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T ESIS P SICOLÓGICA No 2 2 0 0 7 9 1 - 1 0 0

Tramas de lo Inconsciente:
El Delirio de la Locura y la Realidad

Rosendo Rodríguez Fernández*∗

Recibido agosto 5 de 2007 Aceptado septiembre 21 de 2007

RESUMEN
En el presente texto, se hace un recorrido por algunas experiencias en torno a la
psicosis, considerada tradicionalmente como una psicopatología y tratada en consecuencia
durante la mayor parte de la historia. Se reseñan algunas posturas asumidas por los investi-
gadores, en su mayoría psicoterapeutas y se asume, de entrada, el psicoanálisis como enfo-
que epistemológico y metodológico, en términos de una propuesta que pretende aportar al
estudio de la factibilidad de inclusión social del paciente psiquiátrico, inclusión que va más
allá de la simple vinculación laboral.

Palabras clave: locura, segregación y terapia.

ABSTRACT
The current text explores some experiences around the psychosis, traditionally consi-
dered as a psychopathology and consequently treated along history. The text describes some
stances taken by researchers, mostly psychotherapists, and thus seeing psychoanalysis from
an epistemological and methodological perspective; in terms of a proposal that intends to
provide the study with the feasibility of a psychiatric patient’s social inclusion, an inclusion
that goes beyond a simple labour linkage.

Key words: sadness, therapy, segregation.

* Especialista en Educación Superior, Universidad Nacional Abierta y a Distancia. Correspondencia: Ro-


sendo Rodríguez, Fundación Universitaria Los Libertadores, Facultad de Psicología, Cra 16 # 63ª-68,
rosendo20038@hotmail.com

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E l cuestionamiento del enfoque, métodos y


resultados de la psiquiatría y la psicología,
vistas como disciplinas que emergen liga-
das a la historia de la locura, trajo como
resultado el surgimiento de propuestas
tes clínicas cuya característica esencial es la
deshumanización del llamado enfermo y
su contraparte, el médico, quienes entran
más en la dimensión de la tortura y la pri-
vación de los derechos civiles (Schatzman,
alternativas de marcada influencia freudo- publicado en Forti, 1976).
marxista que, a partir de tal ruptura, gene- En suma, el movimiento contracul-
raron nuevos lenguajes y, por consiguiente, tural muestra que la enfermedad mental es
nuevos modos de relación entre los indivi- un mito, forjado para segregar individuos
duos que han tenido un papel protagóni- indeseables socialmente, que ha devenido
co en la historia de la enfermedad mental. en la historia misma de las ciencias socia-
Scorpio, Laing, Cooper, Schatzman, Berke les, vistas no ya como ciencias por la an-
representan el movimiento contracultural, tipsiquiatría, sino como dispositivos ideo-
antipsiquiátrico que surgió en Inglaterra lógicos. Al lado del médico, los críticos
durante las décadas de la posguerra y de- sitúan al policía y al sacerdote como con-
nunció la postura psiquiátrica tradicional troladores y guardianes de la moral, defen-
como un dispositivo de mistificación, cuyo sores del orden instituido y en consecuen-
sentido oculto es el control del excluido cia investidos de una autoridad cuyo signo
de la sociedad a partir de una justificación es la mistificación. En este enfoque crítico,
amparada en la autoridad de la ciencia. la locura es un producto ideológico o una
El análisis de las relaciones del indi- creación de las pseudociencias. En esa di-
viduo con la sociedad, comenzando por la rección, Joseph Berke (publicado en Forti,
familia y extendiéndose a la sociedad y a la 1976), muestra como algunas técnicas de
cultura, conduce a la inevitable conclusión terapia, derivadas de la ideología médica,
de que estas últimas segregan a determi- son verdaderos procedimientos de tortu-
nados individuos a los que nombra locos ra, más allá del mismo encerramiento. Es
y los hace depositarios de todo aquello el caso del estudio sobre el electro-choque,
que rechazan por consideraciones mora- que termina convirtiéndose en un signifi-
les (Laing y Schatzman, 1972; Forti, 1976). cante de curación para el loco, en la misma
Las disciplinas pseudocientíficas intentan medida en que el medicamento. Mediante
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mantener el problema de la locura enca- el procedimiento, observa Berke, el loco se


