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RESUMEN 1

La Ética necesita del apoyo de las diversas ciencias para lograr plena
objetividad al juzgar el aspecto moral de las actividades humanas. La
psicología es la ciencia que más emparentada está con la
Ética, pues estudia científicamente los fenómenos mentales. Esto le permite
ayudar a la
Ética a comprender cuáles son las verdaderas intenciones del ser humano en
los actos morales ejecutados.
A la Ética le compete saber cómo se gestan los actos morales, qué sucede en
el fuero interno del sujeto cuando éste infringe una norma moral, cómo se
manifiesta el remordimiento moral, qué son los conflictos interiores, etc.
En todos estos aspectos, la psicología la ilumina profundamente. La moral
guarda estrecha relación con los aspectos psicológicos, pero ello no nos faculta
para reducir la Ética al campo de la psicología. A pesar de esta estrecha
relación, la Ética y la psicología se distinguen profundamente.
La Ética tiene como principal misión juzgar el aspecto moral de las actividades
humanas. La psicología trata de determinar las razones o motivos que llevan a
una persona a realizar una acción determinada.
La Ética y la sociología se relacionan profundamente. La sociología estudia el
comportamiento del ser humano como ser social en el marco de unas
relaciones dadas.
La Ética no puede desarrollarse si tomar en cuenta los resultados de esta
ciencia, ya que el ser humano es esencialmente social, vive inmerso en la
sociedad y recibe de ella un sistema de valores morales. A pesar de esta
relación, la moral no es absolutamente un producto social, ya que también el
factor individual es decisivo.
La tendencia denominada sociologismo ético que pretende reducir la Ética a
una rama de la sociología, parte de la tesis que afirma que la sociedad impone
al individuo tanto sus costumbres como sus creencias. “El hecho moral” no
debe ser reducido “al hecho social”.
Cada ser humano es siempre personalmente responsable de su vida y no
puede transferir esta responsabilidad a la sociedad. Por fuerte que sea la
presión social, el ser humano puede siempre rebelarse contra ella.
La Ética es, por tanto, irreductible a la sociología y autónoma frente a ella.
Aunque lo jurídico y lo moral se proponen regular las conductas de las
personas, no se identifican ni deben confundirse.
La Ética se refiere a lo que debe ser (es 57 proyecto ideal), mientras que el
derecho prescribe lo que tenemos que hacer y, en caso contrario, comporta
sanción.
En el derecho se elimina el factor libertad en aras del factor seguridad.
Mientras que lo esencial de la moral es la aceptación voluntaria de la norma,
por convencimiento interiorizado – su incumplimiento se sanciona en forma de
remordimiento -, lo esencial del derecho es su imposición obligada. Existe una
divisoria radical entre el derecho y la moral.
Decir derecho es hablar de legalidad y de coacción o fuerza; decir Ética es
hablar de convicción, de autonomía moral, de responsabilidad interior, de
justicia.
La antropología y la historia son ciencias que definitivamente no pueden
desvincularse de la Ética.
El conocimiento de la moral y culturas de los pueblos es, sin duda, de gran
interés para la Ética, la cual debe tener un conocimiento objetivo y realista del
fenómeno moral. Toda religión lleva aparejada una moral, unas orientaciones
para la formación del carácter, y las actuales morales tienen en muy buena
medida orígenes religiosos.
Tanto la Ética como la religión exigen que se respeten los derechos humanos,
valoran la libertad, la igualdad y la solidaridad, rechazan la intolerancia y
apuestan por una actitud dialógica para resolver los conflictos.
La Ética rechaza la economía de mercado, porque resulta dañina a las
personas. De hecho la vida económica se reduce a una lucha de todos contra
todos, discriminando a favor de los más fuertes.
En el contexto de un mercado, cuyo motor es el afán de lucro, no cabe la
compasión junto con el espíritu competitivo cuando éste no está relacionado
con la solidaridad.
