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PRÁCTICA 1

El mapa representa la distribución de los diferentes paisajes agrarios de España. Analícelo y


responda a las siguientes preguntas:
a) Diga el nombre de las Comunidades Autónomas donde se localizan los paisajes agrarios
de la España húmeda (ganadera y nteriors). Explique algunas causas.
b) Explique los factores geográficos que condicionan la localización de los paisajes de la
España mediterránea cálida.
c) Deduzca de la información del mapa los cultivos dominantes que se producen en
el interior peninsular.

a) Galicia, Asturias, Cantabria, País Vascol, N de Navarra y Aragón y NO de Cataluña.

El principal condicionante de la localización de los paisajes de la España húmeda en estas


comunidades es sin duda la presencia del clima oceánico; un clima caracterizado por las elevadas
precipitaciones todo el año y sus temperaturas suaves, lo que constituye “la España siempre verde”
fruto del elevado grado de humedad en el espacio.
La topografía abrupta (Macizo Galaico, C. Cantábrica y Pirineos) y el dominio biogeográfico
eurosiberiano son los condicionantes de la mayoritaria presencia de una paisaje dominado por la
actividad ganadera y 4nteriors, dado que el prado natural, sustento de la elevada cabaña vacuna de la
zona, se alterna con amplios espacios forestales monoespecíficos sobre todo de hayas y robles, que
aportan un elevado aprovechamiento 4nteriors.
El suelo por su parte es otro condicionante dada la escasa capacidad agrícola del mismo. La Galicia
granítica o el resto del espacio donde existe un predominio del dominio calizo genera suelos poco
aptos para el desarrollo de la agricultura lo que nos lleva al aprovechamiento ganadero y forestall
como actividad sustitutiva
b) Explique los factores geográficos que condicionan la localización de los paisajes de la
España mediterránea cálida.

Este dominio se localiza en el litoral mediterráneo y andaluz, con penetraciones 4nteriors en


el valle del Guadalquivir y del Guadiana. También pertenecen a este espacio los regadíos de
las Baleares.

Su clima mediterráneo costero ofrece la ventaja de sus óptimas condiciones térmicas para la
agricultura (altas temperaturas, gran insolación y ausencia de heladas). Presenta el grave
inconveniente de su aridez estival y escasez e irregularidad de las precipitaciones, por lo que
suelen ser necesarios los regadíos.
La elevada 4nterior agrológica del suelo se explica por la presencia de fértiles valles sedimentarios y
terrenos litorales por debajo de los 200 metros de 4nterior. También aparecen terrenos en
vertiente en el interior, a los que se han extendido los cultivos mediante “abancalamientos”.
La presencia de importantes acuiferos litorales o el aprovechamiento de las aguas de los grandes
cursos fluviales permiten la presencia de una agricultura (nteriors de regadío, basada en
producciones de hortalizas, de frutales (cítricos y no cítricos) y de arroz (en los sectores
aluviales más hundidos). Las condiciones ecológicas 4nteriors y la modernización de las
explotaciones con la incorporación de alta tecnología (cultivos bajo plástico, selección de
planteles…) y una fuerte 4nteriors convierten a la agricultura mediterránea costera en una
actividad de elevada rentabilidad.
Los condicionantes históricos y económicos incorporan una diversidad en este paisaje agrario ya
que contrasta la pequeña propiedad toda la zona litoral, con una agricultura altamente
tecnificada y capitalizada en enarenados o bajo plástico que se taduce en la agricultura más
rentable de toda la peninsula (hortalizas, frutales, flores, arroz…), con la gran propiedad del valle
del Guadalquivir, base de la importante presencia del latifundio de secano del curso medio y bajo
del Guadalquivir y de los típicos paisajes de cortijos de Andalucía-

c) Cultivos en el interior peninsular: secanos extensivos: 4nterio (Cuenca del Duero,


Guadalquivir y Ebro), viñedos (La Mancha, Valle del Ebro, Valle Duero), olivos (interior de
Andalucía) girasol (Valle del Guadalquivir y Cuenca)

Regadíos mixtos: hortalizas, remolacha, maíz, alfalfa, 4nteri…en la vega de los ríos.

