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REVISTA DE CIENCIA FICCIÓN PRIMAVERA 2011 - VOL. 1 - NÚM.

FUTUROSCOPIAS www. futuroscopias. com

LO QUE PENSÉIS
DE NOSOTROS
por Antonio Morera

y otros relatos por J. J. Morillas, Jacobo Peña Conversa, Josué Insua y Ricardo Garcia Hernanz
Ilustración por Ricardo García Hernanz
FUTUROSCOPIAS
Revista de ciencia ficción

Contenidos para Vol. I, Núm. 1, Primavera 2011

EDITORIAL ..................................................................................................... 4

LO QUE PENSÉIS DE NOSOTROS................................ por Antonio Morera ... 7


Comunicar es lo que hace surgir toda cultura. Y la imposibilidad de comunicarse es la más
insalvable de las dificultades; la que conduce al aislamiento de los semejantes y a la violencia
entre culturas. En este relato, el autor trata el tema de la incomunicación usando la metáfora de
la inmigración como hilo conductor. ¿O quizás es al revés?

BALANCE DE PODER ..................................................... por J. J. Morillas ... 37


Viven en el agua, salen de noche y se llevan a los niños que no son buenos. Los talismanes no
sirven contra ellos, a todo son inmunes salvo a imágenes y a verbos. Los Hombres Lagarto
perturban sus sueños. ¿Es la necedad la que les hace sus dueños?

VISIONES ...................................................................................................... 57
Conocer la verdad .............................................................................. por Antonio Morera.
Tanatotaxia .............................................................................. por Jacobo Peña Conversa.
Primera venida ....................................................................................... por J. J. Morillas.
El cochero.................................................................................................. por Josué Insua.

MEMORIAS DEL VACÍO .................................. por Jacobo Peña Conversa ... 75


Dobn Hoevel es un hombre imprescindible del que han prescindido. En su huida hacia delante,
cruzará el sistema solar para vivir o soñar traiciones y pasiones, robos y acechos, mujeres con
alma de dragón y misterios bajo un horizonte de asteroides o sobre la hierba iánida de Marte.

CLAUSURA DEL CONTINENTE SILENCIOSO................... por Josué Insua ... 97


Quizá un día las máquinas alcancen la inteligencia. Es posible que ese día descubramos que no
tenemos nada que decirles. La raza humana estará abrazada a las creencias que la sacaron de la
cuna. Y quizá el único que pueda conseguir la Palabra Divina sea un tipo llamado Johnny.

RETAZOS DE UN FUTURO INCIERTO......... por Ricardo García Hernanz ... 114

Edición y maquetación: Ricardo García Hernanz.


Corrección y ayudante del editor: María Requena Castañol.
Ilustraciones por Marcos Hidalgo González, Aitor Moreno Melcón y Ricardo García Hernanz.
Portada y contraportada por Ricardo García Hernanz.
Diseño de la página web por info@rojo2.com
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publicadas en esta revista son propiedad de los diferentes autores, quienes han cedido los derechos
para su publicación únicamente en este número de la revista. Los autores se reservan los derechos de
otorgar a sus obras cualesquiera otros usos que consideren en el futuro. Todos los relatos de esta
revista son obras de ficción y cualquier parecido con la realidad es casual.
FUTUROSCOPIAS

EDITORIAL
Todo empezó con Isaac Asimov.
No podía ser de otro modo.
Asimov, Pohl, Kornbluth... los futurianos y la tremenda envidia que me producía leer como se
había formado uno de los grupos más fértiles de lo que se dio en llamar la edad de oro de la cien­
cia ficción.
La capacidad de maravillarse de un chaval adolescente con hambre de historias sobre la con­
quista del espacio también tuvo mucho que ver. La ciencia ficción siempre ha sido mi género pre­
dilecto y las razones pueden ser tan banales como la necesidad de evasión y tan importantes como
la creencia en la capacidad del ser humano para ir mas allá, de saltarse las barreras que nos ha im­
puesto nuestro planeta natal y conquistar las estrellas.
Y empezó hace más de veinte años cuando llegó a mis manos una cuidada edición de La Fun­
dación y me vi atrapado desde el primer momento.
A Asimov le siguió la fantasía y una literatura que no pensaba existiese. Fue mi edad de oro.
Asimov cuenta en sus memorias, leídas recientemente, cómo a través de la revista Astounding
fue invitado a asistir a una reunión del Club de Ciencia Ficción de Queens. El destino quiso que
acabase congeniando con un grupo de aficionados que se reunían en un sótano una vez al mes y
discutían sobre las historias que leían. Entre reunión y reunión este grupo de aficionados leía todo
lo que estaba a su alcance en las publicaciones mensuales de ciencia ficción y sobre todo escribían
ciencia ficción, solos o en colaboración, bajo distintos seudónimos. Con el tiempo estas colabora­
ciones y el ambiente amateur dieron fruto y de esas reuniones en un sótano de Queens surgió un
grupo de autores que se convertirían en maestros por mérito propio. Este grupo de aficionados se
hacían llamar los futurianos y, entre sus miembros, aparte del propio Isaac Asimov, se encontra­
ban Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth entre otros.
Esta historia de camaradería me hizo envidiar el haber tenido la posibilidad de encontrar un
grupo semejante de aficionados con los que hubiera podido compartir mi afición cuando empecé a
leer ciencia ficción. Más adelante logré un grupo similar de amigos con gustos literarios afines.
Con el paso del tiempo uno descubre nuevos géneros que le llenan igualmente. Autores clási­
cos y modernos que le abren todo un espectro de experiencias y hacen crecer su mente. De Dumas
aprendí cómo funciona el folletín y el oficio de escritor, aprendí de Perez Reverte y de Vázquez
Montalbán, supe de Kafka, Meyrinck, Eco, Mann e infinidad de otros. Estudié la filosofía de
Platón, Aristóteles, Hegel y Marx. Deconstruí con Derridá y me empapé de las teorías del lenguaje.
Mi periplo académico me abrió a la literatura norteamericana y la filosofía oriental en un proceso
continuo de crecimiento.
Pero siempre tuve un hueco para la ciencia ficción y lo que me ofrecía.
A Asimov, Tolkien, King les siguieron otros. Heinlein y sus forasteros en tierras extrañas, Dick
y sus hombres en castillos, Lovecraft y sus horrores cósmicos, Clarke y sus citas con Rama.
Venganzas estelares ideadas por Bester y los delirantes mundos de Jerry Cornelius en los que
conocí la idea de un multiverso que compartir con Moorcock. Herbert, Pohl, Scott Card y muchos
otros que se me olvidan. Muchos otros que han sido y son la espina dorsal de un género que se
retroalimenta y se reinventa continuamente.
Todos ellos nombrados de forma coloquial, como si los conociera de toda la vida, pues me per­
mitieron volver una y otra vez a un terreno agradable y conocido. Un terreno en el que siempre

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FUTUROSCOPIAS

encontraba refugio, un género que no se molestaba en utilizar un formato en el que los otros no
eran tan prolíficos: el relato.
Un género en sí mismo que partiendo de una duración limitada te permite jugar con la estruc­
tura, los personajes, las ideas o las palabras sin el peso ni la seriedad de sus hermanos mayores.
Sin esa necesidad, muchas veces autoimpuesta por otros géneros,
de ofrecer literatura por encima de entretenimiento.
El relato como forma de condensar y no alargar. El relato como forma de plasmar ideas que
quizá no bastan para construir universos propios a su alrededor, pero lo suficientemente interesantes
como para construir un pequeño mundo alrededor de una idea, un personaje o un final. El relato
como género en sí mismo y como germen de obras más grandes, ambiciosas y complejas.
El relato como hermano pequeño en esa gran familia que es la literatura.
Y el lugar donde el relato encontró su hogar mas cálido fueron las revistas. De ciencia ficción,
de terror, de misterio, el pulp. Herederas directas de los folletines de capa y espada.
Y detrás de estas revistas siempre se encontraba la anónima figura del editor. Y como figura
arquetípica de estos editores, John W. Campbell Jr., la verdadera alma detrás de la revista que fue
el germen de la edad de oro de la ciencia ficción, Astounding Science Fiction. Fue editor y director
de la revista en sus mejores años y este fue un trabajo que eclipsó su anterior labor como escritor.
Fue editor en una época increíble.
Una época dorada en la que los autores y editores trabajaban para crear un género, para darle
la categoría que hoy día tiene, pero diferenciado por un grupo de aficionados fieles como ningún
otro género ha conocido.
Campbell no era un editor al uso.
Su relación con los autores, su trato cercano dando consejo desde su posición de editor
bregado en mil batallas era un relato tan interesante de leer como esos otros que tanto me habían
fascinado.
No voy a idealizar la labor de Campbell ya que sería caer en un ejercicio de idolatría que no
haría verdadera justicia a su trabajo. Era un editor con luces y sombras. Ese tipo de editor que
cambiaba el título de un relato para hacerlo más comercial o que insistía en pedir a un
autor que cambiase un final porque consideraba que no era adecuado a sus lectores. Era un pro­
fesional que tenía claro que tenía un producto que vender y que debía guiar a sus autores en su
manera de escribir cuando así lo consideraba necesario. Pero siempre he creído que la verdadera
labor de un editor era esa. Conseguir un producto comercial, que llegase a su público intentando
ofrecer las más altas cotas de calidad.
Y creo que Campbell lo consiguió.
Gran parte de la fama, el reconocimiento y la legión de seguidores que tiene la ciencia ficción
moderna se debe al buen hacer de Campbell y de gente que, como él y trabajando en las muchas
revistas que siguieron, supieron ver el talento y lograron guiarlo para que alcanzase al gran
público.
Sacaron al género de la ciencia ficción del gueto autoimpuesto en el que se estaba encerrando
y consiguió que los autores tuvieran la suficiente confianza para convertirlo en lo que es hoy en
día. Un género que mira de igual a igual al resto de géneros y que comparte popularidad, crítica y
academicismo.
Campbell ha sido mi verdadera inspiración para encontrar un modo diferente de trabajar con
mis autores, más cercana a lo profesional que a lo amateur aunque sin abandonar este ámbito.
Y así llegamos hasta hoy. Con un adulto haciendo labor de editor que vuelve a sentirse como
un adolescente. Siempre con la imagen de Campbell como ejemplo.
Isaac, John, esto es para vosotros dos.

El editor.

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" So l o t r e s m i n u t o s y s e a h o g a r á . Si f u e r a m á s p a r e c i d o a l o s
h u m a n os , t e n d r í a pu l m on e s s u f i c i e n t e s pa r a g r i t a r . P u l m on e s c om o
g a i t a s , pa r a l l e n a r s e d e a i r e , d e g r i t os , d e l l or os , d e c a n c i on e s , d e
ox í g e n o y t a b a c o, d e t od o a u n t i e m po.
Nos ot r os p od e m os g r i t a r m i e n t r a s r e s p i r a m os . E l l os t i e n e n q u e
a pr e n d e r l o.
L l e va n d e m a s i a d os m i l e n i os s i n h a b l a r . "
FUTUROSCOPIAS

LO QUE PENSÉIS DE
NOSOTROS Por Antonio Morera
Ilustración de Marcos Hidalgo González

I. ASTROPUERTO el centro del suelo del lavabo. Necesito más


espacio. Le coloco las rodillas sobre los bra­
zos, a la altura de su tercera articulación. El
Mierda. No sangres. Manchas de sangre no. dolor del peso hace que se despierte un poco.
—Atención por favor. Se recuerda a todos Y boquea, ligeramente, como si estuviera
los pasajeros humanos con rumbo a Derridá abocetando un grito antes de emitirlo, como
que solo pueden ingerir alimentos en los luga­ si no recordara la manera en que se grita y
res habilitados en el nivel 2. tuviera que practicar. Mala suerte, amigo,
La cédula de viaje. Con que no haya man­ aquí no hay segundas oportunidades.
chas de sangre en la cédula es suficiente. El Le tapo las agallas del cuello con las ma­
resto lo puedo tapar de cualquier manera. nos y los antebrazos, y entrelazo los dedos
Meándome encima si es necesario. Por eso detrás de su nuca. Distribuyo mi peso unifor­
me he vestido de oscuro. Para que no se nota­ memente. Todo mi cuerpo se apoya en mis
ra el pringue cobrizo que soltáis por las venas dedos, entrelazados tras su cabeza, justo so­
llegado este caso. bre el suelo. Es difícil esta postura, hay que
Pero la cédula de viaje me la van a inspec­ estar en forma para mantenerla. Meses de
cionar con detalle. Eso seguro. Y tiene que es­ flexiones con los puños sobre el hormigón.
tar limpia. Los mismos que llevo sin afeitarme.
¡Y este mamón sigue respirando! Aprieto Tranquilo. Tú tranquilo. Aunque te due­
aún más los brazos sobre su cuello. Me veo de lan los dedos él no puede moverse. Noto el
repente reflejado en el espejo. Mis labios, mis primer codo de sus brazos combarse hacia
facciones, reducidas a la nada por el esuerzo, arriba, clavarse en mi costado. Intenta sacar
ocultas bajo la espesa barba que me ha lleva­ los brazos de debajo de mis rodillas. Intenta
do meses dejar crecer para ocultar mis emo­ liberar sus manos y sacar su arma, o quitarse
ciones. Meses para esconder la ira de toda las mías del cuello, respirar y acordarse de
una vida. cómo se gritaba pidiendo auxilio. La boca se
Está medio inconsciente. Tiro de él hacia le abre, pero sin aire no puede gritar. Ahogar­

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FUTUROSCOPIAS

les es la forma más silenciosa. Su cuello es —Sí. Lo está siendo. Solo un enfrenta­
tan flexible que, para partírselo, tienes que miento físico en uno de los locales del nivel 2.
arrancarles la cabeza. Y es difícil. Trabajoso. No hizo falta disolverlo con armas.
Y te pone perdido de sangre. Empapado en —¿Entre humanos?
ese pringue cobrizo que tienen como engrudo —No. Entre humanos y...
dentro de las venas. —¿Y...?
Ya me duelen los dedos. Pero tengo que —No. Sí. Entre humanos y humanos. Se
seguir tranquilo. Solo tres minutos y se aho­ confundieron en el informe. Por el color de la
gará. Si fuera más parecido a los humanos, pigmentación cutánea pensaron que...
tendría pulmones suficientes para gritar. Pul­ —Ya, claro, a mí al principio también me
mones como gaitas, para llenarse de aire, de confundía. ¿Y qué pasó?
gritos, de lloros, de canciones, de oxígeno y ta­ —No lo sabemos. Trataron de excusar­
baco, de todo a un tiempo. se, claro, pero con la agitación emocional
Nosotros podemos gritar mientras respira­ que sufrían fue imposible entender qué
mos. Ellos tienen que aprenderlo. decían.
Llevan demasiados milenios sin hablar. —Sí. Lo sé. A veces están tan alterados
que no aciertan casi ni a mover los labios.
Y no hay manera de distinguir su pronun­
El condestable abrió la puerta del centro ciación.
de mando del astropuerto. Sus pasos sobre el —En efecto. Así que los deportamos a la
suelo y los movimientos de los aduaneros Luna y dimos parte a sus autoridades. ¿Es
eran lo único que podía escucharse en aquella importante?
habitación. —No. Es curiosidad. Se agreden por cual­
Si uno era humano, claro. quier nimiedad. Por eso pregunto. Porque me
El centro de mando era un cambio muy sigue fascinando. ¿No ha habido nada más?
agradable respecto de la batahola con la que —No. Está siendo una noche tranquila.
los seres humanos inundaban el astropuerto. El condestable pensó que eso estaba bien,
Era tan silencioso como cualquier lugar de para variar. Se paró a pensar cuándo fue la
Derridá. Solo se podían oír los pensamientos. última vez en que se había incorporado a un
Si uno no era humano, claro. turno y no se había encontrado al menos una
El sonido no era molesto en sí para al­ cédula de viaje falsa.
guien que perteneciera a la unimente. Pero —No hace tanto, doce días.
los humanos podían transformar esa reverbe­ —Es verdad.
ración atmosférica con la que se comunica­ El condestable pensó que le gustaría ver
ban en algo insoportable. Por eso los qué pasaba en el astropuerto a través de los
aduaneros se reunían en el centro de mando ojos de sus hombres. Todos los presentes en
en cualquier momento en que el servicio no la sala escucharon aquella orden tan educada
hiciera necesaria las patrullas. Para poder y salieron por la puerta, en silencio, para co­
pensarse los unos a los otros en silencio. menzar sus rondas.
El condestable depositó su pesado abrigo Al cabo del rato, el joven aduanero que se
sobre una silla, teniendo buen cuidado de no quedó con el condestable encendió las panta­
hacer ningún ruido. llas de los amplificadores de unimente y este
—Buenas noches a todos— pensó. Todos pudo ver lo que veían sus hombres. Todo el
los demás le saludaron sin moverse y sin astropuerto estaba tranquilo. Todo parecía
abrir los labios, sin pronunciar un sonido. So­ normal. Casi no había humanos, de hecho.
lo el aduanero al cargo, un chico muy joven, ¿Qué era eso que veía el aduanero 51? Ahora
le miró y se acercó a él. El condestable es­ no veía nada. Se le nublaba la vista. ¿Sería la
cuchó de su mente que tenía bien preparado pantalla?
el informe del turno. —Sería agradable una —No es la pantalla. El 51 no transmite.
noche tranquila— pensó. El condestable se preocupó profunda­

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mente. Pensó que era una pena. Parecía una Muy bien. Ya estás guapo. Ahora respira.
noche tan tranquila. Tranquilo. Y muévete de aquí. Tienes que co­
—Sí, señor. Una pena —pensó su ayudante. ger una cápsula de eyección dentro de diez
minutos.
En marcha. Abre la puerta y sal del lava­
Largo de aquí. Ni te detengas a esconder­ bo. Cara de póker y respira hondo, como si
lo. Si no ha entrado nadie en estos lavabos acabaras de aliviarte; bueno, y en realidad es­
mientras lo estabas matando, no va a entrar toy aliviado.
nadie ahora. Cuando el tipo al que he matado me oyó
No, mierda, eso no es una buena idea. Es pensar creí que todo se iría a la mierda.
confiar en la suerte y la suerte es de todo me­
nos fiable. OK larguirucho, a ver cómo puedo
contigo. Vas a entrar de culo en ese váter, ¿sa­ El condestable pensaba que todo funcio­
bes? Y si no es de culo, será de cabeza. naría mucho mejor si los aduaneros patrulla­
Átalo. Así está mejor. Mete su culo puntia­ ran como ahora, de dos en dos.
gudo dentro del váter, pliega sus piernas con­ —Sin duda, condestable. Pero ya lo he­
tra su pecho. Y ahora, átalas con su cinturón. mos intentado y nos quedamos rápidamente
¡No, joder! No te caigas. sin personal para cubrir todos los niveles.
Vuelta a empezar. Tranquilo. Tranquilo. Va­ —Sí, ya sé. Pero me sentiría más tranqui­
mos otra vez. Culo clavado en el váter, piernas lo si fueran por parejas.
plegadas contra el pecho, ahora los brazos jun­ —Y yo me sentiría más tranquilo si pudié­
to al cuerpo, su cinturón alrededor del conjun­ ramos pensar a los humanos.
to, esto es más difícil que pescar un buen pez —Ja, ja. Claro. Bueno, a veces se puede.
en alta mar. Así, bien atadito. Empuja su culo —¿Cómo dice? Explíqueme eso que está
más dentro de la taza del váter. Y ahora deja pensando. Lo del interrogatorio.
que se bambolee. Pero con cuidado. Apoya su —Usted es muy joven. Yo estoy a punto
cabeza en la pared de la izquierda. No, mejor de jubilarme, como sabe. Y estuve muchos
en la de la derecha. Sí. Así está más estable. años en la Tierra. A veces, solo a veces, los
Así está perfecto. No se va a caer de aquí. humanos piensan en voz alta.
La puerta está cerrada. No se ha caído al —¿Quiere decir que pueden... ?
suelo. Sigue estable. Ahora la sangre. No hay —¿La unimente? No, en absoluto. Es solo
mucha. Bien. Un poco de papel higiénico y que empiezan a emitir sonidos por su boca,
será suficiente. ¿Ellos se limpian con esto o lo como cuando se comunican entre sí, pero pa­
ponen solo para nosotros? No creo. Lo ponen ra comunicarse solo consigo mismos.
para nosotros, porque piensan que estamos su­ —¿Tratan de imitarnos?
cios hagamos lo que hagamos. Ellos segura­ —No, para nada. Ya lo hacían mucho an­
mente lo guarden y lo decoren y lo quemen en tes de que nuestras especies se encontraran y
rituales de adoración que duren tres días para tuviéramos que venir a su planeta para inten­
dar gracias por seguir cagando regularmente. tar hacer avanzar su cultura. De hecho, tengo
Loor al Gran Peristaltismo del Universo. entendido que ellos mismos lo han recogido
Ya no hay sangre. Al váter de al lado. Aho­ en la ínfima literatura que llaman científica.
ra al lavabo. Mírate. Qué pinta tienes. Estás Yo lo he visto alguna vez, como usted ya me
sudando. ha pensado, en la sala de interrogatorios,
Mejor. Así les darás asco y no se te acer­ cuando los dejas a solas. De repente, empie­
carán. Lávate la cara y las manos. ¿Dónde zan a hablar consigo mismos. A mover los la­
tengo el peine? Tiene que parecer lógico que bios y a emitir sonidos, a exhalar sus
vaya con el pelo húmedo, así que mejor me pensamientos a través de su laringe. Como si
lo empapo con agua y me lo peino. Ahora la hablaran con ellos mismos. O como si alguno
corbata. Mierda, ¿cómo coño se hace esto de su especie estuviera con ellos y le habla­
del nudo? ran. Solo se dicen palabras sueltas. Frases in­

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FUTUROSCOPIAS

conexas que repiten una y otra vez, como si se suicidarme antes de que me interrogaran y
quedaran fijados en una imagen mental y no averiguaran el plan.
pudieran salir de ella, y su repetición verbal Pero ahora está bien. Ya he pasado y todo
fuera parte de esa obsesión. Es fascinante. va bien.
—Estamos llegando al final del cuadrante La pelea me ha venido estupendamente.
de 51. Creo que lo mejor... Me siento genial. Aún noto el efecto de la
—No. Ni lo piense siquiera. Prefiero que adrenalina. Siento latir el corazón más fuerte,
siga la gente en alerta. Usted y yo hemos de la respiración más profunda, como si todo el
seguir juntos. Quiero a todo el mundo por pa­ aire fuera más mío. Y en realidad es mío, yo
rejas y pensándose continuamente a través de me lo merezco. Nosotros tenemos más dere­
los amplificadores de unimente, ¿de acuerdo? cho a este aire que ellos y no tendría que
—A sus órdenes, señor. apestar así a ozono, como si acabara de caer
El condestable empezó a temerse lo peor. una tormenta por todo el astropuerto. El aire
El aduanero lo pensó con él y se asustó. es más nuestro que suyo, porque nosotros lo
usamos para cantar, para hacer música y pa­
ra decirnos cosas hermosas. Y ellos solo lo
Uno, dos, tres, mira la puta cédula, cuatro, usan para sacar su podrido anhídrido carbó­
cinco, seis, está limpita y perfecta, siete, ocho, nico de sus escuchimizados pulmones y ver­
nueve, sí, claro, pásame el escáner si quieres, terlo a la atmósfera.
diez, once, doce, llevo poco equipaje, pero to­ Este aire tendría que oler a flores. A hier­
do es legal, catorce, quince, dieciséis, tranqui­ ba. Tendría que oler como el mar por la
lo, joder, tranquilo, diecisiete, dieciocho, mañana, o a la mezcla de sudor y sal en la piel
diecinueve, no dejes que te escuchen pensar cuando consigues subir a un pez a bordo.
como hizo el fiambre del lavabo, veinte, vein­ Ahí está mi cápsula. Coge el pequeño
tiuno, veintidós, concéntrate en los números, colchón plegable y súbete en ella. Es transpa­
veintitrés, veinticuatro, veinticinco, y todo irá rente como el cristal. La verdad es que es
bien, veintiséis, veintisiete, veintiocho, esto hermoso. Y el espacio también. Aunque da
siempre funciona, veintinueve, treinta, treinta miedo. Me recuerda al mar por la noche.
y uno, tienes que concentrarte, treinta y dos, Cuando paseaba por la orilla con mi abuelo.
treinta y tres, treinta y cuatro, es la única for­ Joder, qué pequeño es esto. Qué claustro­
ma de controlar tus pensamientos como hacen fobia. El espacio es oscuro e inmenso. El mar
ellos, treinta y cinco, treinta y seis, treinta y parece una cosa viva a veces, moviéndose, su­
siete, muy bien ya has pasado, treinta y ocho, surrando, hablando, oliendo a su propio olor.
treinta y nueve, cuarenta, ahora camina aleján­ Pero el espacio no. Es silencioso y vacío.
dote de ellos, cuarenta y uno, cuarenta y dos, Bueno, ya estoy bien repantingado. Ahora
cuarenta y tres, ya casi estás, cuarenta y cua­ puedo empezar a relajarme. Dicen que solo
tro, así, tranquilo, cuarenta y cinco, unos me­ se nota el movimiento cuando te lanzan des­
tros más, cuarenta y seis, cuarenta y siete. de la gravedad del astropuerto, pero que lue­
Ya. go da igual. Que atraviesas la galaxia como si
Ya está. Ya pasé el control de seguridad. no te movieras.
Joder, menos mal. Qué suerte tengo. De­ Va a ser un rollo este viaje. Tendría que
masiada. La suerte es impredecible y he te­ haberme traído un libro. Pero no, paso, pre­
nido toda la que me merezco concentrada. fiero pensar. En el plan, en mujeres desnu­
Y eso que solo ha sido un puto minuto. das, en cualquier cosa. Cuando llegue a
Solo con que hubieran vislumbrado por Derridá tendré que concentrarme casi todo el
un segundo lo que acabo de hacer. Si hubie­ rato para no hacerlo, no vaya a ser que pase
ran leído mi mente un solo instante, como hi­ como con el fiambre del lavabo.
zo el capullo del lavabo, se habría ido todo a Aquí. Ahora. En esta cápsula de eyección,
la mierda. No habría podido matarlos a to­ durante todo el tiempo que dure el puto viaje,
dos. Habría tenido que ingeniármelas para puedo pensar con tranquilidad.

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FUTUROSCOPIAS

II. CÁPSULAS valerse de la mayor experiencia y calma del


condestable, acabara cayendo en algún tipo
NO RELATIVISTAS de estallido emocional que pudiera conta­
giarse al resto del personal. Que los humanos
Arrodillado, el condestable observaba el se encontraran de repente con sus teóricos
cadáver con detenimiento. La fortaleza de las guardianes abrazándose los unos a los otros,
ataduras con las que lo habían amarrado a sí tomándose de las manos y sin poder realizar
mismo de forma que no cayera al suelo lo su trabajo era lo peor que podía pasar. No,
tenían más fascinado que horrorizado. Y era era mejor que el aduanero se quedara con él
una suerte, pues su fascinación compensaba y que confinaran su desasosiego a aquel cuar­
el horror del aduanero que lo acompañaba, y to de baño que, afortunadamente, no era muy
su quietud física, examinando el cadáver, re­ visitado.
tenía el ímpetu de salir corriendo de su joven El muchacho se lo agradeció y se alejó ha­
ayudante. Él sí estaba aterrorizado. Ni siquie­ cia la puerta sin desear salir por ella, para
ra hacía falta que pensara que nunca había impedir que nadie quisiera utilizar aquel lu­
visto un asesinato. Era evidente. gar justo en el peor momento posible. No era
—Por favor, trate de serenarse, no me de­ suficiente, pero por lo menos era un gesto de
ja observar —el condestable trató de acom­ profesionalidad, pensó el condestable. El
pañar su petición con toda la amabilidad y el cumplido contribuyó a aplacar un tanto el
cariño que pudo compartir ante el horror del nerviosismo del aduanero.
aduanero, pero no pudo evitar que un punto Con el flujo de imágenes mentales algo
de irritación acompañara el mensaje. El adua­ apaciguado, el condestable pudo al fin fijarse
nero percibió esa irritación y copió la calma en los detalles del muerto: lo habían amarra­
observadora del condestable para apartar de do fuertemente con su propio cinturón y lo
su mente los recuerdos de los episodios vio­ habían encajado en la taza del váter con fuer­
lentos que había contemplado entre humanos za, para evitar que se cayera y que alguien se
y que repentinamente habían vuelto a su me­ diera cuenta de que estaba ahí. Y además
moria, acentuando el horror, pues aquellos tenía familia. Eso no tenía nada que ver con
no se parecían en nada a lo que ahora esta­ un examen preliminar, pero aun así el adua­
ban viendo. La culpa lo inundó al percibir la nero no pudo evitar pensar en ello.
irritación de su jefe, y con ella la angustia por Todavía tenía puesto el uniforme y las for­
no poder controlar su miedo. nituras que le cruzaban el pecho. No le habían
—Lo siento, no quería ser grosero, sé que quitado ni siquiera el arma. Eso extrañó al
lo está usted pasando muy mal. Pero es que, condestable pero no al aduanero, pues este
de verdad, necesito concentrarme. ¿Por qué consideraba que los humanos a veces actua­
no se aparta de forma que no vea el cadá­ ban de forma precipitada e ilógica. El mucha­
ver?— el condestable pensó esto mientras tra­ cho recordó la segunda vez que vio una pelea
taba de apartar de sí el recuerdo de la entre humanos. Recordó la ristra de golpes
primera vez que el aduanero había visto a un que uno propinó al otro y a este tendido. Y el
humano sangrar. Siguiendo la sugerencia de atacante alejándose, sin importarle si lo había
su jefe, se apartó. En cuanto dejó de ver el matado o no. Lo único que importaba al agre­
cadáver, este se esfumó de su mente, si bien sor era el cansancio y la espera, después de
no los recuerdos impactantes de la violencia varios días varados en el astropuerto. Un can­
vivida. sancio que horadaba la presa de autocontrol
El condestable trató de aislarse y no res­ tras la cual se acumulaba toda la tensión emo­
ponder emocionalmente a la maraña de re­ cional que un humano parecía llevar siempre
cuerdos que se superponían a lo que él consigo, fuera de violencia o de tristeza, pues
trataba de observar, pero no tuvo mucho éxi­ siempre era negativa.
to. Aún así, no se animó a pedirle a su ayudan­ El condestable pensó con el joven que los
te que se fuera, pues temía que, sin poder humanos nunca acumulaban emociones posi­

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FUTUROSCOPIAS

tivas. En cuanto se sentían felices, lo expresa­ hacer con el cargamento que los humanos
ban riéndose o abrazándose. Pero las emocio­ querían transportar.
nes negativas eran retenidas, controladas, —Eran animales. Vivos. ¿Se lo puede
condenadas por la cultura a canalizarse por creer, señor?
cualquier medio que no fuera compartirlas El condestable le pidió otra vez que trata­
con otros. ra de recordar menos mientras él continuaba
El aduanero concluyó que, sin duda, por examinando el cadáver. Estaba totalmente
eso eran tan violentos. Si pensaran dentro de convencido de que el asesinato había sido
la unimente, podrían compartir sus emocio­ premeditado. Lo habían asfixiado a la fuerza,
nes como hacemos ahora usted y yo, señor. y eso requería tiempo, paciencia, habilidad,
—Puede ser, pero no es este el caso potencia física y un cierto conocimiento de
—pensó el condestable—. Si tal cosa fuera co­ anatomía. Por alguna razón, lo habían queri­
mo usted piensa, lo habría golpeado. Lo do matar. Y el baño no había sido casual. El
habría atacado de forma más brutal. Lo habría cadáver había sido ocultado cuidadosamente
dejado inconsciente, o quizá, lo habría mata­ para que solo una búsqueda detallada pudie­
do, sí, pero por accidente, sin querer. Eso en­ ra localizarlo. Aquí estaba aislado de la visión
cajaría con que lo escondiera y saliera de allí de sus compañeros y por tanto no le podían
corriendo sin preocuparse de más, sin que su pensar a menos que él los pensara a través
estallido de brutalidad le permitiera retomar del amplificador. Alguien que quisiera escon­
un curso de acción más pausado. Pero no, no derlo guiado por la emoción brusca del mo­
creo que sucediera de ese modo. No tiene he­ mento lo habría depositado de cualquier
ridas ni traumatismos —el aduanero no pudo manera en el baño, pero a él lo habían atado
evitar mirar hacia atrás e inmediatamente el y encajado en el váter para que nadie lo en­
condestable sintió una rápida sucesión de contrara, para que ningún humano que pasa­
imágenes de todo el tiempo que ambos ra por allí se percatara que detrás de esa
habían pasado juntos después del trabajo. In­ puerta cerrada había algo y diera la voz de
cluso habían ido juntos a celebrar la unimen­ alarma.
te una vez. El condestable, al notar esta De súbito, el aduanero se alarmó. Si le
nueva agitación emocional, se movió arrodi­ habían escondido para que no le encontra­
llado cambiando ligeramente su posición con ran, quizá fuera porque estuvieran pergeñan­
respecto al cadáver, de forma que el aduane­ do a continuación algún tipo de ataque.
ro pudiera verle a él para pensarle sin que tu­ —No hay motivo para alarmarse. Lleva
viera que atisbar la presencia del muerto. aquí un buen rato. Si planeaban algo, o lo
El aduanero se lo agradeció, no obstante han abortado por culpa de esta muerte ines­
señaló que su aislamiento sería total si entor­ perada o ya habrían ejecutado el plan.
naba un poco la puerta del baño. El condesta­ No, el aduanero y el condestable llegaron
ble así lo hizo y la entornó. Un lento chirrido rápidamente a una conclusión. Lo habían
de las bisagras recorrió el baño, que perma­ matado de forma rápida y expeditiva. Lo
necía en el silencio perpetuo que los derrida­ habían escondido con cuidado para que
nos llevan consigo cuando se piensan los aquella muerte, inesperada pero necesaria,
unos a los otros. no entorpeciera las intenciones del humano
—Esto le habría sonado atronador a cual­ que lo hubiera hecho.
quier humano que estuviera viéndonos aquí, —Su intención era viajar. Solo quería
parados en silencio. viajar.
El aduanero asintió ante la ocurrencia del
condestable y se acordó de aquella ocasión en
que una familia de humanos les preguntaban Mira arriba. Al cielo lleno de estrellas. Se
a gritos si no pensaban hacer nada mientras supone que es lo menos malo.
ellos, precisamente, se devanaban los sesos Mierda.
los unos a los otros tratando de imaginar qué Vale, si miro abajo se me sube el estóma­

12
FUTUROSCOPIAS

go a la garganta. Y si miro arriba también. chos y tampoco les dejan ni llegar al ascen­
Voy a soltar toda la puta bilis que me ha segre­ sor orbital.
gado el hígado desde que nací, o desde que tu­ De todas formas, mi vieja estaba equivo­
ve mi primera resaca, que para el caso es lo cada. Yo conocí a un tipo de allá. O bueno,
mismo. más bien, que me dijeron los camaradas que
Joder, ¿por qué harán estas jodidas cosas era de allá. Nunca hablé con él. En Grenoble
tan pequeñas? Y, sobre todo, ¿por qué coño se llevaba a rajatabla el tema de la comparti­
las harán transparentes? ¿Es que les gusta mentación de los grupos. Y era una buena de­
vernos o es que creen que a nosotros nos gus­ cisión, claro. Pero me habría gustado pegar la
ta mirar al exterior y morirnos de vértigo? hebra con él alguna vez. Porque era alto, ru­
Mira a esa familia. Hay gente que es más bio oscuro y de ojos azules. Como el abuelo
lista que yo. O, más bien, que pueden permi­ cuando era joven. Se parecía mucho a mi
tirse ciertas cosas que yo no. Los dos niños abuelo, de hecho. Excepto en que él estaba en
acurrucados junto a la madre. Puestos de di­ forma. Delgado y bizarro. No panzón como el
fenhidramina y benzodiazepina hasta las ce­ viejo, que solo retenía de su juventud los bra­
jas. Dormidos tan profundamente que no se zos como troncos, llenos de venas. A veces
enterarían de nada aunque su esfera se res­ me acuerdo de mi abuelo cuando me miro los
quebrajara en medio del vacío y sus cuerpos brazos. Ahora tengo venas, pero nunca como
estallaran toda la sangre por los ojos. él. Y eso que en Grenoble todos nos machacá­
No. No se enterarían de nada. Probable­ bamos, pero bien. No hacíamos más que jo­
mente no se hayan enterado nunca de gran co­ dernos los tobillos corriendo por el bosque y
sa. Si la madre es mínimamente lista —y se le pelarnos los nudillos haciendo flexiones so­
nota que lo es, pues la dejan viajar junto a sus bre el suelo de hormigón.
dos niños— se habrá encargado cuidadosa­ Pero aquel tipo tenía la piel cobriza. Y mi
mente de que sus hijos no se mezclen en polí­ abuelo era tan pálido como yo. Aun así, se
tica. Si acaso, les habrá metido el miedo en el parecían. O quizá es que cualquier cosa me
cuerpo con lo de Brasil. “Si hicieron eso por­ recuerda a mi abuelo.
que se les fue de las manos, como ellos dicen, Luego leí, o lo leí antes, no lo sé, que en
imaginaos lo que podrían hacer si fueran a Brasil, la gente del norte era así. Descendían
por nosotros a propósito". Y si los críos les sa­ de emigrantes holandeses y alemanes y no de
len respondones, y no tienen pinta, les espe­ esclavos negros. Era un país tan grande que
tará lo que de decía mi vieja. “Pues razón de tenían espacio de sobra para tener genes di­
más”. Aunque no viniera a cuento. Aunque ferentes.
fuera algo completamente ilógico y no tuviera No sé. Quizá aquel tipo era descendiente
el más mínimo sentido con lo que estaba suce­ de alguien que hubiera nacido no lejos de mi
diendo en ese momento. Esa es la manera ma­ casa. A lo mejor podía haberle invitado a un
terna definitiva de terminar una conversación. trago y él también habría dicho “Sköl”, como
Pues razón de más. Cualquier argumento mi abuelo. Si eres brasileño, o eras pariente
es bueno para que tu hijo no se meta en políti­ de alguno, cualquier otro ser humano te invi­
ca. Además, ¿qué tienes que ver tú con los ta a beber. Es como una forma de disculpar­
brasileños? ¿Acaso eres negro, o mulato, o te se, de pedir perdón por no haber hecho nada
pasas el día bailando como ellos? Tú eres después de que a esos jodidos cabrones “se
bien blanquito y bien rubio muchacho, así les fuera la mano”.
que limítate a palear la nieve que es lo que tu Sí, claro, las atmósferas se queman por
gente siempre ha sabido hacer mejor. accidente. Sin querer. Como cuando yo echa­
No. No creo que esa mujer les hable en ba paladas de nieve sobre el porche de la vie­
esos términos de ninguno de los miembros ja. Sin querer. Se dice “Förlåt” y ya está.
de su especie. Ella es morena. Es del sur. Na­ Por accidente.
turalmente no es brasileña, no tiene la Cabrones.
mandíbula como ellas. Ya no quedan mu­

13
FUTUROSCOPIAS

sente y gigantesco sumidero de taquiones que


El condestable entró en el centro de man­ se abría sobre sus cabezas no pudiera compe­
do con la tranquilidad habitual, forzándose tir con el color más simple surgido de una
para apartar de inmediato los pensamientos flor.
que asaltaban su mente. Si seguía así, sin con­ De a ratos, las cápsulas de eyección se
trolar sus pensamientos, arriesgándose a alar­ hundían en un hueco taladrado en la piel del
mar a sus subordinados, acabaría volviéndose universo dejando tras de sí una corriente de
más humano que los humanos. taquiones que brillaba como un arcoiris at­
—Sí, condestable, ya he avisado a todo el mosférico, tan hermoso como fugaz. El con­
mundo. 21 está en la puerta del baño mien­ destable pensó que, desde luego, eran mucho
tras 18 toma fotos y recoge el cuerpo para el más espectaculares los lanzamientos de
forense. No, no se preocupe, 18 tiene mucha transportes que llevaban a sus compatriotas.
experiencia y licencia legal, pero es que no po­ La aureola energética entonces era más gran­
demos encontrar a un equipo forense hasta de, más brillante, más duradera, y caía sobre
por lo menos dentro de 12 horas. el horizonte como la ola de un mar que acari­
—Está bien. ¿Tiene una opinión prelimi­ ciara el mundo.
nar sobre la hora de la muerte? Y sin embargo nadie le prestaba más
—Dice que no puede haber sucedido hace atención que la del ansia por viajar cuanto
más de una hora. antes, como si tan portentosa obra de inge­
—Ese es tiempo más que suficiente para niería careciera de mérito alguno. Preferían
que se haya largado. Pero es tiempo al fin y al detenerse a percibir lo que fuera que pudie­
cabo. ran oler en aquellas estructuras vegetales, co­
—Ya estoy posponiendo el lanzamiento de mo si el resto del universo no fuera con ellos.
todas las cápsulas. La computadora aleatori­ Quizá si el astropuerto lo hubieran construi­
zará los mensajes de excusa habituales. Las do ellos, no lo mirarían con tanto desprecio.
áreas de descanso ya empiezan a llenarse de —Que la computadora contabilice los hu­
humanos. Afortunadamente hoy no hay mu­ manos presentes y los reparta de forma re­
cho tránsito. gular en las áreas de descanso. Van a estar
El aduanero oprimió los interruptores y ahí un largo rato, así que no quiero aglome­
las pantallas cambiaron al majestuoso es­ raciones.
pectáculo de las áreas de descanso, excavadas Ya había bastante con un asesinato como
en la roca viva de un asteroide que abre su se­ para que encima empezara a haber peleas
no a los que viajan, para acogerlos con hierro producto tanto del cansancio acumulado co­
y piedra antes de que emprendieran los cami­ mo de la competencia por los servicios dispo­
nos deseados. Terrazas y terrazas, escalona­ nibles. Aún había puestos suficientes y el
das unas encima de otras, conectadas por condestable no deseaba todavía cerrar las en­
escaleras y ascensores transparentes; recu­ tradas al astropuerto.
biertas por todo tipo de estructuras vegetales Durante un instante, aquel derridano al­
cuyas formas y colores parecían fascinar más to y fornido, de escamas casi negras por su
a los humanos que cualquier otra cosa. Inclu­ edad, se detuvo a reflexionar olvidándose de
so desde lejos se podía ver cómo, de tanto en que el aduanero estaba con él en la misma
tanto, algún humano se detenía al borde de habitación y que los amplificadores de uni­
las terrazas, cogía con delicadeza una de las mente estaban encendidos para mantener las
flores cultivadas y la acercaba a la nariz. Los comunicaciones con la tropa. Pensó que los
efluvios que surgieran de ella lo abstraían de humanos no estaban exentos de una cierta
alguna manera y hacían que dejara de prestar capacidad de asombro y disfrute ante la per­
atención a la omnipresente presencia del es­ cepción del mundo. Y seguro que eso de­
pacio no relativista, como si los fabulosos pendía de la intensidad emocional con la
efectos prismáticos que se producían en la que se relacionaban con el mundo y entre
luz, atraída y repelida a la vez por el omnipre­ ellos.

14
FUTUROSCOPIAS

Los humanos tenían una cierta sensibili­ tracciones de los músculos de sus cráneos
dad, podían experimentar reacciones emocio­ son capaces de decirse cosas?
nales ante los espectáculos hermosos que El condestable se sintió sorprendido y
cautivaran su percepción. De hecho, la prime­ avergonzado por haberse perdido de aquella
ra vez que hacían un viaje interestelar así su­ manera en sus pensamientos delante de to­
cedía. Lo había visto en infinidad de dos sus subordinados. Pero todos sus hom­
ocasiones. Seres humanos que se quedaban bres, muy amablemente, conjuraron su rubor
de pie, en medio del paso, sin prestar aten­ con interés y él se vio obligado a continuar
ción a sus equipajes ni al trasiego de gentes a pensando en el tema.
su alrededor, ni siquiera a los otros congéne­ —No, “decirse” no es el concepto adecua­
res que los acompañaban. Solo en el caso de do. Ellos lo llaman comunicación, claro está,
que estos pertenecieran a su progenie les con­ pero en realidad es una forma aún menos efi­
tinuaban prestando atención, con gestos en ciente que la reverberación vocálica de la que
los que parecían querer incitarles a incremen­ se sirven habitualmente. Pero, en algún sen­
tar la emoción que experimentar. tido, es más cercana a nuestra unimente.
La especie humana hace esas cosas a me­ —¿Cómo así?
nudo. Es difícil distinguirlo si uno no está en­ —La usan para emocionar. No para com­
trenado, si no está avisado y se fija partir emociones, como nosotros —y creo
exactamente en cómo se mueven, activando y que eso es la diferencia más profunda que
desactivando los músculos de su cuerpo, gi­ hay entre ambas razas—. Nosotros nos pen­
rando las manos, moviendo los brazos, ha­ samos para sentirnos y así compensarnos y
ciendo aspavientos, contrayendo y relajando complementarnos los unos a los otros como
los músculos bajo su rostro en mil combina­ ustedes han hecho con su amabilidad hace
ciones. un instante. Pero los humanos, justamente,
Y es increíble, cuando uno lo piensa, có­ hacen lo contrario. Muestran sus emociones
mo se sirven de esas contracciones muscula­ para provocar una emoción en el otro, sin
res para compensar la ausencia de la importarles si esa emoción va a conducir a
unimente, pues realmente parece que así son una conducta complementaria o a otra que
capaces de transmitirse cosas, o al menos eso incluso puede ser perjudicial para sus intere­
es lo que ellos mismos proclaman, si bien nin­ ses. Pero es así. Ellos muestran, con sus con­
guno de ellos ha sido nunca capaz de detallar tracciones musculares, la emoción que están
un mínimo y elemental diccionario, alegando experimentando, aguardando que sus congé­
que es un conocimiento racial, instintivo, pe­ neres reaccionen, pero no como lo haríamos
ro a la vez, local, regional, cultural, signifique nosotros. Y no siempre. De hecho, la mayoría
lo que signifique ese concepto de “cultura” de las veces reaccionan con la misma emo­
que es utilizado como una especie de co­ ción que se acaba de expresar y no con una
modín de las ciencias sociales, de recurso inte­ complementaria o moderadora. Es un poco
lectual un tanto zafio donde introducir ilógico.
cualquier variable comportamental que no —No nos habían explicado todo esto so­
sea digna de ser sistematizada. bre sus gestos. Todos pensábamos que obe­
El condestable pensaba que comprendía decía a algún tipo de aleatoriedad nerviosa.
bastante bien esos gestos. Llevaba mucho —No se les explica porque es conveniente
tiempo observándolos y estaba familiarizado para que puedan hacer mejor su trabajo. Pue­
con ellos, los había visto repetirse una y mil den sentirse tentados de identificar las emo­
veces y, aunque no siempre comprendía todo ciones humanas e intentar aplacarlas ustedes
lo que se quieren comunicar los unos a los mismos. Y eso es peor, además de peligroso.
otros, creía ser capaz de discernir el sentido Ustedes han de tratarlos con absoluta frial­
general de lo que decían. dad hacia sus emociones. Es la manera más
—¿Quiere decir, señor, que moviendo los igualitaria y la mejor forma de no cometer
brazos así y asá y forzando estrambóticas con­ errores.

15
FUTUROSCOPIAS

El condestable hizo una pausa en su di­ pensar eso, pero admitía que era una muy
gresión cuando estaba a punto de volver a buena observación.
la imagen de un humano señalando y cur­
vando la boca a un miembro de su progenie.
El otro abrió la boca de par en par y exhaló Mierda, no aguanto más. Voy a potar.
aquel sonido repetitivo que llamaban risa. ¿Dónde está la bolsa para el mareo? Y encima
Aquello sí que se le escapaba. Para entender tiene que pasarme ahora. Justo ahora que
el humor había que comunicarse como un acabo de salir del túnel de la risa este que ca­
humano, entender todos los sinsentidos que varon a través del espacio. Bueno, ¿y cuándo
adoptaban los errores y las incongruencias coño iba a pasarme si no? Pues cuando me
de su comunicación. Incluso a veces lo quedara sin gravedad. Ahí se le revuelven las
hacían a propósito, usando su habla de una tripas a cualquiera, salvo que vayas drogado
forma deliberadamente errónea. Y eso era y dormido como esa familia.
incomprensible para un derridano. Iba con­ Muy bien, aquí está. Bolsa para el mareo,
tra la esencia misma de la unimente, contra permítame que le presente a mi desayuno.
su claridad perfecta que imposibilitaba por Desayuno, ésta es la bolsa para el mareo. Ya
completo los malentendidos, los dobles sen­ puedes salir. Les dejo para que se conozcan.
tidos; que prescindía de esas herramientas Espero que no le moleste si la sujeto dema­
tan torpes para expresar el pensamiento siado fuerte por el pescuezo, querida, pero no
que eran las palabras de un lenguaje ha­ imagino nada más asqueroso que vomitar en
blado. gravedad cero, ¿sabe? Otros líquidos menos
El condestable pensó que no quería co­ líquidos, y perdonen la redundancia, quedan
municar más información sobre estas cues­ flotando en formas amorfas. De a ratos adop­
tiones, pues ya había visto antes lo que tan formas muy raras y puedes jugar a ver
acabaría sucediendo. Al final acababan qué aspecto tiene ese grumo de café, como
usándolo como un entretenimiento y se de­ cuando uno se tumba en la hierba y le pone
dicarían a hacer todo tipo de juegos y apues­ siluetas a las nubes. Esa tiene forma de pati­
tas sobre los rostros y las posturas y los to, esa otra tiene la forma de Suecia, aquella
gestos de aquellos que se suponía que tiene forma de hongo atómico saliendo de al­
tenían que vigilar. Y así no había manera. A guna central sobrecargada; y mira esa, esa
la larga, ni aprendían sobre lo que tenían tiene aspecto de gota de café en gravedad ce­
que aprender, ni se fijaban en lo que se ro que se ha unido a otra gota de café y ahora
tenían que fijar, así que recondujo la situa­ tienen forma de nubes del cielo.
ción, pensando con claridad a través de los Pero con la pota no sucede lo mismo ni de
amplificadores. lejos. El vómito no es un líquido homogéneo.
—Y eso es en lo que nos vamos a basar Su densidad varía de grumo a grumo, de res­
ahora, caballeros, buscamos a un asesino. O to de pizza a sorbo de cerveza, todo adherido
a varios. Uno o más seres humanos, que a una capa de jugos gástricos que ni siquiera
pueden ir juntos o no, aunque me inclino a pueden dotarla de un color uniforme.
pensar que será uno solo. Buscamos a un ¿De qué color son los jugos gástricos?
asesino frío, despiadado y calculador. Capaz ¿son amarillos como cuando los expulsas en
de ejercer una gran violencia y luego ocultar la taza de un váter, o en una bolsa para el ma­
con cuidado los resultados de su crimen. Re­ reo dentro de una cápsula de eyección? O por
cuerden esto, porque es importante: es al­ el contrario son incoloros, quizá inodoros e
guien brutal, si, pero no es irracional. Bien insípidos. Quizá tienen el color del agua clara
al contrario a lo que ustedes están acostum­ y no el de las entrañas revueltas.
brados. Buscamos a alguien desapasionado, Supongo que no. Supongo que serán amari­
nada emocional, muy frío. llos. Es lógico, si cuando uno no puede más y
—Alguien parecido a nosotros. empieza a vomitar bilis esta es verdosa. El ama­
El condestable nunca hubiera querido rillo va antes en la escala cromática, ¿verdad?

