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La letras de estos cánticos navideños es preciosa, ¡son todos muy hermosos! Esta semana, me gustaría
que me acompañaras para poder (re)descubrir juntos el precioso mensaje que transmiten estos cánticos
navideños, y cómo estos magnifican la persona de Jesús, nuestro Salvador.
En la Biblia, Jesús recibe varios nombres. Estos son unos pocos de ellos:
Admirable
Cordero de Dios
Alfa y omega
Pastor
Consejero
Dios Todopoderoso
Estrella de la mañana
Hijo de Dios
León de la tribu de Judá
Luz del mundo
Palabra de vida
Principe de paz
Rey de reyes
Señor de señores
Jesús recibe igualmente el bello nombre de Emanuel: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y
llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mateo 1:23).
¡Qué misterio tan grande, qué gracia tan infinita! ¡A través de Jesús, Dios está con
nosotros! Nos libera de todo lo que nos oprime, quebranta todas aquellas cosas que nos quieren atar y
derribar.
¡Unidos a Emanuel, a Jesús, la soledad ya no tiene cabida en nuestras vidas! No, no estamos solos, y no lo
estaremos nunca más, porque Él está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).
Querido(a) amigo(a), sean cuales sean tus preocupaciones hoy, déjame decirte: Jesús está aquí contigo,
¡y nada ni nadie puede separarte de Su amor!
Sin embargo, la primera Navidad no fue un día confortable. De hecho, fue un día de gran debilidad
para José y María. Imagínate por un momento la “decoración” de Belén: Un censo obligatorio, un pueblo
perdido y escarpado en medio del campo llamado Belén, un pesebre para animales, y una joven extenuada
tras un largo viaje, que está a punto de dar a luz.
Me gusta este cántico de Navidad que ilustra muy bien lo que ocurrió esa noche en la que Jesús nació, esa
noche en la que el mayor de los milagros tuvo lugar en medio de una gran debilidad:
¡Belén no era “the place to be”, ni un sitio de moda! Esta pequeña ciudad no era una capital comercial ni
una capital cultural, y menos aún un lugar turístico. Era un pueblo perdido en medio de la nada, un lugar
insignificante.
Pero, ¿sabes que Dios se complace en utilizar las cosas insignificantes para gloriarse? ¿Sabes
que ama manifestarse en los lugares que nadie ve, y hacerse conocer a través de gente que nadie
aplaude?
“sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió
Dios, para avergonzar a lo fuerte” (1 Corintios 1:27).
Querido(a) amigo(a), ¿te sientes débil? ¿Cansado(a)? ¿Insignificante? ¡No te desanimes! Dios no se asusta
de tu debilidad. Al contrario, Él va a hacer Su obra y va a gloriarse en ti y a través de ti en medio de ella.
Es cuando el Príncipe de paz viene a mostrarnos cómo tenemos que vivir, dejándonos su ejemplo, para que
lo sigamos, tanto cuando nos sentimos fuertes como cuando nos sentimos débiles.
Juan 1:14
La gracia es una persona
El período de Navidad es para nosotros, como discípulos de Jesús, la ocasión perfecta para celebrar la
gracia de Dios, que se renueva en nuestra vida cada mañana. Como dice el cántico:
¡El milagro de la Navidad es el milagro de la encarnación! Esta palabra, que un tanto extraña, significa que
Dios se hizo hombre, una persona como nosotros, para unirse a nuestra realidad.
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del
Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Hay un poder muy grande que se libera cuando alabamos y elevamos el Nombre de Jesús,
guiados por el Espíritu Santo. En este periodo de Navidad, ¡da prioridad a la alabanza! A cada instante,
puedes retomar fuerzas en la Presencia de Dios por medio de la alabanza. Cuando cantas alabanzas a
Dios, te acuerdas de cuán fiel es Él, y hasta qué punto todo cambió cuando Él entró en tu vida.
Los ángeles cantan las alabanzas del Señor. Es nuestro privilegio alabar a Dios como ellos hacen: “Y
repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y
decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:13-
14).
Pero tenemos un privilegio más grande aún que el de los ángeles: ¡Somos hijos de Dios! Dios
ama nuestra presencia de una manera muy especial. ¡Él se goza en nuestras alabanza de un modo
individual, porque somos preciosos a Sus ojos y Él ama estar en relación con cada uno de nosotros!
Querido(a) amigo(a), en estos días cargados de comilonas, regalos y otros festejos, me gustaría animarte a
empezar y terminar cada día con un momento de alabanza, adoración y contemplación a este Dios
maravilloso.
Este cántico declara la paz que experimentamos cuando el Señor viene a nuestras vidas, como
los ángeles clamaban: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres!” (Lucas 2:14).
