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Intervención

Psicoterapéutica

Determinantes genéticos y culturales de


la personalidad (primera parte)

Pilar Sanjuán Suárez


Ana M.ª Pérez García

uned
Intervención Determinantes genéticos y culturales
Psicoterapéutica de la personalidad

Índice
Guión-Esquema ...................................................................................................3
Objetivos Didácticos ...........................................................................................6
1. Determinantes genéticos en la personalidad ............................................7
1.1. Genética conductual ..........................................................................8
1.1.1. Conceptos básicos ...................................................................10
1.1.2. Tipos de diseños .........................................................................14
1.1.3. Análisis de datos ........................................................................17
1.1.4. Algunos resultados obtenidos por la genética cond ..........23
1.1.5. Hallazgos más importantes de la genética conductual ....28
1.1.5.1. Importancia del ambiente ............................................28
1.1.5.2. Influencia de los ambientes compartidos...................30
1.1.6. Algunos puntos débiles de los estudios..................................34
1.2. Algunos hallazgos de la genética molecular.................................38
1.3. Consideraciones finales sobre la investigación genética............41

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------------------------------------------------------------------- Guión-Esquema

1. Introducción: En el presente tema se presentan evidencias,


provenientes de distintas disciplinas, que ponen de manifiesto que la
personalidad es el fruto de la interacción de factores genéticos y
ambientales. En primer lugar se repasan las aportaciones de la
genética conductual para pasar después a analizar una de las
influencias ambientales más potentes como es la cultura.

2. Determinantes genéticos de la personalidad: La disciplina


que se ocupa del estudio de los determinantes genéticos de la
personalidad es la genética conductual. Mediante distintos tipos de
diseños intenta separar el porcentaje de varianza de las puntuaciones
(derivadas en su mayor parte de cuestionarios, y en menor medida
de la observación directa de la conducta o de medidas más objetivas)
que está determinado por los genes, del que lo está por el ambiente,
ya sea compartido o no compartido.

De la revisión de estudios se puede concluir que el porcentaje de


varianza de las puntuaciones que se puede explicar por factores
genéticos está en torno al 50%, quedando el otro 50% restante
determinado por factores ambientales. De este 50% debido al
ambiente, las investigaciones más fiables y controladas, consideran
que, en torno al 20% se explica por el ambiente común, mientras que
el 30% se debería al ambiente no común.

La conclusión más importante que se puede derivar de los


resultados obtenidos por multitud de estudios es que los rasgos de
personalidad se deben a la interacción de factores genéticos y
ambientales.

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El reconocimiento de que los atributos de personalidad sean, en


parte, heredados, no explica nada, por lo que la investigación futura
debe ir encaminada a descubrir los mecanismos a través de los cuales
los genes influyen en los aspectos cognitivos, afectivos y
conductuales del individuo.

3. Influencias culturales en la personalidad: La psicología


cultural ha puesto de manifiesto que muchos fenómenos, como
sesgos de autoensalzamiento, error fundamental de atribución,
necesidad de consistencia entre actitudes expresadas y
comportamiento o la tendencia a caracterizar al self en términos de
atributos globales, no son universales, sino que, por el contrario,
dependen de las prácticas y significados culturales.
Se han considerado diversas dimensiones de diferenciación
cultural, pero la que más atención ha recibido ha sido la denominada
“Colectivismo – Individualismo”, que categoriza las culturas en
función del grado de conexión de los individuos con el grupo,
empleando para ello algunos índices como nivel de prioridad de
metas grupales, grado en que la conducta individual está
determinada por las normas del grupo, importancia dada a las
relaciones interpersonales, etc.
Las conclusiones más significativas se podrían resumir en las
siguientes:

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CULTURAS INDIVIDUALISTAS  CULTURAS COLECTIVISTAS 

• las personas se consideran a sí  • las personas se consideran a sí 

mismas como entidades  mismas como interdependientes de 

independientes, separadas del  los demás 

contexto social  • El comportamiento está 

• Consideran que, los atributos  determinado por la situación (roles 

internos con los que se definen, son  sociales, obligaciones, sentimientos 

la causa del comportamiento  y pensamientos de los demás, etc.) 

• Las relaciones interpersonales  • Las relaciones importantes definen 

juegan un rol menor en la identidad al self, teniendo éstas un fin en sí 

• En situaciones problemáticas  mismas 

intentan cambiar la situación.  • En situaciones problemáticas 

• Presentan sesgo de  intentan cambiarse a ellos mismos. 

autoensalzamiento  • Explican la conducta por factores 

• Predominio del pensamiento  situacionales 

analítico  • No presentan sesgo de 

• La motivación aumenta después del  autoensalzamiento 

éxito  • Predominio del pensamiento 

• Experimentan y expresan más  holístico 

emociones no‐implicativas que  • La motivación aumenta después 

implicativas  del fracaso 

• Informan de más emociones, más  • Experimentan y expresan más 

intensas y de más duración  emociones implicativas que no‐

  implicativas 

• Informan de menos emociones, 

menos intensas y de menor 

duración 

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------------------------------------------------------------ Objetivos Didácticos

1. Conocer las determinación genética y ambiental de la


personalidad
2. Conocer las ventajas y limitaciones de los estudios de genética
conductual
3. Presentar evidencias sobre la interacción de factores genéticos
y ambientales en la determinación de la personalidad
4. Analizar las aportaciones más importantes de la psicología
cultural
5. Conocer las diferencias existentes entre individuos que
pertenecen a distintas culturas en procesos cognitivos,
motivacionales y emocionales.

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-----------------------1. Determinantes genéticos en la personalidad

Uno de los debates más antiguos, no sólo de la psicología de la


personalidad, sino de la psicología en general, ha versado sobre la
posibilidad de que el comportamiento estuviera determinado
genéticamente o por el ambiente. En la actualidad esta vieja polémica
no tiene sentido puesto que existe suficiente evidencia que pone de
manifiesto lo que por sentido común, ya mucho antes, se había
mantenido, que todos los aspectos del funcionamiento humano están
determinados no sólo por la herencia y el ambiente, sino por la
interacción recíproca entre genes y ambiente.

La personalidad no existe aisladamente, puesto que desde el


nacimiento nos encontramos inmersos en un mundo social. Nuestro
bagaje genético, manifestado en el temperamento, determinará, en
parte, qué características del contexto vamos a atender, seleccionar,
elaborar e incorporar. El ambiente en el que nacemos, a su vez, nos
ofrecerá un conjunto de posibilidades y no otras. Unos padres atentos
o no a nuestras necesidades, un clima de aceptación o de rechazo, un
ambiente con mucha o escasa estimulación, unos medios económicos
suficientes o limitados, un acceso más o menos difícil a la educación,
etc. Será entre estas posibilidades ambientales concretas en las que
vivimos desde el nacimiento y no entre otras, entre las que podamos
atender, seleccionar, elaborar e incorporar. Paulatinamente, a través
del tiempo y de las continuas y dinámicas interacciones entre el
individuo y el medio en el que se desarrolla, se irá formando la
personalidad.

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1.1. Genética conductual

En los últimos años está tomando un gran auge lo que se


conoce como genética de la conducta, que se ocupa del estudio de las
influencias genéticas sobre las características conductuales,
entendiendo éstas en sentido amplio, y abarcando tanto la conducta
observable como las disposiciones de personalidad. La genética
conductual es una disciplina científica en la que están implicados
diversos campos como la psicología, la genética o la biología, que
aporta evidencias empíricas sobre el antiguo debate herencia-
ambiente.

La mayoría de los psicólogos de la personalidad entienden el


valor de los análisis de la genética de la conducta para la
investigación de las causas subyacentes de las características de
personalidad, sin embargo, los estudios sobre las bases genéticas del
comportamiento suelen provocar posturas defensivas tanto entre los
legos como entre los expertos, ya que dan pie a pensar en
planteamientos de extremo determinismo biológico. De todos modos,
como señalan muchos autores (Matthews y Deary, 1998; Plomin y
Caspi, 1999; Saudino y Plomin, 1996), y como posteriormente
veremos con más detenimiento, este tipo de investigaciones puede
contribuir al estudio de cómo va cambiando la personalidad, ya que la
contribución genética varía con la edad y el paso del tiempo, y,
además, puede aportar información sobre los factores ambientales
que influyen en la personalidad.

