Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Artigas Reyes Abadie PDF
Artigas Reyes Abadie PDF
TOMO 2 - VOLUMEN 2
ARTIGAS Y EL
FEDERALISMO
EN EL RIO
DE LA PLATA
V\/ A S H I N G T O N
REYES ABADIE
LA REPUBLICA
1. URUGUAY - HISTORIA - INDEPENDENCIA,
1810-1828
2. ARTIGAS, JOSE GERVASIO - PENSAMIENTO
POLITICO
EL CONFLICTO POLITICO
6
Para el rechazo de los diputados, se arguyó el apartamiento de las normas
electorales del 24 de octubre de 1812 para su elección: pero, el verdadero
motivo era que su admisión, en cuanto al número y carácter de su designación,
implicaba el reconocimiento tácito de la .soberanía oriental ejercida en el Con-
greso «de las Tres Cruces». Implicaba lo mismo, acusar recibo de la instala-
ción del Gobierno patrio de Canelones.
El historiador argentino, José Arruando Seco Villalba, ha indicado, en este
sentido, la importancia de un proyecto de pacto de la época, titulado «Propo-
siciones que podrán establecer la unión con la Randa Oriental», que dice: «en
atención a que, según los poderes de sus diputados y el modo condicional del
reconocimiento de la soberanía de las Provincias Unidas, no pueden por la
presente ser incorporados... », lo que ratifica, definitivamente, lo dicho .sobre la
verdadera razón del rechazo.
7
por compromiso. A más de que los referidos avisos sólo vienen firmados por un
solo individuo cuyo carácter se ignora, a excepción del ciudadano Artigas, que
suscribe la carta dirigida al ciudadano Larrañaga .
Era de toda evidencia, en efecto, que los orientales no habían cumplido las
disposiciones del reglamento del 24 de octubre de 1812. Para Artigas era una
disposición emanada de un Gobierno surgido de la fuerza -el pronunciamien-
to del 8 de octubre- y al margen de la voluntad de los pueblos reunidos en la
Asamblea General, para la cual los orientales habían seguido la vieja tradición
de la elección de "procuradores de ciudades y villas", eligiendo un diputado
por Cabildo y dos por la cabeza de Provincia. Y condicionando, además, el
reconocimiento de dicha Asamblea y Gobierno, a la aceptación por éste, de "la
soberanía particular de los pueblos" y al reconocimiento "de la confederación
ofensiva y defensiva' de las Provincias, iguales en "dignidad, privilegios y de-
rechos-. No cabe duda, pues, que el rechazo respondía a claras motivaciones
políticas.
Por lo demás, Artigas había .sido claramente consciente del peso e impor-
tancia del voto de los diputados orientales en la Asamblea. El 17 de abril.
escribía al gobierno del Paraguay: «Orientado V.S. de las miras de esta Pro-
vincia, podrd concluir también .su plan decidiéndose a sus resoluciones consi-
guienles, si le parece bien equilibrado el juego de los sufragios en la Asamblea
con 6 diputados, 7 de esa Provincia grande y 2 del Tucumán, decididos al
sistema de confederación, que manifiesta V.S. tan constantemente ".
8
iguales en todo a los de las otras Provincias;, quisisteis formar una federación
evitando así los riesgos de la supremacia de la capital; ¿y qué habéis consegui-
do? Vuestros representantes no han sido admitidos; los poderes que les confe-
risteis han sido despreciados, el acta del 5 de abril ni afín ha merecido que los
papeles (te vuestro gobierno la anuncien a vuestros conciudadanos, y es bien
cierto qué en la .sesión secreta de la Asamblea, se miró corno un insulto el
pritner acto de libertad que habéis ejercido en igualdad con el mismo Buenos
Aires».
Pero desde Buenos Aires mismo, el Caudillo oriental recibía cartas e infor-
mes que le confirmaban el significado político del rechazo. En una de ellas, un
anónirno corresponsal, que firmaba «Su paisano», le escribía, el l8 de junio:
«Así, pues, todos juzgan que .según se presenta el aspecto de este gobierno y de
la Asamblea ---que todo es uno mismo- ni usted, ni los orientales. ni toda esa
Banda, pueden ni deben esperar verdad,. buena fe, unión ni cosa favorable»
pites <¿así el gobierno corno esta congregación que se ha levantado con el nom-
bre de Asamblea Constituyente, no tienen otro objeto por principio y Junda-
rnento de .sus operaciones que llevar adelante sus intrigantes miras, alucinar y
engañar a los pueblos para colocarse ellos, hacerse formidables y .subyugar
por la fuera a todo hombre». El anónimo corresponsal informa, luego, de
preparativos militares, intrigas y ajetreos para engañar al público; .se muestra
escéptico sobre el interés del Gobierno por tornar Montevideo, temeroso de
que con ello «los orientales se hagan mas fuertes», 'v le .sugiere hacer ]¿no
pública intimación, exigiendo la admisión de los diputados; que envíe un par-
lamento, «hombre enérgico» y de «suficientes luces» y que Juega .saber todo lo
ocurrido al Paraguay, de quien habrá de interesarle su «auxilio de armas, tro-
pas, municiones y algún dinero».
La misión Larrañaga
La correspondencia antedicha debió influir poderosamente en el ánirno de
Artigas, pues sus actitudes inmediatas se ajustan a lo que en ella se sugiere. Con
fecha 29 de junio, comisionó a Larrañaga para gestionar ante el Gobierno por-
teño, un arreglo de las desavenencias.
9
tes»: la intervención del comandante Hilarión de la Quintana, intimando la
desorganización de las milicias provinciales acantonadas en el Salto: la ac-
ción del subdelegado porteño del departamento misionero de Yapeyú, Pérez
Planes. que había avanzado con sus fuerzas «hasta el Mandisoví » v ponía
«corno reos a quienes sirven a mis órdenes», al punto de fusilar sin proceso a
un capitán y a un teniente. Concluía, afirmando que aún no « estaba extinguida
la rivulidad odiosa que se ostentó contra mí hasta conducirme a la precisión
del 25 de diciembre de 1812».
10
oros patriotas". "Si las proposiciones que contiene el papel -agrega- fueran
la expresión de la voluntad de los pueblos de la Banda Oriental, tan contradic-
torias y desacatadas como son, sería un deber sagrado del Gobieno contestar-
las", pero, en vez, sólo expresar la "voz de Artigas que no está legalmente
reconocida como la del pueblo de que se dice representante".
En consecuencia, se trata de un problema de "subordinación a la autoridad"
y de "gobierno interior de las provincias". Sobre el fondo del asunto expresa:
"La Asamblea Nacional determinará la fonna de gobierno que haya de regir en
adelante; los diputados legítimanente elegidos de la Banda Oriental serán los
que expongan sus razones y sus derechos; ellos mismos sancionarán lo que sea
justo y conveniente. La voluntad general de los pueblos y de sus representates
decidirá y todos obedecerán". Entre Quito, el Gobierno está encargado de man-
tener el orden público, hacer la guerra a los enemigos y "hacer guardar silencio
a las pasiones particulares".
El Gobierno comparte el deseo de los pueblos de la Banda de arreglar el
sistema de suministros al ejército, de vigorizar la administración de justicia, de
proteger las propiedades de las agresiones de las partidas annadas y, a esos
efectos, ha escrito al general Rondeau "para que reuniendo los hacendados
propietarios arregle un método equitativo y económico" para la solución de
dichos problemas. El oficio concluye, expresando que "las milicias honradas
de la Banda Oriental ocupan el primer lugar en la consideración de las Provin-
cias Unidas.
11
correspondencia con Charcas; y la suspensión de todo pronunciamiento y ayu-
den, por parte del Paraguay, que le hacía saber, poco después, que había diferido
todo el problema a un Congreso general de la Provincia que tendría lugar en
setiembre, aunque manifestando que "esta Provincia no se aparta de sus princi-
pios, que sigue constantemente su sistema y que hará cuanto esté a su alcance
pana realizarlo.
De ahí, entonces, que el 11 de setiembre, el Caudillo adelantara al Gobierno
de Canelones su confonnidad para la reunión de un nuevo Congreso que com-
pletaría la diputación oriental a la Asamblea y designaría nuevo gobierno para
la Provincia.
Artigas, que debió interpretar que la nueva convocatoria era una satisfac-
ción a los reclamos orientales, .señaló en .su circular a los pueblos que los
congresales debían concurrir «dentro de veinte días contados desde la fécha, a
éste mi alojamiento seguidamente al cuartel general, según las deliberaciones
que antecedan». Y en instrucciones adjuntas, explicaba que cada congresal
debía «traer sus respectivos poderes, en los que será plenamente autorizado
para expresar la voluntad. de .sus comitentes en cuanto convenga al pueblo
oriental v particularmente para orientarse y examinar los resultados de las
actas del S y 21 de abril, determinar sobre ellas y proceder consiguientemente
a una nueva instalación de una junta municipal provisoria».
Rondeau, por su parte, no mencionó, en absoluto, la reunión previa en el
alojamiento del jefe oriental. , . .. . . . .
Y el Gobierno de Canelones -integrado rnayoritariamente por hombres
decididos por la llamada «unión con Buenos Aires» - también omitió tal refe-
rencia.
l2
nes, cuyos nombramientos recayeron en Juan José Ortiz, cura vicario de Mon-
tevideo, y Juan José Durán; Tomás García de Zúñiga; José Manuel Pérez Cas-
tellano y León Porcel de Peralta, respecúvamente. Con fecha 5 de diciembre,
Rondeau se dirigió a los pueblos haciendo.saber el traslado de la sede de la
reunión, de su Cuartel General a la Capilla del Niño Jesús, en la chacra del
extinto Francisco Antonio Maciel, en las márgenes del Miguelete, lugar que
tijaría la denominación habitual del Congreso.
Las sesiones del Congreso, tuvieron lugar los días 8, 9 y (0 de diciembre de
1813, con la presencia de unas veinte personas, que representaban veintitrés
pueblos. En la primera, se procedió a designar un secretario, cargo que recayó
en Tomás García de Zúñiga, representante por San Juan Bautista, Santísima
Trinidad y San Carlos. Este, de inmediato, mocionó para que se separase de la
presidencia al General Rondeau, por "ser incoherente" -dijo-la investidura
militar para presidir una asamblea de ciudadanos libres.
13
memos';. La sesión del día 8 terminó con esa decisión.
La sesión del día siguiente, se inició con la lectura de un oficio de Artigas
donde éste manifestaba que no concurriría y que atento al desaire que le hacían
los representantes de los pueblos al no asistir a su alojamiento, "no tenía que
exponer ni documento que remitir". Se discutió si deberían suspenderse las
sesiones, decidiendo la mayoría, continuarlas y procediéndose a elegir diputa-
dos para la Asamblea de Buenos Aires, recayendo la elección en los presbíteros
Marcos Salcedo, Dámaso Antonio Larrañaga y Luis Chorroarín.
14
En la misma sesión del día 9, se procedió a elegir un nuevo gobierno para la
Provincia, con las atribuciones de un Gobernador-Intendente, integrado por
Tomás García de Zúñiga, Juan José Durán y, Remigio Castellanos.
La última sesión, del 10 de diciembre, destinada ala ratificación de las
resoluciones adoptadas y a la firma de las actas, fue interrumpida por la llegada
de un ayudante de Artigas, que era portador de un extenso oficio, donde el
Caudillo fundamentaba su desconocimiento de todo lo actuado en el Congreso.
15
dicho Congreso, respecto de hallarse sancionada enteramente y respecto a que
el ciudadano don José Artigas pudo haber exhibido, oportunamente, ante esta
corporación de electores, las actas a que hace referencia en su oficio de esta
fecha arriba mencionada, habiéndose negado expresamente a la comisión del
Congreso, diputada al efecto de citarlo".
Con esto, el Congreso terminó sus sesiones, no sin trates dar posesión de sus
cargos a los miembros del Gobierno-lntendettcia y establecer los mandatos por
un año, señalando su residencia en el Miguelete.
El propósito porteño de dividir a los orientales, esta vez había resultado
exitoso. Por un lado, quedaron aquellos "hombres principales", partidarios de
"la unión con Buenos Aires", dispuestos a transar sobre cualquier punto, con
tal de obtener la tranquilidad necesaria piara sus intereses económicos y su pre-
eminencia social, rodeando el escuálido y fantasma gobierno-Intendencia del
Miguelete; por el otro la inmensa mayoría de los orientales, fieles al Caudillo.
16
Por entonces. Vigodet y el Cabildo de Montevideo interpretaron /a separa-
ción de Amigas del Sitio como una manifestación que haría posible un acuerdo
entre el Jefe oriental y el régimen español .y comisionaron, al efecto, a Luis
Larrobla v a Domingo Antonio Costa, con .sendos oficios para Artigas. La res-
puesta de éste fue tajante, manifestando que "proponerme estar yo con los
orientales bajo la España, no es de manera alguna, una paz".
Ignal rechazo formuló Otorgués, quien, .sin embargo, permitió el pasaje de
los buques de la escuadrilla montevideana, al mando de Rornarate, por el Mo-
ral del Uruguay, auxiliándole con recursos diversos.
Esta actitud del lugarteniente artigni.sta, dio rnérlo al Director Posadas
para .señalar ante la opinión pública. a! Jefe de los Orientales, corno traidor a
la causa americana y lanzó, con tal propósito, tan bando, el II de febrero de
1814, cuya redacción correspondió al montevideano Dr. Nicolás Herrera. Se-
cretario de Gobierno del gobierno porteño. En el mi.srno, se declaraba aAnigas
"injáme. privado (le sus empleos, fuera de la ley y enemigo de la patria "y.se le
hacía pasible de persecución corno "traidor a la patria". autorizándose .su
muerte en caso de resistencia y pagándose rm premio de .seis mil pesos al que lo
ehtregura preso, vivo o muerto.
Artigas, desde su cuartel general en Belén, enterado de este decreto, lo
contestó con energía, escribiendo a Posadas: "Me batiré con cuantos quieran
batirme a len rnismo tiempo "; "ciego idólatra de la dignidad popular, ni VE. ni
Montevideo ni nadie. .sellará el oprobio de los orientales, .sino .sobre mi cadá-
ver y el de las bravas legiones que me .siguen ". Y de inmediato, dispuso la
incomunicación de la Provincia Oriental de Buenos Aires e inició una vasta
acción política y diplomática con las provincias del Litoral .y asimismo. con
jején prestigiosos del Río Grande del Sur
Por entonces, también el Virrey del Perú le envió rrn erni.sario para «conve-
nir la unión» Y prometiéndole honores y empleos. Artiga.s rechazó también esta
mueva ojéela de las autoridades hispánicas, rnaniféstando: «Han engañarlo a
V,S. y ofendido in¡ carácter cuando le han informado que defiendo a su•Rev».
«Yo no .soy vendible ni quiero más premios por rni empeño que ver libre rni
Nación /americana/ del poder español y cuando mis días terminen al estruen-
do del cartón, dejarán mis brazos la espada que entpuñarnn para defendersu
Patria». . .
LA DOMINACION PORTEÑA
Y LA RESISTENCIA ORIENTAL
La caída de Montevideo
17
resistencia al Sitio se basaba en su predominio naval, que le había permitido,
hasta el momento, mantener abastecida la plaza. Pero la acción inteligente y
pertinaz de la escuadra porteña. al mando del irlandés Guillenno Brown, que
culminaría con la victoria obtenida por éste en el combate del Buceo, el 16 de
mayo de 1814, hizo insostenible la situación.
Vigodet inició, entonces, negociaciones ante Carlos dé Alvear, que había
sustituido a Rondeau, al t?ente del ejército sitiador, para rendir la plaza. El 20
de junio, finalmente, se firmó una capitulación, sumamerite honrosa para los
fueros montevideanos y la dignidad de sus leales defensores hispánicos. '
El 22 de junio, las autoridades vencidas entregaron la Fortaleza del Cerro; y
al día siguiente, la ciudad. A las 12; salieron, en fornación, las fuerzas hispáni-
cas, por el portón de San Juan. El mayor general Nicolás de Vedia, a nombre de
Alvear, recibió las llaves: y a las 4 de la nade, en medio del frío y hostil silencio
de la población, entró el ejército porteño por el portón de San Pedro, con el
Gral. Alvear a la cabeza, seguido de brillante escolta y al son de músicas mar-
ciales.
l8
cia. Hasta su caída en manos bonaerenses, Montevideo se había regido por la
Real Orden del 22 de diciembre de 1749 que creó la Gobernación Política y
Militar, ya que la Real Instrucción de Intendencias, de 1782, la había dejado al
margen, habiendo sido infructuosas las reiteradas gestiones de su clase princi-
pal por obtener de la Corona la categoría de capital de Provincia-Intendencia,
dentro de dicho ordenamiento institucional..
19
del 18 de setiembre, pues casi de inmediato se dispuso el traslado a Buenos
Aires de la —Imprenta de Montevideo" -regalada por la Infanta Carlota Joaquina
de Borbón a la Ciudad- incorporándose sus prensas y materiales a la que
imprimía la oficialista "Gaceta Ministerial".
Pero la propaganda periodística y los halagos y recompensas acierto numé-
ro de pro-hombres de la clase principal de la Ciudad, no eran bastantes para
cohonestar la encarnizada política de confiscación de bienes practicada contra
la mayoría de la población, sospechada de "españolismo' o de simpatías con
Artigas. Con tal propósito, fueron instituidos, en Buenos Aires, cl "Tribunal de
Presas" y en el propio Montevideo, el "Juzgado de Propiedades Extrañas".
20
tación restrictiva a la supervisión de Buenos Aires, completaron el cuadro.
Otro aspecto fue la nueva elección de diputados por Montevideo a la Asam-
blea General. El 19 de octubre, un congreso elector, presidido por el Goberna-
dor Intendente, Miguel Estanislao Soler, e integrado por los cabildantes y cinco,
electores; por los cuarteles de la ciudad y extramuros, eligieron a Pedro
Feliciano Sainz de Cavia -declarado enemigo de Amigas- y a Pedro Fabián
21
La resistencia oriental
La dominación porteña, sin embargo, no pudo ejercerse, como esperaban
los dirigentes del régimen directoria[, sin resistencia, que desembocó en una
verdadera guerra civil, gestora del pronunciamiento federal de las Provincias,
pro-,
movido y sostenido por, las milicias populares de Artigas. Pero no es menos
cierto, que contó, en el seno del patriciado tnontevidearlo, con el apoyo de
hombres expectables, que habían comprometido su apoyo personal a I;l Revo-
lución popular de 1811 y llabí:ul formado parte del círculo, de consejo del Cau-
dillo y de la adtninistración de la Provincia, durante los difíciles momentos del
:uño XII y luego en las importantes definiciones políticas e institucionales de
abril de 1813.
Aquella adhesión inicial aja Revolución oriental -de la que ya habían
desertado al f_uuos, en 1812, cuando las graves incidencias con S:uratea-ha-
bía estado lnovida, principalmente, por el propósito de utilizar los servicios de
Artigas como "hombre de annas llevar', como mayoral o capataz de los "'hom-
bres sueltos' de la campaña, para enfrentar al amenazante "despotismo" del
régimen hispánico regentista de Montevideo, que había puesto en cuestión sus
intereses más directos, al exigir, reiteradamente, la presentación de los títulos
de propiedad de sus vastas posesiones rurales o en su defecto, el pago de las
respectivas "composiciones" a las arcas públicas y parra alcanzar-apoyándose
en las lanzas de los paisanos-el "gobierno propio' y con él, la capacidad de
legislar sobre sus intereses, en particular, sobre el "comercio libré' (con los
in~,leses)...
Pero las incidencias posteriores al Congreso de Abril, duraulte el cumpli-
miento de la misión Larrmñag:l, ya habían enfriado su adhesión a la política-
severa y enérgica-de Artigas, volcándose muchos de ellos al entonces Ilama-
(lo "partido de la unidad" con Buenos Aires, y presionando el :mimo del Caudi-
llo para hacerlo transar con la colnporlencia del Congreso de Capilla Maciel,
lue_odel cual se hizo más evidente el dist:utciamiento. Durante la dominación
porteña, creyeron haber encontrado la oportunidad ideal para hacerse dueños
de la administración pública, de la Provincia, prescindiendo detülitivunente del
Caudillo. I :n esta circunstacia, sin ctnbargo, erraron el cálculo, al imponerse,
tin:dmente, Artigas y sus huestes populares, al centralismo directorial; pero, en
la elneuencia de la invasión portuguesa de 1816 y apenas alojado el genere[]
Lecor en Montevideo, se volcarían, sin reticencias, a colaborar con el nuevo
orden, procurando forjar entonces, en la órbita luso-brasileña, las pautas del
"Estado oriental", ahora "cisplatirto', ya que no podía ser "trasplatino'...
Entretanto, Artigas, había penetrado en el Entre Ríos y Corrientes, derro-
uuldo las fuerzas directoriales enviadas para enfrentarlo (véase el Capítulo IX)
y organizando la resistencia en la c:unp:uSa oriental. Pero derrotado Otorgués
en Las Piedras, el 24 de junio de 1814 -donde fue sorprendido con engaños
22
por Alvear- Artigas aceptó negociar una transacción con el general porteño,
desieBando al efecto a Miguel Barreiro, Torneas García de Zúñiga y Manuel
Cadleros.
De lit gestión amtediclta, surgió el convenio, suscrito en el Fuerte de Monte-
video, entre los delegados artiguistas y Alvear, el 9 de julio de 1814. Por el
mismo, el Director Posadas quedaba comprometido a publicar una declaración
que restableciera "el honor y reputación del ciudadano José Artigas, infamado
por el decreto tintado el 11 de febrero del presente amo"; éste quedaría de
—Comandante General de la campaña y fronteras de la Provincia Oriental del
Uruguay-; 'y en tal carácter dispondría del "arreglo de la campaña entera"; el
Reeimiento de Blmtderagúes militaría bajo sus exclusivas órdenes; su oficiali-
dad y soldados serían pagados con los fondos públicos de las Provincias Uni-
das; todos los que servían en las milicias orientales quedaban en libertad de
retirarse a sus casas o continuar en el servicio, conservfutdoseles, en este caso,
sus grados. Se haría una nueva elección de diputados a la Asamblea General,
convocándose al efecto un Congreso Provincial, debiendo el Gobernador de la
ciudad pasar la circular competente a Artigas para que éste convocara a los
pueblos de la campaña; la referida asmnblea provincial se reuniría, además,
aunualtnente, para representar ante el Gobierno central las necesidades del país,
"mientras no se publica la Constitución que dé la fonna competente al Estado
para gauauttir sus derechos y conservar sus intereses'.
El artículo 10° establecía que "el ciudadano José Artigas no tendrá preten-
sión alguna sobre el Entre Ríos y los habitantes de aquel territorio no serán
perseguidos de rnaunera. alguna por sus opiniones anteriores'. Finalmente, se
establecía que "el gobierno supremo de las Provincias Unidas del Río de la
Plata. será reconocido y obedecido en toda la Provincia Oriental del Uruguay,
como parte integrante del Estado que juntos componed".
23
desirmándolo Cornandattte General de la carnpmia.
Sin embargo, el 25 de agosto de 1874, Posadas, al designar a Miguel
Estunisluo Soler, en sustitución de Rodríguez Peña, expresa en el documento
oficial de la designación, que la misma tenia porfn «precaver los gravísintns
males que prepara a la patria la obstinación del desnaturalizado don José
Artigus». ¡Apenas había transcurrido unasemana de haberlo declarado «buen
servidor de la Patria!»
24
1815, al Gobenador Silva de Corrientes:
..Bueno., Aires hásta~aqu( ha engañado al mundo entero, con .sus falsas
políticas y dobladas iñténciones. Estas hnn forinado.siernpre la rnavor parte de
nuestras diferenc\ásdnternav',Y nb ha dejado de excitar nuestros temores la
publicidad con que:mantiene enarbolado el pabellón español. Si para disimu-
lar este defecto ha ha ad Í medio de levantar con .secreto la bandera (azul y
blanca, vo he ordenado en todos los pueblos libres de aquella opresión que .se
levante runa igual a la de in¡ Cuartel General: blanca en medio, azul en los dos
extreínU y en iriedio unos listones colorados, signos de la distinción de nuestra
grandeüi, dé muestra decisión por la República y de la sangre derramada para
.ro.stedei nuestra libertad e independencia».
25
CAPÍTULO VIII
EL AÑO XV Y EL CONGRESO DE TUCUMAN
Mientras "los hombres de casaca negra" del círculo directorial, con Posadas
o con Alvear y con los comisionados en Europa, buscaban conciliar sus "refor-
mas liberales" con el "legitimismo monárquico' imperante en el Viejo Mundo,
los pueblos del interior criollo irrumpían en la escena histórica sosteniendo los
ideales de Independencia y República y de unión nacional fundada en la libre
federación de las Provincias.
Al conocerse las gestiones encomendadas a Belgramo y Rivadavia para bus-
car un arreglo con Femando VII, cundió la indignación popular. Fue precisa-
mente este clima de opinión el que precipitó la renuncia de Posadas y la deci-
sión de la Logia de reemplazarlo porAlvear, en enero de 1815. Este último, con
el propósito de dar un desmentido a las versiones circulantes acerca de una
capitulación con el Rey Fériitmdo, sin comprometerse con una declaración de
Independencia, ordenó el 22 de enero, a la 1 de la tarde; que se arriara la bande-
ra española del mástil de la Fortaleza, sin reemplazarla por ninguna otra. Secre-
tamente, sin embargo, poco después partiría el Dr. García a solicitar el protec-
torado inglés...
Caído Alvear fue según diríá aria décima popular: «corrió todo su go-
bierno a palo seco», aludiéndose a la inexistencia de pabellón-.ce izó por
prirnera vez la bandera azul y blanca, en la Fortaleza, el 17 de abril de 1815.
Pero nada de esto impediría que Alvear y la facción "logista" fueran identi-
26
ticados, por la opinión de los pueblos, como responsables de una vergonzosa
"entrega' de la causa revolucionaria. La interpretación de ese sentimiento de
independencia americana y de oposición al unitarismo monárquico düectorial,
correspondería, principalmente, a las montoneras federales de Artigás; ya ácla-
mado "Protector de los Pueblos Libres".
Juán Bautista Alberdi ha explicado, admirablemente, el significado de ésta
doble lucha contra el inepto colonialismo de Fenumdo VII y contra el centralis-
mo directorial:
27
dirigente y la capitalidad porteña.
Ignacio Alvarez 17tornas -e1 jefe militar del cambio de situación- diría,
algún tiempo después, explicando el sentido de los acontecimientos:
El pronunciamiento de Fontezuelas
«Creen los oficiales y tropas que están bajo mis órdenes-dice la intima-
28
ción fechada el día 8 pero mandaba seis días desytiés- que él sensible cora-
zón de VE. se prestará alas nobles idear que han concebido en obsequio de la
causa pública de América. Bajo la protección del ejército oriental y del Perú,
asegurados por el voto general de la Campaña y la gran Capital: VE. debe
conocer cuán inoficioso sería el derramarsangre de nuestros mismos eornpa-
triolas y compañeros de armas. La campaña aunada en masa para sostener el
eterno juramento que ha pronunciado el Ejército Libertador: los grandes cuer-
pos de Caballería que se unen a él diariamente v la alarma general que resue-
no con el mayor entusiasmo, pronostica los más ciertos resultados. Desprén-
dase VE. del mando y deje al inmortal pueblo de BuenosAires elegir librernen-
te su gobierno y en el momento habrá cesado la otro--guerra civil que nos está
• devorando. De.lo contrario, yo protesto a VE. altamente y le advierto que un
.solo fusilazo que .se dispare, ha de cortar a los malvados torrentes de sangre ".
La caída de Alvear
El día 15, una gran conmoción popular bahía cundido por todo Buenos
Aires. El gobemador-intendente, Coronel Mayor Miguel Esttmislao Soler, al
frente de los cívicos y de una gran multitud, intimó al Cabildo que arbitrara "las
29
providencias oportunas para evitar males que amenazaban a la República, a
causa del descontento general por los actos opresivos del Supremo Director D.
Carlos Alvear y las últitnas'déténninaciones de la Soberana AsunbleaC.
Pedía, asimismo, que Alvear cesara en el manido militar y "habiendo la Asam-
blea, por renuncia que hizo el brigadier Alvear al maurdo supremo político nom-
brado un nuevo gobierno provisorio", declárase que era "palpable su nulidad"
y había caducado ese cuerpo, reasumiendo el Cabildo lea potestad suprema de la
Provincia.
El Cabildo revocó los poderes de los diputados de Buenos Aires a la Asam-
blea, sin atreverse todavía ai declarar el cese de ésta. Nombró a Soler, Coman-
dante General de Annas de la Provincia, "debiendo someter a su mando todos
los cuerpos armados, milicianos o reglados', y ofició a Alvear para que "hiciera
dimisión del mando del Ejército' ofreciéndole la seguridad de su persona y
bienes. Pero carie la negativa de Alvear, reiteró el pedido de renuncia; unena-
zaudo con tratarlo a él y sus secuaces "con el rigor correspondiente a asesinos
de su país". 1
Alvear rechazó ambas intimaciones y formuló, a mediodía del 16, una
contrapropuesta para que el Cabildo asociado con el Consejo de Estado y "hom-
bres de luces", eligieran la forma de gobierno que estimaren oportuna. Pero él
no dejaría el manido del ejército.
