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LUIS CARLOS GALÁN SARMIENTO

(Bucaramanga, 1943 - Bogotá, 1989) Político colombiano. Proclamado candidato presidencial por
la convención del partido liberal cayó víctima de una atentado mortal el 18 de agosto de 1989,
cuando se disponía a dirigirse a sus simpatizantes en un acto electoral en la plaza de Soacha, al sur
de Bogotá. Su participación política en el país se caracterizó por la rebeldía y la crítica constructiva.
Se comprometió sobre todo a combatir la corrupción y el clientelismo e intentó modernizar los
partidos políticos y las instituciones colombianas. Su mayor reto, no obstante, fue enfrentarse al
narcotráfico y su penetración en la sociedad colombiana, con lo que se convirtió en el blanco de la
violencia promovida por los capos de la droga, a quienes se atribuye la autoría intelectual de su
asesinato.

Luis Carlos Galán Sarmiento creció en el hogar formado por el doctor Mario Galán Gómez, político
y presidente de Ecopetrol durante once años, y Cecilia Sarmiento Suárez; era el tercero de doce
hijos. Durante muchos años se creyó que el líder liberal descendía del comunero  José Antonio
Galán; estudios recientes muestran que, aunque este parentesco no es claro, Luis Carlos Galán
tenía lazos familiares con distinguidos prohombres liberales. El padre de su tatarabuela paterna,
José Joaquín Vargas, comandante del ejército libertador de la Costa Atlántica, fue tío del político,
pensador y economista Florentino González Vargas y del general Plutarco Vargas, héroe radical
caído en la batalla de La Humareda. Por el lado materno, su abuela María Suárez Galvis Marín
Durán era prima segunda del presidente Eduardo Santos y de la madre del poeta y político Jorge
Gaitán Durán.

En 1949, la familia Galán se radicó en Bogotá, en una casa de la calle 59 con carrera 17. Al año
siguiente ingresó en el Colegio Americano. Alternó las temporadas de estudio con vacaciones en
Bucaramanga y Charalá, entablando una entrañable amistad con su primo Alfonso Valdivieso
Sarmiento, más tarde fiscal general de la nación. Cursó el bachillerato en el colegio departamental
Antonio Nariño, en el que ocupó el primer puesto durante todos sus estudios.

Durante su juventud participó en las manifestaciones estudiantiles contra el régimen militar del
general Gustavo Rojas Pinilla. "Durante una de ellas, en 1957 (relató Fernando Garavito), Galán
lanzaba piedra y recibía piedra, hasta que una, certeramente dirigida, lo golpeó en la nariz y
comenzó a sangrar a mares. Luis Carlos Galán conserva todavía la marca y un cierto ángulo nasal
que podría confundirse con el de los judíos; pero no, viene de allá, de la pedrada. Herido, un jeep
del ejército lo recogió y lo condujo a la plaza de toros, donde estuvo 24 horas detenido con la cara
inflamada, pero con el ánimo más inflamado todavía con el deseo de hacer algo único, de tumbar
la dictadura."

El 19 de noviembre de 1960 recibió el grado de bachiller y el año siguiente realizó un viaje a pie de
Bogotá a Charalá. Ingresó en la Universidad Javeriana, donde fundaría la revista Vértice; se
destacó en el sector estudiantil gracias a la ponencia que presentó, durante el III Congreso
Javeriano de abogados, en compañía de Raúl Gutiérrez, sobre la integración económica de
América Latina, que fue su tesis de grado. Recibió éste como doctor en Derecho y Economía el 6
de agosto de 1965. Ese mismo año Eduardo Santos, quien era padrino de matrimonio de los
padres de Galán, le llamó para colaborar en El Tiempo. En este diario inició una vertiginosa carrera
periodística: director de la sección económica, redactor de "Temas y Nombres", comentarista,
editorialista y miembro de la junta directiva.

