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com/2018/08/06/la-mecanica-de-la-salvacion-en-los-padres-pre-agustin/
Durante los primeros 400 años de la historia del cristianismo, podemos deducir con
seguridad, por los escritos de los Padres de la Iglesia, que la posición adoptada por
los cristianos acerca de la mecánica de la Salvación fue, en la mayoría de los casos,
lo que posteriormente sería mal-clasificado al final del siglo 16, como
“semipelagianismo”; y en los demás casos, lo que sería llamado posteriormente de
“arminianismo”, término que sólo sería acuñado en el siglo 17. En otras palabras, el
entendimiento de todos los Padres de la Iglesia pre-Agustín en relación a la mecánica
de la Salvación era lo que posteriormente sería designado, exageradamente, en el
final del siglo XVI, como “sinergismo”.
Lo que tanto semipelagianos como arminianos afirman con todas las letras -sólo que
los arminianos lo hacen aún más clara y contundentemente- es que la Salvación es
una obra totalmente divina. A la luz de la Biblia, asevera el arminianismo que Dios
no sólo propició la Salvación, sino que también capacitó el libre albedrío del hombre
hacia las cosas espirituales, lo que posibilita que éste pueda responder al llamado
divino. Es decir, sin la acción divina, el hombre no podría ser salvo en modo alguno,
pues él, además de no poder proveer salvación para sí mismo, no podría responder
de ninguna manera al llamado divino para ella. Por lo tanto, una vez que la Salvación
fue propiciada totalmente por Dios y el libre albedrío del ser humano fue concedido
también por el mismo Dios, ningún hombre puede jactarse por haber respondido
afirmativamente al llamado divino, porque hasta su capacidad de responder fue dada
por Dios.
Por lo tanto, el ser humano tiene sólo una pequeña participación posibilitada por
Dios y de carácter más pasivo que activo en el proceso inicial de su Salvación – más
pasivo que activo porque el hombre, en esa fase inicial, sólo confía, acepta y se
somete. Y aun después de salvo, cuando necesitará ser también activo, “operando”
su salvación con “temor y temblor” (Filipenses 2:12), eso sólo le será posible a causa
de la nueva naturaleza en Cristo generada en su ser por el Espíritu Santo. Sin olvidar
el hecho de que, aun con una nueva naturaleza, él necesitará también diariamente del
auxilio de la gracia divina, sin la cual su santificación y perseverancia serían
simplemente imposibles (Filipenses 2:13). La nueva naturaleza en Cristo necesita
ser alimentada y fortalecida diariamente.
Por su parte, dirá el arminiano, más acertada y coherentemente: “El que es salvo en
Cristo no hizo nada para ser salvo, pues su salvación fue totalmente propiciada por
Dios; sólo recibió, pasivamente, con confianza y con las manos vacías, aquello que
de gracia fue hecho por Dios en su favor, algo que él no podía hacer por sí mismo.
Y él sólo pudo recibir la salvación porque Dios, por su gracia, activó su libre
albedrío para las cosas espirituales, su capacidad de responder positivamente al
llamado divino para ser salvo, la cual había sido comprometida después de la
Caída. Todo viene de Dios”.
Es decir, la diferencia entre semipelagianos y arminianos consiste en lo que se refiere
al entendimiento sobre el nivel de corrupción heredado por el hombre después de la
Caída y, consecuentemente, sobre lo indispensable o no de una acción preventiva de
la gracia para la cooperación del ser humano con la gracia. Para los semipelagianos,
esta corrupción es parcial: el libre albedrío para las cosas de Dios ha sido
mínimamente preservado por Él, de manera que el hombre puede responder al
llamado divino, cooperando con la gracia. Mientras que para los arminianos, esa
corrupción es total: el libre albedrío para las cosas de Dios fue totalmente
comprometido después de la caída del hombre, de manera que el hombre sólo puede
responder al llamado divino porque Dios, en un acto precedente de su gracia, restaura
su libre albedrío para las cosas espirituales. Sólo así es que el ser humano puede
cooperar con la gracia – y, aun así, en el momento de la conversión, esa cooperación
se da más pasivamente que activamente.
No por casualidad, el término “sinergismo” fue aplicado por primera vez para
designar tanto la posición semipelagiana, como la arminiana, exactamente por los
opositores de esas dos posiciones. Él fue acuñado por luteranos monergistas
radicales de finales del siglo 16 para designar peyorativamente a los luteranos
felipistas, fieles seguidores del luterano de línea arminiana Felipe Melanchthon,
contra los cuales los luteranos monergistas radicales se opusieron vehemente. Fue
un término acuñado por opositores, en medio del calor de un debate y con el
propósito claro de exagerar la posición adversaria para desacreditarla. [Aunque sea
un anacronismo, pues Arminio fue posterior a Melanchthon, es menester usar el
término ‘arminiano’ o ‘arminianismo’ para dar una idéa de la similitud de la postura
doctrinal]
“El término […] fue una elección infeliz, porque los llamados semipelagianos
querían ser cualquier cosa, menos medio-pelagianos. Sería más correcto llamarlos
semi-agustinos, por cuanto rechazaban las doctrinas de Pelagio y respetaban a
Agustín, pero no deseaban seguir hasta las últimas consecuencias de su teología”
(ELWELL, Walter A., Evangelical Dictionary of theology, página 1089).
“El término no fue acuñado hasta el final del siglo 16, en la luterana Fórmula de
Concordia de 1577. Ella fue adoptada por algunos teólogos católicos también,
particularmente por los dominicos [tomistas], que usaron el término para encender
la leña contra sus adversarios jesuitas [molinistas]. Algunos han sugerido que
probablemente el término “semi-agustinianismo” es el más preciso, ya que no se
defendió un término medio con Pelagio, sino que se apoyó la doctrina de la gracia y
el pecado original de Agustín” (CARTWRIGHT, Steven [editor], A Companion to
St. Paul in the Middle Ages, 2013, Brill, pp. 86 e 87).
“…fue expuesta más tarde por Juan Cassiano en la decimotercera de sus famosas 24
Conferencias y vino a ser llamada como semipelagianismo o, más recientemente, y
probablemente más correctamente, como semiagustinianismo” (RAMSEY,
Boniface, Saint Augustin – Selected Writings on Grace and Pelagianism, 2011,
Augustinian Heritage Institute, p. 23).