Cada vez más y más, este mundo olvida, por desgracia, el verdadero sentido de la Navidad. Jesús es el
regalo de Dios para la humanidad, Él nos ofrece paz, libertad y sanidad. ¡Él es el que merece ocupar el
lugar central en nuestras vidas y en nuestros corazones, hasta llenarlo todo!
Querido(a) amigo(a), ¿estás dispuesto(a) a experimentar un milagro en tu corazón? Te invito en hacer esta
oración conmigo:
“Dios mío, te ruego que me ayudes a fijar mi atención en Jesús en esta tiempo de Navidad, para que no me
distraiga con otras cosas menos importantes. Necesito de Tu ayuda para que mi vida refleje el verdadero
sentido de la Navidad. ¡Gracias, Jesús, por haber venido a mi vida! Gracias por haberme dado Tu paz, Tu
esperanza, Tu amor y Tu gozo. Gracias por haberme enseñado cómo vivir para la gloria de Dios, aun en
medio de la debilidad.
¡Ayúdame a recordar que tú eres Emanuel, Dios con nosotros, mi mayor tesoro! Y no solo en este tiempo
de Navidad, sino también durante el resto el año. Señor, lléname con tu Espíritu Santo. Dirige mi corazón y
mis pensamientos hacia ti, ayúdame a mantener mi corazón abierto a los demás, atento a sus
necesidades, y dispuesto a mostrarles siempre Tu amor. ¡Gracias porque no me dejas nunca solo(a)!
Gracias por Tu presencia día a día a mi lado. Gracias porque soy Tu hijo(a) querido(a), y gracias porque
estás conmigo, pase lo que pase. Gracias por tu favor en mi vida, Señor. ¡Te amo y te adoro! En el Nombre
de Jesús. Amén”.
Isaías 61:1
La preciosa letra de este canto nos habla de nuestro increíble Salvador, nuestro Señor Jesús. Él es la piedra
angular, el que cambió la historia, el que revoluciona los corazones, el Príncipe de paz, el camino, la verdad
y la vida. Él es el que dice:
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas
nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los
presos apertura de la cárcel” (Isaías 61:1).
Estas maravillosas palabras nos recuerdan algo igualmente maravilloso: ¡Somos el pueblo de
Dios! ¡Somos familia del Rey! Nosotros también podemos declarar, al igual que Jesús nuestro Señor, que:
[Piensa en ti mientras lo lees] “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me
ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar
libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel”
Navidad es la celebración del amor compartido en gracia, compasión y fe. Navidad es la buena nueva
anunciada a los corazones rotos.
Navidad es también un periodo particularmente difícil para los que están solos, para los que no tienen
recursos, los que están enfermos o los que tienen roto el corazón. ¿Vas a tener una mirada de
compasión hacia ellos? ¿La misma mirada que Jesús tiene hacia ti?
Querido(a) amigo(a), eres las manos y los pies de Jesús en esta Tierra. Eres Su mirada llena de compasión,
eres Su corazón lleno de amor. ¡Te ha enviado para sanar a los que tienen el corazón roto! Que esta
Navidad puedas hacer aquello para lo que fuiste creado: ¡amar! Ama, porque cuando lo haces,
ayudas a los demás a existir.
Isaías 9:6
Un pueblo sobre sus rodillas
“Santa la noche, hermosas las estrellas,
La noche cuando nació El Salvador
El mundo envuelto estuvo en sus querellas
Hasta que Dios nos mandó al Salvador.
Una esperanza, todo el mundo siente
la luz de un nuevo dia al fin brilló.
Hoy adorad a Cristo reverente
¡Oh noche divina, nació el Salvador!
¡Divina noche, nació el Salvador!”
Navidad es un período del año en el que tenemos grandes esperanzas, y en el que, a veces,
experimentamos también grandes frustraciones:
La Navidad es la fiesta de la libertad. ¡Ábrele tu corazón a Dios! Ponte de rodillas ante Él, exprésale lo
que sientes, echa en Su Presencia tu estrés, tu frustración, tristeza, tu roto corazón… ¡y déjale darte
consuelo, calmarte, aconsejarte, amarte y sorprenderte!
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).
Sea cual sea la realidad de la situación en la que te encuentres estas Navidades, no te olvides de que tu
realidad divina está ya escrita: ¡Eres un hijo(a) de Dios, estás lleno(a) del Espíritu Santo y tienes a
Jesús por amigo!
Querido(a) amigo(a), mis oraciones te acompañan en este tiempo de Navidad. Y sobre todo, Jesús es quien
te acompaña. Recuerda, Él es Emmanuel, ¡Él es Dios con nosotros! Él está contigo ahora mismo, y lo
estará siempre.
¡Te deseo una feliz Nochebuena, y un bendecido día de Navidad! ¡Sé bendecido(a) más allá de tus
esperanzas!