denado a un sistema reconocido como reconoce y tiene su lugar. Como el electro-
encaminado a la curación, siendo este tér- choque cura, el resultado es la curación del
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mino un significante que determina rela- loco, al menos por un tiempo, pues retro-
ciones de dominación entre un equipo de cede hacia la patología tan pronto como
profesionales de la salud “medicalizado”, cesa la atención médica.
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que incluso opera inconscientemente con Una diferencia importante, aunque


relación a su finalidad. La psiquiatría tra- parta del consenso sobre lo anterior, es la
dicional, dispositivo ideológico de control de Basaglia (1972, 1976), quien reconoce la
social, no opera sobre bases científicas, existencia de la enfermedad mental como
sino desde una tradición con apariencia entidad clínica, la cual, para su interven-
de medicina (Szasz, publicado en Suárez, ción, requiere, no obstante, el reconoci-
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1979). Así, el mito de la enfermedad men- miento de los derechos civiles del enfermo
tal se traduce en toda una serie de varian- y su significación como par con respecto

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al personal que interviene en la terapia. Gilles Deleuze y Félix Guattari


Basaglia cuestiona la ideología que con- asocian el capitalismo y la esquizofrenia
duce a la implantación de los mecanismos y muestran un horizonte abierto a la dis-
represivos propios de las prisiones en los cusión, al mostrar los intentos de las ins-
centros de acopio de enfermos mentales y tituciones sociales por atrapar el deseo
progresivamente abre las puertas del ma- en códigos capaces de dar cuenta (y por
nicomio de Gorizia, llegando a demostrar consiguiente de proporcionar los medios
que el enfermo mental no es un delincuen- de control) de su dinámica, pretendida úl-
te, y que requiere procesos de socialización timamente por el psicoanálisis “edípico”.
donde pueda tener su propio lugar como Frente al planteamiento freudiano de una
ser humano. Sin embargo, y mucho más realidad en que el deseo emerge de la falta,
importante, Basaglia demuestra que el dis- Deleuze y Guattari oponen la idea de la
positivo terapéutico es la misma sociedad. máquina deseante. En sí mismo, el hom-
La inclusión del enfermo mental deviene bre es productor de deseos, sin que sea nece-
en solución, pues es su humanización la saria la falta para que el deseo se produzca.
resultante de la apertura del hospital, en Entonces, no es del drama edípico de lo
que el tratamiento es voluntario y en que que se tendría que hablar en una intelec-
se abre el espacio para el conocimiento de ción de lo humano, sino de la máquina, no
sí. Al suprimir los mecanismos de control, en un sentido mecanicista, como tampoco
el loco tiene un lugar reconocido desde el como una metáfora, la máquina en tanto
que puede emerger con sus derechos, y que productora de deseo: comer, defecar,
trabajar sobre su enfermedad. tener actividad genital, etc., no requieren
Roger Gentis, como director de hos- de Edipo. Son, en sí mismos, deseos pro-
pital, no tuvo la misma fortuna que Basaglia ducidos por la máquina.
en su intento de transformar las estructuras En este orden de ideas, la esquizo-
sociales imperantes durante su permanencia frenia ha sido reprimida desde la misma
en un hospital de las afueras de París. Gen- concepción freudiana, es decir, desde la
tis observa el asilo como un refugio para el lógica edípica. Este concepto ha impuesto
loco que le permite escapar de la segrega- a la esquizofrenia la cura, es decir, ha im-
ción, paradójicamente auto-marginándose, puesto a la máquina deseante el límite y ha

