 d.C.). En DH 118 dice:

“Un obispo o cualquier otro clérigo tenga consigo solamente o una hermana o una hija
virgen consagrada a Dios; se ha establecido que en modo alguno tenga a una extraña”.

¿Cómo debe entenderse ese canon? No se está pensando en el celibato, que es vivir con una hija
virgen o con su hermana como familiares, sino que va en camino a la abstención del matrimonio. En el canon
119 dice:

“Se ha decidido por completo la siguiente prohibición a los obispos, presbíteros y diáconos
o a todos los clérigos puestos en ministerio: que se abstengan de sus mujeres y no engendren
hijos; y quienquiera lo hiciere, sea apartado del honor de la clerecía”.

En una época donde la teología del matrimonio era bastante pobre, eso explica una norma tan ruda y
tosca. ¿Qué fue pasando? Lentamente se fue extendiendo, que en algún momento terminó en celibato, por
varios siglos. Por ejemplo, consta que el siglo V-VI se extendió a los sub-diáconos, no solamente a los
diáconos. En la edad media se agregó a un motivo que no tiene nada que ver hasta ahora, que es económico:
querían evitar que los clérigos dejaran de herencia a sus hijos los bienes eclesiásticos. Se cita así para que los
motivos son siempre prácticos y se van extendiendo en el tiempo. ¿Qué podría pasar, volviendo a lo que
tienen los orientales, sobre que parte del presbiterado sea célibe o casado? Podría perfectamente entrar, a
diferencia de los monjes, que son célibes por otra razón, pero la dificultad es solamente práctica: la movilidad
y la económica, y otro es que la Iglesia de Occidente se acostumbró a un clero bastante formado (mayor de 3
años de formación), porque en cualquier diferencia que haya provoca tensiones. La pregunta es: ¿somos
iguales o no? Una cuestión que habría que pensar es si se producirá un clero de primera y de segunda
categoría en cuanto formación. Tal vez, por necesidad se tendrá que aceptar tal necesidad, pero eso se debe
estudiar. También, en cuanto a la iconicidad, la familia tiene que aceptar que el padre sea clérigo, por no ser
una persona privada, sino que puede ser una carga. Estas dificultades hay que tomarlas en cuenta si viene el
cambio disciplinar, no dogmático.
El documento que resume las razones de celibato es el de Pablo VI, Sacerdotalis celibatus, donde
están los argumentos de conveniencia. En OT 16, que es el documento de la formación de seminaristas
(diocesanos específicamente), da las razones de conveniencia (la causa de que B es B, es porque A esta ahí; es
buscar la conveniencia o causa probable, buscando la convergencia de razones para dar un sentido).

4. Ordenación de mujeres

4.1. Diaconías de mujeres (sin nombre de diaconisas)

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Hay mujeres en el Evangelio que ejercen la diaconía, pero no se les llama “diaconisas”. En Lc 8,3
dice: “Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus
bienes”, es decir, le daban de comer, por ejemplo, a Jesús con sus bienes algunas mujeres. No dice que sean
diaconisas, pero diaconizan. También en Mt 27,55: “Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas
que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle”; Mt 8,15: “Le tocó la mano y la fiebre desapareció.
Ella [la suegra de Pedro] se levantó y se puso a servirle”; Lc 10,40: “mientras Marta estaba atareada en
muchos quehaceres. Al fin, se parí y dijo: ‘Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo?
Dile, pues, que me ayude’”.
Que hay casos de diaconía, dentro de la variedad amplisima, no hay ninguna duda.

4.2. Febe (Rm 16,1-2)

El caso de Febe, caso indiscutible, donde no es una diaconía en general, sino que es un servicio a la
Iglesia y es reconocida como tal. En Rm 16, 1-2:

“Os recomiendo a Febe, nuestra hermana, diaconisa de la iglesia de Cencreas. Recibidla en


el Señor de una manera digna de los santos, y asistidla en cualquier cosa que necesite de
vosotros, pues ella ha sido protectora de muchos, incluso de mí mismo”.

Por de pronto, Febe es clarísimamente un nombre inequivoco de mujer. En la mitología, es hija del
Cielo y la Tierra. En Cencreas, puerto de Corinto importante, aparece en Hch 8,18. Hay que saber que para
nuestro tema no afecta de nada pero conviene saberla: es posible según los biblistas que el capítulo 16 no
perteneciera a la carta, sino que es un pegoteado, es decir, sería una carta de presentación de Febe a la
comunidad, donde ella llevaría la carta a Pablo y presenta su carta. Febe es diácono de la Iglesia de Cencreas,
aunque tiene forma másculina, está atestiguado para ser usado por hombres o mujeres. Entonces, dice de ella
que sirvió y favoreció a los creyentes, incluido Pablo; ella sería benefactora, pero no se especifica en qué
consistió su diaconía. Ese tema se continúa en las Constituciones apostólicas.

