Guìa Al Mundo de Los Sueños

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Peter Kohsimo
GUIA AL MUNDO
DE LOS SUEÑOS

PLAZA & JANES, S. A


Editores
'1

Título original:
GUIDA AL MONDO DEI SOGNI

Traducción de
DOMINGO PRUNA

ÍNDICE

Primera edición: Setiembre, 1973

© Copyright by Edizioni Mediterranee — Roma.


© 1973, PLAZA & JANES, S. A., Editores
Virgen de Guadalupe, 21-33. Esplugas de Llobregat (Barcelona)
Este libro se ha publicado originalmente en italiano con el título de
GUIDA AL MONDO DEI SOGNI

Printed in Spain — Impreso en España


ISBN: 84-01-31046-6 — Depósito Legal: B. 35.114 -1973
PRIMERA PARTE

LA CLAVE DEL COMPENDIO

I. VIAJE EN UNA DIMENSIÓN DESCONOCIDA . . 13


Con un tictac ahondamos en lo ignoto, 15. — El hom-
bre que vivió en menos de un segundo, 18.
II. DINOSAURIOS EN NUESTROS SUEÑOS . . . 24
Cuando veamos caer la Luna, 25. — Las impresiones de
los niños nonatos, 29.
III. TODAS LAS NOCHES VOLVEMOS AL PASADO . . 32
He aquí cuáles son las funciones del sueño, 35. — Los
policías de nuestra conciencia, 38.
IV. UN MUNDO HECHO DE INSTINTOS Y DE RE-
CUERDOS 42
Jamás podremos soñar la realidad, 45. — Recorramos
hacia atrás las sendas de la vida, 48.
V. BAJO LAS TIJERAS DE LA AUTOCENSURA . . 52
Charlie Chan, y el broche de la abuela, 57. — «Profun-
dos como el mar, fríos como el hielo», 60.
VI. LOS SÍMBOLOS DE NUESTROS DESEOS SE-
CRETOS 63
La anatomía revisada y corregida, 66. — ¿Somos todos
VIL ...Y SOBRE LA ALMOHADA UNA VARITA MÁGICA 72
La «asociación», un mecanismo-príncipe, 74. — Transfor-
maciones de personas en otras personas, 75. — Trans-
formaciones de personas en animales o cosas, 76. —
Transformaciones de cosas en personas o animales, 77.
— Traducción de ideas abstractas en personas, animales,
cosas y lugares, 79.
VIII. NOSOTROS, PERSONAJES DE CIENCIAFICCIÓN . 81
Condensación y_ superposición, 82. — Una parte para el
todo, 84. — Alejamiento, 87. — Mimetización, 89. — Tras-
posición, 91. — Deformación y desdoblamiento, 93.
SEGUNDA PARTE

LOS SUEÑOS Y LA PERSONALIDAD

I. NO TE ASUSTES SI «MATAMOS» A PAPA . . . 91


Una zarabanda de luces y de colores, 99. — Del acostum-
brado Edipo a Buffalo Bill, 103. — Desnuda en los peñas-
cos gritaba horrorizada, 107.
II. EL INFIERNO ESPERA A LOS HIJOS DE LA AN-
GUSTIA 110
El mensaje de los «resucitados», 112. — Los grandes pe-
ligros de los juegos prohibidos, 115. — Cambiamos de PRIMERA PARTE
sexo por desesperación, 119.
III. TAMBIÉN MANDRAKE FABRICA «COMPLEJOS» . 124
Se sienten solos en los bancos de la escuela, 126. — No
envidiéis a quien ve el mundo color de rosa, 128. — Lo LA CLAVE DEL COMPENDIO
que ella quisiera ocultar, 134.
IV. LOS MITOS ACABAN TRASTORNANDO LA VIDA . 136
Del arca de Noé a los jardines de Alá, 137. — Visiones fan-
tásticas en el umbral decisivo, 141. — Los primeros es-
pectros de los hambrientos de amor, 144.
V. UNA VENTANA ABIERTA SOBRE EL MUNDO . . 148
¿Y si os ocurriese telefonearos a vosotros mismos?, 150.
Algunas gatas y muchos celos, 152. — Los turbios espejos
de las perversiones, 155.

TERCERA PARTE

LOS MISTERIOS DEL SUEÑO

I. LOS VAGABUNDOS DE LA NOCHE . . , s , 161


Los sueños pueden matar, 163.
II. OBRAS MAESTRAS EN LAS TINIEBLAS . -. * . 167
Quien duerme atrapa peces, 169.
III. CRÓNICAS DE LO INCREÍBLE . » , , - , . 173
En las ondas del pensamiento, 177.
IV. LA MIRADA DE RAYOS X . . . 4 * . . . 181
Se proyectaba más allá del océano, 184.
V. UN RADAR EN EL CENTRO . , -, t s t , 188
Encantamientos escandinavos, 191.

CUARTA PARTE

LA CABALA DEL PSICOANALISTA

LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS 197


DICCIONARIO ONíRICO. , , . , . . 201
•w

VIAJE EN UNA DIMENSIÓN DESCONOCIDA

Una dimensión desconocida, un universo increíble, esto es el


sueño. Es un viaje que hace aparecer mezquina hasta la más apa-
sionante obra maestra de la cienciaficción, que anula el tiempo y
el espacio y se mofa de la realidad. En sueños nos es dado trans-
ferirnos a la más remota antigüedad, hablar con personajes que
existieron siglos, milenios antes de nuestra Era, con protagonis-
tas de leyendas y de fábulas que no existieron nunca. En sueños,
podemos llegar instantáneamente a Nueva York, Tokio, Singapur,
la cumbre del Everest y a las utópicas ciudades marcianas.
Morfeo borra las dimensiones que conocemos y las sustituye
con otras en que las cosas más absurdas se convierten en natura-
les. Dentro de sus límites podemos desdoblarnos, multiplicarnos,
encontrarnos a nosotros mismos. Alucinante y muy significativo es
el sueño de aquel joven autor dramático que se vio sentado en la
platea presenciando la representación de una obra suya y, simul-
táneamente, en el escenario, personificando a todos los protagonis-
tas. De repente se levantó, miró atrás y se dio cuenta de que el
teatro estaba Heno de centenares y centenares de individuos idén-
ticos a él.
Los muertos reviven en sueños y los vivos pueden morir de una
muerte efímera. La inmortalidad puede sernos asegurada en las vi-
siones que quizá muchas otras personas tendrán en el futuro.
¿Qué no podemos hacer en sueños? Podemos volar, hundirnos en
las entrañas de la tierra, comprender a los animales y las cosas y
14 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS» .15

ser comprendidos por ellos. Podemos, desde luego (prodigio no


menor que los otros), «romper con nosotros mismos», con nuestra
conciencia, perpetrar crímenes, llevar a cabo acciones que no come-
teríamos siquiera —nos dicen los estudiosos— en estado de hip-
nosis. Con un tictac ahondamos en lo ignoto
El insigne psicólogo alemán Werner Kemper escribe:
En sueños, podemos desarrollar cualidades que despiertos nos Soñar —es obvio— es consecuencia del sueño. Ahora, ¿por qué
son del todo ajenas; podemos transformarnos en monstruos con mecanismos pasamos del estado de vigilia, o de conciencia, al estado
apariencia humana por afán de poder, por envidia, por deseo de de sueño, que es, teóricamente, un estado de inconsciencia?
venganza, por odio; podemos matar a la persona que más quere- Las teorías al respecto son numerosísimas. Algunos estudiosos
mos de manera muy cruel, a sangre fría, como podemos, por el se apoyan en la influencia de los residuos de los procesos de re-
contrario, reconciliarnos con nuestro peor enemigo. En sueños, nos cambio, otros en la acción de determinadas sustancias (el profesor
volvemos capaces de todos los delitos, de todas las perversidades Kroll creyó haberlas aislado, pero sus experimentos sólo tuvieron
sexuales. ¿Acaso no tenía razón Freud cuando, en su Interpretación un éxito parcial) y otros hablan francamente de una «hormona del
de los sueños, pronosticó: «Acheronta movebo», es decir, «Desen- sueño».
cadenaré el infierno? El profesor R. L. Müller ve la causa del relajamiento tras el
trabajo y de la frescura tras el reposo en mutaciones eléctricas que
¿Acaso no hemos experimentado, en sueños, una intensidad de se producirían en las células y en la sangre, diciéndonos que el or-
sentimientos que nos es desconocida en la vida consciente? ¿Acaso ganismo es semejante a un acumulador, que se descarga por la
no hemos visto extenderse ante nosotros paisajes tan encantado- fatiga y vuelve a cargarse durante el sueño.
res como para transmitirnos una sensación de inefable serenidad, Sin embargo, ya en 1917 pudo establecerse la existencia de un
de sosiego? ¿No hemos conocido situaciones que nos han permitido «centro del sueño» cerebral. Posteriormente, el fisiólogo suizo Hess
gozar de una felicidad profunda, total, de una alegría sobrenatu- logró provocar, con solicitaciones eléctricas en el cerebro, un estado
ral? ¿No hemos sentido la voluptuosidad de la explotación de po- de somnolencia en los gatos, y el hecho de que los animales no se
sibilidades nunca imaginadas, adormecidas en quién sabe qué re- durmiesen de golpe, sino después de varias manifestaciones de
coveco de nuestro ser? cansancio, lo indujo a pensar en dicho centro no como en un «in-
Cuanto más nos adentramos en el reino de Morfeo, más mi- terruptor», sino como en un órgano de coordinación que se com-
lagrosos se nos antojan los fantasmas que lo pueblan. Podemos portaría del mismo modo, adaptándose así al reposo.
revivir en sueños, hasta en los menores detalles, escenas de un El filósofo soviético Iván Petrovich Pávlov, premio Nobel de
tiempo pasado que pensábamos haber olvidado completamente. Re- Medicina, después de haber efectuado largos experimentos con pe-
cibimos, a veces, la inspiración para resolver problemas que hasta rros, observó que también los animales más descansados llegaban
la noche precedente nos parecían insolubles, e incluso logramos a dormirse cuando eran sometidos a estímulos uniformes. Asimis-
captar mensajes telepáticos o, al menos, así nos lo parece. Cuida- mo nosotros, por lo demás, estamos sujetos al mismo fenómeno;
do, sin embargo. Los sueños también pueden engañar, conducir por podemos habernos levantado de la cama en plena forma, pero si
caminos falsos, inducir a errores colosales. nada interviene en distraernos y oímos, por ejemplo, el rítmico tic-
¿Cómo orientarnos, entonces, en un mundo tan lleno de con- tac de un reloj, el tamborileo de la lluvia en los cristales o el tra-
tradicciones, tan caótico? ¿Cómo comprender ese calidoscopio de queteo amortiguado de un tren, no tardamos en someternos al po-
fantasías sensatas e insensatas, serias y ridiculas, profundas y ton- der soporífero de estos ruidos. Pávlov dedujo de ello que el sueño
tas? Detengámonos a meditar, y casi llegaremos a decir con el sobreviene cuando nuestro pensamiento deja de seguir varias di-
poeta y filósofo chino Chuang Tsé: recciones y es desviado por un solo camino. Así concentrado, sólo
fatiga un punto del cerebro y acaba por bloquearlo. Pronto el blo-
Esta noche he soñado que era una mariposa. Pero, ¿cómo puedo queo se extiende a toda nuestra mente, lo mismo que un atasco de
saber si soy un hombre que ha soñado ser una mariposa o una carretera en determinada zona puede provocar la paralización del
mariposa que ahora está soñando ser un hombre? tránsito en un radio de varios kilómetros.
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 17
16 PETER KOLOSIMO

dujo a efectuar una serie de experimentos llevados a cabo con


Pávlov no logró descubrir la «zona cerebral» responsable de pleno éxito. Unos minúsculos hilos de plomo fijados en las proxi-
este fenómeno. El empeño dio resultado al profesor Giuseppe Mo- midades de los ojos permiten controlar los movimientos de las pu-
ruzzi, de Pisa, que anunció en 1958, durante la «Semana neurofi- pilas, registrando en un aparato adecuado las tensiones de los
siológica» de París, la localización del centro del sueño, situado en músculos interesados. Valiéndose de ese instrumento, los dos estu-
la base del cerebro. Se dice que el insigne científico llegó a la diosos observaron a varios sujetos sumidos en el sueño despertán-
conclusión de sus investigaciones observando los efectos produci- dolos cada vez que sus pupilas se movían y preguntándoles si en
dos por una canción de cuna, un «somnífero musical» por exce- aquel momento estaban soñando. Cerciorados de que así era real-
lencia. mente, los investigadores llegaron a la conclusión lógica de que
Con todo, el «mapa del sueño» sigue presentando más regiones cuando soñamos, nuestros ojos siguen la escena como si se desa-
misteriosas que zonas exploradas. El tema es fascinante, pero, des- rrollase en una pantalla panorámica.
de luego, no podemos profundizarlo aquí. A los efectos de nues- Gracias a aquellos experimentos, los dos fisiólogos afirmaron
tro trabajo, lo que nos interesa es comprobar tan sólo, con los par- que cada persona sueña en una noche lo menos 90 minutos en
tidarios de todas las teorías que hemos mencionado, que el sueño total, pero no consecutivos, período que se divide en cinco sueños.
no sobreviene nunca repentinamente. Si nos observamos a noso-
tros mismos, notamos que, cuando estamos fatigados, nos es di- Kleitmann y su ayudante, el doctor Dement, comprobaron ade-
fícil fijar la atención. Los párpados se vuelven pesados, las reaccio- más que algunos sueños pueden tener lugar aunque no se produzca
nes ya no son inmediatas, poco a poco se amortiguan las sensacio- el movimiento de los ojos. Se trata de los llamados «sueños del
nes visuales, oímos cada vez peor y nos sentimos envueltos en una pensamiento», en los cuales no aparecen personas o cosas que se
niebla que, al hacerse cada vez más densa, nos aleja del mundo de muevan. Típicos son los de los ciegos de nacimiento, que sueñan
los despiertos. Y estos procesos se producen aunque creamos dor- voces, ruidos, impresiones táctiles e ideas.
mirnos de golpe, si bien sus «tempos» sean entonces considerable- Los estudiosos trataron de establecer, por consiguiente, qué
mente acelerados. Tenemos, en sustancia, una fase que llamaremos ocurre cuando un individuo no puede soñar, despertando en el
presueño, seguida por el sueño verdadero. momento debido a sus pacientes. Y se dieron cuenta de que, pro-
cediendo así, la necesidad de soñar aumentaba. Es significativo el
Hemos hablado de inconsciencia «teórica», porque la auténtica, caso del señor H. S., que durante la primera noche intentó soñar
la total, sólo es dada por la muerte. El sueño no impide que nues- siete veces, pero al cabo de seis noches sin sueños tuvo que ser
tros órganos continúen funcionando y que las «centrales de la despertado veinticuatro veces para impedir que su cerebro desa-
conciencia» sigan desarrollando su actividad. Pero esta actividad rrollase esta actividad. Al cabo de siete noches, el doctor Dement
ya no es guiada y coordinada, no tiene ya contacto directo con los le permitió descansar tranquilo. Su «período de sueño» total au-
objetos y los sucesos reales. mentó en una hora y veintiún minutos: H. S. recuperaba los sue-
Así, por lo tanto, quién más quién menos, todos llegamos a so- ños perdidos.
ñar. Pese a sostener diversas teorías, los estudiosos del reino de
Morfeo hacía tiempo que estaban perfectamente de acuerdo so- ¿Qué les pasa a las personas a las cuales se les impide soñar?
bre un punto: sobre la afirmación de que todos soñamos, aunque Nos lo demuestra el experimento llevado a cabo por los científi-
no siempre guardemos el recuerdo de las visiones nocturnas. Ya lo cos mencionados con el señor A., hombre cortés, sumiso, un poco
había comprobado el psicoanálisis haciendo recordar a numero- tímido. Despertándole entre sueño y sueño, comprobaron que no
sísimos sujetos que declaraban, convencidos, no haber soñado en pasaba nada en absoluto. El señor A. volvía a dormirse y se des-
absoluto. La ciencia experimental lo confirmó posteriormente, pero pertaba de excelente humor. La interrupción del sueño, por lo
recientemente lo rebatieron tres fisiólogos americanos, el profesor tanto, no le causaba ninguna molestia. La cosa cambió cuando el
Nathaniel Kleitmann y los doctores Aserinski y Dement, los cuales sujeto fue despertado al principio de cada sueño. Ello se hizo du-
llegaron, con sus investigaciones, a una conclusión tan asombrosa rante catorce días seguidos, tras lo cual los científicos, horrorizados,
como importante. hubieron de interrumpir las pruebas: El señor había cambiado to-
Observando a un niño dormido, Kleitmann y Aserinski vieron talmente: manifestaba sin recato el deseo de darse a la orgía,
que sus ojos efectuaban algunos movimientos, delatados por los acometía a doctoras y enfermeras soltando carcajadas, las agarra-
párpados cerrados y, remitiéndose a una teoría suya, pusieron ta- ba brutalmente y pretendía que se desnudaran delante de él. Su
les movimientos en relación con la actividad onírica. Esto les in- personalidad daba muestras de profundo desequilibrio: a una gran
•3.M7
18 FETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DB LOS SUEÑOS 19

excitación seguían graves estados de depresión, el colapso psíquico Haciéndolo, diremos que las materias primas nos son proporciona-
parecía inminente. das por la memoria.
Con ello se demostró que ningún individuo puede mantenerse Nuestra mente, en efecto, registra todo cuanto hemos visto y
en el terreno de la normalidad cuando se ve privado de su serie sentido, siquiera fugazmente. Los recuerdos —nos explica el profe-
de cinco sueños por noche; es más, si esto ocurre durante un es- sor americano Gerard— son constantemente almacenados por las
pacio de tiempo considerable, sobrevienen primero la locura, luego sinapsis, que son por decirlo así los centros de enlace de las células
la muerte. nerviosas. Al meditar acerca de una cosa determinada, no haremos,
¿Por qué? Podemos responder con lo que el psicoanálisis había pues, más que apretar la palanca de un teclado ilimitado y liberar
establecido unos lustros antes. Tínicamente a través de los sueños así del casillero de las sinapsis el recuerdo deseado, más o menos
el hombre puede «descargar» sus aspiraciones irrealizables, sus marcado según la intensidad con que el suceso en cuestión haya
deseos a veces inconfesables (deseos que, al no poderse revelar en sido vivido.
el sueño, rompen la barrera psíquica, manifestándose en la reali- El canadiense doctor Wilder-Penfield compara nuestro centro
dad, como hemos visto en el caso del señor A.), sus frustraciones, de la memoria, una zona no mayor que una pitillera, con una colec-
sus temores, sus «complejos», la formidable tensión que de todo ción de infinitos filmes y bandas sonoras. Pero, ¡ de qué modo cu-
ello se deriva. Desde luego, no quiere decirse que basten las visio- rioso y admirable funciona esa cinefonoteca nuestra! Tocando con
nes nocturnas, pero sin esta «válvula de seguridad la falta de equi- un electrodo más fino que un cabello determinada región cere-
librio psíquico se haría sentir bastante antes, y en forma mucho bral, el profesor americano despierta, en un sujeto sumido en el
más grave. «Todos nosotros, resumamos con Berger, estamos en- sueño, el recuerdo de una melodía, que el paciente se pone a
fermos de algo. A veces, basta una medicina ligera como un sueño cantar con la exactitud de un disco. Si el contacto eléctrico es in-
para curarnos. Pero aunque por sí sola sea insuficiente, siempre terrumpido y luego reanudado, el sujeto empieza de nuevo a en-
puede conducirnos por la vía de la curación.» tonar el motivo, pero no desde el punto en que lo dejó, sino desde
Otra cosa además. Los somníferos se han mostrado muy perju- el principio, como si la invisible banda hubiese vuelto a ser en-
diciales respecto a la materia que estamos tratando, -al igual que rollada.
muchos tranquilizantes. Sería bueno, por lo tanto, evitar aquéllos y El centro de la memoria acumula mucho más material de lo
recurrir a éstos sólo en caso de necesidad, descartando aquéllos que nos parece. Si, por ejemplo, estando de visita en casa de un
cuyo uso hace transcurrir la noche sin sueños. Porque, como hemos amigo, echamos una fugaz ojeada a los libros de su biblioteca,
visto, un «sueño de plomo» no basta. «Matando» los sueños pone- poco después nos parecerá haber olvidado completamente los títu-
mos en peligro tanto nuestro sistema nervioso como nuestra sa- los que hemos leído, pero en estado de hipnosis o bajo los elec-
lud mental. trodos del doctor Wilder-Penfield, repetiremos con absoluta exac-
Los «cinco sueños de Dement» representan el mínimo indis- titud de veinte a cuarenta títulos de aquéllos. Y las sorpresas no
pensable de nuestra ración nocturna, que, sin embargo, suele ser terminan aquí: los mismos electrodos tienen el poder de desper-
mucho más copiosa, formada a veces por una cadena o por una tar, en cada sujeto, minuciosos, exactísimos, todos los recuerdos
sucesión irregular de sueños, cuya duración varía de una fracción de su vida, empezando desde la más tierna infancia.
de segundo a un período del cual aún no se ha podido establecer Los estudios del fisiólogo canadiense no tienen un valor pura-
el máximo, pero que seguramente es considerable. mente teórico: conducen a la comprobación de que no existe una
auténtica pérdida de la memoria. En la mente de quienes olvidan
fácilmente no ha desaparecido el «material de archivo», sino tan
sólo la facultad de acceder a él, lo cual puede suceder por diver-
sos motivos que la ciencia trata incesantemente de profundizar.
El hombre que vivió en menos de un segundo En sueños, esta facultad resulta agudizada, si bien de un modo
que nos parecería absolutamente irracional. Diríase que el cerebro,
no controlado ya, abre por sí solo los cajones del recuerdo, saca
¿Cómo se «concretan» nuestras visiones nocturnas? El verbo es algunos al azar, forma, con elementos extraídos de épocas y luga-
impropio, pero nos servirá para comprender mejor el fenómeno, res muy diversos, un nuevo cuadro, precisamente nuestra fabulo-
que aquí queremos comparar con la construcción de una ciudad. sa ciudad del sueño.
20 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 21

Pero en la disposición de los diferenes edificios, a veces en la variantes en sustancia insignificantes— nos han ocurrido también
iniciación del proyecto arquitectónico, pueden influir factores ex- a nosotros.
ternos u orgánicos. Una mala digestión o la dificultad de respi- Un fisiólogo y psicólogo escandinavo, Bergstrom, relata lo ocu-
ración, por ejemplo, dan lugar con frecuencia a sueños angustio- rrido a un colega suyo que muy a menudo se amodorraba tras una
sos, que pueden ser producidos también por cualquier presión pesada jornada de trabajo y tenía sueños extrañísimos. Una no-
ejercida sobre el cuerpo del durmiente. Ha sido comprobado hace che Bergstrom estaba hablando con él de un ginecólogo alemán
tiempo que varios perfumes dan una determinada dirección a las encarcelado por haber practicado la esterilización a unas muje-
visiones nocturnas y es archisabida la acción de los ruidos. Una res que, después de haber traído al mundo varios hijos, no que-
racha de viento repondrá en escena el huracán visto en un filme, rían seguir teniéndolos. Concluyó defendiendo el proceder de
las gotas que caen de un grifo mal cerrado se transformarán en el aquel facultativo, y pidió su parecer al interlocutor. Y éste, des-
ruido de pasos de un terrible gigante que juraríamos no haber ima- pertando de golpe, jadeó: «¿Por qué has venido aquí? ¡Vuelve en
ginado nunca, pero que en realidad la mente ha sacado de un pol- seguida a África, o acabarás en prisión seis años!»
voriento escondrijo de recuerdos de cuentos de hadas cerrado desde Como de costumbre, el médico estaba amodorrado. Había so-
los días infantiles. ñado que Bergstrom se dedicaba a practicar y a propagar la es-
Observemos a un sujeto postrado por un esfuerzo considerable. terilización, que había sido denunciado, detenido, procesado y con-
Aunque parezca estar despierto, no ve ni oye bien a quienes le denado a seis años de trabajos forzados y finalmente, con ayuda
rodean. Sin embargo, parece ver y oír otra cosa, hablar consigo de algunos amigos, había logrado fugarse, esconderse unas cuantas
mismo, seguir sus propias ideas. Aun antes de dormir o, mejor di- semanas y, tras una larga y dramática caza del hombre, había sa-
cho, haber empezado a dormir. Sueña; ha entrado en la fase de lido del paso embarcando para África, a donde llegó sano y salvo
presueño de la cual hemos hablado. Y ha entrado en ella con la y se dedicó a difundir la esterilización entre los indígenas.
mente impregnada de imágenes, de voces, de sonidos que no per- Y todo ello en el tiempo empleado por Bergstrom para decir:
tenecen ya al ámbito real. El abuso del alcohol y el uso de estupe- «Yo, si fuese el juez alemán, le absolvería. ¿A ti qué te parece?»
facientes producen el mismo fenómeno. Es una cosa lógica, ya ¡El oyente se había dormido inmediatamente antes del «yo» y
que su acción sobre los centros nerviosos es similar a la ejercida despertó cuando el «te parece»!
por la fatiga; se junta tan sólo la exaltación de los centros cere- Un caso análogo fue descrito en 1868 por Alfred Maury. El
brales que, en vez de apartar la atención del ambiente, provoca profesor de Meaux contó que había soñado un sucedido que duró
el delirio. Los lectores quizás hayan tenido ocasión de oír los desa- muchísimos días y que se había visto finalmente arrastrado ante
tinos de algún borrachín que trata en vano de luchar contra los un tribunal revolucionario francés y condenado a muerte. Ade-
efectos del alcohol y vacila, hasta con el pensamiento, entre la rea- más, el viaje en la carreta que transportaba, a través de toda la
lidad y la irrealidad, hasta que la inconsciencia hace presa en él. capital, a los delincuentes al patíbulo fue interminable como los
El estado de cansancio que nos conduce al presueño contiene, preparativos para la ejecución. Luego, cayó la cuchilla de la gui-
pues, elementos susceptibles de contribuir a la formación dé los llotina... y en aquel instante Maury despertó, bañado en sudor,
sueños. El hecho de que estemos ya ausentes del mundo que nos ro- y vio que se había desprendido un barrote del testero de su cama
dea indica que no podemos seguir valiéndonos con lucidez de la y le había golpeado en el cuello. Una fracción de segundo, la trans-
mente, que debemos dejarla proceder por su cuenta, distorsionar currida entre la caída del barrote y el completo despertar, había
las impresiones externas, resumir viejos pensamientos, trasponer- bastado para producir aquel sueño. El psicólogo Pierre Real nos
los, mezclarlos. Es a menudo en la fase del presueño, en sustan- dice:
cia, cuando se esbozan nuestras visiones nocturnas.
Por ejemplo, se dispara un escopetazo cerca de un durmiente,
De diez minutos a media hora. Ésta es en promedio, según los que despierta en seguida. Sin embargo, nos contará el sueño que
estudiosos americanos, la duración de las visiones. Como hemos acaba de tener. Se ha encontrado con algunos amigos en el bar,
dicho, sin embargo, hay sueños que no duran más que escasos ha habido una juerga general y todo ha terminado con un tiroteo.
minutos, a veces muy pocos segundos. La ciencia ha reunido Ese hombre tiene, pues, la impresión de haber tenido un largo
una documentación enorme al respecto. Repasándola, nos encon- sueño, siendo así que había transcurrido poquísimo tiempo entre
traremos ante muchos hechos curiosos que —idénticos o bien con la explosión del escopetazo y el despertar.
22 PETER K0L0SIM0 GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 23

Esto no debe asombraros. Pensad simplemente en ciertos mo- Nos ayudan a conocernos, a vernos «por dentro», a vernos bien, a
mentos de divagación en los cuales a veces os sumís. Y si alguien comprender el origen de ciertas actitudes de otro modo inexpli-
os pregunta: «¿En qué piensas?», respondéis: «¿Yo? En nada.-» cables, a poner a la luz nuestra personalidad, a cuidarla y, por
Sin embargo, con frecuencia se ha desarrollado en vuestro espíritu consiguiente, a seguir el camino más oportuno.
una escena larga, complicada. Habéis imaginado las situaciones
más absurdas, personajes, palabras, respuestas... Y todo esto en
dos o tres segundos. Pero no debe extrañarnos, porque las ideas,
en efecto, son transmitidas como unos impulsos eléctricos cuya
rapidez es notabilísima.

Y ahora, volviendo a nuestra ciudad fantástica, hemos de pre-


guntarnos: ¿Quién es su constructor? Nuestro Yo consciente no,
de seguro, porque es incapaz de actuar, paralizado por el sueño.
Pero si Morfeo lo atenaza, hace evadir a nuestro segundo Yo, aquel
que nosotros encerramos, durante la vigilia, en una profunda
mazmorra: el subconsciente, un señor cargado de instintos atá-
vicos, de herencias desagradables, de deseos, de temores, de cos-
tumbres, de manías que no revelaríamos en absoluto de buena
gana, que insistimos, por el contrario, en no querer confesar si-
quiera a nosotros mismos.
Finalmente, libre en la noche, ese Mr. Hyde, presente en todos,
se desencadena y edifica su ciudad. ¿Es siempre él el responsa-
ble del plan de construcción, aun cuando haya sido influido por
unos factores externos? Algunos científicos creen que sí y nos dicen
que él se vale de tales factores del modo que más oportuno cree,
que los adapta a sus necesidades. Otros propenden a la clasifica-
ción de los sueños en dos categorías: los creados por el incons-
ciente que reflejan su naturaleza y los que no tienen sentido alguno,
que nacen de determinados estímulos (precisamente un ruido, una
presión, un olor o así sucesivamente), de un malestar o de una
enfermedad, de una fuerte impresión recibida en estado de vigilia.
Nosotros pensamos que esta segunda tesis no es de descartar
decididamente, pero nada nos consiente adoptar una clara toma
de posición a su favor, mientras que sabemos, sin asomo de duda,
que el subconsciente actúa en la inmensa mayoría de las visiones
nocturnas. Es, por consiguiente, su actividad la que debemos so-
meter a examen, porque, aunque muy descuidada, es para noso-
tros importantísima, a menudo decisiva.
Esta afirmación inducirá a alguien a pensar en los sueños
inspiradores, proféticos, premonitores. Pero, ¿acaso existen esos
sueños? Francamente, lo dudamos. Y nos proponemos, de todos
modos, referirnos no a ellos, sino a todos los demás, a los sueños
«comunes» que son, además, inspiradores, proféticos, premonito-
res, pero no en una acepción más difundida de tales adjetivos.
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 25

las entradas de las cuevas eran demasiado angostas para que lo-
grase meter la cabeza en ellas, y los asediados se defendían ases-
tando lanzazos a la cara de la fiera enfurecida.
Por muy raro que fuese, el sueño hubiera podido hallar una
explicación en las impresiones dejadas por un filme, por un relato,
por un libro. Pero Frankie tenía cinco años, nunca había visto
películas ni oído relatos propios para «inspirarle» visiones seme-
jantes. Su padre, con todo y quedar un poco perplejo, logró, como
buen seguidor de Freud, estructurar una aclaración «lógica». Un
año después, sin embargo, hubo de sentirse poner la carne de
gallina cuando el crío, hojeando una enciclopedia, puso el índice
sobre una lámina y dijo:
—Mira, éste es el monstruo que soñé.
¡Aquella lámina reproducía un dinosaurio carnívoro!

II

DINOSAURIOS EN NUESTROS SUEÑOS Cuando veamos caer la Luna

Frankie se despertó gritando, y era un grito muy extraño el Hay un sueño —según el cosmólogo francés Denis Saurat— que,
suyo. Ningún niño ni ningún hombre gritan así. Parecía el rugido tarde o temprano, se presenta a la mayor parte de los hombres:
de una fiera al cual se mezclaba apenas algo de humano, una nota el de la caída de la Luna. En un cielo oscuro titilan las estrellas,
de furor, de miedo y de desesperación. el satélite comienza a oscilar, se agiganta y se precipita sobre la
El doctor Porter y su esposa corrieron a la habitación de su Tierra mientras un viento infernal asóla al planeta.
hijo y lo encontraron de pie en la cama, adosado a la pared, con No se trata de un sueño fantástico ni de una premonición,
el puño derecho cerrado como si apretase una lanza, el semblante sino de la reaparición de recuerdos ancestrales, transmitidos in-
descompuesto con una expresión de rabia y de terror. conscientemente por miles de generaciones, igual que las descrip-
El niño miró, atónito, a sus padres y se echó en brazos de la ciones del apóstol Juan sobre el fin del mundo son inspiradas pro-
madre y balbuceó: bablemente en la memoria de lo ocurrido en un pasado muy re-
—Mamá, he tenido un sueño... ¡He pasado mucho miedo! moto, precisamente a resultas de la destrucción de un satélite
El doctor William Porter es un reputado psicoanalista. La visión precedente.
nocturna del pequeño le interesaba, por lo tanto, doblemente, como Hay muchos sueños que retrotraen a los albores de la Huma-
padre y como médico de la psique. Se la hizo contar hasta los nidad, según afirman otros profesores, y la antropología, la pa-
menores detalles, y quedó no poco impresionado por aquella aven- leontología, la arqueología, nos confirman que sus elementos no
tura onírica. son en absoluto fantásticos. Como hemos visto, la visión nocturna
El chiquitín se había encontrado, en sueños, bailando con un del pequeño Frankie Porter parecería pertenecer a esta serie, a
grupo de hombres desnudos alrededor de una gran hoguera en- menos que se la quiera considerar fruto de la casualidad.
cendida al pie de una montaña. La zarabanda precedió a un curioso ¿Guardaríamos entonces el recuerdo de ciertos pensamientos,
banquete, en el curso del cual los salvajes (no hubieran podido de ciertas sensaciones, de ciertos acontecimientos para nosotros
ser definidos de otro modo) se alzaban para ir a buscar comida sin fecha, que nos han sido transmitidos a través de incontables
en un gran montón de carne cruda. De pronto apareció un mons- generaciones? Hasta hace poco tiempo muchos científicos mos-
truo espantoso, y todos corrieron a refugiarse en cuevas abiertas traban un extremado escepticismo al enunciado de esta hipótesis,
en la base de una pared rocosa. El monstruo intentó cogerlos, pero aseverando que el grado de desarrollo de la parte de nuestro ce-
^^"

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rebro donde reside la memoria era tan bajo como para no permi- sobre la tierra firme. Inmediatamente después (pero en la historia
tir la retención de los recuerdos. de la evolución han transcurrido infinitos millones de años) se
Estudios recientes han comprobado, sin embargo, que la edad revela el simio y por fin el sujeto emite unos sonidos guturales
del género humano es superior con mucho a la fijada por los que se truecan poco a poco en un balbuceo. El paciente ha alcan-
seguidores ortodoxos de Darwin. «Por lo demás —observa el pro- zado la fase infantil, de la cual pasa a la del hombre maduro.
fesor Werner Kemper, insigne psicólogo alemán—, la toma de po- Considerando esta posibilidad, podremos llegar a explicar al-
sición de esos incrédulos no parece sostenible. Conocemos una gunas de esas curiosísimas manifestaciones oníricas, sobre las cua-
teoría completa de funciones, en su mayoría de importancia vital, les volveremos, designadas por los estudiosos con la expresión
que hoy van ligadas al desarrollo cerebral, pero que también en déjá vue («ya vista»), manifestaciones que nos dejan desconcer-
las fases anteriores a este desarrollo se desplegaban de modo tados, impresionados y alimentan, hasta en los individuos menos
excelente.» sensibles a la fascinación de lo trascendental, la sospecha de que
Tenemos, además, el «trauma a la insulina», que parece pro- los sueños contengan de veras algún elemento mágico.
porcionarnos la prueba clarísima de que cada uno de nosotros —Llegué a Amsterdam alrededor de las cinco de la tarde —nos
recuerda inconscientemente no sólo los albores de la prehistoria, dice un médico alemán, el doctor Albert Müller—. Era un hermoso
sino también los antecedentes de la multimilenaria aventura del atardecer de verano, y yo, decidido a disfrutarlo, dejé la maleta
hombre en la Tierra. El «trauma a la insulina» se aplica en medi- en la consigna encaminándome a pie hacia el centro. Cuando, una
cina en los casos de esquizofrenia y de demencia precoz. El pa- vez cruzado el puente, recorrí la calle principal, tuve la impresión
ciente es puesto en estado de inconsciencia con una inyección de de conocerla muy bien. No sólo las estrechas callejuelas laterales
hormonas y despertado después con otra de glucosa. Este desper- que no dejan de sorprender a los turistas se me antojaron fami-
tar se produce lenta y gradualmente, y conduce precisamente al liares, sino que me pareció reconocer cada tienda, cada café, tanto
sujeto a manifestar el paso a través de las varias «aberturas a la que, habiéndome quedado sin cigarrillos, traspuse la puerta de
Humanidad». un establecimiento aun antes de darme cuenta que se trataba de
Es sabido que nosotros, durante los nueve meses de gestación, una expendeduría de tabacos.
«sintetizamos» las más importantes fases de la evolución vividas »Me paseé por la ciudad, a lo largo de los canales que los ex-
por nuestros lejanísimos antepasados. Por breve tiempo la criatura tranjeros encuentran a primera vista todos iguales, y de pronto
que va formándose posee las agallas de los peces, antes de pasar me asaltó una idea que me dejó aturdido: "Ahí, en la esquina,
a la respiración pulmonar; luego adquiere el rabo del abuelo si- —dijo 'algo' en mi cerebro—, hay un hotel acogedor y tran-
miesco, para perderlo antes del nacimiento y muchos órganos más quilo. Tal vez podré tener la habitación del primer piso, que da
se forman y se transforman desapareciendo en gran parte para al patio y que es muy cómoda." Un pensamiento trivial, ciertamen-
hacerle ver la luz como Homo sapiens. te... pero para quien se hubiese alojado ya en aquel hotel. No
Bajo el influjo de la insulina y de la glucosa, reasumimos para uno que, como yo, no había estado nunca en Holanda.
mucho más detalladamente la misma historia. A la primera in- «Encontré el hotel, exactamente como me lo había imaginado,
yección, el paciente parece muerto y ni siquiera manifestaciones desde el largo pasillo hasta la angosta escalera con una alfombra
vitales primarias, como el latido del corazón y la respiración, pue- roja. Sólo la estancia era diferente. Pero la mañana siguiente, al
den percibirse sin el auxilio de unos instrumentos apropiados. bajar, vi una puerta entornada, eché un vistazo dentro... y reconocí
Después del inicio del suministro de glucosa se consigue una mí- la habitación que había esperado tener.
nima intensificación de las funciones. El sujeto está en la fase »De vuelta en Alemania, conté a mi familia lo que me había
en que, millones de años atrás, brilló un tenue resplandor de con- ocurrido encontrando un poco de asombro y mucha incredulidad.
ciencia, pero no está en condiciones de concebir el más pequeño Pero la noche que repetí el relato en casa de mis padres, sin dar-
pensamiento, ni siquiera de soñar. me tiempo a añadir detalles, mi abuelo exclamó, admirado: " ¡ Ese
Unos minutos más tarde se observan señales de vida: lentos, hotel es el 'Ambassade', en el número 349 de la Herengracht! Y la
leves movimientos de los brazos y de las piernas, que recuerdan habitación de la cual me hablas es la que yo solía ocupar cuan-
los de la natación, j Nuestro ser primordial se ha vuelto pez! Siguen do paraba en Amsterdam!"
otros gestos de los cuatro miembros y he aquí a la criatura tor- «Entonces recordé que había visto antes de entonces aquellas
nada anfibia salir del mar, intentar los primeros, inciertos pasos calles, aquel hotel, aquella estancia, que había "previvido" ya mi
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nos proporciona una demostración convincente de la veracidad del


aventura en Amsterdam. Y todo ello en un sueño que había tenido
cinco o seis años antes. aserto.
Esta transmisión de recuerdos del abuelo al nieto (los episodios En el caso de J. Kinsey, la explicación es elemental. Tengamos
análogos se cuentan por millares) tiene, sin duda, algo de fantás- presente que en sueños se manifiestan temores y deseos. Ahora,
tico, pero al menos cabe intentar intuir una solución, cosa que se ¿qué ingeniero no teme que un puente sea construido en un lugar
torna aparentemente mucho más ardua con otro tipo de déjá vue, inadecuado y se derrumbe y no espera que los obreros se salven?
cuando nos hallamos ante paisajes, personas, situaciones que es- ¿Cual no sueña, antes o después, una y otra cosa? En cuanto al
tamos ciertos de haber conocido en un sueño y que excluyen la paisaje y al rostro del ayudante, la panne de la memoria es más
eventualidad de una transmisión de recuerdos. evidente que nunca. Todas las obras de un sector determinado tie-
—Me encontraba en Sudáfrica —cuenta el ingeniero británico nen elementos comunes (como los tienen, por lo demás, todas
J. Kinsey—, y una mañana me dirigía, a través de la selva, a un las fábricas, todas las oficinas, todas las casas, y así sucesivamen-
río sobre el cual se estaba construyendo un puente. El lugar es- te). ¿Y acaso no nos ocurre también, aun despiertos, observar, por
cogido por los responsables no era el ideal, pero yo nunca había ejemplo, que el señor X se parece a David Niven y la señorita Y a
pensado en un desastre. Pero cuando desemboqué en una expla- una ex compañera de escuela nuestra, aunque, en realidad, tal se-
nada herbosa, «supe» de improviso que el puente se derrumbaría. mejanza sea muy vaga o no exista en absoluto? ¡ Imaginémonos por
No era un presentimiento; estaba reviviendo en la realidad una tanto qué «fundadas» confrontaciones podemos efectuar con imá-
escena vivida ya en sueños: el calvero, los árboles abatidos, los dos genes que se nos aparecen en sueños!
barracones... todo me era familiar, hasta el rostro del ayudante
que vino a mi encuentro. «Me temo que eso no va a aguantar»,
le dije. En aquel momento, el puente empezó a ceder... y se vino
abajo unos minutos después, cuando el último obrero llegaba a
la orilla, afortunadamente sano y salvo como sus compañeros. Las impresiones de los niños nonatos
I Aquello también lo había soñado!
Aquí traspasamos ya las fronteras de los sueños proféticos,
de los cuales, sin embargo, nos ocuparemos más adelante, pero Dejemos los engaños del «ya visto» y volvamos a los recuerdos.
tenemos todos los elementos del déjá vue, elementos que nos dan Consideremos una serie de ellos menos alucinantes que las visio-
escalofríos aunque no haya de por medio ningún desastre; cuando, nes ancestrales, pero igualmente pasmosa: la que se refiere a la
por ejemplo, atravesamos alguna zona cualquiera y tenemos la memoria prenatal. Algunos investigadores niegan que semejante
impresión clara de haber estado ya en ella, aunque jamás en el memoria esté aún viva en nosotros o, al menos, en nuestro sub-
pasado la hayamos visto y cuando quedamos atrapados en una consciente, pero el psicoanálisis ha demostrada del modo más
situación que nos parece haber vivido, pese a ser una experiencia evidente (y tendremos ocasión de comprobarlo perfectamente
del todo nueva para nosotros. más adelante) que el hombre adulto tiende a menudo a rehuir
las dificultades que se le presentan refugiándose, en sueños, a
¿El mundo de los sueños puede, por lo tanto, traspasar las lugares que simbolizan el regazo materno.
fronteras del futuro?
También otras ciencias, por lo demás, contribuyen a apoyar la
No. El ilustre investigador del cerebro Wilder-Penfield ha pues-
tesis de los «detectives de la psique». Hay, en suma, una buena
to el misterio al descubierto declarando que las impresiones en
dosis de verdad en las afirmaciones de esas madres que, conven-
cuestión son debidas a una pequeña panne, a una especie de corto-
cidas, explican el desasosiego de su niño con frases como: «Viví
circuito en el centro de la memoria. Cualquier cosa que pensemos
un período agitadísimo cuando estaba en estado interesante...»
o hagamos, inconscientemente, fulminantemente, es confrontada
«Son las preocupaciones que tuve durante el embarazo...» «Antes
con los recuerdos de una pretérita situación análoga, que puede
de que naciese, yo estaba nerviosísima...»
perfectamente haberse producido en sueños. «Así es ahora —nos
dice la memoria— y así en cambio ha sido.» Pero basta con un pe- La existencia de una correlación directa entre el estado de
queño trastorno para desviarnos, para hacernos, en cambio, con- ánimo de la futura madre y el temperamento de la criatura que
cluir: «Justo como es ahora, ha sido ya.» Tal trastorno puede ser lleva en las entrañas no ha sido hasta ahora plenamente demos-
provocado por Wilder-Penfield en cualquier paciente suyo, lo cual trada. Es un hecho, sin embargo, que vemos el corazón del em-
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brión acelerar los latidos cuando la gestante es presa de una Y éste resolvió el enigma, descubriendo que la madre de su
fuerte emoción o está asustada. En el momento que una mujer paciente, mientras viajaba en autobús durante el embarazo, fue
se sobresalta, una de sus glándulas introduce adrenalina en la cir- arrojada al suelo por un brusco frenazo. El sujeto, por consiguien-
culación sanguínea. La adrenalina estimula la actividad cardíaca, te, reaccionaba a una sacudida nerviosa registrada meses antes de
y a través de la placenta llega también a la circulación del niño su venida al mundo.
provocando la misma reacción. Una simple reacción química, de Muchos psicólogos de valía nos refieren comprobaciones análo-
acuerdo, pero, ¿qué sabemos de sus consecuencias? gas añadiendo que algunas personas reviven manifiestamente, en
sueños, traumas prenatales. Sintomático es también el caso de dos
Podemos dudar del hecho que el estado de ánimo de la madre chiquillos suecos que desde su más tierna edad tenían un terror
ejerza una influencia en el niño nonato —observa el gran psicólo- irrazonable de los viajes de bajada en ascensor. Cuando estuvieron
go y sexólogo británico Eustace Chesser— sólo si creemos en la en condiciones de expresarse de modo comprensible, hablaron de
existencia de una neta línea de separación entre cuerpo y psique. sueños periódicos en los que dominaba la idea de una angustiosa
Pero cuanto más progresa la ciencia médica, más nos demuestra caída seguida por una brusca parada, y no fue difícil descubrir que
que factores psíquicos pueden provocar trastornos físicos y vi- sus madres, durante el embarazo, habían resbalado, una sobre
ceversa. hielo y la otra en casa mientras hacía la limpieza.
Si durante el embarazo la madre se encuentra en un estado El profesor Werner Kemper nos dice que reunió la documen-
de miedo o de desesperación, podemos considerar con razón que tación de veinte sueños muy significativos al respecto, entre los
semejante estado influye en su físico y repercuta en la criatura, cuales había los de dos niños que por supuesto no podían haber
que está íntimamente vinculada a ella. Pese a no estar en condi- recibido informaciones detalladas acerca de la gestación. Y, sin
ciones de descubrir lo que ocurre en la psique del niño, debemos embargo, en sus visiones nocturnas volvían a la vida uterina, ex-
contar con efectos desfavorables. perimentando de nuevo sus sensaciones. Pero hay más: uno de
»A partir de determinada fase de su desarrollo, él nuevo ser los sujetos (una niña de cuatro años) había reproducido el ambien-
posee sin duda una psique. No tiene consciencia en el sentido co- te con un cuadro que representaba una exactísima descripción
rriente de esta palabra, pero tampoco es considerado a la medida anatómica.
de una forma inferior de vida. No es cierto que la capacidad de Será oportuno subrayar que los sueños de «retorno al naci-
percepción se establezca en el instante en el cual la criatura ve miento» (representado por el refugio en lugares angostos, cálidos
la luz, justo como si se girase un interruptor. Hay innumerables y confortables, pero más aún por las agradables sensaciones que
grados de consciencia, y la que nosotros conocemos sólo incluye provendrían de la estancia de un ambiente similar) no deben
una parte infinitesimal de la vida de nuestra psique. Pensamos alarmar, a menos que se produzcan con frecuencia. En este caso
que un hombre dormido no tiene consciencia, y sin embargo pue- denotan una personalidad muy débil, un excesivo temor de las
de tener pleno conocimiento de un sueño. Al despertar, tal sueño adversidades, una impresionabilidad morbosa, con otras tenden-
puede ser olvidado, pero también quedar vivo en la memoria o cias poco simpáticas que, si no se corrigen, pueden conducir a
en el subconsciente por quién sabe cuánto tiempo. graves desequilibrios.

Existen muchos apoyos convincentes a la teoría de Eustace


Chesser. Hay, por ejemplo, ciertos temores propios de personas
adultas, que indudablemente tienen origen en el curso de la vida
uterina, como ha podido establecer la hipnosis. Recordemos aquí
la sensación de angustia que sobrecogía a cada sobresalto a un
conocidísimo científico, obligado a recorrer largos trayectos en
automóvil para cumplir sus deberes profesionales. Al principio
creía que se trataba de tensión nerviosa, pero, al observar que
tras una temporada de descanso la cosa se repetía, hasta el punto
de exponerlo a graves accidentes, recurrió a un especialista de en-
fermedades nerviosas, quien lo dirigió a un psicoanalista
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 33

Dan (otro vagabundo) que, sonriente, tenía junto a mi boca su


bastón, del cual salía precisamente un chorrito de whisky. Sin dar-
me cuenta, me puse a chupar, pero el chorro era demasiado fuer-
te y el licor me rebosaba de la boca. Me sentí todo mojado y des-
perté. Dixie Dan había desaparecido. Me vi rodeado por un grupo
de señores vestidos de etiqueta que, riendo, me hicieron levantar
y me llevaron con ellos al pueblo, alegres y cordiales. Pronto me
encontré a mis anchas entre ellos, y noté que ya no llevaba mis
harapos, sino que vestía de frac. Alguien me dijo que estábamos
invitados en casa del alcalde y, efectivamente, cuando llegamos se
estaba celebrando una fiesta. Yo tenía un hambre terrible (en
realidad llevaba veinticuatro horas sin comer) y procurando no
hacerme notar, me zampé un plato entero desasado frío y muchas
porciones de tarta de frambuesa. Pero, mientras devoraba el pos-
tre, me di cuenta de que un agente me estaba observando. Con
terror me percaté de que volvía a llevar puesto mi traje sucio v
III harapiento. El oficial intentó golpearme con un manojo de es-
pinos que empuñaba, pero se acercó una señora con una diadema
en el pelo y una cinta en torno al cuello, que riñó al oficial y
TODAS LAS NOCHES VOLVEMOS AL PASADO lo echó.
Es perfectamente normal —observará alguien— que un hombre
hambriento sueñe con hartarse, como un sediento con beber y un
¿Qué habrá sido de Peter the tramp, «Perico el vagabundo», individuo atormentado por necesidades sexuales con satisfacerlas.
con su barba larga, su sombrero desfondado, su traje hecho jiro- Desde luego es natural, pero no siempre las necesidades humanas
nes, el hatillo colgado de un bastón? Era el protagonista de viejas se presentan, en el reino de Morfeo, de una manera tan evidente.
historietas de dibujos americanas, siempre de viaje a lo largo de Muy a menudo, por el contrario, son «mimetizadas». Sólo aquellas
las vías de las grandes líneas trascontinentales o agarrado bajo consideradas inocentes por quien sueña se reflejan en las visiones
el vagón de un mercancías, siempre perseguido por policías, perros nocturnas sin ser deformadas, y tampoco ésta es una regla general.
y amas de casa a las que intentaba robar los guisos puestos a En el caso de nuestro vagabundo, de todos modos, podría pa-
enfriar en el alféizar de la ventana, siempre hambriento. Dormía y recer superfluo recurrir al psicoanálisis, pero no esiasí. Para darnos
soñaba en casi cada historieta, Pete the tramp. Dormía roncando cuenta de ello debemos ante todo tener presente que la natura-
con una serie de Zzzzz y soñaba pollos, bistés y pasteles. leza de los sueños es doble, con poquísimas excepciones, o sea
Quizá se acordó de este personaje el psicoanalista doctor Weiss, que cada visión posee un contenido cabal o manifiesto, identifi-
cuando, con objeto de coleccionar material para sus estudios so^ cable en el relato que puede ser efectuado por el sujeto (por ejem-
bre la función protectora y compensadora de los sueños, decidió plo: «He soñado que apuñalaba a una mujer»), y un contenido la-
interrogar también a un profesional de la miseria ambulante. Como tente cuyo análisis revela el verdadero significado del sueño (soñar
fuere, halló pollos, bistés y pasteles en sus historietas nocturnas, que se apuñala a una mujer denota el deseo de poseerla).
aunque no sobre el fondo blanco propio de las visiones del Ahora bien, el contenido manifiesto de la aventura irreal del
buen Pete. vagabundo puede ya parecer elocuente, pero no saca a la luz más
He aquí, por ejemplo, un sueño «típico» del vagabundo entre- que la mínima parte de cuanto se agita en él. ¡ Qué horizonte nos
vistado: abre, en cambio, el análisis del contenido latente!
—Me había echado a dormir detrás de un matorral, cuando Tampoco aquí faltan los estímulos externos, no determinantes,
sentí algo que me mojaba los labios. Pasándome la lengua bajo pero capaces de hacer que el caso tome una cierta dirección: una
los bigotes, me di cuenta de que se trataba de whisky. Entreabrí gota de agua caída de una hoja sobre los labios del durmiente y
los ojos, sin despertarme del todo, y vi de pie, a mi lado, a Dixíe transformada en buen whisky por el diablillo de los deseos y el
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suelo húmedo de lluvia reciente que da al sujeto la sensación de padre creció. «No he hecho nada malo —se decía el niño no en-
estar empapado por el licor. contrando ninguna falta grave en su comportamiento— y he sido
Pero vamos a la interpretación del sueño, habida cuenta de castigado precisamente por él, que es mucho más malo que yo
los detalles facilitados por el sujeto al doctor Weiss, indispensables y hasta trata de matar a mamá.»
para el éxito del análisis. He aquí, pues, esclarecida la última parte de la aventura
El bastón era en realidad una porra con la cual habían ate- irreal de Pete que pone de relieve los recuerdos de las varias in-
morizado muchas veces al barbudo (lo llamaremos Pete). La porra tervenciones de la madre para evitar al niño reprimendas demasia-
pierde su significado amenazador y se transforma en un dispen- do violentas, y el fuerte trauma causado por la «visión prohibida»
sador de felicidad (whisky). También el policía que la empuñaba infantil (la señora luce la diadema de la bondad, de la nobleza
cambia de aspecto y se convierte en Dixie Dan, un amigo, que de ánimo, y lleva una cinta alrededor del cuello para tapar las
luego desaparece, como desaparece el traje andrajoso del soñador. huellas del «estrangulamiento»). El subconsciente, por último, jun-
No olvidemos que Pete chupaba la punta del bastón. Esta ta estos detalles, pertenecientes a la esfera de la sexualidad, con
acción expresa el deseo inconsciente de abandonar la vida trashu- los deseos sexuales del vagabundo, y por esto el padre de Pete em-
mante, de volver a la infancia despreocupada (de chupar, es decir, puña un manojo de espinos. Las hojas son un símbolo de femi-
del seno materno) e inmediatamente después el anhelo secreto neidad, las espinas denuncian obstáculos que se oponen, para el
de Pete asume unos contornos bien definidos: ser un hombre vagabundo, a la consecución de una relación amorosa satisfactoria.
normal, no volver a tener que temer a policías y porras, ser acogido
por el prójimo en un plan de igualdad (cordialidad, alegría común,
invitación a la fiesta), elevarse (el frac), gozar la estima de los
superiores, de las autoridades (la participación en la fiesta del
alcalde). He aquí cuáles son las funciones de los sueños
Nuestro vagabundo no se mata el gusano del hambre en sueños
con un panecillo, sino con platos exquisitos, que representan un
premio a su resurgimiento social. Sin embargo, come a escondidas, Del análisis de la visión nocturna de Pete se desprenden, cla-
con lo que expresa el miedo de no llegar a la meta, de seguir siendo ras, las tres funciones principales de los sueños:
considerado un vagabundo, de no poder ocultar su pasado (desapa- — Proteger el sueño;
rición del frac, sustituido por los harapos usuales). — Conducir a una imaginaria satisfacción de los deseos;
Y he aquí que entra en escena el agente. ¿Quién es? El padre — Hacer surgir (sea a través de una cruda revelación o por
de Pete. Era, en realidad, un empleado de Banco, pero el progeni- medio de una ficticia superación) los miedos inconscientes,
tor suele aparecer, en sueños, como una persona de reconocida los problemas, los conflictos internos, los «complejos» y
autoridad (un rey, un oficial, un policía, un profesor y así sucesi- todo cuanto está vinculado con ellos.
vamente). Con la severidad que en realidad le era propia, querría Los sueños, por lo tanto, no son extravagantes galopadas de
pegar a su hijo, pero interviene la madre, con ropas de gran se- la mente incontrolada en un mundo inexistente, ni mensajes que
ñora, que evita a Pete el castigo inmerecido. nos envía quién sabe qué poder sobrenatural, sino que son parte
Las explicaciones parecían haber terminado, pero hay más. de nosotros mismos, más aún, son nosotros mismos. Freud advier-
Está el famoso «complejo de Edipo», con un trasfondo meramente te que somos plenamente responsables tanto de nuestros sueños
sexual. Ello se transparenta ya vagamente del simple relato del «malos» como de los «buenos». Intentemos negarlo y la existencia
sueño, pero para verlo claro hace falta saber algo acerca de la se preocupará de demostrarnos lo contrarío.
infancia del sujeto. Interrogado, Pete revela que, espiando a sus Un solo sueño puede bastar para bosquejar nuestra personali-
progenitores en la intimidad cuando él no tenía aún ninguna no- dad, para poner de relieve hasta las facetas que no podemos o no
ción concerniente al erotismo, sufrió una impresión tremenda, queremos ver (el de Pete es muy elocuente al respecto). Lo más
convencido de que su padre estaba maltratando a su madre, que frecuente, sin embargo, es tener que examinar varios sueños
intentaba estrangularla. Más tarde, el chiquillo fue sorprendido para llegar a tanto y hace falta conocer ese mecanismo, que aquí
mientras jugaba «al doctor» con una amiguita y su padre le dio no podemos por supuesto estudiar a fondo, pero que siempre
una azotaina despiadada. Desde aquel día, el odio de Pete por su será útil exponer a grandes rasgos.
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En el primer capítulo hemos comparado el sueño con una Pero en este punto viene a atormentarnos de veras una duda,
ciudad edificada por el subconsciente, que extrae las materias pri- y grande, además. Visto que las fantasías de los sueños ocultan
mas del almacén de la memoria. Veremos ahora con qué crite- verdades desagradables y comprobado que tales fantasías repre-
rios opera el asombroso arquitecto y de qué material específico sentan la regla, no la excepción, ¿debemos considerarnos todos un
se sirve. Al hacerlo, nos adentraremos cada vez más en el reino poco anormales?
de Morfeo y, al mismo tiempo, comenzaremos a sondear el abis- Ciertamente. ¿Quién, con todo y pretenderse plenamente sa-
mo de la personalidad. tisfecho de su vida, puede afirmar sinceramente no ser tortura-
Ante ciertas extrañísimas visiones nocturnas que parecen no do por deseos, temores, dilemas secretos? Pero esto no debe asus-
tener absolutamente nada en común con nosotros y con nuestra tarnos en absoluto. También de esas espinas, del modo como acep-
existencia, o ante otras originadas por un estímulo externo o por tamos su presencia, las suavizamos o las eliminamos, está for-
un malestar, muchas mentes tendentes a un extremado racionalis- mada nuestra personalidad. No existiría si no existiesen conflic-
mo se preguntan si no es posible que el sueño sea, en realidad, tos. Si no tuviésemos ningún problema, si aceptásemos de buen
un insensato vagabundeo del espíritu y que algunas de sus refe- grado todo cuanto nos es dado y no tendiésemos a más, seríamos
rencias a la realidad sean puramente casuales. unos deficientes totales.
Para algunos sueños quizá pueda ser así, pero si ello fuese vá- Y ahora, basándonos en las dosis de realidad y fantasía pre-
lido en cada caso, el psicoanálisis no tendría modo de «leer en el sentes en las visiones nocturnas, demos el primer paso en el es-
pasado» y la psicoterapia no podría apuntarse ningún logro. bozo de una diagnosis de la personalidad, miremos a la luz de los
Pero, ¿por qué, entonces, el curioso arquitecto opera con cri- clásicos «sueños de las tres muchachas» (Lemaitre), teniendo pre-
terios tan complicados? Porque —lo hemos visto— tiene tres im- sente que las deducciones no se aplican tan sólo a la esfera sen-
portantísimos cometidos que no podría cumplir de otro modo, sual. Tenemos, pues, tres dieciochoañeras que llamaremos Alba,
dado que nuestro Yo consciente se lo impediría. Si el sueño fuese Bruna, y Clara, todas de buena familia, todas enamoradísimas de
una copia fiel de la realidad, no protegería el acto de dormir (Pete un jovenzuelo que, desgraciadamente, no conoce sus sentimientos.
el vagabundo, por ejemplo, no hallaría reposo si su hambre, su
cansancio, sus apuros se reprodujesen tal como son en las visio- ALBA sueña que está a solas con el joven en un calvero. Lo
nes nocturnas), no conduciría a la satisfacción imaginaria de la provoca, se hace perseguir, lo rehuye, se esconde y es alcanzada;
mayor parte de nuestros deseos, no resolvería ningún conflicto. se rebela a su abrazo, protesta, luego la resistencia disminuye
y cesa. Aquí el sueño refleja, pese a trasponerlo y condensarlo, el
Los deseos que más nos acucian son efectivamente aquellos a comportamiento normal, de suerte que es indicio de equilibrio, de
cuya realización se oponen principios morales, religiosos, o inclu- seguridad, de falta de temores y pudores exagerados. El hecho
so solamente el buen sentido o el temor y a veces no somos de que la visión se repita con variantes no sustanciales, aunque
cabalmente conscientes de ellos, porque no nos atrevemos siquiera intervengan otras menos claras, delinea la imagen de una perso-
a pensarlos. Sin embargo, el subconsciente los conoce perfecta- nalidad sana, equilibrada.
mente. No está dominado por nuestros principios, por nuestro
buen sentido, por nuestro miedo, pero puesto que forma parte de BRUNA sueña que hace al amado incitaciones mucho más au-
nosotros, hemos de tenerlo en cuenta. Y así llega a un compro- daces. En la playa, un tirante del bañador le resbala y ella lo
miso: satisface sus anhelos por caminos oblicuos, de un modo deja resbalar; desde la piscina le telefonea frases alentadoras (la
que no puede ofendernos ni alarmarnos. Actúa, en suma, un poco piscina, el agua y el teléfono son aquí símbolos claramente se-
como esos caballeros que, poseídos por el demonio del juego e xuales) y en una estancia extraña se desnuda. Las visiones son
imposibilitados, por varios motivos, de entregarse a él, desaho- de una evidencia brutal: la chica haría bien con poner mucho
gan su pasión sobre los boletos de las quinielas del fútbol. cuidado, porque es esclava de los instintos, incapaz de contenerse,
carente de inhibiciones, propensa a conseguir lo que le apetece
En lo que concierne a temores, problemas, «complejos», el sin excesivos escrúpulos.
subconsciente aplica el mismo sistema. ¿Acaso no hay siempre CLARA sueña vuelos nocturnos, castillos, dragones, iglesias,
un deseo de por medio? Tememos a una persona, y, por lo tanto leones con el rostro de él, a menudo escenas tan fantásticas como
deseamos, poder con ella; si una situación nos pone en apuros, pavorosas. Demasiados símbolos, demasiadas luchas interiores.
deseamos superarla, y si una duda nos atormenta, deseamos acla- La personalidad queda sofocada entre timidez, debilidad, falta
rarla. de sentido de la realidad y perplejidades de todas clases. A esta
M*

38 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 39

muchacha, una visita al psicoanalista no la perjudicaría en ab- ha abandonado por primera vez a muestras de afecto con el no-
soluto. vio. No ha pasado nada grave: un par de caricias y un beso apa-
sionado. Lilly, sin embargo, ha recibido una educación muy se-
vera. Se siente culpable, y su «complejo de culpa» se manifiesta
precisamente con la agitada aventura onírica.
—Si la gente supiera lo que he hecho —se dice Lilly— me des-
Los policías de nuestra conciencia preciaría, me odiaría, me perseguiría.
Y el sueño traduce en imágenes dramáticas esta consideración
que podía haber sido formulada también sólo en el subconsciente,
Faros que rompen la noche, sirenas de coches, pasos, voces o sea sin que Lilly se diese cuenta. La chica se convierte en una
ahogadas... Lilly, aterrorizada, se arrima a la pared en el siniestro criminal y «la gente» se transforma en un ejército de policías que
callejón oscuro. La buscan a ella. Todos la persiguen, la obligan le dan caza. Busca refugio en casa del abuelo, pero es rechazada,
a huir, a esconderse, a huir de nuevo. ¿Hasta cuándo? Lilly siente y esta escena refleja otra ilación suya: «El abuelo era muy bueno,
que la tenaza se cierra, que la situación se hace desesperada. Sabe dispuesto a defenderme y a protegerme, pero era rigurosísimo en
que es culpable, que ha cometido un delito espantoso, un crimen lo tocante a moral y jamás me habría perdonado lo que he hecho.»
que no merece piedad. Pero ¿cuál? La muchacha hurga desespe- Finalmente, Lilly llega al chalet de su infancia. Desea volver a
radamente en la memoria, pero no logra recordar. Ha ocurrido la misma infancia, a un período despreocupado, feliz, en el cual no
algo terrible, algo... algo... existían para ella problemas atormentadores. Busca a su madre,
Por un instante tiene la impresión de estar cerca de la solu- pero no la encuentra, porque el subconsciente le dice que en aque-
ción de ese alucinante misterio, pero luego todo vuelve a confun- llas circunstancias no encontraría siquiera a su madre para con-
dirse en su mente. Y ha de ponerse a huir otra vez. Los policías solarle. Entonces se refugia en el único lugar donde nadie podrá
la han descubierto y le pisan los talones. Lilly echa a correr, y hallarla, reprenderla, dañarla: en el regazo materno representado
la ciudad cambia de aspecto. Allí, en la esquina, está el cine de por la gruta.
siempre, pero los grandes almacenes ya no están y en su lugar ¿Un sueño curioso, extraordinario? En absoluto. Todos hemos
hay un lago, el lago de montaña que ella había visto unos años vivido sucesos oníricos semejantes, todos nosotros, en los mo-
antes, durante una excursión. Luego, ve la Via Véneto, precisa- mentos de mayor miedo, de mayor desconsuelo, hemos vuelto en
mente la de Roma, y Lilly corre rozando los veladores de los ca- sueños a la entraña materna simbolizada por una gruta, por un
fés, las columnas de los pórticos de la Plaza del Duomo de Milán, nicho, por una camilla, por otros incontables lugares estrechos,
los muelles del Sena parisiense, una fuente de Turín, las murallas acogedores y seguros.
de un castillo dibujado por Walt Disney. Y ésta es la versión onírica de una exclamación que se les
Después ve una calle que le es muy familiar. Lilly llama, de- escapa a muchos en las fases más críticas de la vida «¡Oh, si no
sesperada, al portal cerrado de una casa, pero sólo se abre una hubiese nacido!»
mirilla por la cual la contemplan unos ojos severos. Lilly reco- El impresionante sueño de Lilly (con los referidos antes que
noce la mirada, distingue los rasgos del rostro, que es el de su turban las noches de Clara) pone el acento sobre una duda que ya
abuelo, muerto unos meses antes. Invoca piedad, pero el difunto se habrá asomado a la mente de nuestros lectores con el enuncia-
mueve la cabeza y le cierra la portezuela en la cara. do de las tres principales funciones del sueño. El hecho de que
La chica echa a correr de nuevo y, de pronto, se encuentra en Morfeo se valga a veces de medios más bien desagradables para
un jardín, el del chalet donde pasó la infancia. Vaga entre los arria- denunciar temores y «complejos», ¿no contrasta acaso netamente
tes, buscando a su mamá que debería de estar allí, sentada en con sus dos primeros cometidos?
el viejo banco de piedra, pero no la encuentra. Ve, en cambio,
la entrada de una gruta, se refugia en ella. Y por fin se siente
tranquila, segura, a salvo de toda persecución. Allí nadie podrá ¿Cómo pueden los ensueños —se pregunta Werner Kemper—
encontrarla, nadie podrá hacerle daño... proteger el sueño, si existen (y no son en absoluto raros) sueños
¿Qué había en el origen del sueño de Lilly? Algo que otras chi- agobiantes, pesadillas, sueños en los que nos sentimos persegui-
cas considerarían una bobada. Nuestra amiga, de veinte años, se dos, acosados, o se busca algo afanosamente, sin conseguirlo, o se
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corre detrás de un tren sin lograr alcanzarlo, o bien, con gran gestión. Conformémonos ahora con exponer, muy genéricamente,
vergüenza, nos vemos en público desnudos o casi desnudos? ¿Con- las causas principales:
tradicen semejantes sueños la teoría de la satisfacción de los de- —Grave sensación de culpabilidad. Por mucho que vayamos
seos y de la función protectora del acto de dormir, dado que nos en busca de justificaciones, no logramos persuadirnos de que
despertamos trastornados, bañados en sudor? ¿O bien se trata nuestro comportamiento es justo. En lo profundo de nuestro Yo,
solamente de tentativas malogradas, de fallos que no afectan en suscitamos al monstruo desencadenado a destruir las mentiras
nada las teorías en cuestión? Nadie ha dicho que las cosas hayan piadosas que nos contamos a nosotros mismos.
de tener siempre un final favorable para confirmarnos su razón —Defensa de un deseo que nos parece particularmente indigno
de ser. Los aviones están hechos para volar, no para estrellarse, e intenso. Ni siquiera en sueños logra nuestro subconsciente re-
y las catástrofes que de vez en cuando tienen lugar no invalidan ducir la embestida con la satisfacción imaginaria. Para proteger-
esta afirmación. nos sólo queda entonces el revelarnos a nosotros mismos, sin re-
paros, todo el horror del insano anhelo.
—Necesidad de autocastigo, determinado por una tendencia al
Sin adentrarnos en los dédalos del psicoanálisis recurriremos masoquismo.
a una imagen que creemos eficaz. Nuestro arquitecto está eri-
giendo una construcción que representa precisamente la satisfac-
ción de un deseo. Pero lo que él quiera sepultar debajo de ese
edificio es demasiado grande para ser sofocado. Cuando se per-
cata de que sus esfuerzos son inútiles abandona y deja que aquel
«algo» estalle, haciendo añicos el inmueble y a menudo el propio
sueño. Es sabido, en efecto, que por lo general las visiones pavo-
rosas son interrumpidas por un brusco despertar.
Todo nace en nosotros y se desarrolla en nosotros. No hay
motivo, pues, para que nos dejemos asustar por las visiones opre-
sivas o espantosas. Deberemos saludarlas, por el contrario, como
útiles campanillas de alarma que nos ponen en guardia —si sue-
nan con frecuencia e insistentemente— contra un conflicto que
amenaza con afectar gravemente nuestra personalidad.
Se dirá, además, que la aventura de Lilly no era como para sus-
citar visiones tan agobiantes. Pero el alcance real de los proble-
mas no cuenta en el reino de Morfeo. Cuenta la importancia que
nosotros les concedamos. Podemos tener una idea clara de ello
pensando en una hoja que cae. Hay quien no la nota siquiera,
quien la acaricia con un pensamiento melancólico, quien se ve
impelido por ese brevísimo vuelo a escribir una poesía o cabal-
mente un tratado filosófico. Una ulterior demostración de la im-
portancia concedida por Lilly a su experiencia, la da el hecho de
que ella, en sueños, no recuerda lo que ha hecho. No lo recuerda
sencillamente porque no quiere recordarlo. Intenta refugiarse en
el olvido, justamente como cada uno de nosotros trata de no
pensar más en una acción que, vista a través del prisma de la
conciencia, le parece indigna.
Volveremos sobre el tema de los sueños angustiosos. Fijémo-
nos, sin embargo, en que algunos de ellos van ligados con ciertas
enfermedades y otros son provocados tan sólo por una mala di-
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 43