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sin dejar de lado que el papel reservado al llevado al psicoanalista a convertirse en un
cuerpo médico es el de vigilar, controlar y agente de las instituciones sociales (Deleu-
castigar. El temor al cambio sujeta al loco al ze y Guattari, publicados en Forti, 1976).
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conservador esquema del asilo y al médico, Por otra parte, Guattari muestra
a sus procedimientos, adquiriendo el dis- que existe, a partir de los trabajos de los
positivo el significado de la cura, aún cuan- lingüistas, un intento sistemático de codi-
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do la cura es un mito irrealizable, pues la ficación del deseo, que se puede traducir
ideología psiquiátrica postula que la locura en el extremo ideal fascista, consistente en
es incurable. Concluye Gentis, de manera instaurar al significante como el tirano que
armónica con los antipsiquiatras ingleses e en lo sucesivo debería encajonar el deseo:
italianos, que el manicomio oculta al loco “Los delegados, los representantes, los
y lo convierte en objeto de feria, pero a la sustitutos, los detentadores del significan-
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vez, el loco se asume en su papel y su papel te imponen el régimen de una ley de sig-
es ser incurable (Gentis, 1972). nificación: cualquier cosa que hayas hecho

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debe significar algo; para cada significan- capitalista, desde la lógica de la falta que no
te su significado; para cada significado su quiere tolerar al deseo y no le quiere dar lu-
significante; ¡Es el reglamento!” (Guattari, gar en la institución más que según la ley
1976, p.86). Las máquinas productoras de del significante. Darle un lugar, preservarlo
deseo han producido también una máquina y ordenarlo, ese es el papel del análisis con
codificadora de las significaciones, que es respecto al deseo en el conjunto de las ins-
la Institución. Una de las funciones de ésta tituciones y la sociedad. Guattari concluye
es distribuir la culpa, pues la más mínima con esta salida, no tan utópica, de modifi-
manifestación semiótica debe tener allí su car local y colectivamente los estados de las
correspondiente. La máquina institucional personas, lo que modificará los objetos de
se funda en una lógica edípica, una lógica deseo y producirá una inflexión de sus co-
de la culpa, que sustenta una economía co- nexiones mecánicas.
lectiva del deseo, que se pretende universal, En suma, la descentralización de la
próxima y que está involucrada en cualquier máquina productora de deseo, y en conse-
secuencia semiótica, dispuesta a endilgarle cuencia, el devenir de una economía libi-
su responsabilidad. Su postulado fuerte, es dinal exenta de culpa, en que se disponen
pues, la deuda universal del hombre, su fal- estratos semióticos a-significantes, opera
ta, postulado desde el cual se impone sofo- como dispositivo transformador que hace
car el deseo, para lo que se invocan tanto al innecesaria la máquina decodificadora.
universo como a la historia. En esa lógica El deseo entonces fluye, desmarcado ya
significante, unívoca, las manifestaciones de Edipo y su culpa universal, y, conclu-
semióticas caen bajo el imperio de la se- ye Guattari, el significante, tiránico, cede
miología del Super Yo, y se impone la voz su lugar al humor. En esta perspectiva, la
gruesa, el bigote del director, o el capricho esquizofrenia desaparece como conjunto
de su mujer o el buen sentido del delegado de significaciones que proscriben su mani-
sindical (p. 85-86). festación desde la mirada del neurótico, y
Este panorama imperialista, sin em- aparece como posibilidad semiótica a-sig-
bargo, puede ser superado. A la economía nificante, que requiere un lugar distinto en
del significante y del significado institucio- las instituciones sociales, un lugar distinto
nal, y de la culpa universal, de la situación al que le han adjudicado tradicionalmente
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orwelliana, opone Guattari otra economía la moral, la religión y la psiquiatría.