En el fondo, la economía de mercado no ha sabido hasta ahora resolver el
problema central de la actividad económica: producir más para distribuir mejor.
La presencia de la pobreza y la creciente brecha entre ricos y pobres
cuestionan la verdadera eficacia del sistema, pues revela un modelo que no es
capaz de cumplir con su contenido.
Una economía de mercado sin matices, es decir, donde el mercado es el único
criterio, es realmente
RESUMEN 2
Muchos de los problemas éticos cobraron expresión en las diversas doctrinas
o teorías éticas que los filósofos fueron desarrollando a lo largo de la historia.
En distintas épocas y por distintos filósofos han sido expuestas diferentes
bases teóricas de la Ética.
Muchas de esas teorías mantienen cierta vigencia, mientras que otras son muy
limitadas. Al contemplar la historia de la ética se descubren fácilmente dos
grandes temas fundamentales de los moralistas: a) La doctrina del recto
comportamiento ha de estar orientada a fines prácticos. b) Salvación del
carácter absoluto de las exigencias de la Ética.
Los escépticos niegan el carácter universal de los principios morales y les dan
un matiz individual. La moral utilitarista es la moral más elemental, la que se
ofrece, en primer término, al espíritu de las gentes sencillas. Se basa en la idea
de que el ser humano trata de ser feliz y que éste es el fin de la vida. El gran
sistema utilitarista de la antigüedad es el de Epicuro y la patria del moderno
utilitarismo es por excelencia Inglaterra.
El pragmatismo es un sistema que destaca que en orden moral el criterio es la
utilidad. Es bueno lo que favorece la acción y contribuye a su éxito, lo que
impulsa el progreso humano.
Para el pragmatismo todos los deseos que no pueden prometerse una
realización, por idealistas y dignos que parezcan, pertenecen a la región de los
sueños y de la utopía.
La moral racionalista pone el bien del ser humano en el plano superior de la
razón. “obrar bien, es obrar conforme a la razón, superando los motivos de la
sensibilidad”.
Sócrates basó su teoría de la Ética en el conocimiento y destacó el papel que
éste juega al proporcionarnos una guía práctica para la conducta ética del ser
humano.
La teoría de platón consiste en la aplicación de la doctrinas de las ideas y en
particular de la idea del bien a la vida humana. La teoría ética de Aristóteles
está contenida en su libro “Ética a Nicomaco”.
En este libro afirma que la felicidad no puede hacerse consistir en el placer y el
goce, 85 sino en las acciones que se ejecutan por amor al mismo bien.
La Ética de los estoicos gozó de gran autoridad, no sólo en la filosofía antigua,
sino también en la cristiana y en la moderna.
Esto se debió a su cuádruple doctrina: 1º. Conformidad de toda la vida con la
naturaleza y la razón. 2º. Desprecio de todas las cosas que no fuesen la misma
virtud. 3º. Identidad de la virtud con la sabiduría. 4º. Fundamento religioso que
dieron a la ética.
La moral epicureista es una moral del placer. Afirma que el sumo bien consiste
en el placer, y el sumo mal, en el dolor.
San Agustín asigna a la ética un doble fundamento: la libre voluntad del ser
humano y Dios como fin. Santo Tomás considera que el hombre es capaz del
orden moral por el libre albedrío.
Kant sostiene que no se debe obrar por inclinación o placer, puesto que esto es
propio de los animales, sino por el deber.
La ética maquiavélica se apoya en la siguiente tesis: “El fin justifica los medios”.
El punto de partida de la ética marxista es la conocida afirmación: “no es la
conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, a la inversa, es su ser
social lo que determina su conciencia.
La moral existencialista se limita fundamentalmente a la responsabilidad del ser
humano ante sí mismo en su decisión por su existencia “propia”.
RESUMEN 3
No todos los actos que realiza el ser humano implican responsabilidad. Sólo
somos responsables de aquellos actos que realizamos libre y voluntariamente.
Un acto es voluntario cuando lo deseamos o queremos. Por eso, se dice, con
razón, que la voluntad es un apetito de la razón.
