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les ve claram ente que no pueden darse preferencias absolutas. Y cultura griega se extiende no sólo por el M editerráneo, donde la
así escribe: “A unque una form a de gobierno puede ser m ejor que prolonga el Im perio Rom ano, sino por tierras del antiguo Egipto
otras: no hay razón para im p ed ir que otra form a sea m ejor y, hacia el Este, hasta el borde m ism o de la India. Entre el siglo
que ella en circunstancias especiales” .81 III a. C. y el siglo I de nuestra era la cultura griega, unida en los
D espués de dos siglos y m edio de acarreos parciales. Platón y últim os siglos a la rom ana, se extiende por todo el m undo enton-
A ristóteles realizan la sum m a verdadera, la síntesis últim a del ces conocido: de España a la India, de Egipto a Persia. Pero al
pensam iento de Grecia. Los filósofos griegos y rom anos a partir m ism o tiem po que la cultura se difunde, tam bién se asim ila. Poco
del siglo III a. C. y hasta el siglo II de nuestra era, tom arán par- a poco penetran en G recia las ideas religiosas, las tendencias ar-
tes de estas síntesis, aspectos de estas filosofías que son un todo, tísticas y aun el pensam iento filosófico de otros pueblos. La G re-
para erigir estas partes en el todo. La presentación de las filoso- cia que Alejandro engrandece deja de ser la G recia clásica. El
fías escépticas, estoicas, epicúreas y neoplatónicas, m ostrará a m undo griego está en crisis y “en esta crisis hay un aspecto polí-
las claras este espíritu de reducción, esta necesidad de lim itarse tico [...] el paso del nacionalism o al cosm opolitism o”.82
a un aspecto de la vida que si bien no carece de im portancia care- Ha hecho notar A rnold Toynbee que la nueva G recia, la G re-
ce, sin duda, del carácter orgánico y absoluto de los dos grandes cia del periodo helenístico, tiene características sem ejantes a la
sistem as descritos. Europa del Renacim iento. A los descubrim ientos geográficos se
unen, principalm ente en el siglo III, los descubrim ientos científi-
cos una vez que las ciencias particulares se han desgajado de la
Obras de consulta filosofía. Euclides escribe su geom etría, A ristarco de Sam os es-
tudia el sistem a planetario y establece, por prim era vez, la hipó-
A u b e n q u e , Pierre, Le Problème de l ’être chez Aristote, Presses tesis del heliocentrism o (un siglo más tarde Ptolom eo desarrollará
Universitaires de France, Pans, 1962. el sistem a geocéntrico que habrá de prevalecer hasta la época de
G a o s , José, Orígenes de la filosofía y de su historia, Universidad G alileo y Copérnico), A rquím edes establece los principios de la
Veracruzana, Jalapa, I960. hidrostática y da un im pulso definitivo a las m atem áticas, Apolo-
J a e g e r , Wemer, Aristóteles, trad. de José Gaos, Fondo de Cultura Eco- nio estudia la parábola, la elipse y la hipérbola, H eráfilo lleva
nómica, México, 1946. a cabo exactas disecciones del ojo y precisa el papel de la reti-
P i a t , Claudius, Aristote, París, 1912. na y del nervio óptico, Eristrato describe la circulación de la
Ross, W. D., Aristotle, Methuen, Londres, 1930. sangre y estudia el sistem a nervioso. En A lejandría, centro cul-
T a y l o r , A . E., Aristotle, Nelson, Londres, 1943. tural del Egipto helenizado, funda Ptolom eo Filadelfo un m useo
y la m ás grande de las bibliotecas de la antigüedad.
Pero si las ciencias progresan, si el m undo físico se ensancha,
no sucede lo m ism o con el m undo espiritual. La nueva com edia,
VI. L a c a íd a d e l a f il o s o f ía g r ie g a que se difunde por las m enores ciudades griegas, carece de la
fuerza de la com edia y la tragedia clásica. En la poesía sólo pode-
mos encontrar el nom bre de un poeta de prim era fila: Teócrito.
A la edad de treinta y tres años, soñando todavía con nuevas con- Las artes plásticas tienden a convertirse en form as cada vez más
quistas, A lejandro m uere en B abilonia (323). Su im perio se divi- barrocas, com o puede m ostrarlo la Victoria de Sam otracia si se la
de en tres grandes m onarquías: M acedonia, Egipto y Seleucia. La
82 A lfonso Reyes, La filosofía helenística. Fondo de C ultura E conóm ica, M éxico,
81 Ibid., 1296, b. 1959, p. 89,
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com para a la precisión clásica de la Venus de M ilo. Una variación invaden a Grecia y Roma para confirmar, una vez más, que los con-
sem ejante, que a veces es caída, habrem os de encontrar en el pen- quistadores resultan, en últim a instancia, los conquistados.
sam iento filosófico.
La revolución más im portante es, sin embargo, de tipo políti-
co. A la antigua organización de los Lstados-ciudad vienen a Los epicúreos
sustituirse las form as de gobierno m onárquico e im perial, ya sea
en el experim ento socializante de los Ptolom eos de A lejandría, E picuro (341-270) nació en Sam os siete años después de la m uer-
ya en la form a más universal del Im perio Romano. El aspecto te de Platón y cuando ya A ristóteles vivía en su últim o retiro de
m ism o de las ciudades cambia. A lejandría está construida en an- C alcis: llegó a Atenas a la edad de dieciocho años, donde acabó
churosos espacios im periales por donde pueden desfilar, el día de por fundar una escuela cuya influencia habría de prolongarse
la coronación de Ptolom eo Filadelfo, cerca de 60,000 infantes, hasta los últim os años del Im perio R om ano y, más allá de la
20,000 unidades de caballería, cuatrocientos carros llenos de pla- Edad M edia, hasta las obras, ciertam ente por él influidas, de un
ta, ochocientos llenos de perfum es y otros tantos arrastrados por M ontaigne, un Voltaire o un Bentham . Según Diógenes Laercio,
búfalos, cebras y antílopes.8' Estos desfiles increíbles, tam bién fue el más precoz de los filósofos, puesto que em pezó a estudiar
im posibles, en las ciudades de la G recia clásica, son com unes la filosofía a los catorce años. Tam bién el más prolífico. Entre las
en los nuevos espacios de las m onarquías postalejandrinas y en obras que de él se enum eran existen tratados sobre la naturaleza,
las calles de la Rom a Im perial. La p o lis griega se transform a el amor, los dioses, la percepción, las im ágenes, la m úsica. Sin
en cosm ópolis. em bargo, la m ayor parte de su obra ha desaparecido y la conoce-
Y si bien los contem poráneos de los Ptolom eos pueden con- m os gracias a tres cartas -C a rta a Herocloto, Carta a P itocles y
siderar que con ellos acaba la edad antigua y em pieza la edad Carta a M eneceo-, varios fragm entos, las Doctrinas principales
m oderna, la edad alejandrina es una época de crisis. Las ideas y y, con ligeras variantes en sus m atices, gracias al poem a filosó-
los sentim ientos religiosos de los pueblos conquistados se filtran fico De rerum natura que su discípulo Lucrecio escribió en el
en la nueva estructura im perial. Los griegos se vuelven m ás re- siglo i a. C.
