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"La evaluación debería tener 3 elementos: detectar los problemas del alumno, entenderlos y

tomar decisiones para ayudarle a mejorar. Si te fijas, ninguno de estos elementos es la


nota".
Evaluar es mucho más que poner una nota final de trimestre. Esto lo comparten muchos
docentes, pero pocos lo han defendido con la perseverancia y el rigor de Neus Sanmartí
(Barcelona, 1943), que durante años ha hecho investigación y divulgación para promover
un modelo de evaluación en las escuelas e institutos que sirva para detectar , entender y
ayudar a solucionar las dificultades de aprendizaje de los alumnos. Esta catedrática y
profesora emérita del Departamento de Didáctica de la Matemática y de las Ciencias
Experimentales de la UAB, que durante años fue maestra de aula, explica en esta entrevista
cuáles son los retos que afronta el sistema educativo catalán a la hora de avanzar hacia un
modelo de evaluación que en vez de limitarse a calificar, capacite a los estudiantes.
¿Qué le parecen los cambios del último decreto sobre evaluación en Primaria en Cataluña?
Ya no se pondrá nota numérica. ¿Esto es positivo?
Este es uno de las decenas de artículos que contiene el decreto. Lo que me parece
interesante a mí es que la calificación pasa a ser sobre cuatro (logro sobresaliente, notable,
satisfactorio y no logro). Decir si un alumno es competente con un 3,8 o un 5,6 no tiene
ninguna coherencia, pero con cuatro niveles de logro, que además se corresponden con los
niveles de la rúbrica, pues tal vez tiene más. Ahora bien, poner números o letras a mí me da
igual. El nombre no hace la cosa. Lo bueno es no tener 10 números, porque presuponen
matices que no se pueden saber.
¿El tipo de calificación cambia la forma de evaluar?
No. La gente puede hacer lo mismo y luego traducirlo: evalúas igual y, en vez de poner un
6, pones “logro suficiente”. Esto ha pasado siempre. Pero también debemos tener claro que
la familia quiere tener información de cómo el niño más allá de un número. ¿Qué quiere
decir un 6 de Lengua catalana? Quizás no lee muy bien pero escribe mejor. El número en
este caso no me lo está diciendo, pero tampoco me lo dice si solo se informa que tiene un
“logro suficiente” o se hacen comentarios de sus aprendizajes demasiado generales.
De hecho, los números engañan. Pueden inducir a pensar que el alumno que saca un 6 sabe
el doble que el que saca un 3.
Claro, tenemos que tener cuidado. La clave es qué te dice este valor numérico. No se puede
precisar tanto el nivel de competencias, ni siquiera de conocimientos. A veces suspendemos
alumnos porque hacen faltas de ortografía y no hacen bien el dossier, pero no es lo mismo
no tener los conocimientos que no tener los hábitos de trabajo.
¿Cuáles son los retos del sistema educativo en materia de evaluaciones?
Lo más importante es conseguir detectar dónde están las dificultades del alumnado y
ayudarle a superarlas. La cuestión no es que un alumno no hace bien el dossier, para
entendernos, sino qué hemos previsto los docentes para que lo haga bien, más allá de
decirle esto. ¿Cómo, con sus características, personalidad, capacidades, puede hacer bien el
dossier? La evaluación consiste en detectar problemas y plantear las soluciones.
Demasiadas veces las juntas de evaluación de los centros consisten solo en enumerar los
problemas de los alumnos.
¿Sería pues un diagnóstico a partir del cual empezar a trabajar? Esto requiere una atención
más personalizada.
No puede haber soluciones para todos idénticas. Se puede personalizar más el aprendizaje,
hacer tutorías en que expresen cómo son, qué necesitan. Ahora hay institutos y escuelas
donde el alumno solo va a aprobar. Hay niños que te dicen que ya saben qué tienen que
hacer para aprobar. ‘Este profe lo que quiere es el dossier bien hecho’, te dicen. Es una
superación de obstáculos que poco tiene que ver con lo que aprenden.
Entonces, ¿cómo se puede avanzar hacia una evaluación que sí tenga en cuenta lo que se
aprende en clase?
La evaluación debería tener tres elementos: saber qué hace el alumno -¿Qué problemas
tiene?-, entenderlos -por qué los tiene, qué falla en sus hábitos, razonamientos,
habilidades…- y tomar decisiones -¿qué puedo hacer para ayudarle a mejorar?-. Y, si te
fijas, ninguno de estos tres elementos es la nota.
