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Es una obligación del trabajo social sanitario

contribuir a crear marcos teóricos que contribuyan a


la sistematización de las prácticas

El trabajo social sanitario es la actividad profesional que se ocupa de los


aspectos psicosociales del individuo, a través del estudio y tratamiento de
los factores sociales que concurren en la promoción de la salud y en la
aparición de la enfermedad de las personas, las familias, los grupos y la
comunidad.

Tras estudiar la carrera de trabajo social y la licenciatura de Antropología


Social y Cultural, Verónica Olmedo Vega comenzó su andadura profesional
en un centro de acción social, antes de dedicarse plenamente al trabajo
social sanitario. Su investigación en pacientes con ictus cerebral ha
derivado en los artículos ‘Intervención en pacientes con ictus desde el
Servicio Médico de Neurología del Hospital Clínico Universitario de
Valladolid’ y ‘Repensando la intervención psicosocial con pacientes con
ictus’.

P.- ¿Qué hace un trabajador social en el ámbito hospitalario? ¿Qué


técnicas utiliza fundamentalmente?

R.- La actividad profesional del trabajo social sanitario que se realiza en


un hospital tiene unas características propias diferentes a las de los
centros de salud o asociaciones, entre otros lugares. Nuestro trabajo se
basa fundamentalmente en un modelo de intervención social en crisis, el
acompañamiento social durante el ingreso y la resolución de problemas. El
plan poshospitalización al alta ha de establecerse y garantizarse durante
el tiempo de hospitalización del paciente. El tiempo de permanencia
fluctúa y es impredecible, por ello la intervención social exige flexibilidad y
alerta continua.

En nuestra unidad de trabajo social realizamos fundamentalmente cinco


funciones generales: información, orientación y asesoramiento; estudio y
valoración de la situación sociofamiliar; diagnóstico social sanitario y
tratamiento social; soporte psicosocial; y la gestión y trámite de recursos
sanitarios, sociosanitarios y comunitarios. Además, hay intervenciones y
tratamientos sociales específicos para cada servicio médico, como en
pediatría, en neurología o en traumatología, entre otras especialidades.
P.- ¿Cuáles han sido las principales motivaciones que te han
llevado a investigar en pacientes con ictus cerebral?

R.- Siempre he tenido gran curiosidad por el cerebro, el órgano más


complejo del cuerpo, responsable del pensamiento, la memoria, las
emociones, el habla y el lenguaje. En definitiva, forma parte del centro de
control de todo el cuerpo. Me quedé fascinada cuando descubrí aquella
frase de Hipócrates: “Los hombres deberían saber que del cerebro y nada
más que del cerebro vienen las alegrías, el placer, la risa, el ocio, las
penas, el dolor, el abatimiento y las lamentaciones”.

Mi pretensión es acompañar a la persona desde su diagnóstico,


sintonizando con ella, con la presente, no con la que era antes del ictus.
Garantizar el acompañamiento social con y para la persona que es
después de sufrir un ictus.

P.- ¿Cuál es el papel del trabajo social en la investigación? ¿Y el


papel en el estudio del que se derivan los artículos que has
publicado recientemente: ‘Intervención en pacientes con ictus
desde el Servicio Médico de Neurología del Hospital Clínico
Universitario de Valladolid’, y ‘Repensando la intervención
psicosocial con pacientes con ictus’?

R.- El papel del trabajo social en la investigación es fundamental. Siempre


me he negado a realizar acciones aisladas sin metodología previa, sin un
análisis y jerarquización de las necesidades que presenta el paciente y
familia. Creo que es una obligación de nuestro colectivo contribuir a crear
marcos teóricos que contribuyan a la sistematización de las prácticas, con
metodología establecida y con la incorporación de evaluación continua que
permita conocer el resultado de nuestras acciones, detectar las
dificultades e irlas readaptando continuamente, pues la realidad social que
llega a nuestro hospital es diferente y cambiante.

P.- ¿Ha habido alguna repercusión en tu investigación que incida


en la población mayor? ¿Y en las personas jóvenes?

R.- Generalmente la incidencia de ictus se da en personas mayores de 55


años y el mayor volumen de intervenciones sociales lo he realizado con
población mayor de 70 años, pudiendo comprobar la eficacia de la
sistematización de la práctica. Las características personales, familiares y
sociales que influyen en la intervención con pacientes jóvenes me han
servido para incluir distintas acciones en la sistematización del abordaje
psicosocial con pacientes con ictus.

P.- ¿Crees que el trabajo social en el ámbito sanitario ha cambiado


mucho desde tus comienzos hasta ahora?

R.- Desde que comencé en 2010, he asistido a bastantes cambios


significativos. Uno de ellos ha sido la inclusión de la asignatura de trabajo
social y salud en la carrera de la Facultad de Educación y Trabajo Social
de Valladolid. Que los futuros profesionales adquieran conocimiento y
capacitación del trabajo social en el ámbito sanitario es fundamental.