ceptivos que creadores y pierden aquella espontaneidad que los La estructura general del pensam iento epicúreo recuerda a los
había definido desde los tiem pos de Hom ero hasta la época de grandes sistem as griegos. Epicuro traza una teoría del conoci-
Aristóteles. m iento, desarrolla una física y concluye con una filosofía moral.
La filosofía, a partir del siglo III. habrá de añadir nuevos m ati- Sin em bargo, y a pesar de que la preocupación moral fue com ún
ces al pensam iento griego y al pensam iento rom ano que es más a todos los griegos, en Epicuro es prácticam ente exclusiva. Su
una consecuencia del prim ero que un pensam iento original. Son teoría del conocim iento y su física están al servicio de la moral,
cuatro las escuelas que se desarrollan en este largo periodo que de tal m anera que más que investigaciones con valor autónom o
va de la caída de las ciudades griegas hasta el m om ento en que el hay que considerarlas com o ramas que conducen al tronco mismo
Im perio Rom ano em pieza a sentir la influencia del cristianism o. de su filosofía del com portam iento.
Tres de ellas proceden del siglo ni: el epicureism o, el estoicism o La lógica de Epicuro es una teoría psicológica del conocimiento.
y el escepticism o. L a cuarta, el neoplatonism o, surge, influida a Todas nuestras ideas proceden de las sensaciones que, a su vez,
la vez por Platón y por el pensam iento religioso del siglo I de proceden de los “ídolos” o im ágenes que despiden los cuerpos
nuestra era, com o una respuesta al reto de las nuevas form as reli- sensibles. Las sensaciones no son contradictorias. ¿C óm o lo se-
giosas (judaism o, cristianism o, m aniqueísm o. gnosticism o) que rían, piensa Epicuro, si cada una de ellas es independiente de las
dem ás y se refiere con certeza al objeto que le da lugar? El m uro
S3 Vid. Lewis M unford, The City in History-. H artcourt Brace and World. 1962. puede ser blanco a m ediodía y es cierta mi sensación de blancura;
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puede ser grisáceo o dorado por los últim os rayos de sol al atar- m oral. Los cirenaico s, discípulos de S ó crates, habían tratado
decer y es cierta mi sensación de gris com o puede serlo la sen- de estab le cer una m oral sobre las bases del placer. P ero E p icu -
sación de oro. El error no proviene de la sensación sino de los ro, que co n tin ú a a am bas filo so fías, las hace m ás rad icales y
juicios que puedo hacer sobre las sensaciones. Ahora bien, una extrem osas.
vez que tenem os ideas generales, estas ideas no corresponden En la Carta a M eneceo escribe Epicuro que el placer es un
exactam ente a las sensaciones que producen. La idea general de bien innato en nosotros. Los hom bres están destinados a buscar
verde no se refiere a las sensaciones de verde. De hecho lo ver- el placer. Pero, ¿qué es el placer? No podem os dar una definición
de no existe, si bien existen m uchas form as de percibir diferen- afirm ativa sino tan sólo una definición negativa. Para Epicuro el
tes m atices de verdor. De ahí que las ideas abstractas - lo verde, el placer es la ausencia de dolor. De aceptarse esta definición es
triángulo o la b ellez a- se adquieren m ediante la asociación: de claro que la m ayor parte de los actos que consideram os placen-
ahí tam bién que no debem os fiam os dem asiado de las ideas abs- teros dejan inm ediatam ente de serlo. El placer de beber es un
tractas puesto que no tienen nunca un referente concreto en la falso placer si puede ser causa de dolor. Y cualquier placer capaz
experiencia. C om o A ristóteles, piensa E picuro que el conoci- de producir dolor cesa autom áticam ente de ser placer. ¿Cuál será
m iento verdadero es el que se refiere a la experiencia. A diferen- el placer verdadero? “El hom bre sereno no causa disturbios ni
cia de A ristóteles no cree que en la experiencia existan form as o para sí ni para los dem ás” , escribe E picuro.84 El placer verdadero
esencias a las cuales puedan adaptarse, para entenderlas, nues- proviene, cuando se trata del cuerpo, de lo estrictam ente necesa-
tras ideas abstractas. rio para la supervivencia y, cuando se trata del alm a, de la sereni-
La física epicúrea procede, en buena parte, de los atom istas dad que im plica una suerte de inm ovilidad contem plativa acaso
griegos del siglo v. La realidad está form ada de átom os separados nada lejana de la contem plación que preconizaban m uchas de las
por el vacío. En el m undo todo es de origen m aterial. De tal modo sectas religiosas orientales que por esta época iban penetrando al
que debem os considerar que el alm a es corporal, está hecha de m undo helénico. Placer es quietud, placer es contem plación, pla-
átom os, átom os que por su carácter fluido se parecen al fuego. cer es ataraxia o im perturbabilidad.
