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El que la hace la debe pagar

En cierta ocasión, un sabio sentenció que lo único necesario para que triunfe el mal es la pasividad
de los buenos. Así que, como oficial de policía, tengo algo urgente que decir a la gente buena.

Mis hombres y yo luchamos, día tras día, por contener la marejada de la delincuencia. Algo terrible
a pasado con el otrora orgulloso modo de vida norteamericano. Y eso ha sucedido en los campos
de los valores. Hay un ingrediente medular que se está erosionando, y creo saber cuál es: la
responsabilidad.

Es fácil definir la responsabilidad: significa que cualquier persona es capaz de responder por sus
actos y, por tanto, debe de atenerse a las consecuencias.

De los muchos valores que conforman la civilización ( la honradez, la bondad, la generosidad, la


decencia) , la responsabilidad acaso sea el más importante de todos. Sin ella no puede haber
respeto, confianza, ni ley, y , en última instancia, ni sociedad. Como oficial de policía, mi deber es
imponer mi responsabilidad en aquellas personas que se niegan, o que nunca han aprendido, a
imponérsela a sí mismas. Sin embargo, como bien sabe todo policía, las limitaciones externas a la
conducta de las personas son muchos menos eficaces que las restricciones internas, como podrán
ser el sentimiento de culpa, la vergüenza y el temor al menosprecio

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