El Cabildo, reunido con Soler, rechazó, a las 7 de la noche del mismo día, la
contrripropuesta. Y en conocimiento de que Alvear avanzaba con sus fuerzas
contra la ciudad, lo comunicó a Alvarez Thomas para que lo atacara por reta-
guardia.
En estas apuradas circunstancias y mientras Soler ponía a la ciudad en esta-
do de defensa, se ofreció para mediar Lord Percy, comandante de la fragata de
guerra inglesa "Haspur". Aceptada que fue su mediación, Percy entrevistó a
Alvear, en la calera de los padres Franciscanos, a cuatro leguas de la ciudad. El
jefe rebelde, convencido por Percy, pidió una garantía escrita sobre su persona
y bienes y dejando a Juan José Viunonte al mando de las tropas, se embarcó en
Las Conchas, la noche del 17, en la fragata "Haspur".
El Cabildo celebró con entusiasmo la caída de Alveu. El 18 disolvió la
Asamblea, pasó una circular anterior diciendo que había asmnido el mando
"nacional" y que Alvear había sido "sustituido y confinado en una fragata in-
glesai'. Publicó una proclama que hablaba de " la rectitud de las intenciones del
Jefe de los Orientales" y pedía se "olvidasen las atroces imposturas con que
hasta aquí lo ha presentado odioso la tiranía". Llaunó a elecciones de un Direc-
tor de Estado provisorio, exclusivamente por Buenos Aires. Para satisfacer a
Soler, al que no querían hacer Director por temor a los "orilleros" de sus mili-
cias, lo ascendieron a brigadier general. A Alvarez Thomas, a coronel mayor.
Alvear, entretanto, había llegado a Río de Janeiro, mientras que sus partida-
rios eran sometidos a prisión y juzgados severamente, siendo algunos fusila-
dos. En Río, Alvear escribió, el 23 de agosto de 1815, una lamentable nota al
30
ministro español ante la Corte portuguesa. Villalba, pidiendo su reincorpora-
ción al ejército español y la gracia de Fernando VII:
«Es muy deplorable aun español dice-que ha nacido con honor y que
procuró acreditarlo entre los gloriosos defensores de la nación, presentarse
ahora a vindicar su conducta en actitud de delincuente v con la sombra de
rebelde o enemigo del Rey. Yo me habría ido lejos de los hombres a ocultar mi
vergüenza, si no conservara una esperanza de hacer disculpables rnis procedi-
mientos o si conociera menos la clemencia del Soberano y la indulgencia de
sus ministros". Expone que fite a Buenos Aires mezclándose en política "ani-
rnado de la esperanza de rectificar las ideas que alimentaba el fanatismo de la
multitud... agregueme al partido de los que eran conocidos por más vehernen-
te.s y acalorados con el objeto de adquirirme un crédito elevado de patriota y
tornar ascendiente sobre los que .suponía más capaces de una oposición soste-
nida ala idea de conciliación". Ocupó el Directorio Supremo para "aventurarse
a,un paso decisivo que pusiese término a esta maldita revolución... pero había
quienes no querían que el país volviese a .su antigua tranquilidad, y apoyados
poi la conducta de don José Artigas en la Banda Oriental, iban a alejar toda
esperanza de orden y de subordinación a la legítima autoridad... y por eso he
caído, por eso he sido víctima: porque mi decidido conato ha sido volver estos
países a la dominación de un Soberano que solamente puede hacerlos felices.
Por eso yo, con mi familia, como otros compañeros en desgracia, no trepidarnos
en presentarnos voluntariamente a VE. y pennanecemos bajo su protección...
espero que considerándome corno vasallo que sinceramente reclama la gracia
de su Soberano y está dispuesto a merecerla, se sirva recomendarme a Su Ma-
jestad ante quien me presentaré, luego que halle .seguro transporte para mi
persona y rni familia".
El nuevo Gobierno.,:,.
En el acuerdo capitular del 18.de abril.se—había resuelto la ¿gnstitución de
un nuevo gobierno. Se convocó entonces a los vecinos para que concurrieran a
votar electores,.para lo cual la ciudad,se dividió en cuatro distritos, eligiéndose
tres electores por distrito: El 19 fue la elección,y los doce electores que resulta-
ron investidos tueron convocados para.el día siguiente. El 20, a las ocho de la
mañana, se instaló el congreso elector y decidió elegir "Director del Estado",
basta la reunión del Congreso General de la Provincia, a José Rondeau: y para
cubrir el cargo en forma interina, dado que Rondeau estaba al mando del ejér-
cito del Perú, a Ignacio Alvarez Thomas. Y el día 21, el Cabildo y el congreso
elector, designaron una "Junta de Observación" de cinco miembros: Tomás
31
Anchorena, Esteban Gascón, Pedro Medrlno, Antonio Sáenz y Mariano Serra-
no, encargada de dar el "Estatuto Provisorio' que reglaría las atribuciones del
gobierno.
Ese mismo día 21, prestaronjurmnento los tnietnbros de la Junta de Obser-
vación y Alvarez Thornas asutnió únicmtrente el m:uitlo de las an ntu, prosi-
guiendo el Cabildo corno Gobenlador Político hasta que la Junta presentara el
"Estatuto Provisorio' y éste fuera aprobado.
32
jetos necesarios y urgentes".
La Junta de Observación, de cinco miembros. se renovaría a loi seis meses
y luego duraría hasta el fin del período del Director del Estado y en adelante el
mandato .sería de un año. Sus facultades eran amplias: podía remover los se-
cretarios del Director; aconsejar lá.s funciones administrativas: recibir infor-
mes trimestrales de las cuentas del Estado y con acuerdo del Cabildo porteño,
podía quitar el mando militar y deponer al Director en caso "que claudicase
en la inobservancia del presente estatuto ".
El Poder Ejecutivo sería ejercido por el »¡rector del Estado. Este debíaser
vecino o natural de cúalquiera de las provincias, con cinco años de residencia
en ellas y tener "más de treinta y cinco años" (partí que no se reprodujera el
caso de otro Alvear sin prestar atención a la circunstancia de que Alvarez
nomas tenía apenas 28 años de edad...). Duraría uri año en susfunciones. Los
tres secretarios —Gobierno, Guerra v Hacienda-serían removidos "cuando
lo exija la Junta de Observación ".
El Director del Estado "luego que se posesionase del mando, invitaría con
particular esmero y eficacia a todas las ciudades y villas de las provincias
interiores para el nombramiento de diputados que hayan deformar la Consti-
tución, los cuales deberán reunirse en la ciudad de Actmán para que allí
acuerden el lugar en que hayan de continuar sus sesiones, dejando al arbitrio
de los pueblos el señalamiento de viáticos y sueldos asas respectivos represen-
tantes". Las ciudades y villas nombrarían un diputado por cada 15.000 habi-
tantes, eligiéndolos, indirectamente, pormedio de electores, a razón de un elector
por cada 5000 habitantes. El sufragio podría emitirse " de palabra o por escri-
to, abierto o cerrado", según deseara el elector
El Poder Judicial era declarado independiente y .se introducían algunas
variantes respecto de las competencias de los Tribunales, restableciéndose el
juramento en materia civil y criminal, excepto sobre hecho propio.
El Estatuto reglamenta luego las elecciones de los Cabildos y gobernado-
res de provincia; la organización del ejército y la armada, restableciendo las
milicias provinciales del régimen virreinal y las milicias cívicas. Sobre éstasse
disponía que "todo habitante del Estado, nacido en América, todo extranjero
con domicilio de más de cuatro años, todo español europeo con carta de ciuda-
dano, y todo africano y pardo libre. .son soldados cívicos, excepto los que se
hayan incorporado a las tropas de línea y árrnada ". Desde la edad de 15 a 60
años ".si tuvieran rubustez" los cívicos deberían acudir a la señal de la "patria
en peligro" dada por la campana del Cabildo o la bandera puesta al tope de su
torre. El Cabildo porteño sería "brigadier nato" de los cívicos de la capital.
Se establecía que "esta fuerza armada ha de estarsubordinada al gobier-
no; pero cuando éste claudicase en la inobservancia del presente Estatuto Pro-
visional u obrase contra la salud y seguridad de la Patria, declarándolo así la
Junta de Observación y el Excmo. Cabildo, por escrito o de palabra, quedará
.sujeta a dicha Junta de Observación, igualmente que la fuera de línea (le mar
33
y tierra, para .sostener sus determinaciones en el caso que las resista el Direc-
tor". Se otorgaba, pues, ala Junta de Observación y al Cabildo porteño ni más
ni menos que "el derecho de revolución,"...
Finalmente, se:reglamentaba la-seguridad individual y la libertad de im-
prenta, reproduciéndose los reglamentos anteriores. Se abolía el Consejo de
Estado, se abolían las leyes de la Asamblea sobre comunidades religiosas y se
permitía, en adelante, a los maestros, el' castigo de los niños.
El Nuevo Directorio
EL CONGRESO DE TUCUMÁN
Los diputados y sus instrucciones
34
sustituir el sistema electoral prescripto para la campaña por "el que creyesen
más oportuno '.
El proceso electoral se prolonoaríqbasta después de instalado el Congreso
y el mismo demuestra la ('alta de expresión•popular.de aquel cuerpo.de preten-
dida representación nacional. . . ., .
No estuvieron presentes en aquel cónclave manejado por el porteriismo uni-
tario y monárquico, las provincias federales republicanas: Misiones, Corrien-
tes, Entre Ríos, Santa Fe y Oriental, todas acogidas a 1<t protección de Artigas.
Pero.t<aunpoco concurrió el Paraguay, aislado.ya.por. el neutralismo del Dr.
Francia, como defensa de la estrangulación,portuaria bonaerense y del jaqueo
unenazemte del Brasil lusitano.
Extruio al sentimiento de los pueblos -electos sus anieanbros "en medio de
la indiferencia público' o "bajo los auspicios del odio ala Capital", al decir de
Mitre- sus deliberaciones se sucedieron al compás de una política directorial
obsesionada por el objetivo de articular el Estado bajo el mando centralizado
de Buenos Aires, aunque para ello tuviera que fragmentar y entregar territorios
y pueblos, integrantes del cuerpo nacional..Su obra, artificial y episódica, no
dejaría huella valedera-más allá de una formal y tardía declaración de'-inde-
pendencia"-dispersándose, ante la intimación de Artigas, al aproximarse las
lanzas federales a la aterrorizada Capital, a comienzos de 1820.
Instalación y tendencias
El 24 de marzo de 1816, con la concurrencia aproximada de dos tercios de
diputados, en Tltcuaním se inaugurarme las- sesiones del Congreso. Fue electo
presidente el Dr. Pedro Medrano y secretarios fueron Juan José Paso y José
Mariano Serrano, El presidenie y el vice durarían un mes en cl cargo, sin duda
para impedir que ninguno se perpetuara en tan importantes funciones represen-
tativas coano ocurriera con Alvear en la Asaunblea del ario XIII.
La tendencia mayoritaria sería la de la facción triunfante en abril de 1815, a
la que Diego Luis Molineui llana de "los municipales", interpretada por los 7
diputados de Buenos Aires y los diputados del Alto Perú. En minoría, práctica-
rnente reducida a los diputados de Córdoba, se expresaba la tendencia" localista"
o federal. Pero a partir del traslado del cuerpo a Buenos Aires, éste perdió toda
significación y autonomía quedando subordinado a las orientaciones del Direc-
tor Pueyrredón y de la Logia Lauteno, reorganizada precisunente en 1816.
Elección de Pueyrredón
35
el Cabildo y la Junta, bajo la presión de los cívicos, habían nombrado Director
interino al Coronel Mayor Antonio González Balcarce.
Los cívicos, encabezados por Soler, temían al Congreso de Tucumán al que
atribuían el propósito de entregarse a Portugal, sospecha que, por cierto, no
estaba desencaminada. A ese sentimiento nacionalista de los cívicos vino a
agregarse un ingrediente localista. A fines de abril se supo que el Congreso se
preparaba a elegir Director Supremo al Coronel José Moldes, antiguo amigo de
Belgrano y asambleísta del año XIII. . . .
El hecho deque Moldes fuese, salteño y que desde la caída de Alvear no
ocultara su antipatía hacia Buenos Aires,-sobre todo hacia los cívicos, contribu-
yó al ,uiimo revolucionario de la ciudad.
Efectivamente, la candidatura de Moldes estaba en la consideración de los
congresales de Tucumán y contaba con el apoyo de Belgrano y de Güemes y la
simpatía de los diputados de Alto Perú.
Pero Moldes fue eliminado como candidato, lográndose convencer a Güemes
para que aceptara a otro en homenaje a la "unidad nacional". Era necesario que
el futuro Director Supremo no despertara resistencia entre los viejos asambleístas
-muchos de los cuales eran diputados en el Congreso-ni entre los revo-
lucionarios de abril de 1815, ni en los logistas, ni en el interior ni en Buenos
Aires, y que 1-oralmente consiguiera el apoyo del ejército, es decir, de San Mar-
tín, Güetnes y Rondeau. Y, además, que tuviera prestigio personal para no re-
caer en una situación como la protagonizada por Alvarez T homas.
Surgió así el nombre de Juan Martín de Pueyrredón, diputado por San Luis
en el Congreso. Los porteños lo aceptaban como nativo de Buenos Aires y los
provincianos por su larga estadía en San Luis; los conservadores lo considera-
ban uno de ellos y los logistas no ignoraban que había sido iniciado en las
logias españolas, aunque no se hubiera incorporado a la Lautaro. Era una solu-
ción capaz de lograr el avenimiento con Rondeau, que ltabía iniciado las mar-
chas sobre Tucumán, y con los cívicos de Buenos Aires, a quienes había que
impedir que se vincularan con Amigas.
Pueyrredón fue elegido "Director Supremo de las Provincias Unidas en Sud
América", el 5 de mayo. En seguida el nuevo Director conferenció con Rondeau
y le dio amplias satisfacciones obteniendo el acatamiento de su autoridad. Asi-
mismo, había ordenado a Balcarce que, hasta tanto no llegara a Buenos Aires,
se limitara a cumplir las resoluciones que le comunicara.
El oficio de Pueyrredón a Balcarce ordenándole acatamiento al Supremo
Poder, exaltó el sentimiento localista porteño que tomó la forma de un movi-
miento "federalista" y el nombre de Artigas llegó a pronunciarse como una
esperanza. Se sucedieron notas y manifiestos de la cunpaña y de los barrios,
pidiendo que se resistiera la dominación del Congreso, pues "el pueblo de Bue-
nos Aires quiere y desea pública y notoriamente reducirse a una provincia como
las demás para gobentarse por su administración interior; reconoce y obedece
al Supremo Poder Ejecutivo nombrado por el Congreso pero en cualquier parte
36
que fije su residencia que no sea Buenos Aires":.: . . .
Balcarce, el 18 de junio hizo fijar un bando convocando al "pueblo sobera-
no" y al Cabildo y la Junta a un Cabildo abierto "con concurrencia de todos",
que habría de tener lugar al día sigüienté, 19, en el tempkt de San Ignácio, para
resolver "si se resistía o no la instalación del gobieríto nacional en Buenos
Aires y se constituía ésta' en provincia federal". : . -
La sesión en el Templo'de San Ignacio fue tumultuaria y nadie pudo enten-
derse. Finalmente, se resolvió que "el Directür,'Cabildo y Junta se pusiesen de
acuerdo para conseguir qtie el pueblo votase si quéría sér provincia renuncian-
do a ser capital". Al día siguiente lastres autoridades pronttilgabam un regla-
mento de elecciones, limitado a establecer si se resolvería en Cabildo abierto o
por medio de representantes. El 22 de junio se votó, resultando triunfante en la
ciudad el criterio de una reunión por representantes; en la campaña de la pro-
vincia no llegó a saberse el resultado, porque los acontecimientos se precipita-
ron.
El 7 de julio se supo que los portugueses habían invadido la Banda Oriental.
Balcarce lanzó una proclama llamando "a la conciliación ante el peligro". El
Cabildo, a su vez, el día 10 lanzó otra acusando al gobienio (Balcarce) de "pro-
mover un provincianistno extemporáneo e introducir la desunión en el centro
de la unidad que tonn<m los cuerpos cívicos"; acusaba a B<dcarce de "pasividad
ante la invasión" y anunciaba que lo destituiría. Esa noche el primero y tercer
tercios de cívicos-habitantes del centro y "pardos y morenos"-partidarios
del Cabildo, salieron de sus cuarteles para proteger la plaza; pero el segundo
tercio, compuesto de "orilleros'", pennatteció a la espera de las órdenes de
Balcarce para combatirjunto con los cuerpos de Dorrego y de Pinto de simpa-
tía federalista, pero Balcarce no dio la orden. El Cabildo y la Junta de Observa-
ción destituyeron entonces al vacilante Director y nombraron interinamente en
su lugar a Francisco Antonio de Escalada y Miguel Irigoyen hasta la llegada de
Pueyrredón.
Entre tanto en Tucumán, esa misma noche, Pueyrredón, con el acta de de-
claración de la independencia del 9 de julio, se ponía en marcha para Buenos
Aires, a la que llegaría el 29, tornando posesión del gobiento sin oposición.
37
tución. (no los hubo); 5) forma de gobierno: 6) Constitución; 7) ¡in plan de
impuestos para .sostener la guerra mientras dure: establecimiento de un Banco
y fijación del valor, de la moneda; 8) arreglo del régimen militar; 9) de la
marina de guerra: 10) de las rentas generales del Estado; ]])establecimiento
de una Casa de Moneda en Córdoba: 12) creación de establicimientos educa-
tivos; 13) funcionamiento de la justicia;.14) demarcación del territorio y crea-
ción de ciudades y villas: 15) arreglo 'del régimen municipal; 16) del régimen
agrario; 17) revisión de lo hecho por la anteriorr Asamblea y de todos los regla-
mentos promulgados por el Poder Ejecutivo.
La declaración de la independencia
El 9 de julio, aprobada la nota de las materias y el régimen de votación del
cuerpo, el Congreso aprobó, por aclamación, primero, y luego por el voto indi-
vidual de sus miembros, la independencia.
38
"Libres de los reyes de Espacia y su metrópoli—, pennitía la anexión como
colonia a Inglaterra, como lo había querido Alvear en 1815, o a Portugal, como
habría de proyectarse poco tiempo después. El diputado Medrano pidió sesión
secreta el 19 de julio y mocionó para que, en la fórmula del juramento a tomársele
al ejército, se agregara: "y de toda otra dominación extranjera", variándose de
paso el acta, pues "de este modo se sofocaría el rumor esparcido por ciertos
hombres malignos de que el Director del Estado, el general Be1grano y aún
algunos individuos del Soberano Congreso alimentaban ideas de entregar el
país a los portugueses", lo que así fue acordado.
«Ha más de un año, que la Banda Oriental enarboló .su estandarte tricolor
y jurósu independencia absoluta y respectiva. Lo hará VE. presente al Sobera-
no Congreso para susuperior conocimiento».
39
.sea reinara la dinastía de los Incas «por la justicia que envuelve la restitución
de esta Casa tan inicuamente despojada del trono, por una sangrienta revolu-
ción que.se evitaría para en,lo .sucesivo con esta declaración y el entusiasmo
general de que .re poseerían los habitantes del interior, con .sólo la noticia de
un paso para ellos tan lisonjero»; 4) que España estaba muy debilitada por la
larga guerra de la independencia contra Napoleón ;v' «las discordias que la
devoraban», pero con todo «tenía más poder que nosotros y debíamos poner
todo conato en robustecer el ejército»; que lnglaterra no ayudaría a España
para nuestra subyugación, «siernpre que de nuestra parte cesasen los desórde-
nes»: 5) que la llegada de tropas a Brasil no .significaba que Portugal tuviera
miras ofensivas contra las Provincias Unidas, .sino únicamente «precaver la
infección /del artiguismo en el territorio de Brasil»; que el carácter del prín-
cipe Don Juan era pacífico y «enernigo de conquistas», 1, estas provincias no
debían temer ¡movimiento de aquellas füerzas.
40
caba la unidad de América del Sur.
Entre los hombres representativos del patriciado porteño de la época se le-
vantaron nutnerosas objeciones al proyecto de Belgrano. Pueyriedón, que, como
veremos, tenía iniciadas gestiones para la coronación de un príncipe francés,
escribió a Belgrano, advirtiéndole que debía limitarse al cumplimiento de sus
deberes como general en jefe del ejércitó, ':sur mezclarse en modo alguno en lo
polífco'.:Rivadavia, enterado por,el propio Belgremo de su iniciativa, le
rescribiría a Pueyrredón sobre el tema, aprobando la fórmula monárquica-cons-
titucional, pero considerando la coronación del Inca como,uua "desventurada
idea".
Diferente fue la reacción de San Martín. En carta a Godoy Cruz -que ha-
bía sido el único en no votar la fórmula incásica- le decía;
Pueyrredón en el Directorio
El nuevo titular de la Dirección Suprema del Estado era un calificado inte-
grante del patriciado porteño. A través de la Logia Lautaro se había vinculado
con San Martín. Pero existfaentre ambos una diferencia sustancial: San Martín
era un representante auténtico del liberalismo hispánico de 1803, en cuyas tilas
41
se distinguiera durante los años más duros de la guerra contra Napoleón, hom-
bre de ascética personalidad, sin interés económico concreto; Pueyrredón en-
camaba la mentalidad del grupo agroexportador bonaerense y era notoria su
asociación con Ambrosio Lezica, acaudalado consignatario de frutos y presta-
mista. Ante el empuje del republicanismo federal de los pueblos acaudillados
por Artigas y ante el fracaso de su proyecto de coronar un príncipe francés,
abandonaría a San Martín en su plan de liberación de Chile y del Perú, procu-
rando utilizarlo como fuerza de represión contra las huestes artiguistas.
Contribuye a revelar su carácter, la información proporcionada por Silas
Atkins, inglés residente en Buenos Aires, a su poderdante Rivadavia, a fines de
1819:
42
-escribiría entonces, confiado y optimista, San Martín=pues:e.stoy'.seguro
que el DirectorSupremo todo lo va a transar». ., ,
43
• Los objetivos de la «Gran Logia» quedarían desvirtuados por la gravita-
ción de los «facciosos» en el ánimo de Pueyrredón. «Mantener el orden y ase-
gurar la'independencia» eran sus propósitos. Pero, mientras que, para San
Martín, rcmanteneriel orden» significaba- mantener,la unidad nacional, con
una política2e alianza con, los.elementos populares porteños y los Pueblos
Libres del Protectorado artiguista, Púeyrredón y la logia lo entendieron como
imposición sobre ellos.
«Consolidar la indépendencia»; era,i para San-Martín;'conducir militar-
mente la guerra de la independencia; pero en el círculo de•Pueyrredón y de los
logistus, era pedir, un monarca.no'ya a -España, Inglaterra o Portugal, sino a
Francia, a la que se inclinaban las simpatías del Director Supremo. .
Por su parte, el Congreso, ante los urgentes llamados del Director para que
trasladara su sede a Buenos Aires, así lo acordaba el 1° de enero de 1817 y al
mismo tiempo formaba una comisión integrada por José Dairegueyra, Pedro
Ignacio Castro Barros y Pedro Carrasco "para servirle de apoyo en los conflic-
tos que expresa en sus comunicaciones",
Al llegar la Comisión del Congreso a Buenos Aires, en los primeros días de
febrero de 1817, la situación era comprometida: "La anarquía apenas sofocada
44
en el interior -comenta Mitre- los cuidados de la invasión española por Sal-
ta, la incertidumbre de la expedición sobre. Chile, el desorden triunfante en el
litoral, la irritación que producía la invasión portuguesa; la sospecha, en gran
parte fundada, de que eran objeto el Congreso, el.Directorio y el enviado García
y los trabajos de zapa de la oposición en la capital, todo esto había contribuido
a desmoralizar la opinión, produciendo una sorda inquietud que parecía pre-
cursora de un estallido".
Pueyrredón hizo presente ala Comisión las dificultades que encontraba para
proseguir las negociaciones con la Corte dé.Brasil,. señalando, como la más
grave de todas, " la continua alarma por el prematuro rompimiento de una gue-
rra contra la nación limítrofe, que propagaban los enemigos del orden público,
minando los cimientos de la opinión y de la autoridad pública' y en consecuen-
cia, pedía autorización para suprimir estos obstáculos. La Comisión prestó su
aprobación para que adoptara las providencias conservadoras del orden que
estimare oportunas, en-el término de 24 horas.
45
de convencer a1 Director Pueyredón-de encarar de otra manera el problema
creado por la postura republicano-federal de los caudillos, no hacían más que
exasperarlo en su propósito de terminar cuanto antes con la "anarquía" que
prevalecía en los dominios artiguistas.
La otra victoria, la de San Martín, sobre los realistas en Maipú; el =5 de abril,
abría las más lisonjeras perspectivas, al tiempo que planteaba una interrogante.
Libre el Ejército de los Andes de tóda tarea eit Chile -así se creyó en un co-
mienzo-quedaba disponible para nuevas campañas. ¡,Qué hacer abóra? ¿Uti-
lizar esta fuerza paró campañas exteriores o lanzarla en el litoral para atumar la
autoridad del gobierno? ¿Coincidirían Pueyrredón y San Martín en los planteos?"
En la quinta de San Isidro, residencia de Pueyrredón, tuvo lugar, el 11 de
mayo de 1818, una reunión entre el Director y San Martín. Presente en la mis-
ma el Secretario de Estado, Dr. Gregorio Tagle, tonnuló una cerrada oposición
a los planes de San Martín de continuar la guerra de liberación hasta el Perú y
sostuvo que el Ejército de los Andes debía ser utilizado para la defensa de
Buenos Aires y del Gobierno, amenazado "por el desborde del anarquismo que
prevalecía en el litoral". Finalmente San Martín logró arrancar de Pueyrredón
la promesa de auxiliarlo con un empréstito de quinientos mil pesos y partió
para Mendoza, de donde envió instrucciones al Director chileno, Bernardo
O'Higgins, para que adoptara las medidas conducentes a organizar la expedi-
ción que pensaba dirigir sobre Lima, en el término de tres meses.
Pero en los primeros días de setiembre de 1818, recibió un oficio del Direc-
tor Supremo, en que éste le hacía saber que la escasa cantidad recaudada hasta
la fecha, por el empréstito, se había aplicado a otros gastos de urgencia, debien-
do suspenderse todo plan que se fundara en la esperanza de esa financiación...
San Martín, que no creyó en la validez del pretexto invocado, presentó renuncia
inmediata a la jefatura del Ejército de los Andes. Esta renuncia provocó en la
Gran Logia el efecto que, sin duda, San Martín esperaba, ya que todavía en
aquella época, la mayoría de sus miembros le eran adictos y se le impuso a
Pueyrredón el cumplimiento de su compromiso con el Libertador.
Sin embargo, el Director Supremo, acariciaba un proyecto de solución mo-
nárquica que, a su juicio, haría innecesaria la expedición del Perú. En efecto:
Pueyrredón estaba convencido de que, en la próxima reunión de las potencias
de la Santa Alianza, a celebrarse en Aquisgrán o Aix-la-Chapelle, se aprobaría
la independencia de los Estados Hispanoamericanos. Para informar a San Mar-
tín, envió al logista Julián Alvarez, que, sorprendido en el camino por fuerzas
federales, debió quemarla documentación que llevaba; el comisionado pudo,
finalmente, huir, y al llegar a Mendoza, informó verbalmente al Libertador de
los propósitos del Gobierno de enviar al canónigo Valentín Gómez arte el Con-
greso de potencias europeas y le pidió que solicitara de O'Higgins el otorga-
miento de poderes a Gómez, para que éste pudiera llevar a Europa la represen-
tación de ambos gobiernos.
San Martín se mostró de acuerdo con este pensamiento; pero no suspendió
46
por ello los preparativos de su expedición sobre Lima, por lo que, sin detenerse
a esperar la conformidad de Pueyrredón, se trasladó á Chile para continuarlos
con mayor serenidad. . .
47
ción extraña en ningún parte de la tierra... dé este proceder no debe formar
queja la Nación Inglesa cuando a ella particularmente le es constante que
cada pueblo está en el caso de hacer cuanto pueda por su fomento y cuando
debe conocer que las operaciones de los extranjeros aquí, traspasan las exen-
ciones y facultades que pudieran gozar en una de sus colonias; y que el gobier-
no inglés jamás consentiría a extranjeros en las plazas de la Gran Bretaña".
Nada hizo Pueyrredón por limitar o corregir en algo esta situación, por lo
que el citado periódico =redactado por Vicente Pazos Silva= volvía, el 3 de
julio de 1817, a denunciar la situación en los siguientes términos:
"Un ligero conocimiento del país basta para comprender que dentro de
rnuy pocos años de independencia, más de diez millones de sudamericanos se
vestirán de efectos europeos... consta por un ligero cálculo que actualmente
consumimos de 30 a 40 pesos mensuales-de 9.000 a 12.000 pesos actuales-
de aquellas mercaderías. Luego el consumo anual montará a más de 400 mi-
llones de pesos. Suma que en verdad espanta ".
