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CAPÍTULO DECIMOSÉPTIMO

LA UNIDAD Y PLURALIDAD DE CONDUCTAS


TÍPICAS
CAPÍTULO DECIMOSÉPTIMO

LA UNIDAD Y PLURALIDAD DE CONDUCTAS TÍPICAS

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l. PRECISIONES INICIALES

Cuando se habla de "la unidad y pluralidad de conductas típicas"


se quiere significar -en sentido amplio- que una misma persona puede
realizar una conducta con relevancia penal susceptible de clasificarse en
dos o más tipos penales, o un número plural de actuaciones que encajen
en idéntico supuesto de hecho o en varios. Este problema se denomina
teoría de los concursos o de la concurrencia, pues· se supone que las
diversas figuras delictivas confluyen entre sí. En verdad, para emplear
con rigor la sistemática de la conducta punible, es indispensable pres-
cindir de tal designación, pues el único caso en el que se puede hablar
de "concurrencia" es el concurso ideal, situación en la que una con-
ducta penalmente relevante encaja al mismo tiempo en varios supuestos
de hecho, como sucede en el caso del padre que accede carnalmente
mediante violencia a su hija y le causa perturbaciones psíquicas y que
634 -desde el punto de vista óntico y normativo- solo realiza una acción
desvalorada en forma triple (Código Penal, artículos 237, 205, y 115,
inciso lº).

Así las cosas, no hay concurrencia de tipos penales cuando una per-
sona lleva a cabo un número plural de conductas jurídicamente desva-
loradas, esto es, el concurso real. Por ejemplo: el sujeto activo que
le da muerte a una persona, una semana después viola a una mujer y
atraca un banco, lleva a cabo tres acciones penales diferentes triple-
mente desvaloradas (artículos 103 y siguientes, 205 y siguientes, y 239
y siguientes) que concurren para ser juzgadas en un solo proceso, con
lo que parece evidente que se trata de un problema de rasgos proce-
sales y no sustantivos. Tampoco es un caso de concurrencia el llamado
concurso aparente, en el que se tiene la impresión de que dos o más
figuras típicas gobiernan una conducta, pero ello no sucede en realidad;
así, verbigracia, cuando un servidor público se apodera de un millón de
pesos, puede tratarse de una conducta típica de peculado (artículos 397
y siguientes) o de un hurto (artículo 239 y siguientes), pero no de las
dos figuras al mismo tiempo.

De igual forma, no hay concurrencia de tipos en el delito continuado,


figura en virtud de la cual el agente ejecuta su actuar de manera :fraccio-
nada hasta lograr el cometido propuesto, su finalidad, pues se trata de
una conducta realizadora del mismo tipo penal, así este se lleve a cabo
101 repetidas veces y a través de la ejecución de diversos actos. Por ejemplo:
el cajero de un banco se apodera de cien millones de pesos mediante
sustracciones sucesivas de un millón de pesos, hasta completar la tota-
lidad; aquí, a no dudarlo, se trata de una modalidad de ejecución de la
conducta y no de un "concurso".

Ahora bien, mucho se ha discutido en torno al lugar donde debe


estudiarse la institución en la sistemática del delito en las legislaciones,
sea que ello se haga en los acápites dedicados a la teoría de la pena, en
las disposiciones preliminares de la parte general, o en capítulo inde-
pendiente después de la pena; inclusive, algunas la consagran tanto al
regular la responsabilidad penal como dentro de las reglas de aplicación
de la pena. El Código Penal, sin embargo, solo la prevé en el título dedi-
cado a la conducta punible, a continuación de la teoría del concurso de
personas y antes de las eximentes de responsabilidad, aunque también
se refiere a ella en la ley procesal penal (confróntese, Código de Proce-
dimiento Penal, artículo 51 numerales 2°, 3º y 4º). 635

Desde luego, se constituye en punto de partida para el estudio de este


problema la distinción entre unidad de acción y pluralidad de acciones
(conductas), pues a partir de ella se pueden diferenciar las diversas cla-
ses de "concursos" previstos por la ley en el artículo 31; este concepto
de "acción", resultante de 1ma elaboración de carácter ontológico-nor-
mativo, suele distinguirse del de "hecho~ en un sentido procesal, que es
uno de los elementos del objeto del proceso.

El asunto ha sido muy discutido. En efecto, en primer lugar, se pre-


tendió que para determinar la existencia de una acción jurídico penal
(acción en sentido estricto u omisión) lo decisivo era el número de iner-
vaciones musculares, con lo que se llegaba al curioso resultado de que
quien daba muerte a otro de cuarenta cuchilladas, realizaba igual núme-
ro de "acciones".

En segundo lugar, se afirmaba que lo decisivo era el número de resul-


tados: según esto, cuando el terrorista acciona una granada y lesiona
a veinte personas, lleva a cabo igual número de acciones en sentido
Jt,¡.rídico penal.

También, en tercer lugar, se ha dicho que la pauta apropiada es el nú-


mero de tipos realizados, por lo que, en el ejemplo del padre que viola
a la hija y le produce un trauma psicológico, deben verse tres acciones u
distintas: la de cometer incesto, la de causar daño psíquico (lesiones) y
la de acceder carnalmente mediante el empleo de la violencia.

Incluso, en cuarto lugar, se acude al criterio de la unidad de acción


natural sostenido por un buen sector de la doctrina y la jurisprudencia
alemanas, según el cual -apelando a la "concepción natural de la vida"-
se postula que se está frente a una acción en sentido jurídico penal si
distintos actos de carácter parcial están guiados por una voluntad uni-
taria y, desde la posición de un espectador desapasionado, aparecen
conectados en los planos espacial y temporal. Así, por ejemplo, quien
durante un día entero ejecuta actos de corrupción en un menor de cator-
ce años (Código Penal, artículo 209 en su versión original, pues la ley
679 de tres de agosto de 2001 introdujo otro artículo con igual denomi-
nación), realiza una acción; en cambio, si se practican sesiones distintas
en momentos diferentes, debe apreciarse una pluralidad de acciones.
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En quinto y último lugar, se acuña un criterio ontológico-normativo,
en cuya virtud, para saber si hay una o varias acciones, se debe partir
del concepto final de acción al que se le añade el enjuiciamiento jurídi-
co social, mediante los tipos penales correspondientes; por ello, pues,
deben examinarse tanto la finalidad concreta trazada por el autor, su
plan, como el tipo penal correspondiente, que debe ser interpretado,
desde el punto de vista social. En otras palabras: la unidad de acción
jurídico penal se establece, así, por dos factores (al igual que urdimbre
y trama): por la proposición de un fin voluntario y por el enjuiciamiento
normativo jurídico social en razón de los tipos. Como es natural, el cri-
terio más apropiado es el que se ha señalado, pero se advierte que no se
trata de fórmulas exactas, sino de meras pautas interpretativas, llamadas
a contribuir en la tarea judicial y en las elaboraciones de los estudiosos,
cuando se trata de darles respuestas a los diversos interrogantes que
plantea tan polémico asunto.

