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Pymes: Cómo dar el salto

El imperativo actual del empresario


Luis Praino – Facilitador de Adiras
Una de las tareas más importante del empresario es definir el futuro qué
quiere para su empresa y conducirla de una manera que sea efectiva para la
construcción de ese futuro, asegurando su sustentabilidad en el largo plazo.
Esa tarea implica el desafío cotidiano de lograr un desempeño efectivo y hacer
que las acciones se alineen con el propósito empresario.
Ese desafío es hoy más grande de lo que ha sido
tradicionalmente en el pasado. Si bien las crisis han sido
El estilo de recurrentes a lo largo de la historia de la era industrial, la
conducción de aceleración del cambio debido al desarrollo de la
la era tecnología y la incertidumbre creciente que ésta trae
industrial se aparejada, han vuelto más exigente la dirección
revela empresaria. Esta exigencia puede alcanzar distintos
inadecuado niveles según el sector y las condiciones particulares de
para la era del cada empresa, pero en general el entorno de las mismas
conocimiento se mueve al ritmo de la evolución de la tecnología y la
nueva economía, y demanda organizaciones más
colaborativas e innovadoras para subsistir en ese
contexto. Frente a este escenario el estilo de conducción
de la era industrial se revela inadecuado en la era del
conocimiento.
Cabe entonces preguntarse: ¿Qué debería cambiar para lograr una
conducción efectiva? La primera condición es una toma de consciencia de la
necesidad de hacer algo distinto y considerar la problemática de la empresa
con una visión integral. El riesgo siempre presente es que las cuestiones
urgentes consuman la mayor parte del tiempo y hagan perder la perspectiva
de la empresa en su conjunto, dejando de advertir lo que es estratégico. Se
trata pues de no quedar atrapado en mirar el árbol y asegurarse de ver el
bosque.
La visión integral implica ver a la empresa como un todo para tener una
comprensión clara de dos cuestiones importantes: una, la relación entre el
medio externo y las capacidades de la empresa; y la otra la dependencia de
los resultados de la cultura de la empresa.
La primera de esas cuestiones implica definir la estrategia, es decir la manera
en que la empresa empleará sus recursos y hará sus mayores esfuerzos para
alcanzar sus metas, en medio de los condicionamientos de su contexto de
negocio. La definición estratégica no es un análisis estático, sino que tendrá
que ser adecuada de acuerdo a las circunstancias cambiantes del entorno, lo
que hace aconsejable el planteo de escenarios y el análisis de riesgos. El
desarrollo de la estrategia tiene algo de ciencia y de arte; de ciencia en cuanto
a la aplicación sistemática y exhaustiva de las herramientas de análisis
estratégico; de arte en cuanto actividad creadora capaz de producir una
definición singular.
Por otra parte, la ejecución efectiva de la estrategia presupone una
organización competente y alineada con los objetivos de la empresa. Es decir,
coherencia entre las acciones necesarias y las competencias y compromiso de
las personas que las ejecutarán.

Pero, ¿de qué depende esa coherencia? Aquí entra en


una
juego la cuestión de la cultura mencionada más arriba.
“manera de
Podemos entender la cultura como la “manera de hacer”
hacer” capaz
las cosas en la organización a partir de las creencias y
de producir
valores que mueven a sus integrantes. Una organización
los
efectiva será aquella que comparta creencias y valores
“resultados”
que alienten el alto desempeño y generen una “manera
esperados
de hacer” capaz de producir los “resultados” esperados.

La visión compartida facilitará el alineamiento de las estructuras, sistemas,


procesos y comportamientos de la organización, orientados a la consecución
del objetivo empresario. La cultura de la organización es un factor clave del
desempeño de la organización y de los resultados que obtiene. Para el
empresario es estratégico definir y promover esa cultura.

Esto supone un cambio fundamental respecto de los estilos de conducción


tradicionales, pero imprescindible para que las empresas estén en
condiciones de operar con eficacia en el entorno actual. El desafío más
importante del empresario es ejercer un liderazgo capaz de liberar el
potencial de todas las personas que integran la organización e impulsar su
compromiso y el uso pleno de sus capacidades, habilidades y talentos; un
liderazgo capaz de crear un ambiente donde las personas quieran ser parte de
la organización y no sólo trabajar para la empresa.

Puede parecer difícil de lograr, pero puede hacer la diferencia para pasar de
ser una empresa promedio a una empresa líder. Atreverse a dar ese salto es el
imperativo más importante del empresario.

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