En donde el ser humano no actúa libremente, allí no puede darse lo moral o la
moralidad. La libertad es aquella condición del acto humano por virtud de la
cual el individuo es dueño de su hacer o de su dejar de hacer.
La moral es un valor que resulta del ejercicio de la libertad, la cual es un poder
de autodeterminación orientado hacia el bien.
El tema de la libertad tiene una decisiva importancia en la ética, ya que sin ella
esta disciplina es prácticamente imposible.
Los deterministas niegan la libertad del ser humano. Arguyen que su
comportamiento está rigurosamente predeterminado. Las consecuencias del
determinismo en la ética son peligrosas, pues si todo está determinado,
entonces la responsabilidad moral, el control de los actos quedan anulados, no
son posibles; no hay culpa ni mérito alguno en el individuo que no puede dejar
de hacer lo que hace.
La libertad es la fuente de donde surgen todas las significaciones y todos los
valores del ser humano. No pertenece en el mismo grado a todas las personas.
La libertad no es un bien humano estrictamente individual.
La lucha por la liberación colectiva es un imperioso deber moral. El concepto de
libertad es inseparable del concepto de responsabilidad. Sólo un ser dueño al
menos parcialmente de sus deseos y de sus actos, puede ser considerado
como responsable, y el grado de su responsabilidad es estrictamente
proporcional al grado de su libertad. La libertad humana es una exigencia de la
naturaleza.
Es un hecho natural. No es un derecho que regala la constitución del país, ni
un privilegio de los estados democráticos. Somos libres, porque somos seres
humanos. La libertad es, después de la vida, el más fundamental de los
derechos humanos. 105
La libertad puede verse desde distintos puntos de vista: psicológico,
antropológico, teológico y sociológico. Nadie se merece su libertad social, si no
usa bien de su libertad personal.
Cuando la capacidad de elegir queda limitada por la verdad, la dignidad
humana no sufre menoscabo. Pero cuando queda limitada por los bajos
instintos, sí sufre menoscabo.
La dignidad humana consiste en obedecer a la propia conciencia. Quien no
obedece a su propia conciencia es persona indigna. Existen situaciones que,
por su complejidad e intensidad, pueden anular la posibilidad de que un acto
sea imputable.
Como, por ejemplo, un miedo intenso. Todo lo que el ser humano hace, según
Aristóteles y, en cierto modo, la escolástica, lo hace con vistas a un fin. El ser
humano es moral porque no se limita, como el animal, a dar respuesta
predeterminada por el estímulo y su disposición biológica, sino que es
responsable de cada uno de sus actos.
Es verdad que nos hacemos a nosotros mismos, pero también es verdad que
la sociedad en que vivimos nos condiciona en nuestro quehacer.
RESUMEN 4
Hay hechos de experiencia externa y hechos de experiencia interna. Los
primeros son hechos sensoriales y los segundos, hechos de conciencia. Los
hechos de conciencia son intuiciones que se imponen a la razón humana.
La conciencia moral se impone como un hecho que se experimenta en el
remordimiento, el arrepentimiento o, por el contrario, en la alegría moral; en los
titubeos ante una situación compleja, o simplemente en la vacilaciones de una
libertad poco segura del bien, como también en la facilidad de la respuesta a la
llamada de los valores y del deber.
La conciencia es la norma de la moralidad subjetiva y de la obligación. Sin ella,
la norma objetiva, que es la ley divina y humana, resulta prácticamente
inoperante.
La ciencia moral puede ser definida como un conocimiento interior del bien que
se debe hacer y el mal que se debe evitar.
La mejor garantía para que un profesional desempeñe sus funciones con
honestidad lo constituye la adquisición de una conciencia moral recta. La
conciencia moral se impone ser humano de modo inmediato y constante como
legislador, prohibitivo, incitadora y juez.
La conciencia moral plantea incondicionadas exigencias de conducta sin que
haya detrás coacción de ninguna clase.
