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La mecánica de la salvación en los padres pre-Agustín

¿Sinergismo o Monergismo en los Padres de la Iglesia?


Primera Parte

Durante los primeros 400 años de la historia del cristianismo, podemos deducir con
seguridad, por los escritos de los Padres de la Iglesia, que la posición adoptada por
los cristianos acerca de la mecánica de la Salvación fue, en la mayoría de los casos,
lo que posteriormente sería mal-clasificado al final del siglo 16, como
“semipelagianismo”; y en los demás casos, lo que sería llamado posteriormente de
“arminianismo”, término que sólo sería acuñado en el siglo 17. En otras palabras, el
entendimiento de todos los Padres de la Iglesia pre-Agustín en relación a la mecánica
de la Salvación era lo que posteriormente sería designado, exageradamente, en el
final del siglo XVI, como “sinergismo”.

Digo “exageradamente” porque el término “sinergia”, que significa un conjunto de


acciones o esfuerzos simultáneos asociados en pro de un mismo fin, sugiere
implícitamente una cooperación de fuerzas más o menos equivalentes, o
complementarias, para alcanzar un objetivo común. Ahora bien, si hay una cosa que
ningún Padre de la Iglesia defendería y ningún teólogo arminiano, o algún
semipelagiano de ayer o de hoy defenderá es que la respuesta cooperativa del hombre
al llamado divino para la salvación implica que la responsabilidad del hombre en el
proceso de salvación es más o menos equivalente a la de Dios en ese proceso.

Lo que tanto semipelagianos como arminianos afirman con todas las letras -sólo que
los arminianos lo hacen aún más clara y contundentemente- es que la Salvación es
una obra totalmente divina. A la luz de la Biblia, asevera el arminianismo que Dios
no sólo propició la Salvación, sino que también capacitó el libre albedrío del hombre
hacia las cosas espirituales, lo que posibilita que éste pueda responder al llamado
divino. Es decir, sin la acción divina, el hombre no podría ser salvo en modo alguno,
pues él, además de no poder proveer salvación para sí mismo, no podría responder
de ninguna manera al llamado divino para ella. Por lo tanto, una vez que la Salvación
fue propiciada totalmente por Dios y el libre albedrío del ser humano fue concedido
también por el mismo Dios, ningún hombre puede jactarse por haber respondido
afirmativamente al llamado divino, porque hasta su capacidad de responder fue dada
por Dios.

Por lo tanto, el ser humano tiene sólo una pequeña participación posibilitada por
Dios y de carácter más pasivo que activo en el proceso inicial de su Salvación – más
pasivo que activo porque el hombre, en esa fase inicial, sólo confía, acepta y se
somete. Y aun después de salvo, cuando necesitará ser también activo, “operando”
su salvación con “temor y temblor” (Filipenses 2:12), eso sólo le será posible a causa
de la nueva naturaleza en Cristo generada en su ser por el Espíritu Santo. Sin olvidar
el hecho de que, aun con una nueva naturaleza, él necesitará también diariamente del
auxilio de la gracia divina, sin la cual su santificación y perseverancia serían
simplemente imposibles (Filipenses 2:13). La nueva naturaleza en Cristo necesita
ser alimentada y fortalecida diariamente.

Sintetizando, dirá el semipelagiano: “La salvación fue totalmente propiciada por


Dios. El ser humano que es salvo sólo recibió lo que de gracia fue hecho por Dios
en su favor, algo que él no podía hacer por sí mismo. Y él sólo pudo recibir la
salvación porque Dios, por su gracia, preservó su libre albedrío, su capacidad de
responder positivamente al llamado divino para ser salvo. Todo viene de Dios“.

Por su parte, dirá el arminiano, más acertada y coherentemente: “El que es salvo en
Cristo no hizo nada para ser salvo, pues su salvación fue totalmente propiciada por
Dios; sólo recibió, pasivamente, con confianza y con las manos vacías, aquello que
de gracia fue hecho por Dios en su favor, algo que él no podía hacer por sí mismo.
Y él sólo pudo recibir la salvación porque Dios, por su gracia, activó su libre
albedrío para las cosas espirituales, su capacidad de responder positivamente al
llamado divino para ser salvo, la cual había sido comprometida después de la
Caída. Todo viene de Dios”.
Es decir, la diferencia entre semipelagianos y arminianos consiste en lo que se refiere
al entendimiento sobre el nivel de corrupción heredado por el hombre después de la
Caída y, consecuentemente, sobre lo indispensable o no de una acción preventiva de
la gracia para la cooperación del ser humano con la gracia. Para los semipelagianos,
esta corrupción es parcial: el libre albedrío para las cosas de Dios ha sido
mínimamente preservado por Él, de manera que el hombre puede responder al
llamado divino, cooperando con la gracia. Mientras que para los arminianos, esa
corrupción es total: el libre albedrío para las cosas de Dios fue totalmente
comprometido después de la caída del hombre, de manera que el hombre sólo puede
responder al llamado divino porque Dios, en un acto precedente de su gracia, restaura
su libre albedrío para las cosas espirituales. Sólo así es que el ser humano puede
cooperar con la gracia – y, aun así, en el momento de la conversión, esa cooperación
se da más pasivamente que activamente.

Por lo tanto, principalmente en lo que se refiere a la posición arminiana, no hay


ninguna sugerencia de “esfuerzos simultáneos asociados en pro de un mismo fin”
(Ahora bien, es Dios quien toma la iniciativa) o mucho menos de “una cooperación
de fuerzas más o menos equivalentes o complementarios para alcanzar el objetivo
común“. Se trata más bien de un “monergismo condicional” que de un sinergismo
puro y simple.

No por casualidad, el término “sinergismo” fue aplicado por primera vez para
designar tanto la posición semipelagiana, como la arminiana, exactamente por los
opositores de esas dos posiciones. Él fue acuñado por luteranos monergistas
radicales de finales del siglo 16 para designar peyorativamente a los luteranos
felipistas, fieles seguidores del luterano de línea arminiana Felipe Melanchthon,
contra los cuales los luteranos monergistas radicales se opusieron vehemente. Fue
un término acuñado por opositores, en medio del calor de un debate y con el
propósito claro de exagerar la posición adversaria para desacreditarla. [Aunque sea
un anacronismo, pues Arminio fue posterior a Melanchthon, es menester usar el
término ‘arminiano’ o ‘arminianismo’ para dar una idéa de la similitud de la postura
doctrinal]

Para empeorar, el término “semipelagianismo” – igualmente impropio, además de


fuertemente peyorativo – fue utilizado en ese mismo período por los mismos
individuos para designar, junto con el término “sinergismo”, tanto la posición de los
monjes cassianistas opositores de Agustín (sobre los cuales hablaremos en el
próximo capítulo y que no podrían ser clasificados de semipelagianos de ninguna
manera -por lo demás, ni siquiera el obispo de Hipona los veía de esa forma) [*]
como la posición no-cassianista de los luteranos arminianos, seguidores de
Melanchton. Hay que recordad que el término “semipelagianismo” fue acuñado por
el calvinista rígido Teodoro Beza en 1556 para referirse a la doctrina católica romana
practicada en sus días. Inicialmente, Beza ni pensó en aplicarlo a los seguidores de
la posición de Melanchthon. Fue con los luteranos monergistas radicales que
comenzó esa aplicación. Ellos comenzaron a usar injustamente ese término para
referirse a la mecánica de la Salvación melanchthoniana, lo que luego caería en el
gusto calvinista.

[*] Numerosos especialistas aseveran el uso equivocado del término


“semipelagianismo” para referirse al cassianismo y al pensamiento de la mayoría de
los Padres de la Iglesia pre-Agustín. Los siguientes son algunos ejemplos:

“El término […] fue una elección infeliz, porque los llamados semipelagianos
querían ser cualquier cosa, menos medio-pelagianos. Sería más correcto llamarlos
semi-agustinos, por cuanto rechazaban las doctrinas de Pelagio y respetaban a
Agustín, pero no deseaban seguir hasta las últimas consecuencias de su teología”
(ELWELL, Walter A., Evangelical Dictionary of theology, página 1089).

“El término no fue acuñado hasta el final del siglo 16, en la luterana Fórmula de
Concordia de 1577. Ella fue adoptada por algunos teólogos católicos también,
particularmente por los dominicos [tomistas], que usaron el término para encender
la leña contra sus adversarios jesuitas [molinistas]. Algunos han sugerido que
probablemente el término “semi-agustinianismo” es el más preciso, ya que no se
defendió un término medio con Pelagio, sino que se apoyó la doctrina de la gracia y
el pecado original de Agustín” (CARTWRIGHT, Steven [editor], A Companion to
St. Paul in the Middle Ages, 2013, Brill, pp. 86 e 87).

“…que vendría más tarde a ser llamado de semipelagianismo y que, más


recientemente, y probablemente más correctamente, ha sido referido como semi-
agustinianismo” (RAMSEY, Boniface, John Cassian: The Conferences, 1997,
Newman Press, página 459)

“…fue expuesta más tarde por Juan Cassiano en la decimotercera de sus famosas 24
Conferencias y vino a ser llamada como semipelagianismo o, más recientemente, y
probablemente más correctamente, como semiagustinianismo” (RAMSEY,
Boniface, Saint Augustin – Selected Writings on Grace and Pelagianism, 2011,
Augustinian Heritage Institute, p. 23).

“… la doctrina llamada de semipelagianismo, aunque deba ser más propiamente


llamada de semiagustinianismo, una vez que Cassiano se separó nítidamente de
Pelagio y lo clasificó como herético, mientras se sintió en completa armonía con
Agustín…” (JACKSON, Samuel M., The New Schaff-Herzog Encyclopedia of
Religious Knowledge, volume 2, 1977, Baker Book House, p. 436).
“Note que la etiqueta ‘semipelagianismo’, con la sugerencia de ‘medio-herético’, es
imprecisa cuando se aplica a visiones de ese tipo. Muchas veces, es ignorantemente
aplicado aún hoy como un término de recriminación contra visiones similares. Semi-
agustinianismo sería al menos más exacto y menos petición de principio”
(BETHUNE-BAKER, Early History of Christian Doctrine, p. 321) (BETTENSON,
Henry; MAUNDER, Chris, Documents of the Christian Church, quarta edição,
2011, Oxford University Press, p. 63).

“El término semipelagianismo es anacrónico, inventado siglos más tarde sobre la


base de ciertos contenidos de la controversia pelagiana, y no fue utilizado por
Agustín. Agustín no consideraba a los monjes de Hadrumetum, Provenza y Marseille
como “heréticos pelagianos”, sino como “hermanos en Cristo” que tenían dudas
sobre la naturaleza de la gracia de Dios y sobre las consecuencias de su doctrina de
la gracia. Este fraterno intercambio de explicaciones nunca tomó la forma de una
controversia. Los monjes explícitamente rechazaron el pensamiento de Pelagio.
Además, es anacronismo, por lo que el término ‘semipelagianismo’ es incorrecto”.
(DUPONT, Anthony, Gratia in Augustine’s Sermones ad Populum during the
Pelagian Controversy, p. 64).

“El término semipelagianismo es, de hecho, un anacronismo. Aquellos a quienes se


aplica el término hoy estaban simplemente tratando de llegar a algún medio término
ante la visión un tanto extremada de Agustín sobre la predestinación y el papel del
libre albedrío en la salvación del hombre” (NEIL, Bronwen, Leo the Great,
Routledge, 2009, p. 34)

“Esto es usualmente llamado como semipelagianismo. Sin embargo, hay algunos


que prefieren dar preferencia – como hace R. Seeberg, por ejemplo – al nombre
‘semiagustinianismo’” (PALMER, Edwin Hartshorn, The Encyclopedia of
Christianity, volume 2, 1968, National Foundation for Christian Education, p. 372).]

Por lo tanto, nos queda lamentar que prácticamente todo debate en nuestros días
entre esas dos corrientes básicas opuestas sobre la mecánica de la Salvación -la
corriente determinista y la corriente no determinista- ya comienza viciado, pues ha
sido desarrollado, desde la segunda mitad del siglo 16 en adelante, dentro de
parámetros y términos inapropiados establecidos por apenas por uno de los lados del
debate que, en la época, era mayoría en el medio protestante.

