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Unicervantes

Asignatura: Sinodal dad


Docente: Fray Israel.
Alumno: Oscar Fernando Rivas Quintero

Síntesis de los tres primeros capítulos de la Constitución Dogmática de la Iglesia:


Lumen Gentium.

La finalidad del Concilio es llevar la luz de Cristo a los hombres y a la Iglesia, esta
última es el sacramento de unión con Dios y los Hombres. esto ocurre dentro de la iglesia,
prefigurada en la historia del pueblo de Israel hasta llegar en la presencia del Padre. Tal
Iglesia nació en la predicación de Cristo y se expandió por su sangre derramada en la
Cruz. La unidad de los fieles se da en el sacrificio eucarístico y la vida de tal iglesia es el
Espíritu Santo, el cual los lleva hacia la verdad, hacia el encuentro con su esposo (Cf Ap.
22, 17)

En ese Reino hay muchas semillas, todas han de ser cuidadas hasta que germinen.
Las semillas son las enseñanzas de Cristo. Estas son la prueba de la presencia de Cristo
en la tierra, tal presencia es también verificada por la fuerza del Espíritu Santo que obra
en los enviados a apacentar a sus ovejas. El Reino de Dios ha sido llamado en el A.T de
muchas maneras: redil, campo, edificio, esposa y cuerpo. En todos ellos se resalta que
tiene una pieza fundamental, la cual les completa: Cristo.

La Imagen de cuerpo es la que más llama la atención. La Iglesia, cuerpo enriquecido


con sin fin de dones diversos, mantiene su unidad en la medida que se asemeje a la
cabeza. Ella goza también de una parte Humana y divina, pero no por ello esta dividida
en dos iglesias. De estas dos, la iglesia terrena es gobernada por el sucesor de Pedro, el
cual ha de continuar la misión encomendada por su maestro, la de atraer a todos hacia
él, hasta llegar a ser uno solo y esto incluye a los pobres y a los que estaban alejados de
él. Citando al Documento dice que:
“La Iglesia «va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos
de Dios» anunciando la cruz del Señor hasta que venga (cf. 1 Co 11,26). Está fortalecida,
con la virtud del Señor resucitado, para triunfar con paciencia y caridad de sus aflicciones
y dificultades, tanto internas como externas, y revelar al mundo fielmente su misterio,
aunque sea entre penumbras, hasta que se manifieste en todo el esplendor al final de los
tiempos” (LG, 8)

Habiendo hablado sobre la iglesia, es menester hablar sobre quienes la componen: el


pueblo de Dios. Este es el pueblo de la alianza, la cual será llevada a su culmen en Cristo,
nacido del agua y del Espíritu, `por lo que tal pueblo tiene por cabeza a Cristo, tiene
dignidad y libertad, tiene por ley los mandatos de Dios.
El plan de Dios es el de salvar a los pueblos, que conozcan la verdad y que ellos se
dispongan a servirle como un solo pueblo. El símbolo usado para ello fue un pacto, la
alianza, que seria renovado con Cristo. Como pueblo tiene la dignidad de ser hijos de
Dios, tiene como ley el mandato del amor y como finalidad llevar el Reino de Dios a todos
hasta que llegue el fin de los tiempos. El conjunto de este pueblo peregrino es llamado
Iglesia de Cristo la cual esta mas allá de los limites humanos y se mantiene en la lucha
gracias a la fuerza que recibe de Dios.

En virtud del bautismo los bautizados tiene un sacerdocio común por la regeneración
y por la unción del Espíritu Santo. Es por ello mismo que pueden ofrecerse como hostia
viva y santa que agrade a Dios. Por tal motivo han de dar testimonio de Cristo y su
esperanza a todos los hombres. la diferencia que radica entre el sacerdocio ministerial y
el común es solo en esencia. Los consagrados por el sacramento del orden están
capacitados para ofrecer el sacrificio eucarístico y los que tiene es sacerdocio Común
están capacitados para recibirlos, en virtud de una vida de santidad.