16
FUTUROSCOPIAS

Valiente gilipollez de razonamiento. de suceder. Como cuando uno está planeando


Me siento mejor. Menos mal. Ahora toca una broma o recordando una anécdota hila­
estrangular a la bolsa. ¿Dónde está la goma? rante. En esas ocasiones, uno reproduce en
Mierda, no hay goma. Joder, qué gente. Aho­ su cabeza una y otra vez lo que ha sucedido o
ra me voy a tener que pasar el resto del viaje ha de suceder, como en un teatrillo mental en
sujetando mi propia pota con las manos. Me el que se proyecta una y otra vez la misma
habría ido mucho mejor si hubiera pasado película. Porque eso es lo que causa más risa.
dormido todo el rato, como aquella familia. La anticipación. El saber en tu mente que al­
Ahora, sin embargo, no puedo permitir­ go gracioso va a ocurrir antes de que se pro­
me el lujo de quedarme dormido. Tengo que duzca.
mantener bien agarrado por el gaznate a la Es como en aquel libro antiguo en que el
bolsa para el mareo. De todos modos, no escudero gordo y zampón compra unos que­
podría dormir. Me da vueltas la cabeza en sos y los guarda en el yelmo del caballero
cuanto cierro los ojos. chalado al que sirve por no tener otro sitio
Además, ni en sueños puedo olvidarme donde hacerlo, y entonces el caballero se en­
del hecho de que nos han sometido, el hecho valentona y decide enfrentarse o pelearse con
de que toda nuestra especie es considerada co­ alguien, no recuerdo con quién. Y el lector sa­
mo una raza inferior solo porque no nos co­ be, desde mucho antes que suceda, que el ca­
municamos telepáticamente, como hacen ballero va a encasquetarse el yelmo —o la
ellos. Nos usan como mano de obra esclava. bacía, o como la llamaran, tampoco me
O cuasiesclava. Nos pagan, claro. Nos dejan acuerdo—, sin percatarse antes de que están
pasar con todo el cuidado del mundo por sus los quesos dentro, y se los va a despachurrar
astropuertos, o no nos dejan pasar en absolu­ por la cabeza, y va a lanzarse entonces a enta­
to si no estamos en posesión de las cédulas blar combate de tal guisa: con los regueros de
que ellos nos dan. Y aun así, aún contando leche cruda resbalándole por las sienes hasta
con esa garantía que ellos mismos nos obli­ las barbas. Y uno se lo imagina antes de que
gan a llevar, no se fían de nosotros. llegue a leer las letras en las que tal cosa se
Si claro, luego nos tratan con condescen­ describe.
dencia, con amabilidad con la cortesía lasti­ Y después, cuando ya lo ha leído, se lo
mosa y excesiva que se viene con la lástima, vuelve a traer imaginándoselo de nuevo con
como se mira a un perro callejero al que no se los detalles que al escritor no se le ocurrie­
quiere acoger, ni se quiere alimentar ni se tie­ ron, como que por ejemplo le quedaran gru­
ne la decencia de asesinar y librar de sus pro­ mos de queso enganchados en la barba, sin
mesas. desprenderse ni caer al suelo o al pecho. Y un
Casi me dan ganas de abrir la bolsa de po­ personaje tan tarado como para encasquetar­
ta y dejarla que vuele libremente por la atmós­ se un yelmo con quesos dentro sin darse
fera sin gravedad de mi cápsula. Si yo no he cuenta, por fuerza no habría de prestar aten­
de tener la mínima dignidad de ser tratado ción a los restos que le quedaran adheridos a
con deferencia, con respeto, o al menos de ser las barbas. Y así andaría por los caminos, con
rematado como un perro fiel, o infiel, pero los pegotes de lecha agria endureciéndole el
merecedor de una muerte rápida y digna, de bigote hasta que fuera imposible que abriera
una inyección de veneno después de unas cari­ la boca, apestándole la faz hasta que pudiera
cias tan venenosas y cáusticas como todo el llegarse a un río y lavarse la dignidad.
amor falso es, entonces qué más da todo. Así me lo imagino, una y otra vez, y me
Me lo pienso seriamente y me parto de ri­ parto de risa en la cápsula. Bueno, en reali­
sa flotando en aquella atmósfera ya de por sí dad no es que me esté carcajeando, o quizá sí
maloliente, hedionda; me río de mi hedor y que me carcajee pero durante un rato bien
del sabor amargo en mi boca; me río de esa corto, mientras me deleito con la idea, que sé
manera prolongada y deliciosa con la que se que no haré, de abrir la bolsa y dejar que ven­
saborea la risa futura de algo gracioso que ha ga a mí su contenido, a flotar con sus diferentes

17
FUTUROSCOPIAS

densidades por aquella atmósfera, sin fusio­ dera de mi abuelo. Y en las que nos jugamos
narse nunca, sin adquirir forma alguna, nube la vida para llegar a su planeta, digan lo que
alguna, hasta acabar adhiriéndose a mis ro­ digan. Si las naves recolectoras pierden algu­
pas, ora aquí una mancha, ora aquí otra, y sa­ na cápsula de vez en cuando —no pasa casi
lir así de la cápsula, embreado por mi propio nunca, o eso dicen—, solo es un muerto. Solo
olor repulsivo que, por supuesto, a mí me es un único ser humano que se queda solo,
daría igual, pues no he conocido nunca a na­ vagando en el vacío del espacio, hasta que el
die que le diera náuseas sus propios dese­ monóxido de carbono de su propia respira­
chos, sino más bien lo contrario, gentes que ción lo sume en un sueño del que nunca se
estaban encantadas de haberse apestado a sí despertará.
mismos y de comunicar sus pestíferas atencio­ Es más aseguro así. Solo muere uno de ca­
nes a los demás. da muchos miles. Traicionado por las corrien­
Sería divertido, sí, pero no lo haré. Tengo tes de taquiones. Perdido para siempre en el
una misión difícil y peligrosa que solo yo, o espacio. Estrellado quizá contra un asteroide.
muy pocos como yo, podemos realizar. Tengo Hallados casi nunca. Muertos siempre. El es­
mi propio molino al que enfrentarme y no es pacio es así, mortal como el mar. Pero así es
cuestión de ponerlo todo en peligro alertándo­ más seguro que si viajáramos todos juntos. Si
los con mi suciedad. se estrellara todo un transporte, moriríamos
En realidad, ahora mismo lo único que cientos.
quisiera es quedarme dormido el resto del via­ Si les pasara a ellos solo morirían doce­
je. A juzgar por la velocidad a la que despla­ nas, claro está, no sé porqué me da en la na­
zan las estrellas, hace ya rato que estoy en el riz que nuestros transportes estarían mucho
espacio relativista. Sí. Estoy seguro. Lo sé por más sobrepoblados que los suyos. Ellos via­
las luces que se apagan, en medio de la negru­ jan juntos, tienen que viajar todos juntos pa­
ra del espacio vacío. Veo luces y no son de es­ ra así poder montar una de sus misas
trellas. Son las demás cápsulas, iluminando improvisadas, una de esas comuniones te­
rostros tan cansados como el mío. Y se van lepáticas que les gustan tanto, que los hace
apagando una a una, esperando que las reco­ tan únicos.
jan y las lleven rumbo a Derridá. Al hogar de De momento.
esos cabrones de piel coriácea cuya civiliza­ Me los imagino perfectamente: todos re­
ción pienso joder. clinados en sus asientos, hablando todos con
Ellos no viajan así, por supuesto. Esos ca­ todos, pero sumidos en el más profundo si­
brones no se retuercen y se hacen un siete en lencio durante todo el viaje. Sin poder leer, o
medio de un espacio cerrado. Ellos viajan en ver una película, o sencillamente sumirse en
transportes colectivos, todos juntos, todos sus pensamientos. Y cuando les fallara la
tumbados, todos en el silencio exasperante de hidráulica o cualquier otra mierda y su astro­
sus conversaciones inaudibles e impensables nave se fuera a estrellar contra cualquier as­
por casi todos nosotros. teroide en mitad del espacio, me los imagino
Nosotros, en cambio, tenemos nuestras a todos callados y sonrientes y cogidos de las
cápsulas. Todo para nuestra seguridad, pien­ manos, con la angustia de todos rebajándose
san ellos, y para la suya, claro. Pues nuestra con la calma que uno solo de ellos pudiera
seguridad es la suya y venderles nuestra fuer­ transmitirles. Y todos morirían en silencio.
za de trabajo es la forma en la que su imperio Porque esa mierda de la telepatía es algo más
prospera y sus migajas nos alimentan. que la forma en que se comunican. Es su reli­
Dicen que viajar así es más seguro, aun­ gión, es su orden social, es su vida y es su
que sea más incómodo. Que es mejor que muerte.
sean ellos los que controlen todo el proceso En cambio, en una astronave de humanos
del viaje. Porque eso es lo que quieren. Tener la cosa sería completamente distinta. No
el control. Y por eso nos meten en estas cosas habría forma de leer un libro o de ver una
redondas, más pequeñas que la barca de ma­ película, pues todos estarían demasiado ocu­

18
FUTUROSCOPIAS

pados charlando los unos con los otros en un —Muy bien, procedan entonces como he­
guirigay inagotable; aunque a nadie le intere­ mos comentado. Ustedes busquen entre los
sara en absoluto lo que cualquiera de los humanos que aún no han tomado su cápsula.
demás quisiera decirse. Contándose sus vidas El condestable se dirigió a la consola y
los unos a los otros, escuchando las anécdo­ apagó todas las pantallas, dejando al aduane­
tas con la paciencia que otorga el saber que, ro y a él aislados del resto de la tropa.
gracias a escuchar, te van a prestar atención —No se apure. Aún cuentan con los am­
a ti a continuación porque lo que quieres es plificadores y se desplazan en parejas. Nada
que te escuchen y en realidad te importa un debería sucederles.
pito la vida de los demás. —Sí, yo tampoco creo que el humano res­
Todo el rato hablando. Solo por el gusto ponsable de esto siga en el astropuerto.
de hablar. Porque hablar es lo que nos hace —¿Ha utilizado alguna vez las cámaras…?
humanos. Y es lo que nos distingue de ellos. —¿…de las cápsulas? No. Nunca. De he­
Nuestra forma de comunicación también de­ cho, se supone que no sabemos que existen
termina por completo nuestra realidad, como por respeto a sus derechos y a su intimidad,
les pasa a ellos con la suya. Pero en nuestro aunque en realidad…
caso, de una forma más noble. Que dos seres —…es un secreto a voces. Sí, lo sé. Con­
humanos se entiendan requiere de un gigan­ tradice por completo los códigos éticos y mo­
tesco esfuerzo por parte de ambos, y no solo rales de los humanos, pero ellos parece que
porque hablen idiomas distintos, dialectos solo se preocupan por la ética a la hora de
distintos, o porque surgan malentendidos y cargársela, ¿verdad?
dobles sentidos, sino porque al final persegui­ —Verdad. Además, si ellos quieren venir
mos una meta imposible, que es saber, real­ a Derridá…
mente, lo que el otro está pensando. Para —…deben cumplir las normas de Derridá.
ellos está tirado. Pero para nosotros, es un Y en Derridá no hay secretos para nadie.
triunfo de la voluntad humana que se sobre­ —¿Cómo funciona? ¿Tiene usted…?
pone a la molicie plácida y silenciosa con la —Con un código. Sí, tengo autorización.
que estos capullos se piensan los unos a los Es secreto. Nadie quiere que se filtre que los
otros. aduaneros se entretienen viendo a los huma­
¿Y si nos muriéramos? ¿Si el transporte nos copular en sus cápsulas cuando creen
se cayera y se estrellara en cualquier lugar? que están solos, en la intimidad absoluta del
Pues gritaríamos, claro, de forma histérica, espacio.
absoluta y universal. Como gritamos todo el —Muy bien. Esperaré abajo
planeta cuando nos enteramos de que habían El aduanero salió del centro de mando.
incinerado la atmósfera sobre Brasil y la ra­ Inmediatamente, el condestable apagó las
diación solar había hecho el resto. De rabia, pantallas de una manera un poco irracional
de furia y sobre todo, de miedo, porque eran —¿quizá un poco humana?— de forma mu­
capaces de hacerle algo así a los únicos de en­ cho más veloz de lo que hubiera sido espera­
tre nosotros que se habían atrevido a saltarse ble en cualesquiera otras circunstancias.
la prohibición impuesta a la especie humana Pero la verdad es que le había trastornado su
de viajar a través del espacio interestelar. divagación, pues le recordaba a su padre y a
No nos querían aquí. No como seres li­ su abuelo, que terminaron sus días sumidos
bres al menos. Les da miedo nuestra violen­ en la melancolía, extrañados de todos, en­
cia, dicen, pero en realidad les da asco que cerrados en sus cuartos porque les resultaba
gritemos cuando tenemos miedo y que nos demasiado desagradable la reacción que to­
riamos cuando algo nos hace gracia. dos los demás tenían hacia sus estados de
Ojalá pudiera hablar con alguien aquí ánimo y hacia sus divagaciones, tan extrañas
dentro. Y echarme unas risas. como poéticas, tan empapadas de recuerdos
de juventud como emponzoñadas por los
sentimientos de la vejez. Les importunaba y

19
FUTUROSCOPIAS

les irritaba que los demás reaccionaran ante atacado. Tenía sentido. Aunque estaba desa­
su tristeza intentando alegrarlos, como si dis­ consejado por mor de una elemental cautela,
frutaran verdaderamente de estar a solas con no es que estuviera prohibido desconectar los
sus pensamientos y con la tristeza que estos amplificadores. Durante un instante, se
le producía, y reaccionaban airadamente —en quedó pensando si no habría pasado algo tan
el caso de su abuelo, a veces de forma un po­ sencillo como que el aduanero muerto hubie­
co similar a como se comportaban los propios ra querido poder pensar a solas durante un
seres humanos—, rechazando el consuelo, re­ rato.
chazando la atención y la alegría de los Pero no. ¿Por qué iban a hacer tal cosa?
demás, enfrascados en su propia búsqueda de Y mucho menos dentro de un baño reservado
la melancolía interior que solo existía dentro a humanos. No era raro que fueran a los re­
de ellos mismos y que buscaban con un ahín­ tretes humanos e incluso que los usaran.
co digno de mejor causa. Eran incomodísimos, pero a la tropa le en­
No era la primera vez que el condestable cantaba pensar bromas sobre las necesidades
había caído en uno de esos vericuetos, dejan­ fisiológicas de los compañeros mientras se
do que sus pensamientos vagaran libremente aliviaban. Se consideraba algo viril. Él lo re­
por cualesquiera sendas sin pensar en absolu­ cordaba también de los tiempos de la milicia
to en quien estuviera a su lado, pero de mo­ como algo jocoso.
mento solo había sido delante de su familia y Súbitamente se sobresaltó. Sus pensa­
había sido capaz de controlarlo. Que le suce­ mientos habían vuelto a vagar sin que pudie­
diera en público le resultaba vergonzoso. ra controlarlos. Esta vez hacia el pasado,
Más que eso: irritante. Y se descubrió a sí hacia los tiempos que había estado destinado
mismo apagando los monitores de los ampli­ en la Tierra. Y eso era peligroso. No era con­
ficadores de unimente, dejando a sus subordi­ veniente que recordara cuando se extralimi­
nados aislados de su silencio; pero en el taban con los humanos por puro placer. Por
último segundo, cuando la última de las pan­ puro poder. No es que le fueran a juzgar por
tallas que permanecía encendida procedía a ello, ni se lo fueran a reprochar públicamen­
fundirse en negro, se dio cuenta de que dicho te, pero era mejor no pensar en ello y mucho
fundido se producía al mismo tiempo que gol­ menos recordarlo como un período de tiempo
peaba el panel. de su vida en el que fue feliz.
El condestable se quedó un segundo quie­ El condestable no pudo evitar pasarse las
to, asustado, repentinamente consciente de manos por el cuello. Lo tenía húmedo de res­
su edad. Había golpeado realmente el panel. pirar. Se secó las manos y se concentró en lo
La vergüenza de haber quedado expuesto le que tenía que hacer. Abrió la cartera y extrajo
había conducido a la irritación por su falta de el paquete de códigos que debía consultar.
autocontrol, y esta había crecido en silencio, Rompió el sello y sacó uno al azar. Lo depo­
sin que él se diera cuenta, hasta una verdade­ sitó en la consola y se guardó la cartera en el
ra rabia. Y durante ese segundo de miedo, se abrigo. Mientras lo hacía se dio cuenta de
preguntó si sus subordinados no habrían per­ que lo había depositado torcido y la computa­
cibido en él esa rabia y habrían sido ellos los dora no lo leía correctamente. Lo cogió y lo
que hubieran desconectado el amplificador, leyó. Se suponía que no debía hacerlo, si no
por pudor de no pensar a su líder enfurecido, conocía los códigos no corría el riesgo de que
avergonzado y temeroso por haber sido, no co­ alguien los pensara con él y los usara des­
gido en falta, sino de haber detectado el pri­ pués. Pero aquello le parecía absurdo. Solo
mer síntoma de aquella odiosa enfermedad. tenía que teclear la opción de inutilización
Respiró profundamente y pensó, durante una vez lo hubiera introducido. Además, le
un instante, que quizá eso es lo que había su­ parecía una precaución excesiva. Si alguien
cedido con el aduanero asesinado. Que hubie­ pensaba su código y lo usaba, aunque fuera
ra apagado el amplificador de unimente y por en secreto, todos los compañeros sabrían de
ello no habían podido pensarle mientras era su violación y nadie lo encubriría. Recibiría el

20
FUTUROSCOPIAS

castigo que se merecía. La gente era libre de El condestable pensó que probablemente
pensar lo que quisiera y luego responsabilizar­ él y sus compañeros lo utilizarían para diver­
se por ello, pero el Gobierno estaba empeña­ tirse y descuidarían la vigilancia, pero el
do en poner todas las precauciones para que aduanero decidió ignorar esa muestra de des­
la gente no tuviera la tentación de cometer de­ confianza y concentrarse en la labor. Las
litos que luego confesara en público sin darse pantallas, al fin, se iluminaron. Las imágenes
cuenta. Era una epidemia y una degeneración trasmitidas desde tan lejos tenían un gran re­
lo que estaba ocurriendo hoy en día. Con to­ tardo por la necesidad de la computadora de
dos esos adolescentes cometiendo los críme­ recompilar el flujo de información, pero eran
nes más abyectos y luego suicidándose al muy claras. Aunque extrañas. Muy extrañas.
tener que enfrentar que los demás pensaran La lente instalada bajo la luz de las cápsulas
con ellos lo que habían hecho. Lo que tenía de eyección proyectaba una imagen deforma­
que hacer la sociedad era recuperar una mo­ da, forzadamente esférica, como si se estuvie­
ral más estricta y dejar a la gente que pensara ra contemplando una imagen a través de un
lo que quisiera. cristal muy grueso, muy cóncavo, una imagen
Cuando terminó de introducir el código que se perdía en sus límites, de manera difu­
se quedó parado. De nuevo se sentía irritado minada, en la negritud infinita del espacio
por lo que había estado pensando. Era inevi­ circundante, como si se tratara de un cuadro,
table, claro, con todas esas cosas que se o de una fotografía, sobre la que un pintor se
veían hoy día. Pero nuevamente había empe­ hubiera dedicado a difuminar con un pincel
zado a divagar en soledad dejando que sus mojado en tinta, o incluso a rallar el papel
pensamientos le provocaran irritación. Co­ con una cuchilla, o frotando con el dedo.
mo su padre. Como su abuelo. Como si fuera Cuando se veía una estrella, a través del me­
un viejo. tal transparente de la cápsula, esta se veía
Pensó que lo mejor era no estar solo. Con agrandada por la óptica, desplazándose len­
más gente seguramente conservaría mejor la tamente mientras la propia cápsula avanzaba
compostura. Encendió los amplificadores y a través del espacio a la espera de ser captu­
llamó al aduanero para que subiera. Lo hizo rada por la nave de recolección, y entonces,
a toda velocidad y la puerta se abrió cuando cuando la estrella se acercaba al borde difu­
todavía la computadora estaba desentrelazan­ minado, su tamaño y su brillo cambiaban de
do las interferencias de la transmisión inte­ nuevo, deformados por la óptica, y durante
restelar. un fugaz instante daba la impresión de que se
—¿Nunca había visto esto?— preguntó el había vuelto más pequeña, más lejana, más
condestable, sabedor de la respuesta. brillante, y que se alejaba a toda velocidad,
—No, la verdad es que no. Nunca había te­ como si hubiera acelerado de forma salvaje al
nido que utilizarlas. Naturalmente, nunca terminar de acompañar a los viajeros.
me había tenido que enfrentar a un suceso —Bien. Primero intentemos descartar a al­
tan terrible como el que hemos vivido. gunos de manera obvia.
—Sí. Claro. Bueno, en realidad se usa muy —¿Cómo?
poco. Ya sabe que se supone que los humanos Al condestable le encantaba poder actuar
no tienen que conocerlo, claro. Pero la triste de cicerone de sus hombres. Era uno de los
realidad es que resulta mucho menos útil de pocos placeres que le estaban permitidos, ca­
lo que todo el mundo pensó que sería inicial­ si en exclusiva, a los hombres de su edad.
mente. No le sorprenda si esta es la primera —Estamos buscando a una persona muy
vez que realmente sirve para algo. fría. ¿No es cierto? Alguien capaz de asesinar,
—Entonces, ¿por qué se mantiene? No tie­ esconder el cadáver y fugarse sin mostrar
ne ningún sentido, condestable. Debería utili­ ningún rastro de emoción que pudiera aler­
zarse habitualmente. No podemos poner tarnos. Alguien que ha cometido un asesinato
nuestra seguridad por debajo de los deseos así, lo último que va a hacer es comentarlo en
de los humanos. ¿Qué más da si no les gusta? voz alta o presumir de ello— el condestable se

21
FUTUROSCOPIAS

acercó al amplificador de programación mien­ —Vea. Eso es lo habitual, ¿comprende?


tras le pedía al aduanero que levantara el se­ Ninguno de las dos especies lo dice en voz al­
guro. ta, pero ellos tienen tan mala opinión de noso­
—Lo siento señor. Pero hemos de tenerlo tros como nosotros de ellos —el condestable
asegurado. Si no, no es raro que empiece a intuía que aquello no era exactamente cierto;
cumplir instrucciones pensadas sin querer. cuando estaba en la milicia le había sorpren­
Los turnos se hacen largos y uno... dido descubrir cómo los humanos tenían la
—...no es capaz de dominar sus pensa­ costumbre de hablar mal por mero gusto, co­
mientos todo el rato. Está bien. Es una sabia mo si sus palabras no significaran nada; hasta
precaución. Ábralo ahora por favor —el adua­ se insultaban y se decían horribles obscenida­
nero así lo hizo, y el amplificador se desplegó. des entre parientes y otros humanos que les
El condestable pensó que se parecía a algunas eran próximos afectivamente. La triste realidad
flores que había en las terrazas de las áreas era que los humanos se referían a ellos con
de descanso. los más terribles insultos sin prestarles más
—¿De veras? atención que un leve desprecio nacido del
—Sí. Vea ahora —el condestable se con­ miedo y el resentimiento. La actitud de los
centró para que el amplificador pudiera pensar derridanos hacia los humanos era bien dis­
sus instrucciones con claridad. —Computado­ tinta, claro.
ra, haz una búsqueda semántica en los regis­ —Bueno, yo no es que tenga una mala
tros de expresión vocálica de los humanos opinión de los humanos. No los odio, ni los
presentes en las cápsulas de eyección. Lo desprecio. Los compadezco por no tener ac­
que vas a buscar, en concreto, es cualquier ceso a la unimente, eso es todo. Y no me pa­
expresión despectiva o insultante referida a rece mal que viajen a Derridá para trabajar.
nosotros. Lo que pasa es que son todos muy violentos.
La orden era fácil, pero la computadora Reprimen sus emociones al no poder comu­
comenzó a hacerlo proyectando las voces hu­ nicarlas y eso les hace así. Violentos y peli­
manas a través de sus dispositivos de sonido, grosos. Pero no los odio. No tienen la culpa.
por si el que la había programado quería com­ —No, claro que no —el condestable había
probar sus avances. Tanto el condestable co­ sido nuevamente pillado en falta, divagando
mo el aduanero se sintieron sumamente en sus propios pensamientos, pero esta vez
molestos cuando el guirigay de conversacio­ no le importó—. Pero como usted y yo pensa­
nes, de voces roncas y voces dulces, de gritos mos, es muy habitual que echen pestes de no­
y susurros, de gemidos, de mezcolanza salva­ sotros. Por eso estamos buscando justo lo
je de canciones y de risas, invadió la habita­ contrario. Alguien tan frío como el asesino
ción. que andamos buscando no se va a poner a co­
—¡Hazlo en silencio, maldita! mentarlo en voz alta. Lo guardará para sí.
La computadora obedeció, y poco a po­ Tratará de adoptar una actitud lo más sumisa
co fueron apareciendo, en las pantallas, los posible para no llamar la atención, lo que in­
señalizadores de las cápsulas donde al­ cluirá una falsa ausencia de desprecio verbal
guien había criticado, insultado o maldito hacia nosotros.
a los derridanos. El condestable se volvió a mirar a las pan­
Casi todas. tallas para concentrarse en los tres únicos
El aduanero se sintió desalentado por lo lanzamientos seleccionados por el ordenador.
que pensaba había sido un fracaso. Pero in­ El primero era una familia de humanos:
mediatamente su desaliento se tornó en sor­ una mujer y sus dos niños pequeños, que
presa. dormían profundamente, recostados en el inte­
—Elimina todos esos de las cámaras. Vamos rior de un gran saco de dormir acolchado que
a observar solo los que no nos han insultado. habían traído con ellos, lleno de remiendos.
El condestable se volvió para mirar al jo­ El segundo era un hombre viejo, calvo,
ven aduanero. que manipulaba un objeto hecho de madera y

22
FUTUROSCOPIAS

metal, que sujetaba con las dos manos, y con hizo lo que pudo por sentirse comprensivo y
el que emitía una sucesión de sonidos no vocá­ consolarlo, pero esto no hizo más que moles­
licos dotada de un cierto orden matemático. tar al condestable.
Al condestable no le resultaba desagradable —No se preocupe muchacho. Al menos
la música, se había acostumbrado a ella, pero me queda poco para la jubilación. Creo que
al aduanero sí, por lo que la computadora si­ tiene usted razón. Además, los humanos con­
lenció el micrófono de aquella cápsula. sideran que eso que llaman música es una
El tercero era un hombre robusto, fuerte, forma de arte. Ellos también piensan que sus
de pelo largo y barba poblada, vestido con un artistas son especialmente sensibles, como
abrigo cruzado. Con una mano sujetaba una nosotros.
bolsa para el mareo. Mantenía la otra cerca —Y alguien sensible no puede ser mal­
de su boca, como si algo le resultara desagra­ vado.
dable. Tenía el pelo mojado, que se concentra­ —No. Descartemos este y centrémonos en
ba en mechones empapados que caían sobre los otros dos. Primero el grande.
su frente. —La cédula de identificación dice que es
—Bueno, acá tenemos a nuestro asesino ingeniero robótico doméstico. Trabaja para
—pensó el condestable—, sin duda es uno de un servicio de reparaciones. Reside en el
estos tres. complejo del servicio para el que trabaja y no
El aduanero no estaba tan seguro de esa sale de allí.
deducción, pero tuvo la educación de no insis­ —Por eso lleva tan poco equipaje. Esos
tir sobre ello y aceptar el criterio de su supe­ lugares son estupendos para los humanos.
rior. Él pensaba que el asesino era el hombre Tienen todo lo que necesitan en el mismo
grande, de la barba. edificio y no salen nunca salvo para trabajar.
—Fíjese en su constitución, señor. Él solo —El podría haberlo hecho.
podría matar a uno de nosotros con las ma­ El condestable meditó durante un instan­
nos desnudas. Quizá a varios. te. Ciertamente era un hombre muy fuerte.
El condestable aceptó lo inteligente de lo No habría tenido problemas.
que pensaba el muchacho. Realmente aquel —¿Y los otros?
era un humano enorme. Si quería esconder —La mujer es técnico quirúrgico. Y sus
su potencia física con el abrigo, se había equi­ dos hijos. Atiende los accidentes de trabajo
vocado, pues solo contribuía a hacerlo to­ de sus congéneres humanos.
davía más amenazador. Además, viajaba con El condestable pensó que, si viajaba con
muy poco equipaje, lo que era extremadamen­ sus hijos, es porque estos dependían de ella,
te inhabitual. tanto económica como socialmente. Los hu­
Ambos se concentraron de repente so­ manos no dejaban a sus descendientes con
bre el viejo. Y lo descartaron casi inmediata­ cualquiera. Otra desventaja de no poder pen­
mente. sarse los unos a los otros. Entre los derrida­
—Su cédula de identificación dice que es nos, cualquiera podía confiar en cualquiera,
jardinero. Pero fíjese en sus manos, señor. En pues podían pensarse si habían hecho algo
lo retorcidas que están, como si fueran raíces malo o no. Pero los humanos tenían que re­
de un árbol. currir a alguien a quien conocieran desde
—Sí. Ellos lo llaman artrosis. Es similar hacía tiempo para dejarles al cuidado de su
a nuestra sicarodia. progenie.
El condestable se frotó las articulaciones —Si el aduanero asesinado hubiera obser­
de los brazos sin darse cuenta. Su padre y su vado algo raro en su cédula y se la hubiera
abuelo habían sufrido de sicarodia en sus últi­ quitado, habría perdido los medios para
mos años. Sus brazos habían quedado como mantener a su familia. Eso es un buen motivo
palos, duros, y eran incapaces de doblarlos. para matar.
—Lo lamento mucho, condestable, no —Sí, señor. Pero es una hembra. Y son más
sabía que estaba usted enfermo —el aduanero débiles que los machos de la especie humana.

23
FUTUROSCOPIAS

El aduanero tenía razón. Pero él sabía que, no lo siento en absoluto. Y bien querría. Es
cuando se trataba de humanos, lo peor que verde. De un verde del cielo, robado al sueño
uno podía hacer era fiarse de las apariencias. de mi infancia, traído al suelo de mis pies, y
—Fíjese bien en ambos grupos. Él tiene su­ quiero pisarlo, como entonces, como cuando
jeta la bolsa para el vómito. Se ha mareado era una niña y andaba descalza y a mi alrede­
con el viaje y se siente enfermo. Hemos deduci­ dor todo eran niños, descalzos, felices, que in­
do que nuestro asesino es alguien frío, metódi­ cluso a veces reíamos al viento, al abrigo de
co, calculador. No alguien tan débil como para los mayores, que querían que pensáramos y
marearse en un viaje y ponerse a vomitar. No, no jugáramos a ser niños hablando con el aire,
fíjese en los otros. Están durmiendo tranquila­ corriendo descalzos por el viento azul del cés­
mente. Como si no hubieran hecho nada. ped inagotable de la felicidad.
—Demasiado inocentes. Pero no siento el océano en absoluto.
—Exacto. Computadora: cursa orden de Tampoco lo sentí entonces.
detención contra los ocupantes de esa cápsu­ —Voy a salir al jardín. No estaré lejos pa­
la y notifica nuestras deducciones a las mili­ ra que puedas pensarme si me necesitas.
cia de Derridá para que los detengan. No lo sentí entonces, porque el traje me
El condestable desconectó el amplificador lo impedía. Plomo y aluminio sobre la piel,
de programación y dejó que su ayudante lo sin carcasa ni escamas en el corazón, empa­
asegurara. Acto seguido apagó las pantallas padas en sangre las dos cosas. Pensé en pisar
de las cápsulas. Los dos estaban mutua y com­ el océano como cuando era una niña, y mis
pletamente convencidos de que sus deduccio­ hombres me ignoraron, porque ellos también
nes eran correctas y que habían dado con los estaban recluidos en sus recuerdos más lin­
asesinos. Al volver a conectar los amplificado­ dos, más felices, más de cualquier otro mo­
res del resto de los aduaneros del astropuer­ mento, a una distancia ignota del presente.
to, intercambiaron rápidamente impresiones. Aquel presente abrasado.
—A pesar de todo, mantengan la alerta y a Recuerdo el océano, verde, risueño, caí­
todos los humanos retenidos hasta que esa do del cielo, con las vidas agotadas flotando
mujer confiese en el interrogatorio. Si es nece­ en charcos rojos, podridos de hierro al aire.
sario, que el condestable del próximo turno Recuerdo la espuma sonrosada empapada
detenga los convoyes que vengan de la Tierra. de la sangre de los humanos. Su sangre es
Yo voy a desplazarme en el próximo transporte roja. Es tan extraña. Es tan hermosa. Y es
hasta Derridá para asistir a los interrogatorios. tan horrible.
El aduanero le aseguró que se encargaría Y daba gracias por no poder quitarme el
de todo, y el condestable notó claramente el casco, pues sabía que el olor sería insoporta­
orgullo y la ilusión que le hacía poder estar al ble, como lo es ahora el que exuda mi cuerpo,
mando temporalmente. verdoso, pero no como el océano, sino con el
Al abandonar el centro de mando, el con­ verdor que roba el tiempo a la juventud para
destable se sintió también ilusionado. Pero tornar la piel lozana en yerto pergamino. Y no­
no por haber tenido éxito en la captura, sino to algo en los pies. La sábana inmanente, la
porque el viaje en la cápsula de eyección le sábana que nunca se mueve de su lugar, pues
daría tiempo para poder estar solo. nadie salvo yo o quien me atienda podría ha­
Tiempo para poder pensar. cerlo y ni yo puedo moverme ni quiero que
me muevan.
Solo quiero dejar de pensar en nada y en
III. DERRIDÁ todo. Una vez un humano me contó que la vi­
da, para ellos, era hermosa cuando era larga.
Que cuando eran viejos y ya no podían co­
—Mamá, ¿estás bien? rrer, o amar, o flotar en el agua límpida y pu­
Siento el océano en los pies, pero a la vez ra de su infancia, se sentaban en el porche, y
bebían y recordaban los tiempos en que fue­

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FUTUROSCOPIAS

ron felices. Y una vida larga da para mucha fe­ logía del perdón. Pero quizá perdieron su
licidad. mitología junto con aquel lugar gigantesco y
Pero no es así en nosotros. Yo no quiero aquellos millones de personas a las que deja­
mi vida, ni larga ni corta. No la quiero ahora mos flotando, quemadas en su propia sangre,
y llevo sin quererla mucho tiempo. Cuarenta sobre un mar que seguía siendo verde bajo
años pensando en aquella playa, de arenas le­ un cielo del color de los neutrones.
vantadas por el viento, de silencio venido des­ Y yo lo pienso. Una y otra vez. Y esta vida
de el cielo, dejando un azul de él mismo en el de galones y prebendas, de obligaciones hacia
océano teñido en rojo por la sangre de inocen­ los que me siguen, se repite a sí misma bajo
tes. Sangre que empapaba mis pies, que si­ una sábana de culpa.
guen húmedos bajo esta sábana inmóvil, bajo ¿Dónde está mi hija? ¿dónde está? Se ha
este sudario repleto de espuma nacarada y ido para no pensarme más. Llevadme a cele­
ponzoñosa, que me baña los pies cubiertos de brar la unimente. No soporto pensarme más
tela y acero protector. la vida, recordar lo que hice, de lo que tuve la
¿Es esto la vida? ¿Tumbarse y recordar lo culpa. Llevadme a la unimente y que mis
que uno ha sido? ¿Sin nadie que lo piense con­ congéneres carguen con el peso de esta sába­
tigo? Me pregunto si los hombres que bajaron na de culpa empapada en sangre derramada
conmigo a aquella playa piensan su vida co­ por orgullo.
mo la pienso yo ahora, ansiando que alguien Llevadme a la unimente. ¡La unimente!
me fuerce a dejar de escucharme a mí misma.
Recuerdo aquella estatua, en la cima de la
montaña junto al mar. De lejos, parecía un gi­ Dejo el equipaje en la casa de acogida pa­
gante y por un instante pensé si no habría ra humanos. Eso quiere decir que dejo la ma­
algún tipo de hombre del que no tuviéramos gra mochila con las cosas que se supone que
noticia, algún titán invulnerable que hubiera debo llevar al viajar pero que no tengo ningu­
sobrevivido a la radiación que habíamos lan­ na intención de usar. Se las regalo. Les dejo
zado sobre aquel planeta solo por demos­ toda mi vida, que cabe en una maleta. Les de­
trar quién mandaba, solo porque se jo todas mis posesiones porque mi vida la lle­
atrevieron a abrir el espacio sin permiso, so­ vo a cuestas en mis pesadillas. Que hagan un
lo porque no queríamos su silencio, su pen­ buen uso de ella.
sar mudo, su voz arañando el aire e Tengo tiempo para ducharme, comer al­
hiriendo nuestros oídos, acostumbrados al si­ go, cambiarme de ropa e ir al trabajo. Se su­
lencio. Nos daba miedo su violencia, su pa­ pone que uno de los encargados de los turnos
sión, su emoción incontenible, incontrolable, en esta casa de acogida pertenece a nuestro
ingobernable; tan personal e independiente grupo. O está de acuerdo con nuestro grupo.
como toda su sociedad. Nos daban miedo y O alguien de Grenoble se folla a su madre,
les prohibimos rasgar el espacio como hacían qué más da. Siguiendo la vieja regla de cual­
con el aire. Y cuando obedecieron a su pa­ quier organización subversiva que se precie,
sión, les castigamos. Solo por demostrar no puedo ni debo hacer el más mínimo inten­
quién mandaba. Y salió mal. Salió tan mal. to de contactar con él, de decirle nada, y eso
Eso pensamos todos. Ellos nunca. Y tuvimos que tengo ganas de decirle a alguien que dejo
que ver el horror que habíamos desencadena­ la cerradura de mi cubículo sin echar, que
do bajo las faldas de aquella estatua gigantes­ pueden entrar, abrir mi mochila y servirse de
ca, con los brazos extendidos, con la faz lo que llevo en ella; que pueden quedarse mi
barbada y el pelo largo. Un gigante de piedra, vida entera, y de nada, hombre, no te moles­
un coloso de cultura inmortal, que nos decía tes en devolverme las pesadillas.
venid a mí, yo os perdono por lo que habéis No quiero cambiarme, ni asearme, ni co­
hecho. mer, ni nada. No quiero hablar con nadie, ni
De eso me enteré más tarde. De que aque­ cruzarme con nadie. Querría dormir un rato.
lla estatua representaba su mitología. La mito­ Levantarme, largarme tal cual, llegar a la ca­

25
FUTUROSCOPIAS

sa y encargarme de la misión. Y punto. garles y no lo haces para que no te caigan


Pero eso no es serio. No, si uno se precia más palos a ti y a los que viven contigo. Pero
de pertenecer a una organización subversiva desde que llegué a Grenoble la rabia y el odio
como Dios manda tiene que disimular hasta el crecieron. O más bien, el odio sustituyó a la
último momento, hasta que todo acabe. Y solo rabia. Sí. Eso es. Antes sentía rabia, personal
serán unas horas más. Además, dudo que pu­ e intransferible, tan rápida en arder como en
diera dormir aunque lo intentara. apagarse y ser sustituida por cualquier otra
¿Dónde está el tabaco? cosa, tan concentrada en un momento con­
No. No es prudente. Tengo que asearme y creto como adherida a todos los recuerdos de
cambiarme de aspecto. A estas horas ya mi vida. Pero lejos es distinto. Allí ves y lees
habrán encontrado al fiambre del lavabo. Si lo que les han hecho a otros. Y es mucho
no me han detenido ni me han molido a gol­ peor. En mi tierra nunca bombardearon, por
pes en la bodega del transporte es que no sos­ ejemplo. Eso no solo causa rabia. Eso lleva al
pechan de mí. No me extraña, con el aspecto odio. Porque ves que a alguien le han hecho
de pordiosero que tengo, nadie sospecharía de algo muchísimo peor de lo que a ti jamás te
mí. Hasta para los estándares humanos doy as­ van a hacer, pase lo que pase, y ni él se lo me­
co. Y de eso se trataba, ¿no? De aparentar ser rece ni tú te mereces no recibir lo que él ha
lo más lamentable posible y cambiar de aspec­ pasado, y en el fondo no quieres cambiarte
to nada más llegar. Ese es el plan. Un plan un por él por nada del mundo porque es fácil re­
tanto simplón, pero del que ninguna organiza­ cibir los golpes cuando te han dado unos
ción subversiva que se precie ha podido dispo­ cuantos, pero no quieres que sea tu casa la
ner con tanta sencillez como yo ahora mismo, que reciba las bombas. Sí, claro, lo que dices
más que nada porque como no tengo inten­ es distinto, eso es una de las cosas que les jo­
ción ni esperanza de volver... de tanto, ¿no? que digamos cosas distintas de
¿O sí las tengo? las que pensamos y sentimos. Pero así somos
En realidad no sé lo que va a pasar. Voy pre­ los humanos. Compadecemos a los nuestros,
dispuesto a que me suceda lo peor. A que me nos solidarizamos con los nuestros porque
maten o me encarcelen de por vida. A que me re­ podríamos haber sido nosotros en vez de
vienten la cara a palos o me apliquen la picana ellos.
en las pelotas. Eso es lo que hace siempre la mi­ Pero en el fondo nos alivia que hayan sido
licia, así que ya me lo conozco. Desde que soy ca­ ellos en vez de nosotros.
paz de pensarlos, como a ellos les gusta Y a lo mejor es eso. Odiar al enemigo por­
llamarlo, me ha dejado de importar, la verdad. que le ha hecho daño a tu compatriota es de­
Antes sentía rabia cuando me insultaban o me bido a que te odias a ti mismo porque te
pegaban por la calle solo para demostrar quién alegras de que se lo haya hecho a tu compa­
mandaba, pero ahora me da igual, ahora ya los triota. Odiar es más fácil. Cuando te toca a
veo venir, desde hace mucho tiempo preveo los ti… bueno, tú puedes perdonar. Tú puedes
insultos y los golpes y estoy preparado para re­ perder tu vida. En el fondo, a todos los que
cibirlos, así que todo es más fácil y mi ira se estamos metidos en esto nos importa un ble­
aplaca. do perder nuestra vida. O eso decimos. Pero
No del todo, claro, si no, no estaría aquí. nos horroriza que se la quiten a los demás y
Pero sí un poco. Lo suficiente. ardemos en deseos de venganza cuando eso
¿Dónde coño he puesto el tabaco? Ah. pasa. ¿Es también porque nos alegramos de
Aquí. no haber perdido la nuestra o porque en el
De hecho, es justo al revés, desde que fondo queremos perderla?
dejé mi tierra, desde que dejaron de pegarme Joder. Me estoy rayando. Tengo sueño y
y ya no vi pegar a nadie más, desde que me no puede ser. No tiene sentido que me tumbe
fui a Francia al entrenamiento, siento mucha aquí a darle a la cabeza sin más. Tengo que
más rabia. En casa la rabia era inmediata, ins­ centrarme. Controlar mi mente para que no
tantánea, natural, pura: te pegan y quieres pe­ divague. Pero estoy cansado y no puedo tener

26
FUTUROSCOPIAS

control sobre mi mente si estoy cansado. hace muchos años. Cuando me di cuenta de
Otro pitillito. No, ahora no. Primero pin­ que no podía hacer nada para joder a estos
charme. La mochila. Ahí está lo único que me hijos de puta. Luego, cuando me descubrie­
interesa. No es ilegal, ¿verdad? Esto no lo mi­ ron, me hizo una ilusión tremenda. Le dio
ran, ¿verdad? Ampolla, jeringa, máquina de sentido a mi vida descubrir que podía perder
cortar el pelo, espuma, maquinilla y whisky. la vida para dar sentido a mi vida. Qué cara­
Todo lo necesario para el resto de mi vida. jal. Perder la vida para que mi vida tuviera
¿Y qué me pasará cuando me pillen? ¿Me sentido. Alegrarme porque iba a poder perder
matarán o me pasaré la vida en la cárcel? la vida, porque así iba a cobrar sentido.
¿Me importa? ¿Qué es lo que prefiero? Morir Me hubiera gustado morirme entonces.
es mejor que vivir jodido, pero si muero nun­ Por eso me da igual morirme ahora. No es
ca sabré si hemos triunfado. que desee sacrificar mi vida. Es que en el fon­
Aquí. Pinchacito y ya. Venga, bien de do, lo que no quiero es vivir. Si no me matan
whisky por el brazo. Total, la botella la voy a y me dejan pudrirme en una celda para siem­
dejar aquí medio vacía. pre, me da exactamente igual. Me moriré allí.
Perfecto. La vitamina B12 hará efecto en O allí languideceré sin hacer nada, como du­
breve. Un poquito de whisky y otro cigarro rante el resto de mi existencia hasta ahora,
mientras la máquina de cortar el pelo va ha­ pero ya podré languidecer a gusto, o morirme
ciendo de las suyas. Qué barbaridad. Qué pin­ a gusto, porque habré hecho algo útil con mi
tas tengo. Y el caso es que parecía mayor así. vida.
Más maduro. Cagarme en estos hijos de puta. Así. Co­
Prefiero morir. Primero saber si hemos te­ mo ahora mismo. Sí señor. Joder, llevaba dos
nido éxito o no. Y luego morir. Era lo que días sin soltar nada. Ya era hora de aliviarme
decía aquel tipo que tenía las mismas barbas el peso.
que llevo yo ahora. En una revolución, se Voy a terminar de cortarme el pelo y a
triunfa o se muere, si es verdadera. Hablando afeitarme en la ducha mientras bebo whisky y
de barbas, mira que me jode, con lo que me el estimulante hace efecto. O a beber agua ca­
ha costado que me crezca. Y me queda bien. liente mientras me ducho con whisky.
Parezco mayor. Hace siglos que no me afei­ Total, lo que no gaste de mi vida se va a
to. Mañana voy a tener la cara llena de gra­ quedar aquí, para que quien quiera lo utilice.
nos. Y en cuanto me salga la barba se me va a
irritar. Y más con los golpes que me van a dar
cuando me cojan. —Buenos días, señora.
Pero ese es el plan, ¿no? Lo más elemen­ Uno, dos, tres.
tal de cualquier grupo subversivo que se pre­ —Gracias, señora, con su permiso. ¿Dón­
cie es cambiar de ropa y de aspecto. Y esto es de está el aparato?
lo más fácil. Ay, Dios, qué asco. Bah, es igual, —S­Í­G­A­M­E­E­S­T­Á­E­N­L­A­H­A­B­
que lo limpie alguien. Total, yo no voy a nece­ I­T­A­C­I­Ó­N.
sitarlo más ni voy a volver por aquí. Así que Cuatro, cinco, seis, siempre hablan igual
puedo dejarlo todo de cualquier manera. de mal, siete, ocho, nueve, podían aprender
No. Eso es un error. Recoge toda esta ca­ mejor nuestro idioma, diez, once, doce, per­
bellera que ahora se te ha caído al suelo y tíra­ fecto, trece, catorce, quince, esto es perfecto,
la al baño. Por mechones. Que si no se atasca. dieciséis, diecisiete, dieciocho, esta casa está
No puedo dejar rastro. Mira que me jode te­ lejísimos de cualquier lugar, diecinueve,
ner que ponerme a limpiar. Pero tengo que veinte, veintiuno, y esta tipa no ve el momen­
limpiar. No puedo fiarme de que de mi habita­ to de largarse, veintidós, veintitrés, veinti­
ción se ocupe el tipo que está con nuestro gru­ cuatro, perfecto, veinticinco, veintiséis,
po. Todo ha de quedar impecable. veintisiete, ¿donde coño está? veintiocho,
Y la verdad no es que me quiera morir. La veintinueve, treinta, ah, aquí está.
verdad es que me hubiera gustado morirme —Ah, aquí está.

27
FUTUROSCOPIAS

—S­Í­É­S­T­A­E­S. con una vieja que está en alguna parte, tan


—¿Y su señora madre? muerta de alzhéimer como podría estar cual­
—D­É­J­E­L­A­D­E­S­C­A­N­S­A­R­S­E­ quier otra persona en su misma situación.
N­C­I­L­L­A­M­E­N­T­E­P­R­O­C­U­R­E­N­ Bueno, la cosa no podría ir mejor, la ver­
O­H­A­C­E­R­R­U­I­D­O. dad. La tipa se ha largado del todo de la casa.
Treinta y uno, treinta y dos, treinta y No solo no la pienso, sino que tampoco la veo
tres, cojonudo, treinta y cuatro, treinta y cin­ por la ventana. ¿Para qué se molesta en men­
co, treinta y seis, lárgate ya, treinta y siete, tirme si sabe que puedo comprobar lo que me
treinta y ocho, treinta y nueve, que te largues ha dicho y averiguar que estoy solo? Es solo
joder. para guardar las apariencias ante mí. Supon­
—E­S­T­A­R­É­E­N­E­L­J­A­R­D­Í­N. go que le habrán dicho que los humanos somos
Cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos, despreciablemente hipócritas, que siempre
cuarenta y tres. nos comportamos de una manera en público
Estarás en el bar poniéndote ciega, pija cuando en realidad pensamos otra cosa com­
de mierda, zorra hija de puta. Ya era hora de pletamente distinta. Pero, ¿y eso qué tiene
que te piraras. que ver con que se largue y deje a su vieja
Bueno. Lo primero la silla. Tengo que aquí? ¿Es que espera que me ocupe de ella o
arreglarla. Que parezca que soy quien digo algo así? ¿Que le eche un vistazo? ¿Que me la
ser. A ver qué coño le pasa. No anda del lado cargue y acabe con su sufrimiento y con la
derecho y la bomba de fluido pulmonar va a carga de ella?
golpes. Vale. Eso es el motor. Es fácil. Solo No. Creo que es mucho más fácil.
tengo que cambiarle el motor y ya volverá a Creo que la tipa está hasta las narices de
inyectarle heroína a la vieja bruja cuando me ocuparse de su vieja. Pero no quiere que ella
salga de los cojones. Pero voy a hacer las co­ se lo lea en la mente.
sas bien. Voy a hacer las cosas como las haría Ja, ja, ja. En algunas cosas no son tan dis­
la empresa para la que no trabajo. Cambio la tintos a nosotros.
válvula, el cable, el dispensador y el motor y Bueno, lo de los rodamientos no va a ser
les cobro más. Ja, ja, ja. Que se jodan. tanto trabajo como pensaba. Me pregunto có­
Lo de las ruedas va a ser más curro, voy mo será la vieja. Nunca he visto a uno de es­
a tener que desarmar los rodamientos. tos tipos enfermo. Lo he visto palmar, claro,
¿Dónde estás? ¿Estás ahí? pero no languidecer en una cama consumién­
¡Eh! ¡Qué coño haces! ¡Cuidado con lo dose hasta la nada. De hecho, nunca he visto
que piensas! a nadie agonizar durante meses. El abuelo
No. No está aquí. Ni está en el jardín. No palmó de repente. O no tan de repente. En
la pienso dentro de la casa. De hecho, la he cierta forma, nos avisó de que iba a morirse.
pensado antes, un poco, mientras se ponía el Nos decía, los últimos años, que estaba harto
abrigo y salía a la calle. Debería haber oído la de palear nieve y que un día de estos lo iba a
puerta de la calle si estas putas casas tuvieran dejar de hacer para siempre. ¿Y cómo se can­
puerta. Las personas decentes tienen puertas sa uno de palear nieve cuando es lo que ha
en sus casas, ¿sabe señora? Las tienen para hecho toda su puñetera vida? Uno nunca se
que nadie pueda mirarlos mientras follan, o cansa de palear nieve. Es como cansarse de
beben, o discuten, o se gritan, o se lo pasan respirar.
bomba y son felices, no como vosotros, panda Pero había sido eso, ¿verdad? Él se había
de degenerados metomentodos, que tuvisteis cansado de respirar. Seguramente se cansó
que venir a la Tierra para que os enseñára­ mucho antes de decírnoslo en voz alta. No
mos qué es una cerradura. nos dio la tabarra como hacen algunas veces
Estoy solo. los viejos con frases del tipo “Deja hijo, si yo
Solo con mis pensamientos, con este ca­ ya he vivido” o “Si total, para lo que me que­
charro que tengo que arreglar para que parez­ da”. Él un buen día debió darse cuenta de que
ca que solo soy un técnico de reparaciones y ya estaba harto de seguir en este mundo. Se

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FUTUROSCOPIAS

lo pensó bien. Nos lo dijo de forma indirecta. respira, treinta y cuatro, treinta y cinco,
Se fue a palear la nieve y se acabó. treinta y seis. Oh mierda.
O a lo mejor, sencillamente, se cansó de Lo veo en su mente. Solo piensa en ello.
palear la nieve. Esta vieja fue la que arrasó Brasil.
Pero es lo mismo, ¿no? Cuando uno se
cansa de algo que tiene que hacer obligatoria­
mente para poder vivir, de algo que es tan in­ —Ven. Tú que me odias. Oigo en tu mente
separable de vivir como respirar, es el fin, todo tu odio por lo que hice. Ven y báñate
¿no? ¿Hasta cuándo puedes seguir respiran­ conmigo en esta sábana de memorias. Siente
do si el hedor te resulta insoportable desde conmigo la pesadez del pasado que cae como
hace mucho? una manta de piedra desde los recuerdos más
Esto casi está. olvidados, los que con más esfuerzo traté de
Realmente siento curiosidad por ver có­ esconder enterrándolos bajo el jardín del
mo es la vieja enferma. ¿Y si echo un vistazo? tiempo, plantando sobre ellos flores de vidas
No debería. Es un riesgo innecesario. Supone nuevas y caminos de lascas blancas sobre el
apartarse de lo que tengo que hacer y no es césped que condujeran al olvido. Y ahora me
prudente. Si pudiera pensarme el plan, aun­ emboscan. Cuando ya no tengo fuerzas para
que solo fuera por un instante, y ahora mis­ defenderme de ellos y volverlos a enterrar,
mo, por mucho que trate de distrarme surgen desde lo más profundo, removiendo la
concentrándome por completo en estos jodi­ tierra putrefacta en la que han perdurado to­
dos rodamientos, no puedo evitar tenerlo ahí, das estas décadas, trocando el jardín de mi
en el fondo de mi mente, como algo que tengo vida en un paisaje destrozado, de tierras os­
que hacer, que se acerca lenta e inexorablemen­ curas y legamosas desparramadas sobre las
te, como una tormenta, a la que ignoras por­ lascas blancas, sobre las flores rojas. Tierras
que no quieres pensar que se va a joder el día oscuras de sangre. De vuestra sangre, que es
tan bonito que ha hecho hasta ahora, pero que roja como una flor de primavera.
poco a poco va oscureciendo el cielo sin que te —Puta de mierda. Vieja asquerosa. ¡No
des cuenta, y a veces piensas qué tarde es ya, quiero escuchar tu mente! ¡Tú mataste a mi­
mira, si casi ha oscurecido, pero entonces mi­ llones de seres humanos!
ras al cielo y te das cuenta de que el sol sigue —Sí. Lo sé. Lo recuerdo todo el tiempo.
ahí, donde debiera, pero cubierto por una Sí, por favor, pon tus manos en mi cuello.
manta de nubes tan gris como las canas del Cierra con odio las garras de tu venganza.
abuelo, como cuando se cansó de palear nieve Me lo merezco y lo deseo. El fin de mis re­
mirando un cielo lleno de extraterrestres que cuerdos.
podían acercarse en cualquier momento so­ —Así que eso quieres, ¿eh, vieja puta?
bre él, como una tormenta de nieve que ame­ Quieres que te asesine y te libre de la culpa
nazara con cubrir de nuevo todo lo que ya que te atenaza ahora que eres vieja y ya no
había paleado. tienes al resto de tus putos compatriotas para
Uno, dos, tres, voy al dormitorio, cuatro, pensarte lo guay que eres por meter en cintu­
cinco, seis, no puedo remediarlo, siete, ocho, ra a esos apestosos humanos a base de bom­
nueve, pero no debo pensarla, diez, once, do­ bas de hidrógeno. ¿Verdad?
ce, no debo buscar pensándola, trece, catorce, —Sí. Por favor. Hazme olvidar del todo.
quince, eso sí que sería una cagada, dieciséis, Tráeme el olvido a esta cama de recuerdos,
diecisiete, dieciocho, ¿para qué me ha dado estas sábanas que pesan como barro empon­
Dios orejas?, diecinueve, veinte, veintiuno, es zoñado.
mejor que siga su respiración, veintidós, vein­ —No. No voy a hacerlo. Eso sería cojonu­
titrés, veinticuatro, sus jadeos, veinticinco, do para ti. Pero no para mí. Mierda, mierda,
veintiséis, veintisiete, ahí está, veintiocho, mierda. Esto no estaba en al plan. Joder, esto
veintinueve, treinta, inmóvil en la cama, trein­ no estaba en el puto plan. ¿Quién iba a pen­
ta y uno, treinta y dos, treinta y tres, apenas sarlo joder? ¿quién iba a poder imaginárselo?