Por lo tanto, nos queda lamentar que prácticamente todo debate en nuestros días
entre esas dos corrientes básicas opuestas sobre la mecánica de la Salvación -la
corriente determinista y la corriente no determinista- ya comienza viciado, pues ha
sido desarrollado, desde la segunda mitad del siglo 16 en adelante, dentro de
parámetros y términos inapropiados establecidos por apenas por uno de los lados del
debate que, en la época, era mayoría en el medio protestante.
Hay también el caso del teólogo arminiano Roger Olson, que, aun manteniendo el
término “sinergismo” para designar el arminianismo, hace la siguiente distinción:
hay, por un lado, un sinergismo herético o humanista, y del otro, un sinergismo
evangélico. En el sinergismo herético o humanista, el pecado original es negado y
“las habilidades humanas morales y naturales son elevadas” para que la persona
pueda tener una “vida espiritualmente completa” (pelagianismo); o bien, el pecado
original es suavizado para que el hombre pueda tener la habilidad de, “incluso en su
estado caído, iniciar la salvación al ejercer una buena voluntad para con Dios”
(semipelagianismo). Pero el sinergismo evangélico “afirma la anticipación de la
gracia (gracia preveniente) para que todo ser humano ejerza una buena voluntad para
con Dios” (arminianismo), siendo, por lo tanto, bastante diferente de los demás tipos
de sinergismo.
El primer teólogo calvinista que intentó encontrar lo que ni el diligente Calvino logró
encontrar fue el puritano John Owen (1616-1683). Sin embargo, su empresa,
presentada en su obra La muerte de la muerte en la muerte de Cristo (1647), fue sólo
parcial. Owen no buscó entre los Padres de la Iglesia quien seguía los cinco puntos
del calvinismo (Depravación Total, Elección Incondicional, Expiación Limitada,
Gracia Irresistible y Perseverancia de los Santos), sino solamente quien defendiera
la Expiación Limitada.
Un detalle curioso es que, tras las críticas del pastor puritano y calvinista moderado
Richard Baxter a la defensa de la Expiación Limitada de Owen, éste suavizó su
posición, diciendo que “la sangre de Cristo fue suficiente para pagar el precio por
todos”, a pesar de que su obra se aplicaba solamente a los elegidos [GOOLD, W. H.
(editor), The Works of John Owen, 1852, Robert Carter and Brothers, Nova York,
volume 10, p. 296]. Este cambio de Owen fue clasificado por Baxter como una
“nueva evasión fútil”, que sería refutada en una de las principales obras de Baxter:
“Redención universal de la humanidad por el Señor Jesús”. [BAXTER, Richard,
Universal Redemption of Mankind by the Lord Jesus Christ, 1694, The Rising Sun
in Cornhill, Londres, pp. 343 a 345, citada em CUNNINGHAM, W., Historical
Theology, 1994, Banner of Truth, volume 2, p. 332].
Como este material no se encuentra en español ha sido traducido para consulta por
Gabriel Edgardo LLugdar – Diarios de Avivamiertos – 2018
https://diariosdeavivamientospentecostal.wordpress.com/2018/08/07/existio-el-calvinismo-en-los-padres-de-la-iglesia-la-mecanica-de-la-salvacion-segunda-parte/
El segundo teólogo calvinista en hacer un intento -y, esta vez, con el objetivo de
encontrar en la patrística los cinco puntos del calvinismo- fue el también británico
John Gill (1697-1771), en su obra The Cause of God and Truth, de 1735.
En ella, John Gill en lugar de admitir lo obvio, así como Owen, desconsidera el
contexto de algunos extractos cosechados o impone interpretaciones demasiado
elásticas para uno u otro pasaje seleccionado. Como destaca el profesor Thiago
Titillo: “imaginar que cualquier referencia a la depravación humana y a la
necesidad de la gracia apoya al calvinismo es, como mínimo, ingenuidad”; Gill,
repetidamente, hace citas de los Padres acerca de la necesidad de la gracia, infiriendo
de ahí que ellos creían en la ‘gracia eficaz’ (‘gracia irresistible’), aunque no haya
ninguna afirmación sobre la ‘irresistibilidad’ de la gracia en tales pasajes.
En el siglo XX, entre tantos teólogos calvinistas que podrían ser mencionados por
afirmar lo mismo, tenemos el no menos conocido Loraine Boettner (1901-1990), que
enfatizaba que la doctrina calvinista fue “percibida primero por Agustín” y que éste
“fue mucho más allá de los primeros teólogos”, los cuales “enseñaron la salvación
por medio de Cristo […] asumiendo que el hombre tiene plenos poderes de aceptar
o rechazar el Evangelio”. [BOETTNER, Loraine, The Reformed Doctrine of
Predestination, 1932, p. 365]
Enfatiza, Boettner, que los Padres de la Iglesia pre-Agustín traían “en algunos de sus
escritos” pasajes “reconociendo la soberanía de Dios”, pero “al lado de otros pasajes
en que enseñaban la libertad absoluta de la voluntad humana”, de manera que lo que
enseñaban a todos ellos, en suma, era “un tipo de sinergia en la cual había una
cooperación entre la gracia y el libre albedrío” [BOETTNER, Ibíd.., p. 365]. C.
Norman Sellers, otro teólogo calvinista, también admite que “Agustín discrepaba de
los Padres que lo precedieron” [SELLERS, C. Norman, Election and Perseverance,
1987, Schoettle Publishing Co., p.3].
Leí una gran parte (no todo) de los Padres pre-Nicenos, Nicenos y Post-Nicenos, y
lo hice con mis sensores calvinistas y no calvinistas en alerta máxima. Creo que mi
conclusión es válida, que las doctrinas calvinistas del TULIP se originaron con
Agustín y, por lo tanto, no están presentes en los padres pre-Agustín. He examinado
los textos citados por Horton y no he visto nada que me haga cambiar de opinión.
No es fácil evaluar los textos que él cita de los Padres de la Iglesia, ya que no da
otros datos bibliográficos más allá del nombre del escritor y una fecha aproximada.