Por ,supuesto, "El Censor" fue clausurado por Pueyrredón y Pazos Silva
sufrió el destierro.
48
fletados por los hacendados, llevaron la carne salada a Brasil 3, aun a las
Antillas v Estados Unidos, liberando asía los productores del transporte. Por
lo demás, los cotnpradores de cuero y sebo .se vieron obligados a pagar por
ellos el valor real, pues los hacendados ya no estaban reducidos al precio que
aquéllos les ponían.
49
naban efectivamente la situación o con los "regentisnts'", si éstos conseguían
recuperar el dominio. Como diría, tiempo después, cáusticamente, Carming, la
política británica "no tiene principios, sino intereses".
Por su parte, Lord Castlereagh, había procurado avenir a los
"constitucionalistas"" de Cádiz para que reconociertm ciertas autonomías a los
americanos, entre las cuales la apertura de sus puertos al comercio internacio-
nal. 'tenía interés de terminar con la guerra en América para que el gobierno
peninsular y las Cortes de Cádiz contrajeran sus esfuerzos, exclusivamente, en
la lucha contra Napoleón. La mediación fue un fracaso, pues en Cádiz se quería
la sumisión incondicional.
Al ser restaurado Fernando VII, celebró con Inglaterra, el 5 de julio de 1814,
un tratado secreto, que estrechaba los "vínculos de amistad y alianza" entre
ambas naciones, y deseando proteger y extender el comercio, ambas partes se
comprometían a formalizar un convenio comercial. El 28 de agosto se uiadie-
ron cláusulas que se referían a los "'juntistas" mnericanos: —Deseando como
está S.M. Británica de que cesen de todo punto los males y discordias que
desgraciadamente reinan en los dominios de S.M. Católica y que los vasallos
de aquellas provincias entren en la obediencia de su legítimo soberano- se obli-
gaba a no facilitar ninguna ayuda a aquéllos.
Lord SVtunford, que resultaba demasiado comprometido ya con los diri-
gentes porteños, fue relevado en diciembre de 1814 y presentó su carta de retiro
en Río de Janeiro, el 14 de marzo de 1815.
50
La política de Francia
Napoléon había procurado alentar la "independencia" de Hispano-américa,
pero al restaurarse la Casa de los Borbones. Luis XVIII no podía hacer lo tris-
mo, al menos, abiertamente. Corno a pesar de la restauración de Fernando, la
unidad de la monarquía nacional hispano .unericana se hacía difícil, surgieron
proyectos franceses para aprovechar la situación, coronando monarcas
borbónicos en los Nuevos Estados <unericanos.
51
Le Moyne volvió a Francia entusiasmado con las seguridades que le dio
Pueyrredón (octubre de 1818).
La política de Portugal
La ocupación de la Banda Oriental por las fuerzas lusitanas había causado
gran preocupación en Europa: Inglaterra había presentado una formal protesta
ante Don Juan VI y el rey Fernando había pensado, a su vez, en ocupar por la
fuerza el territorio de Portugal, pero debió desistir dado que el Zar de Rusia se
negó a acompañarlo en esta empresa e Inglaterra era garantía del territorio lusi-
ktno. E I problema se radicó entonces en la conferencia de embajadores de las
potencias coaligadas en la Santa Alianza, celebrada en París. A cambio de eva-
cuar la Provincia Oriental la Corte de Río exigía una indemnización y la devo-
lución de la plaza de Olivenza, que España retenía desde 1801-obtenida en la
llamada —Guerra de las Naranjas"- y cuya devolución había sido ordenada
por el Congreso de Viena. Las deliberaciones de París, finalmente, fueron
clausuradas sin fruto alguno.
Al aproximarse la reunión de Aix-la-Cltapelle, la Corte de Río proyectó la
coronación de un príncipe de la casa de Braganza en el Plata y el ministro
Vilamova dio instrucciones al Conde de Palmella, ministro en Portugal, para
que hiciera gestiones en tal sentido ante el agente porteño en París, Bernardino
Rivadavia. Simulníneatnente, se impartieron instrucciones al general Carlos
Federico de Lecor, en Montevideo, para que promoviera la iniciativa ante el
Director Pueyrredón.
52
dres; oiría las proposiciones del gabinete francés sobre la coronación del Du-
que de Orleans, concertando un tratado a someterse al Congreso; en caso de
fracasar la gestión con Francia, estaba autorizado para oír propuestas de otra
potencia, con exclusión de España; asimismo, procuraría obtener un empréstito
y la desocupación lusitana de la Banda Oriental.
Valentín Gómez se detuvo en Río de Janeiro a la espera de un buque que lo
llevara a Europa y por este motivo recién llegó a París en abril de 1819.
En el Congreso de Aix-la-Chapelle
Mientras tanto, había tenido lugar el Congreso de la Santa Alianza, inaugu-
rado en Aix-la-Chapelle, el 30 de setiembre de 1818.
Castlereagh rechazó el proyecto ruso de un "boycot' a los "rebeldes" hispa-
noamericanos que, desde luego, periudicaba más que a nadie al comercio britá-
nico: propuso,en cambio, un acuerdo entre Fernando VII y sus súbditos conti-
nentales, sobre la base de una amnistía general, igualdad de tratamiento entre
españoles y criollos en los empleos y amplitud del comercio "para favorecer a
los americanos". Inútilmente el gobierno español ofreció Saurto Domingo a In-
glaterra, a cambio de su ayuda para la reconquista de Chile y las Provincias del
Plata; ya había llegado la noticia de la victoria de San Martín en Maipú -5 de
abril de 1818-e Inglaterra no quiso arriesgarse, si no era mediante una acción
coordinada de toda Europa.
Richelieu, como es lógico, se pronunció por una "independencia" de Amé-
rica con príncipes europeos, apoyados por ejércitos franceses y dinero inglés,
que garantizarían la estabilidad de los nuevos Reinos.
Sin arribarse a ningún resultado concreto, dieron término las deliberacio-
nes.
Castlereagh había quedado definitivamente convencido de que la separa-
ción de Hisp:moarnérica de Fem:mdo VII y de España era un hecho; y pensó-
de acuerdo con René de Chateaubriand, nuevo embalador francés en Londres-
en la posibilidad de establecer príncipes españoles en varios Estados, antes que
los auneric:mos se unificaran en uno solo y grande; apoyarlos con ejércitos fran-
ceses y empréstitos ingleses y mantener abiertos sus puertos al comercio tnun-
dial.
53
príncipe de Loca, recientemente privado de sus derechos sobre el ducado de
Parma, para dárselos a la emperatriz María Luisa de Austria.
No gustó a Valentín Gómez la candidatura del príncipe de Loca, un adoles-
cente aficionado al violín y ex-soberano de un minúsculo Estado italiano. Pero
Dessolle le aseguró que el príncipe, sobrino lejano de Luis XVIII y pariente
algo más próximo de Fernando VII, sería bien recibido por Inglaterra y Rusia y
que un ejército francés iría con él para hacerlo respetar ante una posible reac-
ción de los caudillos populares. Además, casando al príncipe de Loca con una
princesa portuguesa, se podría obtener que ésta trajera corno dote la devolución
de la Banda Oriental.
A meditados de octubre de 1819, llegaron a Buenos Aires los informes de
Gómez sobre los resultados de su gestión, acompañados de una carta de
Rivadavia, apoyando el plan de la coronación del príncipe de Loca.
La Constitución de 1819
Su texto seguía el rnisino plan del "Estatuto Provisional" del año XV, pero a
diferencia de éste consolidaba fuertemente la autoridad directorial. Suprimía
la Junta de Observación y declaraba que "el Supremo Poder Ejecutivo reside
originariamente en la Nación y será ejercido por un director del Estado ": esta-
blecía la atnovilidadde los Secretarios de Estado voluntad del Director; fijaba
los límites de su autoridad, confiándole el mando suprerno de todas lasfuerzas
de rizar y tierra, incluyendo las milicias; y extendía para Pueyrredón la dura-
ción del mandato hasta la sanción de la Constitución.
54
como modelo en su aula de la Facultad de Derecho de París; pero nada tenía
que ver con la realidad del Río de la Plata...
55
era difícil modificar las pocas disposiciones constitucionales incompatibles con
la tnonarquía. Se presentó una objeción más seria: "que el proyecto segur:unen-
te vendría a ser cruzado por la Gran Bretuia a quien no puede acomodar que
una potencia continental y de primer orden como la Francia, su antigua rival,
cuyos intereses políticos y mercantiles combinados con los de Austria, Prusia y
Rusia, conspiran de un modo bien perceptible a contrabalancear la preponde-
rancia del poder británico, adquiera un ascendiente decisivo sobre estas provin-
cias por el establecimiento de un.Príncipe que parece destinado a subordinar
los intereses de la Arnérica al influjo de la política continental europeo'. Se
respondió que era del interés general acepto la negociación por las críticas
circunstancias presentes, pues admitiéndola podría parfizarse la acción de Fer-
nando VII para reconquistar el Río de la Plata y obligar a Francia e Inglaterra a
reconocer la independencia.
Y en sesión secreta del 12 de noviembre, se aprobó el proyecto de coronar
al Príncipe de Loca, sujeto a un tratado con la Corte de Francia, que sería rati-
ficado por el Congreso y por el cual el rey francés tornaría a su cargo obtener el
consentimiento de las potencias de Europa y especialmente, el de Inglaterra.
56
CAPITULO IX
LA LIGA FEDERAL
57
así postergada, hasta abril de 1815. con Montevideo en manos de los orientales
y los pronunciamientos de Santa Fe y Córdoba y la caída del "alvearismo'.
58
comunales para regir sus jurisdicciones; como productores, obtenerla libertad
de exportación de sus frutos, sin defender en fonna exclusiva del puerto de
Buenos Aires; como consumidores, que la manufactura importada les llegara,
en la medida de lo necesario y sin sustituir los productos de su esfuerzo artesanal,
sin la forzosa intermediacián porteña.
Pero la Revolución, bajo la dirección del patriciado porteño, de mentalidad
liberal, había frustrado estas expectativas. En el orden político, las sucesivas
fórmulas institucionales erigidas en Buenos Aires habían reiterado todos los
vicios y defectos del régimen intendencial y agravado la subordinación y de-
pendencia de los gobiernos provinciales, a los titulados "Gobierno Superior" o
"Supremo" de la ciudad-puerto que no quería dejar de ser "Capital". Y en el
orden económico, el desaforado librecambismo porteño que arrojó sobre los
mercados del interior un alud de mercancías inglesas-muchas de ellas simila-
res y competitivas de las que producían los pequeños talleres locales- había
ido arruinando sus industrias, dejando sin trabajo a numerosos artesanos, que
buscaban satisfacer sus necesidades en la vida rústica, en el deambular de los
"hombres sueltos" de los campos, material de recluta de las levas de los ejérci-
tos porteños.
Empero, hasta la instalación del Directorio, los pueblos del interior habían
mantenido la esperanza puesta en las soluciones institucionales del Congreso
General; pero la docilidad de la Asamblea del año XIII frente a las imposicio-
nes del centralismo porteño -particulannente señalada por el rechazo de los
diputados orientales- había quebrado, definitivamente, aquella expectativa.
De ahí el rápido desprestigio y falta de adhesión que encontrarían los gober-
nantes delegados del centralismo porteño y el entusiasmo con que fue aceptado
"el sistema de los Pueblos Libres', bajo la bandera federal y el protectorado de
Artigas.
59
Y el propio Artigas, definiría su susterna. en comunicación al Cabildo de
Corrientes, del 2) de marzo de 11314:
"7baos los pueblos situados a lo largo del Unrgnay y Paraná están bajo un
misrno pie de reforma y han saludado al restablecimiento de la armonía gene-
ral, de la prosperidad, la vida y la paz y la libertad... y luego que sejije en todo
el territorio el plan de su seguridad, se verificará la organización, consultando
cada una de las Provincias todas sus ventajas peculiares y respectivas, y que-
darán unidas en tina perfecta unión entre sí mismas, no en aquella unión mez-
quina que obliga a cada pueblo a desprenderse de una parte de su confianza en
cambio de ¡<no obediencia servil. .sino en aquella unión que hace al interés
rnismo, sin perjuicio de los derechos (le los pueblos y de su libre y entero ejer-
cicio ".
60
políticas *s, de la administración, resolviendo los asuntos elevados a su consulta
por los gobiernos provinciales o fallando en las cansas venidas en apelación,
dentro del más clásico estilo hispánico, donde no falta junto con la autoridad
del decreto, el consejo o la admonición estimulante. Mantuvo, en todos los
casos, un amplio respeto por las autoridades provinciales -los "gobiernos
inmediato.r ", corno les llamó-aún en el caso de la más directamente ligada a
su superior autoridad, corno la Provincia Oriental. Ni .siquiera en el año crítico
de 1820-al suscribir con los representantes de Misiones v Corrientes el pacto
de Avalos, que le otorgaba la dirección de la guerra 'v de la paz- omitió el
respeto de losfuerosde las Provincias, que no podrían ".ser perjudicadasni en
la libre elección de susgobiernos, ni en su administración, según los principios
de la federación ".
61
área territorial y en su influencia política, el federalismo artiguista no pudo
imponerse al pertinaz régimen centralizador de Buenos Aires-. Este, apenas re-
puesto del síncope del "alvearismo', de abril de 1815, mantuvo un permanente
jaqueo sobre el Protectorado, presionando de continuo el fl:utco de Santa Fe y
promoviendo contra el artiguismo, los recelos y desconfianzas de la "gente
principal" de las ciudades cabeza de Provincia-Montevideo, Corrientes, Sata
Fe y Córdoba-que veían en el "populismo" del sistema, un ascenso social de
las "clases bajas" -de la "chusmai'-,intolerable para su condición de privile-
gio y predominio. De ahí ese permanente rasgo de "traición' o defección a la
causa artiguista, que protagonizan, intermitentemente, personajes locales de
arraigo y significación, que desde los cargos públicos a que fueran exaltados
por sus comprovincianos, c:unbi:m de frente, pasfutdose al "parido de la unión
con Buenos Aires', apenas sienten amenazada su condición principal en el nuevo
orden.
La invasión portuguesa -a instancias y con la complacencia del régimen
directorial porteño- y la caída de Montevideo en poder de Lecor, restando al
Protectorado el único puerto de ultramar capaz de contrarrestar a Buenos Aires,
y la subsiguiente pérdida de la Provincia Oriental, quitando al Protector la base
esencial de sus recursos, hicieron caer por su base al sistema. Entonces los jefes
de las Provincias triunfantes en Cepeda-R:unírez y López- o sobrevivientes
de 1<t derrota con Portugal -Rivera- adjuraron del Protector y procuraron
deslindar los intereses propios de sus provincias del ya previsible ocaso de su
autoridad y de su causa.
62
En el denominado "Plan para el restablecimiento de la fraternidad y buena
armonía", el Director Supremo o quien losustituvere, restablecería pordecre-
to "el concepto y honor del ciudadano JoséArtigas, indignamente infamado y
vejado por el que .se publicó v circuló con data l l de febrero del presente año ".
"Los pueblos todos del Entre Ríos, desde la bajada del Parand ", declarados
independientes y bajo el protectorado de Anigas "no serían perturbados en
manera alguna por tales motivos". Igual garantía amparaba a la Provincia
Oriental.
Pero, claramente, quedaba establecido cese "esta independencia no es una
independencia nacional; por concecuencia ella no debe considerarse corno
bastante a separar de la gran masa a uno ni a otros pueblos, ni a mezclar
diferencia alguna en los intereses generales de la Revolución". BuenosAire.s y
los artiguistas, se auxiliarían recíprocamente, formando una "liga ofensiva y
dejénsiva" hasta que, al concluir la guerra, se estableciera la organización
constitucional definitiva.
Aítigas mantendría el. sitio de Montevideo con susjuerzs y algunos refuer-
zos porteños, retornando las demás a Buenos Aires; pero ,se continuarían los
auxilios en pertrechos de guerra y la escuadra bonaerense mantendría el blo-
queo.
Hasta que no jifera publicado y circulado el decreto. reivindicatorio de su
honor, y se retiraran de las Provincias las tropas porteñas, Artigas mantendría
todas las medidas adoptadas contra Buenos Aires.
63
popular, el 23 de mayo-se entendía con Posadas, que había decretado la crea-
ción de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, designando comuidante de
Paraná al propio Hereñú y comandante general de Entre Ríos, al coronel Blas
José de Pico. Ante esta dificil situación, Blas Basualdo abandonó Corrientes
para acudir en auxilio de Manuel Francisco Artigas, que operaba en el Entre
Ríos. Y Perugorría, seducido por los directoriales, disolvía el Congreso correntino
y confiando el mando político al Cabildo, asumía la Comandancia General de
Armas. A su vez, Pico derrotaba a Manuel Francisco de Belén, el 29 de setiem-
bre; y Dorrego, desbandaba totalmente las tuerzas de Otorgués, en Marmarajá,
el 4 de octubre de 1814.
En esta comprometida circunstancia, sin embargo, los paisanos de Curuzú-
Cmitiá, en Corrientes, al marido de José Gabriel Casco, se pronunciaron contra
Perugorría y uniéndose a Basuaddo, lograron cercarlo en la estancia de Colodrero,
cerca de Batel, derrotándolo y haciéndolo prisionero (24 de diciembre de 1814).
Basualdo comisionó al correntino José de Silva para asmnir la Comandancia de
Anuas de la Provincia y remitió a Perugorría y sus oficiales al Cuartel General.
El 17 de enero, Amigas tinnó la sentencia de Perugorría, como "reo de tesa
Patria, enemigo de su Provincia y traidor a la libertad de los pueblos" conde-
nJuidolo "al último suplicio para escarmiento de los demás rebeldes" y ordenó
el regreso de los oficiales prisioneros que habían acompufado a este jefe rebel-
de "para que estos infelices no sean incomodados ni aún degradados por su
yerro eventual y los malvados escannienten en la cabeza de aquel delincuente".
Por entonces, obtenida la victoria de Guayabos, el 10 de enero de 1815, y la
entrega de Montevideo, el 26 de febrero, el Protector extendía su radio de in-
fluencia sobre la Provincia Oriental, Misiones, Corrientes y el Entre Ríos.
Corresponde señalar que, durante las difíciles circunstancias del año XIV,
Otorgués, y el propio Artigas, realizaron una dúplice gestión diplomática ante
las autoridades lusitanas del Río Grauide y en la propia capital de Río de Janeiro.
64
Prm'incia, como parte que es de la rrtonarquía española, con tropasponugne-
sas, arrias N• rnunicionex": 'NI que se autorizara a los coutándantes de la fronte-
ra, para que .vi tropas orientales. "perse,tiridas por los de Buenos Aires, se
refugiasen al territorio portugués, se les admira. proteja Y auxilie en él, consi-
derándolas como aliadas NI perreneciente.s a la Corona española, hasta la reso-
lución del Sr. D. Fernando séptimo, o bien halla el arribo de sus generales a
estas costas".
Los comisionados entrevistaron en Río de.laneiro al Encargado efe Nego-
cios español, don Nicolás Villalba, y se preservaron por nota anle el rnini.strn
ele Relaciones Exteriores de Porlngal y ante la Infanla Carlota Joaquina. a la
que pedían interpusiera su influencia para que se les franquearan los auxilios
solicitados. Pero corno expresarrÚ Caravaca en carta a Redruello--que había
regresado- la ocupación de Montevideo por los orientales v la asunción del
marido por Otoryués, cansaría honda impresión en Río, haciendo fracasar la
gestión encomendada y cuyo significado de ganar tiempo y apoyo e.vlr'alé,Sico,
escapaban, naturalmente, al honrado arlrller'o...
Asimismo, el propio Arligas había realizado tanrhién gestiones ante las au-
toridades lusitanas, por iniemredio deAnronio Goncals,ez da Silva N, el coman-
dante riograndense, Francisco de Borja de Alnteida Corte Real. Y en apoyo ele
las rnisrnas, en octubre de 1814, envió a Miguel Barreiro en misión con jiden-
cial alío.
I:1 objetivo perseguido por Arligas en estas gestiones -en las que cabe
incluir las autorizadas por Otorgués- era, sin duda, convencer a la Corte de
Río y a los principales.jefesdel Río Grande. de que estaba en cl interés común
de ti¡ Provincia Oriental y de la Capiumía Generad de San Pedro, corno limítro-
fe, actuar de concierto tiente a ti¡ acción de las fuerzas portedas, que si lo,grabtus
triunfar sobre los orientales, tendrían el ctunino abierto para atacar el Brasil.
Asimismo, especulaba con las dudas del gabinete lusitano acerca de las reales
intenciones del ,,Obieniodirectoti¿d porteño. en la munciada misión de Rivadavia
y Belgnuto ante el restaurado Fentamdo ),7ll; y al mismo tiempo procuraba atraer
la benevolencia de la Princesa Carlota y su círculo, y del propio Encargado de
Negocios espafíol, para la causa oriental. bajo la cobertura del reconocimiento
del Rey Fernando... Obtenido el propósito de ganar tiempo y guarnecer sus
espaldas, del Brasil. Arli,eas, consolidada su posición en ht Provincia Orientad y
en cl litoral del F)rueuayy del Paraná, ordenaba regresar a Barreiro, dando por
concluida su gestión.
Por este tiempo, Artigas modificaría, asimismo, su actitud respecto del I?t-
raguay. Decepcionado por la actitud de prescindencia de sus autoridades en la
lucha de los Pueblos Libres contra el absorbente cenValisino directorial, y rece-
loso y desconfiado de la política del Dr. Francia-electo el 4 de octubre de
1814, "dictador Supremo de la República'-realizó gestiones ante los jefes de
lao oposición -princip:danente Fulgencio Yegros-para derrocar al gobennune
65
paraguayo. Este ceunbio radical encontraría, además, justificación en la corres-
pondencia de Alveeu con Francia. de lit que era portador el cornercieunte y :tgern-
te iuglés, Robertson. que fue hecho prisionero y conducido ante Artigas, por
intentar eludir a ti¡ escuadrilla:uti2uisla del Paraná. De ední las órdenes intparti-
das a Andresito -Andrés Guacur:uí Arti_gas, Com:utdWtte General de las Mi-
siones- para que rechazara todo aveunce paraguayo en lit tierra misionera y
ocupara sus pueblos y pan¡ que escribiera a los comandantes y amigos
paraguayos "para ver si hacen la revolución... a tiro de que yo tenga el más
poderoso motivo para auxiliar sus esfuerzos". Más adel.une. incluso, confiaría
una delicada misión:tl eminente s:uttafesino, Dr. Pascual Diez de Aundirto,arrte
los jefes paraguayos, Manuel (abañas y FulgencioYegros, que descubierta por
hr:uncia. detenninó la prisión del agente :uligtfsla y de los p:ua,grayos cotnpro-
rnetidos con los "eutigueño', según proceso secreto que se haría público re-
ciénen 1821...
66
de Ocaunpo y se eligió Gobeniador de la Provincia, ad coronel José Javier Díaz;
se comunicó lo actuado al Directorio y a la Asamblea General y se designó tt los
Doctores José Antonio Cabrera y José Roque Savid para que llevaran la respec-
tiva comunicación de lo actuado a Artigas.
En medio de gran regocijo popular se procedió a enarbolar el pabellón fede-
ral y se practicó la elección de veinte --apoderados del pueblo', que, conjunta-
mente con el Cabildo, procl:unaron, el 6 de abril de 1815, "que la provincia de
Córdoba queda enteramente separada del Gobiemo de Buenos Aires y cornada
de toda comunicación y relación y bajo los auspicios y protección del General
de los Orientales que se constituye garante de su liberLid—.
67
Us artículos restantes completaban las e.rlgencias de Artigas, en orden al
respeto de la ".soberanía particular ¿lelos pueblos" y a la "alianza ofensiva -•
delén.siva" que debía regalar el aavilio imntuo 1' recíproco entre lasprovinclas
v.se fijaban detalladamente lo.s.socorro.s e indemnizaciones que debían recibir
los orientales v en especial, los vecinos de Montevideo por los daños recibidos
durante la ocupación porteña de la ciudad.
Pico Y Rivarola presentaron. a.sm vez. sus contrapropmestas. En las rnisrnas,
reharendo toda retrencia al "pacto de alianza ofénsiva v dejénsiva ", ofrecían
simplemente que "BuenosAires reconoce la independencia de la Banda Orien-
tal del UragaaY, renunciando los dereclurs que por el antiguo régimen le perte-
necían ": que "las Provincias de Entre Ríos y Corrientes quedan en libertad de
elegirse o ponerse bajo la protección del Gobierno que gasten", pero Santa Fe
v Córdoba -.sobre las que nada se dice- quedarían en la dependencia de
BuenosAires.
En los restantes artículos, los corni.sionados -rechazando las .solicitudes
orientales de .socorro e indemnización-.se limitaban a ofrecer las bases de un
tratado de comercio v la rebaja de las tarifás aduaneras para los productos Y
efectos que .se extrajeran de Provincia a Provincia "debiendo verificarse el
pa.Yo en el puerto en que se haga la extracción ".
68
Aires. para que "a niitnbre de este Congreso representasen I:t unit'onnidad de
sus intereses y la seguridad que reclaunan sus provincia;'. I-os diputarlos luc-
ron el Dr. José Simón García de Cossio, por el Entre Ríos (comprendiendo
C orricines y Misiones); el Dr. Pascual Diez de Andino. por Santa Fe; el Dr. José
Antonio Cabrera, por Córdoba; y Miguel Barreiro, por la Provincia Oriental.
Los diputados del Congreso de Oriente se trasladaron a Buenos Aires, don-
de el 13 de julio presentaron al Director Alvarez flioinas, un "Plan de Concor-
dia;', en el que se « sumían laos aspiraciones federales. El Secretario de Gobier-
no. Gregoriofagle, les contestó que. no siendo posible dar contestación inme-
diata a sus proposiciones, pasarúi a alojarse a lit tragara "Neptuno', basta el fin
de las negociaciones. Inútiles fueron, a partir de entonces, las protestas de los
coutisionados ante el Director y el Cabildo de Buenos Aires, aconipviadas por
sendos oficios del propio Artigas, para poder obtener una entrevista con las
autoridades para deliberar sobre sus propuestas; y debieron penliamecer en la
nave de iluerra, hasta su retiro, e14 de agosto, en que únicamicnte obtuvieron
del cinis:trio del Director, Dr. Antonio Sáenz, una contrapropuesm basada en
que Habría paz entre los territorios de Entre Ríos y BuenosAires.
I in realidad, Alvarez'fliornas, no buscaba otra cosa que ganar tiempo, inien-
tras prepauaha un ejército, ¿ti niamdo de Juan José Viamioote, para atacar Santa
he... A partir de entonces se abriría, luí, un nuevo ronipirniento de Hostilidades.
Mientras tauno, desde el 1ejiuio Alto Perú. Ile.tibaui oficios del Cabildo Gober-
uadorde Cochabaunba, ofreciendo su mediación entre el Directorio y el Protec-
tor de los Pueblos Libres...
69
de los puertos donde "está enarbolado el pabellón de la Libertad" ya no se
pagaría en ningún otro, debiendo conservarse el respectivo certificado de pago,
pues todo citrg:utlento que se hallare sita el inismn, sería deconnisado y vendido
en reinare. aplicándose su producido a los fondos públicos.
A los ingleses-que enul. prúctic;mlente, los únicos cuinercúultes de ultra-
inar-previo aseguriunienlo del capital de sus giros en Montevideo. se les se-
ñaló por "puertos precisos', el de Montevideo y luego Colonia y Maldonado,
debiendo respenu lajurisdicción territorial, que reservaba las consignaciones y
el comercio interior, a los "atneric:ulos", en exclusividad.
Pero el sistema adquirió su regulación limnal, en el Re~_lilmenlo de Anulce-
les para los Pueblos confederados, del 9 de setiembre de 1815 (véase Apéndice.
L>uc. N" 4).
70
Caudillo por su política social igualitaria y su proteccionismo adverso ;s las
ansias de disfrute "libreciunbisui' del comercio exterior, lo abiuldouaría en la
hora dc la lucha con cl invasor portugués, entrcgiuido con indisilnulado regoci-
jo. la plaza al cxtriunjcro —pacificador—, Itacicndo desmoronar así, por su base.
todo el sisicina.
EI tratado de comercio con los ingleses
Ias circunstancias de ti¡ lucha con el Directorio de Buenos Aires-en con-
uiVeociil coa la invasión portuguesa- y lit pérdida del puerto ultriunarino de
Montevideo, obligaron a Artillas :i procurar un nuevo trato comercial con los
in.oIeses, para no perder el contacto con el mercado exterior. Con clara corn-
prensión de las circunstiuicias, expresaba el Caudillo. en correspondencia con
Corrientes:
—I,I comercio inglés se eta admitirlo en lodos rine.ctros puertos r aunque izo
dejó rae penetrar las desventajas que resitlran u los uinericanos, las circunstan-
cias nos tienen ligados a la dura lep rae la necesidad, mientras I3nenosAire.s no
ine jure sit conducta Y cese rae impedir el comercio por inur con sus buques".
