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• 1 complejo de castración es un

conjunto que reúne la teoría sexual


infantil relativa al sexo femenino es
decir, la diferencia entre los sexos

encarada desde el punto de vista
anatómico con sus consecuencias psíquicas: la
madre como ser castrado, el padre como
castrador , la escena primitiva (como escena de
-"""'
castración de la madre por el padre), las defensas
re
suscitadas por la angu~tia de castración
(represión, negación, clivaje), los síndromes
electivos suscitados por la organización psíquica Paldós Psicología Profunda
elaborada más o menos directamente alrededor •

d~ esta angustia: homosexualidad, fetichismo, etc.


1

Ven1os entonces que se trata de un con1plejo de



representaciones preconscientes e inconscientes y de
afectos conscientes o inconscientes, vinculados ·.
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tanto del cotnplejo positivo, que sa11ciona los ..·.~-··


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fantasmas incestuosos y parricidas, que inhibe •


-
todo intento de transgresión y empuja a la
represión y a la renuncia de la realización de los
deseos edípicos, como del complejo negativo, que
en el varón exige la castración imaginaria para ·,
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satisfacer los deseos homosexuales, y en la niña .


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compensa el sentimiento de la castración ... por


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André Green

Psicoloqía

EL COMPLEJO
DE CASTRACION

PAIDOS
Buenos Aires
Barcelona
México
INDICE

'
Título original: Le complexe de castration
Presses Universitaires de France, París, col. "Qué sais - je?" •

© Pres<>es Universitaires de France, 1990 9


Introducción ···············o·························································

Parte I
Cubierta de Gustavo Macri
llu sl ra ·i ón d tapa, dibujo de Plá Narbona SITUACION DEL COMPLEJO DE CASTRACION

l. Aspectos de la castración real: biología y antropología 17


l. Determinismo sexual biológico .............................. . 18
lrt . edición, 1992 II. Breves observaciones sobre la castración en el ani-
In. reimpresión, 1996 mal .......... :................................................................ . 19
lll. La castración real, no ritual, en el hombre ........... . 20
IV. Observaciones sohre la castración real biológica .. . 24
Observaciones sobre la psicopatología sexual ...... . 25
Impreso en la Argentina- Printed in Argentina
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723
V.
VI. La cirugía ritual ...................................... u·············· 27
VII. Castración "natural" y castración cultural ........... . 28

La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, Complejos de castración y de Edipo. Precisiones termi-
idéntica o modificada, escrita a máquina, por el sistema "multigraph", nológicas .................................................. ........................ . 31
mimeógrafo, impreso por fotocopia, fotoduplicación, etc., no autorizada por
lof! ditores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser pre- Naturaleza y cultura: prohibición del incesto y complejo
viam ntc solicitada. ·' de Edipo ........................................................................... . 37
l. Sexualidad natural y socializada .......................... . 37
O opyright de todas las ediciones en castellano
ll. Heridas simbólicas y bisexualidad ........................ . 41

Editorial Paidós SAICF


Dofonsa 599, Buenos Aires Parte 11
J•;di iones Paidós Ibérica SA
EL COMPLEJO DE CASTRACION EN FREUD
Muriuno Cubí 92, Barcelona
•• l. Lo imaginario de la castración ............................... 49
l•:dit,orinl Paid.ós Mexicana SA JT. Primeras captaciones del complejo de castración en
l~uh ; 11 Dudo 118, México
la infancia . .. ..... .. .. . .. ....... .......... .. .. . .. .......... .. .......... .. . 51
111. En el adulto: el neurótico, el psicótico, el artista y el
"salvaje" ante la castración..................................... 53
ISBN 950-12-4102-9


IV. El vuelco: el Hombre de los Lobos y el complejo de
Edipo negativo......................................................... 56
V. La "realidad" de la castración y el sexo femenino 62
VI. El padre de la horda primitiva: un mito fundador y
otros datos míticos ......... ;......................................... 65
VII. Desarrollo de la teoría: complejo de Edipo y com- •

plejo de castración (1923-1926) .............................. 67


VIII. Apertura hacia el masoquismo y la reacción te- INTRODUCCION
, . t"
rapeut1ca nega 1va ··································$················ 72
IX. La angustia de castración y sus precursores ........ . 74
X. La niña y la mujer .................................................. . 84 Sexo proviene de secare, de sexion. El nombre lleva
XI. Ultimas palabras: la roca de la teoría ................... . 86 huella de un corte, el que separa a los dos sexos, y
a una mítica androginia primitiva. Pero la sexion,
castración, taro bién es lo que separa el sexo del cuer-
Parte III La sexualidad humana depende de la acción coordi-
PERSPECTIVAS CONTEMPORANEAS de determinaciones complejas. Diversos factores
, sociológicos e históricos, éticos, familiares y
l. Las fuentes de la teorización psicoanalítica ................... 91
cos entremezclan sus efectos. Sólo en el ám bi-
2. La arqueología imaginaria en Melanie Klein ................. 95 biológico hay que tener en cuenta niveles de activi-
l. El desarrollo sexual en la niña ............ .......... ......... 96 escalonados que dependen de la transmisión ero-
11. El desarrollo sexual en el varón ............................. 102 del desarrollo embrionario, de las secreciones
Nota sobre Winnicott: el elemento femenino puro 107· que intervienen en diferentes etapas del de-
Este último se extiende desde la concepción
3. La fase genital precoz y la fase fálica: la observación la pubertad (en el aspecto fisiológico), y desde la
1
según Roiphe y Galenson ............................. . ,
.................... 111 hasta muy entrada la edad adulta, etapa
l. La sexualidad infantil como motor de desarrollo .. 112 que se pueden observar cambios en la vida sexual
11. El nacimiento de la identidad sexual..................... 113 es de la heterosexualidad a la homosexualidad). Es
III. La fase fálica............................................................ 119 '

imaginar que un deterioro de cualquiera de estos


IV. La masturbación infantil ........................................ 121

o de cualquiera de las etapas que se suceden en
4. La lógica fálica de Jacques Lacan ................................... 125 U mpo bloquea el desarrollo de los procesos necesa-
para que se manifieste la vida sexual, lo que podría
5. La sexualidad femenina y el complejo de castración ..... 133 ilarse a la castración.
••
n embargo, en un sentido estricto, la castración
6. El se ntido del complejo de castración ............................. , 145 iRte en la privación de los medios de reproducción.
modo que se aplica a los órganos sexuales secunda-
Bibliografía ............. .............................................................. 153 .. terminales" de la sexualidad. Puede ser anatómica
ftai ológica o solamente fisiológica. Puede obedecer a

8 9
causas involuntarias (patológicas o accidentales) o in- mediante una teoría sexual infantil, la de la
tencionales (aceptadas, en el caso de los castrados; im- aciüna las mujeres por el padre. Durante mucho
puestas, en el caso de los eunucos). En cuanto a la ci- po atribuye un pene a la madre, a título excepcio-
rugía ritual, consiste en mutilaciones parciales, casi respecto ae otros personajes femeninos de .menor im-
siempre en heridas simbólicas (circuncisión, subincisión, .antes de llegar a la conclusión de que en re-
escisión) que no afectan las funciones reproductivas. tam¡>Oco e a o tiene. La o las hermanas ofre-
Es pertinente recordar que puede concernir tanto al .... a su vista órganos genitales que en un principio
animal como al hombre, al primero mucho más que al percioidos sin e moción gracias a la idea de que allí
segundo. Porque fue practicada desde tiempo inmemo- más tarde un pene. Pasa un tiempo antes que
rial para lograr un comportamiento más. dócil en cier- 'ta qüe no va a aparecer nunca. En el momento del
tas especies o para mejorar su aprovechamiento. No va- plejo de Edipo, la amenaza de castracwn, negaaa o
mos a aludir a ella más que en los casos en que sea ob- al comienzo, se vuelve psíquicamente efec-
jeto de estudio experimental. El determinismo sexual a partir de esta teoría sexual infantil, ya que el
polimorfo no debe hacer creer que cuanto más afectados lfto teme que la sanción le sea aplicada a él. Dado
resulten los elementos más orgánicos del montaje se- esta amenaza se inscribe como acabamos ·de ver-
xual, más su·s consecuencias se traducirán masivamen- - en el marco de las relaciones edípicas que incluyen
te a nivel psíquico. La castración real tiene más efec- fratría, la madre y el padre, se constituye un comple-
tos no directamente sexuales que sexuales. de castración, estrechamente vinculado con el comple-
Lo que Freud describe como complejo de castración d Edipo.(La mayor parte de las veces asistiremos a
es un descubrimiento enteramen e nuevo. Se trata de peración, a la destrucción en realidad, del comple-
una formación psíquica, nacida del desarrol1o de la se- d Edipo, que sucumbe a la represión. sta etapa con-
xualidad infantil, del deseo que ésta provoca y de sus 'rá a la génesis del superyó; éste sustituirá al com-
consecuencias en la imaginación infantil. A veces es pre- o de castración y sus consecuencias) La amenaza de
cedida ocurría sobre todo en otro tiempo de una tración, cuando surte efecto, genera una angustia de
amenaza proferida por la madre o uno de sus sustitu- cuyas consecuencias serán más o menos
tos (niñera, goliernanta) para intimidar al niño e inci- nas según las relaciones que ella entable con un
tarlo a renunciar al placer autoerótico. Sin embargo, más o menos riguroso. El superyó tendrá que
aunque la amenaza provenga de las m{¡jeres, a eJe-cu- rse cargo de la mencionada amenaza y presionará
ción de la sanción se atribuy,e a los hombres: el padre, scientemente sobre el yo. Si persisten los deseos
el doctor, etc. Para el niño, la conciencia de la diferen- ibidos, la angustia de castración desempeñará su
cia entre los sexos se instaura prin cipalmente en un mo- de señal disuasoria en todas las oportunidades en
mento dado en función de la percepción de la presencia r( nazca la tentación de transgredir. Hay que des-
del pone (en el varón) o su ausencia {en la niña). Se con- r que, conscientemente, la angustia será experimen-
vierte en tema predominante (junto con el del nacimien- Min que su causa o su objeto explícito sea la cas-
to de los niños) de la curiosidad sexual, que busca una lón. Sólo el análisis permitirá relacionarla con ese
-
explicación para esta diferencia anatómica. El varón la nido infantil reactivado. Si tenemos en cuenta la

10 11
función capital del desplazamiento, las extensiones de Por último, cabe preguntarse sobre la semántica de
la angustia de castración le dan un campo de acción muy este fantasma de castración. ¿Hay que darle al comple-
amplio y pueden ser responsables de la génesis de mu- jo de castración su significación literal o atri uirle af
chos síntomas e inhibiciones, principalmente del orden concepto escrito por Freud un alcance -metafórico, in- -
de la neurosis y la perversión. En los demás casos, la e uso antro ológico gue haría de! a castración el signi- -
angustia de castración, aunque presente, está engloba- -
ficante de una categoría más amplia, abarca 'dora de es-

da en otras angustias que oscurecen su papel. tados tan diferentes como la separación, la incompletud -
Esta problemática fundamental descubierta por o· a alta? De modo análogo, ¿hay que coñsiderar a la -
Freud y que la inmensa mayoría de los psicoanalistas angustia de castración como la forma más diferenciada
admiten (aunque relativizándola), exige en la actualidad de angustias más antiguas, más profundas, más exten-
algunas observaciones. Ante todo es digno de señalar el sas, que harían de ella un producto tardío y de alcan-
hecho de que sólo hemos podido abordar la problemática ce limitado, o bien es en cierto mono un elemento cons-
de la castración a través de una exposición histórica, titutivo del deseo humano, que ilumina a posteriori toda
- genetica, que la vincula con la sexualidad infantil. Lue- forma de angústia? ¿Se puede hablar de castración
go, es preciso aestacar que la castración es un producto simbólica? Una reevaluación contemporánea debiera es-
funda:mélíta mente imaginario, organizado en red. Tu- orzarse por responder a estas preguntas, confrontando
vimos que mencionar sus elementos para que se mani- el descubrimiento de Freud con los desarrollos que le
festaran los vínculos entre amenaza, angustia y comple- dieron sus sucesores.
jo de castración. La simple lectura de esta introducción permite hol-
Sin embargo, esta exposición suscita algunas pregun- gadamente medir la distancia que separa los aspectos
tas. Por una parte plantea el problema de las diferen- de la problemática de la castración real de los descubier-
cias de desarrollo de la sexualidad infantil en la niña tos por Freud. También debemos tener en cuenta que
y en el varón. L"as ideas de Freud, excesivamente deter- esta distancia no es sólo la que separa las consecuen-
minadas por el caso de este último: no darían cuenta de cias de las afecciones anatómicas y fisiológicas de los
modo suficiente de las particularidades específicas de la órganos reproductivos de (para decirlo con las mismas
niña, sólo indirectamente afectada por la problemática palabras que utilizó Freud como título de uno de sus
de la castración. artículos) las consecuencias psfquicas de la diferencia se-
Además, el vínculo selectivo de la angustia de cas- xual anatómica. Porque la especificidad del psicoanáli-
tración con la neurosis lleva a preguntarse sobre el lu- sis es la referencia al psiquismo, y lo que es más, in-
gar y la función del complejo de castración en las demás consciente.
entidades clínicas, incumban o no al psicoanálisis. ¿Hay
que hacer intervenir simplemente fijacio.nes pregenita-
les o "precursores" (orales o anales) del complejo de cas-
tración, o hay que considerar paradigmas fundamental-
men~ diferentes? ¿Cuáles serían entonces las relacio-
nes de esos paradigmas con el complejo de castración?

12 13 •


Parte 1
Situación del complejo de castración

• •



1. ASPECTOS DE LA CASTRACION REAL:
BIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA

Antes de referirnos a Freud, diremos que la castra-


On es ante todo un hecho real. Se la practica desde la
más remota antigüedad para domesticar a los anima-
1
• Algunas sociedades hicieron de ella una medida de
· para garantizar la castidad de las mujeres,
onfiadas a la custodia de hombres a quienes se con-
··•.•a en eunucos. En la era del desarrollo del conoci-
wiento científico, se estudian las modificaciones que pro-
uce en los animales la ablación experimental de sus
órganos genitales. En el hombre, la patología realiza una
de experimentación espontánea, sea que la cas-
ración resulte directamente de una afección de los
1
. '
drganos genitales, o que la terapéutica la imponga inelu-
blemente. Por último, las anomalías genéticas deter-
m alteraciones que equivalen a una castración, aun-
en estos casos el cuadro es más complejo.
Cuanto más cercana al hombre es la especie a que
un animal, más se complica la determinación
sexo, y la diferencia entre el animal y el hombre hace

l. En este sentido, recordemos que las experiencias de Pavlov so-


·•
los reflejos condicionados cuyo material experimental era el pe-
o, solían practicarse sobre animales previamente castrados, para
norar el inconveniente de su "reflejo de libertad". Hasta donde co-
' no se han extraído las consecuencias científicas e ideológicas
condicionamiento.

17 •

más ostensibles ciertas diferencias fundamentales e El individuo privado de gónadas (condición patológica) o
irreductibles que tornan muy compleja la interpretación uya gónada (en estado normal ) segrega estradiol, evoluciona hacia
de las consecuencias de la castración. . el aexo femenino. El sexo masculino se obtiene por intervención de
A todas las circunstancias que pueden llevar a una un testículo virilizante después de los primeros meses (sexo hormo-
castración, hay que agregar una que es privativa de la nal). La testosterona segregada por los testículos inhibe el esbozo del
especie humana: la castración voluntaria y ardiente- vacto genital femenino y desencadena el crecimiento de las estruc-
'uras anatómicas de la masculinidad (sexo anatómico). Una feminis-
mente deseada de los sujetos transexuales, varones Y ta dirá: el sexo primordial es el femenino, la masculinidad es sólo
mujeres, que tienen la convicción absoluta de ser erro- una rama secundaria. Un machista dirá: la mujer es un ser incom-
res de la naturaleza y de pertenecer en realidad al otro pleto, el hombre es aquel que prosigue su evolución reprimiendo su
sexo. Hay que agregar también que el deseo de despo- femineidad y completando su recorrido hasta alcanzar la meta de la
jarse de los atributos anatómicos del propio sexo va masculinidad. Son sólo fantasmas proyectivos que interpretan cada
cual a su manera una realidad muda. La testosterona es indispen-
acompañado del deseo complementario de poseer los del aable al desarrollo masculino, mientras que la femineidad puede de-
sexo opuesto. En esos sujetos, la castración es sólo la eta- aarrollarse sin estradiol. En el momento del nacimiento, médicos y
pa negativa, necesaria pero no suficiente, que precede padres reconocen el sexo del recién nacido, y le atribuyen uno, que
a la etapa positiva del cambio de sexo, con el cual se rec- declaran en el registro civil. En el curso . de la infancia la criatu-
tifica por mano del hombre el error cuya responsabili- ra se reconoce niña o varón a través de la vivencia que tiene de
dad incumbiría a la naturaleza. Plantean problemas psí- au cuerpo y de su identidad; asimismo es reconocida por los demás
como tal. Después de los primeros tiempos que siguen al nacimien-
quicos, legales y éticos que los colocan aparte. to, la secreción hmmonal no produce manifestaciones visibles has-
ta la pubertad (caracteres sexuales secundarios). Sin embargo, el
comportamiento es sexualizado mediante la impregnación hormonal
l. DETERMINISMO SEXUAL BIOLOGICO del cerebro.

-
La castración a que se refiere el psicoanálisis es una castradQu-
imaginaria. Para aiferenciarla bien, recordemos aunque sea breve- II. BREVES OBSERVACIONES SOBRE
mente los datos de la biología relativos al problema que nos ocupa. LA CASTRACION EN EL ANIMAL
En el punto de partida, un sexo cromosómico. Un par de cromosomas
masculinos XY se mezcla con un par áe cromosomas femeninos XX En el caso de una impregnación cerebral por la testosterona, ésta,
para formar, después de eliminar a uno de los elementos de cada par, antes de actuar sobre el cerebro en el sentido de la masculinización,
el par XY o XX que determina el sexo del individuo. Señalemos sin tiene que transformarse en estradiol. En los gatos, la castración pro-
embargo que se han descrito anomalías infrecuentes de mujeres por- duce efectos diferentes según la edad en que se la practique. Lleva-
tadoras de cromosomas XY, de hombres portadores de cromosomas da a cabo antes de la pubertad, deja sólo la posibilidad de amagos
XX, y de hermafroditas portadores de cromosomas XX. Pero estas de comportamiento sexual, mientras que el adulto castrado seguirá
anomalías son susceptibles de interpretaciones que ponen en eviden- presentando erecciones, reacciones de acoplamiento, con apareamien-
,
cia la función central del cromosoma Y, ya que aun en el caso de hom- to y eyaculaciones, durante mucho tiempo después de la operación,
bres XX se ha demostrado la presencia de fragmentos de ADN pro- aunque con menor frecuencia. Esa actividad persistirá incluso des-
cedentes originalmente del cromosoma Y. pués de la ablación de la corteza suprarrenal, responsable de la se-
Castrado durante su vida uterina, un feto al nacer será de sexo creción de andrógenos.
femenino . El sexo cromosómico responsable de la formación de las La inyección de andrógenos en el gato castrado producirá un re-
gónadas lleva a éstas a diferenciarse en ovario y testículos (sexo torno al comportamiento habitual anteriÓr a la castración. En el gato

18
19 •
intacto no tiene efectos en el desempeño sexual, e incluso puede pro- En el hombre: hipogonadismos y tumores
vocar, por retrocontrol, un efecto inverso . .2 . · · · · a) No puede haber castración a nivel del sexo cromosómico.
Se han realizado experimentos en animales sobre las consecuen- Ningún sujeto nace asexuado. En cambio, existen estados intersexua-
cias de la inyección de hormonas masculinas o femeninas en hem- leR que pueden provocar hipogonadismo (síndrome de Klinefelter, tri-
bras preñadas y en recién nacidos. Si s·e inyectan hormonas mascu- IOmía XXY, anomalía gonosómica XYY). En los casos de "sobrecar-
linas, las crías hembras dan seudohermafroditas con cambios netos ¡ a femenina" (XXY), el cociente intelectual medio está comprendido •

en el sistema nervioso central. En el curso de los períodos críticos entre .55 y 84, y la afectividad es depresiva con inhibición, astenia
existe una sensibilidad' particular. Si el "medio hormonal" se modi- y pasividad. En los casos de "sobrecarga masculina" (XYY) se regis-
fica en determinados períodos, la maduración puede desarrollarse tran sobre todo comportamientos antisociales.
'
según una doble potencialidad. Una rata macho castrada al nacer Vemos pues que la sexualidad resulta menos afectada que el con-
presentará reacciones sexuales de hembra si se le inyectan estróge- junto de la personalidad.
nos y progesterona, y reacciones sexuales de macho si se le inyec- b) En los casos de hipogonadismo primario por agenesia goná-
tan andrógenos. Pero si la castración se produce diez días después dica que crea las condiciones de una castración prepuberal,_el cua-
del nacimiento, desaparece la potencialidad femenina. dro es el del eunuquismo, con atraso del creómiento y ausencia de ·
Se ha defendido la idea de que coexisten en cada individuo un caracteres sexuales secundarios por falta de desarrollo de los testícu-
sistema nervioso central masculino y otro femenino (Young y cola- los. Psíquicamente hay manifestaciones de la personalidad que do-
boradores; citado por Stoller). Recordemos que el comienzo y el fin minan el cuadro: apatía, sumisión, infantilismo sin interés real por
de la fase REM del dormir (fase de movimientos rápidos de los ojos), la sexualidad. La inyección de andrógenos provoca una sexualidad
testigo de la fase paradójica que acompaña a los sueños, coinciden "artificial", "el sujeto se refugia en fantasías sin posibilidades rea-
con una erección en el 95 % de los sujetos. La referencia a la expe- les de satisfacción, con reacciones ansiosas y suicidas". 3
rimentación con animales tiene por lo menos el mérito de mostrar- e) En los casos de hipogonadismos secundarios debidos a una in-
nos, incluso a ese nivel, la complejidad de las interacciones que de- suficiencia de estimulinas que activan las funciones libidinales y re-
ter.ninan un comportamiento sexual relativamente simple. Todos 1os productivas de los testículos (eunucoidismo hipogonadotrófico), en los
autores serios recomiendan prudencia cuando aparece la tentación que las manifestaciones de la pubertad están ausentes, el cuadro es
de pasar por alto las diferencias que existen, entre el animal y el hom- el mismo que en los eunuquismos primarios. En menor grado, el at:a-
bre. Sin embargo, a menudo se trata sólo de precauciones oratorias so puberal se refleja sobre todo en la persistencia de un carácter In-
o cláusulas de salvaguardia con las que se intenta camuflar convic- fantil.

ciones no expresadas de los científicos. ., d) En los hipogonadismos hipogona.dotróficos (insuficiencia de
secreción de gonadotrofinas) asociados o secundarios domina el in-
fantilismo. Recordemos el clásico síndrome adiposo genital que aso-
III. LA CASTRACION REAL, cia el infantilismo genital con una obesidad feminoide.
NO RITUAL, EN EL HOMBRE e) Las tumores testiculares: su acción destructora produce en el
adulto estados de "desvirilización", mientras que en el niño provo-
1. La patología. Realiza una suerte de experimenta- can una virilización precoz. Desde el punto de vista psíquico, la se-
ción natural cuyos efectos se observan principalmente xualidad no se anticipa, a la inversa de la agresividad, que da lu-
gar a manifestaciones antisociales.
en el hombre, pero también en la mujer, según el nivel
de las lesiones. .
3. F. Peigne y P. Mazet, "Troubles mentaux et glandes sexuelles",
Encyclopédie médicochirurgicale, Psychiatrie, vol. 11, 37640 K 10, al
2. J. M. Vidal, Encyclopédie de La Pléiade, Psychologie, 1987, págs. que debemos mucho para la redacción del capítulo sobre la "Patología

160-228. humana" .

20 21

2. Castraciones accidentales o quirúrgicas. Recorde- mente solubles, los del estado civil lo son mucho menos.
mos las consecuencias de la castración de los perversos Algunos países aceptan el cambio de estado civil en cier-
sexuales o los enfermos, con fines de esterilización. Las tas condiciones (celibato, esterilidad, tener la naciona-
observaciones son contradictorias y no permiten ningu- lidad de un país que autorice el cambio); otros ignoran
na conclusión. el problema o lo dejan librado a la jurisprudencia. Sea
Queda el caso particular de la transexualidad. Está como fuere, se admite que la determinación cromosómica
claro que los problemas psíquicos de la transexualidad del sexo no basta para rechazar esta demanda. En suma,
se sitúan en relación con el síndrome psicopatológico an- el sexo es dado por la naturaleza, reconocido y declara-
terior a la intervención. Los verdaderos problemas de la do a la sociedad por los padres, y autentificado por la
transexualidad conciernen al estado psíquico que impul- vivencia del sujeto. Este último término puede tener un
sa a la búsqueda de la castración quirúrgica. Si bien en poder que los otros dos no le reconocen. En suma, des-
los "verdaderos" transexuales la intervención trae un pués de la elección del sexo del hijo por los padres en
alivio real, los datos no son fáciles de interpretar. Por el momento de la concepción (a través de la manipula-
una parte, faltan documentos referidos al envejecimien- ción genética) vendría la elección del sexo por el sujeto
to de los transexuales. Por otra, la complejidad de la se- mismo. Porque la menor de las paradojas de esta situa-
xualidad humana lleva a situaciones paradójicas: un ción es que, aunque los psiquiatras consideran enfermos
transexual hombre después de la intervención puede a los transexuales (enfermos que pertenecerían menos
verse llevado hacia una homosexualidad "femenina". Por a la categoría de los desviados sexuales que a la de los
último, la experiencia ha permitido comprobar que al delirantes), estos últimos no se sienten afectados por en-
lado de estructuras rígidas sostenidas por una convic- fermedad alguna. Pero así suele ocurrir en los casos de
ción casi delirante en aquel en quien la intervención pro- delirio como "represión de la realidad". Se invocará sin
voca alivio, hay sujetos cuya tran~xualidad es una ma- duda al carácter normal de estos sujetos para contrariar
nifestación engañosa. _En estos casos, la intervención esta afirmación. Esto es verdad macroscópicamente,
suele ser seguida por una exacerbació}l de las manifes- pero la psiquiatría conoce desde hace mucho tiempo es-
taciones ansiosas y depresivas que pueden llevar al sui- tos estados, denominados de "delirio en sector".
cidio. De allí la necesidad de indicaciones muy estudia-
das, que plantean delicados problemas legales. En la mujer. La diferencia entre los sexos se mani-
La descripción de la transexualidad pone en primer fiesta aquí en toda su amplitud. Este capítulo se circuns-
plano un considerable malestar por pertenecer a un sexo cribe a la castración ovárica, que no va acompañada de
que no es vivido como propio. Si bien se adoptan la psi- ninguna modificación aparente de los caracteres sexua-
cología, los gustos, la disposición de espíritu del sexo les secundarios. Implica modificaciones variables y me-
opuesto, la sexualidad propiamente dicha es pobre. Hay nores, casi siempre relacionadas con la repercusión psi-
una obsesión por librarse de los atributos sexuales. En cológica de la situación más que con el efecto biológico
el varón, el sujeto espera que el cambio de sexo le apor- directo. Asimismo las modificaciones consecutivas a la
te las satisfacciones sexuales que le faltan. Se compren- histerectomía obedecen a su impacto sobre la psique.
de que aunque los problemas quirúrgicos son técnica-

22 23

IV. OBSERVACIONES SOBRE que la castración produce en la libido masculina y
LA CASTRACION REAL BIOLOGICA libido femenina.
En los dos sexos los responsables del deseo sexual
Un vistazo a las enseñanzas de la patología no tie- on los andrógenos, y el deseo sexual en la especie hu-
ne sólo el mérito de permitirnos apreciar la distancia mana es independiente de_ las vicisitudes de la re-
que media entre los efectos de la causalidad biológica producción.
y los de la causalidad psíquica. Permite también desta-
car algunos puntos dignos de interés.
N os parece que estos datos confirman la distinción V. OBSERVACIONES SOBRE LA PSICOPATOLOGIA SEXUAL
que hacía Freud entre sexualidad y genitalidad. En efec-
to, el estudio de los hipogonadismos en su conjunto nos Nos vamos a limitar a algunas observaciones referi-
muestra que las consecuencias sexuales en sentido es- das a los estados intersexuales, la transexualidad y la
tricto son poco acentuadas, poco específicas, y máSoien homosexualidad.
secun arias en relación con los trasto rnos ae a perso - La determinación del sexo en múltiples niveles, que
na úla . Podríamos pensar entonces q ue los trastornos van desde el sexo cromosómico hasta la instauración de
1 ama os sexuales corresponden a lo que los psicoana- una identidad de género, ha permitido observaciones fe-
listas denominan genitalidad, mientras que los trastor- cundas. En los estados intersexuales, a partir de la obra
nos característicos de la personalidad (apatía, inercia, de Money y Hampson, y más tarde de Stoller, se ad-
sumisión, infantilismo, etc.) entran en la categoría que mite que la identidad de género depende exclusivamente
los psicoanalistas denominan sexualidad, y traducen un de la convicción de los padres (más o menos fundada
debilitamiento simultáneo de la libido objetal (desin- la realidad anatómica) y de la actitud que adoptan
terés sexual) y la libido narcisista. ante el niño durante los dos primeros años de vida. Sin
No sería arbitrario asimilar los estados psíquicos pro- bargo, Stoller refiere también ejemplos en contra-
pios del hipogonadismo a las características de persona- rio (raros) en que la intuición de la criatura (funda-
. '
lidad de quien padece una acentuada angustia de cas- da en su vivencia corporal) prevaleció tanto sobre las
tración. N o es que quepa concluir que la angustia de cas- apariencias anatómicas engañosas como sobre la percep-
tración pueda vincularse con una perturbación biológica ción paterna que determinó una atribución de sexo
que nada autoriza a sostener. Por el contrario, sería más
lógico pensar que la inhibición sexual (incluso la de- En lo que concierne a la transexualidad, recordemos
sexualización) de origen meramente psíquico produce que ningún dato biológico corrobora la convicción que
manifestaciones psíquicas comparables con las que ge- tiene el paciente de ser un "error" de la naturaleza. Sto-
nera el hipogonadismo. ller, que circunscribe la transexualidad al sexo mascu-
Sea como fuere, resulta evidente que el -·campo de lino, describe una constelación específica donde se com-
acción de la sexualidad biológica se extiende más allá binan los efectos de los deseos inconscientes de la ma-
del ámbito de la sexualidad propiamente dicha. Esto jus- dre de que su hijo pertenezca al sexo opuesto, con la pro-
tifica el apelativo de psicosexualidad que debemos a los longación de la relación fusional del niño con ella y el
psicoanalistas. Observemos además los efectos diferen- trastorno que sufre la madre en cuanto a su identidad

24 25 •

de género. Sin embargo, algunos autores consideran de- extendidos en el tiempo. De hecho, la castración
masiado restrictivos los criterios de Stoller. los psicoanalistas lo que llaman complejo de
En cuanto a la homosexualidad masculina, se ha in- tración no tiene nada en común con las descripcio-
es de la castración real.
tentado atribuirla a una insuficiencia en la secreción de
testosterona en el feto y el bebé en relación con una ma- Esto no significa sin embargo que la teoría freudia-
dre estresada. El neurobiólogo J. D. Vincent pone en na prescinda de la base biológica. Su fundamento sigue
duda estas afirmaciones y adhiere a la hipótesis de la la teoría de las pulsiones, y Freud nunca dejó de
idea de género. En lo que concierne a la concepción psi- que las pulsiones, aunque pertenecen al psi-
coanalítica de la homosexualidad, escribe: ''No hay en la quismo, están ancladas en lo somático "de una forma
desconocida para nosotros".
actualidad, que sepamos, una teoría más satis~actoria
para dar cuenta de las interacciones entre la bisexua-
lidad del niño y su entorno afectivo". 4
VI. LA CIRUGIA RITUAL
La observación de los niños permite defender la idea
de que su comportamiento varía según el sexo ya des-
de el nacimiento (cosa que saben todas las madres). Más Otra fuente de observaciones rica en enseñanzas so-
interesante es la observación de Schaeffer y Bayley aún bre la castración real es la castración que se realiza con
no confirmada por otros autores, según la cual el gra- ft nes religiosos. Hablamos aquí de cas.tración en el ple-
do de actividad de los varones durante los primeros me- no sentido del término, y no de prácticas en las que se
ses de vida está directamente relacionado con el modo ha querido ver equivalentes simbólicos de ella (circun-
como la madre se ocupa de ellos, mientras que desde este cisión, subincisión). Esta práctica aparece relativamen-
punto de vista la niña se desarrolla con mayor indepen- te tarde en la historia, y en el contexto de religiones ela-
dencia respecto del comportamiento de su madre. ~ . boradas que nada tienen de "primitivo". Se trata, por
Cabe concluir recordando que, al ,ser la determma- otra parte, de autocastración, a diferencia de los ritos
de iniciación que tienen lugar en las sociedades llama-
ción del sexo la identidad de género, el resultado de una
das primitivas.
integración ~scalonada, que hace intervenir no sólo di-
versos aspectos del funcionamiento biológico (cro-
Importa menos señalar que se originó probablemente entre los
mosómico, hormonal, cerebral) y psíquico (percepción del hltitas y se difundió primero entre los semitas y más tarde en Asia
sexo del niño por sus padres, deseo inconsciente de los Europa, que hacer notar su estrecha relación con los cultos que ce-
padres), sino también diferentes períodos de la exist~n­ a la Diosa-Madre. En un principio su finalidad oficial era
cia (prepuberal y pospuberal), el concepto de ~astr~c1ón omplacer a la divinidad materna. 6 Aparentemente es ante todo au
real se dirige a determinismos escalonados, diversifica- toaacrificial. Sin embargo, en la mitología del Antiguo Egipto, como
también en los monumentos de la época, es el castigo que los ven-

edores infligen a los vencidos para despojarlos definitivamente de
4. J. D. Vin ce nt, Biologie des passions, Ed. Odile Jacob, 1986, pág.
.
284. 6. Al menos es la opinión de Bettelheim , a quien debemos mucho
5. Más adela nte daremos cuenta de datos recientes, obtenidos me- n la redacción de este capítulo. Véase Les blessures symboliques,
diante la observación , relativos a la e:ristencia de una fase genital pre- trad. fr. de C. Monod, Gallimard, París, 1971, págs. 108-112.
coz entre los 15 y los 24 meses.