¿Dentro de estos elementos se debe tener en cuenta también la opinión de los alumnos?
Es imprescindible, porque es el alumno quien debe corregir. Existe la percepción errónea
de que somos los profesores los que corregimos: nos llevamos los exámenes a casa para
corregir… ¡Mentira! ¡Lo que hacemos es detectar problemas! Corregir solo lo puede hacer
quien se ha equivocado. Ayudar al alumno a corregir es el gran reto, y el decreto aprobado
por la Generalitat dice eso. Y es mucho más importante que los cambios de calificaciones.
La evaluación durante años ha tenido un protagonista indiscutible: los exámenes. En la
actualidad, sin embargo, cada vez hay más escuelas que ponen estas pruebas en entredicho.
¿Usted qué piensa? ¿Exámenes sí o no?
Exámenes sí, ¿por qué no? Sirven para que el mismo alumno y el profesorado compruebe
qué ha aprendido, siempre que sean preguntas donde se tengan que poner en práctica
competencias, aplicar el nuevo conocimiento… El examen debe ser coherente con esto, si
es solo memorístico no tiene sentido. Y hay que hacerlos cuando creamos que los niños
están preparados, y no el día que toca. ¿Creemos que hemos aprendido? Pues vamos a
comprobarlo. Así sí. Porque si los alumnos ven que aprenden, esto también los motiva.
¿Qué sentido tiene la semana de los exámenes si, por ejemplo, tus alumnos no están
preparados? Solo servirá para suspenderlos. Está comprobado que es mejor prevenir que
curar. Las recuperaciones no sirven. Pero si la recuperación la haces antes de la prueba,
cuando has detectado carencias, entonces la hacen bien y se motivan más.
La evaluación condiciona las enseñanzas, y con el exceso de exámenes existe la percepción
de que muchos docentes preparan a los alumnos para superar las pruebas.
Sí, claro. Y no solo eso: es que los alumnos estudian para aprobar y tienen claro que no es
lo mismo que aprender. Si les preguntas qué creen que saldrá en el examen, y qué quiere
evaluar el profesor, los alumnos que sacan buena nota lo intuyen mejor que el propio
docente. Esto lo hemos descubierto con búsqueda.
¿El paradigma de esta preparación para el examen son las Pruebas de Acceso a la
Universidad, la llamada Selectividad?
Si las preguntas son buenas, competenciales, no me parece mal, porque tampoco pueden ir
todos a la universidad. Pero la condición es que sean pruebas competenciales, y no lo son
en todos los casos aunque en algunas materias son muy buenas. Pero a veces es el propio
profesorado el que ve las pruebas competenciales demasiado difíciles y las rechaza. En
estudios que hemos hecho, hay profesores que no enseñan solo a superar la PAU, sino
también a pensar, a transferir… Y sus alumnos obtienen buenos resultados. Por eso quisiera
deshacer un mito: ¿Quieres preparar para el examen? De acuerdo. Pero prepara a tu alumno
para que sea competente, capaz de razonar, de transferir, de pensar, y no de memorizar y
volcar información.
Cada vez se habla más de evaluar aptitudes que no tienen que ver con el conocimiento, sino
con las habilidades sociales, las emocionales, la autonomía… ¿Cree que se puede?
¡Se debe poder! El problema es que no tenemos tradición. Hay personas que están
trabajando y diseñan rúbricas para evaluar la autonomía o la gestión de emociones. Ahora
bien, la base de la evaluación será mucho más observacional. Por ejemplo, en cuanto a la
autonomía, puedes evaluar la capacidad de un alumno de darse cuenta si se equivoca. Si es
autónomo, lo puede ver. Si no, necesita del aviso del adulto. Esto es un indicador. Los
autónomos antes de hacer, piensan. Los otros hacen y después intentan corregir. Todo esto
se puede observar y evaluar, pero a la vez lo has de enseñar. Tienes que enseñar a que se
planifiquen, por ejemplo. Porque si no estarás haciendo lo mismo de siempre: poner nota
según si hacen algo o no. Y también tenemos que ver su punto de partida, comprobar si ya
vienen enseñados de casa o si realmente mejoran a partir del trabajo que se hace en la
escuela.
