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Les gustaban las corridas de toros- Recién conocían el tenedor - Se bañaban de noche en el río.
"Las mujeres —escribió el viajero francés Julián Mallet— son encantadoras, hablan el
castellano con mucha corrección y gusto, pero lo que influye en sus atractivos es la irresistible
inclinación que tienen por toda bebida y por el tabaco". Era 1809. Esas mujeres, esas
costumbres, eran las de una Buenos Aires que estaba cocinando una revolución. Iba a cambiar
una forma de gobierno; la vida de todos los días empezaba a ser otra."Más allá de lo político
—dice Daniel Schávelzon, especialista en arqueología urbana— es un momento de transición
en la vida de la comunidad." Schávelzon y su equipo excavaron en los terrenos de viejas casas
porteñas y analizaron los pozos de basura. Así supieron de costumbres que no habían quedado
registradas en los documentos."Para nuestra sorpresa —dice Schávelzon— encontramos que
en los pozos de la época de la revolución, los huesos no estaban quemados sino hervidos.
¡No se comía tanto asado como se supone! Esto se entiende porque la carne era dura: las
vacas eran salvajes, estaban sueltas, comían cuando comían y tomaban agua cuando llovía. Por
eso, los gauchos llevaban una ollita de tres patas: ahí dejaban hervir la carne hasta cinco horas.
La parrilla horizontal, como la usamos ahora, no apareció hasta fines del siglo XIX. En el campo
se hacía el asado vertical, en cruz, cuando no había otra posibilidad. Se comía mucha carne de
vaca —350 kilos al año, contra 16 en Inglaterra— pero vimos que generalmente era guisada,
no asada."En las familias ricas se preparaban banquetes en ocasiones especiales. Así, cuando
Juan Martín de Pueyrredón y su esposa Dolores llegaron de España, el menú de
bienvenida fue: "Unas aceitunas, sardinas y fiambre, la consabida sopa con pan tostado, arroz
o fideos. Después pescado fresco. Después vino el asado de vaca y algo de cordero; la ensalada
de lechuga y unos pepinos; un guiso de garbanzos y lentejas, acompañado de unas albóndigas,
tortillas de acelga, mollejas asadas, mondongo y finalmente los postres". El plato playo y el
tenedor aparecieron en el Plata avanzado el siglo XVIII, así que en 1810 sólo se los empleaba
en las casas muy ricas. También es de esta época la costumbre de usar un vaso por persona.
Antes alcanzaba con uno en la mesa. A principios del siglo XIX, en Buenos Aires se comía
mucho pescado, pero como todo bicho que camina va a parar al asador, la dieta de los
porteños incluía palomas, pájaros, pavos, gallinas, perdices y hasta iguanas. Los ricos comían
mulita, una carne sabrosa, tierna y cara. Todo esto se bajaba con agua o vino. Francés, en
casas ricas. Mendocino o sanjuanino, en las más modestas. Como un dato nuevo, empezaban
a llegar al puerto cargamentos con ginebra, de Rotterdam,o cerveza, de Inglaterra. Buenos
Aires era una ciudad con distintos estratos sociales. Las casonas de tres patios que difundieron
las revistas para chicos eran un 8 por ciento de la ciudad. También había casas mucho más
chicas, incluso de un solo cuarto, que se construían para alquilar. Dentro de la ciudad había
indígenas, con sus tolderías a cuatro cuadras de Plaza de Mayo, en Perú y Chile. Los ricos vivían
cerca del Cabildo. Los pobres, en las afueras de la ciudad: Barracas, Tribunales, Monserrat,
Congreso. La elite y los desplazados se miraban frente a frente, como ahora, en las tribunas.