Él no dice qué traducción en inglés está usando y parece no haber hecho ningún
intento de chequear la traducción con la versión original griega o latina. Decidí hacer
alguna confrontación por mi cuenta. En los textos citados que supuestamente apoyan
la elección incondicional, Horton cita a Clemente de Roma, alegando que la carta de
Clemente fue escrita en el año 69 (varias décadas antes de lo que la mayoría de los
estudiosos la colocarían). Parte de la citación dice: ‘Puesto que somos la porción
elegida especial de un Dios Santo, vamos a hacer todas las cosas que se refieren a la
santificación’. He encontrado esta declaración en el capítulo 30 de la carta de
Clemente. El griego dice ‘hagiou oun meris hyparchontes poiēsōmen ta tou hagias
mou panta’. El hecho es que no hay palabras griegas correspondientes a ‘elegida
especial’ en esta declaración de Clemente. Todo el concepto de elección se atribuye
a esta cita. Además, debemos notar que el contexto de la declaración no tiene nada
que ver con la elección.
Es una erudición extremadamente pobre exponer una serie de citas, como Michael
Horton hace, con poca documentación (sin poner referencias), sin aparentemente
ninguna confrontación de los textos con los originales y sin ninguna consideración
de los contextos de las declaraciones. También es importante tener en cuenta las
enseñanzas generales de estos escritores, lo que pondrá las mencionadas citas en
perspectiva. Por ejemplo, mientras los Padres de la Iglesia ciertamente hablan de los
cristianos como “elegidos” o como siendo predestinados a la salvación, es evidente
en el contexto de su enseñanza general que ellos creen que Dios predestina de
acuerdo a su presciencia. […] Como estudiante de teología, cuando leí por primera
vez a los padres apostólicos, hice anotaciones en los márgenes de todos los pasajes
que contradicen las doctrinas del calvinismo. Los márgenes de mi vieja edición de
Lightfoot están llenos de las letras T. U. L. I. P., indicando declaraciones que
demuestran que estos escritores NO creían en los cinco puntos. Estos son los tipos
de declaraciones que la lista de Horton ignora.
En resumen, en las palabras del teólogo e historiador Alister McGrath, “la tradición
teológica pre-Agustín es prácticamente de una sola voz en aseverar la libertad de la
voluntad del hombre” [MCGRATH, Alister, Iustitia Dei: A History of the Christian
Doctrine of Justification, 1998, Cambridge University Press, p. 20], es decir, el libre
albedrío libertario.
Declaraciones de los Padres pre-Agustín, o contemporáneos de él, sobre libre
albedrío, expiación, gracia resistible y elección
“Ahora, pues, como es cierto que todo es por Él visto y oído, temamos y
abandonemos los execrables deseos de malas obras, a fin de ser protegidos por su
misericordia en los juicios venideros. Porque ¿para dónde alguno de nosotros podrá
huir de su poderosa mano? ¿Qué mundo acogerá a los que desertan de Dios?”
(Clemente de Roma [35-97 d.C.], 1ª Corintios, XXVIII, 1 y 2).
“Miremos fielmente a la sangre de Cristo y veamos cuán preciosa esa sangre es para
Dios, que, habiendo sido derramado por nuestra salvación, conquistó para todo el
mundo la gracia del arrepentimiento” (Clemente de Roma, 1 Corintios, VII).
“Vigilad sobre vuestra vida; no dejen que vuestras lámparas se apaguen, ni se aflojen
vuestros cinturones. Al contrario, estén preparados porque no sabéis la hora en que
vendrá el Señor. Reuníos frecuentemente, buscando lo que conviene a vuestras
almas; porque de nada os beneficiará todo el tiempo de vuestra fe si no fuereis
perfeccionados en la última hora” (Didaché [primer siglo], XVI, 1 y 2).
“He aquí, pues, hemos sido creados de nuevo, como Él dijo otra vez en otro profeta:
‘He aquí, dice el Señor, quitaré de ellos’, esto es, de aquellos a quienes había previsto
el Espíritu del Señor, ‘sus corazones de piedra, y les pondré corazones de carne’;
porque Él mismo había de ser manifestado en la carne y habitar entre
nosotros.” (Epístola de Bernabé [segundo siglo], VI).
“Y él me dijo: “Es para que tú puedas ver la abundante compasión del Señor, cuán
grande es y gloriosa, y Él ha dado su Espíritu a los que eran dignos de
arrepentimiento”. “¿Por qué, pues, Señor”, le pregunté, “no se arrepintieron todos?”
“A aquellos cuyo corazón Él vio que estaba a punto de volverse puro y de servirle a
Él de todo corazón, Él les dio arrepentimiento; pero a aquellos en los que vio astucia
y maldad, que intentaban arrepentirse en hipocresía, a éstos no les dio
arrepentimiento, para que no profanaran de nuevo su nombre”. (El Pastor de Hermas
[segundo siglo], Libro III, 8, VI).
“A éste les envió Dios. ¿Creerás, como supondrá todo hombre, que fue enviado para
establecer su soberanía, para inspirar temor y terror? En modo alguno. Sino en
mansedumbre y humildad fue enviado. Como un rey podría enviar a su hijo que es
rey; Él le envió como enviando a Dios; le envió como hombre a los hombres; le
envió como Salvador, usando persuasión, no fuerza; porque la violencia no es
atributo de Dios.” (Epístola a Diogneto [120 d.C.], Exordio, VII).
“[…] porque habéis creído en Aquel “que levantó a nuestro Señor Jesucristo de los
muertos” y le dio gloria y un trono a su diestra; al cual fueron sometidas todas las
cosas en el cielo y en la tierra; al cual toda criatura que tiene aliento sirve; que viene
como juez de los vivos y los muertos; cuya sangre Dios requerirá de todos los que le
son desobedientes. Ahora bien, “el que le levantó a Él de los muertos nos levantará
también a nosotros”; si hacemos su voluntad y andamos en sus mandamientos y
amamos las cosas que Él amó, absteniéndonos de toda injusticia.” (Policarpo [70-
155 d.C.], Carta a los Filipenses, II).