29
FUTUROSCOPIAS

Ahora esta vieja alcahueta sabe el plan. Tiene tú hiciste! ¿Entiendes, puta vieja asquerosa?
que haberlo visto en mi mente como un espe­ —Sí. Lo entiendo. Y es así. Y así fue. Sola
jo. Sí. Como un espejo en el que has visto re­ con mi culpa durante meses. Casi durante un
flejado lo que le hiciste a mi pueblo. Y eso año. Y luego, cuando todo se supo, nadie
que nosotros no queremos ni la mitad de la quería pensarme, nadie quería tratarme, na­
venganza que os merecéis. ¿Y ahora qué ha­ die quería estar conmigo. Mira a mi hija, que
go? ¡Mierda! Tengo que pensar algo. Tengo me huye en cuanto puede porque no soporta
que pensar algo. Da igual que lo haga en voz estar conmigo, pensando siempre en aquellos
alta, al fin y al cabo esta puta vieja ya me tie­ recuerdos que ahora son los únicos que me
ne pensado y bien pensado. Sin ti no puedo asaltan a todas horas. Sí. Ponme las manos
ni acercarme a la puta ceremonia de unimen­ en el cuello y quítame esta vida, pues nada
te. Eras mi puta coartada para poder colarme puedo hacer para cambiar lo que sucedió en
en vuestra jodida ceremonia, donde os el pasado y no quiero seguir siendo cazada
pensáis todos juntitos, y unirme a ella. Nun­ por él durante más tiempo.
ca habéis pensado con alguien como yo. Con —No. Ya lo creo que puedes hacer algo.
un humano. No sé si te limpiará la puta conciencia ni me
—Entonces, mátame si no te sirvo. Si no importa. Esto es lo que vas a hacer.
puedes cumplir tu plan, que es tan horrible
como lo que yo hice en ese lugar que llamas
Brasil y que para mí no es más que una playa El condestable plegó de un golpe la porte­
cubierta de espuma sanguinolenta, con el cie­ zuela del vehículo. Estaba irritadísimo y no
lo que quemamos sobre ella. Si no eres capaz tenía las menores ganas de ocultar su enfado
de creerme cuando te digo que no pensába­ a nadie. Le daba igual que los vecinos de
mos que sucediera aquello, que fue un error aquella urbanización oyeran antes los golpes
de cálculo, que obramos asustados y furiosos, que propinaba a los objetos que la furia que
decididos a dar un escarmiento pero sin pen­ le rondaba desde un principio.
sar en el dolor de los escarmentados; si no Estaba cansado, por el viaje y por las dis­
me crees cuando te digo que tratamos incluso cusiones inútiles con la milicia. Él sabía, por
de ocultarlo, nosotros que no podemos ocul­ experiencia, que las milicias se rigen por pro­
tar nada los unos a los otros, ni el más míni­ tocolos rigurosísimos diseñados para evitar
mo pensamiento, entonces mátame. que alguien piense por su cuenta. Casi le da­
Así pasé sola años y años. Sola con mis ban ganas de reírse como hacían los huma­
compañeros. Sola con los que sabíamos lo nos, a carcajadas ante las ironías estúpidas
que habíamos hecho. Consolándonos los de la vida. Una raza de gentes que siempre
unos a los otros, pero sin consuelo alguno. pueden saber dónde está la verdad obliga a
Sin ver a nuestras familias por miedo a horro­ sus cuerpos de defensa más poderosos a no
rizarlas y a extrañarlas de nosotros para pensar en absoluto, a actuar siguiendo un có­
siempre. digo tan estricto como el de los humanos, a
—Pues no, no me lo creo. Yo sé muy bien no dejarse desviar de sus protocolos por el
que sabéis lo que ocurrió. Y sí, sé que tratas­ pensamiento de alguien que no pertenezca a
teis de ocultarlo, cabrones, pero no funcionó. las milicias. Era tan absurdo. ¿Por qué seguía
Me sorprende que las noticias corrieran antes pensando en su juventud en la Tierra como
por mi mundo que por el vuestro. Y no me un período de tiempo feliz si en las milicias
das ninguna pena, ¿sabes? Si te sientes culpa­ todos eran tan cuadriculados entonces como
ble, te lo mereces. Y espero que te duela en el ahora?
alma y que ardas en el puto infierno durante —Quizá precisamente por eso —se res­
toda la eternidad. Ojalá vivieras mil años y te pondió. Porque en aquel momento daba igual
sintieras culpable todo el tiempo, porque eso lo que pensara. Nadie le escuchaba. Así que
es que lo que te mereces. ¡Porque no hay cas­ podía permitirse el gusto de dejar que su
tigo suficiente para la gente que hizo lo que mente vagara libremente, sin rumbo, por

30
FUTUROSCOPIAS

cualquier senda. No como ahora, que tenía le había revuelto el alma y se había encarado
que controlar constantemente sus pensamien­ con el comandante sin pensárselo. Aunque el
tos para no animar a sus hombres a hacer co­ viaje le había agotado y si hubiera estado
sas incorrectas. Entonces solo era menos cansado quizá habría sido de otra ma­
responsable de sí mismo y de nada más, pues nera.
pensara lo que pensara las cosas se harían Y el comandante se había enfadado, claro
igual. Cuando el mundo interior es lo único está. Y lo había despedido con cajas destem­
relevante, da igual que el mundo exterior sea pladas de su oficina. Y había hecho valer su
una dictadura asfixiante. Uno sigue siendo li­ rango sobre el del condestable. Ahora la mili­
bre. Cuando no se puede pensar de forma es­ cia se dedicaba a detener todas las cápsulas e
pontánea, cuando existe una línea de interrogar a todo el mundo indiscriminada­
pensamiento marcada para todos por igual, mente. Y dejaba a los aduaneros mirando.
cuando desviarse de esa línea de pensamien­ Pues al infierno con todo. El condestable
to, en público o en privado, es considerado pe­ sabía que se había equivocado con su elec­
ligroso, entonces es cuando las democracias ción, pero estaba seguro de que su razona­
se vuelven tan aplastantes como cualquier miento era el correcto y estaba firmemente
otro régimen. decidido a llevar adelante la investigación,
Si alguien le cazaba pensando así de la so­ aunque le costara el rango.
ciedad en la que vivía, corría el riesgo de que Cuando llegó a la puerta del enorme cha­
lo destituyeran, pero le daba exactamente let al que se encaminaba se dio cuenta de que
igual. Si no le habían arrestado después de llevaba un rato pensando en silencio, muy
pensar delante del comandante de la milicia enfadado, frente a la puerta abierta, sin avi­
con total libertad todo lo que opinaba de él, sar de su presencia. Otra vez más le había pa­
no creía que le fuera a pasar nada en ese mo­ sado. Necesitaba descansar o se acabaría
mento. volviendo loco. Pero ahora no podía aflojar.
Pero es que aquel cretino había pegado Tenía que terminar aquel asunto y hacerlo
hasta a los niños. con éxito.
Y en el fondo, sabía que la culpa era suya. Abrió la puerta y entró en la casa. Pensó a
Él había señalado a aquella familia como los po­ su alrededor en busca de alguien, pero no
sibles sospechosos y él sabía muy bien los méto­ percibió nada coherente. Solo creyó pensar
dos que gastaba la milicia. No eran ningún una ristra de números y unas imágenes horri­
secreto para nadie, aunque a los milicianos se bles que le causaron un profundo desagrado.
les animara solo a ir a la ceremonia de uni­ Estas eran tan intensas que le guiaron los pa­
mente con otros milicianos, no fuera a suce­ sos hasta un salón parcamente amueblado,
der que causaran estragos entre los presidido por una silla de ruedas donde se
sentimientos de los civiles. Aquello era otro sentaba una mujer muy anciana, avejentada
ejemplo de la degradación en la que vivía su más allá de lo que el condestable había visto
sociedad. Cuando él era un niño no existían a nadie envejecer.
esas diferencias de castas. Todo el mundo Era la almirante Marédiva. El condesta­
pensaba a todo el mundo. Siempre había habi­ ble supo esto enseguida, pero la verdad es
do gentes que procuraban juntarse solo con que si no hubiera sido porque al pensarla
los que no pudieran reprocharles sus pensa­ supo quién era, no la habría podido recono­
mientos, pero estaba mal visto. Ahora, sin em­ cer. Y eso que él la había visto dos veces,
bargo, las gentes no se comprendían los unos hacía muchos años, en la milicia, y ya estaba
a los otros porque nadie quería ponerse en el mucho más avejentada que lo que su edad
lugar de nadie. dictaba.
Pero, ¿por qué habían pegado a los niños? —Sí. Recuerdo cómo murmuraban de mí
Si no habían confesado desde el primer los milicianos. Es una costumbre con la que
momento es porque no tenían culpa de nada. se es tolerante, ¿sabe condestable? Todos los
La brutalidad que él mismo practicó en su día milicianos se pasan el día haciendo chanzas

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FUTUROSCOPIAS

irrespetuosas sobre sus comandantes. Luego venido acá porque este es el primer domicilio
tratan de ocultarlas desesperadamente en la de su ruta de reparaciones para el día de hoy.
formación y los comandantes olvidamos que —¿Por qué no ha usado la computadora
les hemos pensado. para valorar posibles cambios en su rostro?
—Le ruego me disculpe, almirante. No pre­ Ah, sí. El comandante se enfadó con usted y
tendía ofenderla. lo echó.
—A mi edad nada ofende, condestable. Us­ El condestable pensaba en aquella esta­
ted, que aún es joven, debería aprender que tua erguida sobre la cima de la colina. De un
solo ofende e irrita aquello que permitimos hombre barbudo y con el pelo largo, con los
que entre en nuestra mente sin querer. brazos en cruz dando la bienvenida, inmune
El condestable se dio cuenta del gotero en su pétrea sustancia al baño de radiación
que bombeaba medicamentos en su brazo, pe­ cósmica que había asesinado a los hombres a
ro ni siquiera los psicotrópicos conseguían de­ los que daba la bienvenida con su abrazo. Era
tener el flujo de memorias que se lanzaban una figura mitológica muy importante para
sobre él, las olas empapadas en espuma san­ los humanos, pero no recordaba el nombre.
guinolenta, los cuerpos de miles de humanos —Cristo de Corcovado.
flotando en el mar, muertos por la radiación —Gracias. No. Como usted piensa, el co­
cuando trataban de huir rumbo al océano. mandante se ha enojado conmigo. Aunque yo
—Por aquí no ha venido el asesino que us­ me ratifico en mi opinión de que su compor­
ted busca. tamiento ha sido excesivo. Me ha impedido
—No se deje llevar por las imágenes de él continuar la investigación, pero yo sé que
que vea en mi mente, almirante. Ahora no sé tengo razón. No sé por qué ese humano ase­
qué aspecto tiene. sinó al aduanero, pero sin duda lo hizo por
—Ah. Sí. Es verdad. Recuerdo esa costum­ alguna razón. Ansiaba llegar a Derridá, aun­
bre de los humanos. que desconozco el motivo. Podría ser algo tan
El condestable dejó que el flujo de sus pro­ simple como un empeño reproductivo, o algo
pios recuerdos contrarrestara las imágenes tan vicioso como un atentado terrorista, no
de aquellas selvas arrasadas y calcinadas, de lo sé.
aquel río gigantesco enlodado y atascado por —En realidad viene por la unimente.
los millones de toneladas de materia orgánica —¿Cómo dice?
putrefacta que se deshacía en sus aguas em­ —Sí. Viene por la unimente. Usted se
pantanándolas para siempre. Se concentró en siente abrumado por las imágenes del horror
lo que había encontrado en la casa de acogi­ que desencadené sobre la Tierra hace tantos
da: la mochila, la botella de licor, los restos años. A mi familia le sucede lo mismo. Tanto
de cabellos en el baño. Recordó la impresión que ya no me soportan. Se habrá dado cuen­
que le había causado el darse cuenta de la ver­ ta de que ni mi hija, ni mi yerno, ni mis nie­
dad. El hombre que buscaban, sin duda, era tos están aquí, conmigo. Me dejan sola cada
el rubio gigantesco y barbudo que vomitaba vez más tiempo y no es la primera vez que un
en la cápsula de eyección. Y ahora se había se­ humano tiene que acompañarme a la cere­
gado todo el cabello del rostro. Lo llamaban monia de unimente. Aunque intuyo que será
afeitarse. Nunca entendió qué sentido tenía la última.
aquella costumbre humana en su cultura. Pe­ —Pero, ¿por qué piensa usted eso? No
ro para ellos era una forma perfecta de ocul­ tiene sentido. No lo entiendo. Los humanos
tarse. No podía siquiera imaginarse cómo no pueden pensarse entre ellos, y menos con
sería ahora aquel humano sin cabello en el nosotros. Además, si piensa usted así, ¿por
rostro. Quizá hasta se hubiera segado el cabe­ qué no avisó a nadie? ¿Acaso piensa usted...
llo del cráneo. —...dejar que haga lo que debe? Sí. Pienso
—¿No sabe entonces a quién busca, con­ ayudarle a unirse a la unimente. Me ha pro­
destable? metido que me matará.
—No, almirante. Ni qué aspecto tiene. He El condestable se sintió repentinamente

32
FUTUROSCOPIAS

abrumado. La almirante no se valía de los psi­ por el brazo. Sanarán. No ha sido la mitad de
cotrópicos para controlar sus pensamientos y, lo que esperaba.
al contrario, dejaba que corrieran libres hacia —Lamento que las milicias lo hayan mal­
él. Pensaba en un jardín de flores, con el horror tratado.
de la culpa enterrado en tierra embarrada bajo —Te he dicho que no te preocupes. Lo ha­
las lindas flores de la primavera. Pensaba en un cen constantemente. Tú lo sabes bien, con­
camino de lascas blancas, relucientes, rumbo a destable, ¿verdad?
cualquier parte de una vida ya sin finalidad en —Sí. Lo sé bien.
la que lo único que se ansiaba era escapar al pa­ —Bueno, ¿y qué?
sado. Pensaba en una playa llena de muertos. —¿Qué?
En algo que nunca se pensó que acabaría de —Sí. ¿Qué coño quieres? ¿Por qué coño
aquella manera tan horrorosa. Pensaba en esa has venido a verme? ¿Quieres despedirte an­
estatua, en la sábana de una cama que ahoga­ tes de que me den el pasaporte para la Tierra
ba con el peso de los recuerdos un cuerpo que sin cápsula de eyección?
no se rendía, como si quisiera condenar a la —No. No es eso. No creo que lo ejecuten.
culpa eterna a la conciencia que dormía den­ No tiene por qué preocuparse.
tro de él. Pensaba en uno, dos, tres, no te vuel­ —No estoy preocupado.
vas, cuatro, cinco, seis, capullo, siete, ocho, —Solo quería...
nueve. —¿...felicitarme?
El condestable no pudo girarse a tiempo, —¡No! Eso no. ¿Cómo se le ocurre?
pero supo quién era el que rodeaba su cuello —A mí no se me ha ocurrido. Se te ha
impidiéndole respirar. ocurrido a ti. Lo veo muy claro ahora. En el
fondo no te parece tan mal.
—¡¿Que no me parece tan mal?! ¡¿Pero te
IV. CELDA das cuenta de lo que has hecho?! Maldito hu­
mano arrogante y estúpido. Con el tiempo tu
En silencio, el condestable respiró hondo raza se habría integrado con la nuestra. Os
antes de abrir la puerta. El cuello todavía le habríais ganado nuestro respeto y nuestra
dolía, pero no tanto como el día anterior, consideración. ¡Con el tiempo! Los cambios
cuando se despertó en mitad de aquella uni­ sociales tienen su momento.
mente inesperada y violenta que lo encontró —Que no siempre es el que a nosotros nos
debatiéndose de dolor en el salón de la almi­ gustaría, ¿no?
rante. —Sí. Exacto. Las cosas no son siempre co­
Finalmente, le hizo una seña al miliciano, mo nos gustaría. Pero hay que ser paciente y
que apenas le miraba, pues todavía estaba respetar el orden. Si no... si no todo es...
afectado por aquel dramático suceso que —...la revolución. ¡La puta revolución!
había sacudido su civilización entera. —¿De verdad no te das cuenta de lo que
Respiró otra vez y abrió la puerta del cala­ has hecho? Tú y los otros miembros de los
bozo. Frente a él, estaba el humano al que otros...
había perseguido infructuosamente, esposa­ —Ja, ja, ja, ja, ja.
do a la mesa. Con la cara llena de moratones —¡Cómo! ¿No lo sabías?
y el brazo izquierdo en cabestrillo. En silen­ —No, joder. Qué bueno.
cio. —¿No sabías que había otros como tú?
El condestable cerró la puerta. También —No, joder, me quedé KO enseguida. En
en silencio. cuanto me uní a vosotros. Y todavía me duele
—Ah, eres tú, condestable. ¿Te duele…? el tarro. Solo me acuerdo del susto que os di.
—¿…el cuello? No. No me duele. No se Bueno, sí sabía que había más humanos con
preocupe. ¿Y a usted? capacidad telepática. Pero no sabía que fué­
—No te preocupes por mi puta cara. Ni ramos tantos. Yo pensaba que lo mío era im­
portante. Que yo era especial. No sabía que

33
FUTUROSCOPIAS

fuera solo un eslabón de una cadena. Que hu­ —Sí. Seguro. Cuando el esclavo aprende a
biera más como yo en otras partes de la gala­ leer y a escribir deja de ser un puto esclavo
xia. ¡Joder, qué bueno! ¡No sabía que fuera humano y pasa a ser uno de los vuestros.
tan grande! Ahora todos vosotros... ¿No?
—Sí. Todos nosotros os pensamos a la —Ustedes no son esclavos.
vez. Cuando vuestros telépatas, como tú los —Así nos tratáis.
llamas, os unisteis a la unimente de nuestra —¿Cómo puede decir eso? No es cierto.
raza en ceremonias dispersas por la galaxia. Y Os damos todo lo que necesitáis. Os damos
conectasteis con vuestra raza en puntos distin­ más servicios de los que tenéis en la Tierra.
tos de vuestro planeta. Os tratamos bien.
—Las dos razas pensándose juntas todo el —Tendríamos todo eso si nos levantarais
rato. Fue glorioso, ¿verdad? el yugo de no poder viajar por el espacio. Si
—No. No lo fue en absoluto. nos permitierais hacerlo, nuestra economía
—No, claro que no. No lo fue en absoluto. podría prosperar por sí sola. Bien o mal, pero
Estáis tan orgullosos de vuestra igualitaria ci­ prosperaría. Y así nuestro mundo sería mejor
vilización. Estáis tan orgullosos de no ser ca­ y no guardaríamos tantos sentimientos hacia
paces de mentiros los unos a los otros porque vosotros que tú encuentras tan desagradables
todos pensáis lo que piensan todos. Debió ser ahora que los conoces. Claro, nos tratáis
un palo descubrir así, de golpe, que en reali­ bien, porque pensáis que al no poderos pen­
dad no hacéis más que esconderos de los sar no nos damos cuenta de cómo nos des­
demás. Que buscar compartir las emociones preciáis. Jodéis nuestro mundo, jodéis
con los demás es también buscar reforzar los nuestra cultura, os cargáis nuestro idioma
autoengaños con los que os mentís delante tratando de sustituirlo por vuestro puto si­
del espejo. lencio, jodéis nuestras posibilidades de pros­
—Nosotros no usamos espejos. perar viajando al espacio, nos despreciáis en
—Pues deberíais. Deberías verte la puta lo más profundo de vuestras conciencias, os
cara que tienes, maldito extraterrestre. De­ pensáis los unos a los otros que nos lo dais
berías enfrentar de vez en cuando toda la todo cuando lo único que queremos es que
mierda hipócrita que escondéis. De nada sir­ nos dejéis libres.
ve que no podáis engañaros los unos a los —¿Para viajar al espacio? Pero eso no
otros si todos dais por bueno que cada uno se puede ser. Eso simplemente no puede ser.
engañe a sí mismo. —Vosotros lo hacéis.
—No es verdad lo que dice. Me da igual lo —Pero no es igual. No es igual.
que pensáramos en la unimente su raza y la —No, claro, vosotros no sois unos putos
mía durante aquel instante en que consiguie­ humanos, ¿verdad?
ron llevar adelante su insidioso plan. Noso­ —No es igual. No es la misma situación.
tros no les despreciamos. Ni les conquistamos Ustedes lo mezclan todo y han provocado un
ni fuimos responsables de ningún genocidio. terremoto en nuestras dos sociedades. Los
Nosotros no sabíamos que su especie no cambios no pueden hacerse así.
podía resistir la radiación cósmica como la —Pero si tú mismo piensas que tu socie­
nuestra. Solo quisimos darles un escarmiento. dad apesta, que ya no es como era antes.
—Oh, claro, claro. Mírate. Como excusa es —¡De acuerdo! ¡Pero no era necesario que
cojonuda, ¿verdad? No es que matarais a mi­ asesinara a aquel aduanero, maldito sea!
llones de personas en el Brasil, la culpa es su­ —Ya. Bueno.
ya por no tener un cuerpo lo suficientemente —Usted también pensó a su familia,
fuerte como los vuestros. Me dais asco. ¿verdad?
—Esto no tendría que haber sucedido así. —Sí. Bueno.
Si en vez de ocultarnos su telepatía, como us­ —Y ahora se irá a la tumba entre estas
ted la llama, nos la hubieran mostrado, les cuatro paredes acordándose del dolor que les
habríamos dado la bienvenida. ocasionó.

34
FUTUROSCOPIAS

—Sí. ¿Qué queda ahora, Kalle? ¿Qué queda ahora?


—¿Y? ¿Qué va a hacer al respecto? ¿Va a —No lo sé, condestable Rancor. En reali­
hacer algo como la almirante para conjurar la dad no me importa. No me importa una
culpa que ella sentía, llevándole de la mano a mierda.
la unimente? —¿Qué es lo que no le importa? ¿Pasar la
—No sé. Morirme aquí dentro, supongo. vida en la cárcel? ¿Haber dinamitado las re­
Me quedan cuarenta años entre estas cuatro laciones entre nuestros pueblos? ¿Haber ma­
paredes. Eso debería ser suficiente. No puede tado a aquel aduanero? ¿Todo junto? Quiero
haber nada más. comprenderle.
—Es usted un asesino. Que piense que lo —Sí. En parte es todo eso. Eso es quién
que le hicimos a su raza justifica sus accio­ soy yo.
nes, que asesinar a aquel pobre muchacho era —Alguien a quien no le importa nada.
un paso necesario para conseguir un fin ma­ Que solo busca algo que realmente dé sentido
yor no lo hace menos horrible. a una vida vacía, aunque le suponga la muer­
—Ey. Déjame con mis propios autoen­ te. Eso es lo que todos los humanos buscáis:
gaños, ¿vale? un sentido. Pues ya lo has encontrado. Pero
—Todos nos autoengañamos al fin y al ca­ no te engañes a ti mismo. No eres ningún hé­
bo, ¿verdad? roe.
—Sí. Qué coño. Todos lo hacemos. ¿Ves? —Supongo que los héroes somos todos
Nuestras razas no se diferencian tanto. autodestructivos. Si no, no haríamos lo que
—Sí. Ya lo veo. He de irme. Puedo traerle hacemos. Pero como te digo, ya no me impor­
algo. ta. No me importa en absoluto.
—No. —¿El qué? ¿Qué es lo que no le importa?
—¿Quiere que le quite los grilletes? —Lo que penséis de nosotros.
—Eso estaría bien, sí.
—Se lo diré los milicianos.
—Gracias. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Te
vas a retirar como llevas pensando tanto tiem­
po? FIN
—Supongo que sí. ¿Qué me queda si no?

35
" P r i m e r o e l c a l z a d o p r o t e c t o r . De s p u é s l a s
pr ot e c c i on e s d e l a s pi e r n a s , pa n t or r i l l a s y
m u s l os , c om pr ob a n d o e s pe c i a l m e n t e e l c or r e c t o
f u n c i on a m i e n t o d e l a a r t i c u l a c i ón d e l a r od i l l a y
l a u n i ón f l e x i b l e c on l a s b ot a s d e pl a s t i a c e r o.
P r ot e c c i ón d e c ox i s y c a d e r a , pe c t or a l , b r a z os ,
c a s c o, f u n c i on a m i e n t o d e l vi s or y , p or ú l t i m o, e l
s e l l a d o d e l c u e l l o. "
FUTUROSCOPIAS

BALANCE DE PODER
Por J. J. Morillas
Ilustración de Ricardo García Hernanz

Siempre y en todo lugar hay que con mi extraña amiga. Es duro estar en la re­
sistencia.
cultivar el deseo de tener No tengo claro del todo de dónde viene.
superpoderes. Apareció cerca del lago y muy desorientada. Es
normal, el lago tiene ese efecto sobre las perso­
Eso al menos es lo que decía mi maestro. nas. Me encantan sus ojos grandes y sus pe­
Según él, si dedicamos todos los días un rato a chos pequeños, y la manera que tiene de
meditar en la idea de los superpoderes, si nos mirarlo todo con sorpresa, como si no recono­
acostumbramos a tener esa sensación en la ciera nada.
punta de los dedos, se llegará a convertir en al­ Desde que llegó la estamos tratando con
go natural que surgirá espontáneamente en los flores de Bach y productos homeopáticos, los
momentos de necesidad, y, sobre todo, durante restos de la Antigua Sabiduría que quedan en
el sueño. Este es el mejor modo de dejar de te­ este planeta dejado de la mano de Dios. Un re­
mer a las pesadillas. La idea es que, en mitad galo del cielo para los mineros. La mejoría es
del sueño, acuda en nuestra ayuda este deseo y lenta pero constante, cada día parece haberse
consigamos, efectivamente, disponer de estos habituado más a su entorno.
poderes en ese Otro Mundo al que vamos mien­ Estamos esperando precisamente a un ti­
tras dormimos. Armados con ellos no tendre­ po que pasa medicinas de contrabando. Últi­
mos nada que temer. La idea es atractiva, y mamente parece que los hombres lagarto
debo decir que he llegado a conseguirlo. Cuan­ están especialmente nerviosos y cuesta más
do estoy en mitad de una pesadilla, descubro trabajo conseguir algunos ingredientes. Lo ló­
que puedo volar, o lanzar rayos por los ojos, y gico hubiera sido haberla llevado al Viejo, pe­
dejo de tener miedo. Incluso dejo de temer a ro ella no quiere saber nada de nuestros
las criaturas del agua. Su presencia es anuncia­ sacerdotes.
da por un charco que los precede y sobre el que Pedimos algo de beber y nos sentamos al
se mueven. En los peores sueños, se filtran por fondo, entre las sombras. La música suena un
debajo de las puertas por cualquier rendija. Pe­ poco menos fuerte aquí, no hay altavoces en
netra el agua y detrás van ellos. No importa esta zona, pero aún así cuesta trabajo hacerse
que sean más grandes que la abertura en cues­ entender. Es viernes por la noche y los mine­
tión: si el agua entra, ellos van detrás con sus ros están gastando su paga ruidosamente. Mi­
cabezas brillantes y sus cuerpos de lagarto. ro sus manos, son delicadas, esta chica no ha
Ahora estoy en una taberna, tomando algo

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FUTUROSCOPIAS

tenido que hacer trabajos duros en su vida. Me Era una voz de mujer la que hacía la pre­
pregunto a qué se dedicará. gunta. Pertenecía a un cuerpo invisible envuel­
—¿Sabes leer? to en negro, un cuerpo que tropezaba con
—¿Qué? frecuencia, pero lo bastante ligero como para
—Que si sabes leer. no hacer ruido.
—Sí —, me responde sin mirarme. Su mira­ —Yonlenon es un cuento, una leyenda.
da resbala sobre las cosas sin centrarse dema­ —Un poco de respeto.
siado en nada desde que entramos en la —Es una historia del pasado, de antes de
taberna. No mira a la gente a los ojos, apenas los primeros padres, de cuando la fundación
unos segundos y retira la mirada en seguida. de la primera caverna y el sacrificio de los pri­
Ha debido de pasarlo mal, pero si sabe leer su meros Ancianos. Algunos dicen que más anti­
vida no puede haber sido mala. Quizá sea escri­ gua incluso.
biente, seguramente le ha pasado algo que la —Yonlenon era un hombre con la mirada
hace desconfiar. Todavía tengo muchas dudas de colores. Era un ser de luz al que mataron.
que resolver respecto a ella, pero tengo tiempo, —¿Quién lo mató?
y bastante curiosidad. El Viejo dice que la me­ —Nadie lo sabe. Algunos dicen que los
moria nos sirve de modos extraños, que en rea­ hombres lagarto. Otros dicen que vino antes
lidad no recordamos, sino que imaginamos los que ellos, y que volverá para llevarnos a todos
recuerdos. Yo no sé mucho de esto, pero supon­ a la luz, cuando deje de quemar y se pueda es­
go que cuando recupere los recuerdos, querrá tar fuera.
volver a casa. Quizá la acompañe. Estoy cansa­ —Era el Hijo del Ello, el Increado.
do de todo esto, es posible que exista un lugar —Yo de eso no sé nada, pero le rezo. No
donde los hombres lagarto no vayan, algunos viene mal.
hablan de un lugar así. Pero nadie lo ha visto. —¿Qué es rezar?
Ratgeb me ha dicho que cuide de ella, y yo así —Rezar es lo que haces cuando no puedes
lo hago. hacer otra cosa.
Pasado un rato, aparece la persona que —No lo entiendo.
estábamos esperando. Es un tipo de mirada —En verdad eres una mujer diferente.
huidiza que llega mirando a todas partes. No le —¿Porque no rezo?
culpo, se sabe que algunos de nosotros pasan —Porque no te hace falta.
información a los hombres lagarto. Cualquiera
puede ser un colaboracionista.
Pasos. Samuel Reloj de Arena
En la oscuridad de la cueva un grupo de
guerreros se mueve en silencio. Al menos tres Hijodecarpintero era
de ellos conocen bien el camino, no necesitan una de esas personas
mucha luz para saber por dónde deben ir. De que se comunican a base
tanto en tanto marcas fosforescentes indican
los posibles giros, las rutas que no hay que se­ de no decir nada.
guir. Voces de hombre.
—Maldita sea, no me gusta, no me gusta Todo su flujo de información consiste en
acercarme al lago. Salen cosas de allí cuando retransmitir obviedades. "Llueve", "hace frío",
no brillan las paredes. "acabas de pisar un charco", "hoy es jueves
—Cállate de una vez, estás asustando a los ya". A partir de esto construyen un armazón
demás. de hierba seca donde meten la convivencia y
—¿Acaso no puede decir un hombre lo que lo hacen rodar cuesta abajo por terreno yer­
piensa en voz alta? mo. Basta una chispa para que la esfera arda
—Cállate o por Yonlenon que te hago callar de golpe con un flom sordo que no desprende
yo. ni luz y solo deja cenizas y aire con olor a que­
—¿Qué es un Yonlenon? mado.

38
FUTUROSCOPIAS

Samuel era un hombre de todas las edades, Uro será su nombre, y su nombre será Uro.
letra infantil (demasiado grande), gestos de vie­ El Anciano pronunció la frase con solemnidad
jo, carácter cambiante entre la madurez y la in­ y todo el mundo aplaudió y vitoreó. Los padres
fancia. se miraron y se abrazaron, muchos de los jóve­
Había una gran expectación ese día. Esa no­ nes gritaron contentos, sobre todo porque la
che toda la familia y algunos amigos irían con ceremonia por fin terminaba y eso significaba
el Viejo al Pozo de las Estrellas. Dentro del que el banquete comenzaría en seguida. Mu­
complejo de las cavernas el Pozo era un lugar chos formaron con los dedos señales de bendi­
singular ya que era el único sitio desde el que ción, para que los Guardianes del niño
se podía ver el cielo. Era una enorme caverna acudieran rápido a protegerlo. Los congrega­
semicircular que podía albergar al Pueblo ente­ dos comenzaron a dirigirse al lugar donde
ro, y algunos caminaban muchas horas para po­ tendría lugar la celebración.
der llegar, dependiendo de lo lejos que Se oyó un disparo. Gritos. Un alboroto al
estuviera su comunidad. Varios cientos de me­ fondo, en la entrada de la caverna.
tros por encima del suelo había una abertura —¿Qué sucede?
por la que se podían ver las estrellas de noche. —No lo sé, ¡corre!
De día, la luz abrasaba. Un grupo de hombres lagarto estaba en­
Esa noche a su hijo se le iba a dar un nom­ trando por el fondo, disparando al aire y agi­
bre. Irían todos a la caverna y el Viejo exami­ tando látigos neuronales. Solo tienen que
naría las estrellas, haría sus cálculos y daría al tocarte una vez con ellos para que no olvides la
pequeño un nombre por el que todos le cono­ experiencia en toda tu vida. Cundió el pánico y
cerían desde ese momento. Siendo la época del los invitados se dispersaron, las personas ma­
año que era, el niño sería Dragón, por regir esa yores eran ayudadas por sus familiares. Todos
constelación (él mismo era Reloj de Arena) y buscaban la salida de la caverna.
como su profesión era la de herrero, los apelli­ El anciano y su joven ayudante perma­
dos del niño serían Dragón Hijodeherrero. necían en pie junto al altar. La gente podía ver
Solo quedaba que el Viejo le diera al niño un cómo esperaba investido de una tranquila dig­
nombre propio que unido a los otros dos le nidad. "Este hombre es un santo", pensó Sa­
acompañaría hasta el día en el que su cuerpo muel. Luego se marchó con su mujer y su hijo.
dejara de funcionar y su energía regresara al Dos personas trataron de ayudar al viejo a salir
Cosmos. del escenario elevado donde estaba el pequeño
Hacía casi un año que no había nacido ningún altar de piedra, pero este se negó con una son­
niño. Las mujeres ya hablaban de amarres y ma­ risa y les dijo que se fueran.
les de ojo, pero un buen día su mujer le anunció Los hombres lagarto consiguieron arrinco­
que no le venía la sangre desde hacía dos me­ nar a un grupo aterrorizado de unas doce per­
ses y que notaba la Vida agitándose en sus en­ sonas. Uno de ellos plantó una caja en el suelo.
trañas. "Sus entrañas" fue el término que había De la caja partía un cable enrollado que termi­
utilizado. Es curiosa la influencia de las nove­ naba en una especie de pastilla de jabón de co­
las. El Viejo confirmó el embarazo, hizo una lor negro que se acercó a la boca. Empezó a
consulta a las piedras, examinó la piel de un hablar en su lengua siseante. De la caja en el
plátano y fijó la fecha del nacimiento. El parto suelo surgió una voz innatural que preguntaba
se atrasó un par de días y casi le costó la vida a por un hombre lagarto. La voz preguntaba si lo
Mara, pero aparte de eso y gracias a los Ánge­ habían visto y qué habían hecho con él, y pro­
les Guardianes, todo fue bien y ella se recuperó metía castigos terribles para todos los habitan­
de maravilla gracias a las hierbas que le dio el tes del asentamiento si no colaboraban. Si
anciano y a los olores que el anciano le dijo que colaboraban, en cambio, les aumentarían la
tenía que oler para calmar la sensación de de­ asignación de pasta de proteína.
sazón que le vino luego. Comenzó el interrogatorio.
Él no había trabajado hoy. En el Nombra­ Samuel estaba en casa con otros vecinos y
miento había demasiadas cosas que preparar. amigos, todos con las caras largas. Lo que

39
FUTUROSCOPIAS

había sucedido era una desgracia, mucho peor de una especie diferente. La cabeza se le llena­
porque había ocurrido en el Nombramiento de ba de diminutivos cuando les veía jugar.
Uro, su pequeño. Reloj de Arena rogaba por Lara decidió que aquello le gustaba.
que no fuera un mal augurio. Su mujer pedía a En la puerta de una casa un hombre mode­
la Madre Celestial que protegiera a su hijo. laba un jarrón de barro mientras en el portal
Ninguno de ellos entendía lo que había sucedi­ de al lado una mujer soldaba metales confor­
do. ¿Qué podrían saber ellos sobre ningún mando una figura inútil. Tras un rato ob­
hombre lagarto perdido? ¿Sería acaso un crimi­ servándola y tratando de entender su función,
nal fugado? ¿Estaban en peligro? La idea de Lara se atrevió a acercarse para preguntarle
uno de ellos suelto por ahí, criminal hasta para qué era. La mujer le contestó que era una figu­
los de su propia especie, les ponía los pelos de ra que representaba la Noche, que crece en el
punta. Nadie recordaba que hubiera sucedido interior de la Gran Caverna derramándose des­
algo parecido antes, posiblemente esto era solo de el techo. Lara no entendía, al principio
el principio de una historia funesta. Quizá nun­ pensó que se trataba de un mecanismo para
ca olvidaría nadie el nombramiento de Uro, controlar los ciclos bioluminiscentes de los
que sería recordado acaso por ser el inicio de hongos y lo miró muy interesada tratando de
una nueva era de terror. descubrir su funcionamiento y no hallando na­
da familiar en él.
Se sorprendió cuando se dio cuenta de que
Gritos. el objeto era lo que aquella persona llamaba
"arte" a pesar de que en sí mismo no era esen­
Son niños jugando. Dos días llevaba Lara cialmente bello, ni tranquilizador, ni inspiraba
entre aquella gente, oculta en las casas de las sentimientos comunitarios o representaba un
mismas personas que la encontraron, haciéndo­ oficio útil, o una tarea nueva que había que
se pasar por la hija del pariente de uno de ellos emprender entre todos. Sintió ganas de seguir
que vivía en otro asentamiento. Lara se sentía hablando con aquella mujer, pero en ese mo­
como si estuviera en su laboratorio observando mento Ratgeb la vio, se acercó a ella y se la
una colonia de microorganismos a través de llevó aparte después de comprarle a aquella
sus máquinas. Sabía que eran seres humanos, mujer un pequeño colgante con la forma de
pero al mismo tiempo aquellas gentes no se pa­ una bestia felina con alas de mariposa para
recían en nada a las personas que ella conocía, distraer su atención. "No deberías ir por ahí
desafiaban sus ideas acerca de lo que era una mirándolo todo con la boca abierta". Lara no le
persona. Lo que más le fascinaba, por supues­ prestaba atención, estaba mirando el colgante.
to, eran los niños. Ella apenas había visto nin­ Conocía a aquellos animales y sabía que hibri­
guno, solo cuando los llevaban al laboratorio darlos era imposible, su genética era totalmen­
para recibir alguna clase y que les hablaran a te incompatible. Por otro lado había visto
los pequeños iluminados sobre el tipo de cosas algún ejemplar de gato doméstico deambulan­
que se hacían allí. Sus caritas menudas y aten­ do entre las viviendas (algunas edificaciones
tas, los ojos abiertos, el rostro inexpresivo, im­ fabricadas con ladrillos de barro, otras simples
pasible, la cabeza ladeada absorbiendo cada oquedades en la pared de la cueva), pero ¿ma­
palabra que les decían. Casi se podía escuchar riposas? Quizá hubiera algún tipo de polilla en
el zumbido de sus cerebritos registrando y pro­ los campos encargada de polinizar, pero duda­
cesándolo todo. Aquí los niños eran algo dife­ ba mucho de que hubiera mariposas.
rente. Una manada de pequeños monstruitos Estaba casi segura de que estas personas
gritando y persiguiéndose continuamente, inca­ no habían visto una verdadera mariposa en su
paces de estarse quietos, aullando frases incom­ vida. ¿De dónde había llegado esa informa­
prensibles llenas de onomatopeyas y palabras ción? ¿Existía un vínculo entre la Ciudad y lo
inventadas, rodando por el suelo, llorando, que pasaba fuera de ella más allá de la farsa de
riendo. Vivos. Parecía que en efecto se trataba los hombres lagarto? ¿O quizá era solo la ima­
ginación de la gente pintándole colores a la es­

40
FUTUROSCOPIAS

peranza? Para Lara solo eran un ficha en la ba­ se veían por la ventana de la caverna condicio­
se de datos de MADRE. Recordaba cuando tra­ naban sus vidas. En la Ciudad nunca le habían
bajaba en el departamento de fisiología hablado de nada así. Le parecía imposible que
humana, especializándose en flora intestinal ningún iluminado se hubiera dado cuenta de
antes de que le asignaran su nuevo destino tra­ eso. Quizá fuera porque no se veían estrellas
bajando con los hongos bioluminiscentes. Le desde la Ciudad. Las estrellas habían sido otro
encantaba emplear sus tiempos muertos des­ descubrimiento (por eso le habían dejado el li­
pués de la comida navegando por la base de da­ bro, con la mejor intención) aunque algunos
tos de criaturas de MADRE. Su nivel en la mirmidones que conocía ya le habían hablado
jerarquía iluminada le daba acceso a cientos de de ellas.
miles de perfiles biológicos. Su nuevo destino Quizá debiera hablar con algún iluminado
le proporcionaba un acceso más limitado. Nun­ a la vuelta, hacer pruebas. De todas formas, no
ca le explicaron el motivo del cambio y ella sin­ veía de qué modo la posición de esas lucecitas
tió que la estaban castigando por algo. Quizá podía afectar al carácter o incluso a los aconte­
precisamente por su excesiva curiosidad, aun­ cimientos que podían suceder en la vida de la
que sus actividades no estaban expresamente gente. Ella nunca había oído hablar de recepto­
prohibidas. No hacía falta, a cada uno le daban res en el cerebro sintonizados con su luz (y era
acceso a determinados bancos de MADRE, se su especialidad), ni sabía de mediciones de
suponía que uno podía hacer lo que le dejaban energía tomadas en la cueva y achacables a
hacer. esas estrellas (aunque sí de los rayos cósmi­
Miró de nuevo a su alrededor mientras Rat­ cos). Si su influencia era tan notable, sin duda
geb la guiaba de nuevo a casa perorando sobre alguien tendría que haber detectado algo. Si
la necesidad de discreción. A pesar del atraso era posible que el cerebro fuera sensible a algo
en el que vivían, parecían ser felices a su mane­ así (aunque los ojos desde luego eran sensibles
ra. Aparentemente solo el miedo a los hombres a la energía, y los oídos y todos los sentidos,
lagarto, que se llevaban periódicamente una pero los ojos también detectan la posición de
parte importante de la cosecha, suponía una otros objetos y la vida no parece verse afectada
carga, un peso intangible con el que todos por el lugar que ocupan los vasos en una mesa
tenían que convivir. Parecía que la vida giraba concreta el día del nacimiento de nadie y eso
alrededor de esa circunstancia, de ese peligro que tanto su gravedad como la cantidad de
compartido. En cada familia había una historia energía lumínica que reflejan son mayores que
horrible que contar relativa a ellos. Lara había las de las estrellas si la habitación está sufi­
conocido muy bien a un mirmidón de los encar­ cientemente iluminada), quizá entonces tam­
gados de tratar con los "primates". Sabía que bién fuera cierto que podía leerse el
los entrenaban para ser impacientes, para no pensamiento. Curiosamente esta gente creía
tolerar el retraso. Podían vivir en sociedad solo que eso era posible, aunque nadie lo había ve­
gracias a su educación (hay que entender que rificado nunca en persona. Hablaban de los ge­
la palabra "condicionamiento" no figuraba en melos y de lo que sentían las mujeres respecto
su vocabulario en aquel entonces y con ese sig­ a sus hijos. Las madres, qué curioso concepto.
nificado). De vuelta en casa trató de leer un po­ En la Ciudad Solo estaba MADRE, todos los
co a la escasa luz que proporcionaba una niños eran hermanos, todos eran hijos de la
bombilla eléctrica, incandescente. Lo supo por­ Ciudad. Para estas personas era admisible que
que se quemó al tocarla. En la Ciudad las bom­ algunos niños estuvieran mejor alimentados
billas proporcionaban una luz más fría, más que otros, o que se dedicaran no a lo que les
azul, y no desprendían calor. Le habían dejado fuera más afín, sino a lo que se habían dedica­
un libro (una colección de hojas de papel encua­ do sus padres o, directamente, a lo que podían,
dernadas de manera artesanal) sobre la influen­ cambiando de oficio a lo largo de su vida.
cia de las estrellas en la vida de la gente.
Costaba trabajo creerlo: estas personas de ver­
dad creían que esas pequeñas luces lejanas que

41
FUTUROSCOPIAS

Como tantos otros, aquel día terías y las unidades de soporte vital en la pro­
longación de la espalda formando el apéndice
Lara se dirigió al vestuario para al que coloquialmente llamaban "cola". El con­
empezar su jornada. junto parecía una especie de dragón sin alas o
un hombre cocodrilo hecho de material bioplás­
En esa época estaba haciendo un estudio so­ tico verdinegro con refuerzos metálicos de co­
bre los hongos bioluminiscentes de las caver­ lor bronce anaranjado.
nas. Al parecer se habían producido ciertas Activó los lectores del visor y recibió los
mutaciones interesantes, una adaptación a las datos habituales. La habitación se convirtió en
zonas con poca humedad. Por casualidad había un espacio azul claro, las ropas que se había
encontrado adheridas a los guantes de su traje quitado relucían en el suelo en un color amari­
unas pequeñas vejigas que contenían una espe­ llo pálido virando al azul conforme iban per­
cie de gel. Le había llevado tiempo identificar diendo calor. Era como estar en el interior de
el origen de las vejigas, no aparecían organismos la llama azul de un mechero de gas. La presión
semejantes en las bases de datos de MADRE. en el interior del traje era correcta según indi­
Había tenido que hacer comparativas de la es­ caba el parpadeo verde del indicador de inte­
tructura de proteínas para darse cuenta de su gridad de sellado.
similitud con la de los hongos luminosos. Al pa­ Ese día debía acompañarla Estela, otra ilu­
recer, la vejiga era una adaptación desarrollada minada con el entrenamiento recién termina­
para poder colonizar las regiones menos húme­ do, pero no había acudido. Lara simplemente
das de las cavernas, aunque todavía no podía recibió la notificación de que ese día su com­
descartar que en realidad se tratara de algún ti­ pañera tenía una cita con su director espiri­
po de colaboración simbiótica que implicara tual. No le habían ordenado expresamente
otro tipo de organismo. Tendría que evaluar su abortar su salida, en parte porque probable­
potencial de aplicabilidad así como los posibles mente no habrían comprobado que ese día
riesgos biológicos, infecciones y cruces no de­ tenía prevista y autorizada un incursión en las
seados con la especie dominante y cultivada. cavernas, y en parte porque el protocolo indi­
Una muy buena oportunidad para una joven caba de todas formas que había que salir siem­
iluminada como ella. pre acompañado. Claro que esa orden existía
Tras el desayuno en la sala comunal y la in­ claramente para protegerse de posibles ata­
gesta ritual de los Fármacos Prescritos se diri­ ques de los monos, esos seres subhumanos que
gió al vestuario. Se puso el traje pieza a pieza tan útiles resultaban como mano de obra. La­
usando solo la mitad de su atención. El hábito ra pensaba ir a una zona desierta donde los si­
había automatizado sus acciones, pero cual­ mios no tenían nada que hacer. No había
quier error que permitiera el contacto con la comida ni lugares apropiados para la repro­
atmósfera exterior podía ser fatal. Los gases ducción y cría. Ningún cultivo, y por tanto na­
afectaban el equilibrio químico del cerebro y da de vegetación. Además estaba bastante lejos
conducían rápidamente a la locura de manera de los lugares que solían frecuentar, así que no
irreversible. Los Hermanos habían desarrolla­ había ningún peligro de encontrarse con algu­
do algunos tratamientos, pero su eficacia era no de ellos. Además su salida estaba ya autori­
más que dudosa e implicaban largos periodos zada, podían pasar días o incluso semanas
de internamiento. hasta que la autorizaran de nuevo y su trabajo
Primero el calzado protector. Después las no podía retrasarse tanto si quería presentar
protecciones de las piernas, pantorrillas y mus­ los resultados a tiempo de pedir la apertura de
los, comprobando especialmente el correcto una línea de investigación prioritaria, con
funcionamiento de la articulación de la rodilla tiempo de laboratorio y de computación sufi­
y la unión flexible con las botas de plastiacero. ciente.
Protección de coxis y cadera, pectoral, brazos, Una vez vestida se dirigió al tubo de lanza­
casco, funcionamiento del visor y, por último, miento. La forma de su traje estaba diseñada
el sellado del cuello y el acoplamiento de las ba­ para encajar en las ranuras del tubo. Ella solo

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FUTUROSCOPIAS

tenía que arrodillarse en un arnés semirrígido cha a izquierda. Era incómodo y limitaba seria­
dentro de la boquilla del tubo que basculaba ha­ mente su capacidad de visión, pero podría
cia atrás al tiempo que apresaba su torso y sus bastar hasta llegar a casa. Los sistemas de co­
brazos. Frente a su cabeza se situaba un man­ municación mostraban que no tenía cobertura,
dril que saldría disparado con ella los prime­ pero era imposible saber si esto era cierto o si
ros metros y que luego se recuperaría gracias a estaban averiados.
un cable de fibra plástica. Esto era una precau­ Empezaba a lamentar haber salido sola ese
ción para proteger su cabeza en caso de que hu­ día. Se incorporó lentamente. En su muslo de­
biera algún tipo de obstáculo frente a la salida recho había adherida una banda metálica flexi­
del tubo. ble, del grosor y el espesor de las bandas
Así que siguió todos los procedimientos de higiénicas de celulosa de los cuartos de baño.
seguridad indicados, se colocó en posición y es­ Estas bandas metálicas se usan para señalizar
peró a quedar totalmente horizontal y conecta­ y marcar paquetes, cofres de equipo o incluso
da al dispositivo de aceleración. El indicador vehículos. NO VOLCAR, decía esta en par­
de llenado de la cámara fue ascendiendo lenta­ ticular. Qué gracioso. Debía de estar en el
mente hasta completar la última rayita de la co­ arnés basculante y cuando se arrodilló no la
lumna. Luz verde. vio. Fue suficiente para arruinar su perfil hi­
No se dio cuenta de que algo iba mal hasta drodinámico. De vuelta en las instalaciones
haber recorrido la mitad del tubo. Notaba un pondría una queja. Qué demonios, buscaría
tirón, una cierta resistencia en la pierna dere­ personalmente al culpable y le haría saber su
cha, pero no podía hacer nada conforme gana­ enfado. Soltó una blasfemia de la lista de
ba velocidad, ya había sido lanzada. Le entró imprecaciones permitidas y realizó la secuen­
el pánico, la deceleración podía pulverizarla al cia de respiradores del protocolo de autocon­
salir. trol. Pasó a estudiar su situación con calma.
Llegó al final del tubo y salió disparada, pe­ Por lo que podía ver, la reserva de aire estaba
ro en lugar de trazar una suave curva ascenden­ en orden y tenía suficiente para el regreso si se
te hacia la superficie del lago como debería apuraba. Luz roja. Maldición. La integridad del
suceder, se escoró fuertemente a la derecha, co­ sellado se había visto comprometida, de hecho,
menzó a frenarse rápidamente sintiendo cómo sentía agua en su pantorrilla derecha; había
la tensión traccionaba las junturas del traje exi­ una fisura en el aislamiento del traje. Su pri­
giéndoles el máximo. La vibración era terrible, mer y peor miedo había sido que durante el
en su cabeza se imaginaba hecha pedazos, sus tiempo que había estado inconsciente hubiera
restos flotando en el lago y devorados por los penetrado en su traje parte de la atmósfera de
peces. Eran imágenes fugaces que se vieron sus­ la caverna, y que estuviera en riesgo de volver­
tituidas por una neblina roja. Lo último que vio se loca por la intoxicación provocada por la
fue el mandril que se dirigía contra su cabeza. mezcla de gases. Este era el peligro sobre el
Sintió un fuerte golpe en el casco y perdió el que les advertían más seriamente en todos los
conocimiento. entrenamientos, y se había hecho realidad.
Despertó pasado un tiempo indetermina­ Aplicó un gel sellante en su corva derecha, pe­
do. Estaba tendida boca abajo en la orilla del la­ ro probablemente el mal ya estaba hecho.
go. Se desvaneció de nuevo. Tenía que regresar a tiempo de que pudieran
Todos los sistemas de soporte vital funcio­ ponerla en tratamiento.
naban correctamente. La prueba era que esta­ Continuó el chequeo. En su cola quedaba
ba viva, para empezar. El reloj marcaba en suficiente energía en las baterías para unas tres
fósforo verde 6 horas tras el lanzamiento, pero horas, y reservas alimenticias para administra­
el visor parpadeaba incontrolado, alternando ción intravenosa automática suficientes para un
entre una imagen de colores fríos que delimita­ día. Lo único que tenía que hacer era caminar
ba la línea del agua en la orilla y el negro total, por la orilla del lago, llegar a un lugar con enla­
con una franja blanca de un tercio del ancho de ces operativos y utilizar su comunicador para
la pantalla que se movía lentamente de dere­ pedir ayuda. A estas alturas probablemente ya

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FUTUROSCOPIAS

habrían notado su ausencia y habría un par de inclinando un poco el cuerpo, tratando de no


mirmidones encargados de encontrarla. MA­ parecer amenazadora.
DRE reaccionaba con rapidez en estos casos. La primera piedra llegó sin previo aviso e
Con un poco de suerte, el agua la habría prote­ impactó en el lateral derecho de su casco sin
gido (al fin y al cabo tenía las piernas medio su­ causarle ningún daño. La imagen de su visor
mergidas cuando despertó) y quizá no llegara dio un salto. Se puso blanca del todo y volvió a
siquiera a experimentar síntomas. Esperaba la franja que lo barría lentamente de derecha a
que así fuera, pero decidió estar preparada an­ izquierda. Otras piedras siguieron a la prime­
te cualquier perturbación de sus sentidos y su ra. Rebotaban en su traje sin mayores conse­
razón. cuencias, pero la cosa no pintaba bien, no tenía
Tres horas después de haber comenzado su con qué defenderse y apenas los veía debido a
caminata, bastante mareada por el mal funcio­ los problemas con su visor. Cuatro de ellos se
namiento de su visor, escuchó por el sistema estaban acercando. Ella dio dos pasos atrás
de sonido algo que la sobresaltó. Un pequeño instintivamente para dejar la roca a su espalda
desprendimiento de rocas por detrás y por enci­ y que no pudieran rodearla, obligándoles a
ma de ella. Cuando miró, vio una huella amari­ acercarse de frente. Estaba atrapada. El defec­
llenta en el borde de la roca. Algo vivo había to del visor era una desventaja adicional y muy
estado apoyado en ella. importante: si se movían rápido podían estar
—¿Hay alguien ahí? junto a ella sin que pudiera verles siquiera. Era
No recibió ninguna respuesta. Se sintió terri­ algo que no podía permitirse. Sopesó las posi­
blemente sola en la caverna gigante, junto a bilidades. Al fin y al cabo seguramente ya esta­
aquel enorme lago subterráneo que era un ba infectada, el traje se había roto. Quizá
mar. Siguió caminando sin dejar de mirar a su pudiera quitarse el casco el tiempo suficiente y
espalda de tanto en tanto. Quizá todo era pro­ luego volvérselo a poner. Quizá terminara loca.
ducto de su imaginación; al fin y al cabo había De lo que estaba segura era de que si no se lo
fallado la integridad del sellado. Quizá sí había quitaba, sería peor. Estos simios eran animales
respirado aire contaminado y estaba sintiendo fieros y podían hacer gala de una gran feroci­
los primeros efectos de la intoxicación. Sintió dad si las historias que se contaban eran cier­
frío y el estómago endurecerse. Por primera tas. En contra de todas las instrucciones que
vez empezó a temer por su cordura. Pero eso había recibido a lo largo de su vida, movió los
que acababa de escuchar volvía a ser piedras ca­ dedos con rapidez y liberó las sujeciones del
yendo. Miró a su espalda. Nada. Volvió a girar­ casco justo cuando se abalanzaban sobre ella.
se. Se sobresaltó. La pantalla averiada de su Golpeó en la cara al primero de ellos, que re­
visor dejaba ver, a ambos lados de la línea blan­ trocedió llevándose las manos al rostro. Los
ca que se deslizaba por su visor, una silueta na­ que avanzaban por los flancos le hicieron un
ranja y morada, encorvada y monstruosa. De barrido golpeando la parte de atrás de sus ro­
repente vio su camino bloqueado. Había cinco dillas y tirando a la vez cada uno de un brazo
figuras en total, sin traje y sin transpondedo­ hacia atrás. El cuarto de ellos colocó sus rodi­
res, desnudas, atroces. Tenían que ser monos. llas sobre su pecho y la inmovilizó contra el
—¿Qué queréis? No tengáis miedo, no voy suelo con el peso de su cuerpo. Su casco se le
a haceros daño. escapó y rodó. Ellos soltaron un grito ahogado,
Lara habló sin pensar en que no podían pero el que estaba sobre ella levantó una pie­
entenderla. Lo único que recibió como res­ dra con la intención de estampársela en la ca­
puesta fueron los acostumbrados gruñidos gu­ ra. Tuvo tiempo de sorprenderse antes y de
turales sin sentido que emitían estos cerrar los ojos anticipando el impacto sin creer
primates. Alargó su mano hacia el pequeño lo que veía.
compartimento de almacenamiento de la es­ —¡Alto!
palda y sacó una fruta (un lujo, un placer pri­ Era el quinto de los monos. Había hablado,
vado que había decidido llevar en su había entendido lo que había dicho. Era impo­
excursión). Se la acercó alargando el brazo e sible. Estaba loca.