Aunque el área se conoce como genética conductual hay que


aclarar que casi la totalidad de los estudios realizados hasta la fecha
son indirectos, y sólo en los últimos tiempos se está empezando a

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abordar el estudio de estas influencias de forma más directa, a través


de investigaciones de genética molecular que permiten identificar las
porciones de ADN (Ácido desoxiribonucleico) que producen las
diferencias entre los individuos, o lo que es lo mismo, los genes
específicos que determinan las variaciones conductuales.

Además, gran parte de los estudios realizados se basan en


medidas realizadas con cuestionarios o autoinformes y muy pocos en
la observación directa de la conducta, o en medidas más objetivas,
por lo que algunos han puntualizado que no se trata de genética de la
conducta, sino genética de los autoinformes. Intrínsecamente unido a
la utilización de cuestionarios está el hecho de que la investigación se
ha centrado principalmente en el estudio de constructos globales
como rasgos, y en menor medida en unidades de nivel medio como
valores, creencias, metas, o actitudes. En cualquier caso, dado que el
número de estudios sobre estos tópicos es menor y que los datos
apuntan a una menor influencia genética en estas categorías menos
generales, nos centraremos en los resultados obtenidos en los
estudios sobre rasgos.

La investigación de la aportación genética a la personalidad, se


realiza, como hemos indicado, de forma indirecta, calculando la
correlación entre dos conjuntos de puntuaciones correspondientes a
dos grupos de personas con diferente grado de similitud genética
(gemelos idénticos, hermanos, etc.) y ambiental (criadas juntas o por
separado).

Aunque es un hecho evidente, hay que indicar que la genética


conductual es un campo difícil con muchas limitaciones tanto éticas
como metodológicas. Por un lado, no se puede manipular el material

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genético humano y por otro, incluso el estudio indirecto es


complicado, puesto que se requiere el estudio de gemelos y
adoptados, sin embargo, sólo 1 de cada 85 nacimientos es de
gemelos y, por ejemplo, sólo un 1% de todos los niños nacidos en los
Estados Unidos se adoptan por familias que no están relacionadas
genéticamente.

1.1.1. Conceptos básicos

La herencia biológica es el conjunto de procesos biológicos a


través de los cuales las características se transmiten de padres a
hijos. El genotipo se refiere a la constitución genética de un individuo,
mientras que el fenotipo hace referencia a las características
observables del organismo, tanto en el cuerpo como a nivel
psicológico.

El genotipo consiste en pares de genes, cada par compuesto de


dos alelos, que corresponden a las formas alternativas de un gen,
que la persona hereda de cada uno de los padres. Hay que tener en
cuenta que el hecho de que los genes sean pares, posibilita que
diferentes genotipos puedan dar lugar al mismo fenotipo. Por
ejemplo, si representamos con la letra mayúscula “B” al gen
responsable del color marrón de ojos y con la minúscula “b” al
responsable del color azul, tanto la combinación BB como la Bb darán
como resultado un color de ojos marrón, puesto que este color es
dominante sobre el azul.

La gran mayoría de los rasgos físicos están determinados, no


por un solo gen, sino por varios. En la altura, por ejemplo, participan

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distintos genes, entre otros, uno es el responsable del nivel de


hormona del crecimiento y otro del número de células receptoras de
esta hormona. Este fenómeno se conoce como herencia poligénica. A
pesar de que este rasgo físico tiene un gran componente genético, la
altura de una persona no sólo depende de los genes, sino que estará
determinada por factores ambientales como la dieta. En la actualidad
no existe ninguna duda sobre el hecho de que la expresión de los
genes está influida por factores ambientales. Las características
físicas (como peso o altura) están muy determinadas genéticamente,
sin embargo, es el ambiente el que decide.

De la misma manera que en los rasgos físicos, en la actualidad


se sabe que los rasgos de personalidad no se deben a la actuación de
un solo gen, sino que son muchos los genes que contribuyen a las
variaciones de un rasgo, explicando cada uno un porcentaje muy bajo
de la varianza (Turkheimer, 1998). Además, y en la misma línea de
los expuestos cuando nos referíamos a un rasgo físico como la altura,
en los rasgos de personalidad, no sólo influyen los genes, sino que en
una gran parte están determinados por factores ambientales. Como
veremos más detenidamente después, la herencia no se relaciona
rígidamente con la conducta, sino que establece un rango de posibles
respuestas a diferentes ambientes.

El ser humano tiene 23 pares de cromosomas, conociéndose


como loci los lugares que cada gen ocupa en el cromosoma. Los
cromosomas son cadenas de ADN, que constituyen la base química
de la herencia. El ADN es una molécula compleja formada por
nucleótidos, en la que se encuentra detallado un conjunto de
instrucciones para la activación y el control de los procesos
bioquímicos de la vida. Concretamente, en la cadena de ADN se

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encuentran las instrucciones para que se produzca la síntesis de


proteínas, que son las responsables de la estructura, desarrollo y
funcionamiento del organismo. El ADN se encuentra en el núcleo de la
célula, mientras que el Ácido Ribonucleico (ARN) transcribe y traslada
el código genético al citoplasma de la célula, que es donde ocurre la
síntesis de proteínas.

Como hemos apuntado antes someramente, el ambiente


contribuye significativamente a la expresión del genotipo, ya que la
acción de los genes esta mediada por un gran número de
transformaciones bioquímicas y anatómicas, que, a su vez, están
influidas por el ambiente. Así, por ejemplo, los eventos ambientales
pueden alterar el nivel hormonal que puede afectar al núcleo celular y
activar el ADN que provoca la síntesis de proteínas.

La forma habitual y, como hemos indicado antes, indirecta, de


abordar el estudio de las influencias genéticas en la personalidad,
consiste en calcular la correlación entre las puntuaciones (ya sean
derivadas de autoinformes, de medidas más objetivas como el
rendimiento en una prueba, o de la observación directa de la
conducta) de dos grupos de personas con diferentes grados de
semejanza genética y ambiental. Esta correlación, calculada entre las
dos series de puntuaciones, indica el grado de similitud de las
mismas, no la intensidad de las influencias genéticas sobre la
personalidad. Para poder inferir el grado con que los factores
genéticos influyen en la personalidad es necesario comparar distintas
correlaciones obtenidas a través de diferentes tipos de diseños, con la
finalidad de separar los efectos genéticos de los ambientales. El
supuesto general del que parten este tipo de estudios es que como la
correlación entre dos series de puntuaciones indica el nivel de

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semejanza entre dos grupos de personas, esta semejanza se deberá


tanto a los genes que comparten estas personas, como a las
experiencias comunes que han vivido. Por el contrario, las diferencias
entre los individuos se atribuyen a los efectos de los ambientes no
compartidos.

En cuanto a la semejanza genética, los gemelos univitelinos o


monocigóticos (MC) comparten el 100% de sus genes, mientras que
se supone que los gemelos bivitelinos o dicigóticos (DC), así como los
hermanos, tienen en común el 50% de su carga genética. Los
hermanos adoptados y los padres y sus hijos adoptados no tienen en
común ningunos de sus genes. Por lo que respecta al ambiente se
supone que las personas que se crían juntas compartirán un mayor
grado de semejanza ambiental que las que han sido educadas por
separado.

Las influencias ambientales pueden ser compartidas y no


compartidas. Las primeras, supuestamente provocan que las
personas criadas juntas se parezcan, y se deben al hecho de
compartir la misma familia, la misma clase social, el mismo nivel
económico, la misma religión, los mismos valores o idénticos estilos
de trato. Las influencias ambientales no compartidas, hacen
referencia a los ambientes distintos que pueden experimentar los
niños criados en la misma familia, por lo que producirían que los
hermanos se diferencien. Entre estos factores destacan el orden de
nacimiento (y los efectos ambientales asociados a este hecho), las
diferencias de trato de los padres, las interacciones entre los
hermanos, los cambios de circunstancias de la familia, las distintas
relaciones fuera del hogar con amigos, compañeros y profesores y los
factores no sistemáticos como accidentes o enfermedades.