26 27

su potencia viril. En la Edad Media y entre los germanos reapare- el problema de las relaciones entre lo manifies-
cerá como sanción (ejemplo de Abelardo). y lo latente. No es fácil comprender el sentido de la
u\,;. ón para complacer a la Diosa-Madre. ¿Por qué
La producción de eunucos no estaba destinada exclu- -- s afirmar
sivamente a servir sin riesgo a las mujeres de los ha-
predominio femenino-maternal de un umverso ente-
renes sino también a satisfacer los deseos homosexua-
feminizado, es decir; sujelo a la ley maternal?-
les e' incluso caníbales, de sus dueños (en las Antillas
es , -
los' eunucos eran cebados antes de consumirlos). Más
1 - con elo rgasmo femenino que supuestamente si- _
-
que la referencia a un padre castrador, parece prevale-
asexuar o cfe so-
cer la referencia a una madre castradora, para explicar la desvirilización? ¿Es preciso ver
por ejemplo las exigencias de castración de las Diosas- estos cultos de las Diosas-Madres etapas "anteriores"
Madres en la mitología hindú y en algunas sociedades los cultos de los Dioses masculinos, o contextos dife-
matriarcales (especialmente entre los trol:ir1an eses . ?•
'Eñi re os sacerdotes de Cibeles la automutilación con- Estas preguntas desbordan ampliamente la pro-
cierne a los dos sexos, aunque es más importante en los . clínica planteada por el complejo de castra-
hombres. Es de destacar que la autocastración se rea- y necesitan de un examen más profundo antes de
lizaba en una atmósfera orgiástica, como si el cambio de
respuestas. Sea como fuere, al parecer son los
sexo hacia la femineidad significara el acceso a un goce
de la virilidad haya que suprimirlos o por el
su erwr. Pensamos aquí en el ito de Tiresias y en la
· exaltar su poder los que quedan en el cen-
desproporción que indica entre el goce masculino y el
del cuestionamiento.
goce femenino, atribuyendo a este último el ser nueve
No obstante, si bien la teoría freudiana no deja de
veces más profundo. sus bases biológicas a través del arraigo car-
de las pulsiones, esas fases no podrían pretender
prioridad en relación con su polo complementario:
VII. CASTRACION "NATURAL" Y CASTRACION CULTURAL
del arraigo del individuo en la cultura y, más específi-
en los aspectos religiosos de la cultura. ¿El
No deja de sorprender la riqueza semántica de estos bre como "animal religioso" antes que como animal •
e_ datos antropológicos e históricos i se piensa en la po- lítico? ¿El demonio y lo divino serían dos aspectos de
breza correspondiente a las manifestaciones patológicas.
m1sma realidad o dos ramas con un tronco común?
Los primeros están separados de las segundas por toda
1 complejo de castración es un caso privilegiado para
la densidad de lo simbólico y lo imaginario.
estas cuestiones.
A esta riqueza semántica responde también una
apertura interpretativa que deja muchos enigmas, si no
sin respuesta, al menos sin una respuesta de interpre- •
tación unívoca. En efecto, desde el momento en que re-
paramos en comportamientos cuya explicación se vincu-
la a una causalidad antropológica, esto es, psíquica, se

28 29


l. COMPLEJOS DE CASTRACION Y DE EDIPO,
PRECISIONES TERMINOLOGICAS

Dado que el término "complejo" suele asociarse tan-


con Edipo como con la castración, conviene precisar
significado. Cabría sostener que el empleo de este tér-
u ' en los orígenes del psicoanálisis traduce en el cam-
psicopatológico una preocupación análoga a la que en-
en otras disciplinas, y que remite a los tér-
de conjunto o de grupo.
La idea general subyacente es que donde se trata de
lejo, aun cuando se aluda sólo a uno de sus rasgos,
significación de ese rasgo aislado, parcial, no tiene
:tacier·o sentido sino en relación con el conjunto de los
rasgos que componen el complejo, dado que esa
u;C:11.aón está subordinada al sentido inducido por la
::wn global que define al complejo como tal.
Así la amenaza o la angustia de castración es par-
integrante del complejo de castración.
Este es un conjunto que reúne la teoría sexual in-
(Dntil relativa al sexo femenino es decir, la diferencia
los ·sexos encarada desde el punto de vista
tórnic con sus consecuencias psíquicas: la madre
ser castrado, el padre como castrador , la esce-
-· na primitiva (como escena de castración de la madre
el padre), las defensas suscitadas por la angustia

castración (represión, negación, clivaje), los síndro-
mes electivos suscitados por la organización psíquica
más o menos directamente alrededor de esta

31

angustia: homosexualidad, fetichismo, etc. Vemos en- infantil. Se refiere a objetos plenamente constituí-
tonces que se trata de un om leja de representaciones la madre y el padre, que perdieron la cualidad que
p,reconsdentes e ~neen-sG ientes y de_afgctos consc~entes o lían en otro tiempo de ser objetos parciales, es decir,
inconscientes vinculados entre sí, de modo que cuando relación con las zonas erógenas, y por consiguiente
~no de ellos se ve activado en el mundo exterior o in- del todo independientes del sujeto. Padre y madre son
terior los otros lo están por contigüidad e inferencia Y ncebidos como diferentes pero no como hombre y mu-
llam~ a un desencadenamiento de señales que advier- en el sentido pleno del término, dado que su sexo está
ten del peligro para impedirles el desarrollo (angustia caracterizado por el pene y la vagina que por el
señal o acrecentamiento de las resistencias). Entonces y su ausencia. Sin entrar en detalles por el mamen-
se traba un combate entre las mociones psíquicas sobre- recordemos que la estructura del Edipo es particu-
investidas y las reacciones de contrainvestimiento que :;ute rica. A saber, que implica un aspecto positivo
<

impiden su entrada en la conciencia. to es eto de un


Ya hemos señalado que los contextos donde aparece mientras que el padre m1smo
la referencia a la castración (amenaza, angustia) deben ~ sen
interpretarse a la luz del conjunto denominado comple- para cambio,
• jo de castración . el aspecto negativo- del complejo es el padre del mis-
sexo el que suscita un apego tierno, mientras que
Los complejos-se-llaman mutuamente y anudan relaciones entre paore del sexo a:Questo es ob'eto de rivali . s.en-
eJlos. Algunos pueden superp?nerse y com.partir as_í un te:Titori ~ '"u ~utas hostiles. Sin embargo, estos dos aspectos, po-
común y otros ser sólo subconJuntos de conJuntos mas amphos. As1 tiva y -negativo, no se neutralizan, porque la evolución
el complejo de castración uede considerarse como J>arte del comple-
jo de Edipo. En efecto, la prolongada dependencia de l~ ~riatura hu-
rmlal del complejo se cumple hacia la heterosexuali-
mana avorece y aun vuelve inevitable el apego del mno a sus ob- , es decir, el complejo positivo. Cabría decir, para-
jetos primarios, ::E-ego ne~esa~~mente _s~xua~izado por el pri~e..f flo- :111llu a la genética, que el complejo bifronte impli-

recimiento de l~exualidad infanfiLaJ a q.ue'responde la sexualidad, un aspecto dominante y un aspecto recesivo.


así sea reprimida o inhibida, de los ob'etós p_rimarios, que son los El complejo en su plenitud está constituido pues por
padres. La fijación responde a _satisfacc_iones especialme.nte inves-
tidas de las zonas erógenas, cada una de las cuales es ebJeto de an-
aspectos: uno positivo (o heterosexual) y otro nega-
clajes eñ relación con os estadios de desarrollo que describe el psi- (u homosexual), y por la fuerza recíproca de esos dos
coanálisis (oral, anal, fálico ). Son gradualmente abandonadas para )mJJ 1entes. ormalmente ambas caras, la positiva y
dar cabida a las que las siguen en la secuencia de desarrolW. Cuan- negativa,...so "destruidas" por la represión. Sólo sub-
"'·' (k:{ do se produce un trauma, o el conflicto se agudiza, 1a_ regres~ón ob: i- vestigios de las dos caras y, como se comprenderá,
) o 4'ga a la_libido~a....Yolyer a fijm;io..oe~ anteriorJl.s para encontrar f> ~tis­ razón de ser queda sin explicación, dado que para eso
)'facciones sustitutas de las satisfacciOI~-~~prohibidas por el conflicto.
•a necesario que el conjunto hubiera eludido la repre-
~ Clt;, ~~ealidad, la libido evoluciona en oleadas suces~vas donde cada
J.:¡.{'"': J.! capa vinculada con una zona erógena se superpone a las otras como puesto que hace falta la figura completa para con-
en un reguero de lava. . , .. 1 sentido.
El coro leja de castra<:_i ón se inserta eii Ell_ complejo
· El complejo de Edipo es la coronación de la sexua- Edipo, del que forma parte. Resulta tanto del coro-
- -

32 33 •

plejo positivo, que sanciona los fantasmas incestuosos y
parricidas, que inhibe todo intento de transgresión y
empuja a la represión y a la renuncia de la realización
de los deseos edípicos, como del complejo negativo, que
en el varón exige la castración imaginaria para satisfa-
cer los deseos homosexuales, y en la niña compensa el
sentimiento de la castración relativa a la no recepción
del pene del padre por medio de la fijación en la elec-
ción de objeto materno.
,
Sin embargo, hay otro aspecto que es menos valori- segun reco-
zado en las exposiciones sobre el complejo en general y oce Freud, con la fase ca, y se encuentra directa-
el de Edipo en particular. Un complejo no es solamen- lte asociada con la suerte el pene, así como la es-
te una red sincrónica tal que sus elementos se articu- ...........· dad del Edipo es la triangulación, que impone un
lan de modo independiente. Es clásico que al complejo a la sexualidad infantil, la cual conserva sus atri-
se le asigne un lugar en el tiempo. Se lo considera una anteriores pero remodelados por la diferenciación
fase de la sexualidad infantil. Pero este aspecto definido las imágenes parentales.
desde el punto de vista cronológico, aun cuando periódi- Esta superación del complejo lleva al renunciamien-
camente se discuta la fecha de su aparición, plantea el to del ~eseo incestuoso y parricida, a la identificación
problema de las relaciones de la sexualidad infantil con 1111 el nval del mismo sexo, y al fin de cuentas a la acep-
la temporalidad. Por una parte, está claro que el com- de diferir las satisfacciones buscadas hasta la
plejo de Edipo aparece en una fase determinada del de- adulta, después de ceder a las exigencias del su-
sarrollo libidinal. Pero, por otra parte, en las fases Y al des l~zamiento sobre objetos sustitutos, cuyo
denominadas reedípicas (oral y anal) hay p~~ursores •
_de sustituto~escªpa al~ conciencia oebido a la
de la castración. La reflexión de los psicoanalistas, em-
pezando por el mismo Freud, se ha interrogado y sigue Den~minan:os al complejo de Edipo complejo de la
c.:••~
'
interrogándose para captar las relaciones entre las di- dzfer!!_ncw_porque conjuga en sus efectos las peri-
ferentes fases del desarrollo de la libido. N o se tardó en de la diferencia entre los sexos las de la di e-
destacar que el complejo de castración, por ejemplo, las_gener_aciones. De allí su alcance al mis-
podía asimilarse a los resultados del entrenamiento en o tiempo estructural e histórice para la organización
el control de los esfínteres, y se ha hablado de castración deseo humano. Con la ayuda de estas versiones sim-
anal. Por otra parte, Freud dedujo el concepto de "la co- ' ~cadas y esquemáticas se comprenderá la significa-
sita que se puede separar del cuerpo" par,a vincular am- del término "complejo" y su justificación, que nada
bas nociones. Asimismo, las relaciones entre oralidad tienen que ver con el sentido que cobra el término en
y analidad en el marco de las relaciones de objeto par- lenguaje popular y que llevó a Freud a limitar su
cial muestran puntos de superposición. Por último, men-
cionemos la frecuencia de los desplazamientos oro-geni-

34 35
' •
3. NATURALEZA Y CULTURA:
PROHIBICION DEL INCESTO
Y COMPLEJO DE EDIPO

El hecho de que el psicoanálisis haya encontrado


ndantemente en la experiencia clínica las manifes-
del complejo de castración y su vinculación con
piejo de Edipo, exige sin embargo una aclaración.
de haber negado durante mucho tiempo su exis-
a, se ha querido limitar el alcance de la concepción
o.ua. circunscribiéndola a la patología, o bien a las
ciones sociológicas, históricas y geográficas que
,, ...... <= •on su nacimiento. En cambio, Freud seguía de-

endo la universalidad de su descubrimiento contra


to y marea. Si para los modernos éste dejé de pa-
1
por la referencia a esquemas filogenéticos here-
. ' .amente transmitidos, como creía Freud (lo que la
·ca refuta), hoy se indaga cada vez más en una
•u• ·ón cultural indudablemente más implícita que

I. SEXUALIDAD NATURAL Y SOCIALIZADA

abemos el paso decisivo que permitió dar la hipóte-


de Claude Lévi-Strauss sobre la prohibición del in-

como norma de las normas y fun amen o ae la ili-
ciación entre naturaleza y cultura. Pero recorde-
es 1s reanuaa una antigua discusión

37 •
que oponía a psicoanalistas freudianos y culturalistas, recientemente algunos antropólogos (M. Gode-
fueran éstos antropólogos (W. H. Rivers, Seligman, B. F. Héritier, B. Juillerat) retomaron la discusión so-
Malinowski, R. Benedict, M. Mead, A. Kardiner) 1 o psi- diferentes. Para Godelier la prohibición del in-
coanalistas que adherían a sus tesis (K. Horney, C. no encuentra su razón de ser en su función instau-
Thompson, E. Fromm). La aplicación literal de conduc- del intercambio y para crear relaciones de paren-
tas susceptibles de ser relacionadas con el Edipo a las Estas últimas son la consecuencia y no la causa.
tribus primitivas estudiadas por los antropólogos llevó los lazos entre el hombre y la serie animal,
a muchos de ellos a negar la presencia del complejo de esbozos de prohibición del incesto en algunas
Edipo por la inexistencia, por ejemplo, en algunos ca- Sin embargo, la prohibición de relaciones se-
sos, de rasgos represivos en el padre. Esta "psicologiza- entre madres e hijos impuesta por los machos
ción" del complejo abrió un debate basado en malenten- acoplarse con la toma en consideración del maní-
didos. Con Lévi-Strauss la discusión puso fin a una con- interés de los machos por las hembras. Así que son
troversia estéril y confusa. Comenzó a pisarse un terre- rasgos, y no uno solo, los que deben relacionarse. Al
no más firme desde el momento en que el Edipo ya no por las razones de este estado de cosas, Go-
era una cuestión de actitudes psicológicas pasibles de advierte la importancia de hechos ya señalados
vinculación con una estructura que, junto con la prohi- Freud en 1930 (El malestar en la cultura) y que han
bición del incesto, funda las relaciones de parentesco. No a cobrar actualidad gracias a J. D. Vincent: la m u-
cabe duda de que la presentación de las tesis de Lévi- biológica acaecida en la mujer, que ha desvincu-
Strauss en 1949 influyó de manera decisiva sobre Jac- el deseo sexual del celo e instaurado a éste de modo
ques Lacan,_quien propuso una interpretación del com- :;.ute, así como el prolongado período de depen-
plejo de Edipo que ~@<i_ona el_deseo con la le¿r!- y según de la criatura humana. Añadamos a estas obser-
la cual toda satisfacción "natural" de la- sexualidad in-
- que lógicamente habría que incluir la sexua-
cestuosa es rechazada por_ p ohi.Qición pater na. Asi- I.U de la relación entre la madre y el hijo. Indudable

mismo Jacques Lacan refutó la interpretación corrien- caso de la madre (incluso cuando es objeto de re-
te del Edipo como fase de la sexualidad infantil, vien- ' existe también para el niño, gracias a la sexua-
do en él una estructura que opera desde el nacimien- infantil. Así que hay que completar estos datos por
to, transmitida a través del lenguaje, en el que la cria- a un fenómeno que se inscribe en la serie de
2
tura humana está inmersa desde que llega al mundo. Impronta (K. Lorenz) descrita en etología, teniendo
cuenta el contexto humano (amor de la madre) y la
l. Cuyo a nálisis con Freud relató él mismo, en una obra de gran ¡"'''.... simbólica.
inter és: Mi análisis con Freud. El libro podría subtitularse: "De cóm o como fuere, Godelier sostiene con razón que la
un a nali st a genial, al defraudar el amor de transferencia de un an a- es decir, la naturaleza, se convierte en factor
lizando dota do e inteligente, logró transformarlo de adepto entusias- desorden social, y entonces la prohibición del inces-
ta en contra di ctor del psicoanálisis". l e promulga para salvar las relaciones de solidari-
2. Más tarde J. Lacan expresaría dudas sobre la perennidad de la
referencia al compl ejo de Edipo. Véase "Subversión del sujeto y dialéc- y el cumplimiento de tareas colectivas. La prohibí-
tica del deseo", en Ecrits. del incesto en su forma específicamente humana

38 39
no puede compararse entonces con los esbozos que en- , marca negativamente, pero con elocuencia,
contramos entre los animales. La capacidad de simbo- bjeto del deseo inconsciente.
lización del cerebro humano hace de ella una norma abs- or lo tanto, la prohibición del incesto requiere una
tracta que, sin embargo, . puede convertirse en soporte contra toda transgresión posible y una sanción
de actividades concretas. En cuanto a este punto, la recaiga sobre el órgano mismo de la satisfacción se-
hipótesis de Godelier invita a hacer notar que el cere- prohibida: el pene. Es la amenaza de cast~ac~ón,
bro humano no está constituido sólo por la neocorteza, de la cual Ferenczi destaca que su cumphmien-
sino que incluye estructuras filogenéticamente más an- pide en adelante toda reunión con la madre. Una
tiguas. El cerebro es de hecho tripartito, y la referen- más aparece con claridad que la explicación es más
cia exclusiva a estructuras capaces de racionalidad da im~er1te en el caso del varón, mientras que el caso
de él una imagen idealizada que subestima el papel de la niña exige otras consideraciones. En ella la cas-
las estructuras afectivas y pulsionales cuya relación con ión es significada a posteriori, es decir, como ya curo-
la racionalidad es diferente. Es más adecuado ver en la con lo que la orientación hacia el padre, portador
actividad cerebral una resultante de componentes en in- f~lo y procreador, se vuelve necesaria e inevitabl~.
teracción y en conflicto, en equilibrio inestable. angustia de castración se desplazará entonces hacia
Sin embargo, la importancia de la prohibición del in- infortunios que pueden abatirse sobre la niña.
cesto reside en establecer el sistema de relaciones de pa- Cabría decir del complejo de castración lo que aca-
rentesco como relaciones de relaciones. Godelier descu- de afirmar sobre las relaciones de parentesco. Es-
bre una vez más una expresión ya empleada por Freud garantizan la reproducción social; aquél, la repro~uc­
(1915) para definir el sistema de representaciones de pa- psíquica. Es hora de abordar el tema de _los _ntos
labra por oposición al de las representaciones de cosa. iniciación o de tránsito que entrañan mutilaciOnes
1 La reproducción biológica se encuentra pues reglada es y simbólicas. Lo que en la ocasión quiere decir que
(o regulada) por la prohibición del• incesto. Esta da na- sas mutilaciones son simbólicas no es porque no sean
cimiento a las relaciones de parentesco que crean o "en- sino porque su práctica real está s~bordinada a
gendran" la reproducción social a través del sistema de significación simbólica, de interpretación contra-
relaciones definido por lo que he denominado la doble
' diferencia: de los sexos y de las generaciones; que es
también la característica más precisa para definir el
Edipo. Podríamos sostener entonces que cuando el sis- U. HERIDAS SIMBOLICAS Y BISEXUALIDAD
tema de relaciones de parentesco pasa del intercambio
restringido al intercambio generalizado, es decir, cuan- La antropología sigue siendo una fuente inagotable
do el matrimonio es menos el objeto de u~a prescripción reflexión para los psicoanalistas. No es sólo el com-
que una opción subordinada a una medida restrictiva de lejo de Edipo lo que alimenta el debate entre antropólo-
prohibición, la carga que recae sobre el aspecto en- Y psicoanalistas, sino también el complejo de pastra-
dogámico prohibido se vuelve considerable. La prohibi- ión. En general, los antropólogos refutan tal o cual pun-
ción ya no designa el objeto de la alianza impuesta; por ~o de la teoría freudiana que sus observaciones contra-

40 41
dicen. Pero también sucede que los psicoanalistas uti- sin duda, que se vuelve todavía más enigmático cuando re-
que el deseo sexual -en ambos sexos- depende de la se-
lizan datos antropológicos para imponer una revisión de de andrógenos. La tesis de Bettelheim se quiere más impar-
la teoría freudiana. y más igualitaria al fundarse sobre una bisexualidad en los dos
· En 1954 Bruno Bettelheim publicó Las heridas Es innegable que el material recogido por Bettelheim obliga
simbólicas. Ensayo de interpretación de los ritos de ini- el carácter unilateral de las tesis freudianas.

ciación. Fundándose en una vasta bibliografía antro-


pológica por una parte y, por otra, en el material sur- En la discusión que dedicamos a las ideas de Bettel-
gido de sus pacientes (en su mayoría psicóticos), trata- u, mostramos que su preocupación por una bisexuali-
dos en la institución que dirige, Bettelheim llega a con- ecuánime viraba de hecho a una sobrevaloración de
clusiones muy diferentes de las de Freud. femineidad. Para luchar contra el androcentrismo de
4
Bettelheim se inclinó hacia un ginocentrismo.
Desde el punto de vista antropológico, Bettelheim reinterpreta so- cierto modo Freud, al apoyarse en el Dios padre del
bre todo los ritos de iniciación: la circuncisión y la subincisión. Según Testamento (heredero del padre de la horda pri-
Freud, la circuncisión debía entenderse como un equivalente de la envidiaba y reprimía a la Diosa-Madre. La om-
castración. Nunberg y Fenichel confirman las opiniones de Freud y
el segundo habla de castración simbólica en un sentido evidentemen-
~11'-'. a es vagina-uterina más que fálica, según Bet- 1
heim. Este debate entre los partidarios del padre y
te alejado del que le otorga Lacan. Bettelheim piensa que esos ritos
deben interpretarse en el contexto antropológico que les es propio. de la madre está lejos de haberse agotado, si aban- 1
Hay que ver en ellos acciones destinadas "a promover y simbolizar el terreno antropológico para mirar del lado de
una plena aceptación del rol sexual que prescribe la sociedad". 3 Sin ontogénesis.
embargo, lo que constituye el fondo del desacuerdo de Bettelheim con En realidad, no podría minimizarse el rol de la in-
Freud es su hipótesis de que cada sexo envidia el sexo del otro, cada ~etaci'ón de los hechos. Aquí estamos en un terre-
sexo quisiera tener ÚJs atributos sexuales del sexo que no es el suyo.
A la envidia del pene por parte de las mujeres correspondería la en-
donde los hechos no hablan por sí mismos, si es que
vidia de la vagina por parte de los hombres. Los ritos de tránsito (cir- .. a vez lo hicieron. La discusión corre el riesgo de
cuncisión, subincisión) responden a ese deseo inconsciente. Freud es- dar la razón a ninguno de los adversarios.
taría cegado por un "velo androcéntrico" qué le habría impedido ver A pesar de las apariencias, Freud y Bettelheim si-
plenamente ese deseo de los hombres de poseer una vagina, y de dar procedimientos distintos. Mientras que el segun-
a luz como las mujeres.
Señalemos al pasar que Freud conoció bien ese deseo, no por ex-
se deja impresionar fácilmente por el sentido mani-
periencia clínica directa, sino a través de la lectura de las Memorias to de lo que surge de la observación (tanto la rea-
de Schreber. Pero para que esos deseos inconscientes se manifiesten , sobre el terreno como la que puede practicarse en
se precisan la regresión psicótica y el delirio que resulta del encau- población de una institución psiquiátrica), Freud nun-
zamiento regresivo de la libido desde la homosexualidad sublimada deja de recordar los derechos de lo latente; lo laten-
al narcisismo. Sin embargo, sigue siendo indiscutible que la posición sólo puede ser alcanzado por la interpretación. Para-
de Freud es deliberadamente falocéntrica, y esto h~ta en la idea de
:llli.Ju a Bettelheim, podríamos invocar el velo de lo
que toda libido, de cualquier sexo, es de esencia masculina. Extraño
to o lo observable. La "traducción simultánea"
3. Les Blessures symboliques, trad. C. Monod, Gallimard, 1971, 4. De allí el título de nuestra exposición, "De la bisexualité au gyno-
pág. 53. unsme", en Les Blessures symboliques, págs. 213-234.


42 43

no es un ejercicio que incumba al psicoanálisis. En este femenino y herida son símbolos intercambiables,
sentido, tomar como punto de partida las manifestacio- como la herida es la equivalencia simbólica con el
nes de la pubertad descuida en exceso los efectos de re- bolo sexual femenino. ¿Hacía falta convocar el tes-
acomodo que ésta hace sufrir a la sexualidad infantil. ,mon'io del investigador de la prehistoria para probar-
Por lo que hace a la antropología, las ideas de Bettel- ¿Y quién podría incluso, hoy, reprimir hasta ~se pun-
heim se oponen a las del psicoanalista y antropólogo que las resonancias simbólicas de la menstruaClÓ)l, aun
fue Roheim, cuya riqueza analítica, en nuestra opinión, tándolas de poderes mágicos? ¿Olvidamos que en el
permite ir más lejos que el autor de Las heridas simbóli- ciente los contrarios no se oponen?
cas. Roheim subraya la duplicidad del ritual, que reúne Quedan por precisar mejor las relaciones ent~e an-
en sí posiciones contradictorias al modo de las forma- . y supremacía. Es decir, establecer meJor los
ciones del inconsciente. A veces, el rito cobra una sig- de lo que fue antes (las divinidad~s maternal~s
nificación incestuosa y regresiva, y otras transmite pro- el rol de la madre para el hijo, en relación con las di-
hibiciones muy severas. Asimismo, si bien Bettelheim lnidades paternales, y con el monoteísmo, así como con
acierta al subrayar el hecho de que la subincisión per- rol del padre para el hijo) respecto de lo que fue su-
mite a los hombres tener una vagina, esa práctica no li- . . Habrá que concebir mejor la articulación de uno
bera al sujeto de la angustia de castración debido al te- Qko. .
mor al penis captivus que entraña. La supuesta vagina Subsiste el hecho de que la bisexualidad es el
se adapta muy bien a ser un pene cuyo volumen se ve nómemo a la medida del cual cada uno de los sexos en-
considerablemente aumentado por el edema postopera- mt1ra su problemática. Es cierto que el orgullo fálico
torio. Para los australianos estudiados por Roheim, la oy ya no engaña a muchos, a tal punto cada una d_e
vagina femenina sigue siendo una herida, y la "vagina" manifestaciones trasunta su deseo del goce femem-
que los hombres logran con la subincisión no deja de ser o. No podemos sino recordar las conclusione~ a qu_e
un pene. La herida sigue siendo a pesar de todo un don, Freud al final de "Análisis terminable e mtermi-
un sacrificio. 1 ", a saber, que la sobreestimación del pene Y el re-
En la discusión cuyos principalés argumentos he re- "'UJ'v de la femineidad son comunes a ambos sexos. Pero
tomado aquí, yo recordaba las comprobaciones de Leroi- últimas tesis de Freud sobre el masoquismo mues-_
Gourhan. Porque si bien las sociedades primitivas, tal ran que se puede gozar de la castración. _La castrac~ó~
Ll\,i:l el castigo por haber transgredido la prohibi- .
como lo comprendió Freud, no eran sociedades ahistóri-
cas, y en consecuencia no podían hacernos creer que fue- del incesto. Ya no es el padre quien castra, es la
ran el reflejo actual de los tiempos prehistóricos, las ob- . Pero en realidad la ley nb castra. Castiga, puede in-
servaciones de los investigadores de la prehistoria, pese imponer la muerte, pero hoy es J?OCO frecue:r:t:_e que
a su carácter parcial, seguían ofreciendo un considera- Por lo cual, al fin de cuentas, la castracwn re-
ble interés. Ahora bien, el arte paleolíticó muestra una te a la realidad psíquica, a las teorías sexuales Y a
gran reserva respecto de la sexualidad. Se abstiene de lo imaginario. •
representar el acoplamiento animal o humano; los sig-
nos rupestres están unidos pero no apareados. Además,

44 45

'
Parte II
El complejo de castración en Freud

1
. '


Freud puede reivindicar sin refutación posible el ha-
descubierto el complejo de castración. A lo largo de
obra detectamos los elementos cuyo ensamblaje cons-
la teoría.