Así las cosas, puede afirmarse, hay unidad de acción -no acción
única, pues ambos conceptos son bien distintos- en hipótesis como es-
tas: en primer lugar, cuando el tipo penal requiere la realización de una
pluralidad de movimientos; ello puede acontecer de manera necesaria,
como en el incesto (artículo 237) o en el acceso camal violento (ar-
tículo 205), o de forma eventual, como en el homicidio (artículo 103;
se puede matar a otro con un solo movimiento o con una pluralidad de
:u movimientos) o las lesiones personales (artículos 111 y 112 inciso 2º).
En segundo lugar, en los tipos que describen diversas actuaciones
conectadas final y socialmente como sucede, verbi gratia, en el hurto
con violencia, donde coinciden la apropiación de la cosa y la coacción
sobre el agente (artículo 240, numeral lº, modificado por el artículo 37
de la ley 1142 de 2007), o en el homicidio seguido de hurto (artículo
104, numeral 2º); así mismo, en tercer lugar, en los tipos de conducta
permanente, puesto que todos los actos tienen por objeto mantener el
estado consumativo, como sucede con el secuestro extorsivo (artículo
169, modificado por la ley 1220 de 23 junio 2008, artículo 1º).

También, en cuarto lugar, en los tipos compuestos de carácter com-


plejo, no así en los mixtos, en los que el legislador refunde en una sola
descripción típica comportamientos que tomados en forma aislada da-
rían lugar a una pluralidad de conductas y de supuestos de hecho, por
existir entre ellos un nexo de carácter finalístico (de medio a fin), como
sucede, por ejemplo, en el hurto con violación de domicilio (artículo 637
240, numeral 3º, modificado por el artículo 37 de la ley 1142 de 2007),
o en la falsedad en documento privado seguida de estafa (artículo 289).

Del mismo modo, en quinto lugar, debe advertirse una unidad de ac-
ción en los tipos cuya realización requiere medios simbólicos, como su-
cede con la instigación pública a delinquir (artículo 348, caso de quien
realiza dicha actividad al pronunciar un discurso), o en la injuria me-
diante la publicación de un libro (Código Penal, artículo 220); también,
en sexto lugar, ello sucede cuando el tipo se realiza de manera conti-
nuada (el llamado "delito continuado") por exigirlo así la finalidad que
se ha trazado el agente, como acontece con la falsificación de efectos
oficiales timbrados (artículo 280), cuando el autor imprime un millón
de estampillas, o en el peculado, cuando el servidor público se apodera
de mil millones de pesos mediante sustracciones mensuales, hasta com-
pletar la totalidad (artículo 397, inciso 2º).

En séptimo lugar, puede presentarse en los hechos imprudentes


cuando, al mediar una o varias violaciones del deber de cuidado, el
agente realiza una conducta generadora de múltiples resultados que
puede afectar diversos bienes jurídicos; así acontece, verbigracia, cuan-
do el conductor ebrio y sin licencia de conducir atropella a un grupo
de espectadores que presencian una competencia ciclística, da muerte
a dos personas y causa lesión a cinco de ellas (artículos 109, y 111 y
siguientes, y 120), lo que no acontecería si causa cada lesión o muerte
en accidentes separados.
De la misma manera, en octavo lugar, en los hechos omisivos, si el
autor se inhibe de realizar una determinada acción ordenada que puede
generar uno varios resultados, con la condición de que pueda evitarlos
de manera conjunta, pues de lo contrario deben verse varias omisiones.
Por ejemplo: realiza una omisión el controlador aéreo que con dolo
homicida no hace las señales respectivas, y se producen la muerte de
algunos pasajeros y la lesión de otros; en cambio, el socorrista que no
ayuda a los náufragos realizando sucesivas acciones de salvamento, lle-
va a cabo una pluralidad de omisiones.

Para concluir, en noveno y último lugar, hay unidad de acción en el


concurso ideal, pues una misma conducta es desvalorada de múltiples
maneras por la ley penal, como acaece en el ejemplo del padre que viola
a la hija.

638 H. CASOS DE NO CONCURRENCIA DE TIPOS PENALES

A). El delito continuado

Esta figura se presenta cuando el agente lleva a cabo diversos actos


parciales, conectados entre sí por una relación de dependencia (nexo de
continuación) y que infringen la misma disposición jurídica, de talma-
nera que el supuesto de hecho los abarca en su totalidad en una unidad
de acción final; en otros términos: se trata de una forma especial de rea-
lizar determinados tipos penales mediante la reiterada ejecución de la
conducta desplegada, en circunstancias más o menos similares. Así las
cosas, pese a que en apariencia éada uno de los actos parciales represen-
ta, de por sí, un delito consumado o intentado, todos ellos se valoran de
manera conjunta como una sola conducta ontológica y normativamente
entendida -pot ende, como un solo delito-para lo que se debe partir de
una concepción final-social de la acción humana.

Gracias a esta institución jurídica es posible impedir el castigo de


quien falsifica catorce mil boletas de entrada a fútbol, mediante actos repe-
tidos, como si fuera autor de igual número de transgresiones a la norma-
tiva penal (artículo 289); a quien accede a una menor de catorce años
durante un año seguido, con su consentimiento, por doscientos hechos
constitutivos de acceso camal abusivo (artículo 208); y, por supuesto,
al cajero del banco que lleva a cabo pequeñas sustracciones durante
fil cincuenta semanas hasta completar el monto total, por igual cantidad
de atentados contra el patrimonio ajeno. Igual sucede con quien sustrae
todas las mercancías de una bodega mediante apoderamientos parciales
hasta completar la totalidad.

Ahora bien, la figura debe reunir diversas exigencias aunque, como


es obvio, ellas varían según la concepción adoptada (objetiva, objetivo-
subjetiva o subjetiva). Los componentes objetivos son los siguientes:

En primer lugar, se requiere unidad de sujeto activo. Así parezca


obvio, el delito continuado solo es factible cuando se presenta un agente
realizador único, esto es, se requiere uniformidad del sujeto que ejecuta
la conducta típica; desde luego, ello no significa que el actor tenga que
ser una sola persona fisica, pues la conducta continuada puede ser obra
de varias que, de forma mancomunada, tengan esta calidad como cuando
actúa un número plural de coautores. Por supuesto, si sucediere que
interviniesen varias personas en actos distintos, el nexo de continuidad 639
solo se podrá predicar de quienes participen en todos ellos, no de los
demás; por ello, no habrá identidad objetiva y, por ende, nexo de conti-
nuidad, cuando los plurales actos fuesen obra de distintas personas cuya
participación criminal es diversa en cada uno de ellos, pues en tal hipó-
tesis no se tratará de la infracción reiterada o repetida de un mismo o
semejante precepto penal. En fin, de lo anterior también se desprende
que no es posible la continuidad entre acciones de partícipe y de autor,
de tal manera que unos y otros intercambien sus papeles a lo largo de la
actividad criminosa, pues la figura examinada exige que la intervención
o concurrencia en la infracción penal se lleve a cabo al mismo título,
como lo exige el principio de unidad de imputación.