En sueños, esos resortes quedan sueltos. Nos es concedido


observarlos a nuestro antojo, evaluar su fuerza, su empuje y los
daños que podrían causar y deducir de ello si es conveniente uti-
lizar alguno, sujetar mejor otros, aprender a manejarlos de ma-
nera a volverlos innocuos, o servirnos francamente de su potencia.
Tomemos el caso de Jeannette T. Salida del colegio a los die-
ciocho años, la muchacha volvió a su casa, en una pequeña ciudad
del sur de Francia, se quitó el uniforme que, la noche siguiente,
fue alegremente quemado en el curso de una fiestecita organizada
en su honor por un grupo de compañeros. Durante dos semanas la
joven pareció vivir tan sólo para «ponerse al corriente» de todo
cuanto le había sido vedado en el transcurso de su larga perma-
nencia en el instituto, dirigido por religiosas. Su habitación re-
bosaba de vestidos, accesorios, cosméticos, libros y discos de
moda.
IV
Luego, de golpe, la vida de Jeannette cambió. El día después
de haber participado en una fiesta escandalosa, olvidó cremas y
IW MUNDO HECHO DE INSTINTOS Y DE RECUERDOS coloretes, se puso una vieja falda ajada, un jersey oscuro, unas
medias burdas y desempolvó los zapatones del colegio. Sus pro-
genitores pensaron que se había dejado ganar por las ideas de
Una mirada superficial a los criterios seguidos por el arquitecto algún compañero beatnik, y el padre, tolerante, sonrió:
nos ilumina ya acerca de las estrechas relaciones existentes en- —No quiere más que probar el sabor de la realidad. No hay
tre los sueños y nuestros verdadero Yo. Consideremos ahora el mal, ahora que su personalidad ya está formada. Se le pasará...
material empleado y llegaremos a una comprobación más impor- Pero no se le pasó en absoluto. La joven rechazó todas las in-
tante aún. Es el mismo que compone nuestra personalidad. vitaciones, se encerró en casa, rechazando toda clase de amistades,
A propósito de ésta, nos engañamos con frecuencia. Es difícil excepto la de una estudiante de filosofía, que pronto se convirtió
verla en su auténtica estructura por estar escondida bajo el bar- en su compañera inseparable. La jornada de Jeannette acabó por
niz, las policromías, los adornos con que la disfrazamos conscien- reducirse a largos coloquios con aquélla, a horas de soledad y a
te e inconscientemente para presentarla, tanto al prójimo como a breves apariciones en la mesa para la comida y para la cena. La
nosotros mismos, en un ropaje digno y brillante y, por consiguien- muchacha no sonreía, se había vuelto en extremo lacónica con sus
te, es arduo notarle los defectos, corregirlos, identificar sus valo- padres y sus hermanos, y a veces grosera.
res reales y hacerlos resaltar. Todo esto se hace posible en sueños, Una tarde, en ausencia de Jeannette, el padre entró en la ha-
cuando cada una de sus partes se nos muestra tal y como es ver- bitación de su hija y se puso a registrar todos los rincones bus-
daderamente, si bien con algunos reparos. cando la clave de aquel alarmante cambio. Se quedó de piedra
Los instintos son como resortes comprimidos de nuestra per- cuando, debajo del colchón, apareció un cinturón en cuya parte
sonalidad, encerrados en un envoltorio tejido de moral, de educa- interior había atadas con cordeles varias ramitas espinosas. In-
ción, de principios religiosos, de conveniencias sociales, más o tuyó la verdad, pero quiso cerciorarse. Espió a su hija por el
menos aptos para contenerlos, según la convicción con la cual ha- ojo de la cerradura mientras ella se desvestía para acostarse y
yamos reforzado su trama. Una persona normal logra controlar vio que la muchacha llevaba, sobre la piel desnuda, otro cinturón
los instintos, pero no siempre del mejor modo. Los empaquetados semejante.
con poca pericia sobresalen del envoltorio, lo deforman y lo dete- El hombre se retiró en silencio, pero a la mañana siguiente
rioran. Poseen, en efecto, una potencia espantosa (los sexuales llamó aparte a la joven y le echó un sermón invitándola al final a
en primerísimo lugar), y es difícil retenerlos, manejarlos, tan di- vestirse de modo conveniente y a ir con él a ver a un psicotera-
fícil que los individuos más débiles los dejan irrumpir o resultan peuta conocido suyo, que ejercía en una ciudad próxima. Jeannette
profundamente heridos por ellos. no se rebeló. Completamente pasiva, se sometió a la voluntad de
44 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 45

su padre limitándose a observar que no estaba enferma ni dese- deros pasaportes para el infierno, y sucedió que una profesora,
quilibrada y que, viviendo a su modo, no molestaba a nadie. después de haber leído una composición dedicada a los padres,
El especialista no obtuvo en seguida, como era de suponer, la dirigió una filípica tremenda a una niña de catorce años culpable
colaboración de la muchacha. Pero bastó, para «ablandarla», una de haber hablado de un beso que se habían dado su padre y su
frase de la cual los médicos de la psique deberían hacer un uso madre rememorando, durante un paseo por el campo, los tiempos
más frecuente: «Querida señorita, yo no parto en absoluto del del noviazgo.
presupuesto que usted haga mal. Quiero sencillamente convencerme Que los angustiosos sueños de Jeannette, por último, no se
de que el sistema de vida que ha elegido corresponde de verdad hubiesen presentado cuando se estaba perfilando una relación no
a sus necesidades interiores. Si es así, seré yo mismo quien le exactamente platónica con la estudiante de filosofía, no era ex-
anime a continuar, porque de lo contrario se crearían en usted traño. La paciente consideraba, en efecto, ciertas manifestaciones
graves desequilibrios; pero si, en cambio, no es así, trataré de ex- de afecto como en absoluto deplorables, puesto que sólo había
plicarle el porqué.» sido puesta en guardia frente a los hombres y no tenía idea de qué
Jeannette empezó a contar sus sueños. El primero había sido podía ser la homosexualidad y el masoquismo hacia el cual, con
decisivo para sus transformaciones. Después de haber comprado sus rudimentarios cilicios, navegaba a toda vela.
un vestido de noche cuyo escote un poco audaz la atraía y la Jeannette, por fortuna, era una chica inteligente, y a partir del
asustaba al mismo tiempo, se le apareció la santa fundadora de momento en que comprendió que las explicaciones del psicotera-
la Orden monástica a la cual pertenecía el colegio y la exhortó peuta eran exactas, aprendió a moverse con seguridad en el mun-
a no abandonar las reglas del pudor si no quería condenarse. La do de los instintos, a dominar los «resortes» y a dirigir la potencia
muchacha, aunque impresionada, había tratado de olvidar aquella de éstos hacia objetivos más oportunos.
visión, pero vinieron otras, todas ellas cargadas, según ella, de
amenazas y funestos presagios.
La noche anterior a su «reconversión», Jeannette había encon-
trado en la fiesta a un joven ingeniero que le gustaba muchísimo,
y éste intentó besarla. Horrorizada, la muchacha corrió a su casa Jamás podremos soñar la realidad
y pasó la noche presa de mil pesadillas en las cuales las tentacio-
nes se alternaban con visiones infernales que le «quitaron toda
duda» convirtiéndola en una criatura obsesionada por todo cuanto ¿Os ha ocurrido alguna vez revivir en sueños, idéntica en cada
podía parecer «mundano», sedienta tan sólo de penitencia y de detalle, una situación, sólo una, en la cual os hayáis encontrado
perdón. en la realidad? Podemos anticipar la respuesta sin temor a equi-
Desde entonces los sueños amonestadores habían cesado y, vocarnos: es negativa casi unánimemente. Y esta aplastante ma-
caso raro, ni siquiera se repitieron cuando Jeannette se percato, yoría (en los experimentos de algunos estudiosos americanos se
sin que ello la escandalizase mucho, de que su amiga apreciaba ha obtenido un «sí» sobre 3.600 «no»), subraya ya la validez de
más a las representantes de su propio sexo que a los hombres. cuanto hemos expuesto acerca de las funciones del sueño, repre-
El psicoterapeuta no tardó en dar con el cabo del hilo y en senta la despiadada confirmación que ninguno de nosotros está
sacar el ovillo. Estableció ante todo que Jeannette había sentido, del todo satisfecho de sí mismo, nadie está exento de deseos se-
en los primeros años de colegio, un profundo terror al ver el cretos, de miedos y de conflictos inconscientes.
retrato de la fundadora de «su» Orden, hasta el punto de evitar Pero una persona entre 3.600, lo menos, sí estará tentado de
mirarlo cada vez que pasaba cerca de él. Con la hábil guía del es- precisar alguno. Pues bien, no, ni siquiera ésa. Fijémonos en el
pecialista, la muchacha consiguió también recordar un severísi- caso raro del «test» estadounidense. Es un industrial de cuarenta
mo sermón pronunciado cinco años antes por la directora justo y cinco años que lleva tiempo sin preocupaciones de ninguna es-
bajo el cuadro en cuestión. Las colegialas se disponían a irse de pecie, cuya estrella, además, está en continuo auge. «Hace una
vacaciones a sus casas y la religiosa las puso en guardia con pa- semana —declara al psicoanalista ese ser extraordinario que es el
labras apocalípticas contra las tentaciones de la moda «indecente» señor Smith (los nombres son escogidos al azar)—, hice un exce-
y el comportamiento de la «juventud descarriada». Los besos, lente negocio con el fabricante Brown. Pues bien, dos noches des-
además, eran considerados por las piadosas mujeres como verda- pués vi de nuevo en sueños la misma, idéntica escena que se de-
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sarrolló en mi despacho con ocasión de la firma del contrato. No 2. — Smith está en la cama, en una habitación oscura, y tiene
había, en el sueño, un mueble o un objeto diferente; hasta los miedo. Luego, oye un curioso chirrido, ve moverse una franja
gestos, las sonrisas, eran las mismas.» luminosa en el techo, y se tranquiliza como por encanto.
El psicoanalista pide permiso al señor Smith para profundizar 3. — Smith está en su despacho. Habla con unos señores, se
la investigación, y el industrial se lo concede, muy convencido de despide de ellos, mira por la ventana unos instantes, luego vuelve
su versión. La primera sesión no aporta ningún elemento nuevo, a la mesa y ve debajo de la carpeta un sobre que no estaba an-
pero la segunda revela tres detalles diferentes. Se trata de menu- tes. Lo abre y ve que contiene una esquela mortuoria.
dencias. En el sueño, contrariamente a la realidad, el escritorio Todos estos sueños nacen del remordimiento y se interpretan
de nuestro personaje estaba cubierto, sólo ante él, de una leve como sigue:
capa de polvo, la secretaria llevaba gafas (que usaba raramente, 1.—Smith se siente amenazado por la indigna acción que ha
nunca en presencia de visitantes) y la luz eléctrica estaba apa- cometido, se ve desnudo, es decir, indefenso y expuesto a la ver-
gada. güenza. Busca la comprensión ajena (los habitantes de la caverna),
Son, en verdad, pequeneces. Sin embargo, además de hacer de- pero teme ser rechazado; halla consuelo, por fin, en el retorno
saparecer de la circulación aquel uno sobre 3.600, permiten a un a los tiempos en que no existían para él tales preocupaciones, en
psicoanalista escribir en su cuaderno de notas secreto, con toda el calor y la seguridad de la vida prenatal (la gruta pequeña re-
seguridad, una frase como: «El señor Smith es un embustero, o presenta aquí el útero materno, y expresa ese deseo tan extendido
bien ha sido un embustero o, también, se siente embustero.» «de no haber nacido nunca» del cual hemos hablado).
¿Por qué? La luz apagada y las gafas de la secretaria hablan un 2. — Smith teme la aparición de los fantasmas suscitados por
lenguaje elocuente. El industrial no quería, en el subconsciente, su fraude. También aquí vuelve atrás en el tiempo, pero se detiene
que se viese demasiado claro en sus negocios y temía que la mu- en la infancia, atrapado en ella por no se sabe qué llamada. Los
chacha aguzase la mirada para captar algún detalle cuyo descu- ruidos y la luz que le tranquilizan no le dicen nada, pero con la
brimiento no le hubiera agradado en absoluto. Queda todavía por ayuda del psicoanalista acaba por recordar. En los años de su
descubrir el significado del polvo. Para lograrlo es menester pro- niñez dormía solo y tenía mucho miedo a la oscuridad, pero luego
fundizar el análisis, y nosotros lo haremos tras haber especificado el chirriar de un tranvía en la calle y los reflejos de los faros rom-
que el señor Smith no es ningún estafador y que no había nada pían su soledad dándole una viva sensación de alivio.
que no fuese honesto en la firma del contrato con el fabricante 3. — El recuerdo inconsciente de la mala pasada jugada al an-
Brown. No obstante, hay un recoveco secreto en el pasado de nues- tiguo competidor no le deja en paz. La esquela mortuoria simbo-
tro magnate. En los principios de su lucha por encumbrarse en el liza la carta anónima, con dos significados: puede referirse al «ase-
mundo de los negocios, quitó de en medio a un rival con un ex-
pediente poco correcto, concretamente con una carta anónima. sinato moral» perpetrado por Smith o al temor que su fea acción
Tras haber escrito la misiva, Smith estuvo acosado durante sema- pueda, como un bumerang, volverse contra él.
nas por el terror de haber dejado en ella sus huellas dactilares, En este punto podemos reanudar y concluir la reseña de las
y aquel terror se había reavivado en sueños poniéndole delante «materias primas» empleadas por el arquitecto de los sueños. Se-
una capa de polvo (sobre el cual hubiera resultado fácil marcar guimos estando en ese inmenso, inexplorable almacén que es
las huellas) y recordándole con ello que su fortuna había nacido nuestra memoria. Hemos hablado de recuerdos ancestrales, trans-
de un acto desleal. mitidos a través de incontables generaciones, y el primer sueño
La conciencia acosa a nuestro personaje con varios sueños más. del señor Smith nos dice ahora cómo su subconsciente podría
Elegiremos tres, que también servirán para ilustrarnos lo que di- justamente haber apelado al rastro dejado por las duras expe-
remos a continuación. riencias de nuestros antepasados: la espantosa soledad de la no-
1. — Smith se encuentra desnudo, de noche, en el centro de che, el frío, el miedo de la oscuridad en la que sólo el Gran Ene-
una llanura, con la sensación de ser perseguido. Presa de terror, migo, la fiera, se mueve a sus anchas, la hostilidad de un grupo
huye hacia una montaña, penetra en una caverna habitada, im- desconocido, el placer animal y la sensación de seguridad que
plorando ayuda, pero es echado fuera. Finalmente encuentra un proporciona el fuego. Quizá fantaseamos, quizá tan sólo fueron
paso que le conduce a una pequeña gruta donde arde un fuego. un filme o un libro lo que dirigió al subconsciente del señor Smith
Smith se calienta y se siente seguro. por aquel camino, pero la primera suposición no es de descartar
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a priori, como nos advierte precisamente el «trauma a la insu- necesario, etcétera. Nadie está libre de «complejos», pero cuando
lina». éstos se acentúan, se convierten en neurosis.
La existencia de esos «complejos», de esas neurosis, a menudo
sólo puede percibirse a través del examen de los sueños, y se llega
a identificar sus orígenes «desanidando» los recuerdos que, mime-
Recorramos hacia atrás las sendas de la vida tizados, pueblan el reino de Morfeo, en primer lugar los infan-
tiles.
Si, durmiendo, volvéis a veces a la edad temprana, no os preo-
Un momento difícil, una amenaza indefinida, retrotraen al se- cupéis. La nostalgia de los buenos tiempos idos es un mal muy
ñor Smith al oscuro dormitorio de su niñez y un destello de luz, extendido, tanto que nos ataca hasta despiertos. La cosa comienza
un ruido, acuden a tranquilizarle, en sueños, como en la realidad a interesar al psicoanalista cuando los recuerdos resurgen, en las
de un tiempo lejano. Pero, ¿qué habría ocurrido si la habitación visiones nocturnas, insistentemente acompañados de pormenores
de nuestro personaje no hubiese tenido ventanas, si sus padres o sensaciones que no hallan un lugar natural en el cuadro, cuan-
le hubieran obligado insensatamente a permanecer en ella, con- do repiten situaciones desagradables o hasta tan sólo extrañas,
vencidos de que así conseguiría vencer el miedo? Todo habría de- cuando son alterados, distorsionados, enmascarados. Y lo son
pendido de la gravedad del trauma sufrido por el chiquillo. Ello desgraciadamente de un modo que cada vez se vuelven tanto me-
hubiera podido tener consecuencias irrelevantes, pero también (lo nos comprensibles cuanto más preocupantes se hacen los casos.
cual es bastante más probable) dejar rastros enojosos. La oscuri- Harto elocuentes son, por ejemplo, con relación a cuanto he-
dad, de todos modos, como fuere, de no haber sido rota por algún mos apenas observado, los sueños de dos hermanas de 17 y 19
destello consolador, habría tenido una influencia nada desdeñable años, registrados por el profesor Berger. Las dos pasaron la ado-
sobre las angustiosas visiones nocturnas del sujeto. lescencia en un chalet encantador de los alrededores de la ciudad,
En cualquier edad la toma de posición ajena hacia las propias una construcción rústica rodeada por un amplio parque al que
exigencias y la propia conducta es importante, pero en los años se accedía a través de un pequeño puente. Por la noche, este rin-
de la infancia tiene un alcance enorme, tanto como para que re- cón se le aparece con frecuencia a una de las muchachas, dándole
percuta en el futuro de la jovencísima criatura. Aunque el niño siempre una sensación de paz, de serenidad y de alegría. La otra,
sea demasiado pequeño todavía para comprender el significado en cambio, es acosada por un sueño pavoroso. Se halla en medio
de las palabras, una actitud, un simple gesto, pueden impresio- de una multitud de monicacos malignos que, riéndose, la arras-
narle de una manera profunda. La esfera sexual, además, es de tran hacia un arco iris. Pero apenas la chica ha puesto los pies
una sensibilidad extrema: el germen de una desviación o de una en él, el arco iris se transforma en un cocodrilo que, de un cole-
perversión puede, por ejemplo, ser originado por un bofetón, por tazo, la arroja sobre una selva de espadas con la empuñadura hin-
una regañina, por cualquier acto sepultado en el tiempo, del cual cada en el suelo.
el interesado cree no tener siquiera recuerdo, cuando en cambio Son dos visiones tremendamente diferentes y, sin embargo,
ha dejado marcada en su subconsciente una huella profunda. idénticas. La distorsión es debida al hecho que mientras una de
las muchachas considera los años más felices de su vida los pa-
Las impresiones sufridas en la infancia —recalca el insigne psi- sados en el chalet paterno, la otra tuvo en aquel lugar una expe-
cólogo Eustace Chesser— pueden repercutir de una manera más riencia trastomadora. Una tarde, al cruzar el puente, se encontró
o menos innocua, pero pueden asimismo causar graves inconve- ante un exhibicionista que se mostró en una serie de obscenida-
nientes, manifestándose a veces a distancia de muchos años, igual des imaginables.
que un apéndice inflamado se torna de repente virulento. Un pa- Conociendo el ambiente y las circunstancias, la interpretación
ciente puede acusar serios trastornos intestinales, fuertes hemi- del sueño aterrador se torna sumamente sencilla. Los pérfidos ena-
cranias, vértigos y otro mostrar un miedo infundado de los am- nos son las grotescas estatuillas de gnomos diseminadas en mu-
bientes concurridos, de la oscuridad, de los gatos y así sucesi- chos jardines nórdicos, el arco iris es el puente, el cocodrilo re-
vamente; o bien cabe sentirse obligado a acciones ridiculas: tocar presenta la asechanza, la selva de espadas el parque transformado
madera cuando se pasa por su lado, lavarse las manos más de lo en un paisaje de pesadilla (las armas blancas suelen ser símbolos
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GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 51


50 PETER KOLOSIMO

sexuales masculinos). Para una mayor comprensión será útil es- rina, se llena de interruptores, esferas y bombillas, y sirve per-
pecificar que las dos hermanas, refiriéndose a un cuento de ha- fectamente.
das, fantaseaban del puente, en la infancia, como de un arco iris Con los actores ocurre más o menos lo mismo. En una zara-
petrificado y veían un cocodrilo en una larga piedra que emergía banda de trajes, pelucas, afeites, el galán joven se transforma en
héroe babilonio, gran inquisidor, un esclavo, un tirano, un poücía,
del arroyo. un asesino o un genio.
Naturalmente, el sueño se sirve también de todos los recuerdos
de la edad madura y se sirve de ellos de la manera más rara. Si El productor ahorrativo puede ser un mago, pero no logra
queremos esquematizar la cosa, podremos decir que semejantes tomarle el pelo a un crítico agudo por mucha pintura que de-
recuerdos pueden representar: rroche sobre sus trastos viejos y por muchos nombres exóticos
que invente para su cast.
—La esencia de la visión nocturna. Gianni había tenido, años
antes, una decepción amorosa que le atormenta todavía y en sue- Y lo mismo acontece en el mundo de los sueños. Cambiemos
ños no ve a la muchacha, sino el hotel «Excelsior» donde ella se el productor por el habitual arquitecto, el crítico por el psicoana-
alojaba. lista y los resultados serán los mismos.
—El pretexto. Nora no se entiende con las compañeras de ofi-
cina. Cuando vuelve de trabajar, pasa por delante del hotel «Ex-
celsior» y ve una vieja que pide limosna. Sueña que se encuentra
en el hotel «Excelsior» en llamas, que huye y es rechazada dentro
por unas arpías deformes. El edificio incendiado simboliza la ofi-
cina y sus molestias y las arpías son las compañeras antipáticas.
—El fondo. Diño, mirando la fachada del hotel «Excelsior»
desde la acera de enfrente, nota un detalle que le sobrecoge, aun-
que inconscientemente. Sueña que toma parte en un tiroteo ante
el hotel, que sin embargo no tiene ninguna importancia en la vi-
sión. La escena podría estar ambientada en cualquier otro lugar.
Nuestra clasificación tiene, no obstante, un valor puramente ex-
plicativo. En verdad, el asunto es muchísimo más complejo. La
esencia, el pretexto y el fondo pueden fundirse, superponerse, unir-
se en innumerables combinaciones que, a su vez, pueden componer
infinitas secuencias con los recuerdos ancestrales, prenatales, in-
fantiles.
El arquitecto de Morfeo se asemeja aquí a uno de esos modes-
tos pero brillantes productores cinematográficos que se las com-
ponen solos, improvisándose autores de guiones, decoradores, co-
reógrafos, maquilladores, directores y a saber cuántas cosas más.
Pese a que sus disponibilidades de objetos alquilados sea mucho
mayor, los muebles utilizados son siempre los mismos. Ahí está
un armario comprado por el emprendedor productor unos años
atrás para una película ambientada a principios de siglo. Se le
quitan los adornos, se le da una pintura más clara y, desfigurado,
es usado para una escena de nuestros días. ¿Se rueda un filme po-
licíaco? El arcón, oportunamente decorado y teñido de oscuro, es
ideal para ser colocado en la sala de un antiguo caserón y alber-
gar un buen cadáver. Si, más tarde, se necesita un cerebro elec-
trónico para un asunto que se desarrolla en el mundo de la cien-
cia, se da la vuelta al armatoste, se le pasa una mano de purpu-
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 53

nunca un tema aceptable para comedias; c) no deben ser tratados


de modo que parezcan justos y lícitos.
Art. 5.°. —Los métodos y las técnicas de la prostitución... no
deben ser presentados detalladamente... los prostíbulos no deben
ser presentados jamás de modo que puedan ser claramente iden-
tificados como tales.

Art. 6.°. — Las perversiones sexuales quedan prohibidas (¡sic!)


con todo cuanto a ellas se refiere.

Art. 8.°. — Los órganos sexuales de los niños no deben ser ex-
puestos en ninguna ocasión. Esta disposición no se aplica para
los recién nacidos. (Existe, sin embargo, una ley que, por razones
higiénicas, prohibe «el empleo de recién nacidos para la toma de
V escenas cinematográficas». Nota del autor.)
La autocensura de Hollywood siempre ha sido objeto de seve-
BAJO LAS TIJERAS DE LA AUTOCENSURA ras críticas. Se la ha acusado de ser una manifestación de hipo-
cresía, inspirada, no por auténticas convicciones morales, sino
por meras consideraciones de carácter comercial, y de tener las
Como sabrán los lectores, las casas cinematográficas america- mallas dispuestas de tal manera que permiten muchas fugas. «Hay
nas aplicaban hasta hace poco tiempo un sistema de «autocen- una producción inteligentemente pornográfica —escribe un críti-
sura voluntaria» tendente a lograr que las películas fuesen pues- co escandinavo— que sale de los estudios cuidadosamente pre-
tas en circulación desprovistas de todo cuanto hubiera podido ha- parada por la llamada autocensura para no caer bajo la censura
cerlas considerar atentatorias a las buenas costumbres, a la moral, oficial. Los motivos obscenos son transformados, mimetizados, sim-
al pudor o a otras muchas bellas cosas. Los autocensores hasta bolizados hábilmente, con lo que resultan aún más peligroso.»
se habían dado un código, del cual creemos oportuno citar, lite- Pues bien, del mismo modo y siguiendo un código bastante si-
ralmente, algunos párrafos. milar al que acabamos de mencionar, se comporta el arquitecto-
productor del sueño. También recurre a la autocensura para esca-
Art. 1.°. — El adulterio y las relaciones sexuales ilícitas, que a par a las leyes, no a las penales, sino a aquellas que nosotros mis-
veces resultan indispensables para la trama de la película no de- mos nos hemos dado.
berán ser nunca justificadas o tratadas de modo que parezcan
justas o lícitas. Todos sabemos —observa el psicólogo Pierre Real— que mu-
chos de nuestros instintos son toscos y primitivos. Pensad sim-
Art. 2°.— Escenas de pasión: a) no deben ser presentadas, a plemente en los impulsos de odio, de agresividad, en ciertos ci-
menos que sean indispensables al tratamiento del tema; b) los clones sexuales violentos y bestiales y en los impulsos de ven-
besos voluptuosos y a boca abierta, los abrazos voluptuosos, y las ganza y de posesión. Para que el individuo pueda adaptarse a la
posturas y gestos lujuriosos tampoco deben ser presentados; c) vida social es indispensable bloquear toda la jungla hormigueante
en general, la pasión debe ser tratada de una manera que no pro- del inconsciente. La mayor parte de nuestros instintos debe ser
voque reacciones sexuales. detenida y prohibida; otros serán canalizados y transformados de
un modo que se harán soportables en una existencia comunitaria.
Art. 3.°. — Seducción y rapto: a) deben ser solamente aludidos ¿Qué hace, pues, la educación? Se fija en las acciones (incons-
y únicamente cuando sean esenciales al tratamiento del tema; ja- cientes) del niño, las prohibe, las autoriza o las transforma. Exis-
más deben ser mostrados explícitamente; b) no deben constituir te una verdadera censura impuesta por la educación.
PETER KOLOSIMO
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 55
54

Supongamos ahora que un impulso profundo esté en contra- trastantes (que nos propone el profesor Gagey), el primero de los
dicción con la censura; supongamos que nos damos cuenta de cuales es también muy interesante si se mira a la luz de los re-
que uno de nuestros instintos es inaceptable. ¿Qué sucede? Por cuerdos ancestrales.
ejemplo, estimulado por su instinto sexual, un hombre de gran Un chiquillo de trece años, equilibrado, sano, más bien precoz,
moralidad siente un deseo erótico prohibido. Se percata de ello vive cerca de una chica de su edad, con la cual no tiene muchos
instantáneamente y lo rechaza adentro, en lo más profundo de su contactos. Ella le atrae, sin embargo, poderosamente, aunque sus
consciencia: ha reprimido su impulso... pero en los sueños la cen- raros encuentros son de lo más inocente y nunca han cruzado una
sura disminuye fuertemente; bien poco se opone a la aparición palabra ni siquiera un gesto a los cuales pueda ser atribuido un
de los pensamientos más recónditos y más reprimidos. Sabemos significado sexual.
sin embargo, que el sueño pone él cerebro en letargo, no en esta- Una noche, el muchacho, en estado de presueño, nota de im-
do de quietud absoluta. Permanece, pese a todo, un cierto grado proviso un perfume de cabellos femeninos. Se pone de costado y
de consciencia, por tanto de censura. He aquí por qué ciertas ideas «ve» a su joven amiga al lado. La abraza, la acaricia, la besa, y en
aparecen en sueños disfrazadas. sueños (como referirá más tarde) vive el preludio a la unión se-
xual y la unión misma, sobre los particulares de la cual y sus
sensaciones no tiene la menor idea.
Esto ocurre sobre todo en el terreno sexual, donde más grave La naturaleza, pues, ha despertado sus sentidos y los ha enca-
se hace el conflicto entre los deseos por un lado y la educación minado llevando a la superficie un recuerdo inconsciente que dor-
por el otro, con todas las barreras morales, religiosas, sociales mía en él quién sabe desde cuántas generaciones. El sueño de-
que ésta ha creado. muestra, además, que el chico de trece años no considera la ac-
Recurramos a un ejemplo muy sencillo. Un tipo muy aficiona- tividad sexual indigna, vergonzosa, que acepta la idea de ésta sin
do a las «casas de citas» puede soñar que toca el piano al lado de «complejos» y que desearía llegar a la intimidad con su compañera
una señora fascinante rodeada por un atento público masculino del modo más natural y honesto.
y femenino, durante una recepción. Pues bien, la actitud musical
representa la sexual, el público simboliza las prostitutas y sus Y he aquí el segundo caso. Es el de una chica de dieciséis años
clientes y la recepción deja sobrentender que se trata de una ha- de excelente familia, seria, sin ninguna experiencia sexual, ente-
bitación «hospitalaria». La belleza y la elegancia de los que están rada genéricamente a través de los habituales coloquios con las
alrededor de nuestro sujeto, por último, no reflejan sino sus de- compañeras, pero mantenida en la ignorancia en su casa por los
seos de hallar el non plus ultra en materia de voluptuosidad co- padres en exceso moralistas.
mercial. Sueña con hallarse en un bosque, sola, sin ropa (y esto no la
sorprende). De improviso surge un hombre vestido, armado de un
¿No nos trae en mientes esta visión el artículo 5 del código de grueso garrote, se acerca a ella despacio. La chiquilla huye y es
autocensura cinematográfica («...los prostíbulos no deben ser pre- perseguida. Podría quizá salir del paso, pero los árboles, los ar-
sentados nunca de modo que puedan ser claramente identificados bustos, los setos se cierran ante ella, cortándole el camino de sal-
como tales»)? En cuanto al artículo 8, elocuente, es el sueño tí- vación. El hombre se aproxima, alarga una mano para aferraría,
pico de infinidad de muchachos que todavía no han tenido oca- y la jovencita despierta debatiéndose, gritando, bañada en sudor.
sión de tener relaciones sexuales, pero que desearían iniciarlas. Aquí el simbolismo es evidente, como lo es el mecanismo de la
En la visión nocturna van en busca de algo, que tanto puede tra- censura. En sueños la muchacha está desnuda y el hombre vesti-
tarse de un tesoro como de una persona querida, de un animal do: ella no ve nada malo en su propio cuerpo sin velos, pero vis-
como de un objeto, pero el significado real es siempre el mismo. lumbra el pecado en el masculino, y por esto su sentido moral lo
La severidad con la cual se ejerce la censura en el sueño de- viste. El hombre la acosa, y ella tiene miedo. Tiene miedo de la
pende, naturalmente, del ambiente en que vive el sujeto, de las sexualidad y quiere huir, pero la vegetación se lo impide. En este
leyes que lo dominan, de la educación y de los principios. Un sal- caso son sus instintos los que le impiden sustraerse a las funciones
vaje que desea a una mujer, soñará sin más con poseerla, si no a las cuales está destinada.
hay nada en las costumbres de su tribu y en su moral que se lo im- Se nos preguntará por qué la chiquilla ha tenido precisamente
pida. El hombre civilizado, en cambio, soñará con algo simbólico este sueño, y no otro en el cual ambiente y situación hubieran
correspondiente al acto. Y ello se aplica, como veremos, también podido ser diferentes, a pesar de reflejar las mismas cosas. Debe-
a la edad. Limitémonos por ahora al examen de dos sueños con-
56 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 57

mos dar un paso atrás para comprenderlo, y seguir a la mucha-


cha de dieciséis años después que, una tarde de verano, ha tenido
de una compañera la revelación decisiva sobre la anatomía mas-
culina. Detrás del árbol de un vial ve a un hombre que la con-
templa, y se queda profundamente impresionada. El bosque está Charlie Chan y el broche de la abuela
sacado de los recuerdos de un paseo efectuado tiempo atrás y el
garrote es exactamente el que la chica descubrió la noche anterior
al sueño en un rincón de la cocina, abandonado allí por su her- Sucedió en Mestre, hace pocos años. El señor Francesco, un
manito que había jugado con él. setentón muy bien conservado, iba a sus asuntos, cuando se le
Volviendo a lo que hemos dicho más arriba, observamos que acercó un sujeto de aspecto bastante distinguido que, con ex-
el garrote en sí ha sido el pretexto del sueño, pero asimismo su traño acento, le preguntó si podía indicarle la vivienda del doctor
esencia (es un indudable símbolo sexual masculino), una esencia Rossi. El señor Francesco no conocía al doctor Rossi, y tampoco
reflejada por otros lados, también por el atardecer y por el fondo, lo conocía otro individuo que por casualidad había captado unas
surgidos de los recuerdos reunidos en épocas diversas y usados cuantas palabras del diálogo.
para componer la escena que hemos descrito. Después de haberse presentado como un ingeniero que se en-
En esa escena la censura ha sido más bien blanda, pero se en- contraba de paso, el sujeto sugirió que había una manera muy
durece y hace que el durmiente recurra, para rehuirla, a los ex- sencilla de dar coü el doctor Rossi: informarse en la cercana
pedientes más extraños, a medida que los deseos se hacen más estafeta de Correos. Y añadió que si aquellos individuos querían
fuertes e inconfesables. esperar unos minutos, lo haría él personalmente.
Los individuos aguardaron y el forastero les contó el motivo
Nos encontramos entonces —dice Freud— ante unas tenden- que lo había traído a Mestre desde Holanda, donde había visto la
cias indecentes desde el punto de vista ético, estético y social, co- luz como hijo de un industrial de origen italiano. El industrial
sas en las cuales no nos atrevemos a pensar o pensamos con ho- había logrado amasar una considerable fortuna, pero en su inicio
rror. Esos deseos censurados que en sueños tienen una expresión figuraba un hecho bastante poco honrado. Durante la guerra, tra-
tan deformada, son ante todo una manifestación de egoísmo sin bajando como ayudante del médico cirujano Rossi, se apoderó de
límites y sin escrúpulos. No hay, en efecto, ningún sueño $k el cual la bonita suma de doce mil dólares de un soldado americano, gra-
el Yo de quien sueña no tenga el papel principal, aunque este Yo cias a lo cual le fue posible trasladarse a los Países Bajos y con-
sepa perfectamente ocultarse en el contenido manifiesto... Libera- vertirse en uno de los protagonistas del milagro económico local.
do de todo obstáculo moral, cede a todas las exigencias del ins- El remordimiento, sin embargo, había acudido a sentarse al pie
tinto sexual, las que nuestra educación estética ha condenado des- de su lecho de muerte, y el industrial, decidido a despedirse con
de hace mucho tiempo y las que están en oposición con todas las la conciencia más o menos limpia, ordenó a su hijo que corriese
reglas de restricción moral. La búsqueda del placer, la libido, elige a Mestre, localizase al doctor Rossi y le entregase los doce mil
sus temas sin hallar resistencia, y busca con preferencia los prohi- dólares con el encargo de destinarlos a fines benéficos.
bidos. Y elige no sólo a la mujer ajena, sino también los objetos Y he aquí que vuelve el ingeniero de paso con una mala noti-
a los cuales el acuerdo unánime de la Humanidad ha conferido cia. También el doctor Rossi había emigrado. ¿Cómo cumplimen-
un carácter sagrado. tar, entonces, la última voluntad del difunto? El sujeto distinguido
Pero ese contenido perverso —concluye el padre del psicoa- meditó y llegó a la conclusión que el ingeniero podría regresar a
nálisis— no debe ser imputado al sueño en sí, que cumple una Holanda con el ánimo en paz, si alguien se tomaba la molestia de
función no sólo inofensiva, sino útil. Los deseos exasperados son distribuir los doce mil dólares a los desamparados en lugar del
fruto de una feroz castidad, protegida por una censura despiadada. médico. ¿Tal vez se prestarían a la meritoria obra (mediante una
compensación, por supuesto) los dos amables caballeros conocidos
Una censura a la cual, sin embargo, como hemos visto y como por casualidad?
veremos mejor más adelante, es posible escapar por los caminos El ingeniero aceptó con entusiasmo y se unió al huérfano ita-
más insospechados. loholandés para convencer al señor Francesco de que participase en
la empresa. Y cuando también éste se dijo dispuesto a colaborar.
58 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 59

el heredero del industrial aludió a una pequeña formalidad: el Luego hubo el encuentro con los dos timadores, el trayecto en
depósito, por parte de los futuros dispensadores de dólares, de filobús y el sueñecito. El Yo consciente se había adormecido, el
una suma que atestiguase su sólida posición financiera. inconsciente se había despertado (siempre pasa así: cuando uno
Asintió inmediatamente el ingeniero y el señor Francesco pre- duerme, el otro está despierto, como el Sol y la Luna en las fábu-
guntó si sus ahorros (millón y medio de liras) eran suficientes. las antiguas), asaltado por un pensamiento inquietante: «Aquellos
Claro que sí. Había que conformarse con aquella cantidad en dos sujetos... ¡Caramba! No le recordaban algo?»
vista de que su misma cara era un espejo de honradez. Feliz de Una carrera al archivo de la memoria, una rapidísima búsque-
participar en una empresa tan noble, el señor Francesco decidió da. Claro que sí, esto es lo que buscaba: una estafa perpetrada
ir volando a su casa en busca del dinero. Tomó un filobús, se en 1924 por el mismo método, con el mismo cuento de la bene-
sentó y, cansado por la intensa mañana, se quedó adormecido. ficencia y el mismo cómplice que fingía encontrarse allí por ca-
Despertó de golpe, vio la zona que estaba atravesando el vehícu- sualidad. Aquí era menester informar al dueño, ponerle en guar-
lo, y se puso de pie de un salto. A la primera parada el cobrador dia, impedirle que sacase el millón y medio para meterlo en los
le abrió la puerta, sonriente, pensando que el pasajero se había bolsillos de los dos bribones. Pero, ¿cómo hacerlo? Podía desper-
despertado demasiado tarde. El señor Francesco, en cambio, des- tar de un momento a otro, tapando la boca al pobre subcons-
pertó justo a tiempo, aunque se apease a considerable distancia ciente.
de su vivienda, pero, en compensación, muy cerca de la Comisaría Ningún miedo. La alarma está dada en un instante, con un bo-
de Policía. nito símbolo que sintetiza su motivo. Un poco como el famoso:
Después de haber escuchado el relato del hecho, el funcionario «Decidlo con flores.» Una rosa roja: «Te amo apasionadamente»;
de guardia suspiró, pensando en la ilimitada confianza que todavía un clavel amarillo: «Sí, eres guapo y fascinante, pero cuidado con
alberga el ánimo de ciertas personas: aquel al que habían recu- hacer demasiado el oso con las otras, porque soy celosa y podría
rrido el sujeto de aspecto bastante distinguido y su cómplice «in- sacarte los ojos.»
geniero» era en efecto uno de los más conocidos y desacreditados Cuántas cosas pueden decirse con una simple flor, ¿verdad?
sistemas de timo, la llamada «estafa a la americana». ¿El señor Pues bien, con una bagatela es posible decir, en sueños, muchas
Francesco no había oído nunca hablar de ella? No, jamás. ¿Qué más. No sabemos qué era lo que se le apareció al señor Francesco,
había sido, entonces, lo que hizo sonar en él un timbre de alarma pero su caso nos recuerda aquel cuyo protagonista fue el llorado
cuando ya estaba decidido a entregar sus ahorros a aquellos truha- actor cinematográfico Warner Oland, famoso por haber encarnado
nes? Un sueño. el personaje de Charlie Chan, el detective chino.
¿Un sueño? Así fue. Amodorrado en el filobús, el setentón había Oland se encontraba de vacaciones en una pequeña ciudad ca-
tenido una visión que le advirtió no fiarse y acudir a la Policía. liforniana cuando notó que topaba demasiado a menudo durante
Naturalmente, no había oído ninguna voz ni visto a su oculto sal- sus paseos con un cliente del mismo hotel donde se alojaba. El
vador. De haber podido hacerlo, se hubiera encontrado admirán- hombre no tenía absolutamente nada de particular y, sin embargo,
dose a sí mismo. algo en él le parecía extrañamente familiar al actor. Oland indagó
Como la mayor parte de los «sueños premonitorios», en efecto, entre sus recuerdos, pero en vano, y entonces decidió no pensar
también éste tiene una explicación perfecta sin sacar a relucir más en ello, además porque los frecuentes encuentros eran, con
santos protectores y parientes difuntos, que nada tienen que ver. toda probabilidad, completamente casuales.
El señor Francesco había leído u oído, quién sabe cuántos años Una noche, Oland soñó con su abuela, que le amenazaba, entre
antes, la historia de una estafa a la americana. Pronto la olvidó y bromas y veras, con una aguja de hacer calceta. Un sueño en ver-
era demasiado confiado. Estaba demasiado convencido de la hon- dad curioso, estaba pensando la mañana siguiente, al bajar la es-
radez del prójimo para pensar que alguien quisiera timarle. De calera. Pero cuando en el vestíbulo del hotel descubrió al indivi-
vez en cuando, su subconsciente intentaba susurrarle: «Mira que duo que le había llamado la atención, se quedó helado. En aquel
te fías más de lo que debes... Mira que no todos son buenas per- instante supo con matemática seguridad que se trataba de un pe-
sonas como tú... Mira que un día u otro, alguien te estafará», pero ligrosísimo gángster buscado hacía años.
en seguida era acallado por el indignado Yo consciente: «¡Muérde- La Policía, puesta sobre aviso por el actor, no tardó en con-
te la lengua, desdichado! ¿Cómo te atreves a pensar tan mal del firmar la certeza de la información y, echando el guante al ban-
prójimo? ¡Tus sospechas son indignas!» dido, se felicitó con «Charlie Chan», detective no sólo en la pan-
GUÍA AL MUNDO 0 E LOS SUEÑOS 61
60 PETER KOLOSIMO

talla. Oland reveló, después, que la agudeza investigadora no te- Pero, ¿es en verdad «natural», es decir, independiente de la in-
nía nada que ver con aquel suceso. El mérito correspondía por en- tervención de la censura, ese proceso? El problema es tan viejo
tero al sueño, pues soñando recordó que muchos años antes, ha- como el psicoanálisis, pero se reduce, en el fondo, a una cuestión
llándose en casa de sus abuelos, en Suecia, había leído la historia de definición (definición de los términos «natural», «censura», de-
de un criminal agredido por su amante y casi desfigurado con una finición de los miligramos de locura a los cuales cada uno de no-
aguja de hacer media. Y bajando al vestíbulo, de repente compren- sotros tiene derecho fuera de los muros de las clínicas psiquiá-
dió por qué aquel hombre le llamaba siempre la atención: por tricas); dejemos, pues, que en este terreno crucen las espadas los
un peluquín demasiado echado sobre la frente para tapar la cica- grandes teóricos del psicoanálisis cargándose a su vez de «com-
triz. Una fracción de segundo más tarde se dio cuenta de que la plejos». En resumidas cuentas y mirando a una solución en la
cara del hombre correspondía a la que había visto fotografiada práctica, diremos que cada deformación es debida a la necesidad
en Suecia primero y en América luego. de nuestro subconsciente de escapar a la censura considerada en
La abuela no había amenazado nunca a Oland con agujas de sentido lato, o sea no sólo como guardiana de principios éticos,
hacer media ni con nada, pero el subconsciente del actor había sociales y religiosos, sino como representante de nuestra perso-
sintetizado en aquella aguja la aventura del bandido y en la figura nalidad tal como la imaginamos, la queremos o nos hacemos la
de la anciana la época y las circunstancias en que había tenido ilusión de poseer.
conocimiento de ella. Hemos observado ya que los miedos son, en el fondo, unos de-
seos «vistos al revés». Establecido esto, será más que lógico llegar
a la comprobación de que la censura actúa a fin de impedir tanto a
unos como a otros manifestarse, puesto que el subconsciente al
poner a flote aquéllos también hace que surjan éstos. Es obvio que,
«Profundos como el mar, fríos como él hielo-» cuando cogemos una medalla, no sacamos una sola de sus caras.
Tomemos el caso de Warner Oland. El actor «sentía» que había
tiernos visto —digamos con Freud— cómo la deformación que algo de sospechoso en aquel hombre, pero tenía miedo de mos-
nos impide comprender el sueño es efecto de una censura que trarse demasiado receloso, es decir, que deseaba abrigar una con-
ejercita su actividad contra los deseos inaceptables, inconscientes, fianza casi ilimitada hacia el prójimo. Y, por un lado o por otro,
pero naturalmente no hemos afirmado que la censura sea el úni- también nosotros somos muy diferentes de lo que pensamos ser.
co factor determinante de la deformación... Aunque la censura «Una parte de nosotros mismos no sabe lo que la otra siente,
fuese totalmente eliminada, la comprensión del sueño por parte piensa y hace», diremos con Kemper. Esta «ignorancia» es la en-
nuestra no sería en absoluta facilitada. fermedad que mina, debilita y anula nuestra personalidad.
Para curarla es menester, por consiguiente, establecer una
¿Por qué? Oigamos la explicación que nos da Havelock Ellis. confrontación entre el consciente y el inconsciente, el Yo que po-
nemos en el escaparate y el Yo que escondemos bajo las mantas.
La emoción es normalmente amplificada en los sueños. Cada Por lo tanto, es indispensable conocer bien este último, tener una
impresión llega a la consciencia del durmiente a través de esa at- idea clara de los medios de que se vale para rehuir la identifica-
mósfera emocional, que la hace quizá más vaga, pero más marca- ción y comprender su lenguaje, un extraño lenguaje cifrado, re-
da. El cerebro no recibe, por lo tanto, las impresiones como son pleto de símbolos que a primera vista lo hacen aparecer como
en realidad, sino deformadas. En el sueño ya no existe un coliga- un balbuceo sin sentido.
miento directo entre la memoria y el corazón, pues los motivos El medio de expresión de Morfeo se nos antoja, sin embargo,
del corazón distorsionan el patrimonio de la memoria. Sin duda, muy raro, sobre todo porque no es hablado, sino figurado, igual
la asociación subsiste aún, pero no sigue ya las líneas usuales, los que nos parecen curiosas y sibilinas las escrituras jeroglíficas
caminos trazados por el vivir civil, sino unos cauces más primi- que traducen, por ejemplo, el sustantivo «inteligencia», con el di-
tivos y, al mismo tiempo, más fundamentales, unos cauces que, bujo de un pájaro. ¿Es como para asombrarse? Pensemos en cierto
en el plano de la existencia consciente, hemos abandonado hace modo que tenemos que decir («Es un águila en cuanto a inteligen-
tiempo o no hemos conocido nunca. cia... una mente alada... un ingenio capaz de vuelos sublimes»),
62 PETER KOLOSIMO

y la respuesta afirmativa morirá en nuestros labios. Havelock Ellis


escribe:
Las cosas de orden físico se convierten en símbolos de las de
orden moral. Y este simbolismo existe en todo el lenguaje, tanto
que no podemos rehuirlo. Decimos que los pensamientos son pro-
fundos como el mar; ciertos corazones fríos como el hielo; la
amada dulce, exactamente como el azúcar, y los remordimientos
amargos como la quina. No sólo nuestros adjetivos, sino también
nuestros sustantivos y nuestros verbos son simbólicos. Para el eti-
mólogo cada frase está llena de metáforas, de imágenes que, en
sentido riguroso y original, expresan impresiones sensoriales de
determinado orden, pero que en él uso corriente han llegado a ex-
presar impresiones de un orden totalmente diferente. El propio
lenguaje es, en sentido lato, una utilización de símbolos.
VI
Y entre símbolos vivimos en cualquier otro campo, en todas
las edades. Vemos niños que, empuñando un palo, se imaginan
blandir una espada; otros que, a horcajadas en una silla, se sien- LOS SÍMBOLOS DE NUESTROS DESEOS SECRETOS
ten montados en un corcel galopando a través de la pradera, y
otros aún que dibujan en el suelo una casa y la llenan de piedras
que representan muebles y personas. La selva estaba henchida de susurros, de gemidos, de lejanas
Los ejemplos podrían seguir hasta el infinito porque la fanta- carcajadas ahogadas. John Brown se detuvo a escuchar, fascinado
sía de los niños es ilimitada. ¿Pero acaso esta fantasía no tiene y perplejo. Aquellos ruidos... No recordaba haber oído nunca nada
mucho en común con la de los poetas, los pintores, los escultores semejante en una selva y, sin embargo, lo aceptaba, no sólo con
y los artistas en general? Y nosotros, pobres mortales, ¿acaso re- naturalidad, sino con una exaltante sensación de placer. Pero,
corremos otro camino? ¿cómo diablos había ido a parar a aquel sitio?
Además, dice Ellis: Intentó retroceder con el pensamiento, pero la cosa más remo-
ta que podía recordar era otro rumor, un largo silbido ahogado
El simbolismo está presente en todos los campos y asume for- y una sensación de abandono sosegador. Con seguridad debía de
mas muy complejas. Nos ha sido dado en herencia, con las tradi- haberse encontrado a bordo de un avión rapidísimo, de un reactor,
ciones civiles, por una antigüedad tan remota como para ser in- aunque no viese rastro de él a su alrededor cuando despertó en
calculable... Y cuando abandonamos el nivel normal, arrastrados el desierto. ¿No le habrían narcotizado transportándolo luego a
por la locura o por la alucinación, por la infancia, por el estado aquella desolada extensión de arena y pedruscos? Pero, ¿por qué?
salvaje, por el folklore, por la leyenda, por la poesía, por la re- ¿Qué había hecho para merecerse un trato semejante? Pensándolo,
ligión, nos encontramos de golpe sumidos en un océano donde el le dio un vuelco el corazón. Supo que había cometido algo suma-
simbolismo tiene plena libertad: el mundo de los sueños. mente grave, pero no consiguió recordar nada. En cambio, se acor-
daba muy bien de la larga y extenuante marcha a través del de-
sierto, la angustia y el miedo que le habían acompañado y las con-
fusas y monstruosas figuras que aparecían en lontananza acre-
centando su espanto. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde su
presumible aterrizaje hasta el momento en que llegó a la vista de
la verde selva que ocupaba todo el horizonte? Un día entero, qui-
zá, seguramente muchas horas terribles.
Pero ahora ya nada tenía importancia. Los sinsabores sufridos
64 PETER KOLOSIMO GUlA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 65

le parecían francamente insignificantes; es más, había valido la —¿Qué te pasa?


pena pagar un precio semejante para llegar a aquel mundo ma- —La explosión...
ravilloso. Era una jungla tropical, libre de toda sombra de insi- —¿Explosión? —uno de los cuatro le miró, extrañado—. ¿Ese
dias, de amenazas. Todo era suave, allí, de la mullida yerba lanu- golpe? No es nada, ha saltado la tapa de la cafetera. ¿Soñabas,
ginosa a los tupidos matorrales que parecían abrirse a su paso, tal vez?
a las flores lozanas, enormes, de corolas fantásticas.
John Brown se detuvo a examinar una de cerca, se entretuvo John Brown se incorporó en el diván donde estaba echado.
observando sus detalles y le pareció frágil y perenne a un tiempo. —Sí, soñaba. ¿Cuánto tiempo he dormido?
Estuvo tentado de cogerla, pero pensó que podría hacerlo más —¿Quién lo sabe? No nos hemos dado cuenta siquiera de que
tarde. Todas las flores de aquella selva, por lo demás, estaban a te habías dormido.
su disposición. Intervino otro, estudiante de psicología.
Se dio cuenta de que caminaba cuesta arriba, notó que la vege- —No más de unos segundos. Un instante antes de que saltase
tación iba aclarándose... y al cabo de unos cuantos pasos volvió la tapa. Acababas de contestar a Sam que te preguntaba cuánto
a encontrarse en el desierto. Espantado, contempló la llanura cuesta la suscripción a esa revista de aeronáutica.
gris, hostil. Entonces, ¿había sido todo un espejismo? Se volvió, —¡Qué raro! Juraría haber dormido unas horas.
sobrecogido de miedo, pero no, la espléndida jungla seguía allí, a —A causa del sueño, ¿verdad? —preguntó el estudiante de psi-
un par de metros delante de él. Suspiró de alivio, disponiéndose cología.
a entrar de nuevo en ella... y algo sólido e invisible lo detuvo como —Sí, me ha parecido que duraba mucho tiempo.
si una insalvable pared de cristal hubiese surgido de improviso
para vedarle la entrada en aquel paraíso. John Brown se puso a —No tiene nada de extraño —dijo el otro—. Dime qué has
golpear con los puños el invisible obstáculo, lloró, gritó, suplicó, soñado.
pero todo fue en vano. Se sentó en el suelo, ocultó el rostro entre John Brown lo contó, profundamente emocionado aún por la
las manos y permaneció así largo rato, inmóvil, a solas con su extraordinaria aventura.
desesperación. Intentemos también nosotros examinarla un poco de cerca.
Por las trazas de cuanto hemos expuesto, nos será fácil compren-
Por fin, resignado, se levantó y reanudó su marcha por el de- der el papel que tuvieron en ella el breve silbido de la cafetera, el
sierto. El camino era largo y extenuante como el anterior. Pero, ruido de la tapa «saltada», la revista de aeronáutica, las voces de
de pronto, detrás de una duna, John Brown descubrió un reactor. los compañeros transformadas en susurros extraños. Seguro que las
Corrió hacia él, loco de alegría, y no le decepcionó en absoluto imágenes de la jungla, de las corolas gigantescas, del desierto,
comprobar que no había nadie en la cabina del aparato ni en los tuvieron su base en unos cajones que guardaban una fotografía,
alrededores. Tuvo, al contrario, una sensación de alivio. Jamás un dibujo, un filme porque, como es lógico, un sujeto ciego de
había pilotado un reactor, pero tuvo la impresión que no debía nacimiento jamás habría podido soñarlos.
ser difícil. Tomó asiento en el interior y vio que los mandos eran Pero el subconsciente abrió allí con motivos bien precisos
extraordinariamente sencillos. Eufórico, maniobró con ellos y el aquellos cajones, ordenando su material en un sueño de carácter
reactor corrió en el desierto como por la pista lisa de un aeropuer- sexual. Puede parecer extraño, dado que en la aventura de nuestro
to y despegó. John Brown tomó altura ebrio de felicidad y luego amigo no había ninguna figura que pertenezca a esa esfera. Y, sin
viró hacia la selva. Aquella maldita barrera invisible no podía se- embargo, se trata de un sueño sexual, de uno de los más simples
guramente llegar al cielo: la superaría, volvería así a su paraíso. y claros, además, de cuyo relato un psicoanalista podría sacar en
He aquí el océano de follaje, las primeras frondas. El aterrizaje un abrir y cerrar de ojos un «retrato» de John Brown: es un
sería un grave problema, pero esto no le preocupó. Estaba se- joven tímido, abocado al autoerotismo, que jamás ha tenido tra-
guro de resolverlo, de un modo o de otro. Por ejemplo, h a r í a - tos íntimos con una mujer, a pesar de desearlos ardientemente.
La explosión fue tremenda, el avión quedó hecho añicos. ¡La El desierto nos habla de su aislamiento y de sus temores, la
barrera! fue el último, fulgurante pensamiento selva (que ocupa todo el horizonte) de su anhelo más fuerte; la
Y John Brown se despertó gritando. hierba, los matorrales, las frondas, las flores, todo son símbolos
Los otros cuatro estudiantes que estaban en la habitación se de femineidad. La vaga sensación del estudiante de haber come-
volvieron, asombrados, hacia él.
tido «algo sumamente grave», merecedor de una severa condena,
es el complejo de culpa originado por las prácticas solitarias, la
5 - 3.147
66 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 67

pared de cristal configura el obstáculo (invisible pero insalvable) nales, espadas, sables, armas de fuego, como fusiles, pistolas y, de
de su timidez. Espera poder elevarse por encima de ella, poder modo particular, el arma, que por su forma, se presta más que
guiar de modo adecuado su virilidad, representada por el avión, las otras a la comparación, el revólver.
pero tiene miedo, al mismo tiempo, de fracasar, de estrellarse En los sueños angustiosos de las muchachas predominan las
definitivamente contra la fortísima barrera. escenas de persecución por parte de un hombre armado de un cu-
Para llegar a interpretar la visión del estudiante basta cono- chillo o de un arma de fuego. Son visiones cuya interpretación no
cer, en sus grandes rasgos, el simbolismo y los principales «meca- presenta la menor dificultad.
nismos oníricos» en los cuales nos apoyamos en este tratamiento No menos comprensible es la representación de la misma parte
nuestro. Tengamos presente desde ahora, no obstante, que no to- anatómica por medio de objetos de los cuales escapa un líquido:
das las visiones son igualmente lineales; hablaremos también de surtidores, grifos, cántaros u otros objetos susceptibles de prolon-
las otras, sin pretender el hacer del nuestro un texto de psicoaná- garse: lámparas, lápices automáticos, etcétera. El hecho de que
lisis, considerándonos satisfechos si el lector despierta sosegado lápices, portaplumas, limas de uñas, martillos y otros instrumen-
a pesar de haber tenido un «mal sueño» y piensa que, en el fondo, tos sean incontestablemente configuraciones del órgano sexual
éste se le ha presentado sólo para hacerle comprender cuál es su masculino, deriva de una concepción del mismo fácilmente com-
punto débil y para incitarle a reaccionar. prensible.
La propiedad motriz de ese órgano encuentra una representa-
ción simbólica en globos, aeroplanos, dirigibles. Pero el sueño
conoce unos medios aún más expresivos para simbolizar la erec-
ción... No os asombre que os diga que los sueños a menudo tan
La anatomía revisada y corregida bellos que todos conocemos y en los cuales el vuelo tiene un papel
tan importante, deben ser interpretados como poseyendo en la
base la excitación sexual... Entre los psicoanalistas, Federn ha es-
Ya el literato griego Artemidoro de Éfeso, que vivió en el si- tablecido la exactitud de esta interpretación con pruebas irrefu-
glo II después de J. C, se ocupó con extraordinaria lucidez del tables, y hasta un experimentador imparcial y alejado del psicoa-
simbolismo onírico.(*) Éste no había de ser redescubierto hasta nálisis como Mourly-Vold ha llegado a las mismas conclusiones
1861 por el filósofo K. A. Scherner. A él se refiere Sigmund Freud, después de algunas pruebas en el curso de las cuales daba a las
quien, como es sabido, llegó mucho más lejos, sosteniendo que piernas y a los brazos de los durmientes posiciones no naturales.
detrás de tal simbolismo hay siempre un deseo, y que este deseo No objetéis que las mujeres pueden igualmente soñar que vue-
tiene caracteres más o menos marcadamente sexuales. lan. Acordaos de que nuestros sueños quieren ser realizaciones de
Cedamos la palabra al padre del psicoanálisis, ateniéndonos a deseos y que el deseo consciente o inconsciente de ser hombre, es
una celebérrima lección suya dada en la Universidad de Viena: muy frecuente en las mujeres. Y aquellos que sean versados en
El mayor número de símbolos, en él sueño, se refiere a la esfera anatomía no se sorprenderán del hecho de que la mujer esté en con-
sexual, pero nos encontramos aquí frente a una notable despro- diciones de realizar el deseo con la ayuda de las mismas sensa-
porción. Mientras los objetos que se pueden designar son poco ciones que experimenta el hombre...
numerosos, sus símbolos son muy copiosos. Cada objeto puede ser Entre los símbolos sexuales menos comprensibles citaremos
representado por varios símbolos, todos los cuales tienen, más o las redes y los peces, pero sobre todo la famosa serpiente. ¿Por
menos, el mismo valor. qué el sombrero y la capa han recibido el mismo significado? No
La parte principal (y para ambos sexos la más importante) del es fácil adivinarlo...
a ar El aparato genital femenino es representado por todos los ob-
P ato genital masculino, encuentra sobre todo sus sustituciones
simbólicas en los objetos que se le parecen en la forma: bastones, jetos cuya característica consiste en circunscribir una cavidad en
paraguas, astas, árboles, etcétera, como asimismo en los objetos la cual puede contenerse algo: minas, hoyos, cavernas, jarros y
que tienen el poder de penetrar en el interior de un cuerpo y de botellas, tabaqueras, estuches, cajas, bolsillos, etcétera. También
causar heridas: armas blancas de toda clase, como cuchillos, pu- cuenta aquí la barca. Ciertos símbolos como los armarios, los
hornos, y sobre todo las alcobas, retrotraen al útero... El símbolo
(*) Véase: II grande libro dei sogni. «Edizioni Mediterranee», Roma. «alcoba» se empareja aquí con los símbolos «casa», «portal», que
68 PETER KOLOSIMO
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 69

designan el acceso. Tienen un significado simbólico análogo la ma-


dera y el papel, así como los objetos fabricados con estos mate-
riales: mesas y libros, por ejemplo. Entre los animales, los cara-
coles y los mariscos son incontestablemente símbolos femeninos...
Los senos hallan su representación simbólica en manzanas, melo-
cotones y fruta en general y el sistema piloso en florestas o bos- ¿Somos todos esclavos del sexo?
quetes. La complicada topografía del aparato sexual femenino siem-
pre es configurada como un paisaje, con rocas, selvas y agua, y la
del aparato masculino a menudo como una máquina. Al término de la lección que hemos mencionado, que pasaría
a la Historia, Freud expresó lo que es un poco la duda de noso-
Otro interesante símbolo de la feminidad es representado por tros todos.
un joyero. «Joya» y «tesoro», efectivamente, son expresiones que —Puede ser —dijo— que os digáis, exasperados, que, según lo
también se dirigen a la persona amada. Las golosinas indican a que he dicho, vivís en un mundo de símbolos sexuales y si todos
menudo el placer, mientras que el autoerotismo es simbolizado los objetos que os rodean, todas las ropas que os ponéis, todas las
por toda clase de juegos y por tocar el piano; otras de sus re- cosas que usáis, ¿no son, a mi juicio, más que símbolos sexuales?
presentaciones finamente simbólicas son dadas por el resbalón,
por el descenso brusco, por el arrancar una rama. Una represen- La perplejidad parece hacerse aún más justificada cuando con-
tación notable nos viene de la caída o de la extracción de un dien- sideramos que, según el padre del psicoanálisis, el simbolismo oní-
te, que indica la imaginaria castración en castigo de prácticas rico es muy limitado fuera del campo sexual, tanto que podríamos
consideradas ilícitas por el sujeto... condensarlo diciendo que la casa constituye la única representa-
ción típica de la persona humana. Las casas con paredes lisas son
Los símbolos destinados a representar las relaciones sexuales hombres y las que presentan protuberancias y balcones son mu-
son menos numerosos de lo que hubiéramos creído. Pueden citar- jeres. Los progenitores tienen por símbolos emperadores y empe-
se como pertenecientes a esta categoría las visiones de actividades ratrices, reyes y reinas, personajes eminentes y los hijos pequeños
rítmicas, como la danza, la equitación, la ascensión, pero también animales o insectos parásitos. El nacimiento es representado casi
las relativas a accidentes, como ser arrollados por un vehículo. siempre por una acción en la cual el agua es el factor principal.
Añadamos ciertas actividades manuales y, naturalmente, las ame- Soñamos que nos tiramos al agua o que salimos de ella, que se
nazas con armas. La traducción y la aplicación de estos símbolos, saca a alguien o que se es sacado (relación materna). El miedo de
sin embargo, son bastante menos sencillas de lo que se cree. Tam- morir se revela pronto con la visión de una partida, de un viaje,
bién las escalinatas, las escaleras de caracol, las cuestas, estar en mientras que la muerte ya acontecida es representada por persona-
lo alto de una escalera o subir por ella son símbolos indicativos jes siniestros o por un puente a veces destrozado.
de las relaciones sexuales. Considerando la cosa detenidamente,
hallamos como factores comunes el ritmo de la ascensión, quizá Havelock Ellis, con todo y reconocer los grandes méritos del
también el crescendo de la excitación, la opresión a medida que psicólogo austríaco, piensa que éste ha ido demasiado lejos con
aumenta. la «sexualización» del mundo de los sueños, y muchos estudiosos
Hemos mencionado ya el paisaje como representación de la comparten su parecer. Es una crítica que podemos aceptar cum
feminidad, pero debemos añadir que montañas y rocas son a me- grano salis, es decir, procurando rectificar las posiciones, pero sin
nudo símbolos masculinos, mientras que el jardín concierne de- intentar trastornarlas siguiendo las huellas de ciertos románticos
cididamente a la mujer. El fruto designa no el niño, sino el se- reformadores que más bien veríamos como redactores de una «no-
men. Los animales salvajes (o fieras) configuran en primer lugar vísima cabala de los sueños» que como detectives de la psique.
hombres apasionados y luego, los malos instintos, las pasiones. Tenemos a la vista la obra maestra de uno de esos genios y
Los capullos y las flores designan los órganos sexuales femeninos, leemos en ella, por ejemplo, que la visión de un jardín denota
a menudo la virginidad... «pureza de alma, poesía y nobleza de propósitos», en tanto que
Éstos son algunos de los elementos del simbolismo en los sue- la de un cenagal pone al desnudo «un espíritu débil, que se ex-
ños. Nuestra exposición dista de ser completa, y podría exten- travía fácilmente y se hunde en las pasiones indignas». Si siguié-
derse tanto en amplitud como en profundidad. Pero creo que es semos al amigo, llegaríamos a considerar cada sueño como un
suficiente para ilustrar la materia. libro abierto, a rechazar en bloque el psicoanálisis y a negar to-
das sus grandes conquistas, decir la evidencia.
70 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 71

A una redimensión de las teorías freudianas se llega, en cam- diosa, pero la explotación de su patrimonio nos induce hoy a ad-
bio, haciendo hincapié en dos consideraciones de demostrada va- mitir que el cuadro es mucho más complejo que el que él nos
lidez. La primera es aquella que reconoce a los símbolos un sig- trazó.
nificado no absoluto, sino condicionado. Veamos, por ejemplo, Sigamos con el sueño del avión y veamos qué nos dice nuestro
tres sueños idénticos, extraídos de la «colección» de un psicoana- pequeño diccionario onírico, compilado teniendo en cuenta innu-
lista alemán. Son muy simples: el sujeto se halla a bordo de un merables observaciones: «Los vehículos aéreos denotan casi siem-
avión de línea, sentado al lado de una bella señora a la cual no se pre un anhelo de deseos a menudo irrealizables y de ambiciones
atreve a dirigir la palabra. Cuando por fin lo consigue, se percata, absurdas. Si en sueños nos hallamos a bordo y tenemos miedo,
horrorizado, de que el aparato está cayendo. Para cada uno de los hay mucha indecisión en el carácter. Detrás de esa visión hay a
tres soñadores, sin embargo, la visión tiene un significado di- veces la tendencia al adulterio, a la infidelidad, frenada por con-
ferente. sideraciones morales.» Según Freud, aviones, dirigibles, globos, re-
El sujeto 1 es un joven de dieciocho años enamorado de una presentan el órgano sexual masculino.
compañera de colegio (la bella vecina de asiento), deseoso de ca- Pues bien, ¿no es ésa la descripción de una determinada perso-
sarse con ella (o sea de entablar diálogo con ella), pero retenido nalidad —la del indeciso— en su totalidad? ¿Acaso un indeciso no
por la sospecha (titubeo en dirigir la palabra a la mujer) de que lo es tanto en el campo sexual como fuera del campo sexual? ¿No
una unión semejante es prematura y puede acabar en desastre es el hombre de las paradójicas, estériles y a menudo secretas
(caída del avión). ambiciones, de los más audaces vuelos de fantasía acariciados de-
El sujeto 2 es propietario de una tienda de electrodomésticos trás de un escritorio o un banco de taller, de los anhelos de eva-
(el avión se torna aquí el símbolo de su mercancía, de la «máqui- sión que mueren con el grito del director o la llamada autorita-
na», del progreso). Su actividad no le satisface (viaje y anhelo de ria de la consorte?
evasión), y efectivamente está en tratos con el dueño de una acre- A veces un solo símbolo, junto con la claridad, la insistencia
ditada sastrería para cambiar de negocio (la bella señora simbo- con que se presenta, puede bastar para arrojar luz sobre el carác-
liza tanto el objeto deseado como sus características: sastrería^ ter, las tendencias, las flaquezas de una persona, como la prepon-
elegancia, refinamiento, donosura). No obstante, está muy indeciso derancia de los símbolos sexuales delata indudablemente una situa-
(miedo de la catástrofe). ción de incomodidad en el campo erótico. Pero estas interpre-
El sujeto 3 es un hombre de veintiocho años que todavía no ha taciones fáciles constituyen la excepción, no la regla.
tenido experiencias sexuales, a pesar de desearlas, siempre rete- La diagnosis de la personalidad, en sustancia, requiere un es-
nido por una morbosa timidez. tudio muy detenido. En este estudio los símbolos tienen un papel
Sólo el tercer sueño, por lo tanto, se explica siguiendo a Freud de primer plano, pero no nos dicen nada si los consideramos ais-
fielmente. El primero podrá tener un fondo sexual, pero el pro- ladamente, del mismo modo que no nos diría nada un tenor que,
blema dominante es otro, en tanto que el segundo no tiene nada con ropas medievales, cantase en un escenario vacío.
que ver con el amor y sus complicaciones. Por esto hemos añadido a nuestro tratado esa indispensable
No perdamos de vista las proporciones. El mismo psicoanalista guía que es el pequeño diccionario onírico. Solamente teniendo
que nos ha «prestado» las tres visiones nocturnas, nos precisa que en cuenta la múltiple naturaleza de los símbolos y de la atmós-
de cien sueños de viajes aéreos, casi setenta provienen de deseos fera que los envuelve para considerarlos luego en relación peculiar
sexuales o tienen, cuando menos, vínculos con la esfera sexual; del soñador, es posible llegar a comprender algo de esa ópera có-
una esfera demasiado importante, como hemos dicho ya, demasia- mica, dramática, trágica, antigua y moderna que es nuestra per-
do llena de problemas, de conflictos, de inhibiciones para no do- sonalidad.
minar el mundo de los sueños y reclamar para sí su tajada mayor
del pastel de los símbolos.
Pero el sexo influye también en una parte de nuestra persona-
lidad, sin por esto penetrarla toda, al menos en un individuo
normal. En este postulado se inspira la segunda consideración.
Freud fue demasiado simplista cuando dio a cada símbolo un
claro significado. Llevó a cabo, sin duda alguna, una labor gran-
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 73

siasmo de novel, se le había presentado con un extenso artículo.


