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ORACION A NUESTRO ÁNGEL DE LA GUARDA.

Oh, Santo Ángel de la Guarda, mi amigo querido y guía solícito en el camino peligroso de la
vida, Yo (decir su nombre completo) te agradezco de todo corazón por los numerosos
beneficios que me fueron dados mediante tu amor y bondad y por la ayuda poderosa con la
cual me protegiste de tantos peligros y tentaciones. En el Nombre de Nuestro Señor
Jesucristo, Yo (decir su nombre otra vez) te pido que me dejes siempre experimentar tu amor
y tu cuidado. Aleja de mí todos los peligros, aumenta en mí el horror al pecado y el amor
para todo lo que es bueno. Sé un consejero y consolador para mí en todas las
circunstancias de mi vida, y cuando ésta llegue a su término, conduce mi alma a través del
valle de la muerte hacia el Reino de la paz eterna, para que por toda la eternidad podamos
alabar juntos a Dios y regocijarnos en su gloria. En el nombre de Cristo Jesús, ¡Oh Santo
Ángel de Dios, hazme digno de tu amor tan tierno, de tu compañía y protección celestial
que nunca falla! Amén, amén, amén.

ORACION A TODOS LOS ÁNGELES DE LA GUARDA.


Oh, espíritus puros y beatos, los que el Todopoderoso escogió para ser Ángeles
de la Guarda de los hombres, humildemente me postro ante ustedes, para
darles las gracias por el amor y celo, con los que están ejecutando esta
encomienda. ¡Ay!, cuantos pasan toda la vida, sin jamás dar las gracias a sus
amigos invisibles, a los cuales mil veces les deben su preservación.
Oh, Guardianes amables de las almas, por las cuales Cristo murió, ¡Oh!,
espíritus llameantes que no cesan de amar a aquéllos a los que Jesús amó
eternamente, permítanme dirigirme a ustedes en favor de todos los que están
encomendados a su cuidado para implorar, para cada uno de ellos, la gracia
del agradecimiento y la gracia de saber aprovechar su asistencia amable.
Oh, Ángeles de aquellos niños felices que todavía están “sin mancha ante
Dios”, de todo corazón les pido que les conserven su inocencia.
Oh, Ángeles de los jóvenes, condúzcanlos seguros a la casa de Dios porque
están expuestos a muchos peligros; de la misma forma que condujeron a
Tobías de regreso a la casa de su padre.
Oh, Ángeles de aquéllos que se están ocupando de la enseñanza de los jóvenes,
anímenlos con su celo y amor, enséñenles a estimular su pureza y visión
continua de Dios, para que puedan cooperar digna y eficazmente con los
Guardianes invisibles en su responsabilidad con todos los jóvenes.
Oh, Ángeles de los clérigos y aquéllos “que deben predicar el eterno Evangelio a
los que están sobre la tierra”, presenten sus palabras, acciones y sus
intenciones a Dios, y purifíquenlos en ese fuego de amor en el que se están
consumiendo ustedes.
Oh, Ángeles de los misioneros que dejaron su patria y a todos sus seres
queridos, para anunciar el Evangelio en campos extranjeros, protéjanlos de los
peligros que les están amenazando, especialmente del contacto con animales
feroces y serpientes venenosas; consuélenlos en sus horas de tristeza y
soledad, y guíenlos hacia aquellas almas que están en peligro de morir sin
bautismo.
Oh, Ángeles de los infieles y paganos, a los cuales nunca les llegó la luz de la
verdadera fe, intercedan por ellos, para que abran sus corazones a los rayos de
la gracia, respondan al mensaje comunicado por los misioneros de Dios, y
reconozcan y adoren al único verdadero Dios.
Oh Ángeles de los que viajan por avión, tierra o mar, sean sus guías y
compañeros; protéjanlos de todos los peligros de choques, fuego y explosión, y
guíenlos seguros a su destino.
Oh, Ángeles de la Guarda de los pecadores, guías amorosos de aquellos
mortales infelices, cuya perseverancia en el pecado amarga las alegrías
inexpresables en la paz de Dios; únanme, les suplico insistentemente, a las
oraciones por su conversión.
Y a ustedes, Ángeles de la Guarda de los enfermos, les ruego especialmente
que ayuden a consolar y a pedir el espíritu de alegría para todos aquellos que
están privados de la salud, ya que es uno de los dones más preciosos de Dios
para el hombre. Intercedan por ellos, para que no sucumban a la depresión o
pierdan, por la impaciencia, los méritos que podían ganar cargando con
resignación y alegría la cruz que Cristo colocó sobre ellos como un contrato
especial de su amor.
Oh, Ángeles de los que en este momento están luchando en la agonía d la
muerte, fortalézcanlos, anímenlos y defiéndanlos contra los ataques de su
enemigo infernal.
Oh, guías fieles, santos espíritus, adoradores de la Divinidad, Ángeles de la
Guarda de todas las creaturas, ¡protéjanos a todos, enséñenos a amar, orar, a
enfrentar el combate en la tierra, para que un día lleguemos al cielo y podamos
ahí ser felices por toda la eternidad! Amén, amén, amén.

ENCOMIENDA AL ÁNGEL DE LA GUARDA.

Ángel de la Paz, Ángel de la Guarda, a quien estoy encomendado: mi defensor,


mi vigilante centinela. Gracias te doy porque me libraste de muchos daños del
cuerpo y del alma. Gracias te doy, porque dormido me velaste y despierto me
encaminaste; al oído, con santas inspiraciones me avisaste. Perdóname, amigo
mío, mensajero, protector y fiel guardia mío: muro fuerte de mi alma, defensor
y compañero celestial. En mis desobediencias, vilezas y descortesías, ayúdame
y guárdame siempre de noche y de día. Amén, amén, amén.

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