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Antigüedad clásica: Grecia y Roma

La concepción sobrenatural o mágica de la conducta anormal fue dejando paso a una concepción
del trastorno mental como fenómeno natural a lo largo del periodo de la antigüedad clásica, a
resultas de la influencia ejercida por las corrientes de pensamiento de la civilización
grecorromana. Sin embargo, durante los primeros tiempos de la cultura griega, todavía se
encuentran prácticas de tipo religioso encaminadas a exorcizar a los demonios de la locura en las
que se invocaba a Asclepio, dios de la medicina y la curación. Con la aparición de la Escuela jónica
en el siglo VI a. C., la mitología va dejando paso a las explicaciones racionales a través de la
denominada filosofía de la naturaleza. La filosofía presocrática sentó las bases de esta nueva
concepción naturalista de la realidad. Filósofos como Tales de Mileto (ca. 630 - 545 a. C.),
Anaxímenes (ca. 585 – 524 a. C.) o Anaximandro (610 - 546 a. C.) entre otros, teorizaban acerca del
Arché u origen esencial de todas las cosas en el ámbito de lo material.14

Se considera que el inicio de la psicopatología como tal tiene lugar con la obra de Hipócrates (460 -
370 a. C.), que desde una perspectiva somatogénica equiparó las alteraciones mentales al resto de
enfermedades físicas, en el sentido de que todas ellas tendrían un origen natural radicado en
determinadas alteraciones anatómicas o fisiológicas. Hipócrates situó el origen de las funciones
intelectivas en el cerebro, y realizó la primera clasificación de los trastornos mentales,
dividiéndolos en tres grupos: manía, melancolía y frenitis. Describió las afecciones que hoy
relacionamos con los términos de paranoia, alucinosis alcohólica y psicosis postparto, y desdeñó
las interpretaciones mágicas al respecto de la epilepsia.15 Desde un punto de vista
constitucionalista, elaboró su célebre teoría de los cuatro humores corporales (sangre, bilis
amarilla, bilis negra y flema), de cuyo equilibrio (eucrasis) o desequilibrio (discrasis) dependía la
salud del individuo. A pesar de los escasos conocimientos fisiológicos de la época, la tradición
constitucionalista ha seguido ocupando un lugar en la psicopatología hasta nuestros días, con un
mayor o menor grado de aceptación.1617

Edad media

Las aportaciones de la medicina árabe a la historia de la psicopatología son notables: fueron los
árabes los primeros en fundar centros de cuidados para enfermos mentales en ciudades como
Bagdad, Damasco o El Cairo, entre otras. El tratamiento al enfermo en estas instituciones era de
tipo humanitario, al imperar la idea de que el enajenado debía sus síntomas al hecho de haber
sido escogido por Dios para hablar por su boca. De entre las figuras más destacadas de esta época
(Avenzoar, Averroes o Maimónides, entre otros) resulta especialmente importante para la
psicopatología la figura de Avicena (980-1037), que en su obra El canon de medicina dedica un
capítulo a la psicopatología descriptiva, donde específica las alteraciones de diversos procesos
psicológicos como la memoria, el razonamiento o la imaginación.2223

Edad Media también existió una preocupación por establecer una distinción entre los «locos» y los
«endemoniados». Autores como Alberto el Grande (1193 - 1280), Tomás de Aquino (1225 - 1274)o
Arnau de Vilanova (1204 - 1311) establecieron relaciones entre la enfermedad mental y la
enfermedad somática. Las teorías humorales seguían estando presentes, así como la teoría de las
facultades, según la cual la locura podía deberse a la pérdida de alguna facultad de tipo sensorial,
intelectual o conativa. En los casos en los que se consideraba que la locura no obedecía a una
posesión demoníaca, los afectados podían ser cuidados en sus casas por sus familiares cercanos si
no se les consideraba peligrosos, y en caso contrario podían ser recluidos en cárceles.

Renacimiento

El humanismo que caracteriza al periodo del Renacimiento establece el centro de interés en el


ámbito del hombre, la razón, la ciencia y la naturaleza, aunque en el ámbito de la salud mental, las
creencias religiosas encuentran un arraigo muy firme que se mantendría todavía durante mucho
tiempo. No obstante, el estudio de la salud mental abandona paulatinamente el modelo
demonológico para adoptar una perspectiva naturalista, organicista y biologicista; la idea del
pecado deja paso a la de enfermedad; los «endemoniados» pasan a ser pacientes.29 Entre las
causas de este cambio de perspectiva puede señalarse un enriquecimiento de la infraestructura
cultural: la aparición de la imprenta favorece la difusión de los textos científicos; los avances
alcanzados durante el Imperio Bizantino fluyen hacia Occidente tras la conquista de
Constantinopla; y el descubrimiento de nuevos territorios

Los centros de internamiento

San Juan de Dios salvando a los enfermos de incendio del Hospital Real, Manuel Gómez-Moreno
González (1880).