Esto que explica requiere de un nivel de observación casi clínico, y de una objetividad
difícil de alcanzar…
Los maestros pensamos que la objetividad viene de hacer preguntas a respuestas simples,
de hacer muchas medias con muchas notas… Y no. Si dos o tres personas observan y llegan
a la misma conclusión, es bastante objetivo. El alumno se evalúa, el profesor lo evalúa, y si
las dos personas dicen lo mismo, es bastante objetivo ¿no? Hay escuelas donde los alumnos
hacen los informes para los padres, les dicen qué han aprendido, y la maestra después lo
repasa y dice si está de acuerdo o no.
Y a menudo está de acuerdo, según explican.
Exacto. Si lo haces bien, claro. Si has compartido antes con ellos los criterios de
evaluación, si el alumno sabe a qué mujeres importancia. Los tienes que verbalizar. No vale
decir que el dossier cuenta un 20% de la nota final. Esto es el criterio de calificación. La
pregunta a compartir con los alumnos es a que responde este 20%. Si no compartes los
criterios a los alumnos más listos los intuir, pero los otros no.
Para conseguir una buena evaluación ¿los maestros deben dejar atrás sus prejuicios y
expectativas respecto del alumnado?
Esto de las expectativas está muy estudiado por la investigación. A los chicos se les
perdona a veces la mala letra y el desorden, pero a las chicas no. Las expectativas en
términos de género influyen mucho. También tendemos a penalizar al alumno crítico, que
nos hace la puñeta, que nos hace preguntas incómodas o que no hace lo que pedimos
aunque puede que alcance los objetivos por otros caminos. Esto ocurrirá siempre, con la
evaluación tradicional y con la más novedosa. A mí me ha pasado, es muy difícil
combatirlo, por eso la clave es tomar conciencia y hacer triangulaciones: tener dos o tres
opiniones, por ejemplo, en la junta de evaluación y, si coinciden, adelante.
Todavía no hemos hablado de las evaluaciones más polémicas: las externas. ¿Qué opinión
le merecen? Son necesarias?
Tener referencias periódicas es bueno. Cuando era maestra yo nunca sabía si lo que
evaluaba era igual respecto a otras escuelas. Si mis alumnos en vez de un 5 sacarían un 4 en
otros centros. Una visión externa ayuda a regularte. A mí me serviría saber si mis alumnos
están cerca de los índices que socialmente se consideran adecuados. En Finlandia tienen
pruebas externas muestrales. Si los maestros quieren, les pasan la prueba, y así los
comparan con la media del país y les ayuda a hacer ajustes. Hay institutos que pasan
exámenes PISA para saber cómo están de nivel sus estudiantes, y a veces obtienen mucho
mejores resultados que lo que les da su centro, porque puede que el instituto no evalúe la
competencia, sino otros elementos como la memoria a corto plazo o el comportamiento.
Esto mismo nos explicaban los expertos cuando nos preguntábamos en un reportaje por qué
los alumnos pobres repiten más que los ricos a pesar de tener el mismo nivel en
competencias PISA.
Es que es eso. Yo lo he vivido en algunos institutos.
¿Las pruebas externas deben servir para algo más que para dar una visión exterior de la
evolución de los alumnos?
No. Su objetivo debería ser únicamente diagnóstico, excepto en el caso de las de acceso a la
universidad, que tienen otra finalidad.
Hay actualmente un movimiento cada vez más intenso de cambios en educación. La
evaluación termina estando muchos debates metodológicos. ¿Cómo lo ve?
El momento actual es muy interesante. Tengo la sensación de que la escuela se plantea cada
vez más cómo evaluar si sus alumnos aprenden, pero todavía vamos un poco perdidos.
Muchos deciden no hacer exámenes, pero ¿entonces cómo evalúan? No me sirve que se
evalúe sólo el producto final de un proyecto, lo que es más importante es si sabrán
transferir y aplicar lo aprendido en el siguiente proyecto. Y esto quizá no se hace tanto…
Hay escuelas e institutos que buscan caminos, pero cuesta. Conlleva un cambio radical
respecto a la evaluación que hemos vivido toda la vida.
¿La evaluación es pieza clave en el engranaje de la innovación educativa?
Sí, y lo digo porque lo he visto. Hace años que sabemos de maestros, en escuelas
innovadoras, que tienen dudas acerca de la evaluación. Si no podemos evaluar si los
alumnos aprenden conocimientos importantes, iremos atrás. Y si sabemos que un alumno
aprende, la nota será lo de menos.
http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/12/sabiendo-que-el-alumno-aprende-la-
nota-es-lo-de-menos/7077077

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