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Dentro de los efectos genéticos también se distingue entre los


aditivos y los no aditivos. Los efectos genéticos aditivos hacen
referencia a una asunción, la que se conoce como “asunción genética
aditiva”, que considera que la contribución genética de los gemelos
MC es el doble que la de los gemelos DC, es decir, que hay una
relación lineal directa entre la cantidad de genes comunes y la
similaridad de los rasgos de personalidad, es decir, cuantos más
genes comunes, más semejanza y al revés. La gran mayoría de los
estudios parten de este supuesto, sin embargo, puede ser falso,
debido a los fenómenos conocidos como epistasis y dominancia
genética. La epistasis hace referencia al hecho de que los rasgos
están influidos por la combinación de múltiples genes, por lo que una
configuración particular de genes es necesaria para que se produzcan
ciertos fenotipos. Debido a este hecho es bastante improbable que los
gemelos DC compartan precisamente todos los genes de las
configuraciones multigenéticas necesarias para que se de expresión a
un rasgo determinado. El fenómeno de la dominancia genética hace
alusión al hecho de que algunos genes son dominantes mientras que
otros son recesivos, así, aunque los gemelos DC compartan el 50%
de los genes, puede que algunos de ellos sean recesivos y no se
manifiesten, es decir, no formen parte del fenotipo.

1.1.2. Tipos de diseños

Los tres procedimientos básicos para obtener estas


correlaciones a las que estamos haciendo referencia, son los estudios
de gemelos, de familia y de adopción. Estos tres procedimientos
fueron utilizados ya por Galton en los albores de la psicología, aunque
en la actualidad, los datos se analizan con métodos estadísticos más
sofisticados. No obstante, y a pesar de la complejidad que entrañan
los métodos actuales, hay que tener en cuenta que siempre se basan

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en la comparación de las correlaciones entre distintos grupos de


personas con diferentes grados de similitud genética y ambiental
(Lohelin, McCrae, Costa y John, 1998).

Todos los diferentes tipos de estudios tienen sus ventajas e


inconvenientes, por lo que normalmente, en la actualidad, las
conclusiones se derivan de los análisis integrados de los diferentes
diseños. Los análisis combinados de gemelos, familias y adopción son
los más adecuados porque son los que permiten separar más
claramente los efectos genéticos y los ambientales (Borkenau,
Riemann, Spinath y Angleitner, 2000)

En los estudios de gemelos, se selecciona de una población


determinada, un grupo de gemelos MC y DC criados juntos, y se
comparan las correlaciones obtenidas entre ellos. Es el diseño más
popular y parte de varias asunciones, entre las que cabe destacar las
siguientes: (1) los gemelos DC comparten el 50% de sus genes y (2)
los gemelos MC y DC tienen iguales ambientes, es decir, el efecto de
las influencias ambientales comunes no es mayor para los gemelos
MC que para los DC.

Sin embargo, como ya hemos visto previamente, la primera


asunción probablemente no es cierta, debido a los fenómenos de la
dominancia genética y la epistasis y con respecto a la segunda,
muchos consideran que los ambientes de los gemelos MC son más
semejantes que los de los DC, debido a que viven situaciones más
similares e interpretan las situaciones de forma más parecida. Así, los
gemelos MC suelen ser tratados de forma parecida por los demás,
están expuestos a idénticas situaciones sociales al compartir los

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mismos amigos y valoran el ambiente familiar (cohesión,


expresividad, etc.) de forma más similar (Plomin y Caspi, 1999).

En los estudios de familias se calculan las correlaciones entre


padres e hijos o entre hermanos. Dado que la familia comparte genes
y ambiente, este tipo de estudios no puede separar las influencias
genéticas de las ambientales. Además, la diferencia de edad entre
padres e hijos suele ser de 25 años aproximadamente, mientras que
la diferencia entre hermanos suele ser de muy pocos años y, tal como
veremos posteriormente, el paso del tiempo puede ser una variable
relevante a tener en cuenta en la estimación de los efectos genéticos
sobre la personalidad.

Los estudios de adopción son considerados los diseños más


potentes ya que incluyen miembros de la misma familia relacionados
genéticamente que se han criado separados, así como familiares no
relacionados genéticamente que se han criado juntos, lo que permite
conocer los efectos de los ambientes no comunes y de la herencia no
común. En los estudios de familias normales se confunden los efectos
de los ambientes comunes con los efectos genéticos, sin embargo, los
estudios de adopción permiten separar estos factores, ya que con los
hijos biológicos y adoptados, se comparten los ambientes familiares,
pero sólo con los hijos biológicos se comparten los genes. Las
correlaciones entre hermanos adoptados son debidas al ambiente
común, mientras que las correlaciones entre familiares implican tanto
la herencia como el ambiente común.

Las pruebas a favor del componente heredado de los rasgos


provienen de los estudios que encuentran que no se perciben
diferencias entre las correlaciones de las puntuaciones de los gemelos

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MC educados juntos y las correspondientes a los gemelos MC


educados separados; también, de que las correlaciones entre los
gemelos MC son mayores que las de los gemelos DC, o que las
correlaciones entre las puntuaciones de los hermanos biológicos son
más elevadas que las de los hermanos adoptivos; y de que las
correlaciones de las puntuaciones de los padres y sus hijos biológicos
son más altas que las de los padres y sus hijos adoptivos.

1.1.3. Análisis de datos

Como ya hemos indicado, este tipo de estudios siempre parte


de una serie de correlaciones, entre gemelos MC, entre gemelos DC,
entre hermanos biológicos, entre padres y sus hijos biológicos, entre
un hijo biológico y uno adoptado, entre dos hijos adoptados, o entre
un padre y un hijo adoptado, con la finalidad de poder conocer qué
parte de la semejanza se debe a los genes y qué parte al ambiente.

Por lo general, y tomando las puntuaciones medias en las


dimensiones básicas de la personalidad, la correlación obtenida entre
las puntuaciones de los gemelos MC suele ser de 0,5 mientras que la
obtenida por los DC se encuentra en torno a 0,25 o 0,30. Estos datos
ya sugieren, sin más análisis, cierta aportación de la herencia a la
personalidad. Como ejemplo de este tipo de comparaciones entre
correlaciones, en la tabla 1 se encuentran las obtenidas entre las
puntuaciones de gemelos MC y DC en las cinco dimensiones básicas
de personalidad en dos estudios distintos.

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TABLA 1. Correlaciones entre puntuaciones de gemelos monocigóticos y dicigóticos (Adaptada 

de  (1):  Riemann,  Angleitner  y  Strelau,  1997  y  (2):  Borkenau,  Riemann,  Angleitner  y  Spinath, 

2001). 

  MONOCIGÓTICOS  DICIGÓTICOS 

     
  (1) 
(1)  (2)  (2) 
 
   

0,59  0,23 
EXTRAVERSIÓN  0,56  0,28 
0,61  0,38 
AFABILIDAD  0,42  0,19 
0,52  0,39 
TESÓN  0,54  0,18 
0,61  0,38 
NEUROTICISMO  0,53  0,13 
0,56  0,38 
APERTURA  0,54  0,34 
   
     
0,58  0,35 
MEDIA 
0,52  0,23 

Con estos datos podemos observar dos hechos:

1. Las correlaciones entre gemelos MC son más elevadas que las


que se dan entre los DC, lo que apoyaría las influencias
genéticas en las dimensiones analizadas, como ya hemos
comentado.
2. La correlación entre las puntuaciones de los gemelos MC no es
1, lo que cabría esperar si estos rasgos fueran exclusivamente
influenciados por la herencia, ya que ambos hermanos son
idénticos genéticamente. Las diferencias, por lo tanto, deben
ser debidas a las influencias ambientales no compartidas, ya
que los gemelos se habían criado juntos.