—¿Tres cuartillas? No, el suceso no merece siquiera un título
a dos columnas. Además, ya deberías saber cómo es nuestro pe-
riódico. No dramatizamos, no alarmamos a la gente, evitamos los
detalles demasiado crudos. Sintetiza, sintetiza. Puedes salir del
paso perfectamente con una veintena de líneas.
Y nuestro principiante ha sintetizado. Sin embargo, cuántas
cosas se ocultan en esas pocas líneas que se enlazan con una tra-
gedia casi olvidada: anhelos inconfesados, odios, deseos de ven-
ganza, suspicacias, miedos, y quién sabe qué más. Pero nuestro
principiante ha tenido que sintetizar. Y, sin saberlo, se ha com-
portado como se comporta el subconsciente en sueños, «tijere-
teado» por el invisible y autoritario redactor jefe de la Gaceta de
Morfeo, preocupado, sí, por su cometido de informador, pero tam-
bién por el temor de caer víctima de la censura y de causar desa-
VII sosiego al sensible «lector».
Nuestra vida está llena de buques hundidos, repletos de deseos
y de miedos. Algunos vagan casi a flor de agua, otros se hacen
...Y SOBRE LA ALMOHADA UNA VARITA MÁGICA visibles, en determinadas condiciones, bajo las olas, pero los más
cargados, los más pesados, yacen en el fondo del abisal Océano
de la Psique, aunque su contenido no deja de dar lugar, en noso-
Abrimos el periódico, recorremos los grandes titulares, fijamos tros, a sordas luchas. Unas luchas de las cuales, precisamente, nos
la atención en los acontecimientos que mayormente nos interesan llegan en sueños noticias incompletas y deformadas.
y pasamos a la sección de sucesos. Y, en el rincón más muerto de Es más, demos una ojeada al suelto sobre la refriega en el bar
la página, descubrimos un suelto que por poco se nos escapa: teniendo presente el modo como se produjo la formación de las
visiones nocturnas y nos percataremos de que el sueño recurre a
RIÑA EN UN BAR la misma técnica que nuestro cronista, aunque logra juntar cua-
dros bastante más fantásticos. Encontramos, efectivamente, en el
En un establecimiento de nuestra ciudad, unos individuos agre- articulito, las huellas cabales de muchísimos expedientes usados
dieron anoche al conocido hombre-rana John W. (un gigante que en componer nuestras aventuras hechas de sombras. Las pala-
se supone es el cerebro de una cuadrilla de rastreadores de teso- bras rastreadores, estrella, artista, infierno, «rescatada», por ejem-
ros submarinos), desencadenando el infierno. La reyerta nació plo, son «asociaciones simples», hombre-rana es una «condensa-
aparentemente a causa de los cumplidos dirigidos por algunos ción», mente una «parte para el todo», gigante una «deformación»
donjuanes a una estrella de cinema presente, pero la verdadera y así sucesivamente.
razón del alboroto parece residir en el nombre de la artista, idén- Estas definiciones poco dicen a un profano. Será menester, sin
tico al de un buque que tiempo atrás se sospechó hundido por embargo, tomar confianza con ellas, pues de lo contrario el mundo
los caballeros implicados en el altercado y «rescatado» por John de los sueños se nos aparecería (a pesar de haber esclarecido ya
W. El público se mostró profundamente impresionado por lo muchos de sus enigmas) como un incomprensible juego de espe-
acaecido. jos deformantes.
Una bronca de las corrientes. El caso de aquel buque había he-
cho mucho ruido, pero ya han pasado tres o cuatro años, y mu-
chos no recordaban siquiera que hubiera existido. El follón del
bar no «era noticia». Esto pensó, la noche anterior, el redactor
jefe y replicó con gesto aburrido al reportero que, con un entu-
74 PE1ER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 75

ridad, se hubiera encontrado incómodo), o con cualquier otro ob-


jeto de caucho, habría sido la insatisfacción sexual que hablara
desde lo profundo de su ser.
Cada uno de nosotros puede divertirse efectuando ejercicios
La «asociación-», un mecanismo-príncipe parecidos, teniendo presente que de nada sirve prepararse una se-
rie de palabras con las cuales asociar otras. A las respuestas se ha
de llegar excluyendo la reflexión, y por esto es oportuno que los
La «asociación» es el «mecanismo príncipe» del sueño, y los «vocablos primos» sean sugeridos, al azar, por un amigo, o entre-
símbolos son piezas que éste fabrica y mueve. Pero si algunos de sacados de un diccionario o un libro.
esos símbolos son iguales o casi iguales para todos, otros están El jueguecito no permite desde luego psicoanalizarse a sí mis-
estrechamente vinculados a las circunstancias particulares en las mo, sea porque el cerebro tiende siempre a buscar, cuando está
que una persona ha venido a encontrarse o se encuentra. He aquí despierto, la asociación más lógica, sea porque el especialista si-
por qué es oportuno ver cómo actúa el mecanismo en cuestión. gue un método preciso de trabajo. No es improbable, sin embar-
De él se valen hace tiempo los psicólogos imponiendo a los su- go, que, practicándolo muchas veces y transcribiendo las asocia-
jetos de los que desean conocer el carácter o identificar los pun- ciones (no una a una, sino tras haberlas enunciado de corrido y
tos flacos, el exponer sin titubeos todo lo que les pasa por la muy rápidamente), pueda reunirse una serie de símbolos riguro-
cabeza. samente personales, mediante lo cual ver un poco más claro en
—Invierno —dice el psicólogo. los propios sueños, en ese mundo donde nos sumimos con todos
—Nieve, frío, abetos, calefacción, esquís, burbujas, Bing Cros- nuestros deseos y nuestros temores, y con una insospechada «va-
by —contesta el paciente. rita mágica» sobre la almohada. Procuremos, pues, trabar conoci-
Hasta aquí todo está claro. Con el infierno se asocian las ideas miento con los esquemas más elementales propios del mecanismo
de la nieve, del frío, de los abetos, de la calefacción disfrutada en de la asociación.
casa, de los esquís. Ni siquiera las burbujas y Bing Crosby están
fuera de lugar, y el examinador no necesita recurrir a un par de
preguntas para establecerlo porque aquellas respuestas evocan el
champaña de Año Nuevo y el cantante americano es el conocidí-
simo intérprete de Blancas Navidades. He aquí, por tanto, por TRANSFORMACIONES DE PERSONAS EN OTRAS PERSONAS
qué el sujeto, retrotrayéndose inconscientemente a un hecho acae-
cido en invierno, podrá soñar con un bosque de coniferas, un par
de guantes (de esquí) o bien con el buen Bing. Bruna sueña ser perseguida por un hombre enmascarado que
—Esposa —dice el psicólogo. la acecha entre el gentío, la sigue cuando regresa a casa de la
—Casa, familia, plancha, huevos, goma, número, mar —contes- oficina e intenta incluso entrar en su dormitorio por la ventana.
ta el paciente. La muchacha «siente» que se trata de un ladrón, de un individuo
Descartadas las lógicas asociaciones con la casa, la familia, la que, al mismo tiempo, la fascina y la aterroriza. Esa especie de
plancha, los huevos (que gustan de modo particular al paciente) Fantomas tiene algo que le es vagamente familiar, pero, por
y establecido que el número es el telefónico por el cual se comu- mucho que se esfuerce, no logra identificarlo. Y lo conoce muy
nicaban cuando eran novios y que él y ella se conocieron en el bien, sin embargo. Es Gustavo, el joven que la corteja hace algu-
mar, resta un vocablo de significado oscuro: goma. ¿Por qué el nas semanas, un chico que le gusta pero del cual no se fía, sabién-
sujeto, refiriéndose a la consorte, ha usado, entre las otras, esta dolo poco propenso a las relaciones serias.
palabra? No lo sabe, o, al menos, cree de buena fe no saberlo. El
psicólogo le induce a recordar, y por fin el motivo aparece decep- Bruna no conseguirá probablemente descubrir nunca que se
cionado por el papel pasivo mantenido por la mujer en la intimi- trata de su admirador y, sin embargo, si tuviese una idea de la
dad, nuestro hombre la había comparado mentalmente, un par de «asociación onírica», no le sería difícil desenmascararlo. «¿Quién
veces, con una muñeca de goma. Si hubiese soñado, por lo tanto, es ese ladrón de mi sueño? —empezaría por preguntarse—. Un
con una pelota, una lancha neumática (en la cual, casi con segu- hombre que podría robarme algo. ¿Qué podría robarme? Eviden-
temente una cosa que me importa mucho, de lo contrario no me
76 PETER KOLOSIMO
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 77

obsesionaría en sueños. ¿Cuál es la cosa que me importa mucho?


El cariño de mis padres, pero no hay nadie, en realidad, que ame- Los gatos suelen simbolizar, en sueños, la feminidad (puede
nace con quitármelo... el empleo, pero también de éste estoy se- tratarse de la ajena, pero también de la propia, amigas lectoras,
gura... La pureza: ¡Esto es lo que se me podría robar! ¿Y quién reflejando en este caso la pizca de narcisismo que es propio de
estaría en condiciones de hacerlo? Gustavo, porque en ciertos mo- toda mujer, o bien el deseo de agradar, de ser lisonjeadas). En
mentos me encuentro a punto de ceder. Pero, ¿por qué motivos cuanto a los perros, soñar con ellos delata siempre un anhelo in-
se me aparece irreconocible en sueños? Porque soy yo quien no tenso de sentirse amados, protegidos, de tener al lado una criatura
quiero reconocerle. Me gusta, estoy un poco enamorada de él, y afectuosa, fiel hasta el sacrificio. Cada animal, además, tiene un
me niego a pensar en ese chico como en un ladrón.» significado propio, que depende de la toma de posición del soña-
Visiones nocturnas del género de la que hemos esbozado no dor respecto a él (el león, por ejemplo, puede simbolizar una per-
son infrecuentes ni mucho menos para las muchachas, suscitadas, sona agresiva, la serpiente un individuo engañoso, y así sucesi-
no sólo por el temor a la pérdida de la pureza, sino por la falta vamente). Las bestias de cualquier especie soñadas en grupo, por
de confianza en las promesas del pretendiente, por los celos y por último, representan casi siempre una comunidad de la cual se
numerosos motivos más. Al margen de este tipo de manifestacio- tiene miedo. Puede tratarse de familiares, de amigos, hasta de la
nes oníricas, observamos que raramente una persona que se nos opinión pública en general.
aparece en sueños como desconocida lo es realmente. Analizando Pero el proceso de asociación puede transformar también a
sus características, a menudo conseguiremos identificarla. Por el hombres y mujeres en cosas, precisamente siguiendo la traza de
proceso de asociación, un padre severo podría, por ejemplo, con- nuestro lenguaje simbólico. ¿Veis, en sueños, vuestro camino cor-
vertirse, en el reino de Morfeo, en un tirano, un esclavista, un tado por una corriente de agua en crecida? Podría tratarse del
carcelero; una rival en amor podría presentarse a la soñadora marido, si lo juzgáis «impetuoso como un torrente». ¿Dais puñe-
con el ropaje de la disoluta reina vista en el cine, de la asesina tazos, desesperadas, a una pared rocosa que os impide llegar adon-
«sexy» de una novela policíaca o, más sencillamente, de la señora de quisierais? ¿No se tratará de vuestro jefe, «duro como la pie-
Clotilde, la vecina que no tiene nada que ver con cierta vicisitud dra», que se niega a subiros el sueldo?
sentimental, pero que todos consideran intrigante, envidiosa, mo- Puede ocurrir, por último, ver en sueños animales transforma-
lesta... y así sucesivamente. dos en personas o cosas: el perro Tom, por ejemplo, se nos podría
aparecer con la figura del abuelo Jeremías, porque estamos encari-
ñados con el buen Tom como con un pariente, o sencillamente por-
que su mirada nos retrotrae inconscientemente a la del abuelo; la
vaca Giovanna, por su parte, se nos podría mostrar en forma de
botella, y así sucesivamente. Raro es el caso de animales conver-
TRANSFORMACIONES DE PERSONAS EN ANIMALES O COSAS tidos en otros animales. Se trata casi siempre de un fenómeno
ligado a una fuerte impresión, como cuando, atemorizados por un
lagarto, soñamos después que nos amenaza una fiera.
Henos en el campo. Estamos paseando tranquilamente, en un
sueño que promete ser idílico, por un sendero pintoresco, cuando
sentimos que nos dan un golpecito en la espalda. Nos volvemos,
sorprendidos, y nos encontramos frente a un asno. Intentamos ig-
norarlo, continuamos, y él nos sigue. Francamente, nos fastidia, TRANSFORMACIONES DE COSAS EN PERSONAS O ANIMALES
tratamos de echarlo, pero en vano. Apretamos el paso, echamos a
correr, molestos y un poco preocupados por la insistencia del
borrico... y el cuadrúpedo nos sigue. Desde hace una semana, Paola sueña con Gianna. Gianna es una
Digámoslo en voz baja, por favor: nuestro orejudo acompañan- compañera de oficina. Paola no tiene nada que ver con ella, no
te es el amigo Temístocles. Lo juzgamos un asno, un pelmazo, un le es ni simpática ni antipática. Sus relaciones se concretan en el
tipo pegajoso que se empeña en estar a nuestro lado cuando de cambio de los habituales saludos y de algunas frases insignifican-
buena gana nos pasaríamos sin sus insulsos rebuznos... ¡Y el me- tes. ¿Por qué, entonces, sigue soñando con ella?
canismo de la asociación nos lo declara sin rodeos precisamente Si Paola se limita a buscar una solución fijándose en la perso-
así, en plena noche!
78 PETER KOLOSIMO GUíA AL MUNDO DE LOS SUEñOS 79

na que se muestra con tanta insistencia en sus noches, nunca lo-


grará desenredar la madeja. Si piensa en todo cuanto le sucedió
antes de iniciarse esa extraña serie onírica, la naturaleza del pro-
ceso de asociación le resultará clara. Hace una semana, Paola TRADUCCIÓN DE IDEAS ABSTRACTAS
perdió un anillo y no sabe resignarse a ese extravío. Pero, ¿qué EN PERSONAS, ANIMALES, COSAS Y LUGARES
tiene que ver Gianna con ello? ¿Quizás el sueño es profético? ¿Aca-
so quiere revelar que fue Gianna quien robó la preciosa sortija?
¡Cuidado con esas peligrosas bromas de Morfeo! Las visiones En los sueños de Anna, el dueño es William Holden. Los surca
nocturnas en cuestión son determinadas sencillamente por la aso- a lo largo y a lo ancho, se asoma a ellos con los atuendos de to-
ciación anillo-Gianna. El anillo se trasforma en una persona quizá dos los personajes de sus filmes, y despierta, feliz. Pero se pre-
por una sospecha que no es lícito considerar justificada, qui- gunta el porqué de esos gozosos despertares. Holden no le desa-
zá también tan sólo porque Gianna fue la primera chica que Paola grada como actor, pero no es ciertamente su «estrella» favorita,
vio después del extravío o porque lleva un anillo que recuerda ni el tipo de hombre con el que querría unirse... Al contrario, su
vagamente el perdido. ideal es totalmente distinto.
He aquí que Paola se da cuenta del mecanismo onírico. Desde Bice sueña con el señor Rossi, el contable del piso de arriba.
este momento deja de soñar con la colega. Sin embargo, el recuer- El señor Rossi, en sueños, le hace una corte discreta, le habla de
do de la sortija desaparecida sigue obsesionándola... y en la pan- quién sabe qué, le coge una mano, y ella se siente feliz hasta las
talla nocturna empiezan a aparecer pequeños animales, beste- lágrimas. Pero el señor Rossi, aunque en realidad es muy simpáti-
zuelas que ella logra apresar, pero que en seguida se le escapan: co, es bajito, calvo, tímido y tiene esposa. Aunque fuese soltero,
una ardilla, una rana, un grillo. Se trata siempre del dichoso ani- Bice no se casaría con él.
llo, traducido esta vez en una minúscula criatura que se escurre Cora se encuentra al lado de Fulmine, el caballo de la hacienda
de los dedos. de los abuelos, ve de nuevo cómo su papá la subía en la silla, la sos-
¿Y Renato? Renato tiene preocupaciones zoológicas mucho ma- tenía y estaba a su lado, afectuoso, durante el paseo a caballo.
yores. Sueña que está de vacaciones, tomando el sol, feliz, hasta ¿Cuántos años han pasado? Diez, once... Cora tenía catorce en-
que un toro enfurecido le embiste, haciéndole despertar bañado tonces... pero en sus sueños vuelve el viejo Fulmine, y ella lo abra-
en sudor. ¿Un tremendo recuerdo infantil, el indicio de un acu- za y se siente arrastrado por una ola de dulzura infinita.
sado complejo de inferioridad? El psicoanalista al cual se dirige Diana ha recibido un paquete. No sabe de quién, no sabe qué
piensa primero en ese argumento, pero pronto se percata, escu- hay dentro, pero, en sueños, corre hacia su casa con el corazón
chando las confidencias del jovenzuelo, de que las angustiosas palpitante de contento. Deshace el envoltorio y ve que contiene
aventuras oníricas tienen un. origen muy distinto. El «toro» es, en dos vulgarísimos platos. ¿Decepcionada? Al revés. Los deja sobre
efecto, el artíhivo al cual está afectado Renato. Ese trabajo no le la mesa y le parece no haber visto nunca nada tan bonito y pre-
gusta, es para él una auténtica pesadilla que le obsesiona hasta cioso.
los días de asueto. Una mañana, moviéndose, nervioso, alrededor Emma, que nunca ha visto el mar en su vida, sueña que está
del casillero, choca violentamente con un cajón abierto del odiado en una maravillosa playa desierta, a la luz de la luna. Siente una
mueble, y Morfeo lo ha transformado en un toro siempre dispues- ligereza, una alegría que nunca había conocido antes y que no
to a acometerle y cornearle. nace tan sólo de la contemplación de aquel bellísimo panorama.
Cinco sueños diferentes, seguro, pero todos tienen el mismo
origen, el mismo leitmotiv: el deseo de amar y de ser amados.
Anna no ha quedado impresionada por William Holden, sino por
la escena de un filme interpretado por este actor, que para ella
reflejaba las relaciones ideales entre dos seres enamorados; Bice
no está ni mucho menos hechizada por el señor Rossi, sino por la
existencia serena que el contable lleva con su esposa, por una
atmósfera que también nuestra soñadora querría conocer; Cora
anhela un porvenir encantador como el mejor período de su ju-
80 PETER KOLOSIMO

ventud con un marido tierno y solícito que la tenga «montada en


silla»; Diana ve en los dos platos un pedacito de su casa futura,
un dulce nido para dos, y Emma sueña con el amor como le ha
sido descrito por su canción preferida, que habla precisamente
del mar, de la playa y de la luna.
He aquí, pues, cómo el proceso de asociación puede traducir
ideas abstractas en personas, animales, cosas y paisajes, se trate
de deseos o de temores, de sentimientos o de impresiones en ge-
neral.

Todos los ejemplos mencionados pertenecen a la serie de las


asociaciones simples, pero no siempre nuestro «mecanismo prín-
cipe» obra sobre esquemas tan elementales. Es cierto, sin embar-
go, lo contrario. En la mayoría de los casos aquél mueve otros
mecanismos, sigue caminos tortuosos y se vale de expedientes de VIII
los cuales trataremos a continuación los más importantes.
Antes de hacerlo, sin embargo, debemos recalcar la particular
importancia del último proceso de asociación citado. Es, como NOSOTROS, PERSONAJES DE CIENCIAFICCIÓN
quien dice, el alma del sueño, el sueño en sí. Recordemos que
nuestro «mundo de noche» es un mundo de imágenes, que Mor-
feo ha de dar en imágenes todo cuanto «sentimos» o «experimen- Fiorella la ha hecho gorda. Ha aceptado un regalo de un ad-
tamos». Y si nos parece que la empresa es fácil, pensemos en el mirador: un collar. No es que haya concedido o prometido algo
cine. ¿Cuántos filmes realizados para expresar un sentimiento o a cambio, ni el donador lo ha pretendido. Es un señor correcto
un conjunto, un encuentro, un conflicto de sentimientos, pueden y muy adinerado, que puede permitirse eso y más, aunque sea aca-
decirse logrados? Son muy pocas las auténticas obras maestras. riciando tan sólo una vaga esperanza. Nuestra amiga ha quedado
Y si interrogamos al creador de una de esas obras maestras, nos fascinada por ese precioso adorno y no ha sabido decir que no.
dirá (suponiendo que quiera ser sincero) que no ha alcanzado lo Pero ahora su noche es muy agitada...
que se proponía o que ha sido consciente, al principio, de los Sueña que se encuentra en un oscuro callejón y percibe en el
modestos medios que encontró a su disposición. suelo un curioso destello. Se agacha, tiende la mano hacia ese
Cuanto más profundas son las impresiones, las sensaciones y misterioso resplandor, pero en seguida se aparta, horrorizada. Se
los sentimientos, más arduo se hace concretarlas en imágenes. trata de una serpiente. Asustada, echa a correr en la dirección
Walt Disney, con algunas memorables secuencias de dibujos ani- opuesta, y he aquí que respira aliviada. Ante ella ha aparecido un
mados,^ ha intentado trasponer la música en impresiones ópticas, policía cuyo rostro le recuerda en parte el de su padre y en parte
pero ni siquiera su sensibilidad, ni siquiera su genio han podido el de su novio. La chica implora auxilio, pero el agente permanece
producir algo aceptable para todos. impasible, dejándola sola con su terror.
El sueño, por el contrario, cumple el prodigio. Entonces, ¿por Por muy pasmosa que pueda parecemos, esta visión nocturna
qué asombrarnos ante la complejidad de las técnicas y de los es fácilmente explicable si se tiene en cuenta el suceso que ha
mecanismos a que debe recurrir? Por mucho que miremos, con impresionado a la joven. La serpiente es el collar: lo recuerda por
nuestro libro, a una extremada simplificación, sabemos muy bien la forma, pero, sobre todo, lo simboliza por la insidia, el peligro
que regalamos a los lectores una colección de detalles un poco pa- que el regalo encierra. Estamos, en suma, ante el proceso de aso-
recida a esos cubitos con dibujos en las seis facetas que es me- ciación del cual acabamos de hablar.
nester volver y revolver, para disponerlos y componer un cuadro Pero, ¿por qué el policía hace que la soñadora rememore a su
comprensible. Pero si uno de esos cubitos del rompecabezas falta- padre y a su novio al mismo tiempo? Porque se trata de las dos
se, la escena no sería completa.
personas que la muchacha teme mayormente, condensadas en una
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figura única que representa la autoridad, la ley (moral). Es un criatura le recuerda al mismo tiempo a su padre, al guardia mu-
proceso de condensación que traduce en imágenes el pavor de Fio- nicipal de su pueblo natal que de pequeño le aterrorizaba y al
rella. Aunque manifestase mi arrepentimiento —podemos deducir sargento de cuando hizo el servicio militar.
con ella— no hallaría ni comprensión ni ayuda de esos dos hom- Aquí el análisis es fácil. Los tres personajes tienen en común
bres que, impasibles a mi dolor, me condenarían. la autoridad, la rigurosidad: reflejan el miedo del sujeto, pero
asimismo su deseo de recibir del representante del fisco un trato
comprensivo.
Las «condensaciones por cualidad» semejantes a ésta son las
más brillantes. Es menester, no obstante, poner mucha atención,
CONDENSACIÓN Y SUPERPOSICIÓN porque Morfeo se desahoga aquí de incontables modos, revelándo-
se un ducho enigmático que recurre a curiosísimas combinacio-
nes. ¿Soñáis con el señor Casagrande, un conocido al que no veis
En la inmensa mayoría de los casos, como hemos dicho, el hace años? Puede ser que a él vaya ligado un episodio particular-
sueño es una síntesis. mente importante de vuestra vida, pero también pudiera darse
que él se hubiese presentado sólo para condensar en su nombre
Esta síntesis —recalca Freud— a veces puede fallar, pero en li- a los dos verdaderos intérpretes de vuestro sueño, como, por
neas generales existe. No se observa nunca lo contrario, o sea ejemplo, los señores Casati y Grandini.
que nunca ocurre que un sueño manifiesto sea más extenso que Pero, ¿qué pensar de las condensaciones una de cuyas partes
el sueño latente y tenga un contenido más rico. parece absolutamente desconocida? A todos nos ocurre soñar, tar-
de o temprano, con un pariente o un amigo que «no es precisa-
El padre del psicoanálisis define el fenómeno como considera- mente él», que tiene algo de extraño en la figura o el comporta-
ción, pero advierte que el término puede ser usado en sentido es- miento. Pues bien, aquí se trata de examinar a fondo el compo-
tricto para indicar el proceso por el cual «algunos elementos de nente extraño, que es tal sólo en apariencia. «Nada es irreal en
la realidad que tienen rasgos comunes están fundidos juntos en los sueños —dice Freud—. La imaginación "creadora" es inca-
sueños». Es precisamente el caso de nuestra Fiorella, pero no paz de evocar lo que sea. Debe conformarse con reunir elementos
siempre es tan fácil identificar los componentes de esa manifes- por naturaleza separados.»
tación. Tenemos también condensaciones de dos o más personas con
La tendencia a la condensación no es tan sólo privativa de características diametralmente opuestas y éstas revelan casi siem-
Morfeo, sino de todo nuestro mundo. Es suficiente volver el pen- pre de una manera resplandeciente la existencia de un conflicto.
samiento a cualquier sistema de clasificación, científico o no, para Una de las más frecuentes propias de los jóvenes hace aparecer
darse cuenta de ello. Al decir, por ejemplo, «reptiles», ¿acaso no en la pantalla onírica el objeto de los deseos sentimentales y se-
condensamos en este sustantivo a todos los invertebrados que se xuales deformado por «algo» que recuerda a uno de los progeni-
desarrollan en una envoltura amniótica hasta el nacimiento, tienen tores, de los superiores y de los conocidos menos benévolos. Es
temperatura corpórea variable, piel generalmente cubierta de es- obvio que así se manifiesta el contraste entre amor y principios
camas córneas y corazón dividido en cuatro cavidades incompleta- adquiridos, amor y temida reprobación del prójimo, un contraste
mente separadas? Lagartijas, cocodrilos, serpientes, tortugas, esto que es terreno abonado para los pequeños y los grandes com-
es lo que decimos, en mínima parte, al decir reptiles. Y hablando plejos.
de los perros en general, ¿no nos referimos acaso a bassets y pasto- Numerosísimas son las condensaciones de paisajes, considera-
res alemanes, a pequineses y sanbernardos? blemente más difíciles de interpretar dado que puede tratarse de
El sueño, por lo demás, únicamente actúa cuando condensa escenarios casuales o de referencias que constituyen la esencia mis-
elementos que a menudo sólo tienen para nosotros algo en común. ma de la visión nocturna. Puede suceder que, vagabundeando por
Típica es, al respecto, la visión que el profesor Werner Kemper el viejo Turín, rememoremos un rincón de París. No es de extra-
nos ofrece en ejemplo. Un hombre de negocios, la noche anterior ñar que luego soñemos hallarnos en la plaza Pigalle y, alzando los
a una entrevista con el recaudador de contribuciones, sueña con ojos, veamos la Mole Antonelliana. Pero a uno u otro lugar pue-
un gigante que se muestra, para con él, muy gentil. La fabulosa den ir ligados hechos para nosotros muy importantes o también
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sólo referencias a hechos similares (una fascinante amiga nuestra donde, al menos, encontrará nuevamente la atmósfera de la velada
piamontesa, por ejemplo, podría inducir al subconsciente a hacer- que la hizo feliz. En efecto, el gentío la rodea, la aclama, le pide
la efectuar un picante strip-tease como esos que son una especia- autógrafos. La «estrella», tranquilizada, abre el bolso para sacar
lidad del «Crazy Horde»). De ahí la necesidad de un análisis mi- la estilográfica... pero con repugnancia hunde la mano en el ho-
nucioso. rrible manguito.
Un proceso afín al de condensación lleva el nombre de super- La joven despierta bañada en sudor. Naturalmente, en la cama
posición. Aquí, a una cara o a una figura se superpone otra de im- no hay nadie. Esta impresionante visión nocturna, sin embargo,
proviso y el significado de la visión nocturna es expresado por se repite y la actriz decide, al cabo de unos días, consultar a un
ambos polos. psicoanalista.
He aquí que Rodolfo se pasea en compañía de su novia y de ¿De dónde ha salido ese manguito de pieles? De un suceso que
golpe la ve transformarse en una chica con la cual tuvo, tiempo Linda creía haber olvidado, de un día de su niñez, cuando por
atrás, una afectuosa relación. Dos son los casos: o el joven añora primera vez expresó su deseo de ser actriz, y su vieja tía Trudi, la
el amor pasado, o teme que su novia le abandone, como ocurrió de muy rígidos principios, arremetió con violencia contra ella pin-
con la otra, tínicamente el protagonista del sueño, confesándose, tando el mundo del cine como una sima del infierno, fragua de
podría ponernos en el camino exacto. todos los pecados, prediciéndole un porvenir de perdición y de
vergüenza.
Claro que sí, aquél es el inseparable manguito de tía Trudi,
cuyo uso, tan poco corriente, había impresionado tanto a Linda
como para ser, en las reconditeces de su mente, inseparable del
UNA PARTE PARA EL TODO recuerdo de la anciana parienta. Nuestra celebridad siente un poco
de remordimiento por haber desobedecido a su tía, considerada
durante años como depositaría de la verdadera moral... y el man-
Linda ha llegado adonde quería. Los comienzos han sido difíci- guito comparece en sueños a reprenderla.
les. Recuerda la turbación de los primeros días pasados lejos de Los procesos oníricos de este tipo se designan con la expresión
su casa, en la gran ciudad, el mísero empleo aceptado para poder latina pars pro toto, o sea «una parte para el todo». Conocemos
asistir a la escuela de declamación, el dinero que no bastaba nunca muy bien su mecanismo hasta despiertos, es más, a menudo re-
siquiera para dos comidas completas al día, el frío padecido en currimos a ellos por medio de los más tristes lugares comunes ha-
el cuartito suburbial, con los dedos ateridos, fuera de las mantas blando de la «mano criminal», del «fuerte brazo de la ley», de la
sosteniendo el guión... El primer, banal, papelito en un filme del «mente sublime». Morfeo, sin embargo, es menos aburrido, se
que nadie se acuerda ya... vale de una serie prácticamente ilimitada de reclamos: puede ser-
Pero finalmente ha llegado el éxito. Lina se despereza, feliz, virse tanto de la calva de papá como del collar que mamá lucía
bajo las mantas, echa otra mirada a su alrededor para felicitarse con tanta satisfacción, tanto del bigotito de un avieso corruptor
de todo lo que la rodea en esta lujosa habitación de hotel, oye de menores como de los zapatos eternamente rechinantes del seve-
el eco de los aplausos que, unas horas antes, consagraron su en- rísimo catequista o de los botones de su sotana. Efectivamente,
trada triunfal en el firmamento cinematográfico. no es raro, en sueños, encontrarse abrochando o desabrochando
Luego, en sueños, es como si despertase bruscamente. Intuye (casi siempre dificultosamente) una prenda cualquiera de ropa,
la presencia de un objeto extraño, palpa las sábanas con una mientras algo, en el subconsciente, llama a la puerta cerrada con
mano y se le hiela la sangre. Sus dedos han rozado una cosa mór- un seco «¡no!» de la moral religiosa.
bida, cuyo contacto no tiene nada de agradable. Linda se incor- He aquí otro ejemplo, a menudo repetido, con variantes no
pora, se destapa. Y se da cuenta de que tiene al lado un man- sustanciales, en las visiones nocturnas de las muchachas que tie-
guito de pieles. Es un caso cómico, que a lo sumo debería hacer nen en las espaldas un pasado similar al de nuestra protagonista.
sonreír, rememorando tiempos lejanos, pero a nuestra actriz no Diana se ha enamorado. A los veinte años, tras una infancia
le causa hilaridad ni mucho menos. Por el contrario, ese manguito todo lo contrario de alegre, tras una primera juventud hecha tan
la desazona, tiene algo de macabro, de alucinante. Linda, presa de sólo de trabajo y sacrificios, he aquí al amor. La muchacha nunca
angustia, se levanta, se viste y, siempre en sueños, baja a la calle, en su vida ha sido tan feliz. Quisiera abrazar al mundo, y las
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compañeras, que la conocían siempre seria y huraña, descubren nar a la pobre criatura, convenciéndola de que él quiere y puede
en ella una mujer nueva. Pero la metamorfosis dura poco. Dos depararle un destino muy diferente.
semanas después del encuentro decisivo, Diana vuelve a ser la de
antes, incluso más «cerrada» y más sombría que nunca, tanto que
las relaciones con el posible novio empeoran de día en día.
¿Cuál es la causa de esa nueva, súbita transformación que a
todos se antoja inexplicable? Un sueño. La muchacha no le con- ALEJAMIENTO
cedió demasiada importancia cuando se le presentó la primera
vez, el día siguiente al encuentro con el amor. Pero la visión ha
vuelto, dos, tres, cuatro veces, y en verdad es como para tras- Jack Roaring, el terror de Minnesota, no logrando vencer a
tornarse. Hay una mano en las noches de Diana, una mano se- su eterno enemigo, ha apelado a medidas extremas. Ha hecho
parada del cuerpo, enguantada, que persigue a la chica dondequie- raptar a Shirley, la hija del rival, y ahora amenaza con torturarla
ra se encuentre en sueños. Primero la ha descubierto detrás de y matarla si el otro no abandona la lucha.
una puerta, inmóvil como la mano truncada de un cadáver, luego, Una habitación desnuda, una mesa, algunas sillas y un telé-
alzando los ojos, la ha visto sobre la mesa mientras escribía una fono. Jack Roaring bebe y se ríe a carcajadas. Shirley, artística-
carta al enamorado. Finalmente, se ha puesto francamente ame- mente atada, de un modo que permita a la blusita ceñirse en los
nazadora: se agita en el aire, mueve los dedos como si quisiera puntos justos, tiembla de terror mientras uno de los bandidos le
agarrar, quebrantar. acerca al pecho un aguzado hierro candente...
La cosa acaba con un agotamiento nervioso. Diana ha de some- Corrado observa la escena con indiferencia, un poco aburrido.
terse a los cuidados de un especialista que, por una suerte que No, no se trata del sádico cómplice de Jack Roaring, ni de un
no suele presentarse, se interesa más bien de cerca en psicoanáli- émulo de Fantomas, sino simplemente de un espectador sin ma-
sis. No le resulta, por lo tanto, difícil ver en esa mano algo de licia: Roaring & Co. son, efectivamente, personajes cinematográ-
lo cual ella, en el subconsciente, tiene un miedo terrible: miedo ficos.
de encontrarla detrás de la puerta de su nueva vida, la matrimo- Y en la pantalla continúa su pérfido proceder. Entre uno y otro
nial, miedo de verla interponerse entre ella y sus esperanzas li- sobresalto de Shirley, la cámara encuadra una pared en la que
gadas al hombre amado (la carta), miedo de ser triturada como... destaca un calendario, y en el calendario un niño de rostro mo-
¿Como quién? La mano no es fruto de pura fantasía y tampoco fletudo y feliz tiende las manos a una bolsita de papilla «WW», ésa
es un símbolo en el clásico sentido psicoanalítico de la palabra (ra- que hace sanos, fuertes y alegres a los chiquillos. Corrado no se
ramente los símbolos se muestran tan claros y con tanta persis- fija en el calendario, que parece haber sido olvidado allí por el
tencia). Debe de haber existido así en la realidad y debe de haber anterior inquilino del alojamiento ocupado por los facinerosos.
tenido un papel negativo no indiferente en la vida de Diana. Se Un crítico cinematográfico tal vez diría que ese anuncio ha sido
trata de conseguir identificarla, y el especialista se pregunta ante puesto allí por el director a fin de dar realce, por contraste, a la
todo por qué está enguantada. Porque oculta algo que la paciente brutalidad de la secuencia. Pero no es así.
se niega a reconocer. ¿Quién, por lo tanto, de su familia o de sus El día siguiente, cuando sale a comprar una botella de licor,
conocidos, tiene o tenía un signo particular en la mano? El sub- Corrado seguramente ya no piensa en ese filme que ha juzgado,
consciente de Diana es puesto entre la espada y la pared porque más que nada, decadente y aburrido. Pero, una vez en el supermer-
a esa precisa pregunta la memoria de la joven está dispuesta a cado, coge, entre lo demás, una bolsita de papilla «WW» para su
contestar. Era su padre que tenía en la palma, evidentísima, la bebé. Si le preguntásemos por qué lo ha hecho, nos diría que el
cicatriz de una herida de guerra. Es, pues, el recuerdo de su pro- gesto le ha salido instintivamente, que, como solícito papá, ha
genitor que aterroriza a la veinteañera, el recuerdo de las regañi- querido probar también ese alimento, que le ha atraído el color
nas, de los actos violentos que hicieron un infierno de la existen- del envoltorio. Y no sabría que en su subconsciente, por el con-
cia de Diana y de su madre. Inconscientemente, la muchacha teme trario, se ha disparado un resorte cuidadosamente montado por
a todos los hombres, está obsesionada por la idea de que el matri- los técnicos publicitarios de la honorable «WW».
monio preludie una serie de tristísimas experiencias. Ahora que La hipnosis revelaría con facilidad cómo anduvieron las cosas.
el problema está resuelto, al enamorado corresponde cuidar y sa- Antes de asistir a la proyección del filme, Corrado había visto
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muchas veces, en periódicos y carteles, el niño de cara mofletuda si el «pretexto» del sueño. Puede ser que en el niño despedazado
y feliz, ansioso de asir la papilla preferida. La cosa le había de- esté identificado él mismo, martirizado por una infancia infeliz.
jado indiferente, pero, sin que él lo supiera, el calendario de Lo que ahora nos interesa, de todos modos, es que el punto esen-
la película despertó aquel recuerdo susurrando a su subconscien- cial de la visión no hay que buscarlo aquí, en el hecho más im-
te: «¿Ves? Si tu niño se alimenta con "WW", crecerá sano y fuerte, presionante, sino en un detalle que, a la luz de la lógica, debería
y no se encontrará nunca en las lamentables condiciones de la carecer de importancia.
pobre Shirley.» Este proceso lleva precisamente el nombre de alejamiento. Aten-
Éste es uno de los medios a los que recurren los persuasores ción, pues, a los detalles que, en sueños, dan lugar a ciertos esta-
ocultos, los 007 de la publicidad que, valiéndose de expedientes dos de ánimo, porque en ellos se esconde el verdadero significado
refinadísimos, matan en muchos de nosotros el poder de la libre de la aventura nocturna.
elección. En su profesión hay ases, pero desde luego no han in- ¿Por qué razón el señor Rossi no ha soñado simplemente con
ventado nada. Han echado mano de los secretos de la «psicología su hermana y su madre? Probablemente porque se avergonzaba
de lo profundo» y copiado, con ello, muchas de las «técnicas» de de confesarse a sí mismo que se sentía como un chiquillo desam-
que se valen los sueños. parado, necesitado de protección, del mismo modo que una mu-
Consideremos ahora una visión nocturna bastante más impre- chacha turbada, en sueños, por ver la luna, no querrá admitir
sionante que el trivial filme de Jack Roaring. El señor Rossi, en que suspira por unas ternezas cambiadas con el novio una noche
sueños, despedaza a un niño con un cuchillo (del mismo modo que de plenilunio, y una señora impresionada por una olla pensará
ha rajado una pina tropical pocas horas antes de meterse en la (cuando está despierta) que es una necedad temer perder el ca-
cama), y ejecuta la repugnante operación con la máxima indife- riño del marido por culpa de una escasa predisposición para el
rencia. De repente, sin embargo, le da por volver la mirada hacia arte culinario.
una ventana de cristales verdes, y entonces, desesperado, rompe
a sollozar. Nuestras noches están, pues, llenas de «persuasores ocultos».
Una vez más se trata de nuestros deseos, de nuestros temores.
¿Qué clase de monstruo es ese señor Rossi? Es un apacibilísi- Y sería bueno que tratásemos de identificar los motivos de que se
mo empleado (el sueño no es inventado, sino sacado del archivo valen nuestros engañosos propagandistas para no correr a com-
del profesor Kemper), acosado por manifestaciones oníricas que prar la papilla «WW» sin reflexionar demasiado, ansiosos, sin saber-
repiten, con variaciones insignificantes, el mismo motivo, es decir, lo, de contentarlos cuanto antes.
que se ve ocupado en algo terrible que le deja frío, mientras que En efecto, ¿qué podría ocurrirle al señor Rossi si, con tal de
se conmueve por detalles insignificantes. satisfacer su necesidad de protección, se casara, sin conocerla a
Digamos mejor que aparentemente insignificantes, puesto que fondo, con la primera mujer que encontrase? ¿A qué incógnitas
el «centro» del sueño es precisamente la ventana de cristales ver- se expondría la muchacha que suspira por ciertas ternezas, si in-
des, de lo cual nos percatamos escuchando el relato hecho por el tentase satisfacerlas con el primer postor?
soñador al psicoanalista. Hace poco que el señor Rossi perdió
a su adorada hermana mayor que había cuidado de él desde el
fallecimiento de la madre. También a ésta la había querido mu-
cho, tiranizada y maltratada por el marido, quien, durante una
disputa que impresionó terriblemente al soñador, en su infancia, MIMETIZACIÓN
gritó, enfurecido: «¡Te voy a tirar por la ventana!»
Si consideramos que el verde era el color preferido de la di-
funta hermana del sujeto, no nos costará ya hallar el significado Isa se halla en un maravilloso palacio, lleno de todo cuanto
de su visión nocturna. El señor Rossi está angustiado por la pér- puede hacer bella y cómoda la existencia. Un viejo señor con-
dida de la hermana (representada por el color verde, o sea por versa con ella afablemente y una gran dama la invita a escoger
la pars pro toto de que hemos hablado), a la que quería como a lo que más le guste de un cofre colmado de alhajas. Nuestra ami-
su madre (simbolizada por el tormento de la pobre mujer, o sea ga se sienta feliz, y la atmósfera de gozoso sosiego que la rodea
por la ventana a través de la cual el marido amenazó con tirarla). se torna más acusada aún cuando se acerca a una ventana y ve
La pina tropical rajada quizá ha proporcionado al señor Ros- que fuera arrecia el huracán.
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Mas he aquí que una voz lejana la llama, una voz afligida e in- un instante antes de que lleguemos a descubrirlo), el inconsciente
citante al mismo tiempo. La muchacha duda porque piensa que nos revela casi siempre la existencia de un temor o de un miedo.
para ir al encuentro de esa voz debería abandonar los salones Cuando, en cambio, conseguimos ver claro detrás del «telón», nos
confortables, el bienestar, la riqueza, pero finalmente la fascina- atormenta una duda, un conflicto entre dos polos, representado
ción del misterioso reclamo lleva las de ganar. Isa sale, batida uno por el objeto mimetizante y otro por el mimetizado.
por la lluvia, azotada por el viento. He aquí un ejemplo para este último caso, sacado del archivo
Finalmente llega a un lugar muy extraño, en la linde de un de Berger. Mario sueña que es huésped de un maharajá en cuya
bosque florido al cual se accede a través de algo que recuerda el Corte pasa muchos días entre yantares suculentos, cacerías de ti-
portal de una iglesia. Una vaporosa cortina blanca lo tapa. Isa gre, y danzas de bayaderas. Finalmente, hallándose sentado en un
se siente impulsada a descorrerla, pero un gran miedo la retiene, prado, nota que hay un matorral a sus espaldas y tiene la clara
el miedo de una «cosa» ignota cuya presencia siente al otro lado impresión de que la vegetación oculta algo. No quiere levantarse
del albo cortinaje. e ir a ver porque «siente» que tendría una sorpresa desagrada-
¿Un hombre? ¿Un arma? ¿Una fiera? ¿Un paisaje infernal? La ble. Al final, sin embargo, se decide, y descubre detrás del ramaje
joven lo ignora, no podría siquiera imaginarlo remotamente, tíni- una preciosa estatuita de horrible expresión.
camente, que se trata de una «cosa» terrorífica. En realidad, Mario debe escoger entre estar cerca de una mu-
A un sueño semejante podríamos atribuirle, echando mano jer que le atrae mucho y el traslado a una filial de su empresa,
de la cabala o de la fantasía, los significados más diversos e im- que le proporcionaría un ascenso con una sensible mejora eco-
presionantes. Pero ni la cabala ni la fantasía nos ayudan a poner nómica. La Corte del maharajá hace de marco, representando el es-
al descubierto los secretos de las visiones nocturnas. Tengámoslo pejuelo de un lugar lejano y prometedor, pero el verdadero cen-
siempre presente, recordemos que sólo un examen de las situa- tro del sueño lo constituye el matorral (que simboliza la femini-
riones en las cuales nos hallamos puede hacernos ver claro en el dad) y por la estatuita (la ganancia financiera) valiosa, sí, pero
reino de Morfeo. por otros motivos muy poco atrayente.
De la aventura onírica de Isa, como de todas las otras, es me-
nester, por tanto, buscar el precedente en la realidad. Y el pre-
cedente es que Isa se ha prometido y cuenta con casarse pronto,
pero su futuro marido tiene un empleo que deja mucho que
desear. TRASPOSICIÓN
Todo está ahí: el sueño refleja sencillamente sus inconscientes
temores. Ahora, la chica lleva una existencia envidiable en casa
de sus padres (el palacio) que la pone a resguardo de peligros y —Un individuo —puso por ejemplo Freud en el curso de una
de tribulaciones (el huracán), puede contar con un padre afectuo- de sus lecciones en la Universidad de Viena— desea inconsciente-
so (el viejo señor) y con una madre que la colma de solicitudes mente tener relaciones sexuales con su hermana. Pues bien, no
(las alhajas). Pero el amor (la voz afligida e incitante) la llama, sólo está obstaculizado en ese deseo por los principios morales,
y ella llega al umbral del matrimonio (el portal, la cortina blanca sino que evita francamente formularse un pensamiento al res-
que representa el velo nupcial). Duda, sin embargo, en trasponer pecto. Con otras palabras, no se confiesa ese impulso, porque aún
aquel umbral porque al otro lado hay algo que le da miedo. ¿Qué antes de que le llegue a la conciencia hay algo que lo rechaza en
es? Las incógnitas de la vida conyugal. Isa no logra identificar el la oscura zona del que ha aflorado (la censura, N. del A.). El deseo
objeto de su temor, porque no quiere hacerlo. Ama sinceramente
a su novio y está dispuesta a afrontar con él las dificultades que
se presenten, pero ello no impide a su subconsciente asustarse de
I ha sido «alejado», y lo será siempre cada vez que intente surgir
con su verdadero aspecto... Es menester, por tanto, que el sueño
sea enmascarado, es decir, que el deseo inconsciente se realice a
la existencia futura. través de imágenes alusivas, las cuales, por su aspecto lícito, con-
Estamos ante el proceso de mimetización. Cuando tenemos, en sigan engañar a la rigurosa censura. ¿Qué ocurre entonces en
sueños, la impresión de saber qué se oculta detrás de un «biom- este caso? El sujeto que desea tener relaciones incestuosas con
bo» o de una «máscara» de cualquier clase, pero no logramos esta- su hermana no sueña tenerlas, pero sueña otras cosas, las cuales,
blecerlo (a menudo, la visión nocturna se interrumpe justamente sin embargo, en el curso de la interpretación, se mostrarán como
92 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 93

claras alusiones al deseo de incesto. Este sujeto puede soñar, por aquí el de mímetizacíón). El motivo está claro. La muchacha no
ejemplo, que se pasea con la hermana de su mejor amigo y tiene quiere verla, porque teme descubrir en ella los rasgos del novio,
de ella, en determinado momento, una declaración de amor. En es decir tener la confirmación de que la engaña, yendo por ahí en
este caso, la persona del sujeto, en sueños, se ha identificado con busca de aventuras; no olvidemos que el puñal es un símbolo
la de su mejor amigo. ¿Y quién es, de hecho, el mejor amigo de sexual masculino, que la mutilación representa aquí la desfloración
cada uno de nosotros, a quien amamos instintivamente más que (y, por consiguiente, la actividad erótica) y que el mismo capuchón
a nosotros mismos? nos lleva a la esfera del amor físico.
He aquí un caso típico de trasposición, por cuyo proceso se La trasposición puede producirse también con el concurso de
tiene, en el mundo de Morfeo, un trueque de personas claramente objetos, e igualmente en esto podemos establecer un paralelo con
determinado por la censura. O sea que nos encontramos ante una la realidad. ¿Acaso no trasponemos en las cosas, a veces, nuestros
asociación (no se pierde de vista que todos los fenómenos ilustra- impulsos, rompiendo un vaso en un arrebato de ira, dando pun-
dos aquí son fruto de asociaciones) efectuada por impulso de de- tapiés a una cesta o haciendo añicos una fotografía?
seos y de temores que están en la base de los conflictos y de los Se puede tener, por último, una trasposición de situaciones
«complejos» más serios. en el tiempo. Sucede a muchos muchachos, por ejemplo, el soñar
En otras palabras, nuestro subconsciente se comporta un poco en vísperas de exámenes escenas idílicas, paisajes maravillosos.
como esas lectoras y esos lectores de semanarios que, avergon- El subconsciente protege así su sueño, apagando el temor de la
zándose de sus preocupaciones, de sus miedos, de determinadas difícil prueba y transportándolos a la reposada atmósfera de las
inclinaciones suyas o incluso de una sospecha o de una duda, es- vacaciones.
criben a los consultores: «Una vecina mía me ha confesado que
se siente morbosamente atraída por una amiga...», «Desde hace
algunas semanas, mi hermana teme perder a su novio, no porque
él le haya dado serios motivos para pensarlo, pero es que su
comportamiento, a veces...», «Un buen amigo mío que no tiene DEFORMACIÓN Y DESDOBLAMIENTO
el valor de dirigirse a usted y a quien quisiera ayudar de todo co-
razón...», y así sucesivamente.
¿Qué podría soñar la señora que nos presenta su problema como Desgracias y peligros muy grandes. Esto es lo que predice la
si fuese el de una imaginaria vecina? Podría ver; a la amiga que la cabala a quienes les ocurre soñar con Drácula, el lobo feroz, la
conturba, por ejemplo, entre los brazos de un guapo mozo y no espantosa creación del doctor Frankestein o un buen dragón lleno
sentir en absoluto disgusto por ello, al revés, disfrutar de esa de escamas y con hálito de fuego. Un monstruo cualquiera, en
visión. ¿Por qué? Porque el «guapo mozo» es ella misma: su sub- suma.
consciente ha encontrado el modo de dar a los deseados contac- ¿Hemos de creer en ello? No, en absoluto. Aunque el encuen-
tos homosexuales una apariencia de legalidad, eliminando así el tro nocturno con una criatura de íncubo nos impresione, no debe
miedo y realizando al mismo tiempo la aspiración secreta de la sorprendernos. Los monstruos tienen pleno derecho de ciudada-
soñadora: pertenecer al sexo contrario. ¿Cómo puede afirmar el nía en el mundo de los sueños y ponen el dedo (o, si lo prefe-
psicoanalista que aquí ha tenido lugar el proceso de trasposición rís, la garra) en una llaga que podría tornarse muy dolorosa. Re-
señora-mozo? Partiendo de la consideración de que la paciente, en presentan en efecto el otro Yo nuestro, aquel del cual no quere-
sueños, no ha quedado desagradablemente impresionada por un mos admitir la existencia cuando estamos despiertos o la admiti-
espectáculo ante el cual en cambio, dadas sus inclinaciones, hu- mos a regañadientes. Contemplemos de cara la realidad, conven-
biera debido reaccionar de un modo muy diferente. zámonos de que nuestros deseos secretos deben ser, según los
La señorita que teme perder al novio, por su parte, podría casos, aceptados como naturales o superados, y los monstruos
soñar que su ciudad está aterrorizada por un individuo que gusta desaparecerán. No nos ilusionemos si, en sueños, nos ocurre vivir
a las jóvenes y les corta las orejas con un puñal muy afilado. en amor y compañía con ellos. Se trata de una pura ilusión sus-
Ella percibe varias veces, apostado detrás de un árbol o en un citada por nuestro bondadoso subconsciente para hacernos dor-
portal, al sádico coleccionista, pero nunca logra verle la cara, ta- mir tranquilos.
pada por un amplio capuchón (al proceso de trasposición se une Esos seres espantosos pueden representar también a alguien
94 PETER KOLOSIMO

que odiamos o tememos, tal vez sin que nos demos cuenta de
ello. Cuidado, sin embargo. Esta interpretación queda excluida
(contrariamente a cuanto seríamos inducidos a creer) si un hom-
bre o una mujer que conocemos se transforma en monstruo ante
nuestros ojos abiertos sobre la «dimensión sueño». Esto significa
simplemente que algo conturba las relaciones entre nosotros y
aquella persona. ¿El dulce amor alarga el cuello, desenfunda dos
colmillos enormes, una cresta de animal prehistórico y una docena
de tentáculos? El subconsciente nos advierte así, con un lenguaje
harto elocuente, que por algo le tememos, o bien nos hace com-
prender de un modo más sutil que pensamos que él nos tiene
miedo y por esto se pone a la defensiva .
El proceso de deformación hace de nosotros, a veces, unos pig-
meos o unos gigantes. En ambos casos evidencia un acusado com-
plejo de inferioridad: en el primero lo refleja directamente, en el
segundo expresa nuestro vehemente deseo de dar la vuelta a la
situación. SEGUNDA PARTE
Ya que estamos en plena cienciaficción, doblemos la esquina,
y he aquí que topamos con nosotros mismos. El duplicador de
Morfeo ha separado de nosotros a nuestro otro Yo y, en vez de L O S S U E Ñ O S Y LA P E R S O N A L I D A D
meterlo bajo el pelaje de un monstruo, nos hace el favor de pre-
sentárnoslo en un aspecto más decoroso como para inducirnos a
la confianza. Es muy difícil, no obstante, que logremos entablar
en sueños una discusión satisfactoria con nuestro «doble». Se-
mejantes encuentros acaban casi siempre en un clima de hostili-
lidad.
Tratemos, pues, de eliminar una vez despiertos las contricio-
nes. Si lo conseguimos... ¿Qué podría pasar? ¿Que, al verse de
nuevo por la noche, nuestros dos Yo se saluden calurosamente y
se cojan del brazo como buenos hermanos?
No, eso no podrá suceder nunca. Porque en el instante que
ocurriese (admitámoslo por hipótesis), desaparecidos el cátodo y
el ánodo de nuestra personalidad, dejaríamos de ser hombres
para convertirnos en autómatas de carne.
NO TE ASUSTES SI «MATAMOS» A PAPA

Austria ya no era Austria, y Freud se preparaba para el exilio


cuando a principios de 1938, un joven psiquiatra convertido hacía
poco al psicoanálisis se dirigió al maestro para someterle el caso
más extraño que había tenido ocasión de examinar. Se trataba de
un niño de seis años, que había sobrecogido a la familia contando
sus sueños al hermano mayor por lo cual no quedaron en secreto.
En el primer y en el segundo sueño, el chiquillo se había en-
contrado luchando con un dragón visto en las ilustraciones de un
libro de fábulas, y la escena se interrumpió bruscamente en el
momento que el protagonista estaba metiendo la espada en la
garganta del monstruo. En el tercer sueño, el matadragones en
ciernes logró llevar a término la empresa y le pareció, en cierto
momento, que el animal asumía el semblante de su padre.
Con el cuarto sueño, la cosa había asumido un aspecto deci-
didamente impresionante. El niño era protagonista de una aven-
tura que repetía exactamente las precedentes, sólo que el papel
del dragón lo desempeñaba el padre en persona. Nada impresio-
nado, el joven héroe lo traspasó limpiamente después de lo cual
se vio en el portal de un gran castillo, del brazo de una mujer
con la cual sabía que se acababa de casar. La escena era idéntica
a la representada por otra ilustración del tomo de cuentos de ha-
das, pero en el sueño la mujer iba velada. Pero antes de que la
visión se desvaneciese, la esposa se alzó el velo, y el pequeño so-
ñador pudo darse cuenta de que se trataba de su madre.
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Tras escuchar el relato, Freud se comportó de un modo que que aborde varias veces al mismo motivo, y dificilísimo en un su-
dejó pasmado a su interlocutor. jeto psíquicamente normal que lo haga a breves intervalos), hay
—¡Magnífico! —murmuró, extasiado—. Es el complejo más es- sin duda de por medio un auténtico «complejo». Soñáis volar,
pléndido que he oído en mi vida. Esto es digno de Esquilo, justo ¿quién no tiene también, de vez en cuando, un deseo secreto?
y cabal. Pero si los vagabundeos aéreos tienden a convertirse en costumbre,
—¡Pero es inhumano! —protestó el médico olvidando todo el la cosa puede ser sin duda agradable, pero os advierte que vuestro
respeto que le merecía el maestro—. j Hay que hacer algo en se- equilibrio está perturbado por una vida sexual insatisfactoria.
guida! ¡ Ese niño es anormal! Nuestra personalidad no se forma, obviamente, en la serenidad,
—Ese niño es más normal que todos sus compañeros —replicó en el sosiego y es lógico, por tanto, que conserve las huellas de
Freud—. Déjelo vivir tranquilo, sin muchos conflictos, mientras incontables heridas, algunas viejas, otras recientes, algunas cica-
le sea posible. Verá cómo dejará de tener hasta demasiado pronto trizadas para siempre, otras no cerradas del todo, e incluso las
sueños tan limpios. que permanecen abiertas desde la primera juventud. Pues bien,
—Por mucho que traté de tranquilizar a los padres del niño los sueños nos han hablado de ellas desde el tiempo en que se
—nos dice el psiquiatra vienes— quisieron que lo «sometiese a produjeron. Nos han hablado con un lenguaje muy elocuente, y
tratamiento». No tuve más remedio que darles satisfacción, si- es una verdadera lástima que nadie haya querido entonces escu-
guiendo el consejo de Freud, sobre todo para que el chiquillo no charlo porque después se ha ido haciendo cada vez menos com-
acabase en manos de alguien que, cayendo en mi mismo error, prensible.
perseverase en él y echase a perder así la personalidad del pequeño A la luz de esta consideración no nos atrevemos a acoger burlo-
paciente. Me limité a prestar atención a sus sueños y a su com namente la invitación de los psicoanalistas a seguir a los niños
portamiento, y pronto me cercioré de que aquel Edipo en minia- también en el mundo de los sueños. Cierto que la exhortación se
tura tenía una sensibilidad poco común. Informé de ello al pa- presta a la ironía, pero nadie ha dicho que deba aplicarse sen-
dre y a la madre, los cuales, por fin, convencidos, hicieron caso tándose todas las mañanas a la cabecera de los pequeños con un
de mis sugerencias. E hicieron bien, porque su hijo es hoy un no- cuaderno y un lápiz y acosándolos a preguntas de psicodetectives.
table músico. Llevando la conversación sobre los sueños, los niños se sentirán
¿Pueden entonces los sueños darnos una imagen atendible de espontáneamente inducidos a hablar de ellos y a facilitar así a
nuestra personalidad? Sí, a condición de que poseamos la clave sus mamas (en estos casos, es más aconsejable la psicoanalista)
adecuada para descifrarlos y aceptemos los mensajes de Morfeo interesantes indicaciones.
incluso cuando nos dicen cosas que no queremos oír y que sole- Por esto nos parece útil dar una mirada a los típicos sueños
mos ser reacios a admitir. Porque los sueños revelan la persona- infantiles y además porque representan etapas importantes en la
lidad presentándola «en negativo», o sea poniendo en evidencia formación de la personalidad, y su insistente retorno en la edad
sus defectos, que son nuestros deseos secretos, nuestras flaquezas, adulta indica que alguna de esas etapas no ha sido superada.
nuestros temores.
Al emprender la exploración de nuestro «mundo de noche» no
debemos ilusionarnos con alcanzar rápidamente grandes resulta-
dos. Recordemos que un psicoanalista debe disponer, en general,
de por lo menos una docena de «sueños útiles» para llegar a ver Una zarabanda de tuces y de colores
claro un problema determinado. No podemos, por tanto, pretender
que basten algunas visiones para iluminar ese complejo mosaico
que es nuestra personalidad. Será necesario pasar revista sin pri- Hasta los cinco años aproximadamente, los sueños de los niños
sa al material que Morfeo pone a nuestra disposición fijándonos en a quienes la familia o el ambiente general no planteen problemas
los rasgos más acusados y constantes. particulares, son sencillos, bastante coherentes, fácilmente com-
Puede suceder a cualquiera, por ejemplo, ver en sueños al prensibles.
jefe de oficina con la figura de King Kong y la rival en amor re-
ducida a Gorgona, pero si el proceso de deformación tiene lugar El sueño infantil —dice Freud— es con frecuencia la reacción
con frecuencia, aunque sea desarrollando otros temas (raro es a un suceso de la jornada que ha dejado una pena, un temor, un
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deseo insatisfecho. La noche aporta precisamente la realización y a las que basta la más pequeña decepción para abatirlas o enfu-
directa y no velada de ese deseo. recerlas.