L LO IMAGINARIO DE LA CASTRACION

Uno esperaría que el complejo de castración hubie-


sido tratado en Tres ensayos de teoría sexual. Nada
eso. El complejo se le revela a Freud en primer lu-
a través de formaciones imaginarias (se refiere a él
••
. '
primera vez en La interpretación de los sueños, en
sección dedicada a la elaboración onírica). 1 Sin duda,
mt.e el trabajo del sueño la eliminación de la cen-
favorece la figuración simbólica de la castración
;H:::, corte del cabello, caída de los dientes, decapi-
:ÍÓil, etc.). Es de destacar que la castración está re---=.
oien por la insisten-
...JJ

~~l, ;o:n:;u, a través de una mul-


c-'1

.. (,. ?
1. Jean Laplanche señala en esta obra un sueño que remite muy
cmemte a la castración (lnterpretation des reues, págs. 496-97).
Problématiques III, PUF, 1980, págs. 14-15.

49

a que recurre el lenguaje para denominar los genitales: en el espíritu de los adultos. El homosexual
los chiquitos, o el chiquito, que prefigura el concepto que hasta tal punto fijado en esta concepción que las
propondrá ulteriormente de "la cosita que se puede se- , desprovistas de ese órgano, no ejercerán sobre
parar del cuerpo". El chiquito es manifiestamente el her- ningún atractivo, y aborrecerá ese sexo evocador de
manito, el niño. Ya la simbolización, en suma, hace del amenaza que él todavía teme. Como lo hace notar
pene una representación del cuerpo entero. Más banal- Laplanche, la distinción entre masculino y feroe-
mente el simbolismo de los animalitos tiene el mismo no que el niño reconoce espontáneamente y sin difi-
'
sentido (peces, caracoles, ratones y sobre todo serpien- .......u, no tiene un fundamento sexual. Por eso propone
tes). Este ingreso de la castración en la teoría por la tinguu· la diferencia entre los géneros (masculino-fe-
puerta del sueño muestra a las claras que se trata ante .• uv) de la diferencia entre los sexos, aún no estable-
todo de un antasma de castración muy diferente de la puesto que se atribuye un pene a todos los seres
castración real. 2 humanos. 4 La primera diferenciación se establecería en
La castración entra oficialmente en la teoría en 1908, torno a la distinción entre lo fálico y lo castrado, y más
Una vez más a propósito de una actividad fantasmática: tarde entre lo masculino-peniano y lo femenino-vaginal. ,
'
"Las teorías sexuales infantiles". La castración se dedu- Las otras teorías sexuales conciernen a la teoría cloa-
ce a posteriori cuando la realidad invalida el fantasma del nacimiento y a la concepción sádica del coito, que
de la atribución de un pene a todos los seres vivos. Ad- mplican menos directamente a la castración, aunque
virtamos que Freud se desliza de un fantasma propio de llegar a excluirla por completo.
varones a un fantasma de los dos sexos. Pero retenga-
mos que a partir de ese momento Freud asigna al pene
el rol de objeto sexual autoerótico primario y de zona _ II. PRIMERAS CAPTACIONES DEL COMPLEJO
erógena de primordial importancia. Hasta el punto de DE CASTRACION EN LA INFANCIP.
que en el artículo citado el discurso interior del varón
que comenta la ausencia del órgano en la niña está sepa- "Teorías" (fantasmas de valor etiológico) sexuales, sí,
rado del texto que lo precede por un espacio en blanco. 3 sobre todo infantiles. El análisis de Ja fobia de un
La persistencia de la creencia en un pene femenino se .&.uu de cinco años que se haría famoso bajo el apodo de

Hans" aportaría a Freud la confirmación de


ideas (1905, publicado en 1909). A través del caso
2. La primera mención de la castración que aparece en La. interpre-
tación de los sueños se relaciona con la mitología. Es el fruto de un lap- articular del complejo de castración, podemos seguir el
sus. Freud confunde a Zeus con Cronos. Menciona la castración de Cro- tinerario intelectual de Freud. De 1893 a 1900 la fuen-
nos por Zeus, cuando en realidad es Urano quien es castrado por su hijo te proviene del tratamiento de pacientes adultos; de
Crorios, padre de Zeus. Freud analizará largamente este error en el
capítulo X de la Psicopatología de la vida_ co~diana (~901).
1899-1900 a 1901 se desplaza hacia las formaciones del
3. Véase "Les théories sexuelles infantiles , en La vte sexuelle, trad. Inconsciente de adultos normales (sueño y psicopato-
de J. Laplanche y otros, pág. 19. Al parecer, el análisis del pequeño Hans
suministró la materia prima para el artículo sobre las teorías sexuales
infantiles que se publicó cuando ese análisis ya había sido realizado. El
4. J. Laplanche. Probléma.tiques III: castration et symbolizations,
trabajo consagrado al análisis de Hans se publicó posteriormente.
' 1980, pág. 36.

50 51
'

logía de la vida cotidiana). En 1905 se encuentra un nue- respuestas. Y aun cuando dé las explicaciones más
vo filón gracias al estudio de la infancia, primero nor- , no es seguro que los niños deseen escucharlas si
mal y luego patológica. La amenaza de castración se su angustia o se oponen demasiado a sus pro-
relaciona en el e ueño Hans con la masturbación in- teorías sexuales. Un ejemplo pintoresco es el que
fantil, pero sus efectos se pro ucen a osterwQ,_Y. em- · Melanie Klein, cuyo hijo no quería saber
pieza a- ser verda deramente temida sólo mucho
~ - tiempo de las explicaciones excesivamente realistas que le
después a pesar de que en el momento pareció haber sido su madre sobre el nacimiento de los niños como
ig:r_forada. De hecho es la con·uñ ión de la percepción del ~a a sus preguntas, y prefería en cambio abier-
- -
sex_o_de la niña o de la madre y la amenaza de castra- lmlmt las más tradicionales explicaciones de la veci-
ción lo que suscita la ang1!stia. ~La amenaza la prefie- ' que recurría a la versión de la cigüeña. Lo cual no
re la madre pero su ejecucién recae en un hombre,_ge- de lastimar a su madre psicoanalista. N o podríamos
ner ñieñte el padre .. bandonar a Hans sin referirnos a una teoría sexual con-
Una consecuencia del complejo de castración es su rol de la castración. ~l varón cree que pueden des-
de estímulo intelectual respecto de cuestiones relativas ojado de su miembro, pero alimenta la esperanza de
a la bisexualidad y, por extensión, respecto de muchas ue sea con el objetivo e reemp azar o por otro más
otras. Cabría pensar que las costumbres actuales per- ~Lo cual prueba, si fuera necesario, que la en-
miten a las madres de hoy explicaciones menos emba- vidia pene es también propia de los varones. El in-
razosas y más circunstanciadas sobre la conformación terés que revisten las elaboraciones del pequeño Hans
sexual de los adultos de ambos sexos. Roiphe y Galen- · en mostrarnos que las preocupaciones relacio-
son 5 hacen notar que las madres sólo proporcionan a sus nadas con la castración remiten también a la defecación
hijas un término preciso para designar sus órganos ge- f a la teoría sexual relativa al parto. Es imposible con-
nitales cuando éstas han manifestado una intensa cebir la desvirilización sin plantear el problema de la fe-
curiosidad sexual, a diferencia, eyidentemente, de lo que mineidad según el varón.
ocurre en el caso de los varones,, cuyo sexo es objeto de
una designación más precoz. Esto es así a pesar de que
ellas disponen en cambio de palabras para designar las III. EN EL ADULTO: EL NEUROTICO, EL PSICOTICO,
nalgas y las funciones de los esfínteres. Los autores con- EL ARTISTA Y EL "SALVAJE" ANTE LA CASTRACION
cluyen que esta diferencia en el trato a !as niñas res-
pectoae los varones es el iñdicio de un complejo de cas- Freud encontrará el complejo de castración en el
tración de las madres en nuestra cultura. Además, la ex- Hombre de las Ratas pero este último le abrirá el ca-
periencia muestra que con sus preguntas insistentes los mino de la comprensión de su aspecto regresivo: su for-
niños logran vencer la reticencia de la m-adre. Esta sue- ma sádica anal. El problema de la castración "anal" se

le mantener la ambigüedad en el espíritu del hijo con planteó desde ese momento implícitamente. Dicho de •

otro modo, el problema de los precursores de la castra-


ción por anal<;>gía entre los efectos del corte del pene y
5. H. Roiphe y E. Galenson, La naissance de l'identité sexuelle, trad.
de Pollak-Cornillot, PUF, 1987. la pérdida de las heces o el destete. Pero advirtamos que

52 53
lo que Freud sostiene es que la regresión sádica anal con lo que por primera vez denomina el complejo pater-
debe llevarnos a escuchar el lenguaje de la genitalidad nal (es decir, el Edipo). Es verdad que ya antes, muy
detrás de sus disfraces (es decir, sus condensaciones y especial en el análisis del pequeño Hans, había su-
desplazamientos regresivos) anales. ¡ erido claramente esa relación. En el caso Schreber, la
La evolución de Freud lo llevará a encontrar el com- ....uplificación producida por el delirio, testigo de la re-
plejo de castración incluso en los adultos universalmen- ¡ resión psiCótlca y e rep 1egue e la i i o cia el YQ ,
te reconocidos como geniales, como Leonardo da Vinci. peJ,"mite com r ejor el vínculo c_ompleio d.e. .
Lejos de ser inmunes a él, resultan igualmente some- castración con lo to se mina comple-
tidos, con la condición de que se los investigue sin idea- j~ Tam el complejo de cas.:
lización ni complacencia. 6 Dicho de otro modo, no hay tración se olla con el pensamiento {compulsión a
razón para limitar el complejo exclusivamente a los ca- pénsar como defensa contra la_p._érdida~de-la ra ~ón sub-
sos patológicos. En el caso de Leonardo, el complejo en sigliiente a la masturbación dic.e Er.eud)., Hay quizás
cuestión pasa por un intenso voyeurismo sublimado en ofras explicaciones posibles para esta compulsión: defen-
epistemofilia, mientras que la sexualidad se ve afecta- sa contra la ausencia de pensamientos, forma mental de 1
da de inhibición, sobre todo en el terreno de la hetero- la castración o del repliegue libidinal denominado tam-
sexualidad. El propósito de Freud no es, como se ha bién desinvestidura. Se nerfila a la idea de ue el com-
creído, desvalorizar al genio, sino más bien luchar con- · plejo de castración no se ljmita a ..-las-angu ias ue sus-
tra la tendencia cultural a la depreciación de los órga- ci;ta e COr e oe :Qe~, Si:QO g;pe JlW.!.de__concernir a aSilliC-
nos genitales y de la sexu;:=~lidad. El mismo Leonardo era tos menos directamente sexuale' l-PSciqnismo. ¿Sim-
pasible de esta acusación (1910). ple desplazamiento o manifestaciones de una castración
Freud llegó a encontrarse en cierto modo desborda- simbólica cuyo significante sería el pene? ¿Apertura del
do por la confirmación que le aportaron las Memorias •
pene hacia el falo? (Lacan). Dado que el complejo de cas-
del Presidente Schreber, jurista afectado por una para- tración podía observarse no sólo en la neurosis (pasible
noia delirante, uno de 'cuyos tema~ principales era la as- de análisis) sino también en la psicosis (no pasible de
piración a la castración; su transformación en mujer lo análisis), no sólo en los individuos afectados por un pro-
"
convertiría en esposa de Dios para engendrar una nue- ceso regresivo patológico sino también en aquellos en
va raza de hombres (1911). El complejo de castración, quienes se reconocía la impronta del genio, había que
por lo tanto, no daba lugar a ninguna represión ni an- encontrar un fundamento muy general para un campo
gustia. El enfermo incluso reclamaba la castración. tan extenso. En el momento en que Jung empieza a in-
Freud vincula esta castración explícitamente deseada teresarse en los mitos y en los símbolos, Freud se vuel-
ca a la antropología, como si temiera una deriva "espi-
ritualista" de parte de su discípulo preferido. Ya había
'
percibido las huellas del complejo de castración (inver-
6. Aunque algunas teorías de Freud sobre Leonardo han sido des- tido, puesto que se trata de la castración del padre por
mentidas, ésta en cambio parece bien fundada. El análisis de los prime-
ros dibujos de anatomía de Leonardo revela en este dibujante incompa-
el hijo) en los mitos griegos y el simbolismo onírico, pero
rable anomalías en la reproducción de los órganos genitales femeninos . arraigaba estos productos imaginarios en el fondo

54 55
''biológico" de la sexualidad infantil. Al dirigir su interés """ Jlu .ua por el Hombre de los Lobos (1914). Uno
hacia los salvajes, en realidad buscaba una fuente filo- los motivos de interés de este caso, que todavía sus-
genética, porque las sociedades primitivas eran en cier- comentarios múltiples en la bibliografía psicoa-
ta medida supervivencias de estados superados por la .ca, fue mostrar que el complejo de Edipo negati-
civilización. Descubrir huellas del complejo de castra- VO (el apego al padre del mismo sexo y la hostilidad para
ción en los salvajes equivalía a dar a éste un fundamen- el padre del sexo opuesto), no protege en absoluto
to histórico que superaba en mucho las vicisitudes de la complejo de castración, sino que en el varón lo con-
ontogénesis, aun cuando hubiera que admitir que esas con una fuerte fijación en el erotismo anal. Pero
sociedades también tenían una historia. Sin embargo, [ll<:JL:s, y aunque Freud no lo haya percibido plenamen-

frente a la aceleración del proceso histórico propia de las el Hombre de los Lobos permite comprender mejor
sociedades civilizadas, la observación de los salvajes era organización psíquica de los pacientes que más tar-
una ventana hacia el alba de la humanidad. Los an- de serían llamados "fronterizos" o casos límite. Aquí la
tropólogos modernos han criticado mucho esta asimila- astración no es figurada tanto por un fantasma incons-
ción abusiva entre "salvajes", neuróticos y niños. Pero lte reprimido como por el recuerdo de una alucina-
sus argumentos no hubieran afectado a Freud. Escribió ción de dedo cortado. _
Tótem y tabú (1913). Desde entonces el complejo de cas- A partir de la introducción del narcisismo en la teoría,
tración (considerado una consecuencia directa de la la castración cobrará una significación suplementaria:
masturbación) y el complejo de Edipo quedaron relacio- la de un atentado a la integridad narcisista. Freud se~
nados, lo que también puede querer decir que el obje- refiere a una etapa en donde las pulsiones libidinales
to inconsciente de la masturbación es el objeto incestuo-

objetales actúan concertadamente y de hecho son inse-
so. . nt1:QP.Q}Ql
ógi'~~~ parables de otras pulsiones que aparecen bajo la forma
la ~ de investiduras narcisistas. En realidad no hace más
que dar un soporte teórico a una observación efectua~

. '
da años antes, especialmente en el caso Leonardo. S1
Tótem y tabú señalaba su oposición a Jung, en este caso
IV. EL VUELCO: EL HOMBRE DE LOS LOBOS Freud apunta a Adler, cuya hipótesis de la protesta mas-
Y EL COMPLEJO DE EDIPO NEGATIVO culina rechaza.
Desde el caso Schreber y aun después de su separa-
La experiencia clínica de Freud debía permitirle ex- ción de Jung, Freud sigue interesándose aunque sea
tender la constelación del complejo de castración a con- de lejos por los psicóticos. Así es como en su artículo
figuraciones variadas. Una de las más asombrosas le fue sobre el Inconsciente refiere dos observaciones que le
permiten encontrar el complejo de castración tras de una

intomatología narcisista e hipocondríaca: una preocu-
7. B. Bettelheim intentará renovar esta problemática incluyén- pación obsesiva por los huecos que dejó la remoción de
dola en el marco de las "heridas simbólicas". Véase Les blessures
los "puntos negros" en la nariz del paciente (que le evo-
symboliques, trad. de C. Monod, Gallimard, "Connaissance de l'In-
conscient", 1971. caba su sexo). Pero Freud es sensible aquí a considera-

56 •
57
ciones de orden formal. Subraya que un neurótico no ex- tran) otras explicaciones que no sean incompatibles con
presaría su angustia de castración de una manera tan los datos de la ciencia.
dir~cta y destaca los vínculos que existen entre la psi-
Tratemos de clarificar el debate. En nuestra opinión, es preciso
cosis como neurosis narcisista y el carácter literal del aeparar dos aspectos que Freud unió. El primero responde a la ne-
s~ntoma (un_ aguje:o es un agujero), prueba de la pér- cesidad de explicar la constancia de ciertos fantasmas que se obser-
dida de las mvestiduras de objeto, como si ya no que- van en la cura analítica con una frecuencia que contrasta con la in-
dara otra relación con la realidad que la proporcionada fi nita variedad de las hístorias individuales. Me refiero al fantasma
p_or las palabras. Captamos la coherencia de la hipóte- de seducción (contemporáneo del nacimiento del psicoanálisis), al de
castración (que oscila entre su aplicación exclusiva al varón y su ge-
SIS de la regresión narcisista en el corto circuito de la neralización a ambos sexos, y preciso es decir que Freud evidencia
relación de una palabra con otra (a falta de relación en- una gran dificultad en resolver al respecto), y, por último, al de la
tre la palabra y el objeto), que da su alcance al concep- cena primitiva u originaria (cuyo descubrimiento como hecho real
18
to de autismo. más que como fantasma se produce en el análisis del Hombre de los
Freud se volcará hacia problemas de orden más ge- Lobos). Más tarde, Freud añade a esta tríada el complejo de Edipo.
neral, que hasta entonces había tendido a descuidar. En Una reflexión más profunda permite comprender que este con-
junto reticulado -este complejo, en suma establece relaciones en-
primer lugar, el del desarrollo sexual de la niña y de la tre sus diferentes temas, los cuales quedan así solidariamente anu-
evaluación de la función que en ese desarrollo cumple dados. Tras el polimorfismo de los destinos singulares y los acciden-
(o no) el complejo de castración. La amenaza de castra- tes aleatorios que jalonan su saga podemos poner en evidencia la fun-
. ' .
Cion se mterpreta cada vez más en relación con el com- ción organizadora y ordenadora de esos fantasmas, que Freud llamó
• • •
plejo de Edipo, a causa de los fantasmas incestuosos que ong' nanas.
Este último punto se esfuerza por dar una explicación a la razón
acompañan a la masturbación. Progresivamente, y so- de ser de estos esquemas que cumplen .u n papel de categorías o de
bre todo después del análisis del Hombre de los Lobos
l~ castración se asocia a la escena primitiva, que e~ clasificadores de categorías.
Ahora bien, aunque la función organizadora de los fantasmas ori-
Siempre una escena more ferarum (a la manera de las ginarios es escasamente discutible , lo es mucho más la ?e su origen
fieras), evocadora de un coito anal, a~ociado regularmen- filogenético. Razón por la cual propongo conservar la pnmera ~ sus-
te a proyecciones de sadismo en la persona del padre. pender todo juicio sobre la segunda. Aunque nada prueba la existen-
cia de huellas filogenéticas, podemos de todos modos pensar en los
La "etiología" de la castración está allí: la padece la ma- IRM (mecanismos innatos de desencadenamiento de la etología) que
dre a raíz de la penetración fálica del padre. Este cor- dan a determinadas configuraciones perceptivas una función de "de-
ta el pene de la madre y la penetra analmente. Freud tonantes" del comportamiento. Sea como fuere, no es indispensable
llega en forma gradual a la convicción de que el padre pelear ni a favor ni en contra de este origen genético. Basta con es-
de la horda primitiva castró realmente a sus hijos en el perar. En cambio, sería una lástima arrojar al bebé junto ~on el agua
de la bañera librándose inoportunamente de estos orgamzadores de
alba de la humanidad. Los efectos que se manifiestan la realidad psíquica antes que un a hipótesis mejor los haya vuelto
hoy en los niños se deberían a la transmisión de esque- inútiles. Porque uno de los motivos, y no el menor, del interés que
mas filogenéticos. Esta hipótesis, que contraría todo lo presentan estos fantasmas originarios es que no conciernen solamen-
que sabemos sobre la herencia (los caracteres adquiri- te a los orígenes, sino que est á n en el origen de todos los fantasmas
dos no se transmiten), actualmente es rechazada por la secundarios que de ellos derivan. Se advertirá también aquí la ana-
mayoría de los psicoanalistas, que buscan (y encuen- logía funcional teórica entre un concepto Ur (originario) y su forma

59
58

derivada. Esta bipartición se aplica tanto a la represión como a los


de Edipo y de castración por una part~, Y los pre-
fantasmas en cuestión. Aquí se plantean los problemas de lo origi- de este último en las fases pregemtales, por la
nario en su relación con la figurabilidad. Las semejanzas no son menos importantes que las
Las fases del desarrollo de la libido ~evelan
Lo que sin duda impulsó a Freud a defender la idea evolución menos lineal que lo previsto_ y deJan en-
de los esquemas filogenéticos fue la necesidad de dar IIQ entre ellas analogías que sin duda tienen un po-
cuenta de la posición clave, fundamentalmente organi- estructurante. ., ,
zadora, del complejo de castración, cuando las vicisitu- b) La influencia del complejo de castr:acwn esta some-
des de la historia individual llevan al sujeto a organi- a una nueva categoría de mecamsmos de defen:sa
zar un complejo de Edipo negativo. En el varón, seme- descubre Freud: la que no hace ya de la ~epresión
jante inversión, que lleva a la busca del amor del pa- ngung) una especie única Y unívoca smo sola-
dre y a la sumisión sexual respecto de él reemplazo el prototipo de una serie que va a comprender la
de la actividad por la pasividad , no impide en abso- nu."'sión (Verwerfung), que Lacan de~uj~ del texto
luto que éste siga siendo el castrador. Constatamos en- , y más tarde la desmentidf! o clwa;e (V~rl~ug~
tonces en el complejo negativo los mismos fantasmas de ) .ua.suí como la negación (Vernemung) para hmltar
castración que acompañan al complejo de Edipo positivo. a Ías que describe Freud. Propuse reagrupar los ele-
No hay duda de que fue el análisis del Hombre de los de esta serie bajo la denominación de defen~as
Lobos lo que más estimuló la reflexión de Freud sobre que constituyen la categoría de lo '!'e?~two.
este problema. 8 Esta reflexión entraña varias posturas se caracterizan por la referencia a un JUICIO de
entremezcladas: 1) la demostración de la existencia de tribulci'ón cuya obligación es decidir por sí o p~r ~o, o
una neurosis infantil, resultado de los avatares de la se- las diversas modalidades que tienen una SI~mfic~­
xualidad infantil; 2) la validez del complejo de Edipo equivalente en la psique. Est_e ra~go fundana la di~
como complejo nuclear de las neurosis; 3) la incidencia entre los mecanismos pnmanos y las otras de
::u•-•a
de los traumas de la infancia, traumas que, a diferen-
cia de las experiencias de seducción por los adultos in- Todas estas ideas nuevas preparan sin discusión l_o
vocadas en los orígenes del psicoanálisis, no tienen nada se ha llamado el vuelco de 1920, que se caracten-
de excepcion·al, sino que son comunes a muchos niños, por:
si no a todos. Tal es el status de la escena primitiva. 1) La última teoría de las pulsiones, que opone las p~-
Estas posturas explícitas originaron otras, cargadas de liones de vida a las pulsiones de muerte. El ~om?re e
los Lobos puede ser considerado como la expe_r:encta c~­

consecuencias.
a) El rol del erotismo anal y su incidencia en el com- cial que permitió poner en evidencia la reaccwn terapeu-
plejo de castración. A raíz de esto queda planteado en tica negativa. · 1 t ·
adelante el problema de las relaciones entre los comple- 2) La segunda tópica del aparato psíquwo, a n?ar-
tición en ello, yo Y superyó que ~uplanta a _la antigu~
división en inconsciente-preconscient~-consCiente, don
8. En este relato hay no menos de 16 referencias a la castración. de el cambio que revela la inconsciencw del yo en cuan-
Más que en ningún otro.

61
60 •
to a sus propias resistencias no es el menor. De ahora ligazón del yo o las prohibicio~es d~ un s~peryó to-
en adelante cabe decir que la amenaza (de castración) ,111 embrionario de la sexualidad mfanbl que, ad-
ya no basta para intimidar al yo ni para empujar al su- subvierte el juicio.
jeto a enfrentarla, superarla y aun transgredida. Pue- En esta fase de desarrollo, Freud insiste a menudo
de verse desbordada por una fuerza más poderosa: la ne- la "realidad" de la castración, lo cual causa p~rple­
gación (de la moral y sus efectos). La negación de lacas- porque sólo se trata de una t~oría sexual mfan-
tración es diferente de lo que puede observarse en el Edi- un fantasma etiológico. Lo que qmere destacru: no es
po como desafío en un combate arriesgado. La negación cosa que la negativa __mll] fin~e en ~a psique _
constituye de hecho un paradójico refuerzo de la castra- tomar en cuen a a realiaad de la diferencia entre los
ción en la medida en que quien la pone en práctica emos · ,
en accwn una ("ca-
desconoce la causa de la negación y la deja intacta. Re- ,;, escribe Freud a Marie lP pe~. ~sta
conocer el complejo de castración ya es darse los medios · · exclusividad del sexo masculmo,
de limitar sus efectos. Porque negar la amenaza de cas- un v or "objetivo" y uñiver- •
tración es negar toda la organización del complejo de O bien com las mujeres, más allá de
castración, por consiguiente es ignorar su alcance es-
• tructurador, el que obliga al sujeto a plantearse como femenina"? ¿Y cómo no sospe_char tra~ el msiste~
tal ante ella y a afirmar las peculiaridades de su iden- de superioridad masculina por parte d~ os
tidad sexual frente a sí mismo y al otro sexo. Es eviden- , no sólo las manif~tacion~s de la angu~t~~ de
te que la negación en cuestión culmina casi inevitable- · y por consiguieri'te el miedo a la de~vinhza-
mente en la negación de la diferencia entre los sexos. sino también la angustia ante lo femenmo, que
' lo maternal? Sea como fuere recordemos que ~a
no tiene otra "realidad" que la de una teona "
V. LA "REALIDAD" DE LA CASTRACION
11
u.autil. Por eso su fuerza consiste ante todo en
1uministrar una "explicación" más rac~on~iz~te que
Y EL SEXO FEMENINO
racional. En cambio, lo real es la doble I:r:ciden~Ia en la
. '

Cabe formularse la pregunta: ¿Por qué la negación? mujer de la ausencia del pene y la existencia de la
Pueden ocurrírsenos dos respuestas. La primera es la •
vag¡na. _.
intensidad misma de la angustia, el carácter casi incon-
cebible de lo que representaría esa sanción, experimen- La impugnación feminista de las ideas de Fre~d. da a menud~ la
tada en este caso como una herida nareisista tal que impresión de que, más que luchar por el_re~onocimiento de su dife-
sería imposible "vivir así". La segunda no es menos im- rencia, el cual daría prioridad a la especJ_ficJda~ de su s~~o, la~ mu:
jeres confirman involuntariamente la eXJstencia d~ un machismo
portante; consistiría en la imposibilidad de renunciar a femenino. Tras la lucha que llevan a cabo por la Igual~a.d Y_ el ~-e­
la satisfacción pulsional prohibida, que aquí estaría vin- racho a la diferencia se adivina esta nueva forma d~ _reiVmdicacwn
culada a una experiencia de seducción actuada o, mu- fálica y castradora que lleva agua al molino d~ las posiciones que com-
cho más generalmente, padecida. Consecuencias de un baten entre las cuales se encuentran las tesis de Freud so~re la en-
despertar prematuro que desborda las posibilidades vidia del pene. ¿Hace falta precisarlo aú~ más? El compleJO de cas-
tración, se aplique al hombre o a la muJer, y aun cuando otros da-

62 63

· No es indiferente advertir que esta evolución
tos que intervienen en la mujer le otorgan una especificidad difícil
de discutir, es inconsciente. con la acentuación gradual en la teoría de la
del pene en la mujer.
Sin embargo, todo lo que el análisis del Hombre de
los Lobos individualiza como "constitución" peijudicial
para la masculinidad puede cambiarse en valor positi- VI. EL PADRE DE LA HORDA PRIMITIVA:
UN MITO FUNDADOR Y OTROS DATOS MITICOS
vo aplicado a la femineidad. Es la explicación que da el
artículo "sobre las transmutaciones de los instintos y es-
pecialmente del erotismo anal", en el que se defiende la Freud no podía ir mucho más lejos e~ est~ dirección.
_:;;:equivalencia pene-bebé-heces que ilumina las vicisitu- haz convergente de argumentos le dictana una ~u­
de.s de la sexual~~ad femenina normal, mientraf que la radical en dos tiempos. En prime:: lugar, _la m:
misma constelac10n se ve cargada de una densa inciden- 1
ldu ~ciém de la pulsión de muerte a partir de Mas, alla
cia patológica en el Hombre de los Lobos. En ese principio del placer (1920), obra en la q~e esta au-
momento, Freud completa su psicopatología de la vida te el complejo de castración. Reaparecera poco des-
amorosa describiendo el tabú de la virginidad. Desde en Psicología de las masas y análisis del yo (192~).
entonces, el complejo de castración masculino ya no es interés de Freud por el yo, la búsqueda de mecams-
encarado solamente desde el punto de vista de la impo- capaces de afectar su funcionamiento de una ~~­
tencia masculina que provoca, sino también desde el análoga a lo que genera la amenaza de cas~~acw~
E._llnto ~e vista de lo que la mujer quitaría como po er la vida pulsional, lo imp,ulsarán a buscar en Lo Sl-
trn" (1919) las figuras de la regresión que P";leden
d uiri o por ese medio al castrar al hombre. 1\:sí pa-
samos de la acción del padre castrador a la de la ma- "c:ulo. Así, la problemática vivo/muerto (refen~a al
dre castra_2ora. El padre priva sin recibir nada más que se articula con la de fálico/castrado (refen~a a
a conservación de su poder hegemónico; la mujer se madre). "La creación de un desdoblami~nto semeJan-
apropiaría de algo que era del hombre y de lo cual ella te (del yo) para protegerse del aniquilamiento encuen-
se apodera en su beneficio. La angustia de castración tra su correspondencia en una puesta en escena de~ _len-
/ que emana del padre era un regulador de la sexualidad 1\laje del sueño que tiende a .expre~~r la ca~tracwn a
destinado a combatir sus excesos en el encierro inces- través de la repetición o multiphcacwn del s1mbol? ~e-
_\ tuoso. ~ tr~vés de su e~tensión al rol de la mujer (y no 'tal" 9 De modo pues que de aquí en más el ammis-
nl . . . d1
de la madie) el compleJO de castración ya no regula la mo la magia y la brujería, la ommpotencia e pe?sa-
sexualidad, sino que vuelve temible la unión sexual mi;nto, la regresión, han de inscribirs~ en un re~Istro
-cuanao no la convierte en im_Qosible. La evolución del' paralelo al de la castración. Lo que eqmvale a d~c1r ~~e
complejo de castración en la obra de Freud inclina cada la problemática se ensanch~ ~~llado del Y? e? d1.r,eccwn
vez más a insistir sobre sus consecuencias narcisistas al poder y la potencia: oposicion entre la hmüacwn Y lo
(la herida infligida a la integridad corporal y a la ima-
gen de sí). También induce una regresión narcisista 9. L'inquiétante étrangeté, trad. de B. Féron, Ga11imard, col. "Con-
(miedo del objeto, rechazo de la alteridad, tendencia a naissance de 1'lnconscient", 1985, pág. 237 ·
la inversión del complejo de Edipo) que puede llegar a
65
64

