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82. José Pedro Varela 16: El Sr.

Ejemplo, el mejor docente de


todos los tiempos

…los discípulos serán lo que sea el maestro, salvo las diferencias que establecerá naturalmente la influencia ejercida
por los ejemplos de la familia

La enseñanza moral no es, pues, obra de la lección ni obra del texto: es obra exclusiva del maestro, de su moralidad y
de su ejemplo.

maestros, que olvidan, o no saben, toda la influencia que tiene sobre la infancia la enseñanza del ejemplo. Para que
los niños sean limpios, debe ser limpio el maestro; para que aquéllos sean ordenados, éste debe serlo.

el maestro debiera ser un hombre en quien toda la apariencia y las acciones fuesen caraterizadas por un cuidado
especial de arreglo y de orden. Aunque pueda ser inconscientemente, la infancia es poderosamente influenciada por
la apariencia y los movimientos de aquellos a cuyo cuidado pasa mucha parte de su tiempo.

La silenciosa, pero poderosa e invasora influencia del ejemplo, es tan evidente que no debía ser empleado en la
dirección de la infancia ninguno cuyos hábitos sean descuidados o que desatienda su apariencia personal... Si ven
que el maestro es adicto a un hábito, creerán varonil el imitarlo. Si fuma, desearán hacer lo mismo; si escupe en el
suelo, imitarán su ejemplo; si rara vez limpia sus botas, rara vez limpiarán ellos las suyas. (EDP I, p. 244, 245, 250,
251 y 252, Moral y buenas maneras)

Para resolver la crisis económica [tenemos que] producir más. Pero, ¿cómo conseguir ese resultado? Aumentando la
capacidad productora del país por la difusión de la instrucción a todos los habitantes... En la realización de esa obra,
la escuela tendrá una parte muy principal, aunque no exclusiva: educan e instruyen también la familia, la sociedad, la
ley, todo. (LLE, p. 74, Remedios al mal)

El maestro debe ser pulcro, ordenado, esforzado, puntual, optimista, tener un alto grado de resiliencia, afán de
superación, no faltar nunca o hacerlo sólo en casos de extrema gravedad, no ser demagogo, tener como su mayor
preocupación que no se pierda ni una clase y que los muchachos adquieran su oportunidad de salvarse, debe
expresarse adecuada y educadamente, mostrar aprecio por la inteligencia constructiva, la pericia y el
aprovechamiento de la riqueza lingüística en la comunicación diaria, y disgusto por el lenguaje chabacano y la
incapacidad para planificar y ejecutar proyectos, todo para que mediante un proceso de emulación, los niños
aprendan a respetar, a convivir, porque todo lo anterior no son más que reglas de respeto y para la convivencia.

Es muy difícil encontrar entre la profusión de panegíricos varelianos, en gran proporción escritos por docentes,
referencias a la deontología magisterial, cuya importancia para Varela testimonian estas citas. Pareciera que estamos
ante un caso del ciego que sólo ve aquello que está dispuesto a ver y que, concomitantemente, no ve aquello que
prefiere no ver. En esa actitud el mensaje transmitido, en particular a los niños y jóvenes, es que hay que quedarse
únicamente con la parte cómoda de la vida, la que no supone un esfuerzo, disciplina u obligación. Estas tres cosas no
son para uno sino sólo para los demás.

Los docentes deben enseñar (y sólo mediante el ejemplo) ética, buenas prácticas, conductas positivas, a asumir
compromisos y cumplirlos, que en el sistema educativo y en la sociedad en general cada uno tiene un rol a cumplir y
que si se sale de ese rol seguramente se generen distorsiones que degradan el funcionamiento del todo.

La educación mediante el ejemplo, al menos el que dan los gremios docentes, los medios y las autoridades, no es
para nada alentadora. Los gurises están creciendo en medio de una normalidad caracterizada por el palo en la rueda,
donde siempre hay un buen motivo para que no haya clases, donde no pasa nada si un mes después de iniciados los
cursos hay unos cuantos pibes que todavía no han tenido una sola clase, que está bien usurpar roles como cuando
los gremios docentes pretenden ser ellos y no las autoridades democráticamente electas, los que tienen que definir
la política educativa y gestionar el sistema. A los chicos se les enseña el "aquí se hace lo que yo digo o no se hace
nada", que si se es Presidente vale maltratar periodistas, que si se es periodista o editor hay que alentar la
chabacanería y apelar a la ignorancia e irracionalidad públicas (con maquillaje de frescura) en vez de asumir su
obligación educativa, que no se debería tener título universitario porque eso equivale a victimario de presidentes
justos, que el Director General de Secretaría del Ministerio de Educación se puede dedicar al espionaje y publicar un
video obtenido subrepticiamente para socavar la posición de la Directora de un liceo y que no pasa nada. El día que
lean a Varela y se enteren de que gran parte de la educación se realiza fuera del sistema educativo formal, tal vez
empecemos a mejorar.

Nota: EDP: La Educación del Pueblo, tomos I y II, Colección Clásicos Uruguayos, Montevideo, 1964.

LLE: La Legislación Escolar, Cámara de Representantes, Montevideo, 1989.


El maestro que se requiere formar según Dewey. Por: Queipo F.Timaná

Queipo F.Timaná

El pensamiento de Dewey, sobre la formación del maestro sigue teniendo vigencia, aunque fue expuesto en la primera
mitad del siglo XX, los países que han salido exitosos en los últimos 30 años a nivel mundial lo han logrado una vez
decidieron que la educación es política de Estado y eje del desarrollo nacional. Además de decidir como prioridad nacional
su sistema educativo, a lo que ellos le dieron su real importancia fue a la formación de sus maestros, precisando ¿Cómo
se debe formar al maestro?, ¿Quién puede ser maestro?, ¿Cómo se estimula académica y económicamente ese
maestro? , ¿Cuál es el compromiso del Estado con la formación del maestro y cuál el reconocimiento que la sociedad
debe a sus maestros? Siendo tan importante la infraestructura y dotación de una institución escolar, es más importante
tener claro y preciso, quien es el maestro que sea garante de educar antes que instruir.