Durante esta época fue influido por el pensador cristiano Teilhard de Chardin, en cuyo
pensamiento fue introducido, así como en otras corrientes filosóficas, por don Mario Galán. Desde
1968 hasta 1970 fue subgerente del periódico. Por su labor investigativa al lado de Enrique Santos
Calderón y Daniel Samper, los tres periodistas fueron conocidos como "los tres mosqueteros".
Célebre fue su crónica "Un instante para morir" (relato de un secuestro en Cuba) publicada en El
Tiempo entre el 25 y 29 de agosto de 1969.
Paralelamente, Luis Carlos Galán desarrolló una muy coherente carrera política. Desde la
convención liberal javeriana, en agosto de 1963, Galán expresó su deseo de formar nuevas
generaciones que intervinieran revitalizando el partido. En marzo de 1965 era miembro de la
Dirección Liberal de Bogotá y, todavía en la universidad, logró el apoyo de dos mil estudiantes a la
candidatura de Carlos Lleras Restrepo. Esta fructífera relación con el presidente lo llevaría a la
secretaría y, posteriormente, a la junta directiva de la Sociedad Económica de Amigos del País en
1966. Como miembro y secretario de la delegación colombiana a la Conferencia Mundial de
Comercio y Desarrollo (UNCTAD), viajó a Nueva Delhi, y luego a Oriente Medio.
En 1970, el presidente Misael Pastrana lo nombró ministro de Educación. La corta edad del
ministro resulta casi escandalosa y recuerda las audacias con que el presidente  Alfonso López
Pumarejo asombraba a sus contemporáneos. La actividad del joven ministro fue impresionante.
De sus dos años en el cargo resultó un balance de extraordinarias realizaciones: estatuto docente
para la profesionalización de la educación; ley 9º sobre colegios cooperativos; concentraciones de
desarrollo rural en 35 regiones del país; sistema de validación del bachillerato para mayores de 25
años; sistema de promoción automática en los tres primeros años de educación primaria; ley de
impuesto a los cigarrillos para financiación del deporte; transformación de quince seminarios en
colegios de primaria y bachillerato; promoción de la reforma universitaria de 1971.

En el Congreso, el ministro Galán se reveló como un eficaz orador parlamentario, mientras que en
el ministerio iba desplegando sus singulares condiciones para el magisterio y la cátedra, que ya
había venido desempeñando como profesor de Historia de las Ideas Políticas en la Universidad
Jorge Tadeo Lozano y como profesor de Derecho Civil en la Javeriana. En 1971, la amistad y el
compañerismo con Gloria Pachón Castro, redactora estrella de El Tiempo, se habían convertido en
amor, y el 22 de diciembre el ministro y la periodista, apadrinados por el presidente de la
República y doña María Cristina Arango de Pastrana, contrajeron matrimonio. Desde aquel día
Gloria se convirtió en la más eficaz y constante colaboradora del entonces ministro y luego
embajador y político.
El presidente Misael Pastrana Borrero lo nombró en 1972 embajador en Italia. Entre las misiones
que le fueron encomendadas figuraron la de representar en la FAO a Colombia, ser delegado en
reuniones de la UNESCO, la Oficina Iberoamericana de Educación y la Organización Mundial del
Turismo, presidir la delegación de Colombia en la Conferencia Mundial de Alimentación y
promover el acuerdo Colombo-Italiano para la creación del Centro Nacional de Restauración de
obras de arte. Impulsó también el proyecto de Desarrollo Rural Integrado, el acuerdo sobre el
ingreso de la Flota Mercante Grancolombiana a los puertos italianos y del Mediterráneo, y la
colaboración italiana en la construcción de los túneles de Quebradablanca (carretera Bogotá-
Villavicencio).

En 1972 nació en Bogotá su primogénito, Juan Manuel, y dos años más tarde nació su segundo
hijo, Claudio Mario, en Roma, donde adelantaba una especialización sobre la Comunidad
Económica Europea. Regresó al país en 1976 como codirector, con el ex presidente Lleras
Restrepo, del semanario Nueva Frontera. A la vez fue columnista permanente de los diarios El
Colombiano y Vanguardia Liberal. Ese mismo año nació en Bogotá su tercer hijo, Carlos Fernando.

En 1979 ingresó en la política activamente y fue elegido senador de la República por Santander. El
30 de noviembre de ese año fundó el movimiento Nuevo Liberalismo, como una alternativa
política dentro del partido liberal, apoyado por Álvaro García Herrera y Enrique Pardo Parra,
quienes lo habían acompañado durante su brillante actuación parlamentaria, en la que se destacó
en un debate sobre las minas de El Cerrejón.