"por lo inisino,lúe preciso abrir lo.s pnenos u los ingleses. que solamente po-
e.itrucciorie<.s...
dían con jranqne.'u activar el comercio con las introducciones),
El tratarlo establecía que el Vejé rae los Orientales admite porsuliarte ti Ion
libre comercio todo comerciante inglés", haciendo respetar "en todos los Piter-
lo.s rae su niundo la seguridad rae sus personas p propiedades", debiendo
acredirurse dichos comerciantes con pasaporte expedirlo por "el .señor Co-
inurtclarae inglés o quien lo repre.senre ".
Por su parte. los comerciantes ingleses estarían obligados a pagar, en los
puertos "los derechos rae introducción v exlraccidn establecidos s' ucostiantira-
rlo.s". Estarían exentos ¿te soda "contribución o pecho e.riraordulurio ".
t:invran su comercio en los puertos "pudiendo allí lijarse ). recibir los
e,]ecto.c que rnci.s le acomoden ".
El comandante inglés liaríaque el conieirio "con los,gobierno.sneu(raleso
anü,Ko.s no jifera impedido ni incomodado" c no expedirla pa.sapone "a ningún
comerciante inglés que vas.u o i-en,Sa rae aquellos puertos" era guerra con el
Pirnector:
71
Por siqmeslo, que esta líliinra cláusula, al .serle comunicado el texto del
7ralado al gabinete inglés, mereció de Castlereakli, por enlonces tindar de
Relaciones Exteriores, la tajante ajirrnacicín de que "él debe ser considerado
corno un acto iotalinenle desaulori..ado flor su Alteza Real", el Re,,ente
Gidllenno...
'I'homas Lloyd hialsey -cónsul tic los Estados Unidos en Buenos Aires.
desde 18 14-enterado del tratado am tos inifleses. se entrevistó con el Protec-
tor. a fines ale agosto de 1817, para procurar obtener un tranunierto similar pana
los cemierciamtes de su nación. I:u su comunicación :ti Secreuirio de Estado.
sobre los resultados de su gestión, mmül'eslaba que el Jele de los Orientales le
había dado la seguridad "de que los ciudad:uios de los Estados Unidos, residen-
tes en el territorio de su gobierno. o que deseen comerciar con el inismu, siem-
pre ser:ui admitidos y gozanin. cuando inenns. de ouales privilegios y la pro-
lección ulon_,ados a los súbditos hriifmicos o los ale la nacieín más liivurecida'.
1711 la oportunidad de dicha entrevisui. el Protector hizo propicia) la optrrlu-
nideul para entregar a I lalsey un mensaje tic salutación pira el Presidente J:unes
Monroe: y de concretar el apoyo del Cónsul para obtener atprnvisinn:uniento de
anrias, municiones y pólvora de procedencia norteamieric:uia. lista úluina cir-
cunstiuici;i, que permitió ¿ti Caudillo, obtener, en varias oportunidades, anna-
inenuis para las iniliciats orientales en guerra crin el iuv:tsctt ¡xirtuguós, detenm-
naría la indignada protesta del enlnnces Director pnnetio, lumi Mariín de
I'ticyrredón. zulle el ~--ohienio noric:uriericano.que. linalmenic. retiraría a I-lalsey
I:i reprcscnlación Consular...
72
CAPÍTULO X
EL GOBIERNO Y LA ADMINISTRACION
73
que había sido designado pxArtigas Gobernador Pnlílicn y MiliVIr. (le ocupar,
por el womenlo, el c:uLo-y Juan María Pérez. asumió las I'uncionesde Síndi-
eo Procurador General.
Pero breve fue el interinato de García de 'ltitüoa: el ? I Je mano. Otoreués,
conminado por el lel'e de los Orienulles, asumía el Gobierno Político y Militar
de Montevideo. Al día siguiente. expidió una circular a los pueblos. para que
procedieran a elegir los respectivos Cahildos. los que los tuvieren. y los Alcal-
tles l >rdíuarios, cti los restantes, conlplet:uulose así la renovación de las magis-
traluras por el Solo popular.
Por su parte. el Cabildo, el 25 Je abril. resolvió "usurp:utdo por esta ver de
los pueblo'. "después de una escrupulosa volacióü' y previo examen de la
inaleria con lit "delicadeza debida —. reconocer a Artieas "con lit tnistna repre-
senlación.jurisdicción y tratiuniemo que a un capinút general Je Provincia. con
el título (le I':atrono y Protector de ti¡ Libertad de los Pueblos". Pero Olorgués
observó lit resolución, tnanilcxuutdo que sería "desdecir de los principios . Je
Artigas si se "abrogase el Cabildo ti¡ exccl,;t voz de los pueblo;', por lo elntl, el
29. el Cabildo circuló órdenes a lodos los pueblos pura que se procediera a
consultar a los respectivos vecindarios. sobre el niuticul:u. Fu el curso de los
días suhsignieutes. las cougregaciones populares en cada pueblo de hl provin-
cia plocedieron. por unanunid-ad. a ralilicar la designación. ¡-.ti ClnOeiMienlll
Arngas de tal decisión ---que ratificaba ti¡ que le fuera coulerida el ? I Je :thril
de 1813-la aceptó, con excepción del Iílulo y los honores, "couservántlome
con el título de simple ciudadmui'. según dijo en el oficio de aceplacióu del
cardo.
porentonces, Arlig;ts pensó en superar esut orvwlüacitín provisoria, dándo-
le ht lonnalidad iltslitucional y con tal propósito hizo circular. por intermedúo
(le Olorgués, una convocatoria para que cada pueblo eligiera un diputado para
el Couireso de la Provincia que tendría lugar en Mercedes. En cuntplimienlo
de dicha circular, Moillevideo ~esigttoí a L;uratiaga, a Lucas .losé Ohes y :t
Prudencio Murguioodo: mientras Ion pueblos. designaron los suyos. Peno la
amelcazn (le lit expedicióu española de reconquista, primero, y los conllictosen
el I)ireclorio, después. lucieron Irusu:uteo el plan institucional del Caudillo.
quedando el _,ohierno y la adininistracióu en la enipa originaria.
I iwretanlo. en ta ciudad se iba --cstiuiti(i el enlrcimuniento entre Oloretiés v
el Cabildo. I:I sector del p;itrieiiido urbano. contprometido por la causa re% oft-
cionaria. pero idettlificado, por otra parte. por condición social e intereses co-
munes y halla por el parentesco, con muchos miembros del agrupo esP;uioli,la,
veía con la misma prevención que éstos. ti¡ prevalencia que iban alcatlzmtdo en
las decisiones políticas los eletnenlos populares del ;uliguisino y no podían
aceptar, sin mengua de su orgullo de calla. lit natural "insolencí;i' Je los oficia-
les v soldados de ti¡ milicia criolla. que incluso. a menudo, se traducían en
incidentes y querellas...
Para este sector conservador ole la clase principal y sobre lodo para los
74
"espwiolistas' -que continuaban alent:uido la esperanza "fennmdista'-Cons-
tiluyó una señal inequívoca del nuevo nimbo de los ticinpos. el iztuniento del
pabellón federal coi el Fuerte, practicado, con gran solcinnidad, el 26 de tnarzo
(le 181.5. Desde entonces. muchos de ellos solicitaron autorización pana etnbar-
cane con destino a Buenos Aires o Río de Jtuitiro, y otros coincnztuon a orv;:i-
nizarse conspirativmnente, a ki. espera de la anunciada expedición española de
reconquista.
75
1:I día 12 se instaló el congreso electoral bajo la presidencia de I-utas Juré
Obes y ante él renuncia el Cabildo pero el Congreso aceptó únicamente las
renuncias de García de Zúniga y Cardoso y confrmó a los demás. Oportuna-
inente se dio conocimiento a Artigas de lux sucesos y éste dispuso, el 70 de
noviembre, la formalización de una indagación sumaria al cabo de lit cual re-
sols•ió que "resultando de lo actuado en el proceso ser el Pueblo acusador y
acusador'. se indagase libremente su voluntad y su expresión fuese lit sentencia
definitiva del asunto mediante nueva elección de Alcalde de Primer Voto y Re-
gidor Decano, que eran los cargos de García de Zúniga y Cardoso, respectiva-
mente. La elección se efectuó el 15 de diciembre y en ella resultaron electos
Juan .losé Durán y Salvador García, respectivamente, o sea que el fallo del
pueblo fue adverso a los regidores impugnados el 10 de mayo.
Triunfante la facción otorguesista y desembarazado Otorgués de las trabas
que le imponían los anteriores miembros del Cabildo decidió llevar adelante
enérgicas medidas de seguridad para defender la Provincia. Nuevas e inquie-
lantes noticias sobre la expedición española. que se supo había ya pasado el
archipiélago Cabo Verde, determinaron la instalación de la Junta de Vigilan-
cia. cuyas atribuciones- se fijaron por bando el 19 de mayo.
Disponiael bando que todos los españoles debían comparecer ante el Tri-
bunal de Vigilancia, establecido en el Fuerte, dentro del plazo de (los a tres
días. segun se tratara de solteros o casados), establecidos, para dar su nombre.
palma c ejercicio. "Ningún español. cuya adhesión a la causa ole América no
sea conocida, vea cual fuese su calase o estado. podrá existir en Montevideo sin
licencia o papelera del Tribunal, pasados que .sean los términos prefijados".
Gozaba el Tribunal de facultadese discrecionales para decidir cobre la .so.spe-
cha ole ene inisrad contra el "sisieina" p la decisión can .sarta ejeciaoria porque
no se preveía recurso de alzada. Con graves penalidades, confiscación de bie-
nes ) penas corporales, se castiOria a quienesse ocultasen e intentaran eludir
los cminalores, todo resuelto (le manera sinnaria i' con arribucián ole jacidia-
de.s inquisiforialesque inclinan el reconocunienlo (le "casa o hahaación ". Para
rndenar requisas posibles, los liahitantes de la ciudad o extramuros '.debían
pasar al Muniainienio, dentro del tercero (lía", noticia individual de "lodo
;•rano, nienestra.s, canees .saladas J, onus iTvere.s que Inthiera o .sepa que .se
hallen acopiados. sea cual fuere su oriunda clase—.
Prevenía anihién el bando a las janrilias pairintas del "vecindario r aún
las (le los .sui(rhios". que debían e.siar preparadas para abandonar.sus casas
v en caso de reticencias se les ipdlarra toda protección i• auxilio.
7hinhién se acudió para resoli,er las urleri(:ias del erario, a tos bienes de
los españoles eurnpeosque salieran, s,ohinlaria o jhradaniente, de la pla.'a. a
cuvos ejectos.ce designó una eorni.sicín llamada —de Propiedades Etirañas" (c
"de E.rrranjena ".
Islas nicdidas integraban un plan más :niplio: fonnaci(S1l de nuevos euer-
76
pos de milicias: eliminación de los elementos que pudieran apoyar a los erteini-
,,os en el rnornento del ataque; concentración de víveres y materiales de guerra;
y. el desalojo de la ciudad, medios todos tendientes a or~-,:utizar una verdadera
-,tierra ele recursos, única aja que podía abocarse lit Provincia arete el limnida-
hle poderío de la expedición española que se anunciaba.
I-a t~jecuciórt de estas medidas por Olorgués y sus tenientes lije practicada
con rnaxinto rigor y -sin duda confiriéndoles características de atropello perso-
nal y de excesos que detennirtaron la indignación y el temor del Cabildo. El
Cuerpo, en oficio a Artigas, de esta época. se hacía eco de la situación, expre-
sando: —La anarquía militar establecida, las leyes proscriplas, la tnagistratura
en desprecio, la seguridad pública atacada desde los cirnicntos, una invasión
enemiga casi sobre los muros, Itunilias fugitivas o abandonadas, lit población
perdida, la riqueza condenada como delito'. Y cornenutría, a su ver, en carta
privada, lusas José Obes: "¿.Qué brazo, rti qué voz Ituhiera contenido losexce-
sos de un soldado voluntario en todo el rigor de lis palabra, desnudo y sin paga
electiva?".
Las características personales de OtoQ_ués corúplicab:m las asas. En sus
"Apuntes I listóricos', Larrafiaga y Guerra lo describen :así:
"lllorgués, por irás que no jhllará quien lo describa con otros coloridos,
era hombre .sencillo e inclinado al bien, dócil, generoso *s• buen anúyo. Nació
de padres pobres, aunque honrados v por eso reo consiguió rmu cidinra corres-
pondienie a .sus talen ios, nada cornnne.s. porque tiene previsión i• con ,facilidad
se impone de cualquier negocio. Su nalnral candor le hace susceptible de de-
jarse guiar por personas peligrosas, pero .si consiguiera a si( Indo al,Qrin bien
intencionado direcion procederá siempre con reclilial era lodos los aspecin.s".
77
de sus vcngaui-ras—.
Al cesar Otorgués en el mando político y militar de Montevideo junio de
1815-para asumir la jefatura de las milicias orientales destacadas en la fron-
tera con el Brasil, el Cabildo continuó inostrfuadose renuente a la aplicación de
las medidas de seguridad con los españoles europeos en sus personas y en sus
bienes. ]:ti particular, se hico evidente lit resistenciaa cumplir las disposiciones
de Amigas -ya ordenadas a Otorgués- para remitirlos al Cuartel General,
¡unto con —cualquier :unericano que por su obstinación o por otro =nave motivo.
fuese perturbador del orden social y sosiego público' donde serían confinados
en el llaunado —Pueblo de Purificación'. lao dicho pueblo, los confinados Po-
drían constituir, con sus fiunilias y bienes. sus nuevos Bogares, y practicar ta-
reas agrarias y artesanales bajo el rigor de la disciplina militar, "purificando'
sus "pecado;' de "enemigos de la causa amiericamai' y el "sistema de libertad".
1:1 Caudillo reiteró sus órdenes. permauienteinenle Jilatadas y desobedeci-
das. hasta que en noviembre de 1815 las iinparlió con contundencia, al nuevo
Coniauidamte de Anuas Fructuoso Rivera:
"Digame Ud. por Dios, en qué consiste que los europeos no .calen de ese
pueblo v que huv tanta inacción en él que no advierto ion .solo rasgo que me
inspire corifiunzu. El gobierno ine muele con represeniuciones, prerertunclo mil
conveniencias: los particulares lo rnisrno; de modo que rne hacen creer que
entrando en esa plaz-a todos se contaminan.
De aquí nace la falla de uniforinidud en la opinión; unos acriminan a los
otros con surrucenisinos.v eapuriunixuios, todo se entorpece .y la causa es la
que padece.
Con esiu fchu dov rrú última providencia .v .si no veo ion pronto Y eficaz
reMedio, aguárdente el día menos pensado en ésa. Pienso ir sin .ser sentido y
verá usted si me arreo por delante al gobierno, u los sarracenos, u los poriedo.c
Y u junio niulundrín que no .sirven más que pura entorpecer los negocios".
Cambios institucionales
I:I 21) de mayo de 1815, el Cabildo de Montevideo tomaba conocimiento de
dos oficios de Artis_as, fechados en Puriticación el 24 de ese enes. En el primero
de¡itha sin efecto el Congreso Provincial y en el otro "se dala por exonerado de
sus obligaciones, dejando en roamos del pueblo oriental toniau las medidas con-
venientes para garantir su felicidad y seguridad". Los cabildantes, perplejos
ante la "irritacitíü' que trasuntaban los oficios. creyendo pudiera "haber algu-
nos equívocos o siniestros informes que liabíam dado ocasión a tan notable
trauisfbnnación en el :uiitno del señor general" y temerosos de que la renuncia
pudiera "ocasionar no menos que lit disolución política de la Provincial", acor-
daron comisionar ante Artigais al regidor Antolín Reyna y al cura y vicario
interino Juan Antonio DJunaso Larrauiaga, acompañados de fray Benito Launas,
79
por el congreso elector del nuevo Cabildo y por Miguel Pismli representante de
Otorgué,. Con lecha 13 de junio el Caudillo daba cuenta al Cabildo del retiro
de su renuncia. con la rellexión de que si luego de un enes y medio de retardo
el cumplimiento de sus órdenes, "el resollado era obedecerla,. yo esperaba
verlo (le manifiesto en el hecho de cumplirlas, más que por el órgano de la
diputación'. In el apuro y ;gravedad de la, circunstancias, "un minuto de de-
tnora es una desventajai', tlchiendo tnaucbau Otorgué, de inmediato ala fronte-
ra, ya que "sin la combinación de Portugal. lit expedición española es nada'. En
la ctntlúuza de sus desvelos por lit patria debe reposar el Cabildo. evitando
"vuelvan a reproducirse temores que ocasionen demoras a mis determinacio-
nes".
Al paulirOtorguí, hizo depósito del mando político y militar en el Cahildo.
1:1 () de julio, Artigas dispuso que se hiciera careo de la Comandancia de Anna,
de lit plaza, Fructuoso Rivera, quien debía "respetan las órdenes del Cabildo'.
tnamlcucr la disciplina de la ropa y garantizar lit "seguridad individual de todo
ciudadano'. Y en agosto, el Caudillo dispuso cl envío de Mi,,-tic¡ ISaureiro a
Montevideo como Delegado Extraordinario para que actuando en coordilta-
ción con el Cabildo, sin icra (le enlace con el Cuaulel General. Iixpreseth:t Anieas
al Cahildo:
—La manera (le entuhlur nueslrn comercio. la econenma en todos los runro.s
ele la administración pública, el entable de las relaciones extranjeras IN, o1ros
varios rlesocio.s./hrrnun el ohjelo ele su núsión ".
79
de acertar con él- y. además, que sería necesario señalarle un sueldo, lo que eran
di¡ ícil para el Estado, "corto de fondos' y con "graves atenciones'.
Al procederse a la renovación anual del Cabildo de Montevideo, Artigas
resolvió conferirle las facultades de un Gobernador Intendente de Provincia al
que <Ichía elegirse para el tuso 1816. A esos efectos, cada "Cabildo de los pue-
blos que lo teugmi designaría un elector que, conjunttuneate con cuatro uonn-
brados populannente, uno por cada cuartel o sección de la Ciudad y dos por
extrtunuros, debían elegir, el último día del taño y a pluralidad de votos los
nuevos re~_idores. Así se practicó el 2 de enero de 1816 instalándose el nuevo
Cabildo Gobernador el 21, lucio de haber prestado cada uno de sus rnietnbros
ti¡ "protesta cívico'. por el nombre "sagrado de la Patria', de "cumplir fiel y
legalmente el empleoque el puebla' le confió, o en adelante le contiere "con-
servando ilesos los derechos de la 13amda Oriental, que tan digntunente repre-
senta cl Jefe de los Orientales".
Por lo demás. el 9 de enero de 1816 Artigas instruyó el procedimiento elec-
toral para integrar los cabildos del interior. 'F-1 colegio elector de cada uno de
ellos se compondría de dos representantes del pueblo sede del Cahildo; por el
electo Alcalde del pueblo por cada uno de los pueblos unenores y dependicunes
y los jueces pedCmeos o cotnisíonados de los "partidos' rurales. La elección
.cría continnada por el gobierno de Montevideo. que daría cuenta, además, a
Artigas y una vez cumplido ese requisito, se les pondría en posesión de los
cargos, previo jurtunento de fidelidad a "la causa <le lit libertad".
El procedimiento obligaba a establecer la dependencia de cada pueblo une-
nor respecto de cada Cabildo y a esta finalidad respondió la reglmnentación
artinista del 27 de enero de 1816 que establecía la siguiente distribución:
80
lilnilarse a respetar y ejecutar ¡las resoluciones de las autoridades civiles con
expresa prohibición de intervenir en todo asunto económico.
EL REGLAMENTO DE TIERRAS
Antecedentes
Hl régimen de producción y de tenencia ale la tierra existente en América:tl
estallar la Revolución, era herencia del régintett bisplutico. I-:t recopilación de
Leyes de Indias de 1680, en lar Ley 2' del título XII del libro IV, prescribía el
término de tres ntcses para que, dentro del mismo se iniciaraut las labores y
cultivos o lato tareas -anaderas, en su caso. por parle de los beneficiarios. so
pena de pérdida de los terrenos adjudicados. I ,ti posesión de los fundos -por
'YCp:ulimicous" o "merced real"- los pobladores de Indias pronto desborda-
ron los línutes legales de las unidades agrarias ='pconías" o "cahallcrías': o
81
-`suertes de chacras o estancias"-gestándose rápidamente situaciones de lati-
fundio. La transmisión de los inmuebles rurales por compraventa, o como se
fue haciendo corriente en el siglo XVIII por compra directa a la Real Hacienda,
en remate o almoneda, y el posterior de adjudicación a los poseedores de buena
fe por "composición", es decir por el pago del valor de tasación al Fisco, vinie-
ron, poco a poco, a agravar el problema de la apropiación de tierras por pocas
manos. Pero, además, la simple posesión de tierrras "dentntciadas" al fisco y no
abonadas en "composición", daba origen a la acumulación de vastas áreas en
poder de un solo titular.
El fracaso de la reforma agraria, propiciada en el siglo XVIIII por hombres
como Ctunpomanes y lovellanos, hizo que el problema se arrastraramás allá de
la Revolución. En las regiones ganaderas, como los llanos venezolanos y las
praderas del Plata, el proceso de acumulación de tierras fue más tardío y más
lento que en las zonas agrícolas -donde el latifundismo aparece ya en pleno
siglo XVI-pero no por ello menos significativo. Inútiles fueron la reiteración
de las disposiciones legales y la acción, a veces enérgica de las autoridades,
para poner coto a este desborde. Ejemplos elocuentes de esta impotencia de la
ley y de la autoridad frente a los grandes terratenientes, fortalecidos en sus
poderosas organizaciones gremiales y señores de los Cabildos y Consulados, lo
constituye el fracaso de la Real Instrucción de 1754, y las resistencias opuestas
a la aplicación del Real Acuerdo de la Audiencia de Buenos Aires de 1805, en
la Banda Oriental.
El ideologismo del siglo XVIII, inspirador del pronunciaíniento revolucio-
nario hispanoamericano, vendría a reforzar, en el patriciado criollo triunfante,
su privilegio económico agrario con la cobertura doctrinaria del concepto de la
propiedad como un "sagrado inviolable". Con la sanción de las constituciones
patricias quedaría finalmente derogado el viejo principio indiano, inspirado en
la ética económica de la Escolástica, del condicionamiento de la propiedad de
la tierra a su aprovechamiento con finalidad útil para la comunidad. Y se conso-
lidaba, además, el abuso secular de los grandes terratenientes por el modo de la
prescripción adquisitiva sobre tierras meramente "denunciadas" y largamente
poseídas.
Al producirse la conmoción revolucionaria, en la que habrían de encontrar
oportunidad de tnanifestarse las contradicciones de la estructura económica
hisptutoamericana, el "hambre de tierra" provocará la reivindicación de los des-
poseídos y encontrará formulación concreta en la política de los grandes caudi-
llos populares. El "Regl<trnertto provisorio para el fomento de la catnpatña y
seguridad de sus hacendados", del 10 de setiembre de 181.5, explicita el progra-
tna de losé Arigas para dar solución al problema de la tierra en la Bmtda 0rien-
kil.
El deterioro de la situación económica, a consecuencia de la larga guerra, la
invasión portuguesa de 1811, las penurias del Exodo, las exacciones de los
ejércitos porteros, la parálisis consiguiente de las fuentes de producción y de
82
trabajo, el desorden general y la inseguridad en el medio rural no escaparon a la
sagacidad de Artigas. Entendió llegado el momento para adoptar medidas de
recuperación económica tendientes a defender y a incrementar la riqueza bási-
ca de la Provincia y también para crear las condiciones de una transformación
del medio rural que diera garantías de orden y seguridad a sus pobladores y
estabilizara la masa de los desvalidos, vinculándolos al proceso productivo y
haciendo posible su ascenso en la escala social.
Estas preocupaciones aparecen nítidamente en su correspondencia con el
Cabildo de Montevideo, ya en mayo de 1815:
"Los males de la guerra han sido trascendentales u todo. Los talleres han
quedado abandonados, los pueblossin comercio, las haciendas de campo des-
truidas), todo arruinado. Las contribuciones que siguieron a la ocupación de
esa plaza concluyeron con lo que habían dejado las crecidísimas que señala-
ron los veintidós meses de asedio: de modo que la miseria agobia al país. Yo
ansío con el mayor ardor verlo revivir y sentiría mucho cualquier medida que
en la actualidad ocasione el menor atraso. Jamás dejaré de recomendar a los
bellos esmeros de YS. esa parte de iris deseos. Nada habría para mí más lison-
jero, nada más satisfactorio, que el que .se arbitrase lo conducente a restable-
cer con prontitud, los surcos de vida y prosperidad general y que a su fomento
v progresos debiésemos el poderfucilitar lo preciso a las necesidades, propor-
cionando de ese modo los ingresos suficientes a la caja pública".
83
lbnientarsns estancias: si no se !ornan providencias sobre las estancias de los
emopeos, ,lrinientándolas, aunque .sea u e~o.stu del Estado; si no se pone una
tu erle conurilnición en los ganarlos de niar'cu crlraña. introducidos en la.r tro-
pas elii'i,iilus para el aba.sio de lu plo—a v condono ¿le los saladeros, toda será
con/üsión. Las haciendas .se acabarán lotalinente, r por premio de nuestros
apanes veremos del todo disipado el inás precioso tesoro de nuestro país. lodo
lo opte pomo el¿ el debido cono( iinienlo de V.S. para la mrworaclividud de .sus
providencias".
De acuerdo con lasfrmas registradas al pie del acta ele la reunión .se con-
gre,,aron trece exiunciems, entre los que resultan once de los niás poderosos
teraaenienies de la Provincia: Zenón Garcra ele Ziiñi,Su, Atun.lo.sé Darán, .losé
f'éli-r (le. Zubillaga, Manuel .t, León Pérez, Pablo Perujwt ele la Rivera, Francis-
co.Joaquín Muño(en representucün de .su madre daña Ana Quirós viuda riel
) iqnívinio hacendado (le Minas, Juan,losé Seco). Julián ele Gregcnio Espinosa,
Pediv Cusavule (casado con la hija única ele Malmel llázqne- de España v
Petanla Palacios, con .sendos lulijúndios en Durazno r ~ucnaremból. .losé
lielolaea, apoderado de doña María Antonia Acliucarro (dueña ¿le la estancia
''Lo.s nun -irlo.s") v apenas dos peqneñ o,s estancieros: Miguel Glassi c JoséAgustüt
.Sierra, Los propietarios allí presentes eran poseedores de campos que iban
desde las 25 /e,Srias liusta los que sobrepusaliun hol,queluittenle las 200. .Salo
doña Murni Anionia Aclnicarro ¿le Vianu i, los Gur'cia de Zríiti,qa eran dueños
¿le todo el actual depuriarnenio de Florida. Los Durán doniuluban los actuales
deparlarnentos de Flores r San José y poseitni una amplia rinconada en el
depeoiunienio ¿le Río Negro. Aria Quirós habrá heredarlo varios rincones corn-
prarlospor.luon.losé Seco a la "Mal iscala". doña Mal rú Fi einciscu de A4áibar,
viuda ele! e.r-gobernadorMai-iscal.Ici.sé.loaqitíri de Viuna, el¡ el actual deparia-
menlo ele Lavalleja.
I:ii lit sesión de la junui Manuel Pérez presentí en lorma escrita sus opiltio-
nes sobre el terna el¡ diccilitieve capítulos. los que leídos fueron aprobados
totalmente. disponiéndose se elevascu a lit decisión de Artigas. Otro t:uito se
acordó con el dicuuneu presentado por Francisco Joaquín Muñoz. II acta re-
84
iistra a continuación la intervención del Conand;u¡te Rivera quien expuso el
parecer de que ante todo debía ponerse remedio lit desorden y ahusos que se
contctían en la carnp:uia. Finalmente se resolvioí que copia certificada del acta y
los títulos de propiedad expedidos entre 1810 y 181?, desde Montevideo o
Buenos Airs. sería llevados a conociutiento de Arfig:ts por los comisionados..
Contenido
I:1 10 de setiembre de 1815, el¡ Purilicación, Artigas protnulgó el Regla-
mento. (:arre los días 5 y 10de setiembre, el texto del Rcgl:unenlo iucdiscutido
con los, conisionados y finalmente retL:cuido. En esta última fecha. el Jefe orien-
tal comunicó al Cabildo el ret_reso de iunhos comisionados, in:uiifesumdo: "el
resollado de su misión sol¡ las instrucciones que presentará a V.S. para el fil-
mento de la c:unp:uña y tranquilidad de sus vecinos. De si¡ ejecución depende la
lelicidad ulterior. Espero que V.S. propenderá a que tengan exacto cnnplilniell-
85
Jefe de la Provincia (art. 12°). Se juzgaba malos europeos a los españoles ene-
migos y "peores tunericanos" a los criollos adversarios de la causa federal. Se
declaraban nulas las donaciones o ventas efectuadas desde 1810 hasta el año de
1815 por las autoridadeshispánicas posteriores al pronunciamiento revolucio-
nario del 25 de mayo y por las porteñas imperantes en Montevideo, cuyas tie-
rras se agregaban al fondo disponible (ara. 13°).