Frutales: naranja en el valle del Guadalquivir, manzana, pera en Lérida, cereza en Cáceres,
almendra en sierras 4nteriors de Andalucía, castaña y nuez en sierras húmedas.
PRÁCTICA 2
En el mapa siguiente se representa la distribución de las áreas de regadío. Con esta
información conteste a las preguntas siguientes:
a) Diga del 1 al 7 el nombre de las Comunidades Autónomas señaladas, afectadas por el máximo
regadío.
b) Deduzca de la información del mapa las posibles causas que explican la localización de la
agricultura de regadío en la Península Ibérica.
c) Enumere los cultivos predominantes en las tierras de regadío de España.

a) Diga del 1 al 7 el nombre de las Comunidades Autónomas señaladas, afectadas por el


máximo regadío.

1.- Aragón, 2.- Comunidad Valenciana, 3.- Castilla y León, 4.- Extremadura, 5.- Castilla La Mancha,
6 Murcia, 7.- Andalucía.

b) Deduzca de la información del mapa las posibles causas que explican la localización de
la agricultura de regadío en la Península Ibérica.

Una de las causas que determinan la presencia de la agricultura de regadío es la presencia de


un clima con mayor o menor volumen de precipitaciones, que para el caso español contrasta el
lluvioso y constante clima oceánico con el irregular y árido clima mediterráneo, que determina
una España húmeda frente a una España seca. En el caso del regadío será precisamente la falta
de precipitaciones la que propicie la necesidad de la alteración de la fase natural de un cultivo
con elevada demanda de agua, por medio de la aportación artificial de agua al mismo. Por esa
razón será en aquellos lugares donde haya menor volumen de precipitaciones donde mayor
sea la necesidad de aporte artificial de agua a los cultivos, si bien su puesta en marcha
dependerá de la propia oferta del agua y del grado de inversión en infraestructuras para el
riego.
La escasez del volumen total de precipitaciones puede llegar a impedir incluso la posibilidad de
almacenamiento de agua por escorrentía y provocar la necesidad de trasvases o de desalación
de agua. Estas circunstancias son propias de la España arida o semiárida del levante, el sureste
o las islas Canarias.
En un grado intermedio se encontraría la España propiamente mediterránea donde su
volumen mediano de precipitaciones de carácter irregular permiten el regadío mediante la
acumulación de aguas de lluvia en los embalses o en el subsuelo.
Por su parte, los valores extremos de temperatura, tanto de invierno como de verano,
condicionarán también el tipo de cultivo, dependiendo de la tolerancia a las heladas o
temperaturas extremas por lo que, en ciertos casos, incluso contando con la posibilidad de
aporte hídrico artificial, ciertos cultivos no pueden desarrollarse. En estos casos las nuevas
técnicas de cultivo bajo plástico, todas ellas de regadío, han venido a dar solución a estos
condicionantes climáticos.

La presencia de un curso fluvial es otro de los factores que determinan en mayor medida la
presencia de la agricultura de regadío cuyo origen hídrico son las aguas superficiales. El recurso
agua en el curso fluvial aparece de forma natural o como consecuencia de la acción humana en
obras de infraestructuras de embalses y trasvases de cuenca.
Como podemos comprobar en el mapa, existe una relación directa entre curso fluvial-número
de embalses con el espacio regado, siendo las principales cuencas fluviales las que presentan
un mayor número de hectáreas de regadío. A ello se añade que en aquellos lugares donde el
curso fluvial puede ser modificado por la acción del hombre, las posibilidades de regadío se
incrementan de forma exponencial. Esto es constatable cuando observamos en el mapa la
realidad de la margen pirenaica del Ebro, en sus afluentes del Segre, Gallego y Aragón, los
afluentes del Duero, el Esla y el Pisuerga, o el Genil en el Guadalquivir, donde la presencia de
importantes embalses y de afluentes de entidad potencian una rica agricultura de regadío.