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A partir de estas correlaciones, se calcula la heredabilidad


(h2), que indica la proporción de la varianza de las puntuaciones que
se puede atribuir a los factores genéticos en una población particular.

Hay que tener en cuenta algunas cuestiones importantes


(Rowe, 1999), cuando interpretemos este índice, ya que la
heredabilidad:

1. Depende de la composición de la población.


2. Es un número inexacto, puesto que los estudios implican a
muestras y no poblaciones, y como cualquier parámetro
estimado es impreciso.
3. Se refiere a la población, y por lo tanto no refleja la influencia
de la herencia para un individuo particular.
4. No dice nada sobre si la expresión de un rasgo puede cambiar
por la acción del ambiente.

El cálculo de h2 se puede realizar de muchas formas en la


actualidad, siendo el método más sencillo el consistente en restar la
correlación encontrada entre los gemelos DC, de la de los MC y
multiplicando esta diferencia por dos:

(rMC – rDC) X 2 = h2

Así, por ejemplo, en el hipotético caso de que la influencia


genética fuera total, la correlación alcanzada por los gemelos MC
sería de 1 (puesto que comparten el total de sus genes) y la de los
DC llegaría a 0,5 (ya que comparten sólo el 50% de los genes), por lo
que el resultado de aplicar la fórmula anterior sería:

(1 - 0,5) X 2 = 1

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Expresado en porcentaje, el 1 se convertiría en 100%, lo que


indicaría que el 100% de la varianza de las puntuaciones se debería a
factores genéticos. Sin embargo, como ya hemos dicho, las
correlaciones entre los gemelos MC se encuentran en torno a 0,5,
mientras que las de los DC oscilan entre 0,25 y 0,30, por lo que el
resultado es bien distinto:

(0,5 – 0,25) X 2 = 0,5


ó
(0,5 – 0,30) X 2 = 0,4

Estos resultados indican que, entre un 40 ó 50% de la varianza


de las puntuaciones se debe a factores genéticos, por lo que el resto
de la varianza, el 50 o el 60% se debe a factores ambientales.

La influencia del ambiente común se estima a partir de la


diferencia entre la correlación entre los gemelos MC y la
heredabilidad, mientras que la influencia del ambiente no común
sería el resto de la varianza. El hecho de que las influencias
ambientales no comunes se calculen normalmente de manera
residual, es decir, lo que queda después de los efectos genéticos y
ambientales comunes, tiene como consecuencia que en la varianza
explicada por el ambiente no compartido se incluyan también el error
aleatorio y los sesgos sistemáticos, por lo que se podrían estar dando
sobreestimaciones de este factor ambiental (Caprara y Cervone,
2000; McCrae, Jang, Livesley, Riemann y Angleitner, 2001).

En la actualidad, y como ya hemos dicho, se suelen aplicar


sofisticados métodos estadísticos para el tratamiento de las
correlaciones obtenidas entre los diferentes grupos de personas con
sus distintos grados de similitud genética y ambiental. Los métodos

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más frecuentes implican el uso de modelos estructurales o de ajuste


y análisis multivariados (Plomin, 1986; Rowe, 1999).

Los modelos estructurales tienen la enorme ventaja de que


permiten analizar todos los datos simultáneamente (en vez de
comparaciones simples) y además posibilitan probar diferentes
modelos y sus distintos ajustes. Básicamente implica una serie de
ecuaciones simultáneas, que están determinadas con la finalidad de
estimar el valor de los parámetros genéticos y ambientales
(comunes) que mejor se ajustan a las correlaciones encontradas en
diferentes tipos de familias. Por ejemplo, la correlación encontrada
entre hermanos adoptivos se deberá totalmente al ambiente común
(al que normalmente se denomina c2), por lo que ya tendríamos una
ecuación planteada:

rHA = c2

Siendo rHA la correlación entre los hermanos adoptados, y c2 la


aportación del ambiente común a la semejanza de los hermanos.

La correlación encontrada entre gemelos MC que se han criado


juntos reflejará tanto el efecto de la herencia (h2) como el de los
ambientes compartidos (c2), por lo que la ecuación quedaría:

rMC = h2 + c2

Utilizando estas dos ecuaciones podremos estimar tanto el


efecto de la herencia como el de los ambientes comunes. Por
ejemplo, y concretando, si hemos obtenido una correlación de 0,71
entre los gemelos MC y una de 0,3 entre los hermanos adoptados, las
ecuaciones serían:

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Psicoterapéutica de la personalidad

0,71 = h2 + c2
0,3 = c2

Resolviendo el sistema de ecuaciones obtendríamos que c2 =


0,3 y que h2 = 0,41, o lo que es lo mismo que el 41% de la varianza
de las puntuaciones se deben a factores genéticos, mientras que el
30 % están determinadas por factores ambientales compartidos.

Este es un caso muy sencillo dado que sólo hemos utilizado dos
correlaciones, pero lo normal es emplear gran número de ecuaciones
planteadas a partir de las múltiples correlaciones derivadas de los
diferentes diseños, por lo que se requiere el empleo de programas
estadísticos complejos.

Los análisis multivariados consisten en el análisis, no de la


varianza de rasgos aislados, sino de las covariaciones entre rasgos.
Se basa en el hecho objetivo de la covariación de disposiciones
aparentemente distintas. Este tipo de análisis es importante ya que
es bastante improbable que se den relaciones unívocas entre genes y
rasgos, es decir, que cada rasgo esté influido por un único gen, y que
este gen no afecte a ningún otro rasgo. Los análisis multivariados
pueden servir para conocer si los mismos genes influyen en varios
rasgos y si los factores ambientales tienen influencias amplias en un
gran abanico de rasgos o si, por el contrario, diferentes ambientes
afectan a distintos rasgos. La idea es que igual que se ha estudiado la
estructura de la personalidad fenotípica (observada) también se
puede estudiar la estructura genética (genotípica) en la que se basa
la estructura fenotípica.

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Intervención Determinantes genéticos y culturales
Psicoterapéutica de la personalidad

1.1.4. Algunos resultados obtenidos por la genética conductual

A partir de los datos correlacionales, y tras la aplicación de los


complejos modelos a los que nos hemos referido, se estima, no sólo
la heredabilidad, sino también la proporción de varianza de las
puntuaciones que se explica por la influencia del ambiente, tanto
compartido como no compartido. En la tabla 2 podemos ver la
proporción de varianza explicada por los factores genéticos (h2) que
se ha estimado en diferentes estudios o revisiones, utilizando
diferentes muestras y distintas fuentes de datos, como autoinformes
(Loehlin, 1992; Loehlin y cols., 1998), informes de otros (Riemann,
Angleitner y Strelau, 1997) y observación directa de la conducta
(Borkenau, Riemann, Angleitner y Spinath, 2001).

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Tabla  2.  Heredabilidad  de  las  cinco  dimensiones  básicas  de  personalidad  en 

distintas muestras y con distintas fuentes de datos.  

  h2  

   

Informes de  Observació
DIMENSIONES  Revisión de  Autoinformes (B)
otros (C)  n directa 
autoinformes (A)
(D) 

0,32  0,56  0,6  0,62 


Extraversión 
0,24  0,51  0,57  0,43 
Afabilidad  0,22  0,52  0,71  0,38 

Tesón  0,27  0,58  0,61  0,5 

Neuroticismo  0,43  0,56  0,81  0,39 

Apertura          

  0,3  0,55  0,66 1   0,46 

Total 

(A): Metaanálisis de Loehlin, 92  

(B): Estudio de Loehlin, McCrae, Costa y John, 1998 

(C): Estudio de Riemann, Angleitner y Strelau, 1997  

(D): Estudio de Borkenau, Riemann, Angleitner y Spinath, 2001  

Nota. Posiblemente estos índices estén sobreestimados, puesto que como señalan
acertadamente Plomin y Caspi (1999), la heredabilidad nunca puede ser superior a la
correlación obtenida entre los gemelos MC y en este estudio se da este hecho.