colectiva del deseo: “Ella se propondrá Desde el psicoanálisis, una experien-
permanentemente desbordar los puntos de cia de trabajo en el asilo es retomada por
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individualización de la economía libidinal, Maud Mannoni, que parte de la crítica de


los puntos de responsabilización, las trans- los postulados de la psiquiatría y hace una
ferencias exclusivas que repliegan el deseo convergencia con las posturas anterior-
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sobre las personas y sobre los roles, sobre mente reseñadas, en particular en lo que
la jerarquía y sobre todo lo que se engancha se refiere a la psiquiatría como dispositivo
en los puntos de significación” (p. 86). de segregación, pero señala allí, en el fe-
Frente a la postura edípica, enton- nómeno del internamiento, una dinámica
ces, es preciso oponer el deseo, ya como del deseo en que fundamentalmente mé-
producción no condicionada por la falta. dico y enfermo repiten de modo incons-
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La lectura de Guattari de la esquizofrenia ciente y compulsivo aquello reprimido y


obedece a su producción en un contexto olvidado que los determina. Hace énfasis

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en el postulado freudiano del sufrimiento, En efecto, en el tiempo pretérito de


el cual, entre otras posibilidades, proviene la situación hospitalaria está la situación
también de otros hombres y éste es el peor familiar, en que el loco emerge cuando la
de todos. El principio del placer impide palabra no logra, o cuando la palabra es
constantemente al hombre llegar al goce, negada, tanto como la misma situación.
existe siempre una distancia entre el placer La fantasía viene a llenar el vacío que deja
y la realidad y queda siempre ligado a una la negación del otro en la relación diádica.
desgracia original: la premaduración. En otras palabras, la simbiosis es la nega-
El ser y el yo en conflicto, desde ción del Otro, aunque dicha afirmación
el mismo nacimiento, llevarán al hombre (de la negación del Otro) también proven-
a vivir la desgracia, a experimentar el su- ga de allí. La locura deviene estrategia, y en
frimiento, siendo la felicidad un ideal, un la repetición con el psiquiatra, el loco y el
deseo cuya realización no aparece en los psiquiatra intentan anularse mutuamente,
planes del demiurgo (1980, p. 29). Siendo a través del juego de la curación. Mannoni
la historia del hombre la historia de la re- enfrenta directamente a la psiquiatría y la
presión de su deseo, la locura se constituye psicología con una realidad que intentan
en la negación más radical de la desgracia enmascarar: su origen común como dis-
original del hombre, negación de la repre- positivos de segregación, y en consecuen-
sión, y expresión de tal negación en el loco cia, su suspensión en el limbo de la contra-
y su delirio, en palabras casi textuales de dicción. La búsqueda de “tornar el saber
Mannoni. Al negar la realidad, es a sí mis- transparente al discurso” (Bertherat, cita-
mo a quien excluye el loco. Esto no exime, do por Mannoni, p.65), se traduce en un
de modo alguno, al psiquiatra, pues su de- cierre del saber frente a la palabra del loco.
seo puede ser seguido a través de todo el La imposibilidad de que el loco produzca
dispositivo psiquiátrico, la ideología de la efectos de verdad, como consecuencia, en
segregación, que enmascara una profusa el discurso (saber) del psiquiatra o psicólo-
ignorancia, ignorancia productora de sig- go, impone el cierre dogmático en la estre-
nificantes que terminan fijando al etique- cha visión de tal verdad. Donde la palabra
tado a la enfermedad. del otro no trastoca, no cuestiona, no pro-
El deseo del psiquiatra de eludir la duce otro efecto distinto al de la mueca de