“Pero ahora Él nos persuade y nos conduce a la fe para que sigamos lo que le es
grato por libre elección, a través de las potencias racionales con las que Él mismo
nos regaló” (Justino Mártir, Apología Primera, XI, 4).
“De lo que dijimos anteriormente, nadie debe sacar la conclusión de que afirmamos
que todo lo que sucede, sucede por necesidad del destino, por el hecho de que
afirmamos que los acontecimientos fueron conocidos de antemano. Por eso,
resolveremos también esta dificultad. Nosotros aprendemos de los profetas y
afirmamos que ésta es la verdad: los castigos y los tormentos, así como las buenas
recompensas, se dan a cada uno según sus obras. Si no fuera así, si todo sucediera
por destino, no habría absolutamente libre albedrío. En efecto, si ya está determinado
que uno sea bueno y el otro malo, ni aquel merece elogio, ni este vituperio. Si el
género humano no tiene poder de huir, por libre determinación, de lo que es
vergonzoso y escoger lo bello, no es responsable de ninguna acción que haga. Pero
que el hombre es virtuoso y peca por libre elección, podemos demostrar por el
siguiente argumento: vemos que el mismo sujeto pasa de un contrario a otro. Ahora
bien, si estuviese determinado a ser malo o bueno, no sería capaz de cosas contrarias,
ni mudaría con tanta frecuencia. En realidad, ni se podría decir que unos son buenos
y otros malos, desde el momento que afirmamos que el destino es la causa de buenos
y malos, y que realiza cosas contrarias a sí mismo, o que se debería tomar como
verdad lo que ya antes insinuamos, es decir, que la virtud y la maldad son puras
palabras, y que sólo por creencia se tiene algo como bueno o malo. Esto, como
demuestra la verdadera razón, es el cúmulo de la impiedad y la iniquidad. Afirmamos
ser destino ineludible que aquellos que escogieron el bien tendrán digna recompensa
y los que escogieron lo contrario, tendrán igualmente digno castigo. En efecto, Dios
no hizo al hombre como las demás criaturas. Por ejemplo: árboles o cuadrúpedos,
que nada pueden hacer por libre determinación. En ese caso, no sería digno de
recompensa y elogio, pues no habría escogido el bien por sí mismo, por haber nacido
ya bueno; ni, por haber sido malo, sería castigado justamente, pues no lo sería
libremente, sino por no haber podido ser algo diferente de lo que fue” (Justino Mártir,
Apología Primera, XLIII).
https://www.thebereancall.org/content/cap-tulo-4-la-sorprendente-conexi-n-de-calvino-con-el-catolicismo
No hay duda que Calvino impuso sobre la Biblia ciertas interpretaciones erróneas
de origen católico romano. Muchos líderes calvinistas están de acuerdo en que los
escritos de Agustín fueron la fuente real de la mayoría de lo que hoy se conoce
como Calvinismo. Los calvinistas David Steele y Curtis Thomas señalan que "las
doctrinas básicas de la posición calvinista habían sido fuertemente defendidas por
Agustín contra Pelagio durante el quinto siglo."1
Agustín es tan integral conmigo, que si quisiera escribir una confesión de mi fe,
podría hacerlo con toda plenitud y satisfacción de sus escritos.11
Los donatistas del cuarto siglo creían que la iglesia debía tener un compañerismo
puro de verdaderos creyentes que demostraran la verdad del evangelio con sus
vidas. Ellos aborrecían la apostasía que había entrado en la iglesia cuando
Constantino unió el cristianismo con el paganismo, con el fin de unificar su
imperio. El clero comprometido sirvió de "malos sacerdotes trabajando tomados de
la mano con los reyes de la tierra, que demostraron no tener ningún rey excepto
César". Para los donatistas, la iglesia era un "cuerpo pequeño de salvos rodeado de
la masa no regenerada".12 Esto por supuesto es, el punto de vista bíblico.
Agustín, por el contrario, vio la iglesia de su época como una mezcla de creyentes
y no creyentes, en la cual la pureza y maldad debían convivir en aras de la unidad.
Usó el poder del estado para obligar la asistencia a la iglesia (como haría Calvino
también 1.200 años después):
Agustín "identificó a los donatistas como herejes... que podrían ser sometidos a
legislación imperial [y fuerza] exactamente de la misma manera que otros
criminales e incrédulos, incluyendo envenenadores y paganos".14 Frend dice de
Agustín, "el susceptible joven conquistador se convirtió en el padre de la
Inquisición".15
¿Por qué la iglesia no puede usar la fuerza para obligar volver a sus hijos
perdidos?... El Señor mismo dijo, "Ve por los caminos y vallados, y fuérzalos a
entrar…" Por lo tanto es el poder que la iglesia ha recibido... por el carácter
religioso y la fe de los reyes... el instrumento usado para aquellos que se
encuentran en las carreteras y los vallados — es decir, en las herejías y divisiones
— se ven obligados a entrar y que no inculpen a la iglesia por ser forzados.17
¿Cómo podría cualquiera que viva hoy considerar a Calvino como un gran exegeta,
y aceptar tales abusos de este pasaje? ¿Obligar a entrar? ¿No es trabajo de Dios a
través de la elección incondicional y la gracia Irresistible? ¿Obligar a aquellos para
quienes no murió Cristo y a quienes Dios ha predestinado al tormento eterno? ¡Este
versículo refuta el Calvinismo no importa cómo sea interpretado!