Sin em bargo, Epicuro preocupado principalm ente por pro- La m oral epicúrea es im portante en dos sentidos. Lo es co-
blem as m orales y seguro com o está de que la m oral solam ente m o sím bolo de los tiem pos y en cuanto participa, por su deseo de
puede existir si tenem os una facultad para escoger, si de hecho serenidad, de las m ism as conclusiones que alcanzan, a pesar
existe la libertad, m odifica notoriam ente la teoría atom ista clási- de notables diferencias, los estoicos y los escépticos. Lo es, en
ca. Según ésta los átom os están guiados por leyes rígidas que segundo lugar, por su enorm e influencia. No sólo Lucrecio entre
responden al principio de causalidad. C ontrariam ente al determ i- los rom anos seguirá la guía de Epicuro. Vayamos a épocas que
nism o de un Demócrito. Epicuro trata de introducir la libertad en nos son m ás cercanas. C uando M ontaigne, cansado de los aje-
los m ovim ientos de los átom os y piensa que éstos tienen la capa- treos del m undo, se encierra en la torre de su castillo para escribir
cidad de desviarse de su curso. Esta desviación, este clinam en, es los ensayos, la serenidad que preconiza tiene una buena dosis de
com ún a todos los átomos y lo es tam bién al alm a hum ana, for- epicureism o: cuando Voltaire describe a C andide. viajero incan-
m ada com o está de átom os. Libre de trabas, el alm a puede tom ar sable y fracasado en su busca de la verdad, concluye, com o E pi-
decisiones, es decir, puede proceder según el bien o contraria- curo: "H ay que cultivar tu jardín” . Sin la grandeza de los grandes
m ente al bien. En una palabra, la física de E picuro es la condición sistem as, la filosofía epicúrea, que es un m odo de vida, se filtra
indispensable para garantizar la libertad necesaria que exige el por la historia de Occidente y llega, m ás o m enos deform ada,
desarrollo de su moral. más o m enos auténtica, hasta nuestros días.
L a m oral ep icú rea tiene an teced en tes. Ya A ristó teles h a -
b lab a del placer m edio com o fo rm a necesaria de la conducta 84 Epicuro, Fragmentos. Colección Vaticana, l.XXXIX.
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Los estoicos renovaciones.85 No es sin em bargo esta noción la más im portante


ni la de m ayor perm anencia en el pensam iento estoico. Lo que
Es difícil hablar de una sola escuela estoica. El estoicism o, dom ina la m etafísica de los estoicos es su idea de los diversos ti-
que nació en A tenas en el siglo (íl. se desarrolló hasta los tiem - pos de m ezcla. Los cuerpos pueden mezclarse por yuxtaposición
pos del Im perio R om ano y. com o el epicureism o, llegó a in - (com o sucede cuando vem os una piedra al lado de otra o cuando
fluir a los hom bres de los siglos fu tu ro s.8^ Sin em bargo, y a percibim os un árbol cerca de un m uro de piedra) y por confusión
pesar de su evolución natural, los estoicos griegos y rom anos (com o es el caso de la aleación de dos m etales). Pero la m ezcla
tienen en com ún una buena parte de las ideas que exhiben. puede tam bién ser total. Esta m ezcla total debe concebirse com o
Estas ideas, principalm ente basadas en lo que conocem os de la m ezcla del vino y el agua del m ar “pues si en el m ar se vierte
los fundadores griegos del estoicism o, serán las que ex p o n d re- un poco de vino, por un tanto de tiem po estará luchando en su
m os ahora. extensión, mas luego se confundirán am bos” .87 Esta m ezcla total
P or la n atu raleza m ism a de la filo so fía esto ica será n ec esa- es la verdadera im agen del universo. Dios, que es tam bién la ra-
ria una leve alteración en el orden de los problem as. Principal- zón suprem a, está com o el vino y el agua m ezclado al m undo sin
m ente m oralistas, los estoicos hacen depender tanto su teoría del posibilidad de separación.88 A sí los nom bres de Dios pueden va-
conocim iento com o la m oral de su visión del m undo, de su m eta- riar según nuestras palabras. Podem os sustituir la palabra Dios
física. A la m etafísica esto ica d irig irem o s, en p rim er lugar, por la palabra universo, o por las palabras naturaleza, razón o
n u estra atención. destino, siem pre que tengam os en cuenta que cuando h abla-
La m etafísica estoica tiene la particularidad de ser, al m ism o mos de una de ellas hablam os de la m ism a sustancia a la que se
tiem po, una física y una teología. Esta particularidad se debe a refiere cada una de ellas pues “una m ism a cosa es Dios, M ente,
que los estoicos concebían el universo com o una sola sustancia. Hado, Zeus y otras m uchas denom inaciones que se le dan” .89
Para ellos Dios y la naturaleza eran una y la m ism a cosa, de tal C oncebido el m undo com o una m ezcla total, com o una so -
m anera que puede decirse que en el estoicism o debe encontrarse la sustancia, puede afirm arse que la razón lo gobierna todo y
la prim era escuela netam ente panteísta. que si la razón y D ios todo lo gobiernan, son todas las cosas.
L ec to r de los antig u o s, es decir, de los filósofos p reso cráti- El destino es racional y es, igualm ente, divino. De ah í que, en
cos. Z enón concibe el universo com o un eterno ciclo y, a la m a- oposición a los ep icúreos, los estoicos sean esencialm ente fata-
nera de H eráclito. p ien sa que el universo, que se inicia con el listas. P ara ellos lo que es racional y sigue el orden divino es
fuego, habrá de acab arse y renovarse in finitam en te en el fu e- tam bién fatal. Los hom bres, situados en un m undo que es ra-
go que todo lo purifica. Así el m undo es a la vez eterno y lim ita- zón. son parte de esta razón, o si se quiere, parte de Dios y de la
do, co n tin u o y rep etid o , etern am en te el m ism o en sus eternas naturaleza.

85 El antiguo estoicism o l'ue fundado en Atenas por Z enón, originario de C itio, p e- 86 Sólo en un sentido p odría pensarse que los estoicos no son del todo panteís-
queña ciudad en Chipre. D e Zenón (ca. 335-™ . 263) se dice que era fenicio y que los tas. Z enón o C risipo conciben que el “ incendio del m undo" no cam bia la naturaleza de
atenienses le llam aban el S arm iento E gipcio por el color cetrino de su piel. N inguno de Z eus, D ios suprem o, quien, en su trascendencia preside eternam ente los cam bios del
los escritos de Zenón ha llegado a nosotros. Sus principales discípulos fueron Clcantcs m undo, de incendio a incendio, de generación eterna a partir del luego a eterna purifica-
(331/330-232/231) y C risipo (ca. 2 8 0 -ai. 206). El estoicism o m edio, ya rom anizado ción en el incendio de cada uno de los infinitos incendios. Sin em bargo la idea de una
e integrado en la vida del Im perio R om ano, es obra de Panecio (/l. ca. 180-109) y de fusión com pleta de la natu raleza y Dios es igualm ente persistente en las teorías que de
P osidonio (ca. 135-o¡. 51). El estoicism o rom ano ha llegado a nosotros en la obra ellos conocem os.
de Séneca de Córdoba (ca. 4-65 de nuestra era), de E picteto, esclavo rom ano liberado 8' D iógenes L aercio, Vida, opiniones y sentencias de los filó so fo s m ás ilustres.
