Está en la página 1de 13

CIUDADANIA Y TRABAJO

CIUDADANIA Y TRABAJO

5° 2 TT

Prof Yolanda Carballo (ybcnqn@yahoo.com.ar)

Trabajo practico.

Para comenzar a transitar los temas de la asignatura, la primera palabra que investigaremos será
TRABAJO, no solo en su definición sino en su relación con los distintos tiempos históricos.
ACTIVIDADES PROPUESTAS

1*ES cierto? Fundamenta con precisión.

“Desde los orígenes de la humanidad, el trabajo humano prácticamente no ha variado”

2*Redacta diez enunciados breves sobre “La Revolución Industrial”

3*En un párrafo breve, aproximadamente quince renglones, refiérete al tema “La cuestión
social: concepto, causas y consecuencias”.

EDUCACION CIVICA
TRABAJO PRACTICO DE EDUCACIÓN CÍVICA QUINTO AÑO

CONSIGNAS
1. según platon cuales sion las formas de gobierno puras e impuras. Enumerar , definir
cada una y ejemplificar con casos de gobiernos en distintos lugares del mundo si se
han dado las mismas.
# material de consulta http://www.filosofia.org/cla/ari/azc03096.htm //
http://www.terras.edu.ar/biblioteca/10/FP_Bobbio_1_Unidad_2.pdf //
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-43602017000100087
2. definir republica . Caracteristicas de las misma. Concepto . ¿Que es?. Tipos
ejmplificar
# material de consulta https://cuadrocomparativo.org/diferencias-y-similitudes-entre-
republica-y-democracia/ buscar mas informacion
3. Definir constitucion, tipo , concepto, caracteristicas. ¿Como es nuestra
constitucion? division

HISTORIA
TRABAJO PRÁCTICO DE HISTORIA QUINTO AÑO

BURGUESÍAS y OLIGARQUÍAS EN AMÉRICA LATINA


A partir de la lectura del capítulo “Burguesías y Oligarquías”, del libro
América Latina. Introducción a Occidente del historiador francés Alain
Rouquieu, relacionado con las elites latinoamericanas, responder a la
siguiente grilla de preguntas.
1) ¿Cuándo se habla de Oligarquía en qué momento puede
identificarse el origen de este tipo de grupos en el continente?
2) Exponga las diferentes perspectivas con que se define el concepto
oligarquía y la definición conclusiva que formula Rouquieu
3) Las Oligarquías dice Chaunu no son formaciones arcaicas, es decir no
hay que buscar su origen en el pasado remoto, sino que nacen a partir
de una determinada estructura económica. ¿A qué formato económico
se refiere como escenario para la gestación de las oligarquías
latinoamericanas?
4) A partir de la descripción que hace Rouquieu de las oligarquías cuál
es para usted la dimensión o volumen social de estos grupos
dominantes.
5) Investigue qué quiere decir el concepto eupátrida, y relacione su
significado con las oligarquías latinoamericanas.
6) Con qué cultura se identifican las oligarquías y qué actitud toman
para difundir esta cultura.
7) Explique qué significa la frase “La diversificación de los intereses de
la oligarquía no significa una mayor heterogeneidad social de sus
miembros”.
8) Cuál es la relación que tienen las oligarquías con la propiedad de la
tierra, y cómo se expresa esta relación en la Argentina.
9) ¿La Oligarquía necesita de un sistema social inclusivo en el que
todos los sectores estén políticamente representados?
10)Después de leer este texto interprete usted si es posible la
convivencia de la elite oligárquica y el sistema democrático. ¿Por qué?
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las
que se desconozca su significado y que no se acepta como respuesta la
copia textual de fragmentos del texto sino su reelaboración con
propias palabras.