Hacia mayo de 1981, en Villa de Leiva, redactó el documento esencial del nuevo movimiento
disidente: "Agoniza una época en Colombia (escribió en ese documento nº 1) y con ella también
las fórmulas políticas, sociales y económicas de la sociedad tradicional. A los ojos de toda la nación
es evidente que se agotan las antiguas concepciones institucionales. Está naciendo en Colombia
una nueva sociedad, lo que supone una nueva manera de entender y hacer política. La agonía de
una época histórica no es fácil para ningún pueblo y las incertidumbres sobre lo que debe nacer se
multiplican en estos momentos... Quienes promovemos el Nuevo Liberalismo somos liberales
porque nos sentimos herederos de lo que ha sido el partido liberal en la vida del país como vocero
del pueblo y sincero representante del espíritu democrático. El liberalismo ha sido la fuerza del
cambio en la sociedad colombiana, pero hoy, al cabo de un cuarto de siglo de política
frentenacionalista, el liberalismo está paralizado, afronta una profunda crisis de identidad, lo
aprisionan intereses egoístas y lo amenazan aventureros del populismo... En los últimos años el
liberalismo dejó de ser el partido del pueblo para convertirse en partido de gobierno hasta
considerar el poder como un fin en sí mismo... Avanza hacia un derrumbe fatal y definitivo, no por
mérito de su adversario tradicional, que vive problemas iguales y peores que los que afectan el
área liberal, sino por el desconcierto ideológico de un partido cuya identidad estuvo siempre en su
capacidad creativa, en la pulcritud de sus dirigentes y en la sinceridad de sus luchas, características
que hoy parecen perdidas y que el Nuevo Liberalismo busca rescatar en franca apelación al
pueblo".
Como metas fundamentales el nuevo movimiento fijó una serie de puntos: una nueva dimensión
de la independencia nacional, resaltando una política exterior dirigida a la construcción de un
nuevo sistema de relaciones internacionales, apoyando la multiplicación de asociaciones de tipo
regional y por la unificación de América Latina; la demarcación de una política cultural de carácter
democrático, basada en un proceso de recuperación de los valores culturales y de la riqueza de su
patrimonio artístico, histórico, arqueológico y arquitectónico; una clara defensa del movimiento
indígena colombiano, remarcando la presencia indígena en las instituciones democráticas y
poniendo en consideración los requerimientos de la Coordinadora Indígena Nacional, como son el
respeto a la autodeterminación cultural, social, política y económica de las comunidades
indígenas, la devolución de tierras y ampliación de resguardos y el saneamiento de las reservas de
propiedad de las comunidades indígenas, suspendiendo de inmediato los programas de
colonización que pudieran ser organizados por el Estado.

Por medio de la democracia orgánica, el Nuevo Liberalismo proponía organizar las relaciones
políticas, económicas y sociales en forma democrática, renovando la forma de hacer política en el
Congreso por medio de la reducción del presupuesto, la supresión del turismo y las corruptelas de
los congresistas, gracias a la reglamentación de las fuentes de financiamiento. Se pretendía
respaldar la descentralización administrativa, económica y cultural del país, luchar contra los
monopolios y la concentración de la riqueza, frenar los abusos de los grandes grupos financieros y
eliminar la miseria como base de una democracia económica. Y a la vez apoyar a las
organizaciones populares, los sindicatos y las diversas formas de participación popular para el
desarrollo de una democracia social. Una última aspiración era un sistema nacional de salud que,
abarcando todas las capas de la sociedad colombiana, supusiese una verdadera conquista y un
derecho real para el pueblo.

El ideario del Nuevo Liberalismo abarcó casi todos los aspectos del acontecer nacional, desde la
renovación de la administración pública, la justicia y el código de estado civil hasta la vital
importancia de los medios de comunicación, la modernización agropecuaria y la transformación de
los sectores industriales, crediticios y de política económica internacional. Subrayó con ojo
previsor la problemática ecológica y recalcó la importancia de un fortalecimiento de la política
fiscal.