En segundo lugar, es indispensable unidad de acción. Ha sido tra-


dicional entre los estudiosos preconizar que este instituto requiere
pluralidad de acciones u omisiones; no obstante, si se asumen las con-
cepciones realistas sobre su naturaleza jurídica, se debería admitir que
el nexo de continuidad supone una verdadera unidad de acción final
en el sentido ya enunciado, pues los diversos actos o hechos -sea que
encajen por completo en el tipo penal respectivo, o apenas impliquen un
comienzo de ejecución del actuar punible- conforman una sola conduc-
ta llevada a cabo, de manera fraccionada, en un determinado contexto
social, animada por una :finalidad también única. Obvio es decirlo, esta
exigencia -a la que se suma el elemento subjetivo-pone sob~e el tapete
de la discusión la polémica en tomo a si puede haber delito continuado l i
en los hechos culposos -caso ante el que están divididas las opiniones-
y si es o no viable admitirlo en las conductas omisivas, asunto que ha
sido respondido de manera afirmativa e, incluso algún expositor funcio-
nalista plantea que pueden concurrir conductas comisivas y omisivas.

En tercer lugar, se requiere unidad normativa relativa, es decir, in-


fracción de la misma disposición o de una semejante en su estructura
típica; esto es, los diversos actos constitutivos de una unidad de acción
deben infringir de manera reiterada la misma figura típica, aunque nada
se opone a que se pueda llevar a cabo una de naturaleza semejante, con
la condición de que el bien jurídico amenazado o afectado sea el mis-
mo. Desde luego, son distintas las denominaciones que le da la doctrina
a esta exigencia: "unidad o identidad de norma violada", "unidad de
ley violada", "violación del mismo precepto", "identidad de bien jurí-
dico lesionado" o "identidad de tipo violado", entre otras. Así las cosas,
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puede haber nexo de continuación si se realizan un tipo simple y uno
calificado, uno básico y uno agravado, o entre una conducta de estafa
tentada y otra realizadora del tipo penal, o al revés.

En cuarto lugar, debe haber unidad o pluralidad de sujeto (s) pasivo


(s). Según lo expresado, se exige que la conducta solo recaiga sobre el
mismo titular del bien jurídico (el sujeto pasivo del delito), lo que no
descarta la continuidad cuando se tratare de diversos sujetos pasivos
de la acción o de distintos perjudicados; no obstante, también el sujeto
pasivo del delito puede ser plural, como acontece cuando los bienes
jurídicos afectados no son "altamente personales", o en una de las
modalidades del llamado delito masa. En realidad, son tres las posturas
esgrimidas enfrente de esta exigencia: una, para la que el sujeto pasivo
del delito debe ser siempre único; otra, que no admite distinciones y
clama por el reconocimiento de la figura, siempre que haya pluralidad
de sujetos pasivos. Y tma tercera, o intermedia, que acepta la pluralidad
de sujetos pasivos del delito con la condición de que los bienes jurídicos
afectados no fueren altamente personales aunque, a manera de variante
de esta tesis, algún sector doctrinario y del derecho comparado -el ar-
tículo 74 numeral 3° del Código Penal español de 1995-distingue entre
bienes jurídicos "altamente personales" que permiten la continuidad y
los que la excluyen, y deja librada a la valoración del juez la posible
apreciación del nexo de continuidad.

Desde luego, para otros autores el problema se debe resolver a partir


JUL del bien jurídico afectado, de la mano de una concepción ontológica de
la acción humana, sin distinguir entre bienes jurídicos "altamente perso-
nales" y aquellos que no tienen esa connotación. Incluso, hay quien
atiende como pauta al poder de absorción de cada.figu.ra.

En quinto lugar, se excluye el delito continuado en casos de ofensas


a bienes jurídicos "altamente personales", salvo que medie unidad de
sujeto pasivo del delito. Como norma general -salvo que el sujeto pa-
sivo del delito sea único; en contra Corte Suprema de Justicia, Sala de
Casación Penal, sentencia de doce de mayo de 2004, radicado: 17151-,
solo se acepta el nexo de continuación cuando los bienes jurídicos afec-
tados no sean de aquellos calificables como "altamente personales"
-esto es, los que comporten una "afección directa al mantenimiento y
desarrollo de la personalidad de otro"-, de tal manera que si se lleva a
cabo una conducta continuada que afecte a uno de esos bienes jurídicos,
se debe apreciar otra figura: una modalidad de concurso delictual.
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En sexto lugar, se hacen otras exigencias a título complementario o
accesorio: empleo de medios o procedimientos semejantes salvo -claro
está-, que la utilización de estos no implique la realización de tipos
de delito distintos; aprovechamiento de ocasiones idénticas, esto es,
que haya unidad o identidad de ocasión, de tal manera que los diversos
segmentos de la conducta final se lleven a cabo en circunstancias fác-
ticas similares o asimiladas. Y, que haya una cierta conexión espacial
y temporal, es decir, que los diferentes actos realizados por el agente
se ejecuten en un determinado lapso y en un contexto espacial más o
menos preciso.

En fin, es indispensable un componente interno que es el más discu-


tido de este instituto. En efecto, en primer término, un amplio sector
doctrinario de orientación italiana que tiene una profunda influencia en
otras latitudes, acude a pautas como la "unidad de designio" -llamada
por algunos expositores hispanos unidad de propósito-, y que en la
actual redacción del artículo 81, inciso 2º del Código Penal se formula
como un mismo designio criminoso, aunque también en el pasado se ha
hecho referencia a la "unidad de resolución" (en realidad un concepto
semejante al de dolo).

En segundo lugar, las construcciones alemanas -tras largo e intenso


debate- se inclinan por una de estas tres posiciones: una, que defiende
el llamado "dolo global" o "total", a cuyo tenor se requiere que el autor f i
planee desde un comienzo la realización de los actos sucesivos y progre-
sivos, con el resultado completo a la vista, de tal manera que todos ellos
queden comprendidos en él; otra, que se inclina por el "dolo de conti-
nuación", construcción para la que el agente actúa en la medida en que
se producen circunstancias análogas, pero sin un plan previo o precon-
cebido; y, una mixta, que combina ambos componentes. Buen ejemplo
de esta última corriente es la fórmula española introducida en el Código
Penal desde la reforma de 1983, cuando habla de la ejecución de un
plan preconcebido -expresión sinónima de la de designio criminal- o
del aprovechamiento de idéntica ocasión -o unidad de motivación-.