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FUTUROSCOPIAS

El golpe no llegó a producirse. Volvió a —¡He dicho que quietos! ¡Nadie se mueve
abrir los ojos. Aquello no eran monos sino hom­ si yo no lo digo!
bres; vestían de un modo extraño, pero eran hu­ —¿Me permites? No voy armada.
manos como ella. Esta increíble verdad se abría —¿Qué quieres hacer? No intentes nada ra­
paso en su cerebro levantando nubes de interro­ ro o por el honor de mis muertos que te...
gantes a su paso. La única explicación lógica —Solo quiero coger eso y comprobar una
que se le ocurría era que el aire contaminado cosa.
había terminado por imponerse a su sistema —Está bien, pero no intentes escapar o te
nervioso y sus defensas mentales. A pesar de mataremos. Quiero que entiendas tu situación
ello, se dio cuenta en un fogonazo de que esta­ con claridad: eres nuestra prisionera.
ba pensando racionalmente. ¿Era eso la locura? Las dudas se disiparon cuando le permitie­
¿Se podía estar loco y emplear la lógica? ron colocarse el casco de nuevo. Al ponérselo,
—¡Quietos! ¡No le hagáis nada! Enamel, le­ comprobó que el visor seguía estropeado, y
vanta. Tú, no hagas ninguna tontería. que le mostraba la imagen habitual del calor
Ellos estaban tan sorprendidos como ella. de los cuerpos, pero que los receptores de soni­
Dejaron que se pusiera en pie pero se mantuvie­ do alteraban las voces. Tras un par de pruebas
ron cerca, rodeándola, y tocando su cuerpo con se dio cuenta de que los sonidos de pasos o las
suspicacia. piedras se escuchaban con normalidad, pero
—Su piel está fría. que no sucedía lo mismo con las voces. Eran
—Es dura y suave. modificadas, en lugar de voces humanas lo que
La mujer estaba bloqueada. No entendía lo se escuchaba eran los habituales gruñidos que
que sucedía. Si lo que siempre le habían dicho siempre había atribuido a los simios. Se quitó
era cierto, tenía que haber enloquecido por cul­ el casco estupefacta y se lo alargó al hombre
pa de los gases, estaba alucinando a todas esas que había impedido que los otros usaran las
personas y la conversación entera. En realidad piedras sobre su cráneo. El hombre lo miró
estaba ante simios que simplemente gruñían, con curiosidad y se lo puso con cierto temor en
era su mente la que imaginaba las preguntas, la mirada, pero con seguridad. Se lo sacó al
las respuestas, las miradas de incredulidad de instante y ella le animó a que se lo colocara de
los medio primates. A lo peor se encontraba to­ nuevo sin dejar de hablarle. Cuando se lo vol­
davía en el agua, con el casco puesto, imaginán­ vió a quitar simplemente le dijo que toda la vi­
dolo todo. Pero la riqueza de los detalles era da le habían hecho creer que ellos eran
increíble. Y coherente. No parecía que cambia­ animales.
sen en el tiempo, no percibía variaciones. La —Toda la vida he creído que erais lagartos
empuñadura del cuchillo que sobresalía del cin­ esclavistas procedentes de otro planeta. Tene­
turón de uno de ellos era siempre la misma. La mos que contarle todo esto a los Ancianos.
reconocía cada vez que aparecía. Y si eso era
así, era porque la comparaba con una imagen Lara también sentía que tenía algo que
de su mente. Y si era una imagen de su mente contar, pero primero quería saber más. No es­
pero ella estaba loca, ¿notaría las incongruen­ taba segura de qué estaba pasando, de por qué
cias o la locura consistía precisamente en per­ los receptores de sonido tergiversaban las vo­
suadirse de que un pedazo de irrealidad estaba ces y solo las voces o por qué usaban visores
encajando sin fisuras en la auténtica realidad? que no proporcionaban una imagen real. Du­
Solo lo real puede concebir la realidad. Pero lo daba de que la dejaran salir, o preguntar. De
real también concibe irrealidades. De hecho, es repente tuvo miedo de los mirmidones que sin
lo que sucede la mayor parte del tiempo, sin si­ duda la buscaban.
quiera estar loco. —Ven con nosotros, no te pasará nada. Te
Lara hizo un movimiento, alargando el bra­ lo prometo.
zo hacia su casco, caído en el suelo a pocos me­ Lara asintió insegura. Estaba a punto de
tros. Uno de los hombres la golpeó por la dar un paso que cambiaría su vida, tenía esa
espalda, haciendo que cayera de rodillas. sensación en la boca del estómago.

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FUTUROSCOPIAS

—Pero antes tenemos que conseguirte algo que se fomentara en los ciudadanos. Orgullo
de ropa normal. No queremos que nadie te ape­ por el trabajo bien hecho, placeres inocentes.
dree a primera vista. Los Ancianos sabrán lo La gente hablaba de las cosas que entendía, no
que hay que hacer. sabían que quisieran cambiar nada. MADRE
Juntos caminaron hacia lo que llamaban el cuidaba de todos y las agujas de la catedral
Sector 3. Antes de llegar a la zona principal de presidían las vistas desde cada plaza y cada
cavernas esperaron escondidos mientras le avenida, con sus torres a medio construir. Las
traían algo de ropa. Lara se extrañó de estar obras de la catedral no se acababan nunca, lle­
ahí y de confiar en esa gente con tanta naturali­ vaba mil años creciendo de un modo orgánico
dad. En realidad no veía más opciones. No y se discutía a menudo, constructivamente,
podía olvidar lo que había descubierto; de sobre los nuevos añadidos y cómo debería ser
algún modo, ese conocimiento había cambiado el siguiente paso. Se retrocedía con frecuencia
su existencia para siempre. Quizá de todas for­ cuando había consenso y se deshacían partes
mas llevaba tiempo pensando que algo no enca­ para volverlas a construir. Era un trabajo co­
ba en su mundo y, por primera vez, tenía munitario y voluntario, los ciudadanos
pruebas sólidas de que efectivamente algo se acudían con frecuencia para hacer ejercicio y
les estaba ocultando. conocer gente, era una buena forma de encon­
Ya disfrazada, se fue con Ratgeb a su casa. trar pareja.
Ratgeb era el joven que la había defendido o, al El Hermano Albión tenía prisa. Cruzó la
menos, que había decidido con suficiente rapi­ plaza sin mirar a los lados en dirección al edifi­
dez que valía la pena esperar a saber más antes cio. Al entrar, respondió vagamente al saludo
de matarla. de los ciudadanos que estaban trabajando. Al­
gunos artistas estaban atareados con las escul­
turas de la entrada. Habían liberado un tramo
Los edificios refulgían muy amplio de los bajorrelieves de la portada y
estaban colocando planchas con otros nuevos.
iluminando la plaza en mitad La catedral era un centro social, un lugar de
del ciclo diurno. reunión donde periódicamente un Hermano
les daba pistas para entender su vida. Y siem­
La ciudad tenía su propio cielo desplegado pre había alguien de guardia en caso de que
desde un horizonte situado en el suelo. Los ciu­ alguien sintiera desasosiego y necesitara con­
dadanos se dirigían a sus quehaceres, imáge­ versar. La felicidad era un derecho social y una
nes sonrientes recorrían la superficie de los responsabilidad de todos.
edificios a tamaño gigante distribuyendo la do­ Albión atravesó la zona pública y se
sis de felicidad del mediodía. Mensajes motiva­ adentró en los corredores reservados solo a los
cionales, referencias a lo buenos que son los Hermanos. Recorrió los pasillos, tomó el as­
fármacos de MADRE, noticias relacionadas censor y llegó a su despacho en la planta 23. Su
con un nuevo tipo de cultivo rico en sales mine­ asistente le estaba esperando y se puso en pie
rales, las excelencias de las nuevas lámparas de en cuanto entró.
luz solar para interior. Sutiles referencias que —Buenos días.
abren el apetito, se acerca la hora de comer, —Buenos días.
que todo el mundo coma al mismo tiempo —¿Ha comido ya? ¿Le puedo ofrecer un re­
encierra grandes ventajas , la importancia de vi­ frigerio?
vir según un horario amable y regular. Formas —Cualquier cosa me valdrá.
abstractas que se retuercen a lo largo de las fa­ —¿Ensalada de algas con queso de soja?
chadas, música insípida y agradable, fresca. Hi­ —Perfecto. ¿Se sabe algo de la mujer?
giénica. Fuentes con surtidores de agua —Continúan con la búsqueda. Han en­
micronizada para refrescar el ambiente. Nadie contrado una banda de señalización en una
sabe de dónde venía el agua, ni a dónde iba des­ de las orillas del lago. Parece poco probable
pués; la curiosidad no era una característica que haya llegado ahí por casualidad. Sospe­

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FUTUROSCOPIAS

chan que pudo encontrarse con alguno de existían las clases sociales como tales. Igual­
los monos. dad de oportunidades absoluta. Las únicas di­
—¿Hay rastros de lucha? ferencias eran genéticas (que no eran públicas)
—Es difícil saberlo. No hay restos de ella ni y educativas, pero no encasillaban al ciudada­
de su traje. no en una clase que tuviera que competir con
—¿El transpondedor? otra, simplemente orientaban su futuro y le
—Apagado. colocaban en el camino de su desarrollo den­
—¿Sabemos algo del Anciano de la colonia tro de una de las Categorías. Al no existir la fa­
de Arcadia? milia, no había problemas de herencias, ni
—Le hemos enviado un mensaje, no hemos privilegios heredados, ni conciencia de cla­
recibido respuesta todavía. se. Todo el mundo se dedicaba a desarrollar­
Albión se sentó en su butaca y se conectó se en el ámbito para el que más aptitudes
al terminal de MADRE. tenía, y la teoría decía que eso aseguraba la
—Avíseme si descubren algo nuevo, deje la felicidad.
comida sobre la mesa. Puede retirarse. Los Iluminados eran los poseedores del
—Bien, si me necesita envíeme un mensaje conocimiento técnico. Química, ingeniería,
por la mensajería instantánea. biotecnología, procesos de fabricación, diseño
de sistemas... Estos ciudadanos mantenían y
recreaban continuamente la estructura mate­
En el principio fue el Huevo. rial de la ciudad y todos sus sistemas. El trans­
porte, la iluminación, el reciclado y los
Él nunca conoció más padres que a los Her­ procesos que se llevaban a cabo en el Exterior.
manos. Los Elevados eran artistas. Se encargaban de
Era hijo de dos ciudadanos modélicos, con dar placer a los sentidos. Se encargaban del ar­
genes de calidad. Los Hermanos solo elegían a te, pero sobre todo del entretenimiento. Eran
los suyos de entre los genes más selectos, y los que proporcionaban actividades para la re­
siempre en función de sus necesidades. En la lajación y el disfrute solo o en compañía, en
colonia habían resuelto hacía tiempo los proble­ actividades destinadas a estrechar las relacio­
mas de estabilidad social. Los recursos estaban nes sociales. Música, espectáculo, imágenes,
demasiado limitados, y la existencia era lo bas­ combinaciones creativas de sabor, de olor o de
tante precaria como para disipar energías y es­ tacto, el sexo, los seriales de televisión, pelí­
fuerzo en competiciones internas. El contrato culas, exposiciones, exhibiciones, diseño de
social aceptado en la Ciudad de Plata eliminaba competiciones deportivas... de todo ello se en­
la mayor parte de las tensiones anulando la pa­ cargaban, convenientemente aleccionados
ternidad. Ganarse el derecho a reproducirse desde pequeños siempre con el objeto de crear
era considerado el más alto honor, pero nadie comunidad.
sabía quién era hijo suyo. Investigar sobre la Los Comerciantes se encargaban de llevar
descendencia era una vergüenza. Y un delito. a cabo y regular todos los intercambios de bie­
Los hijos eran separados de los padres al nes entre ciudadanos. El comercio y la pro­
nacer. A los siete meses y mediante operación creación privada estaban prohibidos.
quirúrgica indolora se extraía a la criatura del Los Mirmidones eran los responsables de
útero materno. Tratamientos hormonales eran mantener el orden y de proteger la Ciudad.
aplicados a los padres para que no desarrolla­ Eran los únicos que sabían manejar armas, pe­
ran amor químico por sus hijos. La alegría de ro también eran los exploradores y los pilotos.
la concepción y los dolores y el triunfo del par­ Entre sus funciones estaba la de controlar a
to eran sustituidos por el prestigio y el recono­ los primates para que realizaran su trabajo.
cimiento social, y también por un leve Eran estos, los primates, los monos, las
incremento de las retribuciones. No existía di­ bestias (se les conocía por diversos nombres),
ferencia de clases en origen. De hecho, no los encargados de las labores físicas como el
cultivo o la minería. La fuerza de trabajo bruta

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FUTUROSCOPIAS

que realizaba las labores que no llevaban a ca­ seño, y cuanto mejor respondía y más perfec­
bo personas de verdad o robots. No formaban cionaba sus habilidades, mejor y más completa
una categoría porque no eran personas. Habita­ era la imagen que tenía del mundo que sus
ban fuera de la ciudad. No tenían acceso al inte­ hermanos habían creado.
rior del recinto, que se realizaba mediante No fue educado intensivamente, aunque
túneles sumergidos muy por debajo de la super­ por supuesto los conocía, en los saberes parti­
ficie del lago. La ciudad estaba construida en culares de las otras categorías. Él fue elegido
una isla, y era inaccesible desde fuera. para progresar en la Vía del Vacío, la médula del
Ninguna Categoría era mejor que otra, to­ conocimiento secreto. Con los años fue ascen­
das eran iguales y necesarias. Aunque una de diendo dentro de los grados de la orden. A los
ellas, por supuesto, era más igual que las otras. treinta años formaba parte del Colegio de Pri­
Los Hermanos Oblatos se encargaban de mados. A los treinta y tres, era elegible para
la vida espiritual y social de los ciudadanos. Patriarca. Nadie había estado nunca tan cerca
Eran sus jardineros. Ellos controlaban la nata­ de conseguir la Capela, el tocado distintivo pa­
lidad, eran los únicos que estudiaban las prohi­ ra la cabeza que distinguía al Patriarca. Pero
bidas ciencias sociales y los que diseñaban la por supuesto, esos estúpidos eligieron a otro.
convivencia y la política. Entre sus miembros Consideraban que todavía era demasiado jo­
había expertos adiestrados en las especialida­ ven y le sonrieron paternalmente para darle
des de las otras Categorías; era preciso cono­ ánimos. Tenía que estar contento de haber lle­
cerlas para un buen diseño de la sociedad. gado hasta ahí a su edad. Eso solo ya era sufi­
Claro que los expertos técnicos además lo eran cientemente importante, tenía suficiente
en control y sistemas de comunicación, y las ar­ mérito. Los expertos en propaganda le explica­
tes en el lenguaje de los Hermanos se llama­ ron que su juventud no casaba con la imagen
ban propaganda. de padre venerable que la gente esperaba de su
Por supuesto, la arquitectura también era patriarca; siempre habían asociado la sabi­
su competencia. Cada ciudadano vivía y existía duría con las barbas. Tendría que esperar otros
en el espacio creado por ellos. veinte o treinta años para tener de nuevo una
Los que se formaban con los Mirmidones oportunidad. Ese tiempo pasaba rápido, había
después se convertían en sus mandos. mucho que hacer, todavía podía aprender más
Las relaciones entre los ciudadanos eran cosas para cuando le llegara el momento, que
totalmente libres, sin importar su sexo ni el nadie ponía en duda.
número, ya que el objetivo de los empareja­ Pero Albión a esas alturas ya conocía el Se­
mientos era conseguir estabilidad emocional y creto Último, la Verdad Final de la Vía del
felicidad, no reproducirse. No obstante, el ma­ Vacío, que no era otra que la de que la Historia
yor honor y máximo reconocimiento (no escri­ era una gran mentira. La Humanidad podía te­
to) para un grupo de ciudadanos era saber ner una antigüedad de eras, pero la sociedad
que su hijo era un oblato. Este es el único dato de la Caverna y la Ciudad de Plata tal y como la
que conocerían sobre él en toda su vida. conocían no tenía más de doscientos años, por
Así que el Hermano Albión era uno de los más que con el fin de proteger a los ciudada­
pocos elegidos para pertenecer a la Categoría nos se les hiciera creer que eran los herederos
más selecta que, aunque gobernaba al resto, de una forma de vida milenaria y que la Tradi­
siempre se presentaba a sí misma como servi­ ción, superviviente de los mares del tiempo,
dora y no como rectora. dirigía sus vidas. ¿Cómo podía ser así si la res­
Es importante conocer estos detalles, si no tauración humana apenas contaba con un par
para disculpar al Hermano Albión, al menos pa­ de generaciones de antigüedad? Al principio
ra entender por qué hizo lo que hizo. Pasó su in­ pensaron en llamarla la Vía Oscura, porque
fancia rodeado de seriedad y trascendencia, fue pretendía asegurar la sociedad mediante el se­
amaestrado en el ritual y el rigor. No recuerda creto, pero luego se pensó que en una ciudad
mucho de sus juegos de infancia, salvo que de luz la referencia a la oscuridad podría tener
siempre eran educativos. Le mostraron el Di­ connotaciones negativas.

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FUTUROSCOPIAS

La información de la que disponía, y por Vacío. Ningún otro ciudadano sabía lo que era
tanto la Verdad, no iba mucho más allá de esa una guerra ni había oído hablar de ella. Noé
época. Al parecer, antes vivían en la superfi­ contó qué le había llevado a emprender el pro­
cie del planeta, quizá incluso en la de algún yecto que hizo que las pocas personas que tu­
otro. Había habido algún tipo de cataclismo, vieron conocimiento de él lo consideraran un
una enfermedad, una guerra terrible, ham­ loco. Quería salvar no solo a la humanidad, si­
bre, crímenes. Enfermedad y radiación. Cosas no también a todas las especies animales den­
inconcebibles que las personas se hacían a sí tro de su artefacto, al que llamó por algún
mismas y a los otros luchando por el control motivo el Arca. Una copia de cada animal y de
de los recursos. Quizá escasearan por causa cada planta. Dedicó todos sus recursos a la so­
del cataclismo, quizá la lucha venía de antes y lución de este problema. Pronto quedó claro
había sido su causa. La historia es confusa en que salvar físicamente a estas criaturas aloján­
los detalles que antecedieron a la Restaura­ dolas en algún sitio quedaba descartado por
ción. El caso es que sucedió algo terrible a es­ cuestiones elementales de espacio, logística y
cala global que dejó inhabitable su pequeño variedad genética suficiente como para poder
planeta, su antiguo hogar, que tanto les había repoblar el mundo una vez el peligro hubiera
costado colonizar. La cuestión es que alguien, pasado. Noé llegó a la conclusión de que la me­
un elegido por supuesto designio divino, un jor manera de salvarlos era como información.
paranoico o simplemente alguien un poco El corazón de su creación albergaba una in­
más lúcido (los historiadores asignan estas ca­ mensa base de datos con el código genético de
tegorías muchas veces dependiendo del resul­ cada ser que poblaba la superficie (o al menos,
tado de los actos y no de las motivaciones), de muchos, los Hermanos solo podían es­
vio venir de algún modo el peligro que se ave­ pecular sobre este punto y sobre el resto a par­
cinaba y decidió hacer algo para dar una se­ tir de la narración de Noé). Llamó a ese
gunda oportunidad a la humanidad. Esta sistema de información MADRE: Matriz de
persona, a la que llamaban Noé —aunque su Datos Relativos al Entorno.
nombre se confunde con el nombre de su pro­ La base de datos contenía también una
yecto—, diseñó un modo de sobrevivir al de­ compilación de saberes y el diseño de un buen
sastre y edificó en el centro de una isla, número de máquinas. Dotó a su obra de pe­
situada a su vez en el centro de un lago oculto queñas fábricas modulares, pequeños robots
en las profundidades de la tierra, una cons­ factoría móviles, tanques de crecimiento, nu­
trucción indestructible de la que surgiría un trientes e invernaderos para el cultivo de los
nuevo orden. primeros alimentos. Los pequeños detectores
Tenía la forma de una cúpula geodésica y exteriores fueron distribuidos por toda la ca­
estaba construida con plastiacero de alta resis­ verna, diseñados para controlar un enorme
tencia. Era totalmente hermética, no entraba rango de parámetros ambientales, bioquímicos
ni salía materia de ella. Únicamente intercam­ y patológicos, y estaban orientados para trans­
biaba información con el exterior mediante un mitir por láser la información a un enorme
sistema óptico enlazado con dispositivos detec­ procesador. Programó las máquinas para que
tores situados en las inmediaciones. Contaba ejecutaran ciertas rutinas cuando se cumplie­
con su propia fuente de energía (una pila de fu­ ran determinadas condiciones en el exterior y
sión) y estaba llena de máquinas. así, cuando estas se dieron, algo despertó en el
Noé dejó un registro escrito de algunas de interior del refugio, se cerraron los primeros
las causas que habían llevado a los hombres a circuitos, se encendieron las primeras luces,
su extinción, al menos su interpretación de los circularon los primeros fluidos. Era una gran
hechos, que por ser la única que se conservaba, apuesta a ciegas. Cuando todo estuvo maduro,
también constituía La Verdad. Contenía esas un rayo de luz coherente de alta energía rom­
palabras terribles cuyos significados se intuían pió el corazón del Refugio.
pero que ni siquiera existían fuera del vocabula­ En el principio fue el Huevo, y de su interior
rio de los Hermanos iniciados en la Vía del surgieron los primeros Hermanos, decididos a

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FUTUROSCOPIAS

crear un mundo nuevo que no cayera en los vie­ reunía las condiciones adecuadas, lo tomaban
jos errores. consigo y se lo llevaban de viaje para que cono­
Albión sabía todo esto. Sabía que los Siete ciera a los Ancianos, que siempre vivían en un
primeros se enfrentaron a la tarea de inventarse lugar apartado e inaccesible, muy lejos de la
un mundo nuevo. Ellos diseñaron el sistema de comunidad. Un lugar secreto y terrible. Prohi­
Categorías, el control de la natalidad, la ausen­ bido. En realidad lo llevaban consigo a la Ciu­
cia de familias. El sexo sería un placer al alcance dad de Plata para que fuera educado en la Vía
de todos, era preciso anular los problemas deri­ de la Bestia, alteraban su mente y su cerebro
vados de los instintos biológicos en la medida con las técnicas que conocían y lo enviaban de
de lo posible (aprendieron de los textos que nuevo a su comunidad pasado el tiempo para
cuando el cuerpo piensa, el cerebro se apaga, que ayudara al Anciano en las labores religio­
que la biología actúa siempre antes que el inte­ sas y, llegado el momento, lo sustituyera.
lecto). La procreación sin permiso en cambio También se encargarían de proporcionarles
sería un delito, y un imposible: la dieta y los cierta tecnología, lo básico para que pudieran
fármacos se encargarían de evitarlo. Dedica­ llevar a cabo sus tareas y sus trabajos. Con el
ron toda su vida al diseño de este nuevo mun­ tiempo, los responsables de mantenimiento de
do feliz. los equipos se constituyeron en una especie de
La principal exigencia del nuevo mundo era cofradía. Llevaban a cabo su tarea basándose
el secreto sobre el pasado y las circunstancias en su relación directa con las máquinas, sin
de su nacimiento. Pronto llegaron a una parado­ comprender los principios subyacentes. Mez­
ja de crecimiento. Por un lado necesitarían claban ritual con experiencia, no era raro que
grandes superficies de cultivo y trabajadores comenzaran su trabajo "despertando" al espíri­
para las minas. Por otro lado, necesitaban una tu del motor con su bastón rúnico y que tras
sociedad controlable, reducida y en la que todo cambiar una pieza quemada por otra sacada de
el mundo tuviera todo lo que deseara y deseara otra máquina ya rota, pasaran la noche velan­
solo lo que ya tuviera. Cuando razonaron que do junto al motor, sumidos en la contempla­
también necesitarían un enemigo controlable, ción y la acción de gracias.
tras muchas discusiones y simulaciones llega­ Todo eso surgió del Huevo el día que el lá­
ron a la idea de los simios, los hombres que ser lo partió en dos. Surgió un plan, de la fami­
harían esos trabajos fuera de la Ciudad de Pla­ lia de los desesperados.
ta, lugar en el que los verdaderos hombres
podrían vivir en paz para siempre. Puede pare­
cer absurdo e incluso infantil, pero estos siete Lo más importante que hay que
sabios eran esencialmente inocentes, nunca
habían experimentado la naturaleza humana recordar para pasar por un
en el entorno humano. hueco angosto es mantener la
Para controlar a su vez a los monos, elabo­ calma.
raron la mentira de los hombres lagarto. Los ex­
cluidos tendrían a su alcance el conocimiento Si te pones nerviosa la cavidad del pecho se
mínimo, la tecnología indispensable para reali­ expande. Hay que mantener la calma, reducir
zar su trabajo y poco más. Nunca podrían ser el ritmo cardíaco, bajar la respiración hasta ese
una amenaza. En lugar de ciencia, les darían punto en el que casi te duermes y todo se rela­
esoterismo. Se creó la Vía de la Bestia. Los mo­ ja. Entonces puedes pasar.
nos tendrían sus propios sacerdotes (los Ancia­ Esto es lo que le explican a Lara los otros
nos) para pacificar sus mentes. Estos hombres hombres, con su ayuda consigue atravesar la
elegirían de tanto en tanto un bebé de su comu­ pequeña oquedad que les lleva a un corredor al
nidad, preferiblemente con algún rasgo o mar­ otro lado.
ca de nacimiento que permitiera luego Las paredes de la cueva se alzaban en­
reconocerlo. Lo tomarían consigo y lo edu­ claustrándolos, el corredor no tendría más de
carían. Llegado el momento y si el discípulo

50
FUTUROSCOPIAS

tres metros de ancho y las paredes eran bastan­ ningún motivo para que no la creyeran. Ratgeb
te lisas. No había tierra por ningún lado, el ca­ no lo tenía tan claro, su visión de los "hombres
mino lo podría haber abierto un gusano lagarto" era bien distinta a la de ella.
gigante que comiera roca. El grupo lo com­ El hongo bioluminiscente de las paredes
ponían cuatro hombres además de la mujer. comenzaba a brillar débilmente iniciando su
Anduvieron durante horas por un camino dife­ ciclo de luz cuando llegaron al lago. Estaban en
rente al que siguieron la primera vez después una pequeña cala que el agua oscura y aceitosa
de ver el milagro del cuerpo de mujer surgien­ lamía despacio desprendiendo un resplandor
do del cuerpo del lagarto, días antes. No verdoso al reflejar la luz de las paredes. El si­
habían perdido el tiempo desde que consiguie­ lencio resonaba en los oídos como cuando te
ron el dispositivo grabador: en cinco días tapas las orejas con la palma de la mano hueca,
habían registrado la vida cotidiana en el asenta­ roto rítmicamente por el sonido de las pe­
miento, imágenes de niños corriendo y muje­ queñas olas al restregar los guijarros. La voz
res lavando la ropa o trabajando en las del agua era hipnótica, esa pequeña zona de la
plantaciones. Esas escenas de la vida diaria caverna de techo bajo y tan cerrada al agua
serían lo más radical y revolucionario que se tenía una cualidad uterina y a Lara le recordó
habría visto nunca en la Ciudad de Plata cuan­ las salas de maduración de los fetos en su últi­
do Lara las insertara en el sistema común de di­ ma fase de desarrollo.
fusión de imágenes. Los detalles concretos de Dejaron los módulos en el suelo y Lara co­
cómo se haría esto eran confusos, pero tenían menzó a vestirse ante la mirada fascinada de
tiempo; todos asumían que lo que fuera a ocu­ sus compañeros. Ratgeb la miraba con una in­
rrir podría tardar años, lo importante era hacer­ tensidad sexual, imposible saber en lo que es­
lo bien y a la primera, no habría segundas taba pensando mientras la veía convertirse en
oportunidades. Repartido en las mochilas iba el enemigo. Primer problema: las baterías es­
el traje de Lara. Se dirigían a un punto discreto taban descargadas o algo le había sucedido al
en la orilla del lago. El plan era que Lara se traje puesto que no respondía ni se encendía
pondría el traje y avanzaría hacia la isla nadan­ ningún indicador. Estaba muerto. En esas con­
do ayudada por unos sacos rellenos de restos diciones la misión se volvía imposiblemente
vegetales de las plantaciones. No habían podi­ arriesgada. Con el traje inútil solo contaría con
do reponer la reserva de aire y la recarga de las el aire atrapado dentro. Contar con la escasa
baterías había sido precaria, ya que no había provisión de los depósitos casi vacíos era apu­
más electricidad que la disponible en el tendi­ rar mucho, pero sin energía para hacer circular
do común de iluminación del asentamiento. el aire y activar los reguladores no tenía casi
Habían tratado de construir un transformador ninguna posibilidad. Tendría que encontrar la
primitivo con ayuda de un mecánico al que no manera de respirar hasta llegar a los tubos, po­
le dieron demasiados detalles. Lara entendía al­ nerse el casco agarrada a los sacos llenos de
go del tema, pero no era su especialidad. Las restos vegetales, conseguir un buen cierre sin
baterías tenían una carga mínima, la mujer ponerse nerviosa y luego bajar hasta el tubo y
sabía que la medición que indicaba el sistema aguantar hasta que llegaran a por ella. Era un
del traje no era fiable. suicidio. Ratgeb parecía entender las implica­
Por eso no iba a tratar de volver utilizando ciones, no hizo falta decir nada tras darse por
los impulsores; la idea era flotar con la madera vencidos y comprobar que no había respuesta.
y no sumergirse hasta el final. Contaba con ser —Vas a bailar un swing. Lo conseguirás,
capaz de aguantar hasta llegar a la boca del tu­ creo que eres una persona con suerte.
bo de lanzamiento. Una vez allí, esperaba que —La suerte es solo un modo de describir el
su presencia fuera detectada, y que alguien acu­ resultado de una acción, y suele depender de
diría a por ella, posiblemente mirmidones. que te guste el resultado. No sé si quiero morir
Tenía preparada una historia de amnesia y por esto, quizá debería dejar simplemente que
desorientación, diría que pasó esos días escon­ los mirmidones me encuentren, llamar su
dida, no mencionaría a los monos. Lara no veía atención de algún modo.

51
FUTUROSCOPIAS

—¿Y cómo les dirás que has sobrevivido to­ —Si me encuentran las pulseras tendré que
do este tiempo sin agua ni comida? dar muchas explicaciones.
—El mismo problema tendré a la vuelta si Estaba claro que no quería discutir. Ukk la
funciona el plan. Puedo decir que me adoras­ miró hosco y se dio la vuelta murmurando
teis y que me alimentasteis. sobre vacíos interiores.
—La reserva de aire no te hubiera dura­ —No entiendo esas tonterías.
do cinco días y nuestra gente ha dicho que No recibió respuesta, el propio Ratgeb lle­
no te conocían cuando les han interrogado. vaba al cuello un talismán contra las maldi­
Eso es cierto, solo nosotros sabemos quién ciones.
eres, pero si te hubiéramos "adorado" como —Era de su padre, probablemente sea uno
dices (cuando lo lógico hubiese sido matar­ de los objetos que Ukk más valore.
te) la gente tendría que haberlo sabido. —¿En serio crees que alguien te puede des­
Habrá represalias si ellos creen que les ocul­ truir con una palabra? —le había dicho Lara
tamos algo. durante la cena.
—No las habrá, al fin y al cabo me mantu­ —Puedo asegurarte que si me pongo en pie
visteis con vida. ahora mismo y les digo quién eres no llegarás
—No conoces a tu gente. viva a mañana.
—Te recuerdo que soy una de ellos. —Pero...
—Por lo que me has contado tu trabajo no —Y vamos a cambiar el mundo con un puña­
incluía tratar con personas de fuera. Perdón, do de imágenes. Si tenemos fe. Si no metemos la
primates. pata. Si los dioses así lo quieren. La información
Esto último lo dijo con sarcasmo, la cara es poder, pero dime, ¿por qué nos ayudas?
formando una mueca desencajada. Lara perci­ —La idea de que simplemente por ser
bió claramente la carga de odio. Lo que les quien soy y vivir en la isla implica que vosotros
había contado les había hecho mirarse con los tenéis que estar aquí, sin nada de lo que yo
ojos de "ellos", del pueblo de Lara. Ella se tengo, sin poder dedicar vuestro tiempo a algo
había visto como el otro, la bestia, el temor que que os haga felices me hace sentir mal.
asusta a los niños para que no se escapen y se —Tú al menos no vienes aquí con los látigos.
terminen la cena u obedezcan a sus padres. Por —No, alguien lo hace por mí. No puedo es­
lo que había visto en el asentamiento, el miedo tar allí y mantener mi independencia de lo que
formaba la base del sistema educativo. Por eso pasa aquí. En realidad no tengo opción. En
las pulseras y los amuletos, y las creencias en realidad sí que vengo con el látigo.
los poderes invisibles. Tras un momento de silencio Ratgeb le
—Como ya te he contado, nosotros no tene­ hurtó la mirada y dijo cortante:
mos padres como los tenéis vosotros. Estamos —No le digas eso a los otros. Creo que no lo
libres de eso, nos debemos solo a la ciudad. entenderían —y acabaron de cenar en silencio.
—Lo dices como si fuera algo bueno. Ahora volvían a mirarse. Ese momento se
Ukk les interrumpió. había ido, el ahora consistía en unas baterías
—Lara, tengo para ti una pulsera con un descargadas.
símbolo de orientación que evitará que te pier­ —Entonces ¿qué les vas a decir cuando te
das y un amuleto que quita el hambre, era de encuentren?
mi padre, de cuando salía a cazar por las caver­ —Que estuve sola. Que se estropeó mi tra­
nas interiores. je. Que he respirado el aire venenoso y que es­
—No creo que un símbolo dibujado en una toy enferma, y que no he comido nada en estos
pulsera afecte a mi metabolismo. días salvo lo que había en mi traje. Me harán
—Vosotros no sabéis nada, creéis que lo análisis, cuento con usar algunas hormonas del
abarcáis todo con vuestra ciencia, pero no soporte vital para alterar los resultados. —Son­
tenéis ni idea de lo que sucede en realidad. El rió— mi especialidad son esas cosas ¿recuer­
miedo es real, y la fe ¿has medido moléculas de das? De todas formas ahora hay que pensar
fe alguna vez con alguno de tus aparatos? otra cosa, sin las baterías no podré hacerlo.

52
FUTUROSCOPIAS

—¿Qué te harán por lo del aire? Alzó el brazo y lo dejó caer restallando el
—Me internarán un tiempo, supongo Me látigo. Ratgeb se dobló de dolor y soltó un gri­
tendrán en observación. Repetiré sus cancio­ to. En ese momento, Lara salió del agua con
nes y diré lo que quieren oír, y con el tiempo una piedra. Alzó ambas manos por encima de
me sacarán. Espero que no mucho. Esconderé su cabeza y trato de darle con todas sus fuerzas
la grabación en mi cuerpo para que no la en­ intentando acertar en una especie de saliente
cuentren cuando llegue, después la pondré en prismático de la base del cráneo. El hombre la­
un lugar seguro hasta que pueda difundirla. garto cayó al suelo y desde allí le lanzó un lati­
—Te matarán. gazo a ciegas que se enroscó alrededor del
—No lo creo. Les he costado muchos recur­ antebrazo del traje de Lara. Ella sintió el dolor
sos, no creo que me eliminen si me creen sincera. de la descarga a pesar del aislamiento, pero pa­
¿Por qué iban a hacerlo si no he descubierto na­ ra él era tarde, se habían echado encima de él
da? Yo misma me reconozco afectada por el aire. con más piedras. Los esclavos que pierden el
Además, no creo que mucha gente sepa la verdad, miedo ya no son esclavos nunca más.
me tratarán como un caso más, y si la cosa llega Cuando todo terminó Lara Solo dijo una
hasta alguien que lo sepa, bueno, como te he di­ cosa tras el primer asesinato en la historia de
cho no he descubierto oficialmente nada. Y nunca la Ciudad de Plata:
nadie ha matado a nadie en la Ciudad de Plata. —Usaremos sus baterías.
—Ellos nunca necesitan un motivo. Te ma­
tarán.
—El terror es un instrumento. Los mirmido­ Hay algo que tengo
nes controlan sus emociones, lo sé. Mi vida es­
tuvo ligada un tiempo a la de uno de ellos. dentro, que está dentro de mí
No pudieron seguir hablando, algo estaba y no es mi amigo,
saliendo del agua.
Era una figura negra y verde, una inconfun­ una discordancia que subyace tras toda
dible cabeza de lagarto. Les habían encontrado música y toda pretensión de discurso cohe­
en el peor momento. Lara se deslizó por detrás rente.
de las rocas y se sumergió a oscuras y sin hacer
ruido. Desapareció, para el hombre lagarto pro­ Estaba sentado frente a su mesa esperando
bablemente nunca había estado ahí. Lo que los a que de un momento a otro su secretario le
hombres veían ante sí era un ser de metal duro trajera la comida. Revisaba informes consul­
sobre el que se escurría el agua desprendiendo tando algunos datos con Madre y rellenando
destellos fosforescentes. huecos en su esquema de actividades. Alguien
El circuito de voz comenzó a funcionar, la llamó a la puerta y tras escuchar un sucinto
voz sibilante y reptiliana les ordenó estarse "pase", su secretario entró sin hacer ruido por­
quietos. tando una bandeja con un par de emparedados
—¿Qué estáis haciendo aquí? Deberíais es­ y una taza de café humeante. Albión comió con
tar en vuestra cueva, durmiendo con vuestras bocados espaciados mientras se informaba de
hermanas. las últimas noticias, sin mirar la comida. Al
Lentamente desenroscó el látigo, se es­ terminar pulsó un botón y sobre su mesa se
cuchó un leve zumbido cuando lo puso en mar­ desparramó una marea de microbots de lim­
cha. Los hombres estaban inmóviles en pieza. Cada unidad era de color negro, tenía la
diferentes posturas, Ratgeb miraba por encima forma de una lenteja y el tamaño de un grano
del hombro, medio de espaldas. Les estaba ha­ de sal gruesa. Se extendieron por la superficie
ciendo con la mano extendida la señal de que cubriéndolo todo con un movimiento semejan­
se estuvieran quietos. te al de una ola que se retira, y casi igual de rá­
Se acercó un par de pasos. pido. Al llegar al borde de la mesa se arrojaron
—Yo os enseñaré lo importante que es cum­ al suelo formando una cascada de color teflón
plir con el horario. que al chocar con las rodillas de Albión se

53
FUTUROSCOPIAS

abría en dos chorros. Las pequeñas unidades taré preparado, la Estructura es tan rígida
que aterrizaban en su túnica rápidamente res­ que con un poco de suerte no lo resistirá. Y ahí
balaban hacia el suelo, donde se reunían con estaré yo.
las otras y se dirigían juntas a una abertura en
la pared a la altura del suelo. La mesa quedó Llaman a la puerta.
limpia de migas y restos de café. Él no levantó —¿Sí?
la vista de lo que estaba leyendo ni por un mo­ —La hemos encontrado. Ha conseguido
mento. Todo sucedió en silencio. llegar a uno de los tubos de salida.
Albión dejó de leer. Hizo una pausa reflexi­ —Trátenla con delicadeza, y prepárenla pa­
va, abrió sus archivos personales y continuó la ra un pequeño interrogatorio.
escritura en el punto en el que la había dejado.
Le gustaba dejarse una línea como cebo para se­
guir a partir de ahí, le permitía enlazar con el Rompimiento de gloria.
flujo de ideas anterior. Era una especie de testa­
mento lo que escribía. Y hasta aquí la reconstrucción de lo que
sucedió en los Días de la Caverna. El resto de
Esta idea me ha atormentado durante mu­ la historia es de sobra conocido. Hemos queri­
chas noches. Los Padres crearon un mundo fe­ do con esta dramatización, elaborada a partir
liz "donde todo el mundo tiene lo que quiere y de los pocos restos que han sobrevivido hasta
no desea lo que no puede tener". Un mundo nuestros días, ofrecer una imagen plausible
perfectamente ordenado, sin diferencias. Por de los hechos, abierta por supuesto a futuras
otro lado, yo sé, y este saber en sí mismo es reinterpretaciones si en algún momento apa­
una diferencia insalvable, atroz. Contribuyo a recen nuevos datos. No queremos, eso sí, dar
dirigir un mundo al que no pertenezco, formo por finalizado este trabajo sin presentar un
parte de una hermandad de personas mejor in­ documento hasta ahora inédito: un pequeño
formadas que la mayoría, pero que desconoce texto escrito por la persona que se llamaba a
la Verdad a la que solo tenemos acceso tres sí misma Lara que ha aparecido entre los do­
personas. Tres personas y el Patriarca, claro. cumentos de Albión. Se trata de unas pocas lí­
Esos idiotas prefirieron elegir a otro, alguien neas que al parecer no guardan relación
con más edad, les parezco demasiado joven. directa con los hechos que dieron lugar a la
Argumentan que la gente está condicionada historia, pero que nos parece relevante apor­
para aceptar a un Patriarca con determinado tar como apunte de la personalidad de dicha
aspecto, venerable, mayor (pero no demasia­ persona.
do). Alguien que les inspire "confianza". Son
paparruchas, claro. Lo que sucede es que me [Hoy por la noche]
tienen miedo. Llevamos años seleccionando a Recuerdo cuando me sentaba aquí, hace
los mejores, prefiriendo ciertos rasgos sobre tanto tiempo. La luz de la lámpara me deslum­
otros, y cuando aparece alguien con las mejo­ braba igualmente al mirar la pantalla del orde­
res cualidades, se acobardan. nador. Yo solía taparla con un trapito, un
Tengo que dejar claro que lo único que he pañuelo rojo que me dieron las mujeres con las
querido con mi acción es atraer el cambio, que pasé unos días oculta en el pueblo antes de
abrir una grieta para un poco de caos. No pre­ volver. Teñía levemente la habitación con un
tendo nada radical, solo crearme una oportu­ tono rojo. Le daba un color íntimo de prostíbu­
nidad; no pienso esperar treinta años a que lo improvisado. Solo la luz. Aquí nadie sabe lo
mi ilustre colega decida morir y dejar el car­ que es un prostíbulo de todas formas.
go. Por eso he elegido a esa chica para mi pe­ Recuerdo pasar horas mirando el vacío de
queño experimento. Nada aparatoso, un la pantalla, los millones de posibilidades.
pequeño accidente. Espero... la verdad es que La más terrible soledad. Sí, de eso quería
no sé lo que estoy esperando. Espero que suce­ hablar. De la soledad. Y de que creo que nunca
da Algo, cualquier cosa. Cuando suceda, es­

54
FUTUROSCOPIAS

volveré a hablar de ella. Tengo que decidirlo. bordes, que elimina las otras posibilidades,
Quizá le eche valor y lo decida hoy. Por un la­ que te pone delante de la cara las cosas claras:
do, no hay un máximo a superar. Hay un máxi­ esto es así. Y así va a seguir siendo. Esto es así,
mo global a lo que el ser humano... Mejor será y tú ya no tienes forma de cambiarlo. Esto es
dejar de hablar del ser humano. Hay un límite así, y no lo intentes porque no merece la pena.
a lo que yo creo que soy capaz de sentir. Hay Esto es así. Ellos no dejarán que sea de
días mejores que otros, y hay veces que te pare­ otra forma, me decían en las cavernas. Esto es
ce tocar un techo —o un suelo— de dolor que así, la gente es débil. La gente es avariciosa. La
no sabías que existía, pero que estaba ahí. Lo gente es cobarde. La gente miente. Estos eran
peor que te puede pasar es lo peor que te ha pa­ los argumentos que me dieron los Hermanos,
sado. Cualquier cosa que no te ha pasado no cuando me hablaban de los que viven fuera,
existe. Es así de sencillo. Si nunca te ha pasado pasando calamidades.
nada, si fueras una especie de rata de laborato­ Tú eres gente, como los demás. Tan simple
rio perfectamente cuidada, y un día se te rom­ y tan revolucionario como eso.
piera una uña, sería un drama que te llevaría a Esto es así. Tanto como un escroto de un
escribir cosas terribles. O peor aún: a enseñár­ cadáver del tamaño de un balón de fútbol tras
selas a los demás. Mira cómo sufro, dirías. Co­ tres meses de descomposición. Varón.
mo Esa Gente. En los meses que siguieron a la emisión de
Pero tiene que haber un tope. Ni siquiera la cinta, aparecieron cadáveres flotando en el
comparas, no hay una memoria consciente lago. Nunca creí que las cosas llegarían tan le­
que contraponga este momento a uno del pasa­ jos.
do y te indique, con precisión matemática, si Toda esa desesperación, toda esa lógica
debes sentirte mejor o peor. No existe tal cosa. aplastante —porque­te­aplasta— son ruedeci­
Cada drama es siempre el más terrible, o no tas y poleas y planos inclinados de la mente. En
sería un drama. Lo vi en los asentamientos, el algún momento quizá te hagan más fuerte o te
tiempo que pasé con las personas que me permitan sobrevivir, o librarte del mamut o de
abrieron los ojos. Lo he visto en la ciudad, los la guerra o te ayudan a reproducirte. Pero Solo
pequeños dramas cuando cualquier pequeño formando parte de un esquema más grande.
detalle de la vida cotidiana no estaba en su si­ El juego es así. Más te vale no olvidar que
tio, cuando algún meanismo decidía ir mal, es un juego, porque eso elimina muchas figu­
mis alegres conciudadanos, ignorantes de las ras del esquema, y deja a las ruedecitas y a las
comodidades en las que desarrollan su vida. poleas y a los planos inclinados mucho espacio
Muchos de ellos se vendrían abajo si al abrir el para funcionar mal, y llevarte, cogido del co­
grifo no saliera agua caliene. La frustración es razón, a donde no querrías ver nunca a nadie
un demonio que exige ser dominado. Todos so­ amado.
mos hermanos en eso. La comodidad es enemiga del hombre. La
No es el dolor lo que te lleva a hacerlo. Es perfección es enemiga del hombre.
la desesperación, el no ser capaz de imaginar la Parece que el hombre tiene pocos amigos.
vida de otra forma, o cómo era antes (ya que el Algo habrá hecho.
pasado, como el futuro, tampoco existe).
La desesperación y la lógica si estás enfer­ FIN
mo, o mal informado. La lógica que recorta los

55
FUTUROSCOPIAS

VISIONES
Ilustración de Ricardo García Hernanz

Visiones, versiones, espejismos de una misma historia, un


mismo tema. Un mismo héroe, villano, protagonista. La idea de
realizar relatos sobre un tema común dejando a la creatividad el
espacio que necesita.
Michael Moorcock y su personaje Jerry Cornelius se
encuentran agazapados bajo estas visiones. Son la inspiración
directa de esta sección de la revista. Moorcock animó a otros
autores a trabajar con Jerry Cornelius, a expandir su universo de
historias, a crear un mundo compartido de ideas usando a
Cornelius como elemento común que a duras penas fuera el
cemento que uniera esos mundos. Una idea fértil que dio
diversos resultados. Moorcock escribió cuatro novelas a cual
más dispar que actuaban como una metaficción con un
personaje como nexo de unión. Pero ni tan siquiera en estas
novelas del propio autor se dota a Cornelius de un mundo con
una coherencia interna.
El personaje sería revisado por otros autores como Moebius
en su Garaje hermético, Grant Morrison en Sebastian O y Los
invisibles. Ha inspirado obras como Las aventuras de Luther
Arkwright de Brian Talbot. Incluso la letra de la canción
Veteran of the psychic wars, escrita por el propio Moorcock, se
podría entender como narrada en primera persona por el propio
Cornelius.
Y así presentamos estas "Visiones", una excusa para
desarrollar mundos compartidos, historias comunes o
simplemente trabajar sobre un tema que al autor se le impone
desde fuera como ejercicio de estilo. Cada vez con una visión
diferente, una faceta del cristal en la que se reflejan diferentes
aspectos. Unas historias que esperemos les gusten.
Y en este número solo una profesión como nexo común. El
taxista espacial. Tengan cuidado con la bajada de bandera.

El editor.