(ca. 55-ca. 135). y del em perador M arco A urelio (121-180). R ecom endam os la lectura vol. II. p. 372.
de las Carias m orales de Séneca, de los D iscursos de E picteto y de las M editaciones de 88 “C o m o parte del m ism o universo que penetra por todo, y que se llam a con diver-
M arco A urelio. El nom bre de estoicism o proviene del griego sloa. que significa pórtico. sos nom bres según sus fuerzas" (ibid., p. 370).
En el P órtico de las Pinturas en Atenas fundó su escuela Z enón de Citio. 80 I b id , p. 367.
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Bien es verdad que en la naturaleza observan los estoicos ele- ilustrativo. Si com param os el conocim iento al m ovim iento de
m entos puram ente pasivos o m ateriales donde vienen a inscribir- nuestra mano, podrem os decir que la m ano abierta es la pura
se. com o en un pedazo de cera, las acciones de la divinidad que es receptividad, la capacidad que tiene esta tabla de cera que es nues-
Dios, es fuego, es razón y es destino. Pero, en últim a instancia, y tra alm a de recibir im presiones que provienen del mundo: la mano
a pesar de esta separación que proviene más que nada de un pun- m edio cerrada sim bolizará lo que Zenón llam a el asentim iento,
to de vista hum ano y. por hum ano parcial y lim itado, el universo palabra por la cual designa la capacidad de nuestra alm a de perci-
es uno, y esta su unidad es a la vez. unidad de divinidad, de razón bir los objetos recibidos por nuestro espíritu; la m ano derecha
y de destino. En un m undo que es a la vez razón y Dios, no hay apretando fuertem ente la m ano izquierda sim bolizará, finalm en-
lugar para el azar ni hay, por lo m enos en el sentido de libre elec- te, la verdadera sabiduría, capaz de estrechar los datos que nos
ción. libertad de escoger. En este m undo hecho de una sola pieza dan los sentidos y de reflexionar, con clara razón sobre lo que
no queda lugar para más acción que la que esté hecha de una sola los datos de los sentidos nos proporcionan. Así, la im presión
pieza. De ahí que la teoría del conocim iento de los estoicos, así que causa un color en mi retina sería la m ano abierta: la percep-
com o su moral, se presenten tam bién com o de una pieza, tam - ción de este color, la m ano a m edio cerrar; y las reflexiones que
bién com o un bloque en el cual pueden tallarse distinciones que pueda hacer sobre el color, las com paraciones con otros colores,
siem pre son más aparentes que reales.9" el poem a que pueda escribir, las frases que pueda pronunciar o la
Racionalistas com o son, los estoicos no tienen sin em bargo pintura que pueda trazar en el m uro, serán el resultado de la re-
necesidad de afirm ar la existencia de las ideas innatas, al modo flexión. es decir, el puño de una m ano cerrado sobre la otra mano.
de Sócrates o de Platón. Si todo es racional es natural también Sabio es. en la filosofía de los estoicos, el que es capaz no sólo
que lo sensible y los sentidos hum anos sean racionales. La teoría de sentir, ni tan sólo de asentir, sino de entender. El sabio es el
del conocim iento que presentan Zenón o C risipo es, por un lado, que tiene una conciencia total, en bloque, del orden de todas las
una teoría sensualista y, por otro -p u e sto que todo es la misma cosas: es el que puede penetrar de una m anera única en el sentido
su stan cia- una teoría racionalista. En una palabra, una teoría que tam bién único del universo.
sostiene que el conocim iento que procede de los sentidos es. por Con estos antecedentes de m etafísica y de teoría del conoci-
naturaleza, un conocim iento racional. miento es clara la moral que pueden deducir los estoicos. Esta moral
Si entendem os la palabra “fantasía” com o sinónim o de sen- estará siem pre basada en la razón pura y será, puesto que el m un-
sación. debem os aceptar que la fantasía es lo prim ero “y luego do es racional, una moral de la aceptación. Es útil, sin embargo, para
viene el entendim iento, que enuncia lo que ha recibido de la fan- entender el sentido de la moral estoica, proceder a algunas distin-
tasía. y lo produce por palabras y discursos”.91 ciones y algunos deslindes que acabarán por precisarla y fijarla.
Todo nuestro conocim iento es adquirido. ¿C óm o se adquiere? Dice Diógenes Laercio que los estoicos “son de opinión que
Z enón de Citio solía dar un ejem plo que es a la vez pintoresco e entre la virtud y el vicio no hay m edio [...] pues com o un palo es
preciso sea recto o torcido, así una cosa es ju sta o injusta, sin
90 La principal dificultad de todas las filosofías panteístas consiste en explicar la
existencia de los seres individuales. En efecto, si todo es una m ism a sustancia, no pare- contar con el m ás o el m enos” .92 La actitud de los estoicos es una
ce haber una razón clara para distinguir entre las diversas form as que adquiere la sus- reacción clara contra la moral de A ristóteles. La m oralidad de un
tancia. Si árbol, hom bre y piedra son en el fondo lo m ism o, ¿qué razón habrá para que acto no puede consistir en el justo m edio, porque para el filósofo
existan com o entes separados? N aturalm ente, el pantefsta podrá contestar que una m is-
m a cosa puede tener varios aspectos, que por el hecho de ser de m adera no son idénticos estoico la virtud no es un m edio, sino un fin en sí.
ni hay razón para que lo sean el pino y la m esa. Es sin em bargo difícil concebir estas A hora bien, el alm a hum ana puede ser com o el tronco recto o
diferencias com o diferencias tan sólo aparentes. Para una discusión más detallada sobre com o el tronco torcido. Todos los hom bres nacen con tendencias
el panteísm o vid. La explicación de la filo so fía de Spinoza.
91 D iógenes Laercio. op. cu., pp. 335-336. A quí D iógenes L aercio cita los Discursos
de los filó so fo s de D iocles de M agnesia. 92 Ibid., p. 364.