Con los «sueños de sensaciones» alterna antes y lo que sucede


Esto sucede porque la censura no ha entrado aún en funciones después un desordenado desfile de luces y de colores. Así es como
o ejerce una acción bastante blanda, dado el modesto influjo de se le aparece el mundo al recién nacido, que se asoma a él como
la educación, de la moral y de todos los demás factores que des- un ciego curado de repente. Y al igual que éste, nuestro niño se
pués se harán sentir con prepotentes exigencias. Si, por ejemplo, siente impresionado y confuso. Es éste el único período en la
durante el día el niño no ha conseguido alargar la mano hacia vida de un hombre, según dicen los estudiosos, en el cual los sue-
otra raja del dulce que le gusta tanto, soñará sencillamente con ños no son la expresión de unos deseos o de miedos.
una tarta y si un adulto se duerme con el mismo afán es proba-
Pero es un período que no dura mucho. Cuando el admirable
ble que sueñe con algo muy diferente por estar convencido de que
mecanismo cerebral alcanza a coordinar las experiencias que le
es pueril y poco viril desvariar por un deseo semejante.
provienen de los cinco sentidos y el niño se da cuenta de la exis-
Parecía imposible poder echar una ojeada al mundo de los tencia de un mundo estable y coherente, ese torbellino de luces
primerísimos sueños y, sin embargo, la ciencia lo ha conseguido, y de colores desaparece de sus sueños. Éstos se tornan poblados
siguiendo dos caminos, es decir interrogando a niños y a per- de extrañas formas confusas que reflejan sobre todo el pecho
sonas maduras de memoria excepcional y recurriendo a la hip- de la madre o (en caso de lactancia artificial) el chupete, y más
nosis. La concordancia de las informaciones recogidas con ambos adelante las manos, el rostro y el vestido de la progenitura y los
sistemas ha sido tal como para permitir la formación de un cuadro objetos situados en las inmediatas cercanías del pequeño.
atendible que referimos aquí en sus rasgos esenciales.
Al amanecer de la vida el sueño no va acompañado de impre- Muchísimos sujetos hipnotizados han revelado que en su más
siones ópticas. Los sueños se reducen a una sensación de bienes- tierna edad esos sueños alternan con otros dominados por una
tar y de calor que puede ser el recuerdo del ambiente prenatal o luminosidad difusa. Cosas indefinibles y destellos de color, apare-
también sólo del contacto con el cuerpo materno durante la lac- cen sobre un fondo muy claro, y a veces la visión se reduce a la
tancia. Algunos psicólogos afirman que tales sueños son los más que los adultos podemos tener contemplando una lámina de cristal
largos de nuestra existencia, que su duración coincide práctica- opaca iluminada de un modo uniforme. Ésta es, indudablemente,
mente con la duración del sueño. Muchos están de acuerdo en la compensación a la oscuridad nocturna de la cual el niño co-
considerar que en sus primeros sueños un niño es mucho más mienza a tener miedo. Hay quien pretende que ese miedo nace de
feliz cuando duerme que cuando está despierto. recuerdos atávicos, del terror de los cavernícolas por la oscuridad,
pero es probable que tenga una explicación mucho menos noveles-
El recién nacido se despierta, siente la confusión y el miedo
ca. Cuando no hay luz, los padres duermen y el pequeño no puede
que le provienen del nuevo ambiente y del hambre, y se pone a
ser consolado rápidamente como acontece cuando su ambiente
chillar. El calor y la leche de la madre le calman, y su vida dis-
está iluminado. Sea como sea, es inevitable que quede una huella
curre en esa alternativa. No sabe esperar. Cuando no se le satis-
de la aversión infantil por la oscuridad. No hay ningún mal en ello
face con rapidez, sus chillidos se hacen cada vez más fuertes, pero
si no se agitan en las tinieblas los fantasmas que, desgraciadamente,
luego decrecen, cesan. El pequeño se ha refugiado en el sueño
muchos padres no renuncian a suscitar.
consolador.
Dejemos, pues, que sea así. Es natural y hace bien, al contra- Ahora que el cerebro del niño comienza a funcionar, él sabe
rio de lo que piensan las madres demasiado solícitas. que en el centro de su mundo está la madre que le nutre, cuida
de él, le da protección y afecto. Así se forman las primeras aso-
ciaciones mentales (madre = saciedad, madre = calor), que pre-
En esa edad es cuando se coloca la piedra fundamental de la ludian las asociaciones oníricas: madre = saciedad, pulgar chupa-
personalidad —afirma uno de los mayores psicoanalistas euro- do = ilusión de saciedad, por ende madre = pulgar, o bien madre
peos, el inglés doctor Chester—. Si no se logra hacer comprender = calor, edredón = calor y por ende edredón = madre.
en seguida al niño que sus aspiraciones no pueden ser satisfechas Los sujetos interrogados acerca de sus primerísimos recuerdos
en un abrir y cerrar de ojos, se convertirá en una de esas perso- han hablado casi sin excepción de procesos similares ligados a
nas que pretenden siempre y en todas partes atención inmediata los objetos que, de lactantes, caían bajo sus sentidos. Se trata de
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asociaciones elementales, clarísimas, aunque algunas no dejan, más sexo débil y, por consiguiente, predispuesto a la homosexualidad.
tarde, de transformarse en auténticos rompecabezas. Pero volvamos a nuestro pequeño clavado aún en la cuna. Cuan-
Muchos lectores recordarán que uno de los más célebres per- do siente desazón, dolor, espanto, miedo sólo puede hacer una
sonajes de Hemingway, el pescador del libro El viejo y el mar, cosa: chillar. Los chillidos son para él como una fórmula mágica.
soñaba con leones. Pocos sabrán, sin embargo, que al menos uno Hacen comparecer al hada buena —la mamá— que cuida de él.
de aquellos leones lo sacó el gran escritor de Oak Park de su propio Cuanto más tiempo pasa, todo cuanto hemos dicho del hambre
«mundo de noche». Hemingway hubo de confesar en efecto a al- del recién nacido más se extiende a otros terrenos. Si la madre acu-
gunos conocidos, incluidos un par de psicoanalistas, que con fre- de demasiado pronto, a cada una de sus sucesivas tardanzas los
cuencia, hallándose en situaciones difíciles, le ocurría soñar con un gritos subirán de tono, se harán rabiosos. Después, el niño empe-
león. Sus amigos pensaron en el recuerdo de una de sus aventuras zará a chillar hasta durmiendo.
en la selva, pero los psicoanalistas, conociendo las funciones com- En el examen de la personalidad, esos gritos en la noche re-
pensadoras del sueño, no aceptaron aquella versión, buscaron otras presentan siempre una pésima puntuación cuando se repiten con
y como no lograron encontrarlas, acabaron por achacar lo del cierta frecuencia, pues con ellos se manifiesta o un miedo terrible
felino al whisky. Pero uno de ellos, que cuidó del literato y logró (pero el pequeño debería vivir en una atmósfera densa de horro-
conquistar su confianza, llegó a descubrir por qué un animal feroz res para chillar a menudo durmiendo) o un carácter caprichoso,
intentaba insistentemente consolar, en sueños al insigne paciente. débil y tiránico al mismo tiempo, que se ha formado con el «tengo
De niño, Hemingway había poseído un león de trapo con el que ganas» tan amorosamente cultivado por los demasiado solícitos
estaba encariñado de un modo particular. La fiera, transformada, padres.
se le aparecía, pues, para «conducirle a olvidar» en un período Se ha dicho que Hitler era histérico y cobarde y se ha dicho
feliz de su primera juventud. también que solía gritar de miedo, durmiendo. Si esto es verdad,
Ejemplos semejantes no faltan ciertamente. Se dice que un no nos extrañaría en absoluto. Quien se comporta así de niño,
gran científico soñaba, en los momentos más difíciles de su exis- no pierde el hábito a menos de ser «enderezado» por alguna sa-
tencia, una llanura azul, bañada de apacible luz verde y dominada ludable experiencia. (En América nos aseguran que la dura escuela
por una blanca colina de algodón, en la cual él se hundía, feliz. de los marines está en condiciones de operar milagros semejantes,
La luz verde era la de la habitación en la cual había venido al pero nosotros no pondríamos ciertamente para todos la mano en
mundo, la llanura azul la colcha de la cama, la colina el pecho de el fuego.) También los sueños en el curso de los cuales se intenta
la madre. Preocupado y cansado, volvía en sueños a buscar con- gritar sin conseguirlo, si son frecuentes, reflejan una educación
suelo en aquella esfera de mágica paz. equivocada y la «enfermedad de la personalidad» que es conse-
He aquí una visión inocua, es más, en cierto sentido «regenera- cuencia de ellos.
dora», muy distinta de otra que, sin embargo, tiene sustancialmen- No por eso debe prestarse oídos de mercader al llanto de los
te el mismo origen. Esta última se presentó, con una frecuencia niños. Evítense los extremos en uno y otro sentido, consúltese
alarmante, a un actor muy conocido, que llamaremos Osear V. El posiblemente a un experto en psicología infantil y un buen en-
día en que se declaró a una compañera se sintió extrañamente caminamiento será asegurado.
desazonado y la noche siguiente soñó que iba al encuentro de
la muchacha. La imagen de ésta se trocó, sin embargo, de golpe
en la de la madre de Osear V., que le ofreció un enorme botón
de plata sobre el cual él se abalanzó, apretándolo frenéticamente.
El actor sintió después una curiosa indiferencia hacia su com- Del acostumbrado Edipo a Buffalo Bill
pañera hasta el punto de tener que llamar a un psicoanalista. Y el
seguidor de Freud le condujo a identificar el botón de plata con
el de un viejo vestido de su madre. El botón de marras simbolizaba El mundo de los sueños se hace más complejo con el nacimiento
la lactancia, y el proceso de transformación podía significar sólo del Yo, de ese Yo que está en el centro de la personalidad, cuyo
una cosa: que todas las mujeres le recordaban a su madre. Por núcleo constituye. Si deseamos tener de ella una presentación
esto él, retenido por la idea inconsciente del incesto, se veía asal- elemental pero eficaz, pensémoslo como la consciencia de cumplir
tado por una sensación de frialdad ante cada representante del determinadas acciones sobre la base de la propia voluntad. Cuando
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se le pregunta algo a un nifio y el niño responde con una negativa, su deseo se realizaría en sueños por las vías más oblicuas.
en su «no» está el Yo operante. Para ser un poco más exhaustivos, diremos que en esos casos
El Yo instaura tratos de nuevo tipo entre el niño y quienes Morfeo apela muchas veces a los procesos de asociación, de tras-
le rodean. Él siente que no depende ya en todo y por todo de posición y de la «parte para el todo». El sueño referido por Freud
los adultos, que puede oponerles su voluntad. Sale así a la luz como ejemplo de la manifestación onírica de deseos incestuosos
asimismo el sentido de la propiedad: Eso me gusta... Lo quiero... masculinos (el joven que se va solazándose con la hermana de su
Es mío. mejor amigo) es verdaderamente típico; las chiquillas de turbios
De aquí al complejo de Edipo (pretensión de posesión exclusiva objetivos inconscientes o no, por su parte, sueñan con frecuencia
del amor materno por parte del niño) y al de Electra (pretensión que están atadas a un tronco (que simboliza a la vez al padre y
de posesión exclusiva del amor paterno por parte de la niña), la virilidad), que se restriegan voluptuosamente en él, que están
no hay más que un paso. Muchos se niegan todavía a admitir estos a punto de quitarse la vida con un arma que las atemoriza pero
conceptos, por la «válida» razón de que se antojan monstruosos a las fascina, que se meten o quieren meterse en un baño agrada-
su gazmoñería, pero se trata de manifestaciones naturales, sanas, bilísimo (atención: a menudo aparece la bañera de casa o una
en cuanto que determinan el paso a una fase superior, y aunque superficie de agua vista en compañía del familiar), pero turbadas
la sexualidad intervenga no es precisamente dando a la palabra por el temor de ser observadas. Puede sucederles, además, tener
el sentido que los adultos le conferimos. El hecho de que Freud en el sueño sensaciones análogas al contacto con objetos pertene-
haya definido como el «más normal de todos sus compañeros» al cientes al mismo pariente. Éstos no son más que unos sueños
chiquillo que soñó que mataba a su padre y se casaba con su escogidos por nosotros entre los más frecuentes. Es preciso añadir
madre, no debe escandalizarnos en abosluto. Basta la más descar- aquí que la fantasía femenina es mucho más fecunda que la mas-
nada descripción de aquellas visiones nocturnas para decirnos culina y poner en guardia contra las deducciones alarmantes. Las
que: visiones nocturnas citadas por nosotros se aparecen también
—El niño no tenía de la muerte una idea espantosa y, por con- —como traducciones oníricas de los complejos de Edipo o de
siguiente, no podía pensar en el homicidio como en una cosa Electra— a personas que por nada del mundo cometerían incesto,
horrible. Para él, «matar» significaba simplemente (como le había que jamás han sido rozadas por un pensamiento semejante. El
enseñado la fábula del dragón) hacer desaparecer a alguien cuya deseo existe, pero es inconsciente y destinado, salvo casos excep-
presencia no es agradable. Juzgar los sueños de nuestro chiquillo cionales, a seguir siéndolo siempre.
execrables porque tienden «directamente» al asesinato del padre, Los sueños en cuestión son de temer sólo cuando siguen repi-
es más estúpido que nunca. De un niño no se puede ciertamente tiendo el motivo de ambos complejos en la edad madura, no sólo
pretender una valoración moral del parricidio y en cuanto a la porque delaten una tendencia al incesto (de muchas chicas sabemos
«voz de la sangre», valdrá más que la dejemos dormir en ese que el objeto del «horrible» deseo nocturno es un viejo decrépito
cúmulo de tonterías que es la llamada «sabiduría popular». o francamente difunto), sino porque nos hablan de una personali-
—El pequeño soñador pensaba en el matrimonio con el máximo dad no completamente desarrollada, que permanece aunque sea
candor, haciendo del vocablo (todavía con la ayuda de los cuentos en ciertos aspectos, en un estadio infantil, demasiado propensa a
de hadas) un sinónimo de conquista, de posesión, de continua adaptarse a la voluntad ajena.
proximidad. ¿Acaso no se dice de los matadragones y de las prin- Que un niño desee casarse con una mujer «igual que mamaíta»
cesas liberadas por ellos que «se casarán y vivirán juntos cien años y que una niña sueñe con ser llevada al altar por un hombre
contentos y felices»? guapo, inteligente y fuerte «como papá», es normalísimo. Pero que
Alguien podrá objetar a Freud y a nosotros haber leído de ma- ese ideal se conserve a través de los años, se convierta en un
nera arbitraria y completamente gratuita en el pensamiento del clavo fijo, guíe francamente la elección del partner para la vida,
futuro músico, pero en seguida podemos demostrar que no es no es en absoluto sorprendente como se imaginan las alabadas
así. Ningún individuo con la mente sana, educado según los sis- piedras de toque. Una persona que busque otra hecha con el molde
temas corrientes en los países civilizados, por muy tentado que de muchos años atrás es ya un infeliz despojo del tiempo, incapaz
pueda ser por la idea del incesto o movido por un odio profundo de adaptarse a una evolución que se efectúa a un ritmo cada
contra el padre, soñaría con contraer nupcias con su madre o ase- vez más apretado. Ha sido, además, una pesadilla y lo será aún,
sinar al autor de sus días. La censura onírica se lo impediría y si no encuentra la fuerza de volver la espalda a su modelo de
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perfección, puesto que obviamente las relaciones entre dos cónyu- o sea con la gracia y la destreza de su madre, del mismo modo
ges, para ser satisfactorias, no pueden copiar los esquemas que que Pippo se identifica en el deseo con el padre a quien asocia
suelen establecerse entre madre e hijo o entre padre e hija. inconscientemente con la figura de uno de los personajes más
A finales del cuarto año de edad, la crisis de los dos famosos admirados.
complejos es superada, gracias ante todo al proceso de identi- Estos sueños se repiten con innumerables variantes y suelen ser
ficación. originados por los aconteceres cotidianos. A la misma serie per-
tenecen también impresiones seudosexuales que, si son reveladas,
horrorizan a los progenitores, haciendo suponer la existencia en
Se trata —explica Chesser— de un expediente del inconsciente los pequeños de quién sabe qué inclinaciones anormales.
que impele al niño a representar el papel del padre. La fuerza de —He soñado que mamá y yo teníamos un niño —dice Pippo.
imaginación del pequeño es tal como para hacer que la ficción —Estaba con papá, y mi muñeca era nuestra niña —cuenta Li-
se torne realidad. Imitando el modo de obrar y de hablar de su setta.
padre se identifica efectivamente con él. Así la relación negativa, Podrían parecer manifestaciones oníricas de los complejos de
basada en la rivalidad y la repulsa, es sustituida por la positiva,
fundada en el reconocimiento... lo cual vale también para la Edipo y de Electra, pero las consecuencias revelan su superación.
niña. A los pequeños soñadores, en efecto, la idea del «fruto del amor»
(«Nos queremos y, por tanto, damos vida a un niño») les es ajena.
En las visiones mencionadas, Pippo se identifica con su padre y
Lisetta con su madre.
Si el comportamiento de los chiquillos puede a veces engañar
(no olvidemos que no son conscientes de las grandes batallas
libradas en lo profundo de su Yo), las visiones nocturnas reflejan
con absoluta fidelidad la situación y son todavía reguladas por un
mecanismo tan sencillo como para poder ser interpretadas sin Desnuda en los peñascos gritaba horrorizada
dificultad. Aquí predominan los procesos de condensación y des-
doblamiento, y a menudo colaboran en la realización de curiosas
escenas que pocos de nosotros recordamos con exactitud, pero En el transcurso del proceso de identificación puede incidir de
que basta una alusión para hacerlas «sentir» familiares. manera muy seria la conducta de los padres. El más notable factor
He aquí la niña Lisetta que, en sueños, se afana en poner la de desequilibrio está representado por la discordia en la familia,
mesa. De un momento a otro ha de llegar un personaje importante, que se traduce, para el pequeño, en terribles sueños angustiosos.
y ella tiene miedo de no haberla puesto a tiempo. Por si fuera Cualquira que sea la parte donde esté la razón y a menos que
poco, las patas de la mesa se alargan, el mueble se hace gigantes- la madre no demuestre el menor apego a su prole, siempre es el
co, inalcanzable y los platos desaparecen del aparador. Pero de padre quien suscita en el niño y en la niña miedo, aversión, odio.
repente todo vuelve a ser normal, y una bella señora termina tran- No podría ser de otro modo, dado el carácter violento propio de
quilamente la operación. ¡ Y esta señora sigue siendo Lisetta! Pero las reacciones masculinas.
no, es una desconocida... Sin embargo la niña la conoce perfec- De esas deplorables situaciones familiares nacen los sueños que
tamente, sólo que no sabría decir quién es. desgraciadamente acompañan, retrasándola y estorbándola, la ma-
El niño Pippo, en cambio, es perseguido por unos bandidos. duración de los niños pequeños, es decir, la formación de su
Naturalmente, tiene miedo, huye, pero luego, desde el mismo personalidad. Las asociaciones oníricas se hacen aquí imprevi-
rincón donde se ha refugiado, un señor dispara, seguro y mortífero, sibles, puesto que imprevisibles son los episodios, los gestos, las
sobre los facinerosos. Pippo conoce perfectamente al valiente ti- palabras que mayormente afectan a los chiquillos.
rador. Es Buffalo Bill, un Buffalo Bill que se parece a papá. El Berger nos aporta como ejemplo el caso de una muchacha de
niño quisiera expresarle toda la alegría que le invade al pensar dieciocho años que, la noche después del encuentro con un hom-
que ha encontrado al famoso héroe del Oeste, quisiera... no, nada, bre cualquiera que se preocupase de serle simpático, soñaba estar
no quisiera nada, porque... Buffalo Bill es él mismo. en contacto con la piedra, se despertaba gritando, bañada en sudor,
Está claro que la bella señora es Lisetta tal como quisiera verse, presa de una sensación tan repelente como indefinible. A veces
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se encontraba sepultada bajo una capa de guijo y a veces tumbada, rentes intervalos. Ahora el rostro barbudo no es sólo el del vaga-
desnuda, sobre un peñasco, o bien le ocurría verse obligada, sin bundo, sino que le recuerda el de un policía que le amenazó du-
saber por quién, a acarrear pedruscos pulimentados que le ponían rante un alboroto juvenil y el de su padre.
la carne de gallina o a sentarse en horrible poltrona de roca lisa. —En la infancia, L. sueña que está jugando en la playa con un
Al psicoanalista le costó bastante tiempo y paciencia llegar al compañero por el que siente particular afecto. Los dos niños cons-
cabo del enigma. De las hipótesis que parecían más lógicas (una truyen juntos un castillo de arena, pero de pronto L. ve tan sólo
caída dolorosa en la infancia, unida a las groserías de un compañe- los pies del amigo, que derriban rabiosamente la construcción.
ro de juegos, el encuentro, en un escenario rocoso, con un bruto, Alza los- ojos y se da cuenta con terror de que el otro chiquillo se
un exhibicionista), a través de las más insólitas, el estudioso llegó ha transformado en su padre. De los diecisiete años a los vein-
finalmente al origen de aquellos extraños sueños. Se trataba de tiuno casi, L. sueña a veces que pasea con una guapa chica. Se
una frase lanzada por la madre de la muchacha al marido en el les acerca un amigo y L. lo presenta, orgulloso y feliz, a su acom-
curso de una furiosa disputa ocurrida doce años antes. «¡ Eres un pañante, pero acto seguido se queda helado. En vez del amigo ve
monstruo con el corazón de piedra!» había gritado la mujer. Y la a su padre enfurecido.
hija se identificó con su madre, sintiéndose estrechada como ella —B., de veinte años, todavía no ha tenido experiencias hetero-
entre los brazos de aquel amorfo monstruo de roca. El padre, sexuales, si bien las desea ardientemente. De niño, soñaba con fre-
querido hasta el día de la riña, se le había aparecido de golpe bajo cuencia que se apoderaba de un libro de anatomía de su padre.
una luz diferente, y bajo la misma luz el subconsciente hubo de Ahora se ve en una gran biblioteca que podría satisfacer todas
mostrarle todos los hombres que, como su padre, intentaban ha-
cerse querer. sus curiosidades. Sueña tres veces que coge un libro y lo abre,
pero sólo encuentra páginas ilegibles, manchadas o arrancadas.
El de nuestra muchacha no es un caso extremo. Los procesos La cuarta vez siente que puede conseguir un volumen íntegro apto
de asociación que tienen lugar en circunstancias análogas se en- para aclarar todas sus dudas. Alarga la mano por cogerlo de la
raizan muy profundamente y mantienen al sujeto en posiciones estantería, pero no lo coge porque tiene la impresión de que de-
que, si no se corrigen, le amargan la existencia. Cuidado, pues, trás del libro se oculta algo sumamente hostil; no sabe de qué se
con los frecuentes sueños angustiosos en apariencia inexplicables. trata, pero «siente la presencia de su padre».
Según una difundida opinión, su insistencia revela lo que suele Como revelan los sueños, los daños ocasionados a la persona-
llamarse un agotamiento nervioso. Sin duda todo ello es verdad, lidad de nuestros sujetos por las relaciones familiares desgracia-
pero convendrá tener presente que las medicinas no bastan para das son considerables. Los tres están sujetos a fuertes complejos
expulsar los espectros de la psique. Pueden a veces hacerlos batir de inferioridad; H. está amenazado de cerca por la manía perse-
momentáneamente en retirada, pero se presentarán de nuevo a cutoria y es presa del pánico cada vez que se encuentra en con-
la primera ocasión para envenenar las noches y los días. tacto con hombres barbudos; L. es muy tímido y aquejado de
La sucesión de sueños angustiosos generados por las riñas tartamudeo, y B. se ha visto arrastrado a experiencias homosexua-
entre los progenitores afecta bastante más a los sujetos femeninos les que le han envilecido y descorazonado.
que a los masculinos. En unos y en otros, de todos modos, las También la excesiva severidad paterna da lugar a sueños y a
heridas abiertas en la psique por los dramas familiares duelen manifestaciones parecidas. Cuando, además, se expresa con gri-
mucho tiempo, y se manifiestan con visiones nocturnas que se tos y frecuentes castigos corporales, las visiones nocturnas adquie-
repiten desde la primera juventud complicándose después con pro ren, como veremos más adelante, caracteres alucinantes y refle-
cesos de condensación, superposición y mimetización. He aquí jan las distorsiones a las que la psique está fatalmente condenada.
tres ejemplos que podríamos definir clásicos registrados por Freud
y por Ellis y ocurridos todos a protagonistas jóvenes amargados
en la infancia por conflictos con sus padres.
—Hasta cerca de los diez años, H. sueña a menudo que es per-
seguido por un hombre barbudo que tiene intención de estrangu-
larlo. Es un vagabundo que en realidad arremetió contra H. y sus
compañeros porque se habían burlado de él. A los dieciocho años,
H. vuelve a tener el mismo sueño, que después se repite a dife-
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 111

en una maleta y vuelve a los lugares de sus verdes años. No existe


ya nada de lo que él recuerda. La zona entera está ocupada ahora
por un gran complejo industrial que le ha cambiado radicalmente
el aspecto. Pero dentro de poco todo volverá a ser como antes.
Sidney Jones se dispone efectivamente a realizar el más sobreco-
gedor experimento que pueda imaginar la mente humana: ¡ Un via-
je hacia atrás en el tiempo!
A ello ha de poder conducir su primera, temida invención. Se
acurruca en la cuneta de la carretera, regula los indicadores con
dedos trémulos y acciona una palanca roja. Siente un leve atur-
dimiento, ve cómo la jungla de cemento que tiene delante se hace
menos visible, se convierte en un banco de niebla sutil y desapa-
rece en el sol.
El paisaje vuelve a ser tal como era medio siglo atrás, y Sid-
II ney Jones se alza, llorando de alegría, se encamina por el sendero
que creía recordar en sus menores detalles, Pero aquellos baches,
aquellos guijarros demasiado agudos, aquellas inmundicias... ¿era
EL INFIERNO ESPERA A LOS HIJOS DE LA ANGUSTIA todo realmente así? Sí, lo era. Ha de admitir que, en el curso de
los años, su fantasía había embellecido mucho aquel camino. Pero,
¿qué importa? Unos pasos más y ahí, después de la curva, de-
Sidney Jones es un «llegado». De la nada ha conseguido ama- trás de aquel grupo de árboles, encontrará de nuevo el mundo ma-
sar una fortuna. Había soñado hacía mucho tiempo que estaba ravilloso de su niñez.
sentado en un gran sillón, ante un gran escritorio, con un gran Allí está, aquel mundo. Sidney Jones se detiene, de momento
cigarro entre los dedos, complaciéndose en escuchar el sordo rui- incrédulo, luego consciente de la decepcionante realidad. La casi-
do de las máquinas de su fábrica. Y lo ha conseguido. De un apa- ta tan suspirada no es más que una barraca decrépita, la colina
rato construido casi por casualidad, que él nunca se había atrevido florida un montón de detritos entre los que crece la hierba, el
a hacer funcionar, nació la idea del televisor universal, capaz de lago encantador un pantano maloliente, el suave prado una exten-
captar (gracias a un proceso que tan sólo Einstein hubiera podido sión cenagosa de malezas. Y en medio de las malezas, un chi-
explicar) las más distantes emisoras. quillo sucio juega con dos trozos de palo.
Imponerse no fue fácil ni mucho menos. Sidney Jones tuvo Aquel chiquillo es el viajero del tiempo a los cinco años. Des-
que librar batallas muy reñidas, pero finalmente venció revolucio- doblado, el protagonista del extraño suceso se halla frente a sí
nando de la noche a la mañana todo el sector de las comunica- mismo. Los dos Sidney Jones no pueden comunicar entre sí por-
ciones. Ahora, sin embargo, no se siente satisfecho. Piensa en los que existen en dos planos temporales diferentes, pero Sidney adul-
sufrimientos, en los temores, en las humillaciones que ha tenido to puede leer con la máxima facilidad en la mente de Sidney Jo-
que sufrir, y todo esto le llena de una amargura que ni siquiera nes niño. Ansioso de saborear al menos la frescura espiritual de
la idea del extraordinario triunfo logra disipar. Le invade una su infancia, el inventor «se cuela» en el otro, pero no redescubre
nostalgia infinita por los años de la niñez. No había sido, la suya, nada de cuanto imaginaba. Halla, en cambio, en el Yo del chiqui-
una niñez confortada por las comodidades, por el bienestar eco- llo, otros sufrimientos, otros temores, otras humillaciones.
nómico, a pesar de lo cual se le antoja como el paraíso perdido. Desesperado, Sidney Jones vuelve a su máquina del tiempo, la
Recuerda la bonita casita en el campo, la colina florida que le ha- regula sobre un futuro lejanísimo, en el cual la Tierra ni siquiera
bía visto jugar feliz y el suave prado que se extendía hasta el existiría, y se precipita de cabeza en esa alucinante tentativa de
lago, un lago encantador, de un azul como nunca más tuvo oca- suicidio que, por lo demás, no logra.
sión de ver.
Un día, Sidney Jones siente que no puede resistir más. Saca
de la caja de caudales el misterioso aparato inspirador, lo mete
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sea por su importancia, sea porque son los últimos que pueden
interpretarse con relativa facilidad. Los que vengan inmediata-
mente después serán mucho más complicados, pues reflejan la
acumulación de sensaciones y de emociones consecutivas a la en-
El mensaje de los «resucitados» trada del niño en un mundo nuevo (el mundo de la escuela) y a
la actividad de la censura onírica que acude a imponer casi de
golpe sus severas leyes.
Si el protagonista del relato que hemos presentado no hubiese Es conocido de todos el niño que no soporta que lo dejen solo
estado en ayunas en materia de psicoanálisis, con seguridad se ha- ni siquiera por poco tiempo, que sigue con la mirada preocupada
bría ahorrado el inútil y decepcionante viaje en el tiempo. Sabría a su mamá temiendo verla salir de casa, que chilla desesperado
que eso de una niñez despreocupada, serena, es una piadosa ilu- cuando los padres no están a su lado, cuando no surten efecto las
sión. Freud ya nos lo había dicho y los continuadores de su gran tentativas de distraerlo de las personas a las cuales ha sido mo-
obra nos lo han confirmado. Experimentos llevados a cabo recien- mentáneamente confiado.
temente por un grupo de psicoanalistas neoyorquinos han demos- ¿Cómo es juzgado el jovencísimo escandaloso por los autores
trado que de cada 1.000 personas no más de 180 conservan de su de sus días? Hay quien lo considera «hasta demasiado encariñado
infancia un recuerdo ceñido a la realidad. La inmensa mayoría ha con el padre y la madre» y quien se limita a definirlo mimado y
«embellecido en el camino las remembranzas», justamente como caprichoso. Pero ninguna de estas pretendidas explicaciones es
Sidney Jones. aceptable. El niño chilla porque tiene miedo. Regateándole el afec-
—Nosotros —comenta el doctor Eustace Chesser— solemos to que necesita absolutamente, los padres le instilan el temor de
pensar en nuestra infancia como en una edad de idílica inocencia li- ser abandonado, y este temor se manifiesta con cruel evidencia
bre de problemas. Pero nos acordamos del sol, no de las sombras. en los sueños.
La verdad es que los años inmediatamente anteriores al inicio de El pequeño se siente aislado y, por consiguiente, dejado a mer-
la escuela, lejos de ser un paraíso, constituyen un período de al- ced de todo lo que le asusta. Sus aventuras oníricas se hacen aún
tísima tensión. El niño, efectivamente, es mucho más sensible más terribles cuando a la incomprensión se añaden las amenazas
que el adulto, y víctima de temores de los cuales no puede libe- insensatas: «Si lloras, vendrán los guardias a prenderte...», «Si
rarse con ayuda de la razón. Temores que (conviene resaltarlo) no eres bueno, irás al infierno...», «Si me haces enfadar, llamo
preparan el terreno a los de la edad madura. Si Sidney Jones, en a la bruja... al coco... al hombre del saco.»
otras palabras, no hubiese sido lastimado, aterrorizado, humillado Los sueños de la pobre criatura conocen así apabullantes za-
en su primera juventud, habría tenido bastantes menos probabili- rabandas de guardias, de demonios y de cocos que asumen los
dades de serlo en el futuro. Se verifica en el plano psíquico lo que rasgos del ogro de la fábula, de la fiera vista en el cine, del gru-
acontece en el físico: un organismo debilitado durante la fase ñidor perro del vecino, del mendigo de aspecto siniestro... Aquí
más delicada del desarrollo permanecerá siempre más fácilmente los procesos de asociación o de deformación se enseñorean y se
vulnerable. desarrollan en una gama tan variada como aterradora.
El insigne profesor británico ha averiguado que los desequi- Hay, además, sueños que se relacionan con sucesos en los cua-
librios nacidos en el período que va, aproximadamente, del cuarto les, para el niño, la presencia de sus padres tuvo una importancia
al sexto año de edad, deben ser adscritos, por lo regular, a una determinante. De la experiencia de Baumgartner citaremos el tí-
de las causas siguientes: pico de Paul D., un chiquillo de cinco años que se despierta de
—carencia de afecto de los padres hacia el niño; noche, gritando, por una visión que le obsesiona repetidamente.
—errónea toma de posición ante las primeras manifestacio- Se encuentra en medio de una dilatada superficie de agua, en la
nes del niño relativas a la esfera sexual; cual se siente hundir poco a poco.
—aplicación de sistemas correctivos inadecuados. El niño nunca ha visto el mar, ni un lago, ni un río de respeta-
Hasta qué punto los factores que entran en este cuadro inci- bles proporciones. No ha corrido nunca ningún peligro con el lí-
den sobre la psique infantil y sobre la formación de la persona- quido elemento. Los progenitores buscan largamente, en vano, en
lidad, nos lo dicen los sueños. Y a los sueños de esa edad, según su memoria, en pos de un rastro que pueda resultar útil al psicoa-
afirman los expertos, se debería dedicar una particular atención, nalista. Por fin, el padre refiere, más por escrúpulo que por con-
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vicción, un suceso desdeñable ocurrido dos años antes, cuando, de patología no hacen ninguna gracia a los médicos, pero cuando
con Paul y la esposa (ahora dedicada con él a la dirección de una la emprendedora mamá volvió a verlo tuvo que admitir que se
agencia de negocios que no les deja a ambos una sola hora libre), trataba de un caso fuera de lo corriente, tan lúcida y aguda fue
pasaba un domingo en el campo. la exposición que aquella mujer le hizo de los sueños de su hijo.
El sendero que la pequeña familia solía recorrer era cruzado Sólo al final, cuando el «padre del psicoanálisis» le preguntó
por un arroyuelo: al salvarlo, el matrimonio aupaba al hijito por si no había olvidado nada, la señora dudó. Freud, dándose cuenta
las muñecas para que no se mojase los zapatos y, bromeando para de la reticencia, porfió: «¿De veras que el pequeño no ha soñado
quitarle al pequeño la idea de bañarse en el microscópico riachue- nada más?» Y ella respondió: «No, no, nada más que pueda serle
lo, su padre sacaba a relucir un legendario personaje «salvado a usted útil, profesor. Ha visto un par de veces a la abuela, santa
de las aguas». mujer, pero eso aquí no tiene nada que ver. ¡ Imagínese, la pobre-
Era justamente la clave que el especialista buscaba. El pequeño cita le tenía tanto cariño, que se acuerda de él hasta en el cielo!»
había «sentido» a sus padres, distraídos por las obligaciones pro- Con toda su inteligencia y su cultura, aquella señora no había
fesionales, alejarse de él. En sueños, sus manos ya no le soste- conseguido librarse de la convicción popular según la cual los
nían y él se anegaba en un mar de amargura que sólo su sub- difuntos visitan, en sueños, a las personas, que por un motivo u
consciente estaba en condiciones de expresar. otro, estuvieron estrechamente vinculadas a su vida. Si se hubie-
La interpretación de los sueños de este tipo es a menudo más se asomado con más seriedad al mundo del psicoanálisis, no ha-
ardua aún, imposibilitada a veces por la temprana edad del suje- bría tardado en comprender que precisamente aquellas visiones,
to y por la incapacidad de sus padres para encontrar un punto de juzgadas por ella ajenas al problema, entrañaban la solución del
referencia útil. Las manifestaciones oníricas de los niños carac- mismo. El niño, en efecto, volvía en sueños hacia la abuela que
terizadas por el miedo o por un sentido de desesperada soledad, tanto le había querido por buscar una compensación a la insufi-
constituyen de todos modos una señal de alarma que no debería ciencia del afecto demostrado por sus padres.
ser descuidada ni siquiera por aquellos que están convencidos de Manifestaciones oníricas de este género son más bien frecuen-
dar a sus hijos todo lo necesario y más de lo necesario. Con de- tes. Tengamos, pues, presente que cuando a nuestros pequeños
masiada frecuencia, en este tiempo nuestro, se confunden los ju- se les aparece en sueños un querido difunto (el encuentro siempre
guetes caros con el cariño. se produce en una atmósfera dulce, tranquilizante), en la familia
Los sueños que nacen de un terreno afectivo reducido a de- empieza a fallar algo que hace falta salvar a toda costa.
sierto son casi siempre angustiosos, porque el subconsciente del
niño no está en condiciones de hallar una compensación a la pér-
dida del bien más precioso que le es dado poseer. A ello puede
llegar si ya lo ha alcanzado en la realidad y si tiene otro tipo de
manifestaciones oníricas cuyo significado, desgraciadamente, la Los grandes peligros de los juegos prohibidos
mayor parte de padres no logra comprender.
Aquí predomina también, casi incontrastada, la superstición,
que no perdona siquiera a las personas de mentalidad todo lo con- En la casa donde Loretta vivía a los catorce años había una
trario que desdeñable. Como prueba de ello, Freud aportaba el puerta siempre cerrada y otra puerta oscura que ocultaba un ar-
caso de una señora inteligente y culta que le consultó a propósito mario empotrado y que fascinaba a la niña.
de su hijo, un chiquillo de cinco años que se había vuelto de un —¿Qué hay ahí dentro? —preguntó Loretta a su padre.
tiempo a esta parte apático, huraño y receloso. Cuando el gran —Cosas que no te interesan —respondió el padre, secamente—.
profesor invitó a la mujer a fijarse durante algunas semanas en No se te ocurra nunca abrir ese armario, o te arrepentirás.
los sueños del niño, ella no sólo se dedicó escrupulosamente a la Pero la curiosidad era demasiado fuerte, y la muchachita no
tarea que le había sido encomendada, sino que para poder lle- lograba olvidar aquel severo rectángulo de madera. Un día su pa-
varla a cabo con mayor conocimiento de causa se entregó al es- dre fue a sacar del armario un sobre que debía enseñar a una visita
tudio del psicoanálisis. y la niña, con el corazón en la garganta, aprovechó que la puerta
Aquellas demostraciones de celo no entusiasmaban a Freud del estaba entornada para echar una ojeada.
mismo modo que los pacientes rellenos de superficiales nociones Sólo logró ver cajas, sobres y libros. Y en uno de éstos vislum-
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bró la tapa. En ella estaban reproducidos un hombre y una mu- digno de tremendos castigos, todo cuanto tiene relación con la
jer desnudos, unidos en un frenético abrazo. La niña no sabía que esfera sexual.
se trataba de la famosísima escultura de Rodin El beso, pero en Un proceso similar puede producirse también inconscientemen-
seguida intuyó que lo que el armario contenía eran libros que po- te. Una mujer joven, por ejemplo, se encuentra abrigando una ex-
drían revelarle el secreto de la sexualidad, el amor, sobre lo cual cesiva desconfianza hacia el amor, es víctima de un pudor mor-
tenía ideas muy vagas, con el ardiente deseo de saber más. boso y de frigidez, sin saber las razones de ello.
Pasaron casi tres años. El padre de Loretta tuvo que partir para Cuando sorprenden a un niño o a una niña de tierna edad ocu-
desempeñar un cargo profesional en un país lejano y la niña se pados en ciertas «manipulaciones», muchos padres no se dan cuen-
trasladó con su madre a una ciudad donde había de proseguir los ta del alcance insignificante de la cosa.
estudios. Y una noche tuvo un sueño extraño. —Es necesario intervenir y corregirlos —oímos afirmar—. Si
Soñó que se despertaba y descubría la dichosa puerta junto a no se hace, el pequeño se vicia.
su cama. Vio que la llave estaba en la cerradura y le dio un Es una opinión infundada. A la edad de que estamos hablando,
vuelco el corazón. Saltó del lecho y abrió la puerta. Detrás no las glándulas sexuales distan todavía de funcionar a un ritmo no-
había ningún armario, sino una especie de tapia formada por li- table. En el noventa y ocho por ciento de los casos no existe nin-
bros. Loretta se puso a hojearlos rápidamente, luchando entre la guna relación entre las «exploraciones» en cuestión y el autoero-
curiosidad y el miedo de ser sorprendida. Luego miró al otro lado tismo auténtico; y en el restante dos por ciento, nos encontramos
de la barrera y percibió una hermosa ciudad cuyas calles estaban ante sujetos caracterizados por anomalías hormonales.
todas recorridas por parejas en actitud afectuosa. La niña trató ¿Qué se consigue insistiendo acerca de la «corrección»? Senci-
de correr hacia la aglomeración, pero vio algo que la contuvo, llamente que se estimula al niño con la idea de lo «prohibido», se
que la hizo gritar de espanto. ¡Todos los habitantes de aquella le induce a continuar a hurtadillas las maniobras y a hacer que
población tenían los dedos cortados! se llegue al descubrimiento del autoerotismo propiamente dicho
Loretta tiene ahora algunos años más, es estudiante universi- bastante antes que los demás. Pero se debe contar con consecuen-
taria y ha «regalado» aquel sueño suyo a un profesor de psicolo- cias mucho más graves. El chiquillo aprende a mentirles a sus
gía, que reúne una interesante documentación sobre el «mundo padres, a fingir inocencia, a engañarlos, mientras, no raramente,
secreto» de la infancia y de la primera juventud, A. Lang. Y he la angustia abre de par en par un infierno en su futuro.
aquí el sentido de la visión nocturna, a la cual todos los padres Suelen alentar también ulteriores contactos dígito-genitales las
deberían prestar particular atención, puesto que las circunstan- amonestaciones del tipo de: «¡Eso no debe hacerse!», «¡Así se
cias en las que se halló la niña se repiten más a menudo de lo que comportan sólo los niños malos!» Verdaderamente, no acertamos
se cree. a comprender cómo puede pretenderse que el pequeño tenga un
Es preciso anteponer que, hacia los cuatro años, Loretta sor- sentido moral operante o se dé cuenta por arte de magia de la
prendida en unas «exploraciones» de su cuerpo consideradas «ho- razón por la cual la cosa «no debe hacerse». El niño trata de
rribles» por una anciana tía, se sintió amenazada: comprenderlo por su cuenta repitiendo las operaciones prohibi-
—¡ Si vuelves a hacerlo, te corto los dedos! das y llega a una conclusión naturalísima. Papá o mamá le prohi-
Una frase desconsiderada, idiota, que, como otras semejantes, ben algo divertido afirmando que se trata de acciones «feas» cuan-
hubiera podido tener penosas consecuencias. La niña, al cabo de do son agradables. Por lo tanto, papá y mamá mienten.
unos días o unas semanas, «olvidó» la frase, que sin embargo que- Cada vez con mayor frecuencia, sus visiones conocen procesos
dó registrada cuidadosamente por el subconsciente. de alejamiento y de trasposición que parecen curiosos tan sólo
Pasaron los años y el hambre de nociones sobre el mundo del a quien no sospecha su origen.
sexo se hizo sentir. El armario revelador permaneció cerrado, Ahí está Carletto que, en sueños, se encuentra en un pajar y
pero Morfeo acabó por abrirlo de par en par a los deseos de la se siente completamente a sus anchas. Jugar con la paja le causa
muchacha, a decirle (con la imagen de la «ciudad del amor») que una alegría insospechada. En realidad, no es ese pasatiempo lo
el misterio pronto terminaría, como para todos los enamorados. que le procura placer, sino la idea de estar en un lugar aislado
Desde lo profundo del Yo de Loretta, sin embargo, surgió la te- donde puede entregarse a otros recreos sin ser sorprendido. Pero
rrible imagen suscitada por la amenaza de su tía que hubiera po- no se lo puede confesar a sí mismo porque sus padres le han di-
dido conducir a la soñadora a considerar horrible, pecaminoso, cho que esos recreos son reprobables y Morfeo le ayuda a mentir
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trasladando el objeto de su interés. precisamente del «desecamiento de los dedos» profetizado por la
Y ahí está Luisella que sueña con acariciar un cojín de deter- madre del sujeto sorprendido, a la edad de cuatro o cinco años, en
minada forma o con meter la mano en el surco formado entre una actitud para ella inadmisible. Hugo G. pensaba haber olvidado
el respaldo y el asiento de un sillón o de un diván (manifestacio- aquellas palabras; mas he aquí que cuando, a los dieciséis años, se
nes oníricas que se repiten a menudo como las situadas en luga- siente excitado al pensar en una compañera, le vuelven a las
res cerrados). La trasposición es de sobra evidente. mientes y le causan una viva sensación de repugnancia. Después
Observemos aquí que, en sujetos particularmente sensibles, sue- vuelve a olvidarlas, o, mejor dicho, cree que es así. Pero su sub-
ños parecidos suelen influir en la realidad. Aunque Carletto, por consciente las ha registrado y cuando la situación se repite pone
ejemplo, no se ha entregado nunca a ciertos actos en un pajar, de nuevo el disco en movimiento. Y es como si el disco emitiese
puede ser que, durante muchos años, le baste ver un lugar pare- uno de esos conciertos de ultrasonidos que paralizan a los anima-
cido para turbarlo, sin que consiga establecer la causa de ello. litos sobre los cuales son experimentados.
Las amenazas surten el efecto de distraer durante algún tiempo El referido por Berger es naturalmente un caso extremo, pero
al niño de la actividad indeseada, pero con consecuencias a me- sería erróneo pensar que casos semejantes son poco frecuentes.
nudo perjudiciales para su sistema nervioso, siempre muy serias Los sueños en los que nos sentimos «volvernos de piedra», aque-
para su personalidad. La profundidad de las huellas que dejan llos en el curso de los cuales nos esforzamos en asir un objeto
nos la dice el retorno, en edad adulta, de los sueños generados sin conseguirlo, o bien nos encontramos con las manos atadas o
por ciertas expresiones desconsideradas. Una de las más usadas inservibles, a menudo son originados por reprimendas del tipo
con los chiquillos de un sexo y otro es aquella según la cual que hemos citado.
los «culpables» se exponen a ver sus dedos «desecados». Las vi-
siones nocturnas de los pequeños se hacen aquí dignas de los
filmes de terror: el miño que ya ha tenido ocasión de ver un es-
queleto, o una reproducción se ve las manos reducidas a huesos.
El que está bajo el influjo de esa horrible fábula que narra las Cambiamos de sexo por desesperación
desventuras de una princesa perezosa a vueltas con husos y agu-
jas, vive la pesadilla de la carne que se seca y se pulveriza como
madera carcomida. Para los sujetos de sexo masculino tiene consecuencias perni-
Y de eso nacen extrañísimas psicosis que permanecen operan- ciosas otra amenaza a la que recurren los padres desprevenidos: la
tes durante años, a veces para siempre. Hay el sujeto que siente amenaza de extirpación de los órganos genitales que da origen
una repulsión viva e inexplicable por todos los objetos de hueso, al famoso «complejo de castración». Los niños acosados con bo-
el que tiene escalofríos al contacto con el polvo y el serrín y el badas semejantes no las relacionan al principio con la actividad
que sufre una impotencia nerviosa por causas aparentemente inex- sexual de la que están a oscuras, pero no por ello sus sueños son
plicables pero vinculadas, por medio de imágenes sepultadas en menos angustiosos.
el inconsciente, a determinadas impresiones infantiles. En el lenguaje onírico la pesadilla se traduce con mucha fre-
Berger nos habla de Hugo G., de veinticinco años, perseguido cuencia en la extracción o la pérdida de dientes, acompañada a
por un sueño que le está arruinando la existencia. Cada vez que veces por abundantes hemorragias, lo cual es más comprensible
el joven encuentra una muchacha que le interesa, se ve noche si se considera lo profundamente que la dentición, las afecciones
tras noche a punto de abordarla, pero cuando se acerca el momen- dentales y las intervenciones odontológicas impresionan a todos
to decisivo, cuando se dispone a declararle su simpatía o a cogerla los niños. Basta, además, que los sujetos estén atemorizados por
del brazo, parece intervenir un malvado encantamiento que lo la descripción de determinados accidentes, de operaciones quirúr-
convierte en estatua. Y esto incide tanto en él que le hace imposi- gicas, para que sus noches se pueblen de horripilantes escenas
bles gestos análogos también en la realidad. Es suficiente que pien- de mutilación.
se en cumplirlos para que se quede bañado en sudor, incapaz de También esas visiones nocturnas pueden perseguir durante
moverse con desenvoltura y de pronunciar una palabra. años a quien haya tenido la desdicha de ser turbado por ellas en
Después de varias sesiones cribando con paciencia los recuer- la primera juventud. No es necesario que intervenga un suceso
dos del hombre, el especialista consigue dar en el clavo. Se trata decepcionante en el campo mental o sexual. Basta el temor incons-
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cíente de haber cometido una acción deplorable para que la tomático. «Borrando» los pormenores anatómicos, el protagonista
«conciencia onírica» agite ante el responsable el espantajo de lo de la humillante escena se precave inconscientemente contra lo
que para él fue el peor castigo imaginable. que para él constituiría el colmo de la amargura: la comprobación
La amenaza tiene otro efecto más que se manifiesta cuando el de que el temido cambio de sexo se ha verificado.
niño al que ha sido dirigida (completamente en ayunas tocante Esta insensata desvaloración de la feminidad afecta natural-
a anatomía) llega a darse cuenta, sin que los padres se enteren, mente también a las niñas, sobre todo aquellas que tienen la des-
de la conformación del bajo vientre femenino. gracia de crecer al lado de hermanos considerados los genios, los
privilegiados, los «adorables tiranos» de la familia.
Consideremos —advierte Chesser— lo que puede pensar viendo Los psicólogos conformistas intentan echar aceite al mar afir-
por primera vez, por ejemplo, a la hermanita desnuda en el baño. mando que, «a pesar de todo», la pequeña siente «esa superioridad
Lo que en seguida le llama la atención es la falta del apéndice que proveniente del altísimo deber al que será llamada: proveer a la
antes creía propio de todos, como una parte cualquiera del cuer- continuación de la especie». Se trata de una patraña de tomo y
po, como la mano, los dedos... Aprenderá entonces que esa dife- lomo: el «presagio» de la maternidad no salva en absoluto a la
rencia se expresa con las palabras niño y niña y deducirá de ello niña de los traumas y de los «complejos».
que una niña es una especie particular de niño, un niño, como A denunciar su insurrección acuden sueños en los cuales to-
quien dice, negativo. De este simple principio, de la comprobación man parte con frecuencia procesos de deformación y superposi-
de que falta a la niña algo que él posee, nace la convicción de su ción. Son muy corrientes aquellos en los cuales los parientes mas-
superioridad, no es raro que sospeche que la pequeña ha sido mu- culinos asumen la apariencia de gigantes o de poderosos persona-
tilada, y teme que pueda sucederle a él lo mismo transformándolo jes que siempre tienen algo de amenazador en el aspecto o en el
en una niña. comportamiento. Propias de una edad más avanzada (de cinco a
siete años) son las manifestaciones oníricas en el curso de las
Todo ello ocurre también sin que se hayan producido hechos cuales a la figura de un individuo que tiene en su poder a la so-
ligados a la manipulación de los órganos sexuales, con la desde- ñadora se superpone la de su padre o de un hermano. Es signifi-
ñosa actitud de los adultos hacia el sexo débil y ciertas estúpidas cativo el hecho que tales visiones suelen tener como fondo una
comparaciones («Te comportas como una mujerzuela...») hacen celda, una alta muralla o un lugar del cual es imposible o muy
el resto, con consecuencias perjudiciales sea para la personalidad, difícil huir y es triste tener que comprobar que ese lugar repre-
que luego se revelará enferma de indecisión y de timidez, sea para senta el hogar doméstico.
la mentalidad, destinada a plasmarse en el insensato dogma de La pequeña que siente ya el peso de la pretendida superiori-
la superioridad masculina. dad masculina se ve a veces, en la pantalla nocturna, andrajosa,
Entre esos dos polos relumbra uno de los más atormentado- extraviada, hambrienta, y no es raro que, de pasada, se desarrolle
res conflictos de Adán. Persuadido de que el sexo al cual pertene- ese apetito anormal con el cual muchos niños tratan inconscien-
ce ha sido creado para hacer la parte del león, pero consciente temente de «compensar» desilusiones y fracasos. Si los particu-
de no poder desempeñar este papel, el pobrecito cae en la más lares anatómicos de los dos sexos no le son conocidos, puede tam-
negra depresión y vuelve a obsesionarle un sueño que turbó las bién encontrarse desnuda y avergonzada de su desnudez. Este
noches de su infancia: se encuentra por la calle desnudo o vesti- sueño se repetirá durante muchos años y se hará más penoso en
do con indumento femenino, que las más de las veces es un refajo la época de la pubertad.
demasiado corto. Expresando en imágenes el recóndito deseo de la niña, Morfeo
Así se hace evidente el temor inconsciente de que también el puede, por último, transformarla en chiquillo. Característica es la
prójimo perciba las flaquezas del sujeto, su inclinación a «compor- evolución de ese sueño a medida que se ponen años. Cuando el
tarse como una mujerzuela». Por lo general, los viandantes no subconsciente de la chiquilla advierte en él algo obsceno, no su-
hacen caso, en el sueño, de las condiciones en que él se encuen- giere más la imagen clara, neta, del cambio de sexo, sino que re-
tra, lo cual refleja la esperanza de que sus defectos no sean reve- curre a procesos de desdoblamiento.
lados. En estas visiones la preocupación del soñador es ser visto Anna, por ejemplo, está conversando con un jovenzuelo que
de espaldas. La región pública le tiene sin cuidado, es más, ni si- le inspira al mismo tiempo desconfianza y simpatía. Es como si
quiera se da cuenta de que la expone. También este detalle es sin- conociese muy bien al muchacho, que en el plano real, sin em-
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bargo, no existe. No es arduo, para el psicoanalista, aclamar el Naturalmente, no todos los sueños de quien conoce o conoció
misterio. La vergüenza impide a Anna cambiar de sexo, y ella «se esos castigos inhumanos tienen la desnudez como componente. No
crea un gemelo», que lógicamente le es simpático por tratarse de podemos ocuparnos aquí de los motivos predominantes porque
ella misma, pero que no deja, por ser varón, de dar lugar a recelo son infinitos y surgen de la situación peculiar de las víctimas.
y aprensión. Generalmente, no es difícil establecer la naturaleza de tales visio-
Cuando la desnudez propia, en sueños, suscita excesiva ver- nes que deberían ser objeto de la máxima atención como sínto-
güenza y miedo, nos encontramos ante daños psíquicos a los cua- mas de una enfermedad de la psique que puede anular la perso-
les no es fácil poner remedio, según Hanry Havelock Ellis. Ahora nalidad en una timidez morbosa, envenenarla con incontables
bien, que pueda sentirse vergüenza exagerada de la desnudez a re- neurosis o desviarla en el sadismo, en el masoquismo o en la ho-
sultas de un pudor obsesivo (jamás exento de consecuencias desa- mosexualidad.
gradables) o de uno de los hechos reseñados aquí someramente, Hay asimismo, sin embargo, manifestaciones oníricas menos
parece lógico. Pero, ¿cómo es posible estar aterrorizado por la claras que tienen un origen análogo. Basta a veces un par de-bo-
visión del propio cuerpo desnudo en parte o del todo? fetadas para determinar un trauma tal como para tener conse-
Lo saben perfectamente quienes tienen (o han tenido) la des- cuencias imprevisibles para toda la vida.
ventura de crecer bajo la pesadilla de los castigos corporales. Para Las bofetadas se olvidan así como muchas facetas oscuras de
esos pobrecitos, obligados casi siempre a fastidiosos desnudamien- la infancia que cobra el sabor de un paraíso perdido. Parece- como
tos para sufrir el castigo decretado por padres, madres o tutores si la naturaleza hubiese dejado un oasis providencial a nuestra
de los cuales, desgraciadmente, no se ha perdido aún la semilla, nostalgia, una fuente límpida donde lavar a la psique del polvo y
la desnudez es sinónimo de humillación, de envilecimiento, de mie- del fango de las luchas cotidianas.
do y de dolor. Pero si, como Sidney Jones, pudiésemos retroceder en el tiempo
Ello se refleja obviamente en las visiones nocturnas y las in- y volver a esa fuente, descubriríamos que era, en realidad, una
fantiles no cambian mucho con el paso de los años. He aquí algu- charca sucia abierta entre malezas. Nos daríamos cuenta, apesa-
nas, tal como han sido referidas a un psicoterapeuta de Ham- dumbrados, de que el primer polvo y el primer fango se nos posa-
burgo: ron encima justamente allí. Y que es muy difícil, muchísimo, tra-
HELGA, 18 años: «Huyo a lo largo de-un sendero de montaña, tar de anular esos tristes recuerdos precipitándonos con ellos en
perseguida por unas serpientes enfurecidas. La falda se me queda el futuro.
enganchada en una roca aguda y me hace parar. Me debato, tra-
tando de liberarme pero la ropa se desgarra de arriba abajo y
las serpientes me alcanzan...»
ARNOLD, 24 años: «Me encuentro en la revista médica mili-
tar, en calzoncillos. Un oficial me ordena quitármelos también.
Me niego, escapo, pero soy alcanzado, encarcelado y condenado a
muerte...»
ILSE, 24 años: «Es suficiente que durmiendo me destape un
poco para que sueñe con un hombre encapuchado que se acerca
a la cama empuñando una antorcha con la que intenta quemarme.
Me despierto gritando...»
Cuando hayamos añadido que Helga intentaba sustraerse a la
desconsiderada ira paterna trepando a una pila de escombros si-
tuado en las cercanías de su casa (la montaña, en el sueño), y
que el padre la azotaba con su cinturón (las serpiente); que Arnold
cumplió el servicio militar con un rígido instructor cuyo rostro
le recordaba el de su padre, que le pegaba salvajemente, y que
Use solía ser castigada junto al sendero, las asociaciones oníricas
se harán evidentes,

„„_
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 125

Con tres saltos felinos encendió la luz, abrió la puerta del ar-
mario y se guareció detrás de una silla gritando:
—¡ Fuera de ahí, en seguida, o hago fuego!
No se movió nada. El escritor repitió la intimación y luego, en
vista de que no pasaba nada, cogió un paraguas, se acercó al mue-
ble con cautela y derribó de un golpe brusco impermeables y
abrigos.
En el armario no había nadie. El hombre volvió arriba, inte-
rrogó a su hijo, que confirmó con seguridad la historia, y se puso
a inspeccionar toda la casa desde el sótano hasta el desván. Vol-
vió a la cama a las cuatro y media, sin haber hallado rastro del
encapuchado, pero ni él ni su mujer consiguieron conciliar el sue-
ño en toda la noche.
Pasaron tres días, y la pesadilla empezaba a desvanecerse, cuan-
do Guy volvió a ver el siniestro personaje. O, mejor dicho, sólo
III le vio los ojos, que le contemplaban a través de los cristales de
su dormitorio.
Ahora, la estancia del niño estaba en el piso de arriba y nada
TAMBIÉN MANDRAKE FABRICA «COMPLEJOS» hubiera podido permitir alcanzarla desde fuera a menos de estar
provisto de un buen par de alas. El escritor y su esposa respiraron
de alivio.
El pequeño Guy agarró a su padre de la manga del pijama y —Será preciso que Guy cene ligeramente —dedujo la señora.
tiró enérgicamente. Y pareció que la cosa había de acabar ahí.
—¡Papá! —gritó—. ¡Oye, papá! Pero estaba, desgraciadamente, apenas en el principio. Y cuan-
Eran las tres de la mañana. Con un gruñido, el escritor trató do el chiquillo, tras unos cuantos horripilantes «descubrimientos»
de apartar el brazo y de volverse del otro lado, pero el niño no más, refirió haber sido visitado, en la cama, por una cobra bur-
aflojó. lona, sus padres decidieron que ya era hora de llevarlo a un psi-
—¡Papá, despierta! —chilló, agitado—. ¡En el armario de la coanalista.
antesala hay un hombre «encapuchado»! El doctor Blabber (llamémosle así, aunque su nombre sea
—Bueno, dile que... —refunfuñó el padre, no despierto del distinto) interrogó al paciente de ocho años, lo indujo a descri-
todo. birle sus sueños y halló uno que le pareció muy elocuente.
Pero en seguida se dio cuenta de la realidad y de un salto —He soñado —explicó Guy— que estaba encerrado en un só-
se sentó en la cama. tano con una bella señora que llevaba unos shorts. De repente, ha
—¿Qué pasa, Guy? salido de una caja una momia cubierta de vendas, que nos ha se-
—Un hombre en el armario, en el piso de abajo —repitió el guido. Yo he cogido a la señora de la mano y la he puesto a
hijo—. Lleva una capucha negra que le tapa la cara y una túnica salvo...
larga, negra también... Profundizando la indagación, el psicoanalista estableció que
El escritor se deslizó fuera de las sábanas, cogió la pistola de los shorts de la bella señora eran los de la mamá del chiquillo.
la mesita de noche, trató de calmar a su esposa que entretanto se Guy no sabía bien qué era una momia, pero había oído llamar a
había despertado y tras un cuarto de hora invertido en convencer su madre mum hasta por su padre que, entre otras cosas, había
a la señora de que no era cosa de bajar por el canalón y de di- estado algún tiempo antes con un brazo vendado durante varios
suadir al chiquillo de echarle una mano arponeando al intruso a días a resultas de un accidente de automóvil.
través del maderamen con una lanza india, bajó por la escalera de Todo estaba claro para el psicoanalista. Se trataba del clásico
puntillas, a oscuras, estuvo dos o tres veces a punto de romperse complejo de Edipo. Guy había soñado que le quitaba su madre
la crisma y luego, finalmente, llegó a la antesala. a su padre viendo en él un. enemigo. El pequeño había aproxi-
126 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 127

mado el vocablo mum (mamita) a mummy, que significa momia, der que se trata de reacciones más que lógicas. El pequeño aban-
pero que también pudiera ser una corrupción del primero, aso- dona la esfera familiar para asomarse al horizonte mucho más
ciándolo al padre en vez de a la madre a través de un simple me- amplio y tumultuoso abierto por la escuela, por los contactos
canismo onírico. Sintomática para la demostración del odio in- con maestros y compañeros. La censura, en general benévola y
consciente del chiquillo contra el autor de sus días era también tolerante entre los muros domésticos, se hace bastante más severa
la expresión to beat to a mummy, «golpear hasta dejarlo hecho por las intervenciones pedagógicas. Simultáneamente, sin embar-
una momia». go, la fantasía se desata, tanto por la noción de las nociones esco-
Las sesiones continuaron y el escritor notó que su hijo parti- lásticas como por la posibilidad dada al pequeño de acercarse con
cipaba en ellas con un entusiasmo mayor de lo que hubiera de- la lectura a fuentes que anteriormente le eran totalmente vedadas.
bido esperarse. El doctor Blabber aclaró que ello era debido a la En éstas bebe Morfeo hasta saciarse y mezcla, a veces, filmes
sensación de alivio que proporcionaban al chiquillo las «entrevis- en apariencia tan coherentes y significativos que impresionan a
tas con el subconsciente». Pero cuando estas entrevistas se hicie- los padres provocándoles ideas no siempre exactas acerca de la
ron diarias, el padre exigió una explicación y el psicoanalista, más personalidad que se va formando en los niños.
bien apurado, se vio obligado a reconocer que las visiones del El hecho de que Pierino, por ejemplo, cabalgue con frecuen-
adolescente eran tan interesantes como para haberle sugerido con- cia, de noche, al frente del Séptimo de Caballería ligera, podría
vocarlo cada día e inducido a corresponder al pequeño paciente revelar cierta predisposición al mando, pero también denunciar
con un dólar por cada sueño revelado. un acusado complejo de inferioridad que se expresa con la reali-
El escritor, al saber que los sueños de Guy se hacían cada vez zación onírica del deseo de descollar, de imponerse. Y si Marietta
más complicados e «interesantes», rogó al médico que se los ex- va a parar más veces de las que quisiera entre las garras de la
pusiera. A las pocas palabras, interrumpió la emocionante narra- bruja, no significa que sea una niña medrosa, presa de fobias
ción con una enorme carcajada. infantiles. Es bastante probable, en cambio, que sus visiones naz-
—i Pero qué complejo de Edipo ni qué subconsciente! —dijo al can de un complejo de culpa o de la convicción de que una maes-
especialista que lo miraba estupefacto—. El hombre encapuchado, tra demasiado rígida le tiene ojeriza.
la cobra, la chica en shorts, la momia... No sé cómo no me di Existen, sin embargo, algunos tipos de sueños «negativos» pro-
cuenta antes, ya que también leo «tebeos». ¡ Ese delincuente pre- pios al primer período escolar, fáciles de identificar. Son los cla-
coz le está vendiendo por entregas las aventuras de Mandrake! sificados en secuencias de aislamiento, de cercamiento y de fuga.
El término «secuencias» indica una serie de sueños que se repiten
desarrollando el mismo motivo con variantes no sustanciales. En
cuanto a los temas, he aquí algunas manifestaciones oníricas ele-
gidas entre las más constantes:
Se sienten solos en los bancos de la escuela SECUENCIAS DE AISLAMIENTO: El sujeto se halla en una
dilatada llanura desnuda, sin ningún punto de referencia. Trata
en vano de orientarse, presa de una sensación de angustia que
El episodio, realmente acontecido y que nos ha referido el pro- cada vez se hace más fuerte. De vez en cuando camina, sin des-
fesor Berger, revela, con el agudo senfído de los negocios del pe- cubrir nunca nada diferente, sin alcanzar ninguna meta; no es
queño Guy, la candidez de ciertos psicoanalistas. Al mismo tiem- raro que la atmósfera sea la de un siniestro crepúsculo. O bien el
po, sin embargo, revela algo aún más importante: la extrema difi- soñador está de pie sobre un arrecife desolado, a menudo de pro-
cultad de interpretar las visiones nocturnas de los niños en la porciones muy reducidas, que apenas emerge del mar; llama, grita,
primera fase de su formación escolar, o sea en ese período que, sin obtener respuesta. También aquí el cielo es oscuro como de
por lo general, va desde el principio de la escolaridad hasta el atardecer o de noche. O, asimismo, el escenario es una ciudad
tercer o cuarto curso elemental. desierta, en la cual el soñador deambula, en busca de algún ser
Puede suceder que los padres queden no poco sorprendidos viviente que no encuentra; puede ocurrirle ver tiendas llenas de
y turbados por algunas tomas de posición por parte del chiquillo toda clase de riquezas, de las cuales podría fácilmente apropiarse,
que jamás hubieran considerado posibles. Basta, no obstante, te- pero nada le atrae.
ner una noción de los rudimentos de la psicología para compren-
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SECUENCIAS DE CERCAMIENTO: El sujeto está rodeado tancialmente los sueños no cambian hasta el advenimiento de la
por un grupo de personas inmóviles y silenciosas, pero claramente pubertad, aunque se hagan menos caóticos, bastante más inteligi-
hostiles. Tiene conciencia de un oscuro peligro, pero no intenta bles desde el punto de vista psicoanalítico. No cambian porque
siquiera romper la barrera, convencido de la inutilidad de seme- la evolución física del niño se realiza sin grandes sacudidas, por-
jante acción. O bien es sorprendido por la noche al raso, en un que tampoco difieren mucho sus tratos con el ambiente que lo
lugar desconocido, y siente alrededor suyo, pese a no verlas, pre- rodea ni el género de sus lecturas que proporcionan a Morfeo nu-
sencias amenazadoras. Ocurre también que el soñador se encuen- merosos escenarios, personajes y tramas.
tre en una casa, en un dormitorio o en lo alto de una torre e in- Muy distinto es, en cambio, lo que pasa con las niñas. Sus re-
tente, evadirse, pero se vea imposibilitado de hacerlo por implaca- laciones con representantes del otro sexo no son idílicas en ese
bles sitiadores. período (y si ello no molesta a los hombrecitos, repercute cierta-
mente en las niñas, de esfera emocional más sensible), sus lec-
SECUENCIAS DE FUGA: El sujeto se proyecta en el pasado turas van cambiando, pasan de las fábulas a la literatura fran-
o en el futuro volviendo a una época en la cual se sentía seguro camente sentimental, y cambia su físico. Las líneas del cuerpo
y feliz, o bien «viviendo» una situación que imagina ha de darle, se redondean, se delinea el pecho.
en lo por venir, las mismas sensaciones tranquilizantes. A los ni- Es sobre todo esta situación lo que desasosiega a la niña. Bas-
ños les puede ocurrir verse en la tarima como maestros, identifi- taría un poco de preparación para inducirla a responder con
carse en el padre o con un personaje que ejerza particular atrac- una mirada de compasión o con una sonrisita irónica a las pullas
ción. Las niñas, en cambio, asumen con mucha frecuencia el papel de sus compañeros y a las con frecuencia más estúpidas aún de los
materno. adultos. Pero cuando falta la preparación, la sensación de desaso-
Todas estas secuencias denuncian un hecho sumamente grave: siego de la niña, criada ya en la escuela del señorío masculino,
la incapacidad del niño en establecer contactos normales con sus se acentúa hasta causar auténticos traumas.
compañeros, insertarse en la colectividad, sentirse parte de ella.
Muchos padres, desgraciadamente, no atribuyen a este hecho la La tensión de la blusita sobre el pecho se le antoja a la niña
enorme importancia que se merece. Por el contrario, solemos oír como un signo externo, casi una marca de su supuesta inferio-
a algunos expresarse con despreocupación si no con satisfacción ridad. Y si bien más adelante estará orgullosa de su anatomía,
respecto al comportamiento de los jovencísimos infelices: «A mi ello no borrará la penosa impresión juvenil. Lo revela, entre
niño en verdad no le va la compañía de esos machotes...», «[Oh, otras cosas, el retorno de los sueños nacidos en aquella circuns-
Carletto está tan encariñado con papito y mamaíta!», «Mi chiqui- tancia.
lla es muy esquiva, muy reservada... Estoy muy contenta de ella Entre los más corrientes, Eva se encuentra cruzando los bra-
porque se ahorrará un montón de disgustos.» zos sobre el busto desnudo intentando ocultarlo a la vista de al-
guien. Y que no se trata de un gesto inspirado tan sólo por el
En cambio estarán abrumados de disgustos los pequeños y pudor, es demostrado por observaciones hechas en un número de
las pequeñas de contactos difíciles, los arrastrarán consigo toda casos sin duda probatorios. La soñadora no se avergüenza (al con-
la vida. Porque la presunta reserva, el presunto apego a los pa- trario de lo que sucede con los reflejos del «complejo de castra-
dres, se desarrollarán después en una morbosa timidez, en com- ción») de su desnudez, pero le da miedo descubrir el pecho y
plejos de inferioridad con consecuencias siempre dolorosas, a me- aunque esté completamente desvestida, además, no se preocupa
nudo catastróficas. en absoluto de las otras partes del cuerpo.
No es raro que, desnudándose en sueños ante un espejo, una
muchacha que en la realidad se encuentra muy bien con todo lo
que le ha regalado la madre naturaleza, se vea lisa como una tabla
acepillada y no sienta disgusto alguno por ello y que, al revés,
No envidiéis a quien ve el mundo color de rosa acoja la cosa como una grata sorpresa. Se trata precisamente de
un residuo de lo que Baumgartner llama «el complejo del seno
en capullo».
Los años de escuela se suceden, cambian algunas posiciones A semejantes manifestaciones oníricas se añaden muchas más
mentales del pequeño, sus actitudes, sus costumbres, pero sus- caracterizadas por un evidente simbolismo. Hay la chiquilla que
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se arranca con rabia del vestido las flores prendidas en el pecho, la vestimenta, pocas interferencias en los juegos y en las mani-
la que se apresura a sacarse los objetos que abultan los bolsi- festaciones típicas de las niñas y de los niños de determinada
llos de su blusa, que se muestran minas inagotables, imposibles edad, pues se trata de intervenciones que con mucha frecuencia
de vaciar, la que se queda desagradablemente turbada por formas tienen repercusiones perjudiciales, como una vez más nos demues-
redondeantes sin saber explicarse el porqué. tran las visiones oníricas, espejo ultrasensible y fiel del subcons-
Tampoco son raros los casos como éste que refiere L. Müller. ciente.
Lilo, una estudiante de diecinueve años, siente una invencible re- Walter Walt sería hoy probablemente un gran violinista si en la
pugnancia por las mariposas. Aunque los lepidópteros, vistos de velada decisiva para su porvenir no hubiese tenido al lado una
lejos, le gustan y sus colores la fascinen, es suficiente que una bella muchacha rubia. Nuestro personaje había empezado a mos-
le vuele cerca para que Lilo se entregue a manifestaciones de trar a los seis años descollantes dotes musicales. Era un «niño
terror tan irrazonables como irrefrenables; cosa, ésta, ciertamente prodigio», como suele decirse, y siguió siéndole aunque a los ocho
desagradable, pero para nuestra estudiante también muy molesta, años pareció no querer saber nada nunca más del violín.
puesto que se propone dedicarse a la entomología. Tuvo muchos caprichos, violentas crisis de desesperación y a
El psicoanalista al que recurre piensa primero en un trauma sus padres que le interrogaron se limitó a explicarles un sueño
infantil, busca cualquier posible relación, pero sin resultados po- que le había turbado un par de veces. Había visto las cuerdas de
sitivos. Sondeando el mundo onírico de la paciente, por fin, el su instrumento transformarse en unos gusanos largos que salta-
especialista da con el misterio. También en sueños Lilo es per- ban sobre sus hombros y le rodeaban el cuello y bajaban luego
seguida por las mariposas, que a veces se tornan enormes. Ahora por su espalda retorciéndose horriblemente. Desgraciadamente, en
la muchacha recuerda que algunos de esos insectos tienen las aquel entonces los psicoanalistas estaban poco de moda. Papá y
alas agujereadas, semejantes a encajes. mamá Walt convencieron al pequeño de que hubiera sido una
enorme tontería mandar a paseo la música por un sueño, el mé-
La asociación se hace muy evidente. Las graciosas voladoras dico de cabecera prescribió una buena cura de reposo, y Walter,
aterrorizan a la jovencita sencillamente porque son, para su sub- aunque sin demasiado entusiasmo, se puso a tocar de nuevo.
consciente, sostenes. No es difícil, en este punto, lograr que la
estudiante rememore el hecho que puso en marcha la extraña neu- El chiquillo creció, frecuentó el conservatorio y, aprobando
rosis: la compra del primer sujetador, comentada por sus herma- con notas excelentes, afrontó el concurso que, al decir de todos,
nos con enfadosos sarcasmos. habría de conducirlo definitivamente a la celebridad. Pero le bas-
Para los niños, el camino de la pubertad está plagado de preo- tó ver a la rubia presentadora para ser presa de una inexplicable
cupaciones muy diferentes. agitación. Tocó muy mal, y ni siquiera tocó hasta el final. De re-
pente, dejó plantados a los oyentes, salió de la sala y, rompiendo
Consideran a las niñas decididamente inferiores —sintetiza el violín contra una pared del pasillo, desapareció de la circu-
Chesser—. Las niñas son débiles y siguen siéndolo también en el lación.
periodo que los muchachos adquieren fuerza muscular, haciendo Volvió a dar señales de vida tres años después. Dirigía una
de ésta un sinónimo de superioridad. Hablando con los adultos, orquesta de música ligera y sigue dirigiéndola con cierto éxito por
además, los niños ven fortalecida su convicción, según la cuál todo lo que hemos cambiado su nombre, pues quizá también vosotros
cuanto es varonil tiene mayor valor. Cuando se hace daño, una conocéis el verdadero y no es caso de hacer público un fracaso.
niña puede llorar, pero para un niño las lágrimas comienzan a ser Ahora Walter Walt lo sabe todo, conoce el origen de su sueño
vergonzosas. Una niña puede cuidar de su aspecto, pero si un y las causas de su comportamiento. Cuando el niño se reveló mú-
niño presta excesiva atención al modo como se peina o se viste, sico precoz, sus padres insistieron por desgracia en hacerle llevar
en seguida se gana la fama de «afeminado». los cabellos largos, «a lo Mozart», lo que hizo que sus compañe-
Los padres deberían, naturalmente, abstenerse de fortalecer en ros se burlaran de él. El orgullo le impidió hablar de ello en su
los niños la idea de la superioridad masculina y de la inferiori- casa y la persecución continuaba también en la pantalla nocturna.
dad femenina. Por otra parte es indispensable que no violenten El pequeño no llegaba a darse cuenta, pero las visiones horripi-
las naturales inclinaciones de los hijos, evitando herirlos, humi- lantes nacían precisamente de la relación entre el violín y los
llarlos, exponerlos a las críticas siempre despiadadas de los com- cabellos, largos sobre el cuello, hasta el punto, a juicio de sus
pañeros. Así es que nada de extravagancias en el peinado y en compañeros, de disminuir a Walter (de ahí los gusanos) y de
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hacerlo parecer a una «chiquilla». inagotable fantasía, el más simple pedazo de madera en un fusil
En los años sucesivos, pese a que la abundante melena había o una pistola, esos juegos no sólo son inocuos, sino francamente
desaparecido, el sueño volvió a presentarse al joven que, sin em- útiles, ya que, como se ha comprobado tanto en los Estados Unidos
bargo creía que ya no le impresionaba mucho, y en la velada de- como en la Unión Soviética, le ayudan a desahogar sin daño su
cisiva hizo saltar el resorte del «complejo» despertando al sub- carga de agresividad, a ejercitar su espíritu emprendedor y con fre-
consciente con el reclamo de la muchacha, peinada como él lo cuencia a vencer la timidez, mientras predisponen a la compren-
había estado en la infancia. sión y a la estima recíproca, a la amistad y a la caballerosidad.
Cabellos rubios — largos — muchacha — «chiquilla» — violín Esta última observación pudiera parecer paradójica, pero es sufi-
— repugnancia... y adiós carrera. Nuestro amigo había triunfado ciente observar el intercambio de papeles en los pasatiempos de la
después en otra, porque ella le había ayudado a rehabilitarse in- chiquillería para comprobar su validez.
conscientemente, es decir que lo había convencido de que no era Se equivoca, por consiguiente, quien considera oportuno impo-
«poco hombre», de saberse imponer, de poder precisamente dirigir. ner ciertos vetos, y se equivoca doblemente, porque los niños, al
Basta mucho menos que una cabellera para provocar desas- no poderse entregar en la realidad a sus juegos preferidos, se de-
tres. Ciertos sueños en los cuales predomina un color que causa dican a ellos en sueños llevándose consigo también a los severos
al sujeto una viva sensación de molestia, cuando no de angustia, educadores y asignándoles papeles nada lisonjeros, pues personifi-
aunque no se trate de un color genéricamente deprimente, ahon- can a los «malos», a los bandidos y a los enemigos. No podrían ser
dan sus raíces en la infancia, en algo que incomoda al niño y que, vistos a una luz diferente, puesto que han hecho que los pequeños
pese a ello, le ha sido impuesto. fuesen condenados por sus compañeros como débiles y medrosos,
A todos nos gustaría poder ver el mundo color de rosa, y sin y repetimos que ésta es una condena que, por gratuita que sea,
embargo hay quien sentiría náuseas por ello. A. B., por ejemplo, forzosamente deja huellas.
era un joven profesional parisiense que acudió a un psicoanalis- Tampoco a las niñas que muestran cierta predisposición para
ta porque le atormentaban, desde la niñez, visiones de ese género. los juegos considerados como monopolio de los muchachos debería
Todo andaba bien mientras Morfeo escogía espectáculos en oponerse una negativa. Ésta es, por el contrario, una tendencia que
los cuales el soñador no aparecía o aparecía en un papel secunda- convendría estimular, dado que ejerce un influjo positivo en la for-
rio. Pero apenas entraba en escena como protagonista y se dispo- mación de la personalidad. Son muy corrientes los sueños en los
nía a efectuar algo que hubiera debido procurarle satisfacción, cuales las niñas y también las muchachas se encuentran desem-
se producía el desastre. Todo se teñía de rosa y él despertaba de peñando papeles habitualmente propios del sexo contrario, lo que
golpe, con una indefinible sensación de malestar. Y en la realidad revela un sentido de inferioridad que no se habría manifestado
las cosas no andaban de otro modo. Para A. B. hasta los platos en muchos casos si el sujeto no se hubiese visto obligado a adap-
más apetitosos se convertían en repugnantes si eran presentados tarse al papel no sentido de la niña comedida, modosa y «ya muy
sobre un mantel rosa, y los indumentos de este color le ponían mujercita».
en trance de hacerle insoportable hasta su novia, a la cual no Asimismo pueden incidir en las niñas de una manera poco
se atrevía a confesar su extraña fobia por temor a que le «tomaran simpática los indumentos confeccionados malamente o inadecua-
por loco». dos a su edad. La moda empieza muy pronto a tiranizar al bello
La culpa de todo era —como pudo establecer el psicoanalista— sexo y no hay señora o señorita que no haya tenido alguna vez
un vestido de la madre de A. B., transformado por ésta en una una confirmación de ello, sintiéndose desazonada por unas medias
blusita para su retoño quien, luciéndola a los ocho o nueve años, que hacen arrugas, una falda holgada o estrecha o un reflejo
había hecho reír a sus compañeros y a sus profesores. que asoma sus picos por debajo de aquélla. Estos sueños suelen
Muchos padres se preocupan de los juegos bulliciosos de sus delatar dudas, incertidumbres, temores de varia naturaleza: Morfeo
hijos, en particular de aquellos inspirados, en un sentido u otro, apela, en semejantes circunstancias, al recuerdo de una apurada
en la «caza del hombre», y en esto tienen gran parte quienes qui- situación del pasado, pero ésta, por muy desagradable que pueda
sieran proscribir del mundo de los juguetes todo cuanto «huela a haber sido, no ha dejado casi nunca huellas profundas.
guerra».
Pues bien, prescindiendo del hecho de que, privado del juguete
que le gusta, cualquier niño sabe transformar, en el taller de su
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 135
134 PETER KOLOSIMO

migueante de bichos (los supuestos gérmenes del mal), hasta que


las confidencias entre amigas la tranquilizaron. Pero todavía ocho
años después es acosada por una visión horrible que se le pre-
senta sobre todo en la inminencia de la «regla». Se descubre en
el cuerpo unas manchas parecidas a las que forma el moho.
Lo que ella quisiera ocultar Clara, «iniciada» por las compañeras, se vio impelida a conside-
rar las menstruaciones como una cosa obscena y procuró ocultar
su aparición a los padres. A una distancia de años se ve obligada,
en sueños, a esconder algo, espantada por la idea de ser descu-
En los puntos de los cuales acabamos de ocuparnos, las niñas bierta.
aparecen, por lo tanto, menos vulnerables. No son más afortunadas, Todas estas manifestaciones nos demuestran que aunque el
porque les espera un acontecimiento que no dejará de impresio- misterio se ha aclarado la impresión permanece. Y sale a la su-
narlas fuertemente: la primera menstruación. perficie cuando la interesada tiene que afrontar situaciones difíci-
Sólo si se ha llevado a cabo una adecuada obra de preparación les, cuando más necesidad tendría de sentirse fuerte. Vuelve a
se les evita a las niñas traumas penosos. No es arduo imaginar lo experimentar una sensación de inferioridad que no tiene ninguna
que siente una adolescente sorprendida por el acontecimiento razón de ser, pero que desgraciadamente ha sido consolidada en
como por un rayo en un cielo sereno. De poco valdrán las tenta- ella por una educación equivocada.
tivas de tranquilizarla que la madre se apresura luego a efectuar.
Durante algún tiempo los sueños angustiosos turbarán las noches
de la pobre muchacha. Y lo mismo ocurrirá si la «preparación»
se reduce a unas advertencias genéricas que no permiten a la in-
teresada comprender el fenómeno y considerarlo en el marco de
la normalidad.
Oníricamente el trauma se traduce en impresiones de accidentes
pavorosos, enfermedades e imperfecciones. Sería imposible efectuar
aquí una reseña exhaustiva, por lo que sólo nos resta remitir a
los lectores a los símbolos más constantes, ilustrados en nuestro
pequeño dicionario. Importa, sin embargo, aludir a los procesos
de transformación que, con el paso de los años, modifican esos
sueños, y los hace irreconocibles. También aquí nos limitamos a
algunas manifestaciones de las más corrientes, sacando los ejem-
plos de las experiencias de hábiles psicoanalistas modernos.
Lidia, sorprendida por el inicio de la «regla», quedó aterroriza-
da, hasta el punto de que soñaba verse bañada en sangre cuando
se entregaba a las más diversas ocupaciones. La muchacha tiene
ahora veinte años y de vez en cuando esa visión vuelve a pre-
sentarse, pero alternada con otra igualmente angustiosa. Sueña
que camina por una calle animada y de repente nota que todos la
miran porque lleva la falda y las medias increíblemente sucias.
Se apresura a intentar limpiarlas, pero no lo- consigue; trata de
esconderse, pero por todas partes hay gente que la contempla
con expresión de mofa o de desaprobación.
A Giulia no la convencieron las vagas explicaciones maternas
y durante muchos meses tuvo la sospecha de ser víctima de una
enfermedad, porque además el fenómeno se le había presentado
con manifestaciones dolorosas. Soñaba que tenía el vientre hor-
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 137

»"E1 arca de Noé", pensé, sorprendido.