¡, _ __
En la misma época ( 1922) Freud escribe un breve
ilimitado. Aquí tenemos al menos un argumento para artículo que sólo se publicará en.1940, "La cabeza de Me-
buscar un factor común a estas dos series. d a" un tema mitológico cornente. Esta nota de un.a
p~~n~ y media es en realidad u~~ importante _contn-
¿Común o trascendente? Tal vez en ese sentido haya que compren-
b UClO· 'n al problema de la castracwn, porque reune un
der el recurso de Freud a un mito prehistórico: el de la horda pri- d · ·, t . .' el
haz d e datos: la equivalencia ecap1tacwn-cas racwn,
mitiva y el padre que la encabeza. Este posee a todas las mujeres, l .- , has
blandiendo sobre sus hijos rivales la amenaza de castración, coloca- horror que ante ella experimenta e , n~no varon, qu~ . -
do muy por encima de los demás miembros de la horda, considera- ta entonces se ha negado a darle credito, su .mensaJe dis-
do casi inmortal y finalmente muerto por sus hijos, quienes decidirán frazado a través del simbolismo de la serpien~~· la ate-
a través de un pacto que la madre no pertenece a ninguno de ellos, . ó del horror a través de la representacwn conso-
nuacl n · "fi
con el fin de no perpetuar el ciclo de violencias. Freud necesita esta ladora del pene (o mejor dicho de los p~~es), el s1gm I-
realidad, muy mítica, para explicar la transmisión de un miedo y un
tabú organizadores del orden psíquico y de las relaciones intersub-
cado de la multiplicación como nega.cwn de la falta.
jetivas familiares y sociales. No pienso que Freud haya creído lite- Otras ideas se presentan aquí ~or pnmer.a vez; la pe-
ralmente en la "realidad" de la situación que describía. Debía estar trificación como resultado del m1edo permite enc~ntrar------·
bastante al tanto de las concepciones sobre la prehistoria como para en el propio cuerpo la erección amenazada. El vmculo
creer que la humanidad haya empezado por una horda única or- de la cabeza de Medusa con Atenea fi~ura ~n su es-
ganizada de ese modo. Debía saber que se pensaba en grupos de d hace de ella una mujer a la que es 1mpos1ble acer-
homínidos reunidos en bandas (en plural). Probablemente se trate
de un mito que cumple la función de un modelo. Pero, ¿qué mode-
~~r;e y que disuade toda expresión de un deseo sexual
lo? Tal vez el de un estado primitivo de la humanidad, en el senti- 'e exhibe los órganos genitales de la Madre. La. re-
porqu . b" , h zar
do en que la diferencia entre el hombre y los monos antropoides no resentación puede pues servir tam Ien para ?rron .
está establecida con claridad. Al menos es una hipótesis plausible, ~1 enemigo; la exhibición del pene puede cumphr la mis-
no en cuanto al contenido del mito de la horda primitiva sino en cuan- función pero esta vez como reaseguro. Freud rea-
to a su función teórica.
La horda es precursora de la familia. Y es la familia como gru-
madara' algu' nas de estas reflexiones en 1931 en su
nu d 1f , 10
po la que será regida por prohibiciones que habrán nacido en pri- artículo "Sobre la conquista e uego .
mera instancia en colectividades más amplias (las hordas). Lo que
invita a la consideración de grupos aún más extensos (las masas).
Es lo que explicará el deslizamiento del análisis al nivel de la Psi- VII. DESARROLLO DE LA TEORIA: COMPLEJO DE EDIPO
cología de las masas, que por una parte funda las incidencias de la y COMPLEJO DE CASTRACION (1923-1926)
amenaza de castración sobre la figura social del líder y descubre me-
dios específicos de conjurarla (reemplazo del ideal del yo por el ob- De ahora en más el complejo de Edipo, cu~a influen-
jeto de amor, e identificación de los yoes entre ellos), y por otra otor- cia era notoria en el material expuesto en Cmq pycha-
ga cada vez mayor interés al análisis del yo desde el punto de vis-
ta de la identificación. Gracias a este desvío por una prehistoria
nalyses, ocupará su lugar el primero en el corpus
mítica, el complejo de Edipo puede ahora ver la luz. Freud encontró teórico freudiano. Los vínculos entre la amenaza de cas-

por fin el medio de no introducirlo en la teoría como simple vicisi- tración y el miedo que ella inspira, presentes desde el
tud del desarrollo ontogenético. Lo enraíza en el pasado de la espe-
cie humana, y congruente consigo mismo ya que no con la opinión 10. En Résultats, idées, problemes, PUF, 1985, t:ad. de J. Laplan-
predominante en su tiempo, defiende su transmisión hereditaria. che y J. Sedat, págs. 191-196, donde alude a la h1dra de Lerna.

67
66 •

••
'
í
comienzo de la obra freudiana, encontrarán por fin su la amenaza de castración, o la aborda sólo desde el
·justificación y su explicación a través del apego a los ob- nu de vista de la identificación femenina del varón
jetos de la sexualidad infantil. Ya no solamente el au- de su padre, como si el análisis del Hombre de
toer~tismo_ o el valor narcisista del pene, sino el obje- Lobos impusiera su recuerdo en esa ocasión.
to pnmord1al: la madre. Esto es, entre otras cosas, lo que Volverá sobre esto en su artículo "La organización ge-
complica la sexualidad de la niña, quien no sólo se en- infantil", subtitulado "Adición a la teoría sexual".
cuentra en la necesidad de cambiar de objeto (la madre subraya allí el hecho de que en la infancia no
por el padre), sino que, en una segunda etapa, se ve obli- más que un órgano genital, el pene existente
gada a renunciar al padre. ~--o. esto es, una primacía fálica (pero no genital) que
-1-- Se pue_de situar entre 1923 y 1926 la época en que abre sobre dos condiciones posibles: fálica o castra-
el compleJo de castración en el sentido pleno del térmi- Sin embargo, la realidad de la castración, insistía
no, es decir, como complejo, alcanzará por fin en la obra probada por la vista del sexo femenino, no es de
de Freud su más acabado cumplimiento. Y eso en tres .&ua manera una coacción absoluta. Porque el niño
tiempos: tiene la posibilidad de desmentir la percepción
la falta de pene. De este modo se introduce el con-
. 1) En 1923, con la descripción completa del comple- de desmentida [désaveu ], taro bién llamada clivaje
JO de Edipo en El yo y el ello; ], a la que Freud asignará una importante fun-
2) _De 1923 a 1925, con varios artículos breves que ,.. en el fetichismo. Pero lo que debe recordarse es esto:
constituyen la prolongación de las observaciones antici- se puede apreciar en su justo valor la significación
padas en la obra anterior; complejo de castración sino bajo la condición de to-
3) Por último en 1926, con Inhibición, síntoma y an- en cuenta su advenimiento en la fase de primacía
gustia, donde la problemática de la castración se de- falo". 11 De modo pues que los efectos de la percep-
sarrolla ampliamente. ¡¡ou del sexo femenino como despojado de pene no dan

a ninguna inquietud ni provocan ninguna reacción



El yo Y el ello le da a Freud la 'oportunidad de refor- ,~ ... antes del advenimiento de la fase fálica. Dicho -
mular su nueva concepción del aparato psíquico, y es en otro modo, la percepción por sí sola no puede consi-
este nuevo marco donde decribe los dos aspectos del com- causa del complejo de castración. Es necesario
p~ejo de E~po, el positivo y el negativo. Cabe-pensar que a ella se agregue la representación de la ausencia
solo despues de haber puesto en claro sus ideas sobre pene como señal de una castración llevada cabo por a
a~u~llo que habría de convertirse el superyó, pudo des- padre.
cnbir por fin el complejo de Edipo, llamado complejo pa- Sin embargo, no hay que apresurarse a concluir, so-
ternal y también complejo nuclear de las neurosis. Según la base de la idea de la "realidad" de la castración,
Freud, el miedo a la castración debía enraizarse en la Freud defiende una teoría sexual infantil: la que él
figura del padre primitivo, superando en mucho las ex-
periencias singulares de cada cual, o las variaciones de 11. "L'organisation genital infantil e" en La vie sexuelle, trad. de B.
la historia individual. De hecho El yo y el ello habla poco · , J. Laplanche y otros, PUF, 1969, pág. 115.

68 69
o
at~buye a la realidad psíquica al plantear la ecuación Ea cierto que esta primacía que no se detiene en consideraciones
muJer = castrada. En un primer momento sólo las mu- es de todos modos histórica, dado que se funda en es-
jeres de co.n.dición inferior están castradas; a las mujeres filogenéticos. La estructura observada en el individuo sólo
de la famiha, y sobre todo a la madre, se les atribuye la expresión singular de la historia acumulada por... la espe-
un pene, ha~ta que el complejo alcanza su pleno desa- La perspectiva causal invocada en los comienzos para explicar
amenaza de castración ahora se ensancha. Así la masturbación,
rrollo con la Idea de que también la madre está castrada. la que tanto insistió en otro tiempo, desempeña ahora un papel
De allí al descubrimiento del órgano genital femeni- que el complejo de Edipo, cuya función desborda ampliamen-
no todavía falta mucho. En suma, sólo una vez alcan- la descarga sexual masturbatoria. Implícitamente, Freud despla-
zado el "c.ompl~to desapego mental" respecto de los el acento del acto (masturbatorio) a los fantasmas (edípicos). El
padres, se mstaura el conocimiento de la realidad mate- del complejo de Edipo, consecuencia del complejo de cas-
rial con ~l reco~ocimiento de la vagina. No podemos sino prepara el terreno para las identificaciones y las sublima-
Pero cuanto más considera Freud el complejo propiamente di-
quedar ImpresiOnados ante el importante desfase que más variaciones posibles le descubre. Después de la desmentí-
s.epara la époc~ de la instauración del principio de rea- forma que difiere de la represión, invoca la "desaparición" (del
hda? (en relación con la de soberanía del principio de ejo) como un caso distinto. Cada vez más se plantea la cues-
realidad) en general, de la del reconocimiento de la va- -oscura- de la sexualidad de la niña pequeña.
l gina en particular.
Poco después y por la misma época Freud se pregun- Freud volverá aún sobre el tema en 1925, en "Algu-
ta.so?re el final del complejo de Edipo, 12 que atribuye consecuencias psíquicas de la diferencia sexual
• 13 Se plantea cada vez más la cuestión de
p~mci~almente a la amenaza de castración, cuyo poder
disuasivo es más eficaz que ningún otro factor. El rol psicosexualidad diferencial, y el hecho de que el caso
de los precursores, ya encarado en el trabajo anterior, varón haya monopolizado prácticamente la reflexión.
es retomado, pero para afirmar que sólo cuando el mie- la niña, el deseo de tener un hijo del padre subtien-
do se refiere espedficamente al pene cabe hablar de cas- la masturbación infantil. También ella está bajo la ~
~ración. Y Freud añade que las exveriencias anteriores u.ua~J.a de la fase fálica; de allíJa_enyjdia del pene que ~ t/•'
mvocadas (destete y control de los, esfínteres) no pare- ta del examen del sexo de los varones. "Vio eso,
cen desempeñar una función importante. Añadimos a que no lo tiene y quiere tenerlo." 14 Cuando no pre-
continuación: "sino a posteriori". En esta ocasión pode- ~u.ua la desmentida, la niña puede conservar un sen- r r
mos constatar hasta qué punto la perspectiva de Freud iento de in erwnaaá, una herida narcisista. Suele
es más estructural (como subraya Lacan) que genética. la a la madre, es decir, a una acción
Nada para él podría superar en importancia el signifi- de ella. La niña soporta peor que el varón
cante de la castración. No podría extraerse ningún ar- masturbación ebido a la "humillación narcisista re-
gumento de experiencias que sobrevinieran antes del con la envidia del pene". 15 En conclusión,
complejo de castración. En esto, la opinió;n de Freud se
opone a las perspectivas modernas.
13. "Quelques conséquences psychologiques de la différence ana-
entre les sexes", loe. cit., pág. 127.
12. "La disparition du complexe d'<Edipe", loe. cit., págs. 113-116. 14. Loe. cit., pág. 129.
15. lbidem.

70
71

, "mientras que el complejo de Edipo del varón sucumbe decir la castración. "A través del masoquismo moral
r
r bajo los efectos del complejo de castraci6J1 es el comple- rese~ualiza la moral, resucita el complejo de Edipo,
1 joa e castracion et que h-aee- po.§j_ble e introduce e eem-
abre un camino regresivo de la moral al complejo de
1._}1/¿:jo de Edipo en la niña". 16 EstaSdíferencias percibi- • " 1s El tránsito de la angustia de castración al ma-
das por Freud, como también otras, no deben hacernos uismo femenino o moral implica para Freud la refe-
olvidar la bisexualidad Rresente e!!- los do~sexos. ru~o:Jii::t en este último caso a la pulsión de muerte. 1
A partir de la introducción de la pulsión de .muerte
(
la teoría, no es sólo un argumento especulativo abs-
\ \
VIII. APERTURA HACIA EL MASOQUISMO Y
LA REACCION TERAPEUTICA NEGATIVA
tracto lo que ingresa en el debate, sino un. a~en~e de re~­
aluación de la clínica. Al lado de las hipotesis referi-
das al masoquismo, en esa misma época son reeval~a­
Separamos de este tríptico un trabajo de Freud re-
dactado entre el primero y el segundo de estos tres das también las relaciones entre la neurosis y la psico-
artículos. Es "El problema económico del masoquismo" . Aunque Freud no lo dice específicamente, ca~e pre-
(1924), que en mi opinión debe mencionarse como cuar- ¡untarse si no cuestiona de mo~o i~plíc~to la func~ón del
complejo de castración en la psicosis, o SI el matenal que
to socio del trío anterior, unido a él por el mismo leit-
refiere a ella no debe subordinarse a otros paráme-
motiv. Freud interpreta el masoquismo (de los hombres)
tros: represión de la realidad y subsiguiente daño (a
como una regresión que coloca al sujeto en una posición través de la represión de las ideas y juicios que repre-
femenina. Los fantasmas masoquistas significarían "es-
l entan la realidad en el yo) a la unidad del yo. En suma,
tar castrado, padecer el coito, o parir". 17 El acceso al es-
algo así como una amputación que afectaría al yo de un
tadio fálico de la sexualidad infantil permite incluir la
castración objeto por otra parte de una desmentida"- modo análogo a como la amenaza de ca~tración afect~
en los fantasmas masoquistas. Ya unos años antes, a la sexualidad. En todo caso Freud sostiene la necesi-
cuando aún no había redactado ~l yo y el ello (y por lo dad de la distinción entre una y otra serie. 19
tanto cuando aún no había reinterpretado el masoquis- Esta toma de posición en 1924 pasará por un desa-
rrollo nuevo en 1937 con "Análisis terminable e inter-
mo a la luz de las pulsiones de destrucción), Freud había
minable". En este artículo Freud distinguirá dos formas
analizado detalladamente en "Pegan a un niño" (1919)
de resistencia a la cura: aquella en la que se puede po-
los fantasmas sadomasoquistas, en los cuales veía una
ner en evidencia una reacción terapéutica negativa de-
contribución a la génesis de las perversiones sexuales. -
bida a un poderoso sentimiento de culpabilidad inco~~­
El artículo de 1924 culmina con la evocación de la re- ciente, y aquella en la que intervendría una destructiVI-
acción terapéutica negativa debida al sentimiento de
dad flotante distribuida en todas las zonas del aparato
culpabilidad inconsciente, que no deja de exigir castigo,
• psíquico (mientras que la precedente depende sobre todo
de la relación entre el sadismo del superyó y el maso-
16. Loe. cit. , pág. 130.
17. "Le probleme économique du masochisme", trad. de J. Laplan~ 18. Loe cit., pág. 296.
che, en Névrose, psychose, perversion, PUF, 1973, pág. 290. 19. Loe. cit., págs. 285, 286.

72 73


quismo del yo). La primera se debería a una destructi- de Edipo invertido las que muestran los es-
vidad ligada (por el superyó) y la segunda, a una des- vínculos entre estas constelaciones del comple-
tructividad no ligada que infiltraría el conjunto de las y el límite del poder terapéutico. ~ay en todo caso .re-
tres instancias. Esta distinción se verá confirmada en casi sinónimas entre el m1edo a la castrac1ón
Esquema del psicoanálisis (1938). la angustia. Pero la situación cambió desde 190~. ~
angustia de castración responde una doble confllctl-
: la relativa al miedo a la castración y la relativa
IX. LA ANGUSTIA DE CASTRACION Y SUS PRECURSORES deseo de castración. ¿Qué pasa entonces con el ho-
a la castración? Aquí se articula una cópula deci-
Tras avanzar en el problema del masoquismo una que enlaza la problemática clásica de las neurosis
suerte de caso límite descubierto por la situación la de los modernos casos límite: la que subyace al
analítica, del cual Freud volvería a ocuparse más tar- invertido con su deseo de castración y conduce ha-
de , sin duda era oportuno analizar la influencia de los el masoquismo de la reacción terapéutica negativa,
nuevos desarrollos sobre la antigua cuestión de la an- se adivinan los efectos de las pulsiones de des-
gustia, ya ampliamente tratada. En ese sentido Inhibi - A nuestro juicio ésa es la verdadera apuesta
ción, síntomC!- y angustia, pese a interesantes y nuevos de Inhibición, síntoma y angustia, no percibida por el
puntos de vista, aparece de hecho como una recapitu- Freud, que explica su mirada retrospectiva y tal
lación y una retrospectiva (como lo prueban las referen- vez ya anuncia "Análisis terminable .e intermina~le".
cias al pequeño Hans y al Hombre de los Lobos), nece- ¿Cuál es la diferencia entre angustia y mas?qmsmo? __..,
saria sobre todo debido a que las ideas de Rank sobre el pnmer caso, la angustia pone en práctica la re-
el trauma del nacimiento estaban ganando terreno. Esto ;,~~~~a~ert:ellcial{f que anuncia el pefi-
antes de dedicarse en el último período de su vida a te- 11'0 de castración. El masoquismo, en cambio, re~~xua­
mas descuidados por el psicoanálisis. Si no a la psico- liza la moral. Además, subrayémoslo, la reflexwn d~
sis franca, que según Freud se ma~ftiene poco accesible reu,d se funda en la consideración de la angustia de cas-
a la cura, al menos a los mecanismos psicóticos, cuyo tración en las psiconeurosis de transferencia, de las neu-
campo de acción está lejos de limitarse a los estados rosis en el sentido corriente del término (histeria, fobia,
psicóticos comprobados, y también a la reacción te- obsesiva), mientras que el masoquismo de las
rapéutica negativa, que pone al analista frente al mis- reacciones terapéuticas negativas tiene que ver con las
terio de una autodestrucción que no por no ser radical, eurosis de carácter o incluso con estructuras no
como el suicidio, es menos implacable. Por otra parte, neuróticas (casos límite, estructuras narcisistas, etc.).
¿no hay un vínculo más o menos evidente entre los pri- Freud admite que otros factores etiológicos pueden ju-
meros y la segunda? fuera de los casos de las neurosis de transferencia.
El complejo de castración seguirá siendo
• •
la clave del Estas no han sido distinguidas desde los orígenes del
conjunto de las estructuras descubiertas en análisis, psicoanálisis de las neurosis actuales, ~uyo d.eterminis-
desde Hans hasta el Hombre de los Lobos. Sin embar- mo según Freud era no psicógeno. El tipo m1smo de la
go, se diría que no podemos dejar de notar que son las neurosis actual, ¿no era la neurosis de angustia, donde

74 75
la organización inconsciente? Remitiéndonos
los .me~~mismos ~e so~atización no obedecían a la sim- mismo Freud, situaremos sin esfuerzo el mecanismo
bolización ~e la histena de angustia o de conversión? En patológico al nivel del yo, y otorgaremos al miedo a la
consecuencia, la categoría de las neurosis narcisistas fragmentación lo que en una neurosis atribuiríamos al
¿no supone que la angustia de castración cobre en ella~ miedo a la castración. El problema consistiría entonces
,una tonalidad diferente (véase Schreber)? Y por último, buscar las correspondencias o las armonías del com-
f
en Má~ allá del principio del placer el ejemplo de las plejo de castración. Más bien que recurrir a la causa-
neurosz,s traumátzcas, ¿no viene a engrosar el contingen- lidad temporal binaria que comprendería por ejemplo la
te de. entidades clínic~ que no pueden clasificarse bajo problemática de la fragmentación como fondo primitivo
la etiqueta de .neurosis de transferencia? Psiconeurosis de donde se diferenciarían formas de angustia más cir-
de tr~sferencia cabría decir psiconeurosis con trans- cunscriptas, más limitadas, más simbólicas, como la an-
ferencia , . esto e~ .psicosis-neurosis provocadas por gustia de castración, preferimos por el contrario, de
tra~sferencias de hbido objeta! y que tienden a trans- acuerdo con el pensamiento de Freud, ubicar la castra-
fenrse sob:r:e objetos que se prestarían al juego de la ción en significación ordenadora, buscando lo que corres-
transferencia. ponde en otros registros.
Si la angustia de castración puede considerarse como Volvamos por ejemplo al narcisismo. En la medida en
cen~ral en estas neurosis, es porque está estrechamen- que se cumple en la totalización unitaria ese paso ade-
te vmculada con el Edipo, que es el complejo nuclear de lante que transforma las pulsiones autoeróticas difusas
'-----.)l as neurosis. Reflexionando sobre esta expresión, tene- en narcisismo como reunión unitaria del amor de sí para
mos derec~o a pre~ntarnos si Freud se refiere aquí a sí o para su propia imagen, podremos comprender lo que
las neurosi~ en sentido amplio, es decir, englobando to- afecta a esa unidad (es decir, al yo que reconoce allí su
das ~as enti~ades de la clínica, o sólo a las neurosis en imagen) como heridas infligidas a esa totalización, a las
sentid? estncto, es decir, a las psiconeurosis de trans- que se denomina heridas narcisistas, muy diferentes en ~' _0J_,
~erencia. La ~uestión se plantea a propósito del comple- 20
sus efectos del complejo de castración. Desgarramien- \ti' f' 1!
J~ de castración. ¿Cabe decir que el complejo de castra- to en la superficie o lo que corresponde a su proyec-
CIÓ~ .es?el complejo nuclear de toda la clínica psicoa- ción en el decir de Freud del yo, solución de continui- 1
nahtica: La pregunta no tolera una respuesta precipi- dad del tejido psíquico que corre entonces el riesgo de
tada, ru en un sentido ni en otro. En cierto modo hay resquebrajarse en más de una dirección, y al que el tro-
correspondencia entre la pregunta tal como acabamos de zo de tela del delirio viene a rellenar y enmascarar.
formularla y la referida a las relaciones entre castración Lo que es válido para la psicosis también es válido,
propiamente dicha y precursor de la castración . aunque de otro modo, para esas formas clínicas llama-
En "Introducción del narcisismo" Freud habla. de ca- das casos límite o fronterizos. Ya demostré que a poco
~os en los que estaría ausente el complejo de castración. que se admita que la angustia de penetración es el co-
¿Es para sorprenderse? La experiencia de la psicosis ·no
dem?estra acaso que si se puede descubrir en ella la' c~s­
20. Sobre las relaciones entre castración y narcisismo véase J. La-
t~~ción (a veces sin disfraces en la temática de un de-
planche, loe cit., págs. 62-65.
hrw) no se podría concluir que el complejo de castración

77 •

76

rrelato de angustia de castración (sobre todo si se tie- a la cura se atribuyen a fijaciones y traumatismos muy
nteriores al Edipo. Por otra parte esos traumatismos, más que de
ne presente la sexualidad femenina), se puede compren-
fndole sexual, son traumatismos que afectan al yo. La angustia de
der_la dupla formada por las angustias que parecen es- castración sería pues mucho más tardía. Como sabemos, Ferenczi
pecifica~, de los casos límite, se trate de la angustia de produjo entre 1928 y 1932 una serie de trabajos sobre estos temas
separacwn o. de la angustia de intrusión, como equiva- que hacen de él el padre del psicoanálisis moderno.
l~ntes al mv~l del yo y de sus límites de las angus-
tias de castración y penetración, cuya función organiza- Freud no se dejó impresionar por estos argumentos.
dora en la constitución de los síntomas y la instalación Hizo notar que la verdadera experiencia de separación
de defensas nos revela la clínica de las neurosis. no coincide con el parto sino con el destete. Considera-
Asimismo, cabría plantear el narcisismo totalizador ba que las condiciones de la vida extrauterina en el na-
como narcisismo del Uno y oponerle tanto el narcisis- cimiento reproducían aproximadamente las de la vida
mo de la destotalización (regresión hacia las pulsiones intrauterina. En cambio la "pérdida" del pecho era una
parciales del autoerotismo) en la amenaza de la frag- experiencia modificadora, a menudo traumatizante. Lo
mentación, como el narcisismo negativo que se traduce que Freud quiere señalar aquí es la pérdida de un tipo
en la desinvestidura y la tendencia al nivel Cero de la determinado de placer: el de la succión del pecho ma-
excitación. terno. Después del soporte que le otorga un nuevo de-
. ~as series del complejo de castración y las del nar- sarrollo, una interrupción pone fin a las experiencias de
Cis~smo pueden confluir hacia el narcisismo fálico. ¿Pero satisfacción. Hoy cabe comprender que el destete es me-
que decir de esta estructura en el ·sexo femenino? Una nos digno de consideración per se que en relación con las
vez más la sexualidad femenina exige un análisis es- experiencias de separación respecto de la madre. Has- •

pecial. ta los kleinianos admiten que la expresión "el pecho" que


adopta Melanie Klein designa en realidad a la madre .
. ~a ~scusión de las ideas de Rank sobre el carácter primordial, Sigue siendo cierto que no se resuelven tan fácilmente
ongmano de la angustia consiguiente al trauma del nacimiento abrió los problemas vinculados a las relaciones entre objetos
un rico debate que debía culminar en lnliibición síntoma y ~ngus­ parciales y objetos totales. Tampoco es fácil de compren-
Ya se_ h_abía su~citado la cuestión teÓrica pl~nteada por los es-
21
tia. der la relación entre angustia de separaci-ón y angustia
tados preedip1cos_- Que era de la influencia de las angustias específi-
cas de esos estadiOs y de la ecuación implícita: "Cuanto más concier- de castración. Cuando Freud encara la primera bajo los
~e a lo que_ sucedió a~tes, más grave es", a la que podemos añadir: auspicios de la angustia de la _pérdida de objeto (según
Cuanto mas se anahza lo que parece remitir a lo que sucedió an- él la más antigua de las angustias), la interpreta como •

tes, más se apresura la cura; cuanto menos se lo hace, más se in- angustia en relación con el peligro de p.o tener ya a na:-
telect~aliza". En úl_tima ~nstancia el análisis del complejo de Edipo die con quien.__sa_tisfacer las pulsiones ("¿Quién me va a
pasan a por una res1stenc1a del analista y de su escucha "superficial".
Se desarrolla un marcado interés por la técnica psicoanalítica como
dar de beber?"). De modo que rechaza una interpreta-
lo prueba la colaboración de Rank con Ferenczi. Asimismo, Ías re- ción no libidinal del objeto. 22 Aun cuando lo que está

22. Como lo sugerirán más adelante Fairbairn y lo~ partidarios de


21. Laplanche dedica una prolongada discusión a las ideas de la teoría de las relaciones de objeto. Véase B. Brusset en Psychanaly-
Rank, loe. cit., pág. 119 y siguientes. se du lieu, Ed. Centurion.

78 79

en cuestión remite a la investidura narcisista del obje- Angustia automática, angustia traumática, angustia
to o a una ausencia de distinción entre sujeto y objeto. ánica, angustia en los límites del psiquismo casi reso-
Ferenczi ya había concebido el vínculo entre angustia de matizada, angustia si no de fin del mundo al menos de
castración y angustia de separación. Según él, la con- muerte del yo. Toda la clínica psicoanalítica moderna su-
secuencia de la castración era la imposibilidad definiti- braya la importancia de las angustias de aniquilamien-
va de volver a reunirse con la madre. En cuanto a los to (M. Klein), de las angustias impensables (W. Bion) o
precursores de la castración (destete y control de esfínte- de las angustias torturantes (Winnicott), cuyo carácter
res), a pesar de su advenimiento anterior a la fase fálica, convergente concierne a la Hil{losigkeit la angustia
no pueden según Freud tener un efecto comparable a la psíquica del recién nacido.
angustia referida al pene, debido al alto grado de inves- Las correspondencias de la angustia de castración
tidura narcisista contemporánea de la primacía del falo "posterior" completan el cuadro junto a la angustia "a.n-:_
1
con que culmina la sexualidad infantil, dado que la pri- terior" que acabamos de mencionar. Las transformaciO- '
macía genital sólo interviene en la pubertad. nes del aparato psíquico dan a la angustia de castración
Los autores modernos kleinianos y poskleinianos han la apariencia de una angustia social que no es sino unaJ
puesto de relieve las angustias precoces "arcaicas" que angustia ante el superyó. Allí suele encontrarse la raíz
estarían relacionadas con la posición esquizo-paranoide. de la necesidad de autocastigo que podría relacionarse
Resultarían de una angustia de persecución por los ob- con el sachsmo del superyó. Además hay que tener en
jetos malos internos, expulsados con las partes malas del cuenta el masoquismo del yo. En el m~oquismo, en lu-
yo. La identificación proyectiva resultante de la identi- gar de una angustia de castración, un goce (inconscien-
ficación del yo con las partes proyectadas daría lugar a te) satisfac un deseo de castración. Aquí se introduce
angustias llamadas persecutorias, psicóticas o de ani- una idea nueva, la de la regresión (en este caso sádica
quilamiento. Por su parte, Winnicott describió las an- anal} como defensa contra las demandas de la libido.
gustias torturantes que acarrean estados de desintegra- Señalemos una vez más la diferencia entre la regresión
ción. Freud no dice ni palabra sobre esos estados, que defensiva (que consiste en una "desmezcla" parcial de
su experiencia no le permite conocer. Sin embargo, po- las pulsiones eróticas y agresivas) y la estructura maso-
demos preguntarnos si la angustia que acompaña al sen- quista, en la que las pulsiones de destrucció~ sufren
timiento del fin del mundo no está en relación con ellos, también una "desmezcla" pero en sentido paswo, una
o si lo que describe bajo el nombre de angustia au- "desmezcla" más completa, que otorga predominio a las
tomática no responde a ellos por lo menos en parte. pulsiones autodestructivas. · . .
De todos modos, está claro que en todos esos estados Queda en pie el problema de lo femenmo. Al mterro-
la función de señal de la angustia es desbordada por una garse Freud sobre la función exclusiva de la angustia
suerte de toma masiva de la psique totalmente invadi- de castración, duda de ella en el caso de la mujer, prueba
da por un afecto que perdió su función semántica y se que es consciente de su tendencia androcéntrica. Cree
desencadena demasiado tarde, se diría que tomado de que en rigor no se puede hablar en la mujer de angustia
improviso. Ya no se trata de anunciar un peligro .sino de castración (dado que se supone que la castración ya
de hacer constar los estragos de un siniestro cataclismo. tuvo lugar), sino más bien de complejo de castración.