La intuición de las verdades éticas generales se impone a la conciencia como
un hecho de experiencia interna.
Estas verdades éticas no son innatas, sino que la persona las aprende a través
de la educación que recibe desde el seno de su familia. La familia es la primera
y natural educadora de sus hijos.
El desarrollo moral depende tanto del desarrollo cognoscitivo y afectivo como
del social.
La conciencia moral atraviesa por tres grandes estados: el premoral, donde la
persona actúa como un animalito bien domesticado; el convencional, donde el
individuo actúa por el dictamen de otra persona, y el personal, donde el ser
humano actúa por convicción personal.
La conciencia moral juzga nuestras acciones independientemente de nuestras
opiniones.
La autoridad con que se presenta la conciencia moral es, desde el punto de
vista de la psicología analítica, un reflejo de la autoridad paterna. Su
introyección tiene lugar en los primeros meses de la vida del niño,
especialmente cuando los padres comienzan a prohibir ciertas acciones. La
realidad y la experiencia contradicen la teoría freudiana de la conciencia.
Lejos de confirmar su tesis, la contradicen palpablemente. Una prueba
inequívoca en contra de la teoría freudiana sobre el carácter autoritario de la
conciencia lo constituye el hecho de que el ser humano descubra
progresivamente, según madura su razón, el valor absoluto de las verdades
éticas fundamentales.
El materialismo dialéctico también atribuye a la conciencia un carácter social.
Sostiene que “no es la conciencia del hombre lo que determina su ser, sino, al
revés, su ser social es lo determina su conciencia”.
La conciencia moral se apoya en la intuición racional, pero se manifiesta como
juicio.
El ser humano la experimenta de modo inmediato en el juicio de aprobación o
censura de sus propias acciones, sobre cuya bondad o maldad, justicia o
injusticia le informa. Se puede dar el caso de que el individuo, temporalmente e
incluso con éxito, imponga silencio a la voz de la conciencia, pero a la larga
tendrá siempre que escuchar su juicio de aprobación o censura.
Esto quiere decir que nadie puede silenciar a la voz de la conciencia para
siempre.
La conciencia está siempre funcionando como aparato de control tanto de la
acción ejecutada como de la meramente pretendida.
El juicio de conciencia es infalible, puede equivocarse.
Esto puede ocurrir cuando se habitúa al mal moral, por ceguera personal y por
ignorancia consentida. Tener conciencia profesional es equivalente a cumplir
con los deberes.
El remordimiento de conciencia es la exteriorización de la conciencia que
condena.
RESUMEN 5
Los problemas de la violencia, el aborto, la eutanasia, la clonación, la pena de
muerte, la prostitución, la discriminación en todas sus formas y otras tantas
cuestiones que plantea el mundo actual pueden ser examinadas y discutidas a
la luz de la ética.
Para abordar estas problemáticas, la ética se ha visto en la necesidad de
apoyarse en otras ciencias o disciplinas tales como la psicología, la sociología,
la medicina, la economía, la politología, entre muchas más.
Estamos viviendo en una época crítica que conlleva un derrumbe o deterioro de
valores y actitudes.
Esta crisis empezó a manifestarse a partir de la Primera Guerra Mundial. A
pesar de que mantienen su importancia ciertos valores como el bien, la verdad,
la belleza y la justicia, van surgiendo otras formas de valoración o estimulación
que contrastan con los tiempos pasados.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en la década de los años cuarenta y
cincuenta, la crisis es más notoria.
La época de la posguerra plantea una revisión y un trastocamiento de valores y
formas de vida.
La protesta es el signo de la época; se reclama mayor libertad, se pretende
romper con tabúes y mitos resguardados por una moral puritana.
En fin, asistimos a una época convulsionada, transida de revoluciones y de
profundos anhelos de cambio, sin precedente en la historia.
La rebelión de la juventud revela la inconformidad ante lo negativo de la
sociedad y los deseos de mejorar el entorno.