Tras la primera convocatoria del Nuevo Liberalismo en el Salón Rojo del Hotel Tequendama el 29
de abril de 1980, Galán se consagró por entero a la actividad política. Dos años más tarde fue
candidato presidencial y obtuvo 745.000 votos. El movimiento, que participó en las elecciones
nacionales hasta 1988, contaba con seis senadores, nueve representantes a la Cámara, 27
diputados y 350 concejales a principios de los años ochenta. En 1983 formó parte como senador
de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores y se destacó por sus denuncias contra la
corrupción administrativa, la reforma de la televisión y las actividades ilegales de algunos
congresistas.
En 1984 el Nuevo Liberalismo obtuvo 605.408 votos en las elecciones corporativas, pero dos años
más tarde Luis Carlos Galán se abstuvo de participar en las elecciones presidenciales, para no
ahondar la división en el seno de su partido. Al año siguiente dictó un curso en Oxford y viajó por
varios países europeos. De forma paralela al desarrollo del Nuevo Liberalismo, el país se encontró
sumergido en una atroz ola de asesinatos instigados por las mafias del narcotráfico, organizadas
en poderosos cárteles (el cártel de Medellín y el de Cali, encabezados respectivamente por  Pablo
Escobar y Gilberto Rodríguez Orejuela). En 1987 ya habían caído el ministro de justicia Rodrigo
Lara Bonilla, miembro del movimiento galanista; el director de El Espectador Guillermo Cano y el
candidato presidencial Jaime Pardo Leal, además de un sinnúmero de magistrados, jueces,
senadores y periodistas.
En 1988, la convención nacional del liberalismo en Cartagena aceptó la idea lanzada por Galán de
convocar una consulta popular para la democratización del partido. El 6 de julio de 1989, el
liberalismo unido lanzó la candidatura presidencial de Galán, quien nombró a César Gaviria como
su jefe de campaña. Todas las encuestas le otorgaban más del 60 por ciento de los votos. Cuando
el 18 de agosto, en plena campaña electoral, Galán subió a la tarima de oradores de la plaza de
Soacha, tenía la seguridad del triunfo, pero fue asesinado. En el Cementerio Central de Bogotá,
durante el sepelio en el que cientos de miles de personas acompañaron el féretro, su hijo Juan
Manuel encomendó las banderas de su padre a César Gaviria. Como escribió Juan Lozano: "La
Constitución de 1991 es el mejor homenaje a la memoria de Galán... Colombia tiene que dar cabal
aplicación a esos instrumentos que tanta sangre nos costaron. Ése es un imperativo nacional".

BERNARDO JARAMILLO OSSA

Bernardo, el hijo de doña Nydia Ossa Escobar y don Bernardo Jaramillo Ríos, nació en
la montañosa Manizales el 2 de septi embre de 1955, en el seno de una familia
trabajadora. Estudió en el Insti tuto Manizales donde desde muy pequeño abanderó las
causas del movimiento secundarista y de la Juventud Comunista Colombiana, JUCO,
organización políti ca de cuyo Comité Central hizo parte con tan solo 23 años.

Hay gente que nace pa’ semilla, y de esos era Bernardo. Sus padres recuerdan su
incansable lucha por defender los derechos de la gente y por entender los problemas
económicos y políti cos del país, algo que heredó de su abuelo Gustavo quien fue
sindicalista del sector ferroviario. En su paso por el movimiento secundarista se
convirti ó en dirigente estudianti l, fundó un restaurante comunitario y trabajó duro por
la defensa de la educación. En ese contexto conoció a su mentor, el líder sindical
Rubén Castaño Zapata, que reforzó en él los principios de la lucha sindical y socialista.  

En las aulas de la Universidad de Caldas, donde se formó como abogado, conoció en


medio de las tareas de la militancia políti ca, como el cineclub “José Martí ”, a su esposa
Ana Lucía Zapata, con quien comparti ó años de amistad y compañerismo. Para sorpresa
de sus amigos, decidieron casarse por la iglesia. Tuvieron dos hijos, Paula Tatiana y
Bernardo: la vida familiar siempre giró en torno a la poesía, la lectura revolucionaria,
las noches de tertulia al son de vino y formación políti ca. Recuerda Ana Lucía que tenía
una colección de gatos Garfi eld que ella y su hija le regalaban porque decía que se
parecían a él por su enorme bigote. Es que le encantaban los gatos.

Su labor políti ca lo apartó de su esposa Ana, llevándolo a trabajar en el Urabá


anti oqueño, donde llegó a ser un reconocido líder agrario y un incansable luchador por
la paz. El reconocimiento que alcanzó lo impulsó para llegar a la Cámara de
Representantes por el departamento de Anti oquia en 1986, como parte de la Unión
Patrióti ca, UP. Luego de la muerte del reconocido dirigente Jaime Pardo Leal en 1987,
Bernardo tomó el liderazgo de la UP. Su carisma, claridad y la fuerza que imponía en
sus discursos, lo llevaron a ser elegido senador y a asumir la candidatura a la
Presidencia por este movimiento en 1990, época en la cual muchos de sus militantes ya
habían sido asesinados por fuerzas paramilitares en complicidad con agentes del
Estado. Denunció a lo largo y ancho del país la falta de garantí as para la oposición y la
necesidad de “casti gar ejemplarmente a los miembros del Estado comprometi dos en la
violencia contra la población civil”, palabras pronunciadas en 1989.