80 81

Estamos pues en presencia de una gama de varieda- de esta idea Freud concluirá su obra con el breve
des de angustia debida a mecanismos económicos y importante artículo "La escisión del yo en el pro-
simbólicos, o perteneciente a etapas diferentes de la li- de defensa" (1938). No hacía otra cosa que retomar
bido que llevan a examinar las relaciones entre angus- idea ya defendida once años antes. A partir de 1927,
tia y masoquismo: "Se puede decir que a tal período de ...... aporta efectivamente una contribución importan-
desarrollo responde, en cierto modo adecuadamente, tal al problema de la castración con su artículo sobre el
condición determinante de la angustia.( ... ) El peligro del ·chisma. Demuestra un aspecto nuevo de la función
desamparo psíquico corresponde a la época de inmadu- la percepción de los órganos genitales femeninos por
rez del yo; asimismo, el peligro de la pérdida del obje- niño varón. Lejos de constituir esa percepción una
to corresponde a la dependencia de los primeros años de toma de conciencia irrefutable de la ausencia real del
la infancia; el peligro de la castración, a la fase fálica; pene en el cuerpo de la madre, los efectos angustiosos
y la angustia ante el superyó, al período de latencia. de esa percepción pueden ser desmentidos, Freud des-
Pero todas estas situaciones de peligro y todas las con- cribe pues un mecanismo nuevo, la desmentida (Verleu-
diciones que determinan la angustia pueden persistir •ur~~~ ), que ~e refiere específicamente a la percepción,
una junto a otra e incitar al yo a reaccionar a través de mientras que la represiQ.n (Verdrangung) concierne al
la angustia incluso en épocas posteriores a las adecua- (prueba, dicho sea de paso, de que los afectos son
das, o bien varias de ellas pueden entrar simultánea- reprimidos y no sólo rechazados). Sin embargo, para pa-
mente en juego". 23 Estas articulaciones muy bien pen- liar la ausencia del pene, la desmentida no basta. Un ...--
• sadas por Freud dejan que desear sin embargo cuando objeto contiguo a los órganos genitales femeninos, más
se intenta enfocar el complejo de castración en la niña. o menos cercano a ellos (liga, media, zapato) o que los
Una adquisición muy importante de Inhibición, s(nto- representa mediante un desplazamiento más complica-
ma y angustia es que Freud restaura el antiguo concep- do, ocupará el lugar del pene y se convertirá en el ob-
to de defensa, momentáneamente excluido por la repre- jeto elegido que condiciona el goce. Será el fetiche. El
sión. Se hace indiscutible que la represión es sólo una interés de este estudio sobre el fetichismo· es pues múlti-
pieza, claro que maestra, del arsenal defensivo. Es lo que ple, dado que en él se describe un modo de renegar (par-
revelará el análisis del fetichismo, respecto del cual se cialmente) de la realidad mediante la desmentida de la , 1
afirma que la desmentida o clivaje es el mecanismo ca- percepción, un avatar de la función simbólica (el fetiche. r ,
,- racterístico. 24 Por lo tanto la angustia de castración pue- /
como símbolo del pene) y por último se elucida una per-
de ser desmentida, pero sobre todo puede dar origen a versión que desempeña una función estructuradora en •

una lógica singular que O. Mannoni caracterizó feliz- las demás perversiones. El fetichismo estaría en el
mente con la proposición ''Ya sé [que las mujeres no tie- núcleo de toda perversión mediante la desmentida de la
nen pene] pero aun así [no puedo creerlo]". 25 Sobre la diferencia entre los sexos (Rosolato). Ulteriormente se
plantearán problemas referidos a las relaciones entre
23. Loe. cit., págs. 66-67. objeto transicional y fetiche y a la ·existencia o no exis-
24. Lo cual no hace sino retomar una intuición anticipada por
Freud unos años antes. tencia del fetichismo en la mujer.
25. Los términos entre corchetes son míos.

82 83
\

l

X. LA NIÑA Y LA MUJER c:lrocéntrica. Es digno de destacar que la obra de Mela-


nie Klein desemboca en el concepto de envidia del pe-
En todas las etapas de su reflexión, Freud encuen- ch.Jl. Sea como fuere, la consecuencia general de esta re-
tra obstáculos que se oponen a una clara comprensión flexión será la de otorgar mayor atención a las fases pre-
de la evolución psicosexual de la niña, a pesar de cier- edípicas en uno y otro sexo. Sin emb~go la ~ujer ofre- 1
tas apreciaciones de gran valor (que ulteriormente no ce una peculiaridad, además de su bisexuahdad: la p~­
dejarán de ser impugnadas). Es urgente para él ocupar- l ibilidad de ver extinguida definitivamente su sexuali-
se de este tema. Resulta fácil denunciar el "sexismo" de dad durante toda su vida sexual. 27 Volveremos sobre~
Freud, su "chovinismo macho", como se diría hoy, pun- ello. Pero el sentimiento de insatisfacción de Freud ante
to en que era prisionero de los prejuicios de su tiempo. sus propios descubrimientos es ostensible. S~ an~isis de
Si bien Freud no puede eludir la crítica eri ciertos pun- las teorías de sus discípulos sobre esta cuestión tiene de
tos, me parece más ecuánime recordar en qué oscuridad notable que evita toda alusión a Melanie Klein (en 28
estaba sumida la psicología de la mujer antes de que 1931 y .1932, cuando ella ya había publicado numerosos
Freud propusiera ciertos conceptos susceptibles de lan- trabajos), mientras que menciona a Helene Deutsch? ~·
zar un rayo de luz en este territorio apenas sobrevola- Lampl de Groot y otros. Sea como fuere, el impulso Ini-
do. Voy a resumir los problemas relativos a las ideas de cial -dado desde 1926 con Inhibición, sí:ttoma Y angus-
Freud en un solo cuestionamiento: "Si es verdad que la tia y renovado en 1931 anuncia que €1 interés de los
teoría sexual infantil de la castración es lo que lleva a analistas de las generaciones futuras recaerá sobre todo
la niña a ingresar en el Edipo, las relaciones entre las en los estadios de la libido llamados pr~~edípicos, en la
fases anteriores a esta toma de conciencia y las siguien- relación madre-hijo y en los precursores de la castración,
tes, ¿se presentan con la misma homogeneidad que en e incluso en otros aspectos del desarrollo haciendo in-
, ?"
e1 varon .. tervenir factores no libidinales. .
El primero de los dos artículos de Freud sobre la se- En cuanto a Freud, no avanzará más por este cami-
xualidad femenina vuelve a otorgar importancia a la no. Reafirmará su concepción del valor cardinal, nuclear
fase preedípica. Compara este descubrimiento con el de del complejo de castración, del complejo de Edip.o como
la civilización minoico-micénica que precedió a la de los complejo paternal. Lo prueba su Moisés y la relig~ón: mo-
griegos. 26 La comparación no es trivial si pensamos en noteísta. Esta obra, más allá de las especulaciOnes
la primacía fálica que caracteriza a esta última. El cam- históricas a las que adhiere y que han sido impugnadas
bio de objeto, vicisitud de la sexualidad femenina, no tie- incluye una parte clínica y desarrollos teóricos sobre la
ne equivalente en el varón. Asimismo, la existencia de psicogénesis de las neurosis que merecen una cabal co~­
dos zonas erógenas (el clítoris y la vagina) crea otra di- sideración. La función de la obra, que prolonga tan eVI-
ferencia respecto de él. La envidia del pene, constante-
mente criticada por las feministas y también por las psi-
coanalista!3 mujeres, es considerada excesivamente an- 27. Jones retomará este rasgo a través de la descripción de la afáni-

118.
28. Es verdad que a Jones, que se había atribuido la función de ser-
26. "Sur lH :cexualité féminine", en La vie sexuelle, pág. 140.
virle de portavoz, se le menciona al final del artículo.

84 85
denten:ente Tótem y ~abú, es sin duda invitar a los psi- Conclusión. Con Jean Laplanche podemos concluir sobre la espe-
coan~hstas a no desviarse del mito que funda la teoría cificidad del complejo de Edipo según tres coordenadas.
1) Su situación como culminación de la sexualidad infantil, que
f~eud1ana: el del padre de la horda primitiva y su ase-
obliga a tomar en cuenta un punto de vista genético en una pers-
smato por sus hijos. Para Freud no se trata de un mito. pectiva de desarrollo. Habrá que tener en cuenta entonces también
Para él, la práctica de la circuncisión es el testimonio estudios posfreudianos sobre esta cuestión.
de la amenaza de castración real que el padre podría eje- 2) Su función como "teoría" (sexual) que puede asimilarse a una
c~t~ ~obre sus hijos. Recordemos la remisión a la visión estructural, dado que introduce un principio de orden que per-
hipotesis filogenética. mite hacer inteligibles las relaciones humanas.
3) Su perspectiva "dramatizadora", o bien la reanudación de sus
temas de acuerdo con una nueva "puesta en escena" cuya vectoriza-
ción se cumple al mismo tiempo hacia la heterosexualidad y del lado
XI. ULTIMAS PALABRAS: LA ROCA DE LA TEORIA de "la espera y las promesas, correlativas a la aceptación de la cas-
tración". 29
"~.álisis terminable e interminable" es el testamen-
t~ clm.Ico,de Fr~ud. Su conclusión desemboca en la "roca Está claro que el complejo de Edipo, al que Freud cla-
bw~ó.g~ca que Impondría un límite a la posibilidad de sificará ulteriormente entre los fantasmas originarios,
anáhsis: el repudio de la femineidad por parte de am- será el organizador psíquico más poderoso tanto al ni-
bos sexos. Lo cual de hecho remite tanto al varón como vel de la estructura como al nivel de la historia. El pano-
a. la niña al comple'o de castración: angustia de castra- rama de la obra freudiana que expusimos permite po-
c~ón en el varón,envidia del pene en la ni~Cabe de-
ner en evidencia que Freud ha sido muy constante en
Cir que se trata de la roca de la teoría {feucüana, esto cuanto a la importancia que debe otorgarse al comple-
es, lo que para su creador cobra el valor de núcleo no jo de castración, sobre el cual su opinión varía muy poco,
solamente duro sino irrompible. ' a diferencia de lo que sucede en el caso de otros concep-
Sin extendemos ahora sobre este tema, subrayemos tos por él descubiertos (teoría de la seducción, sucesivas
que .esa ro~a se constituye bajo la acción conjugada de teorías sobre las pulsiones, dos tópicas del aparato
la bisexuahdad y de la última teoría de las pulsiones psíquico, concepciones de la angustia, etc.). Sin embar-
(pulsiones de vida y de muerte). Lo cual reclama un go, es preciso destacar una serie de oscuridades o con-
prolongado desarrollo reflexivo sobre las relaciones en- tradicciones: la idea de Freud de que se trata de una for-
tre 1~ ~línica psicoanalítica y la teoría freudiana, con un mación imaginaria (fantasma de castración o teoría se-
an~~s~s profundo de sus opciones interpretativas. El xual infantil) y la invocación de una realidad de la cas-
anáhs~s de l~ bibl.iografía psicoanalítica posfreudiana tración; su datación relativa precisa en los desarrollos
pondra en evidencia las otras opciones preferenciales. ontogenéticos y su hipotético anclaje en la filogénesis; su
Estas ~o obedec~n solamente a las preferencias de au- vínculo con el complejo de Edipo y sus relaciones con-
tores mslados, smo a características que pueden vincu- tinuas y discontinuas con sus precursores (destete, con-
larse con el conjunto cultural del que forman parte di-
chos aut?res, o del que a veces aparecen como represen-
tantes eJemplares. 29. ·J. La planche, loe. cit., pág. 108.


86 87
• ) l •
C> • V '
7
'

trol de esfínteres); su observación privilegiada en lapa-


tología de las neurosis y su constatación tanto en los
grandes creadores (Leonardo) como en los salvajes; su
relación con la bisexualidad y las dificultades con que
tropieza la teoría de la castración para dar cuenta de
la sexualidad femenina; sus conexiones con el yo a través
del narcisismo y su relación con la realidad; su íntima
relación con la angustia y sus vínculos con el masoquis- Parte III
mo; su inserción natural en las teorías de las pulsiones Perspectivas contemporáneas
anteriores a 1920 y su reevaluación a la luz del concep-
to de pulsión de muerte; en suma, su posición de roca
de la teoría freudiana.
Este conjunto de contradicciones, unas fecundas,

otras paradójicas, otras meramente oscuras, llevó a la
investigación psicoanalítica posfreudiana a proponer
otras respuestas inspiradas en opciones teóricas muy di-
ferentes. En todo caso, había un aspecto, y no de los me-
nores, que exigía una necesaria revisión: la sexualidad
femenina. Vamos a dedicarle un capítulo especial.

1
.'

. : ..
••

88
l. LAS FUENTES DE
LA TEORIZACION PSICOANALITICA

. A partir de .Freud, el complejo de castración no ha de- 1) Las primeras y principales fuentes de información provienen
Jad~ de ser obJeto de reflexiones surgidas desde las más de la cura psicoanalítica de los adultos. Aquí hay que tener en cuen-
variadas perspectivas. Optamos por ocuparnos de algu- ta las distorsiones de la memoria y por consiguiente de la informa-
nos puntos de. vista. entre los más representativos. La ción sobre la infancia, no como factores que induzcan a sospecha sino,
por el contrario, como altamente indicadores de que la originalidad
obra de .Melame Klem imprimió un profundo cambio al de la concepción psicoanalítica de la infancia no descansa exclusiva-
~~s~miento de Freuq. La importancia el movimieñto mente sobre las marcas positivas de la sexualidad sino también so-
emmno en el psicoanálisis contemporáneo justifica bre el vínculo indisoluble que ella entabla con los fantasmas y las
pue~ que nos demoremos en él. Pero sabemos que es una defensas de diverso orden. La consideración de las defensas es par-
cornent~ que suscita múltiples oposiciones des e hace te integrante de la evaluación de la actividad pulsional a la que se
..,m uc ° tiempo. !:Jna de las críticas de que es obieto es~ aplican. Todos los que se dedican a abordar directamente el cono-
la de1evada ~mproolf1
a I Iaa a de sus especulaciones,..1 sobre,
cimiento del niño deben recordar en primer término que las defen-
sas siguen cumpliendo su función en el proceso de conocimiento del
t? 0 en la epoca en que Melanie Klein las sitúa . A par- investigador: nada es más impactante que el modo como el "obser-
tir, ~e. Anna, ~reud, la corriente denominada de psico- vador" observa hechos que confirman su teoría es deCir, según los
análiSIS genebco, que se inició con René Spitz Y prosi- casos, la concepción freudiana, kleiniana, winnicottiana, mahleriana,
g~e con, entr~ otros, Margaret Mahler, difunde las opi-
etc. - del desarrollo del niño. Esta circunstancia invita a recelar de
toda visión reductora de las cosas. Asimismo, hay que insistir en el
mones d~ q~Ienes someten las teorías del desarrollo a hecho de que la puesta en evidencia de los rasgos relativos al incons-
u~ estudio Sistemático. H. Roiphe·y E. Galenson descri- ciente y a la sexualidad en el niño a través de toda clase de méto-
bieron a.l ::specto reacciones de castración preedípicas dos implica la condición previa del psicoanálisis personal del adul-
~ndoposicwn a estos puntos de vista esencialmente fun~ to observador, que instruye sobre los ocultamientos, las represiones
.a os e n una visión que otorga la primacía a la histo- y racionalizaciones que no se detienen en el umbral del trabajo
na o a 1a. on t ogenesis,
' · 1as concepciones de Jacques La- científico y que, como veremos, son la cáusa de opiniones preconce-
bidas, y por otra la fuente de escotomizaciones esquematizadoras.
can refleJan una opc·,wn con t rana
. denommada
. estructu- 2) El psicoanálisis de niiios es otra fuente cuyo poder instruc-
ra1' d~e se ~a asimilado al estructuralismo. Laca toma tivo es considerable con la condición de no ceder a la ilusión de ser
sus Istan~I~s respecto de toda inferencia d~ un basa- el testigo de hechos que aparecen in statu nascendi, dado que esta
mel.ndto ?drgdamco de la sexualidad (aun cuando admite la posición otorga supuestamente al analista de niños un saber priori-
tario. Nada puede reemplazar a la crítica de la interpretación de los
.-=~ so 1 t an a ·so m~ t o-p~Iqmca),
, · como asimismo denuncia hechos teorizados. Y es en el adulto donde el cumplimiento de las
• 1as. ;am~as delimagmario kleiniano Y las de la obser- organizaciones psíquicas concluidas revela a posteriori el sentido de
vlacwdn, Siempre. sospechosa en alguna medida de hue- sus esbozos en el niño.
.l as e conducbsmo.
91
90

(

3) La observa.ción directa no sistemática de niños, a la que Freud las diversas aproximaciones, la puesta en perspectiva de las
ya se dedicaba, donde el observador se deja solicitar por un episo- diferentes opciones teóricas, el ensanchamiento del corpus a ~ravés
dio significativo (conducta particular en una determinada etapa del la confrontación con la práctica de Freud bastan para evita: el
desarrollo: juego del carretel, descripción del objeto transicional, etc.), sgo de evolucionar hacia una concepción puramente especulatlVa.
forma parte integrante de la experiencia de todo psicoanalista. Sur- 5) Más distantes de la experiencia psicoanalítica, pero no tan ale-
gen a propósito los nombres de Freud y de Winnicott. de ella, hay que tener en cuent~ las ?roduccion~s cufturales.
4) La observación sistemática y "científica" del desarrollo, en la arte, la literatura, la mitología, la h1stona y la preh1stona, el es-
que se hace hincapié en la continuidad de la observación, lo soste- tudio de las religiones y, de una manera más general, la. antrop~­
nido de la relación y sus transformaciones desde el nacimiento has- logía pueden proporcionar un rico fermento a las concepciOnes psl-
ta el final de la infancia, conoce hoy una extensión considerable. Es coanalíticas. La obra de Freud es el testimonio viviente de ello.
preciso subrayar aquí una evolución en este campo del saber. Si bien
los primeros intentos tenían un componente artesanal que dejaba Una actualización de la problemática de la castración
mucho espacio a la imaginación, la evolución de algunos de estos tra- suscita las siguientes preguntas en relación con la obra
bajos -no es el caso de los estudios de Roiphe y Galenson, cuya ri-
queza clínica es indiscutible- se cumple en el sentido de un acre- de Freud. . , .
centamiento del carácter científico (más objetividad, más medidas, 1) ·Cuál es la relación entre los estadiOs preedíp1cos
más cifras) en menoscabo de la imaginación interpretativa. ¿Hace fal- y el e~tadio del complejo de Edipo respecto de la castra-
ta recordar que algunas de las ideas más fecundas de la observación ción? Aquí las ópticas que se complementan y oponen
de los niños fueron o bien fortuitas (como el juego del carretel de son la de Melanie Klein y la de Roiphe Y. Gal.enso~. La
Freud) o desprovistas de todo estudio objetivador (el objeto transi-
primera surge por entero de la expenenc1a pslCO~­
cional de Winnicott)? En la actualidad se espera alcanzar conocimien-
tos más precisos a través de un dispositivo experimental complica- nalítica de niños y adultos y descansa sobre una posi-
do y de medidas estadísticas (D. Stern). Este tipo de observación es ción interpretativa según la cual las pulsiones se expre-
el que reclama más señalamientos críticos. El espíritu de los inves- san a través de los fantasmas inconscientes. Estos
tigadores suele empujarlos a sacrificar la riqueza de las hipótesis con-

serían pasibles de una lectura directa tanto en el ~a­
jeturales de la interpretación psicoanalítica, con el fin de asentar sus terial del adulto como en el del niño. Así el matenal
conclusiones sobre certezas científicas que cobran un sesgo reductor.
acompaña al fantasma inconscien~e, qu.e a su vez t~a­
Lo recientemente adquirido y que remite a la observación de inter-
acciones de comportamientos o de relaciones interpersonales se hace duce la expresión de las huellas mas antiguas de la v1da
en menoscabo de la dimensión intrapsíquiéa, cuyo acceso directo es psíquica. La segunda óptica se f~~da sobre _la observa-
imposible y cuyos aspectos principales se deducen más que se ob- ción del comportamiento de los mnos a traves de un ~s­
servan. Además, estas investigaciones suelen tener la pretensión de tudio minucioso regular, en función de la teoría freud~a­
verificar y corregir la teoría psicoanalítica, queriendo atraerla hacia
na. Cabe decir que, mientras Melanie Klein pretende m-
el lado de una psicología fundada en la observación del comporta-
miento. Es preciso insistir en la prioridad otorgada a la interpreta- terpretar lo más profundo y antiguo (lo q~e .sus adver-
ción conjetural de lo intrapsíquico en su articulación con lo intersub- sarios impugnan), Roiphe y Galenson se. hmltan a una
jetiva (en lugar de la referencia a la interacción interpersonal), por- interpretación más próxiU:a al preco.~sc1ente.
que lo psíquico no podría remitirse a la acción ni el sujeto a la per- 2) ¿Cómo concebir una mterpretacwn estructural del
sona. El psicoanálisis no responde a la vertiente qe un relativismo complejo de castración, teniendo en cuenta que el pun-
interpretativo donde su verdad naufragaría en el escepticismo del
to de vista histórico-genético presupone un esquema ~r­
círculo hermenéutico y donde los resultados de la investigación cap-
tarían sólo lo que se encuadra en sus postulados. La confrontación ganizador descuidado por las aproximaciones anteno~
res? Aquí quien pretende dar una respuesta es Lacan,

92 93
esa respuesta es pasible del reproche de ser excesiva- 2. LA ARQUEOLOGIA IMAGINARIA
mente especulativa y fundada sobre conceptos que, EN MELANIE KLEIN
según algunos, huelen a teología.
Cualquiera sea el enfoque que se adopte, todos ellos
responden a una preocupación común: la de hacer apa-
recer con mayor nitidez las diferencias entre el comple-
jo de castración del varón y el de la niña.

Desde su libro El psicoanálisis de niños, publicado en


u ... , Melanie Klein estudia separadamente la conse-

'H'-'llél de las angustias más precoces en el desarrollo

........ de la niña y en el del varón. Desde la lectura de


primeras líneas, impresiona el tono innovador y li-
de la autora, cuyo pensamiento original se sitúa níti-
lll' a~te diferenciado tanto de las ideas de Freud como

las de sus discípulos y aun de los futuros disidentes,


) IDO Karen Horney. Asistimos a una auténtica trans-
.ua .. Jón. Es probable que el corpus de partida (el psi-
• de niños) sea l.., causa de esta nueva mane-
de comprender el material. El lugar que en él ocu-
1
. '
la interpretación simbólica a partir del juego es sin
e sencial, pero no más que el criterio de interpre-
ón que elige la autora, respecto del cual no cabe pen-
que las expresiones o juegos infantiles le hayan pro-
~.,.,.. omtdo las claves elaboradas cuyas normas de fun-
lon .mi.ento bastaría después con aplicar. Es una escu-
particular la que le hace optar por oír lo que com-

En la actualidad el kleinismo cuenta con muchos


'
tos y sin duda evolucionó a partir de estas formu-
JJu::S. Si bien su comprensión de los fenómenos sus-
reservas, queda por explicar la repercusión que hace
hoy sea una de las tendencias más seguidas por el

94 95

psicoanálisis, especialmente en Inglaterra y en Améri- dre será un objeto a detestar, a envidiar y destruir. Dado
ca del Sur. predominio de las tendencias a la introyección en la
Es de destacar que, a la inversa de Freud, cuando Me- niña, podrá experimentar el pene paterno de modo per-
lanie Klein se propone estudiar el desarrollo . sexual en . Por el contrario, la sensación de estar despo-
los dos sexos, comienza por la niña para ocuparse des- jada de pene puede acarrear afectos depresivos, dada la
pués aer varón. ¿Cabría decir que cada uno de estos au- imposibilidad de reparar a la madre por carecer del pene
~ores, influido por su propio sexo, empieza por lo que me- bueno. En efecto, la ambivalencia ocupa el primer pla-
JOr conoce para ir después a lo que no conoce? no, con un neto predominio de la destructividad proyec-
tada sobre los padres, concebidos como sádicos u omni-
potentes. De allí los fantasmas de represalia. Se abre
l. EL DESARROLLO SEXUAL EN LA NIÑA aquí un ciclo infinito de ataques, retorsiones y aniqui-
lamientos mutuos, tan pronto de la madre como de la
La concepción de M. Klein es desconcertante. Es niña. Melanie Klein suele referirse a la tesis de la afáni-
difícil de delimitar y no tiene la ventaja de la claridad. sis de Jones, que describe los miedos de aniquilamien-
Sin embargo es más rica que la que exponen en su nom- to propios de la niña, que eliminan toda gratificación
bre sus sucesores. Su punto de artida es el de la con- pulsional y extienden su registro mucho más allá de la
junción entre deseo oral y pulsiones genitales que a un- castración. Por otra parte, de un modo general, Klein in-
-+. anru pene del padrej:>óSeído por la m adre, es decir, terpreta el ejercicio de la sexualidad como la búsqueda
mtroyectado de hecho por ella. Contrariamente a lo que de reaseguro en la realidad contra la angustia y el mie-
se a~ostumbra decir, M. Klein- otorga una gran impor- do de ver destruidos los objetos y el yo.
tancia al pene
• ,
del padre. Sin embargo, J,;.;::.=
Según ella, el masoquismo femenino nace de la ne-
~ una ecuacwn entre pene y pecho. En efecto, el ene, cesidad de incorporar un pene paterno malo, sádico, bus-
según su propia declaración, tiene menos el válor de un cado por su capacidad para destruir sus objetos peligro-
atributo viril que el de un objeto capaz de asegurar la sos internos. Vemos que siempre el exterior viene a po-
satis facción or~l. De modo que en ellá el Edipo emeni- ner remedio a una situación interna. Es paradójico que
- no ya no está relacionado con el complejo de castración en una situación tan dominada por el énfasis puesto en
referido a la falta de pene, sino de un modo directamen~ los objetos internos, Melanie Klein no deje de referirse
~: emenmo,¡lo cual en la ocasión significa oral por a u- a los objetos exteriores concebidos en una función muy ·
Sion ~1 pecho{Añadam~s qu~ el pene paterno nunca particular: la de ofrecer un auxilio o un reaseguro con-
tendra en Klem una existencia en sí, sino que estará tra los objetos internos amenazados.
siempre referido al cuerpo (interno) de la madre No es Así, atribuirá de modo muy realista las diferencias
exagerado sostener que el conjunto de la teoría leinia- sexuales entre el varón y la niña insistiendo en la ca-
na está sometido al juicio primario de atribución de pacidad del primero para asegurarse en su sexualidad
acuerdo con la distinción bueno/malo. Lo que es válido a través de la localización externa del pene. La prueba
para el pecho lo es también ·para el pene. Si el sadis- de realidad interpretada en ese preciso sentido cumple
mo oral es dema~iado fuerte, el pene que tiene la ma- una función en Melanie Klein. Pero nunca se trata de

96 97
..

la realidad como condición del placer, sino más bien admitir la existencia de un complejo de castración feme-
como posibilidad de garantía para poner límites a los es- nino. Reconoce la función del cambio de objeto. Pero atri-
tragos provocados por la destrucción interna. En este buye al pene una doble función. Es o bien el órgano que
sentido, los productos excretados, orina y heces, tienen significa una saciedad oral completa, o bien el órgano
amplias facultades de destrucción. Como según Melanie que colma el cuerpo de la madre. Vemos que Melanie
Klein el niño no distingue entre la leche, la orina y las Klein pasa del objeto parcial al objeto total sin dejar-
heces, cabe hablar de intercomunicación entre los pro- se perturbar por objeciones realistas. Es preciso añadir
ductos de las diferentes zonas erógenas. El máximo de a esto la función de las identificaciones consecutivas a
potencial destructor afectado por un coeficiente de om- las introyecciones. Esas identificaciones están someti-
nipotencia corresponde a los excrementos. En la niña las das a la dupla organizadora de todo el pensamiento klei-
relaciones internas dominantes (interior de los cuerpos niano: lo bueno y lo malo (pecho, leche, heces, orina,
de la madre y la niña, custodios del mundo secreto fe- pene, etc.), que explica que cada objeto o cada sustan-
menino) están particularmente infiltradas de destructi- cia puede desempeñar una función destructora o repa-
vidad, dado que la ausencia de un órgano genital como radora. Los mismos instrumentos que hicieron todo el
el pene no permite el reaseguro de la integridad corpo- mal deben servir para repararlo, según sus términos. La
ral. Vemos que en este punto Melanie Klein está bas- cuestión del estadio fálico en la niña (y su correlato de
tante cerca de Freud, salvo por el hecho de que el con- envidia del pene) es interpretado tanto por Melanie
cepto de castración no tiene un lugar asignado en su Klein como por otras analistas (aunque no todas) como
teoría, aunque reconoce la envidia del pene. Pero como indicio de una identificación con el padre y su pene.
lo indica claramente, la actitud hacia el sexo masculi- Sería de naturaleza secundaria y defensiva. Al comien-
no está marcada por la función que cumple en los pri- zo habría una identificación con la madre en un esta-
meros meses el pecho materno. dio en que se confunden la boca, el ano y la vagina. Gra-
En la niña hay un predominio de lo interno, de modo cias a ideas como ésta, cuando Melanie Klein habla de
que reconoce tempranamente la función de la vagina. La los órganos genitales, la vagina o el pene, nunca sabe-
función del clítoris sería secundaria, ' resultante del re- mos si se trata de los designados como tales o si son equi-
chazo de la vagina al último plano dado que la vagina valentes de otros objetos pregenitales o de las zonas que
es el órgano más peligroso y más amenazado por los ata- les corresponden. Asimismo, nunca considera el acto se-
ques internos, de acuerdo con su concepción sádica del xual en su valor propio sino en sus connotaciones sádi-
coito entre los padres. Esto debido a su carácter inter- cas, destructoras o reparadoras. La potencia sexual es
no, porque interno alude siempre para Melanie Klein al muda o desconocida. Vimos que la castración propia-
terreno donde se libra el combate implacable de las pul- mente dicha se anegaba en un desastre mucho más glo-
siones destructoras, al lugar de las angustias más ani- bal e indiferenciado.
quiladoras. De modo que Melanie Klein no ·impugna el Existe siempre la tentación de reprocharle a Mela-
predominio de la actividad clitorídea o el valor simbólico nie Klein una consideración exclusiva del mundo in-
de pene que tiene el clítoris, simplemente considera se- terior. En realidad se interesa también por los factores
cundario este estado de cosas. Está pues dispuesta a externos. Las características reales del objeto pueden