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enfermedad que él mismo (su ideología) la sabiduría de quien detenta dicha verdad,
produce, al intentar enmascarar su ignoran- no hay otra posibilidad que la cura de los
cia acerca de la psicosis, se traduce en un psiquiatras, que saben que no curan.
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postulado de impotencia: la esquizofrenia Estalla la mentira, dice Mannoni, de


es incurable. La locura, si se cura, indica que las curas, mientras que su motor es sofo-
el loco no estaba loco. El juego del poder, car la palabra del psicótico. Se aplican las
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planteado en la relación entre el psiquiatra consabidas medidas administrativas, o las


y su loco, es el de quien supone que sabe elaboraciones teóricas en las que “inten-
que el otro no tiene cura, y el del significa- tamos centrar lo que es preciso mantener
do como tal, que al acceder a la demanda excluido de la estructura” (p. 62).
del psiquiatra de no curación, en efecto, no Sumando, el psicoanálisis de Man-
se cura, sino que se fija a la enfermedad, la noni, derivado de los postulados de Lacan,
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cual en cualquier caso, es una oferta, prime- enunciados desde sus Seminarios, se tradu-
ro de la familia, y luego del hospital. ce en una propuesta crítica que no ofrece

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soluciones a primera vista y de manera in- negación como otro (es decir, el efecto de
mediata. Esencialmente, intenta abrir, para la forclusión de la palabra del padre).
el llamado psicótico, en primera instancia Este juego del deseo termina fijado
(pues en segunda instancia será su lugar), por los clínicos de la psicosis, que, gracias
un lugar en que sus palabras tengan efectos a este dispositivo, logran ignorarla, ocul-
de verdad, donde la relación con el analista tándola tras el velo de la autoridad que les
pone en juego su deseo ya en una relación confiere un sistema de creencias pseudo-
dialéctica con el otro no reconocido, que científico. Su denuncia es un principio de
vehiculiza al Otro, dado que el otro siem- solución, donde la solución de la psiquia-
pre habla desde ese lugar. Pasa, pues, a pro- tría es en buena medida el problema. Si,
ponerse la psicosis como la puerta de en- idealmente, se pudiera superar este pro-
trada al significado del mito, primero de la blema ideológico, quedaría todavía por
enfermedad mental, propia de la nosología resolver el problema de la locura, aunque
psiquiátrica, y al tránsito por su espesa capa no parece tan descabellado permitir su vi-
que conduce invariablemente a la ideología vencia en el plano de lo social no solamen-
(mitología) familiar. te como brujería o religión, sino también
Los efectos poïéticos del discurso como locura en sí.
se constituyen en el correlato de la ex-
teriorización de los fenómenos califica- Algunos mitos sobre el origen… de
dos como psicóticos. Ya allí, observando la locura
como la mayoría sigue situada en esa ló- En 1924, Freud mostraba esquemá-
gica de la exclusión, es posible, a partir ticamente el concepto psicoanalítico de la
de ese reconocimiento por su parte, dar psicosis, como una forma de dominio del
lugar en el plano de lo social a la pala- mundo exterior sobre el yo por dos cami-
bra del psicótico reconociendo sus efec- nos: la percepción actual, por un lado, y la
tos simbólicos. Por supuesto que esto no memoria de las percepciones del pasado,
garantiza en modo alguno la realización por otra. La perturbación que ocasiona el
de alguna supuesta utopía freudiana, de mundo exterior al yo constituye un vacío
lograr un bienestar en la cultura, pues el que es preciso remediar de algún modo,
cruel superyó impone la felicidad como pues el mundo exterior amenaza de tal
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ideal y rechaza el camino para lograrla, modo al yo que éste podría desaparecer.
proscribiendo el incesto. De este modo, El yo desarrolla una formación optativa en
para Mannoni, no solamente es la ideolo- que privilegia los impulsos del ello y se mar-
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gía en torno a la locura lo que constituye gina del mundo exterior a través del “par-
el problema de la psicosis, sino es además che” que coloca sobre el vacío (o la desga-
un problema estructural, propio del suje- rradura de la relación del yo con el mundo
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to, que sigue atrapado en el lenguaje, bien exterior) y este remiendo es el delirio, con-
sea que reconozca y sea reconocido por siderado por Freud como una tentativa de
el Otro (específicamente en el plano de la defensa. La etiología de la psicosis es “…
función simbólica del padre), o bien sea siempre la frustración, el incumplimiento
que, al rechazar (forcluir, negar), la pa- de uno de aquellos deseos infantiles, jamás
labra del otro (madre que niega al Otro, dominados, que tan hondamente arraigan
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aunque habla desde su lugar, es decir, el en nuestra organización, determinada por


lugar del Otro), esto constituya su propia la filogenia” (Freud, 1993, p. 694). Es de-