Una de las manifestaciones de la sociedad industrializada en la que vivimos es
el fenómeno del consumismo. Un consumismo voraz permea todas las áreas
de nuestra vida.
Los medios de comunicación, todo un cúmulo de propaganda contribuye, en
gran medida, a crear necesidades artificiales. El tener no es malo en sí mismo.
Es natural que el ser humano requiera de lo necesario para vivir, sin embargo,
habría que preguntar si el cifrarlo todo en la búsqueda del tener por el sólo
hecho de poseer, representa el máximo valor que el hombre contemporáneo
debe cultivar para alcanzar su máximo desarrollo y su felicidad como ser
humano.
Los medios de comunicación a través del cine y la televisión contribuyen a
hacer la apología de la violencia, glorificando a los héroes o antihéroes que
utilizan la fuerza y la agresión para salir victoriosos y estos “héroes” terminan
por se los modelos o 157 paradigmas de los niños y los jóvenes de nuestra
época.
La violencia, por su naturaleza misma, excluye valores como la igualdad, la
libertad, la tolerancia, el respeto a la dignidad y a la autonomía del otro. Es por
ello que la violencia es rechazable e indeseable.
La bioética examina todos aquellos problemas morales relacionados con el
valor y la conservación de la vida humana, animal y vegetal.

RESUMEN 6
Los problemas de la violencia, el aborto, la eutanasia, la clonación, la pena de
muerte, la prostitución, la discriminación en todas sus formas y otras tantas
cuestiones que plantea el mundo actual pueden ser examinadas y discutidas a
la luz de la ética.
Para abordar estas problemáticas, la ética se ha visto en la necesidad de
apoyarse en otras ciencias o disciplinas tales como la psicología, la sociología,
la medicina, la economía, la politología, entre muchas más.
Estamos viviendo en una época crítica que conlleva un derrumbe o deterioro
de valores y actitudes.
Esta crisis empezó a manifestarse a partir de la Primera Guerra Mundial. A
pesar de que mantienen su importancia ciertos valores como el bien, la verdad,
la belleza y la justicia, van surgiendo otras formas de valoración o estimulación
que contrastan con los tiempos pasados.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en la década de los años cuarenta y
cincuenta, la crisis es más notoria.
La época de la posguerra plantea una revisión y un trastocamiento de valores
y formas de vida.
La protesta es el signo de la época; se reclama mayor libertad, se pretende
romper con tabúes y mitos resguardados por una moral puritana.
En fin, asistimos a una época convulsionada, transida de revoluciones y de
profundos anhelos de cambio, sin precedente en la historia.
La rebelión de la juventud revela la inconformidad ante lo negativo de la
sociedad y los deseos de mejorar el entorno.
Una de las manifestaciones de la sociedad industrializada en la que vivimos es
el fenómeno del consumismo.
Un consumismo voraz permea todas las áreas de nuestra vida. Los medios de
comunicación, todo un cúmulo de propaganda contribuye, en gran medida, a
crear necesidades artificiales. El tener no es malo en sí mismo.
Es natural que el ser humano requiera de lo necesario para vivir, sin embargo,
habría que preguntar si el cifrarlo todo en la búsqueda del tener por el sólo
hecho de poseer, representa el máximo valor que el hombre contemporáneo
debe cultivar para alcanzar su máximo desarrollo y su felicidad como ser
humano.
Los medios de comunicación a través del cine y la televisión contribuyen a
hacer la apología de la violencia, glorificando a los héroes o antihéroes que
utilizan la fuerza y la agresión para salir victoriosos y estos “héroes” terminan
por se los modelos o paradigmas de los niños y los jóvenes de nuestra época.
La violencia, por su naturaleza misma, excluye valores como la igualdad, la
libertad, la tolerancia, el respeto a la dignidad y a la autonomía del otro. Es por
ello que la violencia es rechazable e indeseable.
La bioética examina todos aquellos problemas morales relacionados con el
valor y la conservación de la vida humana, animal y vegetal.

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