El pedagogo Dewey nos dice sobre lo que debe ser el maestro que el educador debe ser el líder intelectual de un grupo
social, ha de ser un líder para su alumnado. Su superioridad no le viene de ningún tipo de autoritarismo, sino por la
autoridad que para éstos ha de suponer la talla intelectual del educador, su dominio de los conocimientos que imparte,
su saber en el aula y sobre todo su sabiduría, su valía como persona con unos valores éticos que apunten al respeto de la
dignidad del ser humano, que se dirijan a la formación del ciudadano democrático, demostrando con su ejemplo, lo que
se espera de él.

El máximo calificativo que emplea para quien está frente a un aula de clase es que debe ser un educador. Además tiene
que poseer un conocimiento amplio: lo cual le permitirá tener una mente libre para observar a sus alumnos. Es misión
del educador examinar las reacciones de los discentes y saber interpretarlas. Pues le compete no solo atender la
dimensión cognitiva del alumno: sino ver a cada alumno en toda su integridad, por lo que cuida su desarrollo en cada
una de las facetas que la integran. En concreto, el docente va a atender especialmente a la educación socio-moral,
esencial en su formación como ciudadano democrático, a través del ambiente que logre crear en el aula.

Si bien el currículo debe responder a los intereses y necesidades del alumno de acuerdo a su edad el que permite una
confluencia de saberes es el enseñar a partir de problemas, los problemas nos llevan a pensar, a reflexionar, a la
búsqueda de soluciones que terminen con esa incertidumbre. Los problemas han de presentarse como desafíos, como
retos para la inteligencia. La enseñanza a partir de problemas, nos permite adquirir la actitud de reflexionar con libertad
sobre el mundo. Debemos cultivar la actitud reflexiva, la investigadora, la científica, aquella asociada al método
experimental, donde la inteligencia juega un papel de primer orden. Es la actitud crítica que conlleva a formular
claramente los problemas, plantear hipótesis, varias alternativas de solución y a elegir la más adecuada, una vez
autorizados los pros y los contra de cada uno.

Insiste el pedagogo Dewey que hay que estimular la actitud interrogante por parte del alumno, la capacidad de
preguntar, necesaria para conocer, que tanto valoraba Sócrates. El reconocimiento de la propia ignorancia es el primer
paso para la búsqueda del saber. Con las preguntas, el discente aclara sus dudas, satisface su curiosidad y muestra al
profesor cuales áreas son las que despiertan su interés.

Recomienda una fuerte formación en didáctica, en metodologías activas en el aula, la organización escolar y la psicología
de la educación. Resalta igualmente que en la formación de todo educador debe darse cuenta de la filosofía, de la historia
de la educación y de su psicología.

También destaca el entusiasmo por la materia que transmita a los alumnos. Precisamente es una de las mejores formas
de que éste sienta que lo que el educador imparte es importante. Otro punto de vista es un acento en la disciplina en
clase.

Es una disciplina que supone un esfuerzo: no hay aprendizaje sin esfuerzo. Una disciplina, que es respetuosa con la
libertad y que es su principal aliado. Ante el debate actual acerca de si es necesario más o menos disciplina por parte de
los docentes la respuesta se tendría que centrar en clarificar primeramente que entendemos por disciplina: concluyendo
en la definición Deweyiana, siempre habría que contestar, "más disciplina".

Si bien el pensamiento educativo de este pedagogo, alcanzó su máximo desarrollo en la segunda mitad del siglo XX, sus
ideas siguen teniendo vigencia en los albores del siglo XXI, su búsqueda de la democracia nos invita a tener presente el
concepto de inclusión.

La pedagogía de John Dewey nos invita a preguntarnos cada día, en cada momento, "¿Qué hemos aprendido?", ya que
vivir significa crecimiento, desarrollo. En suma, mayor educación.

Como educadores debemos trabajar para que cada niño o niña adquiera su mayor autonomía, que llegue a una "mayoría
de edad" o madurez real en la que comprenda el mundo en que viva y luche por su progreso. Para ello hemos de tener
preciso un norte junto al ideal democrático siempre en la búsqueda de la justicia y la equidad social.

Deseo a todos los educadores, estudiantes y ciudadanos de la presente sociedad antioqueña un próspero año nuevo 2011
y que la luz del pensamiento y compromiso en la acción nos permita avanzar en lo previsto en la visión Antioquia para el
bien de todos.

El educador y las máximas freirianas "

1. Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la
respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho.
2. Mi visión de alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad
social, política y económica en la que está el alfabetizado.
3. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos.
4. Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo.
5. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando.
6. Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad.
7. Enseñar exige saber escuchar.
8. Nadie es, si se prohibe que otros sean.
9. La Pedagogía del Oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de
permanente liberación.
10. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión
11. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo.
12. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacen nada para lograr concretamente que
esta afirmación sea objetiva, es una farsa.
13. El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación
permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación.
14. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un
semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas.
15. Sólo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los
educandos.
16. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre.
17. La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados "ignorantes" son hombres y mujeres cultos a los
que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una "cultura del silencio".
18. Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra.
19. Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el acceso al
poder en el esfuerzo serio y profundo de concientización.
20. La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la
HUMANIZACIÓN del hombre" (Paulo Freire)

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