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cir, desde Freud, el problema de la psicosis rece reprimido y olvidado en el sujeto, que
tiene lugar ya antes del nacimiento, aspecto es en esencia el misterio de su origen, el
que después tomará Bateson en un sentido misterio de su vivencia amniótica, y la míti-
social, afirmando este autor, luego de varias ca nominación que hace de tal experiencia,
experiencias con familias de psicóticos, que en la que se conjugan tanto lo imaginario
la patología adviene con tres generaciones (el deseo que se desprende de la relación
(citado por Mannoni, l. c.). con la madre) y lo simbólico (a partir de la
La historia del sujeto que se reco- fantasía, la elaboración de límites en la ex-
noce empieza en el universo simbólico periencia, límites que se hacen cada vez más
que se piensa como el tiempo pretérito, precisos en la medida en que el sujeto va del
ya lejano, tiene su continuidad en expe- narcisismo primario a la socialización.
riencias que solamente de manera relati- El psicótico, a diferencia del neuró-
vamente reciente se han reconocido como tico, sin embargo, no abandona el paraíso,
trascendentales para el individuo. Se trata, a pesar de la voz del Otro (en el sentido
más allá de la filogenia, del inicio mismo lacaniano del término) que habla desde la
del sujeto en el plano del deseo, no sola- cultura (el buen Dios que expulsa al hom-
mente como un órgano en evolución en el bre del paraíso, pues saber y devoción no
vientre de la madre, sino ya como un ser se conjugan bien en el plano del deseo), y
fantaseado, imaginado por la madre. se queda en una unidad simbiótica con la
Así, si Freud ha señalado la memoria madre. La madre-realidad, es la que entra-
biológica, y Bateson ha recuperado la me- ña la experiencia del psicótico, para quien
moria social de las generaciones, Caruso el buen Dios se convierte en una amenaza,
recupera la memoria pre-natal para marcar pues al ser uno-con la madre, el psicóti-
otro hito en el proceso de socialización: el co queda librado al deseo de ésta (madre-
significado de la aceptación o el rechazo, objeto), sin aceptar, sin embargo, su pro-
consciente o/e inconsciente del niño en pia homosexualidad, pues aún le queda
formación, es determinante en su relación mucho terreno por recorrer para llegar a
posterior con el mundo exterior (Caruso, ser la mujer del padre, deseo que exige la
1979). Ya Freud, en su Tótem y Tabú, ha- creación de una identidad. No obstante,
bía sentado las bases para establecer una los contenidos de los mitos culturales, de

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teoría del pensamiento mítico anclada en las religiones, admiten un amor profundo
la experiencia del ser humano en el vientre entre Dios y el hombre, un amor que sin
materno, al hacer surgir del mundo del neu- duda tiene los componentes sublimados
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rótico y del hombre primitivo las teorías del de los impulsos sexuales dirigidos hacia el
origen, cuya fuerza se centra precisamente padre-objeto, quien, normalmente al tener
en la remisión a una experiencia que ya se vedados los hijos y ser vetado por éstos
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ha vivido antes: si el hombre ha sido expul- como objeto sexual, será idealizado como
sado del Paraíso, y tiene la nostalgia de su objeto y, en un apoteósico tránsito, la pul-
pérdida a manos de los malos oficios de la sión tomará el camino místico para su sa-
mujer, esto se traduce en una verdad dog- tisfacción. Esto es, lo que no se satisface
mática por cuanto el referente del paraíso en el plano simbólico, o no tiene lugar allí,
es el vientre grávido, y el de la expulsión se satisface en lo imaginario, y lo imagi-
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es la separación de la madre y el hijo en el nario ocupa el lugar de la realidad (Báez,


nacimiento. Lo que está en la cultura, apa- 2007, p. 48-57).