Burguesías y Oligarquías Autor: Alain Rouquié


Desde luego el termino oligarquía es polémico. Su contenido crítico es
superior a su valor descriptivo. Sin embargo numerosos sociólogos le han
dado sus cartas de nobleza y corresponde además a una innegable y singular
realidad. Perón en la Argentina de la posguerra denunciaba a los "oligarcas"
como "el antipueblo", los adversarios de la mayoría "sufriente y sudante" que
lo había llevado al poder. En su opinión se trataba de denunciar a una
minoría social egoísta y arrogante vinculada, para colmo, con el extranjero.
Sin embargo, ese término no solo designa a un grupo dominante o una
asimetría social que existen en todas las sociedades del mundo —gran
burguesía— o nomenklatura; señala, también, un fenómeno social que
circunscribe un espacio socioeconómico y define una forma de dominación
de clase. Dejemos de lado las referencias clásicas a Cartago, Venecia o la
Grecia antigua, o las teorías de Hilferding sobre las "oligarquías financieras"
expresión del capitalismo monopolista, y tratemos de superar la percepción
histórica inmediata que hace que en Colombia. El Salvador, Perú o Argentina,
el termino la oligarquía tenga un sentido. Ese concepto es polémico pero
también está situado en el tiempo: el grupo designado siempre está ligado en
su constitución al momento de la integración de las economías al mercado
mundial como proveedoras de bienes primarios. Antes que nada, la
oligarquía es un estrecho grupo social de burguesía agroexportadora.
¿Definición insuficiente? No obstante estas abundan y su misma
multiplicación nos permitirá precisar los contornos de ese sujeto social de
existencia tan evidente como inasequible. Un historiador argentino al
analizar el orden conservador y el sistema político nacional a fines del siglo
pasado menciona ese problema y da por lo menos cinco interpretaciones de
la oligarquía en su versión argentina. Para unos, es "una clase de grandes
propietarios que ha sacado conscientemente partido de la expansión debida
al aumento de las exportaciones"; algunos subrayan su dimensión patricia.
Para otros se trata de una "clase de gobierno consciente y unida en torno a
un proyecto nacional", y hasta de un simple "grupo de notables" en el
sentido más tradicional del término. De esas apreciaciones convergentes
podemos retener que la dimensión política del fenómeno oligárquico es
indispensable para su comprensión. Como Francois Bourricaud lo señalo a
propósito de Perú, "la existencia de una asimetría social" o de un "efecto de
dominación en favor de una minoría" no basta para definir una oligarquía.
Son las "desigualdades acumulativas", para hablar corno Robert Dahl, es
decir la identificación entre notables sociales y notables económicos, la
confusión de poderes, las que producen la oligarquía. A ello se añade un
factor temporal, señalado a propósito de Argentina: la duración del
fenómeno, su carácter hereditario, "patricio", extendido a varias
generaciones. Partiendo de esas observaciones, podríamos proponer una
definición provisional y aproximativa del fenómeno oligárquico en América
Latina. Generalmente se entiende por oligarquía un grupo de familias
identificables que concentran en sus manos los motores decisivos del poder
económico, controlan directa o indirectamente el poder político y se sitúan
en la cima de la jerarquía del poder social en materia de autoridad y
prestigio. No obstante esta tentativa de definición difícilmente nos haría
avanzar si no pudiéramos delimitar las fuentes del poder "oligárquico" y
explorar las formas de su dominación. ¿Aristocracia agraria o burguesía
internacional? Cuando se menciona la "oligarquía" en países como El
Salvador, Argentina, Uruguay o Perú, siempre se hace referencia a un poder
económico de base agraria: las "catorce familias" de los cafetaleros de El
Salvador, los barones de la carne argentinos, los "cuarenta" magnates del
azúcar y del algodón peruanos de antes de 1968 o los "grandes laneros"
uruguayos. Los "dueños del país" tienen a primera vista una base agrícola.
Esta primera impresión tiene sin embargo un alcance limitado y haríamos mal
en sacar conclusiones demasiado apresuradas. En efecto, no se trata de
grupos arcaicos, representativos de sectores precapitalistas rurales. Por el
contrario, en todos los casos, es una elite modernizadora la que logra erigirse
en oligarquía, a reserva de aliarse con sectores arcaicos que reconozcan su
preeminencia a cambio de la preservación de su arcaísmo. Esos
comportamientos modernizados no excluyen la instauración de relaciones de
producción coercitivas o patrimoniales, como hemos visto. No obstante, la
legitimidad histórica de esta elite reside en haber presidido la integración de
la economía nacional al mercado mundial. La formación de esos grupos
sociales es inseparable de la prosperidad económica del desarrollo
extravertido. En El Salvador, esa oligarquía tan restringida que se habla de
"catorce familias", pero que cuenta con una treintena de grupos familiares,
"hizo el café" así como el café la creo. En Argentina, los "eupatridas" de la
carne son vistos como una elite única y natural que revelo al mundo "la
patria de los rebaños y las cosechas". Esas oligarquías no están constituidas
por familias tradicionales propietarias de latifundios improductivos, sino por