«Descubrí una abertura. (¿Una grieta? ¿Una ventana?) y pro-
yecté la luz dentro. Era sólo un local muy espacioso, de pavimento
casi enteramente cubierto por una capa que se me antojó blanda,
sin saber por qué.
»En seguida lo comprendí. Me sobrecogió una sensación extraor-
dinaria. Sabía que estaba asomado desde fuera y, sin embargo,
también estaba allí, sobre aquella capa blanda, bajo techado, al
calor. Y era pequeñísimo.
»De pronto, la luz de mi lámpara-lápiz dio sobre aquel mi se-
gundo Yo. Y me encontré allí dentro creciendo y creciendo, trans-
portado por una fuerza misteriosa hacia la luz que penetraba por
la abertura. Entonces me invadió una sensación de asombrada in-
certidumbre y me eché a llorar...»

IV

IOS MITOS ACABAN TRASTORNANDO LA VIDA Del arca de Noé a los jardines de Aid

«La noche era oscura como quizá ninguna lo había sido nunca. ¿De dónde nace, qué significado encierra ese sueño extrañísimo
Llovía sin parar, parecía como si un mar suspendido en el cielo narrado al profesor Kemper?
se precipitase para sumergirlo todo. Era una lluvia de pesadilla, Cada una de las varias «escuelas» psicoanalíticas darían de él
y las tinieblas parecían un mudo, interminable grito de angustia una interpretación diferente, a menudo contrastante con las otras,
y de terror. Me tambaleaba en el mar que iba recomponiéndose a descubriéndole fantasías incestuosas cuyo objeto es la madre,
mis pies, avanzaba con dificultad, inmerso ya en el agua hasta la tendencias fálico-propulsoras, impulsos de posesión, necesidad de
pantorrilla, empapado, aterido. ¿Por qué estaba todo tan oscuro? protección, los llamados «problemas de Ashavero» (o sea del «judío
¿Por qué ya no había luces, ya no había nada? ¿Qué estaba pa- errante», generados por complejos de culpabilidad), anhelo de
sando en la Tierra? Era el diluvio... contactos, egocentrismo, regresión, transferencia, búsqueda de la
«Luego, inesperada, una masa enorme se alzó ante mí. No divinidad, crisis espirituales, deseo de autoaniquilación o de re-
podía verla, pero sentí su presencia, como la siente un ciego. Bus- nacimiento y muchas otras cosas más.
qué en el bolsillo interior de la chaqueta la lámpara-lápiz que Una precisa interpretación de ese sueño no ha sido intentada.
suelo llevar conmigo. La pila debía de estar mojada. ¿Acaso fun- Para conseguirla sería menester, como en otro cualquier caso,
cionaría? examinar la situación en que se halla el sujeto, sus problemas,
»Funcionó, es más, desprendió un chorro de luz tan viva que sus tendencias y cierto número de sus visiones nocturnas.
me asombró. Pero con toda aquella oscuridad probablemente tam- Como fuere, es seguro que hay de por medio un gran conflicto,
bién me habría parecido deslumbradora una cerilla encendida a pues estamos ante un clásico proceso de desdoblamiento. Se trata
veinte pasos de distancia. Alumbré la «cosa» que se me había de la manifestación de una personalidad débil, inmatura (el Yo y
puesto delante y vi que se trataba de un enorme edificio de madera, el macrocosmos —o sea el mundo, el universo— aún no están
viejísimo. ¿O era una barca de panza desmesurada que quién sabe separados, se confunden, como ocurre en los niños, y no existe
cómo había ido a parar a aquel no-sé-dónde? La idea no me la noción del tiempo, de modo que infancia y edad adulta están
pareció en absoluto absurda. No lograba recordar cómo había en el mismo plano), manifestación sobrevenida a consecuencia
empezado aquella lluvia tremenda, qué había ocurrido antes, pero de un estado de profundo desasosiego (la oscuridad, la lluvia) del
seguramente debía de haber sido algo apocalíptico. cual el soñador preferiría salir por una intervención milagrosa o
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 137

»"E1 arca de Noé", pensé, sorprendido.


«Descubrí una abertura. (¿Una grieta? ¿Una ventana?) y pro-
yecté la luz dentro. Era sólo un local muy espacioso, de pavimento
casi enteramente cubierto por una capa que se me antojó blanda,
sin saber por qué.
»En seguida lo comprendí. Me sobrecogió una sensación extraor-
dinaria. Sabía que estaba asomado desde fuera y, sin embargo,
también estaba allí, sobre aquella capa blanda, bajo techado, al
calor. Y era pequeñísimo.
»De pronto, la luz de mi lámpara-lápiz dio sobre aquel mi se-
gundo Yo. Y me encontré allí dentro creciendo y creciendo, trans-
portado por una fuerza misteriosa hacia la luz que penetraba por
la abertura. Entonces me invadió una sensación de asombrada in-
certidumbre y me eché a llorar...»

IV

IOS MITOS ACABAN TRASTORNANDO LA VIDA Del arca de Noé a los jardines de Alá

«La noche era oscura como quizá ninguna lo había sido nunca. ¿De dónde nace, qué significado encierra ese sueño extrañísimo
Llovía sin parar, parecía como si un mar suspendido en el cielo narrado al profesor Kemper?
se precipitase para sumergirlo todo. Era una lluvia de pesadilla, Cada una de las varias «escuelas» psicoanalíticas darían de él
y las tinieblas parecían un mudo, interminable grito de angustia una interpretación diferente, a menudo contrastante con las otras,
y de terror. Me tambaleaba en el mar que iba recomponiéndose a descubriéndole fantasías incestuosas cuyo objeto es la madre,
mis pies, avanzaba con dificultad, inmerso ya en el agua hasta la tendencias fálico-propulsoras, impulsos de posesión, necesidad de
pantorrilla, empapado, aterido. ¿Por qué estaba todo tan oscuro? protección, los llamados «problemas de Ashavero» (o sea del «judío
¿Por qué ya no había luces, ya no había nada? ¿Qué estaba pa- errante», generados por complejos de culpabilidad), anhelo de
sando en la Tierra? Era el diluvio... contactos, egocentrismo, regresión, transferencia, búsqueda de la
»Luego, inesperada, una masa enorme se alzó ante mí. No divinidad, crisis espirituales, deseo de autoaniquilación o de re-
podía verla, pero sentí su presencia, como la siente un ciego. Bus- nacimiento y muchas otras cosas más.
qué en el bolsillo interior de la chaqueta la lámpara-lápiz que Una precisa interpretación de ese sueño no ha sido intentada.
suelo llevar conmigo. La pila debía de estar mojada. ¿Acaso fun- Para conseguirla sería menester, como en otro cualquier caso,
cionaría? examinar la situación en que se halla el sujeto, sus problemas,
«Funcionó, es más, desprendió un chorro de luz tan viva que sus tendencias y cierto número de sus visiones nocturnas.
me asombró. Pero con toda aquella oscuridad probablemente tam- Como fuere, es seguro que hay de por medio un gran conflicto,
bién me habría parecido deslumbradora una cerilla encendida a pues estamos ante un clásico proceso de desdoblamiento. Se trata
veinte pasos de distancia. Alumbré la «cosa» que se me había de la manifestación de una personalidad débil, inmatura (el Yo y
puesto delante y vi que se trataba de un enorme edificio de madera, el macrocosmos —o sea el mundo, el universo— aún no están
viejísimo. ¿O era una barca de panza desmesurada que quién sabe separados, se confunden, como ocurre en los niños, y no existe
cómo había ido a parar a aquel no-sé-dónde? La idea no me la noción del tiempo, de modo que infancia y edad adulta están
pareció en absoluto absurda. No lograba recordar cómo había en el mismo plano), manifestación sobrevenida a consecuencia
empezado aquella lluvia tremenda, qué había ocurrido antes, pero de un estado de profundo desasosiego (la oscuridad, la lluvia) del
seguramente debía de haber sido algo apocalíptico. cual el soñador preferiría salir por una intervención milagrosa o
138 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 139

casi (la luz arrojada por la lámpara que funcionó cuando se la aquellas de las cuales acabamos de dar un ejemplo típico. Jung
creía inservible), o bien con el olvido, el retorno al regazo materno las denominó «los grandes sueños» y justificó esta definición acla-
(el vientre de la nave). Igualmente viva es el ansia de un renaci- rando que «representan una problemática humana colectiva en
miento, y quizá los problemas sexuales no son ajenos al protago- una forma generalmente válida e independientemente común a
nista del alucinante filme onírico, como dejan suponer la forma los soñadores». En otras palabras, existen problemas que todos
de la lámpara, la idea de la pila y la abertura en la pared de tenemos y que a todos se presentan tarde o temprano con visiones
madera. análogas, caracterizadas por los elementos y por la grandiosidad
¿De qué recuerdos se ha valido Morfeo para poner en escena de los antiguos mitos.
ese curioso caso? Seguramente de los recuerdos prenatales nos Werner Kemper, en un fundamental estudio suyo (*), escribe:
vemos inducidos a responder pensando en la nitidez de ciertas
imágenes y de ciertas impresiones (otra vez el vientre de la
nave, la capa blanda, la pequenez, el calor), vinculados a la re- Quien confronte estos sueños con las fábulas, llegará a compro-
membranza del trauma del parto, explicado por la sensación de bar que en verdad son tratados los mismos temas a veces con el
crecimiento, de tracción hacia el orificio luminoso, por la incer- empleo de los mismos símbolos. Es asombroso el hecho de que
tidumbre y por el llanto, quizá por el agua. esos cuentos de hadas no sean soñados tan sólo por personas que
Pero sobre todas estas explicaciones domina el contenido ma- conocen las fábulas equivalentes —las de Grimm, por ejemplo—>
nifiesto del sueño. Y domina con prepotencia, por mucho que sino como he podido comprobar en el extranjero (en Brasil, N. del
el frío proceso de descomposición nos sugiera ignorarlo. El diluvio A.) por sujetos para los cuales este conocimiento se ha de excluir
y el arca de Noé están ahí, y no es cuestión de eliminarlos con absolutamente. Y las concordancias no acaban aquí. También en
un encogimiento de hombros. los mitos y en las sagas hallamos temas fundamentales idénticos
¿Por qué precisamente el diluvio y el arca de Noé? Para dar a los de las fábulas y de los «grandes sueños», expresados general-
la atmósfera de angustia y de miedo, ¿no hubiera podido el sub- mente con símbolos idénticos, lo cual ha conducido a Jung a de-
consciente apelar al recuerdo de situaciones igualmente y tal vez finir los mitos como «los sueños colectivos de la Humanidad».
más dramáticas en las que el sujeto se había encontrado en la
realidad? Se podría objetar que la leyenda del arca probablemente
había impresionado al soñador de una manera particular. Pero Por su parte, Pierre Real observa:!
es una objeción que no se sostiene, porque todos, antes o después,
sueñan con el diluvio.
La cosa no debería sorprendernos en absoluto, dada la influencia Los «grandes sueños» despiertan siempre en nosotros una fuerte
de los recuerdos ancestrales. Pueblos muy distantes entre sí han emoción consciente o inconsciente y conservan su poder sobre
conservado memoria del diluvio desde épocas indudablemente pre- nosotros durante días y días, a veces durante meses. Algunos de
cristianas y la leyenda de Noé tiene equivalentes en todas partes esos sueños han modificado vidas enteras. En ellos aparecen imá-
del globo. En la azteca, no falta siquiera la paloma, y el nombre genes de una potencia extraordinaria, luces deslumbrantes. Están
del navegante bíblico —Noah en hebreo— suena en los antiquí- las grandes fuerzas del mundo: el Sol, la Tierra, el fuego, el agua...
simos mitos chinos (Ni Wha), hawaianos (Nu-u) y sudamericanos Los animales hablan, los árboles se transforman, se superan obs-
(Noa). táculos gigantescos y nos sumimos en los caos más espantosos.
El papel exacto que haya desempeñado el famoso personaje Multitud de serpientes surgen de esferas de cristal y a veces parece,
en la historia del mundo es algo que nunca será puesto en claro al despertar, haber encontrado a Dios cara a cara.
y que aquí, por lo demás, no tiene importancia. No se ha dicho
ni mucho menos que los recuerdos ancestrales se refieran direc- Después del «gran sueño» angustioso del principio, he aquí
tamente al diluvio y al arca, pero es probable que nos sean trans- otro en el cual predomina una atmósfera bien distinta. Nos lo
mitidos por los antepasados de un tiempo en el cual la memoria propone como ejemplo el mismo psicólogo francés:
de la catástrofe era todavía muy viva.
Hemos aludido a los «componentes atávicos». Son propios a (*) Der Traum una seine Be-Deutung. Rowolht Deutsche Enziklopádie,
innumerables visiones nocturnas, pero saltan a primer plano en «Ernesto Grassi Editor», Munich, 1955.
140 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 141

Soy brillante como un metal, me encuentro ante un charco\


de agua fangosa, en un paisaje caótico iluminado por una luz
lunar. De improviso el charco hierve, el agua se vuelve roja y
luego azul. Después surge de ella una esfera luminosa, que se
dilata y estalla con un ruido fantástico convirtiéndose en una Visiones fantásticas en el umbral decisivo
copa de oro de la cual se eleva una columna blanca cuyo resplandor
no puede resistir la vista. Me siento deslizar a lo largo de esta
columna como si ya no tuviese peso, y llego al pie de una escalera Sentado esto, hemos llegado al nudo de la cuestión, una cues-
de oro que sube directamente hacia el Sol. Subo la escalera con tión importantísima porque los «grandes sueños», si bien pueden
una ligereza exultante, entro en el Sol y experimento una sensación tener lugar en las edades más diversas, comienzan a presentarse
de gozo tan intensa, que todavía hoy me tiene trastornado. por lo general en la juventud. Muchos de ellos marcan propiamente
el paso de la adolescencia a la juventud misma y no es raro que
tengan una influencia determinante, que lleguen incluso a modificar
¡ Cuántos mitos se acumulan y se confunden en este sueño! La el curso de la vida, no siempre encauzándola por las vías más re-
charca de la Metamorfosis, las fuentes multicolores de los para- comendables.
disíacos jardines de Alá, el Santo Grial, las «columnas del cielo» ¿Hemos de pensar, por tanto, que en algunos aspectos sean
de las antiguas cosmografías medievales, las escaleras de oro de proféticos? Absolutamente no, y es deplorable que algunos preten-
las leyendas orientales, Icaro y los héroes solitarios indios por didos psicoanalistas renieguen en realidad del psicoanálisis (porque
citar solamente los elementos más conocidos. sus delirios son inconciliables con lo que los auténticos estudiosos
de la psique han demostrado ya y establecido sin temor a errores),
pontificando a su sombra para suministrar al prójimo necedades
Aun sin analizarlo —comenta Real— se nota en seguida que cabalísticas y provocando a veces daños irreparables.
este sueño es grande y bueno. Traduce un estado de ánimo benéfico, Cuidado, pues, con los «grandes sueños»; pueden ser muy pe-
y todo concurre a ello: el azul, la luz, la esfera brillante, la co- ligrosos, y no es difícil comprenderlo si se considera que:
lumna, la escalera, el Sol... —Su contenido manifiesto es siempre capaz por grandiosidad,
El sujeto salía de una fase de depresión profunda (la charca dramatismo, rareza, reclamos de toda suerte, de suscitar violentas
fangosa) ...pero todo es gozo, en el sueño, todo se dirige hacia y duraderas emociones.
la luz, y efectivamente el hombre, una semana más tarde, volvía —Como hemos dicho, se presentan casi siempre por primera
a encontrarse lleno de fuerza y de esperanza, y partía de nuevo vez cuando un cambio decisivo, por lo que pueden ser tomados,
hacia grandes metas espirituales, logrando alcanzarlas. si no propiamente por profecías, por revelaciones brotadas de
¿El sueño había predicho entonces el porvenir? No precisamen- las profundidades del Yo, por manifestaciones de lo que podría
te, pero había dicho que el hombre, en el momento que soñaba, ser la auténtica, oculta personalidad del sujeto, por solicitaciones
se hallaba ya sin saberlo, en óptimas disposiciones de espíritu. o admoniciones.
—Estas extraordinarias visiones suceden, no raramente, a un
acontecimiento que ya ha impresionado fuertemente al soñador.
Real es un seguidor de Jung todavía bastante moderado. Según Entonces tienen, por decirlo así, el terreno abonado, y se arraigan
el suizo, separado, como es sabido, de su maestro Freud, los mejor.
grandes sueños trascienden los confines individuales y asumen un Conocido es el caso de una muchacha que, habiéndose hecho
carácter prospectivo, es decir al menos muy indicativo para el monja a consecuencia de un «gran sueño», hubo de volver al
futuro, si no francamente profético, como aseveran ciertos sos- estado laical tras haber tratado de adaptarse a la vida conventual,
tenedores demasiado entusiastas de las teorías junguianas. y ahora trabaja en el sector de la moda para la cual ha demostrado
poseer descollantes dotes.
A la joven se le presentó una visión nocturna cuyo significado
no podía, según ella, ser más claro. Se encontró en el Gólgota, con
la cabeza ceñida de espinas. Contra un cielo siniestro, preñado
142 PETER KOLOSIMO GUíA AL MUNDO DE LOS SUEñOS 143

de nubes, se alzaba una cruz, y la muchacha, mirándola, se sentía él. Los grandes poetas siempre han sido conscientes del alcance
el corazón oprimido de desesperación. Pero de repente un viento de ese símbolo... y en sus obras se reflejan efectivamente nume-
impetuoso barrió las nubes, le Sol fulguró, la cruz se volvió de rosos sueños de la maduración.
oro, las espinas desaparecieron, y en el aire apareció un ángel
que sonriente invitaba a la joven a ir a su encuentro. Y ella, con La conclusión a la cual llegamos puede parecer demasiado em-
una sensación de júbilo extasiado, notó que podía volar, se elevó pírica, pero en esos casos el empirismo es una guía segura. Los
en el aire... «grandes sueños» dicen en sustancia al soñador: «Estás atrave-
Si se tiene en cuenta el hecho de que la protagonista del caso sando un umbral importantísimo para tu vida, un umbral que
había sido abandonada poco antes por su novio, el «gran sueño» exigiría de ti mayor preparación. El modo como has vivido en
aparecerá clarísimo. Hay en él todo cuanto una joven en esas los estadios precedentes de tu existencia no te ha dado esa seguri-
condiciones puede esperar: el fin de las penas amorosas, con las dad que sería de desear. Ahora debes poner a contribución todo
espinas que se desvanecen, las nubes que se disuelven, el Sol que tu buen sentido, toda tu voluntad para lograr salir adelante en el
fulgura, la angustia (¿acaso no se dice «llevar una cruz»?) que se mundo que te espera. O sea que tu personalidad no es capaz de
transforma en júbilo, el retorno del amado y el vuelo. asegurarte una marcha expedita, y ya es hora de que procures for-
Concurren aquí todos los factores sintetizados en nuestros tres talecerla y subsanar las omisiones y los errores del pasado. De ti
puntos. Son incontables, sin embargo, las personas que, en las depende que, al otro lado del umbral, seas un vencedor o un
alas de un «gran sueño» se dejan arrastrar a decisiones que de vencido.»
otro modo jamás habrían tomado y que a menudo habrán de la- Los «grandes sueños» no se limitan a hacer una advertencia
mentar después. Ello ocurre con frecuencia en el terreno religioso. genérica, sino que indican con suma exactitud los puntos débiles,
No tenemos nada que decir en contra de las vocaciones, pero hay si se saben interpretar con mente lúcida.
que tener cuidado con las que vienen de la noche a la mañana. El procedimiento no es difícil. Basta con no dejarse impre-
Cometeríamos, sin embargo, un error considerando los «grandes sionar por los elementos fabulosos o mitológicos considerándolos,
sueños» del mismo modo que todos los demás, admitiendo, pero no como detalles desdeñables, sino como un marcado acento so-
sin que nada pueda comprobarlo, que un espíritu extremadamente bre el contenido latente de la visión y proceder a un riguroso exa-
sobrio nos permitiera hacerlo. El inusitado escenario, el signo de men del mismo teniendo presente, como para cualquiera otra ma-
mitos o de acontecimientos cuyo inmenso alcance sabemos o «sen- nifestación onírica, las circunstancias, las disposiciones de ánimo
timos», los recuerdos ancestrales que desbordan sin rodeos de los y algunas de las más significativas aventuras nocturnas prece-
arcanos del subconsciente, nos dicen que estamos ante unas mani- dentes.
festaciones oníricas que debemos considerar seriamente. Al referir al principio el «sueño del arca de Noé», nos hemos
Pese a no estar en condiciones de hacer luz sobre el mecanismo propuesto dar, con la descripción de una visión típica de ese gé-
que determina la apertura de ese enigmático arcano, los americanos nero, también un ejemplo de descomposición lógica. Tomemos
Jones y Weiss ya habían observado, en los años entre los dos ahora de nuevo en consideración el caso expuesto por Real y ve-
conflictos mundiales, que se «dispara» en épocas decisivas para la remos que si el psicoanalista no se hubiese dejado llevar de su
existencia de los soñadores, en primer lugar en su juventud (casi vivo entusiasmo por las teorías de Jung, habría notado cómo en
el 75 %) y que va ligado a unas crisis conscientes o inconscientes ese sueño casi todo constituye un poderoso llamamiento a la se-
de cuya resolución depende a veces el fortalecimiento, el debilita- xualidad: la charca, la esfera, la copa, la columna, la escalera, el
miento o, sin más, el aniquilamiento de la personalidad. desliz, la subida y la impresión de ingravidez. La entrada en el
Kemper los considera «sueños de la maduración» recordándo- Sol podría representar perfectamente la satisfacción de un deseo
nos que ésta es representada muy a menudo por claros símbolos: ardiente y la intensa sensación experimentada por el sujeto pa-
peldaños, podios, lugares elevados, espirales o movimientos en es- rece apoyar esta visión.
piral que se restringen progresivamente, recién nacidos y así su- En cuanto a los colores, nos parece interesante recordar aquí
cesivamente. Y añade: los resultados de las observaciones de un grupo de profesores
El signo más característico es, sin embargo, el umbral. Y, en estadounidenses que han comprobado que precisamente el azul, el
efecto, con el paso de un estadio a otro, el hombre en realidad rojo y el amarillo oro se repiten con mucha frecuencia en las
traspone un umbral, marcado por un acontecimiento decisivo para manifestaciones oníricas de fondo erótico.
144 PETER KOLOSIMO
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 145

Puede ser que el señor de quien nos habla Real hubiese llegado, mores de que ya hemos hablado, otros espectros, todo los estúpi-
alentado por la explicación que se le había dado, a sublimar sus dos que se quiera, pero no por ello menos amenazadores. El mu-
instintos sexuales, o sea a trasponer ventajosamente su energía chacho teme la impotencia y la muchacha la frigidez y la este-
a cualquier otra actividad alcanzando así «grandes metas espi- rilidad.
rituales», pero sólo lo habrá logrado si se mantiene en él la ten- A las principales manifestaciones oníricas propias de estos te-
dencia a la sublimación. En caso contrario, su personalidad que- mores nos referimos en nuestro pequeño diccionario. No creemos
dará muy perjudicada. inoportuno, sin embargo, describir sumariamente algunos motivos
que se repiten sobre todo en los «grandes sueños», pero que no
son ajenos a los otros.
El «complejo de impotencia» se expresa a menudo en la pan-
talla de Morfeo con la incapacidad de subir, de entrar en un lugar
Los primeros espectros de los hambrientos de amor o de llevar a cabo una acción que simboliza la unión física. Un
reputado psicoanalista alemán ha sacado de su archivo para no-
sotros un ejemplo que podríamos definir clásico.
Si hay un período en la vida de todos nosotros en el cual las A causa de una dolencia crónica de su anciano tío que le ha
tan discutidas teorías de Freud acerca del absoluto predominio de criado, Hans J. debe asumir con sólo veintiún años la dirección
la sensualidad en los sueños son indudablemente válidas, es preci- de una gran empresa. Se prepara a ello concienzudamente hasta
samente el que va del final de la adolescencia al comienzo de la que un «gran sueño» le provoca un serio estado de depresión. Se
madurez (un comienzo al que no se le puede fijar una edad, pues halla, en el curso de la aventura nocturna, en una lujosa casa
ésta varía de persona a persona). En tal período, las visiones noc- de la cual se siente dueño. Pasa de una estancia a otra y en cada
turnas, sean «grandes» o «normales», reflejan siempre los deseos, una le acoge una sorpresa maravillosa. Todo cuanto ha deseado,
los temores, las tendencias propias a nuestra «esfera secreta». es más, incluso aquello que jamás se hubiera atrevido a desear,
Y se equivocaría quien les supusiera una importancia relativa y li- está aquí, a su disposición.
mitada, dado que tal esfera no es aislada. Todo cuanto nos sucede Por último, Hans se ve delante de una gigantesca puerta de
influye en nuestra personalidad o es influido por ella. oro. Sabe que es la última que encierra el tesoro más codiciado,
Pensemos en los varios componentes de la personalidad como y el corazón le palpita de ansia y de alegría cuando, lentamente,
en una multitud de automóviles que corren por la calle de una se va abriendo. Al otro lado hay una inmensa escalinata de már-
frenética ciudad y en la sexualidad como en uno de esos vehícu- mol blanco cuyo final el joven no percibe. Inicia impetuosamente
los. Pensemos en ella, dada su importancia, como en un autobús. la subida, pero un obstáculo invisible lo rechaza y lo arroja al
Está claro que dependerá mucho de los otros coches que éste suelo. Y mientras intenta en vano levantarse, se encienden a su
pueda avanzar de modo expedito y sin accidentes, y es igualmente alrededor unas llamas violáceas que se transforman en rostros
obvio que si no es conducido con pericia podrá provocar el caos burlones. Son los rostros de sus compañeros de escuela.
en el tráfico. Todos los automóviles, por lo tanto, están en con- Por su parte, Roswitha G., de dieciocho años, es empujada por
diciones de dependencia recíproca, y el autobús, más grande, menos el terror de la frigidez en el corazón de una siniestra fábula. La
manejable, representa un factor muy importante para la circu- chica es absolutamente normal, pero un necio manual seudo-
lación. científico ha logrado convencerla de que ciertas prácticas han de
Sabemos que es en la infancia y en la adolescencia cuando se volverla forzosamente de hielo.
forjan los motores. Ninguno está exento de defectos, y éstos se Y hela aquí, en sueños, fría, inmóvil, echada sobre una losa
tornan cada vez más graves a medida que se avanza porque nues- de piedra en medio de un bosque lleno de flores, de vuelos y de
tros vehículos han de correr a lo largo de arterias cada vez más cantos que, sin embargo, no consiguen mitigar su infinita triste-
concurridas y que los someten a pruebas cada vez más severas. za. De pronto oye un rumor que se acerca. Son unos pasos en la
En la vía que conduce de la adolescencia a la juventud, los hierba, unas ramas apartadas... Es el príncipe azul que acude
muchachos de uno y otro sexo van acompañados, en un porcentaje a llamarla a la vida. El joven se le acerca, se inclina sobre ella
más alto de lo que creen los progenitores, por el fantasma del y la besa. Pero no pasa nada. Roswitha sigue quieta, paralizada,
autoerotismo, que añade al «complejo de castración» y a los te. invadida por un terror indescriptible. Desde lo alto, un destello de
10 — 3.147
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luz cae sobre ella, pero en seguida desaparece y siente que su las cuales se repiten los más variados símbolos de los órganos
destino está sellado para siempre. Ni siquiera el Cielo ha tenido interesados:
piedad de ella.
En las muchachas, los «grandes sueños» contienen más a me- SECUENCIAS DEL HURTO en las cuales se manifiesta la con-
nudo que en los jóvenes relatos fabulosos y religiosos. En el caso ciencia del soñador de apoderarse de algo que no se le quiere
de Roswitha es evidente el miedo de un castigo sobrenatural, qui- conceder o el temor de las consecuencias. (Alberto, por jemplo,
zá suscitado por las palabras de algún educador insensato. roba en sueños un objeto y se esconde para disfrutar de él, a me-
El temor de la esterilidad suele manifestarse con una sensa- nudo alegrándose íntimamente, pero temiendo, al mismo tiempo,
ción de gran desilusión proveniente de la ausencia en un lugar ser descubierto.)
cerrado de algo que se aguardaba en él o, al menos, que se espe-
raba encontrar. En esta circunstancia, la maternidad puede ser SECUENCIAS DEL JUEGO (Lucio está intentando entretener-
representada por un maravilloso castillo, por un bellísimo cofre- se con un juguete —a veces el que prefería de niño, a veces una
cito, por un objeto cualquiera que debería contener otro más muñeca— o también tocando un instrumento musical.)
valioso aún. Pero, para la soñadora oprimida por la pesadilla de
la infecundidad, está completamente vacío. SECUENCIAS TÁCTILES durante las cuales ocurre acariciar,
Hemos de observar aquí que el fantasma del autoerotismo no apretar o manipular, como fuere, un objeto habitualmente mi-
se esfuma con el abandono de las prácticas que lo han generado. núsculo.
Sigue cumpliendo su obra deletérea hasta que se le arranca su
sábana y se cae en la cuenta de lo ridículo e inocuo que es el Los sueños femeninos relativos al necking y al petting no son
gnomo que cubre aquella. Es indispensable hacerlo, si no se quie- muy placenteros aun cuando el sujeto sea consentidor. A las im-
re que la personalidad resulte manchada por ello. Con razón, Al- presiones agradables se mezcla casi siempre una sensación de vago
bert Ellis (*) continúa recalcando que «no es peligroso el auto* temor. Aquí no tenemos las «secuencias del hurto», sino a me-
erotismo, sino el miedo del autoerotismo», que genera con fre- nudo la idea de algo escondido debajo de las ropas, o sólo en el
cuencia fuertes complejos de culpabilidad, crisis de desconfianza bolso o en un pañuelo. Y en las otras dos secuencias los objetos
en sí mismos, impotencia y frigidez nerviosas (es decir creadas son casi siempre masculinos (una corbata, una pipa, unas herra-
por la autosugestión), y concurre en acrecentar —cuando no la mientas, etcétera), y la soñadora se avergüenza o teme ser cogida
determina francamente— esa timidez contra cuyos efectos nunca con esas cosas entre las manos.
se pondrán bastante en guardia padres y educadores. Pero éstas son las más serenas visiones femeninas relativas a
Al respecto observemos que las secuencias de aislamiento, de los primeros contactos sexuales. Las otras hablan, como hemos
cerco y de fuga, rápidamente examinadas en el capítulo anterior, visto, de armas apuntadas, de amenazas, de asechanzas, de fugas,
vuelven a presentarse con variantes no sustanciales a los jóvenes, y de agresiones. Es muy raro que estas manifestaciones oníricas
suelen hacer función a su vez de núcleo en angustiosos «grandes no acaban alterando la juventud de una muchacha. Por muy ena-
sueños». morada que esté, por mucha confianza que tenga a quien ha lo-
Deberíamos hablar ahora de lo que es el tema central de las gardo conquistar su corazón, por mucho que acepte la idea de
visiones nocturnas juveniles: la búsqueda de contactos con el ciertas concesiones, por mucho incluso que pueda desear ciertas
sexo contrario. Pero no queremos repetirnos en ello. En cambio intimidades, Eva teme a Adán.
hemos de insistir sobre los motivos predominantes de esa fase. Si no se convierte en una pesadilla, ese miedo no debe preo-
Para Adán, cuando la personalidad no está alterada, no hacen cuparle. No sólo no disminuye su personalidad, sino que, por el
más que reflejar el deseo desenvolviéndose en una gama casi ili- contrario, representa una saludable invitación a la prudencia, una
mitada de alusiones a las formas y a la anatomía del otro sexo, a invitación que debería ser mucho más atendida de lo que efecti-
la unión, al necking y al petting. Estos dos últimos aspectos de la vamente es.
actividad erótica suelen ser reflejados por secuencias típicas en

(*) Arte e scienza dell'Amore y Lo scapolo e il sesso. «Edizioni Mediterca-


nee», Roma.
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 149

Luego todo desaparece y Gilda se despierta. ¡ Qué extraño sue-


ño! No es que su protagonista estuviese a punto de casarse, sino
que pensaba que a los veintiséis años habría que decidirse a hacerlo
y que aquel joven tan atento no sería, probablemente, un mal
marido. Tiene una cita por la tarde con aquel joven, una cita
que hasta podría ser decisiva.
Pero ahora, tras un sueño semejante... Gilda se pone a bus-
car apresuradamente en los cajones, saca un fajo de dibujos, es-
coge los mejores, los mete en un gran sobre con una breve carta
y corre a echarlo al buzón.
Algunos días después, Gilda trabaja para una casa de modas.
Y hoy es, en ese sector, una de las más apreciadas diseñadoras
europeas. Susi, la compañera de escuela a la que no veía hacía
años, se ha convertido en su mejor colaboradora.
Gilda está convencida de no tener necesidad de ningún psico-
analista, pero dado que conoce a uno, le habla del sueño que, con
impresionante claridad, le ha revelado el futuro. Gilda no es en
absoluto supersticiosa, pero piensa que su sueño ha sido profético.
UNA VENTANA ABIERTA SOBRE EL MUNDO Y el psicoanalista afirma que, en el fondo, así es precisamente.
Eventual valor profético aparte, el sueño de Gilda reviste para
los estudiosos una notable importancia. Efectivamente es el pro-
Gilda va a casarse. Está en su dormitorio, en ropa interior, a totipo de esa serie de sueños que reflejan el conflicto entre el
punto de ponerse el traje nupcial. En un rincón de la estancia mundo de los afectos, la esfera familiar, las aspiraciones senti-
está Susi, deshecha en lágrimas; Susi, su compañera de escuela, mentales por un lado, y el mundo del trabajo, las obligaciones y
la amiga del corazón de un tiempo lejano, que ha escogido pre- las ambiciones profesionales por el otro. Son los sueños de quien,
cisamente esta fatídica mañana para dar señales de vida. Susi como Gilda, lucha entre la idea del matrimonio y la de la «carre-
recuerda los estudios y los juegos comunes, las largas horas pa- ra», de quien ha efectuado ya una elección y teme tener que arre-
sadas juntas cortando vestiditos para muñecas, haciendo proyec- pentirse de ella o también, sencillamente, de quien no logra man-
tos para el futuro —un futuro en el cual ella y Gilda no se sepa- tener el equilibrio deseado entre ambos polos.
rarían nunca— y llora porque no quiere que la amiga se case. Son sueños «reservados a ella», y nos parece oportuno conceder-
La otra trata de consolarla, pero la idea del inminente «sí» la les el primer puesto en esta breve recensión de las manifestacio-
electriza. Tiene que darse prisa, quizá ya se le está haciendo tarde... nes oníricas más frecuentes en la edad adulta, porque son los
Y he aquí que, sin llamar, entra el novio. Gilda protesta por la «sueños de la igualdad», de la liberación femenina en acción, y
intrusión, pero el joven no le hace caso, parece no verla siquiera. subrayan su punto crítico. Una decisión errónea, la incapacidad
Se sitúa junto a la ventana y se queda inmóvil. Gilda, entonces, de adaptación a una determinada situación, pueden influir en la
tiene una idea. No sabe cómo se le ha ocurrido, pero encuentra entera existencia o provocar en cualquier caso serias dificultades
que es una excelente idea. Coge el vestido de novia, lo pone en- empezando por las «neurosis de la trabajadora», de las cuales se
cima del novio, que sigue sin moverse, lo corta, lo cose, lo trans- registra un lógico, progresivo aumento en todos los países civi-
forma completamente. Al final ya no es un traje nupcial, sino un lizados.
original, elegantísimo tailleur blanco. Y el candidato al «sí» no Los sueños en cuestión representan precisamente una señal de
se sabe bien qué le ha pasado. Parece haberse resignado a su nue- alarma que, si es captada a tiempo, puede resultar de gran ayuda
vo papel, a ser transformado en un maniquí. en la búsqueda de una solución conforme a las propias tendencias
Gilda, riendo, feliz, se vuelve hacia la compañera, que ya no más acusadas, tendencias que a veces tratamos de reprimir, pero
llora. «¿Lo ves, tonta, cómo todo se arregla? —le dice—. ¡Hasta que el subconsciente revela con despiadada evidencia.
un matrimonio puede servir de algo!» Gabriella, por ejemplo, que ha renunciado de mala gana a un
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GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 151

trabajo que le proporcionaba mucha satisfacción para contentar Las aventuras nocturnas (muy corrientes) de las muchachas
al marido, dedicándose sólo a la casa, debería prestar más aten- que se ven con ropas masculinas o dedicadas a ocupaciones poco
ción a las visiones nocturnas en las cuales se encuentra encerrada femeninas, reflejan a menudo una acusada insatisfacción respecto
en un local cualquiera, o extraviada en una ciudad extranjera. a las relaciones eróticas. Es cierto que esos sueños pueden revelar
Y Nora que, al contrario, se resigna a una pesada actividad también inclinaciones al despotismo, a las evasiones no siempre
extradoméstica para concederse «alguna cosa más», haría bien razonables, a las rebeldías, un asomo de narcisismo, de homose-
con dejarse decir por los sueños a base de hallazgos de dinero, xualidad latente y otras cosas más, pero está igualmente compro-
robos o impresiones de esfuerzos vanos, que no todas las muje- bado que ello es originado con frecuencia por aquella insatisfac-
res son aptas para una vida de ese género. ción.
Las manifestaciones oníricas citadas figuran entre las que des- Si habéis soñado que telefoneabais a alguien sin saber quién
tacan con mayor evidencia de las observaciones de algunos psi- era vuestro interlocutor, he aquí una historia que quizá podría
coterapeutas alemanes, y tenemos motivos para considerarlas interesaros. Es la de una actriz muy conocida a la que llamaremos
válidas también para Italia. No son las únicas, por supuesto. Mu- Dagmar, protagonista de una escena onírica en la cual descolgaba
chas más concurren a componer sueños a veces sencillos, a veces el teléfono, marcaba un número y se entregaba a largas conver-
sibilinos. A menudo basta con darse cuenta de la existencia del saciones. Al despertar, no lograba recordar el tema de sus colo-
problema para intuir su mensaje. quios, aunque estaba segura de haberse abandonado a declara-
ciones de amor y a proposiciones al mismo tiempo muy románti-
cas y muy audaces.
¿Quién le respondía al otro aparato? Nadie. Dagmar nunca
oyó ninguna voz. No obstante, aquellos telefonazos se repetían
cada tres o cuatro noches, y le proporcionaban una sensación de
¿Y si os ocurriese telefonearos a vosotros mismos? alivio que llegaba incluso a mitigar las amarguras de un matri-
monio equivocado. Una mañana, sin embargo, la actriz despertó
repentinamente al principio de una de sus habituales conversacio-
Debemos ocuparnos ahora de otros motivos oníricos más di- nes y pudo recordar el número que acababa de marcar en el dis-
fundidos en la edad adulta. Quien nos haya seguido habrá notado co de Morfeo. Quiso anotarlo, pero apenas hubo escrito la pri-
que muchos de esos motivos han sido ilustrados en los capítulos mera cifra, se dio cuenta de que aquel número era el suyo.
precedentes y que a ellos está dedicado, en sustancia, nuestro pe-
queño diccionario. Nos limitaremos por tanto a tratar breve- La explicación le fue dada por el psicoanalista. Dagmar se
mente de las situaciones no consideradas aún que tienen una alta decía a sí misma todo cuanto hubiera querido que le dijera su
incidencia en la formación de los sueños en cuestión. esposo.
Una gama de sueños que afecta poco a los hombres, pero que La insatisfacción sexual femenina o masculina se evidencia
va haciéndose cada vez más nutrida y difundida entre las muje- también con manifestaciones oníricas de tipo completamente dis-
res de veinte a treinta y cinco años, es la generada por la satis- tinto. Hay quien busca algo que no logra hallar, quien se ve obli-
facción proveniente de las relaciones sexuales. El fenómeno tiene, gado a permanecer tumbado sobre una yacija durísima, quien se ve
sin duda, un aspecto positivo, aunque por el momento sirva de arrancar de la mano una flor, un libro interesante, un regalo o
escaso consuelo a las interesadas. En efecto, no denota un empeo- un objeto cualquiera que agrada, quien deambula por lugares so-
ramiento ulterior del comportamiento masculino (cuyo nivel re- litarios y quien llora ante un espectáculo que debería alegrarle.
sulta desgraciadamente estacionario hace mucho tiempo), sino que Si después de haber conocido algunas de esas secuencias poco
expresa una creciente tendencia femenina a no aceptar como simpáticas nos dirigimos a un psicoterapeuta, éste nos aconsejará
dogma la doble moral impuesta por el egoísmo y por la hipocre- una franca discusión con el partner. Se trata de la única escapa-
sía masculina, a exigir un mayor respeto de los propios derechos toria de una situación que no sólo puede tener serias repercu-
y de las propias necesidades en el campo sexual. «Las mujeres sue- siones en la salud, sino que puede conducir (y muy frecuente-
ñan hoy con lo que ayer jamás se hubieran atrevido a soñar mente conduce) al fracaso matrimonial.
—nos dice Berger—. Lo malo es que todavía hayan de conten- A propósito del teléfono, debemos observar que aparece con
tarse con soñarlo.» frecuencia en las visiones femeninas que tienen como leitmotiv
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un problema sentimental. Podríamos definirlo, con los seguido- Se trata, en este último caso, del proceso pars pro foto, bas-
res ortodoxos de Freud, como uno de los principales símbolos se- tante frecuente en los sueños de los celos, como lo son, en par-
xuales de nuestro tiempo. Muy raramente tiene que ver con la ticular, otros dos: la condensación y la superposición. En la vi-
actividad profesional a la cual, sin embargo, está tan ligado en la sión nocturna de su novia, por ejemplo, Gianni se comporta de
realidad. una manera muy afectuosa con el amigo Sandro. Pero Sandro no
Para todos aquellos que se han servido o se sirven de él a fin es del todo Sandro, tiene algo de femenino en el rostro, en el
de comunicarse con la compañera (o el compañero) representa, por porte... o bien Gianni se transforma, y a sus facciones se sobre-
el contrario, la misma relación amorosa. Una línea eternamente ponen las del señor Carmelo, que tiene fama de ser un incorre-
ocupada, la ausencia de la señal acústica, el hilo cortado, la im- gible conquistador.
posibilidad de marcar un número, los procesos de sustitución o Mas he aquí una escena totalmente diferente, pero asimismo
de deformación (otro objeto toma el puesto del aparato, o bien muy corriente: Gustavo sueña que pasea con Giuliana, su mujer,
éste se transforma o se torna francamente fluido, escurriéndose por un camino del campo. De pronto encuentran un foso. Giuliana,
de las manos, como en el interesante sueño de una muchacha de ágil, lo salta; Gustavo querría seguirla, mas he aquí que la zanja
gran sensibilidad para la cual el teléfono representaba el único se ensancha y se ahonda. Y el hombre es presa de la desespera-
medio que le permitía llegar a su novio) revelan siempre el temor ción viendo que no le será posible saltarla y reunirse de nuevo
que las relaciones con la persona amada se resquebrajan y que- con su esposa.
den destrozadas. La diagnosis enunciada por este sueño no requiere grandes
Si además oís sonar el timbre, descolgáis y escucháis una car- esfuerzos de interpretación: falta de confianza en sí mismo. Pero,
cajada, un susurro o nada en absoluto, si estáis tentados de rom- ¿cómo puede aplicarse a Gustavo, joven decidido, emprendedor,
per el aparato, el mal humor por las bromas de mal gusto telefó- de talante seguro, que siempre ha obtenido lo que ha querido?
nicas nada tienen que ver, al menos en sueños. Tiene que ver, en El psicoanalista no tiene la menor dificultad en afirmar que
cambio, otro motivo de los más repetidos en las visiones noctur- Gustavo está celoso, y los celos siempre son sinónimo de falta
nas femeninas: los celos. de confianza en sí mismo. El joven podrá poseerla de sobra en
otros campos, pero carece de ella en el de las relaciones amorosas,
o sea que no tiene confianza en las propias capacidades de rete-
ner a la mujer que ama. Es pueril que intente rechazar la acusa-
ción, justificarse afirmando que las mujeres son «propensas a la
Algunas gatas y muchos celos infidelidad» o francamente «capaces de todo». Con esto no con-
sigue más que poner más a la luz su debilidad y confiesa que es
tan escéptico acerca de las propias posibilidades como para ha-
Las manifestaciones oníricas de esta dolencia (la consideramos ber aceptado unirse a una muchacha que no aprecia con tal de
así excluyendo tanto el natural temor del que acabamos de ha- no correr el peligro de quedarse solo.
blar como las fundadas sospechas de infidelidad) son incontables, Creemos superfluo repetir que los celos no sólo emponzoñan los
y en parte bastante fácilmente identificables por quien tenga goces más bellos de la vida, sino que excluye al amor en su autén-
una cierta familiaridad con los recursos de Morfeo. tica acepción. Más útil será, sin duda, destacar que esa «dolencia
La más frecuente en terreno femenino es la que pone en escena sutil del alma» suele valerse, para manifestarse, de pretextos en
una gata (símbolo de feminidad) y sus gatitos, expresando de tal apariencia aceptables hasta para quien la padece. Pero las afec-
suerte el miedo que el hombre amado se busque otra guapa mi- ciones no se eliminan tratando de convencerse de estar sanos. Al
nina y constituya una familia con ella. Sintomáticos, tanto para Eva revés, haciéndolo se les consiente progresar incontrastadas. En
como para Adán, son también los encuentros fallidos, las repen- nuestro caso, el subconsciente, como incorruptible acusador que
tinas desapariciones del partner, sus partidas, su comportamiento es, denuncia su presencia y la solapada ofensiva. Préstesele oídos
inesperadamente frío, sus excesivas atenciones por objetos que sobre todo cuando revela los conflictos ocultos agravados por el
son a veces genéricas configuraciones sexuales, a veces compo- gas tóxico de los celos, que, a través de lá esfera afectiva, ataca y
nentes de recuerdos poco gratos a los cuales se vinculan rivali- hiere con consecuencias a menudo desastrosas la misma fortaleza
dades verdaderas o presuntas. de la [personalidad, haciéndonos desconfiados, inseguros, recelosos
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de todo y de todos. La gran mayoría de nuestras muchachas se prepara a vivir de


Después de la insatisfacción sexual, de la incertidumbre en el un modo muy diferente al prescrito por la moral corriente. Y me
campo sentimental (que parece ser un mal de nuestro tiempo, atrevo a afirmar que, al tener libre acceso al reino de la sexua-
alimentado por la creciente tensión nerviosa a la que todos esta- lidad, a los secretos del erotismo, contribuirán al afianzamiento
mos más o menos sometidos), de los celos, es el miedo de una de una moral más justa, más limpia, serán esposas y madres más
maternidad o de una paternidad no deseada lo que tiene un papel juiciosas que las de las pasadas generaciones. Y asimismo harán
preocupante en los sueños de la madurez. A las mujeres ello se que en el futuro las personas de instintos débiles no puedan dic-
les revela a menudo con visiones más bien elocuentes: se ven tar leyes para las de instintos fuertes y que finalmente le sea asig-
sic et simpliciter en estado interesante o se encuentran poniéndose nado a la sexualidad el papel que le compete. Su omnipotencia,
indumentos demasiado estrechos, avergonzándose de las insólitas bajo la cual hoy tantos seres sufren, dará paso a la capacidad de
proporciones asumidas por el pecho, notando que una parte cual- manejarse con las fuerzas del instinto, de la razón y del corazón.
quiera de su cuerpo sufre de pronto extrañas deformaciones y
siendo perseguidas por multitud de bichos. Este último sueño
también es propio de muchos hombres.
La sortija de oro en el anular autoriza a la censura onírica a
la inacción o a intervenciones muy blandas. Un hijo más puede, Los turbios espejos de las perversiones
en efecto, constituir un motivo de preocupación familiar, pero no
trae consigo, al venir al mundo, los problemas con los que en cam-
bio aflige a las solteras. Para éstas el temor de la maternidad se El mundo de los sueños es un espejo fiel de la omnipotencia
expresa en sueños con secuencias bastante menos claras: persecu- a que alude von Hollander. Después de haber dominado en la pan-
ciones (aunque «disfrazado» de las maneras más extrañas, el perse- talla onírica de la primera juventud, la sexualidad continúa de-
guidor suele ser el padre del temido bebé), matrimonios, enferme- sempeñando el papel de protagonista, rechazando a segundo tér-
dades, descubrimientos desagradables, procesos de mimetización mino incluso problemas que tienen grandísima importancia para
análogos a los ilustrados a propósito del petting. Típico es el todos nosotros. Baste pensar en las cuestiones financieras, en las
sueño de la muchacha que duda antes de abrir un cajón o de le- preocupaciones de diverso tipo que nos afligen. Por muy graves
vantar las mantas de la cama por el temor a encontrarse ante que sean, nuestro guionista las trata superficialmente, con res-
algo cuya naturaleza ignora, pero que «sabe» ha de ser decidida- pecto a las «trame sexy».
mente molesto.
He aquí por qué los sueños tienen una importancia enorme en
Miedo de la maternidad aparte, hemos de observar que los el psicoanálisis.
psicoanalistas de nuestro continente registran una constante dis-
minución, en sus pacientes, de los sueños originados por los com- Ante todo —escribe el profesor Naecke— muchos enfermos co-
plejos de culpabilidad subsiguientes a actividades sexuales. Los munican al médico de más buena gana sus visiones nocturnas,
Catones de siempre están naturalmente predispuestos a ver en por insólitas que sean, mejor que los estímulos y las manifestacio-
ello un ulterior signo de relajamiento de las costumbres, de co- nes de una perversión o de una desviación en estado de vigilia.
rrupción creciente, pero la arbitrariedad de sus catastróficas de- El análisis de los sueños no es, además, tan sólo indispensable
ducciones queda demostrada por las observaciones realizadas en por razones generales de diagnosis. Puede también permitirnos
las zonas donde la desaparición de los viejos fantasmas del sexo formular seguras deducciones.
es más evidente. En ellas se advierte una prometedora disminu-
ción de los desastrosos matrimonios juveniles, de los adulterios La existencia de una anormalidad puede ser, en efecto, diag-
y de los divorcios madurados en el plano erótico. nosticada mediante la observación (un homosexual, por ejemplo,
Y ello autoriza a uno de los mayores psicólogos europeos, el se dejará sorprender mirando con frecuencia de determinada ma-
profesor Walther von Hollander (*), a declarar: nera a los hombres, un fetichista dará muestras de emoción ante
ciertos objetos, y así sucesivamente), pero no todos los enfermos
pueden ser observados de una manera satisfactoria. Muchos de
(*) Vivere in due. «Edizioni Mediterranee», Roma. ellos tratan de reprimir las manifestaciones de sus tendencias,
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 157
156 PETER KOLOSIMO

de doce años, con apariencias masculinas.


que surgen, sin embargo, nítidas en las visiones oníricas. Oigamos una parte de sus confesiones:
Baumgartner nos facilita al respecto un ejemplo elocuente ha- —En mis visiones nocturnas asumo plenamente el papel del
biéndonos de un sujeto que fue a verle acusando una impotencia hombre... Hasta me he encontrado teniendo contacto en sueños
casi total. Hacía falta establecer, naturalmente, la razón de aquel con «la otra yo misma» y las sensaciones experimentadas son del
estado de cosas, pero el paciente se mostró tan hermético que no todo diferentes a las femeninas. Otra vez he visto mi cara en
fue posible averiguar nada. Pero el análisis de sus sueños iluminó un espejo y me ha parecido la de una persona olvidada hacía tiem-
de golpe al especialista. Se trataba de un homosexual que nunca po... Estoy convencida de haber vivido antes de ahora y haber
había seguido sus instintos, reprimiéndolos, por el contrario, con sido un hombre en mi vida precedente.
una fuerza de voluntad poco común. Se hubiera sentido «potente»
sólo en contacto con individuos del mismo sexo, cosa que no se No vamos a discutir aquí, por supuesto, las teorías concernien-
atrevía en absoluto a confesar, pero que el psicólogo pudo dedu- tes a la transmigración del alma. Diremos tan sólo que desde el
cir con suma facilidad del relato de las visiones nocturnas de su punto de vista sexual, sueños semejantes son muy significativos y
cliente. revelan sin asomo de duda una tendencia a la homosexualidad o
En cuanto a los «pronósticos» que pueden obtenerse de los al narcisismo, tendencia que pudiera no manifestarse jamás, pero
sueños, la demostración clásica la tenemos en el caso siguiente: también hacer explosión de un momento a otro por el disparo de
el señor G., cuarentón, juvenil, deportivo, sexualmente muy acti- uno de esos «resortes secretos» que ya hemos mencionado. ¿Por
vo, se casa. Los primeros siete meses de matrimonio todo marcha qué no sacarla a la luz y eliminarla, toda vez que es posible?
bien, pero después, de pronto, el hombre se da cuenta de que no Ya que estamos en ello, digamos unas palabras más sobre las
tiene ya ningún interés sexual por su mujer, una guapa modelo consecuencias que puede tener la falta de educación sexual y sobre
de veintidós años. Alarmado, acude al profesor Baumgartner, el las repercusiones en la actividad onírica.
cual —a pesar de examinar a fondo la vida de ambos cónyuges— Remitámonos a Freud. Una joven sueña que está en una viña y
no puede explicarse la repentina frialdad del marido. Pero le im- observa con repugnancia una fosa que ella «sabe» excavada por
presiona la actividad onírica de éste, que a menudo sueña hallarse, el desarraigamiento de un árbol. La imagen deriva de la convicción
de niño, en una guarida de osos y se despierta con una sensación que la muchacha tenía en la infancia de que chicos y chicas nacían
de extraño sosiego. anatómicamente idénticos y que a las representantes del sexo débil
La perversión latente sale entonces a flote tras un sencillo co- «luego se les quitaba algo». Es el famoso «complejo de castración»
loquio. El señor G. tiende al fetichismo. Vivía en una casa cuyos que puede tener dolorosas consecuencias.
pavimentos estaban casi todos cubiertos con pieles de animales A quienes estén en ayunas de psicología, este sueño no les dice
abatidos por su padre, apasionado cazador, y además le había absolutamente nada. Si se produce una sola vez, no tiene impor-
impresionado mucho un cuento que hablaba de un niño criado tancia, pero su repetición, como la repetición de cualquiera otra
por una pareja de lobos, de leones o de osos (el sujeto no lo re- visión nocturna, debería poner en guardia hasta a los menos versa-
cuerda con exactitud). De aquello había nacido la desviación, se- dos en la materia.
pultada casi treinta años en lo profundo de la psique del se- Los sueños —séanos permitido repetirlo— tienen una parte im-
ñor G. y despertada después por el hecho de haber visto a su portantísima en el estudio de los problemas psicológicos y, por
mujer con las pieles que presentaba en una conocida casa de consiguiente, en la vida. Por esto —y no sólo para satisfacer super-
modas. El paciente pudo entonces ser cuidado y curado con suma ficiales curiosidades— hemos considerado un deber dedicarles este
facilidad. volumen.
Además, los sueños no sólo revelan la presencia de perversiones Es útil que cada cual comprenda al menos el mecanismo de los
o desviaciones, sino también las tendencias innaturales. Son un sueños, ya sea para no quedar al descubierto ante los ataques de
poco como un timbre de alarma que suena con frecuencia a su la superstición, para poder juzgar por su contenido la propia per-
debido tiempo, pero que suena en vano para los sordos. sonalidad, el propio equilibrio psíquico y sexual o también para
Otro ejemplo. Una muchacha de Gales, sin tener aspecto o ten- comprender mejor los sueños de los hijos.
dencias varoniles, con todo y ser muy equilibrada, completamente No pretendemos, naturalmente, que los padres y los educado-
normal, reveló una latente homosexualidad precisamente a través res traten de transformarse en psicoanalistas. Lo que queremos
de los sueños en los que se veía con mucha frecuencia, a la edad decir es mucho más simple y enlaza con la necesidad de dedicar
158 PETER KOLOSIMO

mayor atención a los problemas de la infancia.


Los sueños —para terminar— pueden procurarnos valiosas in-
dicaciones sobre cada aspecto de nuestra vida a condición de que
sepamos comprender su lenguaje, o al menos escucharlo, para lue-
go hacerlo traducir y aclarar. Cada sueño es, pues, en cierto modo,
una ventana abierta sobre el futuro, sobre un desfile de profecías.
A nosotros nos corresponde modificar estas profecías y no espe-
rar que, con la madurez y la consiguiente consolidación de la per-
sonalidad se conviertan en definitivas o en casi definitivas.

TERCERA PARTE

LOS MISTERIOS DEL SUEÑO


IOS VAGABUNDOS DE LA NOCHE

La señora J. se despertó con la clara sensación de que no tenía


su marido al lado, y en efecto en el lecho matrimonial el sitio del
señor Louis estaba vacío. La señora J. encendió la luz y miró el
despertador. Era medianoche pasada. Extraños pensamientos se
agitaron en la mente de la mujer y quizás estaba corriendo en pos
de la imagen de aquella joven bailarina del «Moulin Bleu», que
gustaba demasiado a su consorte, cuando una racha helada trun-
có la persecución.
Entonces la señora J. se dio cuenta de que la ventana estaba
abierta. Se asomó y vio algo que la dejó de piedra. El señor Louis,
con su pijama a topos, caminaba tranquilamente por la cornisa (de
poco más de un palmo de anchura), haciendo caso omiso de sus|
cincuenta años, de su tripita y de su proclamada aversión por los
ejercicios gimnásticos.
Y el espectáculo estaba apenas en sus comienzos. Al llegar al
canalón, el hombre se deslizó por él un momento, ganó con un salto
acrobático un balcón del piso de abajo (el primero), bajó al patio
usando como escalera unos ladrillos ornamentales que sobresalían
unos tres dedos del muro, saltó una empalizada de dos metros,
cruzó el patio de la fábrica colindante y empezó a trepar por la
altísima chimenea. Llegado a la cima, estuvo unos minutos de pie
en el borde estrechísimo y luego volvió a bajar, valiéndose otra vez
de la incómoda escalerilla metálica (¡él, que siempre había pade-
cido de vértigo!) con la seguridad de un consumado escalador.
11 — 3.147
162 PEIER KOLOSIMO 6UÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 163

Por fin quedó evidentemente harto de aquel extraño paseo noc- ñera se comportaba hasta hace poco tiempo una alemana de die-
turno y volvió hacia la empalizada. Se disponía a salvarla de nuevo, ciocho años, Inge G., dando origen a las habladurías más supers-
cuando el vigilante nocturno salió corriendo y empuñando una ticiosas y absurdas.
pistola. Entonces fueron tres los que se pusieron a chillar: el hom- Naturalmente, el caso, aun cuando por ahora es inexplicable,
bre armado, la señora J. y el señor Louis, que se despertó de gol- no tiene nada de sobrenatural, pero ningún experto ha logrado
pe... y que el día siguiente salió en el periódico como protagonista exponer una teoría capaz de convencer a los buenos aldeanos del
del más sensacional caso de sonambulismo registrado en los últi-
mos años. Oklahoma y de saciar de algún modo la curiosidad de nuestros
lectores.
¿Qué es el sonambulismo? Muchos psicoanalistas sostienen que Ni siquiera uno de los más insignes indagadores del fenómeno,
se trata sencillamente de un sueño «vivido en movimiento», de
un fenómeno determinado por todo lo que da lugar, en condiciones el profesor Mikorey, ha llegado a aclarar este punto, pese a ha-
normales, a las visiones nocturnas, que tiene las mismas funciones bernos dado esta definición del sonambulismo que ahora es de
de éstas (proteger el sueño y revelar deseos y temores). texto.
Contemplando algunos casos impresionantes nos veremos indu- Los sonámbulos son generalmente personas muy sensibles, pero
cidos a dar la razón sin más a esos estudiosos y a convenir con que duermen muy profundamente. Con su primer «despertar» no
ellos que el sonambulismo es una especie de «auxilio del subcons- alcanzan todavía la realidad, sino que se hallan en una especie
ciente», que induce a ciertos sujetos a realizar o a tratar de rea- de interregno de Morfeo que, por usar una expresión comprensi-
lizar en tales condiciones lo que, por una razón u otra, no harían ble, deberemos buscar entre la noche y el amanecer. En este te-
despiertos. rritorio vagan con los ojos abiertos y lo comprenden todo, pero
La tesis parece menos convincente cuando consideramos que no sienten nada. Hasta los dolores se quedan sin reacción.
los sonámbulos «corrientes» se limitan a abrir puertas, a dar bre- Muy importante es la cuestión siguiente: ¿No siente el sonám-
ves paseos o a hacer todo lo más unos equilibrios tan arriesgados bulo el miedo, las preocupaciones, las inhibiciones que se hacen
como inocentes. Pero también pudiera tratarse, como en los sue- bien vivas durante el día? ¿Carece de la facultad de discernir entre
ños, de acciones simbólicas de las cuales no siempre es fácil descu- el bien y el mal y de considerar de un modo crítico, de decidir
brir el significado. consiguientemente las acciones que se propone llevar a cabo?
En el capítulo «sonambulismo», de todos modos, las preguntas Creo que la personalidad consciente razonadora duerme del todo
sin respuesta son numerosas. ¿Por qué el fenómeno se manifiesta, y que del todo se despierta la otra, que no conoce obstáculos y
con poquísimas excepciones, dos o tres horas después de que el que es capaz de cualquier cosa, tanto en buen sentido como en
sujeto se ha dormido? ¿Cómo pueden muchos sonámbulos salvar mal sentido.
obstáculos que nunca podrían superar despiertos? (Hay chiquillos
que rompen cerraduras complicadísimas, y hasta se ha dado el
caso de un niño de cuatro años que escribía frases enteras sin co-
nocer el alfabeto.) ¿Por qué razón muchos de esos «vagabundos
de la noche» parecen escapar a los efectos de la fuerza de gravedad? Los sueños pueden matar
Este último es uno de los aspectos más impresionantes del
problema. En la Edad Media no faltaron los sonámbulos que-
mados por brujería al haber sido sorprendidos cruzando torren- Las declaraciones del célebre médico nos reportan a un extraño
tes sobre frágiles puentes o caminando sobre techos de paja, y caso dilucidado hace años ante el tribunal de Berlín-Moabit. Se
aún hoy la superstición popular borda oscuras leyendas sobre trata de un crimen cometido la noche del 12 al 13 de octubre de
el tema. 1960, en que el camionero de cincuenta y seis años Karl Steinert
En Oklahoma, por ejemplo, en la muy civilizada América, si- se presentó en la Comisaría de Policía de su barrio declarando
gue gozando fama de hechicera la señora Jone Wier, de treinta al atónito inspector de guardia:
años, una pacífica ama de casa que tuvo la desgracia de haber sido —Creo haber matado a mi mujer en sueños. He soñado ha-
sorprendida de noche andando por el borde de unas cornisas que berla matado a martillazos y cuando he despertado la he encon-
hubieran debido ceder bajo el peso de un niño. Y de análoga ma- trado echada en el diván justamente como la había dejado en
164 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 165

sueños. No estoy seguro de haber sido yo el asesino, pero así debe Por favor, perdonadme este horrible hecho. He tenido una pe-
de haber ocurrido. No había nadie más en casa, y nadie podía sadilla. Esta noche he sentido que yo no era yo, sino Jake Bird.
haber entrado. No sé, no puedo decir cómo ha sido, pero he matado a mi amadí-
Poco cuesta imaginar los quebraderos de cabeza que el asunto sima esposa.
dio tanto a los investigadores como a los jueces. El ministerio
público trató de demostrar que el homicida estaba despierto cuan- El hombre, trastornado, se quitó la vida, y por vez primera en
do cometió el crimen, motivándolo en los celos que Karl Steinert la Historia, un caso quedó archivado por la Policía y por la ma-
sentía de su mujer, treinta y tres años más joven que él. Por gistratura de los Estados Unidos, con la anotación: «Homicidio
su parte, el imputado admitió haber tenido un altercado con su en estado de sonambulismo.»
mujer la noche anterior al crimen, pero añadió que fue una riña Por extraño que pueda parecer, pocos días después se regis-
de poca monta. traba en Baviera un caso análogo. Franz Schwarzbaard, marido y
Sin embargo, precisamente aquella disputa, según los exper- padre ejemplar, mataba a su mujer e intentaba suicidarse por ha-
tos, pudo haber conducido a Steinert a matar en estado de so- berse encontrado en sueños encarnando a un monstruo asesino.
nambulismo. En sueños, los motivos se agigantan, el despecho se Curado de las gravísimas heridas que se había inferido, Schwarz-
transforma en odio, el cerebro, que se mueve libremente en el baard fue procesado. Los jueces no pudieron creerle y lo decla-
oscuro dominio de los instintos, arma la mano del hombre, lo raron culpable. Pero, después de largas discusiones, aquella sen-
empuja al homicidio. tencia fue anulada y sustituida con una absolución a la cual se
Los jueces no creyeron oportuno acoger ni la tesis de la acu- llegó gracias a un examen pericial efectuado por el profesor Mi-
sación ni la de la defensa y condenaron al inculpado a dos años korney. El célebre psiquiatra y psicólogo había respondido posi-
y medio de reclusión. Aquella sentencia, que pretendía ser salo- tivamente a la pregunta de si es posible matar en estado de so-
mónica, suscitó muchas discusiones. Efectivamente, o se consi- nambulismo.
deraba a Karl Steinert culpable del crimen y se le condenaba El profesor Mikorney, aun declarando que se movía en un te-
de acuerdo con la ley, o no se le consideraba responsable si lo rreno nuevo, se remitió a otros casos extraños, entre los cuales
había cometido inconscientemente. había uno muy curioso: el del ambulante de correos Henry L.
El de Berlín no es un caso sin precedentes. El más conocido, Chancey, de Boston, que había robado en estado de sonambulis-
entre otros análogos, acaeció en marzo de 1949 a orillas del Lago mo treinta mil dólares para enterrarlos bajo un peral y desente-
Superior, en la frontera canadiense, y pasó a los anales de la cri- rrarlos más tarde, también sonámbulo, para ir a restituirlos ha-
minología como «el delito de la pesadilla». ciéndose entregar un recibo en regla.
Lloyd N. Osborn, de cincuenta y nueve años, acaudalado co- También los psicólogos de la Sorbona se han ocupado de esos
rredor de terrenos de Omaha, en Nebraska, felizmente casado, alucinantes fenómenos redactando un informe que, entre otras
con cuatro hijos, se encontraba en el lago junto con su esposa cosas, dice:
Helen, de cuarenta y ocho años, de vacaciones en compañía de
unos amigos entre los cuales había dos abogados y un juez. Estos hechos suelen ser protagonizados por personas que, por
Precisamente en aquellos días era ajusticiado en Washington sus inclinaciones y su desarrollo, se salen del término medio,
uno de los más grandes asesinos conocidos, Jake Bird, que con- personas que no poseen ese equilibrio al que comúnmente damos
fesó haber matado a cuarenta y ocho mujeres. Como bien puede el nombre de «condiciones normales». Estos individuos son más
comprenderse, se trataba de un caso sensacional, y el día que se sensibles o menos escrupulosos, más duros o más influibles, más
cumplió la pena capital, el tema fue muy discutido en la casa de excitables o más insensibles, por lo que llegan a conflictos muy
campo de los Osborn hasta pasada la medianoche. notables entre sus deseos y las exigencias del ambiente en el
Los huéspedes se separaron luego cordialmente como siempre, que viven. Como sucede en los sueños corrientes, se ven empuja-
pero la mañana siguiente, a eso de las nueve, una horrible sor- dos a realizar sus aspiraciones a través de las vías tortuosas del
presa les aguardaba. Helen Osborn yacía muerta en su cama y inconsciente.
el marido estaba medio tumbado en una silla, como alelado. Sobre Puede no pasar nada durante toda una vida, o al cabo de mu-
la mesa había una carta concebida en los siguientes términos: chos años cualquier omisible motivo (un arrebato de ira, una
riña, una desilusión, una impresión particular) puede conducir a
ir
166 PETER KOLOSIMO

la explosión de todo lo que se ha acumulado en lo profundo del


Yo. Por la noche, cuando la parte «superior» de la personalidad
se ha dormido, resulta más fácil a la otra llevar las de ganar.
Estas consideraciones inducen, sin embargo, a algunos profeso-
res a opinar que un sonámbulo culpable de un delito cualquiera
nunca está del todo inconsciente, precisamente porque en su Yo
se ocultan estímulos perversos. Pero si bien esta teoría puede ser
aceptada desde un punto de vista rigurosamente científico, es ló-
gico que no puedan considerarse responsables a los hombres ni
por sus sueños ni por sus deseos reprimidos. Que arroje la pri-
mera piedra quien, siquiera durante una fracción de segundo, no
haya sentido jamás la fascinación del mal, no haya sentido jamás
impulsos inconfesables.
Afortunadamente, los crímenes cometidos en estado de sonam- II
bulismo son rarísimos. Hemos hablado de ellos porque nos ayudan
a ver un poco más claro en el mecanismo de la extraña manifes-
tación en general. Nos inducen a pensar en las fugas nocturnas de OBRAS MAESTRAS EN LAS TINIEBLAS
los sonámbulos, por ejemplo, como en la extrinsecación de un fuer-
te deseo de evasión, que se realiza en el sueño, por ser imposible
la realidad. El profesor Powell cerró la puerta del despacho y se fue, te-
¿No decimos, acaso: «Pasaría por encima de cualquier obstácu- rriblemente deprimido. López, el viejo guarda del laboratorio del
lo con tal de salir de la situación (o del ambiente) en que me museo, oyó sus pasos en el vestíbulo y salió de su chiscón para
hallo»? Nosotros, «normales» soñamos con hacerlo. El sonámbu- acompañarlo hasta la verja.
lo... lo hace realmente. —¿Todavía nada, profesor?
¿Es cierto que se corre el riesgo de matarlo si se le despierta —Nada, López. Y me temo que tendré que renunciar.
de golpe? No. Se trata de una creencia popular sin el menor fun- Al cabo de tres semanas de inútiles tentativas, en efecto, las
damento (a menos que, naturalmente, el sujeto se encuentre al cosas seguían en el punto de partida. El friso de Teotihuacán,
borde de un abismo, en cuyo caso un brusco despertar le haría obra de anónimos artistas de un antiquísimo pueblo americano
perder el equilibrio). A lo sumo se determina un trauma, que pue- para nosotros sin nombre, estaba allí, en el laboratorio, reducido
de ser evitado hablando con calma al sonámbulo, incitándole con a un montón de pedacitos grises. Aquellos fragmentos, una vez
tono persuasivo a volver a la cama. juntados, parecían estar en condiciones de revelar que la descono-
Así haremos que Mr. Hyde se duerma otra vez. Luego, con cida civilización mexicana estaba estrechamente emparentada con
un tratamiento adecuado, podremos tratar de convencer a ese las mediterráneas. Pero, ¿cómo juntarlos? ¡Hubiera sido más
doctor Jekyll que vive en cada uno de nosotros que no lo mande fácil reconstruir una página de periódico cortada a tiras!
a paseo tan clamorosamente. Eso pensaba el profesor Powell, amargado, encaminándose ha-
cia su casa. Era casi medianoche, pero se detuvo en el escritorio,
hojeó libros, fotografías, dibujos, apuntes, deseando en vano en-
contrar un rastro en el que no hubiese pensado todavía. Se quedó
dormido al amanecer y por la tarde volvió al museo con los ner-
vios a flor de piel. Y cuando cruzó el umbral del despacho, tuvo
que apoyarse en el marco de la puerta. Sobre su mesa habían sido
juntados algunos fragmentos dibujando un motivo.
El arqueólogo corrió a ver al guarda, pero éste no pudo darle
168 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 169

la menor explicación de lo acaecido. No había entrado nadie en de su materia preferida y se convierte en un experto en ella, al
el laboratorio. Y nadie —se dijo Powell— hubiera podido hacer padre que suda sobre los libros de latín para ayudar a sus reto-
aquel trabajo. De todos modos puso manos a la obra, logrando ños y acaba haciéndose maestro de éstos? Sueñan con ser profeso-
añadir algún trozo más. No era mucho, y el empeño requeriría res, justamente como el viejo López soñaba con ser arqueólogo...
días y días de actividad extenuante, pero sin aquel enigmático y en estado de sonambulismo lo era de veras poniendo en prác-
inicio habría habido poquísimas esperanzas. tica la experiencia adquirida.
Al día siguiente, se le pusieron los pelos de punta. ¡Durante la ¿El guarda era, acaso, más inteligente y más hábil que el pro-
noche la mano misteriosa había continuado el trabajo! fesor Powell? No. El profesor también hubiera podido tener una
Si el profesor hubiese sido supersticioso, habría pensado en «inspiración nocturna» del mismo género, como podría ocurrirle
un fantasma de la desconocida civilización surgido de abismos de a cualquiera, a pesar de que algunos de esos fenómenos parezcan
siglos para reconstruir lo que el tiempo había destruido. Tal vez rozar el milagro. No se ha dicho que se manifiesten siempre con
esta idea le rozó, pero ciertamente no le convenció. Haciéndose el sonambulismo. En la mayoría de los casos, por el contrario, el
acompañar por dos amigos, Powell volvió al museo en seguida sujeto recibe en sueños la inspiración y la traduce despierto en
después de haber salido de él y, escondido en el jardín, acechó por realidad.
la ventana en el laboratorio. Sucedióle a Edgar Wallace, por ejemplo, sentirse tan acabado
Casi dos horas después, la luz del despacho se encendió, y los y deprimido, después de haber producido en un tiempo récord
tres investigadores presenciaron la increíble escena. López, el vie- una serie de novelas de intriga, como para no poder terminar un
jo guarda, se ponía a la mesa de trabajo y, con gestos pacientes, trabajo cuya entrega inmediata le exigía el editor. Al libro sólo le
meditados y seguros, continuaba la reconstrucción. López, un ex faltaba el último capítulo, pero Wallace había escrito los otros sin
campesino casi setentón, que no había frecuentado más de un par preocuparse del final, creando unas situaciones tan complicadas
de años escuelas de primera enseñanza, estaba dando forma a la que no le era posible encontrar una solución que no se diese bofeta-
«mariposa de Teotihuacán» y ofreciendo al mundo una prueba
ulterior de que, en efecto, el símbolo era idéntico al descubierto das con el buen sentido. Durante una semana se obstinó en resol-
en Creta, en el palacio de Cnosos. ver el problema, y se disponía ya a tirar al cesto el manuscrito
cuando soñó una conclusión que no sólo era lógica, sino perfecta,
Durante cuatro noches los tres espiaron al guarda y luego de- hasta el punto de justificar incluso los episodios menos plausibles
cidieron intervenir. Se presentaron ante él. Y tuvieron otra gran de la novela.
sorpresa, j El viejo trabajaba en la reconstrucción del friso en es-
tado de sonambulismo! El del escritor inglés es un típico «sueño ideativo». No es una
manifestación rara. Lo raro es que tenga una conclusión positiva.
López no supo explicar nada. Por el contrario, demostró una
invencible incredulidad. Y aquí cabría sacar a relucir los espíri-
tus esbozando el impresionante cuadro de un alma cerniéndose
sobre las ruinas de la ciudad muerta para alcanzar el lugar donde
una gran misión la llamaba: posesionarse del cuerpo de un ex Quien duerme atrapa peces
campesino, hacer de éste un instrumento, utilizar sus torpes ma-
nos rugosas, para revelar a los hombres del siglo xx un secreto
que de otro modo quedaría para siempre sepultado en el tiempo. El profesor Andrea Romero, primer neurólogo del «Hospital
Pero el ocultismo no tiene nada que ver con este episodio y Mauriziano» de Turín, escribe:
con otros del mismo género. La explicación ha de buscarse en un
plano bastante más real, aunque no menos sugestivo. Durante Ocurre a todos por efecto de intoxicación, malestar o preocu-
muchos lustros el guarda había tenido ocasión de seguir los es- paciones, pasar buena parte de la noche rumiando febrilmente
tudios sobre las antiguas civilizaciones mexicanas, las reproduc- quejas, decepciones, temores, proyectos. Se agolpan y se enma-
ciones y las reconstrucciones de sus monumentos, y esto había rañan en nuestra mente recuerdos confusos, relatos desordena-
hecho nacer en él un gran interés por la arqueología, una secreta dos, discursos nebulosos, problemas enrevesados y meditaciones
pasión. obsesivas. Los acompaña generalmente una sensación penosa de
¿No habéis conocido nunca al bedel que escucha las lecciones esfuerzo cerebral y una desalentadora impresión de descalabro.
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 171
170 PETER KOLOSIMO