Otro de los cambios significativos ha sido la creación y reconocimiento de


herramientas propias de este ámbito, como el informe del trabajo social al
alta hospitalaria, que refleja y visibiliza el abordaje psicosocial que se
realiza durante la hospitalización del paciente y la necesidad de
continuidad tras el alta. Además, en nuestro hospital contamos con un
manual de intervención del trabajo social, que aglutina los diferentes
procesos y protocolos de actuación social que desarrollamos en diferentes
ámbitos. Habría que destacar también el plan funcional de atención a
pacientes con esclerosis lateral amiotrófica y el primer proceso propio del
trabajo social en salud, en atención primaria.

P.- ¿Qué opinas de la visibilización del sector de la intervención en


el ámbito sanitario?

R.- Sigue siendo muy escasa por diferentes factores que no siempre están
bajo nuestro control. No todos los profesionales vivimos o sentimos la
profesión de la misma manera y no aplicamos los mismos modelos de
intervención. Escribir e investigar supone un sacrificio que no todo el
mundo está dispuesto a hacer. Es necesario más apoyo para poder
desarrollar funciones más allá de las meramente asistenciales. Hay que
contribuir a estudiar, teorizar, investigar y sistematizar las acciones,
dotarlas de rigurosidad y evaluarlas. Esto supone la creación de perfiles
concretos que realicen estos cometidos.

A NIVEL PERSONAL:

P.- ¿Por qué decidiste estudiar Trabajo Social?

R.- Siempre he tenido claro que quería tener una profesión que me
permitiera a ayudar a otros y contribuir a transformar la realidad micro
que perjudica a los de mi alrededor, o influir en ella o proponer ideas para
una realidad diferente. Tengo un profundo sentido de la justicia social y de
la innovación.

P.- ¿Qué fue lo primero que hiciste nada más acabar los estudios?

R.- La necesidad de conocer la complejidad del ser humano me llevó a la


especialidad en mediación familiar, ya que la familia es el primer lugar de
socialización del ser humano y quería perfeccionarme en la resolución de
conflictos por la vía conciliadora, para contribuir a unir y no a desunir.
Después trabajé en un centro de acción social donde aprendí mucho sobre
la práctica asistencial y la estructura de una comunidad. Fue un buen
aprendizaje profesional.

P.- ¿Complementas tu trabajo con alguna titulación más?

R.- Con la licenciatura de Antropología Social y Cultural pude seguir


ahondando en la complejidad del ser humano desde una experiencia más
práctica. Conocí el grado de influencia en la familia de factores como la
solidaridad o el esfuerzo y de qué manera es así, a qué motivos se debe,
en qué sociedades y por qué. La cultura pesa y determina la manera de
actuar del hombre.

P.- ¿Cuál es tu formación y experiencia en la investigación?

R.- En 2010 empecé a colaborar en atención primaria de salud en


proyectos de investigación, como ‘Estudio sobre las percepciones,
creencias y actitudes de los profesionales de atención primaria respecto al
consumo de alcohol y su abordaje desde el sistema de salud’. Finalicé el
Máster oficial de Especialización en Investigación Social con dos trabajos
de investigación específicos del trabajo social en el campo de la neurología
y parte de ellos se refleja en mis artículos.

P.- ¿Cuándo empezaste en el campo sanitario?

R.- En 2010 comencé en atención primaria en varios centros de salud y


me ayudó a identificar y comprender cómo la persona que vive en una
comunidad se presenta con unas necesidades diferentes ante el trabajo
social en una institución sanitaria y en un centro de acción social.
Recuerdo esta etapa desarrollando una atención centrada en el
empoderamiento, el refuerzo positivo, el acompañamiento a la persona en
la identificación de sus limitaciones y potenciación de sus fortalezas.
En 2015 comencé como trabajadora social sanitaria en el Hospital Clínico
Universitario de Valladolid, vinculada al área de neurología. Sentí que
cumplía la asignatura pendiente de conocer al ser humano.

P.- ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

R.- Me apasiona la complejidad y especialización del ámbito hospitalario.


Nuestra intervención social se produce en un entorno hostil e irritable para
el paciente y estudiamos, entrevistamos, valoramos y establecemos el
plan de poshospitalización en un tiempo récord. Además, me gusta estar
en contacto permanente con el cerebro, aprendiendo de los neurólogos.

La humanidad se respira en mi hospital. La imagen fría e insensible de


estos lugares está lejos de la realidad. Cada día veo la sensibilidad hacia
los problemas, la consciencia de los profesionales de la vulnerabilidad del
ser humano, de su fragilidad. Entre mis compañeras existe un concepto de
lealtad y apoyo al trabajo social que prevalece sobre todas las dificultades.

P.- Un lema para ti

R.- Avance y progreso. Ante la adversidad cojo impulso para avanzar y


cada día sueño con un nuevo proyecto.

P.- ¿De qué te sientes más orgullosa en tu vida? ¿Hay algún


proyecto que te ilusione ahora mismo?

R.- A nivel personal, de mi hijo. Siempre he sentido vocación por mi


profesión y dedicación continua, pero parece que mi hijo me ha dado
todavía más. Estoy muy comprometida e ilusionada con construir un
marco teórico del trabajo social en el campo de la neurología. Me fascina
poder transcender en otros a través de la escritura y me encanta
compartir aquello que aprendo.

P.- ¿Cuál es la cualidad que prefieres en una persona? ¿Y cuál


consideras el mayor defecto?

R.- La humildad, la pasión y el sentido del humor. Me irrita la altanería y


el orgullo mal gestionado.

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