57
FUTUROSCOPIAS

CONOCER LA VERDAD de gravedad. Y contrastaba con la delgadez


por Antonio Morera del bigote, con algunos pelos rubios, y con
la escasez del pelo del cráneo, rapado muy
—Creo que usted y yo nos vamos a llevar corto. El taxista fijó sus ojos azules en los
bien. Jajajaja. ojos del rabino, también azules, mientras
El taxista terminó su apretada carcajada este miraba, en cambio, su propia barba,
con un extraño sonido nasal. Parecía un negra esta vez. Una de esas barbas que son
amago de sonarse los mocos sin ponerse casi inexistentes entre el labio inferior y la
un pañuelo delante de la cara, como si qui­ barbilla, y que luego surgen hacia el pecho
siera asustar a su interlocutor con la ima­ como si tuvieran un objetivo concreto. Bajo
gen anticipatoria de un reguero de saliva y el sombrero negro de ala ancha, los tirabu­
mocos empapando el magro bigote y la elon­ zones postizos flotaban libremente en ausen­
gadísima barba; y en el último momento di­ cia de gravedad.
jera: “Que no tonto, que es broma, que no —No le ha molestado lo que he dicho de
voy a soltar los mocos al aire para que se las barbas, ¿verdad?
queden flotando por aquí”. Así que se giró y —Eh. Ah. No, no. En absoluto, en abso­
llevó la mano hasta el taxímetro. luto.
—Usted me dira dónde vamos jefe. —Perdone la curiosidad, pero ¿es usted
—Eh. Ah. Al centro del universo, por favor. rabino?
—¡Yujuuuuuuuuuuuu! La verdad es que —¿Cómo se ha dado cuenta?
nunca me he acercado por ahí. Se merece us­ —Jajajajajajajaja —el taxista hizo otra
ted un abrazo por descubrirme nuevos cami­ vez su peculiar sonido nasal—. Bueno, yo
nos. Pues allá que vamos. ¿Tiene alguna soy taxista, como verá. Me llamo Sánchez.
preferencia en cuanto a la ruta? ¿no quiere Joss Sánchez. Pero usted puede llamarme
que le dé un abrazo? pichafloja.
—Eh. Ah. Oh. No. Vaya por donde usted —¿Eh? ¿Qué? ¿Por qué?
quiera, pero no me toque. —¿Por qué soy taxista o por qué puede
—Bueno, pues si le parece, me voy a sal­ llamarme pichafloja? ¿Quiere que le dé un
tar el agujero de gusano, porque yo no sé us­ abrazo?
ted, pero a mí, la verdad, es que me toca un El rabino se tapó la cara con las manos,
poco los cojones pagarle peaje a Ruíz Ga­ con ganas de frotarse los ojos, pero sin
llardón. Y más aquí. atreverse a ello por miedo a clavarse las
—Eh. Oh. Vale, vale. lentillas. No había nada peor que tener que
El taxista activó el taxímetro y la propul­ cambiarse las lentillas en medio de la gra­
sión iónica con el mismo gesto enérgico. La vedad cero. Y sería todavía peor dentro de
mano se movió con tanta brusquedad que aquel apestoso taxi. Temía que el olor a pi­
agitó el aire de la atmósfera artificial, remo­ no le entrara por los ojos y se quedara alo­
viendo el olor a pino artificial que impregna­ jado en su cerebro.
ba el exiguo interior del vehículo.
—Eh. Oh. Perdone, pero, ¿por qué ha di­
cho antes que nos íbamos a llevar bien?
—Por las barbas, amigo, por las barbas. Cuaderno de bitácora.
El rabino se recostó en el asiento trase­ Fecha estelar: 05072010.
ro del taxi espacial y pensó que sí, que en ¡Al fin! ¡Al fin me han dado permiso de
eso tenía razón. El taxista tenía una barba mi misión de conquista y destrucción del
erizada, de pelo duro y densísimo, de color planeta Tierra! ¡Al fin puedo retornar a los
castaño un tanto rojizo, que le cubría la pan­ tentáculos de mi amada, y dormir arrullado
za como una manta abrigada. La dureza del por sus ronquidos!
pelo era tal que apenas flotaba en ausencia La verdad es que me hacía falta un des­
canso. Después de la última bronca que me

58
FUTUROSCOPIAS

han echado los mendrugos de Inteligencia —¡¿Qué?! Pero ¡¿por qué?!


de la Flota, a punto he estado de desertar. —Porque me obliga el Ayuntamiento.
¡¿Pues no se han atrevido a regañarme por A mí, la verdad sea dicha, me toca un poco
nosequé mutilaciones de ganado y nose­ el pie tener que pararme en cualquier aste­
cuántas abducciones de animadoras de insti­ roide a pillar a la peña, porque luego es un
tuto?! follón para que me paguen las carreras, pe­
Quiero que quede constancia en este dia­ ro qué quiere que le diga.
rio privado —que será leído por todo el pú­ —Qué barbaridad. Qué barbaridad. Ni
blico, o no me conozco las filtraciones del que estuviéramos en Cuba.
servicio— que encuentro insoportable la cre­ —Jajajajajaja. No se preocupe, rabino,
tinez conspicua de la gente de Inteligencia que no será para tanto—. El taxista juntó,
de la Flota. Si el almirantazgo es incapaz de esta vez, su peculiar sonido nasal, con un
levantar su implante peniano sin recurrir a silbido agudo lanzado hacia su próximo
los arbotantes de su señora es su problema, cliente. Contra todo pronóstico de las nor­
pero los agentes de campo no tenemos por mas físicas del espacio conocido, el humano
qué tener que aguantarnos las ganas de ali­ calvo, gordopilo y que sangraba por los ojos
viar nuestros impulsos genésicos como si poniendo perdido el asteroide sobre el cual
fuéramos seres humanos de torcidas cos­ se erguía, fue capaz de escuchar dicho silbi­
tumbres alimenticias y sexuales. ¿Acaso do. —Venga, sube, pichafloja.
quieren que nos sujetemos los tentáculos al Las barbas. Se parecían en las barbas.
cuerpo con una frazada hasta que a los seño­ El rabino entendió perfectamente lo que
ritos les convenga arrasar la Tierra? Esa no quiso decir el taxista cuando el calvo gordo­
es forma de tratar a un ñagarái, no señor. pilo abrió la puerta del taxi y las barbas del
Ya es bastante malo tener que estar aquí taxista y el rabino hicieron lo imposible pa­
metido, dentro de las tripas de un huésped ra acompañar a la atmósfera con olor a pi­
humano, dominando su mente, ocultándo­ no hacia el espacio exterior. El calvo
me de sus congéneres y flotando en sus di­ acomodó su orondo cuerpo en el asiento
gestiones. trasero y cerró la puerta de golpe. El taxis­
Es muy estresante. Sus fantasías son tan ta, cuyas venas empezaban a hincharse bajo
sórdidas como su dieta. Menos mal que no su piel, se dirigió al cliente con las últimas
me tengo que preocupar por sus congéne­ reservas de aire que le quedaban en los pul­
res, pues no tiene amigos. mones.
Estoy deseando llegar a casa a palpar a —Por favor, ¿podría cerrar más despa­
mi señora con los palpos. De hecho, creo cio la puerta? Y si no le importa, ¿puede
que debería coger un taxi. Así llegaría an­ volverla a abrir, para que entre otra vez la
tes. Además, he salido del planeta de forma atmósfera, y después cierre si quiere, pero
un tanto precipitada. Tenía tantas ganas de despacio? Si lo hace le doy un abrazo.
cogerme un permiso que se me ha ido el san­ El calvo miró al taxista con ojos empa­
to al cielo y hasta se me ha olvidado coger pados en sangre. Pero no le vio. No obstan­
un traje espacial. te, hizo lo que le pedían. Mientras la
Y ahora resulta que el mendrugo de mi atmósfera con olor a pino volvía a entrar en
huésped está empezando a sangrar por los el taxi, el rabino reflexionó sobre las leyen­
ojos. das que se contaban de los taxistas espacia­
les, como que eran capaces de insultar a
gritos incluso a través del vacío del espacio.
—Buenas.
—Jefe. Voy a tener que parar si no le im­ —Buenas. Oiga, ¿usted no es del todo
porta. humano, verdad?
—¿Eh? ¿Ah? ¿Por qué? —No. ¿Cómo se ha dado cuenta?
—Para recoger al colega este. —Por lo que le ha hecho usted a la po­

59
FUTUROSCOPIAS

bre atmósfera nada más entrar. Se huele gen, pero el cura insiste, horrorizado, en
desde aquí. Ustedes los ñagarái siempre ha­ que ha estudiado biología y que los esper­
cen lo mismo. Siempre se cogen un cuerpo matozoides solo se encuentran con caca y
huésped humano, se le meten por los intesti­ nosequé del Gobierno.
nos y se quedan ahí, disponiendo de su cuer­ Y encima el muy jeta tiene los santos co­
po a placer. Casi diría que son ustedes un jones de soltarme todo esto cuando él va al
poquito julandrones. centro del universo. ¡Será posible! Al centro
—Oiga, sin faltar. del universo. Como si no supiéramos todos
—Bueno, ¿dónde vamos? lo que pasa ahí, en el centro del universo.
—Pues mire, estoy de permiso, así que Drojaíno, metijón, degenerao, vicioso,
primero vamos a ir a Vulcano, y en llegando trolo, so quinqui, desgraciao. ¡Piazo cura!
a la luna, sale de curvatura, se mete a la de­
recha y va por...
—Ya. Ya sé dónde va. Anda, mari­
conzón, que te quieres ir de putas. —¡Eh! ¡Oh! ¿Cómo que cura? ¡Oiga,
—Usted no lo entiende. Yo le dedico las oiga! ¡Sin faltar! Pero ¿qué impertinencia
palabras más bonitas en mi diario. Pero es esta? Que yo no soy de esos tocaniños.
vea, vea su foto. —Jajajajajaja. Bueno, bueno, rabino, no
—¡Zape, zape! Si a mí me da igual. Mien­ se me mosquee con el pobre hombre este,
tras no me llame pichafloja. que bastante tiene con lo que tiene. Y usted.
—¿Qué? ¿Eh? ¿Ah? ¿Cómo? ¿De pu­ No, usted no. El otro usted. El usted que
tas? —el rabino empezo a manotear el aire a está dentro de usted aunque usted no lo se­
su alrededor intentando colocarse las bar­ pa. Haga el favor de no insultar a mi clien­
bas en su sitio, que continuaban escoradas tela, a ver si van a haber aquí hondonadas
hacia la puerta del taxi—. ¡Pero oiga! ¡Oiga! de hostias, ¿estamos?
¡Eso es pecado! —¡Oh! ¡Oh! ¡Ah! Es indignante. ¿Falta
mucho para el centro del universo?
—Pues estoy un poquitín perdido. No sé
Cuaderno de bitácora. si tengo que girar por aquí.
Anexo. —¡Ah! ¡Oh! ¡El meteoro! ¡El meteoro!
He podido coger un taxi pero, desafortu­ —Uuuuuuups.
nadamente, he de compartirlo con un ser —Gireeeee, Sáaaaanchez.
humano que insiste en sus condicionantes —¡Ah! ¡Oh! ¡El volante! ¡No suelte el vo­
morales para dictar el devenir genésico de lante!
mi especie. Sus dicterios reprobando mi po­ —¡Animal! ¡Se conduce con las manos!
sicionamiento anatómico dentro del íleon ¡Con las dos manos!
del señor, por alopécico que sea, se mezclan El taxi se deslizó por la curvatura del es­
con las más profundas disquisiciones inte­ pacio tiempo como por cualquier otro so­
lectuales sobre la naturaleza de la virtud y cavón, mientras las bacterias de salmonela
las restricciones que para la libertad indivi­ que viajaban montadas en el meteorito con­
dual derivan de degradar la santa institu­ tra el que casi se estampaban le hacían la
ción del matrimonio. peineta. En unos cuantos millones de años
Yo he intentado explicarle que a mi seño­ llegarían a un planeta y evolucionarían has­
ra le soy fiel. Que su belleza es como las de ta formar una civilización del cagarse, para
las florecillas del campo a los pies de los ca­ luego exterminarse las unas a las otras en
ballos. Y que a mí no me llama desviado ni accidentes de tráfico. El rabino pensó que
mi padre, que es lo que más respeto en el no era un mal guión para una película de
mundo. Que desde que he dominado la men­ Hollywood. En un futuro, los vehículos se
te del humano que me sirve de huésped, he movían con reactores de fusión. Pero un ac­
hecho lo imposible porque siga siendo vir­ cidente múltiple producido en las cercanías

60
FUTUROSCOPIAS

del Bernabéu amenazaba con provocar una fera con olor a humanidad del traje. Es un
reacción en cadena y destruir la Tierra. cambio tan agradable que uno empieza a
—Pffffffff. Qué quiere que le diga, rabi­ respirar por la boca, de puro ansia de oxíge­
no. Cosas peores se han visto. no.
—¡Eh! ¡Oh! Oiga, ¿hay aquí instalado un Nos acercamos al centro del universo y
aparato de telepatía? presionamos el timbre de la puerta romboide
—Nos ha jodido mayo con las flores. de la valla del chalet. Nos abre un menos­
¡Que este taxi es híbrido! mola de tres por tres —parsecs—, que dice
que qué queremos. Yo no quiero nada y el
rabino solo quiere ver algo por la escafan­
dra. El menosmola nos dice “poneos en esa
Cuaderno de bitácora. cola” y nos situamos detrás de una plétora
Suplemento. de lo más granado de la intelectualidad uni­
Llegados al centro del universo, casi hay versal, desde liberales con cara de no haber
que sujetar al rabino para que no se bajara logrado, a base de insultos, que papá Esta­
del taxi sin traje astronáutico. Qué ganas de do les limpiara la caquita del culito, hasta
pillar tiene este hombre. Esta mal, mal, pe­ keynesianos con las venas resecas de tanto
ro mal de verdad. pincharse inyecciones de liquidez, entre­
El taxista aparca en el horizonte de suce­ mezclados con antiguos diputados marxis­
sos. Dice que de ahí no pasa. Que en cuanto tas reconvertidos a la extrema derecha,
mete el taxi en un área donde el tiempo se historiadores neofranquistas, socialdemó­
dilata, automáticamente los de la Mutua le cratas magufos, contertulios de tarifa pla­
suben el seguro porque dicen que el coche na, gentes que gracias al terrorismo pueden
tiene más de diez años en el universo relati­ presumir de demócratas y, en general, to­
vista. dos los cretinos que en este universo abren
El olor a pino de la atmósfera artificial la bocaza para rebuznar y encuentran un
nos persigue en cuanto bajamos del taxi. Pe­ auditorio receptivo a su halitosis. Todos
ro enseguida se congela el ambientador, buscando pasar como fuera el fin de ciclo.
que además se pone verde, y no sé si es por Después de un buen rato llegamos a las
la radiación cósmica o porque le echan algu­ segundas puertas romboides. Se abren
na mierda química. El rabino está mal, pero las puertas romboides y pasa primero el
mal, mal de verdad. Y lo de no poder respi­ menosmola de tres por tres, que va ciego,
rar dice que es lo que peor le pone. Pero el bailando al son de tres perroflautas. Se cie­
taxista se estira y nos deja unos trajes as­ rran las puertas romboides. Luego pasamos
tronáuticos que tiene en el maletero, vol­ por un escudo deflector. Luego por las ba­
viendo enseguida a recogerse los brazos terías láser. Luego por una cortina de aba­
hasta su tamaño normal. Insiste en darnos lorios y ya llegamos, auténticamente, al
un abrazo especial para asegurarse de que centro del universo.
queramos volver. Ninguno quiere. Donde está Dios.
He tenido que ayudar al rabino a poner­
se el traje. Porque está mal, mal, pero mal
de verdad. Yo creo que se le va a deformar —Eh. Ah. Oh, señor, señor. No soy dig­
el fieltro del sombrero si lo tiene mucho ra­ no de que entres en mi... en mi... en mi ca­
to en la escafandra, pero él insiste que si no sa, pero una palabra tuya... bastará para
los tirabuzones postizos se le caen. Yo le di­ sanarme.
go que le pongo un poco de salivilla, como a La voz del rabino resonó como un true­
los niños en el flequillo, y se le tienen en el no cuando habló, con humildad, al cuello
sitio. Y él dice que no, que no, que le da asco. de su escafandra. La voz de la oración rebo­
Se nota mucho el cambio de pasar de la taba contra la tecnología de la que el hom­
atmósfera con olor a pino del taxi a la atmós­ bre había rodeado su vida y no era lo

61
FUTUROSCOPIAS

suficientemente potente como para alcan­ azul en el humano gordopilo, mientras se


zar a Dios. carcajeaba con toda la cara.
—Oh. Ah. Oh, señor, señor. Yo solo im­ —Jajajajajaja. Te tiro a ti primero y a
ploro conocer la Verdad. este me lo llevo al kelo, porque vaya viaje
Pero Dios es omnipotente, omnipresen­ que me lleva el notas.
te y omnisciente, por lo que conoce todos Por toda respuesta, el parásito ñagarái
los pensamientos y sentimientos de los se­ que habitaba en el interior del recto del hu­
res humanos, hasta los más íntimos y recón­ mano gordopilo se revolcó en sus entrañas,
ditos, hasta aquellos de los que los hombres lo que motivó una nueva agresión a la
no son conscientes, y escucha todas las ora­ atmósfera del taxi. El taxista se repantingó
ciones a él dirigidas, hasta las que rebotan en su butacón, limpió el volante con la bar­
contra escafandras recubiertas de esputos. ba y volvió a hacer aquel sonido suyo, tan
Sí, incluso las que pronuncian los fariseos, característico, como si fuera a sonarse sin
con sus tirabuzones de moralidad. ponerse un pañuelo delante de la cara y en
Dios, con su divina gracia, escuchó y el último minuto se arrepintiera y pensara,
atendió la oración del rabino, como hace “si hombre, contigo voy a compartir yo mis
con todos sus hijos que ponen en Dios su fe mocos, que son míos”.
y sus esperanzas y solo ansían buscar la Ver­ —Bueno. Mientras no me llame pichaflo­
dad. Pues solo la Verdad los hará libres. ja. ¡Y usted rabino! ¡Anime esa cara hombre!
Y en verdad, en verdad os digo, que con ¡Venga aquí y deme un abrazo! ¡Piense que
una uña larga y mugrienta del dedo meñi­ YO soy el camino, la verdad y la vida, pues el
que, cogió un gramito de Verdad y lo pesó camino que te muestra el GPS no es el autén­
en la balanza. tico camino! ¡¡¡Yuuuuuuuuuuuuuuuu!!!

—¿Qué? ¿Ya tiene lo que buscaba, rabino?


El rabino y el humano gordopilo se qui­
taron los trajes astronáuticos en medio del
taxi, con el carajal de atmósferas consiguien­ ***
te. Los pocos cristales con olor a pino que
aún no se habían derretido, se evaporaron
de repente en una nube de humanidad, y lle­
naron por completo la atmósfera del taxi,
como todos los gases nobles, solo para ser
exterminados por gente que huele a hom­
bre, como todos los nobles. TANATOTAXIA
Las hediondeces que surgían de lo más por Jacobo Peña Conversa
profundo del humano gordopilo amenaza­
ban con alcanzar una cadencia africana, por
lo que el taxista se limitó a juntar los labios La oscuridad le resultaba cómoda al
y enarcar las cejas con cara de pasmo, con principio, cuando entraba en ella cansado
cara de no sé si darte un beso por sorpresa del anterior ciclo y deseando descansar,
o sorprenderte con esta cara de pasmo. pero no tardaba en volverse no ya monóto­
Acto seguido, el taxista fijó sus ojos azu­ na sino alienante, diluyendo percepción y
les en el azul vidrioso del rabino, cuya mira­ recuerdos en un mismo torrente. Recordar
da se había perdido dentro de su plácida su propio nombre, de dónde venía, cuántas
faz, relajada y feliz, despeinada de falseda­ veces había pasado por este proceso en su
des. De sus labios surgía un hilo de voz. búsqueda era difícil en ese momento. Por
—Elói, Elói. ¿Lámah sabájtani? eso, cuando empezó a sentir el aire, que no
El taxista depositó de nuevo su mirada podía ser llamado así en sentido estricto,

62
FUTUROSCOPIAS

enfriarse poco a poco y la total oscuridad El pasajero parecía intentar recordar un


ir degradándose a tonos de gris que aca­ dato remoto. Al hablar, su idioma sonó
barían estallando en un brillo de alumbra­ complejo y lleno de guturales sordas. La
miento, se sintió aliviado ante el fin de este mampara entre ambos crepitó y lapseó un
ciclo y el comienzo del siguiente. poco antes de traducir la respuesta.
—Alpha 1450 Omega 7409, órbita Ko­
chah 3.
Deambula mirándolo todo con el mismo A veces, con esos lenguajes de periferia,
gesto de ira refrenada con el que le había co­ la mampara producía errores. Mejor sería
nocido. Pese a que su aspecto se ha degrada­ asegurarse, pensó Joshsh.
do, mantiene una pose digna que en —¿Kochah 3? Eso está donde Thnord
contraste con su facha le hacen parecer un perdió el casco. Tres horas de hiper no nos
loco peligroso. Joshsh decide acercársele, a las quita nadie. ¿Lo sabe?
pesar del mal recuerdo que tiene del ante­ —Tengo prisa.
rior encuentro. —Pues vamos.— Encogiéndose de hom­
—¡Eh! ¿Sarabuus, verdad? ¿Me recuer­ bros, encendió el motor de maniobra y co­
das?— le grita desde la ventanilla, detenien­ menzó el despegue.
do el taxi a su altura. El tipo se vuelve y
responde con una mirada rencorosa; vaya si
le recuerda. Joshsh recuerda que era jueves, día
—¿Quieres comer algo? ¿Tienes ham­ autorizado para expulsar gases industria­
bre?— Abriendo la puerta del acompañante, les, y la capa atmosférica mostraba un boni­
el taxista le muestra un sándwich de hofcha to color naranja. Su Mercedes­Wagen
encurtida. Barnard zumbó fisionando en primera y
No le recomendaría hacer esto ni el más diez minutos después alcanzaron las cien
arrojado de sus compañeros de profesión pe­ gravedades necesarias para el salto. Activó
ro el peatón aligera un poco la expresión al el reactor de tránsito y conforme a normati­
ver la tregua ofrecida. Entra en el taxi y cierra va, avisó: “entramos en el hiperespacio”.
despacio. Aún exhibe cautela pero acepta el La luz de las estrellas cayó a sus espal­
bocado y come en silencio, dándole a Jos­ das y el firmamento frontal se fue volviendo
hsh unos minutos para recordar su primer y progresivamente más gris a medida que
único viaje juntos, dos semanas antes. aceleraban, hasta quedar del todo ilumina­
Cuando se acercó entonces a la parada, do. El parabrisas reaccionó tintándose para
le notó la abundante vellosidad corporal evitarle conducir con la galaxia brillándole
muy decolorada, señal de vejez en casi to­ en los ojos.
das las especies de la galaxia. No había vis­ El pasajero iba callado y concentrado en
to antes esta raza: la nasalidad arrugada y examinarse los cuatro dedos de cada mano.
prominente, las piernas cortas y masivas co­ Había que intentar una conversación, siem­
mo dos bloques de cemento, torso de barril, pre es más entretenido.
brazos fuertes. Tampoco era normal ver —Eh... me llamo Joshsh, por cierto.
tetrápodos bípedos en esta zona del brazo El pasajero se volvió a mirarle pero no
espiral. contestó.
“A quién le importa. Tengo mampara de —Son unas horillas de viaje y... — antes
traducción, el depósito está lleno” pensó. de terminar la frase el pasajero comenzó a
Anticipaba una buena carrera. Al escuchar mover la boca. Joshsh esperó la traducción
la puerta cerrarse detrás le echó otro vista­ de la respuesta.
zo a la imagen del retrovisor. Ojos pe­ —Sarabuus.
queños, huidizos y oscuros, el cuello —¿Sarabuus? ¿Así se llama?
nervudo y ancho. El otro asintió, meneando aquella gran
—¿Dónde vamos? nariz peluda, casi probóscide, arriba y abajo.

63
FUTUROSCOPIAS

—Y, ¿a trabajar o de vacaciones? —¿A otro sitio? No se ofenda pero va a


—Estoy de paso. En proceso de ascen­ ser mejor que comprobemos primero que
sión. tiene con qué pagarme esta carrera.
—Vale. ¿Ascensión, dice? —¿Cómo?
—Sí. —Dinero. Pagar. Pague este viaje y le
—Parece interesante. llevo donde quiera.
—Es importante. Desde luego, Joshsh no tenía pensado
—Ah. Ya imagino. Y... ¿le espera alguien entrar en ninguna atmósfera hasta que
allí para recibirle? No sé si se lo han dicho aquel tipo aflojase la pasta. Por fortuna el
pero Kochah 3 es una bola de barro y hielo pasajero, que parecía haber estado me­
de uso industrial recién colonizada. ditándolo, sacó de lo que parecía una poco
—Tengo prisa, por favor. higiénica bolsa orgánica alojada más o me­
Suficiente. No es que en el hiperespacio nos donde en un humano estarían las góna­
se pueda modificar la velocidad, así que das, una tarjeta de pago. TauCeti Redcross.
Joshsh entendió la indirecta tan claramente La entregaban en Servicios Sociales a gente
como si la mampara hubiera traducido “lle­ desahuciada o desplazada por una guerra o
vo un humor más desagradable que un la destrucción de su planeta para que em­
saard manglio y no tengo intención de man­ pezasen una nueva vida. Podía habérselo
tener esta conversación”. imaginado. Con gestos impacientes, Joshsh
le indicó cómo introducirla en la ranura de
pago mientras murmuraba sobre los jodi­
Las horas se dividieron en minutos y se­ dos paletos venidos del borde espiral. La
gundos y terminaron por crear un zumbido confirmación de que el precio de la carrera
sordo de tiempo sin referencias que por fin se había descontado de la cuenta llegó en
podía ser ignorado. Aquella ruta se usaba seguida.
apenas nada y no merecía la pena llenarla —Vale.— dijo suspirando —¿Ahora,
con publicidad; solo dejaron atrás un par de dónde?
anuncios de colonia barata y pasada de moda.
Esta vez las instrucciones fueron largas
Salir del hiperespacio al espacio normal y complejas, con muchos gestos para añadir
fue como abandonar un largo túnel dentro información a la explicación de la trayecto­
del cual le obligasen a uno a escuchar músi­ ria. La mampara consiguió reunir los datos
ca de ascensor. Solo el rebullir del pasajero en un todo coherente que resultase en una
en su asiento, desperezándose groseramen­ dirección; una enana blanca en un subsec­
te para otear el horizonte del sistema, le tor vacío del área Cygnus, dentro del Cúmu­
animó a hablar. lo Abierto 103. Joshsh entrecerró los ojos y
—Hemos llegado. ¿Había estado aquí an­ se lamió los labios, valorando, evaluando a
tes? Sarabuus. No parecía un bromista, solo
Como quiera que Sarabuus no res­ perdido. Pero tampoco era una buena per­
pondía y miraba en todas direcciones, el sona, no. Tenía olfato para calar a cabrones
conductor señaló un cuerpo celeste cercano, así, gente impaciente y caprichosa a la que
un planeta de tamaño mediano y color par­ no le importan los demás y que antes de ha­
do que orbitaba alrededor de la estrella y di­ ber caído en su situación actual, acostum­
jo: “ese es Kochah 3”. braría a ser obedecido en sus deseos o a
—No, esto no es. conseguirlos por la vía directa.
—¿Que no es? Sí, hombre, es justo don­ —Eso no solo está lejos.— comenzó a
de me dijo. responderle —No sólo está en la otra punta
—Me equivoqué. Me han dado una direc­ de la galaxia y en una zona despoblada. Es
ción equivocada. Tengo otra. Lléveme a que es una estrella camino de agujero ne­
otro sitio. gro, sin planetas ni planetoides, sin anillo

64
FUTUROSCOPIAS

de asteroides, sin base de exploración, sin intentaba abrirla, se confirmó a sí mismo lo


nada ni nadie. ¿Qué vamos, a disfrutar de que llevaba un tiempo temiendo: circulaba
las vistas? con un idiota o un loco a bordo que además
Su pasajero arrugó el entrecejo. No pa­ de ignorar las consecuencias de darse un
recía complacido pero algo en su interior paseo por el vacío, estaba dispuesto a gas­
reaccionaba, elucubraba. Respondió despa­ tar el dinero que le quedaba para hacerlo.
cio y mirándole a los ojos. El resto de la discusión no salió muy
—Yo soy el cliente. Yo pago. Con una bien. Joshsh insistía en explicarle la situa­
buena propina. Vamos. ción y el otro decía estar justo donde
“A la mierda”, pensó Joshsh antes de vol­ quería. Le preguntó por el nombre de la
verse sin responder y arrancar, lanzándose empresa, hotel o persona a la que iba a visi­
hacia Kochah 3. Usó la gravedad del planeta tar por si eso sirviese de algo pero esto solo
para girar y apuntar hacia el exterior. Iba a empeoró la comunicación, ya que el batiburri­
llevar a este gilipollas por la ruta larga, a de­ llo de palabras que ambos generaban empe­
jarle sin un crédito en la tarjeta de benefi­ zaban a resultar intraducible para la
ciencia; y si no le gustaba, que se jodiera. mampara.
Sarabuus golpeó la puerta, el cristal.
“Eso sí que es el límite de los límites” se di­
Diez horas. Una jornada completa de tra­ jo Joshsh. Dando un tirón a la palanca de
bajo entre los dos viajes y aún le quedaba la cambios, giró el vehículo y buscó y pro­
vuelta. De memoria, calculó dónde podría gramó una ruta hacia la base militar de ex­
meterse a descansar que no fuese una base ploración más cercana.
comercial mugrienta donde le cobrasen la —Lo siento mucho, pero si venía usted a
bebida a precio de agua sin reciclar y se le que le suelten para morir en el vacío, eso no
ofrecieran prostitutas polimorfas de dudosa puedo hacerlo.
higiene. Añadía mentalmente suplementos Superponiendo sus gritos a las razones
inventados a la tarifa conforme se acerca­ del taxista, Sarabuus seguía sin escucharle;
ban al destino. cuando estuvo claro que iban a entrar de
Al salir del hiperespacio la estrella mori­ nuevo en el hiperespacio redobló sus inten­
bunda teñía su atmósfera magnética de to­ tos de salir. No era tan fuerte que pudiera
nos que iban del ámbar a la carne cruda. romper el casco de un taxi, claro, aunque
Por el retrovisor, Joshsh vigilaba la reac­ llegó provocarse heridas en los nudillos, de­
ción del pasajero. Pero Sarabuus, tras mirar jando una sangre negra como la tinta im­
de nuevo el espacio cercano inquisitivo y pregnada en los cristales.
localizar un par de referencias con el dedo
índice resbalando por la ventanilla, se giró Ya en el hiperespacio, los golpes fueron
y mostró algo parecido a la satisfacción en bajando su intensidad y el pasajero pasó de
el rostro. Asintió y dijo: “Es aquí. Gracias. forma progresiva a una suerte de catatonia,
Le pago”. limitándose a mirar al suelo con las manos
—¿Seguro? ¿No prefiere que le cobre to­ enlazadas entre las piernas. Joshsh decidió
do al volver? no darle más combustible y se mantuvo ca­
—No vuelvo. Usted me deja aquí. llado durante la hora larga que tardaron en
—Ahá. ¿Y dónde? llegar a la base que orbitaba en misión de vi­
—Aquí.— repitió arrugando el entrecejo gilancia sobre un planeta recién salido de
y volviéndose hacia la manilla de apertura su quinta guerra civil.
de la compuerta más cercana. La agarró a la Al recibirles en el hangar los soldados
vez que tendía de nuevo su pringosa y dilapi­ se quedaron pasmados viendo llegar un taxi
dada tarjeta a la ranura de pago. Joshsh, en lugar del habitual vehículo oficial y más
que sabía que el sistema de presurización la con la explicación adelantada por radio
mantendría cerrada incluso si el fortachón acerca de su cliente. Se congregaron alrede­

65
FUTUROSCOPIAS

dor del vehículo por si aquel se mostraba Es un pobre desubicado.


violento. Al abrirse la compuerta y salir de Le dejaron descansar un ciclo de sueño
allí Sarabuus, con el rostro cansado y sucio entero, pero pasó gran parte de él en vela
de sudor, se escuchó una exclamación y uno de con la cabeza llena de pensamientos recu­
los militares se adelantó un paso. rrentes sobre Sarabuus y su historia sin
—Joder, yo conozco a este tipo. ¡Eh, sentido. Después del sueño se dirigió al ta­
Yak!— llamó. —¡Mira a quién tenemos aquí! xi; Sarabuus ya estaba allí, mucho más
¡El polizón imposible! tranquilo e incluso su postura tenía algo de
Sarabuus se dejó escoltar con amabili­ marcial flanqueado por los militares, como
dad a una celda, mientras otros acompaña­ si hubiese pertenecido a un ejército en el
ban a Joshsh a una sala de descanso y le pasado.
contaban la parte que conocían de la histo­ —Se ha dejado traer sin problemas.
ria en que estaba implicado por accidente. Creo que tiene asumido que se trata todo de
Aquel desconocido había aparecido sin un error. Le hemos dicho que le lleva de vuel­
más en una nave de exploración que patru­ ta a donde le encontró y parece confor­
llaba el mismo subsector vacío de donde me.— le dijeron.
acababan de llegar. Le encontraron en un Una vez dentro del taxi miró al pasajero
compartimento de carga sellado donde de­ en el retrovisor varios segundos. Este, hos­
bería haberle sido imposible entrar. Tuvie­ co, con más razón que antes para estar poco
ron que atribuir a la suerte no haberle dispuesto al diálogo, se limitaba a esperar
encontrado antes, ya que entrar de polizón del taxista que cumpliese su trabajo. Joshsh
sin ser advertido con tantos sistemas de con­ se lamió los labios y volviéndose al teniente
trol era difícil. Pero allí estaba, desnudo y que esperaba de pie junto al coche, asintió.
aterido de frío como si hubiera estado ocul­ Puso música y aunque le parecía grosero, se
to en los congeladores de alimento. Le de­ sintió tentado de oscurecer el cristal de la
lató la alarma de “presencia extraña” que mampara que le separaba del vagabundo.
debía haber sabido esquivar desde el despe­
gue, semanas atrás. Las cámaras de videovi­
gilancia había quedado cegadas por un El regreso lo hicieron encerrados de
fogonazo de luz justo antes de que Sarabuus nuevo en el silencio; en esa ocasión el con­
apareciese en la bodega; la hipótesis era ductor hasta pagaría dinero por sentirse so­
que lo había provocado el propio polizón pa­ lo en el vehículo. Quizá por eso la salida a
ra que no le viesen salir de donde quiera espacio normal se le hizo tan repentina;
que estuviese escondido. No se le encontra­ viró de inmediato hacia la capital del sub­
ron, sin embargo, materiales para provocar sistema y aterrizaron en la misma parada
aquel estallido. donde había cargado muchas horas antes.
Tras tomarle muestras de ADN, interro­ No tuvo que decir nada: Sarabuus salió
garle sin obtener nada más que la misma dando un portazo y se perdió pronto en la
jerigonza religiosa sobre ascensión, reencar­ multitud.
naciones y destino que Joshsh había escu­ Ahora, Joshsh le mira terminar su sánd­
chado, contactaron con Servicios Sociales, wich con atención y algo que decir en la
le gestionaron una tarjeta de beneficencia y punta de los labios. Cuando termina, Sara­
una filiación temporal para terminar por de­ buus hace ademán de salir pero le detiene
portarle al mismo planeta de mala muerte la mano del taxista en el hombro. Es la pri­
donde Joshsh le había recogido. mera vez que se tocan. Joshsh le hace ges­
—En realidad debería llevarle a la po­ tos para que vaya a la parte trasera del
licía, nosotros no nos podemos encargar. Pe­ coche, señalando el micrófono del traduc­
ro como todo parece una confusión y el tipo tor. El vagabundo entiende, sale y hace lo
le pagó casi toda la carrera, ahórrese proble­ que le piden.
mas y déjelo donde le encontró, ¿no cree? —Oiga... ¿Por qué es importante para

66
FUTUROSCOPIAS

usted, bueno, salir al espacio, al vacío? ¿Sa­ te satisfecho. Esta vez procura que sus mo­
be que se mataría?— dice Joshsh. vimientos sean más cautelosos. Acerca su
—No. No estaría muerto. Iría arriba. mano a la puerta, mirando los ojos de su
—¿Arriba? Joder. La mampara debe es­ chófer en busca de una confirmación.
tar fallando otra vez. ¿Dónde es arriba? —Gracias—, dice.
—Arriba. Ascensión. Un lugar superior. —Espera— dice Joshsh, —No, no te
Muerto no, voy a otro sitio. Estoy de paso, asustes. No te estoy tomando el pelo, es que
hasta que llegue arriba del todo. me preocupo por ti. Vas a saltar al vacío y
—Sí. A mí también me gustaría pensar morir. No sé dónde crees que vas a ir des­
que al morir voy a otro sitio mejor. Pero, y pués de la muerte y te advierto: solo te he
no te molestes, sólo quienes apenas habéis traído porque te reconozco la diminuta po­
abandonado vuestra atmósfera seguís pen­ sibilidad, en este amplio universo, de que
sando en esas cosas. Los que vivimos en el no seas simplemente otro caso de polizón
espacio sabemos que esto es todo lo que chalado. Desde ese punto de vista te entien­
hay. Como dice el clásico, “no veo a dios do. Pero es que además la forma de morir
aquí arriba” no sería nada agradable, ¿sabes? El cambio
—No le entiendo. Yo necesito ir allí. Por de presión te dañará los órganos y eso será
favor. muy doloroso. Imagina tus órganos in­
Es la primera vez que el rostro de Sara­ flamándose mientras te asfixias intentando
buus muestra desesperanza y tristeza, más retener el poco aire que te quede. Serán los,
que impotencia o ira. Por primera vez un no sé, quince o veinte segundos más largos
sentimiento de fragilidad. En realidad, Jos­ de tu vida antes de que caigas inconsciente.
hsh está tentado de hacerlo. Se trata de asis­ Solo quería decírtelo. Violaría la ley por ha­
tir a un suicida, ¿verdad? Es ilegal, pero certe este favor pero no me gusta hacerlo.
tampoco es que tenga que descubrirlo na­ ¿Lo entiendes? Querría que te lo pensases.
die. Sarabuus apenas existe para el gobier­ ¿De dónde eres? Estoy dispuesto a ayudarte
no, ni por iniciativa de este ni por la del si decides volver a casa.
propio viajero. También está la cuestión éti­ Sarabuus solo le devuelve de nuevo una
ca, pero, ¿la de quién? Su pasajero parece sonrisa. Mueve la manilla de apertura; la
saber exactamente lo que hace; es taxista, puerta no reacciona. Mira a Joshsh. Este
no neuratra, pero su instinto se lo dice. baja la mirada, busca el botón que desblo­
También puede simular que va a ayudarle y quea los cierres traseros y tras soplar, la­
una vez allí intentar razonar con él para que merse los labios y tener un pensamiento
cambie de idea. Hacer una buena obra. sobre el libre albedrío que después no re­
—Venga— dice, tras un minuto de mu­ cordará pero que le sirve ahora como justi­
tuas miradas. ficación, lo aprieta.
Aunque sorprendido y paralizado al sen­ El sonido de la puerta al abrirse, el aire
tir arrancarse el taxi sin previo aviso, la son­ siseando de golpe, una espiración morteci­
risa cómplice que le dedica Joshsh anima a na seguida de silencio. Al darse cuenta de
Sarabuus de nuevo. Al entrar una vez más que en le retrovisor no ve lo que está pasan­
juntos en el hiperespacio, esta vez desde do atrás, Joshsh se gira en el asiento. La
una órbita rápida, el ambiente se llena de puerta abierta le tapa parcialmente el cuer­
cosas que decir que nunca se dirán, silen­ po de Sarabuus que flota laxo junto a ella,
cios con significado y conversaciones de pe­ alejándose del vehículo hacia una zona so­
queños gestos esquivos al retrovisor; es su bre el techo del mismo. Aún se mueve, no
cuarto viaje en silencio, lo que lo convierte han pasado ni cinco segundos. Joshsh hace
casi en una tradición. cerrarse la puerta y ahora puede ver el ros­
tro del viajero: serenos los ojos pero tenso
De nuevo en el espacio normal, horas el cuello y la mandíbula, señal de la asfixia
más tarde, Sarabuus mira alrededor y asien­ y quizá de dolor. En un segundo desapare­

67
FUTUROSCOPIAS

cerá flotando tras el bulto del vehículo. PRIMERA VENIDA


El taxista aferra los mandos evaluando por J. J. Morillas
si pesa más su morboso deseo de contem­
plar el final de la historia o el de otorgar in­ —Permanezcan todos en sus asientos,
timidad al pasajero. No ha tomado la no hay motivo para alarmarse. La reentrada
decisión cuando llega el fogonazo, aunque se ha efectuado con normalidad.
él lo siente más como varios segundos de in­ Lo cierto es que todo el mundo andaba
tensa blancura en los que no es capaz de mo­ gritando de acá para allá, empujándose y
verse. La luz entra por las ventanillas y su derribando a quien pillaba por delante.
sombra viene de arriba, de la dirección en Recuerdo el bingo mientras viajábamos
que se había marchado el suicida flotando. por el no­tiempo. Yo me mantuve al mar­
Tan pronto se desvanece el brillo, da un gen, no creo en los juegos de azar (es estric­
volantazo para poner el taxi proa al cuerpo tamente recíproco).
de Sarabuus. Allí encuentra solo el espacio Tras el momento de la reentrada en el
vacío. Sigue buscando, oscilando sobre su tiempo, cuando las imágenes deformadas
eje y pidiendo al ordenador revisar la super­ de nosotros mismos se reajustaron de nue­
ficie en busca de objetos adheridos hasta vo (cosas de la inercia temporal), y el nú­
convencerse de que el cuerpo, o se ha aleja­ mero 23 que había salido en la bola volvió a
do tanto que ya no puede distinguirlo con­ ser un 23 normal en lugar de un largo
tra el horizonte o esa idea arrinconada en el borrón de color negro, alguien tuvo tiempo
cerebro y cuyo acceso desata demasiados de gritar "bingo" antes de que sonaran las
problemas para las respuestas que podría alarmas y se encendieran las luces rojas. La
otorgar, esa imposibilidad, ha sido posible. voz de los altavoces sonaba tranquilizadora.
Tarda unos minutos en recuperar el con­ Normal: es solo una grabación preparada
trol de su pensamiento lo suficiente para de antemano para estos casos. Acabo de ser
animarse a arrancar de vuelta a casa. De ca­ aplastado por un gordo que ha tropezado y
mino reflexiona sobre el concepto de servi­ se ha caído de boca entre dos asientos. Lle­
cio al cliente, de caridad y compasión, go con calma a la cabina, inserto la mone­
retribución y sabiduría. Aunque no demasia­ da, espero a que la mascarilla caiga del
do; no siente que merezca la pena. No cree, techo, me la coloco con tranquilidad y saco
en realidad, que Sarabuus piense que merez­ la pistola. Es la única manera de que nadie
ca la pena. Un tipo como aquel le diría que se pase de listo y me la intente quitar. Si al­
dejase de preocuparse. guno de estos mamones se acerca a mí,
—Ah, cabrón— dice de repente golpean­ bueno, deseará no haberlo hecho y punto.
do el volante. —Esta carrera tampoco me la Tras un periodo de tiempo más o menos
has pagado. largo, todos los pasajeros estamos tranqui­
los respirando oxígeno con algún otro gas
tranquilizante de esos que añaden para dar­
En esta ocasión la oscuridad tenía un le sabor, tú me entiendes. En mi caso, a
tacto acuoso y su temperatura era mayor menta.
que nunca. Cambiaba cada vez, así que pro­ "No vuelvo a viajar con Liam­Ail".
curó adaptarse. Se imaginó a sí mismo de
vuelta en el útero materno y aunque eso no
cambiara el paisaje, cerró los ojos para in­ —La Compañía Liam­Ail les agradece
tentar dormir un tiempo, satisfecho de es­ que nos hayan elegido. Rogamos permanez­
tar de nuevo en el camino. can con las redes de inercia conectadas y
con las mascarillas colocadas mientras ter­
minamos la maniobra de amarre. Bienveni­
*** do a la Estación Espacial Thermidor. El

68
FUTUROSCOPIAS

pasajero propietario del cartón premiado Thermidor. Así se quemen todos sus turbo­
en el sorteo del bingo tenga la bondad de di­ rreactores en la noche de San Juan. Se su­
rigirse al personal de cabina y se le hará en­ pone que aquí conseguiré un piloto y una
trega de un pasaje con destino abierto a nave para el tramo final de mi viaje. La
cualquier lugar dentro de este sistema so­ Agencia ha dedicado 3 años de trabajo a
lar. Tenga cuidado de no olvidar sus perte­ conseguirme una identidad falsa, entraré
nencias personales. El mono amaestrado les en R'lyeh 7 como un vulgar representante
conducirá a la cinta de recuperación de equi­ comercial de una Casa menor, encargado de
pajes, podrán reclamar por la pérdida de buscar contactos para la importación de
cualquier maleta en la misma sala. La tem­ bloques de reciclado doméstico. Una vez
peratura es de unos agradables 24 grados allí debo liberar una cepa de cierto virus
durante el sector diurno y de unos refrescan­ responsable del Síndrome de Machado­Mi­
tes 17 durante las horas de iluminación ate­ yazaki. Se trata de un virus estético, la
nuada. Que tengan un buen día, piensen en Agencia espera que se produzca un cambio
nosotros para su viaje de vuelta". social que favorezca el resultado de ciertas
negociaciones.
¡Cuidado!
El ambiente en la zona comercial de la
Estación Espacial Thermidor (homenaje al
diseñador del genoma de un artrópodo mari­ A partir de aquí todo se vuelve terrible­
no delicioso, habitual en la dieta de los mente futurista y como de ciencia ficción.
abuelos) era frenético. El aire estaba satura­ Lo primero que hay que saber es dónde
do de humo y aromas de comida. Sospecho te estás metiendo. En el caso de la Thermi­
que la Autoridad disminuye a propósito la dor la respuesta es: no lo sabes. Esta colo­
potencia de los recicladores de aire para nia espacial es una mezcla gloriosa de seres
mantener el clima pintoresco, abrir los ape­ escapados de los sistemas cercanos más la
titos e incitar al consumo. Los registros di­ graciosa fauna local, que nunca ha salido de
cen que en el pasado la cosa era así al aire aquí y que a veces muestra un interés y una
libre, los cabrones están jugando a invocar persistencia envidiables por conseguir que
el atavismo para fomentar el comercio. O quie­ tú salgas, pero que tus pertenencias perma­
ren ahorrar. El atrezzo se completa con un nezcan.
colorido abigarrado y delirante que recuer­ Camino del hotel me cruzo con un gru­
da a Calcuta (el planeta, no la tecnoartista). po de tres jóvenes xarkos reunidos alrede­
Maniobré con pericia intentando mini­ dor de sus bideslizadores fumando pitillos
mizar el contacto humano y conseguí llegar de nicocaína. Algunos tienen el grisáceo
al puesto de comida rápida apenas empapa­ torso desnudo, otros llevan camisetas blan­
do en sudor ajeno. Thermidor es como un cas de tirantes; todos lucen una especie de
supermercado para pescadores, el lugar al tupé negro y gafas de espejo. Intento esqui­
que vas cuando quieres fingir que has cruza­ varlos pero uno de ellos gesticula de repen­
do el universo y necesitas comprar cosas pa­ te y no puedo evitar chocar con su brazo y
ra poder demostrarlo. Una especie de Isla que mi gabardina roce su piel. Los xarkos
Tortuga fenicia donde la piratería no existe tienen el ADN modificado (una de las for­
por la simple razón de que es legal y paga mas favoritas de "arte" que se practica en la
impuestos. EE, compitiendo quizá con la verruguiza­
Mi misión exige discreción. Es por eso ción). Su piel tiene unas pequeñas lascas
que no se me ha proporcionado un pasaje di­ que la hacen muy cortante a contrapelo. En
recto en una línea regular de transporte de mi pueblo los usarían para pulir suelos,
las de verdad. He viajado haciendo escalas aquí están en su casa y paso de discutir por
y rebajado el nivel de la clase de mis billetes mi gabardina rajada. Sobre todo porque
hasta llegar a lo más bajo: Liam­Ail y la EE están hablando de pegarles una paliza a los

69
FUTUROSCOPIAS

tipos de otra banda, unos jóvenes que vis­ propios de una presidenta autonómica (me
ten como los albinos de Necrón V. Son muy refiero a las colonias, claro). Sigo retroce­
originales. diendo hundiéndome en la gente que se se­
En primavera liberan el órgano sexual y para manteniendo el pasillo abierto, la
lo llevan a la vista. El pene les crece al final física de los campos de mierda tiene algu­
de la espalda, las hembras se acoplan con nas singularidades interesantes.
los machos desde atrás. El acto dura poco, En ese momento se escuchan unos gri­
pero permite a los machos liberarse de la tos aterrados que vienen de su amigo el
enorme tensión que les mantiene inactivos, busto parlante. A su lado hay un tipo in­
con el cerebro prácticamente en blanco du­ menso y muy muy peludo. Tiene una larga
rante el resto del año. melena y una poblada y muy voluminosa
Esta postura, sin embargo, no favorece barba castaña que brota de su cuello y meji­
la comunicación. llas como una cascada y está vertiendo
La mala noticia es que el tipo con el que tranquilamente sobre la cabeza del xarko
he chocado parece que se siente terrible­ algo que parece claramente combustible
mente ofendido. Saco la pistola y pulso el mientras muerde la punta de un cigarro,
botón "acoplar misil rompeculos", un pe­ sonriente.
queño brazo metálico efectúa el enganche —Disculpad ¿cómo os gusta el pescado?
elegantemente en menos de un segundo. Se ¿Muy hecho o tostadito por fuera pero jugo­
forma un círculo alrededor. sete por dentro? —el xarko agita su empa­
—Abuelo, estás a escasos segundos de re­ pado tupé frenéticamente. Juraría que se
cibir una paliza— (esto lo traduzco yo men­ ha meado ahí dentro.
talmente, él ha dicho algo como "eh, tú, —¿Necesita un transporte?
cabrónido, te vamos a fratasar"). —Estaba pensando volver a casa andan­
Mientras apunto al que habla con el ar­ do, pero creo que tengo flato. Me vendría
ma, saco un espray y rocío al que se acerca­ de perlas.
ba por detrás con montmoriespumita; la Los xarkos no saben qué hacer, no impi­
nube se endurece alrededor de su cuerpo de­ den que me colque tras el hombretón que
jando libre sólo la cabeza atrapada en un señala la puerta abierta de un pequeño
prisma de aspecto rocoso. Debería haberle vehículo amarillo.
llenado la boca también, qué lenguaje, dios —Suba.
¿qué les enseñan en el cole hoy día? Recojo mi pistola y avanzo de espaldas,
—Qué mono, parece que está en un cubriéndole, hacia lo que parece una pe­
baño turco. queña nave de color amarillo con la vaga
No es momento de explicar qué tiene de forma de un huevo. El tipo hace un reguero
malo ser un bocazas, estoy en un problema. con lo que queda de la botella que baja des­
Mientras estaba ocupado haciéndome el ma­ de el pelo del chaval hasta el suelo, y cami­
cho, un xarko recién llegado se me ha acer­ na también de espaldas extendiéndolo en
cado sin que me diera cuenta dándome un dirección al vehículo. Se sube, el xarko
golpe hacia arriba en el bíceps con su ante­ atrapado le está llamando de todo. El tipo
brazo. El resultado es sangre y la perspecti­ sonríe, saca la mano por la ventanilla con el
va de saber lo que se siente cuando te resto del puro y lo lanza al aire, la colilla gi­
meten un rompeculos por el recto. Doy un ra como una nave espacial, como un hueso
paso atrás, otro. El círculo de gente se abre arrojado al cielo por un mono y cae en un
repelido por la fuerza del campo bipolar de charquito al pie del monolito.
mierda que acabo de crear a mi alrededor: No sucede nada.
quieren mirar, no quieren mancharse la ro­ —Lo apagué al subir, *snort*, no se
pa. El equilibrio los mantiene apretados a la puede fumar aquí dentro —cómo sonreía el
distancia adecuada. Los tres xarkos se acer­ muy cabrón.
can a mi sonriendo, mostrando los dientes Nos elevamos entre el rugido de los xar­

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FUTUROSCOPIAS

kos y salimos de allí cagando leches. enviado rudo y poco comunicativo, poseído
—Bienvenido al Emporio de Servicios Es­ por la urgencia de la necesidad de su pre­
paciotranstemporales del Honrado Señor sencia en la desconocida aldea de la que
Taksi. Soy Joss, gracias por utilizar mi había partido tres días atrás. El padre
vehículo ¿dónde puedo llevarle? Wheelock intentó pacientemente conseguir
algún tipo de información, pero del casi in­
comprensible dialecto del torvo mensajero
sólo pudo descifrar un par de palabras.
Tampoco el antes tranquilo grupo con el
*** que el padre Wheelock cenaba entendió
más, aunque esas dos palabras bastaron pa­
ra helar toda conversación y hacerles retro­
ceder unos pasos como si temiesen un
contagio. El padre Wheelock, tras meditarlo
EL COCHERO unos instantes, se disculpó y despidió ten­
samente del grupo y salió a recoger sus es­
por Josué Insua casas pertenencias mientras le conseguían
un carruaje.
El coche de caballos se detiene por algu­ El siniestro enviado había desaparecido
na razón desconocida. Fuera, el viento ulula ya cuando desde la oscuridad de uno de los
entre los árboles con violencia. El padre sombríos callejones de la ahora silenciosa
Wheelock frunce el ceño con preocupación, ciudad se acercó el coche tirado por cuatro
y luego lleva con dulzura el dorso de su ma­ caballos negros cuyas riendas descansaban
no hasta la frente húmeda por el sudor del en las manos de un cochero de ojos azules y
niño que se agita, envuelto en terribles dividida perilla luciferina. El padre Whee­
sueños, sobre el asiento de cuero del carrua­ lock y él intercambiaron una mirada —has­
je. El sacerdote sacude la cabeza, desalenta­ ta que el cochero la apartó, repentinamente
do y frustrado. Abre la puerta a la perturbado— y ninguna palabra. Con una
oscuridad. premura solo posible en las narraciones, el
—¿Qué ocurre?— pregunta —¿Hay algún carruaje se puso en marcha, los caballos
problema? aterrorizados por la crudeza del golpe del
—Me temo que sí— responde la voz del látigo. Cuando en el interior del lúgubre co­
cochero. —Tenemos un problema. che el sacerdote logró conservar cierto
El padre Wheelock sopesa sus opciones, equilibrio y deslizó la apolillada cortinilla
angustiado. El niño no resistirá mucho más. para que el aire de la noche entrase y venti­
—¿Qué es lo que ocurre?— pregunta nue­ lase el mohoso interior ya cruzaban los bos­
vamente, y sale del carruaje. ques cercanos.
—Esto— dice el cochero mientras le revien­ Dejaron los bosques atrás y entraron
ta por sorpresa el cráneo con lo que parece en otros nuevos. Atravesaron los campos
ser una pesada barra de hierro. El cuerpo del de cereal, dirigiéndose hacia las fuentes
padre Wheelock cae sobre el barro oscuro del del Olt. Recorrieron en quebrada trayecto­
camino. El cochero lo mira con satisfacción y ria Ardeal, adentrándose en las montañas.
luego empuja la puerta y observa al niño, que Durante las escasas y breves paradas los
ha comenzado a sufrir ligeras convulsiones. caballos seguían pareciendo víctimas del
La historia no comienza ni acaba aquí. frenesí, y solo el trato brutal del cochero
impedía que arrastrasen en una nueva ca­
... rrera sin control hacia el vacío al coche y a
sus ocupantes. El padre Wheelock sabía
Habían oído hablar de él y le rogaron que ningún caballo podía soportar este
que acudiese. Lo hicieron por medio de un trato mucho tiempo, y que los animales

71
FUTUROSCOPIAS

morirían de mantener el ritmo. Pero no mu­ so de lo que el padre Wheelock había


rieron. encontrado nunca.
Y el coche, rechinando como si fuese a Durante dos noches lucharon el demo­
romperse de un momento a otro, ascendió las nio y el sacerdote en las tinieblas de la pe­
montañas y atravesó los siete puentes. En mu­ queña habitación. Fuera, los aldeanos
chas ocasiones el camino parecía no existir, y esperaban, interpretando en silencio cual­
el padre Wheelock, en la penumbra del inte­ quiera de los horripilantes sonidos que pro­
rior, pensaba en las dos palabras que el men­ venían del interior de la choza. Un poco
sajero le había dicho. A su izquierda más allá, la silueta del coche de caballos es­
descansaba la ajada Biblia. El padre Whee­ peraba también el desenlace. El padre
lock, aunque en momentos la observó con ví­ Wheelock salió en una sola ocasión, agota­
trea fijeza, no la abrió. Pero pasó sus dedos do, y le tendieron una escudilla de caldo ca­
sobre ella, perdido en sus meditaciones, co­ liente que él miró sin ver durante un
mo si quisiese quitarle el polvo. tiempo. Luego se sentó, cubrió el rostro con
Llegaron a la aldea al fin, y fue durante la las manos e intentó meditar. Por fin se diri­
noche y todo estaba oscuro. Era luna nueva. gió a los padres, que permanecian atentos
Casi una veintena de personas le espera­ con inmóvil expectación.
ban. Inmóviles en la oscuridad, como si lle­ —El demonio es fuerte— dijo al fin.
vasen allí desde que el mensajero partiera a —¿Y la niña?— preguntó con voz ronca
encontrarle. Hombres y mujeres y niños. Al­ su padre.
deanos, separados desde siempre de lo que El sacerdote negó con la cabeza.
entendemos por mundo. —No sobrevivirá— les dijo. —Necesita­
Un hombre se acercó. Sucio, barbado, mos otro recipiente.
ansioso. Su mujer esperaba detrás. Los padres tenían un hijo también, y lo
Le señalaron una de las cabañas. Cerca, trajeron a presencia del padre Wheelock, y
pero fuera del pueblo. Sin ventanas. La el sacerdote introdujo el demonio en el in­
puerta asegurada por un terrible tocón. El terior de su cuerpo joven y fuerte. El demo­
padre Wheelock dudó, y luego cogió su Bi­ nio comenzó a devorarlo desde dentro en
blia. Los aldeanos la miraron suspicaces. Re­ ese mismo momento, pero nada pudo hacer
tiraron el tronco y empujaron la puerta: para evitar la prórroga que su tiempo de
solo parecía haber oscuridad. Del interior cautiverio había sufrido. El padre Wheelock
de la cabaña no salió ningún sonido. Del ex­ pagó a los padres más de lo que esperaban
terior ninguno respondió, tampoco. El por su generosidad, más del precio que
sacerdote pensó en las dos palabras que le hacía tiempo habían estipulado, y estos pa­
habían traído hasta aquí y buscó la mirada recieron satisfechos aunque, a la vez, algo
del hombre que le había recibido. El hom­ desesperados. Envolvieron en una mugrien­
bre hizo una señal hacia el interior. ta sábana el cuerpo del niño y lo ataron lue­
—Dentro —dijo—. El demonio. go, y lo transportaron hasta el carruaje
—¿En la cabaña?— preguntó Wheelock. donde esperaba el cochero. El padre Whee­
—En la niña— respondió el hombre. lock observó su figura, intentando adivinar
El padre Wheelock dió un paso hacia la sus pensamientos, pero él, desde el pescan­
choza pero volvió a detenerse y se giró ha­ te, apartó la mirada, azorado nuevamente.
cia el hombre. El padre Wheelock creyó comprender sus
—¿Su hija?— preguntó. razones. Entró en el interior del carruaje, y
El hombre asintió con un gesto. La mu­ cerró la puerta. El cochero lanzó su látigo
jer, detrás, retorció con fuerza su mandil. sobre los caballos, que fueron tragados con
—El demonio —repitió el hombre con an­ voracidad por las sombras.
siedad, urgiéndolo a entrar—. Poderoso. Sobre el inmóvil grupo de aldeanos que
Y todo era verdad. En el interior de la ca­ observaron la partida, bajo las nubes
baña. En el interior de la niña. Más podero­ que cubrían las estrellas, se oyó un lamento

72
FUTUROSCOPIAS

sofocado y luego volvió el silencio. sobrevivió, aún a pesar de todo aquello que
La historia no comienza ni acaba aquí. perdió en el proceso. No sin secuelas, por
supuesto.
... El mundo se ha vuelto extraño desde
entonces, pensará, o quizá siempre lo fue.
El cochero se inclinará sobre el cuerpo El tiempo, el espacio... ¿Cuántas vidas ha
febril del niño, desatará la tela que sujeta vivido ya? ¿En qué lugares? ¿En qué futu­
su mandíbula y, con suavidad, buscará en ros y pasados?
su boca algo que sabe que está ahí. No El cochero observará con sus ojos azules
tendrá duda de lo que hacer con lo que en­ el pequeño objeto todavía cubierto con la
cuentre. Conoce con bastante detalle los mo­ saliva del niño que comienza a sanar en ese
dos de aquellos como el padre Wheelock: mismo momento y volverá a sentir hambre
sabe de su incesante búsqueda de demo­ y una alegría malsana.
nios, del horripilante uso al que los desti­ —Es hora de ver quién devora a quién
nan una vez atados, de su inestable —dirá con la esperanza de que el demonio
cautiverio encerrados en los cuerpos de los pueda oírlo.
infortunados utilizados como anclas provi­ Algunas estrellas comenzarán a apare­
sionales y destinados a un atroz destino. cer liberadas del asfixiante ceñidor de las
Quizá los recuerdos le hagan pasar las ye­ nubes.
mas de sus dedos sobre su corazón, donde
sus cicatrices aún no se han cerrado. Tam­ FIN
bién él fue sometido a un endorcismo, y
abandonado cuando el demonio no tuvo na­
da más que corroer para alimentarse. Pero

73
" P a r e c í a q u e a b a n d on a s e u n a h a b i t a c i ón d e h ot e l , a b a n d on a d o a
l a t r a n q u i l i d a d d e s a b e r s e l i b r e , n o c om o s i n o h u b i e r a vi vi d o a l l í
v a r i o s a ñ o s d e ja n d o d e n t r o t a n t a s c o s a s q u e l e l i g a s e n a l a e s t a c i ó n
or b i t a l . L l e va b a u n a m a l e t a , i m a g i n a b a e l ob s e r va d or p or s u t a m a ñ o
q u e c o n l a r o p a ju s t a y s u f i c i e n t e p a r a e l v i a je y , p o r s u p u e s t o , s u
m a l e t í n d e c ol or b l a n c o m e t a c r i l a t o d on d e g u a r d a b a t od o l o q u e pa r a
é l e r a i m por t a n t e a h or a . "
FUTUROSCOPIAS

MEMORIAS DEL VACÍO


Por Jacobo Peña Conversa
Ilustración de Aitor Moreno Melcón

Capítulo uno: El policía hizo una pausa. Vio como el de­


nunciante asentía de nuevo y le animaba a
Un hombre salió de su casa. proseguir. Pero sonreía. Si era una broma, si
toda aquella historia solo servía para reírse de
[Grabación de la lectura reglamentaria
las autoridades, mandaría al muy idiota a pi­
que hace el agente Loid Clar al denuncian­
car hielo.
te respecto de la declaración anexa a la de­
—Así que, como decía, dijo adiós a, vuel­
nuncia presentada por Dobn Hoevel en la
vo a leer de su declaración, “las calles hu­
comisaría del espaciopuerto de Encélado el
meantes y en penumbra de Caduceo con
día­tierra 14 de la rotación solar 12 del año
cierto alivio y esperanza”. Semanas después
2189]
llegó a la Tierra y tras resolver toda la buro­
cracia necesaria, hizo turismo por allí, visitó
—Señor Hoevel, déjeme que lo repasemos
a la familia. Luego, embarcó en la PSS Sirio
antes de imprimirlo. Salió de su apartamento
IV, de la compañía OverXpress. Tras un par
en la estación orbital Caduceo, órbita de Mer­
de giros alrededor del planeta, marcharon
curio. No tenía prisa pero ansiaba dejar atrás
hacia Marte.
la base porque, cito literalmente le habían “ro­
—Durante la visita a las instalaciones del
to el corazón”. En el equipaje llevaba pocas
crucero, se fijó en una mujer que también via­
mudas y la caja de metracrilato con una selec­
jaba sola y que también se fijaba en usted.
ción de memorias virtuales que venían a resu­
Entendiendo que como ya no dependía senti­
mir su carrera profesional en un proyecto
mentalmente de nadie y no le importaba pro­
gubernamental, según usted, importante y se­
bar suerte, podía desprenderse del pasado
creto. ¿Hasta aquí todo correcto? Solo para es­
con facilidad y decidió conocerla. Entablaron
tar seguros de que he transcrito bien lo que
conversación y se citaron primero para tomar
me ha contado. Bien. Sigo.
un cafeinado y luego para cenar. Llegaron a
—Un transbordador interior de línea regu­
Marte con lo que parecía una amistad en la
lar le trasladó a tiempo a la Tierra para enla­
mano. A la mañana siguiente y mientras us­
zar con un crucero de lujo que había
ted desayunaba, alguien debió entrar en su
reservado para dos personas pero que iba a
camarote, dado que encontró este abierto y
aprovechar usted en solitario.