Un punto central de esta época histórica en lo que a la psicopatología se refiere es la proliferación


de las instituciones manicomiales. Los centros de atención al enfermo mental, que ya habían
hecho su aparición de forma esporádica a principios del siglo XV, experimentan un crecimiento
notable. Destaca en este ámbito la figura de Juan Ciudad Duarte o Juan de Dios (1495 - 1550).
Habiendo sido internado en un centro tras sufrir un episodio psicótico en su juventud, decidió que
el tratamiento allí recibido no se ajustaba a las necesidades de los enfermos mentales, por lo que
en el año 1527 fundó una institución en Granada cuyo modelo humanitario de tratamiento al
paciente se extendió al resto de España, Italia y Francia.nota 2 Los tratamientos que se ofrecían en
la mayor parte de los centros de la época incluían medidas tranquilizantes o estimulantes, así
como vendajes, baños, sangrías o dietas. Por otra parte, se buscaba garantizar un trato humano al
enfermo mediante la ausencia de agresiones físicas, el ofrecimiento de medios de disfrute cultural
(libros, música, etc.) y la posibilidad de realizar tareas ocupacionales con vistas a la reinserción
social.36nota 3

Siglo xix

En Alemania, el principal precursor de esta tendencia organicista se encuentra en la figura del


fisiopatólogo Wilhelm Griesinger (1817 – 1868), autor de la obra Patología y tratamiento de las
enfermedades mentales (1843), y el primero en afirmar de forma explícita que las enfermedades
mentales eran trastornos cerebrales, relativizando así la importancia concedida a los aspectos
culturales en el desarrollo de las psicopatologías, lo que supuso una ruptura con la tradición
alemana, fuertemente entroncada hasta entonces en las raíces románticas y los principios
teológicos.51

En Francia, las tesis organicistas se concretan en la llamada «teoría de la degeneración», cuyos


principales exponentes fueron Bénédict Morel (1809 - 1873) y Valentin Magnan (1835 – 1916).
Según esta teoría, la causa de la enfermedad mental radicaría en una degeneración genética, que
se transmitiría de generación en generación, y que sería responsable de las neurosis, las psicosis, y
en última instancia, de la deficiencia. La teoría de la degeneración llegó hasta Inglaterra de la
mano del psiquiatra Henry Maudsley (1835 – 1918), donde obtuvo una gran aceptación,52 y su
influencia también se extendió a España.5354

La psicopatología descriptiva y las clasificaciones clínicas

Emil Kraepelin, uno de los precursores de la psiquiatría moderna.

Durante el siglo XIX, se construye la psicopatología como una lengua descriptiva. Este proceso, que
comienza en Francia y concluye en Alemania, causa la fragmentación del modelo dieciochesco de
locura (como entidad monolítica) y da lugar a la creación de unidades de análisis que, en imitación
de la medicina, también se les llama ‘signos y síntomas’ (mentales).55 A finales del siglo XIX, sería
un discípulo de Griesinger, el alemán Emil Kraepelin (1856 - 1926), quien sentaría las bases de una
psicopatología basada en la descripción de los síntomas. Combinó una concepción orgánica del
origen de los trastornos mentales con una clasificación sistematizada de tales trastornos desde
una perspectiva descriptiva y longitudinal. La obra de Kraepelin se considera la base de los
sistemas actuales de clasificación de los trastornos psicopatológicos, como el Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales de la APA y la Clasificación Internacional de Enfermedades
de la OMS. Por estos motivos está considerado como el padre de la psiquiatría moderna. A lo largo
de las sucesivas ediciones de su Tratado de psiquiatría prestó especial atención al desarrollo del
curso de las psicopatologías mediante estudios longitudinales, lo que le permitió establecer una
distinción entre lo que denominaba «psicosis maníaco-depresiva» (en la que se englobaban los
diversos trastornos del estado de ánimo) y la «demencia precoz» (posteriormente denominada
por Eugene Bleuler como esquizofrenia).5624