86
cuadruplica en el reglamento- legua y media de frente por dos de fondo o sea
10.800 cuadras o 7.500 hectáreas. Se explica esta ampliación atento a la expe-
riencia del régimen de producción ganadero de la época que redupía la
receptividad de la "suerte' hispánica -1.875 hectáreas- a no más de 900
vacunos, que producían no más de 90 cueros aprovechables por año. En vez, la
"suerte" artiguista admitía una productividad anual de 360 cueros, bastante para
satisfacer las necesidades, por lo general frugales, de la familia adjudicataria de
la donación. Los ganados, por su parte, serían entregados mediante previo ro-
deo practicado por los comisionados, los que distribuirían entre los agraciados
los vacunos y yeguarizos, cuidando no se efectuaran inútiles destrozos y que
"no fueran aplicados a otro uso que el de amansarlos, caparlos y sujetarlos a
rodeo" (art. 22°). A1 solicitar la gracia el interesado informaría si tenía o no
marca de su propiedad: si la tuviere, debía registrarse en el libro correspondien-
te del Cabildo; si le faltare, se le otorgaría una, en la fonna acostumbrada (art,
8°). Las matanzas de animales quedaban prohibidas si no eran de ganado de la
marca del hacendado; en caso contrario, los cueros serían decomisados (art,
23°).
Tierras, ganados y marcas serían "dados graciosamente'. El atributario de
la tierra recibía el instrumental básico de su trabajo futuro entregado gratuita-
mente por la comunidad (art. 9°). El procedimiento era el siguiente: el interesa-
do denunciaba la tierra que había elegido; por la vía jerárquica ya mencionada
la solicitud llegaba al Cabildo Gobernador que debía expedir el título de pro-
piedad y la marca. Para evitar la morosidad del trámite, el Alcalde Provincial y
los Sub-tenientes estaban autorizados para otorgar la posesión, apenas se justi-
ficaba la legitimidad de la denuncia (art. 10°).
La donación imponía a los beneficiarios el cumplimiento de obligaciones
ineludibles: en primer lugar, la imposibilidad de poseer más de una "suerte' de
estancia (art. 17°); en segundo lugar, la construcción de un rancho y dos corra-
les en el término preciso de dos meses, prorrogables por un mes más, al venci-
miento del cual "si se advierte la misma negligencia, aquel terreno será donado
a otro vecino más laborioso y benéfico a la Provincia" (art. 11°); en tercer lugar,
los agraciados no podrían enajenar o vender los terrenos ni contraer sobre esos
débito alguno bajo pena de nulidad, "hasta el arreglo formal de la Provincia, en
que ella deliberará lo conveniente" (art. 19°).
El Reglamento tiene como uno de los objetivos más claros, el fomento de la
producción. A las normas reguladoras de la unidad productiva se agregan otras
de carácter más general: prohibición de exportar a Brasil y de faenar hembras
hasta el restablecimiento de ta campaña (art. 24°).
Las medidas de policía de la campaña radican en la creación de una fuerza
represiva puesta a las órdenes del Alcalde Provincial y de sus subalternos. El
Cabildo deliberaría si estos hombres serían "vecinos que deberán mudarse men-
sualmente" o "soldados pagos que hagan de esta suerte su fatiga". Su misión
era combatir vagabundos, delincuentes y desertores (art. 25°). Los vagos se
87
destinaban al Cuartel General de Purificación o lit Gobienio de Montevideo
para incorporarlos id servicio de las armas. Los hacendados debían dar papele-
tas a sus peones probatorias de su empleo, pues aquellos que fueran sorpreltdi-
dos sin U .justificativo tunbién serían remitidos (art. 27°Vlmnbién habrían de
remitirse al Cuartel General los desertores "con antas o sin ellas" que sin licen-
cia de susjel'es merodearen por los campos (art. 28`) y los malhechores, homi-
cidas, ladrones o perpetradores de violencias contra vecinos pacíficos (arl. 29°).
Los jueces comisionados serían celadores del orden pero no jueces juzgadores
(ari. 2Ci'); los delincuentes scríem remitidos al Alcalde Provincial con oficio
"iusinufuidole el hecho' pera que éste instruyera el sumario. dictándose seutert-
cia por el Gobiemo de Montevideo (aun. 29").
La aplicación del Reglamento habría de chocar con dos obstáculos; por un
lado, lit renuencia y hostilidad de los grandes terratenientes del patriciado, que
prestaron —fría, y afectada aprobación' al Reglamento. al decir de Larrmiaga y
Guerra; y por el otro, el desorbitado impulso de los Rústicos Cotnandauttes y la
iudil'crencia de la masa, a la que no se podía modificar, súbitamente, sus hebi-
los seculares de trashumancia, Sin einhtugo, es sorprendente, como lo deinues-
lrzl lit modenia iuvesti.,etción, la extensión alcanzada por las distribuciones de
tierras en el breve lapso de su ejecttción, desde noviembre de 1815 a setiembre
de 1816.
El proyecto de agricultura
Coincidente con I.i preocupación del "Jcle de la Provincia- en el arreglo de
los czunpos y de las haciendas", el Cabildo de Qmelones redactó un -'Proyecto
de Aericullurai'-datado en 30 de octubre de 1815-ordenado en 19 artículos
y precedido de una I'undaunentación. Su redacción es inuy probable que reco-
ciera, en lo sustancial, las ideas del sacerdole patriota don Tomes Gorneusoro.
que euiterionttente había alentado parecida iniciativa ente el Alcalde de la I ler-
mandad de Rosario de Santa Pe, en setiembre de 1814, y que éste remitiera al
Director Supremo Posadas con expresa mención de Gomensoro como iltspira-
dor. El texto coinieuza recordando lit desolación de la cemtpaña, después que
des,lpareció la "mitigue abutidemcia de ganados', que no "podremos en inucltos
años recuperen' y con el propósito de "equilibrar las importancias de nuestros
cousuntis' hacia las "utilidades de lit agricultura' propone alentarla sobre la
fiase del Rcglantento que subsigue:
La tierra .se daría en propiedad, porque "ninguno /ruede trabajar con ern-
Ireñcr un terreno que no mira como herencia de .sus lujos" v porque los arrenda-
lario.s destruyen los ho .sgnes *s, lodo jipo ele plantíos perennes; pero era una
propiedad Silleta a condiciones de admisibilidad, poraptilnd para el trabajo, y
a obligaciones de curnplirnienlo necesario para lograr su consolidación. En el
primer sentido. sólo henefciarfa a hornlrres casados ele no nietos de veinficin-
88
eo años de edad: aunque los españoles o extranjeros que trabajaran bajo este
sistema, "en calidad de peón, capataz o conipañern del propietario america-
no ", quedarían bajo la protección del gobierno v amparados por los "lirivile-
gio.s de ciudadano ". No podría recibirse tnás (le una chacra, .so pena de resci-
sión del contrato, v era obligatorio, bajo idéntica.sanción, levantar no rancho,
abrir un pozo de balde Y principiar a labrar la tierra dentro de los ocho meses;
además, .se debía plantar calla año quinientos pies (le árboles, aparte de los
destinados a servir de cercos, que debían .ser de maderas duras, p reponer los
que sesecaran, hasta cubrir la rnuad del terreno. Los ineumplidores, pasado el
tercer año, podían .ser despojados, indentnizándole.s lo pagado por el terreno f•
las mejoras, .según perilaje. A estas obligaciones de trabajo v produclividadse
agregaban limitaciones en el derecho de donúnio: toda .suerte de chacra -<le
.seis cuadras cuadradas, de cien varas cada cuadra-.sería indivisible "hasta
cierto número de años" v ni aun por causa de nu(erte en que uno .solo de los
herederos debería continuar con todo el terreno, por amigable convenio entre
todos o por disposición del juez territorial. abonando el tenedor, a los denlas,
la parte de herencia que les tocare; además, lo.s júluros contratos de compra-
venta o arrendamiento requerirían para su validez la atitoriza(:ión de la.lunta
de Agricultura que juzgaría la idoneidad del nuevo cornpraclorv aseguraría el
ctnnplinúento de las condiciones impuestas. La.lunta deAgrictdtura, instituida
para velar por el "acierto, protección p progreso del sistetna"v con competen-
cia en "todo cuanto mire el adelantamiento de la agricultura", estaría integra-
(la por cuatro rnientbros: el Alcalde, el ,Síndico Procurador, el Cura párroco v
un regidor, los que reunidos designarían los dos secretarios del Cuerpo.
-'La provincia debe emprender con ahínco cl procreo de las haciendas, este
paso responderá riel adelantamiento (lela población y a esto es consiguiente la
agricultura. Emprenderlo todo en estos rnotrlentos .será no abarcar nada. Por
lo rnisrno, devuelvo el proyecto para que. presentado en tiempo más oportuno,
produzca efectos más favorables".
89
provincias de la Liga Federal en una unión mercantil y aduanera que propendiera
a la felicidad y progreso de cada zona, a la defensa de las artesanías locales y, al
mismo tiempo vinculara dichas zonas, por medio de un puerto ultramarino, con
el mercado internacional. El eje portuario del sistema era Montevideo. Por ello,
las medidas de ordenamiento administrativo y las reglamentaciones de los de-
rechos de los mercaderes extranjeros, el regimen de consignaciones, inspiradas
en la defensa de la ley territorial y del mercado interno como coto vedado al
comerciante extraño, aparecen referidas, en abrumadora proporción, a Monte-
video, que era la zona de contacto o encuentro de las provincias confederadas
con las naves inglesas, vehículos esenciales del tráfico de ultramar.
El Consulado de Comercio-instituido por resolución del Capitán General
don José Gaspar de Vigodet el 24 de mayo de 1812 y confinnado por las Cortes
Generales y Extraordinarias de Cádiz el 3 de julio de 1813-había sido sutituido
durante la dominación porteña por un Diputado de Comercio, el 21 de julio de
1814, quedando, a partir de entonces, el comercio montevideano en situación
aún más dependiente respecto de Buenos Aires de la que había tenido a partir
de 1794-creación del Cosulado bonaerense- ya que ahora ni siquiera exitía
el recurso ante la Corona. De ahí que el 7 de marzo de 1815, el Cabildo -con
la ulterior aprobación de Otorgués-resolviera, en vista de la urgencia en aten-
der "los asuntos comerciales que se hallaban entorpecidos y acaso paralizados
por el actual estado político" sustituir por una precaria organización del Tribu-
nal del Consulado la mencionada Diputación a cargo de don Jerónimo Pío
Bianqui. El regidor Defensor de Pobres nombraría dos personas de su confian-
za y los tres integrarían el Tribunal de Consulado para entender en los asuntos
mercantiles, según el orden y método de estilo. En el mes de julio el Tribunal,
entonces presidido por Juan Correa, fue removido por el Cabildo Gobernador a
raíz de acusaciones formuladas por su manejo de los fondos públicos. Durante
el período de Barreiro, el Cabildo intentó organizar de modo definitivo el cuer-
po consular, de acuerdo con su ley orgánica, en junta de "comerciantes ameri-
canos", para que "el comercio tenga el consuelo de verse regido por sujetos de
su confianza y de la ilustración y experiencia que ahora más que nunca necesi-
ta". Con este motivo, se planteó una controversia entre el Cabildo y el Delega-
do Extraordinario, que fue elevada a resolución de Artigas, quien finalmente
dispuso que "anualmente sea un regidor de esa municipalidad el presidente del
Consulado, quien, con dos colegas podrá resolver los casos más arduos de co-
mercio". Desde entonces, el Consulado, además de sus funciones propias, fue
un importante engranaje administrativo, en particular en materia fiscal.
Respecto del comercio exterior, el Cabildo de Montevideo dictó un Bando,
e17 de setiembre de 1815, fijando las condiciones que debían cumplir los co-
merciantes extranjeros para importar y exportar y estableciendo el decomiso de
los "efectos extranjeros mercantiles introducidos a tierra o frutos extraídos del
país" sino se efectuaba el tráfico "en los parajes indicados-Montevideo, Co-
lonia y Maldonado- y en las condiciones dichas".
90
El cumplimiento del precepto que reservaba para los americanos el comer-
cio interior, obligó a considerar la cuestión de los consignatarios que recibían
las mercancías europeas. El Consulado aprobó, en consecuenica, un reglamen-
to de Consignaciones que reservaba las mismas para los comerciantes america-
nos o los extranjeros que obtuvieran carta de ciudadanos, estableciéndose que
no se podrían "ejercer más de tres consignaciones a un mismo tiempo".
Por su parte, la organización del comercio interior llevó a establecer una
"matrícula de comerciantes" donde se podrían inscribir todos los que tuvieran
un capital superior a los seis mil pesos, ya fueran en dinero efectivo, fincas y
haciendas" o en "probidad y conocimiento persnal" debidamente afianzados.
El ejercicio del comercio rquería autorización gubernativa, que se expedía con
la constancia del nombre del agraciado, lugar donde abriría el negocio y natu-
raleza de su giro. Esta última especificación reconoce motivos fiscales, ya que
las patentes variaban según el ramo, pero contribuyó también a formar grupos
de actividad, con características de gremio, que actuaron corporativamente ante
el Consulado presentando solicitudes y reclamos en un verdadero ejercicio del
derecho de petición. Las Juntas de Comerciantes, en vez, tenían un carácter
consultivo y se reunían a convocatoria del Consulado con asistencia de todos
los matriculados.
91
lar sus gastos. Contaría con el auxilio de todos los jueces y colntuldamtes de los
pueblos. Asimismo fueron prohibidos los vendedores ainbultules, los "popula-
res mereachitles", acopiadores de cueros y sebos que los esclavos y peones de
las cuttuicitis sustraían para cambiarlos por géiteros y electos diversos.
Deben recordarse, además, ta re2,ular explotación de maderas, lar regl:unen-
tación del beneficio de las pieles de lobo, en la isla del mismo nombre, que
considerada de carácter fiscal, «quería el previo otorgiunienlo de concesiones
gravarlas con impuestos de carácter provincial y la instalación de un¿¡ lábrica de
pólvora en el pueblo de Concepción de Misiones. Lo particular sobre esta acti-
va reeión de lit Provincia, escribía Artigas al Cotnamdante lvtdrí s Artieas:
LÍ.lije orienial aconseja que los natnrales "activen su contereio 's, expendan
SUS jrnlos. Hágales hacer sus carretas: que corlen maderas para vender: que
jonienlen .sa.s siembras de tabaco, algodón r demdsfrtilo.s, corno también el
be nl jicio de la )verba. Por rnio, lentos que empiecen sus trabajos, aquí .son plata
de contado que pueden emplearla en otros renglones de precios para esos pue-
blos".
CULTURA Y EDUCACION
ln prensa
l: n d mes de julio de 1815, el Dr. Mateo Vidal obtuvo del Cabildo bonac-
rense su tnediación para que el gobiento de finemos Aires devolviera a Monte-
video las imprenta de la Ciudad que había llevado consigo el ejército de ocupa-
ción porteño al retirarse de la plaza. En conocimiento de este hecho, el Jefe
orientad ordenó que se la pusiera "en ejercicio, ya por un tanto al cargo de algún
periodista, ya por cuenta de ese ilustre Cabildo'.
6n octubre, el Cabildo resolvió que se editara " El periódico Oriental". Se
eucatr,-,ó al Dr. Vidal la redacción del "prospecto' que daba cuenta al público de
los objetivos del periódico, cuyo texto fue del agrado de Artigas, quien expresó
sobre el particular:
93
"Entre tanto YS. debe velar para que no se abuse de la imprenta. La liber-
tad de ella, al paso que proporciona a los buenos ciudadanos la utilidad de
expresar sus ideas y ser benéficos a sus setnejantes, imprime en los malvados el
prurito de escribir con brillos aparentes y contradicciones perniciosas a la
sociedad".
Pero el Dr. Vidal rehusó, "a causa de sus achaques habituales", tomar a su
cargo la dirección del peródico; Larratiaga, al que'quiso nombrarse "Revisor
de prenso", rechazó el cargo, expresando no ser "colnpatibe con mis muchas y
graves obligaciones, ni con los sentimientos liberales sobre la libertad de
imprrema y el don de la palabra que como uno de sus primordiales derechos
reclaman los pueblos". No pudo hallarse -como n.uaif estira el Cabildo- "su-
jeto capaz de llenar las miras y principios que deben dirigir un encargo de tan
difícil combinación y desempeño". Artigas exteriorizó su disgusto "por la poca
adhesión y falta de espíritu público que observo en ese pueblo", en donde a la
confianza depositada en susautridades se ha respondido con una "frialdad de-
gradamté'.
La Biblioteca Pública
94
que tenía ya en esa época una biblioteca muy importante sobre todo en literatu-
ra científica.
Se ha estimado en más de cinco mil el número de volúmenes que corres-
ponden a la época fundacional.
El Cabildo Gobernador, con el decidido apoyo de Miguel Barreiro, reservó
un lugar en los altos del Fuerte -costado sur de la actual plaza Zabala-para
ubicar la Biblioteca y encargó a Larrrañaga la tarea de dirigir los trabajos de
organización del establecimiento. Dichos trabajos culminaron el 26 de mayo
de 1816, con la inauguración oficial como parte de los festejos conmemorati-
vos del 25 de mayo de 1810.
Artigas, sensible a la repercusión pública del acontecimiento, dispuso que
el 30 de mayo el santo y seña del ejército oriental fuera la fiase, hoy célebre, de
"Sean los orientales tan ilustrados como valientes"; y le expresaba a Larrañaga
su congratulación, agregando que "estamos para formar hombres" e inspirar a
los jóvenes "aquella magnanimidad propia de almas civilizadas" que "hará cier-
tamente la gloria y felicidad del país".
La Casa de Comedias
En enero de 1816, fue reabierta la antigua Casa de Comedias -erigida en
1794, por el vecino portugués de Montevideo don Manuel Cipriano de Mello
representándose el "unipersonal", "Sentimientos de un Patriota", del que era
autor Bartolomé Hidalgo, el celebrado poeta de los "cielitos'. El mismo Hidago
fue designado director del "Coliseo" -que así fue rebautizado el teatro- en
donde dirigió en persona la representación de sus "unipersonales" patrióticos.
De la crónica de las celebraciones del 25 de mayo de 1816, consta que en la
noche del 24 se representó "El Siripo, cacique de timbúes en el Paraná", de la
que era autor el porteño Manuel de Lavardén y el 25 "Roma Libre o el Bruto",
de Alfieri, en la traducción de D.A.Saviñón, obra que también se rep`esentara
en Cádiz en los festejos de la jura de la Constitución de 1812.
LA IGLESIA ORIENTAL
La Revolución y la Iglesia
En el comienzo de la Revolución, las diócesis americanas quedaron en una
completa incomunicación con el Papado. Los derechos del Real Patronato in-
cluían el de "presentar los candidatos para proveer los curatos y sedes episcopales
vacantes". La conmoción revolucionaria provocó una profunda división en el
cuerpo eclesial y muchos prelados o curas, que optaron por las fuerzas
contrarrevolucionarias, fueron despojados de sus cargos y expulsados de Amé-
rica. En otros casos, los problemas se plantearon por el mero transcurso del
95
tiempo. Hubo de recurrirse a soluciones de emergencia. corno la designación
de "provisores en sede vacaufté', elegidos por los respectivos Cabildos eclesifts-
ticos, para llenar Ig1s funciones espirituales. culturales- e incluso administrativas,
que los Superiores del clero secular y regular, tenían a su cargo.
A esta cuestión general se afgregó, en el Río de la Plata, ti¡ autonomía políti-
ca adquirida por los pueblos de 1:1 I-iea Federal frente a las autoridades bonae-
renses y, por ende, el cuestionamiento de la dependencias la jerarquía insuflada
en Buenos Aires de los subattenios que ejercían su nünisterio en las Provincias
Iederales. Era demasiado importante el inf hijo espiritual de los párrocos, como
para que Artigas no previniera el peligro de una posible infiltración de propa-
gandas contrarias a su doctrina y, por otra parte, his autoridades eclesiásticas no
podían desconocer el riesgo de disturbios y desenlendimientos entre el gobier-
no y los ministros de la Iglesia derivados de los problemas de carácter político.
Por entonces, el Obispado de Buenos Aires se encontraba vacante por el
fallecimiento del titular diocesano Dr. José Benito de Lué y Riega, y ejercía las
funciones de Gobernador Povisorio. el Dr. José Manuel Plauclión.
FI 28 de abril de 1815, vacante por fallecimiento de Junta José Ortiz, el
cargo de cura y vicario de la Matriz, en Montevideo, el Dr. Plauichón designó,
interino, a Dfunaso Antonio Laurafiagai, "con obligación de hacerse cargo de
mnbos empleos de inmediato, para lo que ya había dado cuenta al Cabildo
Gobenidordel Estado'.
Conflictivas fueron las relaciones entre el Cabildo y el nuevo vicario. por la
intervención directa del poder civil en asuntos privativos de las autoridades
eclesiásticas. En particular, en materia de dispensas para contraer matrimonio,
que fueron enérgicaunente rechazadas por el nuevo Jefe de la Iglesia oriental.
Pero, con todo, el más serio de los problemas se vinculaba al auitagonismo
entre Artigas y Buenos Aires. El Caudillo había pedido al Provisor delegara en
Laurauiaga lar plenitud de sus facultades, ante la posibilidad de que una crisis
definitiva detenninaua la ruptura entre Buceos Aires y la Liga Federal. El Dr.
Plaufchóti así lo hizo dictando el 20 de julio de 1815 el decreto correspondiente.
El Provisor envió el título a Artis y éste al nuevo Vicario Eclesiástico Provin-
cial, nautifestbidole su complacencia. Larnuiaga, a su vez, lo trasmitió a los
curas de su jurisdicción en circular de 13 de setiembre, en ti¡ que incluyó una
recomendación del Caudillo de que se tolerase el no pago de los diezmos por
los feligreses, atento al estado de pobreza general.
Artigas y Larrañaga
Por esta época las relaciones entre el Jefe de los Orientales y el nuevo Vica-
rio eran excelentes y normales las comunicaciones entre éste y el poder civil.
Pero casi de inmediato se produjo un serio incidente. A limes- de octubre de
1815, el Provisor Plamchón se dirigió a Laurauiaga solicitáuidole intecedierapaua
solucionar un penoso incidente ocurrido en la bajada del Paraná, donde el pue-
96
blo había expulsado al cura titular, partidario de los porteños, y el Comandante
Militar, Eusebio Herñú, había conferido facultades al teniente cura Hurtado y
al fraile domínico José Norberto Aguirre. Larrariaga remitió a Artigas esa carta
y éste replicó con una fulminante orden de expulsión, cursada al Cabildo Go-
bernador de Montevideo:
"VS. no ignora el influjo de los curas y cuánto por este medio adelantó
Buenos Aires para entronizar su despotismo, y, además para fomentar sus fon-
dos en las rentas eclesiásticas que debían percibir estos pueblos, con notable
detrimento de ellos mismos. Si éste es su objeto, claudica la autoridad espiri-
tual, y el Sr Provisor debería ser más escrupuloso, para no desunir el Santua-
rio y el Estado y si no lo es ¿por qué pretende una reiteración degradante que
nunca debió creerla necesaria, despuésdesusfácultades concedidas? ¿O juz-
ga el Sr Provisor, que aún vive laAmérica en tinieblas y que la Banda Oriental
esjuguete de sus pasiones? Empiécelo a experimentar en sus efectos. En segui-
da pasará Ud. orden inmediatamente que los curas recientemente venidos de
BuenosAires, Peña, el de San José: Gomensoro, el de Canelones: Ximénez, el
de Minas; el guardián de Montevideo, el presbítero Peralta .y el Padre Rizzo,
dejen sus prebendas y se manden mudar inmediatamente a Buenos Aires. VS.
proponga algunos sacerdotes patricios, si los hay, para llenar esos ministerios,
y si no vienen, acaso con ello seremos doblemente felices. Reencargo a V.S. la
ejecución de esta medida, que creo necesaria para asegurar m4estra libertad".
97
muchísirno por V E." y concluye:
"He sentido mucho la cosa contra el provisor, y corno yo tengo la culpa por
mi indiscreción al remitir aquella carga, que es una prueba muy grande de mi
amistad, me es indispensable volver pr su honor y por nuestro agradecimiento.
Para ello tenía hecho ese oficio para el Cabildo, que es un manifiesto a su
favor, en cuanto no digo sino la pura verdad, a lo que el mismo Cabildo me ha
empeñado, comunicándomela disposición de VE."
"Después rae ha parecido no enviarlo y que quede entre los dos, pues yo no
debo, como vicario general entenderme con el Cabildo, pues yo soy un jefe y
ambos debernos entendernos directamente". Montevideo, 9 de diciembre de
1815.
98
pronunciamiento revolucionario de 1811 -habría de encontrar su más rele-
vante personalidad, en el período de la "patria Vieja", en José Benito Lamas.
99
CAPÍTULO XI
LA INVASION PORTUGUESA
Y LA OFENSIVA UNITARIA
LA INVASION PORTUGUESA
Antecedentes y orígenes
En enero de 1816, Artigas le escribía a Barreiro expresándole que: "según
toda probabilidad los portugueses se nos acercan con movimientos que no pue-
den menos que excitar nuestro cuidado. Ya sea interés de aquella corte, ya es-
fuerzos de los emigrados, ya intriga de Buenos Aires, lo cierto es que se vie-
nen...". El caudillo señalaba, con acierto, la motivación profunda de la ya deci-
dida invasión portuguesa: el "interés de aquella Corte"; y los dos principales
estúnulos coadyuvantes de la empresa: "los esfuerzos de los emigrados" porte-
ños en Río y las "intrigas de Buenos Aires".
Si bien en la decisión de la Corte portuguesa gravitaban las antiguas moti-
vaciones que siempre habían alentado la expansión hacia el Plata, el cambio de
circunstancias en el concierto europeo de naciones, luego de 1815, y la pausa
itnpuesta a la tutela británica, por el retiro de Lord Stramgford, le abrieron una
inanejorable oportunidad para la concreción de sus propósitos.
101
aniquilara Artigas y después poder protestar y tomar efectiva la protesta. Con
objeto de ir desbrozando el terreno para la ya decidida conquista, Don Juan se
había dirigido en junio de 1815, al gabinete británico en estos reveladores tér-
minos:
102
al Jefe de las tuerzas de ocupación, general Carlos Federico Lecor.
103
das que .se tornen por Lecor en la Banda Oriental quitarán a usted algunos
recelillos, que es regular conserve aún. Esla es una maniobra cornplicadí.sima
v exige toda la circunspección del mundo para irla llevando .sin desgracia. En
rnuchossecreto.s estoy yo .sólo; en algunos he puesto a nuestros amigos... Usted
conoce bien a don Carlos lAlvearJ, sabe sus calidades morales v su carácter
en la revolución... nada sería más peligroso el que llegase a entrar en nuestras
relaciones por ahora... Vaya usted pensando en el sujeto que ha de tratar con el
general v con H /Herreraj, esto deberá hacerse .sin rindo... cuide usted mucho
que no sea un hombre asustadizo, que .sea hombre manso, callado y negocia-
dor".
104
país en estado de rechazar cualquier agresión injusta" y "reclame del annisticio
contratado el ario 12 con la Corte de Brasil". Pueyrredón llegado a Buenos
Aires el 29, tomó conocimiento a los dos días de asumir su cargo, de todas las
comunicaciones de García que el Dr. Mtgle custodiaba celosamente en su archi-
vo secreto y las transcribió al Congreso "parra que, en consecuencia del concep-
to que forme de su letra y espíritu, se digne prevenirme exacuunente la conduc-
ta que debo observar en las diversas ocurrencias que espero se me agolpen, si,
como no es por adtora dudable, se aproximan las tropas portuguesas llevando a
ejecución sus anunciados designios".
Esto dio lugar a nuevas sesiones secretas del Congreso, durante los días 25,
27, 28 y 29 de agosto; resolviéndose, finalmente, que "se reencargue al Supre-
mo Director la defensa del territorio, por cuantos medios estén a sus alcances"
y "solicite la unión dei General Amigas, inspirfutdole confianza y dándole los
auxilios posibles sin exponer la seguridad de esta Banda y procediendo en este
punto sin aventurarse ni comprometer el éxito de la negociación..." con Lecor y
lar Corte de Río. Para llevar adelante esta "negociación' se decidió nombrar
"dos individuos... uno con carácter público y otro con carácter privado', enco-
mendándose la primera al Coronel mayor don Florencio Terrada y la segunda
al propio Secretario de Estado en el Departamento de Guerra, don Miguel
Irigoyen.
La misión de Temida estaría destinada t calamar la inquietud de I:t opinión
pública, debiendo entrevistarse con el general portugués para reclamarle el es-
tricto cumplimiento del annisticio suscrito en mayo de 1812.