Más raramente un sentido radiante de solución y de éxito, muy el vals de mi duermevela. Es Oro y plata.
pronto desmentido por los hechos. Excepcionalmente, una intui- Muy curiosa también es la historia del señor Biro, el inventor
ción feliz, conforme a la verdad y a la crítica. húngaro del bolígrafo. Al principio, su idea era completamente di-
tínicamente en ocasiones privilegiadas pueden verificarse, du- ferente. Se proponía únicamente crear una tinta especial para
rante un sueño ideativo, ciertos hechos de productividad intelec- pluma estilográfica, tan densa como para permitir escribir durante
tual que parecen confirmar el dicho popular: «La noche trae conse- semanas sin tener que recargarla pero, al mismo tiempo, bastante
jo.» Problemas que han resistido todo el día a cualquier esfuerzo fluida como para que la escritura se secase pronto.
de clarificación, se encuentran por la mañana resueltos en todo Sus esfuerzos no dieron ningún resultado, lo cual pobló de
detalle como por una repentina iluminación. pesadillas muchas noches suyas. Una vez, el señor Biro soñó que
estaba en su aposento transformado en laboratorio y oía un gran
El caso de Edgar Wallace es harto elocuente. Y podríamos agre- vocerío que venía de la calle. En sueños abrió la ventana, se aso-
gar incontables ejemplos de escritores que han «soñado» los mejo- mó y vio que un enorme gentío se había agolpado para burlarse
res pasajes de sus obras, de matemáticos y físicos que así llega- de él, dirigiéndole insultos en medio de grandes risotadas.
ron a resolver problemas que durante días o meses se les habían Enfurecido, el inventor buscó un arma. Encontró una escopeta,
antojado insolubles, de estudiosos que llegaron «durmiendo» a pero sin municiones. Entonces metió en el cañón, a modo de bala,
grandes realizaciones. una bola de plata que usaba de pisapapeles, e intentó disparar
Es conocida la afirmación de algunas mentes extravagantes se- sobre la masa vociferante. Tampoco aquello le salió bien, pues la
gún la cual Dante habría «soñado» la Divina Comedia entera o bola se atascó en la boca de la carabina, dejando pasar tan sólo
escrito la inmortal obra maestra en estado de sonambulismo. Hay una tufarada de pólvora negra que acrecentó la hilaridd de los
incluso quien sostiene que en el poema está encerrado el relato que se reían de él. Entonces Biro tuvo un arrebato de genio. Si
de aquella pasmosa sucesión de aventuras nocturnas. Nosotros, sin- su tinta no valía nada para escribir, al menos serviría para abrasar
ceramente, no lo creemos demasiado, pero es posible que Alighieri a aquellos insolentes. La vertió en el cañón de la carabina y disparó,
tuviese la inspiración general en sueños, y también que en sueños disparó hasta perder el resuello, cubriendo a la multitud de negra
superase algunos de los muchos escollos que presenta la realización sustancia viscosa.
de una obra tan grandiosa. Luego despertó y, renunciando a la idea de la estilográfica,
A través de un sueño, el premio Nobel Paul Ehrlich, descubridor comprendió que precisamente aquel cañón obturado por una bola
del «Salvarsán», tuvo la explicación del mecanismo con el cual constituía el medio de escritura adecuado para la utilización de
las células se defienden de los venenos que las atacan, y a un su «inútil tinta».
sueño debió el químico Cari Duisberg el invento de un nuevo co- Para darse cuenta plenamente de que los sueños ingeniosos
lorante que produjo millones a sus fabricantes. Otro pionero de de ese género no tienen nada de sobrenatural, basta pensar que,
la química industrial, August K. von Stradonitz parecía estar fran- a pesar de no entrar en el campo de las grandes realizaciones, de
camente abonado a los dones de Morfeo. La primera de sus grandes los inventos y de los descubrimientos, en sueños nos vemos con
teorías fue concebida dormitando en un autobús londinense, y la frecuencia desarrollando de excelente manera una actividad que
segunda en su escritorio después de haberse quedado amodorrado. no conseguimos llevar a cabo de un modo igualmente impecable
—Mi editor —contaba Franz Lehar— me apremiaba para que una vez despiertos.
compusiese un nuevo vals, pero desgraciadamente no se me ocu- En el reino de Morfeo un orador algo torpe podrá hacer un
rría la menor idea. Después de haber intentado varias veces com- espléndido discurso, un intérprete principiante expresarse en una
binar algo, me bebí dos botellas de vino esperando que el alcohol lengua extranjera como si se tratare de su idioma materno, un pia-
me inspirase, pero al final sólo me sentí la cabeza cargada y me nista diletante dar un concierto de gran artista. Citamos estos
fui a la cama. En el duermevela tuve un sueño extraño. Dirigía ejemplos de un estudio muy interesante del doctor Giuseppe Aprile,
una grandísima orquesta, que ejecutaba un vals que me gustaba que nos facilita una exhaustiva explicación que, en términos ele-
muchísimo. La mañana siguiente traté de fijar en el papel su mentales, podríamos condensar así: El orador, el intérprete y el
motivo, pero en vano, pues ya no lo recordaba. Lo había «soñado» pianista han de contar, una vez despiertos, con olvidos y lagunas
solamente. Pero poco después, sentado al piano para reanudar mis porque deben traducir lógicamente lo que piensan. Durmiendo no
tentativas, tuve la mayor sorpresa de mi vida. Nota por nota, toqué es menester llevar a cabo nada y por esto no se tropieza con
172 PETER KOLOSIMO

ninguno de los obstáculos que la ejecución lleva aparejados.


Para expresar la diferencia entre ambas situaciones, el doctor
Aprile recurre a un parangón muy eficaz:
¡Cuántas veces un motivo musical nos zumba en la cabeza y
nos parece escucharlo y seguirlo en cada una de sus modulaciones!
Al cantarlo, sin embargo, obtenemos con frecuencia una repro- v
ducción bastante poco exacta de lo que está exacto dentro de no-
sotros. :>

Cuidado, sin embargo. Si conocemos poco ese motivo musical, ;


no podremos siquiera imaginar «escucharlo y seguirlo en cada una
de su modulaciones». Así, si no tenemos nociones suficientes de
inglés, no podremos hablar con soltura esa lengua en sueños.
Y de igual modo, si López no se hubiera interesado a fondo en
arqueología, no habría podido reconstruir el fragmento; si Edgard
Wallace no hubiese sido muy experto en materia de literatura III
de intriga, no habría hallado durmiendo su impecable final, y si
Ehrlich no hubiese tenido más que unas ideas superficiales sobre
las células y su funcionamiento, no habría llegado, ni siquiera en CRÓNICAS DE LO INCREÍBLE
sueños, a su gran descubrimiento. •
Hay, es cierto, episodios extraordinarios que parecen desmentir
tales afirmaciones. Una señora francesa se expresa en sueños, en Su excelencia el doctor Josef Lányi, obispo húngaro de Gross-
voz alta, en una lengua que, una vez registrada, resulta haber sido wardein, despertó sobresaltado, encendió la luz y miró el reloj.
hablada en el antiguo Egipto y de la cual aquella señora no tiene Durante unos instantes permaneció quieto musitando una oración.
el menor conocimiento; una pastorcilla semianalfabeta escribe pá- Luego, cuando se hubo calmado un poco, saltó de la cama y fue
rrafos elaboradísimos en estado de sonambulismo y un nómada a su escritorio. Se secó de la frente el sudor frío y, con la mano
árabe muy alejado de la civilización técnica sueña con una ma- que todavía le temblaba, escribió:
quinaria que, descrita por él, tiene valiosas aplicaciones en el
terreno de las prospecciones petrolíferas. Pero la señora francesa
no llega a ser ciertamente una experta en filología egipcia, la pas- Son las tres y media de la mañana del 28 de junio de 1914 y
torcilla sigue siendo analfabeta y el nómada olvida muy pronto he despertado de un sueño espantoso. He soñado que estaba sen-
su invención. tándome a mi mesa de trabajo para despachar la correspondencia
recién llegada. Encima de todos los demás había un sobre con
la orla negra, el sello negro y el escudo del archiduque. Reconocí
en seguida su caligrafía. Abrí el sobre y saqué una hoja en lo
alto de la cual vi una imagen azul, parecida a las de las tarjetas
postales, que representaba una calle y un estrecho callejón. Sus
Altezas estaban sentados en un automóvil; frente a ellas había un
general, y al lado del chófer un oficial. A ambos lados de la calle
se agolpaba el gentío. Dos jóvenes saltaban hacia delante y dispa-
raban sobre Sus Altezas.
La carta contenía el texto siguiente: Excelencia, caro doctor
Lányi. Le comunico que hoy caigo con mi esposa, en Sarajevo,
víctima de un atentado. Nos encomendamos a sus oraciones. De
174 ÍETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 175

corazón le saluda su archiduque Francisco. Sarajevo, 28 de junio, la madre del individuo que tuvo el sueño.
a las tres y media de la mañana. En el primer relato, el señor J. B. declaró haber soñado que
su madre cruzaba la calle y un instante después se hallaba debajo
de un par de ruedas enormes. Insistentemente interrogado acerca
Aterrorizado por la clarísima visión nocturna, el obispo de Gross- de otros particulares de la visión, el sujeto negaba su existencia.
wardein (la ciudad pertenece actualmente a Rumania, y se llama Seis meses más tarde, J. B., repitiendo el relato, añadía haber visto
, Oradea) no volvió a acostarse. El criado que, como cada día, entró distintamente el color del vehículo y los primeros números de
para despertarlo, a las 5.45, lo encontró todavía en el sillón, pali- la matrícula. Y un año más tarde juraba haber soñado el inci-
dísimo, postrado por una crisis nerviosa. El prelado hizo despertar dente hasta en los menores detalles.
a su madre y a un amigo invitado y les contó lo sucedido, y todos J. B. no mentía por el gusto de mentir, sino por ese empujón
se dirigieron a la capilla del palacio a rezar por la salvación del que nos da un poco a todos el subconsciente y que ciertos psicó-
archiduque Francisco Fernando de Austria, de quien el doctor logos definen «complejo de infalibilidad». A título de curiosidad
Lányi había sido profesor de lengua magiar. añadiremos que en el curso de la última entrevista, el sujeto acabó
Las cosas habían de desarrollarse como en el sueño del obispo, peleándose con la víctima del atropello, la cual refutó a su hijo
con una sola diferencia. Los atentados fueron dos. Cerca de un un montón de aserciones, revelando, en sustancia, que el acci-
puente, Cabrinovich arrojó su bomba que dio en el tercer auto- dente se había producido de una manera totalmente distinta.
móvil del séquito, y más tarde, mientras los austríacos regresaban Hay hechos, sin embargo, que no admiten ninguna duda, y
de la gran recepción dada en honor del archiduque, Prinzip dis- algunos de ellos están registrados además en el gran libro de la
paró el revólver que desataría la Primera Guerra Mundial. Historia como la visión del obispo Lányi y otra no menos impre-
A las tres y media de aquella tarde, doce horas después del sionante que tuvo de protagonista a Abraham Lincoln.
sueño, el doctor Lányi recibía un telegrama que le anunciaba el Pocos días antes del atentado que había de serle fatal, el gran
asesinato del archiduque Francisco Fernando y de su mujer. presidente contó a su mujer y a varios amigos que había soñado
¿Existen, entonces, literalmente, los sueños proféticos? Las que entraba en la «Sala Este» de la Casa Blanca.
creencias populares nos inducirían a responder de modo decisiva- —Y allí —dijo Lincoln— tuve una desagradable sorpresa. Ante
mente afirmativo. Interroguemos a nuestros conocidos, a nuestros mí se alzaba un catafalco en el que yacía un cadáver, rodeado de
familiares, y con seguridad lograremos recoger lo menos un par una guardia de honor. «¿Quién ha muerto aquí, en la Casa Blanca?»,
de sorprendentes relatos acerca de desgracias, accidentes, muertes, pregunté a uno de los soldados. «El presidente —me contestó—. Ha
preanunciadas por siniestras visiones nocturnas. Las sociedades sido asesinado.» Y cuando la señora Lincoln se enteró del desdi-
de investigaciones parapsicologías que han efectuado indagaciones chado acto del sudista John Wilkes Booth, sus palabras fueron:
al respecto, han coleccionado una increíble cantidad de testimonios. «¡Aquel sueño! ¡Mi marido lo había previsto!»
Y lo mismo ha ocurido a los periódicos que han emprendido la Examinemos más detenidamente esas siniestras visiones pro-
publicación de encuestas sobre este tema invitando a sus lectores féticas. Notaremos en primer lugar que los pormenores de los
a señalar sus experiencias personales. sueños en cuestión no coinciden nunca con los efectivos. El obispo
¿Se trata de exageraciones, de distorsiones involuntarias, deter- húngaro había visto no dos, sino un solo atentado en Sarajevo.
minadas por esa potentísima sugeridora que es la autosugestión? La macabra escena que se le presentó a Lincoln no reflejaba las
En muchísimos casos, sí, y se ha demostrado plenamente haciendo honras fúnebres que después le fueron tributadas (todo, en el
repetir a los interesados el relato al cabo de cierto tiempo y com- sueño estaba dispuesto de manera diferente) y las ruedas que
probando cómo casi siempre se acercaba a la primera versión en arrollaron a la madre de J. B. no eran en absoluto «enormes» como
numerosos detalles, así como en los rasgos esenciales. Es sinto- en la manifestación onírica de su hijo; al revés, pues el coche
mático notar que con el paso de los años los sujetos tienden, en que la atropello era un utilitario.
su inmensa mayoría, a dramatizar la narración añadiendo pormeno- Ello excluye, por lo tanto, que los protagonistas de tales su-
res que la hacen más aproximada al real desarrollo de los hechos. cesos hayan tenido una visión exacta del futuro. El hecho esencial,
Nos bastará citar como ejemplo uno de los «controles» efec- sin embargo, permanece (el atentado a Francisco Fernando, el
tuados por la «Asociación Parapsicológica» de Nueva York. Corres- asesinato de Lincoln, el atropello). ¿Deberemos entonces afirmar
sin asomo de duda que los personajes citados por nosotros previe-
ponde a la previsión onírica de un atropello del que fue víctima
176 PBTER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 177

ron el futuro con gran aproximación? proféticos relativos al fallecimiento de personas queridas reflejan
Hasta aquí la ciencia está de acuerdo. No lo está en absoluto, en realidad tan sólo nuestros temores.
en cambio, con quien sostiene el origen sobrenatural de esas vi- La «Asociación Británica de Psicología» ha reunido una elocuen-
siones. te documentación sobre esta materia consiguiendo registrar más
¿Pero existe una explicación, además de la «mágica» (cómoda... de un centenar de sueños semejantes a pocos días de su aparición.
pero que no explica absolutamente nada)? Se observó que de cada cien sujetos, ochenta y dos debían los
Existen desde luego dos, y no se trata de hipótesis entre las mismos sueños a enfermedades de los padres cuyo fallecimiento
cuales escoger. Los sueños de los cuales nos estamos ocupando habían presenciado o a situaciones consideradas peligrosas para
pueden, en suma, tener dos causas diferentes: una no se sale en los parientes (la madre de un minero, por ejemplo, soñó que su
absoluto de la normalidad y se identifica en el mecanismo por el hijo moría aplastado por un peñasco, en tanto que la abuela de
cual las visiones nocturnas traducen nuestros temores, conscientes un aviador despertó de golpe gritando que había presenciado la
o inconscientes; la otra parece más fantástica, pero no lo resulta caída del aparato pilotado por su nieto).
tanto si se acepta, como debe aceptarse, la idea de la existencia Pues bien, a los dieciocho meses de las entrevistas, tan sólo dos
de la telepatía. sueños de cada cien examinados se habían revelado más o menos
En el caso del atentado de Sarajevo, veamos lo que escribe «proféticos». Un anciano había fallecido a consecuencia de una
Fanny Moser, aguda investigadora en el terreno de los llamados dolencia incurable, y una mujer que llevaba años padeciendo de
fenómenos ocultos: los nervios se había caído en un río. El minero, el aviador y los
otros «predestinados» (entre los cuales había personas aquejadas
en su tiempo de afecciones bastante graves, un paracaidista, un fu-
Hubiera podido tratarse sencillamente de un sueño que reflejaba námbulo y un suboficial de marina especializados en el manejo
el miedo del obispo por el peligro al cual se exponía el archiduque. de explosivos) siguen todavía vivos y sanos,
Puede afirmarse, en efecto, que el atentado estaba en el aire. El
Gobierno servio había aconsejado sin ambages a Viena que apla-
zase el viaje porque el día de la visita del sucesor al trono austría-
co coincidía con una fiesta nacional servia que presumiblemente
haría desbordar los sentimientos patrióticos de la población. En las ondas del pensamiento

Volviendo a nuestros ejemplos y en busca de la que pudiera


Para Lincoln puede decirse, en sustancia, lo mismo. El presi- ser la segunda explicación, topamos con la telepatía, o sea la
dente no ignoraba el odio fanático que muchos sudistas le tenían. transmisión del pensamiento. Que sea posible, es un hecho incon-
Sabía, desde luego, que numerosos ex esclavistas frenéticos habían testable. Puede manifestarse voluntariamente o —lo que suele ocu-
jurado matarle. El gran estadista era ciertamente un hombre va- rrir— involuntariamente. Sin querer, esa maravillosa emisora que
leroso y, además, podía pensar que las amenazas se quedarían es nuestro cerebro puede lanzar en ondas desconocidas un mensaje
en eso (muy pocos de quienes lanzan furibundos gritos de muerte que otro cerebro puede captar sin saber de dónde proviene ni
a tal o cual hombre político estarían dispuestos a asumir el en- sospechar su naturaleza.
cargo de asesinarlo), pero ello no bastaba ciertamente para impedir
que un temor inconsciente de lo que pudiera acaecer se manifestase Está demostrado que tales mensajes son, las más de las veces,
en el sueño. generados por fuertes cargas psíquicas. Nacen de la expresión
particularmente intensa de sensaciones y de sentimientos. Puede
En cuanto al señor J. B., no era el primero ni será el último tratarse de amor, pero también del deseo de venganza, del rencor.
en abrigar preocupaciones por la madre anciana expuesta a las En el caso de Lincoln y del obispo Lányi no queda excluido que
amenazas de la calle. Tengamos en cuenta que él vivía en una vía ambos hubiesen captado el flujo del odio que llameaba en la
caracterizada por un tráfico muy intenso, y su miedo se nos antoja- mente de los agresores, las imágenes que éstos evocaban concen-
rá todo lo contrario que inconsciente y ocasional. trando el pensamiento sobre todo cuanto se disponían a llevar
Al respecto, observamos que muchísimos sueños en apariencia a cabo.
12-3.147
178 PETER KOLOSIMO GUlA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 179

No sorprende el hecho de que las emisiones telepáticas de esa mi visión, un proyectil incendiario estalló delante de él...
clase sean recibidas muy frecuentemente en sueños. Cuando esta- El ex combatiente, que se había salvado, a pesar de las graves
mos despiertos, ocupamos constantemente el cerebro, que, someti- lesiones, confirmó punto por punto el relato de su madre. «No
do a las potentes emanaciones de las fuentes «próximas» (pensa- sé si grité o traté de gritar —dijo entre otras cosas—, pero aquéllas
mientos, imágenes, sonidos), no está en condiciones de captar débi- fueron las palabras exactas que vociferé o pensé en aquel instante.»
les fuentes lejanas. Podemos compararlo, para expresar mejor la Es obvio que, en esos casos, más que de «visiones proféticas»
idea, con un aparato de radio sintonizado con un programa de la se debería hablar de comunicaciones telepáticas recibidas en estado
RAL Mientras dura la transmisión, no oímos nada más, pero cuan- de duermevela o de sueño. Volvamos ahora a las manifestaciones
do la estación nacional deja de transmitir, puede ocurrir que oiga- oníricas que en verdad anuncian anticipadamente determinado
mos, más o menos débil, alguna emisora extranjera. acontecimiento.
Se nos preguntará por qué motivo las manifestaciones telepá- Hemos dicho que a través de algunos' sueños se llega a prever
ticas en cuestión son casi exclusivamente determinadas por sucesos el futuro muy aproximadamente, pero no con absoluta certeza.
dolorosos. Acontece, con toda probabilidad, porque en tales cir- Diremos ahora que ¡se llega a prever algo que podría acontecer en
cunstancias el yo se proyecta con furia angustiosa en búsqueda de el futuro, pero que no se ha dicho que haya de verificarse en ab-
contactos. Un individuo que está nadando feliz, ciertamente no soluto.
gritará, pero otro que esté en trance de ahogarse chillará con todo A este propósito nos parece interesante citar dos de los muchos
el resuello que le queda, impulsado por la desesperación. episodios recogidos por Louisa E. Rhine, esposa del gran experto
Muy a menudo los misteriosos mensajes circulan entre seres americano, profesor J. Rhine.
unidos por profundo afecto. En el peligro, en el dolor, nos volve-
mos efectivamente ante todo a la persona de la cual sabemos que
podemos obtener amor y comprensión, pues buscamos instintiva- SEÑORA A.: «Hace algún tiempo me fui a pasar unos días en el
mente protección. Esto explica la frecuencia de los «sueños profé- campo, en casa de mi hermana, con mi hijo de cinco años. Una
ticos» en tiempo de guerra, y que en estos casos se trata de fenó- tarde, paseando a través de los prados, nos extraviamos. Por fin,
menos telepáticos lo demuestra el hecho de que la recepción se descubrimos un sendero por el que seguimos esperando que con-
produce precisamente en el instante que tiene lugar el trágico o dujese a una casa. De pronto mi hermana gritó: "No dejes que el
dramático suceso. niño se adelante tanto. ¡Llámalo!" Después me explicó: "Esta noche
—Era una noche de setiembre de 1943 —cuenta una señora he soñado que nos hallábamos en un lugar idéntico a éste, y que
de Gorki al profesor Vassiliev, uno de los más autorizados profe- yo trataba de retener a un niño que iba a caerse en un barranco.
sores soviéticos de parapsicología— y yo, después de haber leído Tal vez se trata de un sueño tonto sin importancia... ¡pero llama
algunas páginas de un libro, me estaba adormilando, cuando tuve al pequeño!" Lo hice y continuamos... hasta que vimos que el
una visión terrorífica. Fue como si una deslumbrante llamarada sendero terminaba en el borde de un precipicio. ¡ Si mi hijo hu-
roja estallase delante de mí... y en aquel fuego estaba mi hijo biese seguido corriendo no habría tenido tiempo de pararse y se-
que, tapándose los ojos con un brazo, mientras el uniforme se le guramente hubiera caído en el abismo!»
desgarraba y ardía sobre él, gritaba: «¡Mamá, fuego! ¡Me muero, i
mamá!» Oí el grito distintamente, fuerte como si mi hijo se en- 1 SEÑORA H.: Hace unos diez años, en Nueva York tuve un
contrase en la habitación. Zarandeé a mi marido, que estaba sueño espantoso. Oí un grito, me volví y vi que-mi hijo, que en-
leyendo, tranquilo, a mi lado. No había oído nada. «¡ Piotr ha muer- tonces tenía dos años, caía por lá ventana. Poco después oí tam-
to! —sollocé—. Ha muerto. ¡Le han matado!» Mi marido trató bién el aullido de la sirena de una ambulancia. Pasaron varios
de calmarme: «Has tenido una pesadilla. Piotr está en Moscú, días, y una mañana saqué los colchones a la ventana para que
no en el frente. También lo sabes, ¿no?» No conseguí sosegar mi se aireasen. Me hallaba en otra estancia, haciendo la limpieza, cuan-
corazón ni aquella noche ni en los días siguientes. Y dos semanas do, de improviso, recordé el sueño. Corrí, y vi, aterrorizada, que
después recibimos una carta de un compañero de Piotr. Nuestro el pequeño había encontrado el modo de encaramarse en el al-
hijo, que hubiera debido estar en Moscú, había sido lanzado en féizar. Lo agarré cuando iba a caerse... Uno de los colchones ya
paracaídas sobre una zona cercada por el enemigo con una misión estaba abajo, en la acera...»
especial. Y aquella noche de setiembre, en el momento exacto de
180 PETER KOLOSIMO

Aquí nos hallamos, pues, ante unos sucesos que hubieran


podido suceder, pero que no sucedieron. No conseguimos darnos
cuenta de las cosas pensando en la telepatía ni tampoco en los
temores encerrados en el subconsciente. En efecto, ambas se-
ñoras ni siquiera habían imaginado que los pequeños pudiesen
precipitarse en un abismo o caer por una ventana.
Ésos son, en esencia, los sueños proféticos más impresionantes,
a pesar de que no preludien una trágica repetición en la reali-
dad, al revés precisamente por ello. Y también son los más con-
soladores, porque, abriéndonos por vías inescrutables una rendija
sobre el mañana, nos dicen, en sustancia: «Esto podría ocurrir,
pero tú podrás hacer de manera de que no ocurra.»
Para esta clase de sueños no hay explicación. Debemos acep-
tarlos, por lo tanto, como sucesos verdaderamente superiores a
cualquier tentativa de indagación, a la comprensión humana. Y los
aceptamos con una sensación de infinito alivio, puesto que nos IV
confirman que no existe un futuro fijo, inmutable, que nuestro
porvenir no es una vía obligada en la que estamos lanzados
sin posibilidad de cambiar de dirección, sino una red infinita de LA MIRADA DE RAYOS X
caminos, de los cuales nos es dado escoger los mejores ayudándo-
nos con la inteligencia, la rapidez y la voluntad.
Para los médicos del gran hospital «Bellevue» de Nueva York,
la señora Alice Dawson se había vuelto una pesadilla. Desde tres
meses no hacían más que visitarla, pasarla de una sección a
otra, volver a visitarla, examinarla una y otra vez, experimentar
todas las curas, de las más sencillas a las más complejas, aplican-
do incluso terapias revolucionarias. Y aquella jaqueca enloquece-
dora no sólo no desaparecía, sino que, por el contrario, iba ha-
ciéndose más fuerte cada día. Enloquecedora, sí, porque nadie
había logrado descubrir su causa, y también sumamente preo-
cupante, no sólo desde el punto de vista diagnóstico. Atormentada
por aquellos atroces dolores, la señora Dawson rechazaba la co-
mida, sufría ataques cada vez más violentos, incluso trató de qui-
tarse la vida y tres veces lo habría conseguido si, tras el segun-
do intento de suicidio, no hubiese sido trasladada a una habita-
ción con la ventana enrejada y sometida a una continua vigilancia.
Bajo el efecto de calmantes (cuya eficacia, sin embargo, resul-
taba dudosa) aquella mujer de treinta y dos años, reducida a la
sombra de sí misma, pasaba gran parte del día durmiendo o en
un duermevela agitado, truncado por gemidos y lamentos que po-
nían a durísima prueba los nervios de las enfermeras encargadas
de asistirla. Una de ellas, Jane L., iba ya a abandonar el empleo
por no poder aguantar a aquella paciente imposible, cuando se
produjo el hecho inesperado.
Amanecía. La enfermera estaba leyendo a la tenue luz de una
182 PETER KOLOSIMO GUIA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 183

lámpara de mesa... y Alice Dawson se echó a reír en sueños. sabios, añadiendo que cualquier persona estaría en condiciones
Asombrada, Jane se volvió a mirarla, y vio que el rostro de la de conseguir lo mismo, pero que la capacidad en cuestión aflora
enferma tenía expresión particularmente sosegada. Aquel detalle casualmente en pocos sujetos precisamente porque no es cultivada.
hubiera parecido tranquilizador sólo a quien no hubiese seguido En cuanto al mundo mediterráneo parece ser que la curiosa
el comportamiento de la enferma. La muchacha se alarmó, pensó predisposición fuese más bien difundida en el antiguo Egipto.
en un estado de ilusoria calma precedente al colapso, y se dispo-
nía a levantarse, cuando la paciente despertó y la llamó. También Hipócrates, el «padre de la Medicina» —escribe el pro-
—Jane, ¿qué hora es? fesor alemán Hans Herlin, que ha reunido al respecto una rica
—Son las cinco, señora —contestó la enfermera mirándola fija- documentación— se había dado cuenta de que el inicio de enfer-
mente, más asombrada aún porque nunca la había oído hablar medades puede manifestarse en el sueño. Y en los templos griegos
con tanta calma—. ¿Se siente usted mal? consagrados al dios de la Medicina se hacía dormir a los visi-
—¡Oh, como de costumbre! —repuso Alice Dawson sonrien- tantes. La divinidad se les aparecía en sueños y les indicaba los
do—. Pero no va a durar mucho, ya lo verá usted. Ahora sé cuál remedios oportunos. La Medicina estaba estrechamente vinculada
es la causa de esa terrible jaqueca. Tan pronto llegue el doctor a la religión. En la antigüedad los sacerdotes eran también mé-
Steward, es menester decirle que me traslade a la sección de of- dicos, y sabían aquello que nuestra ciencia sólo ahora va redescu-
talmología. briendo lentamente: que el hombre en estado de trance parece
El doctor Steward acogió la petición de la paciente con una poseer a veces una mirada de rayos Rontgen.
buena dosis de escepticismo. También los órganos visuales de
Mrs. Dawson habían sido examinados detenidamente, repetidamen- Por su parte, la profesora de parapsicología Fanny Moser es-
te, sin revelar nada de anormal. Barruntando nuevas complicacio- cribe:
nes, el facultativo se informó con cautela acerca de las razones
que habían inducido a la señora a formular la solicitud y cuando
supo que en la base estaba un sueño, estuvo tentado de trasla- La creencia de que ciertos sonámbulos poseen la facultad de
dar desde luego a la enferma, pero a una sección que bien poco ver en el cuerpo propio y en el ajeno, de descubrir intuitivamente
en común tenía con la oftalmológica. las enfermedades, localizarlas y revelar su naturaleza y su desa-
rrollo y prescribir los medicamentos adecuados, es antiquísima.
—Temí que los atroces dolores le hubiesen trastornado el ce-
rebro —declaró el médico, más tarde—. ¿Cómo no experimentar
una sospecha semejante cuando una paciente, cuidada en vano Y no se trata de una crencia infundada. Aún hoy muchos pue-
por los más afamados especialistas de un importante complejo blos primitivos se valen de los sonámbulos como nuestros espe-
hospitalario, nos sale con haberse hecho ella sola la diagnosis cialistas se sirven de los aparatos de «rayos X», de los electrocar-
afirmando haber soñado que los sufrimientos eran debidos a una diogramas o de los isótopos radiactivos. En algunas tribus nige-
brizna que se le había metido en un ojo y cuya permanencia allí rianas, los pobres son obligados a soportar sesiones extenuantes
la enferma no había notado nunca? Sin embargo, aquella diagnosis cuando se descubre que poseen virtudes «médicas». Pero hay
se reveló exacta, y bastó una simple intervención para liberar a más. Su estado de sonambulismo se prolonga con el uso de dro-
Mrs. Dawson de su lancinante jaqueca. gas hasta que, extenuados, no aciertan un diagnóstico y deben di-
Los anales de la Medicina registran diversos casos parecidos. rigirse, a su vez, a un profesor diplomado en la universidad de
Este fenómeno lleva el nombre de autoscopia y entraña el poder Morfeo.
de «mirar en sí mismos» y aunque el término es nuevo, la extra- Como hemos visto, no hace falta ser sonámbulos. También un
ordinaria facultad es conocida desde tiempo inmemorial. Se sabe simple sueño puede obrar prodigios diagnósticos. Ésta fue una
que muchos lamas tibetanos y algunos santones hindúes la po- comprobación que impulsó a varios médicos a tratar de alcanzar
seen y usan de ella ampliamente procurándose además personal- los mismos resultados hipnotizando a los pacientes. Naturalmente,
mente los remedios (casi siempre vegetales) para las afecciones la cosa no siempre da resultado, pero se logra con bastante fre-
que se han diagnosticado. En el «Techo del Mundo» hay quien cuencia.
afirma que las reglas para hacer posibles esas singulares auto- —He de confesar —declara un reputado profesor británico,
consultas son transmitidas desde hace miles de años entre los Haddock— que he obtenido por esa vía informaciones que no
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habría podido conseguir valiéndome de los métodos de examen casualidad. Un día se presentó en su casa un campesino, Victor
normales. Rasse, el cual, durante la visita, cayó en un sueño profundo. El
Recientemente, el ginecólogo holandés Noe ha aplicado el sis- facultativo creyó que se trataba de un desvanecimiento, pero
tema a un campo específico, llegando a descubrir que un porcen- luego, pronunciando casi maquinalmente ¡algunas palabras de con-
taje elevadísimo de mujeres posee la facultad de describir, en es- suelo, convencido de que el paciente no podía oírle, éste le con-
tado de hipnosis, el sexo y la posición del feto que lleva en las testó. Entonces se le ocurrió la idea de interrogarle sobre lo que
entrañas. El caso más sensacional es el representado por una cam- le aquejaba y el enfermo describió con pelos y señales las preocu-
pesina en condiciones de revelar, no sólo el sexo de sus criatu- pantes condiciones de su aparato digestivo, cosa que seguramente
ras nonatas, sino también el de las otras señoras en estado inte- no habría sido capaz de hacer despierto, dado que notaba sínto-
resante presentes en las sesiones del doctor Noe. mas vagos y contradictorios.
¿Cómo se explica el fenómeno de la autoscopia? Con la activi- Después de haber inducido a aquel hombre a diagnosticarse
dad del subconsciente, una actividad sobre la cual aún sabemos también desarreglos de menor entidad, De Puységur aventuró una
muy poco, pero cuya existencia no podemos poner en duda. Sea prueba con cuyo éxito ni él mismo contaba. Quiso tratar de hacer
en los más simples sueños o sea sacando a flote deseos y temo- que Rasse «descubriese» en su estado de trance las dolencias de
res que despiertos no logramos descubrir, el subconsciente nos de- otros pacientes. ¡Y el campesino acertó!
muestra que posee facultades extraordinarias. En estos casos, ¿aca- De vez en cuando, los experimentos iniciados por el médico
so no mira ya en nosotros mismos? Y, dado que puede observar francés fueron repetidos en varias partes del Globo. Después de
los abismos de nuestra psique, ¿cómo negar que esté en condi- la Segunda Guerra Mundial parecieron haber de conducir a re-
ciones de explorar algo menos complicado, o sea nuestro orga- sultados capaces de determinar la anhelada toma de posición de
nismo? la ciencia a este respecto, pero de la cosa se aprovecharon los lla-
¿Tienen razón, pues, los tibetanos, cuando hablan de reglas mados «magos» y todo quedó sumergido en la ciénaga de los
que seguir para llegar a esa sorprendente conquista? Si fuese así, «fluidos», de las «emanaciones», de los «toques curativos» y mil
podríamos, conociendo el «mecanismo», guiar al subconsciente a pillerías más.
identificar los puntos débiles de nuestra salud. Volviendo atrás Creemos que vale la pena subrayar que no nos ocuparemos en
unos milenios, efectuaríamos diagnosis bastante más precisas que absoluto de los «curanderos», dejándolos prosperar (toda vez que
las conseguidas por los modernísimos «robots de la Medicina» que no podemos hacer otra cosa) en su rentable jungla de supersticio-
tanto nos enorgullecen. nes y de credulidades inconcebibles. También hoy existen faculta-
Pensamos, no obstante, que ello ya no es posible. Nuestro tipo tivos que se valen de personas poseedoras de singulares dotes
de civilización nos ha llevado demasiado lejos de los presupuestos diagnósticas. Una vez verificadas las averiguaciones requeridas,
indispensables para el desarrollo de ciertas facultades. ¿Por qué, sin embargo, terminan con su cometido. No prescriben emplastos,
en efecto, hemos de adiestrar la mente en resolver difíciles pro- polvos o «imposiciones de manos», sino que dejan vía libre a la
blemas, forzarla, cuando las máquinas pueden resolverlos por no- ciencia, es decir, a la terapia que el médico considera oportuno
sotros? Recordemos que de cada cien personas habilísimas en aplicar.
efectuar difíciles operaciones matemáticas «de memoria» cin- Un ejemplo clásico al respecto nos lo facilita una señora bá-
cuenta años atrás, tenemos hoy, en la época de las calculadoras, vara, fallecida hace pocos años, de la que los periódicos hablaron
tan sólo cuatro. como de la «mujer con ojos Róntgen». Frau S. se sentaba, junto
al médico, ante los pacientes y en estado de trance, les escrutaba
el cuerpo empezando por la cabeza. Allí donde se detenía su mi-
rada residía la causa del mal. Dos de sus diagnósticos fueron dis-
cutidos de modo particular. Los especialistas se negaron a in-
Se proyectaba más allá del océano tervenir, puesto que cuidadísimas observaciones radioscópicas no
habían revelado nada en los puntos sobre los que insistían los
ojos de la señora. Pero finalmente hubieron de reconocer que la
Quien descubrió los «sistemas de Hipócrates» fue un médico mujer tenía razón. En el primer caso los «rayos X» no habían de-
francés del siglo xvni, el marqués De Puységur, ayudado por la nunciado la presencia de cálculos renales que producían tremen-
186 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 187

dos cólicos al paciente y en el segundo no habían permitido ave- en presencia del paciente, a veces a enormes distancias. Entendá-
riguar la existencia de una esquirla escondida en el esternón. monos, esta facultad es rarísima, y solo en un caso ha sido ex-
Este fenómeno —llamado xenoscopia, que designa la facultad haustivamente documentada, en el del americano Edgar Cayce
de «ver en cuerpos ajenos»— ha empeñado y empeña a numero- (muerto en 1945), autor, a los cuarenta y cuatro años, de ciento
sísimos estudiosos en la tentativa de aclarar su esencia, al me- sesenta mil diagnosis, de las cuales el 90 por ciento se revelaron
nos a grandes rasgos. exactas.
Quien puede valerse de ella —escribe al respecto Fanny Mo-
ser— posee en gran medida lo que hace de la profesión médica —Cayce —refirió el ilustre profesor Wesley H. Ketchum en el
un arte y de un doctor un auténtico médico. Nuestros sujetos dis- Congreso médico de Boston de 1910— se tiende en un diván, jun-
ponen de poderes intuitivos que faltan a muchos facultativos, ta las manos y cae en trance. El suyo es como un sueño natu-
formados hoy en una escuela demasiado teórica y demasiado ra- ral, que le hace perder totalmente la conciencia de todo lo que
cional. ocurre a su alrededor. Yo le comunico el nombre del paciente y
el lugar donde reside y al cabo de unos minutos Cayce empieza
Lo sentimos por ella, pero ahí en verdad no consigue explicar a hablar y diagnostica la enfermedad con todos sus pormeno-
mucho. Y una explicación satisfactoria, digámoslo también, es di- res, valiéndose de una terminología que nos honraría a cada uno
fícil darla. Una vez más deberá buscarse entre las facultades de nosotros, preclaros colegas. Cuando termina su diagnosis, des-
desconocidas sobre el subconsciente. Tal vez pudiera estable- pierta sin conservar el recuerdo de lo que le ha pasado.
cerse un paralelismo con esas personas que, cuando se nos acer- Aquel individuo extraordinario era hijo de unos pobres cam-
can, parecen leernos en el ánimo, descubriendo —por muy hábil- pesinos del Sur y poseía una instrucción elemental llena de lagu-
mente que queramos disimularlas— nuestras turbaciones, nuestras nas. Sólo más tarde se dio al estudio de la Medicina, cuando ya
dudas, nuestras desazones. de todas partes le abrumaban con peticiones de diagnosis que él
Aunque pidamos información a este respecto a los directos in- efectuaba sin ninguna dificultad, tanto si los pacientes se encon-
teresados, no lograremos hacer muchos progresos. traban en París, Moscú o Londres como en la América Latina, Asia
—No puedo expresar lo que siento mientras actúo —declaró o Australia.
un conocido médium diagnóstico, Ossoviecki—. Me doy cuenta En 1920, Edgar Cayce comenzó a acariciar un gran sueño: el
de que siempre hay algún punto del organismo que no es como de fundar una clínica para los casos más difíciles. Y para alcanzar
debiera ser. Es esencial que me encuentre en contacto con el pa- este objetivo se dejó convencer para que pusiera sus facultades
ciente. al servicio de los petroleros de Texas, yendo a la búsqueda «men-
Y otro médium, De Fleuriére, dijo: tal» de nuevos yacimientos. Al principio tuvo éxito, pero bien
—Es como si fuese otro sin dejar de ser yo... Siento el cuerpo pronto se multiplicaron los fracasos y los industriales, tras haber
del enfermo como siento el mío. efectuado ingentes gastos en inútiles perforaciones, lo despidieron.
Es obvio que esos señores no conocen la vía por la cual les Parece casi un apólogo, ¿verdad? Un apólogo con un final feliz,
es dado llegar a las fantásticas comprobaciones, y es bueno que así puesto que Cayce volvió a su humanitaria actividad diagnóstica y
sea. Aquellos que han tratado de investigar sus extraordinarias recibió tantas ofertas que pudo construir en dos años un hospital
cualidades, en efecto, no lo han logrado nunca por carencia de en Virginia Beach, donde trabajó con todas sus fuerzas hasta el
los conocimientos basilares (muchos son capaces de averiguar que sereno fallecimiento.
una lámpara del aparato de radio está inservible... pero, ayunos
en la materia, no pueden dar cuenta del motivo por el cual sin
«esa pequeña pieza» no funciona el receptor) y, no queriendo
confesar el fallo recurren al ocultismo, encaminándose- hacia la
charlatanería de los «magos», de los «santones» y de los «curan-
deros».
Menos comprensible aún es el «mecanismo» por medio del
cual algunos individuos llegan a efectuar diagnosis sin hallarse
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 189

aldeas que aún constelan las zonas más desoladas del Oeste ame-
ricano. Algunas, como es sabido, han sido apuntaladas y restau-
radas por organizaciones turísticas, pero las más se desmoronan
sin que nadie se ocupe de ellas. Lejos de las vías de comunica-
ción, árido, inhóspito, el terreno sobre el que se elevan es absolu-
tamente inservible. La historia de esos centros corresponde a epi-
sodios más o mnos insignificantes de la fiebre del oro. Surgidos
para albergar a los buscadores, acrecentados por la afluencia de
aventureros de todas las partes de los Estados Unidos, los po-
blados agotaron su función al agotarse los yacimientos auríferos
y quedaron abandonados junto con los sueños y las desilusiones
de los improvisados mineros.
Entre ese hacinamiento de casuchas que en tiempos llevó el
pretencioso nombre de Golden City (¿cuántas Golden Cities exis-
tieron en América?) quizá puede haber quedado algo: una bolsa
de cuero repleta de pepitas, enterrada por Mac el Indio, un
buscador que se había ido con la intención de volver a recogerla,
pero mantenido distante por las circunstancias hasta el fin de
sus días. Uno de los cuatro visitantes es descendiente de aquel in-
UN RADAR EN EL CEREBRO fortunado individuo; los otros son amigos suyos, asociados con él
para la empresa.
Pero, ¿no se tratará de un empeño imposible? Ninguno sabe
El jeep se detiene debajo del único árbol del lugar cuyas fron- dónde está sepultado el tesoro, y resultaría desde luego absurdo
das pueden constituir una especie de techado natural. Del vehícu- registrar la aldea palmo a palmo. Sin embargo, los cuatro pare-
lo, tratando de sacudirse de encima un poco del polvo acumulado cen no preocuparse por ello. Encuentran una construcción menos
a lo largo de la carretera, se apean cuatro hombres. Tres de ellos insegura que las demás, se meten dentro, comen un bocado y se
se cargan al hombro mantas, víveres y herramientas de excava- tumban a descansar. Pero es un descanso que no dura mucho.
ción y el cuarto se ajusta unas pesadas pistolas al cinto y echa Uno de los «turistas», un flaco caballero de edad madura que se
a andar seguido por los otros. había quedado dormido de golpe, de golpe despierta, se sienta y
La escena parece sacada de un western y tiene un algo de alu- anuncia a sus compañeros:
cinante. El pequeño grupo avanza por la calle que era la vía —¡Lo he encontrado! Está enterrado en un corral detrás de
principal de la aldea desierta. El sol feroz cae a plomo sobre los una casa oscura, debajo de un barril lleno de desperdicios.
edificios de madera y ruinas, sobre los rótulos borrados, sobre las Los cuatro salen y se ponen a buscar aquella casa. Guiados
piedras que deslumhran. Con la ilusión de escapar un poco al por el hombre flacucho, no tardan en descubrirla. Y he aquí el
calor infernal, los cuatro hombres caminan a la sombra de las corral y el barril, que se deshace al primer empujón. Los picos
casuchas. Una persiana que hasta entonces se había mantenido rompen los duros terrones, las palas se hincan en la tierra re-
sujeta por un milagro de equilibrio, se desprende y se disuelve movida, y a dos palmos de profundidad topan con un obstáculo,
en una nube de polvo y una barandilla apenas rozada se viene levantan jirones de cuero reseco. Gritando, riendo, los amigos
abajo abriendo una brecha en el entarimado de una galería. El se arrodillan. Y una tras otra sacan a la luz las pepitas de Mac
hombre que abre la marcha palpa la culata de las pistolas a cada el Indio.
movimiento sospechoso en las esquinas de las casas. Las ser- ¿Quién es el individuo flacucho que descubre los tesoros dur-
pientes abundan en aquellos parajes, y conviene no fiarse de su miendo? Un tranquilo empleado de Banca, William Connely que
proverbial pereza de esta estación. se había dado cuenta de la extraordinaria facultad descabezando
Con las pequeñas criaturas del desierto y algún pajarraco que un sueño una tarde en su jardín. Despertó de pronto tras haber
otro los reptiles son los únicos señores del lugar. En efecto, el soñado que al pie de un árbol había enterrado algo valioso. No
grupo se está moviendo en una «ciudad muerta», una de esas
190 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 191

pudo resistir a la tentación de excavar, y descubrió un cofrecito moneda o un alfiler de oro en la estancia y echaos a dormir una
metálico repleto de monedas de plata. siestecita. Para favorecer el logro de la prueba son necesarias tres
El contenido de la cajita no tenía gran valor (se trataba de condiciones: que se recurra al oro, porque al parecer sus radia-
dinero alemán fuera de curso), pero lo acaecido era en verdad ciones son las más fuertes; que el sueño sea natural y no prolon-
como para impresionar a cualquiera. Connely lo explicó a sus gado (la siesta de la tarde, por ejemplo) para permitir el recuerdo
amigos y éstos quisieron ponerle a prueba. Dos veces, sin que él del sueño y que la mente no esté influida mientras se duerme por
lo supiera, escondieron algunos dólares de plata y un par de al- ruidos o voces cercanos.
fileres de oro, aprovechando las excursiones de fin de semana. Y El experimento ha de repetirse, ya que no siempre da resulta-
bastó que el compañero se entregase a un sueñecito para encon- do la primera vez... Y para los intentos sucesivos, desgraciada-
trar sin vacilación los objetos valiosos escondidos. De ahí la idea mente, tampoco no podemos garantizar nada.
de emprender la búsqueda del tesoro de Mac él Indio.
Los amigos afirman, en guasa, que Mr. Connely fue «sensibi-
lizado» por su profesión, pero los expertos en estos fenómenos
afirman —bromas aparte— que la explicación es relativamente
sencilla. Dicen que el individuo percibe las emanaciones de los Encantamientos escandinavos
metales preciosos como algunos zahoríes. No es capaz de cap-
tarlas estando despierto porque el órgano que preside todo ello está
«ensordecido» por la actividad cerebral consciente. Podría objetar- A propósito de sueños y de tesoros, aunque de tipo muy dife-
se que los zahoríes han de encontrarse exactamente sobre el lu- rente, ¿habéis oído hablar alguna vez del «encantamiento» escan-
gar donde se oculta la fuente de las radiaciones y no en las in- dinavo de final de año? Numerosas muchachas de las zonas ru-
mediaciones y que desde luego no tienen una visión fotográfica rales suecas y noruegas meten debajo de la almohada, la noche
de los inmediatos entornos del escondrijo. Los expertos replican de san Silvestre, las fotografías de dos o tres jóvenes que verían
que todo es facilitado por el estado de sueño y nos dan una ex- con particular agrado que fueran aspirantes a su mano.
plicación de la «visión fotográfica»: Antes del amanecer del Año Nuevo, uno de esos codiciados
—Pensemos en las emanaciones del oro o de la plata como solteros puede aparecérseles en sueños. Si se muestra en actitud
en un haz de luz en la noche. Este haz ilumina lo que encuentra afectuosa o amistosa, será el destinado a casarse con ellas, mien-
en su camino dejando la oscuridad a su alrededor como las ra- tras que si observa un comportamiento indiferente y hostil es que
diaciones «iluminan» los lugares circundantes en los sueños de en la realidad no le halaga la idea del matrimonio. Y si no se
las personas particularmente sensibles. muestra de ningún modo significa que la suerte depara a las es-
¿Cuántas son esas personas? Muchísimas, según los expertos. peranzadas vikingas un novio en el cual no piensan... o que las
También nosotros podríamos, sin saberlo, ser incluidos en la cuen- condena a quedarse solteras.
ta y podríamos comprobarlo «yendo a la escuela» con un buen za- Si tenemos presente todo cuanto el psicoanálisis nos ha de-
hori. Muchos individuos, además, según el doctor C. A. Stone, reci- mostrado irrefutablemente (o sea que las visiones nocturnas re-
ben durmiendo revelaciones similares a las registradas por Mr. Con- flejan nuestros deseos y nuestros temores secretos) y no dejamos
nely, el cual, sin embargo tiene la rara facultad de captarlas cla- de lado la autosugestión, las apariciones oníricas de los jóvenes
ramente, mientras que a nosotros nos llegan confusas entre los no se nos antojan tan extrañas.
otros sueños y son olvidadas, sobre todo, al despertar, como acon- Más curioso nos parecerá, en cambio, otro género de sueños
tece con aquéllos. —no «provocados»— que animan a veces las noches de las mu-
Sea como sea, amigos lectores, he aquí un método que po- chachas noruegas. El profesor Gardner, un estudioso británico
dríais experimentar sin dificultad para averiguar si también estáis que se ocupó de la curiosa manifestación, dice:
en condiciones de ir en busca de alguna bolsita de pepitas me-
diante un sencillo y agradable sueño. Sacad de vuestro dormito- Inge, la hija de un amigo mío, tenía veintidós años y había
rio todos los objetos valiosos (el radar mental no funciona en sufrido dos grandes decepciones amorosas. Su primer novio se ha-
caso contrario, hasta el punto que el señor Connely no nota nada bía ido de pronto, sin volver a dar noticias suyas, y él segundo,
ni en casa ni en el Banco), pedid a un familiar que esconda una que había asumido el papel de consolador comprensivo, demostró
192 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 193

ser un seductor de la peor especie. A consecuencia de esta última tes de quedar dormidas, han fijado el pensamiento en el deseo
desventura, la muchacha cayó en un estado de tristeza del que de encontrar un hombre que les guste y les convenga. Según los
parecía no haberse de librar nunca más. Trabajaba sin entusias- sujetos (y tal vez, la intensidad de concentración), parece que pue-
mo, se pasaba el tiempo encerrada en casa, comía poco, era presa da llegarse al sueño revelador al cabo de algunas semanas o al-
de frecuentes crisis de depresión. Una mañana, sin embargo, la gunos meses. Es un asunto algo largo y también un poco traba-
oí cantar. Asombrado, salí de mi habitación en pijama. Inge se joso, por lo tanto. Pero una tentativa siempre puede hacerse, su-
disponía a salir para la oficina, y vino a mi encuentro vestida poniendo que el corazón esté todavía libre y que se esté dis-
con una elegancia que tenía olvidada hacía tiempo, sonriendo, fe- puesto a renunciar a la «lectura presueño». Pensamientos semejan-
liz. Le pregunté, en broma, si por fin había encontrado el hombre tes, además deberían ser bastante más relajantes que esas nove-
de su corazón. «Todavía no —me dijo—, pero lo encontraré litas de infarto que ahora están de moda.
esta noche. ¡Será alto, rubio, bueno... ¡y será mi marido!» Traté
de indagar, y la muchacha no vaciló en satisfacer mi curiosidad:
«Lo he soñado al amanacer —añadió—. ¿No sabe usted que los
encuentros soñados al amanecer se realizan siempre?» Siento el
mayor respeto por los fenómenos extrasensoriales, pero estoy
igualmente convencido de que Freud vio claro en el ilusorio mun-
do de los sueños. Mi escepticismo había de quedar desmantelado
al regreso de Inge. Parecía transformada por la alegría. «¡Es pre-
cisamente él! —exclamó—. Exactamente como lo he soñado. Nos
hemos encontrado en el café... Hacía dos años que nos buscá-
bamos.»

«¡Hacía dos años que nos buscábamos!» En esta expresión, se-


gún los expertos, está la clave de las visiones proféticas. Se tra-
taría, en resumen, de un contacto telepático determinado por la
intensidad del deseo, de la voluntad de entrar en relación con el
ser al que se tiende con todo el corazón. Hemos visto ya cómo
en los instantes en que los sentimientos y las sensaciones se ha-
cen más intensos pueden tener lugar comunicaciones a distancia
entre personas unidas por fuertes vínculos afectivos. Pues bien,
en el caso de las muchachas escandinavas, nos encontramos ante
un fenómeno análogo.
Dos almas que se buscan, acaban por encontrarse aunque es-
tén separadas por abismos de tiempo y de espacio, como dijo un
poeta francés hace tres siglos. Es un concepto repetido, si bien
con palabras diferentes, durante milenios, en todas las lenguas
conocidas por los hombres rozados por el ala de la poesía. ¿Aca-
so ellos, sin sospecharlo, han dejado hablar así a lo más pro-
fundo de su Yo enunciando en versos una real facultad conce-
dida a quien anhela con una potente «carga inconsciente» el en-
cuentro con el alma gemela?
Esta «carga» podría ser dada por la creciente concentración so-
bre el deseo en cuestión. Las muchachas escandinavas que llegan
a la experiencia de Inge aseguran que la manifestación onírica se
evidencia de improviso, hacia el amanecer, después que ellas, an-
13 - 3.147
CUARTA PARTE

LA CABALA DEL PSICOANALISTA


LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Fue Artemidoro de Éfeso, un literato griego que vivió en el


siglo II d. de J., quien escribió la primera «cabala de los sueños»
cuya existencia conocemos (*). Naturalmente, no la denominó ca-
bala (el vocablo hebraico significa «lo que ha sido transmitido» e
indica simplemente el estudio profundo de los textos sagrados),
sino Oneirokritiká, es decir precisamente «interpretación de los
sueños». Y fue la suya una interpretación absolutamente elemen-
tal, que luego se complicó y retorció a través de los siglos por el
influjo de elementos mágicos de origen egipcio y gitano.
Remozadas, enriquecidas y puestas al día, las «verdaderas ca-
balas de los sueños» han sobrevivido incluso a la bomba atómica y
a la llamarada de los misiles y todo hace creer que todavía tendrán
una larga y próspera existencia porque la ingenuidad humana es
infinita.
¿Qué hay en la base de la llamada indagación cabalística? Un
mecanismo de un primitivismo desconcertante, construido con los
añicos de los diversos sistemas de interpretación juntados con un
soberano desprecio por la coherencia, el buen sentido y la inteli-
gencia del prójimo. He aquí, en resumen, las fuentes de inspira-
ción de los glosadores de Morfeo:
Interpretación directa por la cual se atribuyen al objeto del
sueño los mismos caracteres, los mismos influjos, las mismas con-
(*) A la obra de Artemidoro se refiere: // grande libro dei sogni. «Edizioni
Mediterranee», Roma.
198 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 199

secuencias que tiene en el plano real (soñar que se camina apo- que se presenten, con tal de que sepamos valemos de ellos. Esto
yándose en un bastón, por ejemplo, sería presagio de enfermedad). es lo que quiere contribuir a demostrar, con este libro, nuestro
pequeño diccionario onírico. Los lectores hallarán en él los sím-
Interpretación contraria, consiguiente a las teorías según las bolos más constantes, que exponemos con la advertencia obligada
cuales el sueño sería un auténtico espejo mágico del futuro. Así de que no se les tome como las voces de una nueva «verdadera
como la derecha se convierte en la izquierda en nuestra imagen cabala», a pesar de que se apoyen en un terreno científico sólido.
reflejada, también lo que para nosotros será bueno se nos pre- La interpretación dada no tiene un valor absoluto, sino solamente
sentará como malo, y viceversa. (Ser pobres en sueños, significa, un valor relativo e indicativo. Cada símbolo es contemplado a la
siempre según la cabala, ir al encuentro de la riqueza.) luz de la edad, del ambiente, de las circunstancias de innumera-
bles influjos, y puede ser exactamente definido tan sólo después
Interpretación mágica propiamente dicha, nacida de las más del examen de muchos sueños.
extendidas creencias. (El caballo blanco es presagio de alegría, Es cierto que quien sueña a menudo pistolas y fusiles (por
la lechuza de desventura, su grito de muerte.) dar otro ejemplo) debe reflexionar seriamente sobre sus tenden-
cias evidentes o latentes. Pero ello no tiene razón de ser si Mor-
Interpretación figurada, trata precisamente del lenguaje figu- feo esparce a veces «Colts» o «Winchesters» sobre la almohada,
rado. (Soñar gente lamiendo algo preanuncia adulación, mientras si las armas se enmarcan en escenas particulares, si los rasgos
que ser tomados a puntapiés pone en guardia contra las decepcio- dominantes de las visiones nocturnas son otros o si el soñador
nes amorosas, y así sucesivamente.) abriga una pasión secreta por la vida militar, tiene debilidad por
las aventuras agitadas o, más sencillamente, es un chiquillo que
Es interesante, sin embargo, observar que aquí y allá se le- no se pierde un western.
vantan pequeñas llamas que parecerían haber sido encendidas Terminemos con algunas palabras a quien hubiese esperado un
por psicoanalistas. Ya en las antiguas cabalas, por ejemplo, lee- tratamiento sobre una base freudiana o junguiana. Si no hemos
mos: «Si sueñas que estás en vías de curación de una enfermedad, seguido escrupulosamente el pensamiento de uno de los «grandes»
confía en tus fuerzas.» Para quien ha caído en una debilidad, este del psicoanálisis es porque no hemos considerado oportuno, en
sueño refleja en verdad el más o menos consciente deseo de ayuda esta panorámica ampliamente divulgadora, abrazar una determi-
o una solicitación de la psique para romper las cadenas que lo nada «escuela», y sí tomar en cambio en consideración los pun-
tienen sujeto. ¿Se trata de intuiciones casuales, esporádicas, o bien tos según nosotros más válidos de las tesis mantenidas por diver-
de los fragmentos de quién sabe qué antigua obra escrita por un sos y autorizados expertos de la materia.
ignoto precursor de Freud? Nunca lo sabremos. Semejantes vis-
lumbres nos confirman, de todos modos, la validez de la «ciencia
de lo profundo», nos dicen que sus portaestandartes nacieron
muertos, aplastados bajo el ara del dios monstruoso de las falsas
creencias, de los prejuicios y de la superstición popular.
Y es para sustraerles cuantos más adoradores sea posible que,
en esta reseña necesariamente sucinta, hemos querido enfrentar
las absurdas interpretaciones cabalísticas de los sueños con las
rigurosas deducciones del psicoanálisis. El contraste es más que
elocuente, a nuestro entender como para liberar muchas mentes
de ese atávico rincón oscuro sobre las cuales ciertas visiones noc-
turnas hacen presa todavía. Borremos, pues, los espectros incon-
sistentes y hagamos de modo que el terror de los sueños se des-
vanezca, no sólo para podernos considerar «en línea» con la era
espacial, sino sobre todo para sentirnos menos vulnerables, más
seguros de nosotros mismos, más optimistas.
Los sueños nunca son malos. Siempre son buenos, comoquiera
DICCIONARIO ONÍRICO

ABISMO

CABALA
En sus principales interpretaciones, la vista de un abismo prea-
nuncia una asechanza o francamente la locura. Soñar que se cae
en él, además, indica tanto el cumplimiento de una acción in-
sensata como la certeza de meterse directamente en una trampa
o de fracasar. El proceso de simbolización es aquí tan elemental
como para hacer superfluo cualquier comentario.
PSICOANÁLISIS
El abismo representa, en general, las profundidades del Yo, esa
parte de nuestra personalidad cuya existencia sospechamos sin
conocerla. Soñar que se desciende a él es una invitación a explo-
rarnos a nosotros mismos, mientras que soñar que se cae en él
significa hallarse en condiciones tales como para ser obligados,
a pesar nuestro, a sondear los rincones más remotos y menos agra-
dables de la psique, a no mentirnos a nosotros mismos, a corre-
girnos. Superar el abismo sobre un puente o con un salto es in-
dicio de superficialidad, de la tendencia a no profundizar los pro-
blemas, a buscar el camino más expedito. Sexualmente el barran-
co es símbolo de feminidad y en este caso precipitarse en él sim-
boliza el temor de ceder a los propios instintos. Cuando la visión
es recalcada por una sensación de angustia o de espanto son los
«complejos» contraídos en la infancia o en la primera juventud
los que intervienen, el miedo de las relaciones sexuales, una acusa-
da timidez, y así sucesivamente. Si se logra, en sueños, salvar el
202 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 203

abismo de una manera cualquiera (aunque ello suele ocurrir por PSICOANÁLISIS
una insegura pasarela), se hace vivo el deseo de superar las propias De los varios significados puerilmente atribuidos al elemento
dificultades. Pero se trata, a menudo, de un piadoso deseo. líquido, los seguidores de Jung aceptan sólo uno, el de la fertili-
dad, impreso en nosotros desde incontables milenios, y nos dicen
ABRAZO que el agua es un símbolo onírico que se repite con mucha fre-
CABALA cuencia, expresando en general la tranquilidad y la riqueza in-
Traición en amor, junto con juegos amorosos. Infidelidad con- terior o el deseo de poseerlas. Con la visión del agua turbia el
tinua. subconsciente nos advierte que no nos será fácil llegar a ello y nos
invita a identificar los obstáculos para superarlos después. Zambu-
PSICOANÁLISIS llirse indica la necesidad de purificación, nadar delata la escasa
Estos actos pueden tener significados muy diversos, hasta opues- confianza en sí mismo y ser arrojados al agua revela un miedo
tos. En sujetos carentes de complejos y de inhibiciones eviden- inconsciente. El agua representa, sin embargo, bastante más a
cian el deseo sexual mondo y lirondo, y en otros (invertidos, menudo el regazo materno. (Recordad «las aguas» del parto.)
pervertidos, impotentes, etcétera), la angustia, los conflictos inte- Puede ocurrir, por lo tanto, que el sueño de una zambullida o de
riores y los vanos propósitos de volver a la normalidad. Contra- una inmersión quiera decir que estáis afligidos por tanta amargu-
riamente a cuanto pudiera pensarse, no se trata de un sueño de ra, angustia o miedo y que deseáis inconscientemente el retorno
fácil interpretación. al útero. ¿Os encontráis haciendo chapuzones, alegres y confiados?
Buena señal. Estáis sondeando el océano de vuestra personalidad.
ACUSACIóN Por el contrario, ¿vuestro vagar subacuático es angustioso? En
CABALA este caso el sueño es similar al (¡terrible!) del anegamiento, y re-
Ser acusados por un hombre significa éxito y alegría, y si la vela que algo indigno —o también sólo considerando tal por voso-
acusación parte de una mujer, malas noticias y riñas. Acusar a tros— os atrae sin que logréis libraros de ello. Si estáis navegando
los demás es presagio de tormentos y preocupaciones. es que buscáis nuevas rutas porque no estáis satisfechos de vues-
tro estado actual. Malo si el mar está encrespado porque quiere
PSICOANÁLISIS decir que abrigáis demasiados temores, demasiadas insegurida-
Soñar que se acusa al prójimo equivale a delatar complejos des para llegar a la meta. Con los baños entramos en el campo
de inferioridad y muestra una tendencia a poner en estado de sexual. Si os sumergís en el agua con alegría es que deseáis inti-
acusación a los demás, a la sociedad o a las circunstancias, para midades que quizá no os atrevéis a esperar conscientemente. (Este
hacerse así la ilusión de justificar las propias condiciones o las es también el sueño típico de los novios y suele tenerse en la in-
propias actitudes equivocadas. Soñar que se es acusado (no im- minencia de los esponsales.) Pero si el agua está demasiado calien-
porta si por un hombre o por una mujer) suele revelar el temor te o demasiado fría, teméis desilusiones de naturaleza erótica.
de no llegar a realizar lo que se quisiera.
AGUJAS
AGUA CABALA
CABALA Intriga. Coser: se traman cosas feas a espaldas del soñador.
Sería demasiado largo detallar aquí todos los significados que La interpretación es sugerida por los sutiles pinchazos que se
le son asignados al agua. Nos limitaremos, pues, a recordar los pueden infligir con las agujas o por la vieja práctica supersticiosa
principales. Agua en general: abundancia, fertilidad, riqueza. Agua con la que se perfora un muñeco con intención de perjudicar a
turbia: enfermedades, aflicciones. Zambullirse en el agua: perse- alguien.
cuciones. Caerse en el agua: daños. Nadar: peligro. Bañarse en
agua fría: incomprensión. Bañarse en agua templada: placer, bie- PSICOANÁLISIS
nestar. Bañarse en agua muy caliente: separación. Hallarse bajo Las agujas reflejan el tormento reprimido ocasionado por un
el agua: desgracias. Navegar en aguas tranquilas: bienestar. Na- pequeño perjuicio o por una pequeña humillación. En el campo
vegar en aguas turbulentas: peligros, pérdidas, aflicciones. sexual son símbolos de virilidad y de feminidad al mismo tiempo.
Persiguen en sueños, a veces, a los homosexuales y a los homose-
204 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 205

xuales latentes, a aquellos que temen hacerse invertidos y a los ñas de amor (con frecuencia a escondidas, con el miedo de ser des-
transexualistas, en los cuales el miedo y la vergüenza se alternan cubiertos y la consiguiente interrupción del sueño) denuncia an-
con los deseos perversos. helos sexuales reprimidos.