En función de ello, teólogos arminianos como J. Matthew Pinson, presidente del


Welch College en Nashville, Tennessee (EEUU); Robert E. Picirilli, profesor de
Griego y Nuevo Testamento en el Welch College y en el Free Will Baptist Bible
College; F. Leroy Forlines, profesor emérito del Welch College; Kenneth Donald
Keathly, profesor senior de Teología del Southeastern Baptist Theological
Seminary; Jeremy A. Evans, profesor de Filosofía en el mismo seminario; el teólogo
bautista Mark Ellis; el teólogo y historiador holandés William den Boer; el teólogo,
profesor de Filosofía, Religión y Teología Histórica, e historiador nazareno Carl
Bangs (1922- 2002), autor de la mejor biografía de Arminio ya escrita; Richard
Cross, profesor de Filosofía de la Universidad de Notre Dame; el pastor y teólogo
metodista Arthur Skevington Wood (1917-1993); y hasta el pastor presbiteriano
norteamericano Gregory Graybill, en su obra Evangelical Free Will (originalmente
una monografía para concluir su curso de Filosofía en la Universidad de Oxford),
prefieren llamar al sinergismo arminiano de “monergismo condicional” o
“monergismo con resistibilidad de la gracia” el cual definen como una “recepción
pasiva del mérito en lugar de una activa obra cooperativa que ganaría el mérito”,
puesto que se trata de una “relación en la que la voluntad y la obra de Dios dentro
del hombre son bienvenidas en una actitud de confianza y sumisión”.

Hay también el caso del teólogo arminiano Roger Olson, que, aun manteniendo el
término “sinergismo” para designar el arminianismo, hace la siguiente distinción:
hay, por un lado, un sinergismo herético o humanista, y del otro, un sinergismo
evangélico. En el sinergismo herético o humanista, el pecado original es negado y
“las habilidades humanas morales y naturales son elevadas” para que la persona
pueda tener una “vida espiritualmente completa” (pelagianismo); o bien, el pecado
original es suavizado para que el hombre pueda tener la habilidad de, “incluso en su
estado caído, iniciar la salvación al ejercer una buena voluntad para con Dios”
(semipelagianismo). Pero el sinergismo evangélico “afirma la anticipación de la
gracia (gracia preveniente) para que todo ser humano ejerza una buena voluntad para
con Dios” (arminianismo), siendo, por lo tanto, bastante diferente de los demás tipos
de sinergismo.

Todas estas especificaciones, vuelvo a subrayar, se derivan del hecho de que el


término “sinergismo”, si se toma en su sentido estrictamente literal que sugiere
implícitamente una relación fifty-fifty (50% a 50%), se vuelve extremadamente
inapropiado para designar el arminianismo, de forma que, incluso cuando ese
término es usado, necesita ser diferenciado, como lo hace Olson. Al final, el hombre
coopera, sí, pero pasivamente y después de la ayuda divina.

A pesar de esto, como la mayoría de las personas ya están acostumbradas a esas


nomenclaturas tradicionales, decidí mantenerlas en este libro. Podría haber acuñado
nuevos términos para sustituirlas o usar únicamente los ya propuestos “monergismo
condicional” o “monergismo con resistibilidad de la gracia” para referirse al
arminianismo, pero no tomé ninguna de esas medidas para no causar, a unos pocos
lectores más desatentos, las confusiones en cuanto a qué grupo teológico me estoy
refiriendo, ya que los rótulos tradicionales están cristalizados en la cultura teológica
popular. Lo que haré, como máximo, será utilizar alternativamente los términos
“monergismo condicional” y “sinergismo” para referirme a la corriente arminiana.
Además, creo en el buen discernimiento de la mayoría de mis lectores que,
seguramente, después de esa alerta, leerán esos rótulos (“sinergismo” y
“semipelagianismo”) teniendo en mente no las sugerencias engañosas que poseen,
sino el real contenido detrás de ellos, mal expresado por esas nomenclaturas
tradicionales tendenciosas.

Posición de los Padres de la Iglesia antes de Agustín

Como ya he adelantado, los Padres de la Iglesia pre-Agustín eran todos ellos,


sinergistas, siendo la mayoría (principalmente los Padres Griegos) de línea
semipelagiana y los demás (principalmente los Padres Latinos), de línea arminiana.
Tanto el semipelagianismo como el arminianismo creen que la expiación de Cristo
es ilimitada, ofreciendo una posibilidad concreta de salvación para toda la
humanidad; que la elección para la salvación es condicional; que la gracia divina
puede ser resistida y que es posible para un salvado en Cristo caer de la gracia, y
eventualmente, perderse eternamente. Como ya vimos, el desacuerdo o diferencia
entre semipelagianos y arminianos es en cuanto al initium fidei (“inicio de la fe”):
mientras que los primeros creen que la corrupción heredada de Adán por los seres
humanos es parcial, pudiendo el ser humano, en algunos casos, venir a Dios sin una
acción preventiva de la gracia divina sobre la voluntad humana; los arminianos creen
que esa corrupción es total, en el sentido de abarcar completamente al ser humano,
de manera que éste se encuentra imposibilitado de venir a Cristo ejerciendo libre
voluntad, a no ser que la gracia divina lo habilite antes y lo atraiga a sí.

En fin, tanto el semipelagiano como el arminiano creen en la realidad del libre


albedrío, sólo que el arminiano cree en la necesidad de una gracia preveniente o
precedente de Dios para capacitar el libre albedrío humano para responder
positivamente al llamado divino; mientras que el semipelagiano cree que no
necesariamente el ser humano necesita una acción preventiva de la gracia para tener
la capacidad de responder positivamente al llamado a la Salvación, porque Dios
habría, por su gracia, preservado mínimamente esa capacidad del hombre después
de la Caída.

La creencia en un libre albedrío preservado, o auxiliado por una acción preveniente


de la gracia divina, es clarísima en los escritos de los Padres de la Iglesia pre-
Agustín. Nunca se ve alguna especie de calvinismo en esos primeros 400 años de la
historia de la Iglesia, ya sea de forma clara o implícita. En todos los casos, los Padres
de la Iglesia pre-Agustín siempre hablarán de una cooperación entre la gracia y la
voluntad del hombre en el proceso de la Salvación, así como de una posible
resistividad a la gracia.
Más allá de la ausencia de posicionamientos calvinistas en los registros históricos de
ese período, el hecho mismo de haber gran incidencia del semipelagianismo en esa
época refuerza aún más la inexistencia de una visión calvinista en los primeros siglos
de la historia de la iglesia. Ahora bien, como las primeras generaciones de cristianos
promovieron una intensa batalla apologética contra las herejías y las religiones
paganas fatalistas, que negaban el libre albedrío, sería de esperar que exageración en
la defensa del libre albedrío, en un contexto en que reinase originalmente el
calvinismo, resultaría en una profusión de casos de calvinismo atenuado o, como
máximo, de arminianismo; sin embargo, lo que los datos históricos muestran es una
profusión de casos de semipelagianismo, y estos, como sabemos, son exageraciones
comunes sólo en contextos originalmente arminianos, donde se está realizando una
gran apoyo al libre albedrío como forma de contraposición a herejías fatalistas.
Nunca una gran incidencia de semipelagianismo podría venir de un contexto donde
originalmente reinase una visión calvinista. Esta constatación lógica testifica aún
más contra la falsa tesis de que la Iglesia Primitiva tenía originalmente una posición
calvinista.
Intentos absurdos de luchar contra la elocuencia de los datos históricos

Todos los intentos de teólogos reformados de encontrar Padres de la Iglesia


anteriores a Agustín que hayan adoptado una línea calvinista se mostraron, como era
de esperar y a pesar de todos los esfuerzos emprendidos, completamente en vano.
Algunos de ellos, sin embargo, insistieron en vender como exitosos sus resultados
escandalosamente forzados, los cuales fueron obviamente y solemnemente
ignorados por los expertos, siendo populares hoy entre algunos “guetos” calvinistas.
Por lo tanto, no es de extrañar que poquísima gente del medio Reformado haya
tomado parte en esa aventura sin gloria. El propio Calvino, que antes de todos ellos
ya se había sumergido en los Padres de la Iglesia en busca de apoyo para su doctrina
de la mecánica de la Salvación, alertaría decepcionado que “todos los escritores
eclesiásticos, excepto Agustín”, le eran “contrarios”. [CALVINO, Institutos, II, 2,
9].

El primer teólogo calvinista que intentó encontrar lo que ni el diligente Calvino logró
encontrar fue el puritano John Owen (1616-1683). Sin embargo, su empresa,
presentada en su obra La muerte de la muerte en la muerte de Cristo (1647), fue sólo
parcial. Owen no buscó entre los Padres de la Iglesia quien seguía los cinco puntos
del calvinismo (Depravación Total, Elección Incondicional, Expiación Limitada,
Gracia Irresistible y Perseverancia de los Santos), sino solamente quien defendiera
la Expiación Limitada.

El teólogo británico, principal redactor del texto final de la Confesión de Fe de


Westminster (1646) y uno de los tres mayores teólogos calvinistas modernos (los
otros dos serían el propio Calvino y Jonathan Edwards), en su fervor calvinista,
intentó defender la tesis de que entre los Padres de la Iglesia, había, además de
Agustín, otros defensores de la Expiación Limitada. Sólo que, como escribe el
teólogo Gray Shultz, “los únicos dos hombres que Owen cita que realmente creían
en redención particular fueron Agustín y Próspero”. [SHULTZ JR, Gary L., A Multi-
Intentioned View of the Extent of the Atonement, 2013, Wipf & Stock, p. 44]. Con
el detalle de que Próspero, que fue amigo y discípulo de Agustín, y al final de su
vida, volvió atrás (Veremos esto en el capítulo 3 de esta sección Historia). En fin,
durante los primeros 400 años de la historia de la Iglesia, nadie defendió tal cosa. El
obispo de Hipona fue realmente el primero en hacerlo.

Un detalle curioso es que, tras las críticas del pastor puritano y calvinista moderado
Richard Baxter a la defensa de la Expiación Limitada de Owen, éste suavizó su
posición, diciendo que “la sangre de Cristo fue suficiente para pagar el precio por
todos”, a pesar de que su obra se aplicaba solamente a los elegidos [GOOLD, W. H.
(editor), The Works of John Owen, 1852, Robert Carter and Brothers, Nova York,
volume 10, p. 296]. Este cambio de Owen fue clasificado por Baxter como una
“nueva evasión fútil”, que sería refutada en una de las principales obras de Baxter:
“Redención universal de la humanidad por el Señor Jesús”. [BAXTER, Richard,
Universal Redemption of Mankind by the Lord Jesus Christ, 1694, The Rising Sun
in Cornhill, Londres, pp. 343 a 345, citada em CUNNINGHAM, W., Historical
Theology, 1994, Banner of Truth, volume 2, p. 332].

Traducción del Capítulo I del libro: La Mecánica de la Salvación – Editorial de las


Asambleas de Dios – Autor: Silas Daniel – Teólogo

Como este material no se encuentra en español ha sido traducido para consulta por
Gabriel Edgardo LLugdar – Diarios de Avivamiertos – 2018
https://diariosdeavivamientospentecostal.wordpress.com/2018/08/07/existio-el-calvinismo-en-los-padres-de-la-iglesia-la-mecanica-de-la-salvacion-segunda-parte/

¿Existió el calvinismo en los Padres de la Iglesia? – La Mecánica


de la Salvación, Segunda Parte

El segundo teólogo calvinista en hacer un intento -y, esta vez, con el objetivo de
encontrar en la patrística los cinco puntos del calvinismo- fue el también británico
John Gill (1697-1771), en su obra The Cause of God and Truth, de 1735.
En ella, John Gill en lugar de admitir lo obvio, así como Owen, desconsidera el
contexto de algunos extractos cosechados o impone interpretaciones demasiado
elásticas para uno u otro pasaje seleccionado. Como destaca el profesor Thiago
Titillo: “imaginar que cualquier referencia a la depravación humana y a la
necesidad de la gracia apoya al calvinismo es, como mínimo, ingenuidad”; Gill,
repetidamente, hace citas de los Padres acerca de la necesidad de la gracia, infiriendo
de ahí que ellos creían en la ‘gracia eficaz’ (‘gracia irresistible’), aunque no haya
ninguna afirmación sobre la ‘irresistibilidad’ de la gracia en tales pasajes.