Hacia una psicopatología experimental

La psicología experimental o científica dio sus primeros pasos a finales del siglo XIX,
principalmente mediante el desarrollo paralelo de dos corrientes metodológicas diferenciadas.
Una de ellas se centró en la manipulación de variables con el objetivo de establecer relaciones
causales, y estaba representada por las figuras de Iván Pavlov (1849 - 1936) y Wilhelm Wundt
(1832 - 1920). La otra corriente, correspondiente a los trabajos de Francis Galton (1822 - 1911) y
Charles Spearman (1863 - 1945), adoptó un punto de vista multivariado y se centró en el
establecimiento de asociaciones, más que de causalidades. Esta fue la metodología que sirvió
como punto de partida para el desarrollo de disciplinas como la psicometría. Paralelamente al
nacimiento de la psicología experimental surgió también la psicopatología experimental, dado que
Pavlov también aplicó sus trabajos al ámbito psicopatológico, y acuñó el término «neurosis
experimental» en sus investigaciones sobre discriminación estimular realizadas con perros.

El propio Kraepelin puede ser considerado como uno de los precursores de la psicopatología de
carácter experimental en el contexto de la Alemania de finales del siglo XIX. Tras trabajar durante
nueve años con Wundt en Leipzig, fundó su propio laboratorio en Heidelberg, donde realizó
estudios experimentales sobre aspectos como la emoción, la fatiga, la memoria y los efectos de
diversas sustancias psicofarmacológicas. Desde entonces, y ya entrado el siglo XX, comenzaron a
proliferar los laboratorios psicopatológicos, especialmente en los Estados Unidos, tanto en
hospitales (Nueva York, 1896; Massachusetts, 1904 y 1911) como en universidades (Harvard,
1913, o Yale, 1916).57

Corriente psicologista

Jean-Martin Charcot, dando una clase en el Salpêtrière de París.

De manera paralela a los modelos organicistas, surge una corriente que enfoca la psicopatología
desde un punto de vista más psicológico. Entre las figuras más importantes de esta tradición
destacan, en Europa, Jean-Martin Charcot (1825 - 1893), Joseph Babiński (1857 - 1932), Paul Janet
(1859 - 1947) y Eugen Bleuler (1857 - 1939). Asimismo, en Estados Unidos, es de reseñar la obra de
Adolf Meyer, suizo de nacimiento.58 Bajo el influjo de esta perspectiva se desplazó el centro de
atención desde la etiología exclusivamente organicista de los trastornos mentales hacia una visión
más centrada en las relaciones que se establecen entre el mundo interior del hombre y los
problemas de la vida que le puedan afectar. Así, se pasó a prestar especial atención a las
estrategias de afrontamiento desplegadas ante las situaciones estresantes. Esta corriente hunde
sus raíces en el idealismo y romanticismo alemán, y supone el punto de origen del desarrollo de
teorías posteriores, como la obra de Sigmund Freud. Así, los franceses Charcot, Babiński y Janet
realizaron estudios sobre la neurosis, la histeria y los procesos de sugestión. Bleuler acuñó
conceptos como «autismo» y «esquizofrenia», y estableció una diferenciación entre los subtipos
de esquizofrenia hebefrénica, catatónica, paranoide y simple. Por su parte, Meyer combatió el
modelo médico de enfermedad mental y prestó especial atención al modo en que los individuos
reaccionaban a los problemas del medio como forma de explicación del desarrollo de las
diferentes patologías mentales, lo que favoreció el desarrollo de nuevas técnicas terapéuticas en
los Estados Unidos, como la terapia ocupacional.59

Del siglo XX a la actualidad


A partir del siglo XX tiene lugar una proliferación de diversas escuelas y modelos psicopatológicos.
De entre los movimientos de mayor importancia que han tenido lugar a lo largo de este periodo,
cabe destacar el surgimiento del psicoanálisis, el desarrollo de las escuelas fenomenológicas, los
descubrimientos y avances en el ámbito de la psicofarmacología y la neurociencia, y el
asentamiento de los modelos de atención comunitaria, así como la desaparición de los hospitales
mentales como centros de referencia para el tratamiento de las psicopatologías.60 A partir de la
segunda mitad del siglo XX se establecen las nosologías y los sistemas de diagnóstico y tratamiento
de mayor reconocimiento a nivel general, como el Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales y la Clasificación Internacional de Enfermedades.61

Modelos psicopatológicos

Tratado de Psicopatología General (Allgemeine Psychopathologie) de Karl Jaspers (1913).

