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Las teorías de la justicia pueden ser de dos tipos: 1) teorías que se limitan a establecer
un conjunto de procedimientos, la estricta observancia de los cuales haría a una
sociedad justa independientemente del resultado.
A esas teorías se las llama deontológicas, y su esquema general es el siguiente: definen
un conjunto de derechos y llaman justa a cualquier sociedad que respete esos
derechos, sean cuales fueren las consecuencias que el respeto de los mismos traiga
consigo. Y 2) teorías que, en cambio, determinan substantivamente un resultado al que
debe llegar cualquier sociedad que quiera merecer la calificación de justa. A esas teorías
se las llama consecuencialistas, y su esquema general es el siguiente: primero definen
el distribuendum, aquello que hay que distribuir, y luego determinan el criterio, o
el conjunto de criterios, con que hay que proceder a la distribución. Justa es, según
una teoría consecuencialista, toda sociedad que llegue al resultado de un reparto del
distribuendum por ella definido acorde con los criterios por ella determinados.