uned 2004 24
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A la vista de estos datos, y otros similares, se puede concluir


que la proporción de varianza explicada por las influencias genéticas
o heredabilidad (h2) no es un índice absoluto, sino que cambia en
función de algunos factores, entre los que cabría destacar, de
acuerdo con algunos autores (Borkenau y cols., 2001; Caprara y
Cervone, 2000; Collins, Maccoby, Steinberg, Hetherington y
Bornstein, 2000; Maccoby, 2000; Matthews y Deary, 1998; Plomin y
Caspi, 1999; Riemann y cols., 1997), los siguientes:

1. Medida utilizada: autoinformes, informes de otros, observación


directa. Los informes de otros arrojan estimaciones algo más
elevadas que los autoinformes y la observación directa de la
conducta.
2. La edad de los sujetos: aunque los resultados no son
sistemáticos, algunos estudios han encontrado que en muestras
con sujetos más mayores las estimaciones son menores que en
muestras de sujetos jóvenes, fundamentalmente cuando se
analizan las dimensiones de Extraversión y Neuroticismo. Las
correlaciones obtenidas con las puntuaciones de los gemelos
MC van declinando con la edad, sugiriendo que las influencias
ambientales incrementan su importancia según va avanzando la
vida de las personas.
3. Tipo de estudio: los estudios de gemelos típicamente
encuentran estimaciones de heredabilidad mayores que los
estudios de adopción. Algunos han argumentado que esto es
así debido a que los estudios de gemelos sobreestiman la
contribución genética del rasgo, ya que los gemelos idénticos o
MC tienen ambientes más similares que los gemelos DC. Los
gemelos MC son tratados de forma más semejante por los
padres, están más tiempo juntos, tienen amigos comunes y por
ello también están expuestos a los mismos ambientes sociales.

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4. Muestra empleada: la heredabilidad cambia considerablemente


cuando se basa en una población cultural diferente,
especialmente cuando se incluyen familias de un rango amplio
de niveles culturales y socioeconómicos. Este hecho implica que
la cuantía de la heredabilidad no se puede generalizar de una
población específica, con un ambiente concreto y valorada con
un conjunto de medidas específicas, a otra población diferente.

En la tabla 3, además de la estimación de la proporción de


varianza explicada por los genes, podemos ver también la estimación
de la influencia de los ambientes comunes y no comunes de uno de
los estudios en el que se han utilizado medidas de observación
directa de la conducta y al que ya hemos hecho referencia (Borkenau
y cols, 2001).

De acuerdo con los resultados presentados y otros en la misma


línea, podríamos decir que la heredabilidad raramente excede del 0,5,
por lo que la influencia del ambiente sería también de 0,5. De este
50% debido al ambiente, normalmente se ha entendido que son más
importantes los factores no comunes o no compartidos, siendo cero o
muy cercano a cero el efecto de los factores ambientales comunes
(Loehlin, 1992; 2001; Loehlin y cols., 1998). No obstante, las
influencias del ambiente no común se reducen y aumentan las de los
ambientes comunes cuando se emplean estudios observacionales o se
tienen en cuenta los errores de medida (Borkenau y cols., 2000;
Maccoby, 2000). Así, en el estudio de Borkenau y colaboradores
(2001), que se presenta en la tabla 3, en el que se utiliza como forma
de evaluación la observación directa de la conducta, se estimó que
los genes explicaban un 46% de la varianza, los ambientes
compartidos un 20% y los no compartidos un 34%. Estos resultados
concretos, y en general todos los obtenidos mediante estudios

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observacionales contrastan con los resultados obtenidos en los


trabajos que emplean autoinformes, en los que, como ya hemos
señalado, los efectos de los ambientes comunes se consideraban muy
cercanos a cero o incluso cero.

Tabla 3. Estimaciones de la proporción de varianza explicada por los genes, los 

ambientes  comunes  y  los  no  comunes  (Adaptada  de  Borkenau,  Riemann, 

Angleitner y Spinath, 2001). 

  GENES  AMBIENTE  AMBIENTE NO 

COMÚN  COMÚN 

0,62  0  0,38 
Extraversión 
0,43  0,27  0,30 
Afabilidad  0,38  0,25  0,37 

Tesón  0,5  0,20  0,30 

Neuroticismo  0,39  0,28  0,33 

Apertura        

  0,46  0,2  0,34 

Total 

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1.1.5. Hallazgos más importantes de la genética conductual

De los estudios realizados hasta la fecha, algunos de los cuales


hemos presentado aquí, podemos concluir que los hallazgos más
relevantes de la genética conductual son dos:

1. A nivel general, la proporción de varianza de las puntuaciones


que se debe a la herencia está entre el 40 y el 50%, lo que
significa que entre el 60 y el 50% restante de la varianza se
explica por factores ambientales. El hallazgo paradójico más
importante que ha revelado la investigación genética es la gran
importancia que tiene el ambiente en la determinación de la
personalidad (Plomin y Caspi, 1999; Saudino y Plomin, 1996).
2. Otro de los descubrimientos más sorprendentes es el escaso
efecto que tienen los ambientes comunes o compartidos, lo que
se interpreta erróneamente como indicativo de su falta de
relevancia. Lo que realmente significa esta falta de efecto de los
ambientes comunes es que la familia produce diferencias más
que similaridades (Maccoby, 2000; Matthews y Deary, 1998;
Plomin y Caspi, 1999).

1.1.5.1. Importancia del ambiente en la determinación de la


personalidad

Existe bastante evidencia de la importancia del ambiente


incluso cuando la heredabilidad del rasgo es elevada. La
heredabilidad de un rasgo no implica que no esté sujeto a la
influencia de factores ambientales o que no se pueda cambiar por
alteraciones en las condiciones ambientales (Maccoby, 2000; Plomin
y Caspi, 1999). Por ejemplo en estudios hechos con emigrantes en
los que se han analizado varias generaciones se han encontrado

uned 2004 28
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grandes diferencias entre los abuelos, nacidos en su país de origen, y


los nietos, nacidos ya en los países que les acogieron, en
características altamente influidas por la herencia como peso o altura,
lo que indica que los cambios económicos así como los diferentes
hábitos alimenticios que implican aquellos pueden afectar a la
expresión de atributos determinados genéticamente (Caprara y
Cervone, 2000).

Maccoby (2000) informa de investigaciones llevadas a cabo con


animales que prueban el potente efecto del ambiente en
características determinadas genéticamente. Por ejemplo, en los
monos rhesus se ha identificado el gen responsable de la reactividad
emocional, de tal manera que algunos muestran reacciones extremas
ante la separación de sus madres, mientras que otros reaccionan de
forma más calmada. Estos patrones de conducta, bastante estables
en el tiempo, se acompañan de distintos patrones de reactividad
neuroendocrina, que distinguen a los animales reactivos de los menos
reactivos sobre todo bajo condiciones ambientales estresantes.

Los animales genéticamente reactivos tratados por madres


calmadas en los primeros seis meses desarrollan adecuadamente su
competencia para tratar a sus propios hijos, su dominancia jerárquica
y su competencia en la interacciones sociales, integrándose en grupos
de jóvenes, mientras que los genéticamente reactivos criados por
madres reactivas son socialmente incompetentes cuando viven en
grupo, no saben tratar a sus propias crías y además son
particularmente vulnerables al estrés.