4.3. 1 Tim 3,11

El texto de 1Tim 3,11 dice: “Las mujeres igualmente deben ser dignas, no calumniadoras, sobrias,
fieles en todo”. La cuestión es saber si ellas son diaconisas –porque se habla de los obispos, luego los
diáconos, y después las mujeres–. Si se ven las traducciones, los traductores interpretan de un modo arbitrario:
la Biblia de América, en general traduce bien, traduce con un posesivo (sus mujeres), siendo una traducción
mala porque el posesivo no existe en el texto griego, porque quiere fijar que son las esposas de los diáconos,
pero es seguro que sean las esposas de los diáconos. Hay una cuestión que debe verse: en el v. 8 hay un
termino que es hosautos (del mismo modo), que aparece igualmente en el v. 11: “las mujeres, igualmente…”.
Eso empuja a pensar que pueden ser diaconisas o esposas de diáconos, siendo un punto discutible, pero es
claro que realiza una enumeración de cualidades. Esta cuestión está abierta y, por ende, este texto no es
concluyente.

4.4. Casos tal vez análogos

El asunto de Junias, en Rm 16,7 dice: “Saludad a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de
prisión, ilustres entre los apóstoles, que descubrieron a Cristo antes que yo”. La tradición ha entendido que es
un matrimonio (Andrónico y Junias), porque es verdad que el acusativo Junian puede ser un nombre de varón
(Junias) o de mujer (Junia), dos nombres que existían. La versión romántica es que sea un matrimonio,
ayudantes de Pablo, siendo posiblemente apóstoles, por ser colaboradores de Pablo. Si uno apreta la cosa, es
bastante más frágil, porque podría ser perfectamente dos varones. En ese caso, serían apóstoles y no habría
una mujer puesta. También dice que fueron compañeros de prisión, donde no es posible que metan a la cárcel
de hombres a una mujer. Este caso no es decisivo desde una mirada más detallada.
En Rm 16,3, Prisca o Áquila solo son nombres de mujeres: “Saludad a Prisca y Áquila,
colaboradores míos en Cristo Jesús”. Es un trabajo mismo, parecido que realiza Pablo.

4.5. Viudas

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Las viudas que se hablan en 1Tim 5, no son todas las que han enviudado (como son las jóvenes
viudas), sino que son aquellas que han sido enviudados, han sido probadas y entran en categoría de viudas:

“Honra a las viudas, a las que son verdaderamente viudas. Si una viuda tiene hijos o nietos,
que aprendan éstos primero a practicar los deberes de piedad para con los de su propia
famiia y a corresponder a sus progenitores, porque esto es agradable a Dios. Pero la que de
verdad es viuda y ha quedado enteramente sola, tiene puesta su esperanza en el Señor y
persevera en sus plegarias y oraciones noche y día. La que, en cambio, está entregada a los
placeres, aunque viva, está muerta. Todo esto incúlcalo también, para que sean
irreprensibles. Si alguien no tiene cuidado de los suyos, principalmente de sus familiares, ha
renegado de la fe y es peor que un infiel. Que la viuda que sea inscrita en el catálogo de las
viudas no tenga menos de sesenta años, haya estado casada una sola vez, y tenga el
testimonio de sus bellas obras; haber educado bien a los hijos, practicado la hospitalidad,
lavado los pies de los santos, socorrido a los atribulados, y haberse ejercitado en toda clase
de buenas obras”.

El catálogo aparece en el v. 9; y el ministerio que cumplen, en el v.10, se refiere a la hospitalidad, en


cuanto que es que le hayan lavado los pies a los santos (cf. 1S 25,41). El lavado a pies, simbólicamente, es
haber servido a otros. Estas viudas han cumplido, entonces, un servicio de hospitalidad. En la Tradición
Apostólica, cuando aparecen en el nº 10, dice que se dedican a la oración.

4.6. Constituciones apostólicas

Las diaconisas que aparecen en este texto son: III,16,1-2; VIII, 26,6; 28,6.