La misión Ir¡.-oyen, en vez, debería regularse con un doble juego de ins-
trucciones aprobadas en sesión secreta del 4 de setiembre, unas "reservadas" y
otras "reservadísimas".
105
constitución inglesa acomodada a las circunstancias": 6) "persuadir al gabi-
nete del Brasil a que se declare Protector de la libertad e independencia de
estas Provincias restableciendo la casa de los incas y enlazándola con la de
Braganza": 7) si esto no obtuviese aprobación, pedir la coronación "de un
infante del Brasil o de cualquier otro infante extranjero con tal que no sea de
España, para que enlazdndolo con alguna de las infantas del Brasil gobierne
este país bajo una constitución que deberá presentar el Congreso "; 8) si fuese
reconvenido por algunos auxilios que el gobierno de las Provincias Unidas ha
mandado aArtigas, explicará "que no se ha podido prescindir de este paso por
no haber tenido hasta ahora del gabinete portugués una garantía pública que
asegure a este territorio de sus miras justas, pacíficas y desinteresadas" y de
no hacerlo habría ocurrido una "convulsión general".
Las "reservadísimas" establecían que, en caso "de exigírsele que estas
provincias se incorporen a las de Brasil se opondrá abiertamente manifestan-
do que sus instrucciones no se extienden a este caso... pero si después de apu-
rados todos los recursos de la política y del convencimiento insistiese en el
empeño, indicará, como una cosa que .sale de él, que formando un Estado
distinto del Brasil reconocerán por su monarca al de aquél mientras mantenga
su Corte en este continente, pero bajo tata Constitución que le presentará el
Congreso... comunicándolo inmediatamente al Congreso".
106
la redacción del oficio con que Pueyrredón comunicó al Congreso su decisión
de suspenderla, impugnando como "inocente, ridícula y despreciable—, la idea
de enlazar un haca con una princesa de Br<tganza, aun cutmdo admitía la posibi-
lidad de negociar la coronación de un príncipe extrmjero, éon sujeción a la
Constitución que el alto Cuerpo le presentase poniendo a cubierto dé toda con-
tingetacia el mantenimiento de la independencia, por medio de la gartuttía de
Inglaterra o de alguna otra potencia.
La artera maniobra del Congreso y agentes porteños, entre tanto, había lle-
gado a conocimiento de Amigas. En oficio de 18 de agosto de 1816 al Cabildo
de Montevideo, le adjuntó copia dé una "comunicación interceptada en Santa
Fe—, diciéndole: "por ella calculará V.S. que nuestra existencia política estaba
minada por la intriga con el gabinete portugués y que no sin fundamento hemos
mirado con recelo a todos los mandatarios de Buenos Aires'.
El Director Pueyrredón, por su parte, en lugar de la suspendida misión del
Congreso, resolvió enviar ante el general portugués al coronel Nicolás de Vedia.
Este era portador de un oficio de Pueyaedón, de fecha 31 de octubre de 1816,
en el que, luego de historiar los hechos ocurridos, le afirmaba que " la disiden-
cia accidental en que quiera suponerse una y otra Banda, no debilita el enlace
común de ambos pueblos para la defensa de su libertad"' y le requería que sus-
pendiera sus marchas y retrocediera a sus límites, pues, de lo contrario, daría
una cooperación vigorosa ala defensa de la Batuda Oriental. Simultáneamente
Pueyrredón remitió un oficio al Cabildo de Montevideo haciéndole saber los
objetivos de la misión Vedia, que, a su vez, el Cabildo transcribió a Amigas. El
Caudillo, acusando recibo de dicha transcripción, expresaba:
107
aquel Gobierno, habremos de calcular de oro anodo sobre .sus operaciones".
108
Jefes Militares de los Cuerpos de Guamición) con asistencia de los Secretarios
de Estado y de los comisionados orientales. En la reunión, Pueyrredón propuso
dos cuestiones: primera, si debía mandarse inanediatunente un comisionado a
Brasil, exigiendo el reconocimiento de la independencia de las Provincias Uni-
das y pidiendo explicaciones sobre la invasión portuguesa a la Provincia Orien-
tal; y segunda, si debía declararse la guerra al Brasil sin esperar la resolución
del Congreso. Por mayoría de votos se decidió que se nombrase de inmediato el
enviado extraordinario y casi por unanimidad fue desechada la propuesta de
declaración de guerra. El Director Supremo, poniéndose de pie, declaró enton-
ces que protestaba pública y solemnemente de los males que podrían sobreve-
nir al orden y al Estado, por la inacción en que se ponía al Gobierno al no
declararse inmediatamente la guerra, agregando que si lao procedía a declararla
por sí, era porque ello lao entraba en sus facultades, pidiendo que así se lticiera
constar en el acta de la sesión.
El día 8 se tinnó un compromiso con los comisionados montevideanos,
según el cual el Gobierno de Buenos Aires prestaría sus auxilios para la defensa
del territorio oriental y en cambio éste "juraría obediencia al Soberano Congre-
so y al Supremo Director del Estado en la tnisma fonna que las demás Provilt-
citu; que igualmente jurará la independencia que el Soberano Congreso ala pro-
clalnado, enarbolando el pabellón de las Provincias Unidas y enviando inme-
diatamente a aquella augusta corporación, los diputados que según su pobla-
ción le correspondan—. El Director lizo publicar el convenio en hoja suelta y
con grandes titulares que decían "Acta de la incorporación del Territorio Orielt-
tal del Río de la Plata, al estado de las Provincias Unidas de Sud América' y
con las tinnassuya, de Durán, Giró y del Secretario de Estado Vicente López,
distribuyéndola, profusamente, en la ciudad y en el interior. Por su parte, Durán
y Giró remitieron a las autoridades de Montevideo el convenio firmado que fue
rechazado tanto por el Cabildo corno por Baarreiro, quienes resolvieron comi-
sionar entonces a don Victorio García de 7úñiga, "con instrucciones bastantes
para aclarar nuestra opinión y darle el valor que corresponde".
Amigas en conocimiento del convenio, contestó impugnando severamente
la actitud de los tinnantes y rechazando en términos categóricos el pacto:
"Pór precisos que fuesen los ntotnentas del conflicto, por pl enos que hayan
sido los poderes que VVSS. revestían en si? diputación. nunca debieron creerse
bastantes a sellarlos intereses de tantas pueblas sin su expreso con.sentitnien-
to. Yo trismo no bastaría a realiat lO.s .sin este requisito ,; v VVSS. con mano
serena han firmado el acta publicada por ese Gobierno el 8 del presente' Es
preciso, o suponer a MIS. extranjeros a la historia de nuestros sucesos o creer-
los menos interesados en conservar lo .sagrado de nuestros derechos, para s lis-
crihirse a unos pactos que envilecen el mérito de raes ara justicia v cubren de
ignominia la.sangredenuestrnsdefensores".Yagregaha: "EIJefedelosorien-
tales ha manifestado en lodo tiempo que ama demasiado su patria para sacri-
109
ficar este rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad".
110
Mientras el 28 de agosto, la vanguardia de Lecor ocupaba la fortaleza de
Santa Teresa, Andresito entró en las Misiones Orientales derrotando a los por-
tugueses en Rincón de la Cruz el 21 de setiembre y poniendo sitio a San Borja.
Pero el portugués Abreu, con fuerzas superiores, consiguió rechazarlo el 3 de
octubre. Igual suerte corrió Verdún que con 700 hombres había alcanzado el
Ibirocay, afluente del Ibicuy, el día 19. La columna que mandaba el propio
Artigas fue derrotada, a su vez, en las cercanías de los cerros de Conmbé,
sobre el Cuareim, el día 27, retirándose el Jefe Oriental, luego de perder 500
hombres, hacia el Arapey, para reorganizar sus fuerzas.
En tanto así fracasaba la acción oriental en el norte, la invasión continuaba
por el este. Rivera era derrotado en India Muerta, el 19 de noviembre, dejando
250 muertos, varios prisioneros y efectos. Lecor, a su vez, al frente del grueso
del ejército llegaba a Maldonado el 4 de enero de 1817, entrando en contacto
con la flotilla del Conde de Vianna y dirigiéndose para establecer su Cuartel
General a la región que llamó de "Pan de Azúcar" por el cerro próximo. Allí se
le incorporó la columna del general da Silveira que venía de derrotar las fuerzas
de Otorgués.
En Montevideo, el Cabildo, ante la inminencia de la invasión, había lanzado
una proclama el día 22 de junio exhortando al pueblo a aprestarse para la de-
fensa. Seguidamente, había dispuesto la formación de milicias cívicas, la for-
mación de nuevos cuerpos de infantería con negros libertos y la distribución de
annas. Asimismo, el 20 de agosto, el Cabildo -que venía ejerciendo la función
de Gobernador- resolvió concentrar en el Delegado Barreiro y el regidor Joa-
quín Suárez el gobierno político y militar de la plaza. Pero un sector del patri-
ciado montevideano, para quien Barreiro encanaba "la arbitrariedad despótica
-según el memorialista Carlos Amaya-hasta quitar al Vecindario, sin distin-
ción, sus esclavos, para crear un batallón de 600 o más soldados, sin documen-
tar siquiera a sus propietarios", se conjuró, encabezado por Juan María Pérez, y
en la noche del 2 de setiembre tomó presos al Delegado, su secretario Santiago
Sierra, miembros del Cabildo, a Bonifacio Ramos, Comandante de Artillería, y
el secretario del Ayuntamiento Pedro María de Taveiro. El día 3, el Cabildo fue
reunido compulsivamente y obligado por los facciosos a reasumir el mando
político y militar. Pero en la noche del mismo día 3, fuerza adictas á Barreiro
sacaron a éste y sus compañeros de la prisión, "amaneciendo el día 4 bajo de un
aspecto muy diferente del día anterior; y en seguida Barreiro, mejor munido de
autoridad, hizo desde la Ciudadela, donde permaneció mandando, hacer arres-
tar y aprisionar con grillos más de veinte ciudadanos y oficiales de la milicia",
relata Anáya.
Este movimiento, conocido como " la rebelión de los cívicos", es juzgado
por Bauzá, en los siguientes términos: "Aquella insurrección del cuerpo consti-
tuido por las clases más acomodadas de la ciudad era un síntoma inopinado y
de mal agüero. Las causas ostensibles y ocultas que la habían provocando re-
sultaban en pugna abierta con los designios del protector. Podía inferirse de
111
esto que el espíritu de resistencia aislada y a todo trance contra la invasión
lusitana, no prosperaba en Montevideo, o, en otras palabras, que la ciudad no
tenía confianza en las combinaciones militares de Artigas y mucho menos en
sus planes políticos".
El año 1817 sería adverso para los artiguistas. El 4 de enero, el general
Abreu sorprendía al Cuartel General de Artigas sobre el arroyo Catalán derro-
tando ampliamente sus fuerzas, retirándose el Jefe oriental hasta las cercanías
de Belén; el 19, el Brigadier Chagas cruzaba el Uruguay y derrotaba a Andresito,
persiguiéndolo hastaYapeyú y arrasando luego los pueblos misioneros de San-
ta María, San Javier, Mártires y Concepción, regresando en marzo a San Borja.
Andresito, entre tanto establecía su cuartel general en Apóstoles, donde fue
atacado otra vez por Chagas, en octubre, pero infructuosamente.
Mientras esto ocurría en el norte, Lecor, intimaba la rendición de Montevi-
deo. Reunido Barreiro con los jefes de la guamición resolvió abandonar la
ciudad, marchando, con sus fuerzas y algunas familias leales al artiguismo,
hacia el Santa Lucía. La precipitación de la retirada impidió cumplir las dispo-
siciones de Artigas sobre la destrucción de las murallas y las fortificaciones; y
en la mañana del 19 de enero, mientras los últimos carretones de los patriotas
salvaban los pasos del arroyo Miguelete, la vanguardia de Lecor marchaba ha-
cia la ciudad, doblando la Curva de Marofras, por el Camino Real.
Al día siguiente, 20 de enero, hacía Lecor su entrada en la ciudad. Al hacer-
le entrega de las llaves, dijo el regidor Jerónimo Pío Biatrchi:
112
Advirtió, entonces, que la opinión prevalente entre los principalesjefes y sus
oficiales era por la "concordia" con Buenos Aires, como único medio de obte-
ner auxilios que permitieran continuar la guerra. Artigas rechazó con desagra-
do esta opinión y designó a Fructuoso Rivera como "Comandante General del
Ejército de la Derecha', como se denominó al que debía continuar operando al
sur del río Negro. Esta designación provocó un fuerte disgusto entre los jefes y
oficiales de línea, arguyéndose la condición de coronel de milicias de Rivera y
su conocido carácter independiente y poco dado a la disciplina castrense. El 23
de mayo, en la costa del Santa Lucía Grande, se celebró unajunta general de
jefes y oficiales que resolvió "en atención a no existir la debida reciprocidad y
confianza entre el actual Comandante Fructuoso Rivera y el cuerpo de oficiales
suscribientes, para continuar la defensa de la Patria a sus órdenes, elegimos
parajefe interino del ejército al coronel ciudadano Tomás García [de 7úüiga],
en quien concurren, además del sufragio general, las cualidades más recomen-
dables..:'. Rivera intentó desconocer el acta y amenazó atacar a los disidentes,
pero, ante la mediación de Lavalleja, aceptó renunciar el mando, hasta la supe-
rior decisión del General. Esta no se lizo esperar. Desde purificación, expresa-
ba el Caudillo:
113
Entretanto, Artigas, en conocimiento de las citadas diferencias entre los je-
fes y de las negociaciones con Pueyrredón, se dirigió a todas las villas y pue-
blos de la Provincia reclamando un pronunciamiento popular sobre su política
y dejando en sus manos resolver sobre su continuidad en el mando y el cese o
prosecución de la lucha. El plebiscito reclamado por el Caudillo debió realizar-
se en la segunda quincena de aquel mes de octubre y primeros días de noviem-
bre, como lo ilustra el acta del pronunciamiento del vecindario de Colonia:
114
sajado por Lecor, con grandes consideraciones.
Prácticamente sin jefes ni recursos, Artigas planeó, al iniciarse el año 1819,
una nueva ofensiva. Contando con una columna al mando de Andresito, que
ocupaba San Nicolás, inició las operaciones; pero el comandante misionero,
que debía buscar la confluencia con la columna de Artigas, no encontrándolo y
sin poder comunicarse con él, contramarchó y fue sorprendido y derrotado por
Chagas en Itacurubi. Poco después caía prisionero y era remitido a Río de Janeiro,
falleciendo unos meses más tarde en la cárcel. Rivera, por su parte, era sorpren-
dido en las márgenes del río Negro, cerca del Paso del Rabón, el 3 de octubre,
por Bentos Manuel, y aunque al principio logró escapar en una admirable reti-
rada de más de 60 kilómetros, fue totalmente vencido el día 28 en las cercanías
de Arroyo Grande, abandonando el campo en completa dispersión. Artigas con-
tinuaba, entretanto, su invasión.
El 14 de diciembre derrotaba alas fuerzas de Abreu en Santa María y logra-
ba mantenerse en la zona pese a los contraataques portugueses. Pero, poco
después, Andrés Latorre era derrotado por el conde de Figueiras, nuevo capitán
general de Río Grande, en Tacuarembó Chico, el 22 de enero de 1820. Con este
golpe quedaba definitivamente vencida la resistencia oriental a la invasión losi-
tarra.
En Mataojo-actual departamento de Salto— Artigas ordenó a Rivera que
se le incorporara, pero éste, que se encontraba acampando en Tres Arboles y
había celebrado ya un armisticio con Bentos Manuel, se mantuvo allí sin res-
ponder al Protector. Artigas cruzó entonces el Uruguay, dirigiéndose a Avalos,
donde habría de procurar sustentar su ya vacilante protectorado, enfrentando la
lucha con los disidentes caudillos del litoral.
115
bleciendo que "si lo encontrase con armamento, útiles de guerra y papeles
oficiales de cualesquiera de las dos majestades española y portuguesa, relati-
vos a la .subyugación y nueva conquista de estas provincias u otras cualesquie-
ra del continente americano, será por el mismo hecho declarado buena presa ".
Los artículos 2"al 7° establecen las obligaciones de los armadores, que se
fijarían por contratos ajustados ante la Escribanía de Marina, previa presen-
tación de garantía satisfactoria; las de orden fiscal: entrega del 4% del produ-
cido del remate de las presas al gobierno; rebaja de derechos sobre las presas
vendidas; las económicas: entrega de la mitad del armamento y útiles de gue-
rra tomados: reintegro de auxilios que hubieran pedido a buques del Estado; y
las de carácter político: obligación de enarbolar el pabellón tricolor federal.
Los artículos 8°, 9°y ll °, determinan los barcos que pueden ser considera-
dos "buena presa": los portugueses, los españoles, los hostiles a los corsarios
sin haber sido provocados y los buques sin credenciales de navegación reputa-
dos como piratas.
El artículo 12° autoriza la enajenación de las presas y el 13° limita la ac-
ción de los corsarios en las proximidades de los puertos neutrales o amigos.
Los artículos 14°, ]Y y 18°, obligan a guardar la mayor moderación con los
prisioneros y el máximo orden posible en las visitas y reconocimientos de na-
ves, así corno la observación de las leyes penales.
116
puertos europeos.
Ante Estados Unidos reclamó el cumplimiento de las disposiciones sobre
neutralidad que esta nación invocaba y logró se protnulgara una ley prohibien-
do el armamento de corsarios en sus puertos.
Artigas, por su parte, recurrió a la solidaridad revolucionaria hispanoameri-
cana, dirigiéndose a tales electos al Director Supremo de Chile, Bernardo
O'Higgins y al Libertador de la Gran Colombia Simón Bolívar. A este último le
decía el 20 de julio de 1819:
Los resultados fueron favorables, como lo pedía Artigas; los cors<vios fue-
ron admitidos en los puertos de la Gran Colombia y obtuvieron de los tribuna-
les muchas sentencias firvorables. Y, dando muestras de su solidaridad con la
causa americana defendida por los orientales, los comisionados caraqueños ante
la Corte de Londres, que gestionaban una posible solución del conflicto con
España, fueron instruidos para coordinar su actuación con cualquier agente
artiguista que se hallara en Inglaterra, debiendo ser considerado en la forma
que merecía "un Jefe irreconciliable con la tirmía española", haciéndose cuan-
to fuera posible "por la reunión con las Provincias de Buenos Aires y por su
reconciliación con el Director de ellas"; asimismo, obtenida la reconciliación
de Artigas con Buenos Aires, se promovería que los portugueses evacuaran
Montevideo, el que sería "incorporado en la unión de las Provincias del Río de
la Plata".
117
LA OFENSIVA UNITARIA
118
Díaz Vélez ocupar Santa Fe el 4 de agosto, quedando luego cercado en ella,
ante el riguroso hostigamiento de las milicias provinciales que no le dejaban
"un cabello que montar ni una vaca que comer". En tales circunstancias llegaría
el doctor Alejo Castex, enviado del nuevo Director Pueyrredón, que obtuvo el
retiro de las tropas porteñas el 31 de agosto. Sin embargo, las gestiones de
Castex, a las que se sumó el Dean Gregorio Funes, lograron obtener el acuerdo
con Santa Fe que, finalmente, rechazaría toda tratativa en virtud de no contarse
con la ratificación de Artigas y "atento a que la alianza de este pueblo con dicho
señor era importantísima, no solamente a su beneficio, sino al de todas las Pro-
vincias".
El Gobernador Vera, en oportunidad de los asaltos porteños a Santa Fe,
había solicitado auxilio al coronel José Javier Díaz, Gobernador de Córdoba, y
éste, que había reconocido al Director Supremo y al Congreso de Tucumán, se
abstuvo de toda injerencia en los sucesos. Esta actitud había indignado a los
federales de Córdoba encabezados por el capitán de la milicia de artillería, Juan
Pablo Bulnes, que, desacatándose, se dispuso a marchar a Santa Fe, para "ha-
cer cumplir a mi pueblo el compromiso que tenía con el Jefe de los Orientales
y el señor Gobernador de Santa Fe". La situación había de sufrir una variante a
mediados de setiembre, con el regreso de Bulnes, que el día 20 entraba con sus
fuerzas a la ciudad; y el 23, el Cabildo tomaba conocimiento de la resolución
del Congreso por la que se admitía la renuncia del Gobernador Díaz y se desig-
naba, interinamente, a don Ambrosio Funes. El nuevo gobernador ordenó, por
su parte, el envío de una fuerza de trescientos hombres para enfrentar a Bulnes,
que fue derrotado y hecho prisionero el 8 de noviembre de 1816. Pero el jefe
federal organizó desde la cárcel una nueva revuelta y liberado convocó a un
Cabildo Abierto que nombró gobernador a don José Joaquín de la Torre. Este
no llegó.a hacerse cargo del gobierno, renunciando el día 31; en su lugar se
eligió, en nueve Cabildo Abierto, al teniente coronel Juan Andrés Pueyrredón.
Las fuerzas fed;rales se dirigieron a Santa Fe; y el 7 de febrero de 1817, Juan
Andrés Pueyrreilón renunció, reponiéndose en el marido 2t don Ambrosio Funes.
Finalmente, el :.2 de marzo, el Directorio subrogó a Funes, designando gober-
nador al Dr. M;utuel Antonio de Castro, en un acto de avasallamiento de los
fueros provine¡: des.
En setiembr: de 1817, Pueyrredón buscó atraer a su causa a varios caudillos
de Entre Ríos. El Director Porteño procuraba por estos medios introducir la
discordia en el campo federal, para reducir a Artigas. No era ajeno a este propó-
sito el temor de que Entre Ríos pudiera servirle al Protector de punto de apoyo
para convulsionar las Provincias Unidas, en el momento en que, vencido, tu-
viera que abandonar laProvincia Oriental. Por otro lado, Lecor le había señala-
do la importancia que en el mantenimiento de la resistencia oriental, significa-
ba el hecho de contar con el resguardo y los recursos que se le suministraban
desde la otra tanda del Uruguay. Obtuvo la adhesión de Eusebio Hereñú,
Gregorio Samaniego y Gervasio Correa y reforzándolos con 600 hombres al
119
mando del coronel Luciano Montesdeoca lanzó una proclauna en la que exltor-
utba a los entrerrianos a arrancar "la simiente perniciosa de esa doctrina antiso-
cial que el peligroso patriota don José Artigats ha esparcido por esos hermosos
países'. Los unitarios directoriales y sus aliados, desertores del federalismo,
fueron derrotados en Arroyo Ceballos, el 25 de diciembre de 1817, por Francis-
co Ramírez, Y un año más tarde, frente a un nuevo intento unitario, Ramírez
volvió a derrotarlos en Saucesito, el 2.5 de marzo de 1818.
120
Luis, en novietrhre: Aguirre e lrigoyen quedaron en libertad: Olavarrieta fue
condenarlo a muerte, eludiendo la pena gracias a la fuga: y Moutiño y Barboza
Jneron .sentenciados a diez años de presidio.
Mmbién fueron confinados a Luján Gervasio Antonio de Posadas y Eugenio
Balvastro; los herutanos Luis y Juan José Carrera, Jusilados en Mendoza en
1818, y los coAplicados en la conjuración de los franceses, Carlos Robert,
Juan lngresse, Agustín Dragumette, Narciso Parchappe y MarcosMercher acu-
sados de conspi rar con los Carrera.
Desde Baltimore, en junio de 1817, Agrelo, Moreno y Pozos Kanki dieron a
publicidad un "Manifiesto" enjuiciando la conducta de "Juan Martín de
Puevrredón ", tUitlado "Director Supreino de las Provincias del Río de la Pla-
ta". Amigas hizo circular dicho "Manifiesto" entre los pueblos, "para su debi-
do conocimiento ".
121
se presenta el peligro. VE. lo .sabe bien y terne la justicia de la reconvención de
los pueblos".
"Yo en campaña y envuelto nuestro país entre las sangrientas escenas de la
guerra y contra los injustos invasores y VE. debilitando nuestra decisión y
energía y suscitando negocios que no dejan de excitar y probar nuestras justas
sospechas".
"Yo empeñado en rechazar a los portugueses y Ve, en favorecerlos. en mi
lugar, ;VE. habría mirado con rostro sereno tantas desgracias? Con teso a
VE. que teniendo que violentarme he podido dominar mi indignación, para no
complicar los preciosos instantes en que la patria recluinaba la reconcentración
de sus esf rerzos y por la misma razón invito a V E. con la paz: ¿y VE. provoca
la guerra? Abrí los puertos, que debía mantener cerrados por razones podero-
sas: devolví a VE. los oficiales prisioneros que aún no habían purgado los
delitos de sus agresiones y violencias: VE. no puede negarlo ni desmentir esos
actos de mi generosidad, sin que los haya igualado ni imitado, después de sus
reiteradas promesas ".
—Es verdad que VE. franquó algún armamento al .sitio y Paraná sin darme
el menor conocimiento. Esta doble atención explica el germen jécundo de sus
maquinaciones. Convenía a VE. ponerse a cubierto de las responsabilidades
de su inacción ante el tribunal severo de los pueblos. ¿Y cree VE. eludirle con
remisión tan mezquina y rastrera? ¿No acabarnos de presenciarsus resultados
en las conspiraciones del sitio y del Paraná? ¿Podrá ocultarse a los pueblos,
que .siendo distribuidas esas armas sin el conocimiento de sus jefes, ésos de-
bían .ser los resultados? Deje V. E. de ser generoso si han de experimentarse tan
terribles consecuencias. ¡Deje de .servir a la patria, si ha de oscurecer sil es-
plendor con tan negras acciones!"
Le recuerda que, en sil afán de no perdonar "medio alguno para alcanzar
la reconciliación" pidió el envío de "dos diputados " que Pueyrredón ".se com-
prometió a remitir", lo cual "anuncié a los pueblos" que "esperaban con an-
.s¡a.s el iris de paz y de concordia ". "Pero es un hecho, desgraciadamente, que
ha sido otro el resultado y que hasta ahora nada ha hecho VE. a ese respecto ".
"Mis palabras tienen el sello de la sinceridad y la justicia y si VE. ha apu-
rado mi moderación, mi honor reclama cuando inenossu vindicación. Hablaré
por esta vez y hablaré para siempre. VE. es responsable ante la patria de su
inacción y perfidia contra los intereses generales. Algún día se levantará ese
tribunal severo de la nación y administrará justicia equitativa y recta para
todas".
"Entre tanto, invito a VE. a combatir al frente de los enem¡gos con decisión
y energía y ostentar las virtudes de las arenas patriotas que hacen glorioso el
nombre americano. Dios guarde a ud. m.s a..s".
122
tiempo el unitarismo direccional.venía acusando los efectos de la tremenda
propaganda contraria que realizaba desde Montevideo, ya bajo el dominio por-
tugués, la "Imprenta Federal"", dirigida por el emigrado chileno José Miguel
Carrera, hermano de los fusilados por orden de Pueyrredón. En los periódicos
que en dicha imprenta se editaban se desnudaban aspectos del régimen
directorial, que comprometían seriamente a sus dirigentes, tales como los ma-
nejos de la Logia y las negociaciones monárquicas. Pueyrredón, después de
varias gestiones, obtuvo que Lecor expulsara a Carera que, en el Entre Ríos, al
amparo de Francisco Rarntrez, prosiguió, con la parte de la imprenta que pudo
llevar consigo, sus ataques al unitarismo.
Pero, además de esta lucha contra la propaganda adversaria, el régimen
directorial realizaba la suya propia. Ilustra acabadamente al respecto, un artícu-
lo de "La Gaceta" de 27 de enero de 1819, que se refiere a Artigas, expresando:
"Con Amigas y todos sus prosélitos sucede lo que con los tigres y demás anima-
les voraces que aterran a la campaña: a nadie le ocurre el pensamiento de capi-
tular, es preciso concluir con ellos a todo trance. Todo el que sepa, todo el que
tenga, todo el que sea algo, ved ahí todos los enemigos de Artigas, y de sus
secuaces". ¿Se puede capitular? No. Luego, es preciso hacer la guerra: luego es
preciso concluirla. No hay que pararse en medios: nada hay que deba excusarse
en esta lucha..: ".
Finalmente, convencido Pueyrredón de que "los pueblos creen todavía cuanto
ven escrito y si es de imprenta le prestan una fe ciega"", encomendó al Oficial 1°
de Secretaría de Gobierno, Pedro Feliciano Sáinz de Cavia, la redacción de un
libelo dil:nnatorio que se titulaba ""El Protector Nominal de los Pueblos Libres,
Don José Artigas, clasificado por el Amigo del Orden". Su aparición se hizo
coincidir, por otra parte, con la llegada ad Plata de los enviados del presidente
norteamericano Jarnes Monroe, parra indisponerlos contra Artigas. El libelo fue
ampliamente distribuido entre los vecindarios y se encomendó a los alcaldes y
curas párrocos que lo leyeran para que todos pudieran advertir los terribles
efectos de la doctrina artiguista... El Protector, entretanto, urgido por la guerra,
permanecía ajeno a esta campaña de imposturas. Al respecto manifestaría al
secretario de la Comisión nortetunericana, E.M. Brackenridge: '"Mi gente no
sabe leer""...