Por ultimo la presencia de acuiferos en las llanuras litorales del mediterráneo posibilitan una
agricultura de regadío muchas veces altamente capitalizada y tecnificada y con una elevada
rentabilidad, con un predominio de cultivos horto-frutícolas de enarenados o bajo plástico que
constituyen hoy por hoy el sector más pujante y avanzado de nuestra agricultura.

C) Enumere los cultivos predominantes en las tierras de regadios de España.-

Por cultivos, según los datos de 2014 del Ministerio de Agricultura, los que cuentan con mayor
superficie de regadío son los cereales con 1.002.740 ha, lo que supone el 27,81% del total de la
superficie regada, seguidos por el olivar con 740.511 ha, el  20,54 % del total. A continuación
aparecen el viñedo  con 352.343 ha,  cantidad que supone el 9,77%de la superficie total
regada, los cítricos  con 279.883 ha, lo que equivale al  7,76% del total y los frutales no cítricos
cuya superficie regada asciende a  271.711 ha, el  7,54% del total.

A estos cultivos habría que añadir por su importancia y gran aporte de valor añadido el arroz
en Valle del Ebro, del Guadalquivir y Valencia; el algodón en el valle del Guadalquivir –aunque
hoy presenta mucha menos superficie-, los productos hortícolas de Almería y litoral levantino
(tomate, calabacín, pimiento, judías…), fresas en Huelva, flores en zona litoral andaluz o sandía
y melón en Murcia, Castilla La Mancha o Andalucía.
PRÁCTICA 3
El mapa representa los usos de suelo agrario. Analícelo y conteste las
cuestiones siguientes:
a) Nombre todas las provincias que tienen una aportación equilibrada de
agricultura y ganadería
b) ¿Qué relaciones pueden existir entre cada uno de estos usos y las
condiciones naturales de España?
c) Elementos predominantes de los paisajes en las áreas con mayor aportación
agrícola y elementos predominantes de los paisajes en las áreas con mayor
aportación ganadera. Enumérelos y distíngalos.

a) Aportación equilibrada: León, Zamora, Salamanca, Ávila, Soria, Huesca,


Zaragoza, Teruel, Guadalajara, Toledo, Cáceres, Badajoz e Islas Baleares.

b) Relación entre usos y condiciones naturales del medio:

Los condicinantes naturales del paisaje agrario son fundamentalmente el relieve, el suelo,
el clima y la vegetación.
 El relieve afecta sobre todo por la pendiente y la altitud. Presentan una mayor
vocación agrícola los suelos de escasa pendiente ya que facilita la práctica agrícola
y su transformación, mientras que los suelos de mayores pendientes van
presentando progresivamente una mayor vocación ganadera y forestal. Por su
parte la altitud condiciona por medio de la temperatura, a mayor altitud menor
temperatura y, por tanto, menor vocación agrícola. Estos hechos son los que
explican que las tierras óptimas para el desarrollo agrario sean aquellas que se
encuentran por debajo de los 200 m.
 El suelo, como soporte físico de la actividad agraria, es otro de los grandes
condicionantes presentando una mayor aptitud agrológica los suelos de limos,
arcillas o arenosos y menor aquellos suelos rocosos del dominio silíceo o calizo de
España, los cuales además coinciden en numerosos casos con cadenas
montañosas de la Península.
 El clima condiciona con las temperaturas medias y extremas, así como con el
grado de humedad y precipitación, presentando España una fuerte dicotomía
entre la España oceánica y la España mediterránea.
 La vegetación, por su parte, facilitará la generación de pastos ganaderos y especies
forestales para su aprovechamiento o para la generación de aprovechamientos
mixtos como la dehesa. El exceso y exuberancia dela vegetación se comportará
como un factor limitante de la actividad agrícola.

