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(Incapacitated by Sin)
Por David Wilkerson
13 de julio de 1998
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Isaías comienza con estas palabras: He aquí que para justicia reinará un
rey (Isaías 32:1). Luego el profeta añade: Y será aquel varón como
escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como
arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco
en tierra calurosa (Isaías 32:2).
Para mí es muy claro que Isaías está hablando de Cristo. Isaías sigue
diciéndonos que un fiel siervo de Dios predicar toda la suficiencia de
Cristo! Verdaderamente, este creyente se encierra con Jesús, confiando
en que su Señor hará a su alma un jardín bien regado. El vive con una
confianza tranquila, su espíritu está descansando y lleno de paz. Y él
testifica: bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi
paladar. Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue
amor (Cantares 2:3-4).
Este verdadero siervo de Dios no tiene tempestad en su alma por el
pecado. Al contrario, él confía completamente en el Espíritu Santo para
que lo redarguya de sus pecados, y así su espíritu es tan libre como una
paloma. El no tiene temores ni preocupaciones, porque todo está claro
entre él y su Señor. Y ahora hay una canción en su corazón, porque
Cristo es su deleite!
Además, este siervo sabe que nadie le puede hacer daño, porque él se
aferra a la seguridad y consuelo de la promesa de Dios para defender a
los justos. Sabe que ninguna arma forjada contra él puede prosperar,
porque Dios mismo se levantará contra toda lengua que se levante en
contra de él. Dios es su defensa en una tierra seca!
Ahora, Isaías señala dos marcas distintivas del siervo justo. Primero, él
tiene discernimiento; y segundo, él conoce la voz de Dios
distintivamente: No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los
oídos de los oyentes oirán atentos (Isaías 32:3).
De la misma manera, amados, Dios hace este pacto con todo ministro
del evangelio que vive una vida sin reproche, sin pecado oculto o
secretos oscuros. Tal siervo recibe un continuo fluir de la revelación de
la gloria de Cristo. Y él actúa como un oráculo de Dios, recibiendo
continuamente una palabra fresca del cielo!
Siervos así, son rectos y sencillos en su caminar con Dios, y sus vidas
son libros abiertos. Son devotos de su esposa y familia. Y ni siquiera dan
una señal de ambición. En vez de eso, pastorean felizmente pequeñas
congregaciones, pasando muchas de sus horas en oración.
Pedro nos dice que Cristo predicó a los espíritus encarcelados, los que
en otro tiempo desobedecieron, (1 Pedro 3:19-20). Fue la desobediencia
la que envió a estas almas a una prisión de oscuridad. De igual manera
hoy, todo acto voluntario de desobediencia hace que la luz del
discernimiento dentro de nosotros se oscurezca. Al pasar el tiempo,
nuestra percepción de la verdad se va distorsionando y nuestro cielo
abierto se pone cada vez ms nublado.
Esta mujer dice que ella presentó la demanda por el divorcio, porque ya
no conoce al hombre con quien está casada. El camina ahora en
oscuridad, alimentando su alma con heces del infierno!
Recuerdo a este pastor como un maravilloso siervo del Señor. Pero hoy
en día, después de muchos años viviendo en lujuria, se divorció de su
esposa y se casó con una mujer malvada, y está bien envuelto en lo
oculto. Todavía lo justifica todo! Ahora, cuando pienso en él, recuerdo la
advertencia de Isaías. “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo
bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que
ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo” (Isaías 5:20).
No hay nada más triste y digno de pena que un ministro que ha sido
cegado por Dios, un hombre con temor a nombrar el pecado porque él
mismo está sujeto a su propio pecado, que llama lo bueno malo, y lo
malo bueno; quien está ciego a los tiempos, quien predica nada más
una gracia permisiva.
Isaías fielmente profetiza a Israel que los oídos de aquel que oye algún
día serán abiertos. Pero tristemente, sus oidores habían cerrado sus
oídos a la voz de Dios. Ellos deseaban mantener sus pecados íntimos.
3. Distorsionan la verdad.
Así que Zorobabel y Josué se pusieron cada vez más sordos y mudos. Se
volvieron incapacitados por el pecado, siervos incapacitados quienes
sólo buscaban sus propios intereses. Sin duda alguna, Dios se
entristeció y no se agradó de ellos. Pero él no había terminado con ellos!