Collins (Collins, y cols., 2000) también revisa algunos estudios


realizados con humanos adoptados que arrojan resultados que están
en la misma línea de los estudios hechos con animales. Estos trabajos

uned 2004 29
Intervención Determinantes genéticos y culturales
Psicoterapéutica de la personalidad

indican claramente que, el riesgo genético puede o no manifestarse


dependiendo de la cualidad del trato recibido por los padres. Para que
el riesgo se desarrolle se requiere que el ambiente propicie su
expresión. El buen funcionamiento de los padres puede defender a los
niños contra la emergencia de potenciales genéticos negativos. La
vulnerabilidad genética puede no llegar a manifestarse excepto en
presencia de ambientes propicios que incluyen el trato de los padres
hacia sus hijos. Así, por ejemplo, se ha encontrado que los niños
adoptados que tenían un padre biológico esquizofrénico, tenían más
probabilidad de desarrollar un desorden psiquiátrico sólo sí habían
sido adoptados por una familia disfuncional. Hallazgos similares se
han encontrado en estudios de niños adoptados cuyos padres
biológicos tenían una larga historia de criminalidad, pues sólo el 12%
de estos niños desarrollaron comportamientos criminales cuando eran
adoptados por familias con buen funcionamiento, mientras que el
porcentaje llegaba hasta 40 cuando se adoptaban por familias con
riesgo. De la misma manera, niños adoptados por familias de clase
media–alta debido a que sus padres biológicos no podían criar a más
hijos dadas sus condiciones de pobreza, presentaban un Cociente
Intelectual 14 puntos superior, que sus hermanos biológicos (que se
habían criado con sus deprivados padres). Además, los hermanos
criados con sus padres biológicos tenían problemas de fracaso escolar
en una proporción cuatro veces superior a la de los hermanos
adoptados.

1.1.5.2. Influencia de los ambientes compartidos

Como dijimos al principio, se supone que tanto los genes como


los ambientes compartidos tienen que contribuir a la semejanza entre
las personas, sin embargo, los resultados obtenidos indican, no que
los ambientes comunes no son relevantes, sino que no contribuyen,

uned 2004 30
Intervención Determinantes genéticos y culturales
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como cabría esperar, a la semejanza entre los individuos, sino a que


se presenten diferencias entre ellos.

La falta de importancia de los ambientes comunes en la


semejanza se infiere fundamentalmente de dos hechos. Por una
parte, la correlación entre hermanos adoptivos o entre padres e hijos
adoptados es muy baja, en torno al 0,05. Por otra, los gemelos
criados juntos no son más similares que los criados por separado.

Como han señalado ya algunos autores (Halverson y Wempler,


1997; Maccoby, 2000; Plomin, 1986; Plomin y Caspi, 1999; Rowe,
1997), el que los ambientes comunes contribuyan más a la diferencia
entre los hermanos que a su parecido, puede ser debido a que las
mismas experiencias familiares se pueden experimentar de forma
muy distinta por los hermanos (por ejemplo, divorcio, desempleo). Se
podría asegurar que uno de los mayores descubrimientos de la
genética conductual es que un mismo ambiente se puede
experimentar de forma distinta por los hermanos. Ante la pérdida de
trabajo del padre, uno de los hermanos puede reaccionar dejando el
colegio y poniéndose a trabajar, mientras que otro puede alejarse de
la familia y pasar mucho más tiempo con los amigos. En este caso a
ambos les está afectando el cambio en la familia pero de una forma
diferente. A pesar del hecho evidente de que el mismo suceso puede
afectar de forma muy diferente a dos personas, cualquier factor
familiar que sirva para hacer diferente a los hermanos es asignado
por los genetistas a los ambientes no comunes, cuando puede ser
debido a los comunes, como en el caso del ejemplo anterior. Las
diferencias entre hermanos pueden deberse tanto a distintos
tratamientos por parte de los padres, como a diferentes reacciones
de los niños a las mismas conductas paternales. Los niños tienen la
capacidad de seleccionar qué aspectos de la conducta de sus padres

uned 2004 31
Intervención Determinantes genéticos y culturales
Psicoterapéutica de la personalidad

atienden, cómo interpretan sus comportamientos o a qué sucesos


responden (Maccoby, 2000).

Dado que cualquier suceso que provoque diferencias se asigna


a los efectos del ambiente no compartido y puesto que en las
influencias de estos ambientes se incluyen también la varianza
correspondiente a los errores de medida, estos factores ambientales
podrían estar sobreestimados (Caprara y Cervone, 2000).

Además, también es evidente que una misma práctica parental


puede tener diferentes efectos en niños con distintos temperamentos.
Por ejemplo, la utilización por parte de la madre de técnicas suaves
que desenfatizan el poder son más efectivas para el desarrollo de la
conciencia con niños miedosos que con los más audaces o
explorativos (Collins y cols., 2000). Las técnicas de los padres
orientadas al afecto pueden ser más efectivas en niños más sociables
que en los menos sociables (Plomin, 1986).

A parte del hecho que acabamos de presentar, hay que tener


en cuenta que algunas cuestiones de procedimiento o metodológicas
pueden contribuir a que se infravaloren las influencias de los
ambientes compartidos.

Como ya hemos indicado una gran parte de los estudios


realizados utilizan autoinformes o informes de los padres, por lo cual
las puntuaciones obtenidas pueden estar influidas por los efectos de
contraste. Este efecto es el que se da cuando la persona que contesta
a un cuestionario se compara con otra. En el caso que nos ocupa, un
gemelo puede tener la tendencia a responder comparándose con el
otro gemelo, o un padre puede informar de las características de sus
hijos gemelos comparándolos entre sí. Por ejemplo, ante el item “me

uned 2004 32
Intervención Determinantes genéticos y culturales
Psicoterapéutica de la personalidad

considero una persona alegre”, uno de los gemelos puede contestar


que “no”, debido a que considera que su hermano es más alegre que
él, aunque en realidad se perciba como una persona más bien alegre.
El mismo proceso puede ocurrir si es uno de los padres el que tiene
que valorar a sus dos hijos, pues puede considerar a uno como poco
alegre debido a que el otro lo es más. La única manera de evitar los
efectos de contraste cuando se utilizan cuestionarios es que sean
personas distintas las que evalúen a los gemelos, y que además la
persona que evalúa a uno, no conozca al otro, para que la respuesta
dada este libre de comparaciones. Otra forma de controlar estos
efectos sería emplear medidas de observación directa de la conducta
y que dos jueces distintos valoraran a cada uno de los gemelos.

Los efectos de contraste pueden disminuir la similaridad, que


tal como dijimos refleja tanto la contribución de los genes, como la de
los ambientes comunes. De esta manera, la influencia de los
ambientes compartidos se podría estar infraestimando tanto en los
estudios de gemelos como en los de personas no relacionadas criadas
juntas. La idea de que los efectos de contraste puede estar
ensombreciendo el efecto de los ambientes comunes queda
corroborada si se analizan los estudios observacionales. Así, en un
estudio llevado a cabo por Borkenau y sus colaboradores (2000) en el
que revisan doce estudios observacionales encuentran que los efectos
del ambiente compartido son mayores que en los estudios en que se
emplean autoinformes. En un estudio llevado a cabo por ellos
(Borkenau y cols, 2001) con medidas observacionales, al que ya
hemos hecho mención previamente, también encuentran que los
efectos del ambiente común alcanza hasta el 20%, cuando otros
estudios anteriores encontraban efectos que oscilaban entre cero y
11% (Loehlin, 2001; Loehlin y cols, 1998).

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Intervención Determinantes genéticos y culturales
Psicoterapéutica de la personalidad

Otro tipo de estudios también sugieren la infraestimación de la


contribución de los ambientes compartidos. Así, sistemáticamente se
ha encontrado que los factores comunes sí tienen importancia cuando
se analiza la delincuencia juvenil, la emocionalidad positiva, las
actitudes hacia el amor y las relaciones interpersonales, así como en
los hábitos de salud y la ingesta de alcohol y tabaco. Así mismo,
también se han obtenido efectos cuando se estudia la timidez, la
actividad y la agresividad, a través de medidas observacionales, pero
no cuando son los padres los que informan (Borkenau y cols., 2001;
Collins y cols., 2000; Maccoby, 2000; Plomin y Caspi, 1999; Saudino
y Plomin, 1996).

1.1.6. Algunos puntos débiles en los estudios de genética


conductual

A lo largo de los apartados anteriores ya hemos ido indicando


algunas limitaciones y deficiencias de la investigación genética de la
personalidad, por lo que ahora vamos a centrarnos en dos cuestiones
con importantes implicaciones: el estudio del ambiente y los propios
métodos de obtención de las aportaciones genéticas.