Mayor aportación agrícola:

Coincide con las zonas llanas o de escasa pendiente donde los suelos son predominantemente
arcillosos. Se localiza en las grandes depresiones alpinas, en las cuencas sedimentarias de la
Meseta y en las llanuras litorales del levante y Andalucía, zonas de suelos más aptos para la
agricultura. El clima es mediterráneo litoral en la zona mediterránea y Andalucía y
mediterráneo continentalizado en el interior de la peninsula, por lo que es preciso el regadío
para la puesta en cultivo de grna número de especies. La vegetación prácticamente ha
desaparecido en la roturación de las tierras.
Mayor aportación ganader a:

Localizada en la totalidad de la fachada cantábrica, Sistema Central (Madrid,


Segovia) y Comunidad de Cataluña.

En la cornisa cantábrica la existencia de una amplia zona de prados naturales


desarrollados en relieve de montaña media (dificulta las actividades agrarias) sobre
suelos graníticos y calizos y clima húmedo, con abundantes precipitaciones bien
distribuidas a lo largo del año permiten el asiento de una ganadería vacuna extensiva en
Galicia y semiestabulada en el resto.
En el Sistema Central, dominio de la España silícea, de escasa vocación agrícola por la
pobreza de los suelos y la presencia de la montaña media-alta explican el desarrollo una
ganadería semiestabulada, principalmente de vacuno y ovino.
El caso catalán tiene su explicación más en factores humanos de insdustrias cárnicas que
en los condicionantes naturales, aunque en ciertas zonas de Lérida y Girona tienen un
peso relativo estos condicionantes.

Aportación equilibrada agricultura y ganadería:

Las penillanuras de la Meseta occidental presentan una escasa cobertera sedimentaria


terciaria sobre el dominio silíceo granítico lo que explica la ocupación por la ganadería
en régimen de dehesa, que supone un aprovechamiento mixto (agrícola y ganadero) de
grandes explotaciones. La cabaña bovina, ovina y porcina se alimenta de la bellota que
proporciona las encinas. Los mejores suelos se reservan para la agricultura.
En el Valle del E bro, desde las montañas hasta el fondo de la depression presenta un
dominio ganadero condicionado por la altitud y la pendiente del relieve, y en longitud,
desde el nacimiento del Ebro hasta la desembocadura, de donde resulta una mezcla de
influencias y diversidad de paisajes coexistiendo espacios agrícolas (regadío y secano)
en la depresión que pertenece a la Iberia arcillosa y, por tanto suelos de gran calidad y
ganadera (ovina y porcina) en la montaña y régimen de estabulación.

c) Elementos predominantes de los paisajes en las áreas con mayor aportación


agrícola y elementos predominantes de los paisajes en las áreas con mayor aportación
ganadera. Enumérelos y distíngalos.
Los elementos del paisaje agrario. Son aquellos que son visibles y comunes a todos los
paisajes, adoptando, no obstante, numerosas formas y tipologías en función de los factores.
Son los siguientes:
 Las parcelas.  Son las unidades mínimas de explotación agraria, bien delimitadas y
ocupadas normalmente por un único cultivo.  Pueden ser muy variadas en función del
tamaño (grandes o pequeñas), la forma (regulares o irregulares) y los límites (abiertas
o cerradas) que tengan.

 Los sistemas de cultivo.  Abarcan desde las especies cultivadas hasta los medios y
métodos usados para obtener una determinada producción.  Los dos grandes tipos de
sistemas de cultivo son los extensivos (si no se busca obtener el máximo rendimiento
de la tierra) y los intensivos (en los que se persigue el máximo aprovechamiento).
Según sea uno u otro el tipo de sistema, se utilizará regadío o secano, policultivo o
monocultivo, barbecho o rotación de cultivos, etc.

 El poblamiento agrario y las vías de comunicación.  Los edificios de viviendas y las


instalaciones agrícolas o de otro tipo, se pueden disponer de forma concentrada o
dispersa en el territorio.