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Sin embargo, habría que decir algo de su propio invento, paga su acto caní-
acerca de la instauración del plano simbó- bal con la prohibición de acceso al objeto
lico en el psiquismo del sujeto. Toda una deseado, motivo del asesinato del padre.
fenomenología de los rituales, situados en Así, si bien puede reconocerse en la envi-
una perspectiva histórico-socio-cultural, dia de pene o vagina una dinámica ligada
puede ser encontrada en la obra de Bru- a una disposición bisexual originaria, estos
no Bettelheim. El autor, en su experiencia rituales muy bien pueden estar ligados al
con niños pre-adolescentes, y sujetos que deseo: la castración, como procedimiento
entran en la adolescencia, diagnosticados para reconciliarse con el muerto, o la iden-
como esquizofrénicos, dotados de inteli- tificación con el objeto femenino, para ser
gencia normal y superior, encontraba evi- la mujer del padre.
dencias de una teoría freudiana en torno Estos trabajos apuntan a que, en
a la sexualidad, en la que habría, genéti- primer lugar, aunque la historia puede pa-
camente en el ser humano, una disposi- recer discontinua, tiene una continuidad.
ción bisexual originaria. Desde ese plano, Esta continuidad de la historia es algo que
Bettelheim establece una relación entre introduce el psicoanálisis, desde el plano
dicha disposición, y la elaboración de los biológico, primero, que se traduce en lo
rituales de paso, en los que los jóvenes es- imaginario, primero, y luego en lo sim-
quizofrénicos, carentes de familiares en su bólico. Es decir, la experiencia del sujeto,
ambiente clínico, disponen de pares con esto es, del sujeto de la cultura (el Otro de
quienes desarrollan las dinámicas psíqui- Lacan), obedece a una continuidad igno-
cas equiparables a los rituales de asunción ta, propia del plano de lo real, que Freud
de la identidad adulta por parte de los interpretó como de orden filogenético
jóvenes normales. Bettelheim encuentra refiriéndose en concreto al hombre. Lo
trascendental en la comprensión de la fe- real, sin embargo, podría ser considera-
nomenología de la psicosis, la elaboración do, además de un orden, una experiencia
de los rituales a partir de la envidia de los que se podría adscribir a la gestación en el
órganos genitales del sexo opuesto entre vientre materno, y a los primeros meses de
los esquizofrénicos, rituales que les permi- vida infantil, en que el lenguaje está en la
ten vivir la experiencia de tener “el secreto madre, pero aún no está propiamente en
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o el poder” del otro sexo. Bettelheim hace el niño. El plano imaginario surge con el
surgir, como Freud, un intento de restau- nacimiento, pues la satisfacción del deseo
ración del yo escindido por la realidad a por sustitución del objeto es ciertamente
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través de esa vivencia delirante que es el ri- temprana: el seno se sustituye por cual-
tual. Sin embargo, encuentra que la envidia quier objeto que proporcione el anhelado
de pene de la mujer, y la envidia de vagina placer de mamar, que muy temprano se
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o de senos, en el varón, puede encontrase independiza de la necesidad de alimen-


en los más elaborados rituales religiosos to. En lo sucesivo, la fantasía sustituirá a
de las llamadas comunidades indígenas, así la realidad cuando ésta prohíba al sujeto
como entre los neuróticos obsesivos (Bet- la satisfacción del deseo, y el deseo, en su
telheim, 1974). La instauración del símbo- complejidad, requerirá de las manifesta-
lo tiene lugar cuando, en la búsqueda de ciones culturales más contradictorias para
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una identidad, el ser humano devora al satisfacerse, incluyendo entre otras cosas,
padre y asimila sus poderes, pero, víctima la satisfacción de no quedar satisfecho. En