Ahora bien, lo más coherente es afirmar que el delito continuado


requiere un "dolo global o "conjunto" (un plan preconcebido), esto es,
una verdadera unidad de.finalidad; en otras palabras: es indispensable
un designio único, a manera de verdadera abrazadera, que permita aglu-
642 tinar los diversos actos en una sola acción o conducta.

Una figura emparentada con la anterior es el llamado delito masa, o


fraude colectivo, institución creada para castigar de manera adecuada
aquellos atentados patrimoniales en los que aparece un número plural
de afectados (no necesariamente de sujetos pasivos del delito). Por tal
se entiende aquel evento en cuya virtud el sujeto activo, mediante la
realización de uno o varios actos que --considerados de manera indepen-
diente- constituirían un solo delito, pone en ejecución un plan criminal
único encaminado a defraudar a una masa de personas -que pueden ser
sujetos pasivos del delito, sujetos pasivos de la acción o perjudicados-
que no aparecen unidas entre sí por vínculo jurídico alguno.

Diversas hipótesis ilustran el concepto: estafas cometidas contra


los intereses de grupos de ahorradores; casos de especulación con los
precios de alimentos, considerados de primera necesidad; alteraciones
en las máquinas expendedoras de combustible, para ponerlas· a marcar
una cantidad diferente de la suministrada; distribución de alimentos en
cantidad inferior a la anunciada; eventos generalizados de alteración
de medicamentos o licores, etc. Estas hipótesis y otras similares llevan
a la doctrina, en procura de impedir el castigo leve de los autores de
los fraudes por la realización de un número plural de conductas típi-
cas -que si se consideran de forma aislada tienen muy poca entidad-, a
f i construir dicha figura.
Ahora bien, pese a que un buen sector de estudiosos entiende que el
"delito masa" es una especie del género "delito continuado", del que
difiere porque el sujeto pasivo es plural, otra corriente de expositores es
partidaria de posturas diferentes. En efecto, en primer lugar, se afirma
que se trata de dos elaboraciones independientes, aunque coinciden como
modalidades de delito único, como se deriva de su distinto elemento
subjetivo, de su presupuesto material y del número plural de "sujetos
pasivos". En segundo lugar, otra opinión estima que -cuando la defrau-
dación se comete mediante una sola acción- es un evento de concurso
ideal homogéneo.

B). El concurso material

Es el segundo caso en el que no hay concurso de tipos penales, tam-


bién conocido como "concurso real". Se presenta cuando hay una plura-
lidad de acciones independientes, susceptibles de ser encuadradas en 643
uno o en varios tipos penales, realizadas por la misma persona, y que
concurren para ser juzgadas en un mismo proceso; el concurso material,
pues, existe cuando no hay unidad de acción, por lo que es el típico caso
de no concurrencia de tipos en una acción, porque, como ya se explicó,
la única posibilidad de "concurso" es de carácter procesal. Ahora bien,
puede acontecer que la pluralidad de acciones independientes sean reali-
zadoras del mismo tipo penal, en cuyo caso se habla de un concurso
material homogéneo, como sucede cuando el sujeto activo realiza la
conducta de homicidio en tres fechas distintas sobre las personas de
su abuela, su madre y su padre (casos de homicidio complementado o
circunstanciado agravado: artículos 103, y 104, numeral 1º); si, en cam-
bio, el agente consuma diversos tipos penales, se presenta un concurso
material heterogéneo, como acontece cuando viola a una niujer, hurta
en un supermercado, contamina las aguas de un río y, para terminar,
incurre en rebelión (Código Penal, artículos 205, 239 y siguientes, 371
y 467).

Acorde con la noción que se ha suministrado, son indispensables las


siguientes condiciones para poder afirmar que se trata de esta institu-
ción sustantivo-procesal. En primer lugar, debe existir una pluralidad
de acciones independientes, esto es, debe tratarse de un número múlti-
ple de acciones u omisiones autónomas; ello significa que pueden con-
cursar acciones con acciones, omisiones con omisiones, sean dolosas,
culposas o preterintencionales, puesto que dentro de la amplia gama de
tipificaciones previstas en la ley penal se encuentran figuras de diversa
índole.

Así mismo, en segundo lugar, se requiere unidad o pluralidad de


tipos penales. Tal como se dijo, el agente puede llevar a cabo el mismo
tipo penal si amenaza o lesiona idéntico bien jurídico de manera repe-
tida, o realiza diversos supuestos de hecho que quizás afecten un número
plural de bienes jurídicos.

En tercer lugar, es indispensable la unidad de sujeto activo. La fi-


gura del concurso material supone que una persona sea la autora de la
pluralidad de acciones juridicopenales, sin que importe si actúa sola
o lo hace de manera mancomunada con otra u otras. En los casos de
delincuencia organizada no resulta, a veces, tarea sencilla delimitar las
conductas desplegadas por los diversos agentes, pero ello no significa
644 que -de forma automática- el concurso punible predicable de uno de
los integrantes deba imputarse también a todos, porque ello equivaldría
a confundir dos planos distintos de análisis: el del concurso material y
el del concurso de personas en la conducta punible.

También, en cuarto lugar, el sujeto pasivo puede ser único o plural.


Ello indica que una o varias personas pueden resultar afectadas por la
actividad criminal desplegada por el mismo agente; la primera hipótesis
puede presentarse, verbigracia, si el autor viola a una mujer (artículo
205), después le quema la casa (artículo 350, inciso 2º), le daña el auto
(artículo 265), la calumnia ante sus congéneres (artículo 221) y, no con-
tento con ello, le hurta su ganado (artículos 239 y siguientes), acciones
realizadas de manera independiente y según planes delictivos autónomos.
Como ejemplos ténganse los ya vistos.

En quinto y último lugar, es necesario que el agente sea objeto de


juzgamiento en un mismo proceso penal, por lo que si llegan a pro-
nunciarse sentencias independientes en su contra, queda descartado el
concurso; lo que deba entenderse por un "mismo proceso penal" debe
valorarse con base en las pautas propias del derecho procesal penal
y según las consagraciones que los distintos ordenamientos jurídicos
prevén.