Cuando todos iban a ver los toros. Hasta que fue prohibido, en 1819, éste fue el espectáculo
deportivo que apasionaba a multitudes en Buenos Aires. En 1801 se había inaugurado la Plaza
de Toros del Retiro, donde hoy está la plaza San Martín, zona brava conocida como "barrio
recio". La construcción era un edificio de ladrillo a la vista, con palcos de madera y gradas en la
parte baja. Tenía capacidad para diez mil personas: no era poco, en una ciudad de cuarenta y
cuatro mil habitantes. El Río de la Plata mojaba las tierras de lo que es hoy la avenida Leandro
N. Alem. Allí se había construido, a fines del siglo XVIII, la Alameda, un paseo con árboles y
bancos. Los porteños gustaban de chapotear en esas aguas, a tal punto que el virrey Cisneros,
en 1809, dictó un "auto de buen gobierno" que señalaba: "Que echando de ver los excesos que
se cometen en los baños públicos de las riberas del río, tan opuestos a la moral cristiana,
mando que nadie entre en él a bañarse por los sitios que están a la vista del Paseo del Bajo
sino de noche, observando la más posible decencia, quietud y buen orden". La sociedad se
reunía en las tertulias como la de Mariquita Sánchez de Thompson, en las actuales Florida y
Perón. Se encontraban también en el Coliseo Provisional, la sala del teatro. En 1810 había en la
ciudad cincuenta músicos. "La idea del concierto público no se hallaba extendida en nuestro
país. La música en el teatro tenía lugar en los intermedios de las obras y se trataba en general
de breves números vocales de carácter ligero, tales como tonadillas, sainetes y arias de ópera",
dicen Melanie Plesch y Gerardo Huseby, autores de La música desde el período colonial hasta
finales del siglo XIX. Antes de ir al teatro, las damas de alcurnia se maquillaban la cara con
polvo de maíz, que aclaraba la piel, y calzaban zapatos blancos, signo de que su situación
económica les permitía no trabajar. Las damas se habían maquillado en casas que no tenían
cuarto de baño incorporado: como no había cloacas, el baño era una letrina con un pozo
ubicado en el patio. Para no salir cuando hacía frío era habitual usar la escupidera, que muchos
en 1810 todavía vaciaban en las calles al grito de "¡Agua va!".Mientras tanto, empiezan a
aparecer los cafés, un espacio masculino de charla, juego, negocios y conspiraciones. En lo que
hoy sería el cruce de Hipólito Yrigoyen y Bolívar, el Café de la Victoria, con espejos, dulces
caseros y mesas de billar, que frecuentaba Manuel Belgrano. Desde 1801, en Alsina y Bolívar,
el Café de Marcos, que ofrecía a los parroquianos un coche para volver a casa los días de lluvia
y tenía, lujo máximo, bebidas frescas. En esos lugares se empezó a dejar atrás a España.
Fuente: diario Clarín, jueves 25 de mayo de 2000
¿Cómo era las costumbres en la vida de las personas en esa época?¿Cómo viajaban?,¿Con
qué se iluminaban?, ¿Cómo se vestían?, ¿Dedónde sacaban agua?, ¿Con qué escribían?
¿Cuáles eran sus recetas?¿Dónde y cómo cocinaban?
El virreinato del Río de la Plata, con Buenos Aires como ciudad capital, había
sido creado en el año 1776. Antes de esto, las ciudades fundadas por los
conquistadores en esta región estuvieron bajo jurisdicción del virreinato del
Perú.
En esos tiempos, Napoleón, emperador de Francia, estaba invadiendo y
conquistando territorios de todo el continente europeo, incluida España, por lo
que el rey Fernando VII había sido capturado y la resistencia española
(concentrada en la ciudad de Sevilla) estaba muy debilitada.
Fue un grupo de estos criollos patriotas de Buenos Aires quienes, a partir de sus
ideas y compromisos con la realidad y aprovechando la situación que se vivía en
España, protagonizaron los hechos de mayo de 1810.
Lo primero que hicieron fue convocar a un Cabildo Abierto. Una especie de
asamblea de vecinos en una institución municipal que no tenía poder en todo el
virreinato sino sólo en la ciudad de Buenos Aires, pero cuyos representantes
eran elegidos por los mismos vecinos de Buenos Aires.
La cuestión no fue fácil. Mientras esto sucedía se mantenían, entre otras cosas,
los enfrentamientos armados con los realistas, sobre todo en el Alto Perú; y por
otro lado, las discusiones en Buenos Aires no eran pocas, no todos estaban
siempre de acuerdo con respecto a cómo hacer las cosas y, de hecho, los
Pueblos Libres se autogobernaban de otra manera. No es una casualidad que
la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata se haya
declarado recién el 9 de julio de 1816.
Indagaren la biografía de Belgrano o trabajar sobre frases como “si ves el futuro
dile que no venga”. Hacer cartillas o volantes para el barrio en donde se
cuenten aspectos revolucionarios de Belgrano, por ejemplo: “sabías que
Belgrano pensaba que en los gobiernos debía haber representantes de los
pueblos originarios”.