El ataque directorial sobre las provincias federales en 1818, se inició con
una conspiración contra las autoridades correntinas. El agente porteñista fue
entonces el general Elías Galván, ex gobentador de la provincia que, con el
apoyo del comandante general de milicias, coronel José Francisco Vedoya, de-
puso y aprisionó al gobernador artiguista Juan Bautista Méndez el 24 de mayo
de dicho año. Andresito, que se encontraba entonces próximo al litoral del Paraná.
recibió órdenes de Artigas de desplazarse hacia el sur, para dominar la situa-
ción en Corrientes. Luego de vencer a los porteñistas en Saladas, el jefe tnisio-
nero, a principios de setiembre entró en Corrientes. Allí repuso a Méndez y
renovó las autoridades de la campaña, actuando con ecuanimidad, llegando a
123
designar, incluso, a personas dictas al partido bonaerense. Y junto con la floti-
lla de Pedro C:unpbell, marcharon las fuerzas misioneras hacia Santa Fe, nue-
vamente agredida por las fuerzas directoriales.
En julio de 1818, Vera había renunciado a la gobernación, asumiendo el
mando político Estanislao López. Este adoptóenérgicas medidas, destituyendo
a los jefes militares sospechosos de portefistno y abriendo comunicaciones
con Artigas. En noviembre, las fuerzas porteñas a las órdenes de Juan Ramón
Balcarce, y la escuadrilla de Angel Hubac, compuesta de dos bergantines, una
goleta y varios lanchones, rodearon la provincia. López, dando muestras de
una rara habilidad para la guerra de recursos, logró aislar a Balcarce de las
tuerzas de Juan Bautista Bustos, que debían operar desde Córdoba, derrotándo-
lo, fvtalinente, en Monte Vera, en noviembre de 1818. Era el cuarto "descalabro
de Pueyrredón en su política de salteamientos a las provincias", dice el historia-
dor entrerriano José Luis Busaniclte. Pero también fracasó, frente a las fuerzas
de Ramírez, y la escuadrilla de Catnpbell el ataque simultáneo a Entre Ríos,
que debía realizar Eusebio Hereñú con el apoyo de Hubac. Desde Rosario,
Balcarce, en unión de los restos de fuerzas de Herefú y de Ubac, se replegó a
San Nicolás, dejando a Rosario casi arruinada e incendiando los techos de las
pocas casas que habían quedado en pie.
En el mes de febrero de 1819, el Director Pueyrredórt aceptó la renuncia de
Balcarce y lo sustituyó por Viatnonte, poniendo en ejecución un nuevo plan de
ataque. Viamonte, con 3.500 hombres de las tres annas, debía combinar opera-
ciones con las fuerzas de Belgrano, destacadas en Córdoba al mando de Bus-
tos; el ejército del Alto Perú debía apoyar este movimiento, a las órdenes de
Belgrarto, que sería el general en jefe; y nunbién San Martín, al que se le ordenó
de Belgr:uto, que sería el general en jefe; y tiunbién S:ut Martín, al que se le
ordenó repasar con sus tropas desde Chile a Mendoza. Sin) Martín y O' I lig~;úts,
vista la delicada situación, acordaron intervenir direcnunente ante Artigas y
López, lo que produciría amargo despecho en Pueyrredón.
Entretanto, López, reforzado por 800 hombres enviados por Ramírez, reali-
zó una rapidísima incursión en Córdoba, derrotando a Bustos y a José María
Paz en la Herradura del Río Tercero; y luego, regresando sobre el litoral, derro-
tó a la vanguardia de Viamonte en las Barrancas de Carcmuul, cerca de Coronda,
el 10 de marzo de 1819. Otra vez las fuerzas porterías quedaron cercadas e
inmovilizadas, por falta de caballadas, en Rosario.
No obsnmte estos éxitos, los satttafecinos estaban exhaustos, consumidos
los recursos de la provincia por la guerra y el sistemático saqueo de los ejércitos
directoriales. Por cierto que las dificultades no eran menores entre las fuerzas
unitarias. Lo informes de Belgrarto adquieren, por entonces, tremenda elocuen-
cia: "Es urgente concluir esta desastrosa guerra, por cualquier medio. Para esta
guerra ni todo el ejército de Jerjes es suficiente. Todo es desolación y miseria:
las casas abandonadas, las familias fugitivas o arrasadas, los campos desiertos
de ganados y caballos".
124
De ahí que Viamonte acogiera, con satisfacción, las negociaciones de tre-
gua iniciadas por López y concretadas el 7 de abril en el Rosario. Pueyrredón se
vio precisado a aceptar el hecho, designado representante para ratificar el ar-
misticio a Ignacio Alvarez Thomas. Este, con Agustín Urtubey y Pedro Gómez,
delegados de López y Ramírez, respectivamente, fijaron el 12 de abril de 1819,
las bases del armisticio en San Lorenzo. De acuerdo con lo convenido, debían
realizarse las negociaciones definitivas. El 21 de mayo concurrieron a San Lo-
renzo los representates porteños y el santafecino, pero la reunión no pudo ha-
cerse por ausencia de los representantes de Ramírez y de las demás provincias
federales, pues Artigas se opuso a su concurrencia. El delegado de López sus-
cribió, sin embargo, un nuevo acuerdo donde se ratificaban, los annisticios
anteriores, confiándose a López interponer sus buenos oficios ante los demas
representantes de las provincias federales.
125
Entretanto, el armisticio hizo que las tropas porteñas abandonaran Santa Fe
y el Entre Ríos; Belgrano retrocedió hasta la Posta de Arequito, en Córdoba,
donde, ya gravemente enfermo, entregó el mando al general La Cruz. López
hizo regresar a los auxiliadores entrerrianos. Durante esta tregua se organiza-
ron las autoridades santafecinas. El 19 de julio de 1819, López fue designado
Gobernador y Comandante de Armas de Santa Fe por el término de dos años,
en una asamblea representativa y días después, el 26 de agosto, se promulgó el
Estatuto Provisional, que establecía, junto a las normas de la doctrina liberal en
boga, algunos principios de alcance más vasto como el de que "todo americano
es ciudadano'; el de la defensa de la independencia provincial y de la causa de
la América del Sur, que el gobernador debía incluir en la fórmula de su jura-
mento y el mantenimiento de algunos órg<utos tradicionales, como el propio
gobernador y el Cabildo.
126
convenientes y después que no tengamos enemigos exteriores sigamos la con-
tienda con las armas en la mano, en los términos que cada uno crea convenien-
te: mi sable jamásse sacará de la vaina por opiniones políticas, como éstas no
watt en favor de los españoles y su dependencia".
127
que pasara una fuerza al otro lado del Paraná, ante lit cual los porteños "se
serán en conflicto, y por uno u otro medio, serán obligados a romper esa liga
vergonzosa con los portugueses. Asegurado este paso, los demás vendrán a su
turno'.
Pero Artigas, por lo demás, ya había concebido un nuevo plan para actuar
en los distintos frentes de lucha. Mientras Rivera, con una acción de guerrillas,
mantendría ocupados a los portugueses en el este y los caudillos misioneros
atacarían Misiones, el propio Artigas invadiría Río Grande para sorprender al
enemigo por retaguardia. Por su lado, R:untrez-dejando a su medio hermano
inatento Ricardo López Jordán la defensa de Entre Ríos y Corrientes-cruza-
ría el Paraná con rumbo a Santa Fe. En esta fonna obligaría a López a entrar en
acción y combinando sus operaciones con el caudillo cordobés Felipe Alvarez,
cerraría las comunicaciones de Buenos Aires con los ejércitos de los Andes y
del Norte. Luego, marcharía conjuntamente con López sobre Buenos Aires.
Rondeau, entonces, en conocimiento de este plan del Protector, reiteró las
órdenes impartidas a San Martín y a Francisco de la Cruz, para que aceleraran
las marchas de sus tropas sobre los efectivos federales. San Martín pemtaneció
en Cuyo; pero elevó su renuncia, en los siguientes altivos términos:
128
Ilando mr pronunciamiento en Tucurrián con aunificaciones en Catamarca, San-
tiago del Estero, La Rioja y Cuyo. El General Cruz escribía, por entonces, a San
Martín: "Córdoba se halla en su mayor parte dispuesta a romper los débiles
lazos que le unen al Gobierno Supremo; sus liabihuttes proclaman con desver-
güeirza la federación".
Respecto de la actitud de San Martín, dice el historiador Busaniche: "San
Martín, que había escrito a fines de 1816: 'No estoy porque se declare la guerra
a los fidalgos... con franqueza prefiero su vecindad a la de Artigas', podía com-
probar ahora que 'el desorden y la amargura habíansido introducidos por la
alianza de la oligarquía con los 'fidalgos' y que un viento de rebelión se dejaba
sentir en lodo el ámbito de las provincias. Desoyendo al fin los llamados de
Rondeau, San Martín, a fines de diciembre de 1819, lizo repasar la Cordillera
a las pocas tropas que tenía en Mendoza y él mismo partió para chile, dejando
en plena convulsión el territorio de su país. Sus razones están resumidas en
aquellas palabras que escribió el Director O'Higgins: 'Se va a descargar sobre
mí una responsabilidad terrible, pero si no se emprende la expedición al Perú
todo se lo lleva el diablo"'.
Al finalizar el año XIX, por lo curto, el régimen directorial se hallaba en
situación insostenible. Si bien el peligro de la anunciada expedición española
se había disipado por la sublevación (le Riego, en Cádiz, en cambio la amenaza
federal se hacía cada vez más premiosa. El 14 de diciembre la vanguardia de
Artigas, al mando de Andrés Latorre, derrotó completamente a los 600 hom-
bres del brigadier Abreu en la batalla del Guirapuitá. Esta misma vanguardia-
no el grueso del ejército-,chocó el día 17 en el paso del Rosario del río Santa
María con los dispersos de Abreu y otras fuerzas nuinériaunente superiores lo
mando del Mariscal Cámara, siendo rechazadas tras un combate que duró toda
la noche. Luego, el día 27, Abreu y Cámara atacaron al ejército oriental en
Ibicuy-Guazú, retirándose tras un reñido combate.
Ese mismo día, desde su cuartel general en Santa María, Artigas dirigió
sendas comunicaciones a Rondeau, al Congreso, al Cabildo de Buenos Aires, a
San Martín y a Cruz. Considerábase aún en la plenitud de su poder, y en todas
ellas exigía la declaración de guerra a los portugueses y obrar consecuentemen-
te con este propósito. Merece recordarse, en particular, su oficio al Congreso:
129
ranía de los pueblos".
Tengo el honor de anunciarlo ante Vuestra Soberanía, y saludarlo con mi
más respetuosa consideración".
Allí, alas ocho de la mañana del 22 de enero de 1820, fue sorprendido por
el ejército del Conde de Figueria, fuerte de tres mil hombres, que le infligió una
total .y espantosa derrota. Más que una batalla fue el aniquilamiento de un
ejército por otro que lo sorprendió a pie y desarmado, al punto que cabe presu-
mir hasta la existencia de una delación que haya hecho posible la sorpresa. En
.sus memorias, el oficial oriental Ramón de Cáceres, quien presenció el desas-
tre desde la otra margen del Tacuarembó sin poder intervenir, es elocuentísimo
al respecto: "Tan fuirnos sorprendidos, que no había montado más que el Es-
cuadrón de servicio, cuando se tiró el cañonazo de alarma y se acercaron
algunas caballadas que lasfuerzas de Misiones tenían rodeada sin más armas
que el freno para tornarlas, cuando entraron las columnas portuguesas a galo-
pe por el campamento no teniendo otro arbitrio aquellos pobres soldados que
echarse al agua parasalvarse nadando..." El parte del vencedor consignó 800
muertos de su enemigo, 15 heridos, y 490 prisioneros -contra un muerto y
cinco heridos de .su parte...-, así como el apoderamiento de 5.408 caballos de
los orientales y que éstos tiraron al río casi todo su armamento.
130
Rivera-,cediendo a la influencia de personas muy notables en el País, estaba
unido, o al menos en relación con los Portugueses". "Este suceso labró mucho
en el ánimo de Artigas, y desde entonces trató de abandonar la cuestión y pasar
al Entre Ríos".
Pocos días más tarde, en Mangrullo, Amigas dio formalmente a sus oficiales
la orden de disolver la tropa, que no alcanzaba a 400 hombres, diciéndole "...en
su nombre que cada cual podía irse donde se le antojase, porque no pensaba
continuar la guerra con los portugueses'. Luego cruzó el Uruguay y abandonó
para siempre su suelo natal en dirección a Corrientes el 14 de febrero de 1820.
Entretanto, el Director Rondeau, desamparado por San Martín y con el ejér-
cito del Norte sublevado e17 de enero de 1820, en la Posta de Arequito, mien-
tras venía en marcha hacia la frontera santafecina, enfrentando finalmente a las
montoneras federales de López y Ramírez, había sufrido una derrota decisiva,
el 1° de febrero de 1820, en la Cafiada de Cepeda.
131
CAPÍTULO XII
LA CRISIS DEL AÑO XX
EL TRIUNFO FEDERAL
Buenos Aires después de Cepeda
132
autoridades "nacionales" creadas por el centralismo porteño para sujetar las
provincias a sus designios.
Sarratea, Gobernador
En el curso de los acontecimientos de los próximos días, habría de culminar
el plan político urdido por el chileno José Miguel Carrera con Manuel de Sarratea
y al que no era ajeno Carlos de Alvear, por entonces en Montevideo y de estre-
cha relación con Lecor.
133
De regreso los comisionados en Buenos Aires, el 16, se invitó a los "veci-
nos principales" a reunirse en Cabildo Abierto. Se eligió entonces una "Junta
de Representantes" de 12 miembros que, a su vez, designó a Sarratea goberna-
dor de la provincia. Este, entretanto, todavía en el campamento de Ramírez, en
Luján, después de asistir a la celebración de un armisticio entre Soler y Ramírez,
volvió a Buenos Aires a donde llegó el día 18, asumiendo el marido.
El 21 por la tarde, llegó la noticia de que las fuerzas artiguistas habían sido
derrotadas completamente en Tacuarembó el 20 del mes de enero. Entonces,
Sarratea se hizo dar plenos poderes para concluir el tratado de paz "con los
Pueblos Libres", dispuesto en el Cabildo Abierto del 16. A las 11 de esa noche,
marchó al Pilar, donde estaba acampado el ejército federal de Ramírez, acom-
pañado, del regidor Pedro Capdevilla, miembro conspicuo de la Logia.
134
tismo auxilios proporcionados a lo arduo de la empresa ".
El artículo 4° limitaba la navegación de los ríos Uruguay y Paraná ánica-
mente a "los buques de las provincias amigas cuyas costas sean bañadas por
dichos ríos". "El comercio continuará en los términos que hasta aquí ", reser-
vándose el Congreso cualquier reforma.
José Luis Busaniche considera, con acierto, que la cláusula equivalía a de-
cir: "Las provincias no tendrán para la exportación otro puerto que el de Bue-
nos Aires. Con el puerto de Montevideo en poder de los portugueses y el Pardná
cerrado á los buques de banderas extrañas, la vida económica de la nueva Con-
federaci¿n estaría irremisiblemente subordinada al puerto único".
Comenta José María Rosa: "El 23 de febrero de 1820, acabó, pues, la Con-
federación de los Pueblos Libres de Mi patriótica historia. En sustitucion nacía
una hipócrita alianza de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, que no podía ser
durable. Se abandonaba la Banda Oriental, para desprenderse del jefe de la
Liga; Carrera imponía a Ramírez en el orden nacional y a Sarmtea en el provin-
cial para servirse de ambos en su plan de expulsar a San Martín y O'Higgins de
Chile; los directoriales (y la Logia tras ellos) secundaban sus pasos con la segu-
ridad de desprenderse sucesiva y fácilmente de Amigas, Sarratea, Ramírez y el
mismo Carrera. Ramírez y López, dueños de las fuerzas, hacían en la emergen-
cia el papel de títeres movidos por manos hábiles. Evidentemente, faltaba en el
campo federal, Artigas, al mismo tiempo hombre de prestigio popular, político
astuto y estadista de patrióticas miras".
"El objeto y fines de la Convención del Pinar celebrada por YS. .sin mi
autorización y conocimiento, no han sido otros que confabularse con los ene-
migos de los pueblos libres para destruir su obra v atacar al jefe supremo que
ellos se han dado para que los protegiese: y esto es sin hacer mérito de otros
muchos pormenores maliciosos que contienen las cláusulas de esa inicua con-
vención v que prueban la apostasía )' la traición de V. S.".
Le señala .su falta de autoridad para firmar el pacto, recordándole que, en
oportunidad en que el gobernador López celebró el armisticio de San Lorenzo
con el General Belgrano, el propio Ramírez lo reprendió v amenazó, por ha-
berse atrevido a hacerlo sin autorización. Advierte a Ramírez que, en el caso,
ha cometido el mismo acto de insubordinación que le reprochó a Lápez "y eso
-concluye-que YS. tenía entoncesy tiene ahora menosjerarquía en el man-
do y en la confianza de los Pueblos Libres que la que tengo yo ".
"VS. debe ver que con su conducta audaz e imprudente provoca rni justicia
y la autoridad que ejerzo corno Jefe Supremo y Protector; -pues por mis ante-
cedentes v la amplísima confianza que los Pueblos han depositado en uní no
puedo excusarme de pedirle cuentas y de prevenirle que si no retrocede en el
camino criminal que )ta tornado me veré obligado a usar de la fuerza, pues vo
también tengo que arrepentirme de haberlo elegido a YS. y de haberlo pro-
puesto al amor de los Pueblos Libres que para hoy tenga los medios de traicio-
narme ".
Se refiere, asimismo, a la detención, por parte de Ramírez, de 240 fusiles
que había enviado a Corrientes, lo que califca de "insolente avilantez " v con-
clrtye su oficio:
"Esta es tuna de las pruebas más claras de la traición de M. y de la perver-
sidad que .se ocultaba en la convención del Pilar; y no es menor crimen haber
hecho ese vil tratado sin haber obligado a Buenos Aires a que declarase la
guerra a Portugal v entregase fuerzas suficientes para que el Jefe Supremo y
Protector de los Pueblos Libres pudiese llevar a cabo esa guerra v arrojar del
país al enemigo aborrecido que trata de conquistarlo. Esa es la peor Y más
horrorosa de las traiciones de V.S.".
136
rios unidos de la Confederación del Río de la PlatW' y pocos días después lo
hacía saber a Artigas, acusando recibo de sus comunicaciones.
Alentado por esta extensión del federalismo y seguro de interpretar los ver-
daderos intereses y aspiraciones de los pueblos del Río de la Plata, el Caudillo
sólo pensó entonces en castigar la defección de Ramírez.
El 24 de abril de 1820, en la costa de Avalos, Artigas, representando a la
Provincia Oriental, suscribió con los delegados de Corrientes y_de los pueblos
de las Misiones, el documento conocido como "Pacto de Avalos'.
Por el artículo I° las tres provincias "se compmmetí:ut a sostener una guerra
ofensiva y defensiva por la Libertad e Independencia de estas Provincias". Se
reconoce -artículo 2°- a Artigas como Protector de la Libertad de los pue-
blos de la Liga y se le autoriza para decidir sobre la guerra y la paz, debiendo
aquellos-artículo 3°- acatar sus providencias al respecto. Por su parte Artigas
se compromete a no celebrar tratado alguno con los enemigos exteriores e inte-
riores, "sino aquel que asegure y deje a salvo la libertad de independencia de
estas Provincias" -artículo 4°-. Los artículos 5° y 6°, disponían que cada
provincia quedaba en libertad para elegir su gobierno y disponer su administra-
ción económica, según los principios ale la federación y que, bajo esos princi-
pios, se admitiría cualquier otra Provincia, hasta la resolución de su congreso
goeneral.
137
ran otra confianza .sobre el objeto equívoco de sus marchas. En consecuencia,
lo largo a Ud. responsable de la sangre que se derrame por tanfrívolospretex-
tos, v de los entorpecimientos del sistema por esos motivos inciertos. Ud. obre
como guste que yo no haré más que llenar mis deberes".
"Los resultados mismos han manifestado que nojue injusta mi repulsa con-
tra la pretendida unión. La naturaleza más fuerte que todos los inventos de la
política ha patentizado lo que se pretendió oscurecer bajo el velo de unión de
las provincias en Federación, Ya expuse a Ud. los pormenores maliciosos que
envolvía cada uno de sus artículos: mis pensamientos no han bastado a formar
su arrepentimiento, y obstinado en el empeño aún pretende Ud. calificar de
juicioso su comportatniento. Ud. sin un retnordimiento interno no puede afir-
mar que nada le increpa .su conciencia. Cuando Ud. marchó sobre Buenos
Aires anunció al público en todas sus proclamaciones que la combinación
oculta del Gobierno de BuenosAire.s con la Corte del Brasil ponía al borde del
precipicio las Provincias de Sud América. Ellas convencidas se declararon en
favor de su libertad: mi infujo se hacía valer por instantes y todo conducía a
sellar el objeto de nuestros afanes. Ud. mismo ctutndn la oposición de Balcarce,
me anunció tenía en su poder los tratados secretos celebrados con la Corte del
Brasil, y por el cual estas provincias eran entregadas al Conde de Luca, o al
Infante del Brasil. Y sin entbargo de la firmeza de esos antecedentes, hasta hoy
no puede verse realizado ese objeto por el que llevarnos 4 años de sangre y
afanes. i Y fue a .su cuidado la empresa! ¡Logró Ud. .superar los esfuerzos del
Director Rondeau? ¡Y cuál es hoy la .satisfacción de Ud.? iY ese pueblo sin
declararse contra los intereses de Portugal! Es evidente que Ud. ahora apoya
los mismos principios bajo los cuales antes lo creyó enemigo de la causa co-
mún. Este es el nudo gordiano que yo no puedo desalar, va que debe
Ud. responder después de su comisión. Ud. .se engaña miserablemente en
sus atribuciones :.sola la Provincia de Entre Ríos. Debe Ud. considerar que en
años de .sacrificios todos a la par han prodigado sus esjiterzos, y no debió Ud.
olvidar los intereses de las otras que estaban en el rol de la Liga. Por este
principio creyó Ud. mezquina la conducta deSanta Fe, el año anterior, cuando
firmó su armisticio con Buenos Aires; y hoy insta contra Ud. la tnisnta acusa-
ción, habiendo celebrado los intereses de la Convención por la Provincia de
.Santa Fe Y Entre Ríos quedando excluidas las demás. El público que .siempre
decide por los hechos habrá discernido del mérito de sus pretextos: yo por mi
parte no debo aprobar esa conducta, que no está arreglada por los intereses de
una Liga ofensiva .y defensiva".
138
mando de unas provincias que tienen sus jefes naturales: con lo cual ha dejado
traslucir miras de dominación que, si los pueblos no habían sospechado antes,
ha .sido sólo porque han estado alucinados..."
Y luego impugna la misma autoridad de Artigas como Protector: "¿qué
especie de poderes tiene YS. de los Pueblos Federales para darles la rey a su
antojo; para introducir fuerza armada cuando no se le pide, v para intervenir
en .sus menores operaciones internas? ¿YS. es acaso el árbitro soberano en
ellos, o fue sólo uno de los jefes de la Liga. ¿Por qué ha de tenernos en una
tutela vergonzosa? Es necesario haber apostatado de la razón para creerse
con un discernimiento superior al de los demáspueblos ".
Justifica suposición en la arma del Tratado del Pilar, negando la existencia
de artículos secretos dirigidos contraArtigas-"vergonzosa calumnia que V. S.
me levanta "-y manifiesta que no es posible acometer la empresa de una gue-
rra con Portugal, atento al estado general del país.
"¿Porqué se extraña YS. que no se declarase la guerra al Portugal? O YS.
no conoce el estado actual de los Pueblos o traiciona sus propios sentimientos.
¿Cuál es la fuerza efectiva y disponible en Buenos Aires y de las demás provin-
cias para emprender nuevas empresas después de la aniquilación a que las
condujo unafacción horrorosa y atrevida? ¿Qué interés hay en hacer esa gue-
rra ahora mismo y hacerla abiertamente? ¿ 0 cree YS. que por restituirle una
Provincia que ha perdido han de exponerse todas las demás con inoportuni-
dad? Aguarde YS. la reunión del Congreso, que ya .se hubiese celebrado de no
hallar entorpecimiento de su parte: y no quiera que una declaración formal de
guerra con una nación limítrofe, que debe afectar los intereses generales y
particulares de cada provincia, sea la obra de dos o tres pueblos...".
Finalmente, lo corunina a abandonar la provincia, "que no lo quiere y no lo
recibirá sino corno un americano que busca .su refugio .sujetándose a las leyes
y al gobierno que ella tiene ".
139
sus familias e hijos en procesión detrás de él, abandonando sus hogares". Logró
así reunir seiscientos hombres, con los cuales, junto con el Gobernador Méndez,
marchó hacia el sur, apoderándose de Curuzú Cuatiá, pero fue detenido final-
mente, cerca de Asunción del Cambay, donde su cotnamdante Dionisio Alarcón
fue derrotado por los ex tenientes artiguistas Gregorio Piris, José Gabriel Casco
y Francisco Javier Siti.
A1 comenzar setiembre de 1820, Artigas, en compartía de Andrés Latorre y
de unos doscientos hombres, establecía su último campamento en tierras mi-
sioneras, en el paraje Las Tunas de la Candelaria, cerca del Paso del Boquerón,
sobre el Paraná. El día 5, después de haber instruido a Latorre para que lo
esperara, cruzó el río, seguido de ochenta hombres, y se presentó al Comandan-
te de la guardia paraguaya de Itapúa quien le permitió establecerse en el lugar,
previa entrega de las annas.
¿Qué propósito perseguía el Protector al encaminarse al Paraguay? Fundán-
dose en las expresiones del Supremo, José Gaspar Rodríguez de Francia, du-
rante muchos arios la historiografía tradicional ha afirmado que lo hizo en pro-
cura de un asilo para él y el resto de sus hombres. Esta tesis, no creemos que
esté confonne con los antecedentes y las actitudes del Caudillo: por el contra-
rio, considerarnos que Artigas buscaba una oportunidad de rehacer sus fuerzas,
especulando con un posible apoyo de las autoridades del Paraguay, sin despre-
ciar, incluso, ti¡ hipótesis de que entrara en sus cálculos la posibilidad de un
vuelco político en Asunción.