Poco más de un siglo después de los esfuerzos de Gill, el célebre predicador


calvinista Charles Haddon Spurgeon (1834-1892), que asumiría el pastorado otrora
ocupado por Gill en la Capilla de New Park Street, en Southwark, cometería
inicialmente la torpeza de afirmar, en un sermón predicado en la referida iglesia el 2
de septiembre de 1855, cuando tenía sólo 21 años, que “las antiguas y vigorosas
doctrinas, que son conocidas por el nombre de calvinismo, […] son, por cierto y
verdaderamente, la verdad de Dios, la cual nos fue revelada en Jesucristo”; y que
“por medio de esa verdad de la elección [incondicional], hago una peregrinación al
pasado y, mientras prosigo, contemplo Padre tras Padre de la Iglesia, Confesor tras
Confesor, Mártir tras mártir, levantarse y venir a apretar mi mano”. Tres años
después, Spurgeon reparó su error, afirmando, en su sermón La Gracia Soberana de
Dios y la Responsabilidad del hombre, predicado en Londres el 1 de agosto de 1858,
que entre los Padres de la Iglesia, el ‘linaje calvinista’ comenzaba en Agustín. En el
siglo XIX, el famoso teólogo calvinista B. B. Warfield (1851-1921) reconocería
también que el calvinismo tuvo su origen ‘en el agustinianismo’. [WARFIELD, B.
B., Calvin and Augustine, 1956, edición de Samuel G. Craig, Presbyterian and
Reformed Publishing Co., p. 22]

En el siglo XX, entre tantos teólogos calvinistas que podrían ser mencionados por
afirmar lo mismo, tenemos el no menos conocido Loraine Boettner (1901-1990), que
enfatizaba que la doctrina calvinista fue “percibida primero por Agustín” y que éste
“fue mucho más allá de los primeros teólogos”, los cuales “enseñaron la salvación
por medio de Cristo […] asumiendo que el hombre tiene plenos poderes de aceptar
o rechazar el Evangelio”. [BOETTNER, Loraine, The Reformed Doctrine of
Predestination, 1932, p. 365]

Enfatiza, Boettner, que los Padres de la Iglesia pre-Agustín traían “en algunos de sus
escritos” pasajes “reconociendo la soberanía de Dios”, pero “al lado de otros pasajes
en que enseñaban la libertad absoluta de la voluntad humana”, de manera que lo que
enseñaban a todos ellos, en suma, era “un tipo de sinergia en la cual había una
cooperación entre la gracia y el libre albedrío” [BOETTNER, Ibíd.., p. 365]. C.
Norman Sellers, otro teólogo calvinista, también admite que “Agustín discrepaba de
los Padres que lo precedieron” [SELLERS, C. Norman, Election and Perseverance,
1987, Schoettle Publishing Co., p.3].

Más recientemente, autores calvinistas como R. K. McGregor Wright y Michael


Horton han intentado resucitar la tesis muerta de Gill, pero obviamente sin éxito,
cayendo en la misma zanja de forzar el calvinismo en pasajes patrísticos cuyo
contexto no favorece esa visión. Hubo hasta casos de citas extremadamente
deshonestas, donde el contenido de los pasajes fue citado erróneamente y fragmentos
fueron inventados, conforme lo denunciado por el erudito Jack Cottrell al analizar
una lista reciente de citas de Padres de la Iglesia supuestamente calvinistas hecha
por Horton. Dice Cottrell (reproduzco a continuación parte de su texto al respecto):

Leí una gran parte (no todo) de los Padres pre-Nicenos, Nicenos y Post-Nicenos, y
lo hice con mis sensores calvinistas y no calvinistas en alerta máxima. Creo que mi
conclusión es válida, que las doctrinas calvinistas del TULIP se originaron con
Agustín y, por lo tanto, no están presentes en los padres pre-Agustín. He examinado
los textos citados por Horton y no he visto nada que me haga cambiar de opinión.
No es fácil evaluar los textos que él cita de los Padres de la Iglesia, ya que no da
otros datos bibliográficos más allá del nombre del escritor y una fecha aproximada.
Él no dice qué traducción en inglés está usando y parece no haber hecho ningún
intento de chequear la traducción con la versión original griega o latina. Decidí hacer
alguna confrontación por mi cuenta. En los textos citados que supuestamente apoyan
la elección incondicional, Horton cita a Clemente de Roma, alegando que la carta de
Clemente fue escrita en el año 69 (varias décadas antes de lo que la mayoría de los
estudiosos la colocarían). Parte de la citación dice: ‘Puesto que somos la porción
elegida especial de un Dios Santo, vamos a hacer todas las cosas que se refieren a la
santificación’. He encontrado esta declaración en el capítulo 30 de la carta de
Clemente. El griego dice ‘hagiou oun meris hyparchontes poiēsōmen ta tou hagias
mou panta’. El hecho es que no hay palabras griegas correspondientes a ‘elegida
especial’ en esta declaración de Clemente. Todo el concepto de elección se atribuye
a esta cita. Además, debemos notar que el contexto de la declaración no tiene nada
que ver con la elección.

Otra cita de Clemente, [supuestamente] en apoyo a la Perseverancia de los Santos


(la doctrina ‘P’ del TULIP), es dada así por Horton: “Es la voluntad de Dios que
todos los que Él ama participen del arrepentimiento y así no perezcan con los
incrédulos e impenitentes. Él lo estableció por su omnipotente voluntad. ¿Pero si
cualquiera de aquellos de quienes Dios desea que participen en la gracia del
arrepentimiento puede perecer posteriormente, donde está su omnipotente voluntad?
¿Y cómo esta cuestión es definida y establecida por su voluntad?”. Tuve mucha
dificultad al intentar encontrar la sección de la que supuestamente esta cita proviene.
La más cercana que vi está en el capítulo 8. Aquí, Clemente cita varios textos del
Antiguo Testamento donde Dios declara su deseo por el arrepentimiento del impío
Israel, especialmente usando Isaías 1. “Los ministros de la gracia de Dios, por medio
del Espíritu Santo, hablaron referente al arrepentimiento. Sí, y el Señor del universo
mismo habló del arrepentimiento con un juramento: “Vivo yo, dice el Señor, que no
me complazco en la muerte del malvado, sino en que se arrepienta”; y añadió
también un juicio misericordioso: “Arrepentíos, oh casa de Israel, de vuestra
iniquidad […] Si queréis y obedecéis, comeréis el bien de la tierra; si rehusáis y sois
rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca del Señor lo ha dicho”
Entonces, Clemente finaliza diciendo: “Siendo así, pues, que Él desea que todos sus
amados participen del arrepentimiento, lo confirmó con un acto de su voluntad
poderosa.” El texto termina aquí. Él no dice lo que Dios estableció. La traducción
que he usado añade las palabras ‘estas declaraciones’, es decir, las citas del Antiguo
Testamento. El texto griego dice: pantas oun tous agapētous autou boulomenos
metanoias metaschein estērizen to pantokratorikō boulēmati autou. La ‘cita’, según
presentada por Horton, ni siquiera se aproxima a la original. Decir que ella apoya la
Perseverancia de los Santos es pura fantasía aparte de que como vimos, ignora el
contexto.
Otro antiguo documento citado varias veces por Horton es la así llamada Epístola de
Bernabé, que él data como del 70 d.C., y la atribuye al compañero de Pablo en el
Libro de Hechos (Los estudiosos mayoritariamente rechazan que sea
verdaderamente de Bernabé). Él cita esta declaración de Bernabé como apoyo a la
“incapacidad humana” (es decir, la depravación total): “Aprended: antes de que
creyéramos en Dios, la habitación de nuestro corazón era corrupta y débil”. Esta
traducción parece ser correcta, pero lo único que establece es que Bernabé creía que
los corazones de los hombres son depravados, lo que no es lo mismo que la
Depravación Total. La cita, por lo tanto, no prueba nada [Aparte de que el
Arminianismo clásico cree en la Depravación Total].

Horton dice que la siguiente cita de ‘Bernabé’ enseña la Elección Incondicional:


“Somos elegidos para la esperanza, comisionados por Dios para la fe, nombrados
para la salvación”. No he podido encontrar esta cita en ningún lugar de la Epístola
de Bernabé. Pero, aunque estuviera allí, la descripción de los cristianos como
‘elegidos’ no es calvinismo. Este es un lenguaje del Nuevo Testamento bastante
común. La distorsión calvinista es añadir la palabra incondicional cuando no hay
nada de esta naturaleza en la supuesta cita que Horton atribuye a Bernabé.

Para finalizar, remata Cottrell:

Es una erudición extremadamente pobre exponer una serie de citas, como Michael
Horton hace, con poca documentación (sin poner referencias), sin aparentemente
ninguna confrontación de los textos con los originales y sin ninguna consideración
de los contextos de las declaraciones. También es importante tener en cuenta las
enseñanzas generales de estos escritores, lo que pondrá las mencionadas citas en
perspectiva. Por ejemplo, mientras los Padres de la Iglesia ciertamente hablan de los
cristianos como “elegidos” o como siendo predestinados a la salvación, es evidente
en el contexto de su enseñanza general que ellos creen que Dios predestina de
acuerdo a su presciencia. […] Como estudiante de teología, cuando leí por primera
vez a los padres apostólicos, hice anotaciones en los márgenes de todos los pasajes
que contradicen las doctrinas del calvinismo. Los márgenes de mi vieja edición de
Lightfoot están llenos de las letras T. U. L. I. P., indicando declaraciones que
demuestran que estos escritores NO creían en los cinco puntos. Estos son los tipos
de declaraciones que la lista de Horton ignora.

De todas maneras, el primer registro cristiano de lo que hoy es conocido como


“calvinismo” sólo surge con Agustín (354-430), al principio del quinto siglo de la
Era Cristiana. Como destacó el historiador y teólogo norteamericano Jaroslav
Pelican (1923-2006), uno de los mayores especialistas en el mundo en Historia de la
Iglesia Antigua y Medieval, Agustín fue mucho “más allá de la tradición teológica
occidental, sin mencionar la oriental, al postular una doctrina de la predestinación
incluyendo la de la predestinación a la condenación y la de la irresistibilidad de la
gracia. Incluso aquellos que se unieron a la oposición a Pelagio se negaron a
concordar con la forma extrema asumida por esa doctrina de la predestinación de la
gracia”. [PELIKAN, Jaroslav, A Tradição Cristã – Uma História do
Desenvolvimento da Doutrina, volume 1, 2014, Shedd Publicações, p. 321].

Como afirma el historiador reformado Philip Schaff (1819-1893), en su clásica obra


Historia de la Iglesia Cristiana, “el sistema agustino era desconocido en la era pre-
nicena” [SCHAFF, Phillip, History of the Christian Church, volume VIII, 1997,
Grand Rapids, MI: Christian Classics Ethereal Library, p.112]. Sólo fue conocido en
la era post-nicena casi 100 años después de haber comenzado.

El teólogo alemán Bernhard Lohse (1928-1997), renombrado profesor de Historia


de la Iglesia y de Teología Histórica de la Universidad de Hamburgo, enfatiza que
“hay un consenso generalizado entre los padres de la iglesia primitiva de que el
hombre está dotado de una libre voluntad y, que ningún pecado realmente puede
impedirle de decidirse por lo que es bueno y evitar aquello que es malo” [LOHSE,
Bernhard, A Fé Cristã Através dos Tempos, 1972, Editora Sinodal, p. 111]. Por su
parte, el Dr. Kenneth Donald Keathley, profesor senior de Teología del Seminario
Bautista del Sudeste de Estados Unidos, afirma que “lo que se llama arminianismo
fue casi la visión universal de los padres de la iglesia primitiva” KEATHLEY,
Kenneth D., The Work of God: Salvation, in: AKIN, Daniel L. (editor), A Theology
for the Church, 2007, Nashville: B&H Academic, p. 703].