De acuerdo con todo lo que hemos ido viendo hasta ahora, los
estudios de genética conductual parten de la correlación de dos series
de puntuaciones, en la mayoría de los casos de cuestionarios, y en
menor medida derivadas de la observación directa de la conducta o
de medidas más objetivas no sujetas a sesgos de autopresentación,
con la finalidad de separar los efectos genéticos de los ambientales.
Sin embargo, y a pesar de este objetivo, en los estudios de la
genética conductual tradicional los efectos del ambiente se infieren,
pero no se miden. La estimación del ambiente se hace, en la práctica
totalidad de las ocasiones, sin utilizar medidas directas del mismo. En

uned 2004 34
Intervención Determinantes genéticos y culturales
Psicoterapéutica de la personalidad

base a la asunción aditiva de acuerdo con la cual la variabilidad de un


rasgo se puede separar en dos componentes independientes, genes
por un lado y ambiente por otro, generalmente la contribución del
ambiente se estima restando de 100 la contribución de los genes. Sin
embargo, a simple vista, no parece muy válido estimar los efectos del
ambiente sin medirlo, máxime cuando es bastante evidente que
existen interrelaciones entre genes y ambiente.

El impacto del ambiente no puede ser estimado objetivamente


hasta que no se valoren sus características de forma fiable y válida.
Las medidas del ambiente no se suelen incluir en la gran mayoría de
los estudios, y los que lo hacen incluyen medidas indirectas o
distales, como estatus socioeconómico de los padres, nivel de
educación u ocupación, o se utilizan escalas muy retrospectivas y
demasiado basadas en impresiones (Matthews y Deary, 1998;
Plomin, 1986). Se requiere, no solamente la identificación del
ambiente familiar (estatus socioeconómico, etc.), sino que se
estudien los microambientes dentro de la familia.

Sólo muy recientemente se han incorporado medidas del


ambiente específicas que han podido detectar efectos ambientales
que los modelos anteriores no habían podido apreciar. Por ejemplo,
se ha comprobado que el tipo de instrucciones paternales, la
atmósfera del hogar o la deprivación de la vecindad en la que se vive
tienen un gran impacto en el desarrollo de problemas de conducta
como beber o fumar, entre los niños de 11 ó 12 años (Dick y Rose,
2002).

Además, los estudios se basan en la idea implícita de que en la


familia las influencias son comunes y debido a esta idea sólo se
estudia a un niño por familia y se considera que otro niño de la

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Psicoterapéutica de la personalidad

misma familia recibiría la misma influencia. Sin embargo, como ya


hemos visto, un mismo suceso familiar puede ser experimentado de
forma muy distinta por cada uno de los hermanos.

Hay que tener en cuenta también que algunas medidas


ambientales utilizadas no son independientes de las influencias
genéticas (Rowe, 1997). Por ejemplo, el grado de educación
alcanzado se debe, en parte, a factores genéticos, o una medida,
supuestamente objetiva, como “número de libros en el hogar”, se
relaciona con rasgos heredables como inteligencia o Cultura (de los
Big Five). Las medidas ambientales usualmente implican la conducta
de los padres (calidez, apoyo, expresividad, organización), sin
embargo, estas medidas también están determinadas, en algún
grado, genéticamente. Los factores genéticos juegan un rol en la
elicitación, selección y modificación de los ambientes. Por un lado, los
padres tienen una forma de comportamiento que puede estar
determinada, al menos en parte, por factores hereditarios (por
ejemplo, los padres predispuestos genéticamente a la agresión,
generan dinámicas hostiles), por otra parte, las propias
características de los hijos, influidas genéticamente, pueden provocar
determinadas conductas en los padres (Plomin, 1986; Plomin y Caspi,
1999; Rowe, 1999; Saudino y Plomin, 1996). Los padres responden
distinto a hijos con diferentes predisposiciones. Así, por ejemplo, se
ha comprobado que los niños con riesgo genético de conducta
antisocial adoptados, tienen una mayor probabilidad de recibir pautas
de socialización negativa de sus padres adoptivos en respuesta a su
comportamiento. De la misma manera, los niños irritables y difíciles
evocan hostilidad, critica y disciplina coercitiva, así como una
tendencia en los padres a ignorarles y evitarles (Collins y cols.,
2000).

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Intervención Determinantes genéticos y culturales
Psicoterapéutica de la personalidad

Centrándonos ya en las asunciones y métodos utilizados, se


podría decir que éstos maximizan los efectos de la herencia y los
factores ambientales no comunes (Colllins y cols., 2000; Maccoby,
2000). Las influencias genéticas se pueden estar sobrestimando en
detrimento de las influencias ambientales debido a la misma forma en
que se calcula su contribución, mediante una correlación, ya que este
índice no es sensible a los cambios medios que se producen. Los
cambios medios, sin embargo, demuestran claramente los efectos del
ambiente aunque estos cambios no se detecten en los análisis
correlacionales. Por ejemplo, se sabe que los padres más coercitivos
provocan en sus hijos más agresividad. Si se entrena a los padres
para que utilicen menos el castigo en la educación de sus hijos, éstos
se vuelven mucho menos agresivos. En este caso, la correlación
calculada antes y después de la introducción del programa de
entrenamiento se mantendría, sin embargo, habría habido cambios
sustanciales tanto en el trato de los padres, como en la respuesta de
los hijos a ese trato.

uned 2004 37
Intervención Determinantes genéticos y culturales
Psicoterapéutica de la personalidad

1.2 .Algunos hallazgos de la genética molecular

Algunas de las investigaciones que se están desarrollando


dentro del área implican la identificación de los genes específicos
responsables de la personalidad, mediante el uso de técnicas de
genética molecular. El Proyecto de Genoma Humano será crucial en el
futuro de la genética conductual puesto que se podrán crear vínculos
entre alelos específicos y sus conductas asociadas.

Mediante los trabajos de genética molecular se ha constatado


que en la expresión de un rasgo están implicados varios genes, que
explican muy poca cantidad de varianza cada uno (Turkheimer,
1998). La meta, por tanto, no es encontrar el gen que determina un
rasgo particular, sino algunos de los muchos genes que tienen
contribuciones en la varianza del rasgo. El hecho de que sean muchos
los genes implicados y que cada uno de ellos explique una proporción
baja de la varianza, provoca que estos estudios sean difíciles de llevar
a cabo, ya que dado el pequeño efecto de los genes, se requieren
muestras muy elevadas para que estos efectos puedan ser
detectados.

Siguiendo a Plomin y Caspi (1998, 1999), el primer loci


identificado es el DRD4, un gen para un receptor particular de la
dopamina. Este gen se asocia con la Búsqueda de Novedades, uno de
las 4 dimensiones temperamentales incluidas en la teoría desarrollada
por Cloninger (Stalling, Hewitt, Cloninger, Heath y Eaves, 1996), que
es bastante similar a la Búsqueda de Sensaciones Impulsiva
estudiada por Zuckerman (Zuckerman y Cloninger, 1996). La
Búsqueda de Novedades se caracterizaría por una tendencia a
responder a las novedades y señales de premio que lleva a una
actividad exploratoria, tanto para perseguir estos premios como para

uned 2004 38
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Psicoterapéutica de la personalidad

evitar la monotonía y el castigo. Los individuos con este rasgo se


caracterizan por no ser planificadores y actuar impulsivamente sin
pensar. Además son exploradores, excitables y extravagantes. La
teoría de Cloninger predice que Búsqueda de Novedades implica
diferencias genéticas en la transmisión de la dopamina.

Tanto Cloninger como Zuckerman consideran que este rasgo


(Búsqueda de Novedades o Búsqueda de Sensaciones Impulsiva),
dada sus importantes bases biológicas y su alta heredabilidad, es una
dimensión fundamental, de rango superior en la jerarquía de la
personalidad, sin embargo, los defensores de los Big Five la clasifican
bajo factores mayores como Impulsividad (que es una faceta de
Neuroticismo) o Búsqueda de Excitación (que es una faceta de
Extraversión). Eysenck, en la misma línea, la incluye en Impulsividad
(rasgo del factor de Psicoticismo) y en Búsqueda de Sensaciones
(rasgo del factor de Extraversión)

Este gen, al que hacíamos referencia, pertenece al cromosoma


11 y se expresa, principalmente en el sistema límbico. La teoría
predice que los individuos que tienen un determinado alelo del DRD4
son deficientes en dopamina y buscan novedades para incrementarla.
Este gen, explicaría sólo, entre un 4 y un 6% de la varianza, es decir,
tendría un efecto muy pequeño.