El legado de Agustín… son los métodos teológicos que han permanecido fieles...la
plena adhesión a la autoridad de la fe...revelada a través de las Escrituras, la
tradición y la iglesia... Asimismo el sentido profundo del misterio — "porque es
mejor”, exclama, "el tener una ignorancia fiel que un conocimiento
presuntuoso..." Una vez más expreso mi deseo ferviente que la enseñanza
autorizada de un gran médico y pastor florezca cada vez más felices en la
iglesia...34
En mi debate con James White el afirmó que "Calvino refutó este mismo pasaje en
sus Institutos, y cualquier lectura justa de los escritos de Agustín refuta esta
tergiversación por Hunt".35. De hecho, Calvino reconoció la autenticidad de la
declaración e intentó defenderla como razonamiento legítimo para quienes no
tienen la certeza de fe por el Espíritu Santo.36
El papa Juan Pablo II llamo a Agustín "el padre común de nuestra civilización
cristiana".42 William p. Grady, por otro lado, escribe: "El soñador de Agustín
(354-430) llego a anunciar (a través de su libro, La Ciudad de Dios) que Roma
había tenido el privilegio de traer el Reino Milenial (también conocido como la
'edad oscura')."43
Sacando de una fuente contaminada
Sir Robert Anderson nos recuerda que "la iglesia [católica] romana fue moldeada
por Agustín a la forma que ha mantenido desde entonces. De todos los errores
cometidos durante los siglos que más tarde se convirtieron en las enseñanzas de la
iglesia católica, casi no hay ninguna que no se encuentre como embrión en su
escritos."44 Esos errores incluyen el bautismo de los niños para la regeneración
(los bebés que mueren sin ser bautizados están maldecidos) la necesidad del
bautismo para la remisión de los pecados (el martirio, al igual que el Islam, hace lo
mismo), el purgatorio, la salvación en la iglesia solo a través de sus sacramentos y
la persecución de quienes rechazan los dogmas católicos.
Agustín insiste en que Satanás está "atado" basándose en que "hasta ahora son los
hombres, que serán convertidos a la fe de la incredulidad en el cual él [Satanás]
retuvo hasta el fin del mundo”. Que él considera claramente alegórica el
encadenamiento prometido de Satanás en el "abismo" (Apocalipsis 20:1– 3).
Sorprendentemente, Satanás "está limitado en cada instancia en que echa a perder
uno de sus bienes [es decir, alguien que cree en Cristo]". Y aún más sorprendente,
"el abismo en el que está encerrado", de alguna manera es interpretado por Agustín
como “las profundidades del corazón" de los que rechazan a Cristo. Estos son
"como corazones ciegos". Es así como Satanás es continuamente confinado en un
abismo.45
Agustín no intenta explicar cómo llegó a esa idea asombrosa, mucho menos cómo
podría existir un abismo en millones de corazones o cómo "estando atado" Satanás
todavía es libre para cegar a aquellos en cuyo "corazón" él está confinado (2 Co
4:4). Tampoco explica cómo ni el porqué, a pesar de que Satanás está atado,
Y este es el hombre a quien Geisler llama "uno de los más grandes pensadores
cristianos de todos los tiempos". Por el contrario, Calvino extrajo desde una fuente
muy contaminada cuando acogió las enseñanzas de Agustín. ¿Cómo podría
sumergirse en una herejía tan contaminada sin llegar a ser confundido e infectado?
Sin embargo esta especulación aturdida y desconcertante del catolicismo romano
en formación, se reconoce como la fuente del Calvinismo — y es elogiado por
líderes evangélicos. Uno queda atónito de ver la admiración rendida a Calvino y a
Agustín como líderes cristianos, que por lo general son personas razonables.
Vance además señala que "los calvinistas admiten que Calvino fue fuertemente
influenciado por Agustín en la formación de su doctrina de la
predestinación".52. ¿Cómo podría uno de los líderes de la reforma acoger tan
plenamente las doctrinas de Agustín quien ha sido llamado el "principal creador
teológico del sistema Católico Latín, y pretenden ser distintos al ...Protestantismo
evangélico... "? 53
Aquí nos enfrentamos a una extraña anomalía. Warfield declara que "es Agustín
quien nos dio la reforma" 54 — sin embargo, al mismo tiempo, también reconoce
que Agustín fue "en un sentido el verdadero fundador del catolicismo romano"
55 Y "el creador del santo imperio romano."56
Sin embargo, líderes calvinistas indican que yo estoy del lado católico romano al
rechazar el calvinismo, aunque esta viene en gran parte del máximo católico
romano, Agustín. Así lo expresa un escritor de mí:
Y teniendo en cuenta que la posición que usted adopta, es, completamente opuesta
al corazón mismo del mensaje de los reformadores, y se alinea con la visión de
Roma en cuanto a la voluntad del hombre y la naturaleza de la gracia. Esto me
parece tremendamente incoherente de su parte. Usted a menudo habla de
oponerse a las tradiciones de los hombres, sin embargo, en este caso, usted acepta
las tradiciones que se encuentran en el corazón del "Evangelio" de Roma.59
Por el contrario, los reformistas y sus credos están infectados con las ideas
provenientes del principal católico romano, Agustín mismo. Además, un rechazo
de la perseverancia de los santos, la elección incondicional, y la predestinación
según lo definido por los calvinistas, no es una aceptación de "el corazón del
'Evangelio' de Roma." El verdadero corazón del Evangelio de Roma son los
sacramentos y las buenas obras. Ciertamente el hecho que Calvino retuvo los
sacramentos, la regeneración bautismal para bebés, y honrar el sacerdocio católico
como válido, es una aceptación muy grave del falso evangelio del catolicismo. El
rechazo del Calvinismo no requiere ningún acuerdo con Roma en ninguna parte de
sus doctrinas heréticas de la salvación.
Junto con los escritos de Agustín, la Vulgata Latina también había moldeado los
pensamientos de Calvino expresados en sus Institutos de la Religión Cristiana.