El reto, entonces, no era solo defender las propuestas de cambio y de paz en la


Presidencia de la República, sino denunciar lo que hoy conoceríamos como el más
grande genocidio contra un parti do de izquierda en Colombia; con su consigna “Venga
esa mano, país”, se vislumbraba para muchos seguidores la solución a la violencia
políti ca, pero también una esperanza de cambio para benefi cio de los más pobres.  

Bernardo recorrió pueblos, veredas y grandes ciudades, fi el a sus convicciones,


siempre del lado de quienes sufrían explotación y luchaban por una vida digna; apoyó
las huelgas de los trabajadores, las reivindicaciones del movimiento estudianti l, pues
creyó siempre en la consigna de una educación pública y gratuita. Estaba convencido
de que la transformación social pasaba por la generación de condiciones que favorecen
a los más desposeídos.

Sin embargo, la mano oscura de la violencia estatal no estaba lejos de cegar la vida y la
voz del hijo ilustre del eje cafetero. Era el jueves 22 de marzo de 1990 cuando
Bernardo, estando con su compañera Mariela Barragán, fue asesinado a ti ros en el
Puente Aéreo de Bogotá, cuando se dirigía a Santa Marta. Cosas muy turbias rodearon
el asesinato, por ejemplo, que el detector de metales no funcionara ese día,
permiti endo que los dos sicarios, incluyendo a Andrés Arturo Guti érrez de 17 años,
quien le disparó, pasarán inadverti dos, pero, sobre todo, que atacara en presencia de
16 escoltas estatales… con los años fueron vinculados a la investi gación por presunta
complicidad con los autores intelectuales: Fidel y Carlos Castaño, de las AUC.

El dolor por este magnicidio, que se sinti ó en cada rincón del país, fue expresado por
su anti gua compañera de lucha, Ana Lucía: “la llamarada de indignación que me sube
de los pies a la cabeza y el temple del coraje, que heredé tal vez de mi padre, han sido
el sustento para hacer este senti do homenaje a Bernardo, recordando cuanto
enriqueció mi vida con la llegada de Paula Tati ana y Bernardo Junior, cuando la llenó
de amigos y amigas que forman parte de mis querencias más entrañables, muchos de
los cuales vi caer y otros tantos que veré también exti nguirse por estos regímenes tan
intolerantes y excluyentes del pensamiento ajeno”. A Bernardo lo acompañaron las
lágrimas de miles de colombianos que otra vez veían cómo mataban sus esperanzas de
un país mejor, así como también centenares de manizalitas que marcharon para
acompañarlo el día de su enti erro y que a gritos pedían que se ofi ciara la misa, ya que
el anti guo arzobispo de Manizales, monseñor José de Jesús Pimiento Rodríguez, se
opuso porque Bernardo era comunista.

La memoria de Bernardo Jaramillo, sus actos, la fuerza de sus convicciones,


permanecen intactos en quienes un día lo conocieron, lo amaron o lo apoyaron en su
accionar políti co, permanece aún en las marchas de la universidad pública de
Manizales y en los carteles que un día colgó junto a su compañera de vida y de lucha.
Permanecerá en la memoria siempre como la fl or de la esperanza.

CARLOS PIZARRO LEONGÓMEZ

fue guerrillero, Político, y abogado colombiano, reconocido por ser el máximo comandante del
grupo guerrillero M-19. Nació el 6 de junio del año 1951 en Cartagena de Indias, y fue hijo de Juan
Antonio Pizarro y de Margoth Leongómez.
Realizó estudios en varios colegios laicos y religiosos, finalmente se graduó de bachiller en el
colegio de La Salle en Bogotá. En el año 1969 comenzó a estudiar Derecho en la Pontificia
Universidad Javeriana, donde tuvo como compañeros a Ernesto Samper, Noemí Sanín, Carlos
Vicente de Roux, Gustavo Camilo Arciniegas, Mario Alario, Guillermo Bueno, Guillermo Márquez
Amado, entre otros personajes importantes de la política colombiana.
En el año 1971, angustiado por las desigualdades sociales, se unió a los movimientos estudiantiles
de la universidad y apoyó la reapertura de la Universidad Nacional que había estado cerrada por
un tiempo. En ese mismo año, la Universidad Javeriana le negó la posibilidad de continuar
estudiando, debido a su participación en los movimientos revolucionarios, por lo que terminó sus
estudios en la Universidad Nacional y se convirtió en activista político. Ingresó a la Juventud
Comunista Colombiana (JUCO), done era enviado a realizar servicios sociales en zonas de violencia.