140
remitiera como rehenes el Entrerriano y que no hiciera caso del oficio en que
éste le decía:
141
APENDICE DOCUMENTAL
142
ORACION INAUGURAL DEL CONGRESO
DE ABRIL DESARROLLADA POR EL
"CIUDADANO JOSE ARTIGAS",
DELANTE DE MONTEVIDEO,
4 DE ABRIL DE 1813
143
General antes del allanamiento de nuestras pretensiones encomendadas a vues-
tro diputado don Tornas García de Zúñiga. 2". Proveer de mayor número de
diputados que .sufraguen por este territorio en dicha asamblea. 3'. Instalar
aquí una autoridad que restablezca la economía del país. Para facilitar el acierto
en la resolución del primerpunto, es preciso observar que aquellas pretensio-
nes fueron hechas consultando nuestra .seguridad ulterior. Las circunstancias
tristes a que nos vimos reducidos por el expulso Sarratea, después de sus viola-
ciones en el Ayuí, eran un reproche tristísimo a nuestra confianza desmedida, y
nosotros cubiertos de laureles y de glorias, relornúbantos a muestro hogar lle-
nos de la execración de nuestros hermanos, después de haber quedado nti.rera-
bles, y haber prodigado en obsequio de todos quince uteses de .sacrificio. El
ejército conocía que iba a ostentarse el triunfo de .su virtud, pero él temblaba
por la reproducción de aquellos incidentes fatales que lo habían conducido a
la Precisión del Yí: él ansiaba por el medio de impedirla y creyó a propósito
publicar aquellas pretensiones. Marchó con ellas nuestro diputado. Pero ha-
biendo quebrantado la fe de la suspensión el señor de Sarratea, fue preciso
activar con las armas el artículo de su salida. Desde este tiempo empecé a
recibir órdenes sobre el reconocimiento en cuestión. El tenor de mis contesta-
ciones es el siguiente: Ciudadanos: los pueblos deben ser libres. Ese carácter
debe ser su único objeto, v formar el motivo de .su celo. Por desgracia, va a
contar tres años nuestra revolución, y aún falta una .salvaguardia general al
derecho popular. Estamos aún bajo la fe de los hombres y no aparecen las
.seguridades del contrato. Todo extremo envuelve fatalidad: por eso una des-
confianza desmedida sofocaría los mejoresplanes, ;pero es acaso menos terri-
ble ¡in exceso de confianza? Toda clase de precaución debe prodigarse cuando
se trata de fijar nuestro destino. Es muy veleidosa la probidad de los hombres,
sólo el freno de la constitución puede afirmarla. Mientras ella no exista, es
preciso adoptar las medidas que equivalgan a la garantía preciosa que ella
ofrece. Yo opinaré siempre, que sin allanar las pre,tensiones pendienles, no debe
ostentarse el reconocimiento y jura que se exigen. Ellasson consiguientes del
sisterna que defendemos y cuando el ejército las propuso, no hizo más que
decir, quiero ser libre. Orientales: .sean cualesfuesen los cálculos que .se jor-
men, todo es menos temible que un paso de degradación, debe impedirse hasta
el que aparezca su sombra. Al principio todo es remediable. Preguntaos a vo-
sotros mismos si queréis volvera ver crecer las aguas del Uruguay con el llan-
to de vuestras esposas, y acallar en sus bosques el gemido de vuestros tiernos
hijos: paisanos: acudid sólo a la historia de vuestras confianzas. Recordad las
arnarguras del Salto; corred los campos ensangrentados de Bethlem, Yapeyú,
Santo 7brné yTapeeuy; traed a la memoria las intrigas del Ayuí, el compromiso
del Yí, y las transgresiones del Paso de la Arena. ¡Ah, cuál execración será
comparable a la que ofrecen esos cuadros terribles! Ciudadanos: la energía es
el recurso de las almas grandes. Ella nos ha hecho hijos de la victoria, y plan-
tado para siempre el laurel en nuestro suelo. Si somos libres, si no queréis
144
deshonrar vuesirns afanes, cuasi dil'nnos v .si respetáis la mentaria de v ilesiITIs
sacrificios, examinad si debéis reconocerla asanibleaporobedecinúenfo opor
pacto. No hai• un solo motivo de com,enieneJa para el primer caso que no .sea
contrastable en el segundo, r al fin reportaréis la ventaja de haberlo concilia-
do todo con vuestra libertad inviolable. .Esto ni por asomo se acerca a una
separación nacional: garantir las consecuencias del reconocimiento no es ne-
gar el reconocimiento, Y bajo todo principio nimcu .será conlpatihle fin repro-
che a vuestra conducta, en tal caso, con las rniras liberales i Jiendamenios que
aulori'an hasta la rntslna instalación de la asamblea. Vuestro lernor la uhlClja-
rtá altamente y si no hay inolivo para creer que ella s,rrlnere vueslins derechos.
es ccnlSitniente que tampoco debemos tenerle para atrevernos a pensar que
ella increpe nuestra precaución. De lodos modos la energía es necesaria. No
hav fin .solo ,golpe de energía que no sea marcado con el laurel. ,: Qué glorias
no habéis adquirido ostentando esa virtud:' Orientales: lvsitad las cenizas ele
vuestros conciudadanos: ¡ah! ique ellas desde lo hondo de sus sepulcros no
nos amanecen con la venganza de una sangre que vertieron pala hacerla ser-
vira nuestra grandeza! Ciudadanas: pensad, ntedilad s, ni) cubráis de oprobio
las glorias, los trabajos de quinientos veinte i nueve días en que visteis la
muerte de s•uestros herrnanos, la aflicción (le vuestras esposas, la desnudez de
s,uesirns hijos, el destrozo i• evierninio de vuestras haciendas, i, en que visteis
restarsólo los escombros >> ruinas por vestigios de vnesira opulencia antigua.
I'llos fi7rntart la base del edificio augusto ele nuestra libertad. Ciudadanos:
hacernos re.spelahles es la garantía indestrnclihle cíe vlresims afanes ulteriores
por conservarles. A cuatro de abril cíe rnil ochocientos trece. Delante de Mon-
n•video.
Ja.véArligas
145
ACTA (LAS DOS VERSIONES) DEL CONGRESO
DE ABRIL DONDE SE DECIDIO EL
RECONOCIMIENTO CONDICIONAL DE
LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE.
BANDA ORIENTAL, 5 DE ABRIL DE 1813
El pueblo de la Banda Oriental de las Provincias Unidas del Río de lit Plata,
habiendo concurrido por,tnedio de sus respectivos diputados a manirestar.su
parecer sobre el reconocimiento de In soberana Asaunblea Constituyente, des-
pués de exautinada la voluntad general convinieron en el reconocimiento de
dicha soberana asamtblea, bajo las condiciones que lijasen los señores diputa-
dos don León Pérez, don Juan José Durán y don Pedro I•abi<m Pérez, que para
el efecto comisionaron, los cuales. después de una bien meditada discusión
sobre lit decisión de tan importante objeto, resolvieron lo siguiente: Condicio-
nes: Priancra: Se dará una pública satisfacción a los orientales por la conducta
antiliherad que han tnanifestado en medio de ellos los señores Sarratea. Viama, y
demás expulsos. Y en razón de que el general don José Artigas y sus tropas han
learauuido lit seguridad de lit patria especialmente en lit campaña del taño 811
contra las agresiones de lit nación portuguesa serán declarados corno verdade-
ras defensores del sistema de libertad proclaunado en lit América. Segundo: No
se levantará el sitio puesto a lit Plaza de Montevideo, ni se desanembrará la
lüerra. de modo que se inutilice el proyecto de su ocupación. Tercera: Conti-
nuarán suministrándose de Buenos Aires los auxilios que sean posibles parra el
(-ni del asedio. Cuarta: No se enviará ale Buenos Aires otro jete para el ejército
auxiliador de esta licuada, ni se removerá el actual. Quinta: se devolverá el au-
mamtemo perteneciente al regimiento de Blandetgues que han conducido los
que marcharon acompañando a los expulsos. Sexta: Será reconocida y garantida
lit confederación ofensiva y defensiva de esta Banda con el resto de las Provin-
cias Unidas. renunciando cualquiera de ellas lit subyugación a que se ha dado
lugar por lit conducta delanterior gobierno. Séptima: I:n consecuencia de dicha
confederación se dejará a e,at Batida en la plena libertad que ha adquirido como
provincia compuesta de pueblos libres; pero queda desde ahora sujeta a lit cons-
146
tilución que erntme y resulte del soberano Congreso General de la Nación, y a
sus disposiciones consiguientes teniendo por base la libertad. Octava: In virtud
de que len la ll:uda Oriental existen cinco c;tbildos en veintitrés pueblos se Ira
acordado deban reunirse en la As:urrblea General cinco, diputados. cuyo nnln-
br:uniento recayó en los ciudad:unos don Díunaso Vtürui:na y ,don Maleo Vidal,
por la ciudad de Montevideo; don l)fun:ius ~oíneldin's~ca por la de Maldonado
y su jurisdicción; don hclipc Cadoso por;Canclnne, y,u, jurisdicción; don Mar-
co, Salcedo por San Juan llautisua y San.José_,doclór Don Francisco Bruno de
Riv:rnla por S:úno'Dorningo ~nri:irni) y pueblos de su.júrisdiccitín. Siendo
éstas las condiciones bit¡(! I:ls cuales lum estipulado los señores cotnisinnadns el
reconocimiento de dicha sober:una as:unblea las presentan a sus constituyentes
pana que, si son de su aprnhacióu, las fnnen con ellos. -Il:ulda Oriental. S de
abril de 1813. -León Pérez -.loan .losé Durán - Pedro Fabián Pérez -
Ramón de Cáceres-Felipe Pérez --FranciscoAntonio Bu.sranlanre-Pedro
Vidul - Manuel del Valle -.losé Antonio Ramírez - Manuel Martínez de
Haedo -Francisco .Sierra -Antonio Diúz, .secretario - Is:c copia-Amigas.
hregei¡n pública otra acta de esta sesión del 5 de abril. ])lee así en su enca-
ber:uniento: "En el c:unpo oriental, delante de Montevideo, a cinco días del
mes deabril. vü» mifüclux'icnlm tiecc; jiurins ycoitgregados en el aluj:unieu-
lo del ciudad:uln José Arligas, .tele de lós Orientales, los vecinos emigrados de
aquella plaza, los habitares cae sus extramuros y los diputados de cada uno de
los pueblos de la ll:mda Oriental del Uruguay. hecha 111 in:ulilestación ole los
poderes de éstos, y represcrlütdn:Leí el pucblo oriental como sohertmo, después
tic haberse cerciorado baslalterrlenle de las ordenes con que se lrallaha el predi-
cho ciudad:unn José Artig:u para el reconocimiento y jura ele la Asamblea Sobe-
rana de las Provincias Unidas del ¡tío de la Plata. con lit meditación más seria
sobre el particular, se decidió por el voto ,agrado de su voluntad general, el
reconocimiento indicado, bit
jo las condiciones siguieraes: "l:rn e1 texto de tus
condiciones ¡lo existen diferencias en los dos dncunleutns.
147
INSTRUCCIONES QUE SE DIERON A LOS
DIPUTADOS DE LA PROVINCIA ORIENTAL
PARA EL DESEMPEÑO DE SU MISION ANTE
LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE DE BUENOS
AIRES. DELANTE DE MONTEVIDEO,
13 DE ABRIL DE 1813.
148
cada una de las otras contra toda violencia o ataques becltos sobre ellas, o sobre
alguna de ellas, por motivo de religión, soberanía, tráfico, o algún otro pretex-
to, cualquiera que sea.
Arl. W -Que esta provincia retiene su soberanía. libertad e independen-
eia, todo poder, jurisdicción y derecho cluc.,ito es deleg:Ido'expres:unettte por la
confederación a las Provincias Unidasjuntas en congreso., ,
Arí. l2" - Que el puerto de M:tldolt:ldo s¿a1ibré patri toilos`lít-s buques que
concurran a la introducción de efectos"•y-cxporUtcnítl dé I'rúios,'poniéttdose lit
correspondienteaduima en aquel pueblo: pidiendo al electo ,e oficie al coman-
diune de ¡lis fuerzas de S. 'M. 13. sobre la apertura de aquel puerto para que
proteja I:1 navegatción, o comercio, de su nación.
Arí. 13°-Que el puerto de Colonia sea igualmente habilitado en los térmi-
nos prescritos en el artículos iutterior.
Arí. 14"-Que nútguna tasa o derecho se imponga sobre artículos exporta-
dos de una provincia a otra; ni que ninguna preferencia se dé por cualquiera
regulación de comercio o remita los puertos de una provincia sobre los de otra:
ni los barcos destinados, de esta provincia a otra seríut obligados a entrar, a
anclan, o pit—_au derechos en otra.
Arl. /5"- No pennittt.se haga ley pua¡ esta.provincia sobre bienes de ex-
tranjeros que mueren intestados, sobre multas y contiscaciones que se aplica-
ban antes id rey, y sobre territorios ale éste. mientras ella no fonna su reglinnen-
to y determine a qué fondos deben aplicarse, como única al derecho de hacerlo
en lo económico de su jurisdicción.
Ar1. 16"-Que esta provincia tendrá su constitución territorial; y que ella
tiene el derecho de sancionan la general de las Provincias Unidas que fonne la
Asamblea Constituyente.
Arí. 17"- Que esta provincia tiene derecho pira levantar los regitnielnos
que necesite, nontbrau los oficiales de cotnpaftía. reglar la milicia de ella para la
se.guridad de su libertad, por lo que no podrá violarse el derecho de los pueblos
pina guardar y tener annas.
Arl. /.S"- El despotismo tnililau serió precisaunente aniquilado can trabas
constitucionales que aseguren inviolable la soberiuií:i de los pueblos.
An. 19"-Que precisa e indispensable sea nuera ale Buenos- Aires donde
resida el sitio del iobiento de las Provincias t latidas.
Arl. 20"-La constitución iauiutirá a las Provincias Unidas una forma de
gobierno republicana, y que itseeure a cada una¡ de ellas de las valencias domés-
ticas, usurpaciones de sus derecttos, libertad y seguridad de su soberanía, que
con la fuerza annada interne alguna de ellas sofocar los principios proclamia-
dos. Y asilpislno prestará toda su atención: para preservar il esta provincia las
ventajas dula libertad, y in<unener un ~,ohierno libre. de piedad, justicia, mode-
ración e industria. Para lodo lo cual,'etc.-Dclinte de Montevideo, 13 de abril
de 12113. -Arligus. - ES copia.
149
REGLAMENTO PROVISIONAL PARA LA
RECAUDACION DE LOS DERECHOS EN
LOS PUERTOS DE LAS PROVINCIAS
CONFEDERADAS.
"' CUARTEL GENERAL,
9 DE SETIEMBRE DE 1815
Derechos de introducción:
Primeramente los buques menores pagarán dos pesos de ancleo en los puer-
tos y cuatro los mayores.
150
de los mismos
'todo (rato de estos países pagará en su salida un cuatro por ciento de dere-
clio a excepción de los siguientes:
ta cuero de macho, una real por cada cuero de ramo de guerra, un cuatro
por cielito de alcabala y dos por ciento de subvención. Los de hembra, los
mismos derechos.
El 1 cuero de yegua mi medio real, r.uno de guerra, cuatro por ciento de alca-
baht y dos por cielito de súbvención. -., ..
Hl seho, las crines, los cueros. chapas y puntas ale los inisnuos, el ocho por
cicnlo. • . .. . . , .
Las sudas, becerros y bitJ.ui.as, las peleterías de carnero, nutria. venado
gll.ui.ico y demás dcf país, el ocho por ciento.
La plana labrada en piña o chafalonía el doce por cielito.
I_a plata sellada. el seis por cielito de salir¡.[.
II oro sellarlo, el diez por cielito.
I:I,jabón, la cenizas, el carbón, la leña y demos productos de estos países, el
cuatro por cielito de alcabala en su salida.
.losé Artigas.
151
REGLAMENTO PROVISORIO DE LA
PROVINCIA ORIENTAL PARA EL FOMENTO
DE LA, CAMPAÑA Y SEGURIDAD DE SUS
HACENDADOS.
CUARTEL GENERAL,
10 DE SETIEMBRE DE 1815
I"- 171 señor alcalde provincial, además de sus t'acultades ordinarias, que-
da autorizado Para distribuir terrenos y velar sobre la traunquilidad del vecinda-
rio, siendo el juez inmediato en todo el orden ale la, presente instrucción. .
?"- l in atención a la vasta extensión de la cannpvña podrá instituir tres sub-
tenientes de provincia, señalándoles su jurisdicción respectiva y facultútdolos
seeúrt este reelvnento.
- l" - Uno deberá instituirse entre Uruguay y Río Negro, otro entre Río
Ne~_no y Yí; otro desde Santa Lucía basta lar costa del finar, quedando el señor
alcalde provincial con lar jurisdicción inmediata desde el Yí hasta Samoa Lucía.
1" - Si para el desempeño de tan importante comisión hallare el señor
alcalde provincial. y subtenientes de provincia, necesitarse de tnás sujetos po-
drá cada cual instituir en sus respectivas jurisdicciones jueces pedámeos, que
ayuden a ejecutar las medidas adoptadas para el establecimiento del mejor or-
den.
5" - Estos comisionados darán) cuenta a sus respectivos subtenientes de
provincia; éstos al señor alcalde provincial, de quien recihir:un las órdenes pre-
cisas; éste las recibirá del ~_obienno de Montevideo, y por este conducto serán
lntsmisibles otras cualesquiera que además de las indicadas en esta instrucción,
se crean adaplabies alas circurtsl:mcias.
G'- Por adnora el señor alcalde provincial y demás subalternos se dedica-
r;un a liunentar con brazos útiles tan población de la campaula. Parra ello revisará
cada uno, en sus respectivas jurisdicciones, los terrenos disponibles: y los suje-
tos dignos de esta .rucia con prevención que los ntáx infelices senut los rnás
privile,_i.tdos. En consecuencia, los negros libres, los zvnhos de esta clase. los
indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suerte de estancia,
si con su trabajo y hombría de bien propenden a su lelicidad y a las de la pro-
vincia.
152
7º -Senil igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos. Seran
igualmente los casados a los tuneric:mos solteros, y éstos a cualquier extrtnje-
no.
8º - Los solicitantes se apersonarán :une el señor alcalde provincütl. o los
subaltemós de los partidos, donde eligieron'el terreno deisu población. Estos
darán su inúonne al•sefnor alcalde provincial y éste al gobierno de Montevideo
de quien obtendrán lit legitimación déla donación, y in tn:uca quedeba distin -
g_uir las haciendas del interesado en lo sucesivo. Para ello, al tiempo de pedir la
gracia se infonriará si el solicitante tiene ti no marca, si la tiene será archivada
en el libro de marcas, y de no, se le dará en la fonna acostumbrada.
91 -1:1 M. 1. Cabildo Gobernador de Montevideo despaclnarí estos rescriptos
en la liorna que estime más,conveniente. Ellos y las marcas serán dados
gracios:unente, y se obligará al regidor encargado de propios de ciudad, lleve
una razón exacta de estas donaciones de la provincia.
10 º-Los agraciados serán puestos en posesión desde el momento que se
lua__a lit denuncia por el señor alcalde provincial o por cualquiera de los subal-
ternos de éste.
11º- Después de la posesión scr:un obligados los agoraciados por el señor
alcalde provincial o demás subalternos a filitnar un riuicho y dais córrales en el
término preciso de dos meses, los que cumplidos. si se advierte omisión, se les
reconvendrá para que lo efectúen en un mes más, el cual cumplido, si se advier-
te la misma negligencia, será aquel terreno donado a otro vecino más laborioso
y benéfico :t Ion provincia: '
12 º- Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos eu-
ropeos y peores americanos que hasut la fecha no se hallan indultados por el
*jefe de lit provincia para poseer sus :ulliguas propiedades.
l3 º - Seráun igualmente repitrtibles lodos aquellos terrenos que desde el
:uno 12;10 hasta el de 1815, en que entraron los orientales a la plaza de Monte-
video, hayan sido vendidos o donados por el gobierno de ella.'.
14 º En esta clase de terrenos habrá lit excepción siguiente: si fuerant do-
nados o vendidos a orientales o a extraños; si a los primeros, se les donará una
suerte de estancia conforme al presente reghunento; si a los segundos, todo es
disponible en la forma dicha.
l5 º - Para repartir los terrenos de europeos y malos americanos se tendrá
presente si éstos son casados o solteros. De éstos todo es disponible. De aqué-
llos se atenderá al número de sus hijos, y con concepto a que éstos no sean
pcriudic.:ndos, se les dará lo bastante para que puedan mantenerse en lo sucesi-
vo, siendo él resto disponible, si tuvieren dennasiado terreno.
16° = La demarcación de los terrenos agraciables será legua y media de
frente: y dos de fondo, eh lar inteligencia que puede hacerse más o menos éxten-
siva I:j dennarcación, según leo localidad del terreno, en el cual siempre se pro-
pórcionará aguadas, y si lo pennite cl lugar, linderos fijos; quedando al lelo de
los comisionados, economizar el terreno en lo posible, y evitar en h sucesivo
153
desavenencias entre vecinos.
17º- Se velará por el gobierno. el señor alcalde provincial y demás subal-
ternos para que los agraciados no posean más que una suerte de estancia; po-
drfut ser privilegiados sin embargo, los que tengan más que una suerte de cha-
cra: podr:m también ser agraciados los americanos que quisiesen mudar de po-
sesión, dejíutdo las que tienen a bcnéticio de la provincia.
18 º- Podr:m reservarse únicamente para beneficio de la provincia el Rin-
cón de Pan de Ázúc:u y el del Cetro, para mantener las reyunadas de su servicio.
I :I Rincón del Rosario, por su extensión, puede repartirse hacia el lado ale afue-
ra entre allunos agraciados, reservandio en los lbndos una extensión hast:utc a
mantener cinco Z seis mil reyunos de los dichos.
19 º- Los agraciados, ni podría enajenar, ni vender estas suertes de estan-
cia, ni contraer sobre ellos débito alguno, b:kjo ta pena de nulidad hasta el arre-
,,lo lonnal de la provincia, en que ella deliberará lo conveniente.
20 º - El M. 1. Cabildo Gobernador, t) quien él.comisione, me pasará un
estado del número de agraciados y sus posiciones para ¡ni conocimiento.
21 º" - Cualquier terreno anteriormente agraciado entrará en el orden del
presente reel:mtento, debiendo los- interesados recabar por medio del señor al-
calde provincial su legitimación en ti¡ manera arriba expuesta, del M. 1. Cabildo
de Montevideo.
22 º- Para facilitar el adelantamiento de estos agraciados, quedan facultados
el señor alcalde provincial y los res subtenientes de provincia, quienes única-
mente podr:m dar licencia para que dichos agraciados se reúnan y saquen ani-
males, así vacunos como caballares, de las mismas estancias de los europeos y
malos aneric:mos que se hallen en sus respectivas jurisdicciones. En manera
alguna se permitirá que ellos por sí solo lo hagan: siempre se les señalará un
juez ped:meo, y otro comisionado para que no se destrocen las haciendas en las
correrías, y las que se tomen se distribuyan con igualdad entre los concurrentes,
debiendo igualmente celar así el alcalde provincial. como los demás subalter-
ttos, que dichos g:utados agraciados no sean aplicados a otro uso que al de
amansarlos, caparlos y sujetarlos a rodeo.
23 º-También prohibiríut todas las manazas a los hacendados, sino acre-
ditan ser ganados de su marca; de lo contrario senut decomisados todos los
productos, y mandados a disposición del gobierno.
24 º- En atención a la escasez de ganados que experimenta la provincia se
prohihirá toda tropa de ganado para Portugal. A1 trismo tiempo que se prohibi-
ría a los mismos hacendados la matanza del hembraje, hasta el restablecimiento
de la campaña.
25º -Para estos fines, como para desterrar los vagabundos, aprehender
malhechores y desertores, se le dará ¿ti señor alcalde provincia¡, ocho hombres
y un sargento, y a cada tenencia de provincia, cuatro soldados y un cabo. El
cabildo deliberará si éstos debería ser de los vecinos, que deberán mudarse
mensualmente, o de soldados pateos que hagan de esta suerte su fatiga.
154
26 º- Los tenientes de provincias no entenderán en delnauldas. Esto es
privativo del señor alcalde provincial, y de los jueces de los pueblos y partidos.
27 º- Los destinados a esta comisión, no tendrán inro I jércicio que disui-
huir terrenos y propender a su fomento, velar, sobre la aprchensn~n ílé los vágos,
remitiéndolos ti a este Cuartel General, o al gobienlo de Mytjltevideio"pa:l el
servicio de las armas. En consccuen~i:i. Icis•Iúicendtidós,dínful pápeléiás a sus
peone;, y los que se hallaren sin este requjsito; y sió otro ejercí :ió que vagar,
serful remitidos en la fonna dicha.
28 º- Serfut.i__u:tlmente remitidos n este Cuartel General los desertores con
,..
iulmls o sin ellas que sin licencia de'sils jía'es se encuentren en alguntls de esas
jurisdicciones. ••
29 º- Serfm igualmente remitidos por ihsnti:ilícrn~ial :il'c:tide provincial
cualquiera que comctiere:tlgúll boinicidili, hurto ti violencia con cualquier ve-
cino de sal jurisdicción. A1 efecto lo remitirá asegurado ante el señor alcalde
provincial y un oficio insinu<uldole del hecho. Con este oficio, que servirá de
cabeza de proceso a la causa del delincuente, lo relnítirá el señor alcalde pro-
vincial al gobierno de Montevideo, parto que éste torne los infonnes convenien-
tes, y proceda al castigo según cl delito.
'Podo lo. cual se resolvió de comúil :l'cilenlo'con el señor alcalde provincial
don Juan León y don León Pémz, delegados con este ('ni: y para su cumplimien-
to lo linllé en este Cuartel General a 10 de sclielnbrc de 1815.
José Artigas
pacto celebrado en la capilla dEl. pilar entre los gobernadores de 1115 pro-
vincias de buenos ¿tires, nn:muel de sarratea; de sauna fe, esuunislao lopec, y de
entre ti< )s, francisco raunirei. capilla del pilar, 23 de febrero de 1820.
155
artículos siguientes:
Art. 1 º -Protestan las partes contratantes que el voto de la nación, y muy
particularmente el de las provincias de su mando, respecto al sistema de gobier-
no que debe regirlas, se ha pronunciado en favor de la federación que de hecho
admiten. Pero que debiendo declararse por diputados nombrados por la libre
elección de los pueblos. se someten a sus deliberaciones. A este fin, elegido que
sea por cada provincia populamneitte: su respectivo representante; deberán los
res reunirse en el convento de San Lorenzo de la provincia de Santa Fe a los
sesenta días contados desde la rátiticación de esta convención. Y corno están
persuadidos que todas las provincias de lánación aspiran a la organización de
un gohierno cenual, se cmnpronieten cada uno de por sí de dichas partes con-
tratantes, a invitarlas y suplicarles concúrran con sus respectivos diputados para
que acuerden cuanto pudiere convenirles y convengan al bien general.
Art. 2 º- Allanados como han sido todos los obstáculos que entorpecían la
amistad y buena annonía entre las provincias de Buenos Aires; Entre Ríos y
Sanar Fe en una guerra cruel y sangrienta por la ambición y criminalidad de los
malos hombres que habían usurpado el antmdo de la nación o burlado las ins-
trucciones de los pueblos que representaban en el congreso. cesarán las hostili-
dades desde hoy,1 retirándose las'üivisioties beligerantes de Santa ,Fe y Entre
Ríos a sus respectivas provincias.
Art. 3 º- Los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos por sí y a nombre de
sus provincias, recuerdan a la heroica provincia de Buenos Aires, cuna de la
libertad de la nación, el estado difícil y peligroso, a que se ven reducidos aque-
llos pueblos hermanos por la invasión con que los amenaza una potencia ex-
trmtjera que con respetables fuerzas oprime la provincia aliada de la Banda
Oriental. Dejan a la reflexión de unos ciudadanos am interesados en la inde-
pendencia y felicidad nacional el calcular los sacrificios que costará a los de
aquellas provincias atacadas al resistir un ejército imponente, careciendo de
recursos, y aguardan de su generosidad y patriotismo auxilios proporcionados
a lo arduo de la empresa, cienos de alcanzar cuanto quepa en la esfera de lo
posible.
Art. 4 º- En los ríos de Uruguay y Paraná navegeuJum únicamente los bu-
ques de las provincias amigas, cuyas costas sean bañadas por dichos ríos. El
comercio continuará en los términos que hasta aquí, reservándose a la decisión
de los diputados en congreso cualquier reforma que sobre el particular solicitaren
las partes contratantes. -
Art. 5º - Podrán volver a sus respectivas provincias aquellos individuos
que Por diferencia de opiniones políticas hayan pasado a la de Buenos Aires, o
de ésta a aquéllas, aún cuando hubieren tomado annas, y peleado en contra de
sus compatriotas, serán repuestos al goce de sus propiedades en el estado en
que se encontraren, y se echará un velo a lodo lo pastado.
Art. 6º - El deslinde de territorio entre las provincias se retnitirá, en caso
de dudas, a la resolución del congreso general de diputados.
156
Art. T'- La deposición de la antecedente administración ha sido la obra de
la voluntad general por la repetición de crímenes con que comprometía la liber-
tad de la nación con otros excesos de una magnitud enorme. Ella debe respon-
der enjuicio público ante el tribunal que al efecto se nombre; estt.medida es
muy particulannente del interés delos_jefes del ejército, federal que quieren
justificarse de los motivospodereisos que. les impelieron x declarar la guerra
contra Buenos Aires en noviembre del año;próximo pasado, y conseguir era la
libertad de esta provincia la de las demás unidas.
Art. 8"- Será libre el comercio de armas y municiones de guerra de todas
clases en las provincias federadas: . , , ; .
Art. 9',- Los prisioneros de guerra de una y otra parte serán. puestos en
libertad después de ratificada esta convención fiara que se restituyan a sus res-
pectivos ejércitos o provincias.
Art. 10"-Aunque las partes conuatmtes están convencidas de que lodos
los artículos arriba expresados son confonnes con los sentimientos y deseos del
excelentísimo señor capitán general de la Banda Oriental, don losé Artigas,
según lo ha expuesto el señor gobernador de Entre Ríos, que dice hallarse con
instrucciones privadas de dicho señor excelentísimo para este caso, no teniendo
suficientes poderes en forma, se ha acordado remitirle copia de esta nota, para
que, siendo de su agrado, entable desde luego las rehaciones que puedan conve-
nir a los intereses de la provincia de su mando, cuya incorporación a las demás
federadas se miraría como un dichoso acontecimiento.
Art. 1 I°-A las cuarenta y ocho horas de ratificados estos tratados por la
junta de electores dará principio a su retirada el ejército federal hasta pasar el
Arroyo del Medio. Pero atendiendo al estado de devastación a que ha quedado
reducida la provincia de Buenos Aires por el continuo paso de diferentes tro-
pas, verificará dicha retirada por divisiones de doscientos hombres, para que
así sean mejor atendidas de víveres y cabalgaduras, y para que los vecinos
experimenten menos gravámenes. Queriendo que los señores generales no en-
cuentren inconvenientes ni escasez en su trímsito p<ua.sí o para sus tropas, el
setior gobernador de Buenos Aires nombrará un individuo que con este objeto
les compañe hasta la línea divisoria.
Art. l2"-En el término de dos días, o antes, si fuera posible, será ratifica-
da esta convención por la muy honorable junta de representantes. -Fecho en
la Capilla del Pilar a 23 de febrero de 1820. - Manuel de Sarralea, Fslanislao
López, Francisco Rarnírez.
157
INDICE
160