No obstante, en diversas legislaciones se le da cabida al llamado


u concurso real o material posterior, con el que se busca -en casos en
los que ya se ha pronunciado la sentencia respectiva y el agente no ha
sido juzgado por infracciones anteriores o no se han observado las re-
glas propias del concurso delictivo- posibilitar una nueva tasación de
la pena para darle cabida a la imponible, de conformidad con las pautas
concursales normales. De esta manera se impide, entonces, que penas
impuestas en procesos independientes se acumulen aritméticamente,
más allá del beneficio punitivo que reporta para el agente el ser juzgado
por los diversos hechos cometidos antes del momento de dictar senten-
cia; como es de suponer, no cabe el concurso real posterior cuando el
condenado realiza una nueva conducta después de dictada la sentencia.

C). El concurso aparente

Esta última figura se presenta cuando el analista o estudioso tiene la


impresión inicial de que está frente a un caso de concurso ideal, pero un
estudio detenido producto de la emisión de los correspondientes juicios 645
de tipicidad lleva a la conclusión de que ello no es así. Por lo general,
esta institución no aparece regulada en los códigos penales, por lo que
la interpretación es la pauta que permite resolver los diversos conflictos
generados por la práctica. Esto último explica las vacilaciones de la
doctrina para ubicar este fenómeno, pues va desde quienes postulan
que su lugar es la teoría de la conducta punible hasta quienes prefieren
situarlo en los acápites correspondientes a la teoría de la norma penal;
desde luego, habida cuenta de su vinéulación con el concurso ideal,
parece que el sitio más adecuado para exponerla fuera este ..

Ejemplos: el apoderamiento de una cosa mueble ajena por un agente


prevalido de la confianza depositada por el dueño es una acció1:1 perfecta-
mente agrupable en el tipo de hurto (artículo 241, numeral 2º, modificado
por el artículo 51 de la ley 1142 de 2007) o en el de abuso de coruianza
(artículo 249); quien porta de forma ilegal un arma y les opone resis-
tencia violenta a los requerimientos de las autoridades no realiza una
conducta que, al mismo tiempo, encaja en dos tipos penales distintos
(artículos 429, y 365, inciso 2º, numeral 3º), sino en uno solo: el porte
ilegal de armas agravado.

Como exigencias de la figura se tienen las siguientes: en primer


lugar, se requiere unidad de acción, pues este caso solo se presenta
cuando una única acción parece encajar en dos o más tipos, con lo que
resulta procedente no extenderlo a los casos de concurso real, como n
hace gran parte de la doctrina, que parece entenderlo también como un
concurso material aparente.

Así mismo, en segundo lugar, debe presentarse una pluralidad de


tipos que de manera aparente concurran para gobernar la acción; ello
es apenas lógico, si se tiene en cuenta que este caso se caracteriza por el
esfuerzo interpretativo que debe llevar a cabo el analista para descartar
la concurrencia de las demás figuras típicas, y concluir que la conducta
(constitutiva de acción en sentido ontológico-normativo) solo encaja en
un supuesto de hecho.

En tercer lugar, no resulta ocioso recordar que el sujeto activo debe


ser unitario, pues si este fuere plural, se tratará de una hipótesis de con-
curso de personas en la conducta punible, que es cosa bien distinta de
la aquí tratada .

. Por supuesto, como en la vida real se presentan casos de no fácil


solución, la doctrina elabora una serie de postulados que -a manera de
criterios aproximativos- le permiten al analista o estudioso resolverlos
con mayor precisión. En efecto, en primer lugar rige el principio de
especialidad, según el cual, cuando un supuesto de hecho reproduce
los elementos típicos de otro más general y caracteriza de manera más
precisa al hecho o al autor añadiendo elementos adicionales, es este el
que se aplica y no aquel; por ello, se dice, la aplicación de la ley general
retrocede ante la especial: lex specialis derogat legi generali (ley 57
de 1887, artículo 5°, inciso 2º, regla ta). Por ejemplo: si una persona le
da muerte a otra por piedad, para ponerles fin a intensos sufrimientos,
realiza la conducta de homicidio consagrada en los artículos 103 y 106,
pero debe aplicarse esta última norma en atención al axioma expuesto.

En segundo lugar aparece el principio de la consunción, según el


cual, cuando la realización de un supuesto de hecho más graye incluye
la de otro de menos entidad, se aplica el primero y no el último, pues
se parte del presupuesto de que el legislador considera esos casos al
redactar la descripción típica más severa; por ello, el tipo consumiente
prefiere al consumido: lex consumens derogat legi comsumptae.

En verdad, son dos los casos de consunción que se encuentran en


la ley penal: en primer lugar, el llamado acto copenado posterior
n o acción típica de carácter subsiguiente a la conducta punible, des-
tinada a asegurar o a realizar la ganancia antijurídica obtenida por el
agente por medio del primer hecho; así sucede, por ejemplo, cuando el
hurtador daña la cosa sustraída. Para que esta segunda acción -que en
principio sería típica- quede consumida dentro de la primera es indis-
pensable que no lesione un nuevo bien jurídico y que el daño no se ex-
tienda desde una perspectiva cuantitativa por encima de la medida del
ya producido; así, por ejemplo, si el hurtador decide venderle la cosa a
un tercero, quien la compra de buena fe en la creencia de que su proce-
dencia es lícita (estafa), no se trata de un acto copenado posterior, sino
de la realización de una nueva figura típica que no queda consumida en
la primera.

El segundo consiste en el hecho acompañante, según el cual, el legis-


lador, al redactar la descripción típica, tiene en cuenta que el hecho
respectivo va acompañado de otro que, considerado en forma indepen-
diente, también sería punible, pero con un nivel de gravedad bastante
647
inferior al del hechQ principal. Por ejemplo: el hurto con violencia sqbre
las personas (artícúlo 240, inciso 2º, modificado por el artículo 37 de
la ley 1142 de 2007) consume la coacción ejercida sobre la víctima
(artículo 182); el hurto mediante permanencia arbitraria o engañosa en
habitación ajena comprende la violación de habitación ajena (artícu-
lo 189).

En tercer lugar, debe mencionarse.,,el principio de subsidiariedad,


que supone la aplicación auxiliar de un tipo penal cuando no intervenga
otro que, de manera principal, cobije la conducta; por eso, el tipo subsi-
diario o auxiliar retrocede ante el principal o primario: !ex primaria
derogat legi subsidiariae. En otras palabras: este postulado opera cuando
el analista debe resolver concursos aparentes de tipos, motivados por la
existencia de figuras que describen diversos grados de lesión o afecta-
ción de los bienes jurídicos, y abarcan desde los más leves hasta los más
graves, de tal manera que el supuesto de hecho subsidiario es interfe-
rido por el principal; por ello, la estructura lógica de la subsidiariedad
no es la de subordinación, sino la de la interferencia.