El erudito británico John Norman Davidson Kelly (1909- 1997), en su


merecidamente alabada obra Early Christian Doctrine (1977, Londres, A. y C.
Black), recientemente re-publicada en Brasil con el nombre Patrística – Origen y
Desarrollo de las Doctrinas Centrales La fe cristiana, es más específico. Él
demuestra el dominio total de la visión sinérgica en los escritos de los Padres de la
Iglesia pre-Agustín, pero distinguiendo que mientras los Padres Griegos
“concordaban que la voluntad del hombre continúa libre” y que “somos [totalmente]
responsables de nuestros actos”, los Padres Latinos, en su mayoría, “mantuvieron
las verdades paralelas del libre albedrío del hombre y de su necesidad de la ayuda de
Dios”, con “un énfasis cada vez mayor en esta última”, manifestando “un sentido
más profundo de la dependencia que el hombre tiene de Dios”

En resumen, en las palabras del teólogo e historiador Alister McGrath, “la tradición
teológica pre-Agustín es prácticamente de una sola voz en aseverar la libertad de la
voluntad del hombre” [MCGRATH, Alister, Iustitia Dei: A History of the Christian
Doctrine of Justification, 1998, Cambridge University Press, p. 20], es decir, el libre
albedrío libertario.
Declaraciones de los Padres pre-Agustín, o contemporáneos de él, sobre libre
albedrío, expiación, gracia resistible y elección

Veamos a continuación, sólo a título de muestra, algunas declaraciones de los Padres


de la Iglesia pre-Agustín sobre la realidad del libre albedrío, la expiación ilimitada,
la resistividad de la gracia y la elección condicional. Los extractos seleccionados
aquí no siguen un orden por asunto, sino sólo un orden cronológico. Aquí están (con
la correspondiente referencia como deben ser realmente citados):

“Ahora, pues, como es cierto que todo es por Él visto y oído, temamos y
abandonemos los execrables deseos de malas obras, a fin de ser protegidos por su
misericordia en los juicios venideros. Porque ¿para dónde alguno de nosotros podrá
huir de su poderosa mano? ¿Qué mundo acogerá a los que desertan de Dios?”
(Clemente de Roma [35-97 d.C.], 1ª Corintios, XXVIII, 1 y 2).

“Miremos fielmente a la sangre de Cristo y veamos cuán preciosa esa sangre es para
Dios, que, habiendo sido derramado por nuestra salvación, conquistó para todo el
mundo la gracia del arrepentimiento” (Clemente de Roma, 1 Corintios, VII).

“Vigilad sobre vuestra vida; no dejen que vuestras lámparas se apaguen, ni se aflojen
vuestros cinturones. Al contrario, estén preparados porque no sabéis la hora en que
vendrá el Señor. Reuníos frecuentemente, buscando lo que conviene a vuestras
almas; porque de nada os beneficiará todo el tiempo de vuestra fe si no fuereis
perfeccionados en la última hora” (Didaché [primer siglo], XVI, 1 y 2).

“He aquí, pues, hemos sido creados de nuevo, como Él dijo otra vez en otro profeta:
‘He aquí, dice el Señor, quitaré de ellos’, esto es, de aquellos a quienes había previsto
el Espíritu del Señor, ‘sus corazones de piedra, y les pondré corazones de carne’;
porque Él mismo había de ser manifestado en la carne y habitar entre
nosotros.” (Epístola de Bernabé [segundo siglo], VI).

“Y él me dijo: “Es para que tú puedas ver la abundante compasión del Señor, cuán
grande es y gloriosa, y Él ha dado su Espíritu a los que eran dignos de
arrepentimiento”. “¿Por qué, pues, Señor”, le pregunté, “no se arrepintieron todos?”
“A aquellos cuyo corazón Él vio que estaba a punto de volverse puro y de servirle a
Él de todo corazón, Él les dio arrepentimiento; pero a aquellos en los que vio astucia
y maldad, que intentaban arrepentirse en hipocresía, a éstos no les dio
arrepentimiento, para que no profanaran de nuevo su nombre”. (El Pastor de Hermas
[segundo siglo], Libro III, 8, VI).

“A éste les envió Dios. ¿Creerás, como supondrá todo hombre, que fue enviado para
establecer su soberanía, para inspirar temor y terror? En modo alguno. Sino en
mansedumbre y humildad fue enviado. Como un rey podría enviar a su hijo que es
rey; Él le envió como enviando a Dios; le envió como hombre a los hombres; le
envió como Salvador, usando persuasión, no fuerza; porque la violencia no es
atributo de Dios.” (Epístola a Diogneto [120 d.C.], Exordio, VII).

“[…] porque habéis creído en Aquel “que levantó a nuestro Señor Jesucristo de los
muertos” y le dio gloria y un trono a su diestra; al cual fueron sometidas todas las
cosas en el cielo y en la tierra; al cual toda criatura que tiene aliento sirve; que viene
como juez de los vivos y los muertos; cuya sangre Dios requerirá de todos los que le
son desobedientes. Ahora bien, “el que le levantó a Él de los muertos nos levantará
también a nosotros”; si hacemos su voluntad y andamos en sus mandamientos y
amamos las cosas que Él amó, absteniéndonos de toda injusticia.” (Policarpo [70-
155 d.C.], Carta a los Filipenses, II).

“Dios, en el deseo de que hombres y ángeles siguieran su voluntad, resolvió crearlos


libres para practicar la rectitud. Si la Palabra de Dios predice que algunos ángeles y
hombres ciertamente serán castigados, eso es porque sabía de antemano que ellos
eran inmutablemente impíos, pero no porque Dios los creó así. De modo que quien
quisiera, arrepintiéndose, puede obtener misericordia” (Justino Mártir [100-165],
Diálogos, CXLI).

“Pero ahora Él nos persuade y nos conduce a la fe para que sigamos lo que le es
grato por libre elección, a través de las potencias racionales con las que Él mismo
nos regaló” (Justino Mártir, Apología Primera, XI, 4).

“De lo que dijimos anteriormente, nadie debe sacar la conclusión de que afirmamos
que todo lo que sucede, sucede por necesidad del destino, por el hecho de que
afirmamos que los acontecimientos fueron conocidos de antemano. Por eso,
resolveremos también esta dificultad. Nosotros aprendemos de los profetas y
afirmamos que ésta es la verdad: los castigos y los tormentos, así como las buenas
recompensas, se dan a cada uno según sus obras. Si no fuera así, si todo sucediera
por destino, no habría absolutamente libre albedrío. En efecto, si ya está determinado
que uno sea bueno y el otro malo, ni aquel merece elogio, ni este vituperio. Si el
género humano no tiene poder de huir, por libre determinación, de lo que es
vergonzoso y escoger lo bello, no es responsable de ninguna acción que haga. Pero
que el hombre es virtuoso y peca por libre elección, podemos demostrar por el
siguiente argumento: vemos que el mismo sujeto pasa de un contrario a otro. Ahora
bien, si estuviese determinado a ser malo o bueno, no sería capaz de cosas contrarias,
ni mudaría con tanta frecuencia. En realidad, ni se podría decir que unos son buenos
y otros malos, desde el momento que afirmamos que el destino es la causa de buenos
y malos, y que realiza cosas contrarias a sí mismo, o que se debería tomar como
verdad lo que ya antes insinuamos, es decir, que la virtud y la maldad son puras
palabras, y que sólo por creencia se tiene algo como bueno o malo. Esto, como
demuestra la verdadera razón, es el cúmulo de la impiedad y la iniquidad. Afirmamos
ser destino ineludible que aquellos que escogieron el bien tendrán digna recompensa
y los que escogieron lo contrario, tendrán igualmente digno castigo. En efecto, Dios
no hizo al hombre como las demás criaturas. Por ejemplo: árboles o cuadrúpedos,
que nada pueden hacer por libre determinación. En ese caso, no sería digno de
recompensa y elogio, pues no habría escogido el bien por sí mismo, por haber nacido
ya bueno; ni, por haber sido malo, sería castigado justamente, pues no lo sería
libremente, sino por no haber podido ser algo diferente de lo que fue” (Justino Mártir,
Apología Primera, XLIII).
https://www.thebereancall.org/content/cap-tulo-4-la-sorprendente-conexi-n-de-calvino-con-el-catolicismo

Capítulo 4 - La sorprendente conexión de Calvino con el catolicismo

Dave Hunt May 2, 2017

No hay duda que Calvino impuso sobre la Biblia ciertas interpretaciones erróneas
de origen católico romano. Muchos líderes calvinistas están de acuerdo en que los
escritos de Agustín fueron la fuente real de la mayoría de lo que hoy se conoce
como Calvinismo. Los calvinistas David Steele y Curtis Thomas señalan que "las
doctrinas básicas de la posición calvinista habían sido fuertemente defendidas por
Agustín contra Pelagio durante el quinto siglo."1

En su revelador libro, El otro lado del Calvinismo, Laurence M. Vance documenta


minuciosamente que "Juan Calvino no originó las doctrinas que llevan su
nombre..."2 Para este mismo efecto Vance cita numerosos calvinistas. Por
ejemplo, Kenneth G. Talbot y W. Gary Crampton escriben, "el sistema de doctrina
que lleva el nombre de Juan Calvino en ninguna manera lo origino él..." 3 B. B.
Warfield declaró, "el sistema de doctrina enseñada por Calvino es sólo el
Agustinianismo común a todo el grupo de los reformadores".4 Así también a
Agustín se le reconoce los credos que salen de la reforma. Esto no debe
extrañarnos si tenemos en cuenta que la mayoría de los reformadores habían sido
parte de la iglesia católica romana, de los cuales Agustín fue elogiado como uno
sus “Santos" más grandes... John Piper reconoce que Agustín fue la mayor
influencia de Calvino y Lutero, quienes continuaron reverenciándolo a él y a sus
doctrinas, incluso después de que se separaron del Catolicismo Romano.5

C. H. Spurgeon admitió que "tal vez Calvino proviene [Calvinismo]


principalmente de los escritos de Agustín."6 Alvin L. Baker escribió, "Casi no hay
doctrina de Calvino que no lleve las marcas de la influencia de Agustín". 7 Por
ejemplo, el siguiente escrito hace eco a través de los escritos de Calvino:

Aun cuando los ha nombrado a ser regenerados... a quien él predestino a la vida


eterna, como el más misericordioso otorgador de gracia, mientras que a aquellos
a quienes él ha predestinado a la muerte eterna, también es el más justo otorgador
de castigo.8

C. Gregg Singer dijo, "las principales características de la teología de Calvino se


encuentran en los escritos de Agustín hasta tal punto que muchos teólogos
consideran que el Calvinismo es el desarrollo más completo del
Agustinianismo."9 Tales declaraciones son sorprendentes ante el hecho
indiscutible de que, como señala Vance, la iglesia católica tiene un mayor derecho
sobre Agustín que los mismos Calvinistas.10 Calvino mismo dijo:

Agustín es tan integral conmigo, que si quisiera escribir una confesión de mi fe,
podría hacerlo con toda plenitud y satisfacción de sus escritos.11

Agustín y el uso de la fuerza

Los donatistas del cuarto siglo creían que la iglesia debía tener un compañerismo
puro de verdaderos creyentes que demostraran la verdad del evangelio con sus
vidas. Ellos aborrecían la apostasía que había entrado en la iglesia cuando
Constantino unió el cristianismo con el paganismo, con el fin de unificar su
imperio. El clero comprometido sirvió de "malos sacerdotes trabajando tomados de
la mano con los reyes de la tierra, que demostraron no tener ningún rey excepto
César". Para los donatistas, la iglesia era un "cuerpo pequeño de salvos rodeado de
la masa no regenerada".12 Esto por supuesto es, el punto de vista bíblico.

Agustín, por el contrario, vio la iglesia de su época como una mezcla de creyentes
y no creyentes, en la cual la pureza y maldad debían convivir en aras de la unidad.
Usó el poder del estado para obligar la asistencia a la iglesia (como haría Calvino
también 1.200 años después):

"A quien no se encontraba dentro de la iglesia, no se le consideraba la razón, pero


iba a ser corregido y convertido..." 13 Calvino siguió a su mentor Agustín forzando
la asistencia a la iglesia y la participación en los sacramentos con amenazas y aun
cosas peores, contra los ciudadanos de Ginebra.

Agustín "identificó a los donatistas como herejes... que podrían ser sometidos a
legislación imperial [y fuerza] exactamente de la misma manera que otros
criminales e incrédulos, incluyendo envenenadores y paganos".14 Frend dice de
Agustín, "el susceptible joven conquistador se convirtió en el padre de la
Inquisición".15

Aunque prefería la persuasión de ser posible, Agustín apoyo la fuerza contra


quienes se rebautizaban como creyentes después de su conversión a Cristo y a
otros presuntos herejes. En su controversia con los donatistas, utilizando una
interpretación distorsionada y anticristiana de Lucas 14:23, 16 Agustín declaró:

¿Por qué la iglesia no puede usar la fuerza para obligar volver a sus hijos
perdidos?... El Señor mismo dijo, "Ve por los caminos y vallados, y fuérzalos a
entrar…" Por lo tanto es el poder que la iglesia ha recibido... por el carácter
religioso y la fe de los reyes... el instrumento usado para aquellos que se
encuentran en las carreteras y los vallados — es decir, en las herejías y divisiones
— se ven obligados a entrar y que no inculpen a la iglesia por ser forzados.17

Lamentablemente, Calvino instalo en Ginebra los principios del castigo, coerción y


muerte que abogaba Agustín’ y que la iglesia católica romana siguió
constantemente durante siglos. Henry H. Milman escribe: "Agustinianismo fue
trabajado dentro de un sistema aún más rígido e inflexible, por el intelecto severo
de Calvino".18 y se justificó por la interpretación errónea de Agustín de Lucas
14:23.