TRAYECTORIA REVOLUCIONARIA Y EN EL M-19

Para el año 1968, Carlos Pizarro se encaminó en las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC). Sin embargo, debido a diferencias con los altos cabecillas del grupo armado,
se retiró el 11 de septiembre de 1973, y junto a Jaime Bateman, Álvaro Fayad alias “el turco”, Luis
Otero Cifuentes, Vera Grabe, Iván Marino Ospina y otros, crearon el Movimiento 19 de abril (M-
19); el M-19 se catalogaba como una guerrilla urbana, nacionalista, bolivariana y socialdemócrata.
Fue capturado el 14 de septiembre del año 1979, Durante el Gobierno del presidente  Julio César
Turbay. Fue llevado a Cimitarra donde se le realizó un cuestionamiento y luego fue llevado a la
Cárcel La Picota de Bogotá. Permaneció detenido por 3 años donde fue juzgado por el Consejo
Verbal de guerra, junto con más de 150 integrantes del grupo armado.
En el año 1982 Carlos Pizarro y otros compañeros quedan libres, tras aprobarse la ley de amnistía
que dejó en libertad a más de 1200 reclusos, la mayoría condenados por rebelión.
Para el año 1983, después de la amnistía, Carlos Pizarro siguió insistiendo al gobierno, establecer
diálogos de paz. Tras la muerte de su compañero Jaime Bateman, tomó el mando del grupo
después de Fayad y Ospina; también fue nombrado vocero del grupo durante los diálogos de paz
con Betancur.
El 24 de agosto de 1984 se firmaron los Acuerdos de Corinto, después de un atentado que sufrió
durante una emboscada del Ejército, de donde salió herido junto a su compañera sentimental. A
pesar de la intención de dejar las armas, Carlos Pizarro dirigió nuevos combates contra el ejército
después de que este atacara a sus principales cabezas.
A principios del año 1985 siendo el segundo comandante del M-19, Carlos Pizarro anunció ruptura
de la tregua con el gobierno, por lo que reanudó operaciones militares. Para el 6 de noviembre
de ese mismo año, Álvaro Fayad, como comandante supremo, ordenó la toma del Palacio de
Justicia en Bogotá y el secuestro de los magistrados de los altos tribunales. Pizarro afirmó que
estuvo desde el principio en desacuerdo con la toma y declaró posteriormente que ésta había sido
un error por parte del movimiento guerrillero.
En el mes de enero del año 1986, fundó el Batallón América junto con el Movimiento Armado
Quintín Lame, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru de Perú y el Alfaro Vive ¡Carajo! de
Ecuador y los Tupamaros de Uruguay. Tiempo después, hizo parte de la fundación de la
Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar donde se propuso un frente común para las negociaciones
de paz con el gobierno de Virgilio Barco.
El M-19 se estaba debilitando poco a poco en esa época, por lo que Carlos Pizarro ordenó el
secuestro del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado. Para la liberación del conservador,
Pizarro mostró 11 propuestas, entre las que estaban un cese al fuego, una cumbre de Salvación
Nacional y una Asamblea Nacional Constituyente. De esa manera empezó a gestionarse el proceso
que condujo al M-19 a dejar las armas, por lo que Álvaro Gómez fue liberado 2 semanas después.
Para el 1 de septiembre de 1988, el presidente Virgilio Barco anunció la Iniciativa para la Paz,
Haciendo un llamado a los involucrados en las armas a reintegrarse a la vida civil, por lo que se da
por hecho los primeros acercamientos al Proceso de paz, los cuales se firmaron del 9 de marzo de
1990. El M-19 dejó las armas en el caserío de Santo Domingo, departamento del Cauca.