En las áreas con mayor aportación agrícola podemos distinguir entre las pequeñas parcelas de
regadío de la zona litoral mediterránea dedicadas fundamentalmente al aprovechameinto
hortofrutícola con un elevado grado de tecnificación y rendimiento que nos muestra una
agricultura intensiva de policultivo y un poblamiento disperso muy característico en la huerta
murciana y valenciana, frente a las grandes y medianas parcelas de las grandes cuencas
sedimentarias del interior de la peninsula donde existe un predominio dela agricultura
extensiva de secano dedicada en regimen de monocultivo a la trilogía mediterránea (trigo, vid
y olivar), si bien en algunas zonas de las vegas de los ríos se alterna con una agricultura de
regadío con sistemas de aspersion o pivotante destinadas al regadío de cereal, maíz o plantas
forrajeras como la alfalfa. El poblamiento en estos paisajes es concentrado, con presencia de
agrociudades en el valle del Guadalquivir y el cortijo como instalación agrícola más
significativa.

En las áreas con mayor aportación ganadera existe un predominio de pequeña parcela
cerrada (bocage) con dedicación mayoritaria a pasto natural, si bien no es difícil encontrar una
alternancia con una rudimentaria agricultura de aprovechamiento forrajero para el ganado y
pequeñas huertas para el autoconsumo. En estas áreas cabe distinguir aquellas zonas donde se
practica mayoritariamente la ganaderíaa, con escaso grado de capitalización y muy vinculada a
los prados naturales, frente a las zonas de la ganadería intensiva donde la estabulación genera
un paisaje mucho más tecnificado y capitalizado con un predominio de edificios e
infraestructuras vinculados con el tipo de práctica ganadera. El poblamiento suele ser disperso
o intercalar.
Práctica 4 (reserva sept 2013)
2. A continuación se reproduce un mapa de España con expresión de las superficies de
regadío. A partir del mismo, responda a las siguientes cuestiones:
a) Describa el mapa con sus correspondientes referencias geográficas. (Hasta 1 punto).
b) Explique la relación existente entre los regadíos y los cursos fluviales. (Hasta 1 punto).
c) ¿Qué relación existe entre el regadío y el clima?. (Hasta 1 punto).
d) ¿Qué ventajas e inconvenientes geográficos encuentra en la agricultura de regadío?. (Hasta
1 punto).
(Valoración: hasta 4 puntos)

a) Describa el mapa con sus correspondientes referencias geográficas

En primer lugar cabe destacar la diferencia entre la España húmeda, sin presencia
de regadío, y la España seca, en la que se localiza la práctica totalidad de las zonas
regadas.
Por comunidades autónomas destacan, por orden de superficie regada, Andalucía,
Castilla-La Mancha, Castilla-León , Aragón y Extremadura, ello coincidiendo con las
grandes cuencas fluviales del interior de la península, a lo que se añade en el caso
de Valencia y Murcia en el levante peninsular donde se localizan importantes
acuíferos litorales.
Concretando por provincias, las interiores del valle del Ebro –La Rioja, Navarra,
Zaragoza, Huesca y Lérida-, sobre todo en su margen pirenaica en torno al Segre,
Gallego y Aragón, algunas áreas del Guadalquivir, especialmente en Sevilla y zonas
del río Genil, las provincias norte de Castilla-León en torno al Esla y Pisuerga, las
áreas del Plan Badajoz en el Guadiana y la franja litoral mediterránea, desde
Tarragona hasta Almería, presentan los mayores porcentajes de superficies regadas
de la península, superando el regadío en ciertas zonas litorales mediterráneas
incluso el 50% de la superficie cultivada. A ellas habría que añadir las provincias de
las islas Baleares y Canarias.
Por tanto, la localización de las zonas de regadío coinciden con las grandes cuencas
sedimentarias del interior de la meseta, con las depresiones alpinas y con las zonas
litorales del sur y este peninsular, así como en ciertas zonas de las islas. Frente a
estos espacios, ni el litoral norte ni las cordilleras cuentan con presencia
significativa de regadíos en sus territorios.