La vida de quienes están con el sacerdocio común, esta mediada por la participación
plena en los sacramentos lo cual se manifiesta concretamente en la unidad con todo el
pueblo de Dios y en el llamado a la santidad. Todo ello mediado por la fe; en ese sentido
“la fe que Espíritu santo mueve y sostiene, al pueblo de Dios, bajo la dirección del
magisterio, al que sigue fidelísimamente, recibe no ya la palabra de los hombres, sino la
verdadera palabra de Dios. (1Tes. 2. 13)” (LG 12) Además, el pueblo goza de diversidad
de carismas con los cuales dispone y prepara para realizar todo tipo de obras acordes a
la necesidad de la iglesia.

Como pueblo, está presente en todas las razas de la tierra, estos hacen parte de una
ciudadanía celestial, los cuales tienen en común, es que el Santo Espíritu habita en ellos
y por ello «quien habita en Roma sabe que los de la India son miembros suyos». Tales
miembros están llamados a la comunicación de bienes y a ser buenos administradores
de la multiforme gracia de Dios» (1 P 4,10). Tiene ciudadanía plena quienes aceptan
todos los medios de salvación y de organización establecidos por la iglesia. Todo ello es
suscitado por el Espíritu en la totalidad de sus miembros y con la finalidad de estar unidos
bajo un solo rebaño y un único pastor.
Tal deseo de salvación llega a abarcar también a las personas de otros credos, esta es
también una obra del Espíritu Santo, el cual busca que se cumpla el designio de Dios,
quien constituyó a Cristo principio de salvación para todo el mundo. Y esta tarea es
obligación de todo bautizado.

Para acompañar a este Pueblo de Dios, Cristo dejó encargados, a los cuales dio
múltiples ministerios para el bien de todo su pueblo, es decir, la salvación. Tales ministros
fueron primero a los hijos de Israel y luego a el resto de los pueblos. Estos fueron
llamados apóstoles que, llevando el evangelio a todas partes, teniendo a Cristo como
centro de su vida. (cf. Ap 21, 14; Mt 16, 18; Ef 2, 20). Una vez terminada su labor dejaron
algunos colaboradores inmediatos, tales personas serian llamadas obispos por una
sucesión que se remonta hasta Dios mismo. (cf. Hch 20,28)

Cristo se hace presente en ellos a través de su servicio, su predicación, la


administración continua de los sacramentos de la fe a todos los creyentes y la transmisión
del Espíritu Santo a sus colaboradores, esto en virtud de que sobre ellos descendió
primero (cf. Hch 1,8; 2,4; Jn 20,22-23). Ese es el vinculo con el cuerpo episcopal, junto
con la comunión jerárquica. Tal cuerpo debe su autoridad a la comunión con el romano
pontífice, a su vez está se manifiesta por la mutua relación de cada obispo con una sus
iglesias particulares y con la Universal. Ellos tienen la tarea de pastorear una iglesia
particular y a apoyar en el desarrollo de la Iglesia universal. Su labor se desarrolla en la
enseñanza y la predicación del Evangelio a toda creatura para que todos lleguen a la
salvación. (cf. Mt 28,18-20; Mc 16,15-16; Hch 26, 17 s). esta enseñanza cuando se hace
en comunión con la del romano pontífice es digna de merecer el debido respeto y los
fieles, en materia de fe y costumbres, aceptan sus juicios. Cuando se trata de una
doctrina, ellos en sintonía con la Revelación y guiados bajo la luz de la Verdad, la exponen
y esta es santamente conservada y fielmente expuesta en la Iglesia
Su sacerdocio esta en plenitud y es el supremo administrador de la gracia del supremo
sacerdocio. En cuanto a su labor pastoral se recuerda que no deben considerarse como
vicarios de los Romanos Pontífices, y ha de recordar que él ha venido a servir (cf. Mt
20,28; Mc 10,45) y a dar la vida por sus ovejas (cf. Jn 10,11).

En cuanto a los presbíteros, en virtud de su consagración están unidos en el honor


del sacerdocio y por tal obra son consagrados verdaderos sacerdotes cuya función en
predicar, apacentar a los fieles y celebrar el culto divino. En virtud de su participación en
el sacerdocio han de reconocer al obispo como padre al cual deben obediencia.

Los fieles han tenerlos como padre en cristo en virtud del bautismo y por la doctrina. (cf.
1 Co 4,15; 1 P 1,23), por ultimo los diáconos son servidores del pueblo de Dios en cuanto
a la liturgia, de la palabra y de la caridad.

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