““Elige también [el obispo] (exhortación) una diaconisa (diákonos, que puede ser masculino
y femenino, derivando el artículo) fiel y santa (adj. En fem) para atender a las mujeres. Hay
casa a las que, por causa de los infieles, no puedes enviar un varón diácono para las mujeres.
Así pues, enviarás una mujer diácono, dada la manera de pensar de los malvados. Para otras
necesidades nos valemos también de la mujer diácono. Sobre todo, en la iluminación de las
mujeres, el diácono sólo ungirá con óleo sagrado la frente de aquéllas y, después, la
diaconisa (con artículo femenino) las ungirá (por entero), pues no hay necesidad de que las
mujeres sean observadas por los hombres” (III,16,1-2).

Tienen una función sacramental: ungir. La insinuación es la unción entera del cuerpo, referido al
bautismo por inmersión. En VIII, 28, 6-8.

“La diaconisa no bendice, ni realiza nada de lo que hacen los presbíteros o los diáconos (art.
Masculino), sino que guarda las puertas y ayuda a los presbíteros en el bautismo de ls
mujeres por causa de la decencia. El diácono excluye al subdiácono, al lector, al cantor y a
la diaconisa, si lo requiere el caso, siempre que no esté presente el presbítero. El subdiácono
no tiene poder para excluir al lector ni al cantor ni a la diaconisa ni a ningún clérigo ni a
ningún laico, pues son servidores de los diáconos”.

No tienen una función más sacerdotal: es bendecir, pero no explicta qué. Un elemento que podría
explicar que son parte del clero es que en el canon 15 de Calcedonia dice que las diaconisas deben ser célibes,
incluyendolas en el clero. Ellas desaparecen en el siglo VII-VIII.

4.7. Pablo VI

Pablo VI tuvo intercambio de cartas con el arzobispo de Canterbury, que es el cabeza por antigüedad
entre los anglicanos, en el año 1976, cuando un sínodo anglicano decidió ordenar a mujeres al presbiterado,

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haciéndole ver Pablo VI que sería un obstáculo para el ecumenismo y el diálogo. En respuesta, Pablo VI le
dice:

“Su gracia está, por su puesto, enterado sobre la posición de la Iglesia Católica sobre esta
materia. Ella sostiene que no es admisible ordenar mujeres al sacerdocio, por razones muy
fundamentales. Estas razones incluyen: el ejemplo registrado en las Sagradas Escrituras de
que Cristo eligió a sus Apóstoles sólo de entre los hombres; la práctica constante de la
Iglesia, que ha imitado a Cristo en escoger solamente hombres; y su vida enseñando
autoridad que ha declarado reiteradamente que la exclusión de las mujeres al sacerdocio está
de acuerdo con el plan de Dios para su Iglesia” (AAS 68).

Después vino un documento de cuestiones importantes (15 de octubre de 1976), Inter Insignores,
escrito por la Congregación para la Doctrina de la fe, pedida por Pablo VI, donde retoma lo mismo y trae los
argumentos: la consciencia de la Iglesia, la práctica de Jesús, la consciencia de fe de los discípulos directos, la
objeción de que no es parte de la cultura y la conveniencia práctica de lo antes expuesto (DH 4590-4906). Lo
unico que puede ser nuevo es que se debe probar la teología de Balthasar, sobre que María no entró en el
número de los Doce. Juan Pablo II utiliza esta teología de lo petrino y lo mariano en la Iglesia, donde lo
segundo es primero, y lo petrino está al servicio de lo mariano.

4.8. Juan Pablo II

Juan Pablo II escribio Mulieris Dignitates, del año 1988 (DH 4830ss; nº 26-27), donde aparece la
cuestión que va a reconocer en Ordinatio Sacerdotalis (1994). En el primer documento está el tema del asunto
mariano y el asunto petrino, expresando que viene de H. U. von Balthasar. En el documento siguiente, OS,
aparece una cuestión de las listas de notas teológicas, donde dice que el documento sobre que la ordenación
está reservado a los varones, usa la fórmula de “enseñanza definitiva”. Esa fórmula está entre las categorías,
que son las notas4. Las notas se le llaman a categorías de verdad o error que tienen cierta afirmación, medido
en tanto que cuan necesario es a la revelación recibida (mientras más cercano a la revelación, más necesario).
Para eso conviene recordar Unitatis Redintregatio, documento que trata sobre relaciones ecuménicas. En el nº
11 dice que hay una “jerarquía de verdades”, es decir, que no todas las verdades tienen importancia o
necesidad a la revelación recibida. Estas notas venían del uso.

