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Un fabricante de galletas tuvo éxito inicialmente con su producto original, pero luego comenzó a perder dinero. Los directivos intentaron recortar costos de manera drástica, especialmente los costos de logística y distribución, lo que llevó a entregas tardías y clientes insatisfechos que disminuyeron sus pedidos. Esto condujo a una espiral descendente hacia la quiebra, por lo que la empresa finalmente fue vendida a un grupo multinacional.
Un fabricante de galletas tuvo éxito inicialmente con su producto original, pero luego comenzó a perder dinero. Los directivos intentaron recortar costos de manera drástica, especialmente los costos de logística y distribución, lo que llevó a entregas tardías y clientes insatisfechos que disminuyeron sus pedidos. Esto condujo a una espiral descendente hacia la quiebra, por lo que la empresa finalmente fue vendida a un grupo multinacional.
Un fabricante de galletas tuvo éxito inicialmente con su producto original, pero luego comenzó a perder dinero. Los directivos intentaron recortar costos de manera drástica, especialmente los costos de logística y distribución, lo que llevó a entregas tardías y clientes insatisfechos que disminuyeron sus pedidos. Esto condujo a una espiral descendente hacia la quiebra, por lo que la empresa finalmente fue vendida a un grupo multinacional.
Erase una vez un fabricante Jerardo de galletas que empezó de la
nada con un producto sencillo pero original. No lo fabricaba nadie más que él. Poco a poco, esta galleta se iba abriendo paso en el mercado, todo era muy bueno. Primero, el mercado local; después, la expansión por todo el territorio nacional. Los grandes competidores habían ignorado el producto durante años; ni siquiera se habían imaginado fabricar algo parecido para competir, no había algo parecido. Sin hacer ruido, la marca y la galleta habían quedado asociados por todos los consumidores.
La gerencia de la empresa se sentía orgullosa de los frutos de
tantos años de trabajo: una marca reconocida y unos beneficios que animaban a seguir por el camino, que por ende estaban dando frutos. Su estado de ánimo se tornó en preocupación cuando, por razones, la última línea de la cuenta de explotación comenzó a caerse. En un principio, no se le dio la mayor importancia; se pensó en una de las muchas situaciones del paso que había vivido y superado sin grandes esfuerzos. Los nervios se desataron poco tiempo después, cuando el rubor crecía. Había que tomar medidas drásticas. La medicina para recuperar la color sería una fuerte reducción de costes en todas las áreas de la empresa. El responsable de logística se vio obligado a acumular pedidos de los clientes durante algunos días. Los transportaba y entregaba con vehículos de mayor capacidad, mucho mejor aprovechados que en el pasado; así ajustaba sus costes de distribución física. Bastantes pedidos se entregaban fuera de plazo; algunos se rechazaban y parte de la mercancía volvía al almacén de la fábrica. Las reclamaciones de los clientes crecían y se despachaban con un repertorio de excusas cada vez menos creíbles. Su malestar aumentaba y los pedidos disminuían. Los directivos confiaban ciegamente en salir de los números rojos con los recortes de costes. Mantuvieron esa política contra viento y marea. Los ahorros de costes de distribución física se notaron mientras la paciencia de los clientes no se agotaba. La lenta pérdida de clientes revelaba síntomas evidentes en toda la empresa. El ritmo de producción bajaba porque los almacenes se colapsaban de mercancía. El personal del almacén tenía tiempo de sobra para hablar de lo divino y lo humano. Sin embargo, el aprovechamiento de los vehículos seguía siendo bueno, pero partían con menos frecuencia. La empresa se dirigía hacia una espiral de final inexorable: ser engullida por el ojo del huracán. Las pérdidas de explotación llegaron a tal punto, que sólo cabían dos alternativas: cerrar la empresa o venderla. El negocio acabó en manos de un grupo multinacional por un precio irrisorio y se puso manos a la obra para reflotar la marca. Años después, la vendió a otro potente grupo nacional del sector, quien la gestiona en la actualidad con normalidad.