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El principio según el cual el heredero subentra en todas las relaciones jurídicas del difunto, está
limitado a los derechos y obligaciones cuya transmisión es posible. Por regla general se puede
afirmar que no se transmiten al heredero los derechos públicos, y de los privados, aquellos que
ofrecen un cierto carácter público o que, siendo estrictamente privados, se fundan en una relación
personal o se hallan limitados en cuanto a su duración por la ley, o requieren para su ejercicio una
apreciación o valorización de que sólo es capaz su titular.
Derechos Intransmisibles
Los derechos y poderes derivados de las relaciones familiares, aunque hay excepciones a este
caso, la acción de desconocimiento del hijo, la de reclamación del estado de hijo, y la acción de
nulidad de los actos cumplidos por un cónyuge sobre bienes gananciales, sin el consentimiento
del otro cónyuge, las cuales si son transmisibles mortis causa.
Los derechos y obligaciones tanto del mandante, como del mandatario, derivados del contrato de
mandato.
El contrato de arrendamiento de obras, que se resuelve por la muerte del obrero, del arquitecto o
del empresario de la obra. Sin embargo, el dueño de la obra debe pagar a los herederos de aquel,
en proporción del precio convenido, el valor de los trabajos hechos y de los materiales preparados.
Extinción, por confusión, de los derechos reales que el difunto o el heredero tenían sobre cosas
del heredero o del difunto respectivamente, ello debido a que los derechos que suponen la
existencia de dos patrimonios no pueden sobrevivir si estos se concentran en un titular único, tal
es el caso del usufructo, las servidumbres, la hipoteca del heredero sobre el fundo hereditario o
del difunto sobre el del heredero y los débitos y créditos que entre ambos existieran.
Siendo único el patrimonio, tienen derecho a cobrarse de el, tanto los acreedores del difunto,
como los del heredero, éste responde, de todas las deudas del difunto como si las hubiere
contraído el mismo, por lo tanto, responde no solo con el patrimonio hereditario, sino también
con el propio.
Esta segunda consecuencia beneficia a unos y otros acreedores, si se atiende a la doble posibilidad
de que una herencia insuficiente sea adquirida por un heredero solvente o viceversa. Además de
las deudas del difunto, el heredero debe satisfacer, incluso con el propio patrimonio si la herencia
no basta, todas las obligaciones y cumplir todas las cargas que el de cujus le hubiere impuesto en
el testamento o que la ley directamente impusiese al sucesor universal.
Al heredero corresponden, para hacer valer sus derechos contra los terceros poseedores de cosas
de la herencia, todas las acciones personales o reales que correspondieron al difunto, es una lógica
consecuencia de la adquisición de tales derechos por él, de modo que podría obtener con las
mismas acciones que el de cujus hubiera podido ejercitar, el reconocimiento judicial de todo
crédito o derecho real, también le corresponden todas las acciones posesorias, aun cuando no
hubiese aprehendido materialmente los bienes, pues el heredero se reputa poseedor legítimo
contra cualquiera que pretenda dichos bienes.
El jurista Planiol señala que es la acción real dada al heredero contra aquellos que, pretendiendo
tener derecho a la sucesión, detengan de hecho la totalidad o una parte.
Asimismo, Lucinda Grinaldo Camaran define la petitiohereditatis como la acción civil de carácter
real y universal, en la que el heredero actúa contra quien le discuta el título hereditario y retenga
la posesión de las cosas de la herencia.
Caracteres de la Acción
Es civil: dado que se basa en la titularidad de una sucesión universal mortis causa, que es una
figura totalmente civil, sin importar que el de cujus haya sido comerciante o no, e igualmente que
el heredero lo sea o no. No obstante en nuestra legislación existe una excepción, en el sentido de
que cuando la acción se refiere a alguna forma de aquellos bienes que se encuentren afectados
por la actividad agraria, pues, quien debe conocer del procedimiento es el respectivo Juez de
Primera Instancia Agraria como lo establece el ordinal 4º del artículo 212 de la “Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario”.
Es real: puesto que el fin perseguido es defender un derecho real contra cualquiera que
desconozca o discuta la titularidad de la herencia, sin importar que compone el patrimonio
sucesoral.
No es personalísima: puede ser propuesta por los acreedores a través de la acción oblicua.
Es transmisible mortis causa: en caso de que el heredero verdadero no haya accionado en vida o
haya fallecido mientras intenta la acción, sus herederos pueden intentarla o proseguirla.
Requisitos
b) Legitimación pasiva: se da en los casos donde todo poseedor que detente la herencia o una
cuota de esta y que discuta al actor su condición de heredero no servirá para legitimarlo como
demandado la posesión de cosas singulares y que el poseedor para justificar esa posesión invocase
la existencia de un título especial.
-En el primer caso, se ofrece externamente como si fuera heredero siendo otro el verdadero, es lo
que se denomina heredero aparente que puede serlo de buena o de mala fe.
-Es necesaria una posesión actual, si en el momento de deducir la acción tal posesión se transfirió
a otros, deberá aquella dirigirse contra el nuevo poseedor, porque solo este tiene la facultas
restituendi, a no ser que la posesión hubiese sido abandonada dolosamente para frustrar la
acción.
Efectos
Una vez reconocido el título hereditario en el heredero verdadero, el demandado deberá restituir
a este todo lo que pertenece a la herencia, los bienes con sus acciones y frutos, el precio de los
enajenados, el importe de los créditos cobrados y, en general, todo valor que hubiere ingresado
en el patrimonio del demandado a consecuencia de actos de gestión o de disposición de la
herencia.
Responde de esta obligación de modo distinto, el heredero aparente, de buena y de mala fe, y el
mero poseedor.