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Universidad Icesi

Maestría en educación
Materia: Ética y formación ciudadana
Mauricio Franco Arias

En la coyuntura histórico-social actual estamos afrontando lo que Duch denomina un “tiempo


gnostico” este se caracteriza, entre otras cosas, por la pérdida de impacto que empiezan a tener la
instituciones de acogida (familia, escuela, ciudad) en la formación de las nuevas generaciones.
Este poder menguado que empiezan a detentar estas instituciones conduce inevitablemente a que
los conceptos fundacionales que desde ellas se han promovido, entre ellos el concepto de
ciudadanía, empiecen a tornarse difusos y por ende, es comprensible que su aplicación vivencial
resulte altamente comprometida.

Para las generaciones jóvenes (generaciones en formación) resulta día a día más complicado
encontrar valores de referencia que resulten completamente satisfactorios. Estamos en un
momento cultural en el que todos nuestros valores fundacionales están siendo resignificados, de
hecho, todo lo culturalmente establecido hasta el momento, empieza a ser susceptible de ser
sospechado.

En este orden de ideas, es menester de la escuela (como uno de los agentes centrales en los
procesos educativos) repensar la puesta en escena en común de los valores que pueden
cohesionar nuestra resquebrajada estructura social. Uno de estos valores, cada vez con una mayor
preponderancia en el concierto de la educación, lo constituye indudablemente la formación en
ciudadanía. Como lo señala Tedesco “se debe replantear la educación del ciudadano… se deben
redefinir los contenidos socializadores, los valores y las normas transmitidos en la escuela”.
Resulta pues evidente que en un mundo tan cambiante debemos replantear seriamente el tipo de
formación ciudadana adecuado para las nuevas generaciones.

Lo anterior encierra grandes dificultades, una de ellas, que nos atañe para el tema del presente
foro, tiene que ver con la fuerte tendencia (propia de la “sociedad de control”) de medir y
cuantificar todas las esferas de desenvolvimiento humano; No obstante ¿es posible medir los
valores? ¿Resultará factible aplicar pruebas estandarizadas para medir los avances en construcción
de ciudadanía que vayan obteniendo los estudiantes? Mi tentativa respuesta inmediata es que
NO.
Como bien lo señala la compañera Indira en su intervención

“los exámenes PISA no miden los valores de la población pero los valores si influyen implícitamente
en el desempeño que los estudiantes logran tener en las diversas áreas. Así que estamos hablando de un
acto contradictorio puesto que no se cuantifican los valores a pesar que tiene un alto grado cualitativo
en la educación de los estudiantes”

Por lo tanto la apuesta que como sociedad se haga a la reformulación y fortalecimiento de estos
valores sociales en la formación de los nuevos ciudadanos, no debe ni por asomo pretender
encontrar sus evidencias de éxito en los resultados de una prueba estandarizada. Quiero resaltar
que este pensamiento no pretende argumentar en contra de la implementación de pruebas
estandarizadas para la evaluación de estudiantes. Lo que si procuro señalar, de forma enfática, es
que existen ciertos aspectos propios de la esfera humana que son difíciles de medir (es el caso de
la formación en ciudadanía) por lo tanto, no podemos esperar que desde la tecnocracia se nos
vaya a establecer ahora que esta apuesta de sociedad pudiese llegar a ser medida y controlada
bajo la lógica de las pruebas estandarizadas.
Pero bien, si no es por el camino de la evaluación estandarizada ¿de qué otra manera podemos
como sociedad identificar que estamos dando los pasos en la dirección correcta? Pues en lo
personal considero que los avances y progresos se encontrarán justamente donde resultan más
relevantes: En el encuentro de dos personas, en la interacción de nuestros estudiantes con sus
pares, en la vivencia diaria, en la representación ética de sus elecciones, en fin, en el indisoluble
vínculo entre su formación personal y el ejercicio a cabalidad de su ciudadanía. Es allí donde
tendremos que evaluar la validez, o quizás no, de nuestro esfuerzo como educadores en la
formación de nuestros nuevos conciudadanos.

Para finalizar esta intervención quisiera resaltar una frase de Adela Cortina que me parece
sumamente apropiada para esta reflexión y que entre otras cosas sintetiza mi pretensión e
invitación para los compañeros que me han acompañado en estas líneas: “La ciudadanía es el
capital más firme de los pueblos” Debemos formar ciudadanos porque solo siendo ciudadanos
nuestros estudiantes serán capaces de ser dueños de su propia vida, pero sobre todas las cosas,
serán capaces de serlo “junto a los que son sus iguales”

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