98 99

figurar también en sus descripciones. Asimismo sub- las heces también es cierto del pene introyectado, según
raya la importancia de los personajes solidarios con sea vivido como bueno o malo. El sadismo femenino e$
el niño, fuera de los padres, que por su condicíón exacerbado por el miedo al pene malo y el deseo de des-
menos infiltrada de fantasmas y más inscrita en lo truirlo. En el caso contrario la niña se tranquiliza en
real pueden corregir el efecto excesivo de la vida ima- cuanto a su integridad, a la bondad del interior de su
• •
g¡nana. •
cuerpo. Encontramos aquí la virtud reparadora de lo que
Un punto importante que suele resultar subestima- es vivido como bueno.
do es el de la ·significación de las menstruaciones, refe- De un modo general, la anatomía del órgano genital
rida también aquí a la realidad. Aquí la castración sería femenino refuerza la función de las fijaciones orales (hay
difícil de discutir. Pero según Klein, lo que domina es semejanza entre la boca y la vagina por su condición re-
el despertar de antiguas angustias, y una vez más la ceptora) y la importancia de las introyecciones. La po-
sangre no se distingue de otras sustancias corporales, ición fálica resulta de la introyección del pene del pa-
especialmente de los excrementos. Puede interpretarse dre, pero sus efectos son más difusos que en e.l varó~.
como agresión de la madre o el padre, en los dos casos Contrariamente a la opinión de Freud, Melame Klem
como retorsión de las propias tropelías. Se refieren al cree en la existencia de un superyó más severo en la
robo del pene del padre y de los niños en el vientre de niña, por la imposibilidad de verificar la integridad de
la madre, o implican retorsiones tanto por parte de la sexo no visible. Con la introyección se asocia la pro-
madre como por parte del padre que mutila a la hija. yección vinculada a la omnipotencia at~ibuida a los ex-
Se instaura aquí un ciclo sádico: coito sádico de los pa- crementos, proyección que hace necesano un control se-
dres, destrucción de ese coito sádico por la hija, sadis- creto sobre los objetos ocultos de la niña, en especial por-
mo vengador de los padres para con la hija, etc. Sin em- que ésta debe burlar la vigilancia de la madre fan-
bargo Melanie Klein parece adherir aquí a la concepción tasmática que ataca el interior de su cuerpo. Este pre-
del clítoris como secuela residual del pene castrado. Es dominio de lo interno explica la función dominante del
una de las raras menciones explícitas de la castración inconsciente en la mujer, mientras que el hombre es-
propiamente dicha en sus concepci9nes. Asimismo, ad- taría más orientado a la realidad exterior. Asimismo el
mite que debido a la menstruación, la pubertad reacti- femenino sería más fuerte que el masculino,
va en la niña muchas más angustias arcaicas que en el tie1nt1:-as que el yo del hombre sería más coherente que
varón. Pero la niña es una madre potencial. Los susti- de la mujer.
tutos simbólicos del niño son, lo mismo que en Freud, El artículo en el que Melanie Klein expone su con-
el pene o las heces. La introyección del pene del padre ón es anterior a la publicación, en 1931, del artículo
sería también el germen de la formación del superyó pa- Freud sobre la sexualidad femenina. En un post scríp-
terno. El deseo del hijo serviría según Klein para apa- um Melanie Klein hace constar su divergencia respec-
ciguar la angustia y la culpabilidad referidas a los de- to de la concepción de Freud. Le reprocha a éste el des-
seos femeninos . La equivalencia entre el hijo y las he- la función del superyó y de la culpabilidad en
ces vincula el fantasma de las heces malas con el mie- relación preedípica entre la niña y su madre. En efec-
do a gestar un niño monstruoso. Lo que es verdad de to, para Freud sólo hay un superyó postedípico (aunque

100 101

puede existir una culpabilidad presuperyoi.ca, y por con- hiriendo en esa oportunidad a la madre. De modo que
siguiente preedípica). originalmente hay una rivalidad entre la madre y el niño
Según Melanie Klein, la niña se defiende contra su por la posesión y goce de ese pene, lo cual acarrea el mie-
actitud femenina menos como consecuencia de sus ten- do a la represalia. El interior del cuerpo de la madre es
dencias masculinas que por miedo a su madre y a sus objeto de ataques sádicos por todos sus orificios. El pene
ataques. En suma, mientras que Freud no ve en el ape- deseado es odiado en tanto no disponible. Esos ataques
go preedípico otra cosa que amor, para Melanie Klein contra el pene del padre son más importantes que en
ya está presente el odio. Otra manera de decir que lo la niña: aunque el primer objeto de los ataques del varón
que para Freud es preedípico, para Melanie Klein es ex- es el cuerpo de la madre, muy pronto el blanco privile-
. presión de un Edipo precoz. No hace falta subrayar las giado es el pene del padre incorporado .
diferencias entre estos dos autores. Con Melanie Klein El fantasma de los padres unidos en el coito y for-
la teoría psicoanalítica no se enriquece con un capítulo mando un bloque contra el varón pone en peligro su pro-
nuevo, sino que padece una mutación que la convierte pio pene, y acarrea miedos de ser castrado por el pene
en algo distinto, a pesar de la opinión de quienes quie- del padre cuando penetra en la vagina de la madre.
ren ver en ella una continuidad. Después de ella otros Como bien resume Melanie Klein, el riesgo proviene tan-
autores que reivindican sus concepciones llevarían agua to del interior del cuerpo materno lleno de peligros como
al molino de sus ideas. En primer lugar Jones, cuya po- del interior del niño, que encierra peligros análogos. Así
sición privilegiada le hace servir como intermediario en- que el peligro proviene siempre de los interiores del ob-
tre Freud y Klein, y que contribuyó personalmente al en- jeto, como del yo. En el varón, el riesgo se proyecta más •

riquecimiento de nuestro conocimiento sobre la sexua- aelectivamente sobre el pene investido de omnipotencia
lidad femenina, y Joan Riviere que supo describir inte- fálica, mientras que en la niña domina la omnipotencia
ligentemente las manifestaciones de la seudofemineidad de los excrementos. La localización externa del sexo del
en un trabajo sobre la femineidad como mascarada que varón le hace temer menos peligro para su interior, o
sigue siendo célebre. mejor dicho, tiene más razones para asegurarse de su
• carácter imaginario. El objetivo del varón sigue siendo
poseer a la madre mediante el coito. La buena madre
lnteriorizada ayudará al desplazamiento hacia el exte-
II. EL DESARROLLO SEXUAL EN EL VARON rior. La concentración fálica de la omnipotencia sádica
necesaria para asumir el sexo masculino. Permite
rontar al padre. El pene órgano de penetración se vuel-

N o es una de las menores originalidades de Melanie ve no solamente perceptible sino también perceptivo,
Klein el postular una fase femenina inicial, común a uno a los ojos y oídos en sus cualidades investí-
y otro sexo, caracterizada por una fijación oral de suc- Y exploradoras.
ción del pene del padre. Esto ya es el r~sultado de una Para Melanie Klein el fantasma de "la mujer con
sustitución del pecho de la madre por el pene del padre p ne" se refiere a la mujer que contiene el pene pater-
que ella ha incorporado. El niño desea apoderarse de él, en su interior. Diferencia ese fantasma del de la ma-

102 103

dre fálica, provista de un pene femenino, que habría que


atribuir a angustias más primitivas. Melanie Klein ha- comprender las necesidades femeninas de introyección
bla oscuramente de los peligros que representan los pe- del pene paterno. En este sentido, el hombre podría ser-
nes (?) que la madre ha incorporado y las relaciones vir de madre a su mujer, convertida en su hija a través
sexuales de los padres. ¿Corto circuito entre niños y de sus identificaciones con la madre primitiva.
penes? Hablando ahora de la angustia de castración, ésta,
La evolución del desarrollo permitirá una diferencia- tal como cabía esperar, no es para Melanie Klein sino
ción mejor entre madre y padre, convirtiéndose la ma- aspecto muy parcial de una angustia cuyo verdade-
dre en objeto principal de la libido y el padre en obje- ro objeto es el cuerpo y, más precisamente, su interior.
to de odio. El pene, en cambio, cumple en tanto tal una función más
Pero las angustias y deseos antiguos no desaparecen: u " a a título de desplazamiento hacia el exterior,

el pene del niño apunta siempre a destruir el pene del orgullosamente investido y como conjuración de las pri-
padre en la vagina de la madre. Así es como ella expli- meras angustias. Como ya dijimos, es el soporte de la
ca la agresividad inherente a las relaciones sexuales omnipotencia destructora y después reparadora, factor
masculinas. Cuando la agresividad decrece vemos apa- de mediación en las relaciones con la realidad y final-
recer tendencias reparadoras. De modo que para Mela- mente objeto de un acercamiento simbólico con el yo. El
nie Klein el placer sexual no basta para caracterizar la pene representa al yo y lo consciente, mientras que todo
relación genital. A sus ojos ésta debe acompañarse de lo que es interno representa el inconsciente y sin duda
la restauración de los daños causados por la destructi- lo femenino.
vidad pregenital, gracias a las virtudes "curativas y pu-
rificadoras" del pene del hombre. La resolución del con- Melanie Klein se refirió extensamente a ciertas perturbaciones
del desarrollo sexual. N o sorprende constatar que menciona las fi-
flicto con el padre en la identificación depende de la to- de odio en el pecho materno cuando el sadismo oral corres-
lerancia a la angustia y de la modificación de los sen- ponde a la oralidad de succión. Este odio a la madre se extiende a
timientos destructores vinculado!:! con el pene y con la lo que según ella sucede inmediatamente al pecho: el pene paterno
persona del padre. Sin embargo, sólo si es superada la lntroyectado por la madre, que suplanta al pecho odiado. Melanie
fase femenina primitiva se accede a la heterosexualidad. Klein vuelve aquí, sin clarificar mucho la cuestión , a su idea de los
Esa superación permitirá al varón vencer su hostilidad penes y los excrementos todopoderosos como objetos muy destructo-
r s, atributos de la madre fálica, diferenciados de la mujer con pene.
hacia el sexo femenino, fundada de hecho en sentimien- También es dominante el fantasma de los padres combinados: son
tos de inferioridad, angustia y odio. Hay en el varón una e impiden la formación de una buena imagen materna. La
formación correspondiente a la envidia del pene en la ·a se exacerba entonces debido a la destructividad intensa y
mujer: la envidia de la femineidad. Cabe imaginar que xtensiva cuyo objeto es el interior del cuerpo de la madre y que se
el hombre se encuentra ante un callejón sin salida cuan- ende al interior del niño. Estos factores son causa de perturba-
ones en la salud psíquica, sin mayores precisiones. Parecería que
do sus deseos dirigidos a las mujeres son contrarresta- Melanie Klein piensa en la homosexualidad. En este tipo de elección
dos por el miedo a una retorsión de parte de ellas de objeto, el hecho de que el compañero tenga pene evita la angus-
la agresividad que les profesa. En cambio, la integración de la confrontación con el interior del cuerpo de la mujer; lo cual
de esa fase femenina primitiva ayudará ·al hombre a 1 también un medio de negar el inconsciente, dadas las relaciones
e establece Klein entre el interior, el inconsciente y la femineidad.
Melanie Klein subraya la función de un complejo fraternal (en
104
105

un~ actividad sexual dirigida contra los padres). Invoca aquí un me- Nota sobre Winnicott: el elemento femenino puro. La
cams~o presente en la paranoia. Cuando hay tránsito a ]a hetero- exposición de las ideas de Melanié Klein subraya sobre
sexuahdad p~s.e a la persistencia de rasgos paranoides, se estable- todo la función de las etapas anteriores a la fase fálica
ce una complicidad con_ la madre para destruir el pene del padre. En
en una perspectiva ínuy marcada por la referencia a las
todos los casos _es pre~Iso subrayar la función que cumplen los fan -
tasmas ~~ ommpo~encia y megalomanía. Está claro que el objeto de
pulsiones y sobre todo a las pulsiones destructivas. En
la atencwn de Klem es aquí la paranoia y los vínculos de ésta con este sentido Melanie Klein se sitúa en cierta continui-
la homosex~alidad. No se puede desconocer la fur.ción de alejamien- dad respecto de Freud. Vamos a citar ahora otra con-
to_ de _la muJer o la madre que permite el objeto homosexual. Hay qu e cepción original, la de Winnicott. La obra de este autor
ana~Ir a ello el deseo de castrar al padre o de apoderarse de su pene, no se comprende sino en relación con la demarcación que
asociado a la homosexualidad.
se propone efectuar respecto especialmente de las ideas
Melanie Klein expuso tempranamente en su obra en de Melanie Klein; En el caso actual esta demarcación
1932, sus puntos de vista sobre la sexualidad del v;rón se efectúa taro bién respecto de Freud. Pero apunta
Y la niña. En esa época todavía no había descubierto las igualmente a esclarecer los P.rimeros momentos de-la
po.si_ciones esquizo-paranoide y depresiva, que cum- evolución psicosexual a partir del análisis de las rela-
phna.n ~n papel tan importante en el pensamiento de Ciones entre la madre y el niño. Vamos a dar de ella un
sus dis~1pul~s. ~e allí el carácter al mismo tiempo abun- breve panorama.
dante, 1magmabvo y fecundo en explicaciones a me- Winnicott es autor de una concepción original de la
nudo contradictorias de su frondoso pensamiento al femineidad. Retoman o las tesis clásicas sobre la-bise·---
que en ~s~- época le faltaba la estructura que aport~ría xuafidád, Winnicott constata la existencia de un elemen-
la defimcwn de. esos dos reagrupamientos principales. 1~~~~~~Ju~n~~~~-~t~o-Gfemenmo en los dos sexos.
No pode~o~ deJar de subrayar su libertad de espíritu Un e puede afectar en cada uno de
Tos sexos los elementos del sexoo puesto. A estas ideas, -
Y su creabv1~ad. Pero esta interpretación del psiquismo,
aunque gano muchos adeptos, sigue suscitando múlti- ue forman parte del patrimonio ae la teoría psicoa-
p,les .reservas. A su lado la lectura de Freud resulta nalítica, Winnicott añade una distinción fundamental:
hmp1da. Enum~ra: las objeciones' a esa manera de pen- la distinción ntre elemento masculino y femenino en ;s-
sar s.upera los limites de este trabajo. Pero hay una pa- tado puro.
-El elemento masculino en estado puro es de esencia
radoJa. Aun, cuando Melanie Klein se remonta cada vez
más lejos en la explicación de los rasgos de la fase fálica pulsional (recordemos que según Freud la libido siem- -
Y. nunca deja de subrayar las raíces de fijación prege~ ...~ es de esencia masculina). Este elemento, que incluye
un aspecto activo y otro pasivo, concierne a la relación
- •
mtales Y de la fase femenina primitiva comunes a uno
Y otro sexo, su descripción de la sexualidad del varón del bebé con el pecho y con las otras zonas erógenas.
es a mi juicio más convincente que la de la niña. En todo Comprendemos aquí que la posición femenina resulta de
caso, más clara. Vemos que el androcentrismo no bas- la inversión (pasiva) de la masculinidad (activa).
ta para explicar la persistente oscuridad de la sexuali- Según Winnicott, existe un elemento femenino en es-
dad de la niña, de la mujer y de la madre. Como tam - tado puro, relacionado también con el pecho, pero de
poco el sexo al que pertenece quien teoriza. forma totalmente distinta. Esa relación se da en el modo

106 107

del ser (o de la identificación): el bebé se convierte en el No podemos dejar de advertir que tanto en Melanie
pecho (o en la madre); el objeto es entonces el sujeto. Para Klein como en Winnicott el complejo de castración pro-
Winnicott esto no tiene relación alguna con la moción piamente dicho desempeña una función menor. Está
pulsional. Al objeto en cuestión se lo denomina objeto aubordinado a lo que ya no se puede denominar sus pre-
subjetivo, objeto anterior a su condición de no-yo. Esto cursores, en la medida en que las fases prefálicas son
es la base del sentimiento de sí, que está en la raíz de tratadas de acuerdo con puntos de vista diferentes de
la conciencia de tener una identidad. De hecho Winni- los de Freud. Adviértase especialmente la oposición en-
cott funda esta adquisición sobre el sentimiento de ser, tre la visión "instintual" (en un sentido que difiere del
que no implica ni conciencia de unión (ser-uno-con) ni de Freud) de Melanie Klein y la visión "purificada" de
de separación. El bebé y el objeto son uno. Lo que Win- Winnicott, para quien la vida pulsional es precedida por
nicott describe es de hecho un vínculo que sería el pun- un estadio anterior de calificación difícil, que se podría
to de partida de las identificaciones introyectivas y pro- definir a través de la inyección de vitalidad por la madre.
1 yectivas. Así el elemento femenino puro es fuente de la ¿Cabe atribuirle la calidad de un narcisismo proyectado?
. relación con el ser. Expresado en términos banales, esto
quiere decir que es la madre quien se unifica con el ser
del niño, cualquiera que sea su sexo. En suma, está la
madre, fuente de toda creatividad, y el niño, que no
tendría sexo, porque la problemática de tenerlo no se
plantea aún y sólo está en cuestión la de ser. Winni-
.--~ ott atribuye muchos malentendidos al hecho de que se
ha expresado el elemento femenino puro en términos de
femineidad, como si fuera obvio que la mujer posee en
mayor medida que el hombre esa característica, lo cual
está lejos de ser evidente, porque. esos elementos exis-

ten tanto en el macho como en la hembra. .
-- Una vez que se haya producido la separación, se
podrá hablar de elemento masculino. El elemento feme-
nino es (is), el elemento masculino hace (does).
J El elemento femenino dependerá de la calidad de la
atención materna, es decir, de una madre lo bastante
buena como para permitirle al niño sentir que el pecho
es el niño. Esto para Winnicott no tiene nada qúe ver
con las pulsiones. Para concluir, mencionemos•
el aforis-
mo de Winnicott: After being-doing and being done to.
But first being. ("Después de ser, hacer y aceptar ser
objeto de acción. Pero ante todo ser".)

108 109
3. LA FASE GENITAL PRECOZ Y
LA FASE FALICA: LA OBSERVACION
SEGUN ROIPHE Y GALENSON

La metapsicología de Freud implica tres puntos de


vista: tópico, dinámico y económico. El psicoanálisis nor-
teamericano le agregó otros dos: un punto de vista adap-
tativo y un punto de vista genético. Uno deriva, en re-
alidad del otro: a una evolución genética "normal"
corresponde una adaptación satisfactoria o lograda. Pero
ya antes de que del otro lado del Atlántico se impusie-
ran esas novedades, el psicoanálisis había conocido un
avance importante en su búsqueda de los factores

traumáticos de la primera infancia.

: Aludo aquí a las discusiones que suscitó el libro de Rank sobre


el trauma del nacimiento, y a la angustia asociada a ese trauma y
> ' •
considerada como el precursor más antiguo de la angustia de cas-
• tración y el prototipo de toda angustia. Por interesantes que sean las
Ideas de Rank, no nos vamos a detener en ellas, sino que remitimo's
a su obra 1 o a la pormenorizada exposición que le dedica Laplan-
che. 2 Sin embargo, a partir de 1924 se abrió un camino nuevo que
conocería considerables desarrollos. A la inclinación filogenética, dar-
winiana o lamarckiana de Freud, se opondrían los partidarios de una •
ontogénesis que fundarían sus esperanzas en una detallada inves-
tigación del desarrollo del niño. Si la filogénesis novelada de Freud,
• cuya pieza maestra era el mito de la horda primitiva, supuestamen .
te establecía no sólo el androcentrismo del padre del psicoanálisis

l. Le traumatisme de la naissa.nce, París, Payot, 1968.


2. Problématiques V: castrations et symbolisations, PUF, 1980,
págs. 119 y siguientes.

111
sino también su "patricentrismo", la tendencia ontogenética instau- II. EL NACIMIENTO DE LA IDENTIDAD SEXUAL
rada por Rank propondria interpretaciones alternativas. Para empe-
zar digamos que la razón de ser de esta orientación fue en primer
lugar el deseo de resolver problemas de técnica analítica. Ya enton- Basándose en los trabajos de M. Mahler sobre la se-
ces se buscaba un medio de evitar determinados fracasos del análisis paración-individuación, H. Roiphe y E. Galenson inten-
mediante un mejor conocimiento de las primeras etapas del desarro- tan establecer las correlaciones entre las diferentes fa-
llo. Este procedimiento se convertirla en una prueba de validación ses del desarrollo libidinal, la diferenciación entre el sí-
de la teoria psicoanalítica a través de la observación sistemática.
mismo y el objeto, y otros aspectos del desarrollo del yo.
Estos autores sostienen la existencia de un conocimien-
l. LA SEXUALIDAD INFANTIL to preciso de su sexo por parte del niño entre los 15 y
COMO MOTOR DEL DESARROLLO los 24 meses, confirmando así ideas anteriormente ex-
Cabe preguntarse con pleno derecho si los psicoanalistas no exa-
puestas por Anna Freud, pero extraídas de la observa-
geran la importancia de una sexualidad infantil cuya existencia fue ción de niños que vivían en colectividad. Afirman que
originalmente negada, después finalmente admitida, pero ahogada existe una fase genital precoz donde se pueden observar
entre otros aspectos de una concepción global del desarrollo. Claro lo que denominan reacciones de castración preedípicas
que aquí ocupan su lugar los aspectos relativos al desarrollo de la (reservando el término de angustia de castración a la
inteligencia, donde se impuso la obra de Piaget, y en un sentido más
amplio a los aspectos cognoscitivos tan valorados hoy. Se apela tam-
correspondiente a la fase edípica). Estas "reacciones"
bién a otras perspectivas fundadas en el conductismo , donde. los da- -que a nuestro juicio van acompañadas de angustia, ~al
tos biológicos vendrian a completar el cuadro. No es para refugiar- como se puede deducir de la lectura de las observaciO-
se en el particularismo que los psicoanalistas renuncian a una con- nes serían muy diferentes de aquellas contem-
cepción global del desarrolio. Adoptar esa perspectiva yuxtaponien- poráneas de la fase fálica. De acuerdo con estos auto-
do los diferentes puntos de vista seria cometer un error. El error de res, parecen vinculadas con el proceso de diferenciación
no tomar en cuenta el motor del desarrollo. En este sentido, la se-
xualidad infantil quisiera poder reivindicar esta función. En efecto,
entre el sí-mismo y el objeto, y de intemalización y con-
depende al mismo tiempo de la maduración intraespecífica y obede~ solidación de la representación del objeto. Lo prueba el
ce a una progresión que debe tanto a su ·propio movimiento como al control de esfínteres. Hacia el segundo año observamos
aspecto relacional del desarrollo y a la incitación que éste recibe de la aparición simultánea de angustia aguda de separa-
los objetos exteriores, cuyo destino principal es ser interiorizados. Si ción y de signos de organización de la fase anal, que se
la relación se considera simultáneamente como matriz y motor del
desarrollo, ello se debe por supuesto a la prolongada dependencia del
manifiestan tanto a través de rasgos directamente re-
niño, a la función que en ella cumple la necesidad de amor de los lacionados con la zona anal como a través de rasgos psi- .
objetos primarios y por último a la función dispensadora de placer cológicos (negativismo, ambivalencia) asociados a ellos.
que allí tienen estos objetos, cuyo papel es simultáneamente propor- Al mismo tiempo la función urinaria es objeto de una
cionar amor, seguridad, protección y la gradual adquisición de la in- investidura acrecentada sobre la base de la curiosidad
dependencia en el marco de las normas culturales¡ transmitidas por y los juegos. Es comprensible que se trate de una intro-
la educación. Se pueden sublimar estos diferentes aspectos dicien-
do que la función de tales objetos consiste en permitir al ser huma-
ducción natural a la curiosidad genital precoz. Mientras
no desarrollarse como ser de deseo que en su recorrido se encuen- que las niñas manifiestan un interés sin ambages por
tra con la Ley. la micción de la madre, y le piden acompañarla al cuarto
de baño, la actitud del varón es más matizada y algu-

112 113
nos tratan inequívocamente de evitar la manifestación objeto de una intensa investidura narcisista. Desde esa
de esa curiosidad. El descubrimiento del placer va acom- fase se observan tanto negaciones de la castración por
pañado de la contrapartida que es la toma de concien- parte de los varones que han observado el sexo de las
cia de la pérdida (las heces, la orina) generadora de an- niñas como manifestaciones en las niñas de envidia del
gustia. Parecería que la adquisición del control de pene, con irritación, agresividad ante los varones yapa-
esfínteres precipita el despertar de los órganos genita- rición de rasgos depresivos que atestiguan la herida nar-
les, y anuncia también el advenimiento de la fase ge- cisista consecutiva a la percepción del pene. Todo esto
nital precoz. En efecto, ese control ejerce influencia so- se desarrollaría fuera de un contexto edípico. Lo que los
bre las relaciones entre el interior y el exterior en fa- autores quieren destacar es la indisociabilidad de la pro-
vor de un acrecentamiento de la cualidad erógena de los blemática de las representaciones de sí mismo y del ob-
genitales en tanto excretores. El hecho de que ese me- jeto, lo cual implica una gran sensibilidad a la pérdida
tabolismo afecte la diferencia entre el sí-mismo y el ob- de este último y la correspondiente preocupación por la
jeto implica que entre los objetos corporales (orina, he- integridad corporal. Cabría decir que el problema del
ces) y los objetos relacionados con la madre existe una vínculo entre el sexo y el resto del cuerpo tiene su co-
estrecha correspondencia. Resulta impactante la rique- rrelato en el problema del vínculo entre el niño y suma-
za y precisión de comportamientos autoeróticos genera- dre, o bien que el sexo es al cuerpo lo que la madre es
dores de un placer voluntariamente buscado a través de al niño.
técnicas elaboradas que pueden acompañarse de, gestos Así, si el niño tropezó con dificultades que complica-
afectuosos para con la madre y de contactos físicos con ron su sentido de la integridad corporal, o si la relación
ella. En una etapa posterior esta fuente materna de ex- madre-hijo no permitió una suficiente estabilidad de las
citación es sustituida por un verdadero autoerotismo representaciones del sí-mismo y del objeto, las reaccio-
acompañado de probable fantasmatización. Actividad nes de castración serán particularmente vivas y mar-
fantasmática y actividad simbólica parecen ir a la par. carán la futura evolución psicosexual. Por ejemplo, las
Así como el ensueño permite reemplazar el acto de to- reacciones de castración edípica particularmente inten-
car, los agentes de excitación pueden ser reemplazados sas acarrean un atraso en el funcionamiento simbólico,
por instrumentos. Los objetos empleados suelen estar tanto en lo que se refiere al juego como al lenguaje.
relacionados con la madre. El comportamiento de los va-
renes atestigua orgullo fálico, mientras que el de !&s Estos autores abrieron una interesante discusión relativa a las
niñas está impregnado de coquetería seductora. · relaciones entre el objeto transicional de Winnicott y el feticrusmo.
Tienden a utilizar objetos en reemplazo del falo que Antes de Winnicott, Wulff había descrito una estructura muy pare- •
cida a la que se postularía bajo el nombre de objeto transicional. Lo
les falta. Está presente una conciencia de la diferencia cual plantea un doble debate: por una parte con Freud, que vio sin
anatómica entre los sexos. Las reacciones de castración dudar una posición fetichista en el material sobre niños que expu-
preedípica están directamente relacionadas con la an- so Wulff, y por otra parte con Winnicott, que preferirá distinguir en-
gustia de pérdida de objeto, mientras que la castración tre objeto transicional y fetiche, reservando este último para el em-
edípica normalmente ya no tiene relación con ella. A par- pleo de un objeto en relación con una alucinación de un falo mater-
no. Se plantea el problema de la evolución de la función simbólica
tir de la fase genital precoz, los órganos genitales son en su relación con la erotización, por una parte, y con el objeto au-

114 115 •
sente, por la otra. En esta controversia Roiphe y Galenson se colo- material favorecería su importancia. De todos modos
can del lado de Winnicott, ya que vinculan el objeto transicional con
l~s :~acciones de castración preedípicas, que son prueba de la dis-
nuestra concepción de la sexualidad infantil resulta en-
tmcwn entre el sí-mismo y el objeto y de la relación objeta! con la riquecida por esos estudios. A través de la observación
madre. Para ellos el establecimiento de un objeto fetiche fuertemen- directa ya se sabía que el desarrollo de prácticas auto-
t~_inve~tido sería consecuencia de graves perturbaciones en la rela- eróticas genitales depende de la calidad de la relación
Cl.on obJeta] con .la madre. Advirtamos sin embargo que para Win- con la madre, es decir, que el autoerotismo es prueba
mcott la au~e~c1a de objet~ transicional está lejos de ser un signo
de un buen desarrollo. Pero es preciso advertir también
de salud ps1qu1ca. Se aprecia aquí la importancia de las relaciones
entre cantidad y calidad en la evaluación de los hechos psíquicos. que la erotización precoz o excesiva puede resultar de
lo opuesto, permitiendo deducir una sexualidad defen-
La fase genital precoz es una fase normal que se siva, más infiltrada de agresividad que la normal.
acompaña de una toma de conciencia psicológica de los Roiphe y Galenson nos aportan informes interesan-
órganos genitales. Se trata en suma de psicosexualidad. tes sobre la sexualidad diferencial. Al principio varones
Se desprende de ello una curiosidad y una actividad que y niñas practican una negación general de la diferencia
se extenderán a los demás terrenos de funcionamiento. entre los sexos, con desplazamiento del interés hacia los
A partir del comienzo de la fase genital precoz, dicen Roi- pechos de la madre. Las diferencias se manifiestan des-
p~e Y Galenson, todas las experiencias importantes vi- pués: las niftas ven reaparecer sus angustias de pérdi-
vzdas por el niño tendrán una dimensión genital. da de objeto, que ya se habían apaciguado. Sin embar-
Los trabajos de Roiphe y Galenson derivan directa- go, esta regresión puede llevar a un avance más profun-
mente de los de M. Mahler. Su interés reside en su de- do que el de los varones en el desarrollo del modo de
~cación al estudio del desarrollo de la libido. El obje- elaboración fantasmática. Pero en general la ambivalen-
tivo de los autores consiste en vincular las vicisitudes cia acrecentada respecto de la madre se acompaña de
?el desarrollo libidinal con otros aspectos: relación de oh- un nuevo interés erótico hacia el padre, al que los au-
Jet? con la madr~, dis~inción ent~e sujeto y objeto, re- tores se niegan a otorgar una resonancia edípica, ya que
laciOnes entre el mtenor y el exterior, etc. La metodo- las niñas no sienten celos de la madre. No hay verda-
logía fundada esencialmente en la observación del com- dera triangulación. Según los autores, las niñas se
p_ortamiento lo cual es inevitable a la edad que con- muestran más afectadas que los varones por el resulta-
sideramos es sin embargo ante todo una cuestión de do de la percepción del sexo opuesto. A veces la mastur-
interpretación, porque la objetivación de los datos no bación se desplaza, se devalúa o incluso es abandona-
podría hablar por si misma, y depende de lo que el ob- da. Es digno de destacar que en ciertos casos la pala-
servador comprende y de la manera como descodifica lo bra varón, ya adquirida, desaparece del vocabulario. La •

que obs_erva. N? es pues de extrañar la sensación de que regresión anal y oral es más acentuada que en el varón.
en reahdad R01phe y Galenson, lejos de colocarse en la Hacemos notar que la orientación hacia el padre se ob-
ó~tica de Freud, la invierten. Esto es, en Íugar de subor- serva cuando la evolución es satisfactoria. Cuando no lo
dinar el desarrollo del yo al de la libido, dan a enten- es, se observa en cambio un acrecentamiento de la de-
der lo contrario. Asimismo, cabe preguntarse acerca de pendencia hostil repecto de la madre.
la minimización del rol del padre, cuando a menudo el Las reacciones de los varones son mucho más pobres.