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que, siendo naturales y siendo la naturaleza racional, tienen que dad de entender el m undo y de entender la vida de los hom bres;
ser tam bién buenas. La m ás prim itiva y la m ás clara de estas es, en suma, la racionalidad de nuestros pensam ientos aplicada a
tendencias es la de la propia conservación. De ahí. una serie de nuestros actos.
bienes com o la salud, el bienestar, la riqueza. Pero con la in- Así escribe Epicteto: “Algunas cosas están bajo nuestro dom i-
fluencia del m edio social y la influencia de una m ala educación, nio m ientras que otras no lo están. Bajo nuestro dom inio están el
estas tendencias inicialm ente buenas pueden torcerse y conver- concebir, el escoger, el desear y, en una palabra, todo lo que de
tirse en vicios. Nace entonces el m iedo y nace la envidia y nacen nosotros depende; no está en cam bio bajo nuestro dom inio el cuer-
la im prudencia y el odio. N acen, en una palabra, las pasiones. po. la propiedad, la reputación, el oficio, en una palabra todo lo
Porque la pasión es precisam ente lo que la etim ología de la pala- que no depende de nosotros” .93
bra indica: una pasividad, una form a de ser que se reduce a pade- La consecuencia inm ediata de esta racionalidad que todo lo
cer. Exageradas y retorcidas las tendencias del hom bre, se hacen invade fue, entre los prim eros estoicos, declarar que todos los
pasiones, que nos convierten de seres activos que podem os ser, hombres, esclavos o no, son iguales por naturaleza. El pensamiento
en seres que padecen por la negación de sus actividades rectas. era revolucionario si se recuerda la estructura de la ciudad griega.
Sin em bargo las puras actividades de conservación no son toda- R espondía, sin em bargo, a la necesidad de esta cosm ópolis que
vía el ideal de la m oralidad. Este ideal, com o todo en el m undo surgió con las m onarquías alejandrinas y se desarrolló plenam en-
concebido por los estoicos, tiene que ser absoluto y es tan sólo te con la llegada del Im perio R om ano.94
asequible a la persona capaz de sabiduría. El sabio es el que co -
noce. no de una m anera relativa, sino de m anera total, el sentido Epicteto, E nquiridón, I.
del universo y el puesto del hom bre en el universo; es el que sabe 94 E n un p rincipio, el pensam iento de los estoicos fue claram ente revolucionario
en una sociedad que tenía la esclavitud por un hecho natural. Poco a poco, en el gran
que todo está predeterm inado por la ley de la razón que todo lo siglo del Im perio R om ano, el esto icism o llegó a ser la filo so fía que m ejor se adaptó a
preside y todo lo penetra. Así, la verdadera acción m oral será los deseos im perialistas y universalistas de los rom anos. L a sociedad universal donde
la que em prenda una voluntad recta dirigida por una razón ab - todos los hom bres eran iguales era p recisam ente el Im perio R om ano, si bien dentro
de este im perio la igualdad reinaba tan sólo entre los ciudadanos y no llegó a ap licar-
soluta y el sabio, el que conoce y, p or conocer, acepta la realidad se nunca a los esclavos. El estoicism o acabó por ponerse al servicio del im perio. Ya
tal com o es. en el siglo I I a. C., P anecio y P osidonio fueron, a p esar de su origen griego, p artid a-
U na paradoja parece inevitable si consideram os que el sa- rios del Im perio R om ano y así tam bién, los tres grandes filósofos que p ro d u jo R om a
-S é n e c a , E picteto y M arco A u relio - fueron estoicos. Pero el esto icism o , entre el si-
bio es el que ejerce su voluntad y si, al m ism o tiem po, acepta- glo I I a. C. y el prim er siglo de nuestra era, fue p rescin d ien d o poco a poco de sus
m os que esta voluntad está reg id a p or un orden inalterable. andam iajes m etafísicos, lógicos y epistem ológicos p ara convertirse cada vez más en
¿C óm o hablar de libertad en un universo en que cada una de las una filo so fía práctica, en una form a de la filosofía m oral. Y es esta filo so fía m oral la
que se en cu en tra en los consejos de las C onsolaciones de Séneca, en los D iscursos
partes, y entre ellas precisam ente las acciones de los hom bres, d ialogados del esclavo liberado que fue E picteto -a c a s o el pagano que m ás se ha
están fatalm ente determ inadas? ¿C óm o escoger si ya todo está acercado a la idea cristian a de la c a rid a d - y, finalm ente, en los ex ám enes de co n cien -
por adelantado fijado? No es fácil la solución del problem a p a- cia y en las introspecciones que el em perador M arco A urelio escrib ía p ara sí. sin
deseo de publicación, en form a de M editaciones.
ra los estoicos, a m enos que se in terprete la libertad en una for- Indilerenlc a todo lo que no depende de la voluntad propia, escribe E picteto: “Dimc
m a bastante distinta a lo que la palabra suele sugerirnos. En cuáles son las cosas que son indiferentes” y responde "Las que son ajenas al dom inio de
efecto, la libertad puede ser libertad de acción, libertad para la voluntad". A pesar de los cam bios doctrinales, a pesar de la renuncia progresiva a la
especulación y la insistencia cada vez m ayor en la vida práctica, cualquiera de los esto i-
escoger entre una posibilidad u otra. No es ésta la libertad en cos hubiera podido firm ar estas palabras de Epicteto. No todos ellos hubieran firm ado
que piensan los estoicos. Para ellos la libertad es. no una form a aquellas sus palabras en las cuales, cercano al espíritu cristiano, nos habla en estos
de elección, sino una form a de liberación. El hom bre libre es el térm inos de sí m ism o: "¿Q ué más puede hacer el hom bre viejo y cojo com o yo, sino
cantar alabanzas a Dios por todas las cosas? Si fuera un ruiseñor cantaría com o un
que es consciente de sus propias determ inaciones y que, cono- ruiseñor, si un cisne, com o un cisne pero com o soy una criatura racional, debo alabar a
ciéndolas. es capaz de aceptarlas. La libertad es así una capaci- D ios” . (D iscursos. X V I . )
108 Introducción a la historia de la filo so fía G recia 109

Los escépticos esta afasia conducía a Pirrón a “suspender el ju icio ”, a no afirm ar


nada, a decir acaso tan sólo: “ No esto más que aquello”.96 Esta
También el escepticism o griego, nacido en el siglo m tiene, com o actitud que podría parecer m eram ente intelectual estaba lejos de
el estoicism o y el epicureism o, una influencia que. a través de ser un juego. El escepticism o fue. com o el epicureism o o el estoi-
Roma, llega a nuestros días. Los escépticos, filósofos de su tiem - cism o una escuela - s i es que aquí puede hablarse coherentem en-
po. asum en una postura m oral más que intelectual. No es proba- te de e sc u e la - de m oralidad y de felicidad. Y la felicidad la
ble que alguno haya sido escéptico, con el solo fin de dudar. La encontraba Pirrón en la ataraxia, esta inmovilidad, este alejam ien-
duda suele estar al servicio de alguna form a de vida. Esta actitud to de todo disturbio y toda pasión que es un retiro hacia la propia
puede ser la de quien no quiere verse llevado por los afanes de conciencia y una renuncia a los quehaceres y a los quebrantos
una vida que a veces se presenta contradictoria o am bigua; pue- de la vida.