Otro marcador identificado es el 5-HTTLPR, un alelo implicado


en la producción de una proteína que influye en los niveles de
actividad serotoninérgica en regiones corticales y del sistema límbico
y que se asocia con la dimensión de Neuroticismo. Al igual que el otro
marcador del que hablábamos previamente, éste explica una
proporción de varianza que oscila entre el 3 y el 4%.

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Psicoterapéutica de la personalidad

Igual que un rasgo está determinado por múltiples genes, un


mismo gen puede influir en diversas características. Así, el DRD4 se
ha relacionado también con hiperactividad, dependencia de drogas,
trastorno de pánico y depresión.

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1.3. Consideraciones finales sobre la investigación


genética

Para terminar, nos parece oportuno la aclaración de algunas


cuestiones importantes relacionadas con la investigación genética.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que virtualmente todos los
aspectos del funcionamiento humano están determinados en algún
grado por factores genéticos, al igual que están influidos por factores
ambientales (Dick y Rose, 2002). Este es un hecho, del que en la
actualidad ya no se duda. Sin embargo, y precisamente debido a su
obviedad, decir que las características de personalidad están influidas
genéticamente es como no decir nada (Turkheimer, 1998). El
reconocimiento de que los atributos de personalidad son, en parte,
heredados, no explica nada, puesto que todo lo humano tiene una
base biológica. Se requiere, por tanto, ir más allá, para no caer en
una forma de tautología. En concreto, necesitamos conocer los
mecanismos a través de los cuales los genes influyen en los aspectos
afectivos, cognitivos y conductuales del individuo. Por ahora, la
cuestión de cómo los genes afectan a la conducta no se conoce, y es
un foco de controversia e investigación tanto para los teóricos de las
ciencias sociales como las de la conducta (Johnston y Edwards,
2002).

Los genes no gobiernan la conducta directamente, puesto que


lo que hacen es dirigir la síntesis de proteínas, y por lo tanto, su
influencia en las características de personalidad será a través de la
dirección del funcionamiento neurofisiológico. Los genes codifican las
proteínas pero no las acciones. Así, por ejemplo, los genes no guían
nuestro comportamiento cuando estamos en una reunión de trabajo,
o en una más informal con los amigos. Sin despreciar la relevancia de
la investigación en genética conductual y molecular, se requiere

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mucha más investigación, que se centre no solo en la identificación


de los genes concretos que se relacionan con determinados rasgos,
sino que especifiquen los mecanismos mediadores a través de los
cuales los genes afectan a nuestro comportamiento. Es necesario
conocer la cuestión fundamental de cómo los genes influyen en las
emociones, los pensamientos y el comportamiento del individuo.

Por otra parte, también convendría tener en cuenta que la


mayoría de las características tanto físicas como psicológicas están
determinadas por muchos genes (herencia poligénica), por lo que,
aunque algunas características de personalidad estén determinadas
genéticamente, es bastante posible que no pasen a la descendencia,
pues la probabilidad de que se dé la combinación exacta de todos los
genes implicados es muy baja.

Puesto que, como ya hemos dicho, todos los aspectos del


funcionamiento humano son fruto de las influencias genéticas y
ambientales, no sólo se requiere que se especifiquen los mecanismos
mediadores a través de los cuales los genes ejercen su influencia y se
traducen en emociones, pensamiento y conducta, sino que también
es preciso que se entiendan los procesos mediante los que
interactúan los aspectos biológicos y los ambientales. En la
actualidad, la moderna genética conductual estudia las interacciones
entre genes y ambiente, pero se necesita todavía más investigación
para entender los procesos a través de los que la herencia opera e
interactúa con el contexto social. Es imprescindible estudiar las
influencias genéticas y ambientales en la personalidad desde una
perspectiva interactiva, ya que es un hecho evidente que el
organismo biológico interactúa dinámicamente con el ambiente desde
el nacimiento y durante todo el curso de la vida. Sin embargo, a
pesar de que la interacción es un hecho ubicuo, no ha sido fácil de

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demostrar. Sólo desde hace poco tiempo y con nuevos métodos que
utilizan información de gemelos que varían en la exposición a
ambientes específicos se ha podido probar directamente la expresión
diferencial de los genes en distintos ambientes.

Genes y ambiente se influyen recíprocamente: por un lado, la


expresión de los genes está influida por las circunstancias
ambientales, y por otro, el efecto del ambiente sobre el individuo está
mediado por las predisposiciones genéticas. Centrándonos en el
hecho de la expresión diferencial de los genes en función de los
distintos ambientes a los que los individuos se ven expuestos, habría
que decir que los genes no son sistemas herméticos sino que están
sujetos a la influencia de los factores ambientales. Como ya
indicamos previamente, los factores ambientales pueden producir
modificaciones en la actuación de los genes, ya que ésta depende de
una serie de cambios bioquímicos y anatómicos, que, a su vez, están
influidas por el ambiente. De esta manera, los eventos ambientales
pueden alterar el nivel hormonal que puede afectar al núcleo celular y
activar el ADN que provoca la síntesis de proteínas. Dick y Rose
(2002) informan de un estudio llevado a cabo por ellos y su equipo
que ilustra claramente cómo las disposiciones genéticas se pueden
alterar en función de las variaciones ambientales. Trabajaron con
gemelos idénticos que se habían criado en ambientes distintos y
encontraron efectos genéticos mayores en el uso de alcohol por parte
de los adolescentes, entre los gemelos que vivían en ambientes
urbanos que entre los que vivían en un ambiente rural. Cuando
exploraron los procesos subyacentes de esta interacción encontraron
que en las comunidades donde se da más dinero a los adolescentes,
tienen más acceso al alcohol y disponen de más modelos de adultos
jóvenes, se da un aumento en la expresión de las predisposiciones
genéticas.

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Con respecto al hecho de que el efecto del ambiente sobre el


individuo está mediado por las predisposiciones genéticas, tenemos
que indicar que, aunque el genoma de los individuos interactúa con el
ambiente en el que viven, este proceso no es pasivo, pues las
disposiciones genéticas guían la selección y creación de los
ambientes. Los genes influyen en el ambiente que se experimenta,
jugando las predisposiciones genéticas un rol decisivo en la
elicitación, selección y modificación de los ambientes. En el trabajo ya
citado de Dick y Rose (2002) también hacen referencia a un estudio
en el que comprobaron cómo los adolescentes elegían a sus amigos y
cómo los gemelos idénticos hacían selecciones bastante concordantes
entre ellos.

A nivel general, podríamos añadir que desde que el niño nace y


en el transcurso de toda su vida, su temperamento y personalidad
elicitan o provocan distintas reacciones del ambiente en el que está
inmerso (así, por ejemplo, no produce la misma reacción en los
padres un niño inquieto que uno tranquilo). Incluso aunque los niños
sean tratados de forma idéntica, el impacto e interpretación de las
situaciones puede ser diferente y por ello podrían reaccionar de una
forma distinta cada uno de ellos. Además, los individuos seleccionan
los ambientes en los que quieren estar, y dentro de estos ambientes
también seleccionan las claves a las que atenderán y responderán.
De esta manera, un mismo ambiente, puede tener diferentes efectos
en los organismos dependiendo de sus distintos rasgos genéticos.

Para terminar, habría que destacar la importancia de los


estudios interactivos en la prevención de problemas y trastornos, ya
que el conocimiento de cómo los factores de riesgo y protectores
interactúan con las predisposiciones es crucial para ayudar a las
personas que tienen determinadas vulnerabilidades. Además,

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aumentar el conocimiento de las interacciones entre la vulnerabilidad


genética y las variables ambientales puede ayudar a corregir las
creencias erróneas sobre el determinismo genético.

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