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Dos Maderos
Dos Maderos
Dos simples maderos, dos trozos de árbol unidos para toda la eternidad. La Cruz
tiene un profundo sentido de Amor que nos cuesta descubrir. Nuestra ceguera nos
impide ver más allá de lo que nuestros ojos perciben, y de éste modo no logramos
comprender en toda su majestuosa profundidad el Signo que la Cruz representa.
Un Madero horizontal sujeta los Brazos de Jesús, formando un abrazo que nos
envuelve a todos los hombres, a todos los hermanos del Señor. Ese madero que
corre paralelo a la superficie de la tierra marca el Amor del Hombre-Dios por todos
nosotros, es la unión en el amor fraterno, amor de miembros de la iglesia que El
mismo fundó sobre Su Sangre ¡La Cruz logra con este Madero unirnos en
hermandad! Dos Clavos fueron suficientes para sujetar al Amor hecho Criatura en
un abrazo duradero por toda la eternidad. Desde el Madero horizontal parten lazos
de amor que nacen de una Mano del Señor, barren la superficie de la tierra tocando
a todos los hombres con el signo del amor entre hermanos, y vuelven a unirse a la
otra Mano de Jesús, cerrando el círculo. Al verlo en la Cruz, sujeto al Madero con
Sus Brazos abiertos, sentimos que Jesús nos invita a unirnos a Su Humanidad, a
ser como El.
La Cruz no está completa sin este otro Madero. Este leño vertical nos muestra el
Amor desde arriba (Dios) hacia abajo (hombre), y nos invita al amor desde abajo
(hombre) hacia arriba (Dios) ¡Es el amor por Dios, y el amor de Dios por nosotros!
Nos muestra el segundo camino del Amor, el inmenso amor del Dios Eterno e
Inmortal por Sus poco leales criaturas, y nos señala también el camino inverso:
Jesús vino a recordarnos y a enseñarnos a amar a Su Padre, al Dios de los profetas.
Este Madero es una ruta de doble vía, del amor que sube y que baja, que se
alimenta y realimenta desde nuestro amor al Padre que se eleva, y desciende
multiplicado como más amor de El por nosotros, hasta elevarnos espiritualmente
hasta cumbres no exploradas antes por nuestras almas.
Dos Maderos, dos ríos de amor. Dios quiso que éstas dos sendas se crucen en el
momento oportuno, y en el lugar oportuno. En el Gólgota, las dos rutas fueron
unidas por un Hombre que encontró Su Cuerpo Clavado a los Dos Maderos,
configurando una Cruz, nuestra Cruz. El punto de unión no podía ser otra cosa más
que una explosión de amor. Un estallido de amor que sacudió el universo, despertó
a las estrellas más lejanas, porque fue el mismo Dios que las creó el que murió en
ese instante. Jesús, regalo de Amor del Padre, unió con Su propio Cuerpo mutilado
éstas dos rutas de amor, dejándonos claramente expuesto Su mensaje:
Amen a Dios por sobre todas las cosas, como Yo amo a Mi Padre, y ámense unos
a otros con todo el corazón, como Yo los he amado también.
En el punto de unión de los Dos Maderos, en la Cruz, Jesús amó hasta el infinito.
Dejó todo allí por nosotros. Su Padre lo envió para que nos salve, conociendo de
antemano el precio de nuestra salvación. Sabiendo que Dos Maderos iban a sujetar
a todo el amor del universo por un breve instante en Palestina, cambiando para
siempre la historia de la humanidad.