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Artículo de Alfonso Ussía

domingo, 7 de febrero, 2010 20:01


De:
"jose rico camacho" <jricocamacho@hotmail.com>
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Para:
destinatarios no revelados

Date: Sun, 7 Feb 2010 19:14:55 +0100


From: TIIBAL@telefonica.net
Subject: Reenv: Artículo de Alfonso Ussía

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Burka. Por Alfonso Ussía


El burka no es sólo repugnante. Es humillante y
delictivo. Y amenazador. Algunas naciones más libres
y avanzadas que la nuestra se han apercibido de ello.
En Francia, hay una firme decisión de prohibirlo. Su
uso en la vía pública conllevará una sanción de
setecientos euros. Otros países como Italia,
Luxemburgo, Holanda y Bélgica han oficializado su
veto. En España no.

A Bibiana Aído le parece muy bonito que las


mujeres de los musulmanes oculten su rostro en
muestra de sumisión y obediencia a sus maridos. En
una sociedad libre no se puede salir a la calle
enmascarado. El juez Gómez Bermúdez supo
imponerse en un juicio a una testigo que se negaba a
enseñar su rostro.
Las Fuerzas de Seguridad del Estado lo tendrían
crudo, pero aquí somos todos iguales, y no hay
motivo para permitir a los que viven en la Edad Media
el beneficio de un privilegio que se nos niega a los
que lo hacemos en el siglo XXI. Mucho hay en esta
permisión estúpida y buenista de laicismo barato.

En Europa se permite la construcción de


centenares de mezquitas, y en los países dominados
por el fanatismo musulmán, están prohibidas las
iglesias cristianas. Algún día, muy pronto, pagará
Europa su tolerancia majadera. Detrás de estas
benevolencias está la ciega irresponsabilidad, el
esnobismo de aparentar más libertad que la libertad
misma, siempre sujeta a unas leyes que ordenan su
funcionamiento.

Y las feministas profesionales mudas. Para ellas,


el burka es sinónimo de tolerancia y modernidad.
Protestan por un par de tetas en un anuncio y callan
ante la humillación de una norma que impide a la
mujer mostrar su rostro.

Le sobra razón al Cardenal Miroslav Vik,


Arzobispo de Praga, cuando afirma que la renuncia a
defender las raíces cristianas en Europa nos está
llevando a una imparable islamización. A ellos no les
importan nuestras tradiciones, y menos aún,
nuestras leyes. Les importan las suyas y no esconden
su objetivo de imposición. Un burka en una calle de
Madrid es un insulto.

Un insulto a la igualdad del hombre y la mujer,


un insulto a nuestra Constitución, un insulto a
nuestra educación y un insulto a nuestra cultura. Si
quieren tapar a sus mujeres, que se queden en su
tierra. Si quieren lapidar a sus mujeres, que lo hagan
en sus pueblos. En unos años van a obligar a los
cocheros de Sevilla a cambiar sus caballos por
dromedarios. Modernidad y alianza de civilizaciones.
O Europa, y España en ella y con ella, reacciona
ante el reto del Islam, o dejaremos a nuestros nietos
una civilización marcada por la intransigencia, la
violencia y el enfrentamiento. Dueños son los
musulmanes de sus burkas, sus piedras y sus sogas.
Pero en sus países. Aquí las leyes son las mismas
para todos, y el que no las cumple, delinque.

Admiremos a Francia más por su sentido común


y su falta de complejos que por sus quesos

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