Siendo diestro en latín, Calvino había utilizado durante mucho tiempo esta corrupta
traducción de la Biblia, la cual, desde su composición por Jerónimo al principio del
quinto siglo, era la Biblia oficial de los católicos romanos. Y aun otra vez fue
declarada la Biblia oficial por el Concilio de Trento en 1546, cuando Calvino tenía
37 años de edad. Más que eso, llegó a influenciar el movimiento protestante: "Por
mil años la Vulgata era prácticamente la única Biblia conocida y leída en Europa
occidental. Todos los comentarios se basaban en el texto de la Vulgata… los
predicadores basaban sus sermones en ella".60
Grady dice, "Dámaso encargó a Jerónimo para revivir la arcaica Antigua Biblia
Latina en A.D. 382... La monstruosidad completada llegó a ser conocida como la
'Vulgata Latina'... y la utilizó Satanás para marcar el inicio de los Años
Oscuros".63 Fisk nos recuerda:
Los ejemplos bien conocidos de los profundos errores incluyen todo el sistema católico de
"penitencia", extraído de la Vulgata "haga penitencia"... cuando el idioma latín debió seguir
el griego diciendo —“arrepentirse”. Asimismo la palabra "Sacramento" era una lectura
errónea de la Vulgata de la palabra original para “misterio”. Aún más importante, tal vez,
era la representación de la palabra presbítero (anciano) como "sacerdote".64
Por muchos siglos la [Vulgata] era la única Biblia utilizada generalmente... En la época de
la reforma la Vulgata [influencio] versiones populares. La de Lutero (N. T. en 1523) fue la
más importante y en esto la Vulgata tuvo gran peso. La influencia de Lutero del latín pasó a
nuestra propia versión autorizada la [KJV]...67
Podríamos presentar documentación adicional, pero esto debe ser suficiente para
trazar brevemente la influencia de este máximo católico romano, Agustín, a través
de la Vulgata Latina y sus escritos sobre Calvino — y a través de Calvino, en la
Biblia de Ginebra y en la Biblia King James. Y así en los púlpitos y las casas de los
protestantes en toda Europa, Inglaterra y América. No es de extrañar que aquellos
que, como Armenio, se atrevieron a cuestionar el calvinismo fueron abrumados por
la oposición. Por supuesto, diversos sínodos y asambleas se llevaron a cabo para
formular credos aceptados para castigar a los disidentes. Pero las condiciones
estaban a favor del Calvinismo, y ninguna influencia fue permitida para mitigar
este error. Esto será documentado en los capítulos 5 y 6.
Spurgeon, también declaro: "Sin duda Agustín obtuvo su punto de vista a través
del espíritu de Dios, del estudio diligente de las escrituras de Pablo, y Pablo lo
recibió del Espíritu Santo, de Jesús el Cristo" 73 Uno no puede ver estas
declaraciones sin asombrarse. Es increíble que Loraine Boettner, uno de los
apologistas que más se opone a la iglesia católica, elogió a Agustín, quien dio a la
iglesia católica romana muchas de sus doctrinas básicas, y figura entre los "Santos"
más altamente honrados hasta el día de hoy.
1. David N. Steele and Curtis C. Thomas, the Five points of Calvinism (Phillipsburg, NJ:
Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1963), 19.
2. Laurence M. Vance, the Other Side of Calvinism (Pensacola, FL: Vance Publications, rev.
ed., 1999), 37.
3. Kenneth G. Talbot and W. Gary Crampton, Calvinism, Hyper-Calvinism and Arminianism
(Edmonton, AB: Still Water Revival Books, 1990), 78.
4. Benjamin B. Warfield, Calvin and Augustine, ed. Samuel G. Craig (Phillipsburg,
NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1956), 22.
5. John Piper, the legacy of Sovereign Joy: God’s triumphant Grace in the lives of Augustine,
luther, and Calvin (Wheaton, IL: Crossway Books, 2000), 24-25.
6. Charles Haddon Spurgeon, ed., Exposition of the Doctrine of Grace (Pasadena, CA:
Pilgrim Publications, n. d.), 298.
7. Alvin L. Baker, Berkouwer’s Doctrine of Election: Balance or imbalance? (Phillipsburg, NJ:
Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1981), 25.
8. St. Augustine, A treatment On the Soul and its Origins, Book IV, 16.
9. C. Gregg Singer, John Calvin: His Roots and Fruits (Abingdon Press, 1989), vii.
10. Vance, Other Side, 40.
11. John Calvin, “A Treatise on the Eternal Predestination of God,” in John Calvin, Calvin’s
Calvinism, trans. Henry Cole (Grandville, MI: Reformed Free Publishing Association, 1987),
38; cited in Vance, Other Side, 38.
12. Leonard Verduin, the Reformers and their Stepchildren (Sarasota, FL: Christian Hymnary
Publishers, 1991), 33.
13. petilian II.85.189; cited in W. H. C. Frend, the Rise of Christianity (Philadelphia, PA:
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14. Frend, Rise, 671.
15. Ibid., 672.
16. F. F. Bruce, light in the West, Vol 3 in the Spreading Flame (Grand Rapids, MI: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co, 1956), 60-61.
17. E. H. Broadbent, the pilgrim Church (Port Colborne, ON: Gospel Folio Press, reprint 1999),
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1886), 3:176.
19. Warfield, Calvin, v.
20. John Calvin, contents page of institutes of the Christian Religion, trans. Henry Beveridge
(Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1998 ed.), III: xxiii, IV: xvii, etc.
21. Calvin, institutes, III: xxi, 2.
22. Ibid., xxi, 4.
23. Ibid., xxiii, 1.
24. Ibid., 5.
25. Ibid.
26. Ibid., 8.
27. Ibid., IV: xiii, 9.
28. Ibid., III: xxiii, 11.
29. Ibid., 13.
30. Ibid., 14.
31. Richard A. Muller, Christ and the Decree (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988), 22.
32. Norman L. Geisler, What Augustine Says (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1982), 9.
33. Aug. Cont. Epist. Fundament c.v.
34. John Paul II, Sovereign Pontiff, Augustineum Hyponensem (Apostolic Letter, August 28,
1986. Available at: www. cin.org/jp2.ency/augustin.html).
35. Dave Hunt and James White, Debating Calvinism, (Sisters, OR: Multnomah Publishers,
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36. Calvin, institutes, I: vii, 3.
37. Talbot and Crampton, Calvinism, Hyper-Calvinism, 78; cited in Vance, Other Side, 39.
38. Alexander Souter, the Earliest latin Commentaries on the Epistles of St. paul (n. p., 1927),
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39. N. L. Rice, God Sovereign and Man Free (Harrisonburg, VA: Sprinkle Publications, 1985),
13.
40. Benjamin B. Warfield, “The Idea of Systematic Theology,” in the princeton theology, ed.
Mark A. Noll (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1983), 258.
41. Vance, Other Side, 41.
42. Richard N. Ostling, “The Second Founder of the Faith” (time, September 29, 1986).
43. William P. Grady, Final Authority: A Christian’s Guide to the King James Bible (Knoxville,
TN: Grady Publications, 1993), 54.