¿Cómo podría cualquiera que viva hoy considerar a Calvino como un gran exegeta,
y aceptar tales abusos de este pasaje? ¿Obligar a entrar? ¿No es trabajo de Dios a
través de la elección incondicional y la gracia Irresistible? ¿Obligar a aquellos para
quienes no murió Cristo y a quienes Dios ha predestinado al tormento eterno? ¡Este
versículo refuta el Calvinismo no importa cómo sea interpretado!

La influencia dominante de Agustín

No hay duda sobre el papel importante que desempeño Agustín en moldear el


pensamiento, la teología y acciones de Calvino. Esto es particularmente cierto con
respecto a las bases fundamentales del Calvinismo. Warfield se refiere a Calvino y
a Agustín como "dos hombres extraordinariamente talentosos [que] son como
pirámides imponentes sobre la escena de la historia."19 Los Institutos de la vida
cristiana de Calvino hacen referencias repetidas veces favorables a Agustín,
frecuentemente citando sus escritos como autoritativos y usando la expresión,
"confirmado por la autoridad de Agustín". 20 Calvino acredita a menudo a
Agustín con haber formulado conceptos claves, que luego expone en sus
Institutos. Los siguientes son sólo una muy pequeña muestra de tales referencias:

 "Hemos llegado al camino de la fe," dice San Agustín: "mantengámonos


siempre apegados a él" 21
 La verdad de Dios es tan poderosa, tanto aquí y en todas partes, que no
debe temer las calumnias de los impíos, como sostiene poderosamente
Agustín... Agustín quien no disfraza… a menudo fue acusado de predicar
la doctrina de la predestinación con demasiada libertad, pero... él
abundantemente refuta la acusación... Porque se ha observado
sagazmente por Agustín (De Genesi ad litteram, Lib V) que podemos
seguir las escrituras con seguridad...22
 Porque Agustín, quien expone con razón este pasaje, dice...23
 Lo digo con Agustín, que el Señor ha creado aquellos que, sin duda
conoció con anterioridad, debían ir a la destrucción, y lo hizo porque él
así lo quizo.24
 Si tu mente está preocupada, no se niegue en aceptar el Consejo de
Agustín...25
 Por lo tanto no dudare simplemente confesar con Agustín... esas cosas
sin duda sucederán que [Dios] ha previsto [y] que la destrucción de los
no elegidos es la justa consecuencia de la predestinación.26
 Agustín, en dos pasajes en particular, da un retrato [favorable] de la
forma del antiguo monaquismo. [Calvino luego procede a citar los elogios
de Agustín a los primeros monjes].27
 Aquí las palabras de Agustín se aplican admirablemente...28
 Esta es una fiel cita de Agustín; Pero ya que sus palabras tendrán más
autoridad que las mías, les presento el siguiente pasaje de su tratado.29
 Por tanto, Agustín, ordena a maestros sin sentido o profetas de mal
presagio y siniestros, a retirarse de la Iglesia cuando lo merecen.30

Podríamos multiplicar muchas veces en los ejemplos anteriores, la influencia de


Agustín sobre Calvino, por las decenas de veces que Calvino cita extensamente los
escritos de Agustín. Líderes calvinistas admiten que las creencias básicas de
Calvino se formaron mientras que él todavía era un devoto católico romano, a
través de los escritos de Agustín. Y esta influencia permaneció con él durante toda
su vida.

Las enseñanzas Agustinas que Calvino presentó en sus Institutos, incluyen la


soberanía de Dios como la causa de todo (incluyendo el pecado), la predestinación
de algunos para salvación y otros para la condenación, la elección y la reprobación,
fe como un irresistible don de Dios — de hecho, todos los conceptos claves del
corazón del Calvinismo.

Buscamos en vano la evidencia de que alguna vez Calvino desaprobara alguna de


las herejías de Agustín. El calvinista Richard A. Muller admite, "Juan Calvino fue
parte de una larga línea de pensadores que fundamentaron su doctrina de la
predestinación sobre la interpretación agustiniana de Pablo".31 En cada edición
ampliada de sus Institutos, las citas de Calvino dependen más y más de Agustín.

¿Es realmente el Calvinismo una creencia protestante?

Es evidente que muchos evangélicos prominentes estén todavía bajo el hechizo de


Agustín— y aún más sorprendente es, si tenemos en cuenta sus numerosas
herejías. Norm Geisler ha dicho, "Agustín fue uno de los más grandes pensadores
cristianos de todos los tiempos".32 Pero Agustín dijo: "no debo creer el evangelio
a menos que yo fuera impulsado por la autoridad de la iglesia [Católica]."33 Esa
declaración fue citada con gran satisfacción por el Papa Juan Pablo II en su
celebración de 1986 del aniversario 1600 de la conversión de San Agustín. El Papa
dijo:

El legado de Agustín… son los métodos teológicos que han permanecido fieles...la
plena adhesión a la autoridad de la fe...revelada a través de las Escrituras, la
tradición y la iglesia... Asimismo el sentido profundo del misterio — "porque es
mejor”, exclama, "el tener una ignorancia fiel que un conocimiento
presuntuoso..." Una vez más expreso mi deseo ferviente que la enseñanza
autorizada de un gran médico y pastor florezca cada vez más felices en la
iglesia...34

En mi debate con James White el afirmó que "Calvino refutó este mismo pasaje en
sus Institutos, y cualquier lectura justa de los escritos de Agustín refuta esta
tergiversación por Hunt".35. De hecho, Calvino reconoció la autenticidad de la
declaración e intentó defenderla como razonamiento legítimo para quienes no
tienen la certeza de fe por el Espíritu Santo.36

Vance ofrece numerosas citas asombrosas de calvinistas que alaban a Agustín:


"uno de los mejores teólogos y filósofos que Dios ha dado a su iglesia".37 "el
cristiano más grande desde la época del Nuevo Testamento..."el hombre más
grande que alguna vez escribió en latin."38 "[sus] trabajos y escritos, más que las
de cualquier otro hombre en la época en que vivía, contribuyeron a la promoción
de la sana doctrina y el renacimiento de la religión verdadera".39

Warfield agrega, "Agustín determinó para siempre la doctrina de la


gracia".40 Aun así [Agustín] creía que la gracia vino por medio de los
sacramentos católicos romanos. El que los calvinistas atribuyan tales elogios sobre
Agustín, hace más fácil comprender por qué dan la misma alabanza a Calvino.

En cuanto a la formación de las doctrinas y prácticas del catolicismo romano, la


influencia de Agustín fue la mejor en la historia. Vance nos recuerda que Agustín
fue "uno de cuatro originales 'doctores de la iglesia' del catolicismo [con] un día de
fiesta [dedicado a él] en la iglesia católica, el 28 de agosto, el día de su muerte".41

El papa Juan Pablo II llamo a Agustín "el padre común de nuestra civilización
cristiana".42 William p. Grady, por otro lado, escribe: "El soñador de Agustín
(354-430) llego a anunciar (a través de su libro, La Ciudad de Dios) que Roma
había tenido el privilegio de traer el Reino Milenial (también conocido como la
'edad oscura')."43
Sacando de una fuente contaminada

Sir Robert Anderson nos recuerda que "la iglesia [católica] romana fue moldeada
por Agustín a la forma que ha mantenido desde entonces. De todos los errores
cometidos durante los siglos que más tarde se convirtieron en las enseñanzas de la
iglesia católica, casi no hay ninguna que no se encuentre como embrión en su
escritos."44 Esos errores incluyen el bautismo de los niños para la regeneración
(los bebés que mueren sin ser bautizados están maldecidos) la necesidad del
bautismo para la remisión de los pecados (el martirio, al igual que el Islam, hace lo
mismo), el purgatorio, la salvación en la iglesia solo a través de sus sacramentos y
la persecución de quienes rechazan los dogmas católicos.

Agustín también engendró la aceptación de los libros apócrifos (que el incluso


admitió que los judíos los habían rechazado), la interpretación alegórica de la
Biblia (así el relato de la creación, y que los seis días y otros detalles en Génesis no
son necesariamente literales) y el rechazo del Reino literal de Cristo en la tierra por
mil años (que ahora supuestamente estamos en el Reino Milenial de Cristo con la
iglesia reinante y el diablo actualmente encadenado).

Agustín insiste en que Satanás está "atado" basándose en que "hasta ahora son los
hombres, que serán convertidos a la fe de la incredulidad en el cual él [Satanás]
retuvo hasta el fin del mundo”. Que él considera claramente alegórica el
encadenamiento prometido de Satanás en el "abismo" (Apocalipsis 20:1– 3).
Sorprendentemente, Satanás "está limitado en cada instancia en que echa a perder
uno de sus bienes [es decir, alguien que cree en Cristo]". Y aún más sorprendente,
"el abismo en el que está encerrado", de alguna manera es interpretado por Agustín
como “las profundidades del corazón" de los que rechazan a Cristo. Estos son
"como corazones ciegos". Es así como Satanás es continuamente confinado en un
abismo.45

Agustín no intenta explicar cómo llegó a esa idea asombrosa, mucho menos cómo
podría existir un abismo en millones de corazones o cómo "estando atado" Satanás
todavía es libre para cegar a aquellos en cuyo "corazón" él está confinado (2 Co
4:4). Tampoco explica cómo ni el porqué, a pesar de que Satanás está atado,

 Cristo encargó a Pablo a convertir a judíos y gentiles "del poder de


Satanás a Dios" (hechos 26:18)
 Pablo podría entregar al fornicador corintio a Satanás (Corintios 5:5)
 Satanás puede transformarse "en un ángel de luz" (Corintios 11:14)
 Pablo advertiría a los creyentes de Éfeso a no "dar lugar al diablo"
(Efesios 4:27) e instamos a ellos y a nosotros hoy a "estar firmes contra
las asechanzas del diablo" (6:11)
 Satanás todavía puede ir "como león rugiente... buscando a quien
devorar"(1 Pedro 5:8)
 Satanás todavía es capaz de acusar a los cristianos ante Dios, y con sus
demonios hacer guerra en el cielo contra “Miguel y sus Ángeles “y por
fin ser echado del cielo a la tierra (Apocalipsis 12:7 – 10)

Agustín fue uno de los primeros en poner la autoridad de la iglesia y la tradición al


nivel de la Biblia e incorporar mucha filosofía, especialmente platonismo, en su
teología. Exponiendo esta locura de aquellos que alaban a Agustín, Vance
escribe:

Él creía en la sucesión apostólica desde Pedro, como una de las marcas de la


iglesia verdadera, enseñado que María era sin pecado y promovió su adoración.
Él fue el primero que define los llamados sacramentos como un signo visible de la
gracia invisible... Que la presencia espiritual del cuerpo y la sangre de Cristo se
convirtieron en el memorial de la cena del Señor. Para el (Agustín) la única
iglesia verdadera era la iglesia católica. Escribiendo en contra de los donatistas,
aseveró: "solo la iglesia católica es el cuerpo de Cristo... fuera de este cuerpo, el
Espíritu Santo da vida a nadie...[y] no es partícipe del amor divino quien es el
enemigo de esta unidad. Por lo tanto no tienen el Espíritu Santo los que están
fuera de la Iglesia.46

Y este es el hombre a quien Geisler llama "uno de los más grandes pensadores
cristianos de todos los tiempos". Por el contrario, Calvino extrajo desde una fuente
muy contaminada cuando acogió las enseñanzas de Agustín. ¿Cómo podría
sumergirse en una herejía tan contaminada sin llegar a ser confundido e infectado?
Sin embargo esta especulación aturdida y desconcertante del catolicismo romano
en formación, se reconoce como la fuente del Calvinismo — y es elogiado por
líderes evangélicos. Uno queda atónito de ver la admiración rendida a Calvino y a
Agustín como líderes cristianos, que por lo general son personas razonables.

Una contradicción increíble

No se puede negar el total acuerdo de Calvino y de sus repetidos elogios a Agustín.