dinámicos agentes económicos dispuestos a aprovechar la innovación y
poner el poder público a su disposición para vencer todos los obstáculos
sociales a su expansión. Si bien esos grupos actúan conforme a la más
estricta racionalidad mercantil en el terreno productivo generalmente se
entregan al "consumo ostentoso", señal de posición social, imitando el
supuesto estilo de vida de las clases altas europeas en sus manifestaciones
más escandalosas. La vida cultural participa igualmente en ese esfuerzo
mimético de una clase dominante en busca de un modelo legitimador. Así, la
gran burguesía liberal y cosmopolita que saco adelante el proyecto de
transformación nacional de la Argentina moderna a partir de 1880 reservaba
un lugar privilegiado a la cultura: en efecto, para esos "patricios" que
sonaban con introducir la "civilización" europea en la Pampa "bárbara", el
acceso privilegiado al conocimiento y la actividad intelectual fundaban en la
razón su detentación del poder. Las "clases cultivadas" se dotan así de una
legitimidad reconocida y marcada con el signo universal del "progreso". El
consumo cultural es para las viejas familias consulares la marca de los
elegidos. No obstante, la continuidad histórica, rasgo distintivo del orden
oligárquico, no carece de una relación privilegiada, permanente, a veces
monopolista, con el principal producto de exportación. El poder oligárquico,
en su concepción conspiradora y vulgar, así como en una óptica sociológica
más exigente, caracteriza a un grupo social nacional que ocupa una posición
económica estratégica. Por ello no se forman oligarquías en las economías de
enclave; las burguesías locales están subordinadas a los intereses
exportadores extranjeros y los gerentes de sociedades extranjeras no tienen
ni la legitimidad ni por supuesto la antigüedad familiar indispensable para el
poder acumulativo y reconocido. Como acertadamente se ha señalado, la
oligarquía no es una simple elite económica. (…) Las distinciones que hemos
trazado jamás se presentan de manera tan clara ni tan fácilmente legibles. El
caso de la Bolivia de antes de la revolución del Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR) de 1952, que nacionalizo las minas de estaño, es
instructivo al respecto. El estaño, que hoy ya no representa sino el 35% de las
exportaciones (50% en 1971) frente a más de 60-70% en aquella época,
estaba esencialmente concentrado en manos de un estrechísimo grupo de
intereses mineros dominado por los tres grandes: Patiño, Hoschild y
Aramayo. Esos "barones del estaño" forman la rosca, una banda por así
decirlo o, según Augusto Céspedes, uno de sus más violentos adversarios,
una "cleptocracia minera", que impone al país onerosos sacrificios. Su
situación es singular: son bolivianos, de extracción popular en el caso de
Patiño, reciente en lo que concierne a Hoschild (contra quien se desencadenó
el antisemitismo de los nacionalistas bolivianos), pero constituyen los pivotes
de una economía de enclave. Asociados al capital extranjero, a la cabeza de
sociedades considerablemente transnacionalizadas cuyas sedes sociales se
hallan en Europa y que incluso se harán cargo, tras la nacionalización, de la
refinación del mineral boliviano, aparecen como "nuevos ricos",
"plutócratas" en el vocabulario que data del MNR, pero no como oligarcas de
raíces nacionales profundas. Aprovechando su antigüedad y su papel clave en
la estructura económica, la oligarquía es asimismo una clase de "negocios"
caracterizada por sus capacidades financieras y su eclecticismo. La
diversificación de los intereses de la oligarquía no significa una mayor
heterogeneidad social de sus miembros. Como señalaba ese penetrante
observador de las realidades argentinas que fue el periodista francés Jules
Huret en 1911: "Nada importante se hace en este país sin ellas [esas viejas
familias] ni fuera de ellas [...] esta elite, Argos de cien ojos, Briareo de cien
brazos, tiene ojos de lince para los buenos negocios, oportunidades de
compra y venta de tierras, los informes confidenciales de la Bolsa y las
carreras le llegan, sabe que grandes empresas van a crearse, las concesiones
forestales que falta otorgar, los proyectos de construcción de fabricas,
frigoríficos, molinos, azucareras, puertos, los contratos proyectados de
suministro de equipamiento, las grandes obras por realizar [.. J." Los
miembros de esos grupos, enriquecidos por la valorización agraria y la
especulación comercial, consideran la propiedad de la tierra como un refugio
y un símbolo de posición social. La continuidad de la propiedad territorial no
implica para ellos el inmovilismo productivo. Por el contrario, la flexibilidad
en el manejo de las inversiones, la capacidad para movilizar rápidamente sus
medios financieros para salir al encuentro de una ganancia rápida son
características permanentes de ese grupo. En Argentina, los ganaderos
supieron fomentar la agricultura en el momento oportuno. Ligados a las
industrias exportadoras de productos agrícolas, supieron estimular el proceso
de sustitución de importaciones mientras seguía siendo funcional para sus
intereses globales. La capacidad para "pivotar", según la coyuntura, de la
ganadería a la agricultura o a la industria y de la producción industrial a la
