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El darwinismo sanitario en Chile

Por si no fueran poco las graves violaciones a los derechos humanos luego del 18 de
octubre del año 2019, la existencia aún de zonas de sacrificio para sostener un modelo
extractivista y la profundización de un sistema de vida basado en el endeudamiento,
consumismo y la privatización de prácticamente todos los ámbitos de la vida en Chile,
inclusive las fuentes de agua, se suma la errática respuesta del gobierno de Sebastián
Piñera frente a la expansión del coronavirus (Covid-19).

Una expansión, que si bien ningún gobierno en el mundo a problematizado sus causas
estructurales, vinculadas a la expansión del agronegocio y la industria de la carne (más allá
de la absurda retórica conspiracionista de personajes como Donald Trump y Nicolás
Maduro), han existido distintas respuestas de los gobernantes, centradas en aplicar
medidas de prevención universal para la población, las cuales las que más han dado
resultado han sido las que han puesto su foco en el aumento de pruebas para detectar el
virus, el aislamiento de contagiados, el distanciamiento social y la promoción rigurosa de
medidas de higiene.

En el caso de Chile, la situación podría ser muy dramática y grave si no se toman fuertes
medidas de prevención universal, considerando que ya van más de mil personas
diagnosticadas con Covid-19. A pesar de esto, el gobierno de Piñera se ha negado a
declarar cuarentena a nivel nacional y regional, aplicándola de manera zonal solamente
(sector oriente y centro de la capital), ya que al parecer no quiere alterar mayormente el
orden económico del país, el cual estaría por sobre la vida de las personas. De ahí que
haya declarado Estado de Excepción y toque de queda en todo el país, como si el
problema fuera de seguridad y no de salud.

Esto dentro de un marco político en donde la salud, al igual que casi todo lo existente, lo
regula el mercado, al no ser un derecho sino un bien transable como cualquier otro
producto o servicio. Esto como consecuencia de la imposición de una constitución en
dictadura de hace 40 años, que niega la posibilidad del derecho universal, público y
solidario a la salud para todas y todos, generando por el contrario un sistema
fragmentado, que depende del bolsillo de cada persona.

No es de extrañar entonces, que aquel modelo mercantil de la salud, quede evidenciado


con la oportunidad de negocio que ha generado el Covid-19, a través del aumento de
precios en medicamentos de parte de farmacias y el aumento del valor de exámenes de
prevención del coronavirus, los cuales aunque parezca insólito, no son garantizados por el
Estado de Chile de manera gratuita y universal, a diferencia de muchos otros países de la
región y del mundo.
Por todo esto, más que un Estado negligente, nos encontramos frente a un Estado
darwinista, que ha generado las condiciones para que vivan quienes tienen los medios
económicos para hacerlo, considerando que el número de camas por habitante en Chile es
mucho menos del promedio de los países de la OCDE.

Además, si no es así, no se explica por qué a pesar de que el foco de los contagiados por
el Covid-19 estuvo concentrado en el sector oriente de la capital desde un principio, zona
por lejos con más altos ingresos de la Región Metropolitana (Las Condes, Vitacura,
Providencia), no se tomaron medidas inmediatas de aislamiento de aquellas comunas,
dejando al descubierto su falta de preocupación por los sectores mas empobrecidos.

Asimismo, es muy grave que las autoridades llamen a la cuarentena voluntaria a nivel
nacional, sabiendo que la gran mayoría de las y los trabajadores tienen que usar el
transporte público para llegar a sus trabajos por temor a que los despidan. La iniciativa de
teletrabajo recién impulsada por el gobierno, está pensada para las elites, ya que sigue
desprotegiendo a quienes realizan trabajo físico en el ámbito de la limpieza y construcción
por ejemplo.

En definitiva, la mercantilización de la salud en Chile, en tiempos de expansión del Covid-


19, no hace otra cosa que evidenciar lógicas darwinistas en términos sanitarios, en donde
la vida de las personas depende del bolsillo de cada uno, mostrando un desprecio total
por el cuidado de la población en general.

Health Darwinism in Chile

As if the serious human rights violations after October 18, 2019 were not enough, the
existence of sacrifice zones to support an extractivist model and the deepening of a life
system based on indebtedness, consumerism and privatization. from practically all areas
of life in Chile, including water sources, the erratic response of the Sebastián Piñera
government to the expansion of the coronavirus is added (Covid-19).

An expansion, that although no government in the world has problematized its structural
causes, linked to the expansion of agribusiness and the meat industry (beyond the absurd
conspiracy rhetoric of characters like Donald Trump and Nicolás Maduro), there have
been different government responses, focused on applying universal prevention measures
for the population, which have been the most successful have focused on increasing tests
to detect the virus, the isolation of infected, social distancing and the rigorous promotion
of hygiene measures.

In the case of Chile, the situation could be very dramatic and serious if strong universal
preventive measures are not taken, considering that more than a thousand people
diagnosed with Covid-19 are already there. Despite this, the Piñera government has
refused to declare quarantine at the national and regional level, applying it in a zonal way
only (eastern sector and center of the capital), since it apparently does not want to alter
the economic order of the country, which would be above the life of the people. Hence, it
has declared a State of Exception and a curfew throughout the country, as if the problem
were security and not health.

This within a political framework where health, like almost everything that exists, is
regulated by the market, as it is not a right but a tradable good like any other product or
service. This as a consequence of the imposition of a constitution in dictatorship of 40
years ago, which denies the possibility of the universal, public and solidarity right to health
for all, generating on the contrary a fragmented system, which depends on the pocket of
each person. .

It is not surprising, then, that this commercial model of health is evidenced by the
business opportunity that Covid-19 has generated, through the increase in drug prices
from pharmacies and the increase in the value of preventive tests. of the coronavirus,
which although it may seem unusual, are not guaranteed by the State of Chile freely and
universally, unlike many other countries in the region and the world.

For all this, more than a negligent State, we are faced with a Darwinian State, which has
created the conditions for those who have the economic means to live, considering that
the number of beds per inhabitant in Chile is much less than the average of OECD
countries.

Furthermore, if this is not the case, it is not explained why, despite the fact that the focus
of those infected by Covid-19 was concentrated in the eastern sector of the capital from
the beginning, by far the highest-income area in the Metropolitan Region. (Las Condes,
Vitacura, Providencia), no immediate measures were taken to isolate those communes,
revealing their lack of concern for the most impoverished sectors.

Likewise, it is very serious that the authorities call the voluntary quarantine nationwide,
knowing that the vast majority of workers have to use public transport to get to their jobs
for fear of being fired. The initiative of telework recently promoted by the government, is
designed for the elites, since it continues to protect those who do physical work in the
field of cleaning and construction, for example.

In short, the commercialization of health in Chile, in times of expansion of the Covid-19,


does nothing more than show Darwinian logics in health terms, where the life of people
depends on the pocket of each, showing total contempt for the care of the general
population.

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