116 117
• 1
Esta casi ausencia de reacciones se debe a la negación. lo que creía Freud, para quien la toma de conciencia de
La negación hace ingresar la confrontación con el sexo la existencia del pene sólo se producía en la fase fálica.
femenino en una identificación no erótica con el padre. N o es fácil decidir si estas observaciones respaldan
La masturbación puede interrumpirse momentánea- la tesis freudiana de que hay una diferencia neta entre
mente y después declinar. Pero esa negación no es in- los precursores orales y anales de la castración y la cas-
vulnerable, puede ceder y dar lugar a regresiones con tración propiamente dicha. Aunque las diferencias pa-
confusión anal-genital e incluso al regreso de fijaciones recen fundadas, no és seguro que haya que erigirlas en
orales. Advirtamos por último que las elaboraciones de categorías absolutamente distintas. En cambio, la in-
defensa lúdicas están mucho menos desarrolladas que fluencia decisiva de la atribución del sexo por los padres
en las niñas. y de la educación apropiada a un sexo determinado a
Para concluir, cabe preguntarse que es lo que este es- pesar de las características biológicas en contrario ~on­
tudio sistemático obliga a reconsiderar en la teoría freu- firma la diferencia entre el terreno de la sexuahdad
diana. Está, ante todo, la idea de una fase genital pre- biológica y el de la psicosexualidad.
coz entre los 15 y los 24 meses. Ya hemos visto cuáles En este contexto, el descubrimiento de la diferencia
son las características que la diferencian de la fase sexual y las sensaciones genitales precoces aparecen
fálica. Está también, posiblemente, la idea de una re- como episodios que tienen "un carácter único, ejemplar".
actividad corporal innata (consecuencia del contacto con Esta constatación puede ser fuente de una reflexión pro-
otra persona) que no sería una pulsión, dado que care- funda sobre las relaciones recíprocas entre la evolución
ce de orientación. Se trataría de una estructura "prepul- psicosexual y la del yo o de las relaciones de objeto. Su
sional". Lo cual permite suponer que la pulsión ya no interdependencia abogaría en favor de un desarrollo
es un elemento primero. Una sexualidad prepulsional vinculado y solidario. Pero hay otros tantos argumen-
que prepara el terreno de la pulsión sexual propiamen- tos que respaldan la función organizadora de la sexua-
te dicha. Esto puede estar en relación con la idea de re- lidad infantil respecto de los demás sectores del de-
acciones de castración que habría que distinguir de una sarrollo.
angustia de castración. Como la tonalidad de la angus-
tia no falta, pero es cierto que resuena de otro modo que
la angustia de castración, tal vez sea preferible denomi- III. LA FASE FALICA
narla angustia de fragmentación-castración o de castra-
ción indiferenciada. Ya vimos aparecer algunas características de la fase

Está claro que donde las divergencias son más gran- fálica en el período genital precoz; en el caso del varón,
des es en la concepción de la sexualidad femenina. De la arrogancia y el orgullo fálico. Los rasgos propios de
una manera general, la fase fálica de la niña

es enten- la fase fálica aparecen en los fantasmas, los juegos y las
dida cada vez más como defensa contra la conciencia de actitudes de los varones en ese período. Entre esos ras-
la sexualidad femenina. Se admite hoy que el comple- gos se cuenta la agresividad, pero también todo lo que
jo de castración ejerce en la mujer una influencia no so- concierne al deseo de penetrar, de vencer. Es fácil de-
lamente decisiva sino también mucho más temprana de tectar en este conjunto de rasgos, directamente vincu-

118 119
nacen de las proyecciones sobre adultos considerados
lados con el erotismo uretral y después fálico, aspectos hostiles o amenazantes, masculinos o femeninos. En al-
relacionados con las defensas contra la angustia de cas- gunos casos la culpabilidad masturbatoria directa hará
tración (por identificación con el agresor), o relaciona- temer que la función fálica se deteriore o que el pene
dos con el sadismo de la fase anal anterior. no crezca. Es muy frecuente la convicción de tener una
AdeiLás se ha señalado que junto a esta estructura verga demasiado pequeña. La posición exterior del p~ne
fálica positi-,.a, existe lo que se denomina una "pasivi- no siempre es vivida como una ventaja. De hecho, ~a liD-
dad fálica", que se revela por ejemplo en el deseo de que posibilidad de disimular la excitación sexual deb~do al
el pene sea mimacl0, acariciado, adulado. Si bien cabe carácter visible de la erección hace que se la expenmen-
decir que el niño se icl8ntifica con su pene, lo cual no te como un peligro permanente susceptible de atraer un
es sino una de las caracteristicas que marcan el simbo- castigo. (Un problema que la niña no conoce, ya que pue-
lismo fálico, donde todo el cuerpo puede representar al de perfectamente disimular su placer.) En tal caso el tor-
pene (o a la inversa), esta identificación se puede con- mento de la excitación sexual puede traer el deseo de
cebir según una modalidad activa o pasiva. El narcisis· castración, por sumisión al padre y dese.o de ser ama-
mo fálico puede desplegar efectivamente estos dos as- do por él, evitando así la rivalidad edíp1ca.
pectos aparentemente contradictorios. Cuanto más pro-
nunciada es la posición fálica (hasta el punto de que
eclipsa las demás fijaciones), más se desarrolla la an- IV. LA MASTURBACION INFANTIL
gustia de castración. Lo prueban las pesadillas tenaz-
mente reiteradas de ejecución de la pena capital, de de- Es la expresión más manifiesta de la sexualidad in-
capitación y mutilaciones de todo tipo. La angustia de fantil, y especialmente del estadio fáli~o. . .
castración puede ocultarse tras el disfraz de contenidos Según Freud, es en primer lugar s1mple exc1tac1ón
pregenitales (miedo de ser devorado por el padre, o de autoerótica (placer de órgano), pero pronto es aco~­
ver el contenido de los intestinos robados). Es importan- pañada de fantasmas que constituyen su verdadero ~n­
te no confundir las regresiones tóp) cas (que no concier- terés, dado que la obtención del p~a.cer ya n~ e.stá v_¡n-
nen sino al modo de representación de un contenido así culada exclusivamente con una act1v1dad mecamca, smo
disfrazado), con auténticas regresiones dinámicas (re- que para provocar el orgasmo se necesitan ~epresenta­
gresión temporal a una fase anterior de la libido). La dis- ciones más o menos bien organizadas en gmones. Pue-
tinción no siempre es fácil, según confiesa el mismo de existir entonces un clivaje entre la actividad mas-
Freud. : turbatoria propiamente dicha y fantasmas que exp~esan
Las causas del complejo de castración son múltiples. deseos pasivos. Puede anudarse una red compleJ.~ de
Algunas resultan de amenazas (proferidas más o menos desplazamientos de excitación hacia la masturb~cwn Y
seriamente) por los adultos. Otras nacen• como conse- viceversa. Estos desplazamientos pueden producirse es-
cuencia de experiencias que la simbolizan (extirpación pecialmente eri el sentido de regresiones. de la ge~ita­
del apéndice, de las amígdalas) o de espectáculos suge- lidad a la pregenitalidad o, por el contrarw~ a traves d.e
rentes (decapitación de animales, sobre todo de aves). Al la descarga genital de excitaciones pregemtales. Deb1-
lado de estas diversas circunstancias exteriores, otras

121
120
do a la coexcitación libidinal, toda excitación, cualquie- función del excitante que penetra. Otros órganos pue-
ra que sea su naturaleza, puede erotizarse y convertir- den ocasionar el goce (masturbación anal o penetración
de la uretra o excitación de los pechos en ambos sexos).
se en sexual. Incluso una fuerte excitación intelectual
puede transformarse en excitación sexual.
A la imposibilidad de lograr el orgasmo mediante la
masturbación se le atribuye un papel desencadenante de
La mayor parte de las veces el contenido de los fan-
tasmas puede relacionarse con el complejo de Edipo, so- la génesis de una neurosis actual (lo mismo que al coi-
bre todo si consideramos su forma completa (positiva o to interruptus ).
negativa). Los estudios de Laufer atribuyen al fantasma central
Hay que distinguir la masturbación infantil, cuyo re- de la masturbación una función cardinal en la compren-
cuerdo sucumbe a menudo a la represión y a la amne- sión del psiquismo en la adolescencia, dominado, según
sia infantil, de la masturbación en la adolescencia, a él, por la angustia que suscitan las transformaciones pu-
menudo muy culpabilizada. En realidad la culpa está berales, y por el deseo de reencontrar un cuerpo en el
menos vinculada con la actividad masturbatoria misma estado anterior a la crisis de la pubertad.
-más o menos prohibida que con los fantasmas que
la acompañan. Advirtamos que puede persistir en el
adulto de modo ocasional. Sólo se vuelve patológica
cuando es el único medio de lograr el orgasmo, o cuan-
do su frecuencia señala incapacidad para actuar de modo
de lograr satisfacción de una manera menos autoerótica.
La masturbación se convierte en un modo preferencial
de satisfacción sexual en los casos en que la angustia
de castración ocasiona una acentuada inhibición una ti-
midez excesiva, un miedo muy extendido no sóÍo de la
sexualidad sino sobre todo de .su 'tonalidad agresiva.
Suele acompañarse de una idealiZación del objeto se-
xual.
Estos conflictos centrados en la agresividad, agresi-
vidad que impide la satisfacción sexual, provocan una
~asturbación compulsiva para forzar el goce, que el con-
flicto convierte en imposible. La masturbación genital se
realiza según actitudes diversas, algunas de las cuales
pueden satisfacer tendencias femeninas pronunciadas
en el varón (mediante el frotamiento de los muslos, que '
aprisionan y disimulan el pene). En el caso de la niña
la mano no es el instrumento exclusivo para lograr el
goce, dado que diversos instrumentos pueden cumplir la.
.

122 123
4. LA LOGICA FALICA DE JACQUES LACAN

Si hay un autor que hizo mucho por devolver a lacas-


tración en el psicoanálisis contemporáneo la importan-
cia que le había otorgado Freud, es J acques Lacan, cuyas .
ideas se inscribieron a contracorriente. Mientras que el
conjunto de los psicoanalistas centraba su interés en el
estudio de los estadios prefálicos y en las primeras re-
laciones entre la madre y el niño, y tendían a eclipsar
gradualmente el rol del padre, el del complejo de Edi-
po y el de la castración, Lacan trabajó en el sentido de
- restaurar conceptos freudianos dándoles una interpre-
tación menos estrecha y más metafórica. Además in- •

¡
tegró el lugar de la castración en una teoría más glo-
. '
bal de la falta, teoría respecto de la cual cabe pregun-
tarse si su alcance general no esfuma las diferencias en-
tre las estructuras (preedípicas y edípicas, por ejemplo)
de la falta, y si esta versión filosófica de un concepto
freudiano no diluye su impacto clínico. Si una interpre-
tación prosaica de la obra de Freud la vuelve a veces es-
quemática y aun ingenua, una glosa filosófica tiene por •

su parte el inconveniente de restringirla a un conjun-


to de ideas puras o de conceptos abstractos .
• •
En cuanto a las diferencias en lo que concierne al sta-
tus de la castración, Lacan propuso distinguir la frus-
tración, la privación y la castración (en una época, es
ver~ad, en que se hablaba mucho de frustraciones pre-

125
1

coces como posible causa de los estados patológicos más a la instancia suprema del sentido y de lo simbólico. Se
graves). Esta distinción debía ayudar también a com- podría adivinar en él un principio trascendental que ins-
prender las diferencias del complejo de castración en la tituye la virilidad en ese rango. Su ausencia que espe-
mujer, que·dependía más de la privación. La frustración cifica el complejo de castración es algo muy distinto de
es la falta a una promesa, su daño es del orden del per- un caso de figura negativa. Significa la pérdida de la re-
juicio o del robo (la mayor parte de las veces imagina- ferencia cuya presencia no es aleatoria ni contingente
rio), mientras que la privación es real. En virtud de la sino absolutamente necesaria a la integridad (o integra-
frustración hay algo que no se realiza, en virtud de la lidad) de la representación anatómica del cuerpo, de una
privación hay algo que falta, en virtud de la castración experiencia afectiva de placer, de una posibilidad siem-
hay algo que podría llegar a faltar. pre presente de satisfacción de un modo de funciona-
Debemos a Lacan una importante distinción surgida miento mental sin falla o de un lenguaje indecible. Sin
de Freud, aunque no puede afirmarse que Freud la haya embargo, se ha hecho notar precisamente que es la reu-
establecido ni que necesariamente derive de sus posicio- nión o conjunción de la función del pene, relacionada con
nes. Tal distinción opone el pene al falo, término este su sustrato pulsional, ·con la función fálica, que habría
último que suele escribirse con mayúscula. Según La- que situar más del lado de la función simbólica, lo que
can, "pene" remitiría al órgano anatómico real, mientras daba su importancia al complejo de castraci6n.
que "falo" es un término que designa principalmente la El psicoanálisis fue escenario de múltiples discusio-
función simbólica, pero también imaginaria. El falo sería nes sobre las relaciones entre la circuncisión y la cas-
entonces el significante del goce. No olvidemos que tración. 1 Aquí no podemos reproducir los argumentos de
también es el significante de la autoridad. Dicho en quienes llevaron agua al molino de Freud y de quienes
otros términos, del goce del Padre y de su Ley. Jean La- impugnaron toda asimilación. Sin duda hay que referir-
planche señala que Freud habla del pene en tanto tal, se a Lacan porque dio a la castración una de sus dimen-
pero en cambio designa la fase contemporánea del com- siones fundamentales, si no su dimensión fundamental,
plejo de castración como fálica. Según su idea, el pene con el concepto de castración simbólica. Laplanche hace
es uno de los numerosos órganos (u objetos parciales) de notar que al crear el término "Falo" Lacan ingresa en
la sexualidad infantil, junto con los testículos, los pe- lo que él denomina la lógica fálica de Freud, que fun-
chos, el ano, etc., mientras que al falo sólo cabría opo- da la categoría de la falta o lo negativo. Dejemos de lado
ner lo castrado, de acuerdo con una distinción basada la privación real y la frustración imaginaria para cen-
en la presencia o la ausencia (del falo). Es lo que le otor- trarnos solamente en la castración simbólica. La circun-
ga un valor de símbolo o de emblema, como la adora- cisión es el soporte material de este simbolismo, de esta •

ción de que pudo ser objeto (parcial) en la Antigüedad. lógica simbólica, como estaríamos tentados de decir. Se
Para Lacan el falo es un significante. El significante gra- inscribe en una concepción donde la preeminencia pa-
cias al cual se pueden designar en ·su conjunto los efec- terna está garantizada por la reunión en la figura del
tos de significado. Es lo que crea una cesura en relación
con la necesidad y abre al deseo. ¿Con qué se vincula
l. J. Laplanche le dedica una parte importante de su seminario de
este significante? Imposible no ver en él una referencia 1975 en Problématiqu.es 11: castration et symbolisation.

126 127
padre (que no es la persona real del padre, sino su re- muy especialmente al profundo sello de la religió~ jude~­
presentación simbólica, si cabe hablar de representación cristiana en la civilización occidental. Pero la circunci-
en el contexto de una religión que prohíbe la figuración sión existe también fuera de ese cont~xto cultur~_L
del Dios monoteísta, Y ahveh) de las funciones de la pa- No se puede silenciar la profunda remterpretacwn de
ternidad, la autoridad y la Ley. La circuncisión tiene un la teoría freudiana que esto supone. E~ e~ecto, p~ra
significado ritual (evocación de la alianza y del sacrificio Freud el estadio fálico es el de la orgamzac1ó~ gemtal
de Abraham) estrictamente religioso y un significado infantil de la libido, donde la castración está vmculada
más desligado de ese contexto, no solamente como mar- con la primacía fálica . Está destin~da a_ ser supera~a e~
ca sexual sacrificial de la función del pene sino como se- la organización genital adulta, pnmacm. de la _gemta~I­
paración respecto de la madre y evccación de la prohi- dad que exige el reconocimie~to de la ~f~rencm s~gun
bición del incesto. Pero estas relaciones son complejas, la realidad material pene-vagma; esta ultima sustituye
ambiguas, "rasgo de toda verdadera simbolización" (J. a la de la realidad histórica, la que históricamente fu_e
Laplanche) y aun contradictorias, porque la circuncisión verdadera en el período de la primacía fálica, determi-
es al mismo tiempo significante de la castración (sin que nada por la oposición fálico-castrado.
se pueda establecer relación directa con ella) y signi- Optar por la castración si~bólica es p~es tomar par-
ficante de su contrario, dado que al separar al niño de tido por una primacía fálica fiJada para siempre Y. en f~­
su madre y al duplicar el corte del cordón umbilical vor de una castración insuperable. En efecto, la pnmacia
que une al varón con el cuerpo de su madre autonomi- fálica se encontrará bajo la salvaguarda del Falo
za al varón en cuanto a su vínculo con lo maternal-fe- simbólico, de la Ley en el Nombre del Padre y del Otro
menino. Sería una osadía ver en ello un equivalente cul- como lugar de la Verdad. Se trata en suma ~e un mon-
tural de la intervención biológica del testículo virilizan- taje religioso donde está representada la antigua h~ren­
te, cuya exclusividad corresponde al varón. La viriliza- cia griega, hebrea, cristiana, junto a _las co_ncepcwne_s
ción implica siempre "un más" respecto del desarrollo fe- modernas heredadas de la antropolog¡a. Asi, la prohi-
menino espontáneo, aun cuando este más cobre la for- bición del incesto es vista como la norma de las normas,
ma de "un menos" que desprende · ál sujeto de la arci- instauradora de juegos de intercambio de las norma~ de
lla materna. parentesco, suerte de "lenguaje" que evoca las_combma-
" Sin embargo castración significa también feminiza- torias significantes de la li~gü_ística. ~~ce su mg~~so el
ción. Se ha podido refutar que haya que poner a la cas- Otro como "tesoro de los sigmficantes expreswn to-
tración en la cuenta exclusiva de lo simbólico. Se ha he- mada de Saussure , "significante a falta del cual todos
cho notar que también puede pertenecer a lo imagina- los otros significantes no representarían nada", ~~gún
rio (véanse los cuentos infantiles y los mitos) e incluso Lacan, y de la teoría de los juegos de donde surg¡na el
a lo real (voluntario o involuntario, accidental o improbable "materna". ,
. quirúrgico). ·· Pero la idea más impactante es la que reune el de- .,
Está claro que la opción de Lacan de situarla del lado seo y la ley. Uno es el reverso de 1~ otra. La aceptacwn
de lo simbólico responde a consideraciones teóricas que de la castración simbólica se convierte de hecho e~ el
intentan dar su lugar a la historia de las religiones y sometimiento más deseable, a falta del cual el deshza-

128 129
1
que sus palabras y acciones construyen sobre el mode-
miento hacia el masoquismo arrastra a los peores des- lo de ese Gran Otro. Lo simbólico, lo imaginario y lo real
tinos suicidas. En suma, Lacan saca conclusiones son sólo Uno. Lacan no había criticado la identificación
implícitas de las posiciones finales de Freud sobre la pul- con el analista defendida por ciertos autores sino para
sión de muerte y la importancia del masoquismo prima- disimular las ventajas extraídas por el analista lacania-
. río. Pero allí donde Freud ve uno de los destinos posi- no de la confusión entre su persona y la entidad ·
bles de la evolución individual a través de las vicisitu- simbólica que encarna: el Gran Otro; confusión alimen-
des del masoquismo primario (el masoquismo moral), tada mediante una transferencia hipnótica. No siempre
Lacan no está lejos de ver el final "obligado", por así de- se puede discernir la diferencia con las prácticas en vi-
cirlo, del recorrido del sujeto. Allí donde Freud ve en el gor en las sectas.
superyó la solución al complejo de Edipo a través de una La sexualidad femenina dio a Lacan la oportunidad
desexualización de la relación con el padre y una iden- de proponer varias tesis, algunas de las cuales retoman
tificación con el superyó de éste por adopción de la éti- puntos de vista ya conocidos, si bien con una formula-
ca, Lacan no está lejos de implicar que esa culminación ción nueva y a veces provocativa. Después de recordar
nunca podría liberarse de la fijación masoquista, lla- "que no existe la relación sexual", esto es, una armonía
mando entonces más bien a la aceptación de la castra- preestablecida en el encuentro entre los sexos, Lacan
ción simbólica, lo cual regocijaría a todos los dictadores formularía otro juicio negativo: "la mujer no existe", otra
del planeta, que no piden más que eso. manera de decir que a diferencia del Hombre como con-
Se pueden discutir las interpretaciones que acabo de cepto universal, no se puede acuñar una expresión equi-
dar de las relaciones entre el pensamiento de Lacan y valente para el otro sexo. Hay pues mujeres, lo cual
el de Freud. No se puede negar que la idea de la acep- subraya la singularidad de cada una de ellas. Siguiendo
tación de la castración simbólica como fin del análisis por este camino de definiciones por la negativa, añadirá
está cargada de peligros. Porque este juicio aparente- que "la mujer es no-toda", con lo cual da a entender no
mente neutro u objetivo es susce~tible de llevar al ana- sólo que no tiene pene, sino que esa incompletud la en-
lista que conduce la cura según los preceptos lacania- trega a un goce más secreto. Por otra parte, si bien los
nos a posiciones que sólo se pueden calificar de sádicas analistas hombres fracasan a los ojos de las mujeres
(sesiones ultrabreves o interrumpidas en forma arbitra- cuando quieren establecer el goce femenino, las analis-
. '' ., , .
na, que supuestamente marcan una escanswn que pn- tas mujeres, se callen o hablen, no entregan el secreto
vilegia el acting del analista respecto del enunciado de de su éxtasis. Pero, ¿es distinta la situación en el caso
una interpretación que se conformaría con dar, falta de del goce masculino? ¿Los escritos de los analistas de uno •
respeto por la neutralidad, explotación de la transferen- y otro sexo nos permiten avanzar más en ese sentido?
cia, sometimiento del analizando, ausencia de límites Lacan retoma por su cuenta la idea de Freud de que la
entre el espacio de la cura y el espacio fuera de la cura, angustia de castración no afecta mucho a la mujer. Pero
etc.). El análisis pasa a ser entonces un · ejercicio de do- para Lacan la ausencia de falo en la mujer sería más
minio donde el analista supuestamente diferenciado del bien una ventaja. Mientras que el goce fálico impediría
Gran Otro tiende cada vez más a confundir la imagen al hombre gozar del cuerpo de la mujer, el hecho de es-
que toma en la transferencia para el analizando con la

131
130
tar privada del órgano fálico, de ese significante, es lo 5. LA SEXUALIDAD FEMENINA Y
que da a la mujer la dimensión de un goce complemen- EL COMPLEJO DE CASTRACION
tario, otro: el que le procura el éxtasis místico. Lacan
invita entonces a mirar a la santa Teresa de Bernin en
estado de goce, y considera a san Juan de la Cruz como
un hombre que se sitúa del lado del goce femenino. Ve-
mos que la referencia religiosa se encuentra aquí legi-
timada. Esto hace que Lacan sostenga que en la rela-
ción sexual la mujer es receptora en tanto madre: una
vez más es evidente la alusión a la Virgen madre de
Cristo. Sin embargo, se trate de santa Teresa, de san
Juan de la Cruz o de María, el goce místico es de esen- Los problemas que plantea la sexualidad femenina
cia netamente masoquista. Dicho de otro modo, el goce merecen un capítulo especial, con el cual es legítimo con-
femenino, al referirse al Otro, permanece en el canon cluir. La bibliografía sobre la sexualidad femenina se ha
freudiano del masoquismo materno. Sin embargo, se incrementado tanto estos últimos años y la variedad de
puede ver que aunque la mujer no es afectada por la an- puntos de vista es tan amplia, que dentro de los lími-
gustia de castración, en cambio tiene una sensibilidad tes de este trabajo no se podrá dar de ella sino un bre-
exquisita a la castración del hombre. La referencia a la ve panorama. El androcentrismo que se ha reprochado
madre en la relación sexual tal vez sea algo esquema- a Freud es justo e injusto al mismo tiempo. Es justo por-
tizante. He aquí un hecho que revela la diferencia en- que espontáneamente Freud, cuando escribe sobre la se-
tre los sexos, ya que está claro que el sexo masculino xualidad, y en especial sobre la sexualidad infantil, pien-
no es afectado por la oposición hombre-padre de la mis- sa en el varón. A veces se mantiene en sus posiciones
ma manera que el sexo femenino lo es por la oposición coino si lo esencial estuviera dicho, y como si las varian-
entre la mujer y la madre. La originalidad de la posi- tes se consideraran de escasa relevancia. Es injusto por-
ción de Lacan no borra la impresión de que su teoría se que, desde el momento en que toma explícitamente como
inspira más en la experiencia mundana (en sentido fi- objeto el caso de la niña, aventa las sospechas de an-
losófico) que en la del psicoanálisis. drocentrismo. El fue el primero en refutar la universa-
lidad de la angustia de castración al decir que la niña
no es afectada por ella. Si bien es cierto que afirmó que
los dos sexos tenían prácticamente el mismo desarrollo •

antes de la fase fálica (cosa que hoy ya no se acepta fácil-


mente), no dejó de señalar las diferencias entre la fase

fálica del varón y la de la niña .
Basta reflexionar un momento sobre algunos rasgos
diferenciales para darse cuenta de lo importante que es
la distinción. Vamos a destacarlo. Como suele suceder,

132 133
lo más simple y evidente recibe escasa atención. Niñas
Y varones están marcados (sin duda de modo diferente) influencia del sexo del niño en el deseo de la madre, y
por su apego a su objeto primario, que es la madre. Sin los roles de la relación de ella con su propia madre o con
embargo, mientras que el varón se apega al mismo obje- su padre en el inconsciente. Está claro que el hijo col-
to en el momento del Edipo, según una evolución conti- ma los deseos y aspiraciones fálicos de la madre. Cual-
nua de m~mera preedípica y después edípica (del pecho quiera que sea su sexo, el niño es símbolo del pene de
a la totalidad de la persona), en la niña el apego a la la madre. Pero más allá de esta significación general,
madre pr.eedípica tiene que realizar un cambio de obje- el modo como la madre vive su relación con el pene ejer-
to, es dec1r, no solamente la elección del padre en el ran- cerá una influencia inductora sobre la sexualidad de la
go de objeto edípico sino también la transformación del niña pequeña, a una edad muy temprana.
objeto del apego preedípico en su contrario: en objeto Por mutativa que sea la fase fálica, no lleva solamen-
rival edípico. Es fácil comprender que este itinerario, al te las huellas de los precursores de la castración, ya está
descansar sobre una negación parcial, es más difícil. Por cargada de fantasmas en cuanto al sexo masculino, no
otra parte, el mismo Freud había advertido la prolon- solamente los de la niña sino también los heredados más
gación por mucho tiempo de esta relación preedípica de o menos explícitamente de su madre. Es preciso añadir
la niña con su madre. Es preciso añadir que al varón sin embargo que su parte de libertad está preservada,
sólo se le exige que renuncie a su madre, pero su susti- dado que la niña no siempre comparte las creencias fan-
tuto en la edad adulta puede evocarla a través de la con- tasmáticas de su madre, o se adhiere a ellas sólo super-
servación del sexo del objeto primario. En el caso de la ficialmente. Una vez más encontramos aquí la necesi-
niña, el objeto de la edad adulta tiene que ser del sexo dad de evaluar el papel que cumplen la relación de ob-
del "objeto segundo", y no del objeto primario, al que la jeto (con la madre) y las pulsiones (de la hija), que cons-
unen vínculos tan poderosos como los del varón. De esta tantemente se entremezclan.
diferencia se extrajeron argumentos opuestos. Para al- Esta evaluación de la fase preedípica en la niña es
gunos este vínculo de homosexualidad ;llamada primaria objeto de interpretaciones muy diversas en los autores
entre la niña y su madre dará a aqúélla una base de que se han ocupado de la sexualidad femenina. Si cabe
amor primario que se mantendrá durante toda la vida, criticar las concepciones de la sexualidád femenina ela-
fu~dada en un reconocimiento recíproco a partir de lo boradas por los hombres empezando por Freud se
m1smo. Ese zócalo afectivo tendrá como consecuencia la puede constatar que de hecho no hay consenso o inter-
de facilitar el cambio de objeto ulterior. En cambio para pretaciones unívocas entre las mujeres analistas que es-
otros el carácter narcisista de este amor fundado en la cribieron sobre el tema: K. Horney, H. Deutsch, M.
reciprocidad creará vínculos amorosos difíciles de des- Klein, J. Muller, J. Lampl de Groot, J. Riviere, en el
hacer para realizar el cambio de objeto y la transferen- período histórico del psicoanálisis, y más cerca de
cia de emociones amorosas hacia el padre portador del nosotros, en Francia, W. Granoff y F. Perier, J. Chas-
falo, respecto del cual el pecho materno es un rival temi- seguet-Smirgel, C. Parat, M. Torok, L. Irigaray, M. Mon-
?le. N o podemos entrar en todos los pormenores de esta trelay, J. Cosnier, F. Bégoin, etc.
mteresante discusión. Pero es imposible desconocer la En cuanto a la fase fálica, aunque es común al varón
y a la niña, con su cortejo de excitaciones sexuales, la

