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Las grandes revoluciones latinoamericanas- las de México, Bolivia y Cuba- rara vez han
sido integradas al debate central respecto de las causas, el carácter y las consecuencias de la
revolución social. Este ensayo es crítico del enfoque concentrado en el Estado de Sckocpol
y, más generalmente, las teorías que presuponen hallar modelos recurrentes en la etiología
o proceso de las revoluciones. Knight demuestra la importancia de las relaciones de clase
en contraste con la construcción del Estado en el análisis de las revoluciones y sugiere que
las divisiones cronológicas convencionales y sectoriales geográficas son a menudo
engañosas y deben ser olvidadas.
En los casos de América Latina, la rivalidad internacional tuvo poco que ver con las
revoluciones cubana y mexicana. Por supuesto, México, Bolivia y Cuba comparten una
relación de dependencia con Estados Unidos. Pero esta relación era totalmente distinta de
las rivalidades geopolíticas, que incluían carreras armamentistas y crisis fiscales, guerras y
destrucciones que supuestamente precedieron y precipitaron las revoluciones francesas,
rusa y china. No había en México ningún colapso administrativo militar del Estado anterior
previo a la revolución. Fue la revolución la que causó ese colapso. Por esto Skocpol admite
esto y por lo tanto, parece evocar el “legado del colonialismo español”. Recurre también al
viejo argumento de que las naciones pequeñas, siendo pequeñas y por tanto dependientes,
están más condicionadas por las fuerzas externas de las naciones grandes como Francia,
Rusia y China. Esto equivale a admitir que el enfoque centrado en el Estado funciona
defectuosamente en los casos de México y de Cuba.
Si los síntomas premonitorios a menudo estuvieron ausentes, así también fue con las
etapas progresivas de la revolución. La revolución mexicana eludió el clásico progreso de
moderada a radical y al Termidor. La revolución boliviana se orientó en primer lugar a la
izquierda (1952-1956) y luego bajo presiones nacionales e internacionales, se encaminó
hacia la derecha en 1956. El golpe militar de 1964 lejos de representar un dramático giro de
regreso, continuó ese proceso, se mantuvieron las reformas sociales de la revolución y, en
el caso de la reforma agraria, se extendieron. La revolución cubana, inicialmente moderada
pronto se movió a la izquierda. Sin embargo, a pesar de los muchos virajes políticos desde
1959, ningún Termidor discernible ha detenido a la revolución en su camino. Las teorías
que proponen causas esquemáticas y procesos al parecer tienen muy poco que ofrecer de
genuino en cuanto a un conocimiento profundo de la experiencia revolucionaria en América
Latina.
Hay otro sentido en el que podría decirse que las revoluciones obedecen a pautas
comunes. Esto concierne al resultado de las revoluciones. Antes de pasar a este nuevo
enfoque es preciso explicar y justificar el concepto de “revolución social”. Hay dos
atributos que la mayoría de los analistas aceptan. Una revolución social supone:
Podríamos decir que ese fue precisamente el caso de las revoluciones burguesas, aquellas
que contribuyeron a desmantelar las relaciones feudales y reforzaron relaciones capitalistas.
¿Por qué? Las revoluciones socialistas han sido, obra de partidos de vanguardia,
comprometidas con un proyecto de socialismo. Las revoluciones burguesas difieren en
diversos aspectos. Los partidos de vanguardia han desempeñado un papel mucho menos
destacado e incluso, cuando han tomado el poder han demostrado ser menos aptos para
conservarlos y ejercerlos principalmente porque la relación entre partido y sociedad bajo el
capitalismo burgués es muy diferente de la que predomina en los Estados Socialistas. Por
ejemplo: el MNR en Bolivia conquistó el poder por ausencia de competencia política y
demostró ser capaz de mantenerlo durante solo doce años. Las revoluciones burguesas se
han caracterizado por una confusa mezcla de fuerzas sociales incoherentes entre sí.