Positiva Negativa
De fide divina. Error in fide divina
Doctrina formalmente (=explícitamente)
revelada.
De fide divina et catholica (=dogma fidei). Herejía
Doctrina formalmente revelada y propuesta
infaliblemente por la Iglesia.
De fide divina et catholica definita Herejía
(=dogma fidei definitum).
Doctrina formalmente revelada y definida
en juicio solemne (en Concilio Ecuménico;
Papa ex cathedra). La diferencia con la
anterior está en que ésta considera no sólo
el juicio solemne sino también el
magisterio ordinario y universal.
4
Nombre: notas o censuras. También se llaman calificaciones teológicas. Indica el grado de certeza o de error
de una sentencia en relación con la revelación. No hay un solo uso de notas, aquí se propone uno que no es
completo. Las notas tienen que ver con el hecho que: ni todas las verdades son de la misma importancia (cf.
UR11 "jerarquía de las verdades"), ni todos los errores son de la misma gravedad como se ve en los nombres
de los grados de error.

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De fide ecclesiástica (=de fide catholica). Error in fide ecclesiastica.
Doctrina no formalmente revelada pero
conexa íntimamente con una verdad
revelada propuesta por la Iglesia como
cierta, ya sea en un juicio solemne o ya sea
por el magisterio universal y ordinario.
De fide ecclesiastica definita (=de fide Error in fide ecclesiastica
catholica definita).
Como la anterior pero sólo propuesta en
juicio solemne.
Doctrina catholica. Error in doctrina catholica
Doctrina enseñada por el Papa y acogida
por la Iglesia universal pero no propuesta
infaliblemente.
Fidei proxima. Proxima errori in fide
Doctrina aceptada por consenso casi
unánime de los teólogos y enseñada como
revelada al menos implícitamente.
Doctrina theologice certa. Error theologicus aut Sententia temeraria
Doctrina aceptada por consenso casi
unánime de los teólogos como conclusión
cierta de una premisa revelada y de otra no
revelada.
Sententia pia Sententia piis auribus offensiva
Sentencia piadosa. No es necesaria, puesto
que si falta, no sucede nada.

Si se mira, no aparece la enseñanza definitiva. En LG 25 aparece la formula “enseñanza definitiva”,


aplicada a la participación del colegio episcopal en la infalibilidad del Papa. ¿Por qué razón sería que Juan
Pablo II dijo que es “enseñanza definitiva” con respecto a la ordenación de mujeres? No se sabe. Es una
categoría que en algún momento entrará en la lista. Es claro que no se quiere que eso no se mueva, y la
tradición completa lo abala (sobre el presbiterado y, potencialmente, del episcopado), pero eso no lo dice ex-
catedra, lo cual si lo dijera se cargaría todo lo del Vaticano I.

4.9. Clase de argumento de Inter Insignores

¿Qué clase de argumentos aparecen en Inter Insignores? En DH 4590ss. dice:

“La Iglesia no ha admitido nunca que las mujeres pudiesen recibir válidamente la
ordenación sacerdotal o episcopal… La tradición de la Iglesia respecto a este punto ha sido,
pues, tan firme a lo largo de los siglos que el magisterio no ha sentido necesidad de
intervenir para proclamar un principio que no era discutido o para defender una ley que no
era controvertida. Pero cada vez que esta tradición tenía ocasión de manifestarse,
testimoniaba la voluntad de la Iglesia de conformarse con el modelo que el Señor le ha
dejado”.

La pregunta es: ¿qué clase de argumento es “La Iglesia nunca admitió…”? Cuando comienza la
argumentación aparece ese “sentir”, que es un conocimiento cognoscitivo. Entre nosotros prima el uso de
sentir externo (sentidos), pero el término se usa en varias acepciones. Hay un ambito de la vida que es
tecnicamente de la connaturalidad (cf. STh II-II, 45, 2), en que por experiencia de ciertas cosas sabe de esas

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cosas, no por conclusión de algo, sino que tiene experiencia de algo (ej.: tener un amigo en común y se
discute cómo darle la mala noticia, porque todos “sentimos” que le va a doler). El sentir es una cuestión
cognoscitiva; lo que pasaría es que podría malinterpretarse el peso cognoscitivo del sentir. El argumento
primero es el de connaturalidad.

4.10. Grado de la decisión de Juan Pablo II en Ordinatio Sacerdotalis

¿Cuál es el grado de decisión? Lo que dice literalmente Juan Pablo II, en Ordinatio Sacerdotalis, es
que da un dictamen definitivo que, en caso de LG, se refiere a la participación del Colegio en la infalibilidad
del Papa. Para decir eso, dice que algo debe tenerse como enseñanza definitva, en la condición para
preguntarse si tienen la misma infalibilidad del Papa. ¿Qué clase de decisión es esa? ¿Por qué no uso la
fórmula establecida del siglo XIX: “infalible”? Estrictamente no se sabe, pero hubo una pregunta hecha a la
Congregación para la Doctrina de la fe el 28 de Octubre de 1995, respondiendo que esa decisión es infalible,
por lo cual la remite a la otra, y expresamente menciona lo de LG 25; además, eso lo hizo Juan Pablo II en el
ejercicio del ministerio petrino; y también lo hace equivalente a la fórmula ex catedra.