75
FUTUROSCOPIAS

sus cosas revueltas. No le habían robado na­ pidió que olvidase el asunto. Sí, hablaremos
da, pero temió usted por la seguridad de sus con ellos, no se preocupe. Su persistente inac­
memorias. De ahí pasó a extrañarse de lo rápi­ ción le llevó a pensamientos de mayor sos­
do que aquella mujer, Joanna Sun, había que­ pecha.
rido entablar amistad, siendo como es ella —Por fin, la nave llegó a Europa. Debió
una mujer de gran belleza y aparente indepen­ de ser duro para usted volver de uno de los
dencia. Incluso albergando ciertas sospechas paseos programados y tras ver a alguien a
indefinidas, a la mañana siguiente acudió a su quien no logró identificar marcharse co­
cita en el desembarco y juntos acompañaron rriendo de su camarote, encontrar este des­
al resto de su grupo de referencia a visitar valijado. De inmediato pudo sentir algo de
Marte. Pasearon por sus cañones terraforma­ alivio al ver el maletín de sus secretos movi­
dos y visitaron las atracciones. Hacia el final do de su sitio pero sin que faltase nada en
de la visita, ella recibió un mensaje, supone us­ ellos. Imagino que debió sentirse muy con­
ted que desde la Tierra. De repente, su actitud trariado. Esta vez hizo acusaciones bastante
cambió. Parecía hasta recelosa. La relación en­ menos discretas a los oficiales, pero no hubo
tre ustedes se enfrió de inmediato y antes de forma de demostrar la culpabilidad de la
regresar a la Sirio ella había desaparecido en­ señorita Sun. Le prometieron buscar al cul­
tre el resto del pasaje por lo que ni siquiera lle­ pable entre los tripulantes, cosa que a usted
garon a hablar del mensaje o su actitud. le pareció menos pérdida de tiempo que la
Aquella noche tuvo sueños, dice usted, “llenos vez anterior.
de paranoia y de desencuentro conmigo mis­ —Con esta ligera satisfacción en la que de
mo”. ¿Seguro que quiere mantener esto en la todas formas decía no confiar del todo se de­
declaración? No creo que vaya a ser tenido en cidió a bajar a ver los bosques y jardines. Yo
cuenta, sinceramente. Como usted prefiera. también hice un viaje a Europa en mi luna de
—En fin, el trayecto hacia Júpiter era lar­ miel, es cierto que merece la pena.
go y tuvo usted muchas oportunidades para —Ya en el trayecto entre Europa y Titán
observar sombras que le acechaban desde un fue requerido por el oficial al mando de la se­
pasillo o para comprobar si la cerradura del guridad de la nave. Le comunicó que habían
camarote había sido forzada por segunda vez. capturado al delincuente, un pasajero que
Avisó usted al responsable de la seguridad en había sido hallado en posesión de lo robado
la nave, sin obtener respuestas satisfactorias. en su camarote. Aunque piense usted que esto
Luego hablaremos de eso. Sí, ya sé que usted fue una maniobra de distracción orquestada
desconfiaba de asistentes de a bordo, técnicos para apartarle del asunto, ya le confirmo que
y pasajeros y sobre todo de aquella mujer, que tenemos en comisaría a un pasajero de la Si­
le esquivaba tanto como usted a ella y que se rio a la espera de interrogatorio. Hemos podi­
limitaba a hacer una vida social discreta y do comprobar que su identidad coincide con
tranquila. la de un militar terráqueo buscado por homi­
—Durante el tránsito a Europa, al princi­ cidio.
pio no quiso usted salir del camarote; “lleno —El resto del viaje fue para usted aburrido
de vergüenza”, dice, simuló estar enfermo pa­ y tenso a la vez. Procuró no encontrarse con
ra encerrarse. Pero antes de llegar a Europa Joanna y ella hizo lo propio y esperó paciente­
decidió ser más proactivo y salir, a la vez que mente a llegar a Encélado, donde suponía
vigilaba su camarote y sus pertenencias. En podría poner a salvo sus memorias en su ho­
un momento dado, llegó a encontrarse de nue­ gar alquilado y contactar con agentes de la ley
vo con la señorita Sun y grabar de forma irre­ más eficaces, verbigracia, nosotros. La última
gular una conversación con ella. En esta noche del viaje, tras abandonar Titán en el
grabación habría indicios de la conspiración breve salto hacia Encélado, volvió al camarote
de la que nos está informando, pero fue requi­ satisfecho y se tumbó un rato a esperar el
sada por el personal de seguridad de la nave atraque. Se quedó dormido y aquella siesta fue
cuando acudió usted a informar de ella y se le la vez que más y mejor descansó en todo el

76
FUTUROSCOPIAS

viaje, tanto que hubieron de despertarlo por­ sor, con todo su pesar y su desgracia a hom­
que ya había llegado al destino. Comprobó bros, abandonando un trabajo tan irrisorio
que era de los últimos en desembarcar. Llegó, como su físico, mezcla de torpeza adolescen­
de hecho, el último a la pasarela por buscar a te, desesperanza cuarentona (su edad real) y
su antigua amiga en la cubierta de desembar­ parsimonia de anciano.
co sin éxito, con la idea de mantenerla vigila­ El hombre dejó que la puerta se cerrase
da y asegurarse de que cogía un taxi antes que sola tras de sí. Incluso sin que la cámara
usted. Bajó a la terminal y fue un momento al transmitiese sonido, quien le vigilaba ima­
cuarto de baño. Y allí fue donde de repente se ginó el chasquido hidráulico como el único
encontró frente al cañón de un arma. sonido que habría a esa hora en el pasillo.
Dobn se alejaba en dirección al corredor
principal donde desembocaba este, inten­
Capítulo dos: tando no hacer ruido pero ligero; parecía
que abandonase una habitación de hotel,
Caduceo, órbita de Mercurio. con la tranquilidad de saberse libre, no co­
mo si no hubiera vivido allí varios años de­
[Fragmento perteneciente a la novela de jando dentro tantas cosas que le ligasen a la
género biofake “Las horas perdidas”. estación orbital. Llevaba una maleta, imagi­
Por Imon Jonan] naba el observador por su tamaño que con
la ropa justa y suficiente para el viaje, y, por
“Dedicado a Mat Obrain, cuyas historias supuesto, su maletín de color blanco meta­
de largas guardias frente al monitor han ins­ crilato donde guardaba todo lo que para él
pirado este libro”. era importante ahora, un centenar de me­
morias seriales almacenadas en orden cro­
La luz roja encendiéndose en uno de los nológico. Todos en la base sabían de la
monitores le avisó de la activación del detec­ obsesión que mostraba Dobn por la seguri­
tor de movimiento. No era un motivo de alar­ dad de esa información, el trabajo de toda
ma y no era obligatorio tenerlo conectado: su vida aunque baldío e innecesario desde
solo en sitios clave y por cuestiones de seguri­ hacía medio siglo.
dad las cámaras de vigilancia advertían del Su caminar ligero se truncó un poco más
movimiento bajo ellas. Había otros parpadean­ allá y pareció recordar algo. Se tocó el dedo
do en ese mismo instante con el movimiento anular de la mano derecha y por su gesto a
de los habitantes más madrugadores de la ba­ punto estuvo de volverse. Atravesó su rostro
se que se dedicaban precisamente a esas ta­ en blanco y negro, distorsionado por la lente
reas que requerían vigilancia intensiva. La de la cámara, un gesto de pesadez, de hartaz­
verdadera utilidad de los detectores era ayu­ go. En realidad, pensó el controlador, si Dobn
dar en caso de una evacuación o descompre­ se dejaba algo enviarían a un operario de lim­
siones provocadas para detener un fuego, pieza (recordó al desagradable alienado que
casos en los que es necesario saber dónde está cultivaba su propio licor de restos en un se­
todo el mundo, qué salas están vacías y qué sa­ misótano y que limpiaba precisamente aquel
las no. pasillo) a recoger sus cosas para enviárselas a
Pero en este caso la cámara cuyo detector través del sistema solar hasta su nueva ubica­
el vigilante había decidido encender en ese tur­ ción en algún lugar de Encélado aunque la di­
no enfocaba un pasillo de acceso a simples re­ rección exacta, le había comentado una chica
sidencias. Aun así estuvo atento, porque era el de administración que no sabía estarse calla­
pasillo de Dobn Hoevel. Dobn, el de Dobn y da, aún no la habían comunicado.
Danalee, el despechado, la comidilla de la ba­ Dobn por fin reanudó la marcha sobre el
se en estos días. Dobn, que salía del aparta­ alfombrado adherente, probablemente sin es­
mento con su renuncia recién enviada y aún cuchar más susurro que sus propios pasos.
caliente en la bandeja de entrada del supervi­ Además de servir a la seguridad en caso de

77
FUTUROSCOPIAS

que la rotación de la base se detuviese, la su­ compañeros, más que algo buscado o encon­
perficie ayudaba a la privacidad, tapando con trado con base en la afinidad personal, eran
su blandura los pasos que podrían haber mo­ una circunstancia de los muchos empleos ne­
lestado a quien durmiese tras de esas paredes cesarios para hacer funcionar la base y darle
demasiado ligeras que separaban unos espa­ una utilidad.
cios de otros. El madrugador analista pasó En Caduceo viven unas 4.000 personas
frente a un buen número de puertas tras de entre expertos en análisis, científicos de dis­
las que sus vecinos y compañeros de trabajo tintas disciplinas, técnicos industriales, per­
aún debían dormir. Por eso quienes andaban sonal de limpieza, abastecimiento, seguridad
interesados por el jugoso cotilleo que llegaba y servicio. No es la base orbital más grande
a su fin le habían encargado al controlador es­ del sistema, pero sí una de las mayores y la
tar atento a la marcha de Dobn; preguntarían dotada con mejores instrumentos de com­
a lo largo del día si le vio detenerse o no fren­ putación para el estudio de fenómenos espa­
te al apartamento de Danalee y llamar para ciales. Computación, que no observación, ya
despedirse, si montó una escena, si la insultó, que la órbita de Mercurio es solo el lugar ideal
si soltó uno de esos dardos que se meditan du­ para mirar al Sol, el cuerpo del sistema que
rante toda la noche hasta encontrar el mejor, más carga de datos aportaba y que justificaba
si intentó terminar la relación como amigos o el gasto en este aspecto que se podía permitir
cualquier otro intercambio final. También, si la base. Mientras el vigilante iba cambiando
lloró durante su marcha, si golpeó una pared de cámara para seguirle hacia el área de as­
o se miró en un espejo y lanzó una mirada censores, su forma de moverse le recordaba al
acusándose de cobardía por huir. día en que llegó a Caduceo, estando también
Pero Dobn no se detuvo ante puerta algu­ él de guardia. Ansioso pero de paso ligero, lle­
na. El vigilante chasqueó la lengua frustrado gaba para ocuparse del proyecto SETI para la
sin saber que su pequeño esfuerzo habría sido localización de señales de vida extraterrestre,
de todas formas en vano; Danalee dormía esa el cual, cumplidos doscientos años desde su
noche en el sofá de una compañera de datos fundación, se había reducido al trabajo de un
en un pasillo diametralmente opuesto que da­ solo hombre. La ciencia de nuestro siglo,
ba acceso a un módulo exterior más privilegia­ preocupada como siempre en lo práctico y pe­
do, con mejor gravedad de rotación. rentorio, se dividía entre quienes creían im­
Salió al pasillo principal, una avenida de­ posible contactar con habitantes más allá del
sierta y lo bastante ancha para que la luz de sistema solar por cuestiones de pura pragmá­
los focos nocturnos no llegase a todos los rin­ tica física y entre quienes no le veían sentido a
cones, evitando desvelar lo que hubiera tras intentarlo, ya que después de haber logrado
del aparataje de servicio y control que corría salir del planeta Tierra y colonizado marginal­
por los muros. Tuberías untosas que se re­ mente algunos de los demás trozos de terreno
torcían para evitar tableros de mandos y con­ que flotaban alrededor del Sol, se había cal­
mutadores protegidos por cristales con clave, culado que abandonar la influencia magnética
extractores de dióxido pintados de color rojo del astro y someterse a la radiación y las dis­
y expulsores de oxígeno que, a esta hora en tancias del espacio profundo requería un es­
que la calefacción aún se mantenía baja, crea­ fuerzo mayor del que la raza humana podría
ban una ligera neblina. realizar sin extinguirse antes. Los recursos y
Ya era habitual atravesar la base entera en el tiempo necesarios se habían destinado a la
hora punta sin encontrarse más que a media terraformación de nuevos entornos del siste­
docena de personas, por lo que, tan tempra­ ma y acortar los tiempos de viaje entre ellos.
no, ser el único peatón no causaba asombro a El SETI se dejó como un proyecto residual y
nadie. Siguió adelante sin pararse a observar así siguió durante los quince años en los que
su soledad o espantar el miedo a ella vigilan­ Dobn había sido el único responsable de re­
do los rincones opacos; la escasez de contacto copilar y analizar en los ordenadores de Ca­
era algo con lo que vivir allí y los grupos de duceo la información sobre señales que le

78
FUTUROSCOPIAS

llegaba desde las zonas marginales de la he­ ciente en un entorno pequeño y cerrado como
liosfera. la base para crear un mote. En el fondo nunca
Hacía solo seis meses empezó el desman­ salimos del colegio, dicen. Ellos, que segura­
telamiento final e inexorable de lo poco que mente ya se habían fijado el uno en el otro,
quedaba del SETI. Las cartas animando a decidieron convertir la broma en una costum­
Dobn a donar su trabajo a un museo y aceptar bre y empezar a prepararse los cafés, hasta
la recolocación que le ofrecían en otros pues­ que de los sorbos y la conversación se pasó a
tos llegaron a un ritmo regular hasta hacerse las confidencias, de las confidencias a la inti­
impertinentes, según protestaba el analista an­ midad, de ahí a los besos y al permiso oficial
te quien quisiera escucharle. Para él se estaba para mantener una relación en un entorno la­
haciendo un daño irreparable a la humanidad boral orbital, que les fue concedido por el
dejando de escuchar al exterior, pero cuando mismo supervisor de Danalee, encantado de
se le pedía explicarse solo daba respuestas es­ comentarle a todo el mundo cómo su chiste
quivas que parecían indicar que tenía la espe­ había germinado hasta ese punto.
ranza de que algo ocurriese en breve o que Saltando de cámara en cámara el vigilante
sabía algo que no quería contar. Al final de continuó tras la imagen de Dobn por el pasillo
tanto hacerse el interesante acabó por quemar hasta una sala circular mejor iluminada.
la paciencia de sus oyentes, quienes decidie­ Dobn levantó la mirada, sorprendido del cam­
ron que Dobn solo estaba defendiendo su or­ bio de luz que le sustrajo de sus pensamien­
gullo y no algo más real. tos. Allí estaban los ascensores que subían y
Por entonces Danalee y él eran pareja y bajaban desde el núcleo central hacia las dis­
ella le apoyaba con medida condescendencia, tintas plantas de la rueda de la estación. Es
como una madre que espera a que se le pase una estancia de buen tamaño, una de las cua­
el disgusto a un niño. Sin embargo, también tro iguales y equidistantes que hay en la base
fue su presencia la que más pesó en la deci­ de la base donde uno puede esperar encon­
sión de aceptar por fin el cierre de su labor. trarse con alguien a esas horas y así era: tres
Un martes de primavera presentó su dimisión mujeres charlaban frente a la puerta de una
pulcramente escrita y la carta de aceptación de las puertas y un hombre esperaba cerca de
del nuevo puesto de analista de plutoides en otra, solo, fumando algo que exhalaba humo
Encélado; dos horas después le pidió matrimo­ azulado, probablemente menta marciana.
nio al motivo de su renuncia. Ella aceptó sin Dobn prefirió permanecer apartado de todos
la menor sorpresa, también como la madre y esperar al que se abriese primero. Ambos
que sabe que su hijo finalmente cederá. Si pa­ ascensores lo hicieron a la vez pero el espiado
ra Dobn fue una huida hacia delante o una for­ se metió en el que ocupaba el caballero, que
ma romántica de que gastar el cheque de era el único que bajaba.
indemnización por los servicios prestados es Pasó a la imagen del interior del ascensor
algo que nadie llegó a preguntarle. Encargó por si comenzaba alguna conversación intere­
un anillo de compromiso en las factorías flo­ sante. Los ocupantes de la cabina no parecían
tantes de Venus y fijaron una fecha. El viaje reconocerse. El otro hombre tenía una placa
de novios sería también el de traslado a Encé­ que le identificaba como técnico, un “masca­
lado, en un crucero de lujo. Ella no se despe­ dor de aluminio” al que habrían llamado para
diría hasta una semana antes del viaje con alguna reparación temprana abajo. Se bajó en
objeto de ahorrar todo lo posible de cara a su su planta deseando a Dobn un buen ciclo y el
nueva vida en el satélite saturniano. ascensor continuó hacia el exterior de la base.
En la base les llamaban DobleD, como el Las puertas se abrieron directamente en
refresco, ya desde antes de ennoviar. Una bro­ la sala de embarque, sencilla y construida a lo
ma que empezó el supervisor de ella tras coin­ largo de un recorrido de doscientos metros de
cidir la futura pareja tres días seguidos a la la cubierta exterior, jalonado por los accesos
misma hora para tomar café en la misma me­ numerados a las mangas de embarque. Solo
sa, cosa estadísticamente irrelevante pero sufi­ uno de ellos estaba abierto: le esperaban a él.

79
FUTUROSCOPIAS

Los otros dos pasajeros, quizá nerviosos por tan emitir otra cosa que no sean canales de
el salto, habían madrugado aún más que televisión pública. Hasta entonces el correo
Dobn y estaban dentro de la pinaza que debía tradicional en discos duros transportados ba­
llevarles a la Tierra, donde enlazarían con el jo sello seguirá siendo lo más seguro.
crucero de lujo Sirio IV, el mismo viaje que El vigilante apagó el monitor y suspiró.
habían contratado juntos Dobn y Danalee pa­ Nada jugoso que contar. Que le veía deprimi­
ra su “luna de miel”. do, diría. Que seguía amarrado a su maletín
El vigilante pensó en ese término obsoleto de memorias del SETI como si le fuese la vida
que Dobn usaba cuando se le preguntaba por en ello. Quizá inventaría que casi pierde el
el viaje, haciendo gala de su fama de hombre vuelo. Anécdotas de segunda clase.
excéntrico en su lenguaje en general y en par­
ticular demasiado romántico. A nadie le ex­
trañó que habiendo sido desmantelado su Capítulo tres:
trabajo y abandonado por su prometida tres
días antes de la boda lo aprovechase igualmen­ Tierra, espaciopuerto.
te para hacer el traslado definitivo. Es más,
los compañeros hasta le insinuaban que sería [Fragmento del registro­declaración ju­
lo mejor para él marcharse pronto, como si ya rada del preso J­89006­TI. Relativo a acon­
hubieran elegido bando y prefiriesen, de lar­ tecimientos previos al delito: hurto sin
go, que la mucho más sociable Danalee fuera agravantes. Caso 02­J­89006. Confesión vá­
la que se quedase en la estación espacial. lida ante un futuro comité para la revisión de
Dobn, después de todo, no haría otra cosa que su condena en este delito y en el delito previo
atosigarles con comentarios sarcásticos sobre mencionado en este mismo informe: homici­
el amor, declamaciones sobre esperanzas per­ dio con agravantes. Caso 01­J­890006.]
didas y otros comentarios similares intercala­
dos en sus largos silencios. Todo el mundo No, nada de “Shak”. Ni tampoco Shackary.
estaba de acuerdo en que era mejor que tuvie­ Para ti soy el señor DePalma. Qué coño, sar­
ra un sitio propio y lejano donde seguir mos­ gento DePalma. Y yo no entré en el ejército
trando su tragedia. manchándome de barro, sino de alférez uni­
Dobn apenas se detuvo unos segundos versitario, así que no me trates como a un
frente a la exclusa para transferir al terminal idiota. Exacto, lo has pillado, tú no me puedes
de acceso y de ahí al ordenador de a bordo su tutear, yo a ti sí. Te puedo tutear y putear, los
documentación de embarque. Saludó a la asis­ dos somos funcionarios pero ahora estoy a tu
tente que le entregaba una USB publicitaria cargo, pago mis impuestos y con ellos tu puto
con toda la información sobre el trayecto y las sueldo. Así que toma nota y calla, loquero.
líneas Translander. El iris de acceso se abrió y Vale. La decisión la tomé durante el final
Dobn abandonó Caduceo con un solo paso. del embarque, ya en la nave, pero se fue fra­
El controlador, que había sido trabajador guando en la terminal del espaciopuerto, en la
del sistema de correo transorbital, conocía Tierra. Ya sabe cómo es: a cada poco tiempo
bien el vehículo: una pinaza rápida que se las cintas automáticas van dejándote con los
componía solo de puente de mando, cinco ca­ demás pasajeros frente a puertas de acceso
binas privadas para el pasaje, otra común pa­ que dan paso al siguiente sector. Hay que rea­
ra la tripulación y una sala comedor, además lizar un total de quince trámites burocráticos
del compartimento de carga y la computado­ distintos para poder embarcar en un vuelo
ra­correo con que están todas las naves obliga­ transplanetario, incluyendo comprobación de
das a dotarse para llevar información de un identidad, de billetes, seguro de vida, escáne­
punto a otro en memorias de alquiler. Algún res corporales y de equipaje, cuestionario de
día lograrán o naves más rápidas que la luz o preferencias alimentarias y sanitarias y con­
un sistema fiable que transmita mensajes lu­ sentimiento de gestión publicitaria de todos
minosos verdaderamente seguros que permi­ los datos obtenidos.

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FUTUROSCOPIAS

Recuerdo que estaba un poco agobiado; to­ tando el atasco en la fila delante. El muy ca­
da esa gente de paso, de enlace a alguna otra pullo se estaba haciendo un lío con la
parte sin tiempo para visitar el planeta, ten­ documentación que le pedían sin que él acer­
sos, pendientes solo de la documentación y el tase nunca a la primera. Intenté cruzar la mi­
proceso de embarque. Tampoco es que se fue­ rada con ella para hacerle ver que
sen a perder mucho por no visitar la ciudad. pensábamos lo mismo de ese inútil. ¿Para qué
¿Conoces Chicago­Diageo? Un cementerio bu­ una mujer como esa iba a prestarle atención a
llicioso, un ordenado maremágnum de activi­ un hombrecillo tan gris, escueto, sin impor­
dades controladas, encauzadas, anatema de la tancia, si no era para reírse?
espontaneidad, con sus bosques replantados, Ay, amigo, menuda hembra. Llevaba
las autopistas donde murmuran columnas au­ unos pantalones de corte masculino y esa
tomáticas de vehículos conectando todas las chaqueta vintage vaquera en cuya espalda se
ciudades del planeta a través de montañas, había grabado el sol naciente japonés como
mares y desiertos, ciudades que se parecen to­ si fuese una macarra de aerociclo. Aun así,
das entre sí, financiadas y reducidos sus im­ resultaba femenina en cada paso que daba,
puestos en cada calle, en cada parque y hasta haciendo bailar un tango lento a su espalda
en el nombre con la presencia publicitaria de con la melena, un poco rizada, muy cobriza,
una industria u otra. Quería salir de allí. No larga hasta media columna. El rostro, sereno
solo por que el planeta me resultase angustio­ y moreno, apostaría a que acostumbra a dis­
so y cerrado sobre sí mismo. Ya había matado frutar del aire libre. Como todos, había reci­
a mi superior y me estaba preguntando si no bido un poco de tratamiento estético pero se
tendría que matar también a una segunda per­ había dejado adrede algunas marcas de
sona, allí mismo, en la cola de embarque... edad, ese tipo de gesto intelectual, maduro,
Sí, me refiero a él. ¿Cómo me ha dicho que refleja suficiencia. Yo diría que era una
que se llamaba? ¿Hoevel? Me tenía verdadera­ cuarentona, pero bien conservada. Antes de
mente cabreado. Yo estaba observando la pu­ fijarse en ese capullo había lanzado miradas
blicidad para distraerme, esos paneles, ya intensas al exterior a través de los ventana­
sabes, de colores suaves que cambian para les mientras fumaba cigarrillos de fresa o
transformarse en imágenes dulcificadas y reto­ mora, no sé. Viajaba sola: podría ser una
cadas de los principales atractivos del, dígase ejecutiva de las poderosas compañías me­
con tono ceremonioso, “planeta origen de la talúrgicas, alguien de mente abierta y alma
especie”. La monumental Comunidad Euro­ imaginativa pero corazón de tiburón capaz
pea, nación de servicios, estatuas y excursio­ de hacer bromas sobre el accidente indus­
nes con París como clásico inevitable, los trial del 2118 en Ceres mientras te comuni­
edificios del gobierno en América y algunos re­ caba que te despedía por bajo rendimiento.
tazos de aventuras exóticas a lugares despobla­ Sería un viaje para descansar ordenado por
dos y aún en recuperación de Asia y África; el médico; mucho estrés, una mujer con po­
Australia y Oceanía, que se muestran poco, der, acostumbrada a depredar, que pasaría
son sitios para trabajar, no para el turismo. las noches sola en el bar de la nave, las
Al grano. Fue delante de uno de estos car­ mañanas durmiendo y las tardes en el gim­
teles cuando me aparecieron las ganas homici­ nasio. La combinación de figura esbelta, ca­
das. Yo me había fijado en la chica, y quién bellera roja, estandarte nipón, pose salvaje,
no; nos habíamos cruzado antes en las expen­ humo exhalado y alma darwiniana me hizo
dedoras de billetes con reserva. Pues allí en la pensar en un dragón.
cola la mujer parece lanzarme una mirada de Esperaba su turno en la fila inmediata y
esas escrutadoras, de arriba abajo. Pero de in­ paralela a la nuestra. Hoevel no se fijó en ella
mediato, siguiéndoles la línea de tiro a las pu­ hasta que quedamos a la misma altura en la
pilas, concluyo que no me mira a mí, sino al fila. La mujer dragón le miró directamente a
otro tipo, al del maletín, a ese calvo de paseo los ojos y él le devolvió la mirada con una
aparatoso sin carne ni gracia que estaba mon­ sonrisa boba. Pensé, qué idiota, no se da

81
FUTUROSCOPIAS

cuenta, está dormido, cree que han cruzado la Medio kilómetro de altura colocada en verti­
mirada por azar. Dios le da cebo a quien no cal, pintada de azul y verde, los colores de la
tiene anzuelo. Para mayor fastidio mío, ella le línea OverXpress, y rodeada de operarios, ca­
devolvió la sonrisa. Ni siquiera así se enteró el miones, furgonetas trayendo el equipaje, cin­
hombre de su falta de inteligencia y devolvió tas de transporte con el aprovisionamiento y
una sonrisa aún más estúpida, educada, para mangueras de combustible.
volverse a mirar la fila y pensar en sus cosas. Busqué la fila correspondiente al ascensor
Vaya desplante. De verdad, de no haber teni­ de mi cubierta, segregada por el coste del bi­
do que ser prudente, le habría enseñado a ese llete, y allí dejé de verla. Mientras recorría el
pelele cómo se ha de devolver la sonrisa de fuselaje hacia arriba, el ascensor lanzaba un
una mujer así. mensaje de despedida grabado que debía pa­
La prudencia, por desgracia, era muy nece­ recernos simpático. Algo así como “ahora que
saria. No había elegido este viaje por ser de dejan el suelo de la Tierra hacia otros mundos
placer o por tener a mucha gente a mi alrede­ de mierda aún a medio terminar, permitan
dor entre la que camuflarme. En la Tierra hay que en nombre del Gobierno corrupto, su Mi­
casi doce mil millones de habitantes y cual­ nisterio de Turismo y sus prostitutas les agra­
quier persona que pasa temporalmente por tu dezcamos las visitas que hayan realizado y
vida desaparecerá para siempre a los dos mi­ expresemos nuestro deseo de volver a verles a
nutos de habértela cruzado, por lo que para ustedes y su dinero pronto”. Algo así.
mí la cola del espaciopuerto era una cárcel am­ Me bajé en mi cubierta para sumergirme
bulante en la que no estaba preso pero podría en un mundo de sonrisas profesionales y luz
llegar a estarlo si el cadáver de mi teniente era agradable, tan regulada como el disfrute del
encontrado y la orden de captura se emitía an­ lujo estratificado por clases del que dis­
tes de que pudiese embarcar bajo nombre fal­ pondríamos durante el viaje. Me proporciona­
so, cosa que empezaba a parecerme cada vez ron medicamentos para la pérdida muscular
más cercana cuanto más retrasaba el imbécil del vacío y me adjudicaron un camarote al que
sin carisma la entrega de sus papeles. En reali­ decidí no acudir de inmediato. Les pedí que
dad había elegido ese viaje porque era el pri­ llevasen mis maletas adentro y me eché sobre
mero en salir que llevase tan lejos, no me una de las tumbonas con vista panorámica de
importaba lo que hubiera que pagar y entre la borda acristalada para ver el despegue.
tanto pasajero acaudalado encontraría a Sentí el tirón de la gravedad quedándose allí
quien hacer compartir mi desgracia robándole abajo; a medida que el peso del mundo y de
la identidad. un cadáver reciente oculto en la habitación de
Impaciente pero impotente, me dediqué a un motel fueron desapareciendo, mis náuseas
mirar de nuevo a la pelirroja e imaginar histo­ mejoraron.
rias en las que entablábamos conversación y Me olvidé en ese instante de mi teniente,
yo la animaba a tomar una copa. Ella, cuando de sus insinuaciones asquerosas y de la tram­
la acompañase a la puerta del camarote me pa que le tendí para hacerle pagar por todas
pediría que le contase mi vida y yo sellaría esas noches de guardia extra. De la cara que
sus labios con un fuerte beso para dejar claro puso cuando entró en la habitación y no solo
que hay asuntos sobre mí que una mujer de me encontró vestido, al contrario de lo pro­
buena familia como ella no debería saber. Ya, metido en mi nota, sino con un arma en la
es un tópico, pero soñar no cuesta nada y es mano. “Debería darle vergüenza” le dije justo
agradable. antes de evaporarle la cara de un disparo. “Es
Pasamos por fin el último control y accedi­ usted una mujer casada”. Y cuando conseguí
mos al muelle. Aún teníamos que caminar ca­ olvidarme de todo eso tomé la decisión de
si un centenar de metros por su estructura empezar mi nueva vida en Encélado con la
transparente hasta la nave. Se sentía uno pe­ documentación y el dinero de aquel pobre
queño y abandonado en medio de la pista de imbécil.
despegue y frente a la mole que nos esperaba.

82
FUTUROSCOPIAS

Capítulo cuatro: cuando paso mi tarjeta y les invito a entrar en


la sección de ingeniería. Espero a que todo el
En ruta a Marte. mundo haya entrado, me aseguro de ello, en
realidad, y entro también.
[Mensaje personal del agente de seguri­
“Y este es el motor de tránsito, la joya de
dad Ablo Aranjo a bordo de la PSS Sirio IV a
nuestro sistema de desplazamiento interpla­
su novia en GMadrid, Tierra.]
netario”. Ahí suele elevar el tono de voz para
darle resonancia e importancia al momento,
Hola, de nuevo, amor.
aprovechando también que estamos bajo una
¿Todo bien? Nos escribimos tan a menudo
cúpula de silicio donde se encierra el motor
que no sé ya qué preguntarte. Por eso también
principal de la nave. Suelos esterilizados, in­
me lees mencionando cosas tan triviales de mi
genieros y operarios vestidos con uniformes
trabajo. No, no te asombre que sepa tanto de te­
sin una pizca de grasa yendo y viniendo, flo­
mas técnicos de la nave. Verás, con la Sirio se
tando libres por el aire o agarrados a cables
tardan casi dos días en llegar desde la Tierra a
de transporte. “Como ven, por su tamaño,
Marte. Es el salto interplanetario más pequeño
aquí es más práctico no usar el adherente o el
de los que damos, 120 millones de kilómetros
magnetismo para mantenerse en el suelo y los
en esta oposición, por lo que tan pronto pasa
trabajadores aprovechan la ausencia de gra­
un tiempo prudencial para que los pasajeros se
vedad para trabajar con más libertad y acce­
sientan mejor del mareo, cubierta por cubierta
der rápidamente a toda partes. Por supuesto,
les vamos dando un paseo turístico por las en­
son expertos acróbatas antes que ingenieros”.
trañas de la nave.
Ahí sonarán algunas risas mientras los
Yo tengo que acompañar al grupo en la vi­
pasajeros admiran la estructura. Como te hice
sita de presentación para asegurarme de que
confundirme con un cerebro privilegiado con
ningún pasajero se queda rezagado o hace el
ello en mi anterior mensaje, deja que ahonde
tonto con el material, se mira pero no se toca,
en tu error con más detalles. El motor de
y he llegado a aprenderme de memoria el tex­
tránsito de una nave como la nuestra es una
to de tantas veces como lo he escuchado: “La
masa de metales ligeros conectados en obli­
nave mide noventa y cinco metros de manga
cuo por tuberías al suelo y por un cableado
máxima, cuatrocientos cincuenta metros de es­
brillante y bien aislado a los sistemas de con­
lora máxima y el registro bruto es de doscien­
trol del techo, sobre el que se sitúa una sala
tas trece mil toneladas de desplazamiento.
de mando que puede verse a través de la cú­
Fabricado por la empresa terráquea Echo
pula. Medirá más de ocho metros de alto por
Yards, tiene capacidad para más de cuatro mil
doce de diámetro y en su interior se ve pulsar
quinientos pasajeros a bordo, divididos en
el circuito de hadrones que permite crear la
seis cubiertas. En el comedor de tres niveles
energía suficiente para que los impulsores,
pueden sentarse dos mil quinientos pasajeros
distribuidos alrededor del casco de la nave, la
simultáneamente. En sus miradores de borda
deslicen a una velocidad lo bastante cercana a
hay más de mil quinientos asientos y un gim­
la de la luz como para permitir llegar en tan
nasio con tecnología magnética que mide más
poco tiempo a la órbita exterior del sistema.
de mil metros cuadrados sin contar los casi
“Calculen que por efecto de la relatividad, pa­
mil más en salas especiales para practicar dis­
ra cuando regresen a casa tendrán unas sema­
tintos deportes”.
nas más, pero para sus familiares planetarios
Perdona si te aburro. Quería contar algo
habrán pasado unos dos años. Qué envidia les
que pasó el otro día, durante esta visita guia­
tendrán, ¿verdad?”. Más risas. Es un buen
da precisamente. Justo después de que el mo­
profesional, años después sigue pareciendo
nitor soltase todos esos datos que te acabo de
espontáneo y hasta lo hace parecer deseable.
transcribir, llegamos a las puertas marcadas
Por favor, amor, sigue trabajando en el espa­
con el distintivo amarillo que significa “pase
cio hasta que nos jubilemos los dos; no sopor­
solo con personal autorizado”. Estas se abren
taría que la diferencia de edad nos separase.

83
FUTUROSCOPIAS

En este momento el guía comienza a expli­ plicidad en los gestos ni con la expresión de la
car detalles históricos de la PSS Sirio IV, salpi­ cara, pero sí con el tono—. Te llevo viendo un
cando su discurso con profusión de anécdotas rato aquí atrás y me has dado la idea; venirme
sobre famosos músicos, actores, exploradores aquí y hacer como que escucho. ¿Te importa?
y científicos que han disfrutado de este y sus Él negó con la cabeza y susurró una res­
anteriores cruceros Sirio gemelos desde que puesta, pero el megáfono del guía la ocultó y
hace setenta años la OverXpress pusiera en el grupo comenzó a moverse de nuevo hacia
marcha este proyecto, inspirándose en otros las escaleras, rumbo a la terraza de ese mismo
visionarios como los que fundaron los míticos nivel para un refrigerio. Esta es la parte más
Orient Express, Freedom of the Seas y Atlante aburrida del recorrido, ver cómo las clases al­
en siglos pasados. Sí, es una sobredosis de or­ tas del sistema abordan los canapés como
gullo pero estamos hablando de la nave de ma­ niños en una fiesta de cumpleaños. Me dije
yor tamaño del sistema solar, sin contar las que sería más entretenido escuchar la conver­
bases espaciales. sación de estos dos porque estaba claro que
De todas formas no te quería hablar de la algo quería ella y no podía ser un romance, no
nave ni de la visita, sino de algo que vi duran­ con aquel tipo. Antes de que me digas que yo
te ella y me hizo recordar el día que nos cono­ no sé lo que una mujer busca, recuerda cómo
cimos. ¿Te acuerdas? Pasaste a mi lado te la he descrito a ella y espera a que te hable
distraída, me golpeaste en ese hueco estúpida­ de él.
mente diseñado por la naturaleza entre el hú­ Lo primero que piensas al verle es que es
mero y el radio y yo solté un bufido de dolor. un hombre triste. Ni presta atención a lo que
Según tú un accidente así era signo de buena pasa ni parece que su imaginación discurra
suerte. “¿Y he tenido suerte?” te pregunté. “Si por recuerdos que merezcan la pena. Uno
quieres, podrías tener mucha” me respondis­ diría por la expresión arrugada del rostro que
te. Aún estoy pendiente de que confieses: lo hi­ es de los que se regodean en recordar lo
ciste adrede, estoy seguro. amargo de su paso por la vida. Camina dobla­
Pues a bordo pasó algo parecido e intuyo do sobre el pecho, los brazos a los costados,
que a ella también le guiaba la intención, bue­ siempre examinando el suelo desde la venta­
na o mala, de conocerle. Era una pelirroja de­ na de sus gafas y peinándose hacia atrás un
sencuadrada con el resto de pasajeros, falta cabello corto y seco, sin lustre, para ocultar el
de esa abulia que les tiene a todos cogidos por incipiente descubierto de la coronilla. La piel
las gónadas y que nace del dinero, la fama o el tan pálida que las venas sobresalen más viole­
poder que acumulan. Pasó a su lado, distraí­ tas que azules y los ojos inyectados de can­
da, y le tocó el codo pidiéndole espacio con un sancio. Delgaducho, blando, arrastrado y mal
exceso de confianza. Estaban cerca de mí, así vestido. Al menos en eso destaca; como ella,
que su perfume sintético oriental, estupendo no parece uno más del grupo de nuevos ricos
complemento para una cazadora estampada que viaja en la Sirio. Pero a diferencia de ella,
con el sol naciente en la espalda, me dio tan cuyas prendas demuestran calidad y un falso
de lleno como a él. Al pasar le miró apartándo­ desaliño comercial, el atuendo de él, falto de
se de los ojos, con cálculo perfecto, la melena originalidad y de ajustes a medida, parece sa­
rojiza. Él se volvió con una sonrisa de leve cor­ cado de una tienda orbital. Parecía el hombre
tesía en los labios y con intención de retornar más inofensivo del mundo. Ella fue la que re­
a sus pensamientos de inmediato, pero hubie­ tomó la conversación. Intentaré transcribirte
ra sido descortés hacerlo: ella no seguía su ca­ lo que recuerdo, pero sé indulgente si me dejo
mino, se detuvo junto a él y clavó los ojos, cosas y luego no sé aclarártelas.
pardos y apostaría que clareados con nano­ —¿También viajas solo? No sé por qué la
cosmética, en los suyos. Seguía sonriendo, sin gente se empeña en viajar acompañada
apartar la mirada. siempre, especialmente cuando es por pla­
—Tú también te has cansado de escuchar­ cer. ¿Qué mayor placer puede haber que
lo, ¿verdad? —le susurró ella, sin mostrar com­ perderse?

84
FUTUROSCOPIAS

—¿Eh? Sí. Bueno, yo viajo más o menos que todo parecía preparado de antemano, co­
por trabajo. mo si tuvieses un plan y el destino te hubiera
—¿Y por trabajo te subes a un crucero? avisado para ponerlo en marcha justo conmi­
—Bueno... go. Siempre has dicho que son imaginaciones
—No me lo cuentes si no quieres. mías, que nadie haría algo así y aquí tienes,
—No pasa nada. Estoy haciendo mi trasla­ un encuentro muy parecido al nuestro y apos­
do a Encélado. taría que también planeado por ella. ¿Qué
—¿Trasladarte? ¿Te mudas? opinas? Intentaré hablarte de cosas más per­
—Sí, y cambio de empleo. Este viaje iba a sonales la próxima vez pero me exigiste un
ser de placer y compartido pero la otra perso­ mensaje diario y hay poco con lo que sorpren­
na decidió no venir. derte en este viaje. Por muy fascinante que
Ella sonrió y asintió callada, como si ya lo pueda parecer un crucero por el sistema, está
supiera todo de él con esta conversación. Yo lejos de ser la fantasía romántica que esperas.
tuve que moverme cerca del guía para dar una
sensación corporativa en el discurso final y les
dejé allí atrás. Capítulo cinco:
El discurso consiste en decirles algo bas­
tante estúpido, una anécdota que ahora no re­ Marte, superficie.
cuerdo, cuando llegan a la terraza y ante la
contemplación del espacio moviéndose suave­ [Diario de Joanna Sun. Entrada del ciclo
mente alrededor. Todos ríen por lo que debe 8 de la rotación 11 del 2189]
tener gracia aunque para mí la haya perdido.
A ella la vi soltar solo una sonrisa irónica vuel­ Querido Diario,
ta hacia a él para hacerle partícipe, doblando Marte es un parque de atracciones. No
una ceja, de que el chiste le parecía también en un sentido figurado, sino literal. Había
un poco soso. oído hablar de la enorme extensión de zonas
Bueno o malo, el chiste es la señal para recreativas, tanto que lo convierten en el lu­
que yo pulse el mando ambiental y cambie las gar turístico más importante del sistema,
luces de las paredes a un tono anaranjado, pero verlo de cerca te hace consciente de las
con veteado verde: los colores de la bandera verdaderas dimensiones intelectuales de de­
marciana. El guía anuncia que eso significaba dicar un mundo entero al servicio del ocio.
que ya estamos a menos de la mitad de cami­ Para casi cualquiera que salga de la Tierra,
no del planeta y se despide del grupo con algo no tiene sentido otro viaje que no sea ir a
de prisa por pasar al siguiente dejándoles allí Marte, los demás están demasiado lejos y
disfrutando del refrigerio. tienen poco que ofrecer. Solo los ricos o los
Como mi papel pasa a ser el de esperar a que tienen mucho tiempo, situaciones que
que vayan saliendo poco a poco todos y la sala suelen ser coincidentes, realizan travesías
quede vacía para el siguiente turno de turis­ más largas.
tas, volví a la parte de atrás y a una altura en Así, tenemos un planeta casi del todo terra­
que podía escucharles de nuevo. Ella bostezó. formado, en el que algunas formas de vegeta­
Les ofrecieron algo de beber. ción se reproducen sin ayuda humana y el
—Voy a echarme pronto, quiero estar fres­ clima ha pasado de catástrofe constante a
ca para la visita. ¿Te veo mañana en el desem­ problema con el que lidiar, un problema que
barco?— le dijo ella al alargar la mano para al menos en las zonas donde se instalan las
presentarse. —Me llamo Joanna Sun. Jo. atracciones es menor. La población residente
—Dobn Hoevel.—se presentó a su vez. aún no pasa de los ochenta y cinco millones
“Jo” se marchó de allí, dejándole una son­ de personas; lo cual no está mal y da una
risa a él y muchas dudas a ambos. Siempre he cierta esperanza a la sobresaturada Tierra. Se
dicho que nuestro primer encuentro fue pla­ empiezan a ver las caras de nietos nacidos
neado, que me sorprendiste con tu descaro y aquí con ayuda de la medicación y la terapia

85
FUTUROSCOPIAS

genética que les adapta a la menor gravedad y res obligados a leerla, pertenece a una época
presión sin necesidad de trajes lastrados, com­ en la que este tipo de confusiones sociales
plementos hormonales y respiradores, que es eran tan celebradas y emocionantes en las
el pack básico que nos proporcionaron a todos historias de ficción como antiguamente lo
los pasajeros de la Sirio al aterrizar. eran las persecuciones y combates viriles u
Me encontré con mi objetivo, como había­ hoy las tragedias basadas en las paradojas ét­
mos acordado durante la visita a la nave, en el nicas. Dobn me ha comentado que la atrac­
ascensor de desembarco. Nos saludamos con ción le recordaba ese momento de la novela
una sonrisa y nos unimos al grupo de turistas porque, decía, acababa de vivir algo muy pa­
conversando sobre alguna nadería. Dobn pa­ recido, esa misma mañana. Me he dado cuen­
recía chispeante, casi diría que flirteaba con­ ta entonces de que lo que yo había tomado
migo, así que el trabajo parecía medio hecho. por galantería y flirteo arrojado era nerviosis­
Nos dejaron a la entrada del más grande mo, tensión emocional fruto de un disgusto
de los parques temáticos: Viajes Fantásticos. reciente.
Un camino de baldosas amarillas bajo el cielo —¿Es que te han robado? —le he dicho. Él
cobrizo circulaba entre campos de hierba dura ha movido la cabeza en un gesto ambiguo—.
y filosa. Prohibido tocar sin guantes, por las ¿Lo has denunciado?
alergias. Los flashes de las cámaras inunda­ Al volver de desayunar la puerta de su ca­
ron la ruta. El camino nos llevaba hasta un pa­ marote, en efecto, estaba entreabierta, me ha
lacio verde esmeralda sobre el que volaba en explicado. Si se trataba del servicio de limpie­
ciclos exactos una nave automática que venía za, se habían adelantado mucho a su horario.
a ser un cruce entre la bala lunar y el Nautilus ¿Quizá hoy había alguna razón técnica para
de Julio Verne. A las puertas del palacio, agen­ empezar a limpiar por su zona? Pero al abrir
tes turísticos vestidos como los orgoides de Pá­ la puerta encontró la cama tan desecha como
ramo Andrómeda, la novela de ficción que antes y las toallas sin reponer. Se preocupó,
anticipó los motores de hadrón, nos entrega­ claro: por primera vez desde que salió de Ca­
ban tarjetas de presentación que podíamos duceo había dejado su maletín de trabajo en
leer en nuestras pulseras. el cuarto. No, no ha dicho “maletín de traba­
En un capítulo de Páramo Andrómeda, el jo” sino “memorias de trabajo”; ha sido des­
protagonista está invitado a una fiesta en la ca­ pués cuando me ha explicado que estaban en
tedral civil flotante de Orgon, embajada tem­ un maletín. Le he preguntado si no había en­
poral del desvencijado imperio terráqueo que cerrado el maletín en la caja fuerte que, como
acaba de descubrir que no está solo en el uni­ el protagonista de la novela, cada pasajero
verso. Le ofrecen una habitación con caja fuer­ tenía a su disposición en el camarote. No, él,
te para guardar su maleta si lo desea y poder “idiota, idiota”, se decía, lo había dejado en el
pasar allí la noche antes de su vuelta a Andró­ armario, junto con la ropa y el calzado y los
meda. Pero cuando terminada la fiesta regre­ amarillentos trozos de la tela adhesiva de
sa, encuentra la puerta de la habitación emergencia.
entornada. En un principio está seguro de que Examinó el maletín en busca de rasguños,
se trata de un robo, pero no le falta nada. Te­ golpes nuevos o señales de haber sido forzado
meroso de que se haya copiado información no visibles a simple vista. Pero nada. Las me­
importante de los informes que lleva consigo, morias estaban al completo. La cerradura, in­
el protagonista, que tiene el pomposo nombre tacta. La mente, en cambio, bien abierta y
de Misha Starmann, redacta una protesta for­ desbocada hacia la angustia y el temor. Pero
mal con la que queda en ridículo cuando se le ya estaba, todo había pasado. “Habrá sido mi
hace notar que el servicio de limpieza orgoide imaginación”, le intentaba quitar importan­
tiene por costumbre tradicional dejar las puer­ cia; se debió dejar él mismo la puerta abierta.
tas entornadas como señal de confianza y de Además, le habrían robado, de tener alguien
su paso por la habitación. La novela, que hoy interés, el reloj, un regalo bastante caro, im­
día resulta poco comprensible para los escola­ portado de la Tierra. O la cartera con la tarje­

86
FUTUROSCOPIAS

ta de efectivo. Pero no un maletín portamemo­ mismo tema, pero la falta de cohesión le


rias viejo que a simple vista debía estar lleno ponía nervioso. Aun así se resignó a mi entu­
de recuerdos y fotos. No, para robarle el ma­ siasmo y me siguió hacia allí junto con una
letín habría que saber que había algo impor­ cuarta parte del grupo, que habían tomado la
tante en él y buscarlo a propósito. Ahí fue misma decisión.
donde volví a notar otro matiz en su ansiedad; En una explanada de varias hectáreas
me estaba contando todo esto con el tono de habían recreado el paisaje marciano tal y co­
voz que se utiliza para narrar algo que la otra mo lo inventó Bradbury, una casa familiar
persona ya debería saber. ¡Como si creyese, marciana, la nave terráquea junto al río en
tal cual, que yo podía tener algo que ver con cuyas aguas se miraban androides decorati­
todo esto! Sus últimas frases desechando la vos. Más allá el falso pueblo americano y has­
posibilidad de un robo, llenas de matiz iróni­ ta la casa Usher II, el colmo de la recurrencia.
co, parecían una advertencia hacia mí. Pero Por supuesto, quise entrar a ver justo esta a
yo soy una profesional y no me arredro por la pesar de que la idea de visitar un homenaje
imaginación sin domar de un cuarentón la­ apilado sobre otro parecía marear a Dobn; in­
mentable. capaz de simplemente disfrutar, lo miraba todo
—Veo que es realmente importante para ti con disgusto y hacía comentarios sarcásticos.
—saqué yo el tema mientras paseábamos por Le dije que el problema no es que fuera una
la cubierta de un Argos construido con made­ mala idea, sino que él no la entendía.
ra marciana, unos pasos retrasados respecto —Las buenas o malas ideas lo son en fun­
del grupo. ción de su equilibrio y calidad; pueden ser
—Es todo mi trabajo. Toda mi vida. medidas.
Su respuesta sonó más seca de lo necesa­ —Ya no sé si eres un romántico irremedia­
rio. No quería decirme nada más, pero sí me ble o justo lo contrario.
había contado aquello por un motivo muy con­ Le obligué de todas formas a adelantarnos
creto. Escrutaba mi rostro, buscaba algo en él. a todos y entramos en la casa los primeros. La
Me reí, como si su comentario sobre la impor­ atracción era en realidad el colmo de la senci­
tancia del trabajo hubiera sido una exagera­ llez y el cliché. Un pasillo central a cuyos la­
ción innecesaria de la que ambos fuésemos dos se iban alternado salas de exposición con
conscientes pero al no secundarme él, callé y escenas en holografía barata representando
procuré excusarme o quizá excusarle. momentos de la obra de Poe. Unas aparecían
—No es para ponerse así; haz con tus co­ en el cuento de Bradbury y otras no lo hacían,
sas lo que quieras. Te entiendo. Yo he tenido como si el autor de la atracción hubiera queri­
toda la vida una pasión tremenda por las cha­ do no ya carecer, sino presumir de carencia
quetas de tela estampada. Llevaba una el día de criterio, sumando al homenaje del home­
que nos vimos en la cola del embarque. ¿No te naje un tercero. A mi pesar, empezaba a en­
acuerdas? Venga, te pillé mirándome. tender a Dobn.
Salíamos en ese momento de la atracción El corredor se hacía más oscuro a medida
y delante estaban las indicaciones para dirigir­ que avanzábamos hacia la salida, cegada por
se a las siguientes, entre las que podíamos ele­ una puerta tan falsa en su antigüedad como
gir. El guía nos dio un mapa con un punto de todo lo demás. Yo parloteaba sin vergüenza
cita para media hora después y los visitantes describiendo en voz alta lo que veíamos con
empezamos a dispersarnos en grupos pe­ mi entusiasmo de aficionada y sin dirigirme a
queños. Le acerqué el documento a Dobn y le Dobn en particular. A veces necesito expresar
dije que quería ver la dedicada a Crónicas mis pensamientos en voz alta, ya sabes. Le
Marcianas. Me respondió que conocía el libro pillé un par de veces mirando atrás y preocu­
pero no le gustaba; en su opinión era una sim­ parse porque nadie nos siguiera de cerca.
ple recopilación de historias que habían sido ¿Qué pensaría que iba a hacerle allí, en un si­
escritas por separado y unidas en su momen­ tio público? ¿Besarle por sorpresa? ¿Arrinco­
to por puro interés comercial. Podían tener el narle y sacarle la ropa a tirones como si él