de ser, com o en el caso de algunos de los prim eros cristianos, una No es de extrañar que en una época desprovista de creencias
renuncia al conocim iento lógico para enaltecer el conocim iento religiosas profundas, en una época en la cual, al decir de Arnold
m ediante la fe. Quien es escéptico real y profundam ente, suele Toynbee. se vivía un vacío espiritual, el escepticismo tuviera buena
serlo para afirm arse en alguna form a de creencia que el conoci- fortuna entre quienes pensaban hallar la felicidad en el silencio y
m iento habitual de los sentidos o de la razón parece no poder en la ataraxia que está en la raíz m ism a del silencio.
otorgar. Por eso el escéptico no es. al modo de los sofistas, el que Es así com o la Nueva Academ ia, dirigida en el siglo III por
dice: “nada sé’’. Q uien así hablara sabría - y a lo vio S ó cra te s- A rcesilao, se convierte más y más en una escuela de escepticism o
que por lo m enos esto sabe y que. por lo tanto, en la afirm ación cuando piensa interpretar a la letra a Sócrates y suele concluir,
m ism a de que el conocim iento no existe hay una afirm ación im - com o lo hacían los prim eros diálogos de Platón, en una serie de
plícita de conocim iento. El verdadero escéptico es aquel que, con problem as sin solución. Es así tam bién com o, llegado el siglo i
el ánim o suspenso, se rehúsa a pronunciarse sobre cualquier te- antes de nuestra era. Enesidem o, de quien conocem os el pensa-
ma porque im plícitam ente acepta que es m ejor esta abstención m iento pero de quien ignoram os la vida, trata de hacer explícitas
que un pronunciam iento discutible. las razones que nos conducen a dudar. Son doce las razones que
C orren los años de la conquista de Alejandro. Pirrón de Elis, da Enesidem o para descreer tanto de los datos de los sentidos
en la M agna Grecia, sigue a A lejandro por tierras de Asia donde, com o de los datos de la razón. Los doce argum entos han llegado
al decir de D iógenes Laercio, conoció “a los gim nosofistas de la a nosotros a través de Sexto Em pírico, más divulgador que pen-
India, y aun a los m agos” .95 Algo de influencia oriental es notable sador original. El prim er argum ento distingue entre diversas es-
en su vida, ya que no en su obra, puesto que Pirrón, com o Sócrates, pecies de anim ales. C ada especie anim al percibirá los mismos
renunció a escribir. No esperem os de Pirrón el m enor signo de objetos de distinta m anera. El elefante o la horm iga no tendrán la
teoría. Su fuerza, com o lo dem uestra la adm iración de Tim ón, su m ism a percepción de un árbol. Y no podem os decir que la per-
discípulo, residía en su ejem plo m oral. Pirrón es de la estirpe de cepción de uno de ellos sea m ás exacta o m ás verdadera que la
esos hom bres que predicaron más con el ejem plo y con el gesto otra. Si prestam os atención a los hom bres y vemos que cada hom -
que con las teorías o las palabras. De ahí que la prim era de sus bre posee cinco sentidos, no es tam poco seguro que todos los
renuncias fuera la renuncia a hablar o, por lo m enos, la renuncia a hom bres sientan y perciban de la m ism a m anera. Lo más proba-
pensar que cuando hablam os decim os algo verdadero y exacto. ble es que los distintos hom bres perciban de m anera distinta y
En la raíz misma del escepticismo está la “afasia”, este enm udecer que, de nuevo, sea aquí im posible la verdad. C onsiderem os ahora
ante la contradicción de los hechos, las costum bres y las ideas. Y los cinco sentidos en una m ism a persona. M uchas veces existe

95 Diógenes Laercio, op. cit., p. 474, % Loe. cit.


110 Introducción a la historia de la filo so fía G recia 111

una falta de sincronización entre ellos. Así, si vuelvo a mi biblio- y. de ésta, regresar al árbol que le dio lugar, y de éste a la sem illa
teca oscura y trato de encontrar m ediante el tacto un libro que que dio lugar al árbol, y así, infinitam ente en una serie que lógi-
visualm ente recuerdo sobre la m esa, es muy posible que me en- cam ente no tiene fin; círculo vicioso com o cuando en los malos
gañe y que tom e en mi m ano otro libro cercano. E sta falta de diccionarios defino una palabra m ediante una segunda palabra
coordinación nos im pide pensar tam bién que los sentidos sean la cual, a su vez, defino por la prim era. La razón, eterno regreso o
una garantía suficiente para encontrar verdad alguna. Lo m ism o círculo continuo, no nos puede dar m ayores seguridades que los
sucede si consideram os un solo sentido (frente a la extensión del sentidos. De ahí que Enesidem o. com o su lejano m aestro Pirrón,
desierto puedo pensar que hay agua en lugar de arena) y tam bién llegue a la conclusión de que para vivir libres de contradicciones
cada uno de los sentidos considerados por separado puede en- el solo cam ino es la afasia y el solo fin esta inm ovilidad contem -
gañarm e. Fuente de engaños es la distancia de un objeto; un plativa, esta atención a sí que es la ataraxia.
árbol, visto de cerca, me cubre con su follaje y puede parecerm e Los escépticos, como los estoicos y los epicúreos, tom aron uno
grande; a cierta distancia el árbol se em pequeñece hasta ser, a lo de los aspectos de las grandes teorías clásicas y se quedaron sola-
lejos, un m ero punto en el horizonte. ¿C uál es la verdadera di- m ente con este aspecto que se convirtió en la sola actitud posible.
m ensión del árbol? Los cuerpos que percibo se presentan m ez- En el caso de los escépticos esta actitud proviene, lejanamente, de
clados; el árbol que veo está situado en la tierra y su visibilidad la que Sócrates m antenía cuando ponía en duda los juicios de los
depende del lugar y de la luz. ¿Cómo discernir un objeto de los de- sofistas y sus propios juicios. A diferencia de Sócrates, los escép-
m ás objetos que le rodean? Tam bién la cantidad de las cosas que ticos no dudaron con la intención de buscar la verdad, sino con la
percibo cam bia mi percepción. Un grano de arena puede parecer sim ple y clara intención de liberarse de todas las dudas en una ac-
duro; pero el conjunto de la arena que form a una playa parecerá titud contem plativa de naturaleza inefable.
suave a la vista y al tacto. ¿Cuál es la verdadera consistencia de la
arena? L o que percibo es, adem ás, relativo a quien lo percibe.
