Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Para pensar la relación entre justicia y guerra, y como esta se convirtió en un urgente problema
de investigación por sus dimensiones dentro del conflicto colombiano, no basta con analizar la
acción llevada a cabo por el Estado frente a lo sucedido en el conflicto, además es necesario
asumir este acercamiento al tema analizando la relación entre los entes de justicia, lo que esta
representa y como se desarrolló en relación a los sucesos de la guerra. Cuando se analiza este
fenómeno, frente a otros conflictos internos de otros países, se encuentra una serie de
particularidades en el caso colombiano; primero por la cooptación que ha sufrido las autoridades
judiciales por parte de autoridades estatales y/o por actores ilegales y segundo un capítulo que
se podría llamar el de la ineficacia. Pero particularmente y junto a estos dos factores suceden
otros de valiosa importancia sobre la justicia en Colombia.
En el marco del conflicto armado colombiano ocurre una paradoja en la que se combina una
democracia mas o menos estable, con elecciones periódicas y dentro de un marco legal
competitivo, pero al mismo tiempo esta se desarrolla entre mucha violencia y en particular
violencia política. De este fenómeno se puede arrojar algunas tesis básicas; un conflicto que se
debate entre las exigencias de justicia y la eficacia del control, un sistema judicial débil
desbordado por la guerra pero que nunca se permitió colapsar y finalmente la distorsión
sistemática de gran parte de las autoridades de la justicia y la tensión entre delito político y
guerra criminal.
La independencia relativa a la rama judicial la cual convivió paradójicamente con altos niveles
de impunidad, debido a sus problemas históricos de implementación, eficacia, imparcialidad y
que ha tenido la injerencia e influencia negativa más o menos invisible de actores legales o
ilegales que han pretendido limitar su alcance o manejarla a su antojo y que en las regiones se
convertiría en una institución inoperante en la resolución de conflictos. Este fenómeno lo
podemos abordar en tres etapas históricas; la justicia heredada del frente nacional de 1971 a
1987, los reacomodos de la justicia y el nacimiento de la constitución del 91, y la tercera
corresponde al periodo de 1992 hasta el 2013. Periodo entre el asédio y la resistencia ósea el
sistema judicial en el marco del conflicto en las dos últimas décadas.
De todo esto se desprende tres factores que agudizan la precariedad de la justicia; en zonas
afectadas por el conflicto se impone la justicia guerrillera o la antisubversiva y en las zonas
urbanas la justicia penal militar desplazaba a la ordinaria, imponiendo sanciones y
desconociendo derechos. El impacto del conflicto sobre las decisiones judiciales por la vía del
miedo y en tercer lugar una percepción de impunidad, problemas de congestión y lentitud.
Para la justicia ordinaria era muy difícil recaudar pruebas distintas de los testimoniales y la
investigación criminal no contaba con programas de protección a testigos, y en la justicia militar
implementada a los civiles los jueces militares no tenían imparcialidad e independencia
necesaria para administrar justicia, así como los consejos de guerra impedía a los civiles el
derecho de defensa. La jurisdicción de orden público no se ocupó preferencialmente de los
delitos que amenazaban el orden público, no produjo suficientes sentencias contra
responsables, ni garantizó que estos pagaran penas ni cárcel. Se centró preferencialmente en
delitos de menor impacto, fáciles de judicializar, se valió de una excesiva confianza en pruebas
testimoniales muy limitadas, pero presentó de la misma manera dificultad para aprehender
eficazmente a sujetos condenados. Ya en 1987 la Corte Suprema declara inconstitucionales las
actividades de investigación y juzgamiento de civiles por tribunales militares, y la constitución
del 91 cerraría definitivamente este capítulo decretando que la justicia militar era exclusiva y
propia de las FFMM.
Constitución de 1991, antes de este acontecimiento la corte suprema de justicia aceptó quitando
el término de terrorista, y esto permite que los insurgentes y movimientos sociales tengan nuevo
estatus, también permite a los movimientos sociales la conquista de un espacio institucional
para una verdadera asamblea constituyente.
Las reformas implementadas en la nueva constitución eran vistas como someros cambios
formales cuyo propósito era dotar de legitimidad a un Estado de capacidad de juzgamiento,
arbitramento de conflictos y contener la violencia. Esta carta magna tenía vocación pacifista la
cual debió enfrentar un doble desafío, de orden jurídico y público, pero así mismo generó un
espacio de inclusión que deberá poner final a la guerra y disolver la rigidez centralista que
constituyo un proceso civil civilizante nacido del rechazo a las armas y con la convicción de que
las instituciones y la sociedad podían ser modificadas para desterrar la guerra. Esto se produjo
en gran medida por un movimiento extraordinariamente creativo, junto a esto, por decreto del
presidente Gaviria se permitió la rebaja de penas hasta la mitad y se garantizaba la no
extradición a narcos y paramilitares que confiesen sus delitos.
Las dos ultimad décadas con justicia constitucional como protagonista se debate entre la
corrupción y el objetivo de impartir sanciones y soluciones a los problemas de manera imparcial.
En la última década y con la implementación de los acuerdos de paz entre las FARC-EP y el
gobierno de santos, se implementó un nuevo modelo de justica para la superación del conflicto;
comisión de verdad y programa de reparación: Justicia Transicional para la Paz.