b) Explique la relación entre los regadíos y los cursos fluviales.-

La presencia de un curso fluvial es uno de los factores que determinan en mayor


medida la presencia de la agricultura de regadío cuyo origen hídrico son las aguas
superficiales. Los cursos fluviales dentro de una cuenca son el resultado final del
ciclo hidrológico del agua que, por medio de escorrentías o de surgencias, acumulan
de forma superficial el agua de la misma. El recurso agua en el curso fluvial aparece
de forma natural o como consecuencia de la acción humana en obras de
infraestructuras de embalses y trasvases de cuenca.
Como podemos comprobar en el mapa, existe una relación directa entre curso
fluvial-número de embalses con el espacio regado, siendo las principales cuencas
fluviales las que presentan un mayor número de hectáreas de regadío. A ello se
añade que en aquellos lugares donde el curso fluvial puede ser modificado por la
acción del hombre, las posibilidades de regadío se incrementan de forma
exponencial. Esto es constatable cuando observamos en el mapa la realidad de la
margen pirenaica del Ebro, en sus afluentes del Segre, Gallego y Aragón, los
afluentes del Duero, el Esla y el Pisuerga, o el Genil en el Guadalquivir, donde la
presencia de importantes embalses y de afluentes de entidad potencian una rica
agricultura de regadío.

c) ¿Qué relación existe entre el regadío y el clima?

De acuerdo con las necesidades ecológicas de las plantas cultivadas, éstas


presentan unos requisitos térmicos de invierno y de verano, resistencia a las
heladas y a la sequía. Por tanto, las características fundamentales de un clima que
afectan al desarrollo de los cultivos son dos: el régimen térmico en sus dos
vertientes, tipo de invierno y tipo de verano, y el régimen de humedad.

En el caso del regadío será precisamente la falta de precipitaciones la que propicie


la necesidad de la alteración de la fase natural de un cultivo con elevada demanda
de agua, por medio de la aportación artificial de agua al mismo. Por esa razón será
en aquellos lugares donde haya menor volumen de precipitaciones donde mayor
sea la necesidad de aporte artificial de agua a los cultivos, si bien su puesta en
marcha dependerá de la propia oferta del agua y del grado de inversión en
infraestructuras para el riego.
La escasez del volumen total de precipitaciones puede llegar a impedir incluso la
posibilidad de almacenamiento de agua por escorrentía y provocar la necesidad de
trasvases o de desalación de agua. Estas circunstancias son propias de la España
arida o semiárida del levante, el sureste o las islas Canarias.
En un grado intermedio se encontraría la España propiamente mediterránea donde
su volumen mediano de precipitaciones de carácter irregular permiten el regadío
mediante la acumulación de aguas de lluvia en los embalses o en el subsuelo.
Por su parte, los valores extremos de temperatura, tanto de invierno como de
verano, condicionarán también el tipo de cultivo, dependiendo de la tolerancia a las
heladas o temperaturas extremas por lo que, en ciertos casos, incluso contando con
la posibilidad de aporte hídrico artificial, ciertos cultivos no pueden desarrollarse.
En estos casos las nuevas técnicas de cultivo bajo plástico, todas ellas de regadío,
han venido a dar solución a estos condicionantes climáticos.
d) Qué ventajas e inconvenientes encuentra en la agricultura de regadío.-

Como ventajas en la agricultura de regadío podemos destacar que aporta cultivos


de explotación, fundamentalmente hortalizas y frutales, que alcanzan un elevado
valor de mercado y, por tanto, portan un elevado valor añadido a la economía de la
zona. Esta circunstancia genera economías de escala que benefician a todo el
territorio en generación de empleo, proliferación de industrias y empresas
auxiliares, potenciación de la agroindustria o repercusión positiva en el sector
servicios (comercio, transporte, entidades financieras, asesoramiento técnico…). Sin
duda aquellos lugares donde el regadío viene acompañado de fuerte grado de
inversión e innovación se presentan hoy como uno de los espacios más dinámicos
desde el punto de vista del desarrollo económico, todo ello fruto de las sinergias y
de las economías de escala que genera.

