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Análisis del elefante en canciones infantiles

Un elefante se balanceaba
Enrique Mochales
16 JUN 2005

Recuerden lo de: "Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña..."


No me negarán que es un apunte genial de la melodía encadenada
perteneciente al acervo popular, una canción anónima y maravillosa, sobre
todo el pasaje de: "Y como veían que no se caían, fueron a llamar a otro
elefante", que no tiene precio; en suma, la canción es una partitura de oro
de la historia de la música tradicional infantil. Además, qué gran metáfora, la
del elefante que se balanceaba sobre la tela de una araña, porque, ¿quién es
el elefante?

Esto es lo que habría que preguntarse a estas alturas de la melodía, que es


mucho más que una progresión aritmética de extravertidos y simpáticos
elefantes hacia el infinito, aunque, al fin y al cabo, si hubiese uno, uno sólo
de esos elefantes aquí, presente entre estas letras, ninguno de ellos se
delataría, ninguno de ellos diría: "Hola, soy un elefante", sino que
mantendría su identidad en el anonimato para que el chollo de la tela de
araña no se estropease.

El oscuro asunto de los elefantes es como una bola de nieve, y a cada


minuto llega un nuevo elefante que no hace sino complicarlo todo. Cuando
se elevan a diez sólo asustan un poco, pero cuando pasan de los treinta la
cosa ya es grave, y hay que empezar a preocuparse. En efecto, ver a treinta
y siete elefantes balanceándose sobre la tela de una araña no es normal, y
es de entender que a algunos de ellos ni se les ocurra ir a buscar a otro
proboscidio para contarle que en la tela de araña se está jodidamente bien,
más que nada por no sacrificar a la gallina de los huevos de oro. ¡Pero los
demás insisten tercamente!

De pronto, cuando parece que la cosa se enreda sin remedio, sucede lo


asombroso: la canción se detiene en el elefante treinta y ocho, el cual,
egoísta como pocos, no ha ido a avisar a otro elefante. Según su forma de
ver las cosas, ya está bien así, los negocios marchan y no hay porqué meter
a más gente: es preferible cerrar el chiringuito. Por el momento, parece que
es el final de los elefantes que se balancean.

Pero la naturaleza animal -como la humana- es débil. El pelotazo de la tela


de araña se propaga y ellos aumentan en número al tiempo que la canción
comienza a perforar los oídos de las autoridades: los medios ponen el grito
en el cielo, la policía toma cartas en el asunto y en la mafia de elefantes se
produce un sálvese quien pueda. Sus bienes inmobiliarios, sus empresas
tapadera y sus cuentas secretas quedan al descubierto, y resulta que por
algo los elefantes esos vivían como dios, y bien que se lo montaban, sin que
nadie supiese del todo de dónde sacaban esos descapotables.

Y de la araña, ni rastro.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de junio de 2005

Características de la canción infantil

Las canciones infantiles poseen unas letras sencillas, rimadas y muy repetitivas, generalmente
van acompañadas de movimiento, gesto o juegos motrices. Son de fácil comprensión, de fácil
memorización, y de letra graciosa. La canción infantil es una actividad lúdica donde el niño
aprende jugando al mismo tiempo que participa en la conservación y goce del patrimonio
cultural universal. Juan Villamarin No debemos dejar a un lado el significado que da la música a
una cultura y sobre todo a sus costumbres
Beneficios de la canción infantil en el desarrollo infantil

 Desarrolla el lenguaje: favorecen la dicción, aumenta su vocabulario y ejercita la


fonética.
 Favorecen la capacidad de comprensión, mejora su concentración y memoria.
 Desarrollan el gusto por la música, favorece el sentido rítmico y la audición.
 Desarrolla su expresión corporal: le permite ajustar su movimiento corporal a diferentes
ritmos contribuyendo al control rítmico del cuerpo, y ejercita su coordinación.
 Favorece el desarrollo emocional y social al permitir la integración e interacción con el
grupo.
 Favorece la interacción social, sentido de libertad.

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