44. Sir Robert Anderson, the Bible or the Church? (London: Pickering and Inglis, 2nd ed., n.
d.), 53.
45. Augustine, the City of God, trans. Marcus Dods. In Great Books of the Western World, ed.
Robert Maynard Hutchins and Mortimer J. Adler (Encyclopaedia Brittanica, Inc., 1952), XX:
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46. Vance, Other Side, 55.
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51. Vance, Other Side; citing Calvin, institutes, 139, 146, 148–49.
52. Vance, Other Side, 113; citing Wendel, Origins, 264, and Timothy George, theology of the
Reformers (Nashville, TN: Broadman Press, 1988), 232.
53. Philip Schaff, History of the Christian Church (New York: Charles Scribner’s Sons, 1910;
Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., reprint 1959), III: 1018.
54. Warfield, Calvin, 322.
55. Ibid., 313.
56. Ibid., 318.
57. Philip F. Congdon, “Soteriological Implications of Five-point Calvinism,” Journal of the
Grace Evangelical Society, Autumn 1995, 8:15, 55–68.
58. George, theology, 68.
59. James R. White to Dave Hunt, August 4, 2000. On file.
60. David Schaff, Our Father’s Faith and Ours, 172; cited in Samuel Fisk, Calvinistic paths
Retraced (Raleigh, NC: Biblical Evangelism Press, 1985), 68.
61. Philip Schaff, History, II: 975–76.
62. Samuel Fisk, Calvinistic paths Retraced (Raleigh, NC: Biblical Evangelism Press,
1985), 68.
63. Grady, Final Authority, 35.
64. Fisk, Calvinistic, 67.
65. F. F. Bruce, the Books and the parchments (London: Pickering and Inglis, Ltd., 1950), 191.
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67. Merrill F. Unger, unger’s Bible Dictionary (Chicago, IL: Moody Press, 1969), 1151–54.
68. Fisk, Calvinistic, 70–75.
69. F. F. Bruce, the English Bible: A History of translations (New York: Oxford University Press,
1961), 90-91.
70. Charles C. Butterworth, the literary lineage of the King James Bible (Philadelphia:
University of Pennsylvania Press, 1941), 163.
71. H. Wheeler Robinson, the Bible in its Ancient and English Versions (Oxford: Clarendon
Press, 1940), 186, 206–207.
72. Loraine Boettner, the Reformed Doctrine of predestination (Phillipsburg, NJ : Presbyterian
and Reformed Publishing Co., 1932), 405.
73. Spurgeon, Exposition, 298; cited in Vance, Other Side, 38
https://diariosdeavivamientospentecostal.wordpress.com/2018/07/23/eleccion-condicional-analisis-de-pasajes-dificiles-de-las-escrituras-1a-parte/
Algunos pasajes difíciles de la Biblia son reclamados por los teólogos deterministas
para probar las doctrinas de la elección y reprobación incondicional. Entre estos,
algunos se destacan como Marcos 4:10-12; Mateo 11:20-24; Juan 10:26; Hechos
13:48; Romanos 9:14-24; Efesios 1:11.
Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la
parábola. Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas
a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no
perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean
perdonados los pecados.
Una lectura superficial parece conducir a la idea de que Jesús hablaba por parábolas
para que los réprobos no comprendieran el mensaje de salvación, y se perdieran
eternamente por no formar parte de los elegidos. Pero es imposible comprender este
pasaje, sin entender el contexto de donde ella es tomada, a saber, Isaías 6:9-10.
Isaías 6:9-10 Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por
cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos,
y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón
entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.
Judá, que no sacó ninguna lección del ejemplo de la decadencia espiritual de Israel
y del consiguiente juicio de Dios por las manos de los asirios, bien merecía la censura
divina denunciada en Isaías 6:9, 10, y el juicio declarado en los versículos 11 y 12.
La censura suena tan final e irremediable; pero debe ser observado que Isaías,
comisionado a declarar tal solemne censura y anunciar el juicio inminente, fue
también llamado por Dios para declarar algunos de los llamados más compasivos al
arrepentimiento, y las más graciosas promesas de perdón y restauración encontradas
en todas las Sagradas Escrituras, estando entre tales súplicas 1:16-19: “Lavaos y
limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de
hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado,
haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos
a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis
rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha
dicho“. Véase también 43:25,26; 44:22 y 55:6,7. El significado de la censura
nacional solemne registrada en Isaías 6:9,10 debe ser entendido a la luz de los
muchos llamamientos y promesas graciosas de Dios, también declarados por su
siervo Isaías. [SHANK, Robert. Elegidos en el Hijo: un estudio sobre la doctrina da
elección. São Paulo: Reflexão, 2015].
Jeremías 6:8 Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no
te convierta en desierto, en tierra inhabitada.
Jeremías 7:3,5, 7 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad
vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. […] Pero si
mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis
justicia entre el hombre y su prójimo […] os haré morar en este lugar, en la tierra
que di a vuestros padres para siempre.
Juan 12:37-40 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no
creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor,
¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?
Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y
endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y
se conviertan, y yo los sane.
Cuando Isaías recibió la misión de profeta, fue advertido de antemano de que las
personas a las que él era enviado no le darían atención -exactamente todas sus
palabras serían contraproducentes y harían que ellos cerraran sus oídos con aún
mayor determinación. Este sería el resultado de su ministerio, pero no era su
propósito (el propósito era “que se convirtiesen y fuesen sanados”); sin embargo, la
comisión es expresada como si Dios realmente lo estuviera enviando para que sus
oyentes no le oyeran. Esta manera hebrea de expresar el resultado como si fuera
propósito influenció el lenguaje de Juan -tanto en la frase inicial en el versículo 38,
“para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías”, como en las palabras “por esto
no podían creer” del verso 39. Ninguno de ellos fue incapacitado de creer por el
destino; más adelante (en el versículo 42), queda claro que en verdad algunos
creyeron “Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él”. Pero la
predicción del AT necesitaba cumplirse, y se cumplió en aquellos que, de hecho, no
creyeron.” [Ibíd., p. 234].