5. Ministerios no existentes y necesarios

5.1. Ministerios que no se ejercen y lo que se ejercen de hecho

Hay algunos ministerios que no se ejercen y otros que se ejercen de hecho. Los que van en tránsito al
prebiterado, ejercen muy poco el lectorado y el acolitado, salvo que en la comunidad ejerza bastante. Eso han
sido ordenados en el intersticio de ordenes, que tienen tradición antigua, donde se dice que se ejercite por un
tiempo y no sin hacer nada. Es un tiempo de ejercicio, no solamente a cumplir. Por otro lado, existen
ministerios que se ejercen de hecho, como en las comunidades parroquiales, que leen de hecho como los
lectores. No es bueno que las cosas sigan así: si los ministerios se ejercen bien, a esas personas se debe ejercer
el ministerio (ej.: del lector). Los que van en transito lo ejerzan. La estructura del cuerpo eclesial no es
solamente clerigos y no clerigos, aunque es verdadera, pero es parte. Lo común que constituye la eclesioogía
de comunión, es decir, los bienes que pertenecen a todo bautizado, vale para todo clerigo y laico. También
dentro del cuerpo de los ministerios laicos, debiese ser conveniente una estructura interna con plazo. Que el
cuerpo eclesial laico no sea una masa indiferenciada. Por ende, se debe levantar el problema que está ahí. En
un eclesiología ganada con LG, lo específico se debe subrayar más y hará notar lo propio.

5.2. Ministerios no existentes oficialmente y necesarios

Los ministerios que quedaron han sido el lectorado y el acolitado, en ese orden por la cercanía del
altar por Pseudo-Dionisio. ¿Qué pasa con los ministerios necesarios pero no son ninguno de los dos? En la
comunidad hay alguien que es ecónomo, administrador del dinero; hay alguien que es ostiario, para saber
quien entró o salió de los bienes; hay un sacristán, que tiene montones de funciones, aunque se reconoce
como responsabilidad, no como ministerio, pero a la larga del diaconado. Que no sean solo una cuestión
funcional externa, sino que tengan un ministerio interior, contribuyendo al cuerpo eclesial laical una cierta
estructura interna.

6. Intento de resumen sistemático

Los sacramentos se pueden resumir en materia, forma, ministro, sujeto y gracia propia, según la
escolástica. En lo que toca a los ministerios eclesiales, la materia es lo externo en la colación del sacramento
(ej: la imposición de manos, la entrega de los instrumentos). Se ha vuelto a la Iglesia antigua que tiene
imposición de mano, de la tradición hebrea, entendiendose que lo indispensable es la imposición de manos,
que se usó antes para transmitir el Espíritu Santo, para la absolución. ¿Qué pasó en la Iglesia medieval? La
gracia y el carácter se da con la entrega de los instrumentos, entendido como materia. Y así a su modo
resepcto a otros ministerios. La forma son las palabras que le dan el sentido y la importancia se ve en que la

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cuestión con los anglicanos con el cambio de la consagración (“Recibe el Espíritu Santo”). ¿Cómo se sabe
que hubo continuidad en las órdenes si no se especificó eso? Un siglo después se asigno algo más definido.
Esto demuestra la necesidad de darle forma a la materia. Todo esto sigue a la tradición apostólica, que fue la
que más incluyó estas cuestiones. El ministro ha quedado que las ordenaciones es siempre el obispo, pero
estuvieron los casos de ordenaciones por parte de presbíteros; no se duda que los documentos sean auténticos.
Eso se dio por la teología de la igualdad del obispo y presbítero. Para los otros ministerios los da el superior
legítimo, por ejemplo el acolitado y el lectorado. En el asunto de los sujetos, la pregunta es ¿cuáles son las
condiciones que debe cumplir el sujeto para ordenarse validamente? Primero, que esté bautizado (condición
para la incorporación cristológica); segundo, que se pida las órdenes para verificar la voluntariedad; y tercero
debe ser aceptado por el superior correspondiente. El efecto son todas las gracias propias del ministerio,
entendiendose en relación con lo que se va a hacer y, por ende, es importante fijar los roles correspondientes.

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