Calvino se consideraba "un teólogo Agustino".47 Dijo de Agustín: "A quien
citamos con frecuencia, por ser el mejor y más fiel testigo de toda la
antigüedad."48 Los calvinistas insisten en la conexión entre Calvino y
Agustín. McGrath escribe, "Sobre todo, Calvino consideraba que sus
pensamientos eran una fiel exposición de las ideas principales de Agustín de
Hipona".49. Wendel concede, "que toma prestado con las dos manos los puntos de
doctrina de Agustín.” 50 Vance escribe:
Sin embargo, para probar concluyentemente que Calvino fue discípulo de Agustín,
tenemos que fijarnos más en Calvino mismo. Uno no puede leer cinco páginas en
los Institutos de Calvino sin ver el nombre de Agustín. Calvino cita a Agustín más
de cuatrocientas veces en sus Institutos. El llamó a Agustín por títulos como
"hombre santo" y "Santo Padre".51

Vance además señala que "los calvinistas admiten que Calvino fue fuertemente
influenciado por Agustín en la formación de su doctrina de la
predestinación".52. ¿Cómo podría uno de los líderes de la reforma acoger tan
plenamente las doctrinas de Agustín quien ha sido llamado el "principal creador
teológico del sistema Católico Latín, y pretenden ser distintos al ...Protestantismo
evangélico... "? 53

La admiración de Calvino por Agustín, y el aceptar una gran parte de sus


enseñanzas, es sólo una de varias contradicciones importantes en su vida. Estas
serán completamente documentadas en este libro. La situación también es
contradictoria del lado católico romano. Sus dogmas rechazan algunas de las
doctrinas más importantes sostenidas por el más famoso de sus Santos — las
mismas doctrinas Agustinas que Calvino aceptó.

Aquí nos enfrentamos a una extraña anomalía. Warfield declara que "es Agustín
quien nos dio la reforma" 54 — sin embargo, al mismo tiempo, también reconoce
que Agustín fue "en un sentido el verdadero fundador del catolicismo romano"
55 Y "el creador del santo imperio romano."56

Extrañamente, pareciera que Calvino no pudo reconocer que Agustín nunca


entendió la salvación por gracia, únicamente mediante la fe en Cristo.

Philip F. Congdon escribe: "otro paralelo curioso es evidente entre la teología


calvinista clásica y la teología católica romana. Los dos comparten una inclusión
de obras en el mensaje del Evangelio y una imposibilidad de certeza en la
salvación... Ambos sostienen la primacía de la gracia de Dios; y ambos incluyen la
necesidad de nuestras obras".57 Las herejías de Agustín, especialmente su visión
romanista de la fe en Cristo, que es complementada por buenas obras y los
sacramentos, se perdieron en Lutero, quien escribió: "al principio, devoraba a
Agustín, pero cuando...supe lo que en realidad era la justificación por la fe, lo
deseche".58

Sin embargo, líderes calvinistas indican que yo estoy del lado católico romano al
rechazar el calvinismo, aunque esta viene en gran parte del máximo católico
romano, Agustín. Así lo expresa un escritor de mí:
Y teniendo en cuenta que la posición que usted adopta, es, completamente opuesta
al corazón mismo del mensaje de los reformadores, y se alinea con la visión de
Roma en cuanto a la voluntad del hombre y la naturaleza de la gracia. Esto me
parece tremendamente incoherente de su parte. Usted a menudo habla de
oponerse a las tradiciones de los hombres, sin embargo, en este caso, usted acepta
las tradiciones que se encuentran en el corazón del "Evangelio" de Roma.59

Por el contrario, los reformistas y sus credos están infectados con las ideas
provenientes del principal católico romano, Agustín mismo. Además, un rechazo
de la perseverancia de los santos, la elección incondicional, y la predestinación
según lo definido por los calvinistas, no es una aceptación de "el corazón del
'Evangelio' de Roma." El verdadero corazón del Evangelio de Roma son los
sacramentos y las buenas obras. Ciertamente el hecho que Calvino retuvo los
sacramentos, la regeneración bautismal para bebés, y honrar el sacerdocio católico
como válido, es una aceptación muy grave del falso evangelio del catolicismo. El
rechazo del Calvinismo no requiere ningún acuerdo con Roma en ninguna parte de
sus doctrinas heréticas de la salvación.

Parece incomprensible que la influencia predominante sobre la teología reformada


y sus credos podría estar tan estrechamente relacionada con el catolicismo romano
contra el cual se rebelaron los reformadores. Sin embargo quienes no se inclinan
ante estos credos están supuestamente "en error". La historia de cómo los credos
protestantes llegaron a ser dominados por la doctrina calvinista es una historia
interesante.

El rol de la Vulgata Latina

Junto con los escritos de Agustín, la Vulgata Latina también había moldeado los
pensamientos de Calvino expresados en sus Institutos de la Religión Cristiana.
Siendo diestro en latín, Calvino había utilizado durante mucho tiempo esta corrupta
traducción de la Biblia, la cual, desde su composición por Jerónimo al principio del
quinto siglo, era la Biblia oficial de los católicos romanos. Y aun otra vez fue
declarada la Biblia oficial por el Concilio de Trento en 1546, cuando Calvino tenía
37 años de edad. Más que eso, llegó a influenciar el movimiento protestante: "Por
mil años la Vulgata era prácticamente la única Biblia conocida y leída en Europa
occidental. Todos los comentarios se basaban en el texto de la Vulgata… los
predicadores basaban sus sermones en ella".60

La Vulgata estaba impregnada con opiniones agustinas sobre la predestinación y el


rechazo del libre albedrío. Según Philip Schaff, "en efecto la Vulgata se puede
acusar de tener innumerables errores, inexactitudes, incoherencias y en ocuparse
arbitrariamente de los detalles".61 Otros han expresado la misma opinión. Samuel
Fisk citando a Samuel Berger, en cuanto a la historia de Cambridge de la Biblia en
inglés, Vol. 3 (S. L. Greenslade, ed., Cambridge, Inglaterra: University Press,
1963, 414), llamada la Vulgata "es el texto más malo y bastardo imaginable."62

Grady dice, "Dámaso encargó a Jerónimo para revivir la arcaica Antigua Biblia
Latina en A.D. 382... La monstruosidad completada llegó a ser conocida como la
'Vulgata Latina'... y la utilizó Satanás para marcar el inicio de los Años
Oscuros".63 Fisk nos recuerda:

Los ejemplos bien conocidos de los profundos errores incluyen todo el sistema católico de
"penitencia", extraído de la Vulgata "haga penitencia"... cuando el idioma latín debió seguir
el griego diciendo —“arrepentirse”. Asimismo la palabra "Sacramento" era una lectura
errónea de la Vulgata de la palabra original para “misterio”. Aún más importante, tal vez,
era la representación de la palabra presbítero (anciano) como "sacerdote".64

Agustín describe el problema que llevó a la producción de la Vulgata: "En los


primeros días de la fe, cuando un manuscrito griego llegaba a manos de alguno, y
este pensaba que poseía un poco de conocimiento en ambos idiomas, se aventuraba
a hacer una traducción [en latín]."65 Como consecuencia de tal esfuerzo
individual, Bruce dice, "llegó el momento cuando la multiplicidad de textos de la
escritura [latinos] llegaron a ser demasiado inconvenientes para ser tolerados, y el
Papa Dámaso... encargó a su Secretario, Jerónimo, para emprender el trabajo de
revisión para producir una versión autorizada en latín.

Bruce continúa: A el "[Jerónimo] se le indico ser cauteloso respecto a los


'hermanos más débiles" a quienes no les gustaba ver sus textos favoritos ser
manipulados, ni siquiera por el interés de lograr una mejor versión. Aun así el
cambio fue excesivo para el gusto de muchos, mientras que él mismo sabía que “no
iba lo suficientemente lejos". 66 El diccionario bíblico de Unger comenta:

Por muchos siglos la [Vulgata] era la única Biblia utilizada generalmente... En la época de
la reforma la Vulgata [influencio] versiones populares. La de Lutero (N. T. en 1523) fue la
más importante y en esto la Vulgata tuvo gran peso. La influencia de Lutero del latín pasó a
nuestra propia versión autorizada la [KJV]...67

Los credos de los protestantes, la Biblia de Ginebra y la King James

No es de poca importancia para nuestro estudio el hecho de que esta traducción


corrupta tenía una influencia sobre las iglesias protestantes en Europa, Inglaterra y
América. Esa influencia se extendió en la Biblia de Ginebra (que tiene aún más
problemas; véase más abajo) así como en otras versiones tempranas de la Biblia en
inglés y hasta en la Biblia King James (Rey Santiago) de hoy.
Tal como la Vulgata estaba llena de Agustinianismos, la Biblia de Ginebra se llenó
de Calvinismo. Tanto en el texto, así como en sus voluminosas notas. H. S. Miller
dice en su Introducción bíblica General: "fue una revisión de Tyndale, con una
introducción por Calvino... el trabajo de los reformadores ingleses, asistido por
Beza, Calvino y posiblemente otros." J. R. Dore, en su libro (Biblias Viejas): (Un
recuento de las primeras versiones de la Biblia en inglés), 2da edición, agrega que
"casi todos los capítulos de la Biblia de Ginebra tienen voluminosas notas de
doctrina calvinista". Andrew Edgar, en las Biblias de Inglaterra, declara: "en el
momento que la Biblia de Ginebra fue publicado por primera vez, Calvino era el
espíritu dominante en Ginebra. Por consiguiente, todas las características de su
sistema teológico, eclesiástico, político y social se reflejan en las anotaciones
marginales... La doctrina de la predestinación es proclamada como la piedra
angular y principal del Evangelio".68

W. Hoare dice en La Evolución de la Biblia en Inglés, "Considerado como un todo


literario [la Biblia de Ginebra] tiene todo el carácter de un manifiesto calvinista...
un libro con un propósito especial". F.Bruce agrega:

"Las notas de la Biblia de Ginebra... de seguro son sin reparo calvinistas en la


doctrina... La gente de Inglaterra y Escocia... aprendieron mucho de su exégesis
bíblica de estas notas... La Biblia de Ginebra inmediatamente ganó y retuvo,
amplia popularidad. Se convirtió en la Biblia de habla inglés en los hogares
protestantes... También se convirtió en la Biblia autorizada de Escocia y fue traída
a los Estados Unidos de América donde tuvo una fuerte influencia".69

Butterworth señala: "en el linaje de la Biblia King James está la [Biblia de


Ginebra] que por supuesto es el volumen individual más importante... (La Biblia de
Ginebra)... tuvo una gran influencia en la conformación de la Biblia King
James".70 Robinson es aún más enfático:

Una gran parte de las innovaciones de la [Biblia de Ginebra] están incluidos en la


versión autorizada del [KJV]... A veces el texto de Geneva y el margen de Geneva
se asumen intactos, el texto se convierte a veces en el margen y el margen en el
texto. El margen se convierte a veces en el texto y no ofrece ninguna alternativa.
Muy a menudo el margen ginebrino se convierte en el texto de la versión
autorizada con o sin cambio verbal".71

Podríamos presentar documentación adicional, pero esto debe ser suficiente para
trazar brevemente la influencia de este máximo católico romano, Agustín, a través
de la Vulgata Latina y sus escritos sobre Calvino — y a través de Calvino, en la
Biblia de Ginebra y en la Biblia King James. Y así en los púlpitos y las casas de los
protestantes en toda Europa, Inglaterra y América. No es de extrañar que aquellos
que, como Armenio, se atrevieron a cuestionar el calvinismo fueron abrumados por
la oposición. Por supuesto, diversos sínodos y asambleas se llevaron a cabo para
formular credos aceptados para castigar a los disidentes. Pero las condiciones
estaban a favor del Calvinismo, y ninguna influencia fue permitida para mitigar
este error. Esto será documentado en los capítulos 5 y 6.

La nueva Biblia de estudio Ginebra y la verdad reformada

La Nueva Biblia de estudio Ginebra (reimpresa recientemente como la Biblia de


estudio de la reforma) se distribuye ampliamente en un esfuerzo para adoctrinar a
los lectores en el Calvinismo. Su traducción la nueva versión King James es
atractiva. Sin embargo al igual que con la Biblia de Ginebra original las notas son
tratados calvinistas. En su prólogo, R. C. Sproul escribe:

La nueva Biblia de estudio de Ginebra se llama así porque está fundamentado


sobre la tradición de la Biblia de Ginebra original... La luz de la reforma era la
luz de la Biblia... La Biblia de Ginebra fue publicada en el año 1560. Esta
dominaba el mundo de habla inglesa desde hace cien años... Los peregrinos y
puritanos llevaron la Biblia de Ginebra a las costas del nuevo mundo. Colonos
americanos fueron criados con la Biblia de Ginebra... La nueva Biblia de estudio
de Ginebra contiene una actualización de verdad reformada en sus comentarios y
notas teológicas. Su propósito es presentar la luz de la reforma desde cero.