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la psicosis, la perturbación de la relación estimulación de tres generaciones, par-


entre el niño y la madre, proveniente de la tiendo de las vivencias inmediatas con el
realidad, generará la disgregación del yo, y objeto primordial (la madre) y trasegando
su fusión imaginaria con la madre, fusión con una madre imaginaria, completa, con
que se manifiesta como delirio, o en la la que vive una simbiosis. Uno de los mi-
cultura, como sistema de creencias (Báez, tos de la psiquiatría, tocados en el presente
2007, p. 54). El padre, en la psicosis, como escrito, es la incurabilidad de la psicosis, o
objeto denegado en su calidad de símbo- la imposibilidad de sustraer del narcisismo
lo, se convertirá en un significante o bien primario, o de la simbiosis imaginaria, al
desprovisto de significado, como en el au- loco. La denuncia que hizo la antipsiquia-
tismo, o bien en un objeto perseguidor: la tría, de la mistificación de la locura y de
culpa ocupa el plano de la experiencia real su tratamiento según modelos propios de
(el imaginario llena la vivencia del loco, a la Inquisición, por parte de los modelos
diferencia de la culpa del neurótico, que al médicos, desde mediados del siglo XX en
ser simbolizada, ocupa su lugar en ese pla- Europa, condujo a la idea de “no retroce-
no, como un decir, como una palabra). der ante la psicosis” paráfrasis célebre en
el psicoanálisis, en tanto que en el plano
Comentario final del lenguaje, y aunque el psicótico perma-
El ser humano, en tránsito del nar- nezca al margen del símbolo, solamente
cisismo a la socialización, desde la expe- es posible una curación donde se cree que
riencia del vientre hasta la experiencia de ella puede existir. El lenguaje es autopoïé-
la edad adulta y la ancianidad, recorre un tico. Así, se ha planteado que es posible in-
largo camino en que su deseo se opone troducir el símbolo en la relación simbió-
dialécticamente a la realidad. En su afán tica y llevar al psicótico al reconocimiento
de vivir el ideal de sí que ha forjado his- de la castración en tal plano, a través de la
tóricamente, ha creado la patología, en el realización del deseo en lo simbólico. Sin
seno de una cultura que, en principio, es embargo, el primer paso para acceder al
su propia creación, pero como código, saber acerca de la locura, es permitirle a
es autopoïética, y a su vez, es forjadora esta que hable a través del loco - la locura
de sujetos. Así, la patología ha sustituido también debe ser autopoïética - y recono-

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a la brujería, en buena medida, aunque la cer el saber del loco sobre su locura, toda
experiencia cotidiana muestra que la mi- vez que reconocer la institución de la lo-
tología sigue campeando, siendo la pato- cura implica deshacer las justificaciones
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logía un mito de la modernidad. El mito, de las prácticas segregacionistas. Implica


creador de enfermedades, ha creado la también que la locura puede reconocerse
psicosis, dispositivo ideológico en que se a través de los lugares que le otorga la cul-
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juega el deseo del Otro, código siempre tura en las franjas artísticas o científicas,
pronunciado por el otro. El loco entra en o religiosas, pero que requiere además un
el juego de la patología, viviendo el deseo lugar distinto al manicomio y la clínica: su
del Otro en la enfermedad mental. Sin em- legitimidad como tal. La fenomenología
bargo, la maraña del deseo no se reduce que introduce el psicoanálisis con respec-
a la actualidad del loco inscrito en la psi- to a la locura, ofrece una amplitud de ca-
T ESIS

copatología. La locura surge en el plano minos que desembocan en la realización


social, y se inscribe en el cultural. Surge simbólica, donde el delirio y la realidad
en el seno de la familia, en el curso de la constituyen las vestiduras del deseo.
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ROSENDO RODRÍGUE Z FERNÁNDE Z

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