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Perros enfermeros

Entrenamiento de un perro para cuidar a un enfermo.

Por el Dr. Leonardo Zaca Robles

Responsable: Dr. Leonardo Zaca Robles

Con colaboración del colegio de perros guía, Buscanino S.A y de los instructores Jacobo
Zabala Núñez y Ezequiel López Grimaldo.

Materiales requeridos:

Un perro de raza chica o mediana, una correa y Recompensas.

Introducción

Conociendo el efecto que han producido los monos capuchinos en algunos enfermos, se
ha llegado a cambiar la vida de algunos pacientes, tanto por el cuidado efectuado por los
monos, como por el efecto producido hacia los enfermos.

Tratando de emular dicha circunstancia se comenzó el entrenamiento de un perro de raza


mediana, para que proporcionara cuidados básicos en un enfermo de parálisis parapléjica
de la sección baja, (piernas).

El enfermo no cuenta con la capacidad de recoger artículos, y mover cosas de mediano


peso a lugares específicos así como abrir y cerrar puertas.

Entrenamiento

El canino que se comenzó a entrenar reduciendo su ansiedad colocándolo en la calle, y


acostumbrándolo mediante órdenes a mantenerse calmado; al momento de ponerse
ansioso, se le hacía una amonestación (castigo), lanzándole un chorro de agua, sin que se
percate de la dirección.

Al cabo de una semana, el animal ya no buscaba problemas con los demás animales y controlo el temor ante los automovilistas.

Comenzando el entrenamiento, se le pedía al perro que acercara los objetos como mochilas, periódico, y los frascos de leche al
lugar asignado para ello.

Al momento de completar una acción se le recompensaba con un premio que le causara un placer especial, como un trozo de
tocino reduciéndose en forma paulatina las recompensas, haciendo que realice las actividades mediante órdenes.

Se le pidió al perro que abriera una puerta, y al cabo de un día, dominó la tarea, recibiendo una recompensa al momento de
lograrlo.

El perro ha respondido en forma aceptable ante el cuidado del enfermo, y ha desarrollado una especial sensibilidad a las
necesidades del enfermo.

En un lapso de seis meses, se logró ingresar u total de 225 tareas distintas, que podían tener un servicio positivo para el enfermo.

Al cabo de un lapso de 30 días posteriores al ingreso del perro en la vida del enfermo, solo se ha reportado un pequeño incidente
al desconocer a los visitantes que llegaron al departamento del enfermo.

La convivencia del enfermo con el perro, ha sido bastante buena, convirtiéndose en una compañía.

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