importación, y por consiguiente la total ausencia de especialización, es una
de las características permanentes de esta burguesía "multisectorial". Por lo
demás, uno de sus rasgos de comportamiento más arraigados consiste en
prevenirse contra las formulas rígidas de inversión a fin de estar siempre en
condiciones de aprovechar las ocasiones favorables reduciendo los riesgos.
La oligarquía, vuelta hacia el exterior por formación histórica, legitimada por
su papel decisivo para la inserción de la economía nacional en la división
internacional del trabajo, desde luego no es una simple burguesía interior
pero menos aun corresponde a una "burguesía compradora" de simples
intermediarios. En cuanto a calificarla de "clase superior internacional" como
se ha hecho en el caso de Perú o de "clase superior cosmopolita" como se ha
dicho en El Salvador, a causa de cierta propensión de sus miembros a
contraer nupcias con extranjeros, o a ocupar la crónica social, ayer por
fastuosos viajes a Europa, hoy por prolongadas estadías en Miami, es tomar
el efecto por la causa, un comportamiento por la función. Se trata por el
contrario de un grupo nacional pero que ocupa un lugar particular y, podría
decirse, plurifuncional en las relaciones con el mundo exterior. Ni su
cosmopolitismo ni los vínculos con intereses internacionales y su asociación
con ellos permiten tratarla como un simple representante de esos intereses.
Pues su dependencia es consentida; mejor aun, es buscada. Es
desempeñando conscientemente el papel de mediación obligada como la
oligarquía maximiza su fuerza y consolida su dominación. Estilo de
dominación y legitimidad social Por último, la oligarquía puede ser menos
una clase que una forma de dominación de clase basada en la exclusión. En
efecto, a una estructuración social en embudo o en pirámide corresponde un
régimen político "exclusionario" pero que no utiliza ni medios autoritarios ni
vías burocratacorporativas. En las sociedades oligárquicas, sistemas políticos
formalmente representativos funcionan sobre la base de una participación
limitada solo a los miembros de la elite establecida y a quienes les están
obligados. Una clase política restringida y homogénea se esfuerza por
administrar el país como una gran empresa que debe producir al menor
costo y para provecho único de los accionistas. Es evidente que, por un
plebiscito tácito, la sociedad reconoce a las familias "experimentadas" en los
asuntos públicos y solo a ellas la aptitud necesaria y la capacidad suficiente
para conducir la nación. Esas familias consulares generalmente manifiestan
un escepticismo condescendiente con respecto a la capacidad del pueblo de
ejercer sus derechos políticos, que puede ir hasta el desprecio del sufragio
universal, "triunfo de la ignorancia universal" que debe corregir el "fraude" a
fin de no poner "las conquistas anteriores de civilización a merced de la parte
más inculta e indigente de la sociedad". La Argentina anterior a 1916, el Perú
criollo de los "civilistas". El Salvador del periodo de hegemonía familiar
Meléndez Quiñonez, la Colombia del periodo entre las dos guerras son, entre
otros, ejemplos de ese estilo de gobierno en su estado puro. Las más de las
veces, el establishment oligárquico, al entregarse a los ritos democráticos y a
las exigencias de la sociedad de masas, no ocupa directamente el poder.
Delega su mando a una "clase reinante" que no pone en peligro el pacto de
dominación, y se conforma con "controlar de lejos" el buen funcionamiento
de los asuntos públicos. Lo cual es posible dado que la elite establecida
generalmente ha propagado a todo el cuerpo social sus valores e imagen. La
prensa y la escuela son los dos canales institucionales de una inculcación
ideológica que contribuye a moldear las mentalidades. "El secreto de su
poder, escribe un ensayista argentino a propósito de la oligarquía argentina,
es un poder secreto que impregna a todo el país." En todo caso, criticar a la
oligarquía es un crimen de lesa patria. Sin embargo la producción de la
ideología dominante no siempre basta para asegurar la armonía
preestablecida entre la oligarquía y el poder político formal debido
justamente a la aparición de nuevas fuerzas sociales. Cierto, la interiorización
de la dominación oligárquica desemboca sobre todo en la neutralización de
las clases medias y de los nuevos estratos burgueses que se revelan
incapaces de elaborar su propio sistema de valores y de asumir una función
social autónoma. Sin embargo igualmente se instauran mecanismos de
cooptación de los elementos más audaces de la clase de nuevos empresarios.
Esta permeabilidad selectiva fortalece evidentemente la dependencia de los
sectores intermedios sin por ello lograr privilegiar en todos los casos los
intereses oligárquicos. Cuando estos son amenazados por reformas o nuevas
reglas del juego que limitan peligrosamente su manera de operar, disponen
de una temible capacidad de veto a causa precisamente de su lugar central
en el dispositivo de la economía nacional y de su legitimidad social. La fronda
mundana o el sabotaje económico (desinversión, fuga de capitales, presiones
contra el país en las plazas financieras internacionales, etc.) generalmente no
son sino preludios a la ruptura del sistema representativo que les permite
nuevamente un acceso.