De hecho, su propósito es adoctrinar al lector en el calvinismo, que falsamente se


comercializa como "Verdad reformada" — como si el Calvinismo y el
protestantismo fuesen idénticos. A pesar de las declaraciones de los calvinistas, la
reforma fue mucho más que solo el calvinismo.

La necesidad de clarificar la confusión

El Calvinismo está experimentando resurgimiento hoy. Sin embargo, hay un


desconocimiento generalizado de tanto Agustín como Calvino en cuanto a lo que
enseñaron y practicaban. ¿Se ha suprimido la verdad para promover una teología
particular? Considere la declaración de Boettner "Calvino y Agustín fácilmente
figuran como los dos portadores excepcionales del sistema cristiano sistemático
desde Pablo."72

Spurgeon, también declaro: "Sin duda Agustín obtuvo su punto de vista a través
del espíritu de Dios, del estudio diligente de las escrituras de Pablo, y Pablo lo
recibió del Espíritu Santo, de Jesús el Cristo" 73 Uno no puede ver estas
declaraciones sin asombrarse. Es increíble que Loraine Boettner, uno de los
apologistas que más se opone a la iglesia católica, elogió a Agustín, quien dio a la
iglesia católica romana muchas de sus doctrinas básicas, y figura entre los "Santos"
más altamente honrados hasta el día de hoy.

En cuanto a Spurgeon, habría él considerado la enseñanza de Agustín, en cuanto a


la salvación por la iglesia católica, solamente a través de sus sacramentos,
comenzando con la regeneración por el bautismo de los infantes; el uso de la fuerza
hasta la muerte contra los "herejes"; la aceptación de los apócrifos; la
interpretación alegórica de la creación y las profecías sobre Israel; un rechazo del
Reino literal de Cristo en el trono de David; ¿y tantas otras falsas doctrinas,
supuestamente recibidas del Espíritu Santo?

¿Cómo pudo Agustín — y Calvino, quien acepto y transmitió muchos de sus


principales errores — estar tan equivocado en tantas cosas y todavía permanecer
bíblicamente correcto en cuanto a la predestinación, elección, soberanía,
etc..? ¿Acaso no hay causa suficiente para examinar detenidamente estas
enseñanzas fundamentales del Calvinismo? Sólo se puede responder
afirmativamente. Por esa razón, las doctrinas claves calvinistas serán presentadas
en las páginas siguientes, haciendo una cuidadosa comparación con la palabra de
Dios.

1. David N. Steele and Curtis C. Thomas, the Five points of Calvinism (Phillipsburg, NJ:
Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1963), 19.
2. Laurence M. Vance, the Other Side of Calvinism (Pensacola, FL: Vance Publications, rev.
ed., 1999), 37.
3. Kenneth G. Talbot and W. Gary Crampton, Calvinism, Hyper-Calvinism and Arminianism
(Edmonton, AB: Still Water Revival Books, 1990), 78.
4. Benjamin B. Warfield, Calvin and Augustine, ed. Samuel G. Craig (Phillipsburg,
NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1956), 22.
5. John Piper, the legacy of Sovereign Joy: God’s triumphant Grace in the lives of Augustine,
luther, and Calvin (Wheaton, IL: Crossway Books, 2000), 24-25.
6. Charles Haddon Spurgeon, ed., Exposition of the Doctrine of Grace (Pasadena, CA:
Pilgrim Publications, n. d.), 298.
7. Alvin L. Baker, Berkouwer’s Doctrine of Election: Balance or imbalance? (Phillipsburg, NJ:
Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1981), 25.
8. St. Augustine, A treatment On the Soul and its Origins, Book IV, 16.
9. C. Gregg Singer, John Calvin: His Roots and Fruits (Abingdon Press, 1989), vii.
10. Vance, Other Side, 40.
11. John Calvin, “A Treatise on the Eternal Predestination of God,” in John Calvin, Calvin’s
Calvinism, trans. Henry Cole (Grandville, MI: Reformed Free Publishing Association, 1987),
38; cited in Vance, Other Side, 38.
12. Leonard Verduin, the Reformers and their Stepchildren (Sarasota, FL: Christian Hymnary
Publishers, 1991), 33.
13. petilian II.85.189; cited in W. H. C. Frend, the Rise of Christianity (Philadelphia, PA:
Fortress Press, 1984), 671.
14. Frend, Rise, 671.
15. Ibid., 672.
16. F. F. Bruce, light in the West, Vol 3 in the Spreading Flame (Grand Rapids, MI: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co, 1956), 60-61.
17. E. H. Broadbent, the pilgrim Church (Port Colborne, ON: Gospel Folio Press, reprint 1999),
49.
18. Henry H. Milman, History of Christianity (New York: A. C. Armstrong and Son,
1886), 3:176.
19. Warfield, Calvin, v.
20. John Calvin, contents page of institutes of the Christian Religion, trans. Henry Beveridge
(Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1998 ed.), III: xxiii, IV: xvii, etc.
21. Calvin, institutes, III: xxi, 2.
22. Ibid., xxi, 4.
23. Ibid., xxiii, 1.
24. Ibid., 5.
25. Ibid.
26. Ibid., 8.
27. Ibid., IV: xiii, 9.
28. Ibid., III: xxiii, 11.
29. Ibid., 13.
30. Ibid., 14.
31. Richard A. Muller, Christ and the Decree (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988), 22.
32. Norman L. Geisler, What Augustine Says (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1982), 9.
33. Aug. Cont. Epist. Fundament c.v.
34. John Paul II, Sovereign Pontiff, Augustineum Hyponensem (Apostolic Letter, August 28,
1986. Available at: www. cin.org/jp2.ency/augustin.html).
35. Dave Hunt and James White, Debating Calvinism, (Sisters, OR: Multnomah Publishers,
2004), 244.
36. Calvin, institutes, I: vii, 3.
37. Talbot and Crampton, Calvinism, Hyper-Calvinism, 78; cited in Vance, Other Side, 39.
38. Alexander Souter, the Earliest latin Commentaries on the Epistles of St. paul (n. p., 1927),
139.
39. N. L. Rice, God Sovereign and Man Free (Harrisonburg, VA: Sprinkle Publications, 1985),
13.
40. Benjamin B. Warfield, “The Idea of Systematic Theology,” in the princeton theology, ed.
Mark A. Noll (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1983), 258.
41. Vance, Other Side, 41.
42. Richard N. Ostling, “The Second Founder of the Faith” (time, September 29, 1986).
43. William P. Grady, Final Authority: A Christian’s Guide to the King James Bible (Knoxville,
TN: Grady Publications, 1993), 54.
44. Sir Robert Anderson, the Bible or the Church? (London: Pickering and Inglis, 2nd ed., n.
d.), 53.
45. Augustine, the City of God, trans. Marcus Dods. In Great Books of the Western World, ed.
Robert Maynard Hutchins and Mortimer J. Adler (Encyclopaedia Brittanica, Inc., 1952), XX:
7, 8.
46. Vance, Other Side, 55.
47. Talbot and Crampton, Calvinism, Hyper-Calvinism, 79.
48. Calvin, institutes, IV: xiv, 26.
49. Alister E. McGrath, the life of John Calvin (Cambridge, MA: Blackwell Publishers, 1990),
151.
50. Francois Wendel, Calvin: Origins and Development of His Religious thought (Grand
Rapids, MI: Baker Books, 1997), 124.
51. Vance, Other Side; citing Calvin, institutes, 139, 146, 148–49.
52. Vance, Other Side, 113; citing Wendel, Origins, 264, and Timothy George, theology of the
Reformers (Nashville, TN: Broadman Press, 1988), 232.
53. Philip Schaff, History of the Christian Church (New York: Charles Scribner’s Sons, 1910;
Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., reprint 1959), III: 1018.
54. Warfield, Calvin, 322.
55. Ibid., 313.
56. Ibid., 318.
57. Philip F. Congdon, “Soteriological Implications of Five-point Calvinism,” Journal of the
Grace Evangelical Society, Autumn 1995, 8:15, 55–68.
58. George, theology, 68.
59. James R. White to Dave Hunt, August 4, 2000. On file.
60. David Schaff, Our Father’s Faith and Ours, 172; cited in Samuel Fisk, Calvinistic paths
Retraced (Raleigh, NC: Biblical Evangelism Press, 1985), 68.
61. Philip Schaff, History, II: 975–76.
62. Samuel Fisk, Calvinistic paths Retraced (Raleigh, NC: Biblical Evangelism Press,
1985), 68.
63. Grady, Final Authority, 35.
64. Fisk, Calvinistic, 67.
65. F. F. Bruce, the Books and the parchments (London: Pickering and Inglis, Ltd., 1950), 191.
66. Bruce, Books, 194–95.
67. Merrill F. Unger, unger’s Bible Dictionary (Chicago, IL: Moody Press, 1969), 1151–54.
68. Fisk, Calvinistic, 70–75.
69. F. F. Bruce, the English Bible: A History of translations (New York: Oxford University Press,
1961), 90-91.
70. Charles C. Butterworth, the literary lineage of the King James Bible (Philadelphia:
University of Pennsylvania Press, 1941), 163.
71. H. Wheeler Robinson, the Bible in its Ancient and English Versions (Oxford: Clarendon
Press, 1940), 186, 206–207.
72. Loraine Boettner, the Reformed Doctrine of predestination (Phillipsburg, NJ : Presbyterian
and Reformed Publishing Co., 1932), 405.
73. Spurgeon, Exposition, 298; cited in Vance, Other Side, 38
https://diariosdeavivamientospentecostal.wordpress.com/2018/07/23/eleccion-condicional-analisis-de-pasajes-dificiles-de-las-escrituras-1a-parte/

Elección Condicional: ANÁLISIS DE PASAJES DIFÍCILES DE LAS


ESCRITURAS – 1ª Parte

Algunos pasajes difíciles de la Biblia son reclamados por los teólogos deterministas
para probar las doctrinas de la elección y reprobación incondicional. Entre estos,
algunos se destacan como Marcos 4:10-12; Mateo 11:20-24; Juan 10:26; Hechos
13:48; Romanos 9:14-24; Efesios 1:11.

El primer pasaje es Marcos 4:10-12:

Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la
parábola. Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas
a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no
perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean
perdonados los pecados.

Una lectura superficial parece conducir a la idea de que Jesús hablaba por parábolas
para que los réprobos no comprendieran el mensaje de salvación, y se perdieran
eternamente por no formar parte de los elegidos. Pero es imposible comprender este
pasaje, sin entender el contexto de donde ella es tomada, a saber, Isaías 6:9-10.
Isaías 6:9-10 Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por
cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos,
y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón
entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.

Shank observa que

Judá, que no sacó ninguna lección del ejemplo de la decadencia espiritual de Israel
y del consiguiente juicio de Dios por las manos de los asirios, bien merecía la censura
divina denunciada en Isaías 6:9, 10, y el juicio declarado en los versículos 11 y 12.
La censura suena tan final e irremediable; pero debe ser observado que Isaías,
comisionado a declarar tal solemne censura y anunciar el juicio inminente, fue
también llamado por Dios para declarar algunos de los llamados más compasivos al
arrepentimiento, y las más graciosas promesas de perdón y restauración encontradas
en todas las Sagradas Escrituras, estando entre tales súplicas 1:16-19: “Lavaos y
limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de
hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado,
haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos
a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis
rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha
dicho“. Véase también 43:25,26; 44:22 y 55:6,7. El significado de la censura
nacional solemne registrada en Isaías 6:9,10 debe ser entendido a la luz de los
muchos llamamientos y promesas graciosas de Dios, también declarados por su
siervo Isaías. [SHANK, Robert. Elegidos en el Hijo: un estudio sobre la doctrina da
elección. São Paulo: Reflexão, 2015].