La subsidiariedad puede ser expresa, cuando el legislador mismo se


yncarga de señalarla; y tácita, si debe deducirse de la ley. En el primer
caso, el codificador suele acudir a cláusulas como estas: "siempre que
el hecho no esté sancionado con pena mayor", "a no ser que el hecho
esté punido de otra manera en la ley", o semejantes, que le permiten al
intérprete resolver el conflicto interpretativo siguiendo dichas pautas; f i
así sucede, por ejemplo, en los artículos 199; 236; 265, inciso 1º; 327;
359, inciso 1º; etc.

Con todo, la segunda forma, esto es, la tácita, puede asumir una do-
ble modalidad: por un lado, se presenta en los casos de actos copenados
previos o anteriores, cuando se está ante el llamado delito de paso -o
de tránsito-, esto es, aquellas fases previas constitutivas de actos prepa-
ratorios punibles, o que por su naturaleza requieren el recorrido de va-
rios tipos que son comprendidos por el hecho consumado. Ejemplos: el
agente, después de hacerle varios disparos a su enemigo, le da muerte
con un puñal que lleva al cinto; el sujeto, enterado de que su rival vive
después del atentado que le ocasionó, se traslada hasta el lugar donde
aquel yace y le da muerte. En estas hipótesis se configura un concurso
aparente, porque hay unidad de acción y de tipo realizado.

648
Por otro lado, se habla de subsidiariedad tácita en los casos de con-
curso de personas en la conducta punible, cuando un sujeto activo realiza
al mismo tiempo actos de autor y de partícipe. En este caso la forma de
concurrencia más débil cede ante la más grave, sin que sea predicable
un concurso de actividades típicas para regular una sola conducta; tam-
poco está de más señalar que los comportamientos culposos retroceden
ante los dolosos, los dolosos más leves, frente a los más graves del mis-
mo género, y las contravenciones -si se llegaren a introducir en la ley
penal-, frente a los delitos.

En cuarto y último lugar, impera el principio de la alternatividad-la


verdadera cara opuesta del de especialidad- en cuya virtud cuando dos
tipos penales se presentan como paralelos o excluyentes, por contener
elementos incompatibles entre sí, se repelen de manera mutua y se debe
aplicar aquel de los dos que comprenda plenamente el hecho. Por ejem-
plo: el analista debe decidir si aplica el tipo de hurto (artículo 239, inci-
so 1º) o el de estafa (artículo 246, inciso 1º); el de acto sexual violento
(artículo 206) o el de actos sexuales con menor de catorce años (artículo
209 original). En verdad, garantiza la pervivencia de este axioma el que
en ambos casos el legislador busca proteger el mismo bien jurídico,
pero con base en descripciones típicas distintas.

lll. LA CONCURRENCIA DE TIPOS PENALES: EL CONCURSO IDEAL

Es este el único caso de concurso de tipos penales en una acción, por


u lo que se le denomina también formal. Esta figura se presenta cuando
el autor, mediante una única acción ontológico-normativa, realiza al
mismo tiempo una pluralidad de tipos penales; esto es, cuando varios
supuestos de hecho gobiernan una sola acción. En otras palabras: esta
figura se presenta cuando una acción se adecúa a varias descripciones
típicas que no se excluyen entre sí, según las reglas del concurso apa-
rente, ya expuestas, que son aplicables de manera conjunta. Ejemplos:
el agente rinde testimonio falso y le imputa a otro un hecho delictivo
que este no ha cometido (Código Penal, artículos 442 modificado por
el artículo 8º de la ley 890 de 2004 y 436); el autor viola a una menor
de ocho años y le causa graves lesiones (artículos 205, 211, numeral 4º;
111, en armonía con el artículo 115, inciso 1º); el sujeto activo, en su
condición de abogado, falsifica un documento público entregado por su
cliente, para que la gestión encomendada no prospere (artículos 287 y
445); el agente realiza un aborto en condiciones inadecuadas, de las que
se deriva la muerte de la mujer (artículos 122 y 109), etc.
649
El auténtico concurso ideal supone, pues, una acción en sentido onto..
1
lógico-normativo y la realización de una pluralidad de conductas típi-
cas, por lo que debe ser de carácter heterogéneo; no obstante, cuando se
trata de la afectación de bienes jurídicos altamente personales que im-
plican la realización reiterada del mismo supuesto de hecho, que recae
sobre una pluralidad de sujetos pasivos, se suele descartar la figura del
delito continuado y entonces se habla del concurso ideal homogéneo.
Ejemplos: el terrorista acciona una bomba y les da muerte a varias per-
sonas (artículo 104, numeral 3º); el profesor escolar induce a prácticas
sexuales a sus alumnos menores de 14 años (artículo 209, modificado
por el artículo 5º de la ley 1236 de 23 julio 2008), etc.

Las exigencias de esta figura son las siguientes: en primer lugar, se


requiere unidad de acción, pues la actividad desplegada por el agente
debe ser producto de una conducta finalmente dirigida a la consecución
de uno o varios resultados; por ello, es impensable_ la pluralidad de ac-
ciones en el concurso ideal. Desde luego, cuando se dice una acción,
se hace referencia a la posibilidad de que una conducta omisiva pueda
generar tanto concurso ideal heterogéneo (el padre que incurre en inasis-
tencia alimentaria y como consecuencia muere el hijo: artículos 233
en armonía con el artículo 1º, ley 1181 de 31diciembre2007, y 104,
numeral 1º) como homogéneo.

En segundo lugar, se requiere una doble o múltiple desvaloración


de la ley penal, pues la acción social -entendida desde una perspectiva t'.S't
ontológico-jurídica-debe encajar en dos o más tipos penales diferentes;
o, si se admite la figura del concurso ideal homogéneo, en el mismo tipo
penal de manera repetida. Es posible, por supuesto, que concurran tipos
dolosos con tipos imprudentes (piénsese en el aborto seguido de muerte
de la mujer) y dolosos o culposos entre sí; no obstante, no parecen con-
currir un tipo comisivo y uno omisivo.

Así mismo, en tercer lugar, se requiere identidad de sujeto activo,


pues no es concebible esta figura si llegare a mediar pluralidad de agen-
tes; desde luego, ello no significa que varias personas no puedan reali-
zar de consuno un concurso ideal (dos profesores practican el coito ante
sus alumnos menores de ocho años), o que se pueda participar en él (un
amigo le presta al profesor material pornográfico destinado a la acción
corruptora).

650 En cuarto lugar, puede haber unidad o pluralidad de sujetos pasivos


del delito. Esta exigencia es válida en tratándose del concurso ideal hete-
rogéneo que, coino se dijo, es el auténtico, puesto que la acción puede
afectar los intereses jurídicos de una o de varias personas; así, en el
evento de quien viola sexualmente a su hermana, se está ante un sujeto
pasivo; en cambio, en el falso testimonio con calumnia, puede tratarse
de pluralidad de sujetos pasivos. A su vez, como ya se manifestó, en
el homogéneo se requiere siempre pluralidad de sujetos pasivos. De lo
anterior se infiere, entonces, que puede afectarse el mismo bien jurídico
de manera reiterada (homogéneo) o una pluralidad de bienes jurídicos
(heterogéneo).

