Está en la página 1de 2

ANEXO # 1

UNA HISTORIA ANTIGUA

Quien sirve a otros, respeta sus valores y a las personas.  Sabe que a veces ese respeto
puede retrasar la cosecha de los resultados de su trabajo, pero no se molesta por eso. 
Prefiere esperar el momento.  No conquista sus victorias caminando sobre cadá veres. 
No utiliza artificios engañ osos; primero porque contraría su corazó n, y segundo,
porque sabe que una victoria alcanzada de esa manera destruye la confianza y el
respeto que siente por sí mismo.

Una historia antigua cuenta que a un rey muy viejo lo buscó cierto día su hijo, para
decirle: -- Padre, pienso que ya llegó la hora de que me prepare para asumir el trono.
El tiempo está pasando y, cuando llegue mi turno, quiero ser un gran rey para nuestro
pueblo, como lo has sido tú .  ¿Qué me aconsejas?

El viejo contesto, aceptando que su hijo tenía razó n y valorando su bú squeda de


hacerse cada vez mejor como persona y como candidato al trono: -- Lo má s
importante es saber qué es moral, que es ética y que es el servicio.  Busca a mi maestro
para aprender con él sobre los temas en cuestió n.

El joven príncipe fue hasta donde la persona indicada, un maestro todavía má s viejo
que su padre, y le contó lo que deseaba.  Después de oírlo, el maestro dijo: --Yo soy
profesor de artes marciales. No sé nada sobre moral, ni sobre ética y menos sé que es
el servicio; no entiendo por qué su padre lo envío donde mí.  El joven pensó : “Tal vez
mi padre esté equivocado.  Pero si él me mandó aquí, debe haber alguna razó n”.  Y de
quedó .

Al día siguiente iniciaron los entrenamientos.  El maestro dijo: --Cada vez que me
acerque a ti, y no lo notes, voy a golpearte con mi bastó n y le mostró un garrote
gigantesco.  El joven pensó : “Yo soy joven, él es viejo.  Estaré alerta y me será fá cil
verlo llegar y me pondré en guardia”.

Después de un tiempo de poner atenció n, de estar atento y vigilante, el joven empezó


a distraerse, a veces con el ruido de los pá jaros, a veces con el sonido del viento, con el
trá nsito de las jovencitas.  En esos momentos, el maestro se acercaba, él no se
enteraba y recibía su garrotazo. Y recibió muchos golpes.  Finalmente, el joven se
sumergió en un grado tal de atenció n, de vigilancia, que tan pronto llegaba el maestro,
aun cuando se le acercase como en un pase de magia, lo advertía y se ponía en guardia.

Al llegar a éste nivel, el maestro decidió profundizar los entrenamientos y le dijo:


--Hasta ahora só lo te golpeé en los momentos en que estabas despierto y no te dabas
cuenta de mi presencia; a partir de éste momento voy a golpearte con mi bastó n,
cuando no te des cuenta de que yo me acerco mientras duermes.

El joven pensó :  "Yo soy joven, él es viejo, Voy a permanecer despierto hasta que él se
canse y luego descanso yo.  Sin embargo, el que se cansó primero, después de un
tiempo, fue el príncipe.  El maestro se acercaba y, viendo al joven adormecido, lo
golpeaba con el bastó n.  Y recibió muchos garrotazos, hasta que decidió estar tan
atento, tan vigilante, que entrando nuevamente en tal grado de atenció n, que aun
dormido, era capaz de advertir la presencia del viejo; y se ponía en guardia.

El maestro decidió que al día siguiente irían a descansar antes de las pró ximas
lecciones.  Estaban tomando el sol cuando el príncipe pensó : “Quiero ver si este viejo
es capaz de advertir que me aproximo.  Voy a tomar el bastó n y le voy a dar un
bastonazo, para así sacarme al menos una espinita después de haber recibido tanto
garrote”.  Cuando el joven inició el movimiento de levantarse, el viejo le dijo: --Ni
siquiera lo intentes.  Si te llegas a acercar a mí con esa intenció n, vas a recibir tal zurra,
que jamá s me olvidará s.

El príncipe se sorprendió mucho con la capacidad de percepció n del viejo y continuó


relajado, tomando el sol.  Entonces el viejo, a su turno, pensó : “Qué muchacho tan
abusivo.  Le voy a dar una lecció n.”

Pero, cuando el viejo se estaba levantando para coger el garrote, escuchó que el
muchacho le decía: --Ni lo intentes Si te aproximas a mí con esa intenció n, vas a recibir
tal garrotazo, que nunca lo vas a olvidar.

El viejo entonces, se acercó , miró cariñ osamente al muchacho y le dijo: --Ahora puedes
irte.  Ya aprendiste la lecció n.  La moral, la ética y el servicio es algo que nace de
nuestro estado de atenció n, de mantenernos siempre conscientes, siempre alertas. 
Cuando oímos nuestro corazó n, siempre sabemos ser justos.

La ética nace de nuestra actitud de amor y de respeto con relació n a los demá s y a
nosotros mismos; justamente a quienes venimos a servir.  Es saber escuchar nuestro
corazó n y dejarlo guiar nuestros actos.  Esa es pues la ética de quien sin esperar algo a
cambio, sirve a los demá s.  Y colorín colorado esta Historia Antigua se ha acabado.

También podría gustarte