Él prosigue demostrando el vínculo entre Isaías 6:9-10 y Jeremías 5:21 “Escucha


esto, pueblo necio e insensato, que tiene ojos pero no ve, que tiene oídos pero no
oye” (NVI); y Jeremías 6:10 “¿A quién le hablaré? ¿A quién le advertiré? ¿Quién
podrá escucharme? Tienen tapados los oídos y no pueden comprender. La palabra
del SEÑOR los ofende; detestan escucharla” (NVI). En el texto del profeta Jeremías
“la ceguera, la sordera, y el endurecimiento de corazón de Judá son atribuidos, no a
cualquier interdicción divina arbitraria, sino a la voluntad humana, y el llamado
gracioso de Dios a Judá presupone el hecho de la agencia moral del hombre”. [Ibíd.,
p. 174]. Shank cita los siguientes pasajes para demostrar que, incluso en Su ira, Dios
permanecía dispuesto a usar de misericordia con Judá, pero eso dependía del pueblo:
16-19 “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas
antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra
alma. Mas dijeron: No andaremos. Puse también sobre vosotros atalayas, que
dijesen: Escuchad al sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos. Por
tanto, oíd, naciones, y entended, oh congregación, lo que sucederá. Oye, tierra: He
aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no
escucharon mis palabras, y aborrecieron mi ley”; Véase también:

Jeremías 5:22-25 ¿A mí no me temeréis? dice Jehová. ¿No os amedrentaréis ante mí,


que puse arena por término al mar, por ordenación eterna la cual no quebrantará? Se
levantarán tempestades, mas no prevalecerán; bramarán sus ondas, mas no lo
pasarán. No obstante, este pueblo tiene corazón falso y rebelde; se apartaron y se
fueron. Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro, que da
lluvia temprana y tardía en su tiempo, y nos guarda los tiempos establecidos de la
siega. Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron
de vosotros el bien.

Jeremías 6:8 Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no
te convierta en desierto, en tierra inhabitada.

Jeremías 7:3,5, 7 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad
vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. […] Pero si
mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis
justicia entre el hombre y su prójimo […] os haré morar en este lugar, en la tierra
que di a vuestros padres para siempre.

En otro pasaje, en el evangelio de Juan, el texto de Isaías 6:9-10 también es citado:

Juan 12:37-40 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no
creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor,
¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?
Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y
endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y
se conviertan, y yo los sane.

La conjunción hina (“para”) puede tener el sentido de resultado, y no necesariamente


el sentido de propósito. En ese caso, se debería entender que la incredulidad del
pueblo resultó en el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento, y no que
ella ocurrió para que la profecía del Antiguo Testamento pudiera ser cumplida.
Carson rechaza esta posibilidad aquí [Él argumenta que el contenido del v. 39 no
permite atenuar la conjunción del v. 38. Carson parece desconsiderar el hebraísmo
detrás del pasaje], pero Bruce no: “Tal vez no debamos forzar la conjunción hina a
punto de conferirle todo su sentido clásico de propósito (para que se cumpliera la
profecía de Isaías); el sentido aquí puede ser que su incredulidad cumplió lo que el
profeta dijo”. [BRUCE, F. F. João: introdução e comentário. São Paulo: Vida Nova,
1987].
Un poco más adelante Bruce retoma el pasaje original de Isaías para asociarlo al
cuarto evangelio:

Cuando Isaías recibió la misión de profeta, fue advertido de antemano de que las
personas a las que él era enviado no le darían atención -exactamente todas sus
palabras serían contraproducentes y harían que ellos cerraran sus oídos con aún
mayor determinación. Este sería el resultado de su ministerio, pero no era su
propósito (el propósito era “que se convirtiesen y fuesen sanados”); sin embargo, la
comisión es expresada como si Dios realmente lo estuviera enviando para que sus
oyentes no le oyeran. Esta manera hebrea de expresar el resultado como si fuera
propósito influenció el lenguaje de Juan -tanto en la frase inicial en el versículo 38,
“para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías”, como en las palabras “por esto
no podían creer” del verso 39. Ninguno de ellos fue incapacitado de creer por el
destino; más adelante (en el versículo 42), queda claro que en verdad algunos
creyeron “Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él”. Pero la
predicción del AT necesitaba cumplirse, y se cumplió en aquellos que, de hecho, no
creyeron.” [Ibíd., p. 234].

El testimonio de Berkouwer suena como una advertencia a sus compañeros


calvinistas: “Es casi incomprensible que Isaías 6:9,10 haya sido mencionado como
‘prueba’ para el endurecimiento de los réprobos desde la eternidad”.
[BERKOUWER citado por SHANK, Eleitos no Filho: um estudo sobre a doutrina
da eleição, 2015, p. 179]

Es interesante que pocos versículos antes de Juan 12: 37-40, Jesús afirmó: “Y yo, si
fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (v 32), refiriéndose
claramente a la gracia universal de Dios expresada en la crucifixión de Jesucristo en
favor de toda a la humanidad. Si el evangelista, al citar a Isaías, pretendiera afirmar
que la proclamación de la verdad salvadora tenía como objetivo aumentar la condena
de los réprobos, él estaría en flagrante contradicción con lo que Jesús dijo sobre el
deseo salvífico universal de Dios en el verso 32.

Volviendo a Marcos 4, tal vez sea útil analizar el pasaje paralelo (Mateo 13:10-15).
Los discípulos le preguntaron a Jesús su motivo de hablar por parábolas. En la
respuesta, Jesús cita a Isaías 6:9-10. Conviene observar que Jesús fue a predicar en
Galilea tras la detención de Juan Bautista (Marcos 1:14-15), y allí realizó muchos
milagros (Mateo 11:2-5). A pesar de eso, su mensaje fue rechazado por muchos
(Mateo 11:16-19), motivando a Jesús a condenar a las ciudades “en las cuales había
hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido” (Mateo 11:20-24).
Incluso a este pueblo obstinado, Jesús ofrece su gracia sin ninguna restricción
(Mateo 11:28-30 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os
haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es
fácil, y ligera mi carga”). Sin embargo, la dureza de corazón del pueblo trae
consecuencias. Jesús dijo en el pasaje en cuestión: “Porque a cualquiera que tiene,
se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”
(Mateo 13:12). Este es el motivo por el cual Jesús hablaba por parábolas: los que
tenían oídos listos para oír, recibirían acrecentando; los que no tenían, hasta la poca
disposición que tenían les sería retirada. Shank dice

La aceptación de la verdad sagrada tal cual ella es ofrecida, es un prerrequisito


indispensable para entender una verdad adicional. La multitud en Cafarnaum había
rechazado la predicación de Jesús, y así ellos se volvieron incapaces de entender sus
parábolas del Reino. Todos estos ‘misterios del Reino de los cielos’ permanecerían
enigmáticos e ininteligibles a ellos mientras ellos continuasen rechazando el
Evangelio proclamado por Cristo. [SHANK, ibíd., p. 176].

La parábola sirve, entonces, al propósito de revelar y ocultar. Zuck capta bien eso:

Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús por qué les hablaba a las personas por
medio de parábolas (Mateo 13:10, Marcos 4:10), él dijo que tenía dos finalidades.
Una era revelar verdades a sus seguidores, y la otra, ocultar la verdad ‘a los de afuera’
(Marcos 4:11). Aunque tal vez parezcan objetivos contradictorios, la respuesta a ese
dilema debe residir en el carácter de los oyentes. Como los doctores de la ley (3:22)
ya habían expresado su incredulidad y rechazado a Jesús, ellos revelaron el
endurecimiento de sus corazones. Así, no podían comprender el significado de las
parábolas del Señor. Cegados por la incredulidad, lo rechazaron; entonces, cuando
él hablaba por parábolas, los escribas generalmente no captaban el sentido. Por otro
lado, los seguidores del Señor, que estaban abiertos para él y para sus verdades, las
comprendían. [ZUCK, Roy. A interpretação bíblica: meios de descobrir a verdade
da Bíblia, p. 229-230].

Pablo, años después, va a escribir que la entrega divina del hombre al pecado no
sucede sin que antes el propio pecador decida rechazar la verdad, Romanos 1:18-32:
“[…] porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó
[…] Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron
gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido […] Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia […] Por
esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas […] Y como ellos no aprobaron tener
en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada […] quienes habiendo
entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte,
no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”

El segundo pasaje difícil, que analizaremos en este capítulo es Mateo 11:20-24. En


él, Jesús condena las ciudades de Corazín, Betsaida y Cafarnaum:
Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de
sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de
ti Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han
sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza.
Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y
para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo,
hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros
que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo
que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que
para ti.

Ferreira y Myatt hacen objeción a la elección condicional basada en la presciencia


divina, con el siguiente argumento:

Notamos la declaración de Jesús, de que si hubieran sido lechos los milagros en


Sodoma y Tiro que fueron hechos en Cafarnaúm y Betsaida, el pueblo de aquellas
ciudades se habría arrepentido. Evidentemente, Dios, por su presciencia y
conocimiento de todo, sabía que esas personas recibirían la salvación si les hubiera
sido ofrecida (Mt. 11:20-24). Pero ¿por qué, entonces, la salvación no les fue
ofrecida? ¿Por qué Dios no envió a nadie para predicar y hacer los milagros
necesarios para conseguir la salvación de este pueblo, si es verdad que Dios da tal
oportunidad a todos los que Él sabe que lo recibirían? Parece que este ejemplo no
encaja con la interpretación arminiana de la elección. [FERREIRA, Franklin;
MYATT, Alan. Teologia Sistemática: uma análise histórica, bíblica e apologética
para o contexto atual. São Paulo: Vida Nova, 2007, p. 751].

Pero solo en apariencia, pues la argumentación falla cuando pregunta por qué Dios
no ofreció salvación a aquel pueblo. Falla al suponer que Dios no envió a nadie para
predicar y hacer milagros allí. ¡Los evangelios testimonian que Dios envió a su
propio Hijo! Fue en las regiones de Tiro y Sidón que Jesús curó a la hija de una
mujer cananea (Mateo 15:21-28) “Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro
y de Sidón…” No cabe duda de que las personas de estas regiones creyeron en Jesús
a causa de sus milagros. Marcos dice:

Jesús se retiró al lago con sus discípulos, y mucha gente de Galilea lo siguió. Cuando
se enteraron de todo lo que hacía, acudieron también a él muchos de Judea y
Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las regiones de Tiro y Sidón.
[Marcos 3:7-8 NVI]

Lucas dice que sus discípulos y una gran multitud “de gente de toda Judea, de
Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser
sanados de sus enfermedades” (Lucas 6.17-19); Pablo, también, cuando llega a Tiro,
encuentra allí discípulos de Jesús, con quienes permaneció siete días “Al avistar
Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y arribamos a Tiro, porque
el barco había de descargar allí. Y hallados los discípulos, nos quedamos allí siete
días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén. Cumplidos
aquellos días, salimos, acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera
de la ciudad; y puestos de rodillas en la playa, oramos” (Hechos 21:3-5).

Se concluye que la salvación fue ofrecida a aquel pueblo, milagros fueron operados
allí, y los pecadores se convirtieron. ¿Quién puede garantizar que Jesús no fue a esas
ciudades justamente porque Dios, en su presciencia, sabía que muchos allí se
convertirían a través de sus enseñanzas y milagros?

Lo que Jesús dijo cuando pronunció su condena sobre Corazín y Betsaida, es que en
muchas ocasiones el pueblo de Israel era más incrédulo que los gentiles. Para ello,
compara dos ciudades de Galilea (Corazín y Betsaida) con dos ciudades fenicias
(Tiro y Sidón). Esto queda claro en el episodio de la curación de la hija de la mujer
cananea, cuando Jesús la alaba: “¡Oh mujer, grande es tu fe!” (Mateo 15:28). Aquí,
Jesús encuentra un ejemplo que ilustra lo que él habló al condenar las ciudades de
Galilea: una extranjera más creyente que muchos moradores de Corazín y Betsaida.
De la misma forma, Jesús compara a Cafarnaúm -perteneciente al territorio de Israel-
con Sodoma, que fue destruida por su impiedad.

La objeción calvinista que pregunta: “¿Por qué Dios no envió a nadie para predicar
y hacer los milagros necesarios para conseguir la salvación de este pueblo, si es
verdad que Dios da tal oportunidad a todos los que Él sabe que lo recibirían?”
Demuestra un grave desconocimiento de los hechos bíblicos, pues Jesús mismo les
predicó y multitudes de ellos creyeron; y hasta el mismo apóstol Pablo lo confirma
pues cuando llegó allí había una colonia de discípulos.

Traducción de la primera parte del Capítulo 6 del libro Elección Condicional –


Como este libro no se encuentra en español ha sido traducido por Gabriel
Edgardo LLugdar – Diarios de Avivamientos.

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