IV. LA UNIDAD Y LA PLURALIDAD DE CONDUCTAS TÍPICAS EN LA LEY


PENAL

La teoría de la unidad y pluralidad de acciones típicas se contem-


pla en el Código Penal, artículo 31, y en el Código de Procedimiento
Penal, artículos 51 y 460. Según el inciso 1ºde la primera disposición,
intitulado concurso de conductas punibles (denominación no exenta de
reparos), "el que con una sola acción u omisión o con varias acciones u
omisiones infrinja varias disposiciones de la ley penal o varias veces la
misma disposición, quedará sometido a la que establezca la pena más
grave según su naturaleza, aumentada hasta en otro tanto, sin que fuere
superior a la suma aritmética de las que correspondan a las respectivas
n conductas punibles debidamente dosificadas cada una de ellas". Esta
norma tiene su correlato constitucional tanto en el artículo 29, inciso
5º _:_que así en sentido procesal como sustantivo, prohíbe juzgar a una
persona "dos veces por el mismo hecho"- como en el Código Penal,
artículo 8°.

Como es obvio, si se toma en su conjunto la regulación actual, pue-


de decirse que se caracteriza por armonizar la unidad y la pluralidad
de acciones (acciones en sentido estricto y omisiones) con la unidad
de tipos realizados por un mismo agente, y se plantea así una fórmula
amplia que ofrece diversas posibilidades interpretativas según el punto
de partida asumido por el analista y que, por supuesto, depende· de la
sistemática de la conducta punible que se mantenga. Sus exigencias son
las siguientes:

En primer lugar, se debe presentar unidad de sujeto activo, pues el


infractor debe ser el mismo; por ello, queda descartada la figura cuando 651
se trata de conductas cometidas por un número plural de agentes, como
se desprende del encabezamiento del artículo 31: "el que ... ", esto es,
cualquier persona individual.

Así mismo, en segundo lugar, se requiere unidad o pluralidad de


acciones u omisiones, pues -como dice la ley- el fenómeno en estudio
se presenta con "una sola acción u omisión o con varias acciones u
omisiones", por lo que pueden "concurrir" conductas de diversa índole.

En tercer lugar, deben realizarse varios tipos penales o varias veces


el mismo, pues, como lo indica el texto, se deben infringir "varias dispo-
siciones de la ley penal o varias veces la misma disposición".

También, en cuarto lugar, debe mediar unidad de proceso, pues -así


la ley no lo diga- el juzgamiento se debe llevar a cabo en un mismo
asunto, con independencia de la modalidad de figlira.

También, en quinto lugar, es indispensable que las penas imponibles


sean privativas de libertad o puedan acumularse, exigencia despren-
dible del inciso 1º cuando señala que se debe tener en cuenta la "natu-
raleza" de la sanción para tales cometidos. Desde luego, pese a que el
legislador indica cómo se hace la acumulación en tratándose de la pena
privativa de libertad (la prisión), no se ocupa en la forma de proceder
cuando se trata de acumular la pena privativa de libertad (para el caso, ~
JI.JI
la prisión) con las penas privativas de otros derechos (artículos 37 y
43), y queda el asunto librado a la interpretación. Desde luego, si se
quiere salvaguardar la seguridad jurídica, el juzgador o el juez de ejecu-
ción tendrán que escudarse en los raseros de la lógica y la justicia mate-
rial, para llevar adelante esta tarea, según las directrices contenidas en
el título I, en especial las que dimanan del artículo 3° del Código Penal.

Ahora bien, el codificador no olvida disponer qué se debe hacer


cuando cualquiera de las conductas punibles concurrentes con la que
tenga señalada la pena más grave contemple penas distintas de las pre-
vistas en esta, caso en el que prevé que esas sanciones se deben tener
en cuenta para hacer la tasación (artículo 31, inciso 3º); esto reitera,
por supuesto de manera implícita, la exigencia examinada, al paso que
emite una pauta adicional en este ámbito a partir de la cual queda claro
que esas sanciones no se pueden omitir.
652
Desde luego, esta regulación debe ser complementada con las previ-
siones de la ley procesal penal, en virtud de las que es posible la presen-
cia del fenómeno de la acumulación con posterioridad a la terminación
del proceso (artículo 460). Ahora bien, si se efectúa una descomposi-
ción analítica de la normativa vigente, se encuentran consagrados los
siguientes casos de unidad y pluralidad de conductas típicas. En primer
lugar, cuando se prevé una sola acción u omisión que infringe varias
disposiciones de la ley penal, se consagra con toda claridad el concurso
ideal heterogéneo, como sucede en los ejemplos ya indicados y en la
hipótesis de quien -por la fuerza- se opone al cumplimiento de la orden
de captura ejecutada por un agente de la policía judicial, a causa de lo
que el servidor pierde la vida (artículos 429 y 103).

En segundo lugar, puede presentarse una sola acción u omisión que


infrinja varias veces la misma disposición, esto es, se hace referencia
a las diversas hipótesis de delito continuado -recuérdese el caso del
cajero-, modalidad que también menciona la ley en el parágrafo del
artículo 31 para indicar un modelo específico de punición que demanda
un incremento punitivo de la tercera parte, distinto al previsto en el in-
ciso 1º. Desde luego, el codificador parece olvidar que estos casos son
verdaderos eventos de progresión delictiva sancionables con la pena indi-
cada por la norma respectiva, tal como sucede con algunos tipos que en
la parte especial recogen casos de continuidad delictiva (confróntese
::i:U: artículos 246, 277, 278, 297, 298, 299, 300 y 316 Modificado artículo 1º
ley 1357 de doce noviembre 2009, etc.), y que se debe destinar el incre-
mento solo para hipótesis graves (situaciones que recaen sobre sujeto
pasivo plural en tratándose de bienes jurídicos "no altamente perso-
nales").

Así mismo, dentro de tales previsiones ha sido comprendido el lla-


mado delito masa, también mencionado en el parágrafo del artículo 31
para indicar que la pena es la señalada en la respectiva disposición incre-
mentada en una tercera parte, y no la indicada en el inciso 1º, como
sucede con el distribuidor de combustibles que cobra precios superiores
a los autorizados por el producto a un número elevado de clientes, o
en los demás ejemplos citados. También, dentro de tal fórmula que-
dan comprendidos los casos de concurso ideal homogéneo, que -pese
a comportar unidad de acción e infracción reiterada del mismo tipo pe-
nal-, a diferencia de los dos casos anteriores, son sancionados como lo
indica el inciso 1º,tal como sucede con la conducta del terrorista que al
653
activar una bomba ocasiona la muerte a diez transeúntes.
1

En tercer lugar, es posible que varias acciones u omisiones infrinjan


varias veces la misma disposición, caso en el que se está ante un típico
concurso material homogéneo, como si se cometen varios homicidios
en diversas fechas en contra de distintos transeúntes o residentes de un
sector de la ciudad.