Frente a estas ventajas el regadío presenta una serie de inconvenientes. La elevada


inversión pública que muchas veces origina (embalses, desaladoras, trasvasesy sus
conducciones correspondientes) y los altos costos de inversión privada para la
optimización de la explotación, se conjugan con un elevadísmo consumo de agua,
muchas veces como consecuencia de obsoletos sistemas de riego por gravedad,
hasta el punto de que la agricultura consume hoy el 80% del total del agua de
España.
Este elevado consumo ha provocado déficits hídricos en el levante y sur de España y
la sobreexplotación de numerosos acuíferos.
La necesidad de grandes cantidades de productos fitosanitarios asociados al regadío
supone un elevado impacto ambiental por la contaminación de suelos y aguas
subterráneas, al que hay que añadir el impacto proveniente de los residuos de
infraestructuras (plásticos, botes tóxicos, restos de goma,…).
Por último elimpacto de las grandes infraestructuras sobre el territorio de las
diferentes cuencas no es un inconveniente menor. El deterioro paisajístico, la
degradación y anegación de espacios de gran valor natural, los desmontes y rebajes
de terreno para las conducciones… son otra serie de invonvenientes indirectos
generados por la agricultura de regadío.
PRÁCTICA 5

a) Las provincias con un porcentaje superior al 50% de minifundio son: Pontevedra, Orense, Lugo,
León, Cantabria, Segovia, Valencia, Las Palmas y Tenerife.
Si partimos de la base de que un minifundio es aquella explotación rústica de dimensiones tan
reducidas que impiden alcanzar una escala de explotación eficiente, que es incapaz de ofrecer
a su explotador un flujo de renta suficiente para permitir el mantenimiento de la unidad
familiar, de precario nivel técnico y sin posibilidad de destinar recursos a su mejora, entonces
la pequeña propiedad y el minifundio no son sinónimos dado que la primera no tiene por qué
corresponderse con unidades de explotación económicamente inviables generadoras de
precariedad social y económica, como ocurre con los minifundios. Ejemplo de ello son los
paisajes de la huerta valenciana y murciana, de elevada rentabilidad hortofrutícola, los
arrozales del Ebro y del Guadalquivir o los altamente tecnificados y capitalizados campos de
invernaderos de Almería o de Murcia, todos ellos ejemplos de pequeña propiedad
económicamente muy beneficiosos y de muy positivos efectos socioeconómicos en el
territorio, generador de realidades muy diferentes a las generadas por los minifundios gallegos
o cantábricos.

b) Las provincias donde la gran propiedad supone más del 50% son: Guadalajara, Cáceres,
Badajoz, Ciudad Real, Albacete, Huelva, Cádiz, Sevilla, Córdoba y Jaén.

Tradicionalmente se ha entendido el latifundio como una explotación agraria de gran


extensión (cientos de hectáreas), caracterizada por el ineficaz uso de los recursos disponibles,
asociado a ciertas características: bajos rendimientos, subutilización de la tierra, baja
capitalización, bajo nivel tecnológico, explotación de la mano de obra o bajo nivel de vida de
los trabajadores. Frente a ello la gran propiedad no conlleva necesariamente el carácter
peyorativo del latifundio ya que, desde el punto de vista de la explotación agraria, se
corresponde con una explotación tecnificada, mecanizada, adaptada a las lógicas de
capitalización del mercado y con elevada rentabilidad y grado de innovación.
Hay que señalar a este respecto que después de la crisis de la agricultura tradicional de los
años 60 y como consecuencia de la generalización de la mecanización, tecnificación e
innovación agraria, la diferencia entre gran propiedad y latifundio se ha reducido a favor de la
primera, hasta tal punto que ya muchos autores asimilan ambos conceptos, hecho de lo que ya
se hacía eco en su día la propia Ley de Reforma Agraria de Andalucía de los años 80.

c) El origen de la doble dualidad minifundio/norte y latifundio/sur se remonta a los modos de


conquista y repoblación que se llevó a cabo en los reinos de León y Castilla durante la Edad
Media.