No obstante el fracaso de un partido por retener el poder durante un lapso largo de tiempo
en ningún sentido descalifica a una revolución de su condición de “grande” o “social”, esto
es confundir un cambio de un régimen con un cambio social. La revolución boliviana
contribuyó a una transformación fundamental de la sociedad boliviana. Desde el punto de
vista histórico la revolución fue un éxito en cuanto que aquella originó consistentes e
irreversibles cambios sociopolíticos que podrían ser denominados como “burgueses”. Y
con certeza los “éxitos” estructurales a largo plazo son lo que cuenta en las revoluciones,
mucho más que la longevidad de hombres o regímenes.
Es claro que las revoluciones mexicana y la boliviana fueron distinta a la anterior tanto en
términos de precondiciones estructurales como en agenda revolucionaria, no fueron
socialistas, pero es aún más polémico asegurar su carácter burgués. Por “burguesa”
entiendo una política económica que presupone una economía de mercado, el libre tránsito
de la fuerza de trabajo, una acumulación del capital vinculada a la innovación tecnológica,
la propiedad privada de los medios de producción y la apropiación privada de los
excedentes. Mi definición es económica pero comporta la existencia de condiciones
sociopolíticas favorables.
Tanto México como la Bolivia prerrevolucionaria cuentan con enormes sectores de
propiedad estatal. Sin embargo, si un sector estatal significativo es comparable con el
capitalismo, así lo es también de la dependencia.
México había conocido un vigoroso capitalismo mercantil, por lo menos desde le siglo
XVIII. Pero las expectativas de los Borbones de un rápido crecimiento capitalista según
esquema británico, se frustraron y México poscolonial padeció de hecho una involución
mercantil. Rápido crecimiento después de 1876. Pero el régimen del porfiriato aun batalló
con obstáculos. El crecimiento de una producción agrícola no se vio acompañado por la
extensión del trabajo asalariado libre. El mercado interno permaneció débil y aunque la
industria se desarrollo creció de una base adecuada para continuar la expansión y
acumulación de capital.
El caso boliviano para la década de 1950 la reforma agraria era una panacea ya conocida
por el efecto del ejemplo mexicano. En Bolivia la agitación agraria en Cochabamba
contribuyó a persuadir al MNR de la necesidad de una reforma agraria. En los dos países
pero sobre todo en Bolivia, la movilización de la clase obrera orientó la revolución hacia la
izquierda. Los factores internacionales jugaron un papel también.
¿El resultado de las revoluciones mexicana y boliviana fue burgués y estos resultados
contrastantes con los de la revolución cubana, no fueron fortuitos o impuestos desde afuera
o más bien reflejaron la lógica interna de dichas sociedades?
Para esto hay que tener en cuenta tres factores: primero, el llamado “tiempo mundial”.
Las revoluciones comunistas (China y Vietnam) ingresaron a la agenda de la política
después de 1917, México por lo tanto quedó excluido de tal opción. Segundo, a medida que
en la revolución emuló el ejemplo soviético y dependió de su apoyo, la revolución
comunista fue geopolíticamente más plausible de ocurrir en EuroAsia que en cualquier otra
parte del mundo. Tercero, la ocupación/ invasión extranjera y las guerras de liberación
nacional han conducido a exitosas insurrecciones comunistas. Sin embargo ninguno de
estos factores llegan al corazón del problema.
Por otro lado, mientras que un enfoque sobre Asía sugiere la importancia de las guerras
de liberación nacional vinculadas a cuadros comunistas y a un campesinado
tradicionalmente insurrecto, la experiencia de AL. Apunta a una dirección distinta. En
primer lugar, AL no conocía ni el colonialismo formal ni una gran invasión extranjera. El
imperio español se había derrumbado al redor de 1920. La resistencia de Sandino ante
EEUU ofrece una analogía más cercana pero Sandino no era comunista. De ahí en mas las
intervenciones de EEUU tendieron a ser encubiertas. Provocaron la iracunda nacionalista
pero no guerras de liberación nacional.