Tras la firma de acuerdos, el grupo armado se convirtió en un partido político llamado Alianza
Democrática M-19 (ADM-19), donde Carlos Pizarro planteaba una política nacionalista en la que la
solución a los problemas del país iniciara desde el estudio de la realidad colombiana, siguiendo los
lineamientos bolivarianos respecto a una patria latinoamericana con la participación popular y en
la que haya equidad social y económica. La política de Pizarro estaba enfocada en la democracia
entendida como la tolerancia y el respeto al pluralismo ideológico.
Carlos Pizarro se lanzó como candidato a las elecciones a la alcaldía de Bogotá en marzo del año
1990, donde obtuvo la tercera posición de las elecciones. Después se presentó como candidato a
la presidencia para el periodo 1990-1994; su campaña estaba basada en el lema: “Entre todos
cambiaremos la historia de Colombia, palabra que sí”. Sobre su campaña afirmaba que:

“Ofrecemos algo elemental, simple y sencillo: que la vida no sea

asesinada en primavera” Carlos Pizarro


Carlos Pizarro fue asesinado el 26 de abril de 1990, cuando se disponía a viajar a Barranquilla, el
sicario Gerardo Gutiérrez abordó el mismo vuelo del Pizarro y le disparó en varias ocasiones
dentro del avión. El 28 de abril de ese mismo año, sus restos fueron enterrados en el Cementerio
Central de Bogotá.

JAIME PARDO LEAL


(Ubaque, 26 de marzo de 1939 - La Mesa, 11 de octubre de 1987) fue un abogado y político
colombiano por el partido de la Unión Patriótica. Con él, la izquierda del país había logrado su más
alta votación en las elecciones presidenciales de 1986, con 328 752 votos.1

Jaime Pardo Leal nació en Ubaque el 26 de marzo de 1939, en el seno de una familia de
campesinos.2 Realizó estudios superiores en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de
la Universidad Nacional de Colombia. Durante ésta etapa fue un activo dirigente estudiantil y
militante de la Juventud Comunista Colombiana (JUCO). Fue juez, Magistrado del Tribunal Superior
de Cundinamarca y candidato a la Corte Suprema de Justicia. Fundador de la Asociación Nacional
de Empleados de la Rama Judicial (ASONAL-Judicial), organización sindical de la que fue su primer
presidente.

También fue profesor de derecho de la Universidad Autonoma de Colombia ubicada en el centro


de Bogotá, y cuyo auditorio, de dicha facultad, lleva su nombre en honor a su memoria.
Se caracterizaba por su humor y su carácter extrovertido. Como miembro del Comité Central
del Partido Comunista Colombianofue impulsor de la Unión Patriótica (U.P.), de la cual fue su
primer candidato presidencial para las elecciones de 1986 logrando 328.752 votos, cifra récord
para la izquierda colombiana de la época. 4
Pardo Leal denunció alianzas de la clase política con el narcotráfico y el paramilitarismo. Su
asesinato es parte del genocidiopolítico que se desató contra los integrantes de la Unión
Patriótica, que en ese momento contabilizaba 471 de sus miembros asesinados desde 1985. La
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz afirma que más de 4 000 miembros de dicha organización
política fueron asesinados en las dos décadas siguientes. 56 El atentado a Jaime Pardo Leal ocurrió
en la vereda "Patio bonito" del municipio de Tena después de pasar vacaciones con su familia en
su finca en Anapoima. Murió en el Hospital de La Mesa.
Dentro del Cartel de Medellín, William Infante (nacido en Yacopí),7 fue comisionado por Gonzalo
Rodríguez Gacha El Mexicanopara coordinar y ejecutar el asesinato de Pardo Leal. En 1994, tras
seis años en una prisión de Louisiana como responsable de un embarque de más de una tonaleda
de cocaína, Willian, el tercero del clan de los Infante que participó en el asesinato de Pardo, fue
detenido cuando pretendía ingresar al país en forma clandestina. 8
Este crimen, al igual que el de los demás miembros de la UP, fueron declarados en  2014 por
la Fiscalia General de la Nación como delitos de lesa humanidad, al concluir que se trató de un
siniestro plan por parte de sectores políticos tradicionales, en alianza con agentes de seguridad del
Estado, narcotraficantes y paramilitares, para impedir el ascenso de movimientos de izquierda en
la política colombiana.9
Los restos de Pardo Leal se encuentran en el Cementerio Central de Bogotá.

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