¿C óm o decir cuál es su verdadero ser? ¿C óm o pensar que por el L os neoplatónicos
solo hecho de percibirlo yo ahora tengo la verdad de lo percibido
en mi percepción? Los objetos son m ás o m enos raros. Así, el sol L a escuela neoplatónica que se desarrolla principalm ente en A le-
que sale todos los días m e sorprendería si no saliera; en cam bio jandría, pertenece ya a un m undo donde las tradiciones griegas y
un com eta m e sorprende cuando aparece en el cielo. L a verdad rom anas tienden a desaparecer. Filón de A lejandría, filósofo ju -
que atribuyo a un objeto o a otro dependerá de mis propios hábi- dío que trata de aplicar el platonism o a la Biblia, vive entre fines
tos perceptivos. Hasta aquí los nueve argum entos que se refieren del siglo l a. C. y la prim era m itad del prim er siglo de nuestra era.
a los sentidos. A ellos añade Enesidem o uno más que se refiere a Los padres de la Iglesia cristiana, desarrollan un pensam iento
las costum bres y dos que se refieren a la razón. D istintos pueblos que es “escándalo” para griegos y romanos, ya a partir del siglo n.
tienen distintas costum bres, que por hábito y por educación, tien- L a escuela neoplatónica que inició Plotino (205-270) está en pre-
den a pensar com o verdaderos. Pero de hecho, ¿quién tiene razón?; sencia de una serie de ideas, creencias y sentim ientos que nada
¿los atenienses que creen en la dem ocracia?; ¿los espartanos que tienen que ver con los de la G recia clásica ni aun con los de la
creen en la m onarquía y en la educación guerrera en m anos del G recia de los siglos III y II.
Estado?; ¿los rom anos que desean un gobierno im perial? N adie Y es que el Im perio Rom ano, extendido a todas las regiones
puede garantizam os que unos tengan m ayor razón que los otros. del m undo conocido, entra plenam ente en un proceso que Gibbon
En cuanto a la razón, las pruebas que solem os dar son, ya un re- llam ó de decadencia y caída. Podría decirse, com o dirá Quevedo
greso al infinito, ya un círculo vicioso. Regreso al infinito cuando en uno de sus sonetos; “En Rom a a R om a m ism a no la hallas” .
para probar la existencia del árbol tengo que regresar a la semilla L a población de la antigua G recia ha dism inuido hasta tal punto
112 Introducción a !a historia de la filosofia G recia 113

que en el siglo 11 ya casi no quedan habitantes en Esparta; las dad la imagen de esa imagen como si fuere un objeto que valiera la
diferentes tribus bárbaras invaden el Im perio por todas sus fron- pena de ser contemplado?”97
teras y sus generales alcanzan rango de gobernantes y aun a veces
de em peradores de Rom a; crece la superstición hasta tal punto Estas palabras de Porfirio definen con bastante claridad a su maes-
que ya Plinio el joven puede decir que hay más dioses que seres tro. Filósofo del espíritu, negador de la m ateria, Plotino es m ucho
hum anos: se llega a un sincretism o religioso y nacen en Rom a los m ás un místico que un filósofo en el sentido clásico de la palabra.
tem plos a Isis, la diosa egipcia, los cultos al M itra de los persas y. C om o pensador m ístico, se nos presenta en los nueve tratados de
poco a poco a pesar de la violencia de las persecuciones, penetra las E nneadas que recogió piadosam ente y publicó Porfirio. Esta
en Rom a el cristianism o. Ante esta caída de las ideas clásicas y actitud contem plativa, esta m ística que, com o veremos, quiere
ante la presencia de las nuevas y contrarias ideas que aportan dis- sobre todo renunciar a la acción, liga a Plotino con los filósofos
tintas y contradictorias creencias religiosas, algunos filósofos del del periodo helenístico aunque bien claras sean las d iferen -
siglo III quieren por últim a vez. renovarlas. El neoplatonism o se cias entre su pensam iento y el de los epicúreos, estoicos y escép-
presenta com o la últim a expresión del pensamiento grecorromano, ticos. Com o ellos, si bien con espíritu religioso y m ístico. Plotino
una expresión que no deja de estar influida por las ideas y las creen- preconiza que la felicidad está en la contem plación.
cias de aquellos m ism os -cristian o s, gnósticos, ju d ío s - que com - La filosofía de Plotino se presenta com o una interpretación je -
bate. Por una parte el neoplatonismo representa la última expresión rárquica del universo. Su sistem a es, ante todo, deductivo, puesto
del pensam iento griego; por otra, y viendo hacia el futuro, su in- que parte de los principios más universales y absolutos para llegar
fluencia habrá de hacerse presente en el pensam iento de los filó- a las consecuencias particulares y relativas. Dentro de esta jerar-
sofos cristianos. En el capítulo siguiente habrem os de precisar el quía, por otra parte, lo particular adquiere sentido sólo por referen-
desarrollo del cristianism o primitivo. En él podrá encontrarse un cia a lo universal, lo relativo por lo absoluto. Veamos primero la
enfoque más com pleto de la época en que viven un Plotino (205- estructura de este m undo jerarquizado. Podrem os después enten-
270), un Porfirio (ca. 234-ca. 305), un Jám blico (270-330) o un der cuál es el proceso de conocimiento que nos permite descubrirlo.
Proclo (ca. 410-485), en cuyos nom bres se cifra la historia de la La realidad suprema es, para Plotino, el uno. Pero esta unidad, no
escuela neoplatónica. C onsiderem os aquí, en la figura de Plotino. es ya aquella unidad lim itada de que nos hablaba Parm énides.
el pensam iento neoplatónico com o expresión últim a y tam bién Influido por el cristianism o que su discípulo Porfirio com bate, el
álgida de una tradición filosófica que vim os nacer en Platón. uno de Plotino es, com o el Dios de los cristianos, un ser infinito.
