Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Día 7 de confinamiento
Laura, en la otra habitación, se dispone a pintar las paredes. Voy a ayudarla. Leo los
mensajes en el móvil y me impongo un enunciado; aléjate de Albert. No le importa
nada, sólo la brutal paranoia que su cabeza lanza. No es justo. No volveré a ese piso.
Está decidido.
Pasé el día pintando. Laura se molestó, ella quería hacer ese trabajo y la relegué al de
la limpieza. Fui consciente en todo momento de que estaba ocurriendo esta situación.
Al final de la tarde explotó. Estaba frustrada y lloró. No sabía qué pensar, ni qué decir,
aunque la entendía perfectamente. No es fácil planear un ejercicio y que al final será
resuelto por otro. Ella es una persona que decide antes de actuar. Eso es de admirar.
En mi caso, casi nunca hay algo decidido previamente, y si lo hay, lo olvido.
22 de marzo.
Día 8 de confinamiento
Albert me enerva. Es una pose, egoísta y orgullosa. Pero en una cosa tiene razón; se
trata de modular la economía personal. Se puede vivir de forma ajustada. Es lo que
haré. Quiero que pase esto porque necesito pensar.
23 de marzo.
Día 9 de confinamiento
Tras la complicada noche del sábado, ayer decidí dejar a Laura proceder. No me
inmiscuí en lo que pretendía hacer con la pintura o la limpieza. Me dediqué a otras
cosas, siendo respetuoso, sin preguntar. Las pocas veces que intervine fue para
valorar su esfuerzo desde una posición de absoluta normalidad. Eso tuvo una
consecuencia muy amable por su parte. Ambos pudimos respirar y el día, en ese
sentido, fue muy tranquilo. En este confinamiento, es importante que, aunque
compartamos el mismo espacio, no lo hagamos a nivel mental o físico. Es importante
que cada uno mantenga sus propios quehaceres.
Tuve una mañana, creo recordar, tranquila. Para ello ayuda mucho las dobles
sesiones de entrenamiento. No siempre me apetece, pero es importante recordar que
es algo esencial para el mantenimiento físico y mental. Queda un mes por delante. Se
va a hacer duro. Además, las noticias que llegan son devastadoras. El virus está
desatado.
Entendí que estamos en guerra. Me reconfortó, de alguna manera, que nuestra guerra
sea en casa, acomodados y conexión rápida a internet. Así se lo hice saber a mis
padres. Están bien. Han entendido que deben permanecer en casa. Son muy frágiles
ante este virus.