ALFOMBRA AMPUTACIóN
CABALA CABALA
Engaño. Alguien trata de apoyarse en vosotros. Aprovechad la ocasión
antes de que os haga falta.
PSICOANÁLISIS
Las manifestaciones oníricas en las que se camina sobre al- PSICOANÁLISIS
fombras (que no es raro que se extiendan precisamente donde en Revela un comportamiento no natural, una mutilación de la
realidad no debieran estar, por ejemplo en la calle) delata ge- personalidad o el miedo de ser víctimas de ello. Desde el punto
neralmente la tentación de resolver un asunto cualquiera recu- de vista psicosexual es indicio de un fuerte complejo de culpabi-
rriendo a expedientes no demasiado leales. Puede tratarse tam- lidad o del llamado «complejo de castración», cualquiera que sea
bién, sin embargo, del temor que trasluzca un secreto que se de- la parte del cuerpo amputada en sueños.
sea permanezca oculto.
ANIMALES
ALMADíA CABALA
CABALA Fortuna. Animales gordos: abundancia. Animales flacos: ca-
Peligro, infortunio. restía. Fieras: riñas en la familia.
PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
Por curioso que pueda parecer, todos nos encontramos en sue- Como para la cabala, aunque por motivos bastante diferentes,
ños, tarde o temprano, en una almadía a merced de las olas. Es cada animal tiene un significado propio. Las bestias de cualquier
una visión, según Weiss, que sobreviene en esos momentos de in- especie soñadas en grupo y en actitud amenazadora, sin embargo,
certidumbre a las que sucumbimos ante acontecimientos decisi- representan casi siempre una comunidad de la cual se tiene mie-
vos para nuestra vida o, al menos, supuestos. Es, por consiguien- do. Puede tratarse de los familiares, de los amigos, hasta de la
te, un sueño que debería invitarnos a una profunda reflexión. opinión pública en general. Es éste un proceso de deformación
Cuando no va acompañado de una aguda sensación de desasosie- que nos advierte del temor (con razón o sin ella) de que nuestro
go o de aprensión, puede tratarse bien (pero sólo para las mu- comportamiento o la realización de un deseo encuentren la de-
jeres) de una manifestación onírica de carácter sexual. saprobación ajena. Es obvio que tales manifestaciones oníricas de-
penden en gran parte de las tendencias del soñador. Un individuo
AMOR al que le gusten los perros en general, los verá como espejo del
CABALA amor que se propone encontrar mientras que uno que los deteste
Vivirlo: días felices. Verlo: gran fortuna, alegría. Saberlo des- descubrirá en ellos tan sólo una amenaza.
preciado: enfermedad o aflicciones de corazón.
ÁRBOL
PSICOANÁLISIS CABALA
El significado de un «sueño de amor» va ligado estrechamente También aquí hemos de limitarnos a unas pocas de las mu-
a la personalidad del sujeto y a las circunstancias en que se en- chas interpretaciones propuestas. El árbol representa generalmente
cuentra. En la inmensa mayoría de los casos tiene lugar aquí un un amigo de confianza. Subirse a un árbol: honores a la vista. Caer-
proceso de transposición, o sea que la persona amada en sueños, se del árbol: pérdida del favor de los superiores o del empleo.
oculta el verdadero objeto de los deseos sexuales del soñador. El Árbol florecido: alegría. Árbol lleno de frutos: bienestar. Árbol
amor despreciado es indicio, generalmente, del temor de un re- seco: infortunio. Cortar ramas: enfermedad, amputación.
chazo no necesariamente en el campo sentimental. Asistir a esce-
206 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 207

PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
El árbol, aislado, en primer término, simboliza al padre. Co- Son siempre símbolos sexuales masculinos, a veces ligados con
ger sus frutos evidencia el temor de ser considerados parásitos. la agresividad verdadera o temida. Pueden demostrar para los
Verlo desnudo o moribundo puede significar el miedo de que el hombres simple deseo, pero también una tendencia al sadismo, y
progenitor desaparezca, pero asimismo revelar la existencia del para las mujeres deseo y miedo. Las armas, empuñadas por indivi-
famoso «complejo de Edipo», y lo mismo cabe decir del intento duos malintencionados, suelen presentarse en las visiones noctur-
de abatirlo. Las más de las veces, sin embargo, el árbol es un nas de las jovencitas.
símbolo sexual masculino (el tronco) o femenino (las hojas), cuan-
do no la representación de la sexualidad misma. El fruto no de- ARRUGAS
signa el niño, sino el semen, mientras que los capullos y las CABALA
flores figuran los órganos genitales femeninos o la virginidad. Aspecto agradable hasta una edad avanzada.
Subir a un árbol es sinónimo de deseo, y una caída deja transpa-
rentar a menudo un fracaso en el aspecto sexual. Los íncubos PSICOANÁLISIS
del autoerotismo se hacen vivos con la imagen de ramas arran- Las arrugas hablan del temor de envejecer, o también de no
cadas para los varones (miedo de la castración como castigo) y gustar ya a la persona amada. A veces indican el temor de su-
de flores desprendidas y marchitas para las mujeres (miedo de cumbir a las preocupaciones.
la frigidez y de la infecundidad).
AUTOMóVIL
ARCO IRIS CABALA
CABALA Normal: discretas noticias a punto de llegar. Auto en movi-
Comodidades, riquezas (es evidente la inspiración proveniente miento: una carta. Auto que nos espera: una buena carrera. Auto
de la antigua fábula del oro escondido donde surge el arco iris), de carreras: encuentros con mujeres.
o bien curación, cambio.
PSICOANÁLISIS
PSICOANÁLISIS Se ha notado que, desde hace algunos años, el auto se ha con-
Es uno de los poquísimos «sueños felices». Denota equilibrio, vertido casi exclusivamente en un símbolo sexual, cosa desde lue-
estado de paz interior, felicidad. Es el sueño de quien ha ganado go muy explicable por el papel que el coche ha asumido en el
una gran batalla con el mundo o consigo mismo, de quien ha campo de las relaciones amorosas o... casi. Sueña carreras en
realizado un ardiente deseo o está seguro de poder realizarlo. automóvil el joven deseoso de experiencias eróticas (la embria-
guez de la carrera corresponde a menudo a un estado de excita-
ARENA ción), queda impresionado por la vista o por el temor de acci-
CABALA dentes el hombre que teme desagradables complicaciones de di-
Inquietud. versos géneros y persigue afanosamente un coche el sujeto obse-
sionado por la idea de fracasos o de la impotencia. En las muje-
PSICOANÁLISIS res estos sueños son bastante más raros y a menudo están li-
Tenderse voluptuosamente en la arena cálida, en verano, o ju- gados con el temor de la maternidad. Las muchachas que se ven
gar con arena, revela deseos sexuales. Caminar fatigosamente por en un coche del que quisieran bajar y no pueden, manifiestan así
la arena significa temor de no alcanzar la meta que nos propo- un miedo, más o menos inconsciente, de los engaños o de las
nemos, mientras que la molestia que proporciona notarse arena violencias masculinas.
debajo de las ropas, sobre la piel, delata un estado de desaso-
siego que puede tener varios orígenes. AVERíAS
CABALA
ARMAS Fortuna.
CABALA
Litigios, procesos. Ver muchas: daño.
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 209
208 PETER KOLOSIMO

PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
En esta Era nuestra «a cuatro ruedas», soñar que tiene una El baile tiene, en sueños, referencias casi exclusivamente se-
avería el motor del coche propio en el momento menos oportuno, xuales. Los fenómenos de condensación y de deformación du-
es más que fácil. La visión indica escasa confianza en las propias rante la danza delatan el temor de que una relación amorosa no
posibilidades y en los hombres también miedo de la impotencia. concluya del modo deseado o desaprobada por quienes nos rodean.
Un psicólogo americano, J. McGregor, sostiene que los sueños Un hombre que sueñe bailar con otro hombre se sentirá envile-
referentes a cualesquiera averías tienen hoy una frecuencia im- cido o disgustado. Así es como se evidencia el miedo de la homo-
presionante y contribuyen a demostrar los deplorables influjos, sexualidad. Bailando con otra mujer, por el contrario, una chica
en la psique, de nuestra civilización supermecanizada. McGregor siente a menudo una intensa satisfacción. Aquí su pudor ha «dis-
ha trazado incluso una lista de las «averías oníricas» más frecuen- frazado» al joven con quien desea tener más estrechas relaciones.
tes, lista que, aunque no sea aceptada... a ojos cerrados por sus El temor de la homosexualidad sale en cambio a la superficie,
colegas, tiene al menos el valor de ser divertida. Se lee en ella, para ella, cuando se encuentra bailando con una pareja que la
por ejemplo, que soñar una avería del coche en pleno campo in- fascina y, al mismo tiempo, la espanta. Los raros sueños de este
dica apetitos sexuales (nótese la analogía con los fingidos acciden- tipo que no tienen significado sexual reflejan afán de éxito o
tes ya proverbiales: «Una panne, querida... Lo siento, pero no deseo de conciliación con el partner onírico.
podemos continuar...») y una avería en el televisor denota anhelo BASTóN
de evasión del habitual quehacer doméstico, mientras que una
avería en la lavadora delata una mentalidad «aséptica» y una en CABALA
el teléfono el deseo de no volver a oír hablar nunca más del pro- Tenerlo en la mano: tristeza. Apoyarse en él: enfermedad. Gol-
pio cónyuge. pear a alguien: dominar.

AVIONES
PSICOANÁLISIS
CABALA Los bastones se presentan a menudo en sueños y su significado
Anuncian visitas y traen noticias (malas si se trata de bom- es análogo al de las armas. Si se trata de bastones nudosos, de
barderos). Los aviones a reacción indican rápidas resoluciones. garrotes, la simbología es afín a la propia del árbol. Largas ver-
¿Reactores en la cabala? Exactamente. Los «magos del sueño» si- gas sutiles, baquetas, pueblan a veces los sueños de los masoquis-
guen el progreso, aunque sólo sea de esta manera muy discuti- tas, pero con frecuencia son sustituidas por señuelos (lápices, re-
ble. En sus pesadas obras se habla incluso de física nuclear glas, etc.). Cuando las referencias sexuales quedan excluidas, los
(«grandes novedades»), de telematch («fortuna») y de misiles bastones indican afán de poder o miedo, a tenor del contexto
(«dificultades»). onírico.

PSICOANÁLISIS BORDADO
Los vehículos aéreos denotan casi siempre anhelo de evasión y
deseos con frecuencia irrealizables. Si, en sueños, se está a bordo CABALA
de ellos y se tiene miedo, hay mucha indecisión en el carácter. Buena acogida en sociedad.
Detrás de esta visión hay a veces la tendencia a la infidelidad, al
adulterio, frenada por consideraciones morales. Según Freud, avio- PSICOANÁLISIS
nes, dirigibles y globos representan el órgano sexual masculino. ¿Os gusta bordar, amigas lectoras, pero os veis obligadas por
Está demostrado que las manifestaciones oníricas en el curso de el trabajo a descuidar ese hobby? Si lo practicáis en sueños, te-
las cuales se vuela son determinadas por sensaciones eróticas. néis un gran deseo de tranquilidad y de serenidad. Si, en cambio,
no tenéis una debilidad por el bordado, Morfeo os conducirá a
BAILE hacerlo de manera insatisfactoria, con el temor de errar y de pin-
CABALA charos. Ello es un síntoma del despecho que os atormenta, aun-
Amistad, éxito o herencia. Bailes modernos: visitas desagra- que no queráis admitirlo, por algo que no os sale bien. La sexuali-
dables. dad puede no ser ajena a visiones de ese tipo.
14-3.147
210 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 211

BRUJA que con la canicie se hace evidente el temor a envejecer. En la


CABALA mujer refleja el miedo de la menopausia. Por el contrario, si los
Asechanzas, trampas y peligros. cabellos se le caen a puñados o en masa (siempre en sueños, se
entiende) es por las preocupaciones que la afligen en relación con
PSICOANÁLISIS 9 la «regla» o en espera del primer parto.
Es un personaje que puebla de preferencia los sueños angus-
tiosos de los niños, y a este respecto podemos remitir a los lecto- CALLE
res a la voz «diablo». Ocurre con bastante frecuencia que un ado- CABALA
lescente se encuentre, en sueños, recurriendo a una bruja. Esta Calle ancha: buena marcha de los negocios, alegría y prospe-
visión delata su deseo de alcanzar un determinado objetivo aun ridad. Calle tortuosa: lo contrario. Calle concurrida: aflicciones.
a costa de emplear medios juzgados desleales.
PSICOANÁLISIS
CABALLO Habitualmente la calle no suele tener importancia en los sue-
CABALA ños, sino lo que sucede en ella o bien el paisaje en el que se
Soñar con un caballo es excelente augurio. Caballo blanco: espo- ve enmarcada. Típica es, sin embargo, la visión de una vía recta,
sa bella y virtuosa. Caballo bayo: gran alegría. Caballo negro: es- soleada, flanqueada de árboles, que se pierde en el horizonte, jus-
posa rica pero mala. Cabalgar: honores, dignidades y celebridad. tamente como en ciertas películas de Charlie Chaplin. Y es una
espléndida manifestación onírica, que evidencia deseos de mejora,
PSICOANÁLISIS de éxito, y lo fundamentado de las esperanzas propias.
Los significados que un caballo puede asumir en sueños van
siempre ligados a los recuerdos y a las impresiones del sujeto. CAMA
Para el que ha vivido la juventud en un lugar y una época en CABALA
que los nobles brutos todavía no eran una rareza, soñar con ellos Reposo, seguridad.
es indicio de una viva nostalgia del pasado. La influencia ejercitada
por las películas del Oeste no es en absoluto desdeñable. En este PSICOANÁLISIS
marco los psicoanalistas han hecho conocimiento con muchos En las mujeres, esta visión indica generalmente miedo de las
complejos de inferioridad e inconfesados deseos de evasión, que relaciones sexuales, disgusto proveniente de contactos no desea-
en el terreno sexual suelen tener un trasfondo sádico. Un estado dos o preocupación por una presunta preñez, temor del parto.
de excitación es casi siempre propio de quien sueña que cabalga. En ambos sexos se puede manifestar también de tal suerte la
Esto suele ocurrir en particular a las mujeres. aprensión por el estado de salud propio o de una persona querida.
Para Adán las yacijas oníricas reflejan a menudo el deseo de inti-
CABELLOS midad; para Eva casi nunca.
CABALA
Cabellos rizados: dificultades, dolores y ultrajes. Cabellos blan- CARCAJADA
cos: dignidades. Cabellos rubios: amistad. Cabellos negros: vo- CABALA
luptuosidad. Calvicie: pérdida de amigos. Alivio en una dolencia.
PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
Cuando los cabellos están en el centro de un sueño, no im- La carcajada en sueños suele expresar la satisfacción de un
porta que sean rubios, negros o rizados, pues todas las sensacio- deseo, pero recalca también la versión cómica que Morfeo da de
nes que suscitan en el soñador son importantes. No podemos ciertos problemas para satisfacernos. Es, por ejemplo, el caso
examinarlas ni siquiera aproximativamente, porque están dema- de quien ve al odiado jefe de oficina andar, engreído, por una
siado vinculadas a factores subjetivos. En la esfera sexual la caída calle concurrida, sin darse cuenta de que se ha dejado los pan-
del pelo delata muy a menudo, en el hombre, la existencia del talones en casa.
«complejo de castración» o el terror de la impotencia mientras
212 PETER KOLOSIMO
GUíA AL MUNDO DE LOS SUEñOS 213

CARRERA
CABALA es en mí donde pasa. Debo, por consiguiente, tener conciencia de
Suerte, riqueza. ello... La casa es también a menudo símbolo de la madre (seguri-
dad, dulzura de vivir, protección, etcétera), o de la mujer en gene-
PSICOANÁLISIS ral. Se observará, si se trata de una casa conocida o desconocida,
Aquellos sueños en los cuales nos vemos corriendo desespera- el estado en que se halla, lo que la rodea, etcétera.
damente son, en su inmensa mayoría, unos sueños angustiosos.
Corremos para intentar prevenir algo desagradable o para huir Podemos aceptar ambas tentativas de interpretación destacan-
de un peligro, y sucede con frecuencia que no se logra avanzar, do, sin embargo, que las más válidas son las... terceras, o sea
que se ve el camino cortado por obstáculos de toda clase y que aquellas que tienen en cuenta la peculiar situación en que se halla
se abren abismos o charcas bajo ios pies. Estas visiones noctur- el sujeto, dado que la casa puede prestarse a una infinidad de
nas son indicio de suma incertidumbre, de miedos exagerados, y coligamientos oníricos.
no es raro que anuncien o acompañen estados de agotamiento
nervioso. CASTILLO
CABALA
CARTA Visitas distinguidas y éxito dificultoso. Entrar en un castillo:
CABALA esperanza halagüeña.
Recibir una carta: promoción y fortuna. Escribirla: hurto.
PSICOANÁLISIS
PSICOANÁLISIS Aunque sucede raramente pensar en un castillo estando des-
Soñar que se ve llegar una carta significa muy a menudo de- piertos, los sueños acaban siempre, tarde o temprano, por condu-
sear en realidad recibirla o enterarse pronto, como fuere, de no- cir a una casa solariega que representa un poco todos los idea-
ticias que nos importan mucho. El temor de que tales noticias les de nuestra niñez iluminada por las mágicas luces de las fá-
no sean lo favorables que se quisiera, es expresado por la visión bulas. Los dragones, los fosos, las trampas, son los miedos, las
de cartas de tenor desagradable, de sobres orlados de luto, de amarguras; la desilusiones hacen inaccesible el castillo delatando
otros que no se pueden abrir o de otros más que, una vez abier- la desconfianza, la falta de iniciativa, la resignación. Cuando se lo-
tos, no contienen nada o contienen cosas poco agradables. El sue- gra entrar, se siente admiración, pero también un poco de temor.
ño de quien se ve obligado a escribir una misiva se presta, en Aquí es una prometedora fuerza de voluntad que se manifiesta,
cambio, a innumerables interpretaciones, dependientes todas de doblegada, no obstante, por algunas dudas que es necesario eli-
la situación y del estado de ánimo en que se encuentra el sujeto. minar.
Las cartas redactadas trabajosamente suelen denotar la resisten-
cia del soñador a llevar a cabo una acción determinada. CAZA
CABALA
CASA Ir de caza: acusación. Estar cazando: fatiga inútil. Volver de
CABALA cazar: ganancia segura, alegría.
Casa sólida: amor. Casa pequeña: alegría y tranquilidad. Casa
grande: dolor. PSICOANÁLISIS
Verse empeñados en un safari o hasta tan sólo en busca de
PSICOANÁLISIS caza mayor, es un sueño típicamente masculino. En los adoles-
Cada edificio, según Freud, simboliza el cuerpo humano, el centes ello nos habla de su natural inquietud, del afán de eva-
masculino si es liso y el femenino si tiene balcones y otras pro- sión, mientras que en los adultos revela insatisfacción (sexual o
tuberancias. Los que intentan «desexualizar» el psicoanálisis afir- no), tormento interior y a veces deseos de venganza. Visiones de
man que a la casa se la ve más bien como nuestra psique esta clase pueblan también las noches de los terribles pederastas,
de los exhibicionistas y de los voyeurs. Eva sueña en cambio ser
Lo que pasa en la casa de mi sueño —escribe el francés Real— cazada, delatando también con ello notables aprensiones concer-
nientes a las relaciones con Adán.
"

214 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 215

CEPILLO PSICOANÁLISIS
CABALA Cuando el sueño no depende de causas físicas (a menudo es
Tristeza. determinado tanto por el hambre como por una gran indiges-
tión), revela deseos insatisfechos de varia naturaleza, sin excluir
PSICOANÁLISIS el que menciona, con las mandíbulas en movimiento, el compila-
En los sueños femeninos evidencia sujeción con respecto a los dor de nuestra cabala, que abriga evidentemente poca confianza
hombres y deseos insatisfechos en los cuales el mundo masculino en la rectitud del prójimo. Las visiones en las cuales nos llevamos
tiene una gran parte. Otros significados pueden inferirse remitién- a la boca algo que a la vista parecía apetitoso y luego resulta
dose a las voces «limpieza» y «escoba». desagradable, evidencian el temor de decepciones. Masticar o en-
gullir con dificultad suele ser señal de escasa adaptación a las
CERRADURA condiciones propias. Soñar que se está obligado a comer sin ganas
CABALA significa a menudo ser esclavos del papel innatural que no nos ha
tocado representar.
Cuidado con los ladrones.
PSICOANÁLISIS CUADERNO
Para el hombre es un símbolo sexual femenino. Tratar de abrir CABALA
una cerradura, de forzarla, sin lograrlo, evidencia el deseo de lle- Carácter no firme.
gar al abrazo, pero carga el acento a la par en la timidez y la
temida impotencia. Las mismas acciones cumplidas por una mu- PSICOANÁLISIS
jer resultan, en cambio, del deseo de penetrar un secreto o de Soñar que se encuentran los cuadernos escolares equivale a
un anhelo de evasión. confesar una gran nostalgia de la primera juventud. Si, no obs-
tante, el descubrimiento causa desasosiego, es el miedo de ser
CITA inmaturos o de mostrarse como lo que se hace vivo. También
CABALA ocurre abrir los cuadernos y ver tan sólo páginas en blanco. En-
tonces se quisiera borrar el pasado, empezar una vida nueva. Los
Pérdida de tiempo. cuadernos que se han vuelto ilegibles, sucios, manchados, cons-
PSICOANÁLISIS tituyen a veces un indicio valioso diciéndonos cómo el origen de
En sueños, las citas se concluyen casi siempre con una decep- ciertos caracteres negativos de nuestra personalidad han de bus-
ción: o la persona esperada no llega, o llega y se transforma en carse en la niñez.
otra que no nos importa nada (pero que también puede inspirar-
nos odio o miedo) o que, encontrándola, comprobemos que no CUADRO
nos hace caso. Esta situación onírica, bastante frecuente, simbo- CABALA
liza unos deseos irrealizables, aspiraciones decepcionadas, inde- Goce espiritual, alegría. Pintar: honores y provecho.
cisiones. Debería a menudo incitarnos a reforzar la voluntad, a
tener más confianza en nuestras fuerzas o (si la cita soñada es PSICOANÁLISIS
de veras inimaginable en el plano real) a no abandonarnos a fan- El significado de los sueños en que aparecen cuadros ha de
tasías absurdas. buscarse en el contenido de éstos. Quien, de todos modos, se de-
tiene con placer a admirar pinturas, tiende a consolarse con la
fantasía y con frecuencia a huir de la realidad. Y las mismas co-
COMER
CABALA sas, acentuadas, se desprenden de las visiones en las que nos en-
contramos transformados en artistas del pincel.
Triunfo, bienestar. Visión de las mandíbulas en movimiento:
nombramiento de consejero de administración de alguna conspi-
cua Sociedad. CUMBRE
CABALA
Posición social elevada. O que una mujer piensa con ella.
216 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 217

PSICOANÁLISIS tarse a la realidad o la insatisfacción por la vida que se está obli-


La cumbre de una montaña representa una meta importante gado a llevar.
que hay que alcanzar. Llegar a ella siempre es buena señal, ya
que de esta visión se transparenta, además del deseo, una consi- DIABLO
derable fuerza de voluntad. Los aspectos débiles de la personali- CABALA
dad han de buscarse, en cambio, cuando (y es un caso frecuente), Con cuernos, garras y cola horcada: tormento, desesperación.
apenas llegamos a la cima, nos precipitamos abajo.
PSICOANÁLISIS
DESAPARICIóN Tenga o no cuernos y todo el resto, Belcebú da (por una vez)
CABALA razón a la cabala, al menos cuando aparece para turbar los sueños
Hurto inminente. de un niño. Revela del modo más elocuente la atmósfera de te-
rror en que vive el pequeño, sus injustificados remordimientos, los
PSICOANÁLISIS miedos irracionales que amenazan con trastornar su vida entera.
La desaparición de una persona o de un objeto, en sueños, re- El diablo de los sueños infantiles debería exhortar a padres y edu-
fleja siempre una desilusión o el temor de la misma. La desapa- cadores a cambiar inmediatamente de sistemas. A los adultos
rición súbita de símbolos sexuales refleja miedo, timidez, vergüen- cuya religiosidad roza la superstición, el «clásico» Satanás habla
za y sentido de inferioridad si se manifiesta en esta esfera. de «complejos» de cuya existencia, de todos modos, ellos se ne-
garían a dar constancia. El diablo tentador es sinónimo de des-
DESNUDEZ confianza en sí mismo, de temor de las propias debilidades, mien-
CABALA tras que el que se muestra conciliador, sino francamente amisto-
Vergüenza pública. so, demuestra la tendencia o el deseo de ver disminuido el al-
cance de algo de lo que nos sentimos culpables.
PSICOANÁLISIS
La más simple y clara definición genérica es la de Pierre Real DIENTES
que escribe: CABALA
Representan los padres y los mejores amigos. Bonitos y blan-
Es un sueño muy corriente. El sujeto se ve desnudo mientras cos: alegre destino. Perderlos: muerte de algún pariente.
camina por unas calles animadas ante la mirada burlona de tos
transeúntes, o, también, los viandantes no hacen ningún caso de PSICOANÁLISIS
su desnudez. Naturalmente, se trata de una atmósfera interior. En la mujer, soñar que se pierden los dientes quiere decir
El sueño significa que el sujeto «se siente desnudo a los ojos de que se teme envejer, no ser suficientemente atractiva, no llegar
los demás». Esto quiere decir que está amenazado por complejos, a satisfacer al partner. Durante el embarazo suele ser la idea de
el más común de los cuales será un sentido de inferioridad o una un parto doloroso lo que se manifiesta con esta visión. En el
timidez muy pronunciada. En otras palabras, la persona se en- hombre se ponen en evidencia el «complejo de castración» y el
cuentra al descubierto ante las miradas despiadadas del próji- miedo a la impotencia. La extracción de dientes tiene para Adán
mo. De la desnudez hablamos también en la voz «mujer» y, de significados análogos, mientras que para Eva simboliza el temor
un modo más amplio, en el curso de nuestro tratado. de la violencia carnal, de la pérdida de la pureza, o bien de un
aborto.
DESPERTADOR
CABALA DIFUNTO
Peligro próximo. CABALA . 0 ,
Buen presagio, amor de una gran señora, herencia. Serlo: en-
PSICOANÁLISIS vidia de falsos amigos. Hablar con uno: longevidad. Difunto que
El timbre del despertador que se oye en sueños es casi siem- no habla: muerte.
pre un ruido real deformado. Denuncia la incapacidad de adap-
218 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 219

PSICOANÁLISIS Dios
Es lógico que encontrar en sueños a un difunto produzca cier- CABALA
ta impresión. Precisamente por esto, por la profunda huella deja- Consuelo y alegría.
da en nuestra mente, los sueños de esta clase se recuerdan más
que los otros. Naturalmente, las pueriles necedades de la cabala, PSICOANÁLISIS
elaboradas con una burda aplicación de las «leyes» de las simi- Es un sueño rarísimo. Puede denotar tanto una espantosa se-
litudes y de los contrastes, agitan aún más los nervios de los guridad en sí mismo como una gran paz interior.
desprevenidos que se fían de aquélla. En realidad, y en la inmensa
mayoría de los casos, soñar con un difunto evidencia una simple DISPARO
nostalgia de un momento del pasado, del tiempo en que la per- CABALA
sona aparecida estaba aún con vida (estas visiones no suelen te- Enfermedad.
ner nada de triste; al revés, se presentan en una agradable at-
mósfera onírica) o la insatisfacción por la propia existencia ac- PSICOANÁLISIS
tual y el deseo inconsciente de retroceder en el tiempo (aquí se Según Kemper, Weiss y otros eminentes profesores (cuyas ob-
siente a menudo en sueños una dulce melancolía), o un fuerte servaciones, basadas en el examen de un gran número de casos,
complej'o de culpabilidad. Éste es el caso más frecuente, y las vi- nos parecen absolutamente atendibles), un disparo oído en sueños
siones adquieren un carácter alucinante, pavoroso. Parece de veras es siempre el «reflejo onírico» de un ruido real. Su significado,
que el muerto salga de la tumba para reprender y amenazar al por consiguiente, es totalmente omisible.
vivo. Esto no quiere decir, sin embargo, que el complejo de cul-
pabilidad esté directamente ligado a la figura del fallecido. Ésta, DOLOR
al contrario, hace a menudo función de «señuelo» a determina- CABALA
das situaciones, como hemos visto en el curso de nuestro tratado. De corazón: enfermedad. De dientes: curación. De oídos: pa-
labras maliciosas. Dolores de parto: muerte.
DINERO
CABALA PSICOANÁLISIS
Manejarlo: engaño. Gastarlo: disgusto. Encontrarlo: suerte. El sueño de un parto doloroso se presenta a menudo a las mu-
jeres atemorizadas por la idea del feliz suceso, por el pensamiento
PSICOANÁLISIS de una maternidad no deseada o aun sólo de las relaciones se-
Dado el valor que en nuestra sociedad se atribuye al dinero, es xuales. El dolor físico sentido en sueños refleja casi siempre un
obvio que éste se convierte en el símbolo onírico para algo de sufrimiento real o está determinado por una mala postura tomada
valor que se desea poseer sin atreverse a confesarlo. Se trata al dormir.
a menudo del objeto de un drama sexual. El subconsciente, por
ejemplo, puede tener escrúpulos de presentar en la pantalla de EMBRIAGUEZ
Morfeo al marido de la amiga por el cual la honesta señora se CABALA
siente atraída y lo transforma en moneda contante y sonante. Aumento de fortuna. O locura.
¿Qué mal hay, en efecto, en desear una buena hucha? Encontrar
dinero en los sitios más inesperados y tener miedo de ser sor- PSICOANÁLISIS
prendido apropiándose de él, es un sueño de los indigentes, pero El extraño sueño en el cual nos sentimos embriagados (y se
también de quien mantiene relaciones ilícitas y de los mucha- trata siempre de una borrachera alegre, risueña), suele tenerse a
chos llegados a los primeros descubrimientos o a las primeras consecuencia de haber tomado ciertos medicamentos. Es rarísimo
experiencias amorosas. Ocurre también perder dinero en sueños, el caso en que se presente espontáneamente. Cuando acontece, de-
y esta manifestación onírica suele ir acompañada de una sensa- muestra insatisfacción por el propio estado y anhelo de evasión
ción angustiosa que delata el temor de perder algo conquistado o disimula cierta tendencia a placeres inconfesables.
con dificultad: una persona, un objeto, un afecto a los que se
otorga particular importancia.
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 221
220 PETER KOLOSIMO

tación onírica y del estado de ánimo del protagonista. La escalera


ENEMIGOS de caracol simboliza a menudo un círculo vicioso, la sospecha de
CABALA estar empleando las energías propias para algo que conducirá a
Pena y reveses de fortuna. Charlar con los propios enemigos: bien poco. Para las mujeres, una escalera de mano representa
recelo saludable. Vencerlos: éxito judicial. Matarlos: placeres, con frecuencia la incertidumbre.
alegría.
ESCENARIO
PSICOANÁLISIS
CABALA '
Entre los protagonistas de los sueños, los enemigos son gene-
Tendencia inmoderada a los placeres.
ralmente los que hablan un lenguaje más claro. Soñar que se
vence a los adversarios significa que se espera realmente derro-
PSICOANÁLISIS
tarlos, ser ganado por ellos delata el miedo de sucumbir y hablar-
El sueño en el cual se está en un escenario sin ninguna prepa-
les amistosamente denota deseos de pacificación. Si una persona
ración, en un total desconcierto, a veces con ropas que parecen
amiga se nos muestra hostil, abrigamos hacia ella odio o antipatía
ridiculas, es típico de los tímidos. El que se presenta en las can-
(aunque sea inconscientemente) o tememos perder su amistad.
dilejas eufórico, seguro, sueña con el éxito. Asistir a la represen-
tación de una obra teatral denota a menudo un talante demasiado
ENFERMEDAD
receloso; otras veces, sin embargo, el significado de esta mani-
CABALA festación onírica ha de buscarse en el espectáculo.
Melancolía y cautividad.
ESCOBA
PSICOANÁLISIS
La enfermedad de una persona querida puede revelar las apren- CABALA j
siones que se abrigan acerca de sus condiciones físicas, pero asi- Buenas noticias en perspectiva. Barrer: triunfo.
mismo refleja escrúpulos, remordimientos (el disgusto que ello nos
produce lo consideramos un castigo que nos es infligido por nues- PSICOANÁLISIS
tra mala conducta), en tanto que nuestros achaques oníricos de- Las escobas vistas en sueños pueden constituir tanto un llama-
nuncian, sea por preocupaciones concernientes al propio estado miento a la vida doméstica (insatisfacción, aburrimiento, escasa
de salud, sea por unos defectos de la personalidad, una gran timi- propensión a las labores caseras) como el deseo de desembarazarse
dez en primer lugar. Soñando que nos vemos obligados a guar- de cosas ingratas. Las escobas que se transforman en bastones ha-
dar cama, a veces intentamos consolarnos de las dificultades co- blan de decepciones conyugales. Más corrientes son los sueños en
tidianas. Así revivimos, en efecto, las enfermedades de la niñez en los cuales se está barriendo dinero o usando la escoba en la calle
el curso de las cuales fuimos amorosamente cuidados y mi- con profunda vergüenza. Lo primero evidencia lamentos y aspira-
mados. ciones inútiles y lo segundo el temor de ser disminuidos a los
ojos del prójimo.
ESCALERA
ESPEJO
CABALA
Subirla: honor. Bajarla: perjuicio. Escalera de caracol: lento CABALA
pero seguro logro. De mano: provecho. Traición.

PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
En sueños es frecuente encontrarse ante un espejo que pro-
La forma de los peldaños (demasiado altos, bajos y cómodos,
duce una sensación de extraño desasosiego y en el cual se evita
muy estrechos y así sucesivamente) nos dan a conocer la im-
mirarse. Esto quiere decir que tenemos miedo de mirar en noso-
portancia que el soñador concede a las dificultades y revela la in-
tros mismos, que tememos descubrir en el fondo de nuestro Yo
tensidad de sus deseos. La bajada puede tener diversos significa-
imágenes muy poco gratas o francamente desconcertantes. Una
dos. Puede denotar, por ejemplo, disposiciones a la renuncia, pero
confirmación de la exactitud de esta interpretación nos viene de
asimismo combatividad, todo depende del contexto de la manifes-
222 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 223

las escenas oníricas durante las cuales, al echar un vistazo en la EXEQUIAS


superficie reflejante, no vemos nuestra figura. Todo cuanto nos es CABALA
dado observar simboliza deseos o miedos inconfesables. En el Exequias de un pariente o de un amigo: honor, riqueza, he-
espejo del sueño pueden aparecer también cosas agradables. Cuan- rencia o matrimonio ventajoso. Exequias de un desconocido: ma-
do esto sucede, tratamos de ilusionarnos, de engañarnos, de en- ledicencia, enredos.
contrar satisfacción en algo que no poseemos realmente.
PSICOANÁLISIS
ESTATUA Con las exequias del progenitor de] mismo sexo se manifiestan,
CABALA en la inmensa mayoría de los casos, el «complejo de Edipo» o el
«de Electra». Puede darse el caso de que también sean los remor-
Tristeza.
dimientos los que hagan evidente el deseo de enterrar el pasado o
PSICOANÁLISIS de eliminar una situación enraizada en el pasado. La interpreta-
La sensación que se tiene en sueños sintiéndose transformados ción está ligada a las experiencias y a los sentimientos del sujeto.
en estatua es horrible y delata un miedo particularmente fuerte Cuando, en sueños, es el cónyuge o uno de los hijos el inhumado,
que no es raro determinen hechos sexuales. A veces se manifiesta las cosas van mucho peor. A tenor del estado de ánimo del soñador,
hay por medio un odio tan profundo que escalofría, uno de los
así el temor de la frigidez. Si se está abrazando a una estatua se
más atormentadores complejos de culpabilidad. Está claro, en
demuestra un deseo cuya realización es juzgada ardua o impo-
este último caso, que el sujeto es afligido, en el inconsciente, por
sible.
la certeza de condenar a una suerte muy poco agradable al pa-
ESTRELLAS
riente. Y lo mismo cabe decir en las visiones de fosas, catafalcos,
ataúdes, adornos funerarios. ¿Asistimos, en sueños, a las exequias
CABALA
de un desconocido? Bueno, nunca se trata de un desconocido por-
Prosperidad, buenas noticias, éxito completo. que aquí actúa, sin asomo de duda, el proceso de mimetización.
PSICOANÁLISIS Tenemos miedo, esto es, de dar un rostro al fulano que va hacia
La visión de un hermoso cielo estrellado es prerrogativa de el camposanto. Pudiera ser una persona que nos avergonzamos
las almas románticas. Suele ir acompañada de una sensación de de desear muerta, pero podríamos ser también nosotros mismos,
dulce melancolía y refleja una vehemente necesidad de amor, de en cuyo caso el ataúd esconde un potente «complejo». Nos con-
ternura. viene, por lo tanto, sacar por las buenas al desconocido difunto,
identificarlo y tratar de establecer la causa del fallecimiento. ¿So-
ñamos, por último, que se celebran funerales por el ser querido?
EXáMENES
El director de escena de la macabra ceremonia son los celos («¡ Mío
CABALA
o de nadie!») o bien una inconsciente aversión hacia algún rasgo
Afanes e inquietudes. de su carácter o de su comportamiento.
PSICOANÁLISIS
Tarde o temprano nos ocurre a todos volver, en sueños, a los FANGO
bancos escolares o ante una severa cátedra. No es que estemos CABALA
llamados por la vida a sufrir una auténtica prueba. Cuando esto Seguridad. Si el fango resulta de detritos orgánicos: dinero,
sucede, Morfeo nos consuela dándonos la ilusión de haberla supe- ventaja.
rado o si nuestros obstáculos interiores son demasiado notables
puebla el sueño de pesadillas. La visión delata un momento de PSICOANÁLISIS
debilidad, de falta de confianza en las fuerzas propias. Es un sue- El sueño en el cual se está caminando por una calle fangosa
ño muy importante, ya que una indagación efectuada a tiempo con un temor excesivo de manchar los zapatos, las medias o el
cuando se presenta, puede permitirnos identificar el lado débil de vestido refleja el miedo de que un accidente trivial revele algo
nuestra personalidad. cuyo secreto se quisiera mantener (una tendencia discutible, una
flaqueza, hasta tan sólo una inocente mentira). Avanzar trabajosa-
224 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 225

mente por un mar de fango, quedar inmovilizados en él es, en GATO


cambio, un síntoma de morbosa timidez. Puede ocurrir también CABALA
que el fango esté formado por detritos orgánicos y en este caso,
Hurto, fraude.
como cuando aparecen materias excrementicias, el sueño es in-
dicio de un pudor exagerado, sobre todo si se repite con cierta PSICOANÁLISIS
frecuencia. Es, desde luego, una herencia infantil, dejada por Es casi siempre símbolo de feminidad, y no tienen por su-
una educación a la limpieza y a la decencia no muy apropiada. puesto necesidad de particulares comentarios los sueños de los
jóvenes que se ven mimando a un felino, o intentando capturarlo
FANTASMA
con diversos señuelos. En las visiones nocturnas de Eva los gatos
CABALA intervienen a menudo denunciando admiración, confianza o des-
Consuelo y alegría. confianza de sí mismas, a tenor de las circunstancias. Quien tiene
tendencia al fetichismo no es raro que sueñe que está acarician-
PSICOANÁLISIS do a un gato, pero también que él es arañado por el felino, lo
Contrariamente a lo que cabría pensar, esta visión no tiene cual revela el miedo de que la perversión pueda dar lugar a de-
nada que ver con la aparición de difuntos en sueños. Si el fan- sagradables consecuencias.
tasma se presenta en forma de larva transparente, evoca un re-
cuerdo ingrato o sentimientos de odio, de rencor, uno y otros li-
GENTíO
gados a la figura del espectro» (aunque casi siempre se trata de
Cólera, litigio.
una persona viva). Si, en cambio, el fantasma se envuelve en la
clásica sábana, se trata de un proceso de mimetización. El sudario
PSICOANÁLISIS
oculta un rostro que no deseamos que nos sea revelado.
La visión de uno mismo sumergido, sofocado por el gentío, es
una abierta confesión de incapacidad de dominar los aconteci-
FUEGO
mientos, de debilidad, de pánico. Un sueño que a menudo se pre-
CABALA senta a los tímidos es aquel en que se encuentran teniendo en un
Gran fuego: espléndido festín. Fuego pequeño: alegría, abun- puño a una masa de personas que luego se revuelve contra ellos o,
dancia. de todos modos, los embiste y se los traga. Aquí se ponen de ma-
nifiesto primero el deseo de imponerse y luego la amarga com-
PSICOANÁLISIS
probación de la imposibilidad de conseguirlo. Tratar de acercarse
Sea grande o pequeña, una llama a la que nos acerquemos en
a una persona y verla desaparecer entre la multitud, evidencia la
sueños denuncia siempre un vehemente deseo de calor humano,
aspiración de conquistar o reconquistar su simpatía y el temor
de ternura. El significado sexual atribuido al fuego por algunos
de no lograrlo.
psicoanalistas «de observancia freudiana» debe ser excluido, al
menos en sentido riguroso, como han demostrado experimentos
efectuados recientemente en Escandinavia. Tan sólo las visiones GITANOS
en las cuales el soñador está atizando el fuego puede tener rela- CABALA
ción con la esfera erótica. Cuando no se trata de deseos de vengan- Inconstancia de carácter.
za, revelan tendencia al sadismo. Sentirse amenazados por las lla-
mas denota, por el contrario, miedo de afrontar una empresa que PSICOANÁLISIS
se sabe que no es conducida con excesiva honradez o lealtad. Avan- Los gitanos que aparecen en sueños, siempre furtivos o amena-
zar impunemente entre las llamas, por último, refleja o una firme zadores, según el socorrido clisé, revelan el temor de engaños, de
decisión de superar los obstáculos o un anhelo ardiente de alcan- enredos. Las caravanas gitanas, por el contrario, simbolizan un
zar la meta que sea. anhelo de evasión que al principio se cree destinada a seguir sién-
dolo. Los cíngaros violinistas (los famosos tziganes) delatan un
alma demasiado romántica, demasiado inclinada a huir de la
realidad.

15 — 3.147
226 PETER KOLOSIMO
r GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 227

GUANTES
PSICOANÁLISIS
CABALA Es obvio que una habitación se hace importante, en sueños,
Honores, prosperidad, placer. sólo por el hecho que en ella se produce o por algún detalle que
induce al sujeto a fijar la atención en su ambiente. Para Freud
PSICOANÁLISIS la habitación es siempre un símbolo sexual, pero los psicoana-
listas modernos han establecido que un dormitorio refleja más los
Una mujer que se vea en sueños con las manos enguantadas temores vinculados a la idea de unas relaciones sexuales que un
incluso cuando las circunstancias son como para hacer el uso de deseo afectivo. Todos los ambientes agradables, acogedores, nos
esas prendas superfluo o ridículo, suele estar agobiada por la revelan historias de esperanzas decepcionadas o de aspiraciones
preocupación de ocultar defectos, imperfecciones verdaderas o su- a la serenidad, al bienestar. Los ambientes desagradables rezu-
puestas. Típico es el sueño de la recién casada que se encuentra man miedo, proyectan a menudo la pesadilla del retorno a un
en el tálamo con los guantes puestos y siente un miedo horrible pasado hecho de angustias y de miserias. Si al entrar en una
de tener que quitárselos. Estas visiones tienen para los hombres habitación, os encontráis inesperadamente ante vuestro amor de
un significado diferente y revelan un temor de que sea descubier- antaño, es posible que estéis atraído por él, aunque no queráis ad-
ta alguna mala pasada o de que alguna empresa no vaya como es mitirlo. Es igualmente posible, sin embargo, que su sombra os
debido y tenga consecuencias desagradables. Tanto para la mujer moleste. Quien sueña estar prisionero en una estancia es, sin
como para el hombre soñar que se debe efectuar un trabajo que duda, un ser débil, medroso, impresionable. No importa que, de
exige soltura de dedos (escribir, tocar, pintar, etcétera), con las pronto, las paredes desaparezcan y nuestro soñador se sienta li-
manos oprimidas en gruesos guantes, denota la existencia de un bre y contento. Se trata tan sólo de su buen deseo, que seguirá
complejo de inferioridad. siéndolo mientras no tenga fuerza de voluntad.
GUERRA HAMBRE
CABALA
Persecución. CABALA
Consecución de riquezas por el trabajo y el esfuerzo.
PSICOANÁLISIS
Para la mujer es, con mucha frecuencia, una manifestación PSICOANÁLISIS
del miedo de ver destruidas la propia paz y la felicidad, mientras Este sueño refleja a menudo un estímulo real. Cuando esto
que para el hombre puede reflejar un ansia de liberación a toda queda excluido, muestra un estado de insatisfacción cuyos oríge-
costa o una insana fiebre de destrucción. Los combates cuerpo nes o relaciones han de ser buscados en un período de particular
a cuerpo, sin embargo, hablan de conflictos internos, o bien de inquietud económica atravesado por el protagonista. La sensación
deseos y de temores propios a la esfera sexual. Los bombardeos de hambre en sueños puede asimismo delatar deseos inconfesa-
reflejan la ansiedad de quien se siente gravemente amenazado. Los bles. En este caso se manifiesta con cierta frecuencia y sigue sien-
soldados (y de este modo especial los oficiales) son símbolo de auto- do insatisfecha.
ridad. Pueden representar tanto al padre como a un superior o
la ley en general y hasta la moral. Las conflagraciones del sueño HARéN
que terminan con una pacificación o de una manera alegremente CABALA
absurda (los fusiles, por ejemplo, se transforman en flores o en
Leves contrariedades.
sombrillas) revelan el deseo de solucionar una desavenencia, ya
sea con otros o consigo mismo. PSICOANÁLISIS
Verse una «mujer entre mujeres» significa para Eva estar ten-
HABITACIóN tada por la idea de una organización económicamente ventajosa,
CABALA aunque ésta entrañe una renuncia al amor. A visiones de esta
Tranquilidad, serenidad. Entrar en una habitación: ganancia clase pueden no ser ajenos los celos o la homosexualidad.
segura. Dormitorio: inquietud íntima.
228 PETER KOLOSIMO
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 229

HERIDAS
CABALA se presenta con más frecuencia, nos encontramos en medio de
Desilusiones. un mar de hierba, invadidos por una sensación de nostálgica dul-
zura, o, tumbados en la hierba, la apretamos con las manos, hun-
PSICOANÁLISIS dimos el rostro en ella. Estas visiones y estas sensaciones nos di-
Tampoco este sueño tiene nada de común con otros cuyo sig- cen que estamos malgastando nuestra existencia haciéndonos es-
nificado pudiera parecer análogo (amputación, dolor, etc.)- A la clavos del conformismo, reprimiendo los impulsos más espontá-
herida de la visión nocturna corresponde una real (a la dignidad, neos y negándonos esa libertad a la cual aspiramos íntimamente.
al orgullo, a la susceptibilidad) o el miedo de que sea inferida y Somos viejos, aunque tengamos veinte años, y Morfeo nos invita
que sus consecuencias se tornen visibles. Suelen verse heridos, en a rejuvener mientras estamos aún a tiempo. Cuando, además, es-
sueños, hasta quienes temen contraer una enfermedad o exponerse tamos rodeados de hieba seca, suele ser demasiado tarde. Este
a accidentes. En las mujeres se manifiesta también así el miedo es un sueño típico de los vencidos, de los resignados que excluyen
de la desfloración o del parto o bien de algún suceso vinculado al a priori la posibilidad de un desquite.
ciclo menstrual.
HOMBRE
HERMANA CABALA
CABALA Si es soñado por un hombre: satisfación, alegría, salud. Si es
Fortuna. soñado por una mujer: insidias. Hombre desnudo: temor.

PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
¡Cuidado, amigas lectoras, con los sueños que tienen por pro- Una interpretación genérica no es posible. (Véase la voz «Mu-
tagonista a una hermana! Casi siempre, en efecto, hay de por me- jer».) Los hombres que aparecen en los sueños femeninos reflejan
dio un proceso de transposición, por medio del cual la próxima raramente deseos sexuales. Con mayor frecuencia hablan de com-
pariente toma sobre sí los temores, los deseos y las tendencias plejos de inferioridad, de envidias, de insatisfacciones, de rivali-
de la soñadora. A estas visiones nocturnas no son ajenas, a ve- dades.
ces, la nostalgia, el amor morboso, los celos y la envidia. Se trata,
generalmente, de manifestaciones oníricas que un psicoanalista lo- HOMICIDIO
gra descifrar con suma facilidad, pero que a menudo resultan in- CABALA
comprensibles a las interesadas, precisamente a causa de los sen-
timientos y los impulsos que se funden y se confunden en ellas. La Peligro de muerte para el que sueña.
aparición en sueños del hermano (o para un hombre de la her-
mana) está siempre ligada a hechos tan personales que no puede PSICOANÁLISIS
ser sometida aquí a examen. Raramente se mata por odio, en sueños, y cuando ello ocurre
se está en plena anormalidad. En la mayoría de casos se está a
HIERBA punto de asesinar a una persona que se ama o por la cual se sien-
CABALA te simpatía y se ejecuta o se está a punto de ejecutar esta acción
Verde: longevidad. Seca: enfermedad y muerte. con mucho pesar. No hay miedo. Ello significa tan sólo que que-
rríais matar en esa persona un lado del carácter o un aspecto del
PSICOANÁLISIS comportamiento que juzgáis negativo o que os desagrada. Quien
Freud nos presenta la hierba como un elemento onírico deci- sueña ser asesinado atribuye al homicida onírico escasa simpatía
sivamente sexual, símbolo de la feminidad, pero los datos reco- hacia sí mismo. Sin embargo, puede tratarse de una visión ori-
gidos por los modernos psicoanalistas, aun no demoliendo del todo ginada por un complejo de inferioridad o de culpa.
la opinión expresada por el gran psiquiatra austríaco, nos per-
miten poner bajo otra luz, indudable, los dos tipos de visión ci- HOSPITAL
tados con las insulsas definiciones cabalísticas. En el sueño que CABALA
Miseria, privaciones.
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 231
230 PETER KOLOSIMO

der algo que nos importa mucho. Si en vez de un par de tibias


PSICOANÁLISIS y fémures, se nos aparece francamente un osario, quiere decir
Conduce al hospital en sueños el temor de enfermedades, en que somos pesimistas a ultranza. La repetición de sueños análo-
general, y de imperfecciones y afecciones en particular, las preo- gos (incluidos aquellos donde abundan catafalcos, cementerios,
cupaciones derivadas del embarazo y también las relaciones físi- cortejos fúnebres) es propia de graves estados de depresión.
cas que dan lugar por algún motivo a perplejidad.
HUEVO
HOTEL CABALA
CABALA Pequeña ventaja.
Verlo significa tormento y envidia, sobre todo si es de lujo.
Buscarlo y encontrarlo: tranquilidad y alegría. Estar alojados en PSICOANÁLISIS
él: reposo, nostalgia y encuentros. A Eva los huevos le hablan de esperanzas matrimoniales, de
feliz maternidad y de goces familiares. Cuando se ven rotos, es el
PSICOANÁLISIS temor de no poder realizar estas aspiraciones lo que se revela.
Es un símbolo similar al de la casa. Aparece a menudo como Para Adán, expresan a menudo el miedo de fracasos sexuales o
un síntoma de incertidumbre, de inquietud. Puede expresar el an- de una paternidad no deseada.
sia varonil de acercarse a una mujer o el remordimiento femenino
después de una infidelidad proyectada o consumada. Es también HURACáN
un sueño propio de muchos hombres que íntimamente se aver- CABALA
güenzan de las relaciones sostenidas con prostitutas. Entrar en Pérdida de amigos. Si el huracán es muy violento: muchos ene-
un hotel lujoso, sin embargo, evidencia el deseo de una existencia migos. Árboles arrancados por el huracán: accidente sin conse-
mejor, mientras que encontrarse dentro, extraviados, significa a cuencias.
menudo sentirse atemorizados por una situación cualquiera o te-
mer ser decepcionados por una relación sexual. PSICOANÁLISIS
Si se está presenciando, tranquilamente, cómo arrecia un hu-
HUERTO racán, es el deseo (pero no siempre la posibilidad) de superar una
CABALA prueba difícil que se vislumbra. Si, en cambio, se siente pánico
Hallarse en un huerto: ataque por parte de un enemigo rico ante el desencadenamiento de los elementos, se temen castigos,
y poderoso, pero poco hábil. Trabajarlo: buen augurio. no raramente sobrenaturales. Cuidado, por último, si vuelan los
árboles. Los accidentes de la cabala no tienen nada que ver, pero
PSICOANÁLISIS pudiera ser un acusado «complejo de Edipo» el que se manifestase
Más que el jardín, el huerto es un lugar rebosante de alusio- con la complicidad de Morfeo.
nes sexuales fácilmente identificables. Y con la sexualidad tienen
que ver directa o indirectamente todos los trabajos que se efec- ÍDOLO
túan o se ven efectuar en un huerto. CABALA
Intención de cometer injusticias.
HUESOS
CABALA PSICOANÁLISIS
Huesos de muertos: penas y contratiempos. Huesos masculi- Que la aparición de ídolos en nuestras noches no sea ni mucho
nos: muerte de muchachas. Huesos de animales: malos negocios. menos excepcional, es un hecho que ya había despertado la curio-
sidad de Freud. A este género de visiones les atribuyó un significa-
PSICOANÁLISIS do netamente sexual remitiéndose a los símbolos fálicos de nues-
Si algo muere cuando soñamos huesos mondos (pertenezcan a tros remotos antepasados. Según el gran psiquiatra, el origen de
mujeres, hombres o animales) es la esperanza. Con visiones se- tales manifestaciones oníricas habría de ser buscado en los re-
mejantes, en efecto, nos decimos que es inútil hacerse ilusiones, cuerdos ancestrales o en ciertas expresiones amorosas (ser el ido-
expresamos desesperación, escepticismo y un atroz miedo de per-
232 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 233

lo de alguien, idolatrar, etc.). Los modernos psicoanalistas han tados como en un filme de cienciaficción representan adversarios
rectificado la versión freudiana, demostrando que los ídolos del temidos y despreciados o impulsos que tratamos de sofocar por-
sueño provienen muy a menudo de lecturas juveniles y represen- que chocan con nuestra moral. Aunque no sean insectos, podemos
tan algo a lo que el sujeto tiene apego o atribuye un gran valor. mencionar aquí las arañas, que pueblan con preferencia los sue-
Puede tratarse tanto de una persona como de una cosa o de una ños femeninos simbolizando las insidias de la vida sentimental.
situación. A veces no es ajeno a ello un sentimiento de profundo
respeto, de devoción o de temor reverente. La frecuente aparición INSPECCIóN
del símbolo denota timidez y sentido de inferioridad. CABALA
Curiosidad excesiva.
INFIDELIDAD
CABALA
PSICOANÁLISIS
Abuso de confianza, engaño, enredo. Es un sueño que se presenta tarde o temprano, con mayor o
menor frecuencia, a los que han tenido una experiencia de vida
PSICOANÁLISIS colectiva. Denota siempre el miedo de ver descubierto un secreto
Raramente, y tan sólo para las personas carentes de inhibicio- que se quisiera que permaneciese sin descubrir. Es aconsejable
nes (y de escrúpulos), una traición consumada en sueños refleja aquí un análisis profundizado, ya que al secreto en cuestión co-
la intención real de engañar al propio partner. A estas aventuras rresponde a menudo un punto flaco de la personalidad. De análogo
oníricas se les debe prestar, sin embargo, particular atención, ya significado son los sueños de registros, pues a ellos suelen ir li-
que suelen reflejar desasosiego, insatisfacción por el estado actual, gados también complejos de culpabilidad.
anhelo de evasión, y el deseo de ver modificado algún rasgo del
carácter o del comportamiento del ser amado. Acerca de tal deseo, IRA
un examen de la persona con la cual se sueña cometer infidelidad
puede proporcionar válidas indicaciones. Un engaño vinculado a CABALA
relaciones incestuosas suele reflejar tan sólo una aspiración más Logro de proyectos.
o menos inconsciente a volver al seno de la familia para hallar en
ésta afecto y comprensión. PSICOANÁLISIS
Sentirse iracundos en sueños (y se trata casi siempre de rabia
furibunda) equivale a confesarse a sí mismos la propio debilidad
INSECTOS
CABALA o la propia impotencia frente a determinados acontecimientos. Si
Excesiva severidad hacia el prójimo. Insectos repugnantes: nos encontramos desahogando nuestra ira contra una persona de-
oro y plata en abundancia. terminada, es a ella a la que atribuimos, conscientemente o no,
nuestros fracasos. No suele ser fácilmente reconocible, porque
PSICOANÁLISIS resulta de procesos de condensación, transposición o deforma-
A la primera definición de la cabala se adhiere (pero no es ción.
sorprendente, habida cuenta del sentido peyorativo que damos a ISLA
la palabra), nada menos que Freud. Nos dice que en sueños se nos
aparecen a veces como insectos hermanos, hermanas, hijos, pre- CABALA
cisamente porque los juzgamos con excesiva severidad, teniéndo- Abandono, soledad.
les casi por seres inferiores. Soñar la casa invadida de insectos
significa a veces temer los juicios del prójimo expresados a nues- PSICOANÁLISIS
tras espaldas. Los insectos voraces que nos atacan directamente Aquí la cabala se inspira en Robinson Crusoe, pero el verda-
son, en cambio, nuestros semejantes a quienes no podemos im- dero significado de este símbolo ha de buscarse... en el polo
ponernos, a pesar de considerarlos menos inteligentes y menos opuesto. Si cuando soñamos islas, éstas son, en la mayor parte
capaces que nosotros. Los tímidos conocen hasta demasiado bien de los casos islas de ensueño, rincones de paraíso, nos hablan de
estas visiones nocturnas. Los insectos que se nos aparecen agigan- anhelos de evasión, de deseos insatisfechos de viajes, de aventu-
ras, de experiencias, de nostalgias y de ilusiones. En su configu-
234 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 235

ración se encuentran también (especialmente los jóvenes) mu- PSICOANÁLISIS


chas alusiones sexuales. Tan sólo si nos vemos confinados en un Leer en sueños delata el deseo de penetrar un secreto, de co-
escollo desnudo, siniestro, con el corazón atenazado por la an- nocer las entresijos de un hecho o el pensamiento de un individuo,
gustia, interviene la soledad. Éste es, en efecto, un típico sueño sus intenciones y los aspectos ocultos de su personalidad. Lo que
nacido de la timidez y de la desesperación consiguiente a tal se lee puede facilitar indicaciones más detalladas. Habitualmente,
estado. sin embargo, nos esforzamos vanamente en recordarlo. La lectura
de un libro conocido va ligada a su contenido o a circunstancias
JUEGO en las cuales el volumen tuvo parte. Quien hojea un periódico
CABALA y recorre los titulares, espera, las más de las veces, la favorable
Juegos inocentes: suerte en los negocios. Juegos de azar: ven- conclusión de una empresa o una respuesta agradable.
taja de los enemigos. Ganar: victoria o pérdida de amigos. Per-
der: pérdida o alivio. LENGUA
CABALA
PSICOANÁLISIS Charla indiscreta.
Los juegos infantiles expresan siempre el deseo de escapar a
las preocupaciones o, de todos modos, de volver a un tiempo PSICOANÁLISIS
despreocupado y feliz como el (real o imaginario) de la niñez. Los El angustioso sueño de la lengua cortada refleja para Adán
juegos de azar, en cambio, ponen en evidencia el contraste exis- un acusado «complejo de castración» o un terrible miedo de la
tente entre la propia personalidad real y la que se querría po- impotencia, y para Eva el temor de la desfloración, a veces, y
seer. No es raro que hablen de desilusiones, humillaciones, frus- más a menudo, el del primer parto. Encontrarse con la lengua pa-
traciones. En los sujetos inclinados a la superstición revelan el ralizada, esforzarse en hablar sin conseguirlo indica, en cambio,
miedo del futuro. timidez. Quien sueña expresarse en una lengua extranjera puede
estar ligado por alguna nostalgia del país donde es usada. Si lo
LABERINTO hace con gente que no le entiende es que le asusta la incompren-
CABALA sión. Oírse, por el contrario, hacer uso de la palabra en un idioma
Disgustos, dificultades. Salir de un laberinto: victoria sobre desconocido, es síntoma de dudas y de recelos atormentadores.
los obstáculos.
LIGADURAS
PSICOANÁLISIS CABALA
Nos encontramos aquí ante el acta de acusación más brillante Servidumbre. Estar atados: tropiezos, estorbos. Atar a alguien:
extendida por Morfeo contra nuestra debilidad de carácter, nues- líos con la justicia. Nudos: embarazo. Hacerlos: pérdida de tiem-
tra falta de decisión y la tendencia a crear en nosotros mismos po. Deshacerlos: cosas superfiuas (?).
y a los demás problemas que podríamos evitar perfectamente. Las
paredes del laberinto onírico están empapeladas de todos nues- PSICOANÁLISIS
tros «pero», «si», «quizá». Las trampas y las apariciones pavoro- La expresión «tener las manos atadas» refleja perfectamente
sas simbolizan el temor a las consecuencias de nuestros actos. Si la esencia de los sueños en los cuales nos encontramos trabados
logramos, en sueños, salir del laberinto (pero esto no suele ocu- de movimientos. Se cree, con razón o sin ella, que alguien o algo
rrir), la situación es menos grave. Así se manifiesta, en efecto, la hace irrealizable lo que se quisiera efectuar. Cuando se está atan-
voluntad de reaccionar. do a otra persona es un deseo de triunfo o de conquista lo que se
manifiesta, deseo que también puede reflejar, por supuesto, el
LECTURA temor de no conseguir salirse con la suya. Quien deshace un nudo
CABALA querría librarse de una duda, de una preocupación, de un «com-
Sabiduría, o bien alegría, promoción, placeres efímeros, etc. plejo», o de unos tratos desagradables, y quien, por el contrario,
lo logra, espera ligar o (más a menudo) volver a ligar a sí a al-
guien.
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 237
236 PETER KOLOSIMO

LIMPIEZA
Luz
CABALA
CABALA Alegría y buenas noticias.
Embarazo o altercado.
PSICOANÁLISIS
PSICOANÁLISIS Encontrarse a sus anchas en un lugar iluminado denota con-
Estar efectuando una meticulosa limpieza (que habitualmente fianza en las propias fuerzas o deseos de tenerla. También en
no da resultado) evidencia el afán de liberarse de algo que a los este caso, de todos modos, se debería estar ya en el buen camino.
ojos del prójimo parece desagradable o censurable. Más frecuen- Pero si la iluminación da una sensación de incomodidad es el com-
te es el sueño de limpiar la cama que revela la preocupación por plejo de inferioridad lo que se evidencia. La llamita que se en-
mantener ocultos hechos relativos a la esfera sexual. Cuando se ciende de improviso en las tinieblas nos habla de una viva es-
lava con sumo cuidado o encarnizadamente las manos o el cuer- peranza, pero si la luz brilla lejos y se intenta alcanzarla sin lo-
po, tratando de borrar huellas que se resisten a desaparecer es grarlo representa la nostalgia de la infancia o una escasa confianza
que se quisiera quitar alguna culpa, verdadera o supuesta, a me- en las propias posibilidades. Puede ser también que se mueva
nudo igualmente vinculada a la actividad erótica. Esta última en la oscuridad o en la penumbra y que, de repente, la escena
manifestación onírica puede, sin embargo, denunciar asimismo te- quede inundada de luz. Entonces tememos que salga a relucir algo
mor de una enfermedad o de un contagio. que quisiéramos mantener oculto (una falta verdadera o supuesta,
un defecto, una inclinación, y así sucesivamente). Si, por otra
LOTERíA parte, se está incómodo en la oscuridad y se enciende una luz no
CABALA violenta, pero reconfortante (puede tratarse incluso de una lam-
Triunfo, fortuna, cosas buenas. parilla) es una esperanza lo que se manifiesta en nosotros.
PSICOANÁLISIS
LLANTO
Es difícil que quien ha soñado que jugaba a la lotería o presen-
CABALA
ciaba la extracción de números o su publicación se abstenga de
Júbilo, consuelo, buena noticia.
correr a la administración. Felicitaciones... pero hemos de preci-
sar que estas visiones reflejan sencillamente el deseo de ver re-
sueltas las dificultades propias con un golpe de suerte. Los nú- PSICOANÁLISIS
meros que aparecen suelen haber sido registrado en la memoria El llanto, tanto en sueños como en la vida real, va ligado a
durante el día. profundas emociones, a dolores, a decepciones. Pero cuando se
llora de alegría puede manifestarse así una grande y dulce nos-
talgia o la sensación de felicidad consiguiente a la satisfacción
LUNA
onírica de un deseo intenso.
CABALA
Noticias. Ir a la Luna: deseos desmedidos. LLUVIA
CABALA
PSICOANÁLISIS
Llovizna: ganancia y provecho para el labrador, pero impedi-
Ver resplandecer la Luna sobre un paisaje suave denuncia un
mento para el comerciante que la sueña. Lluvia recia y persis-
temperamento demasiado romántico. Es un sueño que debería
tente: peligros y pérdidas para los ricos y reposo y tranquilidad
poner en guardia contra las ilusiones. Si el escenario es espectral
para los pobres.
lo que se manifiesta es el miedo de la soledad. Soñar un viaje a
la Luna significaba, hasta hace algún tiempo, que se consideraban
irrealizables los propios sueños. Hoy, gracias a la astronáutica, PSICOANÁLISIS
una empresa onírica semejante revela a menudo anhelo de eva- Una lluvia lenta y continua que presenciamos a cubierto re-
sión. El sueño puede estar también ligado a los factores sexuales fleja tristeza, soledad, o esa dulce melancolía que proviene de
que hemos mencionado en la voz «Aviones». los recuerdos. Si un aguacero nos impide salir o acudir a una
cita, se manifiesta así la preocupación de que algo no anda por
PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 239
238

buenos cauces debido a una interferencia más o menos impre-


vista. Vagar bajo la lluvia, empapados, ateridos, es señal de des- MALETA
contento, de desazón, de falta de confianza en sí mismos (pero CABALA
este sueño puede también nacer de un estado febril o de una en- Abundancia. Y también inquietud.
fermedad). En la lluvia que cesa repentinamente hay muchas es-
peranzas, pero también muchas vanas ilusiones. PSICOANÁLISIS
Quien se ve haciendo una maleta sueña con una evasión impo-
MADRE sible. Quien lleva una maleta pesada, enorme, arrastra consigo un
CABALA secreto que le atormenta del cual debería liberarse. Quien, en
Seguridad, protección. cambio, se pasea con una maleta extraordinariamente ligera, va-
cía, teme las desilusiones o se deja convencer por el subconsciente
PSICOANÁLISIS de haberse embarcado en una empresa poco fructífera. Y, por úl-
Aquí el significado atribuido por la cabala a la aparición de la timo, quien se encuentra con que le han robado la maleta sospe-
propia madre puede ser aceptado, pero observando que se trata cha que alguien le explota o se propone quitarle algo valioso.
de un deseo, no de un presagio. La propia madre aparece raramen-
te en sueños, remplazada muy frecuentemente por símbolos, cosa M A N C H AS
que Freud atribuye a una especie de pudor inconsciente cuyo ori- CABALA
gen habría de buscarse en los «complejos» de Edipo y de Elec- Manchas en los vestidos: melancolía. Manchas en la cara: pró-
tra. En otras palabras, los varones estarían alejados de tal visión xima enfermedad.
onírica por el recuerdo inconsciente de un apego morboso a la
progenitura y las hembras por un sentido de culpabilidad (igual- PSICOANÁLISIS
mente inconsciente) originado por la convicción infantil de que Las manchas simbolizan siempre algo que da miedo o vergüen-
la madre aparecía como una rival en la conquista del amor pa- za como mostrar enfermedades, imperfecciones, defectos verdade-
terno. La moderna psicología nos dice, sin embargo, que si no ros o supuestos, debilidad y falta de personalidad. Típicos son, por
provocamos con frecuencia la aparición de quienes nos han dado ejemplo, los sueños en que aparecen manchas en el cuerpo dela-
la vida, se debe sencillamente al hecho que, de solicitarla, admi- tando el miedo de afecciones sexuales o de las consecuencias que
tiríamos nuestra total incapacidad de dominar los acontecimien- las mismas pueden tener. Las manchas en los vestidos demuestran
tos, reconociéndonos semejantes a niños necesitados de protec- en los jóvenes una sensación de angustia provocada por la falta
ción y de guía. Esta interpretación es convalidada por las averigua- de preparación para recibir la «regla» las niñas y las poluciones
ciones efectuadas por varios estudiosos europeos, los cuales han nocturnas los chicos.
comprobado que la aparición de la propia madre en sueños va li-
gada, en el ochenta por ciento de los casos aproximadamente, a MANOS
estados de incertidumbre y de necesidad particularmente graves. CABALA
Manos bonitas y fuertes: conclusión de un negocio importan-
MAGIA te. Mirarse las manos: enfermedad. Lavárselas: trabajo, inquietud.
CABALA Manos sucias: abuso de confianza, hurto. Manos heridas: deudas.
Manos cortadas: desgracias, pérdidas financieras.
Utilidad y ganancias.
PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
Suele ocurrir, en sueños, verse salvado de un peligro o llevado Las manos que de modo particular llaman la atención del dur-
a superar un obstáculo por arte de magia. Se trata de la tra- miente pueden asumir los significados más diversos, a tenor de
ducción onírica del dicho latino Spes ultima dea. Con estas visio- los gestos que hacen, de las conexiones de estos «primeros pla-
nes se evidencia la esperanza (inconscientemente viva hasta en los nos» con el contexto de la visión nocturna, con cuanto haya tur-
sujetos más inclinados al escepticismo) de que una intervención bado o impresionado al sujeto. Mirarse las manos (se hace a me-
sobrenatural pueda resolver situaciones aparentemente insolubles. nudo, en sueños, sin llegar a comprender el motivo) denota per-

i.i. •. .:-•• L
240 PETER KOLOSIMO
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 241

piejidad acerca del propio comportamiento. Las manos sucias,


MáSCARA
heridas o cortadas delatan siempre complejos de culpabilidad y
temores relativos a acciones que se consideran o se suponen in- CABALA
dignas, suplicantes, dañosas. No es raro que estas manifestaciones Falsedad, simulación.
vayan ligadas a contactos infantiles con los órganos sexuales o a
prácticas autoeróticas. Los mismos motivos pueden estar en el PSICOANÁLISIS
origen de los sueños en que uno se ve lavándose las manos. Aquí Llevar una máscara o camuflarse de algún modo expresa el de-
es evidente el deseo de hacer desaparecer huellas inquietantes. seo de ocultar a una persona o al prójimo alguna característica
nuestra que consideramos discutible o decididamente desagrada-
MAñANA
ble. Quisiéramos ser capaces de ocultárnosla a nosotros mismos,
además, cuando nos vemos enmascarados ante un espejo. Los in-
CABALA
dividuos enmascarados que se asoman a nuestros sueños son, en
Provecho, ventaja.
realidad, mujeres y hombres que conocemos muy bien, pero cu-
yas intenciones y comportamiento nos negamos a atribuirles en
PSICOANÁLISIS
las manifestaciones oníricas.
Las manifestaciones oníricas que tienen como fondo el alba o
la mañana suelen ir acompañadas de sensaciones agradables. Para
quien no ejerce actividades nocturnas estas visiones (que no es MATRIMONIO
raro que se relacionen con unas vacaciones) representan la com- CABALA
pensación a los «madrugones» de todos los días, a la aspiración Estar casado: tiempo feliz. Casarse: tristeza, melancolía.
al bienestar o a una mayor tranquilidad, el deseo de ver cambiar
el curso de nuestra vida. Los amaneceres lívidos, tristes, se repi- PSICOANÁLISIS
ten en los sueños de los individuos que padecen depresión y des- Es un sueño que se presenta casi exclusivamente a los solteros
confianza crónica, de uno y otro sexo para simbolizar (coherente con las incoheren-
cias de la cabala) tanto el deseo sexual como el temor de una ma-
MAR ternidad o de una paternidad indeseada conforme al estado de
CABALA ánimo que acompaña a la visión.
Mar azul ligeramente movido: alegría y felicidad en el desem-
peño de los propios cometidos. Mar en calma, con algunas velas: MIEDO
alegría y ganancia. Mar demasiado en calma: retrasos. Mar tem- CABALA
pestuoso: afanes, dolores, pérdidas. Descubrimiento de un secreto.

PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
A pesar de haber aclarado en la voz «agua» con los psicoana- En las visiones nocturnas, el miedo refleja siempre el que es
listas freudianos, el significado de algunas visiones nocturnas en real. No porque éste deba ser fundado (es más, muy a menudo
las cuales predomina el elemento líquido, consideramos oportuno no lo es en absoluto); si los sueños angustiosos se repiten, sin em-
reproducir el pensamiento de Jung sobre el mar: bargo, convendrá apelar a un especialista, dado que se está ame-
nazado por desequilibrios nerviosos que no pueden descuidarse.
El mar es el símbolo del inconsciente colectivo porque debajo
de los reflejos brillantes de su superficie encierra profundidades MONJAS
insospechadas. Es el lugar preferido por las irrupciones de los CABALA
más secretos movimientos del inconsciente y la profundidad del Conocimiento de gente piadosa. Hacerse monja: infidelidad
mar representa la profundidad del inconsciente mismo. amorosa.

PSICOANÁLISIS
Es un sueño que todavía se presenta a muchas niñas y par-
ticularmente a las educadas en ambientes religiosos. Tanto si se
16 — 3.147
242 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 243

ven hermanas como si se encuentran vistiendo hábitos monjiles, en las cuales figuran muebles reportan al ambiente doméstico con
son presas de un complejo de culpabilidad que tiene su base referencias que dependen en gran parte de las costumbres hoga-
en el temor de la «pérdida de la inocencia» y de sus consecuencias. reñas. Cabe decir que las sillas reflejan la postura asumida para
los problemas cotidianos. Sentirse incómodos en ellas denota
MONSTRUOS preocupaciones familiares o financieras. Las acciones que se de-
CABALA sarrollan alrededor de una mesa hacen alusión a situaciones aná-
Desgracias y grandes peligros. logas o bien a consultas, a discusiones. Cajones y armarios suelen
estar ligados a algún secreto cuya revelación se teme. La destruc-
PSICOANÁLISIS ción de los muebles, se produzca como se produzca, es señal de
Son casi siempre fruto del proceso de deformación, si bien discordia en familia, real o temida. Los traslados reflejan u n de-
pueden a veces configurar también la violencia de los instintos. seo de mayor bienestar o de cambios decisivos.
El francés Pierre Real escribe al respecto:
MUJER
Los monstruos de los sueños representan potentes fuerzas psí- CABALA
quicas, buenas o malas, energías profundas e inaccesibles. En sue- Mujer blanca: liberación. Morena: enfermedad peligrosa. Mu-
ños, la aparición de un monstruo impresiona siempre a un sujeto, jer que en sueños se ve hombre: dará a luz un varón que hará
porque éste se halla ante la imagen de lados oscuros o terrorífi- honor a la familia. Mujer desnuda: grandes disgustos.
cos de su vida.
PSICOANÁLISIS
Esta tesis es acogida por muchos psicólogos no freudianos, Los sueños cuyo centro es una mujer pueden ser lógicamente
pero se ha mostrado válida tan sólo en un número limitado de interpretados solamente teniendo en cuenta las relaciones que en
casos. realidad existen entre la persona soñada y el que sueña. Mujeres
desnudas se le aparecen con mucha más frecuencia a Eva que a
MONTAñAS
Adán y reflejan el deseo de gustar, de ser amadas. Las visiones de
CABALA este género acompañadas de sensaciones voluptuosas delatan una
Pena o viaje. buena dosis de narcisismo. Una hermosa chica desvestida habla
de deseo sexual tan sólo a un hombre carente de inhibiciones. A los
PSICOANÁLISIS otros el miedo de la anormalidad. Los cambios de sexo en el
reino de Morfeo son propios de los homosexuales, hembras y va-
La visión de montañas denota siempre obstáculos de varios*
rones. Sin embargo, un hombre que, en sueños, se siente cohibido
géneros, la ardiente voluntad de superarlos. Si la subida no es di-
viéndose vestido con ropa femenina, está tan sólo preocupado por
fícil y el paisaje montañero es atrayente, se evidencia la llamada
determinadas tendencias eróticas suyas y por el temor de que
a deseos de relaciones sexuales. Puede ocurrir que la ascensión
sean descubiertas o deploradas. En los niños, la visión corres-
se haga ardua, el cuadro desolador y que aparezcan glaciares y
pondiente denuncia la existencia del «complejo de castración» o
cumbres nevadas. Entonces cabe que estén de por medio el miedo
el fuerte miedo de un castigo (ello es debido a la estupidez de
de dificultades en el terreno amoroso (impotencia, frigidez, timi-
esos padres inclinados a presentar las pertenecientes al bello sexo
dez, etc.). Los montes pueden, sin embargo, asumir otros sig-
como seres inferiores); las niñas que sueñan ir vestidas de chico,
nificados si van ligados a recuerdos particulares,
por contra, son víctimas de un acusado complejo de inferioridad.
MUEBLES
MULETAS
CABALA
CABALA
Riqueza, suerte*
Fortuna.
PSICOANÁLISIS
PSICOANÁLISIS
La interpretación dada por Freud es decisivamente sexual. (Véa-
se «madera».) Está demostrado que todas las visiones nocturnas Soñar que se anda penosamente, apoyándose en muletas o bas-

l_
244 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 245

tones, denota escasa confianza en las propias posibilidades y en el PSICOANÁLISIS


porvenir. Si se está mutilado, el significado es el tratado en la El nacimiento, que aparece muchas veces en sueños expresado
voz «amputación». Buenísimo es el sueño en el cual se tiran las por una riquísima simbología (salida del agua, de la tierra, de
muletas y se anda ligeramente. Aquí se hacen vivos el deseo de un lugar angosto, lentos descensos, despertar, etc.), representando
liberación, de desquites y el estímulo para obrar en este sentido. consecuencias de traumas, tendencias a la recesión, inconscientes
deseos de aniquilamiento, según los casos, casi nunca es visto
MURO como realmente se produce. Los sueños en los cuales «se siente
CABALA venir a la luz» son más únicos que raros. La visión de un parto
Pena. Encaramarse a un muro: superación de un obstáculo. es originada a menudo por la esperanza o el temor de una ma-
Abatir un muro: triunfo completo. Verlo caer: desgracia para sí ternidad.
y para los familiares.
NARIZ
PSICOANÁLISIS CABALA
Más que con la montaña, el muro representa obstáculos de dis- Pobreza, afrenta. Tenerla cortada: habladurías. Para los enfer-
tinto tipo y soñar que se trepa por él o que se derriba no mejora mos es de presagio funesto.
en absoluto la situación. Tan sólo refleja el deseo de que las cosas
cambien favorablemente. Ocurre a veces que el soñador se apoya PSICOANÁLISIS
en un muro y ve que le cae encima. En este caso demuestra tener La nariz es, como quien dice, un personaje de primer plano
poca confianza en la duración de la posición que ocupa o en algo en las visiones nocturnas de los niños. Cuando las aventuras de
que ha edificado con intención de mejorar su estado, de prote- Pinocho les interesaban y les impresionaban, Morfeo repartía a
gerse o de aislarse. Los muros en ruinas denuncian desconsuelo manos llenas narices desmesuradas para evidenciar el temor de
o miedo y aquellos detrás de los cuales se nota la presencia de que las mentiras saliesen a la superficie. Hoy las narices cortadas
algo agradable o desagradable forman parte de un proceso de mi- o ensangrentadas constituyen la traducción onírica de reprimen-
metización. das y amenazas de los padres, y a veces se relacionan también con
el «complejo de castración». Para las niñas, las hemorragias na-
MúSICA sales sufridas en sueños suelen referirse a los traumas de las pri-
CABALA meras «reglas» o a disturbios menstruales.
Oír o tocar música: placer, comodidades, consuelo.
NIDO
PSICOANÁLISIS CABALA
Los «musicales de Morfeo» son de los sueños más bellos, casi Feliz augurio, fortuna.
siempre acompañados por una sensación de gran serenidad. Se-
gún Baumgartner son, en efecto, los sueños de las personas fe- PSICOANÁLISIS
lices: El nido es el símbolo de la feminidad y en los sueños casi
siempre hay quien trata de robarlo. Ello es señal, para los hom-
El deseo actúa siempre en las manifestaciones oníricas, y cuan- bres, de deseo sexual y para las mujeres puede tratarse del mie-
do ya no tiene nada sobre lo cual actuar se traduce en música. do de la unión física o de la violencia y de la superchería varonil.
Una opinión análoga es expresada por sabios orientales que afir- NIEBLA
man que los beatos sueñan música. CABALA
Mal humor.
NACIMIENTO
CABALA PSICOANÁLISIS
Prosperidad, abundancia. Verse perdidos en la niebla revela indecisión, confusión, pero
también el deseo de evitar, por cualquier motivo, la atención de

I

246 PETER K0L0SIM0 GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 247

los demás. Buscar algo en la niebla expresa a veces el ansia de N o c HE


recuperar el amor o el aprecio de alguien. Quien descubre a una CABALA
persona o un objeto en la bruma y se esfuerza en vano por iden- Tristeza.
tificarlo, es víctima de un proceso de mimetización, y lo mismo
puede decirse respecto a las figuras nebulosas, de rasgos indis- PSICOANÁLISIS
tintos. Soñar encontrarse en medio de la niebla oprimidos por Las escenas nocturnas agradables reflejan a menudo deseos
una fuerte sensación de angustia es un síntoma de miedo del sexuales. Las otras hablan siempre de indecisión, de angustia, de
futuro. temores que pueden, naturalmente, ser del todo injustificados. Si
se repiten, revelan un acusado complejo de inferioridad. Por su
NIEVE significado, los sueños ambientados en la noche se aproximan
CABALA mucho a los citados en la voz «niebla».
Verla en invierno no significa nada. En todas las demás es-
taciones, anuncia al laborioso campesino buena y abundante cose- NOVELA
cha, al comerciante y al hombre de negocios pérdidas y mala suer- CABALA
te y a los guerreros derrota y derrumbamiento de sus planes. Pérdida de un tiempo precioso.

PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
Citada a la letra la curiosa (pero «lógica») interpretación dada No es raro que suceda vernos, en sueños, con la apariencia
por la «cabala» pondremos las cosas en su sitio comprobando que, del héroe o de la heroína de una novela. Es un claro proceso de
sin distinción de estaciones y profesiones, la nieve siempre revela identificación que siempre oculta algún problema y que puede
nostalgia de la niñez, deseo de serenidad y tendencia al roman- ser fácilmente examinado. Cuando nos vemos leyendo una novela
ticismo si la visión, en sueños, resulta agradable. En caso con- y nos interrumpen o descubrimos que las últimas páginas del li-
trario, va ligada a impresiones personales de naturaleza varia. bro están en blanco tememos desilusiones o estamos preocupados
La nieve sucia, mezclada con fango, las blancas extensiones donde por el futuro.
está puesto algún objeto y las huellas marcadas sobre una capa NUBES
alba reflejan el temor de perder o de haber perdido la pureza. CABALA
Discordia. Nubes blancas: usura. Nubes negras: discordia.
NIñOS
CABALA PSICOANÁLISIS
Embarazo. Guapos: placer. Feos: malas noticias. Las nubes representan perplejidad, preocupaciones y miedo.
Con el Sol que asoma entre nubarrones, es la esperanza que se
PSICOANÁLISIS hace viva. Las nubes pueden, sin embargo, presentarse también
Los niños se sueñan a impulsos del deseo inconsciente de huir en un sueño muy bello cuando nos vemos paseando por encima
de una situación difícil, de un problema arduo, retornando al mun- de ellas. Pueden reflejar el deseo de superar todo cuanto sea motivo
do feliz de la infancia. Tanto si volvemos a vernos en la infancia de turbación, pero también delatar una índole de... soñador en
como si estamos entre chiquillos, la esencia de la visión es siem- todos los sentidos.
pre la misma y su significado no cambia la angustia a veces pre-
sente en esos sueños. Cuando sobreviene, es el Yo inconsciente N U D O (Véase: LIGADURAS)
que se hace vivo para decirnos que la anhelada fuga en el pasado
es una utopía. No existiendo los presupuestos para esta interpre- OBREROS
tación, para las mujeres los niños expresan, según los casos, el CABALA
deseo de casarse, de fundar una familia o (si la visión infunde Abundancia o reprimendas soportables. Emplear a un obrero:
molestia, angustia o temor) el miedo de una maternidad no de- provecho.
seada.
248 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 249

PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
Puede parecer extraño que en las visiones nocturnas femeninas Los olores, como otros símbolos externos, pueden suscitar toda
aparezcan obreros con frecuencia, pero es muy explicable, dado clase de visiones nocturnas. En ausencia de estos estímulos, las
que constituyen una típica representación simbólica del otro manifestaciones oníricas «olorosas» son raras. Se tienen gene-
sexo. Nada menos erótico que una máquina, y sin embargo, los ralmente en las visiones en las cuales aparecen flores o figuras
obreros vistos en sueños a vueltas con máquinas hablan indiscu- femeninas. En ambos casos domina la sensualidad.
tiblemente de erotismo. Cuando Eva se encuentra teniendo traba-
jadores a sus órdenes, acaricia el deseo de imponerse de un modo OLLAS
o de otro o liberarse de la «tutela» masculina. Si, como sucede en CABALA
la realidad, llama a un obrero para que efectúe un trabajo en su Visitas inútiles.
casa manifiesta con ello el deseo de relaciones sexuales, aunque
con cierto temor. PSICOANÁLISIS
Es con mucha frecuencia el deseo del matrimonio que sitúa a
OFICINA las jóvenes, en sueños, entre ollas y fogones. Visiones de este gé-
CABALA nero suelen ir acompañadas de una sensación de aprensión o de
Miseria. sorpresas desagradables. Se destapa una olla que se creía llena
y se la encuentra vacía o bien se ve cocer en ella algo no comes-
PSICOANÁLISIS tible. Así se evidencian las perplejidades inherentes a la idea de
Encontrarse, en sueños, en la propia oficina, significa en rea- la futura vida conyugal. Para las mujeres casadas, estos sueños
lidad ser atraído por algo propio a ese ambiente. No es raro que son la consecuencia de unas desavenencias familiares.
haya de por medio una simpatía cuyo objeto, sin embargo, casi
nunca aparece en ese género de visiones nocturnas. OREJAS
CABALA
OJOS Descubrimiento de un secreto.
CABALA
Éxito en los negocios. PSICOANÁLISIS
Los sueños en los que nos encontramos con las orejas cortadas
PSICOANÁLISIS se refieren al famoso «complejo de castración», pero no son muy
Cuando la atención del que sueña se fija de un modo particular corrientes. En los pabellones auriculares se fija, en cambio, con
en los ojos ajenos demuestra una timidez más o menos acentua- frecuencia la atención femenina. Los lóbulos horadados y los pen-
da. Puede ser también que el sujeto tema dejar traslucir algo dientes siempre tienen relación con la desfloración y los tratos
que querría mantener oculto. Sentirse mirado con insistencia sin sexuales. Las orejas pueden simbolizar el aparato genital feme-
ver los ojos del que mira denota a menudo un complejo de culpa. nino. Más frecuente es la visión en el curso de la cual la que sue-
Soñar que se tiene una mirada particularmente penetrante equi- ña intenta afanosamente tapar los pendientes con un sombrero o
vale a dolerse de no tener más perspicacia, pero también a abri- con los cabellos. Así revela el temor que se llegue a descubrir
gar deseos absurdos. Angustioso es el sueño en el cual nos encon- una relación amorosa o tan sólo sus impulsos sexuales.
tramos ciegos o con los ojos vendados y sin posibilidad de descu-
brirlos e intentamos en vano adivinar lo que pasa a nuestro alre- PADRE
dedor. Es una confesión de impotencia o la manifestación de un CABALA
miedo ilógico de ser engañados o perseguidos.
Alegría. Padre muerto: espantosa catástrofe.
OLORES PSICOANÁLISIS
La visión directa del padre propio no es frecuente y las ra-
CABALA zones que determinan su «traducción en símbolos» son análogas
Corrupción. a las mencionadas en la voz «madre». La aparición del progenitor
250 PETER KOLOSIMO GUIA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 251

en una actitud severa denota a menudo un fuerte complejo de PSICOANÁLISIS


culpabilidad, aún más acentuado cuando se llora por su falleci- Es uno de los clásicos sueños de la soledad, del desconsuelo, de
miento. Si el padre se presenta con expresión benévola, cariñosa, la desesperación. Solemos hallarnos en un pantano sin límites,
denuncia una extremada necesidad, por parte del que sueña, de bajo un cielo plomizo. Los destellos de sol, las matas de vegeta-
protección o de afecto. Las frecuentes apariciones del padre indi- ción fresca, los paisajes más acogedores que se perfilan en el ho-
can una anormalidad y aconsejan, por lo tanto, la intervención rizonte, son símbolos de nostalgias o de esperanzas.
del psicoanalista.
PAQUETE
PAJA CABALA
CABALA Preocupaciones familiares. Paquete que llega: buenas noti-
Miseria, pobreza. cias en el terreno de los negocios.

PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
Hurgar en la paja buscando algo es síntoma de desorientación, En sueños la llegada de un paquete representa siempre una
de desconfianza en sí mismo. Cuando se trata de esconderse en agradable sorpresa y refleja la esperanza de ver resueltas las
ella (y en general no se consigue o se teme no conseguirlo), se propias dificultades a través de una intervención providencial. A ve-
está muy poco convencido de que las propias argumentaciones ces se sucede la decepción; se abre el paquete y se le encuentra
resulten persuasivas. Hallarse en un lugar cerrado sobre un mon- vacío, o bien lleno de algo que no da la menor satisfacción: aquí
tón de paja o de heno es sinónimo de deseo sexual. es el buen sentido el que habla, por el subconsciente, exhortando a
no esperar soluciones milagrosas. Totalmente diferente es el sig-
PáJAROS nificado de los sueños en los cuales nos vemos ante un paquete
CABALA y dudamos en abrirlo. En este caso nos las habernos con un pro-
Buen augurio. Aves rapaces: vejaciones y opresión. ceso de mimetización que demuestra la existencia de una sospe-
cha atormentadora.
PSICOANÁLISIS
Según Freud, siempre son símbolos sexuales. Aun admitiendo PARAíSO
esta interpretación, los psicoanalistas modernos observan, no obs- CABALA
tante, que la visión de volátiles en el cielo refleja a menudo im- Infortunio, miseria, desavenencias en la familia.
paciencia, deseo de libertad, o bien la insatisfacción de quien se
ha fijado metas inasequibles. PSICOANÁLISIS
El paraíso que Morfeo nos presenta es de concepción pura-
PAN mente hollywoodiana: cielo azul, luminosidad difusa, blandas nu-
CABALA becitas sobre las cuales es agradable pasear o descansar. Cuando
Honor. Comer pan: salud y alegría. no tiene referencias sexuales, este sueño indica tendencia a la
inactividad y debilidad de carácter.
PSICOANÁLISIS
Comer pan solo, o buscarlo, denuncia con frecuencia el miedo PARTIDA
de la indigencia o un estado de incertidumbre debido al recuerdo CABALA
de tiempos difíciles. Cuando, empero, la atención del soñador se Partida en tren: ocasiones favorables. Partida en barco: difi-
fija en una determinada forma de pan, el significado del sueño ha cultades con mujeres. Partida en avión: alegría por la situación
de buscarse en ésta y no es raro que tenga referencias sexuales. de los hijos. Partida de una persona querida: soledad temporal.

PANTANO PSICOANÁLISIS
CABALA Una partida, cuando va acompañada en sueños por un estado
Amistad constante. de ánimo melancólico o decisivamente triste, denuncia siempre
252 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 253

el temor de un desapego. Partir, en cambio, alegremente, con de una desavenencia de la cual a menudo la persona pordonada no
una sensación de alivio, denota deseo de evasión, de fuga de una es en absoluto culpable. Se sueña que se es perdonado, por el con-
situación difícil. Es el caso de quien quisiera sustraerse a sus res- trario, sólo cuando se está presa de un fuerte complejo de culpa.
ponsabilidades y demuestra una acusada debilidad de carácter.
Si quien parte es el ser amado, quien sueña espera mantenerlo PERLAS
ligado a sí o teme la infidelidad. CABALA
Miseria, tristeza, lágrimas.
PECES
CABALA PSICOANÁLISIS
Peces rojos: alegría. Peces de otro color: sufrimientos, agra- Las perlas son símbolos que algunos creen indirectamente re-
vación de una enfermedad. Peces muertos en el agua: esperanzas lacionados con la esfera sexual. De todos modos, no aparecen
frustradas. Atrapar peces grandes: alegría y beneficios. Pescar pe- casi nunca en las manifestaciones oníricas masculinas. En las fe-
ces pequeños: enojos y ruina. meninas denotan cierta tendencia a una relación sentimental, al
matrimonio o a un genérico trato afectivo. Las perlas que no
PSICOANÁLISIS pueden ser ensartadas, se escurren de la mano y ruedan por el
Casi siempre los peces son símbolos sexuales. Encontrarse en suelo, denuncian el temor de no conseguir lo que se desea o de
medio de ellos o admirarlos en un acuario, pues suelen ser bellí- perder, por causas a menudo triviales, todo lo que se ha con-
simos, delata deseos de relaciones íntimas, así como el temor quistado.
que se experimenta en presencia de peces grandes se refiere a las
relaciones mismas. Los peces pequeños, sobre todo si se intenta PERRO
pescarlos con las manos y se escurren entre los dedos, reflejan CABALA
desilusiones, verdaderas o temidas. Los peces muertos en el agua Perro que ladra: torpeza, ingratitud, espanto. Perro rabioso:
hablan de soledad, de amargura, de desconsuelo. Todo esto en los
temores fundados. Perro que corre: pérdida de una causa. Pe-
sueños femeninos. En los sueños masculinos los peces tienen algo
que ver con la timidez. rro de lanas: fidelidad. Perro negro: traición.

PSICOANÁLISIS
PELOTA La cabala emplea una infinidad de líneas para pasar revista a
CABALA las razas, los colores y las actitudes del proverbial amigo del hom-
Incontinencia: divorcio. bre (leemos incluso: «Perro de hocico negro y manta medio blan-
ca: seducción»), pero soñar perros delata siempre un gran deseo
PSICOANÁLISIS de sentirse amados, protegidos, de tener al lado una criatura afec-
Quien está jugando con una pelota desea inconscientemente el tuosa, solidaria, fiel hasta el sacrificio. Es interesante notar que
retorno a la niñez para huir de las preocupaciones y las dificulta- quien sueñe con perros está dispuesto, a su vez, a dar lo que pide, y
des del presente. El placer táctil producido por el manejo de una hasta es capaz de ello. La visión de un perro en peligro (siempre
pelota tiene referencias sexuales. (Se trata de un sueño típicamen- y cuando no se odie a esos animales) refleja el temor de que una
te masculino.) relación afectiva pueda resquebrajarse o romperse. De interpre-
tación igualmente fácil son las aventuras nocturnas con perros
PERDóN que huyen, se revuelven, enseñan los dientes o intentan morder.
CABALA
Angustia, penas de corazón, duelo. PIEL
CABALA
PSICOANÁLISIS Fortuna. Vérsela tostada o de color semejante al de los mula-
No es raro, en las visiones, habérselas con un acto de clemen- tos o negros: traición hacia amigos, bienhechores o socios.
cia cuyo significado está ligado a los asuntos personales. Conceder
el perdón a alguien quiere decir generalmente desear el arreglo
w

254 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 255

PSICOANÁLISIS PLEGARIA
También en sueños, el estado de la propia epidermis preocupa CABALA
bastante más a la mujer que al hombre. Las imperfecciones de la Sosiego del alma, alegría, honores, riquezas.
piel revelan inquietudes en el terreno sentimental o, más general-
mente, el temor de no ser suficientemente atractivos. Las arrugas PSICOANÁLISIS
reflejan la pesadilla de la menopausia o de la vejez, mientras que Quien se ve rezando no tiene el alma sosegada ni mucho me-
la aparición de manchas está ligada al miedo de desarreglos se- nos. Ello refleja, en efecto, la esperanza de una intervención mi-
xuales o de enfermedades venéreas. lagrosa, y al respecto nos remitimos a la voz «magia». Con la ple-
garia en sueños se evidencia también (en personas particularmen-
PIRATA te religiosas) un complejo de culpa.
CABALA
Guárdate de los amigos. POLLUELOS
CABALA
PSICOANÁLISIS Amistad firme. O inocencia.
He aquí un sueño típicamente masculino. Quien se ve trans-
formado en pirata o en cualquier otro personaje de aventuras o PSICOANÁLISIS
se alegra de sentirse acogido por ellos como un igual suyo es un El gozo que se siente admirando en sueños una nidada de po-
ser tímido, un hombre atormentado por un fuerte complejo de lluelos, refleja el que proviene, en la realidad, de dar afecto o del
inferioridad. A las muchachas les ocurre, en cambio, ser amena- deseo de darlo. Esta idílica escena puede nacer también de la as-
zadas a veces por figuras de ese género, o estar prisioneras de piración al matrimonio. Pero si hay una clueca amenazadora que
ellas. Se trata del miedo al otro sexo o particularmente a las re- vigila a sus polluelos se perfilan obstáculos derivados de la si-
laciones íntimas. tuación familiar de la persona amada. Los sueños en los cuales
se ven graciosos cachorros de cualquier animal tienen significados
PLAYA análogos.
CABALA
Prevención o salvación de un peligro. Pozo
CABALA
PSICOANÁLISIS Abundancia, fecundidad.
Es obvio que la interpretación cabalística se refiere a los sue-
ños en que se está a bordo de una embarcación a merced de la PSICOANÁLISIS
tempestad y se avista una playa providencial. No es menester un El pozo representa a veces las profundidades de nuestro Yo o
gran esfuerzo de imaginación para llegar a una explicación pare- de problemas cuyo planteamiento no logramos comprender ni so-
cida, que podemos aceptar tan sólo considerando la costa como lucionar. Quien se ve ocupado en echar algo en un pozo (puede
expresión del deseo de salvación. Este sueño se presenta a quien tratarse incluso de un cadáver, pero no por esto cambia la in-
está en una situación particularmente difícil, y a menudo va ligado terpretación) desearía liberarse de un recuerdo molesto, de las
con cuestiones económicas. Diversos psicoanalistas han compro- consecuencias de un error, de una característica negativa o, de
bado que, en casos semejantes, piedras y moluscos desparrama- todos modos, desagradable. Sexualmente, el pozo es símbolo de
dos sobre el litoral simbolizan el dinero. La visión de una playa feminidad. El jovenzuelo que sueña estar sacando agua de él y
desierta con el mar tranquilo es, sin embargo, sinónimo de nos- no lograrlo duda de sus dotes en el terreno sentimental o erótico.
talgia de una época de sereno relajamiento, que con frecuencia
es la de las vacaciones. Una playa concurrida, por el contrario, PRADO
refleja un deseo de vida brillante. CABALA
Ganancia.
GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 257
256 PETER KOLOSIMO

PROCESO
PSICOANÁLISIS
Con mucha frecuencia los prados floridos traducen el recuerdo CABALA
de una niñez despreocupada. Pueden reflejar también deseos se- Amistad inalterable.
xuales. (Véase la voz «Hierba».)
PSICOANÁLISIS
PREñEZ En el tribunal de Morfeo son a menudo los aspectos negativos
CABALA de nuestro carácter, nuestras faltas reales o supuestas, los que
Salud. Curación inminente. ocupan el banquillo de los acusados, aunque el que sueña se vea
como espectador, abogado o juez. Asumiendo estos papeles, trata
PSICOANÁLISIS de convencerse de que el proceso no le atañe. Intenta defenderse
Es un sueño femenino que acude con mucha frecuencia para e incluso se disfraza de magistrado para absolverse o para con-
manifestar, según los casos, el miedo de las relaciones sexuales, el denar la parte mala de sí mismo con la cual no quisiera tener
temor o el deseo de la maternidad. Sin embargo, puede expresar nada que ver. Éste es uno de los sueños típicos del hombre o
también un deseo consciente, inconsciente o reprimido, de matri- mujer que, con muchas vigas en los ojos, clama al cielo por la
monio o, más genéricamente, de una existencia tranquila, hasta paja del vecino.
el punto de que un psicólogo alemán ha definido esta visión oní-
rica como «el sueño de las trabajadoras». Las pesadillas de em- PUENTB
barazo «reprimidas», interrumpidas por hemorragias, que culminan CABALA
en partos espantosos o monstruosos, son propias de los sujetos Daño, peligro.
obsesionados por la idea de enfermedades venéreas, de afecciones
o de formaciones defectuosas de los órganos sexuales. PSICOANÁLISIS
Es siempre símbolo de un paso decisivo o que se supone de-
PRIMAVERA cisivo. Su significado está determinado por las circunstancias oní-
CABALA ricas que acompañan a esta visión y que son numerosísimas. Véa-
Próximas buenas noticias. se también la voz «Abismo» y recuérdense las varias alusiones
hechas en el curso de nuestro tratado.
PSICOANÁLISIS
Puede tratarse de una llamada a la juventud pasada, pero tam- PUERTO
bién a un amor perdido. Los sueños en los cuales predomina la CABALA
primavera siempre son muy agradables, y no es raro que dejen, Descubrimiento de un secreto. O viaje.
al despertar, una dulce euforia. Si se repiten, hablan de un ánimo
excesivamente romántico que nunca se adapta a la realidad. PSICOANÁLISIS
Puede reflejar un anhelo de evasión, el temor de una separa-
PRISIóN ción, miedo de lo desconocido, deseos sexuales, pesar por ocasio-
CABALA nes perdidas y muchas cosas más. Es menester examinar, para
Enemistad, peleas. aclarar su significado, el estado de ánimo del durmiente y el
contexto del sueño.
PSICOANÁLISIS
Se puede estar prisioneros de los remordimientos (y entonces RATONES
la escena onírica cobra tintas sombrías, pues, está a veces domi- CABALA
nada por la angustia de una condena a cadena perpetua o de una Disputa, vergüenza.
ejecución inminente), pero también de los defectos propios y de
las propias debilidades. Cuando estos sueños se repiten es con- PSICOANÁLISIS
veniente recurrir al psicoanalista. Los sueños en los cuales se es atacado por multitud de ratones
evidencian con mucha frecuencia estados de ansiedad y de depre-
17 — 3.147
258 PETER KOLOSIMO
T ¡GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 259

sión por los cuales sería oportuno recurrir en seguida al médi- RETRATO
co. En las manifestaciones oníricas femeninas, los roedores sim- CABALA
bolizan todo cuanto infunde terror y repugnancia. Larga vida a la persona representada.
RED PSICOANÁLISIS
CABALA Con frecuencia los retratos que vemos en sueños representan
Lluvia torrencial o cambio de tiempo. personas desconocidas cuyos rasgos «nos dicen algo». Se trata
de un proceso de condensación, y su significado ha de buscarse
PSICOANÁLISIS teniendo en cuenta el contexto onírico. Admirar con satisfacción
Debatirse dentro de una red (y habitualmente cuanto más se el propio retrato denota generalmente un deseo de éxito, pero
debate uno más aprisionado se siente) significa desear salir de puede revelar también la existencia de un complejo de supe-
una situación difícil o librarse de un vínculo sentimental o no, rioridad.
de una costumbre, de un vicio. De tal modo se expresa también
el temor femenino del hombre. De estos sueños es con frecuen- RIVALIDAD
cia cómplice... la sábana. En una red que se desmalla dejando CABALA
escapar su contenido, está el miedo de perder lo que se ha con- Empresa feliz.
seguido evidenciar. Tratar de reparar una red denota el ansia de
remediar un error, una distracción o una imprudencia. La mucha- PSICOANÁLISIS
cha que se encuentra poniéndose indumentos de mallas lucha en- Casi nunca el rival del sueño es el real. Aquí actúa el proceso
tre el deseo y el pudor. de transposición porque nos da vergüenza confesarnos la debi-
lidad, la envidia o la maldad que están en la base de sentimien-
REJUVENECER tos poco amistosos respecto a una persona determinada.
CABALA
ROBOT
Próxima felicidad.
CABALA
PSICOANÁLISIS Buenas noticias*
He aquí un sueño típico de las señoras que se encaminan con
poca resignación por la vía del ocaso. Es éste un sueño que no PSICOANÁLISIS
necesita explicaciones, pero que debería poner en guardia con- La cibernética y las novelas de cienciaficción han hecho que
tra ciertas actitudes y ciertas empresas que ya no van con una la cabala y el psicoanálisis se ocupen también del robot. Tener
edad abierta a diversas satisfacciones. a disposición un autómata revela el deseo de hacer que el pró-
jimo baile al son de uno, mientras que verse amenazado por un
RENUNCIA robot delata pesimismo, incapacidad de reacción y fe en lo ine-
CABALA luctable.
Acción desconsiderada.
R O P A BLANCA
PSICOANÁLISIS CABALA
Renunciar en sueños a algo que gustaría íntimamente es un Habladurías malignas.
síntoma de demasiado orgullo o de pudor excesivo, cuando no
hay de por medio un asomo de masoquismo. Pero si la renuncia PSICOANÁLISIS
onírica hace feliz se es esclavo, en realidad, de una situación de La ropa interior femenina es obviamente, en los sueños mascu-
la cual se desearía salir. linos, el símbolo de Eva, pero cuando el durmiente sueña con
prendas íntimas propias de su sexo es un tímido o un individuo
obsesionado por el temor de las consecuencias del autoerotis-
mo. Bragas y sostenes no son necesariamente, en las visiones noc-
260 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 261

turnas de la mujer, reclamos sexuales, pero reflejan a menudo SACERDOTE


deseos de elegancia, de notoriedad, de éxito. Estos indumentos CABALA
pueden expresar también la idea de la maternidad o el miedo Buena posición. Condecoraciones.
de consecuencias desagradables en la esfera de las relaciones ínti-
mas... Para los fetichistas la ropa interior se transforma, por ac- PSICOANÁLISIS
ción de la censura, en las más extrañas cosas que procuran placer Vuelve a estar en escena el complejo de culpabilidad. La apa-
táctil: superficies lisas, perdigones, animales de pelo suave y así rición en sueños de un religioso expresa algo profundo y grave.
sucesivamente. Los curas que aparecen en la pantalla de Morfeo infunden temor,
cosa más que lógica, ya que acuden a reprendernos y a amones-
ROSAS tarnos. En los casos (menos frecuentes) en los que estamos en
CABALA amigable coloquio con ellos, se manifiesta el deseo de mejorar
Alegría. Para los enfermos: peligro de muerte. Rosas rojas: o de llegar a un compromiso. Dado que la superstición quiere
diversiones y placer. Rosas blancas: inocencia. que el encuentro con un fraile vaticine suerte, a veces lo ve en
sueños quien espera en un ámbito más sereno y feliz.
PSICOANÁLISIS
Las rosas hablan de amor y a menudo son rojas. Las blancas SALTO
revelan a veces un sutil disgusto por la inocencia perdida, pero CABALA
también la esperanza de un matrimonio feliz. Para las niñas es Pérdida del empleo. O volubilidad en amor, superación de un
frecuente admirar las rosas y temer sus espinas o sea las rela- peligro, etc.
ciones sexuales. En los sueños masculinos las rosas suelen ser in-
terpretadas como símbolo de feminidad.
PSICOANÁLISIS
Quien salta obstáculos en sueños o desea ardientemente salvar-
RUEDA
los, en la realidad se comporta con una buena dosis de ligereza.
CABALA Quien se ve constreñido a dar un salto que de buena gana evita-
Disgustos en el matrimonio, enfermedad. ría teme ser puesto en una situación difícil, ser llamado a su-
perar pruebas de las cuales no espera (sea el que fuere el resul-
PSICOANÁLISIS tado) salir victorioso. Quien, por último, no se atreve a saltar,
La rueda es un símbolo muy discutido. Puede expresar tanto tiene miedo de obrar imprudentemente o de tener que sufrir las
una extremada resignación (configurando, para quien cree en consecuencias de una decisión tomada sin reflexionar.
ello, la «rueda del destino») como una tendencia a deseos que se
creen irrealizables. Quien sueña estar en un vehículo del cual se SANGRE
desprende una rueda puede temer una infinidad de cosas: desde
la ruina económica hasta la pérdida de la pureza, desde el nau- CABALA
fragio conyugal hasta la impotencia. Vergüenza, desprecio. Mucha sangre: insidias. Sangre en el sue-
lo: cosas buenas.
RULETA
CABALA PSICOANÁLISIS
Una persona os ama. Revela generalmente miedo a las enfermedades y accidentes y
también la preocupación de ser muy vulnerable. En los sueños
PSICOANÁLISIS femeninos va ligado a menudo con la idea de la desfloración o a
hechos menstruales.
La ruleta representa el deseo de una vida más brillante y tam-
bién refleja la amargura proveniente de un carácter débil, de la
SASTRERíA
falta de coraje, de la incapacidad de arriesgar algo cuando es ne-
cesario jugarse el todo por el todo. Apostar y perder puede re- CABALA
flejar también el miedo de malas pasadas o de un revés de fortuna. Infidelidad.
262 PETER KOLOSIMQ GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 263

PSICOANÁLISIS SERPIENIB
Para una mujer, ser cliente en una sastrería suele indicar de-
seo de afirmación, ambiciones tanto en el campo sentimental como CABALA
en el profesional, pero a veces también una tendencia a suplir con Enemigos e ingratitud,
efectos exteriores una falta de personalidad.
PSICOANÁLISIS
SED En las manifestaciones oníricas femeninas las serpientes pue-
CABALA den reflejar el temor de adversarios hábiles y solapados, pero con
Tristeza. Apagar la sed: riqueza. Beber agua turbia o caliente: mayor frecuencia son símbolos sexuales masculinos que delatan
aflicciones y enfermedades. precisamente el miedo al hombre y a las relaciones íntimas. El
sueño en el que la mujer se ve amenazada por una serpiente o por
PSICOANÁLISIS un nudo de reptiles revela una excesiva predisposición al recelo
A veces refleja una necesidad real, y entonces se sueña que se y a la falta de confianza en los demás.
bebe hasta saciarse. Cuando nos hallamos en un estado febril, no
es raro sentirnos atormentados por la sed. En los otros casos (poco SIERRA
frecuentes) simboliza una aspiración ardiente. Verse obligados a CABALA
apagar la sed con agua turbia o caliente es sinónimo de resig- Buenos negocios, éxito, satisfación.
nación o de decepciones temidas.
PSICOANÁLISIS
SEDA La sierra simboliza la tentación de poner fin a algo. Con fre-
CABALA cuencia Morfeo nos manda aserrar troncos y ramas hablándonos
Provecho, honores. Seda roja: herida de proyectil. Seda azul: con una metáfora muy transparente de nuestros conflictos fami-
daño. liares. Aserrar cables, tubos o vigas, supone una impaciencia fe-
menina respecto a una relación amorosa.
PSICOANÁLISIS
También la seda tiene referencias sexuales. Según el papel SILENCIO
que desempeñe en las visiones nocturnas, puede expresar un sim- CABALA
ple deseo o una tendencia al narcisismo (para las mujeres) y al Honor y fortuna*
fetichismo (para los hombres). La seda blanca habla también de
esperanzas matrimoniales y la negra de un erotismo un poco PSICOANÁLISIS
morboso, mientras que los colores chillones revelan a menudo el El que sueña que a su alrededor reina un silencio amenazador
afán de imponerse a la atención del prójimo. o acusador está atormentado por un complejo de culpabilidad,
pero si está rodeado de gente callada y desatenta, es que teme la
SENO indiferencia del prójimo. Los pasos sobrecogedores que resuenan
CABALA en el silencio pueden ser los de monstruos desencadenados en el
subconsciente con todos los instintos que dan miedo, pero puede
Prosperidad. O un próximo matrimonio, un parto feliz, etc. tratarse también de un fantasma al cual únicamente da consisten-
PSICOANÁLISIS cia nuestra imaginación.
En muchos casos denota nostalgia de la infancia. En las muje-
res puede aparecer como un síntoma de homosexualidad latente, So¿
mientras que para los hombres puede representar una referen- CABALA
cia al fetichismo o al transexualismo. Sus significados sexuales Descubrimiento de secretos, rápida resolución en los negocios.
son innumerables, aunque su configuración onírica sea a veces Sol naciente: buena noticia, prosperidad. Ocaso: pérdida, fal-
indirecta. sedad.
264 PETER K0L0SIMQ GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 265

viva la llama de un amor o de un ideal. Soplar para apagarlo, en


PSICOANÁLISIS cambio, denota sensación de impotencia, a veces desesperación,
Del Sol que fulgura en los sueños, Pierre Real dice:]
SOSIEGO
El Sol es siempre sinónimo de fuerza activa y de conciencia CABALA
de sí mismos. ¿Acaso no se dice de un santo que «irradia luz como Inquietud y persecuciones,
un sol»? El Sol significa esperanza, riqueza interior, perfección,
belleza, a veces la sexualidad en el mejor de los sentidos. ¿Por PSICOANÁLISIS
qué la sexualidad? Porque ésta exige la purificación y la libera- Gozar en sueños de un estado de sosiego perfecto revela na-
ción de sí mismos, y de ello el Sol es símbolo, siempre positivo y turalmente el deseo de hallarse realmente en él. Hay, sin embar-
benéfico. go, otro sosiego, el que está preñado de amenazas invisibles y des-
conocidas. Nos vemos, por ejemplo, en un bellísimo paisaje, bajo
Ésta es la interpretación de Jung (un poco revisada) que se un cielo azul, donde todo habla solo de paz y, sin embargo «sen-
opone a la de Freud, esencialmente sexual, ligada a las sensacio- timos» que algo va a ocurrir. No pasa nunca nada, pero es tan
nes de alegría, ardor y languidez. Las observaciones efectuadas fuerte la sensación de angustia que despertamos aterrorizados.
por los psicólogos europeos demuestran, sin embargo, que ambas Las manifestaciones oníricas de este género denuncian fuertes de-
explicaciones son válidas tan sólo parcialmente. Desde luego po- sequilibrios de la personalidad, una extremada inseguridad, esta-
demos decir que la de Jung puede aplicarse a los «grandes sue- dos de ansiedad y de agotamiento nervioso.
ños» (de los cuales nos hemos ocupado en el curso de nuestro tra-
tado), mientras que la de Freud es aceptable en sentido relativo. SUBIDA
En general, el Sol representa el optimismo, la esperanza, e incluso CABALA
la ilusión, y, por consiguiente, ha de interpretarse teniendo en
cuenta también los amaneceres y los ocasos. Gloria poco segura.
PSICOANÁLISIS
SONAMBULISMO Las subidas fatigosas aparecen a menudo en los sueños de los
CABALA que se lamentan de las dificultades cotidianas, de las asperezas
Discusiones familiares, noticias extrañas al llegar. Sonámbula: de la vida. Son personas desalentadas que necesitan buenas y
reposo inquieto, agitación. constantes inyecciones de optimismo. El miedo de la inutilidad
de nuestras tentativas se acentúa cuando nos esforzamos, en sue-
PSICOANÁLISIS ños, a subir, y nos damos cuenta de estar siempre en el mismo
Soñar que se es sonámbulo refleja el temor real de esta mani- lugar. Subir con alegría refleja el deseo de mejorar y una perso-
festación. En algunos casos, sin embargo, evidencia la naturaleza nalidad susceptible de conseguirlo. Las subidas rápidas (en as-
del propio subconsciente o el miedo de que ello encierre apeten- censor o en vuelo), acompañadas de sensaciones agradables, están
cias degradantes. Quien sueña, por ejemplo, que actúa en estado relacionadas casi siempre con estímulos sexuales.
de sonambulismo como un monstruo de lujuria o de ferocidad,
puede estar en verdad abocado a ello, pero también es posible que SUBTERRáNEO
lo tema tan sólo a consecuencia de pensamientos terribles única- CABALA
mente a juicio del soñador.
Miedo. O viaje, daño, etc.
SOPLO PSICOANÁLISIS
CABALA La visión de un subterráneo denota siempre pesimismo, sentido
Calumnia. Mala jugada por parte de una mujer* de opresión y desconfianza en el porvenir. Éste es el ambiente en
el cual tienen lugar aventuras oníricas que obviamente se desci-
PSICOANÁLISIS fran analizando su desenvolvimiento.
Soplar el fuego para atizarlo expresa la esperanza de mantener
266 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 267

SUDOg de mimetización «sonoro». El bisbiseo traduce casi siempre un


CABALA pensamiento desagradable sobre cuya naturaleza puede arrojar
Acreedores despiadados. luz el contexto de la visión nocturna.
PSICOANÁLISIS TELéFONO
El sudor nocturno es una manifestación propia de varias en- CABALA
fermedades. Podemos despertar sudorosos, sin embargo, a con- Curiosidad insatisfecha.
secuencia de un sueño sobrecogedor que a menudo es olvidado
(por la acción de un mecanismo de defensa del subconsciente) PSICOANÁLISIS
inmediatamente antes del despertar. Cuando esto se repite, con- El teléfono es uno de los símbolos sentimentales y sexuales
viene acudir al médico, pues sin duda hay de por medio un ago- más difundidos de nuestro tiempo. Representa, por lo general,
tamiento nervioso. las relaciones amorosas y aparece con bastante más frecuencia
en los sueños femeninos que en los masculinos. Muy a menudo la
SUEñO visión nocturna gira en torno de una comunicación imposible o
CABALA una conversación interrumpida evidenciando así el temor de que
Desilusión, deseos imposibles. sea roto un lazo. Véase, al respecto, nuestro tratado.
PSICOANÁLISIS TELEVISIóN
Soñar que se sueña no es una manifestación onírica muy fre- CABALA
cuente, pero tampoco excepcional. Quien se da cuenta de tener Novedad afortunada.
un buen «sueño en sueños» debería convencerse de ser propenso
a las ilusiones y quien, por el contrario, tiene una visión terro- PSICOANÁLISIS
rífica o angustiosa de la cual sueña despertarse se muestra incli- Cuando nos vemos presenciando un programa televisivo el sig-
nado al optimismo (pero a veces también a la superficialidad), o nificado del sueño casi siempre debe buscarse en el contenido de
bien espera que sus dificultades desaparezcan gracias a un pro- la transmisión. Una visión onírica de este género puede, sin em-
digioso golpe de escena. bargo, reportar a circunstancias en las cuales hayan tenido parte
SUICIDIO indirecta un aparato o un espectáculo de TV,
CABALA TERCIOPELO
Infelicidad y afanes. CABALA
Honor, riqueza^
PSICOANÁLISIS
Nunca se sueña quitarse la vida, sino estar tentados de hacerlo, PSICOANÁLISIS
y ello denota un terrible complejo de inferioridad, una extrema Para los hombres, el contacto onírico con el terciopelo quiere
desconfianza en sí mismos, un pesimismo que es, en efecto, una decir (si es agradable) tendencia al fetichismo. En las mujeres
condena a la infelicidad. Una manifestación onírica de este gé- revela a menudo el deseo de tratos íntimos impresos de gran ter-
nero aconseja la inmediata intervención del psicoanalista. nura. A veces habla también de homosexualidad latente.

SUSURRO TERREMOTO
CABALA CABALA
Calumnias, mentiras. Peligro para los bienes o la vida del que ha soñado un seísmo.
O muerte segura (¡) de un pariente próximo.
PSICOANÁLISIS
Ocurre con bastante frecuencia, en sueños, oír susurrar algo PSICOANÁLISIS
cuyo sentido no se logra comprender. Se trata de un proceso Cuando el sueño no es causado por la inestabilidad del lecho.
268 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 269

refleja miedo de un suceso imprevisible que trastornará nues- jóvenes ansiosos de satisfacer su curiosidad en materia de sexo
tra tranquilidad o nuestra existencia. Si esta visión se repite o y de erotismo. Diversas desviaciones pueden formar parte de los
va acompañada por otras de carácter terrorífico o angustioso es sueños en los cuales se es dueño de una tienda o se sirve a los
aconsejable la visita a un psicoterapeuta. clientes. El que se ve en un escaparate está, por el contrario, ator-
mentado por el complejo de inferioridad.
TESORO
CABALA T I E N D A DE C A M P A ñ A
Inquietud. Excavar en búsqueda de un tesoro: desgracia. CABALA
Viaje fatigoso.
PSICOANÁLISIS
Cuando en sueños se descubre un tesoro, el que lo ha soñado PSICOANÁLISIS
espera generalmente un golpe de fortuna y hará bien si se pone He aquí otro símbolo «moderno». Para quien gusta del camping,
en guardia contra las ilusiones. Esta visión puede tener también a pesar de no haberlo practicado es sinónimo de deseo de evasión,
un significado sexual, y su interpretación es entonces similar a la de relajamiento, de sosiego. Freud veía en la tienda plantada sobre
que figura en la voz «Dinero». Excavar en busca de un tesoro el terreno de los sueños femeninos la manifestación de unos im-
denota casi siempre, en el hombre, deseos eróticos, y en la mu- pulsos sexuales, unas veces de fondo masoquista y otras veces
jer una acción onírica semejante refleja a menudo el ansia de unidos a una acusada necesidad de protección.
hallar el alma gemela o bien de descubrir en el ser amado las
cualidades esperadas. Quien se encuentra excavando afanosamente TIERRA
sin descubrir nada demuestra ser un desconfiado crónico, un CABALA
pesimista a ultranza. Abundancia, riqueza, fecundidad. Yacer en el suelo: funeral.
Estar enterrado: riqueza.
TIENDí
CABALA PSICOANÁLISIS
Buenas noticias. Tienda muy rica: desesperación. Es un «símbolo príncipe» de la feminidad, de la maternidad
y de la fecundidad. El hombre que se ve, en sueños, tendido de
PSICOANÁLISIS bruces en el suelo seguramente está atormentado por deseos se-
La visión de una tienda puede asumir muchísimos significados. xuales, pero la misma postura es sinónimo para el mundo femenino
Hacer numerosas compras en ella denota deseos de riqueza o de de deseo de posesión del ser amado, de calor, a veces de prole.
c ndiciones económicas mejores que las actuales, mientras que es Raramente nos vemos tendidos boca arriba y cuando esto ocurre
el temor de la pobreza o de un revés financiero que inspira los es que se está amargado por algo, a menos que se mire al cielo
sueños en los cuales una vez hechas las compras, nos percatamos con una sensación de alegría. En este caso es la esperanza que
de no tener dinero. Entrar en una tienda es para los hombres habla, y habla sobre todo de felicidad, de paz. Espantoso es, por
una manifestación de deseos sexuales, pero si en ella venden ropa el contrario, el sueño en el cual nos sentimos sepultados vivos.
blanca femenina, la homosexualidad latente y el fetichismo pueden Cuando no se trata de un estado de agotamiento nervioso, la visión
no ser ajenos. Para Eva el mismo sueño anuncia una acentuada es debida al temor de ser fatalmente engañados. Puede, sin embar-
tendencia al narcisismo o esperanza de agradar a alguien. Las go, ser originada también por factores externos: aire irrespirable,
tiendas de flores representan muchos símbolos sexuales, presentes mantas demasiado pesadas y así sucesivamente.
también en las de hortalizas. Con éstas, sin embargo, a veces tienen
que ver los «complejos» de Edipo y de Electra. Las pastelerías TOILETTE
constituyen la meta onírica de quien querría volver a la niñez y CABALA
las carnicerías de los sádicos o de aquellos que temen la impoten- Gran peligro*
cia o diferentes enfermedades. Éstos suelen visitar, de noche, tam-
bién las farmacias, igual que las mujeres turbadas por el espectro PSICOANÁLISIS
de la frigidez o de la esterilidad. A las librerías se dirigen muchos Es un sueño meramente femenino. Verse haciendo la toilette
270 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 271

(y a menudo se tiene la impresión de no poner nunca bastante modo bastante menos preciso. Para la traición consumada o me-
cuidado en ello, de no estar suficientemente «a punto») demuestra ditada de quien sueña, véase la voz «Infidelidad».
cierta inseguridad, un complejo de inferioridad que no suele ser
acusado. También puede tratarse de una manifestación de narci- TREN
sismo, que generalmente no es alarmante. CABALA
Tren de vapor: proceso en el cual se llevan las de ganar. Tren
TORRE eléctrico: victoria muy rápida sobre un competidor.
CABALA
Larga vida y vejez feliz. PSICOANÁLISIS
Los significados de estas manifestaciones oníricas son análogos
PSICOANÁLISIS a los examinados en las voces «Partida», «Avión», «Automóvil»,
Es un símbolo que puede referirse tanto a la sensualidad mas- etc., hechas —naturalmente— las debidas distinciones y exclusiones.
culina como a la femenina. El deseo se expresa con visiones de Recordemos con Freud y con Ellis que el convoy ferroviario puede
torres hacia las cuales se va o de cuyo interior se sale mientras también simbolizar la familia.
que el temor de la impotencia proyecta en la pantalla de Morfeo
torres en ruinas o que amenazan derrumbarse. Pero cuando se TROPEZóN
está en lo alto de un gran edificio, el sueño refleja la esperanza de CABALA
éxito en un campo que no es necesariamente el sexual. Misterio. O tesoro escondido.

TORTURA PSICOANÁLISIS
CABALA También aquí Morfeo nos dice que somos demasiado recelosos,
Amor desgraciado. a menos que el sueño tenga carácter sexual. En este caso se
hacen evidentes los temores de las consecuencias que pueden de-
PSICOANÁLISIS rivarse de una relación íntima.
Soñar que se tortura al ser amado denota a veces inclinación
al sadismo, pero con mayor frecuencia tan sólo el deseo de impo- UVA
nerse a su atención, de conseguir más consideración a sus ojos, CABALA
de hacerle sentir celos. Verse, por el contrario, torturados por la Voluptuosidad. Uva blanca: victoria sobre enemigos. Uva negra:
persona que se ama, denuncia una extremada sensibilidad, una contradicción.
notable tendencia al masoquismo. Cuando los sufrimientos son
infligidos por parientes, conocidos o extraños, se está ante un com- PSICOANÁLISIS
plejo de persecución, o una dificultad acusada que es necesario Es un símbolo sexual muy discutido. Algunos psicoanalistas
eliminar. ven en el acto de coger un racimo de uvas el deseo masculino de
relaciones íntimas y el temor femenino de la desfloración. Otros
TRAICIóN hablan de la tendencia al petting y otros aún de matices sádicos.
CABALA De las observaciones registradas hasta ahora de todos modos, no
Dificultades con la justicia. se ha logrado extraer un indicio de valor general.

PSICOANÁLISIS VAGABUNDO
Cuando nos vemos traicionados, en sueños, por la persona ama- CABALA
da, los celos se hacen sentir con fuerza. Si se repiten, las visiones Malas compañías.
nocturnas de este género deberían inducir a cortar la relación que
las origina, puesto que delatan una absoluta falta de confianza PSICOANÁLISIS
del que sueña hacia su partner. Cuando no existe o no es llevada Cuando en sueños nos veamos transformados en vagabundos
a los extremos, efectivamente, los celos se manifiestan de un contentos de serlo, es la intolerancia por un sistema de vida o por
272 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 273

un vínculo afectivo lo que se pone en evidencia. Contrariamente VENTA


a las apariencias, estas visiones nocturnas revelan generalmente CABALA
tesoros de sentimiento y de fantasía, pero al mismo tiempo demues-
tran la incapacidad de explotarlos de una manera adecuada. Si se Ganancia. Venta de objetos de hierro: desgracia.
está triste por la condición de vagabundo estos sueños ponen de PSICOANÁLISIS
manifiesto desconfianza, incertidumbre, miedo del futuro. La venta es una manifestación onírica que puede asumir mu-
chísimos significados a tenor de la situación en que se encuentre
VAMPIRO el que sueña, de sus tendencias, de sus deseos y de sus temores.
CABALA En general puede decirse que quien ofrece una mercancía atrayente
Caer en manos de usureros. quisiera asegurarse la simpatía o los favores de alguien. Atención,
pues, al cliente onírico y a los procesos de condensación y de su-
PSICOANÁLISIS perposición pues muchos disimulan su identidad. Ocurre también
Los filmes de terror han llevado de nuevo los vampiros a las hallarse sirviendo al comprador objetos que se saben inútiles o
pantalla de Morfeo y el horripilante espectáculo parece reservado de calidad defectuosa, o bien ver con espanto que la tienda está
a un público femenino. Estas visiones reflejan el miedo de la vacía justo cuando está delante una persona que se desearía com-
agresividad masculina, de la desfloración y de la violencia sexual placer: entonces interviene un complejo de inferioridad o un acusa-
en general. do sentido de impotencia. A tenor de los artículos vendidos en
sueños, puede haber de por medio hasta alguna desviación. Véase
VELO también la voz «Tienda».
CABALA
Misterio, modestia. Velo nupcial: alegría. Persona velada: in- VENTANA
vitación a ser cautelosos. CABALA
Ventana abierta: fácil acceso a la casa. Ventana cerrada: re-
PSICOANÁLISIS primenda.
Una figura femenina velada que aparezca en sueños a una mujer
es siempre una rival, verdadera o presunta, sobre todo cuando PSICOANÁLISIS
anda de por medio un problema sentimental. En otras circunstan- La ventana representa casi siempre el deseo del que sueña de
cias puede tratarse de la madre, de una pariente o de una amiga, asomarse al futuro y ver realizada una aspiración. Sea cual sea
hacia la cual se abrigan sentimientos discordes. En las visiones esta aspiración y los temores que a ella van ligados, lo dirá el
masculinas, el velo oculta el objeto de deseos sexuales juzgados espectáculo que la misma ventana enmarca. Sentirse tentados de
reprobables por el que sueña. En cuanto al velo nupcial, el signi- asomarse y, al mismo tiempo atemorizados por la idea de lo que
ficado es obvio. pudiera descubrirse, denota incertidumbre o miedo de las con-
secuencias de una determinada acción. Las ventanas enrejadas o
VENENO tapadas con visillos o cortinas, delatan la tendencia a sustraerse
CABALA a la realidad. Tragaluces y troneras, pueden además, con toda
Peste o enfermedad contagiosa. especie de abertura, referirse a la feminidad. Encontrarse espiando
en sueños a través de una rendija o un agujero delata tan sólo,
PSICOANÁLISIS en los adolescentes, una curiosidad sexual y muy a menudo un
Cuando se ve ofrecer, en sueños, algo que se teme envenenado síntoma de ansiedad, de miedo del porvenir. Más frecuente es la
se recela una trampa. Cuando se intenta propinar veneno a una visión nocturna en la cual nos esforzamos, aterrorizados por algo
persona se piensa poder conseguir el propio propósito recurriendo que está a nuestras espaldas, en pasar a través de un agujero de-
al engaño o castigar a la misma persona de un modo solapado. masiado estrecho y que refleja una timidez excesiva, un injustificado
En las visiones nocturnas femeninas, el miedo de pinchazos o he- alarmismo, un fuerte complejo de inferioridad.
ridas envenenadas refleja siempre aprensiones en el campo sexual.

18 — 3.147
274 PETER KOLOSIMO GUÍA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 275

azotado por el viento, aunque se oye su siniestro ulular, se suele


VERGüENZA ser presa de una profunda tristeza o de ideas angustiosas,
CABALA
Suerte en el comercio. VINO
CABALA
PSICOANÁLISIS Beber vino: placer. Vino blanco: alegría. Vino tinto: em-
Avergonzarse en sueños de una acción que se está a punto briaguez.
de cometer o que se ha cometido denota el temor de comportarse
de una manera reprobable. Ocurre a menudo experimentar una PSICOANÁLISIS
sensación de vergüenza sin comprender por qué. Se trata de un En los sueños femeninos el vino representa a veces el miedo
proceso de apartamiento y es en los detalles de la escena donde del hombre. La mujer que se ve obligada a beberlo teme los con-
ha de buscarse el nudo de la cuestión. Típico es el sueño referido tactos con el otro sexo y todo lo que puede derivar de un matri-
por Ellis, que se presentaba con preocupante frecuencia en las monio al cual no se siente completamente inclinada. Las manchas
noches de una muchacha de dieciséis años que se encontraba en de vino en los vestidos pueden referirse tanto a la pérdida de la
un salón, llena de vergüenza sin saber por qué. El psicoanalista pureza como al temor de enfermedades venéreas.
descubrió que se trataba de la visión de una concha que hablaba
al subconsciente de la soñadora de autoerotismo y de homosexua- VIRGEN
lidad latente. CABALA
Paz, alegría. Virgen María: consuelo, curación, felicidad perfecta.
VIDRIO
CABALA PSICOANÁLISIS
Reproducimos textualmente: «Todo lo que es de vidrio se refie- La visión de la madre de Jesús, que no es raro que se les
re, en materia onírica, a la mujer.» aparezca a las adolescentes, suele revelar un complejo de culpa-
bilidad, de indignidad. Es sintomático el hecho de que sueños
PSICOANÁLISIS semejantes se presentan muy raramente en la edad madura. Las
El intento de asignar al vidrio un valor simbólico general con vírgenes de blanco vestidas, que se muestran más allá del umbral
la ayuda de observaciones, no ha tenido éxito hasta ahora. Cabe de la juventud, hablan a menudo de pesares y a veces de los re-
decir que en muchos casos el contacto onírico con objetos de vidrio, mordimientos suscitados por haber recurrido a prácticas üícitas.
fríos, está en relación con la frigidez, verdadera o supuesta. Mucho La pureza no es reflejada casi nunca por figuras análogas.
más clara es la presencia, en sueños, de una lámina de cristal. Si
el sujeto topa con ella sin sospechar su presencia se trata de la VISITA
manifestación de un complejo de inferioridad o de unas ambicio- CABALA
nes equivocadas. Si, en cambio, se encuentra escrutando a través Hacer una visita: lágrimas. Recibir una visita: situación pre-
de ella, intenta descubrir lo que hay en el otro lado, está ante caria.
una duda o se trata sólo de una curiosidad insatisfecha.
PSICOANÁLISIS
VIENTO En muchas visiones nocturnas se está a punto de efectuar una
CABALA visita, lo cual suele revelar el deseo de acercarse o de «conquistar»
Peligros. O angustia y tormento, el objeto de tales atenciones, o bien el ansia de reconciliarse con
él. No siempre la persona a la cual se piensa visitar en sueños
PSICOANÁLISIS es aquella a la que se tiende en realidad, porque aquí también
Una corriente de aire e incluso tan sólo una puerta abierta intervienen los procesos de asociación y de condensación. Cuando
pueden dar al que las ha soñado la impresión de hallarse en medio está de por medio la superposición, o sea cuando un semblante
de un furioso vendaval. En este caso las sensaciones no consien- se superpone a otro, los sentimientos que se abrigan por la persona
ten ninguna tentativa de interpretación. Pero cuando no se está en cuestión son discordes o dan lugar a un auténtico conflicto.
276 PETER KOLOSIMO GUIA AL MUNDO DE LOS SUEÑOS 277

En las manifestaciones oníricas femeninas, soñar que se reciben week-ends del reino de Morfeo no se efectúen casi nunca de un
visitas significa que se desean tratos íntimos o lazos sentimentales. modo tranquilo. Bastante a menudo el esparcimiento se echa a
perder por una persecución, una insidia o una sorpresa desagrada-
VOLCáN ble, por medio de las cuales se manifiesta tan sólo el temor de que
CABALA el lance termine de una manera poco placentera. Semejantes vi-
Grandes novedades. siones son típicas de las jóvenes que desean y a la vez temen la
primera experiencia sexual. En otros casos puede tratarse también
PSICOANÁLISIS únicamente de una gran necesidad de tranquilidad, de una suspi-
Las manifestaciones oníricas en cuyo transcurso se está aterro- rada evasión de la frenética vida de las grandes ciudades.
rizado por una erupción volcánica revelan siempre el miedo de ser
arrastrados por el fogoso temperamento propio o también por el YATE
ajeno. Pero cuando se huye ante la lava que se extiende se de- CABALA
muestra una escasa confianza en las posibilidades propias v un Bienestar, desahogo, comodidad.
temor del futuro en verdad excesivo.
PSICOANÁLISIS
VÓRTICB He aquí un sueño peligroso, que se presenta a las jóvenes
CABALA sedientas de aventuras y arrastradas por ciertos filmes y por
Días borrascosos en perspectiva. ciertas informaciones periodísticas. A los sujetos que se encuen-
tran a bordo de un yate, en un ambiente que con razón podemos
PSICOANÁLISIS definir «de sueño», es aconsejable un severo examen de sí mismos.
Cuando, en sueños, se está nadando, el remolino aparece de Su personalidad es, en efecto, muy inmatura, su carácter tiende
improviso. Es el símbolo de algo que consideramos más fuerte a la ligereza y su futuro es a menudo confiado a la pura casualidad.
que nuestra voluntad y que, en la inmensa mayoría de los casos,
se refiere a la actividad sexual. ZAPATOS
CABALA
VUELO Zapatos de mujer: suerte en amor. Zapatos de hombre nuevos:
CABALA ganancia. Rotos o embarrados: pobreza, pérdida. Polainas: días
Suerte, grandes honores, riquezas. tranquilos. Perder los zapatos: miseria.

PSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS
Según Freud, el vuelo, tanto si se efectúa sin el auxilio de Encontrarse cómoda una mujer con un par de zapatos nuevos
medios mecánicos como si se lleva a cabo en aviones o globos, significa desear —literalmente— andar mucho camino y abrigar
tiene siempre un significado sexual y va acompañado por un estado fundadas esperanzas de andarlo bien. Los zapatos viejos, rotos
de excitación. Las observaciones realizadas en Europa y en los o embarrados revelan el temor de dejar traslucir algo que se
Estados Unidos se inclinan netamente a favor de esta interpreta- quisiera mantener oculto. Perder el calzado o caminar descalzo
ción, aunque los seguidores de Jung insisten en ver en esta mani- por lugares concurridos denota la existencia de un complejo de
festación onírica una tendencia a la elevación, a la sublimación. inferioridad o, más raramente, de una culpabilidad. Una mujer
que lleve botas y las lleve a gusto demuestra con ello una voluntad
WEEK-END de imponerse un poco de sadismo. En los sueños del hombre los
CABALA zapatos van ligados al fetichismo y las botas femeninas al maso-
Alegría sentimental. quismo.

PSICOANÁLISIS ZODíACO
El sueño femenino de una jira campestre pone de manifiesto CABALA
deseos de naturaleza erótica. Es característico el hecho que los Suerte en el juego.
278 PETER KOLOSIMO

PSICOANÁLISIS
Cuidado, lectoras que prestáis excesiva fe a los horóscopos o
que os dejáis impresionar fácilmente por esas previsiones. Muy TÍTULOS A P A R E C I D O S
a menudo los signos del Zodíaco asumen, en estas circunstancias,
disfraces impensados. Las «amigas de los astrólogos», que en sue-
ños ven acudir a su encuentro al enamorado convertido en una
fiera o en una especie de monstruo mitológico, solamente a causa
de su signo zodiacal, no son pocas. No hay ningún mal en que os
apasionen esos simpáticos juegos que son los horóscopos, pues los
redactados con una buena dosis de optimismo pueden ser franca-
mente útiles. Pero, por favor, no los tomemos como profecías. L. Pauweis y J. Bergler John G. Fuller
EL RETORNO DE LOS BRUJOS EL VIAJE INTERRUMPIDO
¿Desaparecieron civilizaciones técnicas en ¿Dos horas a bordo de un platillo volan-
épocas inmemoriales? ¿Será la sociedad te? El increíble relato, que la Prensa mun-
secreta el sistema de gobierno del futuro? dial ha divulgado, de un matrimonio ame-
¿Existen puertas abiertas a universos pa- ricano sometido a sueño hipnótico y que
ralelos? ¿Derivamos hacia una suprahuma- explica sus experiencias. Edición ilustrada.
nidad? Una visión fantástica de la reali-
dad pasada y futura. Edición ilustrada.
Gérard de Sede
Fulcanelli EL TESORO CATARO
EL MISTERIO DE LAS CATEDRALES Del oro de Delfos a las ruinas de Mont-
ségur; la sangrienta cruzada contra una
«Un libro extraño y admirable. Manifiesta herejía que aún subsiste. ¿Por qué canta-
una sabiduría extraordinaria y conocemos ban en «lengua secreta» los trovadores
a más de un hombre de elevado espíritu medievales? Edición ilustrada.
que venera el nombre legendario de Ful-
canelli.» (Pauweis y J. Bergier en El re-
torno de los brujos.) «La persona que se
ocultó, o se oculta aún, tras el nombre de Hades
Fulcanelli, es el más célebre y único al- ¿QUÉ OCURRIRÁ MAÑANA?
quimista verdadero de este siglo en que
el átomo es rey.» (Initiation et Science.) Europa, el mundo, nuestro destino vistos
Edición ilustrada. por la astrología. Retrato astrológico de
los jefes nazis. La trágica muerte de Ken-
nedy. Astrología del gaulllsmo. El destino
Jacques A. Mauduit de China. El fin de la Monarquía Inglesa.
EN LAS FRONTERAS La revolución en Italia.
DE LO IRRACIONAL
Tradiciones milenarias han aportado el eco Peter Kolosimo
—deformado y a veces ridículo— de cier-
tos poderes que la ciencia negó en un SOMBRAS EN LAS ESTRELLAS
momento dado, pero que la ciencia actual,
más libre, empieza a considerar sin pre- Los misterios del Cosmos. Los secretos
venciones. espaciales alemanes. Las Intrigas de la
Ciencias que por fin empiezan a encontrar astronáutica soviética y americana. ¿Es-
su ubicación en el pensamiento actual. tán habitados los otros mundos? Toda la
Telepatía, clarividencia, quiromancia y car- verdad sobre el enigma de los platillos
tomancia, alucinaciones, yoga... volantes.
Este libro se imprimió en los talleres
de GRáFICAS GUADA, S. A.
Virgen de Guadalupe, 33
Esplugas de Llobregat.
Barcelona

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