¿Cuál fue la patria de Plotino? N inguna seguridad al respec- De ahí que por su mismo carácter de infinitud sea. estrictam ente
to. Sabem os, sí. que vivió en A lejandría, que fue discípulo de hablando, indefinible. ¿C óm o podríam os nosotros, seres lim ita-
A m m onio Saccas y que se trasladó a Rom a donde fundó su es- dos, definir aquello que es por naturaleza infinito? Fuente de todo,
cuela y donde intentó, sin éxito, fundar una ciudad llam ada Pla- el uno es inefable; origen del m undo, sobrepasa en su riqueza de
tonópolis, hija im aginaria de aquel Estado perfecto que deseaba ser todas las posibles determ inaciones. C arece de sentido pre-
Platón. A sí lo describía, espiritualista puro, su discípulo Porfirio: guntarse cuál es el ser de la unidad, porque en realidad está más
allá de las palabras, m ás allá de los conceptos, más allá de la
El filósofo Plotino, que ha vivido en nuestros días, parecía como lógica. Su realidad verdadera sólo podem os sospecharla. Podre-
avergonzado de tener un cuerpo. Tampoco hablaba nunca de su fa- m os decir que es la prim era causa en cuanto es uno y la causa
milia ni de su patria, ni quiso permitir que nadie hiciera su retrato ni final del todo en cuanto es el bien. Pero aun estas m ism as pala-
su busto, un día que Amelio le rogaba que se dejase pintar: “¿No
basta ya, le dijo, con llevar esta imagen en que la naturaleza nos ha
91 Porfirio, "Vida de Plotino", en Plotino, Enneadas, Nueva Biblioteca Filosófica.
encerrado, sino que además ha de ser preciso trasmitir a la posteri- M adrid. 1930, vol. I.
114 Introducción a la historia de la filo so fía G recia 115

bras deben considerarse más com o sugerencia de lo que este uno llegar a entender este Dios que. por su m ism a infinitud sobrepa-
significa que com o definiciones. Su infinita riqueza hace que, por sa toda posible definición? La única experiencia posible es, para
riqueza misma, salga de sí, com o una fuente que rebosa de agua. Plotino. de orden m ístico. La m ística, en efecto, perm ite la unión
Esta riqueza hace que el uno fluya fuera de sí, desde toda eterni- entre el sujeto y objeto, entre el alm a y Dios. Y esta contem pla-
dad. y que se produzcan las diversas em anaciones que habrán de ción es posible porque en un m undo que se concibe com o uni-
llevam os de la unidad a la realidad particular. dad, algo de esta infinitud que es el uno se encuentra en los indi-
La prim era y más alta de estas em anaciones es la del m undo viduos. En cuanto a esta contem plación misma, dejam os que de
inteligible. A él. m undo m uy sim ilar al de las ideas platónicas, ella hable Plotino en sus propias palabras: “Cerrem os los ojos
podem os llegar m ediante la razón. Su causa y su significación del cuerpo para despertar los del espíritu, para despertar en noso-
verdadera habrá que encontrarlas en el m isterio infinito de lo uno. tros otro ver que todos poseen, pero de que muy pocos hacen
pero su realidad es com prensible de la m ism a m anera que m e- uso” .91’ M ediante esta visión interior el alm a encontrará “Aquel a
diante la adecuada razón es conocible el mundo platónico de las quien llam am os naturaleza del Bien y que hace irradiar en tom o
form as. De ellas en Plotino com o en Platón, podem os decir que a sí la B elleza” .100
son eternas, espirituales, esenciales. A diferencia de Platón debe- La m ística de Plotino. contem pladora, se diferencia de la m ís-
rem os decir que son las ideas que tiene el uno o. si se quiere, y tica cristiana. Para ésta, en efecto, la contem plación será un m ó-
más precisam ente, las ideas que acerca de las cosas tiene Dios. vil que conduce a la acción. Más cercano a los místicos del Oriente,
Del m undo inteligible y tam bién por exceso y por riqueza sur- y aun a la ataraxia de epicúreos y escépticos. Plotino se queda
ge, eternam ente, el m undo del alm a. Por un lado se trata, com o en con la contem plación pura, avergonzado de tener un cuerpo,
el Timeo de Platón -q u e fue la biblia de los neoplatónicos-, del desencarnado y entregado a la visión pura del absoluto. “Hay, por
alm a del m undo; por otro lado, se trata del alm a de cada uno de doquier, retom o al un o ” , afirm a P lotino.101 Pero esta visión del
los individuos -hom bres, anim ales, vegetales o piedras-, en ca- uno es lo que nos perm ite huir de la realidad que nos rodea, de
da uno de los cuales hay un principio inmortal. No se trata aquí de las ilusiones de la m ateria y de las ilusiones del tiempo: “C uan-
una inm ortalidad personal, sino m ás bien, de una inm ortalidad do contem plam os, escribe Plotino, es para contem plar y poseer
que regrese el alm a del m undo al espíritu. el objeto contem plado. La práctica, por ende, tiene com o fin la
La m ateria, últim a de las em anaciones, debe entenderse no co- contem plación” .1112
m o un m undo de cuerpos o de seres sin alm a, sino más bien com o
aquel receptáculo de que hablaba Platón y que Plotino precisa en
estas palabras: “La m ateria es un sujeto [...] y un receptáculo de Obras de consulta
form as”.98 La m ateria es una pura indeterm inación, una suerte
de no-ser. un aspecto de la posibilidad. Podría decirse que cada B r o c h a r d , Victor. Les Sceptiques grecs, Vrin. París, 1928.
una de las em anaciones es m ateria en relación a la em anación G u y a u . J. M.. La moral de Epicuro, Americalee, Buenos Aires, 1943.
que la precede en orden jerárquico: así el alm a es m ateria pa- H a d o t. Pierre, Plotin, ou la simplicité du regard, Plou, París, 1963.
ra que venga a darle form a el ser de las ideas y éstas son relación In g e . W. R.. The Philosophy ofPlotinus, 1928.
al principio absoluto que es la unidad. R e y e s, Alfonso. La filosofía helenística. Fondo de Cultura Económi-
En el m undo de Plotino todo nos rem ite a una realidad más ca, México, 1959. [Breviarios, 147.|
alta, todo acaba por rem itirnos, de la m ateria al alma, del alm a al
m undo de las ideas, al absoluto que es la unidad de Dios. ¿Cóm o 95 lbid., vo l. I, p. 6.
100 Loe. cir.
101 lbid.. v o l . III, p. 8 .
9S lbid.. vol. II. p. 4. 102 Loe. cii.

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