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¿La luz es desviada cerca de un cuerpo grande?

La luz y otras radiaciones electromagnéticas exhiben la dualidad onda-partícula: la


luz actúa a veces como onda y a veces como partícula. La interferencia y la
difracción demuestran el comportamiento ondulatorio, mientras que la emisión y la
absorción de fotones demuestran el comportamiento de partícula.

Un rayo de luz consiste en pequeños paquetes de energía llamados fotones o


cuantos.

Ahora bien, según el “principio de equivalencia”, toda masa cae a la misma


velocidad bajo el efecto de la gravedad (para más exactitud, la masa inercial es
igual a la masa gravitacional). Esta idea no era nueva, pero gracias a eso Einstein
formuló su siguiente postulado: las leyes de la física son indistinguibles en un
marco acelerado o en un marco gravitacional.

La primera consecuencia del principio de equivalencia es el hecho de que la luz


debe curvarse bajo el efecto de la gravedad. La idea de que la gravedad puede
afectar el comportamiento de los rayos de luz es antigua, por lo menos data de los
tiempos de Isaac Newton. Einstein, más de doscientos años después, retomó la
pregunta.

El Sol genera el mayor campo gravitacional del sistema solar, de manera que
Einstein se preguntó si el Sol bastaría para curvar la luz de las estrellas distantes.
Esto se podía comprobar tomando dos fotografías del mismo grupo de estrellas en
estaciones distintas. Comparando las dos fotografías, es posible medir cómo las
estrellas se mueven ligeramente en la cercanía del Sol debido a la gravedad solar.
Durante los últimos dos mil años, físicos y matemáticos confiaban en la
geometría euclídea, que se basa en superficies planas. ¿Qué pasaría si hubieran
imaginado una geometría basada en superficies curvas?

La curvatura de las trayectorias de la luz se debe a la propia curvatura del


espacio tiempo, la cual viene recogida en las ecuaciones de la relatividad general
de Einstein.

Explicación: Una vez nos damos cuenta de que el espacio puede estar
curvado, aparece una sorprendente nueva visión. Imaginemos una roca pesada
colocada sobre una cama. La roca, por supuesto, se hundiría en la cama. Ahora
lancemos una pequeña canica por la cama. La canica no seguiría una trayectoria
recta, sino curvada alrededor de la roca. Hay dos maneras de analizar este efecto.
Desde la distancia, un newtoniano puede decir que se trata de una “fuerza”
misteriosa que procede de la roca y provoca un cambio de dirección en la canica.
Esta fuerza, a pesar de ser invisible, alcanza la canica y la empuja. Sin embargo,
un relativista tendría una visión completamente diferente. Para un relativista que
mire con detalle la cama, no hay ninguna fuerza que empuja la canica. Tan sólo
hay una depresión en la cama, que dicta el movimiento de la canica. A medida que
la canica se mueve, la superficie de la cama “empuja” la canica hasta que se
mueve en una órbita circular.

Ahora sustituyamos la roca por el Sol, la canica por la Tierra, y la cama por el
espacio tiempo. Newton diría que una fuerza invisible llamada “gravedad” tira de la
Tierra alrededor del Sol. Einstein contestaría que no hay atracción gravitatoria
alguna. La Tierra se ve desviada alrededor del Sol debido a que la curvatura del
propio espacio está empujando a la Tierra.

Por lo tanto la presencia de la materia es lo que deforma el espacio a su


alrededor, dándonos la ilusión de que hay una fuerza gravitatoria que actúa sobre
los objetos cercanos.
Bibliografía

Kaku, M. (2004). El universo de Einstein: cómo la visión de Albert Einstein transformó nuestra
comprensión del espacio y el tiempo. (M. Girona, Ed.) Barcelona, España: Antoni Bosch.

Serway, R., & Jewett, J. (2009). Fisica para ciencias e ingeniería con Fisica Moderna (Séptima ed.,
Vol. II). (S. Cervantes González, Ed., & R. Zendejas Espejel, Trad.) México: Cengage
Learning.

Young, H. D., Ford, L., & Freedman, R. (2013). Física Universitaria (Décimo tercera ed., Vol. 2).
México: Pearson.

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