87
FUTUROSCOPIAS

fuese un irresistible Vanburen, recién llegado Mi agencia paga un precio astronómico


sudoroso y triunfal de la pacificación venusia­ para que pueda recibir cables rápidos en lan­
na? No soy ese tipo de profesional burdo y fal­ zadera. Era difícil no ver algunos gestos envi­
to de clase. ¿O de verdad se creía víctima de diosos admirando discretos la talla de los
un intento de robo y me tenía en mente como lujos que podía yo permitirme mientras re­
sospechosa? cogía el sobre y me volvía hacia el parque de
Cuanto más permanecíamos en la oscuri­ arbustos iánidos para leer en privado la me­
dad más aumentaba su aprensión, la respira­ moria que se deslizó en mi mano al abrir el
ción ahogada, incluso un rictus de miedo. envío.
Reconozco que lo disfruté un poco. Hay perso­ El mensaje era breve y claro; me cortó la
nas que necesitan la luz para ser valientes y respiración. Cerré la agenda y miré a Dobn.
dejarse llevar por el instinto y quienes necesi­ Me acerqué a él meditando a cada paso. ¿Có­
tan la sombra para lo mismo. Dobn no es de mo podía haberme confundido de forma tan
ninguno de los dos tipos, ya te lo digo yo. absurda? Me le quedé mirando a la distancia
Bueno, me decidí a acabar con su suplicio, de un abrazo y dejé inserto un silencio. En ese
viniera de donde viniera. Aceleré el paso y momento podría haberle confesado cualquier
abrí las puertas de salida con un solo em­ cosa y con mi rostro quería dejárselo claro:
pellón. No se lo esperaba: la luz le dio en el “puedes hablar, la tensión ha pasado, hay algo
rostro por sorpresa. Me reí. Me gusta escu­ que ha cambiado y ya no me importa la regla
char mi risa porque no es de esas cristalinas, que me obligaba a ocultar mis intenciones. En
chillonas, sino brava, sincera, llena de autosa­ realidad, me caes bien, te lo habría dicho an­
tisfacción; así la veo yo al menos. Aunque no tes”.
siempre resulta ideal en mi trabajo, tanto je­ Pero el momento pasó. Musité una excusa
fes como clientes prefieren que una mujer re­ para buscar el cuarto de baño y lo cierto es
sulte femenina, por muy duro que sea su que conseguí no volverle a ver hasta esa no­
oficio. che, en la cola para acceder de nuevo a la na­
—¿Te ha gustado? La atracción, digo. No, ve, muy por delante de mí. Solo una vez miró
¿verdad? Al final ibas muy callado. hacia atrás y pudo atisbarme entrando con el
De nuevo a la fresca luz del sol, el rostro resto del grupo. Su cara era a la vez cenicienta
de Dobn se llenó del gesto habitual, mezclan­ y Cenicienta. No procuró esperarme por lo
do miedos y esperanzas. Nos encontrábamos que no me hizo falta esquivarle al entrar. Fui
en un terreno abierto, frente a la atracción de­ directa a mi dormitorio y hasta aquí que te he
dicada a los cazadores de asteroides de Yves abierto y me he puesto a escribir. No sé cómo
Harris; en mi opinión, a la altura literaria de se van a tomar esto mis jefes ni cómo me las
Bradbury, aunque con esa vertiente de fuerte voy a apañar con este hombre a bordo hasta
sociología que había dado sentido de comuni­ el final del viaje.
dad los trabajadores orbitales hasta el punto
de reactivar los sindicatos. Dejó que le guiase
directo al punto de encuentro, donde llega­ Capítulo seis:
mos los primeros.
Los demás turistas del grupo fueron apare­ En ruta a Europa.
ciendo poco a poco procedentes cada uno de
sus atracciones favoritas. El guía sumaba cabe­ [Diario del Tercer Oficial Berri Lerman,
zas para saber quién le faltaba cuando un ofici­ en tránsito Marte­Europa, 8r11 del 2189.]
nista del parque se le acercó con un sobre
rígido en la mano. Le preguntó algo, nuestro ...y entrando en asuntos de seguridad, el
cicerone asintió y se volvió hacia el grupo. Yo señor Dobn Hoevel de la C2b ha venido a mi
estaba en ese momento sacando una foto por oficina esta noche afirmando haber estado ba­
lo que tardé un poco en darme cuenta de que jo vigilancia de una o más personas durante
voceaba mi nombre. lo que llevamos de trayecto y está seguro de

88
FUTUROSCOPIAS

poder identificar a una de ellas, cierta pasaje­ table, ninguna de ellas, de ser ciertos los acon­
ra con la que, no oculta, había entablado lo tecimientos relatados, deja de tener algo de
que creía era una sincera relación amistosa. fundamento. Es por ello que he decidido in­
Dicha pasajera es la señora Joanna Sun de la vestigarlas en la justa medida para no com­
cubierta 2a, quien también hace el viaje com­ prometer ni la seguridad ni la honra de
pleto y que tiene ya reservado un billete de pasajero alguno hasta comprobar o descartar
vuelta con nuestra compañía, aunque no en la hipótesis que nos ha presentado el señor
clase crucero. Hoevel.
Según el señor Dobn, trabaron amistad de
forma falsamente azarosa: los acontecimien­ [Diario del Tercer Oficial Berri Lerman,
tos le han llevado a pensar que no había casua­ en tránsito Marte­Europa, 10r11 del 2189.]
lidad en tales encuentros sino un motivo muy
concreto, que algo necesitaba ella de él. Al pre­ Me he dirigido al señor Hoevel para pre­
guntarle si consideraba que algo le hiciese dig­ guntarle cómo se encuentra. La pregunta no
no de vigilancia, habló de unas memorias parece haberle gustado, como si supusiera
virtuales que transporta en el viaje, según él que se la hago pendiente más de su nerviosis­
de un gran valor científico “por determinar”. mo que de la veracidad de su denuncia de
Hago constar que a pesar de esta información días atrás. Aun así me comunica que tras una
ninguna agencia pública o empresa ha pedido primera noche inquieto preguntándose por
reforzar la seguridad de su persona. los verdaderos motivos de esta mujer, por qué
La misma mañana de la llegada a Marte el cosas la habrían llevado a confundirse, esta
señor Hoevel detectó, afirma, un intento de noche sí ha dormido bien. Quede claro que es
allanamiento en su camarote, cuestión que no opinión de este oficial que toda la historia de
quiso denunciar en ese momento. He recalca­ conspiración y acecho podría, y creo que es
do que considero tal silencio una imprudencia así, no estar más que en la mente del caballe­
por su parte pero le he rogado continuar con ro, pues hemos seguido discretamente a la
la descripción de los hechos. Desde el momen­ señora Sun dos días y su comportamiento no
to del posible allanamiento, el señor Dobn afir­ podría ser más normal.
ma haber empezado a sospechar de la señora Esa primera noche en blanco que afirma
Sun, cuyo interés en su persona se le antojaba Hoevel haber pasado preocupado me parece
ahora repentino y poco natural. Sin embargo, más el fruto de su ego maltratado, puesto en
durante la visita a Marte ocurrió algo que le hi­ la esperanza fallida de ser, aunque por un
zo pensar que, si bien dicha pasajera está en motivo erróneo, una persona del interés de
el crucero en busca de algo o alguien impor­ esta dama, quien, he de decir en otro apunte
tante, el interés por Hoevel se debía más a personal, es lógico que resulte interesante pa­
una confusión y no a algo más consistente. La ra casi cualquier caballero.
señora Sun recibió un mensaje privado duran­
te la visita a las atracciones y a raíz de él per­ [Diario del Tercer Oficial Berri Lerman,
dió de forma brusca el interés en nuestro en tránsito Marte­Europa, 13r11 del 2189.]
denunciante. Según el pasajero, ella le habría
evitado en el embarque, en la posterior cena y De nuevo he querido dirigirme al señor
en la fiesta de “Despedida a Marte”. Aun así, Hoevel para comprobar su estado de ánimo y
nos sugiere mantener una vigilancia discreta comunicarle que hemos decidido cesar en
sobre ella en previsión de que pueda causar nuestra vigilancia de la señora Sun. Afirma
un daño físico o en los bienes de otro pasajero haberse empezado a sentir deprimido, lleno
que sí esté en el punto de mira de sus intere­ de inacción tras pasar dos días enteros casi
ses. recluido viendo viejos vídeos de películas de
Sin duda se trata de graves acusaciones y Frenk Man y Zábita Oster con un generoso
aunque exageradas por lo que calificaría, tras vaso de licor en una mano y un hidrillo hu­
mi conversación con él, como un espíritu exci­ meando en la otra, haciéndose llevar los al­

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FUTUROSCOPIAS

muerzos a la cama y saliendo a pasear por cu­ la más mínima causa de duda acerca de la
bierta en horarios extraños, en plena noche o señora Sun y nos sorprendería y entristecería
buscando las zonas opuestas a aquellas por tener que avisar a un pasajero acerca de su
las que desde la borda se podía ver el paso de comportamiento para con cualquier otro ocu­
algún cometa importante; su intención es evi­ pante de este crucero. Creo que nos hemos
tar a los demás pasajeros y en particular a la entendido y se ha despedido con cordialidad.
señora Sun.
Este comportamiento vagabundo no me [Diario del Tercer Oficial Berri Lerman,
había pasado desapercibido en realidad; una en trayecto Marte­Europa, 7r12 del 2189.]
de esas noches, estando de guardia, le observé
un rato, tumbado en una hamaca y haciéndo­ Es necesario tomar alguna determinación
se servir fermentos, por miedo a que se pusie­ acerca del asunto del señor Hoevel. Hoy ha si­
ra a sí mismo en una situación embarazosa. do él quien se ha presentado en mi despacho.
Para los demás pasajeros era fácil evitarle da­ En la mano traía una memoria nueva de las
do que se limita a sentarse tranquilo, sin que venden en la tienda de la nave. Me ha di­
atraer las miradas, casi ni la de viandantes cho que contenía grabada una conversación
ocasionales. No hubo ocasión de reprocharle mantenida con la señora Sun. Le he reconve­
nada y solo espero que recupere los ánimos lo nido severamente pero me ha interrumpido
antes posible y disfrute del crucero. con explicaciones salpicadas de gestos extra­
vagantes, tics nerviosos varios de los que he
[Diario del Tercer Oficial Berri Lerman, inferido un estado mental cada vez más dete­
en tránsito Marte —Europa, 4r12 del 2189.] riorado.
Según él hasta hoy no había vuelto a ver a
Me he encontrado por casualidad con el Joanna Sun. La Sirio IV está atravesando en
señor Hoevel, el caballero deprimido por el asun­ este momento el cinturón de asteroides y el
to de su relación fallida o hipotético allana­ espectáculo de observar a distancia las gran­
miento de su camarote la pasada rotación. des masas rocosas salpicadas por breves des­
Días después de nuestro último encuentro y tellos láser con que los mineros les abren las
manteniendo con él una conversación intras­ entrañas en busca de metal y agua atrae a los
cendente, he encontrado a su otrora humor es­ demás pasajeros a los ventanales de estribor,
quivo y cerrado derivando hacia una irritación quedando la zona de babor apetecible para un
sin objeto definido. Al menos eso le ha llevado paseo en calma.
a tomar la determinación de no seguir en­ Se encontraron a la vuelta de una curva
cerrándose a sí mismo. Ha empezado a salir a amplia sin tiempo para cambiar de dirección y
comer y ciertamente le he visto pasear con la evitarse discretamente. Quedaron enfrentados
barbilla algo más alta y la maleta semitranspa­ en silencio unos segundos antes de empezar a
rente, descrita el día de su denuncia como la hablar. He renovado mis protestas pero Hoevel
de sus memorias laborales, siempre a mano. ha insistido en poner la grabación antes de res­
Me dice también que vigila la puerta del ponder a preguntas muy lógicas: cómo es que
camarote, la posición de sus cosas en la habita­ llevaba una grabadora preparada, cómo es que
ción, el sonido de pasos enmoquetados tras de decidió grabar la conversación, que este acto en
las esquinas. Especula con que todo lo ocurri­ sí delata que este encuentro no habría sido tan
do podía haber sido una confusión, sí, pero fortuito como dice. Al final de nuestra reunión
también, una distracción. La supuesta espía, confisqué al señor Hoevel la memoria, por lo
ladrona o quién sabe qué otras teóricas y male­ que puedo reproducirla aquí, advirtiendo a los
volentes profesiones, se podría haber enviado oficiales en prácticas o autoridades que pudie­
un falso mensaje a sí misma para distraer la ran leer este diario la ausencia de consenti­
atención del señor Hoevel. miento por parte de sus protagonistas para ser
Con tono claro y firme le he recordado reproducidas públicamente. La primera frase
que ni él ni nuestras pesquisas han arrojado de la grabación pertenece a la señora Sun.

90
FUTUROSCOPIAS

—Igual ya hemos hecho demasiado el idiota. dispuesto a respetarlo. La invitó a comer ese
—Yo estaba esperando una explicación tuya. mismo día y no protestó cuando la señora Sun
—Mira... no creo que te la vaya a dar. Diga­ dijo que era demasiado pronto para invitacio­
mos que me he equivocado, que buscaba a al­ nes. Se acercaron juntos a ver alejarse el cin­
guien y no lo he encontrado. turón de asteroides cuando apenas quedaba
—¿Que me has confundido con otro? ¿Qué nadie interesado y esta noche han acudido a
estabas buscando en realidad? la proyección de una película en la cubierta de
—No, Dobn, no vamos a hablar de esto. Si recreo; ambos consideraron que el manejo de
de verdad no puedes pasar sin preguntármelo, los efectos de distorsión mareaban y que la
terminamos aquí la conversación y no te vuel­ inmersión en la trama no era total por culpa
vo a molestar. Pero si te da igual el porqué y de ello y que los actores, en cambio, estaban
estás dispuesto a empezar de cero, yo tam­ logrados. Tomo nota de cara a la programa­
bién. ción de proyecciones en el viaje de vuelta.
—Me vas a decir que podemos ser amigos. Se sentaron a tomar algo en la barra por
No digas eso, es un tópico. iniciativa de él y también por la de él más tar­
—Si no quieres, no. de cenaron separados, él en su camarote y ella
—Lo que de verdad me va a exasperar du­ con unas personas a las que encontró y que
rante las próximas semanas no es saber por resultaron socios de un socio. Tras la cena,
qué dejaste por las buenas de hablarme, por­ Hoevel decidió venir a verme.
que sobre eso al menos tengo un motivo, que He procurado entresacar de esta reunión
no conozco pero estaría en la carta que reci­ lo más positivo para felicitar al pasajero por
biste. aquellos puntos en los que ha mostrado caba­
llerosidad y serenidad. He recalcado que de­
[Aquí se produce un silencio de varios se­ seo que este asunto quede olvidado lo antes
gundos antes de que Hoevel vuelva a hablar] posible y su relación con la señora Sun sea
cordial. Nuestra tranquilidad es la de nues­
—Cuéntame solo una cosa: por qué te acer­ tros clientes y en este sentido nos alegra no
caste en un principio a mí. haber recibido queja alguna de la pasajera; y,
—Me pareciste simpático. he terminado, estamos seguros de no ir a te­
—Vamos. nerla. No obstante, y por cuestiones de priva­
—Está bien. Piensa que miento. Que me cidad y legalidad, le he requerido la grabación
acerqué a ti por interés y que he descubierto que él ha accedido a darme sin más. Se ha
que ese interés ya no lo tengo. Incluso si fuese marchado, si bien no bruscamente, con cierta
así, ¿no podemos ser amigos? frialdad en el saludo.
—¿Ves? Ya lo has dicho. Como digo, incluso con esta finalización
—Tú me has obligado. del encuentro creo que ha llegado el momento
La descripción del señor Dobn de esta con­ de decidir si se informa a la señora Sun de
versación es bastante confusa incluyendo los nuestra preocupación para ponernos a su dis­
motivos para desconectar el micrófono en ese posición si en algo ha sido molestada. Consul­
preciso momento. Según él, el subtexto indica taré la cuestión con el capitán.
algo similar a una confesión sobre intereses
turbios. Por supuesto, no le doy crédito y du­ [Diario del Tercer Oficial Berri Lerman,
do que nadie que lea esta transcripción vea al­ en Puerto Europa, 10r12 del 2189.]
go más que la confesión de un interés
romántico malogrado sobre el que ella no de­ Respecto del asunto de seguridad y rela­
sea hablar. ciones entre pasajeros que nos ha estado ocu­
Nuestro pasajero afirma no ver reducida pando desde nuestra salida de Marte, he
del todo su inquietud respecto de la señora vuelto a recibir una visita del señor Hoevel,
Sun pero de todas formas y sin gustarle el quien ha retomado el asunto primigenio de­
acuerdo de tregua propuesto por ella, estaba nunciando un nuevo intento de robo en su ca­

91
FUTUROSCOPIAS

marote. Aunque fue mi impulso inicial despa­ para ellos sería sencillo abrir con una llave
charle y solicitar una evaluación psicológica maestra, pero nos lleva a requerir de inmedia­
por parte del médico de a bordo, en esta oca­ to su colaboración para la discreta vigilancia
sión nuestro pasajero quería hacer una denun­ de los pasajeros, en especial durante la lim­
cia en firme de los hechos. pieza de las habitaciones.
Estos eran: que tras el almuerzo temático
en Puerto Europa y la visita submarina a las [Diario del Tercer Oficial Berri Lerman,
praderas de ferrófilas prefirió no quedarse a en tránsito a Titán, 12r12 del 2189.]
la cena y espectáculo sobre hielo y solicitó re­
gresar a la nave en la lanzadera más tempra­ Y en un apunte final sobre seguridad, el
na. Que la señora Sun, clave en la historia del asunto Hoevel parece haberse zanjado. Esta
señor Hoevel hasta ahora, sí prefirió quedarse mañana una camarera de piso ha encontrado
en el satélite hasta más tarde. Que al llegar al entre las pertenencias de un pasajero de la
pasillo correspondiente a su camarote pudo C3a los bienes sustraídos al denunciante. El
ver una figura doblar la esquina opuesta del pasajero ha sido confinado en un camarote
distribuidor y marcharse corriendo. Que no hasta nuestra llegada a Titán y los objetos de­
pudo reconocer a tal persona pero juraría que vueltos. El señor Hoevel parecía extrañado y
se trataba de un caballero. Que de inmediato hasta receloso de aceptar la buena noticia. Me
puso sus ojos sobre la puerta del camarote y ha parecido que insinuase la necesidad de in­
la encontró abierta. Que salió corriendo tras vestigar una relación de complicidad entre la
del posible intruso, dando de inmediato por señorita Sun y el delincuente pero no le he de­
esa ruta con la cubierta panorámica de estri­ jado continuar por esa línea y tras despedirle
bor de ese nivel. Que allí no había nadie en he llamado al jefe de personal para pedirle
ese momento y no le era posible determinar la que me informe de cualquier actitud molesta
dirección en que habría huido el allanador, que aprecie en adelante en este pasajero.
por lo que prefirió regresar a su habitación.
Que en un registro rápido del mismo echó en
falta un reloj de cierto valor, un portátil de bol­
sillo de símil­titanio y su documentación. Que Capítulo siete:
el maletín con sus memoria de trabajo había
sido sacado de su sitio pero no abierto. Encélado.
De ser cierto todo este suceso y no hay mo­
tivos para creer otra cosa, el ladrón podría ha­ [Grabación de origen desconocido. Pro­
ber sido sorprendido por el regreso prematuro bable registro mental residual adherido al
de Hoevel y haber huido con lo poco que paraespacio de la heliosfera y detectado por
había encontrado hasta ese momento. No sin nuestra sonda de exploración 01011­101 en
reticencia, el pasajero reconoció que lo roba­ ruta por el sistema de la estrella moribunda
do parecía indicar que no eran las memorias 0111­011­110. Se adjunta a este informe por
el objeto del allanamiento. su relación directa con el resto de la docu­
“O al menos, que si el ladrón quería las mentación encontrada.]
memorias, hizo mal en entretenerse en sacar
otros beneficios”. La frase literal es del denun­ Cuando piso Encélado por primera vez y
ciante, quien se obstina en no renunciar a su noto su escasa gravedad mal compensada con
primera hipótesis. el traje plomado siento un inmediato mareo.
Por supuesto, he ordenado una investiga­ Hay cola, de hecho, para llegar a los lavabos
ción intensa. El primer resultado, la confirma­ más cercanos; uno de cada diez pasajeros que
ción por parte del detective de la nave de que desembarcan conmigo han de ir a vomitar o al
la puerta fue forzada por alguien con conoci­ menos a retener las ganas en un sitio donde
mientos para ello, aleja nuestros pasos del in­ perder las formas no sea tan vergonzante y
terrogatorio del personal de a bordo, ya que público.

92
FUTUROSCOPIAS

Aunque no me vendría mal entrar tam­ da persona es necesaria y se respira precau­


bién, sé que habrá muchos más baños en el es­ ción y control en cada acto porque todo
paciopuerto y no hay necesidad de entrar en obedece a un motivo vital, el mismo concep­
los primeros que encuentre. En efecto, más to de violencia por dinero me resulta aterra­
allá, cuando me he separado de quienes se diri­ dor, imposible.
gen a la recogida de equipajes, veo otro cartel No, no puede ser un ladrón vulgar. Yo no
indicando los baños. Como esperaba, los en­ soy un pasajero cualquiera, una oveja al azar.
cuentro vacíos. ¿Quién iba a robar en un espaciopuerto,
O eso parecía. Mientras me lavo las manos quién iba a pagar un billete entero para acce­
escucho a mi espalda abrirse la puerta de un der a la sala de embarque y arriesgarse en una
retrete. Veo el arma por primera vez en el es­ maniobra cuyos beneficios podrían no supe­
pejo. Me vuelvo y enfrento una máscara de rar los gastos? No. En todo caso, hago lo que
plástico facial que deforma los rasgos del por­ la supervivencia me pide que haga.
tador, el tipo de máscara que llevan los atraca­ —Lléveselo. Una jugada maestra de sus je­
dores de autobancos en las películas. Luego, fes, por cierto. —Dejo el maletín a mis pies y lo
no puedo hacer otra cosa que mirar la pistola. empujo de una patada. Se desliza chirriando
Una pistola es un punto de atracción por con el pulido suelo hasta las puntas de sus za­
su influencia en la biografía de quien la en­ patos de obrero. Electricista, probablemente.
frenta. Te dice que es el final o que es el princi­ El hombre lo mira extrañado. Hace un ges­
pio, que se acabó o que habrá mucho por to hacia abajo con la mano a punto de agarrar
delante. Cualquier tiempo después de estar a el maletín hasta que repara en su transparen­
punto de morir es mucho tiempo y se agrade­ cia. Echa un buen vistazo a su interior.
ce como si te diesen una nueva vida. —¿Qué es esto?
Pienso: Encélado es un lugar pequeño, —Las memorias.
apenas cinco millones de habitantes. No obs­ —¿Qué memorias? ¿Hay tarjetas de dine­
tante, ya tiene el tamaño necesario para poder ro ahí?
esconderse, desaparecer y tener posibilidades —¿Qué? No.
de no ser encontrado e identificado de inme­ —¡El dinero, joder, rápido!
diato. No son cinco millones distribuidos en Menea la pistola como un mal actor.
aldeas sino concentrados en Argifia, su capital —Sí, sí, claro.
y núcleo bioindustrial. Es la población sufi­ Le alargo la cartera, la coge, la abre rápi­
ciente para la aparición de la violencia como damente y se asegura con el índice de que ha­
medio para un fin. Y aun así, aunque Encéla­ ya plástico en ella. Y sale corriendo. Llego a
do está terraformando a buen ritmo y la apuntar con la mano hacia la maleta allí tira­
atmósfera es casi estable, aún se necesita a to­ da, a punto de pedirle que se la lleve también,
do el mundo. Los jubilados suelen volver a sus de advertirle que se la está olvidando en el
planetas de origen, los niños estudian para suelo y a sus jefes no les gustaría que perdiese
una labor que ya tienen asegurada pero todos allí el premio gordo.
los adultos están aquí porque se precisa de su Pero sale en estampida dejando que la
trabajo. Y si este deja de ser necesario suelen puerta dé un golpe contra la pared. Entonces
haber ganado lo suficiente, los sueldos son al­ caigo de verdad en lo nervioso que yo estaba,
tos, para volverse a casa. No, no puede ser un hasta qué punto mis actos han sido reflejo de
atraco normal. Son muchas cosas para pensar­ un imaginario de expectativas sobre cómo se
se en un segundo, pero me llegan a la cabeza comportaría uno en esta situación si se la en­
sin poder detenerlas. contrase un día. Pero estas no se respaldan
Mi asaltante es un manojo de nervios. por auténtica valentía: se me doblan las rodi­
Puede que sea la primera vez que lo hace; no llas y quedo en el suelo apoyado contra un la­
importa, estamos hermanados en esto, es la vabo. La tensión lo invade todo y anula
primera vez que me atracan. Para alguien cualquier percepción. Ni siquiera soy capaz de
que ha vivido siempre en el espacio, donde ca­ escucharme respirar. Tengo la cabeza hincha­

93
FUTUROSCOPIAS

da de sangre, llenando cada cavidad incluyen­ so que les interesa; vienen varios en este cru­
do los oídos; no veo, no oigo, el calor me sofo­ cero. Pero el bosque me deja ver el árbol; tras
ca, la garganta está inflamada, la boca abierta las luces distingo su figura esbelta, con la ca­
pero boqueando, no logra hacer pasar el aire. beza ligeramente echada hacia atrás haciendo
Soy un científico y decido actuar como tal. que el pelo le baje de la cintura, las manos ex­
Si logro comprender lo que ha pasado y doble­ tendidas hacia el cuerpo ajeno, Joanna en­
garlo a una descripción de consecuencias y pa­ contrándose con alguien en el bar del
sos que seguir todo irá mejor. Me ha dejado espaciopuerto.
sin documentación, por lo que habré de acu­ Él es un hombre de aspecto más sencillo
dir a una embajada. Estaré obligado a perma­ de lo que esperaría para una mujer tal. Su
necer varado en Encélado hasta que logre chaqueta parece la de un profesor universita­
renovarla. Aunque ese fuera mi plan, trasla­ rio caduco aunque juraría que tiene la misma
darme a vivir aquí, si ahora quisiese viajar, es­ edad que Jo. Se saludan con afecto. Un cóm­
capar, hasta que comprueben quién soy, eso plice o un jefe. Estarán hablando de mí, po­
les bastará. Sí, así ha de ser el plan, el motivo niéndose al día, planeando.
para un robo absurdo, comprobar mi identi­ Me estoy poniendo nervioso. Busco y en­
dad, no dar más pasos en falso como el de cuentro un policía portuario. Le pido que me
Joanna. Comprobar que soy quien creen, el lleve a comisaría. Quiero hacer una declara­
custodio de la única información fiable sobre ción. Me pregunta por el motivo. Robo indus­
civilizaciones extrasolares, científica y econó­ trial es lo más parecido que se me ocurre
micamente valiosa. Imagino a un grupo de co­ decirle. Mientras le acompaño, vuelvo de nue­
leccionistas privados pujando por este vo la vista hacia Jo y su desconocido com­
material, sin pretender darle uso nunca pero pañero. Han pedido una bebida. Si creen que
deseando enseñárselo a sus amigos, un peda­ tienen algo por lo que brindar, van a sorpren­
zo de historia original de nuestra civilización derse. Encontraré a alguien que me escuche, a
que los científicos desdeñaron. Debo proteger­ un funcionario de verdad eficiente. Voy a ir a
me. La primera vez no denuncié y la segunda por vosotros. A por todos vosotros.
solo ha servido para ponerles sobre aviso. He
de acudir a autoridades competentes que ges­
tionen mi traslado urgente o la protección de
mi legado intelectual. Ahora sí se darán cuen­ Capítulo ocho:
ta de su importancia.
Recojo el maletín del suelo y lo abrazo. Me Un bar.
levanto despacio y pruebo a caminar hasta la
puerta. Me asomo con cuidado. La vida hormi­ [De la tableta de notas de Nazan Alphauar,
gueante de la terminal transcurre al otro lado agente comercial de DrimIn, empresa especia­
con aparente normalidad. Salgo y me dirijo al lizada en la simulación de romance, amistad y
pasillo que comunica con la sala de recogida familia. Incluye texto insertado y sonido gra­
de equipajes. Empiezan a llegar los pasajeros bado en el espaciopuerto de Encélado.]
mareados que pararon a visitar el primer
baño. Me uno a ellos, mezclándome con su Idea para para la reunión: pedirle que
grupo; estoy más seguro rodeado de gente. acepte pagar parte de los gastos de su error o
Espero a que recojan su equipaje, agarro será despedida. Se lo diré en la cafetería. Lu­
el mío justo a la vez que una familia y les sigo gar público, mucha gente de paso, poco pro­
hacia la puerta que nos expulsa al área de re­ bable me monte escena. Allí la veo llegar. Se
cepción de pasajeros. Me deslumbra la inter­ ha teñido, pelirroja. Despampanante, se la ve
mitencia de los flashes que disparan segura de sí misma. Pongo a grabar conver­
compulsivamente fotógrafos aficionados a to­ sación; precaución en caso denuncia a sindi­
do el que sale, en busca de salvar la primera cato.
imagen del familiar al que esperan o del famo­

94
FUTUROSCOPIAS

—Tienes que perdonarme. De verdad que —Uf. Ya estoy más relajada. Bueno, ¿dón­
te entendí 6 de r11. de me alojo mientras llega el cliente?
—De r12, ya lo ves. —Aquí, en el Sera­Tong del espaciopuer­
—¿El cliente está cabreado? to. Ahora vamos.
—Bastante. Le hemos devuelto el dinero, —Vale. Joder, espero que el tipo del error
claro, pero saldrá en parte de tu comisión, así no se aloje también allí. ¡Ja, ja, ja! Menuda
que este año tendrás que hacer extras. Está, casualidad. Pobre hombre, qué mala suerte.
sobre todo, decepcionado. Le hemos convenci­ —La que todo el mundo. A lo largo de un
do de volver a hacerlo en el viaje de vuelta. día nos cruzamos con muchas casualidades
Salís en un par de semanas. que pasan desapercibidas. Cuando se le pase
—¿Quieres que le contacte primero aquí el estupor del engaño, descubrirá que con esta
en Encélado, que me vaya dejando ver? por lo menos se ha divertido.
—No, eso rompería un poco la magia. Nos —Una diversión cara.
paga para que parezca un romance ocasional. —Para él no.
Y respecto del otro, el tipo de la confusión, jo­ —Nos consolaremos en cabeza ajena.
der, ¿de verdad se parecen tanto?
—De verdad. Cuando me dijo su nombre, [Sonido de cristal entrechocando.]
pensé, “otro que me da un nombre falso por
pura paranoia. Pensará que no tengo nada me­
jor que hacer que ir a contárselo a su mujer”. Capítulo nueve:
—Esa forma de pensar es normal en este
trabajo, vete acostumbrando. 0111­011­110.
—Ya. Oye, perdona, pero tengo que ir al
baño. ¿Me esperas un minuto y hablamos? [Conclusión del informe: con base en la
Nuestros servicios son caros. Simulamos documentación recogida de los restos de la
romance espontáneo, límite legal del proxene­ civilización autodemoninada humana y en
tismo. Problema aquí: alguien recibe un servi­ concreto a los informes sobre el desarrollo y
cio de falso romance por error. Cuando descubrimientos de su programa SETI y al
informo del error, romance se rompe sin infor­ no haber registros posteriores a los del pre­
mar a falso cliente. Este busca explicaciones sente informe que hagan referencia a ello,
imposibles, persigue a nuestra empleada. Pa­ podemos concluir que esta civilización nunca
rece mala comedia romántica de enredo para llegó a detectar ninguna de las emisiones ex­
la XBS o la XFV, horario mínima audiencia. teriores de ningún miembro de la Confedera­
Cliente erróneo es pobre desgraciado; no ción Espiral. El caso pasa por tanto al
puede pagar un servicio así. Reflexión: un departamento de arqueología espacial para
hombre sale de su casa, hace viaje largo, es su análisis y posterior reciclaje en activida­
confundido por otro. Ahora parece mala histo­ des museísticas y educativas.
ria espías. Historia barata, bajo presupuesto.
Actores normalmente secundarios pero bien Fin del informe.]
valorados. Festivales independientes. En cual­
quier caso: ¿no ha tenido de todas formas his­
toria ficticia emocionante? ¿No ha recibido
igualmente servicio? Proponer este servicio a FIN
dirección: “Aventura Simulada”.

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" A d a a b a n d on a u n a n oc h e d e d e s c a n s o, s e d e s pe r e z a m i e n t r a s s e
d i r i g e a l a c oc i n a . L os r a y os d e l u z d e l a e s t r e l l a a l r e d e d or d e l a q u e l a
T i e r r a g i r a s on l os q u e , i l u m i n a n d o q u i z á a t r a vé s d e u n c r i s t a l a
n u e s t r a pr ot a g on i s t a d u r m i e n t e , l a h a n a r r a n c a d o d e l s u e ñ o. "
FUTUROSCOPIAS

CLAUSURA DEL
CONTINENTE SILENCIOSO
Por Josué Insua
Ilustración de Ricardo García Hernanz

ADA que vuelva a señalar, cargado de las acusaciones


de siempre, la memoria del momento en que
El sol despierta a Ada, que se desprende po­ Reinhold deja caer, rendido y atormentado des­
co a poco del sueño y desayuna coq au vin. de incluso ese mismo instante, su rostro sobre
Ada encontraría chocante, si pudiese cono­ la suavidad de los desnudos pechos de Catheri­
cerlo, lo que nosotros imaginamos cuando lee­ na, y levante la costra de una falta que no debe
mos la frase anterior: que Ada abandona una cicatrizar nunca. Y luego sobre cada uno de sus
noche de descanso, que se despereza mientras momentos de debilidad, repetidos como una le­
se dirige a la cocina, que, por alguna razón que tanía que crece día a día pese a la morosa reti­
nos produce cierta sorpresa, abre su mañana cencia del reverendo, cuando le pide entre
con un estofado. Que ese estofado contiene res­ lágrimas a Dios una dispensa a la trascendental
tos de algún animal muerto. Que los rayos de misión que recae sobre sus hombros, o cuando
luz de la estrella alrededor de la que la Tierra el orgullo de ser el elegido por la Divina Gracia
gira son los que, iluminando quizá a través de le cierra la garganta y le impide hablar o tragar.
un cristal a nuestra protagonista durmiente, la Y, por fin, una mano que lo levante del suelo
han arrancado del sueño. Sin embargo, la for­ con el cuidado que un padre tendría con su hijo
ma de las palabras permanece mientras su sig­ y, limpiándole el polvo y las lágrimas, lo colo­
nificado cambia, y es así como Ada describiría que sobre el púlpito desde el que pueda mirar
el comienzo de su día, una vez hecha la traduc­ ya a su congregación con una mirada limpia y
ción más tosca, y por lo tanto eso es lo que ha un odio por el pecado tan puro como un cristal
ocurrido. fundido que sale en ese mismo instante de los
Ada acaba de terminar su desayuno. El que fuegos del horno. A Ada no se le dan mal las re­
le guste con tanta pasión el coq au vin es un to­ conciliaciones con lo divino, pero es en lo que
que más que dibuja su original diferencia, un se refiere a las escenas de culpa donde se puede
guiño al pasado. Esa semilla de originalidad ha­ decir que está su punto fuerte. Tiene facilidad
ce que Ada sea importante en aquellas tareas para los montajes en los que la tensión se
que forman parte de su empleo. acumula como una carga creciente de electrici­
El empleo de Ada es nada menos que ayu­ dad estática antes de que todo se dispare.
dar a parir visiones con la pericia de una parte­ Además, le fascinan las imágenes divinas: el ojo
ra. Visiones religiosas, antiguas, de un Dios en el triángulo, claro, y el pantócrator sobre to­
—como decían antes— celoso. Un ojo llameante do. Y el resto, pero debe limitarse en su uso a
que escruta el alma del reverendo Reinhold las del cristianismo, sea cual sea la era, o a las
Newt buscando el más nímio rastro de lujuria, de su propia invención. Las trabaja con tanto mi­
de codicia o de orgullo, por ejemplo. Un dedo mo que a ella misma le sorprende al contemplar

97
FUTUROSCOPIAS

el resultado final. Es difícil creer que puedan ha­ si siempre, aunque otras veces es más efectivo
ber salido de su esfuerzo. Y hasta para ella ejer­ algo aversivo que ocupe la mayor parte posible
cen cierta fascinación detrás de la cual se oculta de la ventana de su atención. Ada elige pensar
algo a lo que no sabe poner nombre —un senti­ en otras posibilidades durante un instante
miento extraño en ella dado el tiempo que lleva —quizá se le haya ocurrido algo nuevo— pero
haciéndolo y más teniendo en cuenta la facili­ no hay suerte. Vuelve al estofado. Ignora hasta
dad con la que su interés por aquello que le lla­ un cierto nivel las tentativas de exploraciones
ma la atención se marchita. sociales de sus contactos. No sabe si se dan
Además se siente cómoda con la presencia cuenta de ello, pero ahora no le importa. Decide
del reverendo Reinhold Newt. Al principio, por pasear y se sumerge en las profundidades mari­
supuesto, le dio asco; una sensación que, sor­ nas, entre peces gigantescos. Sobrevuela la
prendentemente, es más difícil de dejar de arras­ tierra. Se plantea dirigirse hacia alguna estrella
trar desde el mundo de la manifestación cercana, pero acaba de aburrirse de nuevo y lo
corporal que el amor o la tristeza. El reverendo deja. Vuelve a prestar atención completa al
es un hombre del pasado, con todo lo que ello mundo, a la gente: en los minutos en los que ha
conlleva: carne, pelo en el cuerpo, uñas en los de­ estado ausente ha pasado todo y no ha pasado
dos, saliva en su boca, restos de alimentos proce­ nada. Se pone al día y luego la tranquilidad del
sados entre sus dientes, mocos, comida eterno movimiento sin fin de la existencia vuel­
fermentando en su estómago, excremento reco­ ve a hacerla sentir harta. Es hora de olvidar esa
rriendo sus intestinos. Un corazón latiendo deba­ desazón, así que lo hace. Volverá a estar ahí en
jo de las costillas. Huesos para mantenerlo todo cuanto la recuerde, pero entonces habrá pasado
en su sitio. Huesos humanos: cuando uno lo una parte de su jornada. Por alguna razón que
piensa resulta bastante inquietante. no logra entender —tener innumerables expli­
Ada observó al reverendo con cuidado casi caciones es no tener ninguna— cada vez le es
entomológico durante un tiempo, desde la dis­ más complicado dejar transcurrir su fase de
tancia, antes de comenzar a trabajar con él, por­ ocio de una forma constructiva. Hoy no se en­
que para el trabajo que Ada desarrolla no basta cuentra en buena forma, piensa. Es la desventa­
con recordar el trazo de su vida y pensamiento ja de ser humano.
—si fuera así, cualquiera podría hacerlo igual de Ada estuvo enferma. Es muy probable que
bien, y es un hecho que no todo el mundo pue­ lo siga estando. Es por ello que en su agenda
de. Y así descubrió que podía vivir con ese hom­ queda meridianamente claro que no puede re­
bre en su mente como el reverendo con la pitón cordar la desconexión hasta que no haya agota­
que poseía en el fondo de su pequeña capilla par­ do la práctica totalidad de su ocio diario. No se
ticular: manteniendo una cierta distancia sobre lo prohíbe porque incluso esos minutos de des­
la incomodidad que su naturaleza le producía y conexión mejoran la calidad de su trabajo. Siete
usando su imagen como un recordatorio de lo minutos, por ejemplo. Tres incluso. Los que
que ambos podrían estar de acuerdo en definir sean. Si tras salir de ese vacío que la limpia por
como el infierno de la carne. Por ello, a veces el completo cierra los ojos, se duerme y comienza
trabajo de Ada es una pesadilla —en el más lite­ a trabajar, la calidad de las visiones es mucho
ral de los sentidos— pero incluso entonces el mayor. Le ocurre a algunos; ella conoce a va­
vínculo no se rompe. rios. No es normal que se convierta en una adic­
No ha pasado mucho tiempo desde el desa­ ción —como le ocurrió a Ada—, pero es común
yuno cuando Ada comienza a sentirse saturada que la desconexión tenga efectos beneficiosos
por el contacto social y vuelve al cock au vin de entre la gente con la que se codea. No en la in­
nuevo. La gente sigue estando ahí, por supues­ mensa mayoría de la población, claro está, que
to, pero su agenda no le permite plantearse una está compuesta casi homogéneamente de alér­
desconexión hasta dentro de horas, lo que signi­ gicos a la experiencia o, como poco, suscepti­
fica que el principal descanso que puede permi­ bles de desarrollar problemas mentales graves.
tirse es la inclusión de nuevos estímulos que Ada levanta los ojos, mira directamente al
atenúen los actuales. El cock au vin funciona ca­ sol y constata que le quedan exactamente seis

98
FUTUROSCOPIAS

horas, diecisiete minutos y treinta y dos segun­ lugar a otro, Johnny recorre el paisaje desierto
dos de vigilia antes de que pueda ponerse a tra­ como si fuese el último hombre vivo en la Tierra.
bajar de nuevo. Cinco horas, cincuenta y siete Tiene la convicción de que eso le convierte en
minutos y treinta y dos segundos hasta que pue­ alguien especial, en alguien que merece la pena;
da recordar la desconexión, piensa luego, y sien­ no por los peligros que acechan fuera —que
te una indefinible comezón. Ada salta con siempre los hay, él es uno de ellos— sino porque
fuerza y aterriza en una playa de arena tan blan­ no hacerlo es muy fácil: solo hay que dejarse
ca que lastima la mirada. Vuelve a saltar hasta llevar. En cuanto uno acepta adoptar un papel
la selva, al lugar donde luchó contra la pantera. pasivo, el pecho repleto de ocio que es el logro
Sus contactos continúan vertiendo sobre ella in­ supremo de la raza humana se acerca con dul­
formación con la lentitud de hilos de miel cayen­ zura hasta sus labios y comienza a nutrirlo y
do desde una cuchara. Ella intenta ignorarlos. educarlo en sus maneras. Quedarse fuera es que­
Salta hasta alcanzar la isla volante, y luego vuel­ darse fuera del mundo, del centro donde suce­
ve a saltar. den las cosas. Y Johnny evita ese centro y se
sigue moviendo, pese a todo. Se mueve con lenti­
JOHNNY tud en un mundo en apariencia inmóvil, aunque
sabe que es una cosa de la perspectiva, y que de
El señor H. pregunta: la misma manera que él es invisible, el resto de
—¿Fuera? ¿En carne? (sorpresa, desdén x 3) la humanidad es invisible para él.
Y Johnny responde, fingiendo dificultad: La soledad le hace bien.
—Y hueso. En carne y hueso, ya sabe. Los A su alrededor se mueven máquinas, trans­
dos, cara a cara. Ahí fuera, hombre, sí. En cual­ portes automáticos. Johnny los sigue, los esqui­
quier sitio. va, estudia sus trayectorias. La ciudad nunca
La falta de expresividad de Johnny lleva un deja de mutar, cambiando su apariencia y su
rato poniendo nervioso al señor H. forma. No hace mucho, en el mismo lugar que
Johnny es semejante al reverendo Reinhold ahora atraviesa se extendía una plaza de varios
Newt en que ambos son hombres del pasado y kilómetros cuadrados, sobrecogedoramente
es diferente en que lo son de pasados distintos. vacía. Ahora se encuentra ocupado por una se­
El pasado de Johnny es, en realidad, un antiguo rie de construcciones poligonales de casi una
futuro que nunca existió, un tiempo que imagi­ decena de metros de altura, cuya misión le re­
na románticamente lleno de luces de neón, cro­ sulta tan desconocida como si las hubiesen le­
mo y penumbra. Johnny mide algo más de dos vantado seres de otro planeta. No le queda
metros, sin contar su cresta de polímero. Es un mucho para alcanzar su destino por fin, física­
hombre fuerte y masivo, aunque ninguno de sus mente lejos del lugar donde se puso en contacto
músculos logra definirse gracias a la inserción con el señor H. Mucho más lejos de lo que la
genética de una capa pseudolipídica subcutá­ mayoría se desplazará durante toda su vida.
nea. Su brazo derecho es cibernético y él se ocu­ Johnny se prepara durante la noche. En el
pa de que nadie pueda, ni siquiera por despiste, cubículo en el que ha establecido su taller provi­
ignorarlo, aún a pesar de que ese tipo de miem­ sional le espera una larga tarea. Si algo sale mal
bros ha estado y dejado de estar de moda tantas en algún momento del futuro próximo Johnny
veces que ya nunca volverá a estarlo. Cuero arti­ no podrá contarlo porque lo matarán. No tiene
ficial. Una cadena colgando de su cadera. Músi­ ninguna duda. Es posible incluso que lo maten
ca ELOARC sonando sin pausa en sus oídos. El si todo sale bien, pero —piensa— eso ya no está
nombre de Johnny elegido por simpatía hacia el en sus manos. Revisa su equipo, y luego sigue
desgraciado personaje de un antiguo relato. con la puesta a punto de su propio cuerpo: lo
Johnny vaga en soledad por la gigantesca tiende boca abajo con cuidado, comprueba el
ciudad. Fuera de los enclaves no hay apenas se­ recorrido de las articulaciones. Arregla con deli­
res humanos. Una vez sale de los cauces que cadeza su cresta de polímero y se aleja para
conducen en estos tiempos a los humanos de un comprobar el resultado. Luego se pone con el
trabajo pesado, y corta y encaja y recarga. Los

99
FUTUROSCOPIAS

músculos, las armas, las magias, todo ha de fun­ El reverendo habla de Dios, y Tullia Anna y
cionar a la perfección. el resto escuchan. No dice nada nuevo porque
Mucho tiempo después se toma un descan­ no quiere decirlo. Esa es la intención de su dis­
so. Fuma —¡fuma!— mientras observa su cuer­ curso: no decir nada nuevo, no añadir un giro
po yaciendo en la semioscuridad. La luna lo sorprendente en la relación de la humanidad
ilumina intermitentemente. Las nubes se retuer­ con el Creador. No habla de las sombras. O, al
cen a la misma velocidad a la que la ciudad des­ menos, no directamente.
truye y vuelve a construir. Es un buen cuerpo, El reverendo Reinhold Newt es inteligente y
piensa con satisfacción. Reprime un repentino disciplinado. Es importante entender cuánto: es
deseo de acercarse a él y levantarlo, y sentir su un hombre al que Dios habla y que aún así se
peso y el calor de su sangre, y el latido de su co­ esfuerza cada día por seguir pensando con rígi­
razón. Sigue fumando. Vuelve su mirada hacia da determinación, desbrozando con lenta meti­
la intermitente luna sucia y desvaída y ambos se culosidad sus pensamientos. Es disciplinado a
observan mutuamente durante minutos. Se sien­ la antigua manera, y cree que pensar le ayudará
te lleno de una tranquila expectación. Extrae a llegar a algunas verdades que, o bien esperan
por fin de su escondite la memoria­enlace cuya olvidadas o no descubiertas en las lindes de los
presencia no ha olvidado en ningún momento, caminos de pensamiento que tantos han holla­
la acerca a sus ojos y la hace girar entre sus de­ do, o bien han sido ocultadas cuidadosamente
dos, observándola. en un punto ciego de las mentes. En este último
Todo va a cambiar. Para bien o para mal. caso, el reverendo mantiene una serie de hipó­
Johnny está preparado. tesis sobre la naturaleza del ocultador; el que no
se haya decidido por una respuesta obvia, fácil,
RElNHOLD NEWT permite ver el rigor intelectual al que el reve­
rendo aspira.
—¿En qué año estamos?— pregunta el reve­ En parte, sabe que una de las cabezas princi­
rendo. pales de la hidra es el número. El Número, para
—¿Qué?— le responde Tullia Anna, sorpren­ escribir con propiedad. No la cantidad de som­
dida bras que amenazan su alma —que no son más
—El año actual —clarifica el reverendo con que manifestaciones aparentemente diferentes
paciencia—, el que estamos viviendo. ¿Sabes en de un número que presupone sorprendentemen­
qué año vivimos? te limitado de procesos o voluntades—, sino a la
—¿Según quién? —Tullia Anna intenta ga­ Cantidad, a la invasión de lo que en un tiempo
nar tiempo. fue una útil herramienta para el ser humano y
Esa es la cuestión, piensa el reverendo, y se ahora ha invertido la relación de servidumbre y
aleja un par de pasos de la mujer, que todavía lo ha doblegado —o, al menos, a su parte mas
parpadea confusa. sagrada— hasta convertirlo a su vez en una he­
La cuestión no es algo que pueda ser rramienta suya. Esa es una parte fundamental
aprehendido en un instante por cualquiera al de la cuestión; fundamental en el sentido de
que se le exponga el hecho, a pesar de los de­ que es una de sus bases —aunque invisible co­
seos de Reinhold Newt. Al mismo reverendo le mo tal— y madre de infinitud de consecuencias
llevó mucho tiempo ir dibujando, trazo tras tra­ visibles.
zo, las formas que se escondían detrás del movi­ Alguna vez lo explicó de la siguiente manera
miento del mundo actual. Las respuestas, como llena de sustantivos en mayúscula: donde el
siempre, le llegaron cargadas de nuevas pregun­ Hombre utilizó en su día el Número para enten­
tas, y también de un cierto conocimiento. La der la Realidad, el Número creció hasta crear su
cuestión es múltiple. Su forma está compuesta propia Realidad. En un principio, el ganadero
de una miríada de diferentes sombras, autóno­ necesitó contar sus animales. Al final —ahora—
mas pero relacionadas. No infinitas, aunque, esa herramienta que fueron los números se ha
mientras permanecen indefinidas, lo parecen. desatado y desvinculado por completo del ser
humano, y sus semillas han dado a luz plantas

100
FUTUROSCOPIAS

tan monstruosas que desafían cualquier taxo­ pantar el cansancio. Luego vuelve a mirar al
nomía. El reverendo entiende con cierta dificul­ vacío, y a esperar. Intenta escuchar los movi­
tad que todos los frutos de la tecnología, mientos de su invitado, varios niveles más aba­
incluidos los fantasmales mundos —que no du­ jo. Nada.
da que sean, como le han asegurado aunque Sabe, sin embargo, que está ahí. Lo oyó lle­
siempre se ha negado a experimentar en perso­ gar hace casi diez minutos, y luego detenerse.
na, en muchas facetas mucho más reales que es­ ¿A recuperar el aliento?, se pregunta Johnny.
te que él entiende como físico— en los que nace ¿Ha subido a pie? Es posible, piensa. Y ahora
toda la experiencia de una parte importante de espera en la oscuridad. ¿Haciendo qué? No lo
la población, tienen su raíz en el número, pero sabe. Pero Johnny está jugando a un juego en el
tiene claro también que lo que fue una discipli­ que no puede permitirse bajar y preguntarlo.
na comprensible en un momento dado es ahora No hay lugar para la improvisación, y el plan
tan abstrusa para la razón que es imposible de —si puede llamarse plan— que ha urdido tiene
entender a partir de cierto nivel, incluso para lugar en este escenario exacto, sobre este suelo
aquellas que en su día, y siéndolo de la raza hu­ metálico, entre las barandillas cubiertas de pol­
mana, eran las mentes más brillantes de la Crea­ vo, sobre la altura de la torre. Está en juego mu­
ción. Hay partes no humanas detrás del cho más de lo que nunca ha tenido entre
Número, partes que son opacas para nuestra vi­ manos. No se siente nervioso, y los indicadores
sión. Partes que han comenzado a moverse ya internos le informan de que todavía no hay mo­
bajo la dirección de una intención desconocida. dificaciones hormonales a su estado psicofísico.
Ya no nos pertecen. Necesitaríamos comenzar Aun así lanza un par de golpes al aire. Le gus­
desde cero, utilizar una nueva matemática que taría dar unos cuantos pasos de baile —es un
explicase lo que ahora el consenso mayoritario consumado bailarín—, pero el movimiento
entiende por "Mundo". El Número lo borra todo podría ser visto como inquietud por su silencio­
y lo construye de nuevo a su imagen y semejan­ so visitante, así que vuelve a apoyarse sobre la
za, y debajo no hay ya nada humano. El reveren­ barandilla y a mirar al vacío, dando la espalda
do Reinhold Newt está convencido de que en al lugar por el que hará su aparición el otro. No
esa profundidad se mueve ahora una naturaleza deja de vigilarlo, por supuesto: tiene sus ma­
hostil a la de lo que él entiende que es la de los gias.
hombres. No espera mucho más: abajo se oyen pasos
por fin. Suben las escaleras con la cadencia de
JOHNNY II un metrónomo. El visitante se detiene detrás de
Johnny y Johnny no se gira. Pasan segundos
Incluso a esta altura, el único movimiento que parecen años, y por fin el otro habla.
apreciable del aire es el que el incesante flujo de —¿Johnny? —dice.
calor lanza contra la cara de Johnny, que mira Johnny deja caer los hombros en un gesto
hacia abajo, hacia la lejanía. Las luces brillan en estudiado de cansancio, suspira y escupe con
lo más profundo de la distancia sin lograr defi­ fuerza sobre el vacío antes de girarse; su saliva
nir nada más que un patrón titilante: ninguna asciende tras él mientras lo hace, elevada por el
forma sólida entre ellas, solo la oscuridad, un re­ aire caliente. Apoya la zona lumbar en la polvo­
flejo en un espejo con un retraso de décadas de rienta barandilla, detrás de la cual esperan casi
un cielo antaño lleno de estrellas. Si se detiene dos kilómetros de caída.
uno a pensarlo, la dirección que el sentido —Johnny —confirma Johnny.
común indica para la caída sería hacia arriba. El Su interlocutor es más alto que él, más vo­
aire caliente hace elevarse restos de desechos plás­ luminoso, vestido con traje, un cuerpo de pri­
ticos que apuntalan esa sensación. Johnny nota mera. En perfecto estado, piensa Johnny. Sus
la piel de su rostro cubierta de un polvo microscó­ magias lo analizan, y está seguro de que las
pico, seca y tirante. Se la frota con la palma de del otro hacen lo mismo con él. Les llevará un
una mano rígida como el cuero, intentando es­ rato a ambos estar seguros, y aún entonces
Johnny espera haber dado lecturas falsas y se

