Está en la página 1de 3

Preparado por: Oscar Javier Restrepo

Ensayo
Mientras hay esperanza hay vida
Jorge Luis Rodríguez

Considero que para realizar un ensayo medianamente serio al respecto de un texto es importante
mencionar algunas características del autor del mismo, una forma de hacer hermenéutica al texto
en cuestión.

Aunque en la web no se consigue mucha información al respecto de la vida de Jorge Luis


Rodríguez, en la página de la Facultad de Teología, de la Universidad Metodista de San Pablo1
(Brasil), aparece el currículum académico. Cabe mencionar: Laico, Metodista, Teólogo, Filósofo,
con Maestría en Ciencias de la Religión.

Este artículo es referido en diferentes páginas, por ejemplo en el Consejo Latinoamericano de


Iglesia2. Esta es una organización de iglesias y movimientos cristianos, fundada en Huampaní, Lima,
en noviembre de 1982, creada para promover la unidad entre los cristianos y cristianas del
continente. Son miembros del CLAI más de ciento cincuenta iglesias bautistas, congregacionales,
episcopales, evangélicas unidas, luteranas, moravas, menonitas, metodistas, nazarenas,
ortodoxas, pentecostales, presbiterianas, reformadas y valdenses, así como organismos cristianos
especializados en áreas de pastoral juvenil, educación teológica, educación cristiana de veintiún
países de América Latina y el Caribe.

Esto nos da una idea de la formación del escritor, y explica por qué en la introducción cita a
filósofos como Jean – Paul Sartre, Miguel de Unamuno y Spinoza. De igual manera, ayuda a
entender el punto de partida del autor para abordar el libro de Eclesiastés. Toma las reflexiones
existencialistas y filosóficas de estos pensadores y sobre ellas construye el artículo “Mientras hay
esperanza hay vida”, enlazándolo hábilmente con el texto bíblico, apoyándose principalmente en
“… porque mejor es perro vivo que león muerto” (Ecl 9,4).

Ahora, para darle más profundidad al artículo, Rodríguez, hace un breve recuento histórico del que
a su parecer es el contexto en el cual fue escrito el libro de Eclesiastés. Aquí surge mi primera gran
discrepancia, pues se sustenta en un autor del siglo III a C, en un período post-exílico. Consultando
diferentes fuentes, se puede apreciar que al respecto del autor no se puede dar una exactitud
absoluta, ya que tanto detractores como aliados tienen razones de peso para sustentar sus
posturas. A mi parecer, la tradición judía, que ha mostrado ser fuertemente conservadora, junto
con la “auto – autoría” mencionada en el primer verso del libro, da confianza para suponer a
Salomón como el autor.

1
Tomado de http://www.metodista.br/fateo/corpo-docente/jorge-luis-rodriguez-gutierrez. Revisado 27 de
Agosto de 2010.
2
http://www.clailatino.org/ribla/ribla39/mientras%20hay%20vida%20hay%20esperanza.html. Revisado 27
de Agosto de 2010
Preparado por: Oscar Javier Restrepo

Sin embargo abriendo, no la puerta de la duda, sino la del buen juicio, y suponiendo una simpatía
con la tesis del autor de Eclesiastés planteada por Rodríguez, un buen razonamiento no
sustentaría todo un pensamiento filosófico post – moderno, en algo que puede ser falible o, que
en su defecto no es cien por ciento verificable. Por eso el argumento de un autor que veía cómo el
rezago del imperio Griego marcaba sus días e impregnaba las imágenes del libro pierde
fundamento.

A esto le podemos seguir añadiendo los pensamientos de Sartre y otros, quienes hablan de la
esperanza y la desesperanza, y quienes tratando de entender el ser humano natural desconocen
“La Esperanza” del ser humano sobrenatural. Y aunque, al final de estas disertaciones intenta
enlazarlas con el pensamiento de la vida después de la muerte, lo deja de una manera abierta,
como si esto fuese normal para el hombre natural a partir de sus ideas religiosas, y que
indudablemente marcarán su vida diaria.

Desde este punto el autor se centra en lo inmediato, en el contentamiento con lo que se tiene. Y
no es que esté en contra de ese contentamiento, porque indudablemente nos debe acompañar un
sentimiento de gratitud a Dios por todas las cosas que recibimos o que nos pasan. Más bien,
pienso que el argumento de Rodríguez de la esperanza y desesperanza contradice el texto bíblico.
Pablo en su epístola a la iglesia de Efeso, menciona: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados
de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el
mundo” (Ef 2,12). De esta manera se puede entender el concepto que se quiere abordar, más aún,
en otro lugar afirma “… pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a
qué esperarlo?” (Ro 8,24). Como se ve, esto contradice completamente la tesis del autor, ya que
sustenta la esperanza en todas las cosas que ve.

De igual modo, Rodríguez trata de eliminar todo indicio de promesa mesiánica, citando un
contexto en el cual no aparece explícito el Mesías. Si extrajéramos el libro de Eclesiastés del canon
bíblico, pienso que aún se tendría que explicar el sentido del primer verso. Dentro de la
hermenéutica que se le podría hacer al texto, se debería resaltar la importancia en el contexto
judío de ser hijo de David, porque obedece a una promesa de redención, a un pacto hecho por
Dios con un matiz de eternidad.

Manteniendo abierta esa puerta del buen juicio, y pensando en la aplicación práctica y actual de la
idea del autor del artículo, “… más vale cachorro vivo que león muerto”, en donde lo que prima es
el mantenerse vivo para poder tener esperanza, ya que el destino final de los hombres es igual que
el de los animales (Ecl 3,19). Como en algún lugar está escrito: “… comamos y bebamos porque
mañana moriremos”. Pienso que el autor resalta el hecho de vivir el momento para disfrutar de
las cosas de este mundo. Indiscutiblemente suena muy seductor.

Ahora, en ese buen juicio, por simple curiosidad se puede seguir leyendo: “… porque tus obras ya
son agradables a Dios” (Ecl 9,7), sólo tres versos adelante se realiza esta afirmación que tiene un
contexto muy amplio, pues son pocos los que pueden decir que sus obras son agradables delante
de Dios. Por tanto, la razón me indicaría que en esa afirmación no se podría confiar. Mirando la
comparación que hace Rodríguez respecto al final de los hombres y de los animales, vemos que
Preparado por: Oscar Javier Restrepo

también Eclesiastés afirma: ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y
que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra? (Ecl 3:21). Nuevamente sólo dos versos
adelante del citado por el autor aparece una aclaración: indiscutiblemente todos morimos, pero
los sitios a los cuales vamos son diferentes. Esto sin salirnos del texto.

Por estas razones y otras tantas, que no desarrollo porque implicarían mucho espacio y tiempo,
pienso que los argumentos dados por Jorge Luis Rodríguez en su artículo “Mientras hay vida hay
esperanza”, están salidos del contexto bíblico.

Por último, la hermenéutica imaginativa planteada en donde al preguntar: Qohélet: ¿cuál es la


esperanza en la que esperas? -Mi esperanza es seguir vivo, vivir, no morir, dejar de tener miedo de
Dios y de los invasores, sentir nuevamente que Dios está próximo y que no es indiferente a los
males que afligen nuestra tierra. Estas palabras planteadas en el contexto del autor son para el
depresivo y el suicida, para aquel que no tiene paz. El que tiene las cosas debe disfrutar de ellas,
pero ¿en donde queda el que no las tiene?

Colocar nuestra esperanza en las cosas del mundo, como sutilmente lo plante el autor, es no darle
a Dios el lugar que se merece.

También podría gustarte