Con la aparición del psicoanálisis, el centro de atención de la psicopatología se desplazó desde la


enfermedad hacia el individuo, al buscar las motivaciones de los trastornos en la historia personal
de los pacientes. Además de fomentar la psicologización del trastorno mental, el psicoanálisis
supuso un avance en lo que respecta a las técnicas de intervención y tratamiento verbales; la
curación a través de la palabra. Por último, el psicoanálisis fomentó el tratamiento individual en
contraposición al internamiento del enfermo en instituciones manicomiales.62

El conductismo es otra corriente psicológica que se desarrolló durante el siglo XX, principalmente
en Estados Unidos. Bajo una concepción estrictamente ambientalista de la psicopatología, el
trastorno mental se explica como el resultado de un aprendizaje deficiente de la interacción entre
el sujeto y su medio. A partir de los estudios de Edward Thorndike e Iván Pávlov surgen los
trabajos de John Broadus Watson (1878 - 1958), en los que trata de aplicar los principios del
condicionamiento clásico al comportamiento psicopatológico. Más adelante destacarían autores
como Hans Eysenck (1916 -1997) y Joseph Wolpe (1915 - 1997), así como el célebre Burrhus
Frederic Skinner (1904 - 1990), que desarrollaría los principios del condicionamiento operante.63

En oposición a la corriente psicoanalítica, en Europa surgen las posturas fenomenológicas


desarrolladas por Karl Jaspers (1883 - 1969), que hunden sus raíces en la corriente existencialista,
niegan la estructuración tripartita de la psique que proponía Freud, y relativizan el papel que este
le otorgaba al inconsciente en el comportamiento humano. La obra cumbre de Jaspers,
«Psicopatología General» (Allgemeine Psychopathologie), ha ejercido una influencia capital en el
desarrollo de la psicopatología hasta nuestros días.64 Pueden apreciarse las huellas de estos
modelos fenomenológicos en la psicología humanista que surgió en los Estados Unidos de la mano
de autores como Abraham Maslow (1908 - 1970), Carl Rogers (1902 - 1987) o Eric Berne (1910 -
1970),65 autoproclamada como «la tercera fuerza» frente a las posturas psicoanalíticas y
conductuales.66
Auge de los psicofármacos

Los primeros tratamientos de corte biológico que se desarrollaron en el siglo XX suponían graves
perjuicios al paciente: sumamente rudimentarios, con peligrosos efectos secundarios y de eficacia
muy reducida o directamente nula, algunos de estos métodos eran la psicocirugía radical
(lobotomía o lobectomía), los electrochoques, o la inducción de convulsiones y comas insulínicos.
Pero en los años cincuenta, los avances en las áreas de la bioquímica y la biología molecular
permitieron el desarrollo de diversas clases de psicofármacos que pasaron a convertirse en parte
importante de muchas terapias de índole psicopatológico. Algunos de los grupos de fármacos más
habituales son:

Neurolépticos: indicados para el tratamiento de síntomas psicóticos (principalmente alucinaciones


y delirios), desarrollados a partir del descubrimiento de la clorpromazina en el año 1953.
Supusieron un gran avance en el tratamiento de la esquizofrenia, y fueron uno de los factores que
facilitaron la disminución de los internamientos institucionales al posibilitar un tratamiento
ambulatorio libre de síntomas.

Antidepresivos: Incluyen los primeros antidepresivos tricícliclos, (imipramina, clomipramina, etc.),


los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), y los más recientes inhibidores selectivos de la
recaptación de monoaminas, como los ISRS. En 1949 se descubre que el litio es un estabilizador
eficaz del estado de ánimo en los casos de trastorno bipolar (entonces conocido como psicosis
maníaco-depresiva), y el tratamiento se populariza a partir de los años setenta.

Ansiolíticos: los tranquilizantes menores combaten los síntomas de uno de los problemas más
comúnmente diagnosticados: los trastornos de insomnio y ansiedad. No obstante, desde los años
sesenta y hasta la actualidad se ha venido observando una presencia cada vez más generalizada de
este tipo de prescripciones, lo que en ocasiones ha sido visto como un problema de salud pública
que afecta a una parte importante de la sociedad.6768

Clasificaciones psicopatológicas modernas

El empleo de criterios diagnósticos precisos para formular las diferentes categorías diagnósticas ha
sido esencial en el desarrollo del actual corpus teórico de la epidemiología psicopatológica y de los
procedimientos de evaluación y diagnóstico. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales y la Clasificación Internacional de Enfermedades sientan las bases de la psicopatología
moderna, en la medida en que vertebran y guían el proceso de diagnóstico clínico desde una
perspectiva descriptiva y ateórica, estableciendo unos criterios concretos para el diagnóstico de
cada trastorno definido, y convirtiéndose así en herramientas indispensables para la práctica
clínica en psicopatología y psiquiatría. No obstante, no escasean las voces que señalan las
limitaciones de estos modelos de clasificación,69 de carácter siempre transicional y en constante
evolución, adaptándose al contexto social del momento.

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