LEGISLACIÓN CULTURAL
LEGILACIÒN : Conjunto de leyes por las cuales se regula un Estado o una actividad
determinada. Ej. "el proyecto contempla una regulación de la legislación laboral; algunos
países tienen una rígida legislación en materia de medio ambiente; ejercitaremos los
procedimientos que permiten la legislación vigente sobre propiedad industrial"
CULTURAL: De la cultura o relacionado con ella.
Ej. "tradición cultural; asociación cultural; nivel cultural; interés cultural; patrimonio
cultural"

PUNTOS DE PARTIDA    - Por Daniel Cholakian


No hay inocencia en las palabras. Destacar la idea de “culturas” por sobre la de “cultura”
no es parte de un discurso políticamente correcto o banalmente inclusivo, sino que abre
una discusión central a la hora de pensar la política cultural. Esa “s” puede ser el punto de
partida para cuestionar prácticas adquiridas que instalan a la cultura como afirmación de
lo instituido. La cultura como forma de desarrollo humano y la cultura como práctica
política viven en tensión. La ley marco debe apropiarse de esa tensión y hacerla presente.
La cultura es una producción colectiva pero también un conjunto de bienes que son
apropiados privadamente. Es ingenuo ignorar el proceso de privatización que sufrieron
tanto las artes como el trabajo del artesano y los modos tradicionales de expresión
comunitaria. La cultura está atravesada por la lógica de la sociedad de consumo en la que
se producen bienes para mercados determinados, segmentados, formateados y
construidos históricamente. Sin estar sobredeterminada, la cultura está marcada por los
sistemas de producción, circulación y consumo que le dan las condiciones de posibilidad.
Como el sujeto de toda política pública debe ser el pueblo, lo que debemos proteger con
una Ley de las Culturas es la circulación federal, igualitaria y desconcentrada de la
producción cultural.
Nuestra ley debe permitir que se revierta el camino de adecuación de los bienes culturales
a la demanda del mercado comercial. Necesitamos pensar qué está pasando con gran
parte del cine, de la literatura, de la música, de las revistas, pero también qué pasa con el
mercado “emergente” de las artesanías o la “modernización” de los productos
artesanales. Es necesario que el Estado se constituya en un actor fundamental para
desarticular los sistemas hegemónicos de representación y facilitar la circulación de
discursos que propongan la emancipación ante tanta propuesta vulgares. Repensar la
idea de producción cultural como bien de uso y no de cambio.
Revisemos un concepto que entrama un problema en su propio significado: “Industria
cultural” .Es un error ver a un producto cultural solamente como objeto de consumo.
La industria cultural aparece así como la afirmación de un statu quo, la consagración de
un modo de producción y circulación, mientras que la producción artística y cultural debe
ser la negación y ruptura de cualquier cristalización del orden. Debe ser el núcleo del
pensamiento crítico y como tal creador de prácticas vitales que supongan procesos
emancipadores.
El marco generado por esta ley deberá contener a la vez a copleras y satélites. Tendrá
que canalizar el encuentro de las voces con sus comunidades sin mediación institucional
y reglar el trabajo legal y digno de miles de trabajadores. Por eso, no debemos perder de
vista la exigencia de acceso del pueblo a la cultura, tanto como la voluntad disruptiva de
toda forma de arte. Un valor esencial de la cultura reside en la experiencia colectiva en el
espacio público. Allí, obra y persona quiebran la separación de la experiencia cultural de
la vida cotidiana. Así, la cultura se constituye en una experiencia productiva,
emancipadora y creadora de un nuevo lenguaje social. Restituir esa experiencia
integradora es un modo de reponer el carácter transformador de la cultura.
La ley y quienes la implementen deberán hacerse cargo de estas tensiones.

Legislación cultural – 5to 2da

Profesor: Juan Cruz Geli

ACTIVIDAD DIAGNOSTICA

También podría gustarte