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NOTA PARA PADRES O TUTORES DE ADOLESCENTES Y PARA

ADOLESCENTES:
Arturo Clariá - Psicólogo
-¿Cuáles son los principales riesgos a los que están expuestos los
adolescentes en la sociedad de hoy?

-Hoy estamos viviendo en una sociedad líquida, que no podemos asir ni


aprehender. Esta sociedad ataca directamente a los chicos y busca llenar el
vacío propio de la adolescencia con productos y sustancias, entre ellas, el
alcohol. El 90% de los chicos sabe cómo conseguir alcohol y más de la mitad
de los chicos ya abusó alguna vez del alcohol. La sociedad líquida les dice:
¿querés divertirte? Tomá. Les ofrece satisfacción garantizada. Es la
sociedad del velocímetro. Les dice: No pienses mucho, que yo pienso por
vos. No mastiques ni proceses nada. Yo te doy placer acá y ahora.

-¿Cómo pueden los chicos defenderse de esos mensajes?

-El camino fácil está buenísimo porque es fácil. ¿Y quién no quiere lo fácil?
Es tan tentador. Pero yo creo en la sociedad sólida, con valores, y creo en
jóvenes que eligen el camino difícil, que se levantan con ganas de cambiar
el mundo y que no pasan por la calle y ven a una persona pidiendo ayuda y
les resulta un mero obstáculo a sortear. Creo en esos chicos que no se
acostumbraron a ver a otros sufrir. Yo no puedo concebir mi felicidad sin la
felicidad del otro. Eso no es sólo una frase. Hay que llevarlo a la práctica. Yo
soy egoísta, en el sentido budista. Ellos hablan del egoísmo inteligente. Y
dicen que la mejor manera de alcanzar tu máxima felicidad es hacer felices
a los demás.

-¿Cómo llegan los chicos a la terapia?

-La mayoría viene empujado por sus padres. Muchas veces los padres
depositan a los chicos en el consultorio. Y me piden que se los arregle
rápido. Y desaparecen. Nunca el problema de un chico es sólo suyo. Algunos
padres pueden hacerse cargo de que ellos son parte del problema y de la
solución. Otros no. Por eso para mí no existe la psicología infantil o
adolescente en sí misma sin involucrar a los seres que han generado a este
infante o adolescente. Es muy importante que los padres puedan abrirse a
compartir un problema con un hijo con un profesional, se requiere mucha
humildad para eso, pero es necesario su compromiso. Querer revisar qué
es lo que, como papás, están haciendo bien y qué están haciendo mal.

-¿Cuáles son las principales preocupaciones que los chicos plantean en el


consultorio?

-Angustia por las peleas de los papás, fantasías de que se van a separar por
culpa suya, depresión, timidez. Sufren no poder integrarse con amigos, la
falta de reconocimiento afectivo o que les vaya mal en el colegio. Los chicos
sienten una necesidad de unidad familiar casi natural. Para un chico no es
lo mismo si su papá lo va a ver al partido de fútbol o no, o si su mamá la
acompaña a la clase de danza. No es lo mismo si le dice: "No importa, ya te
va a salir bien" o en cambio: "¿Ves que sos un desastre?, ¡tres goles te
comiste!" Hay mucha violencia subliminal, indirecta, que se ejerce con la
palabra y tenemos que cuidarnos de eso. Por suerte los chicos suelen
encontrar otros apoyos en referentes que les están encima y ejercen su
salvataje. Como un entrenador que todo el tiempo está corrigiendo a su
entrenado. Yo suelo decirle a los chicos que cuanto más hincha es el padre
o el adulto a cargo, más está demostrando que le importa. Lo que le hace
mal a un chico es la indiferencia o la resignación adulta en el trato.

-¿Cuánta presión tiene en los chicos la necesidad de pertenecer a un grupo,


el seguir a la corriente?

-Un paciente me decía el otro día que estaba tanto tiempo simulando que
ya no sabía quién era de verdad. Muchos chicos confiesan que terminan
haciendo programas o cosas que no quieren, como ir a bailar, tomar cerveza
o fumar para pertenecer y no quedarse afuera. Al final, los chicos siguen a
la masa. Y pierden su originalidad. ¿Qué quiere un adolescente? Ser
atractivo y valioso para los demás. Entonces, ¿por qué ser un número más?
Es al revés. Cada uno es único y especial. Por lo tanto, si uno vive su
originalidad, le está dando al mundo algo que nunca nadie le dio ni le dará.
Y sabrá decir que no cuando lo necesite y vivir los valores en sus elecciones,
aun a costa de tener que optar más de una vez por el camino difícil. Hay que
ser muy valiente para pararse con personalidad ante los pares. De ese modo
se construye el camino a la realización y a la felicidad.

-¿Qué les dirías a los padres que todavía no son del todo conscientes de la
influencia que tienen en la vida de sus hijos?

-Que algo en el sistema no funciona para que la mayor cantidad de energía,


fuerza, dedicación, empeño y entusiasmo de nuestra jornada de adultos la
dediquemos a otros y no a nuestros hijos. A ellos los vemos en la última
parte del día, cuando ya estamos cansados y con menos paciencia. Entonces
ahí el desafío es ser creativo con ellos, regalarles tiempo cualitativo y
afectivo. Tenemos que empezar a decidir como padres qué tipo de personas
queremos ser. Quiero ser una persona que vive con la llama encendida o
que se está extinguiendo. Lo más importante es que mis hijos vean mi
entusiasmo, mis sueños. Porque o tengo sueños o tengo sueño. ¿Cómo le
digo a mi hijo que tengan sueños si yo no los tengo, o ideales si yo no sé en
dónde quedaron los míos? Y los chicos ven padres dormidos, anestesiados,
que no sienten nada. Los chicos pueden ver adultos que están deseando
que se termine el día. O bien pueden ver espejos donde tener ganas de
sentirse reflejados. Yo les diría a los padres que no se pierdan la magia de
disfrutar del vínculo con sus hijos.

-¿Hay que ser padre y amigo o sólo padre?

-Primero padre. No creo en el padre que antes que nada es amigo. La


relación es asimétrica. Yo no soy el amigo de mi hijo, soy el papá de mi hijo.
Después con el tiempo y como consecuencia podemos tener un vínculo
lindo de amistad. Por eso nosotros somos los adultos de la casa. Por eso
cuando mi hija me cuenta algo le puedo decir: "Gracias por contarme. Te
entiendo porque yo también fui adolescente. Pero como soy tu papá te voy
a explicar por qué no te voy a dejar hacer ese programa o por qué sí te voy
a dejar".

-¿Qué mensaje de esperanza le darías a los padres?

-Yo creo que estamos ante una gran oportunidad. Nosotros somos un
eslabón fundamental en la construcción del propio camino de felicidad de
nuestros hijos. Si sabemos descartar nuestras propias expectativas e
ilusiones, si no las depositamos en ellos y los dejamos ser ellos mismos. Si
colaboramos en la construcción personal de su felicidad. Si les damos
valores y herramientas para hacer de este mundo un lugar mejor. Yo creo
en los vínculos sanos, en padres protagonistas, en las familias, en jóvenes
comprometidos. En que ellos entiendan mejor que nadie que su felicidad
se construye con el otro y depende del otro.

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