Es interesante que pocos versículos antes de Juan 12: 37-40, Jesús afirmó: “Y yo, si
fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (v 32), refiriéndose
claramente a la gracia universal de Dios expresada en la crucifixión de Jesucristo en
favor de toda a la humanidad. Si el evangelista, al citar a Isaías, pretendiera afirmar
que la proclamación de la verdad salvadora tenía como objetivo aumentar la condena
de los réprobos, él estaría en flagrante contradicción con lo que Jesús dijo sobre el
deseo salvífico universal de Dios en el verso 32.
Volviendo a Marcos 4, tal vez sea útil analizar el pasaje paralelo (Mateo 13:10-15).
Los discípulos le preguntaron a Jesús su motivo de hablar por parábolas. En la
respuesta, Jesús cita a Isaías 6:9-10. Conviene observar que Jesús fue a predicar en
Galilea tras la detención de Juan Bautista (Marcos 1:14-15), y allí realizó muchos
milagros (Mateo 11:2-5). A pesar de eso, su mensaje fue rechazado por muchos
(Mateo 11:16-19), motivando a Jesús a condenar a las ciudades “en las cuales había
hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido” (Mateo 11:20-24).
Incluso a este pueblo obstinado, Jesús ofrece su gracia sin ninguna restricción
(Mateo 11:28-30 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os
haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es
fácil, y ligera mi carga”). Sin embargo, la dureza de corazón del pueblo trae
consecuencias. Jesús dijo en el pasaje en cuestión: “Porque a cualquiera que tiene,
se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”
(Mateo 13:12). Este es el motivo por el cual Jesús hablaba por parábolas: los que
tenían oídos listos para oír, recibirían acrecentando; los que no tenían, hasta la poca
disposición que tenían les sería retirada. Shank dice
La parábola sirve, entonces, al propósito de revelar y ocultar. Zuck capta bien eso:
Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús por qué les hablaba a las personas por
medio de parábolas (Mateo 13:10, Marcos 4:10), él dijo que tenía dos finalidades.
Una era revelar verdades a sus seguidores, y la otra, ocultar la verdad ‘a los de afuera’
(Marcos 4:11). Aunque tal vez parezcan objetivos contradictorios, la respuesta a ese
dilema debe residir en el carácter de los oyentes. Como los doctores de la ley (3:22)
ya habían expresado su incredulidad y rechazado a Jesús, ellos revelaron el
endurecimiento de sus corazones. Así, no podían comprender el significado de las
parábolas del Señor. Cegados por la incredulidad, lo rechazaron; entonces, cuando
él hablaba por parábolas, los escribas generalmente no captaban el sentido. Por otro
lado, los seguidores del Señor, que estaban abiertos para él y para sus verdades, las
comprendían. [ZUCK, Roy. A interpretação bíblica: meios de descobrir a verdade
da Bíblia, p. 229-230].
Pablo, años después, va a escribir que la entrega divina del hombre al pecado no
sucede sin que antes el propio pecador decida rechazar la verdad, Romanos 1:18-32:
“[…] porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó
[…] Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron
gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido […] Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia […] Por
esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas […] Y como ellos no aprobaron tener
en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada […] quienes habiendo
entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte,
no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”
Pero solo en apariencia, pues la argumentación falla cuando pregunta por qué Dios
no ofreció salvación a aquel pueblo. Falla al suponer que Dios no envió a nadie para
predicar y hacer milagros allí. ¡Los evangelios testimonian que Dios envió a su
propio Hijo! Fue en las regiones de Tiro y Sidón que Jesús curó a la hija de una
mujer cananea (Mateo 15:21-28) “Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro
y de Sidón…” No cabe duda de que las personas de estas regiones creyeron en Jesús
a causa de sus milagros. Marcos dice:
Jesús se retiró al lago con sus discípulos, y mucha gente de Galilea lo siguió. Cuando
se enteraron de todo lo que hacía, acudieron también a él muchos de Judea y
Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las regiones de Tiro y Sidón.
[Marcos 3:7-8 NVI]
Lucas dice que sus discípulos y una gran multitud “de gente de toda Judea, de
Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser
sanados de sus enfermedades” (Lucas 6.17-19); Pablo, también, cuando llega a Tiro,
encuentra allí discípulos de Jesús, con quienes permaneció siete días “Al avistar
Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y arribamos a Tiro, porque
el barco había de descargar allí. Y hallados los discípulos, nos quedamos allí siete
días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén. Cumplidos
aquellos días, salimos, acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera
de la ciudad; y puestos de rodillas en la playa, oramos” (Hechos 21:3-5).
Se concluye que la salvación fue ofrecida a aquel pueblo, milagros fueron operados
allí, y los pecadores se convirtieron. ¿Quién puede garantizar que Jesús no fue a esas
ciudades justamente porque Dios, en su presciencia, sabía que muchos allí se
convertirían a través de sus enseñanzas y milagros?
Lo que Jesús dijo cuando pronunció su condena sobre Corazín y Betsaida, es que en
muchas ocasiones el pueblo de Israel era más incrédulo que los gentiles. Para ello,
compara dos ciudades de Galilea (Corazín y Betsaida) con dos ciudades fenicias
(Tiro y Sidón). Esto queda claro en el episodio de la curación de la hija de la mujer
cananea, cuando Jesús la alaba: “¡Oh mujer, grande es tu fe!” (Mateo 15:28). Aquí,
Jesús encuentra un ejemplo que ilustra lo que él habló al condenar las ciudades de
Galilea: una extranjera más creyente que muchos moradores de Corazín y Betsaida.
De la misma forma, Jesús compara a Cafarnaúm -perteneciente al territorio de Israel-
con Sodoma, que fue destruida por su impiedad.
La objeción calvinista que pregunta: “¿Por qué Dios no envió a nadie para predicar
y hacer los milagros necesarios para conseguir la salvación de este pueblo, si es
verdad que Dios da tal oportunidad a todos los que Él sabe que lo recibirían?”
Demuestra un grave desconocimiento de los hechos bíblicos, pues Jesús mismo les
predicó y multitudes de ellos creyeron; y hasta el mismo apóstol Pablo lo confirma
pues cuando llegó allí había una colonia de discípulos.