134
135
masturbación en el varón concierne al órgano sexual de de la niña) y la amenaza hacen evolucionar la situación
la sexualidad adulta, mientras que en la niña la mas- desde la presencia de "un más" hacia la posibilidad de
t~rbación ex~erna,_ clitorídea (la masturbación vaginal una ausencia por menos. Mientras que ~n la niña la per_~
ben~ una eXIstencia más problemática, pero existe) no ~epción (del sexo del varón) y la envidia orientan la in-
concierne tan directamente a la zona erógena adulta vestidura de la ·conciencia de "un menos'~ h~ia la po-
~u e ~s la vagina. · Fenichel hace notar que no pued~
1
sibilidad de la presencia de "un más".
Identificarse la masturbación clitorídea con los fantas- No es tan seguro que la niña no se sienta afectada
mas penianos o masculinos. El hecho de que el clítoris por la castración. Porque si bien no hay amenaza, el fan-
se~ sexualmente muy excitable no impide que su toca- tasma de la causa de la ausencia de pene puede exis-
miento se acompañe de fantasmas muy femeninos. Vol- tir a título retrospectivo . "Me lo habrán cortado", o más
vemos a encontrar aquí el clivaje entre la actividad mas- precisamente: "Ella, la mala madre rival y celosa me lo
turbatoria y la pasividad fantasmática, que puede cons- habrá quitado". Aunque la conciencia de la menstrua-
tatarse también en el varón. Además, la niña escapa a ción sea más tardía, ¿cabe subestimar en esta ocasión
la amenaza de castración. La intimidación de los adultos los efectos retrospectivos que identifican el sexo feme-
~o al_ude a una sanción que consista en cortar. Pero esto nino con una herida en la niña? Las afirmaciones de
Implica no ~acer caso ~e los miedos de la niña respecto Freud sobre la castración femenina varían según los mo-
~e la sexualidad fememna . Aquí la castración no se iden- mentos. Hemos señalado con otros en el aspecto "teoría
t~fica con ~1 seccionamiento del pene que habría tenido sexual" de la niña, el valor causal de la hipótesis de la
smo con mwdos__que conciernen a su interior. En efecto castración. Desde el momento en que se impone la idea
e~- un_a !imitación excesiva pensar siempre en la castra~ de que la conformación del sexo femenino se debe a una
Cion umcamente en relación con el pene y no en relación castración, esta última se convierte en la explicación de
con el sexo (femenino o masculino). Todas estas diferen- todas las insuficiencias experimentadas por la niña o de
cias explican el conocido aforismo de Freud según el cual las inferioridades que se atribuye respecto de los varo-
el varón sale del Edipo gracias a la 'castración mientras nes, quienes no desaprovechan ninguna ocasión de abru-
que ~ a través de ella que la niña ingresa a él. En otras marla para defenderse contra su propia angustia de cas-
palabr~~· que la percepción del pene del varón genera tración.
en la mna l~s ganas de poseer uno. Laplanche, que insis- Insistir sobre los efectos retrospectivos es afirmar la
te en el. ~onJunt~ per~epc~ón + amenaza, hace notar que persistencia a una edad tardía de las teorías sexuales
en la .n~na habna mas bien una fórmula de percepción infantiles, en tanto explicaciones etiológicas y aun etio-
+ envidi ~., En suma, en el varón la percepción (del sexo patogénicas. Así J. Lampl de Groot insiste en el hecho
de que la mujer suele atribuir todas sus limitaciones en
. .
.(_ l !'). 'i,

¡
relación
- con los hombres a la falta de pene. ''No soy un
1: L~s estudio~ modernos toman en cuenta el conjunto formado por - .
el cl~tons Y el terciO anterior de la vagina, opuesto este último a los dos hombre" significa en realidad ''No puedo hacer lo que los
terc~os post~riores. Alg~nos creen que la masturbación de las niñas pe- hombres pueden hacer porque tienen un pene que los
quenas con~Jerne selectivamente al clítoris antes que a los labios 0 a la hace capaces de hacerlo". Por lo demás, la ausencia de
parte a~tenor de la vagina. Otros como K. Horney, J. Muller, S. Payn e
Y M. Bnerley aportaron pruebas de sensaciones vaginales precoces . angustia de castración invocada en estos casos, lejos de

136 137

ser una ventaja, es una fuente de complicaciones. Por- reprochan a Freud su "chovinismo macho" Y crit.ic~n su
que la niña cae entonces más fácilmente bajo el efecto concepción de la femineidad, olvidan que ~ envi~Ia ~el
de amenazas más vagas, más difusas y que siguen pene no es a sus ojos la culminación nor~~l, ordinan~,
haciéndola dependiente de su madre a través de una ex- -regular de la evolución psicosexual de la nm~,Y despues
..___cesiva prolongación del peligro de perder su amor. En- de la mujer, sino el resultado de una re~e~wn al es~a-
fonces no es sólo la masturbación la que sucumbe a la dio fálico, es decir de un retorno a una fiJaCIÓ? a~~enor
amenaza, sino a veces toda la sexualidad. Si bien Freud a1 esta dio genital, que es la verdadera culmmacwn de
desconoció la existencia de la vagina en la niña, de to- a sexualidad femenina.
dos modos confirmó la concepción cloacal que defiende Se pueden . rolongar estas reflexi~nes con la referen-
entre otros Lou Andreas Salomé. A esta concepción que cia a los fantasmas~(,le m yjer cg_strad.orw (a<!-uella c.uyo
ya da existencia a la vagina responden angustias a mi Tabú de la Virginidad debe proteger. al_ ~~ndo hacien-
juicio subestimadas. Angustia de las prolongaciones in- do que otro ocupe su lugar) o de @_uJer (ah@ Una m.u-
ternas de la vagina que se pierden en la cavidad abdo- jer señalaría que así como Freud descnbe el m~soqms­
minal en un abismo sin fondo y sin fin. Angustia de la mo femenino a partir de los fantasmas ma~oqmstas. de
penetración por el sexo del padre, que vendría a dañar · los hombres, las mujeres castradoras o fáhcas también
el vientre potencialmente herido y sangrante. Hay allí nacieron de la imaginación de los hombres. Hasta que
una ~ngustia femenina activa que hace temer los estra- los movimientos feministas toman por su cuenta ~stas
gos causados por el sex_o del padre, que por supuesto son actitudes y sus denominaciones para vengarse de Siglos
(por sentimiento de culpabilidad) el reverso del goce es- de sometimiento por parte de los hombres. Se ha res-
perado. No sería exagerado ver en ello un miedo de ponsabilizado a esas actitudes del aumento de la can-
dañar el espacio interno destinado a acoger a los bebés. tidad de homosexuales masculinos en los países donde
En efecto, estas angustias suelen estar marcadas por el feminismo se volvió especialmente virulento. Lo que
otras como las relativas a la castración. Y también se enseña en el hombre la experiencia clínica es que la te.n-
pueden interpretar las angustias dé penetración como dencia a evocar con insistencia esta imago maternal Sir-
el miedo de una penetración destructora del sexo inte- ve a la prohibición de acercarse a ella y luch~ contra el
rior, por consiguiente miedo de la castración. El pene del atractivo que ejerce, en momentos en ~ue la Imagen de
padre no es la única causa que hace temer estos peli- la mujer tendería a percibir a esta última como no pro-
gros. Los daños del cuerpo interno también pueden atri- vista de pene y susceptible de ser penetrada. Sea como
buirse por i_Qentificación pr_oyectiva a la imago de lama- fuere la envidia del pene sigue siendo la manzana de
dre mala, hostil,_celosa e incluso envidiosa. la di;cordia entre los analistas y también entre los hom-
Otro destino posible de la sexualidad femenina que bres y las mujeres.
le valió a Freud muchas enemigas entre las feministas Pero es verdad que no es el único reproche que las
es la_envidia del pene ~ La mujer entra entonces en una mujeres le dirigen. ¿~caso Freud no puso, en d~da el de-
~c_!itud de rivalidad con los hombres, se comporta de ma- recho de las mujeres a tener un superyo lo m1smo que
neril masculina, niega su sent imiel}to de castración y su los hombres· no subrayó su dependencia respecto de los
~eseo de poseer un pene ~ Muy a menudo las mujeres que hombres qu~ han conocido? Estos dejarían en ellas hue-

138 139

~las. poderosas que persisten bajo la forma de identifi- la culpabilidad de los deseos edípicos obligue a conce-
caci~nes. En suma, su yo estaría constituido en mayor bir la penetraci{m por el gran pene del padre como de-
medida que el ~e los hom?res por elementos ajenos de vastadora (es decir, castradora) y por lo menos dolo-
los .que se apropian. Ocupemonos por último de esa evo- rosa. Se trata una vez más de una re~sión defensiva
luci~n ~o~mal que hace que la niña ( entre en el Edipo". ·vinculada con una concepción sádica del coito que aca-
¿Que sig~nfica eso? Ante todo ~1 cambio de objeto. Lama- rrea fantasmas masoquistas. Ser castrado, padecer el
dre _apaswn_adamente amad~ _ tanto 0 más de lo -que la coito y el parto se convierten en tres modalidades de
am~- el varon ~s desvalonzada a partir de la consta- sufrir el dolor infligido. Si bien el desvío de Freud por
tacwn de que no tiene P.~ne . Peor aún, Jle le reprocha el masoquismo femenino del hombre es discutible, la
~1 ~o h~ber dado a su hiJa ese precioso órgano. Freud existencia de un masoq~ismo femenino heredado del
a.t~buyo ese reproche por la falta de pene a la recurren- espíritu de sacrificio maternal parece poco discutible.
/ Cia ~e una ~alta referida al pecho. Es decir, las niñas ex- Vemos por lo anterior los azares que amenazan pesar
?~nme~tarmn el retorno de las quejas por no haber sido sobre el destino de la sexualidad femenina: la frigidez,
b1en alimentadas por sus madres, que ahora toma la for- el com:gÚ~jo de masculinidad, el masoquismo femenino
ma de ?O~aber recibido el pene. Es de destacar que este surgido del masoquismo erógeno. Para concluir, añada-
detalle_ que aproxima a Freud y a Melanie Klein que mos que en la mujer las satisfacciones viriles pueden en-
(_vinc~la la envid~a del pene con la envidia del pecliQ) sólo contrar salida a través de la acción educativa dirigida
concierne a la mña. El complejo de castración del varón a niños.
nunca es remitid? al complejo de destete. Cabe suponer Debemos ocuparnos por un momento de una cuestión.
Se le ha reprochado a Freud su distribución diferencial
~ue ~~e acercamiento se fundaría en una equivalencia
!_mphcita bebé-pene. Ser colmada por el pecho como ser del par actividad-pasividad, atribuida la primera a los
colmada por el bebé-pene. Es la segunda razón que tie- hombres y la segunda a las mujeres. Esto merece una
ne la n~ña para ap.artarse de su madre. Si quiere tener aclaración. Si toda libido es masculina (para Freud), en-
~n bebe, la creencia en la posibilidad de recibirlo de la tonces toda expresión del deseo sexual es activa no im-
madre debe ser reemplazada por la de conseguirlo del en
porta cuál sexo. Así lo verifica la experiencia cotidia-
P.a dre. El artícu~o sobre las transformaciones de las pul- na. Una mujer pasiva durante la relación sexual no
swnes en el erotismo anal ya había establecido la corres- podría ni experimentar mucho placer ni procurarlo, en
pondencia bebé-pene-heces. Y a vimos en varias ocasio- la medida en que su pasividad signifique inhibición. En
nes ~a frecuencia con que en el varón el complejo de cas- cambio, corresponde a la mujer una actividad cuyo ob-
tración se conecta con el erotismo anal en torno a la ana- jetivo es p asivo, es decir, se precisa mucha actividad
logía entre la pé:~ida de las heces, la castración y el par- para que el goce femenino alcance su plena capacidad
to. Pero en la mna esta teoría cloacal tiene una fuerza receptora. Se hablará entonces da c_smcavidad femenina,)
~odavía mayor. ~a proximidad y la similitud de los agu- opuesta a la convexidad masculina.
Jero.s anal y vaginal los integran a ambos en el mismo Aquí no está en cuestión solamente esta mecánica se-
conJu~to, qu~ le h~ce decir a Lou Andreas-Salomé que xual elemental, sino también la referencia anatómica.
la vag¡na esta alqmlada al ano. No es raro entonces que En la actualidad se impugna la paráfrasis que hizo

140 141
/

bir hasta hacer desaparecer las diferencias de ongen


Freud de Napoleón, "La anatomía es el destino", al in- biológico. d M 1 ·
sistir sobre el !:O! de los fantasmas que tienen el poder Para medir la brecha que separa la obra e e ame
de liberarse de las formas anatómicas para acceder al Klein de la de Jacques Lacan, así como la que separa
goce. Pero no se puede olvidar que la forma y conforma- cada una de ellas de la de Freud, hay. que toi_Uar con-
ción del cuerpo así como de los órganos sexuales indu- ciencia de la parte considerable que t~en~ la mt~rpre­
cen fantasmas. Rara vez se ha visto que la metáfora del tación en la teorización de los hechos psiqmcos. ~h tam-
pene evoque el vaso o el recipiente, o que la vagina en- bién se advertirá que el campo clínico es ampho Y que
cuentre en la espada o el cuchillo una comparación que no se sacan las mismas conclusiones al re~orrerlo a
se baste a sí misma. partir de tal punto o de tal otro. Est? es v~hdo no só-
Sin duda el fantasma puede permitir a un hombre lo en lo que se refiere a las diferencias existentes ~n­
gozar como una mujer por una penetración anal (o in- tre los distintos tipos de estructura nosográfica, sm~
cluso convencerse de que posee una vagina); también también en lo que respecta a las que separan al a~u -
una mujer puede acceder al orgasmo al sentir latir su to del niño. Cabe sin embargo subrayar q:Ue los psico-
clítoris como un pene, e incluso logrando invertir el sen- analistas reconocen los rasgos del com~leJO d_e castra-
tido de los contornos de una vagina imaginando el pene . ó pero dan cuenta de ellos en térmmos diferentes,
(negativo) que habría en su lugar. N o hace falta invo- CI r~curren a referentes muy alejados un?s de otros, por-
car la patología para explicar estas posibilidades. Pero ~ue no están divididos sólo por la cuestión de 1~ sex~a­
se trata de regresiones más o menos benignas según su lidad femenina, sino por su manera de concebir el m-
flexibilidad y su correspondencia con otros fantasmas . consciente. ,
Se sitúan en la derivación de los fantasmas principales Frente a la obra de Freud estarna~ aqm en una po-
propios de cada sexo. Todo esto se abre sobre el capítulo sición algo paradójica. Reconocemos sm esf~erzo l_a ne-
misterioso como lo reconoce el mismo Freud de la cesidad casi ineluctable de superar~a! es decir' de ;ntr~­
bisexualidad. Pero hay que distinguir, como precisó afor- ducir en ella las modificaciones exig¡das por el c~mu o
tunadamente Christian David, entre bisexualidad bio- de experiencias y la profundización _de las reflexwne~,
lógica y bisexualidad psíquica. Otra oportunidad para por el progreso en suma, que ha temdo lugar en el psi-
subrayar lo que la obra de Freud ilumina. En el hom- coanálisis com~ en todas las demá~ disciplinas. ~ero he
bre no cabe hablar de sexualidad sino de psicosexuali- aquí que el psicoanálisis posfteudiano se de~~l~ega en
dad. Lacan expone sus concepciones para dar el mayor direcciones a tal punto divergentes que es ~Ificll saber
alcance a esta dimensión apenas psicológica pero pro- cuál de las diversas versiones de su progr~s~~n a ~e­
piamente psíquica. nudo contradictorias es la que más pos~bihda~e~ tie-
Falta precisar un punto que se tiene en cuenta en to- ne de resistir la prueba del tiempo. El psicoanálisis no
das las apreciaciones modernas sobre la sexualidad. A es sólo lo que hacemos de él, es taro bién lo que de él haga
saber, que los datos biológicos no sólo están remodela- el porvenir. al Al leer
dos por la psicosexualidad que depende de la historia Queda por expresar una opinió~ person . re
personal y familiar sino también por los estereotipos so- a unos Y otros para escribir este hbro, al releerlos por
ciales. Estos pueden, según los casos, consolidar e inhi-
143
142
' .
· enes1ma vez, son los escritos de Freud, aunque funda- 6. EL SENTIDO
dos en postul~dos teóricos en muchos casos discutibles , DEL COMPLEJO DE CASTRACION
los que ~e deJaron una impresión de verdad más gran-
de. ¿Hasta cuándo?

¿Cuál es el sentido del complejo de castración? ¿Hay


que buscarlo en la biología?, ¿en la vida social? En cuan-
to a la biología, nuestra incursión en ese terreno nos
muestra que no es el camino. Salvo por el hecho de que ...
los efectos de la castración real revelan que las pertur-
baciones sexuales propiamente dichas son menos impac-
tantes que las manifestaciones ansiosas o depresivas, la
apatía, la inercia, el retraimiento. Dicho de otro modo,
la sexualidad es la fuente primordial de investidura. En
cuanto a la vida social, la investigación antropológica
nos enseña que, contrariamente a lo que podría hacer-
nos creer una concepción simplista de las cosas, en las
•• sociedades sin escritura las prohibiciones referidas a la
sexualidad son numerosas, incluso más numerosas que
en las sociedades con escritura. Y si bien la castración
no se practica de modo directo, las "heridas simbólicas"
que exige el grupo social difícilmente puedan compren-
derse de otro modo que como equivalentes de ella. De
esto no se desprende necesariamente que la castración
sea de interpretación unívoca, dado que determinadas
mu.t ilaciones, como la subincisión, pueden considerarse
' ventajosas (Roheim). La práctica ritual que se asimila
• simbólicamente a la castración se inscribe en la pro-
blemática de las relaciones, casi siempre conflictivas, en-
tre ambos sexos, y puede interpretarse como una refle-

144 145

xión (en gran parte fantasmática) sobre los aconteci- épocas. El deseo de asesinar al padre sól~ se revela ~
mientos de la vida: concepción, embarazo, parto, sepa- través de signos indirectos, donde determmados movi-
ración de la madre, matrimonio, paternidad y muerte. mientos agresivos pueden interpret~~s~, por. desplaza-
Cada sociedad elabora a su manera su imaginario co- miento 0 simbolización, como parricidios disfrazados,
lectivo, pero al parecer son esos acontecimientos más que pero si no se puede invocar a su favor el mi.smo carácter
otros los que constituyen el fermento del pensamiento, de generalidad es porque la o~s~r:,ación ~1empre part~
el agente inductor de las normas de la sociedad, entre de una situación en que la prohibiciOn del mc~sto ya e~ta
las cuales la prohibición del incesto constituye, según la en vigor. Esta, que es en sí mi~ma ~~a solución, pre~~­
expresión de Lévi-Strauss, la norma de las normas. En ne explícitamente el incesto e zmpl~c!tamente el parrz~z­
suma, aunque la sexualidad como concepto rara vez es dio. De no ser así, se estaría admitien~o q~e SI se viO-
abordada de frente, resulta indirectamente designada lara ese tabú el incesto se produciría sm nmguna c?n-
bajo algunas de sus figuras. secuencia pa;a el padre. La prohibición del incesto Im-
¿Merece la castración que la coloquemos en posición plica necesariamente el parricidio para gozar d~ la ~a­
ordenadora, aun después de haber destacado el valor dre, apartando el principal obstácul~ ~ .l~s satisfac~~~­
simbolizante de la prohibición del incesto? A nuestro jui- nes esperadas. De modo que la prohib1c10n .del pa:nci-
cio, la prohibición del incesto es la promulgación dio no puede observarse en las sociedades sm escntura
simbólica de la necesidad de regular el "placer de los pla- porque el respeto de la norma de la~ normas re~onoce
ceres", dado que toda ausencia de freno es susceptible de hecho la existencia del deseo de mcesto, designado
de poner en peligro la sociedad humana. La amenaza de así negativamente. Pero habiéndose res_uelto así e~ ~r?­
castración es el freno, el sacrificio necesario para que blema, esta prohibición borra toda alusión al ?arriCidio
individuo y sociedad sobrevivan y se desarrollen. Cas- porque éste simboliza el desorden, el. ca.os s?cml conse-
tración, incesto, ley y sociedad son pues solidarios. Aquí cutivo al asesinato del padre y la ehmmación de toda
suele detenerse el diálogo entre antropólogos y psicoa- limitación en la carrera hacia el goce. Todo lo que que-
nalistas, en los casos más favorables y cuando ese da por observar es el pacto social ent:~ los hermanos.
diálogo tiene lugar. Los antropólogos -están obligados a Sin duda es por eso que en la concepc10n del parentes-
reflexionar sobre la prohibición del incesto porque es un co de Lévi-Strauss son los hermanos los que mterc~~­
hecho que no pueden ignorar. No hay, en cambio, una bian hermanas. Lévi-Strauss compart~ la repres1?n
obligación comparable en lo que se refiere al asesinato social: sólo conoce hermanos que se entzenden para In-
del padre, porque nada en su experiencia sugiere la te- tercambiar hermanas, con la finalidad de enmascarar la
sis del parricidio. A nuestro juicio, esto es así por dos violencia del rapto que exige el asesinato de quien goza
razones. La relación del niño con el cuerpo de la madre,
de la mujer-madre. .,
por consiguiente con el placer y el goce que logra en ese Taro bién es por eso que la castracwn es una reto~­
contacto (el primero en la realidad y el segundo fan- sión eufemística de los padre¡; contra el deseo de los hi-
tasmáticamente), se puede observar directamente en jos de asesinarlos, retorsión que designa el cuerpo del
cualquier individuo en lo~ períodos iniciales de su vida, delito que da origen al atentado contra el orden p~ter­
en todas las sociedades, y cabe inferir que en todas las nal. En cuanto a las divinidades maternales, el vmcu-

146 147
lo con el hijo esposo condena a éste a una fijación alie- a intimidar al viviente para obligarlo a plegarse a las
nante. reglas de la ética y de la ley de su grupo. Pero existe
Pero vayamos más lejos, porque esto todavía no re- la posibilidad del placer en el más allá. Y ése es el núcleo
vela el sentido de la castración. Podemos decir sin te- del miedo a la muerte. El miedo simplemente de que cese
mor a equivocarnos que el miedo a la muerte es uno de la vida con todas sus consecuencias, agradables Y des-
los rasgos más generalizados de la condición humana. agradables. Ahora bien, ¿por qué el miedo? L~, única res-
No vamos a argumentar el hecho de que uno de los ras- puesta convincente es que se teme la cesa?wn del pla-
gos que caracterizan el cambio htiniano es el entierro de cer (de vivir). En efecto, uno de los fenomenos más
los muertos, la prescripción intangible de dar sepultu- enigmáticos de la historia del pensamiento es co~statar
ra al muerto. Ahora bien, suele confundirse el miedo a el tiempo que pasó antes de que Freud descubriera 1~
la muerte con el miedo a lo desconocido después de la evidencia del principio de placer-displacer. El descubri-
muerte, es decir, el problema de la existencia o no de una miento del principio de placer-displacer es el acto ~ás
vida después de la muerte y de las formas que ella podría resueltamente ateo de todo el conocimiento de la psique
cobrar. Casi siempre este último punto ha sido objeto de humana. Porque al asociarle la amenaza de la cast~a­
concepciones asimilables a la religión. No sólo en nues- ción, explica el miedo a la castración aun en los suJe-
tras civilizaciones judeo-cristianas la idea de un juicio tos que no son religiosos. De hecho es ella lo que sub-
final, que tiene lugar después de la muerte, decide la siste una vez concluido el análisis de la función psíquica
suerte del ex viviente, dado que la justicia humana se que ~umple ló religioso, como un re~to no reductible, Y
ha revelado bajo cualquier régimen o época muy alea- que en realidad designa retrospectivamente aq~ello a
toria, o ha dado demasiadas oportunidades para dudar que apunta el superyó, sin que haga falta que exista un
de ella como para creer que pueda decidir equitativa- superyó para explicarlo. Por otra parte, ésta es la razón
mente si el desaparecido debe ser finalmente castigado por la cual Freud supone que el superyó es el ~erede­
o recompensado. •
ro del complejo de Edipo. Dicho en otros térmmos, la
La confusión entre el miedo a la nn)erte y el miedo amenaza de castración precede al superyó, que una vez
a lo que viene después de ella, y la cantidad de religio- creado se convertirá en guardián del recuerdo de la ame-
nes que afirman la existencia de una vida después de naza y en agente de su posible reactualización. De to-
la muerte constituyen un testimonio contundente de que dos modos, la castración "originaria" está allí antes que
el hombre no puede decidirse a aceptar que la muerte el superyó. N o olvidemos que para Freu~ la amena~ a de
signifique el cese definitiyo de toda vida. Lo menos que castración es anterior al complejo de Edipo. Está vmcu-
se puede decir es que no hay concepciones mitológicas lada con el placer autoerótico. Todo lo que cabe decir es
o religiosas que consideren la vida post-mortem como que el Edipo le da su significación al incorporarla a un
única y exclusivamente penosa y dolorosa. Lo cual equi- complejo.
vale a afirmar que la posibilidad de placer o 'de ausen- Ahora bien, si despojamos la relación con la muer-
cia de displacer siempre es concebible, pero por supues- te de todo lo que se le asocia por medio del disc~rso re-
to nunca garantizada, y a menudo equilibrada con algún ligioso; verdadero fetiche que enmascara ese mie~o del
modo de existencia de lo más desagradable, destinada final del placer, caemos en la simple comprobación de

148 149


que tener miedo de morir significa tener miedo de no po- j talión en castigo por el deseo parricida. No por manse-
der gozar _m_ás ~e la vida. Gradualmente, el miedo a per-
~er_l~s pnvtlegws que aumentan la capacidad y la mul- multiplicarse. Siempre hay más de una razón para que-
b~hcidad de oportunidades de goce puede significar el rer atentar contra la vida de alguien. Ese deseo de ase-
m~edo de no poder esperar más gozar de lo esencial y sinato, tan fácil de verificar en la experiencia común
de lo que a ello se asocia: el cuerpo de la madre. En últi- -desde la lectura de los periódicos a los argumentos de
ma instancia, sería el miedo de verse privado de gozar nuestras diversiones culturales no revela sin embar-
del hecho de "estar vivo", previo al goce del cuerpo de go su relación con la muerte del padre. Es entonces el
la madre. De modo que la amenaza de castración se en- momento de recordar que para el inconsciente no exis-
cuentra "enmarcada", por así decirlo, entre la variedad te la muerte, que la muerte es tratada como efecto de
de los placeres de la vida, que subliman o prolongan el la simple eliminación de un rival, sin otra consecuen-
goce del cuerpo de la madre y el simple hecho de estar cia que su apartamiento. Por eso Freud dirá que para
vivo, si precisamos que estar vivo supone un placer de él la angustia de muerte no es otra cosa que una an-
vivir a me~udo inconsciente pero inexorablemente pues- gustia de castración. En cambio, la castración designa
to de mamfiesto por el afecto depresivo que revela cruel- el objeto del delito: el goce incestuoso, y cobra el valor
mente el sufrimiento que acarrea su pérdida. simbólico de referirse a la sanción del placer de los pla-
. P_or otra parte, si consideramos el incesto, y por con- ceres. Castración equivale a muerte, como sanción afec-
Sigm~nte la sexualidad, como placer de los placeres que tada al obstinado deseo de gozar del placer, apartando
necesita la invención de una .nonna de nonnas la cas- todo cuanto se le opone. La castración tiene la venta-
traci_ón aparece como regulador indispensable dé la se- ja de matar dos pájaros de un tiro: imposibilitar el in-
~ahd~d, no _sol~I?ente para la vida social sino para la cesto y conservar en vida al padre, lo cual no es exclu-
c~enc1a del md1v1duo en su propia sobrevida terrestre, sivamente una desventaja, dado que su vida es necesa-
lo más larga posible. El inconsciente conserva esta con- ria para la protección del hijo. Falta saber si hay que
cepción originaria básica cuando es r~emplazada por aceptar la castración. Si bien negarla es un reconoci-
otras más elaboradas (el pecado original u otras). y como miento de la lucha contra la angustia que suscita, que
el inconsciente ignora el tiempo, obedece a la amenaza va mucho más allá del desconocimiento, no someterse
de castración como símbolo de la amenaza de m-uerte en a ella sólo es la suerte de los audaces (o de los prefe-
tanto cese !J,efinitivo del placer con conservación de' un ridos por las madres) por desplazamiento prometedor de
cuerpo sobreviviente pero que ha perdido el premio de la éxito a quien la respete formalmente, confinando lo pro-
vida. hibido al incesto. De hecho la problemática freudiana,
r - De manera que el s entido de la castración es aunque busca superar la angustia de castración, no ve
\ simbólico: no solamente por su faz erótica relacionada la solución del complejo de castración en su aceptación
e?? la madre incestuosa del complejo de Edipo, .sino tam- o rechazo, sino en el acceso a la renuncia edípica. La re-
b_~en po~ su faz asesina, vectriz del deseo de hacer mo- solución del complejo de Edipo pasa por allí. Aun cuan-
~Z: a qmen se opone a ese placer incestuoso. La castra- do no indicara sino una salida más ideal que práctica,
/ c1on aparece como una medida que evita la venganza del no podría confundirse con una "aceptación de la castra-

150 151

ción simbólica" (Lacan). Porque la renuncia, al dar ac- BIBLIOGRAFIA
ce~o a .la posibilidad de un desvío del Edipo en la su-
blm~ación, es condición necesaria para el cese del ago-
tamiento en el conflicto estéril e insoluble. La renuncia
no conc.ierne al campo de batalla edípico sino para abrir
el conflicto en otros espacios, comprometiendo en ello to-
d~s su.s fu~rzas cop todo el coraje de que es capaz. Esta
diver_sión bene su fuente en la sexualidad, ocupa el paso
del tiempo y genera la descendencia.
De modo que la sexualidad es reconocida en su do-
ble v~or: el de la diferencia entre los sexos y el de la
relación de generación, es decir, de la perpetuación de Bettelheim B., Les blessures symboliques (Symbolic wounds,
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151. J. Klauber- Dificultades en el en- metapsicología freudiana
cuentro analítico
152. M.M.R. Kban - Cuando llegue la 178. O. Fernández Mouján - La crea-
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153. D.W. Winnicott - Sostén e ínter- 179. O.F. Kernberg - La agresión en
pretacwn .' las perversiones y en los desórde-
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155. L. Hornstein y otros - Cuerpo, his- 181. M. Hekier y C. Miller -Anorexia-
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rácter y sus perturbaciones lidad, determinación, azar
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metáfora milenaria'
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195. D. Maldavsky - Linajes abúlicos Se terminó de imprimir ·
171. C. Sinay Millonschik - El psicoa- 196. G. Baravalle - lyfanías, dudas y en el mes de setiembre de 1996
nálisis, esa conjetura rituales en GRÁFICA MP.S S.R.L
172. C.G. Jung - Psicología y educa- 197. J.D. Nasio- Cómo trabaja un psi- Santiago del Estero 338 - Lanús
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coanalista
173. D.W. Winnicott El hogar, nueso
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tro punto de partida ' .
cuerpo y tercera topLca

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