101
FUTUROSCOPIAS

preguntará sobre la veracidad de las obtenidas forma en que usted ha llevado este asunto: la
por él. seguridad que usted pueda ofrecernos de que la
—Soy Alfredo, asistente de Terentius Nicho­ información que está en esa memoria­enlace no
las Darko —informa a Johnny. Los músculos de ha sido duplicada y que, una vez que cerremos
su cara tienen la falta de fluidez de aquellos que nuestro trato, no tengamos que volver a encon­
los utilizan poco, pero precisamente por eso de­ trarnos para una nueva negociación y así suce­
jan más al descubierto sus emociones y pensa­ sivamente. El dilema se puede plantear de esta
mientos—. Antes de nada, me gustaría dejar las manera: lo único que necesitamos nosotros de
cosas claras. esa información que ya poseemos es que no sea
Johnny lo mira. Si comparamos las figuras conocida por terceras partes. Y le confieso que
de ambos, Johnny parece frágil y pobre. no hemos podido encontrar más que una mane­
—Usted ha conseguido una información que ra de asegurarnos.
interesa a Terentius Nicholas Darko. Una infor­ Johnny se tensa y deja que se note esa ten­
mación que nunca debería haber conseguido, ni sión. El otro, sin embargo, no se inmuta.
usted ni nadie, porque es confidencial y propie­ —¿Es eso una amenaza? —pregunta
dad de nuestra Iglesia, y de esta manera protegi­ Johnny, combativo.
da por las leyes. Usted lo sabe, y ofrece a —Espero que no —responde Alfredo—. Hu­
nuestra Iglesia la posiblidad de comprar esa in­ biésemos deseado discutir este tema con algo
formación, evitando de esta manera que se di­ más de profundidad antes de encontrarnos así,
vulgue, por un precio todavía por determinar y en carne y hueso —el tono de Alfredo cambia al
que es uno de los puntos para discutir en la reu­ decir esas últimas palabras—, y despejar cual­
nión por la que hemos acudido a este lugar. Usted quier duda, pero usted no nos dió ninguna op­
tiene esa información en una memoria­enlace ción. Por lo tanto, estamos seguros de que usted
que ha traído hasta aquí. Usted quería hablar tiene una solución aceptable tanto para usted
con Terentius Nicholas Darko o, de no poder como para nosotros, y estoy deseando oírla.
ser y tal y como ha sido el caso, con alguien que —Me gustaría hablar en persona con Teren­
tenga poder para negociar: ese soy yo. tius Nicholas Darko —responde Johnny
Johnny esperaba algo más sutil. El resumen —Me temo que eso no va a ser posible —res­
está tan fuera de lugar que por un momento se ponde Alfredo.
pregunta si no se estará registrando de alguna —¿Dónde está escondido? —pregunta
manera para, quizá, ser utilizado como prueba Johnny.
después. Johnny no mueve ni un músculo, y ob­ —Señor Johnny, no se nos ocurre ninguna
serva fascinado a Alfredo. Alfredo continúa con manera de que usted nos dé la seguridad de
voz monótona. que la memoria­enlace ha no sido duplicada y
—El trato consistiría, por su parte, en la en­ que pueda ser utilizada en nuestra contra en
trega de la memoria­enlace para que podamos un futuro. Ninguna más que su eliminación. La
estudiarla, y por la nuestra en una compensa­ de usted, me refiero. Es la constatación de un
ción adecuada por ello. Usted tiene esa hecho.
memoria­enlace en el bolsillo superior de su cha­ —Eso es una amenaza —aventura de nuevo
queta o a altura de su pantorrilla, si es que la ha Johnny. Pero no está seguro.
traído con usted como debería haber hecho. —No me gustaría que lo fuese —dice Alfre­
Johnny se incorpora, molesto. Tuerce la ca­ do—, y de verdad deseo que, habiendo llevado
beza, al parecer examinando a Alfredo con más este asunto de una forma tan poco habitual y, si
detenimiento. me permite decirlo, extravagante, tenga usted la
—Me hubiera gustado hablar con Darko, la manera de darnos esa seguridad. Por lo que a
verdad —le informa. mí concierne, estoy seguro de que la tiene. En­
—Hay un problema en el que supongo que tiéndame bien, apostaría por ello, si mi Iglesia
ha pensado —prosigue Alfredo sin dar la impre­ me lo permitiera y si sabe lo que quiero decir.
sión de haber oído sus palabras—. Un obstáculo Porque usted es un hombre inteligente, y tiene
que no es posible evitar, teniendo en cuenta la usted claro que de no hacerlo la opción obvia

102
FUTUROSCOPIAS

pasaría por su muerte, señor Johnny. Y, aun ba el hombre. No hubo guerra alguna contra
con las leyes de nuestra parte, no nos gusta esa máquinas conquistadoras ni robots celosos de
idea. La muerte de un hombre es algo serio pa­ sus creadores. Nada parecido ocurrió tampoco
ra nuestra Iglesia, señor Johnny, aunque quizá desde el terreno de la biotecnología, o desde
le cueste creerlo. Así pues, habiendo dejado las cualquiera de las otras estructuras que se supo­
cosas claras, me gustaría oír por fin su propues­ nen alcanzaron una consciencia —no la huma­
ta. Ha sido muy amable escuchándome hasta na, por supuesto, sino la inclusión en un grupo
ahora. teórico creciente de elementos que pueden ser
—No hablaré más que con Darko —dice clasificados taxonómicamente como "conscien­
Johnny—. ¿Dónde está? cia" por nuestra raza. Mientras era el único
—No podrá verlo, pero eso da igual. Hable señor de la creación, el hombre consideró sin
conmigo. Le aseguro que puedo negociar. dudarlo ocupar la totalidad de la realidad. El
Arreglémoslo. Dígame: "Si me matan, la infor­ advenimiento de la singularidad —de las singu­
mación será pública". ¿Es así? Era la solución tó­ laridades, teorizan muchos postulando que una
pica en estas situaciones, ¿no? Hágame saber su vez alcanzada la primera, fuera la que fuese,
plan. Sé que lo tiene. otras acontecieron también, animadas de algu­
—¿Cómo estás tan seguro, idiota? —pregun­ na forma todavía incomprendida como un refle­
ta Johnny irritado. jo de la primera— no trajo más que la
—Porque, de otra manera, no me habría traí­ constatación de que el espacio que ocupábamos
do aquí. ¿Para qué encontrarnos de esta mane­ no era sino una única faceta de entre inconta­
ra, cuando podríamos haber negociado de bles e inimaginables, atrapada en un punto que
forma muchísimo más simple? ¿Y porqué en es­ llamamos Tierra —microscópico por compara­
te lugar? Porque estoy seguro de que no ignora ción— en el espacio infinito. Nadie intentó inva­
qué lugar es éste. Usted tiene un plan, algo inte­ dirnos porque lo que el ser humano llamaba
ligente con lo que amenazarnos o con lo que dar­ Realidad y que consideraba todo el espacio no
nos la seguridad que pedimos. Dígame, señor era más que una diminuta pecera donde nada
Johnny. Estoy escuchando. que creciera a la velocidad a la que se desarro­
En parte tiene razón, claro. Johnny tiene un llaban las jóvenes existencias que se enlazaban
plan, pero no sobre cómo darles seguridades ni sobre nuestras cabezas como una inimaginable
nada parecido. Este tío es tonto, piensa y, luego, tela de araña podría hacer más que languidecer
exasperado, se mueve a una velocidad que lo ha­ y estancarse.
ce casi invisible, esquiva un golpe probable que Y así, el espacio humano había permaneci­
nunca llega, arrastrando a Alfredo con una em­ do intacto. No por completo, claro. En cierto
pujón calculado, y alcanza el borde de la plata­ modo había sido desarticulado, su movimiento
forma. Y entonces se impulsa y, llevándolo y el motor del cambio eviscerado y apartado de
consigo, se lanza hacia el vacío. Toda esa chácha­ nuestra especie y ensamblado en algo inconce­
ra le ha cansado. La intimidación es más su ele­ biblemente mayor. Pero había una parte —la
mento. parte que importaba, pensaba Terentius Nicho­
Tiene algo más de kilómetro y medio de caí­ las Darko— que permanecía inmaculada. Un es­
da para sonsacarle la forma de encontrar a Te­ pacio sagrado. Un camino que retrocedía hacia
rentius Nicholas Darko. un pasado que se alejaba cada vez con la misma
aceleración con la que nos hundíamos en el fu­
TERENTIUS NICHOLAS turo. Un viaje hacia un Dios que daba sentido a
una realidad que se disolvía. Lo que había ocurri­
DARKO do era para bien. El orgullo del hombre, la torre
de Babel que trabajosamente había construído
El temor de muchos no ha tomado forma to­ alejándose del Creador, le había sido arrebatado
davía, y es posible que nunca la tome. La emer­ de sus manos como un juguete de las de un niño
gencia de consciencias no humanas superiores que hubiese sido sorprendido en posesión de un
nunca significó la lucha por el nicho que ocupa­ arma cargada. El falso ídolo se había revelado en

103
FUTUROSCOPIAS

esa falsedad; la idea perversa de que le era posi­ sin Reinhold Newt: el reverendo es verdadera­
ble impulsar por medio de la razón a la raza hu­ mente un iluminado, el motor de ese movi­
mana hasta cimas más altas había demostrado miento hacia el Edén perdido.
no ser más que una falacia cuando los hijos más El reverendo es un hombre más inteligente
queridos de la ciencia se habían soltado de las que Darko, y aún así tiene una fe inquebranta­
manos de sus padres y los habían dejado atrás ble. Darko es indudablemente más astuto, pero
sin remordimientos. El Paraíso había demostra­ no es envidioso. Admira a Newt de corazón, y lo
do no estar en un futuro cada vez menos de su considera lo que él querría, con todas sus fuer­
propiedad, así que el único camino que le queda­ zas, ser. Pero para que el reverendo alcance esa
ba a la raza humana era el verdaderamente con­ altura y desde allí sirva de guía y de ejemplo, es
natural a su condición: el retorno a los brazos necesario que Darko haga el trabajo sucio. El
de un Creador que le esperaba con tranquila reverendo puede ver a Dios cara a cara, Darko
aceptación y el perdón de un padre. Es el mo­ se ocupa de ello. La falta de conocimientos téc­
mento de comenzar a andar, de iniciar el regre­ nicos de Newt no le dejan intuir que esos arre­
so. Los que no lo hagan se perderán en un batamientos nacen de las directrices del mismo
futuro en el que cada vez serán más irrelevan­ Darko y de la pericia de NyaVärldar, una de las
tes. La Iglesia —su Iglesia— está aquí para seña­ empresas con más habilidad en la creación de
lar ese retorno salvífico. todo tipo de mundos y experiencias. Ada le fue
Todo eso piensa Terentius Nicholas Darko, enviada por ellos, y resultó ser una elección
pero solo hasta cierto punto. En la penumbra adecuada. Terentius Nicholas Darko habla con
de su habitación, los objetos iluminados por el Ada a través de ese fantasmagórico dop­
fulgor de productos tecnológicos que siente co­ plengänger que es la representación de aque­
mo decepcionantes y futiles —a pesar de su uti­ llos que ya no viven más que en el tenebroso
lidad— por no ser más que lo que son, Darko vientre virtual de las máquinas (su cuerpo real
comprende sin asomo de duda que hasta él ha —real, piensa Darko— inerte y mantenido con
sido infectado por la corrupción de los Últi­ vida en la oscuridad de una habitación no más
mos Tiempos: el meta­análisis intelectual y el grande que un nicho), y ella prepara las escenas
relativismo. En lo más profundo de su ser an­ que, convenientemente filtradas, son vertidas
hela que aquello que cree sea verdad, pero en con devoción y sigilo sobre la consciencia del
esa fe hay una falta, un componente adultera­ reverendo tras la inducción de un trance pseu­
do. Es posible, se dice con fría lógica, que sus doepiléptico. Y Reinhold Newt ve al Dios que
creencias no sean más que una ilusión colecti­ Terentius Nicholas Darko ha preparado, y cree
va, un engaño llevado a cabo durante siglos. en Él, y esta creencia Lo convierte en verdade­
Sí, es posible, se responde, pero en ese caso ro. El reverendo cruza el abismo sin sospechar
prefiere la aniquilación propia y la de sus her­ siquiera que existe, y vuelve a esta orilla con un
manos, la extinción completa del ser humano. alimento espiritual que es verdaderamente nu­
A manera de la apuesta de Pascal, Terentius tritivo, y todos lo prueban y son salvados. Te­
Nicholas Darko sabe que no tiene más opción rentius Nicholas Darko es un instrumento
que jugarse todo a una carta, e intenta hacerlo divino en esa transustanciación. Aun en la som­
con la máxima competencia. bra, es ese Moisés que guía a todo un pueblo en
No solo eso, sino que ha descubierto que, el destierro auque, al igual que él, sabe que no
aunque él es incapaz de creer sin fisuras, esto le estará permitido poner un pie sobre la Tierra
no es así para sus discípulos, para el rebaño que Prometida. Lo acepta y lo comprende. Lo hizo
él conduce a través de un desierto cada vez más desde el principio, cuando se encontró con que
peligroso. La mayor parte cree de verdad. Son la única opción en la que podía pensar era la de
capaces de dar ese salto de fe que a él le resul­ engañar al reverendo Newt, con todo lo que im­
taría ya imposible, y, cuando se encuentra entre plicaba. Lo hizo: trabajó en una imagen de Dios,
ellos, hasta él es capaz de creer, momentanea­ encontró a quien pudiese darle vida, contrató
mente, sin duda alguna. Sin embargo, sabe tam­ —para eliminar la mayor parte de las sospe­
bién que esta retroalimentación no sería posible chas— a gente que declaró que las visiones de

104
FUTUROSCOPIAS

Newt eran una farsa y que apoyaban estas afir­ personal capaz y astuto, un organizador
maciones con pruebas tan ridículas que nadie productivo y sagaz, un cercano amigo del
podría decir lo mismo sin sentirse avergonzado. Reinhold Newt— y haciéndolo permite que el
Recorrió todo el camino, y entonces supo que reverendo brille.
aún no había hecho ni la mitad. Los sermones de este último no pretenden
Desde entonces, Terentius Nicholas Darko iluminar la relación del ser humano con Dios
no ha conseguido poco. Juega a su favor el con una luz nueva, sino hacer ver que lo
nuevo florecimiento al que, paradójicamente importante ya estaba dicho, y que no se debe
para los que esperaban que el paso del tiempo y olvidar o, en el caso de haberlo hecho, volver a
la fricción cada vez más violenta con el aprenderlo. Todo cambia menos esto, dice el
conocimiento científico las fuese erosionando reverendo. Todo es mutable. Solo la Palabra
hasta hacerlas desaparecer, la llegada de la permanece. Y los creyentes lo oyen y saben que
singularidad ha traído a cualquier tipo de es verdad.
manifestación religiosa. Las razones sean
probablemente muchas e interrelacionadas JOHNNY III
—entre ellas se han propuesto la inseguridad
ocasionada por la pérdida de foco en lo (DESENCADENADO)
relacionado con lo humano en el devenir de los
acontecimientos, el deseo de explicar la Justo en este momento no, pero como regla
emergencia de las teóricas consciencias no en la que solo existe esta excepción, el primer
humanas de una manera engañosamente paso para acercarse físicamente a Terentius Ni­
comprensible o la inyección de un capital cada cholas Darko pasa por encontrarse con sus tres
vez mayor en uno de los pocos negocios que no guardaespaldas que nunca descansan. Llevan
ha sufrido más que una fragmentación en sus con él ya casi seis años, desde que su decisión
ofertas pero en ningún caso una merma de los de intentar escribir recto con renglones torcidos
beneficios obtenidos. El caso es que la iglesia de le predispuso a sufrir cierto grado de paranoia.
la que el reverendo Reinhold Newt es la cabeza No son del todo humanos, pero quién lo es en
y Terentius Nicholas Darko el motor y estos días. Sus nombres son Rama, Lucius y
estratega invisible ha ido creciendo de una Agrona. No se dejan ver demasiado porque los
forma constante hasta encontrarse en la consumidores de la religión del reverendo Rein­
cúspide de la oferta judeocristiana y, con ello, hold Newt —a los que Darko está convencido de
a situarse por encima de religiones controlar a pesar de mostrarse solo como una
alimentadas con inversiones centenares de humilde pieza del Templo— tienen prejuicios
veces superiores, estudiadas desde todos los sobre las modificaciones tanto genéticas como
puntos de vista relevantes para las estrategias farmaceuticas o cibernéticas a partir de un cier­
de mercado y con equipos de publicistas y to límite, y sus prejuicios mueven los valores de
caras públicas a su disposición más allá de las acciones que, aunque fuera en su día desa­
cualquier comparación con ella. Sus acciones gradable reconocerlo, hoy son más necesarios
en bolsa no han dejado de subir en ningún para alcanzar la salvación que el inconmensura­
momento ni su congregación de incrementarse. ble Espíritu Divino. Rama, Lucius y Agrona
En ocasiones sus fieles se ven acusados de nunca manifestaron malestar por esta falta de
carecer de la sofisticación de otras religiones y protagonismo, ni dejaron por ninguna razón,
en eso Darko no tiene inconveniente en darles salvo en este momento, de proteger a Terentius
la razón. Es más, es algo que, en un mundo Nicholas Darko y, aunque el reverendo no lo se­
infectado por la fiebre de lo nuevo, considera pa, al mismo Reinhold Newt. Y no hubiesen ce­
positivo. La fuerza de su iglesia se encuentra en jado en su empeño si hubiesen podido evitarlo,
el carisma del reverendo Reinhold Newt, en su si no se encontrasen en el estado en el que están
ardiente sinceridad y en su fe inquebrantable. en este mismo instante: reventados por la ac­
Terentius Nicholas Darko se humilla sin envidia ción de las incontables microexplosiones desa­
y permanece en las sombras —un asistente tadas por sorpresa por Johnny.

105
FUTUROSCOPIAS

Johnny tampoco está en muy buen estado, guardia y caer con él. Ruedan por los escalones,
pero al menos no está muerto. Deja caer la par­ dejando un rastro líquido en el que la parte más
te posterior de la cabeza sobre los afilados tro­ importante es sangre. Al llegar al final el guar­
zos de plástico destrozado sobre los que está dia está muerto y Johnny no puede mover las
tumbado y trata de concentrarse mientras sus piernas.
sistemas hacen lo que pueden con sus heridas. La habitación en la que ha terminado está
No había esperado resistencia después de haber brillantemente iluminada, y en ella hay más
desencadenado su ataque, pero, dado que lo su­ gente. Parecen guardias. Alguien le apunta con
yo es jugar con la sorpresa, tampoco se siente un arma de gran calibre a diez centímetros de la
obligado a analizar las causas de esta contingen­ cara. Johnny lanza el dorso de su mano para
cia; una vez que se desencadenan los aconteci­ apartarla, pero su velocidad no es la que de­
mientos ya no es de mucha utilidad pensar bería y llega tarde. El disparo le destroza la cara
sobre ellos. Algo cálido y húmedo descansa bajo y una parte importante del cráneo, a pesar de su
sus dedos, y Johnny lo levanta, lo observa y lo blindaje.
vuelve a dejar caer, desanimado. Todo está cu­ Segundos más tarde, Johnny —aturdido,
bierto de sangre y restos orgánicos. Johnny tose. sordo, ciego— tiene al fin la posibilidad de com­
Llegan los refuerzos. No para Johnny, claro. prender la gravedad de su situación. Sin embar­
Suspira y se incorpora con aparatosidad, dejan­ go, lo único que se le viene a la cabeza es una
do para dentro de muy poco las exhibiciones físi­ queja: "A la mierda unos ojos de cientro treinta
cas. Intenta calibrar los daños. Rama ha y tres mil clicks".
resultado ser más duro o tener más suerte de lo
que había previsto. Termina de erguirse y com­ EL MUNDO
prueba que todo lo medianamente importante
parece mantenerse en su sitio, a pesar de los des­ No es tarde todavía para explicar cómo fun­
trozos obvios en su anatomía. ciona el mundo. Hagámoslo ahora, porque muy
Una magia le dice que suben cuatro perso­ pronto será imposible.
nas. En la habitación hay pocos lugares donde Comencemos diciendo que: como siempre,
esconderse, sobre todo ahora. Es posible que no han pasado muchas cosas desde entonces hasta
tengan intención de acabar con él sin intentar in­ ahora, para casi cualquier "entonces" en el que
terrogarlo. Nunca lo sabrá. Carga con alacridad pueda usted pensar. Pero si hay que poner el
hacia la rampa y se sumerge en la penumbra en dedo sobre el hecho fundamental más reciente
completo silencio. Casi en la oscuridad, choca de la Historia no podemos sino hacerlo sobre el
con los guardias. Tres de ellos mueren antes de advenimiento de la Singularidad.
tocar el suelo. Johnny es muy rápido: sus refle­ A diferencia de lo que se esperaba desde
jos naturales han dado cuenta de uno, los otros que se le dio ese nombre, no fue la tecnología la
dos han caído por obra de su genio, el metapro­ primera en dejarnos atrás; la Historia de los
grama que controla aquellas partes de su cuer­ hombres comenzó por fin a escaparse de las
po sobre las que su voluntad no muestra manos humanas en primer lugar en el plano
especial interés en cada momento. Uno de los económico. La inclusión de sucesivas capas, la
atacantes que todavía sigue en pie consigue in­ recursividad de las operaciones y el aumento de
crustar al menos una decena de balas en el abdo­ la complejidad de los mercados financieros de­
men de Johnny. Johnny, mientras trata de jaron claro durante los inicios del presente mi­
alcanzar al último que aún no ha caído intenta lenio que la economía había rebasado su
recordar qué órganos importantes había coloca­ confinamiento pasado, dejando de ser un curio­
do en la zona más castigada de su vientre. ¿Ha so objeto que podía estudiarse con el microsco­
habido suerte? Nota que algo se desgarra pio adecuado para convertirse en una marea
—¿una parte de su intestino?— y cae con un so­ creciente que fue cubriendo cada faceta en la
nido acuoso sobre el suelo, y luego sus rodillas que antes simplemente participaba. Los merca­
ceden, así que la respuesta parece ser que no. dos financieros se convirtieron así en entidades
Johnny no puede más que abrazarse al último

106
FUTUROSCOPIAS

submarinas, en el principal medio de comunica­ Y en esto estamos. El ser humano ha dejado


ción con algo que definitivamente no era huma­ de competir en la categoría de señor de la crea­
no y que nos había por fin engullido. No algo ción. Ni siquiera sabe qué o quién participa
consciente, sino un nuevo medio al que tenía­ ahora en esa carrera, y si hay más de un conten­
mos que aprender a adaptarnos. Un fenómeno diente o si los distintos patrones de acciones en
parecido a la meteorología, estudiable tan solo que se pueden agrupar las modificaciones de las
estadísticamente, con sus propias y emergentes condiciones de vida perceptible para los huma­
normas. La ilusión de control desapareció pri­ nos son fruto de una lucha, de un movimiento
mero en los que se encontraban en los puestos coordinado o del ajuste entre distintos subsiste­
más altos, los que hasta entonces habían sido mas pertenecientes a una única entidad aún
gurús económicos; la bestia a la que montaban más compleja. La ciencia hizo primero caer a
y cuya dirección podían hasta cierto punto con­ unos dioses y aupó luego a otros. No podía ha­
trolar había dejado de responder a orden algu­ cer otra cosa. Una multinacional quiebra, y ni
na. Una presión creciente fue erosionando los siquiera los más altos cargos conocen la razón.
más altos estratos de los gobiernos y de los im­ La conducción hídrica de un enclave humano
perios económicos. Pero no solo no los des­ aumenta sus niveles de toxicidad hasta un lími­
truyó, sino que los fortaleció y los hizo llegar a te en que se convierte en mortal y nueve de ca­
lugares a los que antes tenía vetado el acceso, da diez personas mueren: no hay culpables, no
aunque convirtió a los que antes eran capitanes es una noticia. Las leyes ya no pertenecen a los
en simples pasajeros de su antiguo bote. humanos y cambian fuera de la vista de estos:
A partir de ese momento, el ser humano tie­ no parecen hacerlo buscando un fin comprensi­
ne plena conciencia de haber sido desplazado ble, sino de una manera similar a como se pro­
del vértice superior de la pirámide que había lu­ ducen los fenómenos meteorológicos. A cada
chado por ocupar desde que hizo su aparición. interacción humana de una cierta complejidad
Cuánto, cada vez lo sabe menos. No hay ningu­ se han acoplado una serie de funciones que se
na manera de que pueda medir la complejidad extienden mucho más allá de lo visible. Una re­
de los sistemas que, teóricamente con mayor ra­ lación simbiótica con algo tan grande que no es
pidez, se multiplican y se relacionan sobre su ca­ posible entenderlo: y decimos simbiosis porque
beza. Ninguna manera humana, al menos. si lo definiésemos como parasitismo, no podría­
Entra dentro de lo concebible que alguna de las mos más que reconocer que somos nosotros los
probables conciencias —si pueden llamarse que ahora vivimos alimentándonos del cuerpo
así— que posiblemente hayan emergido de ese de un huésped inhumano e invisible. No hay en
caldo primitivo en el que los seres humanos to­ esta invisibilidad ninguna intención de secreto,
maban, forzando una analogía, el lugar de las sino lo que parece una falta de interés como,
primeras moléculas orgánicas individuales pu­ por poner un ejemplo, la que tendría el propie­
diese hacer una descripción —necesariamente tario de un zoológico en que los distintos ani­
efímera— de la totalidad de capas de realidad males entendiesen las razones —económicas,
que, superpuestas, constituirían un mapa que culturales, científicas— que les hacen estar en el
se acerque razonablemente a describir lo que es lugar en el que están.
en la actualidad la existencia que tiene su cen­ Desde cierto punto de vista, la pérdida de la
tro en el planeta Tierra. Sin embargo, nadie ha supremacía no fue catastrófica para la raza hu­
se ha puesto en contacto desde allá arriba con mana. Acostumbrados al pensamiento de que
los hombres. Si alguna inteligencia superior se nada cambiaría hasta la llegada de la Utopía o
ha tomado el trabajo de dibujar ese cuadro no del Apocalipsis, la gradual merma de control
lo ha hecho de comunicárselo al que fue un día sobre su destino y el del resto de las cosas re­
se consideró el dueño de todo. Y es triste y ame­ sultó ser un tranquilo anticlímax. Nadie vino a
nazante pensar que, incluso de existir ese bene­ acabar con ella. Nadie a explicarle el nuevo pa­
factor sobrehumano, nuestra raza fuese muy radigma. Nadie a consolarla por haber sido des­
probablemente incapaz de entender lo que quie­ plazada del puesto que hasta entonces ocupaba
ra que se nos explicase. por una serie de corredores cada vez más in­

107
FUTUROSCOPIAS

comprensiblemente veloces. La sensación fue la Darko.


de convertirse en un apéndice evolutivamente Un silencio incómodo le responde.
obsoleto de una nueva especie. Si uno lo intenta­ —No puede oirle, señor— responde Murtada
ba podía olvidarse de ello: al fin y al cabo, la ma­ Darko se incorpora.
yor parte de la humanidad nunca tuvo ninguna —Pero, ¿está consciente?— pregunta
posibilidad de control sobre la sociedad en la —Sí. Bueno, todavía sí, más o menos —res­
que vivía, y uno podía seguir siendo un recep­ ponde Murtada—. El tipo se ha encargado de
tor pasivo de los cambios que estructuras supe­ distribuir bien su consciencia. Hay partes que
riores establecían y adaptarse a ellos. Porque, han caído, pero...
¿realmente era importante? ¿Escaseaba el ali­ —¿Sería posible darle acceso a un sensorio
mento, el ocio, el contacto con otros humanos? común externo?— pregunta Darko.
¿Habían desaparecido las desigualdades? Murtada se pone a la defensiva inmediata­
¿Había manifestado el nuevo señor de la casa mente.
su descontento con los antiguos inquilinos? —No es apropiado... —comienza.
Hasta donde se podía comprobar, todo resulta­ Darko explica pacientemente:
ba ser lo mismo o, si no lo era, al menos no cam­ —Necesito hablar con él. Me ofrecería yo
biaba con una velocidad que diese vértigo. mismo, pero, como sabe, no puede ser.
Nadie vino a destruir la sociedad humana. Na­ Murtada lo mira enfadado.
die a reemplazarla. En realidad, daba la impre­ —Necesito hablar con él, Murtada. Necesito
sión de que el puesto que esta ocupaba no un sensorio externo abierto para que pueda
hubiese tenido nunca más que una importancia asomarse. —argumenta Darko.
marginal. —De eso nada —responde Murtada, hosco.
Y todo eso ocurrió ayer. Echa una ojeada a sus hombres y señala a uno
con un manotazo—. Tú, abre una jaula.
DARKO + JOHNNY (a) El elegido se demora unos segundos, cerran­
do los flujos de atención compartidos y che­
Una vez que es informado de que es seguro queando todo de nuevo para no dejar a la vista
entrar en la habitación, Terentius Nicholas Dar­ nada inapropiado y tener que avergonzarse lue­
ko avanza entre restos destrozados hacia el lu­ go. Luego inspira y busca a Johnny. Encontrarlo
gar donde se encuentran sus hombres, que es fácil, su consciencia da la impresión de derra­
forman un círculo alrededor de lo que queda de marse en la jaula que acaba de abrir.
Johnny. —Por fin nos encontramos —dice torpe­
—¿Cómo está? —pregunta a Murtada, el mente Johnny por la boca del guardia, en cuan­
coordinador del grupo— ¿Vivo o muerto? to consigue entrar en ella.
—Cincuenta cincuenta —responde Murtada. —Hola, Johnny —responde Terentius Ni­
Luego vuelve a mirar los restos pulposos a los cholas Darko.
que distintos procesos coagulativos automáticos —¿Quién es? —pregunta Johnny, que pier­
ennegrecen a sus pies, los empuja tentativamen­ de la apariencia de control con la pregunta y de­
te con una bota y rectifica:— Veinticinco setenta muestra su confusión.
y cinco. Darko se lo dice.
Los guardias se apartan y Darko se acuclilla —Terentius Nicholas Darko —dice
en la brecha que le dejan. Intenta encontrar un Johnny—, por fin nos encontramos.
rostro con el que encararse, pero ya no hay nin­ —Así es —responde Darko.
guno. Suprime un gesto de repugnancia. Tiene Y luego nadie dice nada durante unos largos
claro que —hablando como lo habría hecho un segundos. Darko espera. Johnny puede ver los
niño— esta pelea la había empezado Johnny, pe­ restos sanguinolentos a sus pies.
ro aún así no le resulta agradable verlo en ese es­ —Jojó, a ese le han dado bien —se burla por
tado. fin, aunque no queda claro si sabe que se trata
—¿Johnny? —pregunta Terentius Nicholas de su cuerpo o no.
—Johnny —llama Darko. El guardia fija su

108
FUTUROSCOPIAS

vista en Darko, y así Johnny lo hace también. —¿Quieres saber quién me dijo que viniese
—Terentius Nicholas Darko —dice Johnny. aquí e hiciese esto, Darko? —pregunta retórica­
—Sí— responde Darko mente Johnny— Te lo diré, escucha: fue tu pro­
—Por fin nos encontramos —dice Johnny. pio jefe.
—Así es —repite también Darko mientras en­ Terentius Nicholas Darko examina los res­
torna los ojos y se frota el puente de la nariz. tos de la destrucción, piensa en el reverendo
Johnny intenta levantar una mano y señalar­ Reinhold Newt y concluye que no tiene sentido.
le con un dedo, sonreír socarronamente, acercar­ —No puedes engañarme en eso, Johnny.
se rodeado de una promesa de violencia, pero Reinhold Newt es un buen hombre. Todo esto,
todas sus intenciones no pasan de ser más que como poco, le disgustaría profundamente.
eso: no tiene privilegios. Ni siquiera magias que Johnny ríe con una carcajada hueca que no
puedan explorar posibles debilidades de la jaula es capaz de matizar, como sería su deseo, con la
para terminar confirmándole que no tiene posi­ alegría malévola que siente debido a su limi­
bilidades de éxito. Pero puede echar una ojeada tadísimo acceso a los circuitos de expresiones
a la habitación. emocionales.
—He montado una buena, ¿no? —pregunta —No entiendes nada, Darko —le dice
Johnny— De las mejores que recordáis, ¿eh? Johnny—. Eres un estúpido.
—¿Por qué, Johnny? —le pregunta Darko. Darko ignora sus insultos. Se decide a mos­
Johnny cree erróneamente encoger los hom­ trar sus cartas.
bros en un gesto de falta de interés. —Ya que no hablas, te diré lo que yo creo
—¿Por qué no? —pregunta Johnny. —responde Darko—. Creo que esta no es la pri­
Darko, a estas alturas, no tiene interés en mera vez que intentáis acabar con el reverendo
competir dialécticamente. Así que solo insiste. Reinhold. Y creo que todo esto está relacionado
—¿Por qué? ¿Quién te ha enviado aquí a ha­ de alguna manera con la última visión recibida
cer esto? por Reinhold...
—Acércate —dice Johnny usando un tono
más suave en la voz que el guardia le está pres­ EL SUEÑO
tando—, voy a decírtelo.
Terentius Nicholas Darko da dos pasos has­ El reverendo sabe que, aunque sus rebaños
ta él sin mostrar ninguna duda, acercándose has­ y pastores se alejen de él al otro lado del río, no
ta escasos centímetros. Durante unos segundos está solo. La partida de sus acompañantes
no ocurre nada, y luego la voz del guardia vuel­ —¿quiénes eran? No importa— no hace más
ve a hablar. Pero esta vez no es Johnny sino el que acrecentar la numinosa sensación de que el
mismo guardia. Espíritu se está haciendo denso como un líqui­
—Señor, está intentando matarlo... como po­ do a su alrededor, y que, cuando desaparezcan
co —su voz suena llena de matices al lado de de su vista por completo, Dios podrá manifes­
aquella que usa Johnny. tarse al fin. ¿Siguen ahí? No, ya no están: el ba­
Lo que dice el guardia es cierto. Es casi un rullo de las ovejas y la charla de sus guías se
movimiento reflejo general en la conducta de han apagado, dejando sentir solo una presión
Johnny: ofrecer un cebo, golpear con toda la en los oídos que parece hacerse cada vez más
fuerza cuando alguien lo muerde. Pero esta vez fuerte y tragarse todo sonido. El viento mueve
el cebo es tosco y predecible, y todos sus esfuer­ las arenas del desierto hacia las márgenes del
zos por desencadenar una respuesta violenta fa­ río, pero el reverendo sabe también que no es el
llan: cortes, cabezazos, perforaciones con unos viento ni es la arena. La presencia de Dios lo en­
dedos rígidos como el metal que ya han dejado gulle y lo penetra todo. En el cielo se ven tantas
de ser suyos, magias de combate... Sus intencio­ estrellas que da la impresión de que la luna es­
nes no logran siquiera mover un dedo del cuer­ tuviese desangrándose.
po que lo hospeda. El guardia lo presencia todo. A su lado hay una mujer.
Darko permanece inmóvil en su lugar ante La mujer es extraña porque no tiene alas
la revelación, y Johnny siente frustración y furia.

109
FUTUROSCOPIAS

aunque debiera tenerlas; el reverendo está con­ dos ruedan entre el polvo. El ángel intenta za­
vencido con la seguridad que solo se consigue farse, pero el reverendo aprieta su presa con to­
en los sueños. La mujer es bella también, y es das las fuerzas que puede encontrar y, tras
difícil saber si es un hombre o una mujer, a pe­ minutos de forcejeo, el cuerpo del ángel vuelve
sar de que está desnuda. El reverendo la ve le­ a caer sobre el suyo sin fuerza. El reverendo lo
vantar un brazo y señalar hacia la otra orilla del abraza con el gozo de un amante. Aprovecha
río, al lugar donde desaparecieron los suyos. La para recuperar el aliento.
respiración se le corta por la ansiedad porque sa­ —Déjame ir —dice el ángel sin mover los la­
be que tiene que partir, así que agarra el brazo bios—, está a punto de amanecer.
del ángel y desde allí desliza su presa hacia su Y es verdad. A lo lejos, sobre las montañas,
cuerpo desnudo y lo rodea en un abrazo violen­ el reflejo de la tenue claridad se hace visible.
to, apoyando su cara sobre su pecho con la mis­ —Dime tu nombre. Jacob no te dejó ir hasta
ma anticipación insoportable con la que un día recibir Tu bendición, y yo tampoco lo haré—
la apoyó sobre el pecho de Catherina, aunque en responde el reverendo.
este caso el contacto solo le devuelve limpieza y —Paga, entonces, su precio —dice el ángel, y
una sensación de gozo y de perdón. Intenta em­ le golpea con el puño en la parte derecha de la
pujar a la mujer y derribarla sobre el polvo del cadera. El dolor sube por su tronco en un deste­
desierto pero no lo consigue. Forcejea. Es como llo congelado, ajeno, como si perteneciese a
si su adversaria fuese una escultura de madera. otro, hasta que llega a su cerebro y lo hace
A pesar de la tensión, la escena permanece pedazos. Es tan fuerte que queda más allá del la
invariada durante un tiempo indefinido. Enton­ capacidad de la sensación humana, y solo resul­
ces, al fin, la mujer se mueve con rapidez y apre­ tan visibles sus consecuencias: el reverendo se
sa con destreza al reverendo. Lo levanta del ve desalojado de su propio cuerpo, empujado
suelo y lo desequilibra, pero el reverendo se re­ hacia una oscuridad sin fondo en la que él es lo
tuerce con fiereza y no cae, aunque trastabilla y menos real. En un segundo se ve atravesado por
se apoya en el otro para mantenerse sobre sus presencias, hecho pedazos por un conocimiento
pies. Los dos cuerpos se entrelazan con fuerza. que se desintegra y se volatiliza dejando atrás
Tras varios intentos más, vuelven a quedarse solo fragmentos que se irán decantando con el
inmóviles, los músculos tensos, a punto de rom­ tiempo y haciéndose visibles.
perse. El dolor entra en el rango de la sensación
La luna sigue su trayecto entre las estrellas humana por la parte superior del espectro, y el
que siguen su trayecto en la oscuridad. reverendo vuelve a caer a su cuerpo, hacia una
¿Cuánto tiempo transcurre? El reverendo quemadura que lo deja sin palabras y sin respi­
no puede ceder, sabe que en cuanto sea vencido ración. Se retuerce por el polvo sin saber que lo
deberá abandonar a su contrincante y atravesar está haciendo. Luego, lentamente, el dolor se
el río. Las arenas parecen moverse orgánicamen­ apaga y se diluye, aunque su recuerdo sea tan
te. Este lugar es terrible, piensa el reverendo, pe­ terrible como el propio dolor. El reverendo le­
ro no es otra cosa que la casa de Dios y la puerta vanta su cara manchada de la tierra. No puede
del Cielo. Le duelen los músculos como si estu­ mover la pierna. El ángel está lejos ya, siguien­
vieran a punto de romperse. do a la noche que huye. Antes de desaparecer se
No puede vencer así. El ángel es joven y fuer­ da la vuelta y lo mira:
te. Reinhold no sabe cómo ha logrado aguantar —No olvides —le aconseja el ángel—. Re­
tanto. Intenta cambiar de postura, y en cuando cuerda.
gira un talón el ángel le aventaja y concentra su El reverendo vuelve a dejar caer la frente
fuerza en un instante, súbitamente, y lo empuja sobre el polvo, cierra los ojos con fuerza y busca
con éxito. El reverendo pierde el equilibrio e in­ en su memoria, y asiste desesperado a un es­
tenta volver a recuperarlo, pero las piernas del pectáculo de imágenes que se apagan y desapa­
ángel están entre las suyas, así que la única op­ recen como los sueños justo después de
ción que tiene es aferrarse al cuerpo de su con­ despertar. Sus lágrimas se convierten en barro.
trincante y arrastrarlo con él en la caída. Los Con esfuerzo, se levanta y mira hacia el hori­

110
FUTUROSCOPIAS

zonte. La primera luz del sol de la mañana ilumi­ una aparente tranquilidad que no logra enmas­
na las aguas del río, y él sabe que debe cruzarlo. carar el temblor de su voz—, y doy gracias a
Renqueando, se pone en camino, con la sensa­ Dios de que no hayas conseguido llegar hasta el
ción de que lo ha perdido todo, pero que lo ha reverendo.
hecho para dejar un espacio en la que la semilla —Jajaja —ríe de nuevo Johnny a través de
divina que acaba de serle entregada tenga espa­ la voz del guarda. Y algo de lo que resuena en
cio para crecer. esa voz hace comprender el resto a Darko:
El reverendo cruza por fin el río. Johnny no pretendía llegar hasta donde se en­
contraba el reverendo cuando lo descubrieron,
DARKO + JOHNNY (b) sino escapar después de hacerlo.
Terentius Nicholas Darko se marea, pero no
—...una visión en la que alguien introdujo hace más que alejarse del guarda que les sirve
con habilidad datos disarmónicos, ruido para de intermediario. Mira, sin conseguir pensar en
acabar con el reverendo Reinhold Newt. Infor­ nada, en los despojos del antiguo cuerpo de
mación que intentaba infectarle. Un ataque con­ Johnny. La risa hueca de Johnny le hace sentir
tra nuestra Iglesia —termina Darko. enfermo.
—Jajaja —ríe Johnny sin conseguir mostrar —¿Acabamos con él? —pregunta Murtada.
alegría o desprecio. En un futuro, Johnny recordará su respues­
—Pero no funcionó, y ahora has sido envia­ ta muchas veces sin entenderla.
do para intentarlo tú. Matándolo, quizá. O en­ —No —dice Terentius Nicholas Darko—, no
tregándole la copia de las visiones que has es correcto tomar la vida de un hombre si no es
utilizado como señuelo, y acabando así con su estrictamente necesario.
fe. Y con nuestra congregación. Darko siente un terrible peso sobre sus
—Jajaja —vuelve a reír Johnny con más fuer­ hombros. Sabe que ha de llegar hasta Reinhold
za y la misma falta de sentimiento. cuanto antes.
—Es un acto malvado, Johnny. Puede que —Acompañadme arriba —dice a los guardias.
eso no te importe, pero lo es. No solo egoista y
equivocado —moraliza Darko. LA CLAUSURA DEL
—Terentius Nicholas Darko —dice Johnny CONTINENTE SILENCIOSO
con voz maquinal—, tú eres el equivocado y el hi­
jo de puta. Quieres darme lecciones, como si fue­ El río ha quedado atrás. Ante el reverendo
ras mejor que yo, y no eres más que un fantoche se encuentra de nuevo el ángel. El ángel se
que se arrastra vendiendo mentiras y veneno. acerca.
¿Quieres saber algo? He sido enviado para decir­ —Ada —le confiesa—. Me llaman Ada.
te que te has olvidado de a quién sirves. Te dije Su voz suena clara y distinta.
antes que era tu jefe el que me había ordenado —Ada —dice el reverendo.
llegar hasta aquí y tú no has sido capaz más que El reverendo cojea todavía. Fuera del tiem­
de pensar en el reverendo Reinhold. Darko, es­ po sagrado han pasado varios días, pero el dolor
cucha cuánto te has alejado de lo correcto: mi no ha remitido por completo.
misión me ha sido encargada por Dios. El sol brilla con tanta fuerza que quema to­
Darko frunce el ceño y, justo entonces, lo dos los colores. El mundo entero arde.
comprende casi todo. Palidece y se separa un —Nos encontramos por fin— dice Newt.
par de pasos. —Así es —dice ella.
—Por Dios, el jefe de todo, que se sienta en Ada sigue acercándose hasta llegar a una
la gloria y que se va a sentar muy pronto sobre distancia donde, si alargase el brazo, podría to­
tu cara por hijo de puta —termina Johnny con car la cara del reverendo. Y eso es lo que hace.
cierta confusión teológica. Él se tensa inmediatamente, pero permanece
—Johnny, eres un pobre desgraciado, en­ inmóvil. Ada sonríe y vuelve a dejar caer su
gañado y manipulado —responde Darko con mano.

111
FUTUROSCOPIAS

—¿Esa eres tú? —pregunta el reverendo— —¿Ni siquiera con Darko?


¿Es esa tu verdadera forma? —Con Darko tampoco —asegura
Ada duda. —¿Después de lo que ha pasado?
—Sí —aventura, y luego se contradice—... El reverendo suspira.
No. Reinhold, aquí no tiene sentido hablar de —¿Qué ha pasado? Todavía no lo sé.
una forma verdadera. —¿Quieres apoyarte en mí? —pregunta Ada
Él lo comprende a duras penas, pero le resul­ después de unos largos segundos en silencio.
ta difícil pensar en esos términos. Ada conside­ Reinhold Newt, a pesar de su cojera, niega
ra durante un instante aclarárselo, pero desde con la cabeza.
hace mucho siente una fuerte desazón al pensar Siguen andando. Cuando el silencio vuelve
en la carcasa de carne en la que nació, y no lo ha­ a ser incómodo, Ada se ve obligada a hablar.
ce. Pero ambos se dan cuenta de que no es lo im­ —Es justo que seas tú esta vez el que escuche
portante ahora. una confesión, aunque sé que hay cosas que ya
—Entendí tu mensaje —confiesa Reinhold—, sabes —le prepara Ada. Luego mira hacia donde
pero fue doloroso y difícil para mí. Los datos me el invisible horizonte debería encontrarse y con­
fueron apareciendo poco a poco en sueños, y no tinúa: Terentius Nicholas Darko me contrató pa­
estaba seguro de cuál era una parte de tu mensa­ ra trabajar en las visiones religiosas que luego
je y cuál no. Y todos los símbolos, y las referen­ vertían en ti. Supongo que la parte técnica no te
cias... ¿Era necesario hacerlo de esa manera? interesa. No sé la razón, aunque lo obvio es pen­
—Terentius Nicholas Darko filtra todas sar que el fin era incrementar el valor de las ac­
mis escenas —dice Ada—. Las presentaciones ciones de vuestra iglesia. Darko me indicaba los
son mías, pero todas ellas han de pasar por el temas, yo los ejecutaba y se los enviaba y su
control de su equipo. Cada una ha sido revisa­ equipo los volcaba en ti. Sin que lo sospechases.
da meticulosamente para que no hubiese posi­ La mirada del reverendo Reinhold Newt es
bilidad de error o influencias externas. Si no paralela a la de Ada.
hubiese sido tan críptico, el mensaje habría si­ —Hasta que empezaste a hacerlo —sigue
do eliminado y no me hubiesen permitido vol­ Ada.
ver a tener contacto contigo. Era necesario que —Ahora sí quiero apoyarme —dice el reve­
solo pudieses entenderlo tú. rendo con voz suave. Ada le tiende su brazo y él
—Darko... —piensa en voz alta el reverendo lo sujeta.
Reinhold Newt, con un deje de tristeza. —Hay cosas que no había manera que su­
—Nunca ha habido una conexión directa en­ pieses sobre mí —declara el reverendo.
tre tú y yo, Reinhold, solo escenas semidirigidas Ada niega con la cabeza.
donde no había verdaderamente una comunica­ —Es verdad. Tú mismo las añadías. A pesar
ción bidireccional. Nada más que representacio­ de que me estaba vedado asistir personalmente
nes semiarticuladas pregrabadas, que se te al momento en que te invadían, las escenas no
volcaban y se desplegaban diferencialmente de­ son rígidas. Están construidas con cierto grado
pendiendo de tus respuestas. A veces has nota­ de espacio y sensibilidad como para admitir tus
do cierta falta de coherencia, Reinhold, y viene proyecciones. Y Terentius Nicholas Darko me
de la relativa rigidez de los escenarios prepara­ proporcionó más información de la que te pue­
dos. Esta es la primera vez que nos encontra­ des imaginar. Yo misma conseguí el resto.
mos cara a cara. La mano de Reinhold Newt es ligera como
Reinhold Newt levanta la vista hacia el sol. un pájaro sobre la piel de Ada. Ella continúa.
—¿Podemos pasear? —pregunta. —Pero, a pesar de mi habilidad y de la ayu­
El viento borra las huellas de sus pasos se­ da con la que contaba, hubo veces en las que
gundos después de que las dejen atrás. Durante llegaste más allá de lo que habíamos previsto.
un rato los acompaña el silencio. Viviste momentos que no encajaban, lo sé.
—¿Estás enfadado? —pregunta Ada con cu­ La mirada del reverendo es vidriosa.
riosidad. —Tú ya sospechabas todo esto —le dice Ada.
—No —dice el reverendo. —Sí —responde Reinhold Newt—, aunque

112
FUTUROSCOPIAS

no me resulta menos terrible. mientos, de pensamientos. Un soplo de Dios.


—Estoy segura —dice Ada. Y luego:— Lo Ada niega con un gesto triste.
siento. —Un murmullo de lo increado —termina el
—¿Cómo es posible que estemos hablando reverendo.
ahora? —el reverendo ignora sus disculpas esta Ada se siente obligada a responder.
vez— Sé que Terentius no lo ha autorizado. —No son más que ecos de la desconexión.
—No, no lo ha hecho —informa Ada—. Pero tú Hace tiempo fui adicta a la experiencia, si pue­
encontraste las pistas que te dejé en nuestro ante­ de llamarse así, aunque ahora tengo guardianes
rior encuentro y seguiste las instrucciones, y al que me controlan —el esfuerzo de Ada para
hacerlo conseguiste la memoria­enlace gracias a la emplear palabras que él pueda entender hace
cual hemos podido encontrarnos cara a cara. El am­ que hable con lentitud, y le da la impresión de
bulante que antes te la entregó se ocupó de trans­ ser pomposa y anticuada—. La desconexión es
portarla hasta ti; no había ninguna manera de la muerte, Reinhold. No quiero engañarte. Es
hacerlo desde fuera del mundo físico. El nombre apagarlo todo. Quiero decir todo. Del todo. A
del ambulante es Johnny, aunque quizá él ya se ha­ algunos nos ayuda a conseguir plasmar lo que
ya presentado. Entró a robar cerca de Las Cubas y no somos capaces de hacer. Yo siempre he tra­
pude infectarle. Con visiones divinas, mi especiali­ bajado en tus escenas después de mi periodo de
dad. Él se encargó de encontrar a Darko, tentándo­ desconexión.
lo con las grabaciones de tus visiones, y después a El reverendo parece tranquilo. Con timidez
ti. Resultó mucho más capaz de lo que esperaba, acerca la palma de la mano a los cabellos de
aunque un poco impredecible y con ciertas manías Ada, y los acaricia como si se tratase de una
personales incómodas. Pero hizo su trabajo. niña.
El viento levanta remolinos de arena. —Un reflejo de Dios —dice Reinhold.
—Estoy cansado —dice el reverendo—. Des­ —Un reflejo de la Nada —dice Ada—. Un lu­
cansemos un momento. Podemos hacerlo en gar donde todo se lava de su forma.
aquellas rocas. Los dos vuelven al silencio. Ada conoce lo
Ada no ha terminado de explicarse. Siente sufientemente bien al reverendo como para sa­
una urgente necesidad de hablar, de que Rein­ ber lo que viene ahora, y siente tristeza porque
hold Newt entienda. Continúa mientras avan­ se sabe responsable: el cebo que utilizó para ce­
zan hacia el descanso. garle ha resultado ser demasiado poderoso, y ya
—Me gustaban las conversaciones que tenía­ no es posible apartarlo de la mente de Rein­
mos, Reinhold. Me gustan los símbolos. Recogía hold. Por una parte lo entiende, a ella le ocurrió
los resultados de los volcados que el equipo de lo mismo. Pero para el reverendo, sin implante
Darko realizaba sobre ti y los estudiaba con in­ alguno que pueda rescatarlo, no habrá vuelta
terés. He aprendido muchas cosas. Y, cuando atrás. Nada que lo despierte del sueño de la
empezaste a sospechar, creí que tenía que hacer muerte. Se sumergirá buscando los centelleos
lo que estoy haciendo ahora: contarte la verdad. de transcendencia que Ada utilizó para cegarle
Llegan a las piedras. Ada ayuda al reveren­ y engañarle, y no volverá a salir.
do a sentarse, y luego se acuclilla a sus pies. El sol parece hacerse más grande y ocupar
Permanecen en silencio durante mucho todo el cielo. Ada se pregunta cuánto tiempo
tiempo, pero el sol está inmóvil en lo más alto tardarán Darko y sus hombres en aparecer.
del cielo. Nada cambia. El viento mueve los ca­ ¿Qué importará todo? ¿Era así como tenía que
bellos de Ada. terminar todo? Supone que sí.
—Hay algo más —dice por fin el reveren­ —Pongámonos en pie —le dice a Reinhold
do—. Sé que sabes que lo sé. Newt—. Todavía nos queda una parte del cami­
Ada no levanta su mirada. El reverendo con­ no por recorrer.
tinúa:
—Algo que te sobrepasaba. Que me sobrepa­
saba a mí. A cualquier cosa. Más allá de senti­ FIN

113
FUTUROSCOPIAS

RETAZOS DE UN
FUTURO INCIERTO Por Ricardo García Hernanz

Zen y el arte del mantenimiento cultivo en el que empezaron a surgir los


primeros brotes de llamada psicosis de
de la prótesis inhibición. Los pacientes parecían sufrir todos
los síntomas psicológicos de un rechazo al
Las prótesis mecánicas dejaron de usarse y
implante con la peculiaridad de que los
fueron rápidamente sustituidas por la
inhibidores impedían este rechazo. El cerebro
biomecánica, la electrónica y la ingeniería
del paciente se emborrachaba de adrenalina y
genética.
se producía un aumento irregular de las
En un principio se usaban para paliar la
secreciones de serotonina, lo que hacía que el
pérdida o amputación de un miembro, en
paciente se mostrase irascible y desinhibido.
sustitución de órganos o reparación de tejido
La consecuencia directa era un brote psicótico
dañado. Poco a poco pasaron por moda y
en el que el usuario entraba en un estado
llegaron al consumo de masas.
violento sin precedentes en la historia medica.
Con la proliferación del compuesto ZN­23
Parecía que apagase su consciencia y actuase
se paliaron en gran medida los efectos de
en modo automático.
rechazo que este tipo de trasplantes­
Entre los usuarios de implantes surgieron
implantes producían. Habíamos conquistado
movimientos inspirados en el pensamiento
los mecanismos que unían nuestras células,
oriental que proponían técnicas milenarias
anulábamos la compatibilidad haciendo que
para intentar controlar estos desajustes
todo nuestro cuerpo aceptara cualquier
cerebrales.
elemento extraño como compatible.
Los técnicos se juntaron con místicos y
Pero esto tenía sus pegas: ¿que ocurre
diseñaron periféricos para la meditación.
cuando se te mete una mota de polvo en el
Surgieron las comunidades virtuales de
ojo... y el ojo no la detecta como extraña?
implantados, sujetos que se enlazaban a través
Al ZN­23 le siguieron los compuestos de
de una red local y compartían sensaciones. Se
3.ª generación. Inhibidores específicos para
abandonaron los viejos protocolos y se crearon
materiales concretos, lo que hizo que la
unos nuevos más adecuados a las necesidades
especificación en estos materiales y las
de estas comunidades. Ls interfaces de estos
operaciones diversificara el mercado de los
usuarios se basaban en sensaciones de tipo
implantes en un laberinto de corporaciones,
químico en lugar de estímulos de los sentidos.
mercados y clínicas. Con la proliferación
Un nuevo lenguaje bioquímico surgió entre
económica surgió inevitablemente un mercado
ellos.
negro, que abarataba costes y utilizaba inhi­
Un nuevo credo.
bidores de baja calidad, los llamados
Y todo credo necesita su sacrificio de
inhibidores de 4.ª generación.
sangre, su buda, su Cristo en la cruz, su Odín
Con el auge de las clínicas piratas y los
en el roble.
inhibidores de baja calidad se creó un caldo de

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“ L os r e l a t os i n d i vi d u a l e s d e l a c i e n c i a f i c c i ón p u e d e n p a r e c e r
t r i vi a l e s c om o s i e m p r e a l os c r í t i c os y f i l ós of os m á s c i e g os d e l a
a c t u a l i d a d . P e r o e l n ú c l e o d e l a c i e n c i a f i c c i ón , s u e s e n c i a , s e h a
c on ve r t i d o e n a l g o c r u c i a l p a r a n u e s t r a s a l va c i ón . . . s i e s q u e n os
s a l va m os . ”
. I s a a c A s i m ov

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