También, en cuarto lugar, varias acciones u omisiones pueden in-


fringir varias disposiciones de la ley penal, como ocurre, además de las
hipótesis indicadas, cuando el agente le da muerte a un hombre, falsi-
fica un documento público, comete estafa, daña bien ajeno, etc. Se trata,
pues, de un típico caso de concurso material heterogéneo.

En quinto lugar, si acontece que las varias acciones se juzgan de


forma independiente o se imponen sentencias en diferentes procesos,
es posible realizar la acumulación respectiva, calificada por la ley como
''jurídica" (Código de Procedimiento Penal, artículo 460), y darle cabi-
da al llamado concurso material posterior, cuya necesidad de regula-
ción había sido prevista por la doctrina.

Para terminar, adviértase, no existe previsión expresa del concurso


aparente, pero parece evidente que su fundamento legal es el m,ismo
artículo 31; desde luego, esto no significa que se trate de un "verdadero
concurso", como se pretende, pues se cae en un sofisma lingüístico.
En lo atinente a la determinación de la punibilidad aplicable, se tiene
lo siguiente. Si se observa la normativa sobre la materia, puede con-
cluirse que se plasma un sistema atípico que dista mucho de ser sencillo
y no coincide con los criterios expuestos por la doctrina tradicional. En
efecto, en tratándose de la pena pecuniaria, se consagra el mecanismo
de la acumulación jurídica (confróntese, artículo 3 9, numeral 4º), que
permite sumar las multas correspondientes a cada una de las infracciones,
pero se fija corno límite máximo la astronómica suma de cincuenta mil
salarios mínimos legales mensuales vigentes (confróntese, artículo 46,
ley 1453 de 24 de junio 2011).

De igual forma, cuando se trata de pena privativa de la libertad (la


prisión) o de penas que puedan acumularse (se sobrentiende con inclu-
.sión de las privativas de otros derechos), se parte de la disposición que
establezca la sanción para la conducta más grave, que es susceptible de
654 incrementarse hasta en otro tanto (¡no en otro tanto!), pero sin exceder en
ningún caso el monto resultante de la suma aritmética correspondiente
a las diversas conductas punibles, debidamente dosificadas cada una
de ellas (artículo 31, inciso 1º), con un límite máximo de sesenta años
para la pena privativa· de la libertad [confróntese, artículo 31, inciso 2º,
modificado por la ley 890 de 2004, artículo 1º; aunque ahora se han
dispuesto penas de hasta 90 años -artículo 188C- y hasta de 118, 1 -ar-
tículos 323 y 324-]. De este modo, se combinan la acumulación ma-
terial, la acumulación jurídica y la asperación, en un sistema cercano
a este último mecanismo que deja algunos vacíos, pues, en yfecto, no
se señala límite alguno en tratándose de las penas privativas de otros
derechos, materia en la que campea una relativa indeterminación, ·con
el correspondiente desconocimiento del principio de taxatividad. Por
supuesto, para evitar los :frecuentes descalabros de la seguridad jurí-
dica observables en la práctica judicial, debería tornarse siempre corno
límite el máximo previsto en el artículo 51 cuando se dispone que estas
penas no podrán exceder de veinte años, salvo el muy discutible caso
del inciso 5° del artículo 122 de la Constitución Política modificado~por
el acto legislativo 1 de 2009.

Así mismo, no se prevé nada en cuanto a las medidas de seguridad


imponibles al inimputable que realice una de las conductas aquí estu-
diadas -con una duración máxima de veinte años así concurran varias
conductas punibles-, sin que el legislador se preocupe por armonizar en
i:Jl: este aspecto el Código Penal con la Constitución.
Es este, pues, el mecanismo al que debe acudirse para determinar la
pena imponible en casos de concurso ideal y material en sus diversas
modalidades; al tratarse de algunas hipótesis de delito continuado y del
delito masa, se repite, la pena aplicable es la señalada por la disposición
respectiva incrementada en una tercera parte (confróntese, artículo 31
parágrafo) aunque, como se dijo, ello implica hacer diversos distingos
cuando se trata de. la primera de ellas.
Por último, adviértase, la sanción indicada se impone no solo cuando
las conductas sean objeto de juzgamiento en un mismo proceso, sino
también cuando ello suceda después: casos de concurso real posterior:
en este evento, el juez de ejecución de penas y medidas de seguridad,
o quien haga sus veces, está facultado para llevar a cabo la acumula-
ción jurídica de penas en caso de varias sentencias condenatorias profe-
ridas en procesos distintos contra la misma persona: "Las normas que
regulan la dosificación de la pena, en caso de concurso de conductas
punibles, se aplicarán también cuando los delitos conexos se hubieren 655
fallado independientemente. Igualmente, cuando se hubieren proferido
varias sentencias en diferentes procesos. En estos casos la pena impuesta
en la primera decisión se tendrá como parte de la sanción a imponer.
No podrán acumularse penas por delitos cometidos con posterioridad al
proferimiento de ·sentencia de primera o única instancia en cualquiera
de los procesos, ni penas ya ejecutadas, ni las impuestas por delitos co-
metidos durante el tiempo que la persona estuviere privada de la liber-
tad" (confróntese, Código de Procedimiento Penal, artículo 460). Por
desgracia, no se prevé -como sí lo hacía el antiguo Código de Proce-
dimiento Penal de 1991, en su artículo 505, inciso 3°- la situación del
inimputable sometido a medida de seguridad a quien, además, se le im-
pone pena -se supone, porque para otros efectos haya sido considerado
imputable-, lo que no obsta para que se le haga el abono respectivo.
Una modalidad en extremo atenuada -de forma preocupante- del
llamado concurso real posterior, es la que prevé la ley 975 de 2005
para los miembros de grupos armados ilegales reincorporados a la vida
civil, para quienes se prevé la acumulación de penas para todas las con-
ductas punibles cometidas mientras pertenezcan a esos agrupaciones
criminales; pero, en contra de lo que se pudiera creer, no se trata de
las penas normales impuestas sino de la llamada pena alternativa -una
modalidad de pena privativa de libertad que fluctúa entre cinco y ocho
años- que, en ningún caso, puede superar el máximo indicado así se
trate de los crímenes atroces que quedan cobijados por dicha ley (véase
artículos 20, 24, 25 y 29).

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