La repoblación del valle del Duero fue impulsado por Alfonso I. Durante los siglos IX y X, los
habitantes de la cornisa cantábrica, por el N, y los mozárabes por el S, repueblan el amplio
dominio del reino de León. La colonización de la “tierra de nadie” se realiza por medio de las
tradiciones jurídicas visigodas y romanas y son entregadas por la monarquía por medio de la
presura, que consiste en la donación por parte del rey de pequeños lotes de tierra
(minifundios) a los colonos que le acompañaban a colonizar el territorio o a familias de colonos
que, con anterioridad, habían ocupado esas tierras. Este sistema es también aplicado en
ciertas zonas de Cataluña que aparecían yermas y desiertas.

La repoblación del Sur de España se realizó de forma diferente. En esta zona las tierras estaban
cultivadas y la ciudades habitadas. Se obligó a los habitantes de las ciudades a abandonarlas y
a entregar sus tierras, las cuales se repartieron (repartimiento) entre la alta nobleza o las
órdenes de caballería en calidad de grandes señoríos territoriales.
Posteriormente la desafección de los mayorazgos y las desamortizaciones religiosa y civil del
siglo XIX van a suponer una nueva redistribución de la propiedad que, en algunos casos
desconcentra la propiedad, hasta generar unidades de parcela inviables desde el punto de
vista productivo, pero en otros genera una dinámica de concentración de la propiedad como
consecuencia de los nuevos tiempos liberales y del incremento del número de propietarios y
de tierras para adquirir. En este sentido, la calidad de las tierras del sur juegan a favor de la
concentración debido a su rentabilidad (los beneficios agrícolas se invierten en compras de
tierras), mientras que la baja calidad y rentabilidad de las tierras del norte y los sucesivos
procesos de herencia, juegan a favor de la mayor división de la propiedad.

Posteriormente, en la primera mitad del siglo XX, vuelve a haber un proceso de concentración
como consecuencia del abandono de ciertas tierras, motivado `por los desajustes o la escasa
rentabilidad de la producción que provocó que numerosos pequeños y medianos propietarios
se sumaran al éxodo rural y vendieran sus tierras a grandes agricultores.

Las consecuencias son la conformación de unas estructuras socio-económicas totalmente


diferentes de un modelo a otro. Mientras el minifundismo crea multitud de pequeños
propietarios que trabajan la tierra y genera escasa diferencias socioeconómicas, el latifundio
ha creado unas sociedades caracterizadas por multitud de jornaleros sin tierra y un número
escaso de grandes propietarios que modelan una sociedad de grandes diferencias socio-
económicas. Ambos modelos han generado una elevada conflictividad social en el mundo rural
a lo largo de la historia, si bien, los hechos más significativos lo han constituido los
movimientos jornaleros andaluces reivindicando el reparto de la tierra y la reforma agraria, al
entender que la base del subdesarrollo y el atraso de Andalucía y Extremadura es la deficiente
estructura de la propiedad de la tierra.

Desde el punto de vista territorial y urbano la dicotomía minifundio/latifundio genera un


modelo poblamiento muy diferente. Mientras el minifundio genera un poblamiento disperso al
amparo de la pequeña propiedad y explotación agraria, el latifundio, por su parte, al estar la
propiedad muy concentrada en pocas manos, genera un poblamiento concentrado en torno a
núcleos urbanos, base real de la conformación de la agrociudades andaluzas (Écija, Lebrija,
Osuna, Marchena…) y de los grandes núcleos de Extremadura y Castilla La Mancha.

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